Tema 5 - Portoles - Verba PDF

You might also like

Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 30
La distincién entre los conectores y otros marcadores del discurso en espaiiol’ José Portolés Universidad Autonoma de Madrid rT En los iltimos afios han aumentado las investigaciones en espafiol sobre los "mar- cadores del discurso", pero todavia se han de acometer muy diversas tareas para conseguir su completa elucidacién: desde la recogida de mayores corpus orales y escritos®, hasta una mimuciosa descripcién gramatical de cada uno de estos elementos. No obstante, para lograr los detallados trabajos empiricos que todos deseamos, son precisas nociones teéricas que cordenen este abigarrado conjunto y que orienten -ya sea por su acierto, ya por su falsacién- fos andlisis futuros‘, Con este propésito, pretendo razonar en las siguientes paginas la distincién dentro de los marcadores discursives de un grupo de unidades: los conectores* (V. gr. pero, por consiguiente, asimismo 0 por el contrario), y su discrimina- 1 Agradezco a Luis Eguren y a Marta Tordesillas sus valiosas sugerencias. 2M. A, Martin Zotraquino en una interesante vision de conjunto (en prensa b) se refiere con este ‘término a "signos como los subrayados en los ejemplos que siguen: (i Bvidentement, este nilo necesita gatas, (i) Claro, teniendo usted tanto dinero, toda las muchachas se enamorarén de usted. (ii) Aqui estoy. Bueno, gqué me cuentas? Gv) ¥ gasien se va a tomar ast heladito? (8) Juan ao vaa Paris sea gue no tiene dinero. (vi) Hombre, ami, Zaragoza me encanta (sip Em definitva, no me compra usted ef campo.” 3 Son muy utiles los materiales de encuesta publicados dentro del Estudio coordinado de la norma inglistica culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la Peninsula Ibévica. Se pueden aftadir, ya fuera de este proyecto, los textos recopilados por Mignel Angel de Pineda (1983). Esperemos también gue pronto vea la luz el Corpus de Referencia det Espafiol Contemporéneo dirigido por Francisco Marcos ‘Marin, El distinto origen de estos materiales refleja la diversidad diatépica de los marcadores del discurso en el mundo hispanchablante y la necesidad de estudios dialectales especificos, cft. A. Alvarez (1991), +E, Roulet y otros (1985) intentan esta clasificacién para el francés, y B. Fraser (1990), para el ingles. 5 Habitualmente se complementa este nombre con los adjetivos "pragmético", "discursivo", "argu- ‘mentativo” 0 “interactivo", segin sea la orientacién tedrica que pretenda analizarlos. Esta adjetivacion se jjustifica para distinguirlos de los conectores logicos. Dentro de la tradicion gramatical espaftola, S. Gili Gaya (1961, pp. 325-331) habla de "enlaces extracracionales", término que recoge Catalina Fuentes (1987) como titulo de su libro. Este constituye la aportacién mas completa sobre los conectores de] espafiol. J. Alcina y J. M. Blecua (1975 § 7.3.6.) los denominan "ordenadores del discurso"; H. Mederos Martin (1988), "concetivos"; y M. Casado Velarde (1991), “operadores discursivos". Aunque en la mayoria de las ‘casiones estos autores sc refieren a los elementos que aqui nos ocupan, también estudian bajo este térmi- no otros signos que no vamos a considerar conectores. Tgualmente debemos advertir que, si bien Emilio Alarcos (1980, p. 339) utiliza para las conjuncio- nes coordinantes el término "conectivo", José A. Martinez (1984-1985, p. 71) habla de elas como "conec- VERBA 20 (1993), 141-170 142, PORTOLES LAZARO, J. cién de otros marcadores con los que se pudieran confundir. 1, La definicién de conector. Para comprender la funcion de los conectores en Ja lengua es imprescindible tener en cuenta Ja nueva exégesis de la comunicacién que s¢ ha forjado en las ultimas décadas. La concepcién mas tradicionalmente divulgada formula la comunicacién como un proceso de codificacién y de descodificacion en el que la lengua constituye el cédigo compartido por el hablante y el oyente. Es la visién que, por ejemplo, encontramos en el Cours de Saussure. ‘No obstante, a partir de las William James Lectures de Herbert Paul Grice en 19678, la comunicacién se percibe de otro modo. No constituye exchusivamente un proceso de codifi- cacion sino también, y muy principalmente, una labor de inferencia. El hablante procura que su oyente alcance una serie de inferencias por la interaccién del enunciado con el con- texto de la enunciacién, Cuando digo: Tengo frio, no solo quiero que mis interlocutores en- tiendan mi cnunciado, sino también que comprendan mi deseo de cerrar ia ventana. A par- tir de este planteamiento, se puede defender que una de las funciones de los marcadores del discurso ~conectores 0 no- consist en facilitar las inferencias que se desean comunicar’. El lingdista francés Oswald Ducrot habia llegado a unas conclusiones semejantes a las de Grice por la misma época. En su opinién, los enunciados orientan el discurso en una direccién determinada, favorecen la inferencia de unas conclusiones e impiden la de otras’. Los conectores son los elementos lingitisticos que muestran con mas evidencia este hecho, por lo que pronto constituyeron su objeto de estudio (cfr. O. Ducrot: 1980, O. Ducrot y otros: 1980). Pensemos en un cjemplo: Jos miembros de una comisién de contratacién realizan e} siguiente intercambio después de una entrevista: (1) A: Es hablador. B: Pero es de Guadalajara. tores", por lo que en las publicaciones de Ia escuela funcionalista espafiola es ya habitual encontrar el tér- mino *conector” con tn sentido muy distinto del que aqui se emplea, SEI texto completo de estas conferencias no se ha imprimido hasta 1989, pero se conocian la ma-yor parte de elias por haberlas publicado su autor por separado, La mis influyente es la que aparecié en 1975. Para situar la obra de Grice, eft. S. Neale (1992) y P. Leonardi (1992), 7 Grice (1975) distingue entre implicaturas ~inferencias conversacionaies— e¢ implicaturas convencionales. En las primeras, la inferencia se produce por la aplicacién de las maximas de la conver- sacién, en las segundas por la significacién convencional de los elementos lingtisticos. De: (Juan tiene cuatro hiyos debo implicitar conversacionalmente por la aplicacién de la maxima de cantidad que el nimero maximo de hijos que tiene Juan es cuatro, De: (Gi) Juan tiene cuatro hijos, luego forman una familia mumerosa Ja inferencia de que una familia de cuatro hijos es numerosa ct debe no a las méximas de la conver- sacién, sino a la significacién convencional de Iuego. Esta distincién la tiene muy en cuenta D. Blakemore (1987, p. 76) para ef desasrollo de su teoria sobre los conectores. Para mas informacién de las diferencias entre implicaturas convencionales y conversacionales eff. L. L, Horm (1988). ‘La teoria de Ducrot, desarrollada en buena parte en colaboracién con su discipulo Jean-Claude ‘Anscombre, ha evolucionado én esta direccién hasta llegar a la defensa de que la funcién esencial de la len- gua es la argumentaci6n (eff. J.-Cl. Anscombre y O. Ducrot: 1983). Sobre las distintas etapas de esta teoria cfr, 1-CL. Anseombre y O. Ducrot (1986). También pertenecen a esta misma escuela, entre otros, Pierre- ‘Yves Raccah, Christian Plantin, Sylvie Bruxelles y Marta Tordesillas. LA DISTINCION ENTRE LOS CONECTORES Y OTROS MARCADORES 143 jEstan a favor 0 cn contra de contratar a esta persona? No lo sabemos. Sin ‘embargo, independientemente de la situacién, el conector pero enfrenta los dos enunciados y nos obliga a buscar en el contexto las inferencias que permitan esta oposicion. ‘Ser de Guadalajara’ no era contrario a ‘ser hablador' hasta que B colocé pero entre los dos. Quien acaba de escuchar pero es de Guadalajara esta obligado a colegir de ello algo que se oponga a ‘ser hablador’. Supongamos que se trata de emplear a un visitador médico para Jos ambulatorios de Madrid. Si ‘ser hablador’, por lo que conocemos de los visitadores, se puede considerar favorable para obtener el trabajo, A debe buscar a partir de ‘ser de Guadalajara’ inferencias contrarias a la concesién del empleo. Por ejemplo, sus médicos conocidos seran también guadalajarefios y conseguira pocas ventas. Esta inferencia negativa de A esta forzada por la aparicién de pero, no porque objetivamente ‘ser de Guadalajara’ sea desfavorable para actuar como un buen visitador médico, Pensemos ahora que se precisa un conserje para un cdificio de apartamentos cn Guadalajara. Ser discreto puede considerarse una de las cualidades més apreciadas en los coriserjes, por lo que el argumento 'ser hablador' no propiciard la contratacién. Ahora bien, al haber empleado B pero delante de ‘ser de Guadalajara’, A debe encontrar de este segundo enunciado inforencias positivas para la contratacién; por ejemplo, a un conserje que vive en la misma ciudad se le pueden pedir algunos servicios que scrian imposibles si tuviera que trasladarse desde otra todos los dias. De nuevo, ‘ser de Guadalajara’ no es objetivamente una piopiedad favorable para trabajar de conserje, es pero io que me obliga a colegirlo. En la tiltima década, Dan Sperber y Deirdre Wilson han desarrollado una teoria, la de la pertinencia, hija de la de Grice (eft. D. Sperber y D, Wilson: 1986, D. Blakemore: 1992). Aunque ellos directamente nose hai’ ocupado de los conectorés, algiinos de sus discipulos si lo han hecho°. Estos mantienen que los conectores restringen el contexto pertinente para una inferencia y de este modo ayudan a procesar Ja informacién. No poseen un significado de representacion ~como una oracién, un nombre o un verbo, por ejemplo-, sino de procesamiento. Estas explicaciones, aunque no idénticas, se acercan a las propuestas por O. Ducrot y su escuela!®, En ambos casos los conectores guian las inferen- cias!! 2 De los conectores y el principio de pertinencia han escrito principalmente Diane Blakemore (D. Brockway: 1982, D. Blakemore: 1987, 1989, 1992) y Regina Blass (1990); también, sobre los conectores del francés, Jacques Moeschler (1988, 19892, 1989b, 1989c) y Jean-Marc Luscher (1989); y en espaol, E. Montolie Duzén (1991, 1992) y C. Sanchez Lopez (1992), 0 Ast lo consideran D. Wilson y D. Sperber (1990, pig. 23), aunque, como gusta destacar a sus disciples existan notables diferencias con Ducrot. 1T'Voy a procurar aprovechar los logros de las dos teorias, evitando las zonas de mayor divergencia. ‘La principal reside en la relacién entre la lengua y la informacién, Sperber y Wilson (1986) mantienen co- ‘mo punto central de su teoria que la comunicacién consiste esencialmente en la transmision de infor- macién, 10 que les permite exponer que 10s entunciados representan proposiciones y que el contexto tam- ign esté formado por estas unidades seménticas, Por su parte, Ducrot y Anscombre (ef. J-Cl. Anscombre y ©. Ducrot: 1983, 1986) defienden que fa lengua no es esencialmente informativa, sino argumentativa. El ‘uso de cada elemento linghistico orienta de un modo determinado la dinémica discursiva. Desde hace algin tiempo articulan su teoria a partir del concepto de topos (cfr. O. Ducrot: 19884, 1988b, J-Cl. Anscombre: 1989) 144 PORTOLES LAZARO, 3. En conclusi6n, el conector es una unidad que vincula un enunciado con otro elemen- to anterior, ya sea realmente proferido o simplemente accesible en el contexto", La signifi- cacién del conector proporciona una serie de instrucciones que guian las inferencias que se han de obtener de los dos miembros relacionados, De este modo, se llega con mayor faci- lidad a contextos particulares que no serian evidentes, se refuerzan unas inferencias 0 se eliminan otras que equivocadamente pudieran suponerse, Se han de distinguir, pues, dos facetas en los conectores: la puramente gramatical, esto es, las instrncciones que proporciona su significacién, y la pragmitica, los procesos inferenciales que se desencadenan en su relacién con el contexto’ 2, Los conectores y la gramética tradicional. Una gramatica tradicional, como nuestro Esbozo académico, vincula las relaciones semdnticas a las sintdcticas de un modo especular: cuando un elemento articula dos contenidos scmdnticos, es porque une sinticticamente las oraciones que expresan estos contenidos'*. Esta postura impide dar raz6n de intervenciones tan frecuentes como: (Q)Es de Guadalajara y, sin embargo, no creo que debamos contratarto, {,Cémo dos oraciones pueden estar unidas sintdcticamente por una conjuncién copu- Jativa y una “locucién conjuntiva adversativa"? Los conectores son unidades lingiiisticas que por su significacién vinculan dos miembros, pero ello no refleja una relaci6n sintactica. No todos son conjunciones, ni tienen necesariamente la funcién sintactica de nexo. En (2) tanto y como sin embargo son co- nectores, pero solo y es conjunci6n; sin embargo es una locucién adverbial’’, Nos podemos preguntar, no obstante, por qué la aparicién de estas dos unidades en un mismo enunciado justifica que no las clasifiquemos a las dos como conjunciones, pero, por el contrario, no invalida igualmente su condicién de conectores. La respuesta reside en que, por un lado, dos conectores contiguos pueden tener relacion con elementos distintos: (3) Marta no vendrd, porque, a pesar de todo, me lo dijo su marido, °2 Un nifio puede mostratle a otro su nuevo coche teledirigido y decitle: (@ Adamés, tiene sirena, El conectot ademds no vincula dos enunciados sino el enunciado en el que aparece con otz0 ele- ‘mento anterior, no proferido, que el oyente infiere del contexto (eff. A. Berrendonner: 1983). 13 Recordemos de (1) que el contexto no es algo dado e inamovible. Cuando B decia Pero ex de Guadalajara, A debi dseriminar un contexto en el que ses de Guadalajara se opusier a ser hablador. 4 Consecuentemente, las gramiticas tradicionales no tienen en cuenta Ja relacion entre un conteni- do transmitido por un enunciado y una inferencia previsible, pero no formulada (eff. JCl. Anscombre: 1985, p. 335). 15 Un motivo evidente para que se considere adverbio y no conjuncién es, precisamente, que pueda aparecer precedido por una conjuncién: pero, sin embargo; y, sin embargo; aunque, sin embargo, etc. Para ofras razones que demuestran que se trata de una locucion adverbial y no conjuntiva cfr. José A. Martinez: 1984-1985, 8. Gutiérrez Ordétiez: 1986, pp. 189-193. En cuanto a fas relaciones sintéeticas de dos oracio- nes ligadas tinicamente por sin emba @) Bs de Guadatajara: sin embargo, no creo que debamos contra:ario, se trata de dos oraciones yuxtapuestas, no de dos coordinadas adversativas. LA DISTINCION ENTRE LOS CONECTORES Y OTROS MARCADORES 445 Aqui porque justifica que se pueda decir 'Maria no vendré', mientras que a pesar de todo nos obliga a inferir que tenia que haber algin motivo por el que el marido no deberia haberlo contado. Por otra parte, un conector también puede restringir o corregir las inferencias que se obtengan de otro conector. Veamos un ejemplo: Dos amigos estén hablando del partido de fitbol que se juega esa tarde, uno de ellos esta dispuesto a ir a verlo para aprovechar la agradable temperatura, y el otro replica: (4) Hace buen tiempo, pero estoy cansado. Reconstruyamos el proceso inferencial que se produce a partir de esta intervencién (cfr. 0. Ducrot: 1980). De hace buen tiempo (p) se infiere la conclusién ‘voy al partido! (0), de estoy cansado (q), 'no voy al partido’ (no r). El conector pero relaciona de tal modo los dos enunciados que presenta ‘no voy al partido’ con mas fuerza que ‘voy al partido” La conclusion seria ‘no voy al partido’. Podemos representar este proceso con el siguiente es- quema: Hace buen tiempo p pero ———7g Estoy cansado ‘voy al partido’ or no r'no voy... No obstante, el conector pero tiene al menos otra posibilidad de relacionar dos ar- gumentos. El hablante podria haber dicho: (5) Hace buen tiempo (p), pero no voy al partido (q) El esquema ahora seria distinto: Hace buen tiempo p pero ——-——q = nor No voy al partido ‘voy al partido’ =r En este caso, del primer enunciado continia infiriéndose “voy al partido’, pero del segundo (q) no se ha de colegir una conclusién (no 1), sino que el mismo cnunciado constituye Ia conclusion, En el ejemplo (4), pero presentaba una contra~argumentacién indirecta, mientras que en (5) la contra-argumentacién es directa’. Sin embargo carece de la doble posibilidad de la que goza pero. Tomemos los dos ejemplos: (4) Hace buen tiempo, pero estoy cansado. (5) Hace buen tiempo, pero na voy al partido. Sélo en (5), seria posible aiiadir sin embargo al conector pero conservande el mis- mo sentido. % Para esta diferencia, cft. J. Moeschler: 1989a, pp. 55-82. 146 PORTOLES LAZARO, J. (6) Hace buen tiempo, pero, sin embargo, no voy al partido. Sin embargo introduce directamente la conclusion, sin que haya de inferirse. Asi pues, su aparicién con pero favorece la seleccién de una de las dos posibles interpretacio- nes que esta conjuncién adversativa posee. 3. Los conectores y el texto. Desde hace algunos aiios se ha generalizado la idea de que existen determinados fe- némenos lingiisticos que no se pueden explicar a partir de modelos te6ricos en los que la oraci6n es Ja unidad maxima’, por lo que se ha defendido ia existencia de una unidad ma- yor a la que unos han denominado texto y otros discurso"#, Dentro de este planteamiento, los conectores son medios lingitisticos que permiten fa cohesion de las unidades supraora- cionales (cfr. T. A. van Dijk: 1979; M. A. K. Halliday y R. Hasan: 1976, pp. 226-273; C. Fuentes Rodriguez: 1987, H. Mederos Martin: 1988, pp. 211-255, S.H. Boretti de Macchia: 1984}. Ahora bien, desde mi punto de vista y de acuerdo con R. Blass (1990) y D. Bla- Kemore (1988; 1992, pp. 84-88 y pp. 134-142), defensoras del principio de pertinencia, la cohesi6n no es un fin en el uso de los conectores, sino una consecuencia. Los hablantes no los emplean para lograr un texto coherente, los utilizan para que el oyente obtenga las infe- rencias pertinentes de los enunciados. El texto no es una unidad de la gramatica como la si- laba, la oracién o el sintagma nominal, sino de la intencién de los hablantes. Por ello, la co- herencia no es un criterio de buena formacién comparable a la gramaticalidad sintactica. El texto y la oracién pertenecen a ambitos diversos®. Tomemos un ejemplo: (1) A: cQué ha dicho Susana? B: Se te ha caido el bolso (R. Blass: 1990, p. 22). Este puede ser un intercambio perfectamente plausible, sin que sea coherente el segundo enunciado con el primero, aunque si pertinente. Es cierto que el uso de conectores consigue un texto mis trabado, en el que las in- tenciones comunicativas del autor son mas evidentes. Cualquier lector sabe que un texto sin los conectores necesarios ocasiona nuestra incomprensién, pero también conoce que uno con exceso de conectores no conduce a una mayor cohesi6n, sino al tedio por propor- 17 Eq el ambito hispanico es precursor de esta concepcién S. Gili Gaya con el capitulo XXIV de su Curso, donde se reficre al uso de las conjunciones, las repeticiones, las andforas, las elipsis y el ritmo bajo el té:mino de "enlaces extraoracionales’. ‘8 Ya en la década de 1960 existin en ambas Alemanias una corriente de estudios lingiisticos de textos ereada por Peter Hartmann, Hinos §, Petofi y Harald Weintic? {rft. R. Beaugrande: 1985). En Espafia ha tenido difusion sobre todo gracias a la labor de Antonio Garcia Berrio (cfr. J, Petofi y A. Garcia Berrio: 1979) y Tomés Aibaladejo (cf. T. Albaladejo Mayordomo: 1986) en teoria de Ia literatura, y de Enrique Bemérdez (1982, 1987) en lingistica, En el dambito anglosajén ha gozado de gran influencia ia obra de M. ‘AX. Halliday y R. Hasan (1976), el libro de H. Mederos Martin (1988) la tiene como referencia expiicita 28 Sobre las distintas teorfas que estudian la coherencia textual cfr. A. Vilamovo (1991). 20a comprensién del texto como unidad gramatical ya ha sido abandonada por la mayor parte de Jos estudiosos que se ocupan de la lingQistica del texto, y buscan en la pragmatica, y no en la gramatica, la justificacién de esta unidad (cfr. M. Charolfes: 1988). Asi, por ejemplo, Lita Lundquist (1991) realiza un ‘encomiable esfuerzo para beneficiarse de la teorfa de la argumentacién de Ducrot y Anscombre,

You might also like