PETER SINGER
UNA VIDA ETICA
ESCRITOS
Traduccién de Pablo de Lora Deltoro
TAURUS
PENSAMIENTO,IX
‘VALORES MEDIOAMBIENTALES.
Extracto de The Environmental Challenge
Unso iscuore hacinelmar entre arbolados alles ccarpadosy canes
rocosos. La coimisiGn estatal de hidroclectricidad ve la caida de esta agua
como energia desaprovechada, La construccién de una presa alo largo de
uno de los caitones proporcionaria wes afios de empleo aun millar de per=
sonas y trabajo de mas jarga duraci6n a veinte o treinta, La presaalmacena-
ra suficiente agua como para asegurat que el Estado pudiese cubrir econo-
micamente sus necesidades energéticas durante la proxima década. Ello
incentivaria la radicacin en el Estado de industrias de gran consumo
energético, contribuyendo asial empleo y crecimiento econémico.
El agreste terreno del valle del rio lo hace accesible s6lo a los que es-
tin razonablemente en forma, pero es, pese a todo, uno cle los lugares
favoritos para el senderismo. El propio rio atrae a los mas atrevidos palis-
tas de rapidos. En lo mis profundo de los valles mas recénditos hay po-
blaciones de pino de Huon de miles de afios. En los valles y caiiones re-
siden muchos pajaros yanimales, incluyendo una especie amenazada de
rat6n marsupial que s6lo se encuentra en otro lugar de Australia. Puede
que haya también otras plantas y animales excticos pero nadie lo sabe
pues los cientificos atin tienen que investigar mas en detalle Ia regién.
«Se debe construir la presa? Este es un ejemplo de una situacion en la
que se ha de escoger entre diferentes conjuntos de valores. La deserip-
ci6n es claramente reminiscente de la controversia sobre la propuesta
para construir una presa en el rio Franklin, al sureste de Tasmania, aun-
que no he intentaclo hacerla exacta y debe ser tratada como tn caso hipo-
tético !, Muchos otros ejemplos habrian ilustrado igualmente bien la elec-
iGn entre valores: la tala de madera en bosques virgenes, construir una
papelera que contaminara las aguas costeras o abrir una nueva mina al
borde de un parque nacional Un conjunto diferente de ejemplos suscita-
ria cuestiones relacionadas aunque ligeramente diferentes: prohibir cl‘Usa mon nes caro
‘uso de CFCs para prevenir la reducci6n de la capa de ozono, restringir la
utilizacién de combustibles fésiles en un intento de ralentizar el efecto
vernadero, extraer uranio, donde lo problematico no es el daiio potencial
cn el rea colindante a la mina sino los peligros de la energia nuclear.
Mi objetivo en este capitulo es explorar los valores que subyacen a los de
bates sobre estas decsiones, y el ejemplo que he presentado puede servir
‘como un punto de referencia de los mismos. Me centraré en los valores
{que estin sobre el apete en las disputas sobre la preservacién de la natu.
raleza salvaje porque en ese caso los valores radicalmente diferentes de
los dos bandos quedan més resaltados. En las polémicas sobre la poluci6
del agua y el control de los gases causantes del efecto invernadero la dife-
rencia valoratia tiende a verse oscurecida por los debates cientificos s0-
bre lo que esti pasando realmente, cules son los costes y qué medidas se-
rin efectivas. Cuando hablamos de anegar el valle de un rfo la eleccién
que nos corresponde es absolutamente clara,
En términos generales, podemos decir que aquellos que estan a favor
de construir la presa valoran el empleo y una mayor renta per capita para
1 Estado por encima de la preservacién de la naturaleza, de las plantas y
de Los animales (tanto los comunes como los miembros de especies ame-
nazadas) y de las oportunidades para practicar actividades recreativas al
aire libre. Algunas cuestiones filos6ficas fundamentales estin detras de
cesta diferencia de valores, En lo que sigue, asumiré que los valores que
abrazamos no son simplemente un asunto de gustos acerca de los cuales
el razonamiento es iti. Sin embargo, antes de que empecemos a escru-
tar los valores de aquellos que construirfan la presa y de los que no, inves.
tiguemos brevemente los origenes de lasactitudes modernas hacia el mun-
do natural
La Teapicion occipenTat
Las actitudes oecidentales hacia la naturaleza emergieron de una mez-
cla de aquellasque mantuvo el pueblo judio, tal y como se exponen en los
primeros libros dela Biblia, y la ilosofia de la antigua Grecia, particular-
mente la de Arist6teles. A diferencia de otras tradiciones antiguas, por
‘ejemplo las de India, tanto las griegas como hebreas hacian de los seres
umanos el centro del universo moral; sin duda, no sélo el centro, sino,
‘muy frecuentemente, el onjunto de todos los rasgos moralmente signi
ceativos de este mundo.
La historia biblica de la creaci6n deja muy clara la visi6n hebrea del Iu-
gar especial de losseres humanos en el plan divino:
aren vce
‘¥ dijo Dios: Fagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra na-
turaleaa, y sefiorcen en los peces de la mar yen las aves de los cielos y en las,
Destias,y en toda la terra, y en toda serpiente que anda arrastrando sobre la
Yeri6 Diosalhombre asu imagen, aimagen de Dios lo cxid, macho y hem-
bra loser.
Ybenaljolos Dios aijoles Dios: Fructifiead ymultiplicad y henchid la tie-
ray sojuzgadiay seiioread en los peces de la mat y en las aves de los cielos
yen todas as bestias que se mueven sobre ia terra’
Hoy en dfa los cristianos debaten el significado de esta atribucién de
«gobierno», y aquellos preocupados por el medio ambiente afirman que
no debe ser considerado como una licencia a la humanidad para hacer
Jo que quiera con otras criaturas vivas, sino mas bien como tna norma
para cuidarles, en el nombre de Dios, y responder ante él por el modo
en que son tratados +, Sin embargo, esta interpretacién no encuentra apo-
yo en la literalidad del texto mismo, y, dado el ejemplo que Dios dio cuan-
do ahogé a casi todos los animales sobre la tierra para castigar a No€ por
su crueldad, no debe sorprender que la gente piense que anegar un tni-
co rio montaiioso no es algo por lo que preocuparse, Después del dilu-
vio hay una repetici6n de la atribuci6n del dominio en un lenguaje mas
‘Ywuestro temor y vuestro pavor sera sobre todo animal de la tierra y so-
bre toda ave de .os cielos, en todo lo que se moverd en la tierra yen todlos
los peces dela mar; en yuestra mano son entregados®.
Es claro Io que implica: no es impropio actuar de modo tal que se
‘cause miedo y pavor a todo lo que se mueve en la tierra; de hecho, es con-
forme con un decreto dado por Dios,
los mis influyentes de los tempranos pensadares cristianos no les ca
ian duclas sobre cémo el dominio humano debia entenderse. Pablo habla
inquirido «gLe importan a Dios los bueyes?» durante una discusién sobre
el mandato del Antiguo Testamento que ordena que hagamos descansar al
buey en el Sabbath, pero era simplemente una pregunta retérica; él daba
por sentado que la respuesta habia de ser negativa, y que el mandato de-
bia explicarse en términos de algiin beneficio para los humanos 6. Agus-
tin de Hipona compartia esta forma de pensar: al refetirse a las historias,
del Nuevo Testamento en las que Jestis lestrozé una higuera e hizo que
luna piara de cerdas se ahogara, Agustin explicé que con estos incidentes‘Unawa nes Esear05|
sorprendentes se pretendia ensefiarnos que wevitar matar alosanimalesy
estrozar ls plantas es la mayor de las supersticiones» 7.
‘Cuando el cristianismo se acab6 imponiendo en el Imperio Romano,
también absorbié los elementos de la actitud de los antiguos griegos ha-
tia el mundo natural, La influencia griega fue incorporada en la filosofia
Cristiana por el més grande de los escoldsticos medievales, Tomas de
“Aquino, cuya obra de toda una vida fue la sintesis de la teologia cristiana
‘con cl pensamiento de Arist6teles. Aristételes consideré la naturaleza
‘como wna jerarqufa en la que aquellos con una habilidad de razonamien-
to menor existen para beneficio de aquellos que cuentan con una capaci
dad mayor:
Las plantas existen para los animales, y Ios demas animales, en beneticio,
det hombre: los omeésticos, para su utlizacin y su alimentacion,ylos salvajes|
no todos, al menos la mayor parte de ellos—, con vistas a la alimentaci6n
‘yaotrasayudas, para ofrecer tanto vestidos como otros utensios. Por con-
Jiguiemte, sla maturaleza no hace nada imperfecto ni en vano, es necesario
‘que todos ss seresexistan naturalmente para utilidad del hombre ®
En su obra fundamental, la Suma toldgica, Tomas de Aquino respets
este pasaje de Asst6teles casi palabra por palabra, aiadiendo que la tesis
Se corresponde con el imperativo de Dios tal y como esté formulado en el
‘Genesis. En su clasificacién de los pecados, Tomds de Aquir.o s6lo con-
temp los pecados contra Dios, contra nosotros mismos o nuestro veck
no. No hay posbilidad de pecar contra los animales no humanos o contra
el mundo natural ®,
ste erael pensamiento de la corriente principal del cristianismo duran-
te-al menos sus primeros dieciocho siglos. Ciertamente, existieron espiritus
‘mais generosos como san Basilio, Juan Criséstomo y Francisco de Asis, pero,
para la historia del cristianismo en su conjunto, no tuvieron un impacto sig-
hificativo sobre la adicién dominante ®, Por tanto, merece la pena insistir
‘en Tos ragos ms importantes de esta tradicién occidental imperante, por-
{que ellos pueden servir como un término de comparacién cuando discuti-
mos diferentes visiones del medio ambiente natural.
‘De acuerdo con aquélla, el mundo natural existe para beneficio de
Jos seres humanos. Dios dio a los seres humanos sefiorio sob:e el mismo
a Dios no leimporta c6mo lo tratemos. Los seres humanosson los tini-
ros miembros moralmente importantes de este mundo. La naturaleza
fen sino tiene valor intrinseco, y la destruccién de las plantasy los anima-
tes no puede ser pecaminosa, salvo si, por su destruccién, dafiamos seres
humanos.
Dura, como esta tradicién es, no elimina la preocupacién por la preser-
vacién de la naturaleza en la medida en que esa inquiewd pueda ser relati-
vaal bienestar humano. Por supuesto que frecuentemente lo es. Permane-
ciendo totalmente en el perimetro de la tradicién occidental dominante,
podriamos oponernos a la extraccidn de uranio sobre la base de que la
‘energia nuclear, ya sea en bombas o en centrales nucleares, es tan peligro-
sa para la vida humana que es mejor dejar al uranio en paz. Igualmente,
muchos argumentos contra la polucién, el uso de gases dafiinos para la
capa de ozono, la combustion de combustibles fosiles y la destrucci6n de
bosques pueden ser articulados en términos del dafio ala salud y bienestar
‘humanos proveniente de los contaminantes o de los cambios del clima que
pueden darse como resultado del uso de combustibles fosiles y de la pérdi-
dda de bosques, Puesto que los seres humanos necesitan un medio ambien-
tc en el que puedan prosperar, la preservacién del mismo puede ser un
valor dentro de un esquema moral antropocénttico.
Desde el punto de vista de una forma de civilizaci6n basada en la agr-
cultura y la ganaderia, la naturaleza salvaje ha de parecer una tierra desa-
provechada, un area imtitil que ha de ser despejada para hacerla produc-
tiva yvaliosa, Hiubo ns tiempo en el que lasaldeas rodeadas de tierras de
labor parecian como oasis de cultivo entre los desiertos de bosque o las
pendientes de montafias escarpadas. Ahora, sin embargo, una metafora di-
ferente es més apropiada: los remanentes de la auténtica naturaleza que
ros han sido dejados son como islas en medio de un mar de actividad hu-
‘mana que amenaza con engullirlas. Esto le da a la naturaleza salvaje un
valor de escasez que sustenta un argumento fuerte en favor de la preser-
vacién, incluso en los términos de una ética antropocéntrica. Este argue
mento se hace atin mas poderoso cuando adoptamos una vision a largo
plazo, Regresemos a este aspecto tan importante de los valores medio-
ambientales.
\VALORAR EL FUTURO
Un bosque virgen es el producto de todos los millones de afios que han
pasado desde el comienzo de nuestro planeta. Sies roturado, otro bosque
puede crecer, pero la continuidad se ha roto, La interrupcién en los ci-
clos vitales naturales de las plantas y animales supone que el bosque no
seré nunca ms como habria sido ce no haberse taladto. Las ganancias ob-
tenidas por la tala del bosque —empleo, beneficios para las empresas,
rendimientos en la exportacién, y carbén y papel de embalaje més bara-
to—son a corto plazo, Una vez el bosque es roturado o anegado, sin em-bargo, el vinculo con el pasado se pierce para siempre. Esto es algo que
sede ser lamentado por todas las generaciones que nos sucedan en este
planeta. La auténtica naturaleza salvaje tiene ahora un alto valor porque
es escasa, En el futuro, y considerando el mundo en su conjunto, esta
yendenada a convertirse en algo todavia mas escaso. sta es la raz6n por
aque los ecologistas estin en lo cierto al hablar de la naturaleza salvaje
‘como una «herencia mundial». Se tata de algo que hemos heredado de
nuestros ancestros y que hemos de preservar para nuestros descendien-
tes sies que no desaparece.
‘A diferencia de muchas sociedades humanas més estables y tradicio-
rales, nuestro moderno ethas politico y cultural tiene una gran dificul
tad en reconocer valores a largo plazo, Es notorio que los politicos rara-
mente miran més allé de la siguiente elecci6n, pero incluso si lo hacen
seencontraran con que sus asesores econémicos les sefialan que sea lo
aque ftere Io que se gane en el futuro, debe ser descontado hasta tal grado
«qe sea ficil descartar todo el Faturo a largo plazo. A los economistas se
tes ha ensefiado a aplicar una tasa de descuento a todos los bienes fut
tos En ot13s palabras, un millén de délares en veinte aiios no vale hoy un
nilldn de délares incluso si damos entrada a la inflaci6n. Los economis-
tasdescuentan el valor del millon de délares por un cierto porcentaje que
normalmente corresponde a las tasas de interés reales a largo plazo. Des-
deel punto de vista econémico, esto tiene sentido porque si tenfa un
millon de délares hoy lo habsfa podido invertir para que valiera més, en
{érminos reales, en veinte afios. Pero el uso de una tasa de descuento sig-
nifica que las ganancias alo largo de cien aos puntiian muy bajo en com
paracidn con Ia ganancia hoy, y las ganancias a lo largo de mil afios ape-
pas cuentan nada, Esto no se debe a incertidumbre alguna acerca de si
habe seres humanos u otras criaturas sintientes habitando este planeta
«nese momento, sino meramente al efecto acumulativo de la tasa de re-
toro aplicada al dinero invertido hoy. Sin embargo, desde el punto de
sista de los valores eternos yno pecuniarios que nos puede proporcionar
Janaturaleza salvaje, aplicar una tasa de descuento no es la operacién ade-
cada, Hay cosas qu, una vex perdidas, no pueden ser sustituidas por
‘ontiiad alguna de dinero. Asi que justificar la destruecién de un bosque
necstral con Ia excusa de que nos hari ganar sustancialmente en los in-
{gress por exportacién es problemitico incluso si pudiéramos invertir
‘eacantidad e incrementar su valor aio a aio, pues, independientemen-
tede cuanto aumente su valor, nunca se podra rescatar el vinculo con el
paso que representa el bosque. ;
ste argumento no muestra que no pueda haber justificacién para ta-
larningin bosque virgen, pero si supone que cualquiera que sea la que
Tis
se aduzca debe tener bien en cuenta el valor de los bosques para las gene-
raciones que nos sucedersin en el futuro més remoto asi como en el mis
inmediato. Este valor obviamente se relacionaré con la particular signifi-
y, por tanto, «ya es
tamos preparaclos para otorgar el mismo valor a su existencia como hace-
mos con lanuestra+ #3,
El problema con estas defensas ofrecidas tanto por Schweitzer como
por Taylor en apoyo de sus concepciones morales es que usan el lenguaje
metafGricamente y a continuacién argumentan como si lo que han di-
cho fuera literalmente verdad. Con frecuencia, hablamos de las plantas
que «buscan» agua o luz para poder sobrevivis y este modo de pensar so-
bre las plantas hace mas sencillo aceptar el discurso sobre su «voluntad de
vivir» o ebuisqueda» de su propio bien. Sin embargo, una vez que nos part
‘mos a reflexionar sobre el hecho de que las plantas no son conscientes y
no pueden participar de comportamiento intencional alguno, resulta cla-
Fo que todo ese discurso es metaf6rico; uno podria de manera igualmen-
te correcta hablar de que el rio busca su propio bien y pugna por aleanzar
‘el mar, 0 que el «bien de un misil teledirigido es explotarse junto con su.
‘objetivo. Es engaiieso por parte de Schweitzer el intento de persuadirnos
‘en favor de una ética de la reverencia de toda vida mediante la referencia al
sanhelo», «exaltacisns, «placer» y «terror». Las plantas no experimentan,
nada de esto.
Ademés, en el caso de las plantas, rfos y misiles teleditigidos es posible
dar una explicaci6 puramente fisica de lo que ocurre, y en ausencia de
conciencia no hay raz6n por la que hayamos de tener mayor respeto por
los procesosfisicosque gobiernan el crecimiento y ocaso de los seres vivos
que el que tenemes por los que regulan los artificios. Siendo ello asi, la
raz6n por la que kayamos de tener mayor reverencia por un arbol que
por una estalactita, o por un organismo unicelular que por una montaiia,
como poco, no resulta obvia, y podemos dejar sin respuesta la, atin mis
extraordinaria, afirmaci6n de Taylor segiin la cual debemos estar prepara
dos no meramente para respetar a todo ser vivo, sino para dar el mismo,
+ eRespeto porla naturaleza» (N. det)
127‘Un man eres Esra
valor ala vida de toda criatura viva, de la misma manera que hacemos con
lanuestra.
EooLOGiA PROFUNDA
Hace mas de cuarenta aiios el ecologista estadounidense Aldo Leo-
pold escribié que nos hallabamos ante la necesidad de una «nueva éticae,
tuna «ética que versa sobre la relacién delindividuo con la ierray con los
animales y plantas que en ella crecen. Su propuesta de «ética para la tic
tra» ampliaria «las fronteras de la comunidad para incluir los suelos,
aguas, plantas y animales o, conjuntamente, el territorio» ¥, Elaumento
en a inquietud ecoldgica en los primeros aiios setenta conduyjo a una re-
vitalizacién de este modo de pensar. El filésofo noruego Arne Naess
redact6 un artfculo breve pero influyente distinguiendo entre formas
«superficiales»y «profundas» de pensamiento ecoldgico. Ei pensamiento
‘ecol6gico superficial sc limitaba al esquema moral tradicional; los que
pensaban de esa forma tenian avidez por evar la contaminacién en la
fuente de abastecimiento de agua para que ésta fuera potable y buscaban
Ja preservacién de la naturaleza para que la gente pudiera continuar dis-
fruténdola en sus excursiones. De otra parte, ls ecologists profundos
querfan conservar la integridad de la biosfera por si misma, indepen-
dientemente de los posibles beneficios que, por hacerlo, pudieran gene-
rarse para los seres humanos ®, Entre los posteriores ensaystas que han
intentado desarrollar alguna forma de teoria ecologista profunda se in-
cluyen los estaclounidenses Bill Devall y George Sessions y los australi
nos Lawrence Johnson, Val Plumwood y Richard Syivan'
‘All donde la ética de lareverencia de la vida insiste en los organismos
vivos individuales, las propuestas del ecologismo profund tienden a to-
‘ar algo mayor como el depésito de lo valioso: especies, ecosistemas,in-
cluso la biosfera en su conjunto. Asresumié Leopold la base de esta nueva
Stic: «Algo es correcto cuando tiende a preserva la integridad, estabil
dad y belleza de la comunidad bistica. Fs incorrecto cuando tiende a lo
contrario» ".En un articulo publicado en 1984 Ame Naessy George Ses
sions establecieron distintos prineipios para una ética ecoligica profun-
da, comenzando pores siguientes:
1, EI bienestar y lorecimiento de la vida humana y no humana sobre la
‘Tierra tienen valor en si mismos (sinénimos: valor intrinseco, valor inheren-
te). Estos valores son independientes de la uilidad del munio no humano
para los proppésitos humans.
2. La riqueza y diversidad de las formas de vida contribuyen a la realizae
i6n de estos valores y son también valores en sf mismos.
3. Los eres humanos no tienen derecho a reducir esta riqueza y diversidad
excepto para satsfacer necesidadesvitler™
Aunque estos principios se refieren s6loala vida, en el mismo articulo
Naess y Sessions afirman que la ecologia profunda utiliza el término
sbiosfera en un sentido mas comprehensivo, no téenico, para referirse
también a lo que los bidlogos clasifican como “no vivo": rfos (cuencas),
paisajes, ecosistemass. Sylvan y Plumwood tambign extienden su ética a
Jas cosas vivas, incluyendo en ella una obligacién «de no poner en peligro
elbienestar de los objetos naturales o sistemas sin una buena razon» ®,
‘Tras esta aplicacidn de la ética masala de los individuos para inclu a
Jos ecosistenas, descansa una forma de holismo—cierta nociGn de que la
‘especie 0 ecosistema no es sélo una coleceién de individuos, sino real
‘mente una entidad con derecho propio—. Este holismo es explicito en la
obra de Lawrence Johnson A Morally Deep World", probablemente la de-
claracién mas detallada y cuidadosamente argumentada en favor de una
ética de la ecologia profunda publicada en 1991. Lawrence esta conven
cido de poder hablar de los intereses ele una especie en un sentido que es
distinto ala suma de los intereses de cada miembro de la especie y de ar-
_gumentar que los intereses de una especie o ecosistema deben ser tenidos
cen cuenta, junto con los intereses individuales, en nuestras deliberacio-
nes morales.
Existe sin duda una genuina disputa filos6fica sobre si una especie 0
tun ecosistema pueden ser considerados como el ipo de individu que puc-
de tener intereses. Peto, incluso silos wuviera, la ética de la ecologia pro-
funda ha de afrontar problemas similares a aquellos que identificamos al
considerar la idea de la ética de la reverencia por la vida. Yes que resulta
necesatio no solo que poclamos atribuirintereses alos érboles, especies y
‘ecosistemas, sino que los intereses que ésos tengan sean moralmente sig-
nificativos, Cuando discutimos la étca de la veverencia por la vida vimos
{que una forma de establecer que un interés es moralmente significativo
consiste en preguntar cémo resultaria la insaisfaccién para la entidad en
cuestidn afectada. Esto funciona para el caso de los seres sintientes, pero
no para los arboles, especies o ecosistemas. No hay nada que correspon-
da con la comparacién de ser como un ecosistema inundado por una
presa. En ese aspecto, los arboles, ecosistemas y especies son més pareci-
dos alas rocas que a los seres sintientes, asf que la divisién entre criatt-
*