Materials Seminari 1 (II Blunt)

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BLUNT, A., La feoria de /as artes en Italia (de 1450 a 1600), Madrid, Ca ee ie a }), Madrid, Catedra, ‘CaPiTULO PRIMERO Alberti Seance un alto estadio en su desarrollo!. En tanto que los dltimos vestigios fal Gotico desaparecian, un nuevo estilo emergi6, exponente de un nuevo Sedo de entender el mundo, del optimismo humaniste caracteristico de los Rombres de esta época y de su confianza en los métodos. de la razin. En Finturay escultureflorece el naturalsmo, pero un naturalismo basado en Pinudia centfico del mundo exterior gracias a los nuevos medios de la ferpeciva y la snatomia. En el campo de ia argultectura ac uli le veel Fe alas formas romanas para crear un estilo que respondis a sidndes de la razon humana como @ las necesidades misticas del Catoli- ‘ismo medieval "A este cambio en le préctica artistica acompafo una modificacion paralela de tas teorias en que aquella se apoya. En la Edad Media, los eseritores de pintura gustaban dar enfoques predominantemente teol6gicos. Crefan que las Pies debian someterse a las directrices eclesidsticas; aceptaban una escala de alores que insist en el elemento espinitual en detimenty del material proporeionado por el mundo exterior; por ello mismo, no podian pretender cove! artista imitase al mundo exterior. Crear los simbolos més epropiados Dara comunicar las ensefianzas morales y religiosas de la Iglesia era el deber Eat anista, El pintor era un artesano y, como tal, desempeflaba un cometide [prictico bajo la direceion de la Iglesia en el marco de los gremios, ‘La generacion de 1420 adopta ante las artes una actitud diferente. En este periodo. pintar es primaria y esencialmente representar el mundo exterior de euerdo con les prineipios de la raz6n humana. Esta generaciGn uo podia dar como valida, por més tiempo, una teoria que restaba importancia al natura lismo y al estudio eientifico del mundo teal. Donde de una manera més cabada se plasman estas nuevas ideas es en los escritos dei Leon Battista ‘Alberti, persona a la que su espirtu universal cualificaba especialmente para ‘er el representante de una doctrina que abrazara todas las ramas de la Tia comeln ei seas de bogus rena ye arte del Quatre ug cone eae Ate tn rentne Panny wd onl Buctaroned (Londres, 1948). La ~ a 3B “4 LB. Albert, Arco triufal, en De re aeifcstoria LB. Albert 5. Andrea, Mantua actividad humana —tanto la vida politica y filosfica como la literaria y ar- tistica. ‘Ey obvio que Alberti no habria desarrollado su teoria de un modo tan perfecto en un mundo que no hubiera estado preparado para su llegads. Personas que le precedieron anunciaron las teorias que 61 habria de enunciar cee tanta claridad y competencia, Aun en Cennino Cennini encontramos fangos del nuevo naturalismo en formacién desde el Trecento; igualmente en Touezo Ghibert aparece una nueva sensiblidad hacia la Antighedad”. Pero 2 Bn relacon a tos preecesores de Albert jt. ls sguentes obras: pare, Cena 1 or Sar ete 5 Thomson (193% para Chibert I, Commentary ed, Selon; pars ey cere o2 Srsenaos el Quattrocema en genera, J. von Schlosser, Pratulen, 9 1s Sere ects Le Venue eka Crien dare ¢ France Petre, 'Arie XXV> abe eens ites Soe Sl “Ouatracentos Parte XX; oLa Critn areal fie del Tee fenton, (ne, XVI 15 | todos estos detalles que podemos descubrir en los eseritores anteriores a fs Rees Ge albert son s6l0 indicios de lo que més tarde ha de venir, y sf poet ten etevunca con la neva concepeiin del mundo y del arte plasmada fen Alberti ‘ipo legtimo de un mereader floretino, Alberti macié, en Génovs, anc tioa, onde fue conducido su padre tras el decreto de proseripsion ate tea‘ familia Alberti, una de las més ricas y poderosas de Florence comet en el Norte de Talia, principalmente en Bolonia, lugar en eh aye Se caverecho, Parcce que vsito Florencia en 1428, cuando ts prohibi- Cfo gue recaia sobre sv familia fue revoceda, y que durante Joy aor cin a, Ain Gada. importantisimos en su formacion, oincidio con, Mas) savin epoca en la que en Florencia dominaban los grandes mercaderss de I fees sor entonces, de un poder muche mayor del que disfrutaban un siglo antes. see ee de Ia vida de Alberti se desarrolla en su mayor parte yo on Florzncia, ya en la Corte del Paps donde permanesié como secretvio ft vroreg3)y 1464. Durante este periodo, a politica papal se concentraba cada AT Inds on el centro de Italia y encontraba en los mercaderes un firme poy") We mks er fas ideas dominantes en Jos circulos papales eran fundamenta Aa aanistas, Por tanto, Alberti encontré en este medio una atmesfers similar a la de Florencia. ‘Tanto por su cultura universal como por su método racional y cleniico, podemos afirmar que Alberti era el pico hombre del hamanismo tenprane, Pond con igual amplitud la filosofia, la cienca, el saber clisico y las eric canes Gpdteulos y tratados referents a ética, amor, religion, socologa, escriipces ¥ acerca de las diferentes ramas de las cienciss naturales, ranted compuse vercoe y su conocimiento de los elésicas era tan profundo AsiMjos de sus Gras, una comedia yun dtlogo al modo de Liane, Put 0 ae dessarse como escrtos antiguos recién descubiertos. En lo que se refiere core ees Artes, simultane® su préctica con los escritos sobre pinturs, 4 lehiura'y arguitectura. Su dominio de todas las formas del saber tenia on carat dn eminentemente enciclopédico que justamente le hace merese‘or Get sogio que le otorgo un copista contempordneo en un manuscito del 77h “Die quid tandem nescivert hic vir?» Soi eee Alberti sabre las artes estén tan intimamente relacionadas con 2a sosicién filoséfice general, que muy bien merece est didnt wo con, Su Bovalindo. Su concepcion general del mundo era precisamente la 36 ios humanists de i primera iad del Sig correspond as conepsion tos a raatdestado, tal como existia en Florencia antes del triunfo fi etic Para Alberti, principes y eludadanos deben consagrarse igus bernar en interés de los ciudadanos, salv mente severas para condenar las facciones que provocan 1a discord civil las ‘amas por les que su familia habia sufrido tanto, Todos Tos que ocupan un Tanto en el gobierno del principe deben, tambien, consagrarse a la bisqueda Sa Bien general. Aci, por ejemplo, el juez, —cuvas funciones son objeto de ‘una larga discusién en Alberti— Pecmneittramitenerr td Tismo. tiempo, con moderacion ¥ humanidad; asi se protegerd el inte ae gel SS FeoT ERTIES no 3 casigard a Tos delineuenes con Mids durean que la necesaria, Vernos que varias de estas opiniones son curiosamente modernas; aunque admite el uso Sescubrir la verdad, critica las terribles pris su tempo, ea STEROL bert nove, estctamenie hablando, un republicano, En el libro V de su ‘Tratado de la Arquitectura discute las diferentes formas posibles de goblerno; a bien aprueba categéricamente la forma republican, no por ell excluy® le Tien del gobierno. de un principe, siempre que, exe, principe gobierne iguiendo fos intereses de la ciudad. Pero cuando Alberti menciona el bien pablice, de ningin modo esta hablando del bien de wn ente abstracto et Estado por ejemplo, sino que quiere referirse al bien de todos los ciudada fhos que como individuos constituyen el Estado. En consecuencia, le interesa cleindadano como particular tanto como el principe o los que gobiernan en su representaci6n. TEl primer deber del individuo es ser buen ciudadano, es decir, servir a sus compatriotas en 1a medida de lo posible. Y el individuo no puede alcanzar sae in mas que con la bisqueda sistematica de la virtud; precisamente Ribertidediea la mayor parte de sus escritos de caricter exclusivamente ético age métodos pare adquirir esta virtud. Las reglas para este logro pueden Saumirse asi: el individuo buscard la virtud por medio de su voluntad, mediante el uso de la raz6n y siguiendo la naturaleza. La voluntad suministra [a fuerza motsiz. El hombre —dice Alberti— puede llevar a cabo dv auuello {que dese. Pero sélo por medio de la razén puede conocer con exactitud todo fb que desea alcancat y, también, lo que debe evitar; debe deseubrir a raz6n pore cual la naturaleza le ha\dotado de determinadas facultades y des- porolleris, salvo si esté seguro de que son malas. Asi, por ejemplo, Alber. fierce que el hombre debe esforzarse por alcanzar la bondad espiritual 4 no ser esclavo de sus sentidos y pasiones; debe estar por encima de. los tienes materiales y por eso mismo ser independiente del destino. Sin em- Dargo, ‘Alberti se opone al estoicsmo extremo que representa l cinismo de Dibgenes porque lo cree contrario a Ia naturaleza. Es inhumano, sos- tiene, no conmoverse con ninguna emocién, Lo que el hombre necesita tes moderacion en sus sentimientos y disfrutar de los bienes terrenos sin fer esclavo de ellos. De hecho, Ia moderacién resultante de seguir el di tado de la razén, es el rasgo més significativo y frecuente en la doctrina de Alberti, Conduce a la serenidad de espiritu que es, para él, una de las con- diciones necesarias de la conducta ideal en la vida. Ta caracterfstica dominante de la concepci6u de la vida segin Alberti es et 7 Sostiene que LB. Albert, Captelcorito en De re aedifiatoria racionalismo, que se basa més en la filosofia antigua que en las ensefianzas Gel Catolicitmo. No obstante, esto no implica que Alberti se oponga al Cristianismo, Por el contratio, le profesa el mayor respeto; sin embaryy, es Cite una extrada forma de Cristianismo ante la que él se inclina, ante una religion tipicamente humanista en la que elementos de Ia filosofia clésica y pagana se funden con dogmas cristianos sin dificulted alguna, en Ia que las {glesias reciben el nombre de stemplos», en la que a veces, segtin parece, los ‘Hoses (en. plural) son merecedores de la misma veneracién que el Dios Cristiano’, Si bien Alberti se siente a gusto dentro de esta religion buma- izada. sin embargo, jamas abandona su derecho al libre examen indi ual sobre algun teme. Trata a los antiguos —a los que admirs por encima: de cualquier otra persona humana o divina— de igual a igual y afirma no seatirse'en absoluto obligado a seguir ni sus preceptos ni su ejemplo si su inteligencia le aconseja otro camino. “Veremos que los escritos tebricos de Alberti sobre estética reflejan buen inimero de unas ideas sobre temas generales en el orden politico y filosbfico, pero antes de pasar al examen de estas ideas es preciso que conozcamos las Boras artisticas propiamente dichas que ha legado a la posteridad. En lo que 3 ee Be read. ib. VIL, ap. 3 18 se refiere a la pintura y escultura, no ha sobrevivido nada que saliera de su Shano, sin embargo, en el campo arguitecténico su aportacion es considera: ble. Su postura es la de uno de los numerosos jévenes del grupo que, baio la be ceion de Brunelleschi, ejrcia en Florencia una influeneia predominante en fn epoca de su vuelta a la ciudad (1428). Alberti prosiguié su tarea e impuls6 el desarrollo de sus numerosos principios hacia un estadio superior. Era clisico de una forma mucho més consciente que Brunelleschi y sus contemporaneos; su coniocimiento de la Antighedad era mucho més profundo (que el de étos y aplicd su cultura arqueoldgica de un modo mucho més Rntifico, En arquitectura, elimina los tltimos vestigios del Gotico, todavia ‘uy evidentes en Brunelleschi, especialmente en la cipula de Ia catedral. En ETuiplee Ue los Grueues es més respetuezo que Brunelleschi; en el Palazzo Rucellai supo adaptarios con el fin de ponerlos al servicio de una fachada de Aus de un’ piso, atilizando un solo orden por piso; método este que més tarde se generalizaria. En otros campos, continué la tradicion de la compo- Sieion simple, uno de los rasgos esenciales de la obra de Brunelleschi. Su proyecto para San Sebastién en Mantua es quizé, para la época, el plan més {ogrado de iglesia de planta central, y su San Andrés, en la misma ciudad, fue Inviltima palabra sobre fo que debe ser una licida disposiciOn espacial de una igtesa cn forma de eruc lating. Beta cltima dominaria el disefio de las ilesias durante varios siglos. Las ideas te6ricas de Alberti sobre las artes se encuentran esencialmente cen tres de sus obras: la més antigua es el Tratado de la Pintura (Della Pittura LB. Alber, Proyecto para un mereado, en De re aedonrta 9 di Leon Battista Alberti, Libri tre) escrita probablemente en latin en 1436, pero traducida por Alberti al italiano para Brunelleschi. El segundo y mis Umportante de estos tratados evmprende los diez libros de arguitectura De re edificatoria) gue Alberti comen26 probablemente hacia 1480, pero que no 4dei6 de modificar y completar hasta su muerte en 1472. El dltimo, es un opdsculo sobre escultura (De statua) compuesto probablemente un poco antes de 1464. ‘Ya que, entre todas las artes, 1a arguitectura es la que més {ntimamente relacionada esta con las necesidades pricticas del hombre, es en las teorias ras de Alberti donde sus ideas generales sobre la sociedad se Nis elaridad, Para él, la arquitectura constitaye enteramente una. 'En el prefacio de su tratado —especie de apologia de la Se refiere Ia gloria que ésta da a la ciudad desde el punto de ‘isla de la utlidad y del ornamento. La arquitectura fayorece el comercio al (que Alberti —como era de esperar— se refiere en términos extremadamente udatorios; la arquitectura permite a la ciudad defenderse contra sus enemi fos y la ayuda incluso a extender su poder mediante la invencién de miquinas ‘de guerra ofensivas; da a la ciudad sus espléndidos edificios pablicos, sus se eescias privadas y sus monumentas que perpetian el recuerdo de los grandes hombres. Estos son los principios de arquitectura civil que Alberti expone en su tra- tado: preconiza una arquitectura que no sea patrimonio exclusivo de los m=- fenas 0 que tan solo sirva a los propésitos de la Iglesia, si bien las nece- Sidades respectivas de individuo e Iglesia son objeto de un atento examen. ‘La novedad de este método consiste en que propone un plan de conjunto pars Te construccién de una ciudad entera y que eada detalle sugerido se subordina al plan de voujunto dela ciudad. ‘Los tres primeros libros del tratado se consagran a cuestiones puramente técnieas, El-primero al uso de los dibujos en arquitectura, el segundo a la tleocion de los materiales; y el tercero, a los principios de la estructura. Tras thos preliminates, Alberti acomete los problemas concernientes « la ciudad sess eonjunto y ante todo 1a cuestion de su emplazamiento. Este debe re- Grae lemtajas de ser un lugar sano, de clima templado, favorable: wnte situado para su itrigacion, fécil de defender, ete. En segundo tér- ee edad dabe ser trezada con claridad, con bellas vias principales ‘Tue desemboquen en los puentes o en sus puertas. Las calles deven sero Sfcientemente anchas como para evitar las aglomeraciones, pero sin llegar seit eaturosas®, Ademés, Alberti propone que las calles se conciban, si Se ‘postble, de modo que las casas, situadas @ cada lado de la calle, sean Sinltrieas, y que se pueda repetir una disposicién-tipo a 10 largo de una 4 Gf, De reac. AV, ca. 2 5 thi ioe cap 8 20 calles, Este proyecto de construcci6n a gran escala revela Ia preocupacién SRombrosamente evica de Alberti; ya que, de hecho, su sugerencia no se fice practica de manera general antes de los sigs xVIl y XVIM, es BSR Giuge de que la vida ciudadana alcanzase un grado més avansado Se exarrllo! Contrasta con el método medieval contra el que Alberti Grotesta abiertamente, método de ordenaciin de la ciudades segin el cual Pig familia construia su palacio sin preocuparse de sus vecinos, salvo para fivalizar con ellos. ‘Determinadas las cuestionesrelatvas al trazado y dsposicin del conjunto dela cudad, Alberti pasa revista a las diferentes clases de edificios piblicos fhe habrén de construire. Distingue tres grupos de eifcios: los edificios GUbtlcos las casas de los ciudadanos infuyentes y las casas populscs” Eonsagra un profundo estudio a los primeros y da toda clase de_ detalles feferentes alos proyectos y construcci6n de plazas, torres, puentes, palacio de Justia iglesias yteatros que —diee— deben ser construidos con el méximo ‘plendor, tal como corresponde ala dignidad de una gran ciudad’. Tas casas de los ciudadanos eminentes deben igualmente construirse sigulendo este mismo patrén de dignidad, pero es preciso que estén despro- ‘iatas de toda ostentacién y que liamen ia atencién més por la belleza del Ulseno'y a comodidad Ge su alsposiiou que por su grandera y ornamenta Sin" $i fuese de otro modo, provocarian Ia enviia de Tos vecinosy la armonia el conjunto se veria comprometida. En lo tocante a las casas de los ‘Gudadanos pobres, deberin construirse sobre el mismo plan que las de los fieos, pero a una escala redvelda y de un modo més modesto, con el fin de {gue ias diferencias de rango entre los ciudadanos ricos y pobres no sean Emasiado evidentes!, Alberti da una serie de reglas muy completas re- {ativas los edifcios que propone para cada caso, de modo que aplica los ‘SepeEane arededor ce une plana ofa encontramos hate siglo como ela plz se rants fe Venecia o colo in stuada eafente de FAnnenzita en Florencia; ambas Here Meet esa‘: mayor parte Garente el Quatroceno. Los planes. de, Pio 1 para I a ee andlogt yl proyecto de Niels V de one San Pedoo al cs lrg musa paripasin Ge Nets an plan de la mivma ntorler macho ve toi Ws. Vill ee "Abi Midends por ciudadanos emiaenes los que son responsbles del gobierno de I a sages gue reelere ext denominacisn son muy pas bien la sabiduria ave eee ee cade Scary controlar Iida tigi dea ciudad, bie a experiznca ut ‘Stfone‘l rls Qe une funca secutea, bien la quera que hace prosperar a a ciudad ‘Se ep te wea» bs Sas gs ian cmp Fpl, IX 2

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