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LA PENETRACION DEL DERECHO ROMANO EN AMERICA* Alejandro Guzman Brito Profesor de Derecho Romano, Universidad Catdlica de Valparaiso, Universidad de Chile RESUMEN El origen de la distincién enire derecho comitn y derecho propio en Gayo, El concepto de derecho comiin en los juristas romanos. El concepto de derecho comitn en la Edad Media y su aplicacién al derecho romano como ordenamiento imperial, La exemptio imperii, La ensefanza y la vigencia del derecho romano, El derecho comin en Castilla. Caracteres externos del Corpus Iuris Civilis, Las Partidas como cédigo' de derecho romano comin, El derecho comin en Indias. Las Partidas en Indias. El derecho comiin, las Partidas y la codificacién. 1. En el frontispicio mismo de sus Instituciones, Gayo, un jurista romano del S. 1 DC., describié el orden del derecho universal con las siguientes palabras: “Todos los pueblos que se rigen por leyes y costumbres usan en parte su propio derecho, y en parte un derecho comin a todos los hombres. Asi, pues, lo que cada pueblo constituye como derecho para sf mismo, es derecho propio de la mis- ma Ciudad y se lama derecho civil, como derecho propio de esa ciudad; maslo que Ja raz6n natural constituye entre todos los hombres es observado por igual entre todos y se lama derecho de gentes, como derecho que usan todas las gentes”. Se contiene aqui una doble contraposicién: por una parte, entre derecho comin y derecho propio; por otra, entre derecho de gentes y derecho civil. En seguida apa- rece una relacién entre ambas parejas de conceptos, pues el derecho de gentes figura como com6n, mientras que el civil como propio, porque el de gentes la raz6n natural lo ha ensefiado a todos, obteniendo asf su cardcter de comin en cuanto a su uso, mientras que el propio es el que cada pueblo se ha constituido para sf, por lo cual es usado dnicamente por ese pueblo. La distincién entre derecho civil y derecho de gentes era romana, en tanto que la dualidad derecho comin-derecho propio era griega; la vemos en Aristoteles y en varios autores postaristotélicos; tenfa, adem4s, un claro sabor filoséfico. Seguramente Gayo la tom de aquéllos y la conjugé con la dicotomia romana, dando al derecho de gentes el cardcter de comtin y de propio al civil. Es cierto que la expresion ius commune aparece en el vocabulario de los juristas romanos de los siglos Il y III, pero con un significado del todo distinto ‘al adoptado por Gayo. En primer lugar, entre aquellos juristas dicha expresién no se contraponfa a ius proprium, forma de decir ésta que, por los demés, les era desconocida; en seguida, carecfa del sentido filos6fico que tenia entre los pensado- _ * El presente texto reproduce una conferencia pronunciada por el autor en la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia, el 27 de septiembre de 1989. Ello explica la ausencia de notas bibliogréficas, 204 REVISTA CHILENA DE DERECHO [Vol. 18 "es griegos, como orden jurfdico universal. Los juristas romanos usaban la locucién ius commune para denotar el derecho romano de aplicacién general a los ciudada- os, en contraposici6n a cualquier derecho romano de aplicacién especial a algin tipo de personas; en varios casos va, en consecuencia, opuesta a la expresion pri- vilegium., El ejemplo més tipico era el del régimen testamentario y sucesorio de los militares (jus militare 0 ius militiae) que, en efecto, por concesiones sucesivas de los emperadores, reconocia principios y reglas distintasa lassancionadas por el dere- cho civil © por el edicto del pretor, mis flexibles, menos estrictas y rigidas. Enton- Ges, cuando los juristas querfan contraponer el régimen testamentario y sucesorio. ordinario o general de los ciudadanos frente al régimen extraordinario o especial de los militares, hablaban de ius commune con referencias al primero y simple- mente de ius militare o ius militiae respecto del segundo, pero no, como ya hemos dicho, de ius proprium. Gayo, pues, dio a la expresion ius commune Un Gintido totalmente diferente al aplicarla, siguiendo a los griegos, a un orden jurf- 1°° Universal proveniente de la raz6n, que llam6 derecho de gentes y que opuso ee Proprium, bajo el cual entendid al derecho civil, fuera romano o de otro II, Esta construccién gayana ha tenido una enorme i historia del derecho. Recogido el texto antes ldo en ke Instnncoves de Suet niano y en el Digesto, pas6 a las Etimblogtas de San Isidoro y de ahi al Decreto de Graciano; a través de esos cuatro libros, que tanta autoridad obtuvieron en la Edad Media, los conceptos contenidos en el pasaje de nuestro jurista desempefia- Fon un decisivo papel en la cultura juridica medieval y moderna. A través de un proceso que no puedo explicar aqui en sus pormenotes, los civilistas medievales Hegaron a aplicar la expresi6n ius commune al derecho 10- mano mismo, en contra, aparentemente al menos, del texto de Gayo, que reser. vaba al derecho romano, por ser civil de Roma, la calificacién de propio, y en ningGn caso de comin, que era el de gentes. Ya en cl siglo XIII, en la préctica, Y desde el siglo siguiente, en la doctrina, concretamente a partir de Bartolo de Sassoferrato, el derecho romano fue, en efecto, considerado como comin y como propios los estatutos de las ciudades italianas, Al extenderse por Europa la cien- cia bartolista, se aplicé esta consideracién de propios a los derechos locales de cualquier pais; asf, por ejemplo, en Francia a las codtumes. Detris de esta idea se encontraba la de imperio romano universal, mantenida celosamente por los glosidores y los comentaristas, El derecho del Corpus Juris wvilis era el de aquel imperio, que todavia subsistfa en lo que mucho después se Iamé Sacro Imperio Romano-germénico, y,en consecuencia, tenia carécter univer- sal, igual que el imperio mismo. Ahora bien, el texto de Gayo que hemos citado al principiar no establecfa una identificacién perfecta y excluyente entre derecho comin y derecho de gentes, sino una relacion de género a especie: el de gentes era ciertamente comin, pero no todo derecho comin era de gentes, es decir, po- dfa haber otro igualmente comin que no fuera el mencionado, si cumplia con el requisito de ser usado por todos los hombres; como el derecho romano, por ser del imperio universal, era universal él mismo, entonces era también comin, igual que el de gentes; derechos propios, en cambio, eran los de cada pueblo integrado en el imperio, Esta lleg6 a ser la vision de los juristas medievales, a partir del siglo XIV. Distinta fue, sin embargo, la de los juristas vinculados a las cortes reales. Ya desde el siglo XII las ideas de imperio universal y del emperador como sefior del 1991) GUZMAN: DERECHO ROMANO EN AMERICA 205 mundo comenzaron a set rechazadas por las grandes monarquias europea, €n especial por Francia y por Castilla. Se abrié entonces paso otra idea opuesta: la exemptio imperii, es decir, el no teconocimiento por parte de estos monatcas de la dominacién del emperador sobre sus respectivos reinos; se dijo entonces que éstos estaban exentos del imperio romano, para indicar que no pertenecian a €1 ni reconocfan al emperador como su superior temporal. Esta nocién Ievaba aparejada una consecuencia grave para el derecho roma- no: si él era el derecho del imperio y si los reinos exentos no pertenectan a éste, entonces el derecho romano no tenfa vigencia en tales reinos; reconocer que si l tenfa, implicaba aceptar una subordinacién al imperio. Por lo tanto el Derecho Romano podfa ser comin, como habfan dicho los juristas, pero comin dentro del imperio, no fuera de él, III. El origen politico de toda esta operaci6n que hemos examinado deter- mind, empero, que los juristas nacionales aprovecharan el concepto de derecho comin en el interior mismo de las monarquias declaradas exentas del imperio. El proceso parece vinculado con la idea del rey emperador en su reino y dotado en éste de tanto poder como el emperador en su imperio. Si el emperador podia generar derecho comin en el imperio, también, pues, el rey podia hacerlo en su reino, En consecuencia, el derecho real podfa ser comin del reino y obligatorio para todos los sibditos. Esta nueva concepcién aparece claramente en Francia y en Castilla y se encuentra ligada con el fortalecimiento del poder real. Son numerosos los textos de autores que declaran que el derecho comin de Francia © de Espafia no es el romano, sino el regio. Sin embargo, esta postura de caricter politico, que conducia a negar vigencia al Derecho Romano en los reinos exentos, contradecia claramente la realidad de lh posici6n que desde el siglo XII habfa alcanzado el Corpus Juris Civilis, como portador de un derecho altamente elaborado y que habia sido objeto de una Ciencia desarrollada en la universidad, como era la del glosador Imnerio y sus sucesores. El derecho romano, entendiendo por tal al Corpus Juris Civils y a la interpretacin anexa de los glosdores, era un derecho cientifico que no podia ser ignorado en nombre de un nacionalismo politico, como el que escondia exemptio imperil. La solucién que se dio en general a tal tensidn fue la de per- mitir el estudio del derecho romano en las universidades nacionales que sucesiva- mente aparecieron a imitaci6n de la de Bolonia, como queriendo decir: una cosa es el problema de la vigencia del derecho romano en el reino, que debe ser negada, por las razones que hemos dicho; y otra cosa distinta es que en las universidades estudie el derecho romano como ciencia, como “‘dichos de sabios", para em- plear la expresi6n peculiar de las Partidas. La ciencia no tiene fronteras. Lo extra- fio del asunto fue que, paralelamente, no se estudi6 en esos mismo lugares el dere- cho regio 0, en general, el derecho del pais, que se supontfa ser el dnico vigente. Esto se debi6 a la naturaleza exclusivamente cientifica que tenfan las universida. des medievales; en materia juridica, la ciencia estaba representada por el derecho Tomano, mientras que la practica por los derechos del pafs; en consecuencia, éstos no tenfan cabida en aquélla. La situacién persistio hasta el siglo XVIII. De este modo, pues, quedé en la Edad Media conciliado el dogma politico de la exemprio imperii con la presencia efectiva del derecho romano en los paises exentos. En Castilla, no obstante, se intenté una solucién ademds. Para sintetizarla en una breve férmula, se quiso nacionalizar el derecho romano a través de su fija- 206 REVISTA CHILENA DE DERECHO [Vol. ig i in del imperio en derecho co. eign en un cig realy convert oe or medi de cierpa legal emitido min de Castil, pero no dbecta ei jectamente”, porque no es que se haya por el ey. Isso enn expresin "no ducctamente”porgue no e# Qe haye Urata de declrar pr ley real que el Corpus Jur ils fuera derecho vigente no en cuanto derecho del imperio, sino en virtud de baci, como se hao en Alemania fines dl siglo XV, sino de transport, por asi dec, by sustan- cia misma del derecho romano a un codigo pee. En resumen, esta fue pel lugar a la redacci6n de las 7 Partidas. : Clon inossentar aq en los diversos problemas susitados por este ctere cuerpo en cuanto a su elaboracién, y por lo que respecta a sus conexiones con él Espéculo y con el Fuero Real. Nos intetesa como cuerpo ya formado. Para entender adecuadamente la innovaci6n que implicé este obdigo, necesa- rio es examinar el cardcter de sus fuentes jurfdicas, Advierto que me ocupo aqui nada més que del contenido juridico de las Partidas, pues bien sabido es que éstas son una verdadera enciclopedia de variados saberes, de los que no trataremos en esta ocasién, IV. El Qédigo y el Digesto de Justiniano obedecian al tipo de fijaciones que podemos denominar genéricamente compilaciones. El Cédigo, en efecto, era una ecopilacién de constituciones imperiales desde la época de Adriano (S, II) hasta la 4el propio Justiniano (S. VI), en que cada texto recogido, en principio, conservaba su redacci6n original, sin perjuicio de las interpolaciones aplicadas por los compila- dores y de los cercenamientos y de las fusiones de trozos, para formar de una varias leyes o de varias, una; no consistia, pues, en una redacci6n corrida, sino en una ordenacidn de textos preexistentes, que mantuvieron su autonomia literaria. Esta ordenacién seguia el criterio de las materias, que determina su division en libros y en titulos; y, en general, a su vez, la ordenacién de materias era la del antiguo edicto del pretor; el otro criterio era cronolégico, segiin el cual, dentro de cada titulo, las diferentes constituciones quedaban agrupadas desde la inde antigua hasta la mas moderna. También el Digesto era una complicacién, esta vez de pasajes selectos de obras de los jurstas romanos, generalmente de los silos Il y IM, ordenados por materias en libros y en titulos, los cuales también se adaptaban al orden del edicto; dentro de cada titulo los fragmentos selectos se agrupaban segin un complejo sistema que no es el.caso detallar aguf; asimismo cada pasaje elegido mantenia su autonomfa, aun cuando también fueron objeto de interven. ciones literaras, Las Novelas de Justiniano no eran ni siquiera una recopilacion sino una mera coleccién de constituciones de Justiniano, que la Edad Media cono- ci6, por lo demds, a través de mediocres traducciones al latin, pues en su mayorfa habfan sido redactadas en lengua griega. Tan s6lo las Jnstituciones de Justiniano era un texto unitario y de redaccién continua, porque dicha obra fue calcada sobre la homénima de Gayo, que era una obra aut6noma, un manual de estudios; en compensacién, las Instituciones ofrecfan un panorama general y elemental del derecho con notables lagunas, en contraste con la riqueza y variedad del material presentado en el Digesto y en el Codigo. + Las dificultades para el conocimiento del derecho contenido en los libros justinianeos, como se comprender4, resultaban enormes. No s6lo porque cada uno de aquéllos, dicho en general, trataba de los mismos temas, aunque desde distintos puntos de vista, sino porque los materiales compilados proventan de diferentes autores y épocas; pese a la labor de coordinacién que intentaron las sucesivas comisiones formadas por Justiniano para la composicién de sus libros, sub: 1991) GUZMAN: DERECHO ROMANO EN AMERICA 207 ron las contradicciones, los vacios, las superposiciones, como era natural que produjeran en una obra que consistia en una acumulacién histérica y que no era €l producto de un solo acto intelectual, Pero mis importante incluso que lo anterior fue la manera en que el dere- cho aparecid presentado por lo ordinario en el Digesto y en el Codigo. El Digesto, como ya dijimos, era una antologia de obras de juristas; ahora bien, normalmente Jos juristas romanos no exponian el derecho reduciéndolo a reglas generales y abstractas, sino en torno a situaciones concretas 0 casos reales o imaginarios, a través de cuya variedad examinaban los distintos aspectos de una cuestiOn; tan sblo en Ambitos acotados formulaban reglas que, sin embargo, no tenian la preten- sin de ser absolutas. Por su lado, el Cédigo de Justiniano compilaba en buena parte rescriptos imperiales, que eran respuestas del emperador a casos concretos sometidos a su dictamen; tan s6lo las constituciones de la época postclisica aparecfan como portadoras de una legislacin general, pero, a su vez, siempre referidas a puntos que el emperador querfa reformar o regular. Los glosadores, a partir del S. XIl, prosiguieron, por asf decir, la labor de coordinacién del derecho que los justinianeos habfan intentado al formar los dis- tintos libros del Corpus Turis y to hicieron por medio de la interpretaciOn y acla- racion textual y exegética; pero su empresa quedé resentida, de todos modos, por el método empleado: el de las glosas, que eran breves explicaciones a cada palabra del texto glosado, lo cual atomizaba ain mds la presentaci6n del derecho. Unica- mente en las “sumas” los glosadores superaron en parte este método, pues allf ‘en vez de analizar sintetizaban; pero tales “sumas” las redactaban, 0 bien tomando como base las Instituciones, y entonces la exposicion, aunque sintética, seguia, siendo elemental; 0 bien tomando como base al Cédigo, y entonces era ley por ley y no unitaria en conjunto. Los glosadores no produjeron jamds un texto uni- tario, completo y profundo de todo el derecho romano, en que se lo sintetizare del modo indicado. V. Lo sorprendente fue que en el siglo XIII, no en el norte de Italia, donde estaba el centro de los estudios juridicos, sino en Castilla, haya sido gestada una ‘obra que consistfa en una nueva redaccién del inmenso derecho del Corpus Turis y de sus glosas, sisteméticamente ordenado, articuladamente dividido y pre- sentado con un cierto nivel de generalizacién. Se trata de las 7 Partidas. El com- prendfa al derecho eclesiéstico, al ptiblico, el procesal, al penal y, desde luego, al privado {ntegramente. Este .iltimo aspecto nos interesa en manera especial. Res- pecto de él, las 7 Partidas constituyeron lo que en el S. XIX Bentham denomind luna codificacién, con otra técnica, con otros postulados, con otra mentalidad, por cierto, pero fue el Gnico caso en la Edad Media y en la edad modema hasta el S. XVIII. En aquellas épocas surgieron, por supuesto, muchas fijaciones juridicas; incluso antes de las 7 Partidas esté lo que parece haber sido en alguna medida el modelo de todo el movimiento legislativo de la Baja Edad Media, el Liber Augusta- lis del emperador Federico I de Alemania, para su reino de Sicilia, en 1231. Pero aun cuando este cddigo no era una compilacién, sino un texto nuevamente redac- tado, siempre regulaba puntos o temas especificos de toda indole y en todos los. campos juridicos, y nunca una fntegra rama del derecho; al revés, presuponia la vigencia del derecho romano. Si, por ejemplo, uno quiere saber qué es el usufruc- to, c6mo se constituye, cudles son los derechos del usufructuario y del nudo Propietario, cémo se extingue el usufriicto, todo eso se encuenta perfectamente [ vol. 18 0 208 REVISTA CHILENA DE DERECH ingin codigo bio, se encontrard en ningt on sue we considers sempre presupone la se hallard la fuente de cada la precisa reglamentacién rata. Por ello, las 7 Parti- pero como digo, ade- regulado en las Partidas; nada iO hate hasta el siglo XVIII, porque vigencia euaiead del derecho romano, en oe figura, institucién, concepto o régimen, sin per} t que sobre tal 0 cual punto establece el cbdigo de que s¢ das fue un caso de fijacién completa del derecho romano, mds, el Gnico caso, a Para meso actual gusto, provenente detest de presentar fo jurdic en los oSdigos modernos, que fueron un producto del racionalismo, e heme estilo de ls Portdes es muy recargado,repettivo, docrinario y eonereto; pero juzgado ex ebigo a a Iuz de sus fuentes, o sa, del Corpus Juris y as glosss, con has caracterstica que antes hemos anotado, aparece claro que las Paridas signi caron un esfuerzo de abstraccién y generalizacién del inmenso y difuso derecho del Corpus, para encerrar en relativamente breves férmulas la esencia misma de cada concepto. Si nosotros, a su vez, depuramos el lenguaje de las Partidas, le ex- ‘traemos la hojarasca de predmbulos y consideraciones y razones y la enumeracion de ejemplos, obtendremos la norma general y abstracta; cabalmente eso fue lo ‘que Andrés Bello hizo en muchos casos para la redacci6n de su cbdigo civil. Desde el siglo XIII y, mas concretamente, desde 1348, fecha en que el Orde- namiento de Aleald sancion6 las Partidas como cuerpo legal, Castilla, pues, contd, con un completo cédigo de derecho privado romano, La existencia de este cSdigo nacional y real de derecho romano impidié la Penetracién directa de ese derecho en Castilla; era innecesario, porque, de hecho, ya habia penetrado a través de las Partidas mismas, Pero ello tan s6lo fue posible hasta el siglo XV, cuando comenzé6 a expandirse la nueva ciencia de los comen: taristas y bartolistas, superadora de la de los glosadores medievales. Los monarcas trataron de limitarla a través de leyes de citas, como la de Juan I en 1427 y de los Reyes Catélicos en 1499, que regulaban la invocacién de juristas en los pleitos. Pero nada de eso logré impedir la introduccién de esa ciencia en la literatlra, co. mo tenfa que resultar natural, debido a la educacién puramente romanistica que Jos juristas recibfan en las universidades; esa educacién era proporcionada ahora de acuerdo con la interpretacion de los comentaristas al Corpus [wis y en el mo- mento de escribir sus obras los juristas, naturalmente acudfan a los mismos para elaborarlas. En el S. XVI Gregorio Lopez edité las 7 Partidas acompafiada de una slosa, que era trasunto del derecho romano comin a la manera bartolista o ita- liana, como se decfa. Durante toda la época moderna la historia del derecho castellano no difirié en este aspecto de la historia de los demés pafses; el derecho propio, por més que {os juristas lo consideraran comin del reino respectivo, era severamente interpreta- do a la luz del derecho romano, del derecho comin del imperio y adaptado a él. En el S. XVII, un critico de esta situacién, Juan Francisco de Castro, entre tantos otzos, por lo demés, # quejaba de que resultara inGtil que las Partidas regularan Una institucién de tal modo, porque los intérpretes, pasando por sobre su texto, decfan una cosa muy distinta, siguiendo lo que aparecia en el Digesio, EI origen preciso de tal situacién ya lo hemos indicado: estuvo en aquella autorizacién medieval de estudiar el derecho romano en las universidades y de relegar a la préctica el aprendizaje del derecho real, resultando, asf, natural que los juristas usaran al derecho romano como marco para todas sus consirucciones, 1991) GUZMAN: DERECHO ROMANO EN AMERICA 209 VI. Como es bien sabido, al descubrirse y conquistarse América estos terri- torios quedaron incorporados en la corona de Castilla; con ello, el derecho de ese reino fue extendido también a los nuevos territorios. En 1505 la Ley I de Toro habia fijado el orden de prelacion de fuentes castellanas, que, en primer lugar inclufa a los fueros municipales, en seguida a las pragmiticas y a los order mientos reales, y finalmente a las Partidas; en caso de deficiencia de ley debia recurrisse al monarca. Este orden fue repetido por la Nueva Recopilacién de 1567 y, ya en las postrimerfas del antiguo régimen, por la Novisima de 1805. La Reco- pilacion de Leyes de los Reinos de las Indias, pot su parte, mandé observar el dere- cho castellano como supletorio de la legislaci6n indiana, o sea, de aquel derecho especialmente emitido para los reinos y provincias de Indias. Ya en la Ley I de Toro las Partidas ocupaban el dltimo lugar en el orden de prelacién; en el sistema de la Recopilacion de Indias segutan ocupando el iiltimo lugar, slo que mas aba- jo, porque ahf, antes que el derecho castellano, estaba el indiano, como acabamos de decir. Este Gltimo lugar proporciona, sin embargo, una visi6n distorsionada de la realidad por lo que al derecho privado respecta. En efecto, tanto la recopilacién castellana como la de Indias se referfan escasamente al derecho privado; contenian cllas una regulacién publicistica, inspirada en criterios de proteccién al débil, de- fensa del interés estatal y eclesidstico y salvaguardia del bien com{in; el derecho privado a lo mas era un presupuesto, pero no la materia de su reglamentaci6n. En tales circunstancias, aquel derecho encontraba su fuente ordinaria completa en ls Partidas mismas. Los juristas indianos, tal como se ve, por ejemplo, en Leén Pinelo, mantuvie- ron el esquema teérico de que el derecho castellano era comén de Indias y elin- iano su derecho propio, aplicando en América los conceptos involucrados, tales cuales habfan quedado fijados a fines de la Edad Media. Respecto del derecho romano, aceptaron también que no regia en Indias, por las mismas razones que en Castilla, Por otro lado, al crearse las universidades en los reinos americanos de la corona espafiola, se siguié e! mismo principio castellano y europeo en general, de fundar la enseflanza jurfdica en sblo el derecho romano, amén del can6nico. De este modo, todo estuvo dado para que en Indias se repitiese el mismo fenémeno que en Castilla. Sin embargo, no fue asi. En un primer momento, el cardcter elemental de las relaciones juridicas y la economia natural que entonces rigié-en los nuevos territorios hacfan impensable la utilizacién del derecho cientifico del Corpus Juris y de la ciencia de la glosa y de los comentarios. Probablemente esto ocurrié incluso respecto del derecho real, ‘A medida que las distintas sociedades indianas, cada cual en su medio particular, fueron desarrollindose y adquiriendo una mayor estabilidad, de modo de dar lugar a una diversificacién y complicacién del tréfico jurfdico, entonces el derecho que se present6 de inmediato como apto para regir ese tipo de situaciones fue el de las Partidas, que presentaba la ventaja insuperable por el derecho romano, de aparecer fijado y compendiado del modo que antes vimos. De guisa que ese cédi- g0 entré rdpidamente en las costumbres y se transformé en la fuente ordinaria del derecho privado. Asf, pues, el dltimo lugar que las Parridas ocupaban en el orden de prelacién legal escondié la realidad de ser la primera fuente, por lo que aese género de derecho respecta, y, més que en Castilla, su patria de origen, en América fue que ese libro vino a cumplir la funci6n de derecho comtin, Debe tenerse pre- sente que en estas tierras no se desarroll6, como habia ocurrido en Europa, ningiin sistema consuetudinario que viniera a ocupar el lugar que tenian los fuueros en Espafla, las colttumes en Francia 6 los estatutos en Italia. Como las Partidas, por 210 REVISTA CHILENA DE DERECHO (Vol. 18 otro lado, eran un cddigo de derecho romano, segin vimos en.su momento, esta profunda penetraciOn de ese cuerpo en la vida prictica de Indias aseguré vigoro- samente la romanizaci6n de la vida jurfdica. El derecho romano puro, por asf decirlo, esto es, el del Corpus Juris y de la ciencia de sus intérpretes, quedé encerrado en los dmbitos profesorales y no tuvo incidencia préctica en el foro y en la vida negocial. Se produjo, entonces, lo que Koschaker denomin6 un “derecho de profesores”, 0 sea,un derecho de eleva- do tono tebrico que se manifiesta en la literatura y en la cétedra. En este sentido, los juristas indianos educados en las universidades no se diferenciaban mayormen- te de cualquier jurista europeo;asi se observa, por ejemplo, al examinar sus biblio- tecas, con la excepci6n que luego diré; pero el cultivo de esa ciencia no pas6 los Ifmites indicados y en el orden de la vigencia real del derecho las Partidas se im- pusieron soberanamente, VI. El derecho comin europeo habia sido un derecho de juristas; se entien- de por tal aquel derecho que es creaci6n del estamento de juristas, a partir del cual recibe aplicacién en los tribunales y en la vida negocial; ese mismo derecho fue el estudiado y aprendido en las universidades indianas, pero, por las razones indicadas, cambi6 su naturaleza y se transformé en un derecho de profesores. Ello quizi ayude a explicar por qué en las universidades indianas no penetré aquel derecho romano de profesores que desde el S. XVI se habia ido formando en las universidades europeas: me refiero el mos gallicus, o sea, a la reinterpretacion humanistica del derecho romano, la cual, unida a otros factores, dio lugar en el S. XVII a un nuevo derecho de profesores, el yusnaturalismo racionalista, que, a su vez, era otra manera de tratar e interpretar el derecho romano. En efecto, si uno examina las bibliotecas de los juristas indianos, las obras del humanismo y del acionalismo estén escasa o nulamente representadas. Ciertamente, por lo que al yumaturalismo respecta, ello también se explica por la desconfianza con que sus atitores fueron mirados por las autoridades, ya que esa ciencia provenfa especialmente de los pafses protestantes y es posible que tal haya sido el factor pre- ponderante; pero lo mismo no vale para el humanismo..A mi modo de ver, en Indias la resistencia al humanismo y al yusnaturalismo pudo ser més eficaz en la medida en. que ahf,en la prictica, a través de las Partidas y en la ensefianza univer- sitaria de la ciencia bartolista, en el fondo el derecho comén habia calado muy hondamente en la mentalidad de los abogados y jueces y de los profesores. ‘Ast, pues, desde que la sociedad indiana quedé suficientemente conformada como para necesitar un derecho desarrollado por el que regirse, lo encontré en un cbdigo de derecho romano comGn, lo cual, unido a la ensefianza universitaria del derecho comin de juristas, aseguré la unidad juridica en dos sentidos: primera- mente, en el orden territorial de todas las Indias; en seguida, en el orden del siste- ‘ma, precisamente del derecho romano en una versién uniforme. Con ello se evité Ia dislocacién que el aparecimiento del humanismo jurfdico y del yusnaturalismo produjo durante dos siglos en Europa. Puede asf decirse que el derecho romano comtin fue desde siempre el derecho privado propio de Indias. Esta unidad territorial y sustancial del derecho de Indias se vio amenazada con la codificacién de nuevo cuflo, aquella inspirada en el yusracionalismo, cuyo modelo mis prestigioso fue el cbdigo de Napole6n. Dicho oSdigo, como se sabe, fue-de hecho introducide en varios pafses, tal y como los libertadores, cuales Bolt var y O'Higgins, habrian querido hacerlo en sus respectivas nacjones, Pero en definitiva el modelo que termin6 por imponerse fue el de la >dificacién del dere- 1991) GUZMAN: DERECHO ROMANO EN AMERICA au cho tradicional, Jo que venta a significar una modernizacién del antiguo derecho La obra maxima en Ga de acuerdo con los cénones tEcnicos de la codificacion. sentido fue el ebdigo de Andrés Bello, que pudo competir con éxito frente Napole6n, como quedé demostrado a través de su adopcion, desde luego en Chile, para el cual fue redactado, pero también en Colombia, Ecuador, por un tiempo €° Venezuela, en El Salvador, en Honduras y en Nicaragua: y através de su influencia mis 0 menos preponderante en todos los cbdigos originales de los demés paises hispanoamericanos. La explicacion para la enorme difusién que recibi6 el cédigo de Bello en América se encuentra en que ese cuerpo recogio fundamentalmente el derecho tradicional, de manera que los usuarios del derecho no vieron en 61 a imposicién de un cbdigo extrafio o extranjero, sino una nueva versién de su dere cho propio. Con ello, de una manera distinta, qued6, en general, asegurada la tunidad juridica de los antiguos reinos indianos ahora convertidos en repablicas independientes. 1 rafz lejana de este fenémeno debemos verla en el proceso explicado al principio, es decir, en la formacién durante el S. XIII de un c6digo de derecho Tomano, Gnico en’ su género, que al cabo de los siglos vino a echar sus rafces en el nuevo mundo, transforméndose ahf en el verdadero derecho propio, de modo que, cuando sobrevino el poderoso movimiento codificador, nada resulté més natural que tatar de recoger en los nuevos cbdigos precisamente ese mismo de- echo propio.

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