Tragicomedia 1 1946 1952

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José Agustin TRAGICOMEDIA CANA1 La vida en México de 1940 a 1970 ESPEJO fea MEXICO. facuace 2. La mano dura (1946-1952) Moéernizacién a la mexicana En sus primeros dias de gobierno, Miguel Aleman se hizo notar. El anti- comunismo, ahora fortalecido por las presiones de Estados Unidos, lleg6 para quedarse y se convirtié en bandera de todo aquel que quisiese figurar en el gobierno, incluyendo a los gremios obreros. Entre éstos, ya s616 los grandes sindicatos (petroleros, ferrocarrileros, electricistas) trataban de con- servar su autonomia y su capacidad de decisién; se daban cuenta de que las politicas oficiales consistian en contener al maximo las demandas obreras en beneficio del sector privado, lo cual no era tan dificil, pues Vicente Lombardo Toledano y los lobos de la CTM estaban dispuestos a ceder lo que fuese con tal de preservar posiciones y privilegios. Por tanto, Jesus Ortega, lider de los petroleros, solicit a la empresa una nivelacién de salarios. Pemex respondié negativamente y el sindicato ordené un paro general el 19 de diciembre de 1946. El paro fue acatado por casi todas las secciones del SRTPRM.-Pero nadie calculé la contundencia de la respuesta del presidente Alemén: el ejército tomé las instalaciones de Pemex en todo el pais y se encargé de la distribucién del combustible, la empresa a su vez rescindié el contrato de los dirigentes, nacionales y seccionales, del sindicato, y el gobierno inicié un conflicto econémico ante la Junta de Conciliacién y Arbitraje para reformar el contrato colectivo. Ante este golpe, la opinién publica se hundié en el estupor, la iniciativa privada aplaudié la “enérgica accién del presidente” y los lideres’ obreros guardaron silencio temerosos. Poco antes de navidad, Aleman declaré que la represidn a los petroleros no significaba que su gobierno pretendiera sojuzgar a la clase obrera, pues ‘‘el régimen seria incapaz de apartarse de los grandes contenidos sociales de la revolucién””. Por supuesto, los obreros entendieron exactamente lo contrario; unos, los pocos combativos que quedaban, buscaron formas para enfrentar la nueva situacién, y los de- més se apresuraron a congraciarse con el gobierno. Lombardo Toledano Pidi6 a los sindicatos que condenaran el paro petrolero y que se levara a cabo una convencién extraordinaria del SRTPRM. Esta se inicié en los primeros dias de 1947. Los dirigentes nacionales renunciaron a sus puestos 67 en el sindicato para cludir la rescisién de sus contratos de trabajo, y asi se formé un nuevo comité ejecutivo encabezado por Antonio Hernandez Abrego. Pemex aproveché esta rendicién para hacer reajustes de personal de planta, para reducir a los trabajadores transitorios y para aumentar el numero de empleados de confianza. Por tiltimo, se reformé el contrato colectivo con el fin de que Pemex pudiera contratar por su cuenta las obras de desarrollo y de caracter social de la empresa. Por cierto, desde un prin- cipio Miguel Aleman cre6 por decreto la Direccién Federal de Seguridad (DFS), a cargo de Ja Secretaria de Gobernacién. El general Marcelino In- zurreta, primer director de la DFS, Ilamé a oficiales de carrera. La creden- cial mimero 1 fue para el general Melchor Cardenas. La Drs era la oficina de espionaje y “‘control politico”. Por ella pasaron Héctor Martinez Cabafias, Enrique Cordero, Fernando Gutiérrez Barrios, Miguel Nazar Haro, José Antonio Zorrilla Pérez y muchas joyitas mas. Otra bomba, aunque esperada, fueron las reformas al articulo 27 de la Constitucion. Sin duda, Aleman quiso aprovechar la relativa ‘luna de miel’’ de los primeros dias de gobierno para quitarse de encima ese problema y, de carambola, fortalecerse atin mas. Como Avila Camacho, el presidente Aleman se proponia el aumento de la produccién en el campo para ampliar exportaciones y sustituir importaciones; el agro deberia apoyar la indus- trializacion. Aleman creia que un buen desarrollo del campo podia gene- rarse a través de la inversién privada, pues para él sdlo “‘los pequefios propietarios” producian como debia ser. Durante el sexenio anterior, al ver que el gobierno los consentia, los empresarios exigieron “seguridad en el campo”, que, Ilanamente, se traducfa como la peticién del amparo agrario para “‘los genuinos mexicanos’’, pues asi se autocalificaban los agricultores. Aleman los satisfizo tan pronto como pudo; otorgé el amparo a los predios agricolas o ganaderos con certificados de inafectabilidad y fijé el limite de la pequefia propiedad en cien hectareas. Estas reformas fueron aprobadas por unanimidad en las camaras, y la CNC no se atrevié a que- jarse, a pesar de que el amparo agrario socavaba a los campesinos pobres. Sélo los ejidatarios de la Laguna, cardenistas ficles, protestaron, pero se quedaron solos. El gobierno hizo ver-que las réformas no podian conside- rarse contrarrevolucionarias, pues la pequéfia propiedad era parte integral de la revolucién. Pero nadie cuestionaba a la pequefia propiedad, sino el amparo para los consentidos del régimen: el sector privado. El amparo agrario fue sdlo la primera probadita de las recetas de Aleman para el campo. En el primer trienio de gobierno, practicamente se detuvo la reparticién de tierras. Sélo se hablaba de “‘aumentar la produccién”: la etapa del reparto agrario y de la lucha contra los latifundios, se insistia, estaba terminada. Sdlo hasta 1949, cuando arreciaron las manifestaciones, los mitines de protesta y las terribles marchas de campesinos a la capital, el presidente reanudé la reparticién, pero, eso si, tuvo mucho cuidado en otorgar s6lo tierras casi intitiles. En cambio, el gobierno invirtié mucho dinero en obras de irrigacion, 68 electrificacién y caminos; también se canalizaron fuertes créditos a bajos intereses, as{ es que para los ricos resulté de lo més ventajoso entrar en Ja agricultura, aunque la mayoria apenas habia visto una vaca en fotogra- fias; por eso, pronto la gente los bautizé como “‘agricultores nailon’’. En el campo se dio también el problema de la fiebre aftosa, con el cual Aleman no se vio tan seguro y perdié la galanura. El presidente podia por- tarse muy machito con los obreros y los pobres del pais, pero cuando Estados Unidos entraba en el juego el modernizador no sabia qué hacer. Desde principios de 1946 la fiebre aftosa legé del sur y se extendid entre el ganado mexicano. El gobierno mandé llamar expertos del extranjero y éstos recomendaron un amplio programa de vacunacién para éalvar a las reses. Pero Estados Unidos “‘se aterré”’; consideré que la epidemia podia extenderse a su pais (a pesar de que s6lo se dio en el centro de México) y sin mas presionaron para que se utilizara el moderno “‘fusil sanitari © método del exterminio, que consistfa en sacrificar todo el ganado enfermo (para entonces mas de 600 mil cabezas). No sdlo eso, la potencia vecina dio a entender que los mexicanos eran medio tontitos para enfrentar la epidemia y por tanto propuso que un equipo conjunto, por supuesto di gido por ios gringos, se encargara de la matanza. Aleman lo pens6 durante un tiempo, pero ya en 1947 decidié complacer a los estadunidenses y usar el rifle sanitario. Se form6 el equipo binacional y se decidié exterminar dos mil reses por dia a lo largo de todo el afio. Desde que se inicié la campafia, las protestas se hicieron sentir en casi todo el pais y surgié un fuerte sentimiento antiestadunidense, pues a muchos fastidiaba la prepotencia de los técnicos gringos, ademds del hecho de que ellos ganaran mucho més dinero y de que obtenian mejores condiciones por lo mismo que hacian sus contrapartes nacionales. Las quejas por la pésima forma en que se llevaba a cabo la campaifia crecieron, y pronto tuvieron lugar numerosos incidentes, pues los campesinos juzgaban ridiculo exterminar animales que atin tenian curacién, e incluso, como dice José Emilio Pacheco, al ganado “‘sospechoso o susceptible de enfermarse”’. A veces preferian irse a las montafias con todo y su ganado y, otras, de plano se enfrentaron a balazos con los del “rifle sanitario’’. El gobierno, preo- cupado, reiteré que se indemnizaria a los afectados con el pago del valor comercial de cada res sacrificada. Pero se supo entonces que habia un notorio trafico de indemnizaciones y que, ademas, en vez de dar dinero © tractores, el gobierno entregaba mulas. Se acusé a los sinarquistas de causar los encuentros sangrientos en el campo, pero éstos aclararon que no tenfan nada que ver. El PAN condené el exterminio y favorecié la vacunaci6n, y la izquierda, por no dejar, atacd también a los sinarquistas. Se soltaron rumores de que Lazaro Cardenas alentaba la oposicién a la campafia, y, cuando tuvo lugar en Michoacan un choque en el que murieron mas de 50 campesinos, Cardenas salié ai quite para pedir calma a los michoacanos y que ‘‘colaboraran con el go- bierno’’. Aleman decidié formar un Comité Nacional de la Campafia Contra 69 , fue la solucién Et bracerismo se volvié un problema BRACHROS nacional a fines de los cuarenta la Fiebre Aftosa y en el acto lamé a Cardenas para que la encabezara. Pero el general se negé y, segtin sugiere en sus memorias, recomend6 al presidente que enfundara el rifle sanitario, que no cediese tan groseramente a los caprichos de Estados Unidos y optara por Ja vacunacién. En todo ‘caso, Alemén dio marcha atras; en noviembre de 1947 presenté un plan saloménico que combinaba la cuarentena, las vacunas y la matanza de ani- males “s6lo en caso necesario”’. A lo largo del sexenio de hecho sdlo se utiliz6 la vacunacién, pero en menos de un aiio la politica moderna acabé con cerca de 700 mil cabezas de ganado. Otro gran problema fue la cuestién de los braceros. A causa de la guerra México suscribié con Estados Unidos un “‘convenio temporal” para que miles de campesinos, escogidos por el gobierno de México, fueran a auxi- liar a los agricultores del sur estadunidense. Al terminar la guerra, el pais vecino ya no parecia ja favor de la politica del bracerismo, entre otras cosas porque habian ihgresado en su tierra tantos ilegales (0 ‘‘mojados”” como se les llamé también) como legales. Se iniciaron deportaciones masiva de espaldas mojadas y la cuestién con mucha frecuencia ocupé los titula- res de los periddicos, pues las autoridades migratorias de Estados Unidos sometfan a maltratos inhumanos a los braceros, ademas de que éstos por lo general padecian condiciones de explotacion dignas de las épocas escla- vistas. De hecho, Estados Unidos opté por pedir trabajadores agricolas cada vez que hacian falta, pero, cuando no, cerraba la frontera y se quejaba de la molesta invasion de ‘‘grasientos”. Los mojados nunca dejaron de intentar pasar a Estados Unidos, lo que ocasiond problemas serios en las ciudades fronterizas, y a nivel oficial los convenios se siguieron firmando afio con afio, sdlo que Washington pronto prefirié que el gobierno de México lidiara directamente con los agricultores fronterizos y de hecho se negé a sancionar a aquellos que insistian en contratar a Jos ilegales por una miseria y en condiciones infrahumanas, pero que, con todo, eran pre- feribles a la indigencia a la que los habia sometido la politica agraria del régimen. Era comprensible la emigracién de esos campesinos. Desde el inicio del alemanismo quedé claro que Jos grandes favorecidos eran los ricos; y éstos se lucian en grandes bailes “de fantasia” y “blanco y negro”, y llamaban la atenci6n con sus extravagancias. Las paginas de sociales cobraron una gran importancia (Rosario Sansores, el Duque de Otranto, la revista Social) y los ricachones pusieron de moda las Lomas de Chapultepec, el puerto de Acapulco (a donde se llegaba en los DC-3 de Aerovias Guest), el Country Club, el Jockey Club, el “estilo californiano”, la canasta uruguaya y los tes de caridad, el Hipédromo de las Américas, las asociaciones ecuestres, el University Club, el Club de Banqueros, el restoran Ambassadeurs, los baiios Alameda, el Deportivo Chapultepec, el whisky, los cocteles, los abri- gos de vison y las cobijas eléctricas. La vieja “‘aristocracia’® (resguardada por el pedigri de sus apellidos, usualmente dobles como de politicos) trata- va ba de establecer las distancias entre el brote de nuevos ricos, usualmente politicos 0 lideres 0 arribistas de toda indole. Pero no eran muchos los ‘‘self-made-men’” que se enriquecian; de he- cho, la riqueza tendia a concentrarse en pocas manos, y el gobierno ale- manista ofrecié a las mayorias afios duros de explotacién para subsidiar la riqueza de los menos. Bajos salarios y precios desmesurados fueron las bases econémicas de Aleman y, por tanto, compensatoriamente, surgié una suerte de dosificado y fariseico interés por la vida de los pobres, especial- mente a través del cine, que frecuenté el tema de las cabareteras y las historias del arrabal, A través de estas peliculas, més inconsciente que cons- cientemente, cristalizé una vision maniquea de los pobres, se imprimieron. peculiaridades y formas de conducta, y se reiteraron las supuestas “Leyes naturales”? en las que el pobre debia al rico sumisién, lealtad, respeto, reverencia y extrema docilidad. La virulencia cuasimistica del anticomunis- mo reforz6 la tendencia a considerar validos los valores morales cristianos acufiados durante la Colonia, pero como se empezaba a vivir una realidad de culto al dinero y de corrupcién avasalladora para hacerse de él, lo que predominé fue el imperio de! formalismo cada vez més vacio y el afianza- miento de la corrupcién moral, la hipocresia y el fariseismo. El presidente Aleman siguié ejercitando en el control del aparato politico. ‘Una de sus vias fue el descabezamiento de gobernadores que tuvo lugar al principio de la administracién. El primero en caer fue el de Jalisco, Maicelino Garcia Barragan, quien se habia empefiado en apoyar la candi- datura de Henriquez Guzman. Semejante accién fue castigada por el presidente, quien derrocé a Garcia Barragan (secretario de Defensa en 1968) cuando a éste s6lo le faltaban unas semanas para completar su mandato. En marzo de 1947 cayé Hugo Pedro Gonzalez del gobierno de Tamauli- pas; como Garcia Barragaén, Gonzdlez se fue por donde no debia y sostuvo la “‘precandidatura’” de Rojo Gémez. Ademas, Gonzalez pertenecia al grupo del ex presidente Emilio Portes Gil, quien, con este golpe, qued6 prdctica- mente fuera de las mas importantes areas de influencia. En su caso se utilizé el articulo 76 de la Constitucién y surgié la Temible Desaparicién de Poderes, que acabaria poniéidose-de moda entre los presidentes mexica- nos. Con estas venganzas, ademas, el presidente daba a entender que no tendria piedad con los disidentes y que mas valia que todos los politicos se “disciplinaran’”’. . También cayeron Juan M. Esponda, gobernador de Chiapas, connotado vendedor de presidencias municipales; y el de Oaxaca, Edmundo Sanchez Cano. En Durango, el gobernador Blas Corral se enfermé de muerte y tuvo que hospitalizarse, con lo cual ocasioné un Ifo en el que hubo dos gobernadores interinos. Y el gobernador de Coahuila, Ignacio Cepeda Davila, para no andarse con cuentos, de plano se suicidé. El sustituto no le gusté al centro, asi que pronto cayé y fue reemplazado por un hombre 2 s iCémo se querian! El presidente Miguel Alemn abraza a Vicente Lombardo Toledano quien, por esas fechas, fundé el Partido Popular de Aleman, Esto ocurrié en julio de 1947. En ocho meses seis gobernadores habjan sido borrados de la cinta patria, y Aleman tenia en sus manos casi todo el poder. En cambio, el sector obrero y lo que quedaba de Ia izquierda cada vez se yeian en condiciones mas endebles. La divisién era patente y se mahi- festé con claridad cuando concluy6 el periodo “‘prorrogado’’ de Fidel Velazquez y fue necesario elegir un nuevo secretario general. Los lobitos no querian perder el control de la confederacién por ningiin motivo y propusieron a Fernando Amilpa. Esto los lev6 a chocar con los grandes sindicatos de industrias, que querian una limpia total, cese del continuismo y renovaci6n en la CTM. Los lobitos recurrieron a todas sus marrullerias y se salieron con la suya, pero les costéel desmembramiento de la central, pues los opositores, capitaneados por los lideres ferrocarrileros Luis Gomez Z. y Valentin Campa, optaron por crear una nueva confederacién, la Unica de Trabajadores (cur), que se Ilevé a telefonistas, petroleros, elec- tricistas, tranviarios, mecdnicos de aviacion, cementeros y otros, casi 200 mil miembros salieron de la CTM. Esta, para cubrir esos huecos, recluté con sus métodos gangsteriles a campesinos y obreros agricolas. La CNC pro- testé airadamente, pero la operacion ya estaba hecha. Amilpa, nuevo jefe de la CTM, ofrecié al instante su apoyo incondicional y acritico al pre- sidente. Vicente Lombardo Toledano apoyé a los lobitos, sus viejos discipulos. El connotado maestro advertia que se estaba quedando fuera de Jas grandes jugadas. Su influencia en la CTM era fuerte pero a todas luces tendia a dis- minuir, pues Fidel Velazquez y los viejos Lobos cada vez lo hacian menos, Lombardo se vio precisado a apoyarlos en sus maniobras contra Gomez Z., a cambio de que la central lo respaldara sustancialmente en su proyecto mas querido, la formacién de su propia organizacién politica, ‘‘popular’’. Lombardo, incluso, estuvo de acuerdo en que la CTM cambiara su viejo y mds aguerrido lema, “Por una sociedad sin clases””, por el menos com- prometedor: “Por la emancipacién de México’’. Los comunistas protesta- ron, no tanto por el cambio de lema sino porque ahora quedaban fuera de los grandes puestos sindicales. La ct queria desprenderse rapidamen- te de todo aquello que lo relacionara con el satanizado ‘‘comunismo”’. Lombardo ya habia avanzado en su intento de creacién del Partido Popular. Desde 1944 habia iniciado los trabajos, pero bajé el ritmo porque Avila Camacho le pidié que lo hiciera, y que se esperara hasta después de las elecciones. E] buen Lombardo lo hizo, pero ya el 10 de julio de 1946 declaré que buscaba la unificacién de la izquierda no en un partido obrero- marxista sino en una gran coalicién de fuerzas “democraticas y progresis- tas’’ que luchara “‘por los ideales de la Revolucién Mexicana’’. En enero de 1947 echaron a andar las célebres mesas redondas marxistas, en las que participaron el Partido Comunista Mexicano, la Universidad Obrera, la Accién Socialista Unificada y varics intelectuales importantes, entre ellos José Revueltas, que vivia una de sus peores épocas ideolégicas. Los que 74 participaron refunfufiaban por el golpe a los petroleros y la implantacién del amparo agrario, pero todos estuvieron de acuerdo en que se debia posponer la lucha por el socialismo y tratar de concluir la ‘‘revohucin demo- cratico-burguesa”’. Los superestalinistas lideres del PCM, Hernan Laborde y Dionisio Encinas, planteaban que debia propiciarse el capitalismo de estado. Pero a fin de cuentas, casi todos (Siqueiros fue uno de los pocos que impugnaron las teorfas de Lombardo por lo que fue acusado de provoca- dor) coincidieron en considerar a Aleman como “‘burgués progresista’” y en apoyar la industrializacién. Aleman, seguramente, qued6 complacido. De hecho, le habia gustado mucho que Lombardo creara su partido (si es que no se lo sugirid), pues éste sin duda se ubicaria en una izquierda bastante manipulable; esto le permitiria eliminar del gobierno a todo izquierdista, ademas de que ahora el PRI podia inscribirse en un supuesto “centro’’, ajeno, como se decia en épocas de Avila Camacho, a los extremismos de izquierda y derecha. En esta ultima automdaticamente quedaba el PAN y el sinarquista Partido Fuerza Popular, aunque, en realidad el PRI y el gobierno estaban tan a la derecha como esos grupos, si no es que atin mas, Con la anuencia oficial, y tras llevar a cabo sus trabajos preparatorios, Lombardo Toledano final- mente constituyé el Partido Popular en 1948, tras lograr adeptos notables, entre los que se contaban José Revueltas (habia sido expulsado del PCM a principios de la década), Enrique Ramirez y Ramirez y ;Salvador Novo! Sin embargo, las cosas no resultaron faciles para el nuevo partido. El gobierno se distancié de él lo mas que pudo, salvo cuando le era necesario utilizarlo, y, para colmo de males, los lideres obreros violaron el pacto (‘todo politico que se dé a respetar debe violar sus pactos’’, decia Gonzalo N. Santos) y Fernando Amilpa de plano neg6 el apoyo de la central al nuevo PP, a pesar de las actitudes conciliatorias de Lombardo. Pero Fidel Velazquez no s6lo le dio la espalda a su ex jefe sino que lo expulsé de la CTM y aprovecho el viaje para despotricar en contra del comunismo. iQué lejos se hallaban aquellos dias, a principios de la década, en que Fidel declamaba “admiro a los comunistas”’ y chorreaba elogios para Lombardo! A partir de ese momento, Lombardo perderia su derecho de visitar el techo del estado mexicano y, con su’Partido Popular, se vio obligado a hacerle el juego al gobierno para poder sobrevivir. Miguel Aleman fue el primer presidente civil y convirtié al ‘‘civilismo”’ en sefia de identidad del gobierno, al igual que su ‘“juventud”’, la cual simbo- lizaba al joven México que, seguro de si mismo, crecia de prisa y con mu- chas ganas de ingresar en las ligas mayores. Entre sus primeros planes se hallaba la democratizacién del pais y la lucha por mejores condiciones de vida del pueblo, que para esas alturas resentia cada vez mds la carestia y la inflacién. Alemén era consciente de que la base politica sobre la que se halla- 75 E foo inte Aleman inaugura el servicio de ‘trolebuses en la ciudad de El pizpireto presi México ba (‘‘barbara’’, la Ilamé José Revueltas; ‘‘dirigida”’, Octavio Paz) sabo- teaba desde el interior cualquier intento serio de democratizacién. Por supuesto, las raices de la antidemocracia se hallaban en el presidencialismo a Ja mexicana y en el partido oficial. Como Aleman se hallaba luchando Por quitarse estorbos de encima y acumular todo el poder, resulté evidente que la presidencia misma no se iba a democratizar pronto. Pero quedaba el partido oficial, y en 1947 Alemdn indicé a Rodolfo Sanchez Taboada, presidente del pri, que la vida interna debfa ajustarse a los principios democraticos; los candidatos locales y estatales debian de ser politicos po- pulares, conocidos en la regién, y ya no impuestos desde el centro via los sectores. Timidamente, Sanchez Taboada traté de ensayar una eleccién in- terna mds o menos libre en Leon, Guanajuato, en junio de 1947. Sin em- bargo, ninguno de los bandos contendientes acepté la derrota y al comité ejecutivo del PRI le costé mucho trabajo solucionar el conflicto, incluso se vio en la necesidad de cambiar al gobernador y de enviar a Luis Echeve- rria, secretario privado dé Sdnchez Taboada, para imponer la unidad “a toda costa’”’. Algo semejante ocurrid, después, en Tampico, donde, a cau- sa de las elecciones municipales, acabaron en pleito la CNC y las autorida- des del PRI. Aqui también costé trabajo la unificacién de los priistas de Tampico, y eso basté para que el PRI desistiera de sus propésitos de de- mocratizacién, especialmente cuando los tres sectores del partido celebra- ron un pacto para conservar su cuota de puestos de eleccién popular. Con esto, la democracia en el seno del PRI'acabé de languidecer. Sin embargo, como los politicos “jévenes”’ se quedaron con ciertas ilusiones de demo- cratizacién, el presidente se vio obligado a crear un foro en el cual pudieran desenvolverse, y asi formé el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana en febrero de 1950. En el partido siguié predominando la imposicién de candidatos y la consiguiente politica de ‘carro completo”, es decir, de que el gobierno ganara de todas, todas, sin perder casi nunca una eleccién. Es- to a su vez representé la perpetuacién de todos los sistemas de alquimia electoral para manipular y maquillar los resultados de las elecciones. La vieja guardia habia triunfado, pero esto mas bien favorecia al presidente. Todo parecia optimismo y seguridad en el gobierno de Miguel Aleman, pero las condiciones distaban de ser favorables, especialmente en cuestiones econdémicas. Si bien la guerra mundial habia favorecido las exportaciones, una vez que ésta concluyé todo se fue modificando. Muchos de los merca- dos externos se perdieron. La industria de Estados Unidos de nuevo que- ria expanderse, lo cual en México era facil porque los industriales que tanto alent Avila Camacho salieron con productos de pésima o muy baja cali- dad, y la gente no dudaba en adquirir, si podia, productos estadunidenses (lo cual fue acentuando una progresiva preferencia por lo que viniera de Estados Unidos, fuese lo: que fuese). Ya no se podia exportar como en tiempos de la guerra, y se decidié que la produccién se dedicara al mercado interno, y para esto se elevaron ba- rreras arancelarias que pararan la competencia extranjera. Sin embargo, B varias empresas estadunidenses optaron por acatar las condiciones que ponia México para la inversion extranjera, que en la practica no eran rigidas, 0 “se podian arreglar’’, y obtuvieron estupendas ganancias, como Sears Roebuck, que ‘‘Ileg6 para quedarse’’, Pero en 1947 habia escasez de materias primas, de crédito y de energia eléctrica, transporte inadecuado y maquinaria obsoleta. Ademas, la infla- cién no cedfa, el gobierno tendia al gasto deficitario y muchos ricos prefe- rian dedicarse a la mera especulacién. Ante todo esto, Miguel Aleman anuncié que no devaluaria el peso y que su politica econémica no seria inflacionaria ni deflacionaria, porque se trataba de acelerar el crecimiento econémico. El presidente no queria elevar los impuestos, asi es que para financiarse opt6 por fortalecer el ahorro interno y por buscar créditos del extranjero. Traté de intensificar la pro- duccién agricola e industrial para, con ello, detener la inflacién. Otorgé todos los apoyos que pudo al sector privado y el estado mismo eché a andar grandes inversiones contratando a empresas privadas. Elevé los aran- celes, prohibio importaciones suntuarias, dio créditos a la industria, man- tuvo bajos los impuestos, dispuso precios agricolas que aseguraban mate- rias primas baratas, aplicé un severisimo control obrero.y logré que las huelgas disminuyeran sustancialmente. Sin embargo, los empresarios se quejaban de ‘‘excesiva proteccién al obrero”’, exigian-la derogacion de los contratos colectivos de trabajo y las revisiones periddicas de salarios. No querian escalafones (“‘hay que propiciar el mérito, y no la antigiiedad’’) y trataron de rehuir toda contribucién al Seguro Social. Protestaban por los controles de precios (que eran simbdlicos, pues escasamente se aplica~ ban) y, en fin, procuraron aumentar la presidn para que el gobierno hiciera la mayor cantidad posible de concesiones. El gobierno de Aleman traté de obtener dinero como pudo, pues con el programa de grandes obras, el gasto puiblico aumentaba vertiginosamente. Empezaron a llegar los primeros créditos, lo cual fue un alivio. El presi- dente Truman, de Estados Unidos, visité la capital (era la primera vez que un mandatario estadunidense llegaba a la Ciudad de México). Aleman y Truman resaltaron la “‘interdependencia’’ de los dos paises y la ‘“‘buena yoluntad”’. Al mes siguiente Aleman visits Washington y fue recibido con grandes muestras de efusidn. El primer resultado concreto de ambas visitas fue que se abrieron més lineas de crédito para nuestro pais y hubo un acuerdo “‘para la estabilizacién del peso”’. Pero Aleman regres6 con la impresién de que poco se habia logrado con los estadunidenses. Esto era especialmente cierto con respecto a la situacién de nuestra moneda. A mediados de 1947 la pérdida de délares era alarmante. Mucho se iba por el terreno de las importaciones y poco llegaba a través de las exportaciones. Ni siquiera podian vender ganado a causa de la terrible epidemia de fiebre aftosa que abrumé al pais durante esa época. El Fondo Mexicano-Norteamericano de Estabilizacién habia otorgado créditos por diez millones de délares, pero las reservas de divisas perdieron mas de cien 79 suBE EL RUBIO.. Bava EL PRIETO Ven EL pueeLa Hay DESAZON. OYE GUERO, ESTATE QUIET YA ESTA BIEN DE “VACILON". GON ESTE NUMERO EL FoLLETON "GUESTION DE SUERTE”, REPORTAJE POLICIAGO POR HENRY WADE. ‘La devahiacion del peso, en 1948, afect6 a todos y propicié la carestia El nacimiento de la inflacién, segtin un caricaturista de la época En 1948 una nevada entusiasmé a los capitalinos millones, La fuga de capitales era ya una realidad incuestionable; ademas, las empresas y los ricos sabian que la devaluacion era inminente y la con- vocaron dolarizandose. José Emilio Pacheco reporta que los alemanistas “‘amasaron fortunas cambiando oportunamente en délares sus pesos’’. Aleman aseguraba que no queria devaluar ni imponer un control de cam- bios, asi es ie empez6 a buscar desesperadamente nuevos créditos del extranjero. Recibié otros diez millones de dolares, pero la crisis continudé alo largo de 1947 y el principio de 1948. Las reservas de délares y de oro bajaron espectacularmente. Todo aquel que disponia de cinco mil pesos (y estaba enterado de estas cosas) queria tener sus mil délares. El 21 de junio ya no fue posible detener la devaluacion, a pesar de los nuevos créditos del Fondo Monetario Internacional, del de Estabilizacion y del Eximbank. La paridad se fij6 en 6.88 por délar, pero aun esto era inestable, asi es que el gobierno puso a flotar el peso. El secretario de Ha- cienda Ramon Beteta dio la cara por su presidente y culpé a “la situacién internacional” de la devaluacion. La administracién alemanista, pues, no habia cometido ningtin error. Mucha gente opinaba lo contrario. El PAN y el Club de Banqueros res- ponsabilizaban al gobierno por no haber devaluado a tiempo y por gastar en exceso. La izquierda consideré que consentir a la iniciativa privada habia llevado al despilfarro, a la corrupcién y a una injustisima distribu- cién de la riqueza, pues muy pocos disfrutaban los grandes Iujos costeados por la pobreza de las grandes mayorias. Narciso Bassols, en la Revista de Economia, no se anduvo con rodeos y dijo que la industrializacion era anar- quica, sin rumbo fijo, y que las obras ptiblicas favorecian la especulacién y el despilfarro. El gobierno, ademas, habia optado por los créditos del exterior cuando debié realizar una reforma fiscal. En todo caso, la deva- luacién era un hecho y, finalmente, el peso dejé de flotar y se estaciond en 8.65 por délar. La devaluacién Hev6 a la cresta al descontento popular. Desde 1942 el malestar no habia cesado, pero en 1947 y 1948 era ya muy intenso y varios lideres temian que las bases los desbordaran. Este tema, ademés, en cierta forma alimenté las ideas que Daniel Cosio Villegas externé en su ensayo “La crisis de México’’ que publicé Cuadernos Americanos en 1947. En este trabajo extraordinario, el historiador planted que la Revolucién Mexi- cana se habia propuesto democratizar al pais y favorecer a la inmensa ma- yoria de pobres. También habia permitido que México se enfrentara a si mismo, para reconocerse y desarrollarse, Pero las intenciones habian estado muy por encima de quienes tenfan que volverlas realidad. Las metas eran razonables, explicaba Cosio, por tanto la pequefiez de los grandes lideres resultaba alarmante. No se logré la democratizacién ni remotamente y a Jo mas a que se habia llegado era a que los presidentes no se perpetuaran en el poder y rebasaran la condicién de-caudillos o caciques. La separacién de poderes era una falacia y la prensa se habia vuelto simple comercio. La reforma agraria carecié de vision, de iniciativa; falté la técnica y la 82 constancia. Los obreros se habfan vuelto un mero apéndice del gobierno, que los habia envilecido. Pero Io peor era la corrupcién, la prevarica- cién, el robo, el peculado, que crearon una nueva burguesfa, la cual llevé al pais a la desigualdad econdmica. Lo mas alarmante de los planteamientos de Cosio Villegas, como hace ver Enrique Krauze, era la conclusion de que se estaba a punto de perder la identidad nacional. México se hallaba en una crisis gravisima y la necesidad del cambio era impostergable; de no llevarlo a cabo, el pais acabaria por ‘“‘confiar sus problemas mayores a la inspiracién, la imitacién y la sumisién a Estados Unidos, no sélo Por veci- no, rico y poderoso, sino por el éxito que ha tenido y que nosotros no hemos sabido alcanzar. A ese pais lamariamos en demanda de dinero, de adiestramiento técnico, de caminos para la cultura y el arte, de consejo politico, y concluiriamos por adoptar integra su tabla de valores, tan ajena a nuestra historia, a nuestra conveniencia y a nuestro gusto. A la influen- cia norteamericana, ya de por si avasalladora, se unirian la disimulada con- viccion de algunos, los francos intereses de otros, la indiferencia o el pesimismo de los més, para hacer posible el proceso de sacrificio de la nacionalidad, y, lo més grave atin, de la seguridad, del dominio y de la dicha que consigue quien ha labrado su propio destino’. ‘ En la década de los ochenta se pudo ver cudnta razon tenia Cosio Villegas casi.cuarenta afios antes. No sdlo empezé a hacer crisis la antidemocracia del sistema_y la terrible desigualdad econémica, sino que mucha gente decia, tan quitada de la pena, que le gustaria que México fuera parte de Estados Unidos; habia una fuerte campafia por poner en inglés los pro- ductos comerciales (‘Shadow es performance”), lo que antes tenia nombre en espafiol ya lo habian cambiado (‘‘Dulcereal de Trigo’”’ por “Sugar Smacks’), era moda entre la clase media alta redactar en inglés las invita- ciones a las fiestas, o hablar en inglés a la menor provocacion (especial- mente ante sirvientes o empleados), infinidad de juguetes ostentaban la bandera de Estados Unidos, muchisimos comercios tenfan denominaciones en inglés (por lo general con pésima ortograffa) y, por supuesto, la econo- mia mexicana era severamente condicionada por el Fondo Monetario Internacional, el gobierno 0 los bancos de Estados Unidos. Entonces re- sult6 claro que Jas oportunas, gravisimas advertencias de Cosio habian sido la voz que clama en el desierto. Por fortuna, la lucidez y la integridad de gente como él impidié que la identidad nacional sucumbiera del todo; Por el contrario, en parte ésta se fortalecié a trayés de la cultura y la eleva- cién del nivel de conciencia colectiva, y de hecho se habja iniciado una lucha, al parecer definitiva, de una parte de México contra la otra, yno sdlo era una “disputa por la nacién” sino que se trataba de un profundisimo cambio de piel. La devaluacion, ademas, precipité otros problemas con los trabajadores. En 1948, los ferrocarrileros eligieron a Jestis Diaz de Leén, mejor conocido como “‘el Charro’’ por su aficién a las suertes (carfsimas) de la charreria Pero el verdadero poder lo.conservaba Luis Gémez Z., quien en septiembre 83 a El gobierno de Miguel Alemédn traté con mano dura a los obreros, especialmente a los. petroleros y ferrocartileros ignoré al sindicato y llevé las conclusiones de la comisién especial a la recién formada Confederacién Unica de Trabajadores. Esto era lo que el presidente Aleman requeria para implantar una de sus innovaciones: el cha- rrismo, © sea, la manipulacién de los obreros a través de sindicatos blancos y el envio a la carcel de los Iideres rebeldes. Diaz de Leén no se anduvo con historias y acusé a Gémez Z. y a Pedro Sanchez Castorena de un des- falco de mas de 200 mil pesos. Por supuesto, Diaz de Leon debié haber Ilevado la acusacién al Comité de Vigilancia del sindicato, pero “‘el Charro” no quiso hacerlo porque el comité estaba controlado por Gomez Z. En- tonces recurrié a un pleito penal, lo que significaba la intervencién del gobierno. E] resultado fue que los seguidores de Gémez Z. del Comité de Vigilancia desconocieron a Diaz de Leén como secretario general, y en su lugar pusieron a Francisco Quintana. Diaz de Leén, con la complicidad del gobierno, utilizé las tacticas preferidas de Fidel Velazquez: recurrir a pistoleros para apoderarse por medio de la violencia del control de todo el sindicato ferrocarrilero. El gobierno apoyé enteramente a Diaz de Leén, lo reconocié oficialmente y acabé enviando a la cdrcel a Gémez Z., a Sanchez Castorena y a Valentin Campa. Una vez “‘solucionado”’ el conflicto, no extrafé que, como habia ocu- trido a principio del sexenio con los petroleros, Ferrocarriles aprovechara el golpe dado para llevar a cabo una drastica reestructuracion de la empresa. Se inicié un juicio econémico para reducir los salarios, se despidié a 12 mil trabajadores, y se suprimieron muchas ventajas y prestaciones: tiem- Pos extras, pases, asistencia médica, permisos con goce de sueldo, ademas de que se crearon 500 nuevos puestos para empleados de confianza (que, a fin de cuentas, resultaron dos mil). El presidente Aleman se habia anotado otro triunfo por nocaut ‘en sus luchas para someter a los obreros, pues no sdlo doblegé y domesticé a los ferrocarrileros sino que logré amedrentar seriamente a los demds sindicatos de industria que se mostraban rebeldes. En efecto, la mayor parte de los obre- ros prefirieron someterse, y a fin de cuentas sdlo algunos (petroleros y mi- neros) trataron de formar una central independiente que: sirviera de herramienta de lucha. As/ surgié, en medio de una intensa campaiia “‘an- ticomunista”’ de la Coparmex y del gobierno, la Unién General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), que se definié de “‘izquierda y en con- tra del gangsterismo sindical’’. Pero a esta nueva organizacién sé le neg el registro y se le saboted por todas partes, as{ es que nunca obtuvo gran fuerza, y en 1949 él presidente Alemén podia presumir de un control férreo de los obreros en beneficio de “la industrializacién’”’. Pero no todos se disciplinaban. En 1948, el millonario Jorge Pasquel, ge- rente del diario Novedades, suprimié la columna “‘Presente’’ del periodista Jorge Pifid Sandoval, quien no se conformé con el moderno autoritarismo de Pasquel, sino que obtuvo fondos y en julio sacé a la luz publica su revista Presente, con la colaboracién del portadista-Antonio Arias Bernal, de los caricaturistas Abel Quezada, Ernesto Garcia Cabral y Fa-Cha, y los 85 colaboradores Renato Leduc, José Pagés Llergo, René Capistran Garza, Tomds Perrin y Jorge Ferretis. La revista (costaba 20 centavos) surgié con la espada al aire y pronto se hizo célebre por sus contundentes criticas al gobierno y a los altos funcionarios allegados a Aleman. Entre las denun- cias de Pifié Sandoval se conts una investigacién de las fabulosas mansio- nes, a veces palacetes, que en menos de dos afios los alemanistas habian Jogrado construir; entre éstas se hallaban las de Antonio Diaz Lombardo, del IMss, Ramon Beteta (de Hacienda), Fernando Casas Aleman (Depar- tamento del D.F.), Carlos M. Cinta (de Nacional Reguladora), Enrique Parra Hernandez (a quien llamaban el “ministro sin cartera’’) y de Andrés Gomez (pariente de Alemdn y oficial mayor de Agricultura); También se denunciaron negocios alucinantes de Antonio Ruiz Galindo, secretario de Economia, quien era duefio de la empresa de muebles DM Nacional, lo cual Je permitié lenar las dependencias de gobierno con sus productos. O Jos negociazos de Diaz Lombardo en el Seguro Social, que iban desde ‘‘los trafiques en la construccién de clinicas y hospitales, en los contratos con las farmacias subrogadas, en la distribucién de puestos y en las compras de esa institucidn’’, inform6 la revista Proceso en 1983, que afiadié: “‘Se descubrié que el metro cuadrado de construccién era pagado por el IMSS a raz6n de 360 pesos, cuando el precio comercial, comprobado por Pre- sente, era de 200 pesos.”” En su informe de 1948, Aleman veladamente amenaz6 a Presente. Poco antes un grupo de pistoleros habia allanado y devastado los talleres donde se imprimia la revista y poco después la Productora e Importadora de Pa- pel, sa (Pips), le cancelé la dotacién de papel y a cambio le ofrecié otro mucho mas caro, lo cual hizo que Presente redujera sus paginas’y aumen- tara el precio en diez centavos. Para entonces los ataques a Ia libertad de expresién arreciaban: dos directores de publicaciones cayeron asesinados, varias revistas y periddicos fueron clausurados y se suprimieron las polé- micas representaciones de El gesticulador, de Rodolfo Usigli. Desde que fue escrita en 1938 y publicada en 1944, esta obra tuvo muchos proble- mas, pues, como con La sombra del caudillo, de Martin Luis Guzman, numerosos politicos y militares se sentian aludidos. En 1947 el director Alfredo Gémez de la Vega logr6 escenificarla en el Teatro de Bellas Artes con Maria Douglas, Carmen Montejo y Rodolfo Landa. El estreno, natu- ralmente, fue un escdndalo que no gusté nada al gobierno. El director del Departamento de Teatro del INBA, Salvador Novo, por tanto, fue el en- cargado de obstaculizar la obra al maximo, pero, cuando hizo unas decla- raciones asesinas en contra de El gesticulador, Usigli enfureci y en el camerino del director Gomez de la Vega sin mds le reclamé; Novo no dijo nada en ese momento, pero salié del teatro, esperé al gran dramaturgo afue- ta y cuando lo vio acercarse lo derribé con dos potentes bofetadas. Des- pués, Novo declaré a la prensa: ‘‘Usigli es un paranoico ansioso de notoriedad’’, a lo que el aludido respondié: “‘No se puede estar de acuerdo con personas de costumbres equivocas.”” 86 Emilio Azcarraga, de la XEW, fue iniciador de la television a la mexicana a fines de los cuarenta La industria, como en tiempos de Avila Camacho, recibié toda la ayuda del mundo en el alemanismo Ie oo gipuedxe as jeuoleu eynsnpur ej ‘opiqioas odode Alemén abrié en grande las puertas al capital extranjero, y durante su mandato cobr6 fuerza la penetracién estadunidense en México Por estas fechas, Aleman no sélo nos dio el charrismo sino que también nos regalé el guarurismo nacional, y él mismo se rodeé de abultadas guar- dias personales, lo cual hizo que los demas funcionarios pronto lo imita- ran. Ya entonces también se podia advertir que, ademas de sus intimos (lamados el ‘‘gabinete paralelo”), los beneficiarios del gobierno de Miguel Aleman era el grupo de empresarios conocidos como la ‘‘Fraccién de los Cuarenta”” (todos ellos hicieron sus fortunas en esa década), y quizA por eso a la gente le gustaba referirse a “‘Ali Baba y los cuarenta ladrones’”. Jorge Pasquel y Melchor Perrusquia eran empresarios muy cercanos al pre- sidente, al igual que Bernardo Quintana, Bruno Pagliai, Eloy Vallina, Carlos Hank Gonzalez, Gastén Azcdrraga, R6mulo O’Farril, Gabriel Alarcon y Carlos Trouyet. De todos estos magnates con el tiempo surgieron los poderosos grupos ICA, Comermex, Atléntico ¢ Industria y Comercio, ademas de que, afios después, Aleman y sus amigos llegaron a tener un gran control de los medios de comunicacién a través de empresas como Televisa, Novedades, El Heraldo de México, Avance, Editorial Novaro y Editorial Diana. Juan Fragoso, Elvira Concheiro y Antonio Gutiérrez tam- bién informan en El poder de la alta burguesta que, con Emilio Azcarraga, ailos después Aleman intervino en el ramo hotelero a través de los hoteles Fiesta Palace, Paraiso Marriot, Ritz y Condesa del Mar. ‘Las luchas en Ia cultura Desde un principio el presidente Miguel Aleman se declaré simpatizante de la cultura. Una de sus primeras medidas fue la creacién del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que dirigié el compositor Carlos Chavez; del INBA surgié la Orquesta Sinfénica del Conservatorio Nacional, que después se llamé Orquesta Sinfonica de México y por iltimo Orquesta Sin- fénica Nacional, la cual durante casi 20 afios fue dirigida por Luis Herrera de la Fuente. Los conocedores decian que Herrera se entusiasmaba tanto en el podio que zapateaba las obras que conducia. Aleman también Ilamé a los Tres Grandes y les encargé murales en los edificios puiblicos. De ellos, el genial José Clemente Orozco murié poco después, en septiembre de 1949; su presencia fue creciendo con el tiempo, a pesar de los tupidos ataques que se propinaron a los muralistas. El siempre fue visto con mas respeto por su virulencia, humor y extraordinario vigor. Su visién de la violencia, el tocar fondo a través de la critica y la visibn desoladora, desnuda, de la realidad hicieron que se adelantara a su época. A fines de los afios ochenta era mas vigente que nunca. Y Diego seguia abonando escandalos. Uno de ellos tuvo lugar cuando pinté el Hotel Re- forma, de la familia Pani, y caricaturizé orozquianamente a varios perso- najes clave de la vida nacional. Pani ‘“‘corrigié” los esperpentos, pero esto le costé un pleito terrible con el pintor, quien lo fue a buscar pistola en mano y acompafiado por varios sindicalistas. A la larga Rivera logré que 90 El gran pintor José Clemente Orozco murié a fines de la década de los cuarenta El compositor Carlos Chavez fue el primer director del Instituto Nacional de Bellas Artes, La obra pictérica de Rufino Tamayo obtuvo reconocimi los cuarenta se estableciera que ningtin propietario tiene derécho a modificar una obra artistica. Después Ie encargaron otro mural en el recién construido (y muy mo- derno) Hotel del Prado. Diego pinté alli una de sus obras maestras, el Suerio de una tarde dominical en la Alameda, en la que, con su tradicional espiritu provocador, escribié la frase (de Ignacio Ramirez y tantos mas) “Dios no existe”. Esto motivé que una turba de fanaticos religiosos borroneara la frase del Necromancer del mural. Las protestas por la “blasfemia” subieron a tal punto que Diego mejor eliminé la frase, escoltado por un grueso contingente de intelectuales y artistas que la prensa Ilamé “grupo de co- munistas””. Por su parte, el presidente Aleman dio su docta opinién al respecto: “‘Alrededor de la pintura no debemos hacer una discusién de orden nacional. El pais no quiere lucha ideoldgica, quiere trabajo. ;Creen ustedes que a estos lugares de norte del pais, por ejemplo, les interesa la pintura de Diego Rivera?” La intolerancia fanatica de los catélicos mexicanos encontré una de sus expresiones mas grotescas cuando los sinarquistas, ya a fines de 1948, organizaron un mitin en la Alameda (la del mural de Diego), donde se en- cuentra el hemiciclo a Juarez. El Benemérito (O Bomberito Judrez, como le Ilamé afios después el Loco Valdés en la televisién, lo que le ocasioné un fuerte castigo) a casi cien afios de distancia continuaba encendiendo las furias de los ultraderechistas (en algunas escuelas privadas los nifios tenfan que decir “;puedo ir al Judrez?”” cuando querian ir al bafio). Ese dia los sinarquistas treparon la estatua del viejo liberal y le encapucharon la cabe- za. El gobierno alemanista enfurecié como pocas veces, lo cual le permitié, poco después, suprimir el registro del Partido Fuerza Popular. Sin duda, la furibunda intolerancia de los sinarquistas estaba avivada por su propia mis- tica, pero también por el clima de furor anticomunista que para entonces era generalizado (el presidente del PRI Sanchez Taboada ya habfa sentencia- do que el comunismo era una “‘doctrina exética””, por si algtin despistado no lo habia colegido a través de las miles de condenas al marxismo-exotis- mo). “Exéticas”’, por cierto, también se le Hamaba a las bailarinas que mostraban el ombligo y que causaron sensacién por esas fechas: Tongolele, la del mechén y el cuerpo-escultural por encima de todas, pero también fue célebre la Su Muy Key. Estas exéticas, para que no fueran a relacio- narlas con las doctrinas homénimas, en el cine solian ser sumamente pu- dorosas a causa del opresivo clima moral de la época. Muchas de ellas ni siquiera podian ser lamadas “‘ombliguistas””, pues no mostraban ni ese nudo de carne. “Yo munca ensefié el ombligo en mis peliculas”, conté Nindn Sevilla, la-no-menos-espectacular-rubia-que-se-hizo-famosa-bailando-rumba. “Ahora nadie lo cree, Pero asi eran los censores. Yo tenia fama de mujer escandalosa y ni al ombligo legué’””, conté una vez, “en el cine nacional, no habia gente més moral que las rumberas, las cabareteras y gente asi. Eramos la moralidad y no mostrébamos las pantaletas por nada. Asi es que cuando en una pelicula una sefiora y un sefior hacen el amor pues se 94

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