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Ya en Arist6teles podemos encontrar un principio de explicacion de lo que ocurre con la justicia. Se nos hace notar que lo tipico de las vir- tudes es la constitucién de un habito que redunda, en primer lugar, en beneficio del sujeto de las mismas. Ser prudente, valiente o templado es, en primera instancia, bueno para el ser humano en cuesti6n y, sdlo de forma derivada, para el resto de los seres humanos relacionados con él. La justicia, en cambio, redunda primariamente en beneficio de los demas, puesto que es esto precisamente lo que se busca. Es cierto que una defi- nici6n clasica de justicia es la de «obtener y dar lo que es debido». El pri- mer verbo se refiere indudablemente al propio beneficio, pero el proble- ma radica fundamentalmente en la capacidad de reconocer las exigencias adecuadas, y resulta poco probable que uno tienda a equivocarse por de- fecto en lo que se refiere a las exigencias propias. Lo dificil y caracteris- tico es el reconocimiento de las exigencias ajenas. La doble perspectiva de la justicia como virtud y como estado de cosas se presenta en el propio Aristételes con la cuestion de si es posible que exista injusticia sin personas o acciones injustas. La situaci6n injus- ta depende de cdnones «objetivos», pero la injusticia en las acciones y en los sujetos pasa por un anilisis, que debe tener en cuenta las intenciones, la libertad y la propia constitucién del sujeto. De este modo, puede verse que los baremos de la «virtud» y de la «situacién» no tienen por qué ser los mismos. Esto viene a explicar la tendencia moderna a cen- trarse en el segundo de estos aspectos, dejando en gran parte de lado el tema de la virtud.

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