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62 RESENAS después llamandose Peter Me Danald y trayendo una limosina Cadillac arrastrada por bueyes Elotro tipo de relatos son los narrados en terce- ra persona, en donde se muestra aun Rivera adul- to atormentado por el alcohalismo y Ia cirrosis, Aqui el estilo ya no es realista ni ingenua. El lenguaje se carga de argucias poéticas, de expre- siones del argot (jodencias), adjetivacian contras- tante (hora usitada, osudo artesano, ufanado he- rrer}, ¥ otras minucias como “los enamorados personaran” (pig. 62), “oriundex desconocida” (80), Todo esto le da al discurso ciertotane barroco no exento de originalidad. En esta segunda categoria participa mucho mas el autar ensu papel deamigo y mitificador de Rivera. Los relatos toman connotaciones sobrena- turales para describir los hechos quesucedieron a la muerte del pintor: vendavales inusitados: las gallinas del pueblo dejaron de poner: el narrador recibe un corrientazo vital en el mamento de la muerte de su amis, to que [a lleva a adoptar la nacionalidad colombiana. En Mitologias encontramos la imagen del pin- tor Augusto Rivera dibujada a veces con rasgus profundamente humanos, tiernos, otras un tanto desfigurada por Ia leyenda, desde la perspectiva de un enamorado de la Colombia macondiana. Asi, la figura bohemia con rasgosdegenialidadde Rivera, le ha servide a Stewart para un acerca miento emotivo, reverencial, a su patriade adop- isn, Elisa Majica La tienda de imagenes Bogota. Ediciones Fondo Cultural Cafetero, 1987 ‘Montserrat Ordénex Universidad Nacional La obra de Elisa Majica encubre y descubre, inevitablemente, problemas sobre la literatura colombiana cantemporanea que no se explican le- yendo uno de sus libros como texto autorreferen- cial. Hasta la fecha ha publieado quince libros, desde 1949, en una produccién ascilante y persis- tente: ensayo, croniea, relatos infantiles, edicio- nes prolongadas y anotadas de clisicos.colombia- nos, novelas y colecciones de euentos. Lo que por una parte es versatilidad, por otra indica largas interrupeiones y cambios de rumbo no necesaria: mente planeadas, que tal vez esconden todos [os conflictos de escribir en América Latina en estos cuarenta aitos, de escribir en un pais como Colom- bia y, mas adn, de escribir siendo mujer. Son muy distintas sus tres novelas, publicadas con intervalos dedécadas, Los dos tiempas (Bogo- ta, Iqueima. 1949), Catalina (Madrid, Aguilar, 1963) ¥ Bogutd de tas nubes (Bogota. Tereer Mun- do, 1984}. Algo similar sucede con los intervalas de los volimenes de cuentos, Angela y et diabla (Madrid, Aguilar, 1953), Arbol de ruedas (Boo t4, Editorial Revista Colombiana, 1972)y Latien da de imdgenes (Bogota, Ediciones Fondo Cultu- ral Cafetero, 1987), aunque a diferencia de Ins novelas los ewentos estan mas lisrados entresi, por temas y soluciones narrativas, Los euentos de Angele y al diablo son textos de desolacidn y fracaso, los de Arbol de ruedas son variaciones sobre la incomunieacidn, un proble- ma contemporaneo de la vida y de la literatura, que en esta coleceian se caracteriza por un raseo que la convierte en mas patétiea: en muchos de los relatos los personajes no logran comunicar lo que sienten o son, o lo que creen ser o sentir, pera el lector percibe que ai lograran hablar (a palabra pronunciada no variaria las rutas vitales conde- nadas de los personajes involucrados, Dominan en su primera coleccidn los persona- jes jdvenes y los sucesos politica e histéricos mas inmediatos, como el 9 de abril y Ia violencia. Sin embargo, ya en el primer cuento de ese primer volumen, “La chimenea’, el tono es de nestalgiay de pasado irrecuperable, aunque el personaje sea una mujer en visperas de su boda. Este primer cuento aparece hoy como el reverso de los cuentos de hadas y de as novelas rasa, corno une mas de Jos textas contempordnens que delatan (as tram- pas de los ritos y de las solueionesde vida que mas que alternativas son callejonesssin eleceidn.Cuan- do Maria Flora. In protagonista de ese cuento, ‘quema sus viejas cartas en el fuego eomplice de la ‘chimenea, mas que su juventud llora el jardin de senderos quese bifurcan,el tiempo quearrastray ‘obliga a la cleccién y a la negacion, No esta tan lejos, pues. esa Maria Flora de 1953, de los perso- najes ¥ de los temas del ultimo libro de cuentos, La tienda de imagenes. Esa joven que llora antes de comenzar su nueva vida, etapa considerada socialmente como la mixima felicidad de la mu- Jer, reaparece de alguna forma en todas los perso- najes, femeninos y masculinos, que reflextonan y RESENAS 63 suspiran por un pasado incompleto y por un pre sente limitade. ‘Ademas de la desolacién e incomunicacion de los textos anteriores. Latienda de imagenes aftade nostalgia, saledad ¥ muerte. Y lo hace sin trage- dia, sin finales apoealiptices, con tensién conte da, con pazy resignacién ante el dolor inevitable, especialmente ante ese dolor injusto causado no por leyes biolégicas sino por la injusticia y por la crueldad del ser humano, que para infligir dolor Sélo requiere la cereania del otro. El volumen reune dieciocho relatos, tres de ellos agrupades como “Triptico”, Los tres del “Triptico” ("El pequeno escribiente Florentino”, “La partida de tresillo”, "Nicolas en Paris), asi como el primero de la coleceién, "Una seftora de Valladolid”, surgen de anéedotas historicas y fun- onan come la luz que por un instante le da insos~ pechados maticws a un mundo que hemos hereda- da en colores neutros: divagaciones alrededor de una carta de Rufino José Cuervo a Rafael Pombo, log recuerdos de Florentino Gonzalez y su devo- cién por Bernardina [bdfes, la silenciosa vengan- zade Santander, un momento que iluminala vida de una Nicolasa Ibafiea exuberante y de edad avanzada, Como muchos atros personajes, Nicola- sa calla para no abrumar, peroen el cuento queda Ia frase no enviada: “Qué bello. y magico, ¥ glorio- so, es abrir el corazon para que todo le penetre y fog embriague un recuerdo, un perfume, und vara. sin que importen los aftos, con la misma fiebre que en la juventud. aunque después nos dela” (p. 70), Entre los cuentos quese destacan por la ironiay el doble sentido, ademas de “El contabilista”, ha- | bria que subrayar “Tridngulo” y “Maria Modes- ta", En “Tridngulo”, los ecos de Virginia Woolf fabvias aun sin haberlos indicado tan explicita- mente) resuenan en la asfitiante Bogota de La- renza, que durante su recorrido matinal logra defender su espacia interior de las tentadoras invasiones de una amiga insaciable. En “Maria Modesta”, desde un asile bogotano la voz de una anciana campesina evoca su pasado a partir de sus eareneias inmediatas su pafolénde trenzade macraméola mantequilla caserade su finea),que ‘cultan abandono, rencor y miedo, El tono testi- monial de la narraciénde Maria Modestaobligaa leer los silencios y las crueldades de la vida de familia, ‘Otros relatos se estructuran alrededor de ea- encias ("El pequena sefor y el rio”) 0 de objetos (“Elchal azul”, "Pico-pico-melorico"), puentes ha- cia la muerte. Aparece !a magia, una magia tan subjetivay relativa que hace dudar de las fuerzas. del mas alld (“Ivet y Nayib”,"La pararrayos")y se mezcla ¢on las fuerzas inexplicables que salen de la tienda de imagenes ¢ iluminan la rutina dela narradora de este cuento, En “Cartaa Vilma". la mujer que lo intenta todo termina tan atrapada como los seres que no han experimentadonadaen su vida. Con aparente distancia, la autora toca la muerte accidental (“El altimo domingo"), los ho- nores tardias (“El hérae”), la mendiga que con su presencia y su agonia trae caos ("Sueedié en Navidad"), los deseos negados propios y ajenos (El contabilista”}, reemplagados por el vacio ola Muerte que. asi.con mayuscula, llega confundién- dose con un recuerdo en “El cisne negro”: “La nifia estaba a su lado, pero no lamuchachita entre petulante y timida que Ana Magdalena habia eriado, sino una mujer espléndida. Se diria una reina majestuosa, con la mirada de diamante y un dedo sobre los labios, tan hermosa que, aunque de su cara brotaban los mayores bienes para repar- tirlos entre sus seguidores, éstos se saciaban con slo cantemplarla. Muerte se llamaba” (p. 87). Con esta vision, entre religiosay magica. Elisa Mijica nos acereaa un cuenta de hadas que pare- ce terminar no en el amor sinoen lamuerte.Como terminan todos los cuentos de! mundo, aunque pasemos la vida sin saberlo. Jorge Eliéeer Pardo Irene Bogota. Plaza & Janés, 1986 Luis-Ivan Bedoya Universidad de Antiouia Jrene es la fabulacién de |aexperiencia vital de Octavio Sarria como tensién entre la vida y la muerte, el amory la soledad, Su historia personal es el centro del relato novelesco, tanto por la dimensién omnipresente de su drama amaroso que es el objetode la narracion, como por el earae- ter de madelo que adquiere su destino, en relacién

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