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Mayo/Julio 2014 Lenguaje y alteridad Mirar las diferencias a través de lo literario y lo pedagégico de to se propone indo Lise et i a ac ngage yl pecorcop Trans de pss de snp 3S noes dco entice Iain Mawel Cocwe:Eiprond tor harbors (201), Vida cc de Moe! (200) y La eda ero fo pr comprende sets de itn pop de aden en redo dos lapses, ee fo sn Slain Releer Ia lectura y Ia alteridad Leer es releer: “Leer recien empieza cuando se relee. Leer por primera vez no es ms que la preparacién de esto, Porque hace falta, para que haya lec tra, que ta lectura se deje de vera ella ‘misma: como una lectura, una actividad especifica, distinta del objeto que se va 4 leer, con la que la primera precipi- tacién tiene a confindirlo, sumiéndose en ella”. (MESCHONIC, 2007, 151), Entre Ia primera y la segunda lectus, cenire Ja segunda iectura las siguien- tes, acontece la diferencia. Una dife- rencia que dal ler, como al significar, su emergencia, su aparicién, el sentido separada de su objeto. Afirmar la lectura como relectura no supone determinar qué es 0 qué no es el leer, sino mas bien el hecho de dotarla ‘el gesto de diferir siempre de si mise tna, reuniendo asi las varias formas po- sibles de relacién entre lo leido y quien lee. Como si leer estuviese vinculado, al mismo tiempo, a dos tensiones por descubrir: la de comprender qué pasa con el lector cuando lee y la de reco- rover qué le pasa a la lectura cuando os leida, En el primer caso, se trata de entrar ala Lectura para medirse -y para des- orientarse para perder el rumbo- fen tea la alleridad imprevisible del mun- do, la alteridad sin fin dela historia, la alteridad enigmatica de los euerpos y la ltridad laberintica del tiempo. El lector pone a prueba su ereencia ‘dentitaria en la ateridad de ta lectu- rm a cada fragmento, la posibilidad de una pregunta que comienza siendo exterior y Se interioriza hasta confundir alteridad con intimidad: ;de quién son, al fin y al cabo, las palabras que decimos; las frases. que enunciamos; Tos sentidos que diseminamos? ;Aquello que se lee cen Ia eseritura es tanto nuesteo let ‘como lo es nuestro lemguaye? L podria ser una experiencia de alteridad, cuyas ‘consecvencias difieren de lectura a lectra, de lector a lector, En el segundo caso, la [eetra tiene que ver con su prctca y su acto, no con un yo que la ddescifia a partir desu propia identidal "Ella tiene sus creaciones propias, dle sentido, y de sentido de sentido, Sus genios, sus talents, sus imbéciles. Esas ereaciones, entonces, se stn un cielo de sentido, vuelven a la eseritu ra (ibidem: 153) Mientras queen el comprendero pensar qué le ocurre al lector con la leetura se muestra la Carlos Skliar * “2Qué son esos parpadeos contra Jos que la tinica defensa posible seréa una constante como inhumana? No serin tal vez las grietas eintersticios por los cuales otra voz, otras voces hablan a nuestras vidas? Con qué derecho les cerramos nuestros ‘idos?” IM. Coetzee potencia de Ia alteridad -en tanto arroja al Iecto, solo, en medio de un mundo, sin signos previsibles ni disponibles de antemano-, en el reconocer qué le pasa a la lectura cuando es leida surge la di- mensién del sentido que lo hace regre- sara ls escrtura al sentido de lo escrito en tanto es alli mismo donde se revela fo permanece mudo y no en la exterior dad del texto, en ef mundo Hemos leido en un seminario de pos- grado -cuyo tema central era el de las Politicas Cultuales y Posticas dela Al- teridad. la novela Fida y épaca de Mi- chael K, del eseritor sudatricano Coet- ee (2006). El propésito de la lectura no era otro que adoptarla novela al interior de Ia bibliografia de un curso sobre las ‘miltiples y eaticas figuras de a alteri- dad, e!lenguaje y la violencia, Recordemos que se trata de un relato con un personaje principal -Michael K, de quien se dice padece de una cierta ebilidad mental y que nace con labio Teporino- cuyo tinico deseo pareciera ser el de intentar pasar desapercibido 0 inadvertdo a fo largo de una larga tra- vesia por una Suddfrica convulsionada por las guerra, Al poner en comin lo leido surgieron algunos comentarios que permiten, tal vvez, mostrar Ia radicalidad de esa ten- sidn entre lo que sucede con el lector y lo que sucede con la Jectua y la rele 1a; he aqui algunos fragmentos eseritos por los estudiantes: + Se trata de una novela que nos hace pensar en el maltrato y la incompren- sid del mundo frente a las personas frigileso débile, ‘Me dej6 desolada ta parte en que Michael K es internado en esa suerte cde centro de reeducacin w hospicio; = Quedé consternada por la mala suerte de Michael K, como si munca ppudiera levantar cabeza, como si todo To saliera mal, siempre: ~ El autor nos ensefa sobre la vulne- rabilidad de un hombre joven que no ‘puede ni quiere participar en las esce- nas de a guerra; + Lo més importante es que el médl- co del internado se da cuenta que ya no existen en el mundo personas como Michael K; = No comprenal porqué Michael K abandoné su trabajo, y dada sus cifi- cultades, pretendiera atravesar un pais en guerra, sin armas materiales ni es- pirituales como para poder defenderse; = ePorqué a las personas con defi- clencia mental se las piensa como in- capaces de otre trabajo que no sea el de barrenderos?; = Es conmovedora la secuencia en que muere la madre y él esparce sus Cenizas y se echa a andar como si nada Iubiera ocurrido ~ Me perturb fuertemente la idea de (que Michael K se considerase a si mis- ‘mo incopaz de transmitir nada, + Los defcientes nunca hacen el ‘amor, siempre tienen sexo; = Lloré sin parar cuando terminé de leer et libro. De alguna manera siento que no puedo separarme ni despedirmme de Michael K; ~ ¢Habia necesidad de que a Michael K, con todas sus desgracias, también le ‘Pusieran labio leporino? Por cierto, hay aqui una pregunta an- terior y obvia en relacidn a este tipo de Teoturas y sus trampas diddericas: qué literatura no es alteridad? ain cuando la tentacidn a formular la pregunta, mis bien como: gqué literatura no es ce al= teridad?- Una respuesta incorrect seria la de entender altridad como_partculari- dad subjetiva y, en su versin extrema, idemtficar Ia alteridad con Ia locura 0 con la discapacidad como es frecuente hacerlo. Vendrin a nosotros asi, exten- Lenguaje y alteridad... 808 pasajes de obras lteraras de referencia que aluden a esa identificacién entre alteridad y demencia 0 alienacién, entre alteridad y e- _guera, 0 cuerpos amputados,cojos, etcsiera, Afirmar que la literatura es altridad -y no de alteridad- supone volver un provisorio punto de partida y retomar aquellas ideas ex- presadas bajo la forma de tensién por Mes- chonic: ;Queé sucede, entonces, con el lector cuando lee? {Qué ocurre eon la lectura cuan- do es lea y, sobre todo, releida? La alleridad de la Tectura se hace presente, , dos veces en el gesto del leer: alteridad escent Snore ue llega al lector y diferencia se hace pre- sente en la relectura ELlenguaje de la norma y la ausencia de alteridad En Esperando a las barbaros, Coetzee (2007) retrata un petiodo de la vida de wn juez anciano que reside en el juzgado de una pequeiia ciudad amurallada. Mis allé de los ‘muros del poblado, hay un largo desierto donde se dice que habitan los birbaros. Todo en el pueblo esta organizado y previsto en relacidn a esa amenaza: las casas protepidas ccon fej, la cirvel del juzgado preparada para futuras y masivas reclusiones, los poli= cias entrenados para resstr la invasién, las salas de tortura limpias, todo en medio dde una tensién extrema y una eonstante militarizacién dela vida cotidiana Los brbaros no han sido vistos ja- ‘més, pero se cuenta de ellos desde hace siglos: se habla de su peligro, de su amenaza, de las barbaridades que co- mefen a diario, El mito de la existencia de los barbados ha pasado de genera- cién en generacién y el miedo es aque- lo que hace respirar a una ciudad que cierra su alma cuando cae el sol, Laidea de la presencia de fos barbaros impide, por uf lado, una vida normal pero, pot ‘otro lado, la hablita en la materalidad y existencia del conjunto de institucio- nes de estado, Por culpa de los birbaros el dia es sélo la planificacién de la defensa de lo propio, la tarde se asfixia demasiado temprano y la noche se vuelve un reino de tnieblas, miedo y tensa espera, la in- ‘mineneia de una invasié, la pesadilla constante de los nitios: “Los bérbaros salen de noche. Antes de que oscurezea hay que recoger la tdtima cabra,atran car las puertas y apostar un centinela en cada atalaya para dar las horas, Dicen que los barbaras merodean por los alrededores durante toda la noche, resueltos a asesinar y saquear: Los ni- ‘ios ven en suefos céimo se abren las contraventanas y cémo los rostrs fero- ces de los bérbaras les divigen miradas aviesas. "Han llegado los barbaras!”, sgritan los nifis, » no hay quien las ‘tranguilice". (COETZEE: 2007: 178) Pero: jexistrin los birbaros, de ver- dad? Nadie osa preguntérsclo en el pue- blo, nadie se atrave a semejante dada Quiz de tanto repetir su existencia, parece que si, que estin y que son, Que no solamente se trata de una apariencia fantasmagérica, sino de una existencia cargada de relatos detallados y certeros: ls barbaros son merodeadores, asesi- nos, violadores, saqueadores, feroces, inhumanos de mirada aviesa y desen- cajada, La novela de John Maxwell Coetzee deja abierta la sospecha, el misterio, la tensin: quiz los birbaros no existan no hayan existido nunca, Tal vez se tra- te solo de un relato de exterioridad para ustficar la propia inteioridad, Pero el ‘mito, la ficeién y, sobre tado la ley: y8 se han convertido en purs cotidianei- ‘Mayo/Julio 2014 dad, ¥ habré que sostener ese relato y esa vida desde las instituciones hasta as iltimas conseeuencias. Lo cierto es que ls novela no trata sobre Ios birbaros, sino sobre aquellos que esperan a los barbaros, lo que es miuy diferente. Lo que se dice no es so- ‘re los birbaros, sino sobre cl crociente dolor de Ta existencia durante la inter. minable y agénica espera del supuesto ‘enemigo, como lo express el personaje del juez: "El dolor es la verdad, todo lo demas esta sujeto a dda” (COET ZEE, 2007; 15). La tnica solucién que se planta frente al dolores la ley: la ley ue ordena To confuso, lo ambiguo, Ia amenaza, lo ambivalente, Habra que pensar sies posible eludir esa obsesin por el lenguaje juidico; ese lenguaje que esté abi para legislar cl orden de las relaciones con tal fver- 2a que pareciera no existr otra relacién posible que la de uno consigo mismo 6, em el mejor de los easos, de uno con ‘otros demasiados prOximos, sospecho: samente parecidos. Resulta al menos curiosa la imagen due se ha establecido acerca de la can- vivencia entre diferencias, sobre todo en ciertos dmbitos plagados de ergo eo juridico, como aquella que debe acatar sin mas ciertas reglas -no siem- pre formuladas 0 apenas si entredichas- que instalan de una vez la idea de una supuesta empatia, calma y ausencia de confictividad, La insistencia de la ra 2n juridica, no puede ser sino na des- ‘embocadura estrecha donde se prende cel movimiento inasible de lo humano; ‘movimiento que, entonces, comienza a aguietarse, a estancarse, a perder Vita lided. La conviveneia‘queda asi, eomo dice Jean-Luc Nancy, iremediablemente partida en dos: “(...) Por un lado fa abstraccién formal del derecho que () ‘da derecho’) a toda particula- ridad y toda relacién” (NANCY, 2006: (63). En efecto, da la sensacién que ese derecho no tiene derecho a otra cosa, no puede pretender otro sentido, a no set, claro esti: “(...) que el derecho ‘mismo trate de erigirse como origen 0 fundamento, bajo los casos de una Ley ‘absolta’” (Reider). Et eambio de peroepcién es trascen- dente, no solo porque remite a una éti- Lenguaje y alteridad... ca singular que consiste en hospedar a todo ‘tro, a cualquier ot, a un otro cualquiera, sino ademas porque involuera una responss bilidad, una respuesta, y no simplemente la expresion de una virtud personal, la existen- ‘ia de una prctica teenocritica 0 une formula apenas juridica que pone en marcha los apara- tos insttucionales: “Responsabilidad u obli- _gacin para con el Prijimo que na viene de la Ler, sino que ésta vendria de ellas en lo que Iahhace ireductible a cualesguiera formas de legalidad meaiante las que necesariamente ‘se busca regularizarla proclaméndola ente- ramente coma la excepeién o lo extraordina- io que no se enuncia en ningtin lenguaje ya formulado”(BLANCHOT, 1999: 104), La norma, entonces, deviene probibicién de lo excepcional y el lenguaje juridico im- pplementa su desmantelamiento a través de un orden que ya estaba formulado antes de su irupcién y recanocimiento 0, bien, junto J.M. COETIEE ee Nomis ar Emenee Vida y época de Michael K con Si penséramos la norma en los términos de la lengua de las insttuciones politieas, cultu- rales 0 educativas, permanece Ia sensacién que la relacion de transmisién, fa lengua det ppasaje de unos a otros, o bien evita La excepcionalidad -que es otro modo de decir la exelusién- 0 bien la invita a su- marse a un orden preestablecido -que es otra manera de decir Ia inclusién Fuera de esa frmula s6lo permanece lo radicalmente bizaro 0 exético, lo com: pletumente extranjero a toda nocién de convivencia en la ley de la norma, Toda relacidn con los barbaros o bien los hace desaparecer dela vista, o bien alinearse a la mirada de fo normal, para poder ser tolerados por fos ojos que Tos persiguen y comtolan, Los otros diferentes Diferencia: wna palabra ya pronun= ciada desde hace un tiempo inmemorial cn la flosofia, antes, mucho antes, que se transformara en una palabra-objeto, en una palabra-politica, en una palabra- pedagégica, en una palabra-sin nadie- dentro y sin nadi-al-otro-lado. "El hombre es un animal que jucga”, deci Nietzsche (1976: 173), YY Ia interpretacion de le diferencia resume foda fa cobardia de los hom- bres, toda su incapacidad por estar en el ‘mundo entre otros, toda esa ignorancia resumida en el arojar un nombre y es- ‘onder la lengua. ‘Yo lo conozco, dijo él ongullaso an- tes de empezar con su difamacién”, es- enibia Elias Cancti (2005; 98). ¥ ese es cl orgullo mayisculo de los especialis: tas: conocer y difamar,atribuir esencias _y escaparse a los reductos conceptuales ‘de 1 mismo; distanciarse hasta volver se indiferentes. Son los que se enojan {oda el tiempo con a alteridad del otro, Y separan y juntan a voluntad, encierran por dentro y por fuera: “Todo hombre que ha decidido que otro es un imbécit ‘0-una mala persona se enfida cuando cel otro demuestra que no lo es”, vuelve ‘decir Nietzsche (2001: 37) Suponer diferencia en unos pero no en otros resulta de un largo ejercicio de violencia. Usar el lenguaje para stra par, para enclaustar, para reducir, para enjaular, para agraviar, para denostr, para empequettecer, atrapa, enclaustra, reduce, enjaula, agravia, denosta ¥ em Pequefiece al lenguaje pero, sobre toda, Lenguaje y alteridad... ala relacin, ala vida, Por que la diferencia no ¢s un sujeto sino una relacién. Cuando la diferencia se vuelve sujeto hay alli una acusacién falsa y sin testigos de desvio, de anor- malidad, de lo incompleto, plagada e discursos autorizados, renovados, siempre actuales, siempre vigilantes y tensos, En La edad del hierro, Coevee (2002) nos ayuda a pensar fa diferencia en ose sentido, Se rata de un enewentro subrepticio entre una anciana y un va- sgabundo, donde el vagabundo siempre Teva las de perder, porque es el supues- to diferente: Ia obviedad det diferente pra una mirada quieta y aguietads, para a mirada fija y obsesiva, para la ‘mirada adormecida, Si se lo observa de Iejos es una amenaza, un peligro, una diferencia a expulsar de nuestra atmés- fera de supuesta tranquilidad. Si se 1o ve de cerea, lo nico que se desea es aque sea uno de los nuestros, un seme= Jante, Alli no hay relacion En la novela la anciana -profeso- 1a de filosofia, ya jubilada, que vive sola y enferma a la espera de la vis ta de una hija- ve desde su ventana la Hegada amenazante del vagabundo; su deseo inmediato es el de quitiselo de Ja vista, una primitiva necesidad que Ja hace’ lamar a las autoridades para que hagan algo con él O, un poco m tarde -cuando percibe que es impos ble hacerlo desaparecer de su vista- Ia intencion es aproximarse, offeciéndole trabajos initiles, asi esclavos. Incl Jo para apaciguar su propio temor por To desconocido, sentirse en el derecho de opinar sobre la vida del otro: “EI ‘olor mis desagradable viene de sus zapatos y sus pies. Necesita calcetines. Necesita zapatos nuevos. Necesta dar- se un bait. Necesita un bao diario. Necesita ropa interior limpia, Necesita ‘una cama, necesita un techo sobre su ‘cabeza, necesita tres comidas al dia, necesita dinero en el banco. Demasia- do que dar” (CORTZEE, 2002: 47) Las relaciones do diferencia nada tienen que ver con la exclusién o con la inclusion: se trata de una necesidad por conversa, de usar las palabras para ppoder estar y, quizi, hacer cosas juntos, Pero no de cualquier manera: no ay un ‘unico modo de esta juntos, estar juntos no significa estar a gusto ca quiéa se le ecurti- ria semejante idea? Pero si conversamos, si entramos en una ro- Jacién que no tenga el énimo de hacer del otro um insulso semejante, quiz le diferencia val- ga la pena, quia la diferencia sea lo que me- Jor narre o humane. Y para eso tenemos que tener tiempo, No formas de nombrar: tiempo. No mejores o peores etiquetas: tiempo. Porque cuando no hay tiempo, hay norma, Cuando no hay tiempo, juzgamos. Cuando J.M. COETZEE Laedad de hierro ‘no hay tiempo, la palabra es la proclamacin del exilio del ott, su indigno confinamient ‘Lo cierto es que, si tuviéramas tiempo para hablar, todos nos declarariamos excepciones. Porque todas somos casas especiales. Tados ‘merecemos el beneficio de la duda, Pero, a veces, no hay tiempo para escuchar con tanta ‘atencién, para tantasexcepciones, para tanta compasién. No hay tiempo, asi que nos de- Jamos guiar por fa norma. ¥ es una léstima ‘enorme, la. més grande de todas” (ibidem: 94), En efecto al otro lado de lo normal no esté cel anormal ~y esa muliplicidad de figuras de anormalidad que se han inventado y fabtica- doa lo largo deta historia, la cultura y a len- ‘gua- sino el tiempo o, mejor dicho, el tener 0 no tener tiempo. Si tuviéramos tiempo para darnos tempo, sien vez de juzgar apreciéra- ‘mos, escuchdramos, hiciéramos cosas ccomunes, no habria ninguna necesidad cdenombrar como diferente & los demi. ‘A los que no les damos tiempo, a los {que interrumpimos todo el tiempo, a los que transformamos en cuerpos sin tiempo, Decir In diferencia, si, Eseuchar la diferencia, EI mundo es una inmensa circunferencia agujereada por las ex- cepciones. ¥ hay demasiadas palabras para ocultar su derrame, las aguas que ro se embalsan, los sonidos disfénicos, cel caminar rengo, ls espaldas vencidas, claprendizaje curvo, le memoria azaro- sa, el cuerpo desatento, los ofdos mu- dos os ojos que miran en una direecién que no conocemos. Igualdad, equidad, diversidad, anormalidad, discapacidad, neoesidad, deficiencia, diferencia, des- atencin, reaso, inmadurez, autismo, Cusinto hartazgo. EI mismo hartazgo que siente y pa- dece, pigina a pagina, Mickel K, aque! personaje de labio leporino de otra novela de Coetzee. "Lo primero que advirté fa comadrona en Michael K ‘ewando Io ayudé a salir del vienire de su matire y entrar en ef mundo fue su labio leporina, FI labio se enrascaba ‘como un caracol, (a aletaizquierda de Ia nariz estaba entreabierta. Le oculté el nito a la madre durante un instante, ‘abrié la boca diminuta con la punta de Tos dedos, y dio gracias al ver el pala- dar completo. A la madre le dijo: -De- beria alegrarse,traen suerte al hogar” (COETZEE, 2006: 9). En Vida y época de Michael K. Coet- zee hace atravesar su personaje por toda una Sudéffiea en guerra, con la limica voluntad de esparcir las cenizas de su madre para, enseguida, realizar tuna travesia de anonimato, Michael K se esconde una y mil veces y no logra ccumplit con su deseo de no ser pertut- bado; prefiere no conversar con nadie, pero es interrumpido por infinitas pre- guntas,infinitas inqusiciones. Prefiere Ja soledad, pero siempre hay alguien rms que le dra qué hacer y qué n0 ha- cet. Es, también, una metifora sobre la mposibilidad del quitarse, del preferir no estar y no poderlo, una pesadilla in- terminable donde nadie parece querer ejarlo en paz. Michael se vuelve un nadie acribillado a inedgnitas que otros Maya/ulio 2014 ro puoden soportar para sf; es un ser sin nombre al que nadie dejaré de nommbrar imsistentemente: “Quiero conocer tu historia -escribiri ol médico de un in- temado-. Quiero saber por qué prec. samente tt te has visto envuelto en la ‘guerra, una guerra en la que no tienes sitio. No eres un soldado, Michael, eres una figura cémica, un payaso, un moni gote(..) No podemos hacer nada aqui para reeducarte(..);¥ para qué te va- ‘mas a reeducar? ; Para trencar cestas? <¢Para cortar césped? Eres un insecto palo (..) ¢Por qué abandonaste fos ‘matorrales, Michael? Ese era tu sti. Deberias haberte quedado toda la vida colgado de un arbusto insignificamte, cen un rincin tranquil de wn jardin os- cura”. (ibidem: 155-156). desprecio por la diferencia de Michael K es evidente, Como si el ser diferente fuera sinénimo de sobra, de desperdicio, Como si el diferente no pudiera vivir entre los hombres y de- biera quitarse de In vista de! mundo. Como si fuera imposible ensearle algo al diferente, Diferente que ya es considerado como ser-muerto y, a la vez, una pre sencia insoportable que nos hace tes- tigos involuntarias de otros modos de lenguaje, de comportamiento, de aprendizaje, de vida, Y seri el mismo médico del internado quien, al fin, lo ‘gre describir éticamente a Michael K. Un modo de hacer justicia con aquel que no pretende cambiar ni transfor- ‘arse, ni ser mejor ni peor: “Soy ef tinico que ve en tel alma singular que eres (x) Te veo como wn alma humana imposible de clasficar, un alma que ha tenido la bendicién de no ser contami- nada por doctrinas ni por la historia, tun alma que mueve las alas en ese sar- cofago rigido (..) Eres el titimo de tu especie, un resto de épocas pasadas” (ibidem: 158). Pero aqui se hace presente otra figu- rade alteridad distinta del diferente: se trala del anénimo, un ser puesto bajo sospecha en la era de la identidad. Es evidente que ef imperative do la iden- tidad fuerza hacia el deber de decir yo soy, Soy yo mismo, aqut estoy yo; Te- nner que sobreactuar la presencia y ta cexistencia; deber ser algo en la vida, ‘anunciarse y enunciarse, tener que Lenguaje y alteridad... representarse y narrarse a cada minuto; de- cir presente y'dar el presente. Pareciera que nadie puede abandonar el centro, quitarse, replogarse, anonimarse. Nada ni nadie puede asumir para si invisibilidad, ni arrogarse al- ‘in derecho de no pertenecer. Todos y todas en Ia celebravién del nombre propio, 8 par- tir del cual todo puede decirse, desdecirse y ccontradecirse. Razén de la época: sino se es nombre y apellido se es ningun, se es nade. ‘Sino hay profesién, actividad, lenguaje juri- dico, posicién, decision, ascensién, los demas ccomienzan con su impaciencia, su exigencia, su reclamacién. Ley de la época: no dejar & adie en paz, hacer de lo comin un embudo, tun sendero abismado por el vacio y las ser- pientes y los muchos consejos y las alimafias Gel progreso, Espiritu de la época: mostrar- 0, hacerse ver, publicar, producir, proceder, notarse, habla. No hay espectador que dese, expectante, su anonimato, Sin embargo: andnimo puede ser otra cos. [No el que no tiene nombre, sino quiza el que no desea opinar cuando se le exige, el que no quiere estar sumergido en el agui y aho- 18 voraz como un relimpago, Ni medigere ni petezoso ni timido. Es otra cosa. Ser andni- mo habla de un pedido de silencio hacia uno ‘mismo y sin comentarios después. Habla de ‘una posicidn indescifrable para los que s6lo perciben e! mundo como arribs-abajo-medio, 6 dentro o fuera, o centro-periferia, Hae bla, tal vez, de un deseo persistente de no ser molestad, de no ser convocado, de no ser llamado, de no ser involucra- do, de no ser participe ni paticipante, de no ser incvido y no por ello quedar- se con el mate de exclu. Bartleby, cl eseribiente, aquel porsonaje de la novela de Meiville, también podria ser ‘una ajustada expresin del eardcterand- nimo, En su tnica expresin: "T would prefer not to” (prefertia no hacerlo”), no sélo habita 10 cémico, lo literal, la indisposicién, el ceder a oto, el aban- dono de ta conversacion la sospecha de ddemencia y lo incomprensible de la fra- se para todos los demés, sino también un deseo de retirarse, de no tener que hacer todo lo que Ie piden, de no res- ponder siempre con un si, de no some- terse a la repeticiin de una tarea deter- ‘minada y ya reconocibley ya exigible. (Habra un lugar, un tiempo, una per-

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