André Green
Jugar con Winnicott
Jo largo de las cinco conteren
André Green Jugar con Winnicott
colaboracién), Bl inconciente y le cienci
va clinic psicoanaltica y la teoria de Proud 1 longuah
‘nilisis, El trabajo de lo negativo, Li
samiento clinico,0 lo sabemos. Tampoco sabemos dénde se
‘otros psicoanalistas. Yo mismo, tampovo sé
tio. gPodran quizés ustedes ayudarme a
deseubrirlo?
32
2. La intuicién de lo negativo
en Realidad y juego"
En 1993 propuse un nuevo concept
Jo negativo.* Declaraba on la introduceién q
en parte deudor de Winnicott, una de cuyas
hallaba entre las fuentes que me habian ¢
esa elaboracién, Voy a referirme a Re
porque ahora quiero decir en qué
Sihay alguna rel
y las mfas, ello toda
mera vez que mencioné la importancia —que pas6
inadvertida— de lo negativo en la obra de Winnicott,
fue durante una conferencia d ‘miembros angléfo-
nos de las sociedades europeas, en Londres, en octu-
bre de 1976. Masud Khan, el experto indiscutido en
Winnicott, replie6 priblicamente que mi cita de este
autor era falsa y que jams habia dicho ni escritonin-
guna cosa asi. Quienes conocen a Khan no se sorpren-
deran de una respuesta tan categérica como prepara-
da para la circunstancia, pero, infelizmente para él,
equivocada. La idea es, sin embargo, tan sorprenden-
si ustedes busean en los dos recientes dicciona-
rios sobre la obra de Winnicott, escritos por Alexander
Newman (1995) y Jan Abram (1996), no encontrar‘a de lo negativo. La pregunta que se
primera frase
roducci6n, Winnicott eseribe: «Este libro es
tuna ampliacién de mi artfeulo de 1951, “Objetos tran-
sicionales y fenémenos transieionales"». Si leemos
este articulo con cuidado, podremos encontrar
De hecho, ese articulo tiene una historia singular. Su
versi6n inicial, fechada en 1951, se convertira, con el,
mismo titulo pero con modificaciones, en el primer
capitulo de Realidad y juego. Bl articulo de 1951 apa-
recié en 1971 como primera seceién del capitulo, bajo
el titulo «Mi primera hipotesis», a la cual se agrega-
ron dos nuevas secciones, tituladas «II, Una aplica-
cién de la tooria» y «III. Material clinico: aspectos de
la actividad de la fantasia», en las que interviene la
nocicn de lo negative. La seccién II habia sido objeto,
de dos publicaciones separadas, en 1960 y 1965; esta
seccién comienza con unas lineas introductorias so-
lidas de una subseccin: «Psicopatologia que se ma-
fiesta en el ambito de los fenémenos transiciona-
les». El comienzo de esta subsoccién modifica en for-
ma sustancial las tiltimas lineas del ay ilo de 1951-
1953, en el cual Winnicott habfa escrito inicialmente
acerca de la aplicacién de sus ideas en psicopatologia
citando diversas afecciones: «Adiccion, fet
suprimen estas aplicaciones y Winnicott poi
toen la separacién y la pérdida. Introduce la idea de
una tolerancia limitada a la separacién respecto del
objeto madre,
Prosigue con un ejemplo clinico titulado «El cor-
La seceién Il de Realidad y juego finaliza con una
nota agregada en 1969» que se incluye en este nuevo
contexto, y publicada péstumamente en el libro,
34
Gran parte de loqu
material el
presente en el texto de 1951, antes de que
plicita de lo negativo se desarrollara y fuera integra-
da en este articulo que hizo escuela, Se
material clinico muestra «cdmo el sentit
grar la autoexperiencia». Aq
tas alo negativo estén en
patolégica. Sin embargo, enel arifculo, otro
de la nocién estan ligados, en mi opini
de Winnicott sobre el desarrollo normal y
cuentra al comienzo del capitulo tai
versién de 195.
Por ejemplo, definir al objeto transicional como
“posesién no-yo» es considerar el concepto de objeto
desde un éngulo diferente, privéndolo de sus habitua-
les connotaciones positivas, ya sea como objeto que
satisface una necesidad o un deseo, ya sea como obje-
to fantaseado, Aqui, el objeto es definido como un ne-
gativo del «Yo», lo cual tiene muchas implicaciones en
lo tocante a la omnipotencia. Distinguir, como Winni-
cott hace, el primer objeto de la primera «posesién no-
yo» amplia nuestro pensamiento, sobre todo si esta
experiencia se sitia en una zona intermedia entre dos
partes de dos cuerpos, boea y pecho, lo que va a crear
tun tereer objeto entre ellos, no sdlo en el espacio real
que los separa, sino también en el espacio potencial
de su reunion tras su separacién. Ademds, dado que
esto implica la idea de algo que no esta presente, nos
encontramos nuevamente con otra significacion de lo
negativo. Esta noeién de objeto -tervero» tiene aplica-
cién en la situacién analitica. He Propuesto que se
comprendan los intercambios entre Paciente y analis-
ta, 0, en otros términos, entre transferencia y contra-
36transferencia, como dando origen a un «tereero ana-
Iitico», producto especifico del andlisis (Green, 1975).
Esta idea fue posteriormente desarrollada por Ogden
(1994) y Gabbard (1997).
La creacién del objeto transicional es importante:
«No se trata tanto del objeto utilizado como de la ut
zacién del objeto». Winnicott alude aqut ala parai
que encierra esta utilizacién, paradgja que, como di-
ce, no debemos intentar resolver, sino aceptar, tolerar
y respetar. Apenas se ha prestado atencién a la tole-
rancia a lo negativo que implica esta paradoja, tal co-
mo lo meneiona en la seccién sobre el simbolismo.
Winnicott eseribe: «Que este objeto no sea el pecho (0
la madre), aunque sea real, es tan importante como
que esté on lugar del pecho (ode la madre)». Cabe des-
tacar, en la misma seecién, una expresién may signifi-
cativa: al oponer fantasfa y hecho, objetos interno y
externo, ereatividad primaria y percepcién, precisa
que el término «objeto transicional- se refiere al sim-
bolismo en el tiempo. Describe asi el viaje del behé, de
Jo puramente subjetivo a la objetivided: «Me parece
que el objeto transicional (la punta de la coleha, el os0
de peluche, ete.) es lo que percibimos del viaje que
marea la progresisn hacia la experiencia vivida» (las
bastardillas son mias)
En lugar de centrarme en los términos opuestos
—como estaria tentado de hacer todo lector impacien-
te de Winnicott—, o incluso en el espacio entre ellos,
llamo la atencién de ustedes sobre la idea de viaje;
volveré sobre esto mas adelante. El viaje expresa la
cualidad dinamica de la experiencia, que implica un
movimiento en el io, ligado al tiempo. Me atre-
veré a decir que Winnicott desarrolla aqui una alter-
nativa a la teoria freudiana de la pulsion que incluye
nisma dimensién dindiica y el mismo cambio en
ppacio en cl rocorrido desde ia fuente hasta el obje-
Recordemos: el espacio transicional no es simple-
mente «entre dos»; es un espacio donde el futuro obje-
to estd en trénsito, trénsito al término del cual toma
posesién de un objeto, creado en la proximidad de un,
objeto extemo real, antes de haberlo alcanzado.
‘A partir de esta concepcién del desarrollo normal,
el trabajo de Winnicott se centrard progresivamente
en otra concepeién de lo negative. Hasta ahi, lo nega-
tivo era una cualidad inherente al funcionamiento
psiquico; por ejemplo, la posesién no-yo, la paradoja
de no ser y también de ser el pecho y, al mismo tiem-
po, ser un sustituto de él, no ser un objetointerno 0 ex-
temo, sino una «posesiém», ete. Apartir de ahi, Winni-
cott describiré casos patolégicos que necesitan un
enunciado complejo».
« bebé puede emplear un objeto tran:
el objeto interno esta vivo, es real y s
bueno (no demasiado persecutorio}
de este chjeto interno dependen de la existeneia, del ca-
acter vivo y del comportamiento del objeto externo, Si
este da prueba de cualquier carencia relativa a una fun:
nal se encuentra, tambien él, desprovisto de toda signi-
ficacién» (las bastardillas son mia)
Enel articulo de 1951, Winnicott da el ejemplo de
dos hermanos, E] mayor, X, no consiguié crear un ob-
jeto transicional. Tiene un apego precoz y persistente
‘ala madre misma: aunque haya adoptado un conejo
(un juguete), este objeto nunca tuvo la cualidad de ob-
jeto transieional. Lo significativo no es, pues, sélo la
presencia o la ausencia de un objeto que semeja un
objeto transicional, sino la presencia o la auseneia de
los signos que lo caracterizan como tal. Winnicott ha
ance notar que este hermano nunea se cas6, E] menor, ¥,
se chupé el pulgar, no tuvo dificultades de destete,
adopté la manta, se hizo cosquillas en la neriz.con si
lana, inventé palabras para nombrar & su manta y
ahora es padre de familia. Ambos son -normales», pe-
ro las diferencias son notables. Estas observaciones
abren la via a las seceiones que se agregaron al ar-
tioulo en la versién de Realidad y juego, dedicadas a
la psicopatologia. Contrariamente a lo que eseribié on
laversicn de 1951, donde la nocion es apenas mencio-
nada, en este momento Winnicott parece comprender
la importancia primordial de la ausencia de la zona
transicional en la psicopatologia. Escribe:
«Cuando la madre se ausenta durante un perfodo supe-
rior a cierto limite medido en minutos, horas o dias, el
recuerdo de la representacién interna se borra, Al mis-
mo tiempo, los fenémenos transicionales pierden pro-
gresivamente toda significacién y el pequetioes incapaz.
de experimentarlos. Asistimos entonces a la desir
dure del objeto» (las bastardillas son mia).
Esta desaparicién de la representacién interna es
Jo que yo relaciono con la representaci6n interior de lo
hegativo, «una representacién de la ausencia de re-
presentacida», como digo, que se expresa en términos
de alucinacién negativa o, en el terreno del afecto, en
términos de vacfo 0, en menor grado, de futilided o de
pérdida de sentido,
Estas indicaciones preceden al bello ejemplo, con-
movedor y finalmente tragico, del eordel, que no co-
mentaré aqui. La omnipresencia del cordel en el juego
del nifio (un sencillo juego con Winnicott en que este
agitaba un cordel) lo Ilev6 a una conelusién respecto
de su pequeiio paciente, que le comunieé a la madre:
«Expliqué a la madre que su hijo temia la separacion
intentaba negar mediante el juego del cordel, tal
como se niega la separacién respecto de un amigo re-
38
curriendo al teléfono». Esta ex; que la madre
consider6 primero una tonteria, le cuando re-
flexioné. E] cordel era la materializacion positiva de
un vineulo ausente, negativo,
En la nota al pie que Winnicott agregé en 1969 re-
conoce, tristemente, que diez afios més tarde el nifio
no habia podido ser curado de su enfermedad. La re-
negacién de su miedo ala separacién no estaba s6l
gada a la ausencia de su madre cuando esta se halla-
ba hospitalizada, sino también, y mas atin, a la au-
sencia de contacto con ella cuando estaba
presente:
«La madre [,
trataba simplem:
sino de su falta de contacto con
sorbida, como estaba, por cantidad de otras cosas»
En consecuencia, el nifio ya no soporto mas ser se-
parado fisicamente de su madre.
Llegamos ahora a la idea més explicita de lo nega-
tivo, en la ultima sercién del capitulo. Hasta aqui, te-
famos que deducir esta noci6n del texto, Ahora, como
veremos, la nocién sora expuesta abiertamente,
Winnicott presenta el contenido de wna sola sosién
con una paciente adulta. Esta paciente comienza re-
tando un suciio enel cual sw actual enalista es visto
mo una mujer avara y dominante, lo eval la hace
jorar a un analista anterior, al que ve bajo el aspecto
una figura masculina. Fantasea intensamente
motivo de angustias catastroficas ligadas a via-
) sobre la imposibilidad en que se halla de prevenir
ras personas acerca de eventuales desgracias que
xdrian ccurrirles; ella podria gritar pero nadie la es-
cucharia, porque el objeto esta siempre fuera de al-cance. Winnicott escribe: «Gran parte del material, en,
concernfa a la aparicién del lado negati-
vo de las relaciones». Esto incluia la experiencia de la
paciente como nifia y experiencias con sus propios
hijos, de quienes habia tenido que separarse por unas,
vacaciones. A su regreso, le habian dicho que uno de
ellos habia lorado durante cuatzo horas. Winnicott
interpreta esta situacién como traumatizante, porque
es imposible explicar a un nitio de dos afios, oa un ga-
to, la ausencia de la madre, Esto conduce a una expe-
riencia en la cual, desde el punto de vista del bebé, la
madre esta «muerta». Al cabo de cierto limite de tiem-
po, en efecto, la madre, ausente o presente, estd deii-
nitivamente muerta; dicho de otro modo, cs imposible
restablecer un contacto cuando regresa. «Eso es lo
que la palabra “muerta” significa», escribe Winnicott.
Su trabajo es aqui muy afin al mio cuando deseribo a
«La madre muerta» (1980). Es importante relacionar
dos extremos, que son diametralmente opuestos: «La
muerte de la madre cuando esta presente, y su muer-
te cuando no esta en condiciones de reapareeer y, en
consecuencia, de volver a la vida», Diria que la sepa-
raciéa es irreversible, y la tendencia a revivirla, tan
fuerte como la manifestacién de una pulsién en la
compulsién de repeticién.
Durante la Segunda Guerra Mundial, a la edad de
onee a‘ios, la paciente fue evacuada
casa. Olvidé completamente su infa1
partida, siempre se rehus6 a lamar «tio» 0
personas que la recibieron, como Jo hacfan los otros
nifios en sus nuevas familias.
fice Winnicott; «oso
era acordarse, en wna forma negativa, de su padre y
de su madre> (las bastardillas son mias)
‘Todos estos ejemplos de lo negative muestran has-
ta qué punto Winnicott se aproximaba a una nocién a
Ja que nunca tuyo la oportunidad de dar un estatuto
40
teSrieo. Sus lectores tampoco, Todo esto remite a una
falta: ausencia de memoria, ausencia en la mente, au-
sencia de contacto, ausencia del sentimiento de vida;
todas estas ausencias se pueden condensar en la idea
de una falta. Pero, en lugar de referirse a un simple
vacio oa algo ausente, esa falta deviene el sustrato de
Jo que es real. Winnicott dice que lo tinico real es la
falta, «es decir, la muorte, la ausencia o la amnesia».
Cuando la paciente experimenta un importante mo-
mento de amnesia durante la sesién, Winnicott escri-
be: «Resulté que la comunicacién sustancial que yo
debia recibir era que abt podia haber un borramiento,
y que este blanco pedia ser el unico hech
cosa real. La amnesia es real, mientras que lo especi-
ficamente olvidado ha perdido su realidad». Aqui
podemos ficilmente diferenciar lo que fue borrado, 0,
en mi terminologia, sufrié una alucinacién negativa,
de lo que sélo fue olvidado o, con las palabras de Freud,
reprimido,
En un momento de la sesion, la paciente recuerda
que en el consultorio hay una manta con la que se en-
volvié durante un periodo de regresién, Pero ahora
«ya no la usara, porque la manta que no est (puesto
que no la toma) es més real que la manta que el ana-
lista le daria, como ciertamente tuvo idea de hacerlo».
Agregaré que no utilizar la manta es una necesidad
absoluta. Es un hecho sobre el que ella volver’ al final
do la cesién, en el momento de dejar a Winnicott, di-
ciéndole que la manta era sin duda confortable, pero
que la realidad era més importante que el confort. In-
dica también que si se servia de la manta, daria una
sefial de perdén 0 de que habria habido reparacién.
Entonees, la realidad dela venganza se disiparia, Po-
ro esto lo digo yo, no Winnicott.
Finalmente, la paciente lega a la idea de que su
anterior analista (del que tanto se lamenta) tendré
siempre més importancia para ella que el actual
ajcott), Ella reconoce que Winnicott la ha ayuda-
do més, pero confiesa que prefiere al anterior. Pro-
nuncia entonces una de esas frases que, como las de
Freud, parecen decidir una situacién: «Lo negativo de
les mas real que lo positive de usted». En su elabora-
cin, afirma: «Supongo que quiero algo que nunca de-
sapareceria». Bs evidente, pero lo que falta aqui es el
objeto malo que nunca se va. ¥ Ja cosa mala, presi
o ausente, es siempre negativa de dos maneras: en tan-
tomalay en tantonoexistente. Hay coincidencia entre
el juicio de atribucién y el juicio de existencia, La cosa
mala debe estar presente, y si no esta, su ausencia
—asimilada al vacio— deviene lo real, mas real que
los objetos existentes que la rodean. «La cosa real es
la cosa que no esta presente».
Esta paciente tenia muchas dotes intelectuales,
Winnicott le dice que la utilizacion de su intelecto re
fleja el miedo a una deficiencia mental. De hecho, los,
simbolos que utilizaba podian ser reales por un tiem-
po, pero acababan por desdibujarse, Habia razones
para pensar que la aparicién de una esquizofrenia en
su entorno inmediato le habia producide angustia.
Vemos claramente como esta inquietud estaba li-
gada a la agresividad incontrolada y al temor de una
desintegracién, En su lugar, la paciente habia organi-
zado mecanismos para controlar la destruccién. Por
ejemplo, le revela a Winnicott que acostumbraba
arrancarle las patas a una araiia de papel cada dia
que su madre no estaba; una arafia que usaba como
una margarita que se deshoja para saber si se es ama-
do. Por otra parte, est la renegacién de la separacién,
respecto de sus padres. Para culpabilizar a la hija por
quejarse siempre y molestarla, su madre le dijo que,
cuando tenia dos afios y medio, ella la habia escu-
chado lorar todo el tiempo que duré su ausencia, es
decir, mientras estaba a mas de seis kilmetros de
Como no podia admitir que su madre le mintiera,
pensé tal vez que era omnisciente. sintié ade-
mds que no estaba separada de ella, puesto que su
madre todavia la escuchaba. .
La simbolizacion estaba sin duda presente, pero
debia ser comprendida de modo espeeifico, Habia mu
chas pruebas de sus manifestaciones, Pe no
Winnicott dice, la paciente debia, progresivamente,
«dudar de la realidad de ias cosas que ellos (los objo-
tos transicionales, simbolos de la madre y de su fiabi-
lidad) simbolizaban».
Alo largo de su vida, esta paciente habia estado
obsesionada por el temor a perder sus animales, sus
propios hijos, todos sus bienes. Lo formula asf: «Lo
Unico que tengo es lo que no tengo». Com
Winnicott: «Lo negetivo es lo tinico positive
su paciente le pregunta qué creia que dk
respecto, él primero calla y luego le dice: «Permanezeo
en silencio porque no sé qué decir», respuesta quo
satisface a la paciente, probablemente porque el ana-
lista confiesa su impoteneia. Esta respuesta pone de
manifiesto también su facultad de proteger su mente
de la intrusiéa de la paciente, lo que a ella le permite
anularlo,
Este material proviene integramente de una sola
sesin. Ala salida, al dejar a su analista para tomar cl
tren hacia su casa de campo, la paciente propone que
Winnicott la acompaiie hasta mitad de camino. Des-
pués de un momento, la separacién ya no tondria im-
portancia. Inventa, para burlarse, una representa.
cin materaa de Winnicott, a quien imagina en el tren,
cargado de bebés y nifios trepaindosole, vomiténd.
cima, todolo que él se merece, Es evidente que lo uti-
4 para proyectar en él todos los objetos malos que
ella contuvo durante la sesién y que imagina evacuar
después de esta, durante el viaje a su casa de campo.
La paciente termina relatando que, cuando fue
evacuada durante la guerra, se encontré en otro pais
4gdose si sus padres estarian alli. S6lo uno o
108 mas tarde se dio cuenta de que no estaban y
o vesa era la realidad».
jentras preparaba esta conferencia, reeordé que
entre mis notas tenia el material clinico de una sesién
con una paciente, que habia presentado en un semi-
nario sobre el «trabajo de lo negativo», en 1987, mu-
cho antes de la redaccién de mi libro. Volvi a ese mate-
-sidn, tengo que explicar-
Durante el afio en que enseié en el University Col-
lege de Londres, una dama pidi6 verme. Habia asisti-
do a mi conferencia inaugural y recordé que uno de
que yo era una especie de Winnicott francés —cumpli-
do este que estaba lejos de merecer—. La paciente me
dijo que habia estado en tratamiento con Winnicott
durante algunos afios. Poco después de abandonar
esa cura, Winnicott murié, Ella habfa sufrido mucho
por no poder seguir su tratamiento con otro analista,
después de varias tentativas infructuosas,
Habia hecho su primer anélisis cuando era joven, a
costa de muchos sacrificios y grandes esfuerzos, pero
el tratamiento terminé mal, por una reaccién tera-
péutica negativa, Bl analista lo interrampié, cansado
de ella. Antes de encontrar a Winnicott, habia visto a
una cantidad de analistas y terapeutas de todo tipo, a
quienes abandonaba bastante pronto. Finalmente,
habia encontrado a Winnicott; guardaba, evidente-
mente, una impresién extraordinaria de sus encuen-
tros y siempre me deeia: «Nadie como Winnicott», lo
que yo, por supuesto, creia.
‘Tras nuestro encuentro, ella pareci6 deseosa de so-
licitar mi ayuda, aunque ambos sabfamos que un
anilisis propiamente dicho eonmigo no seria posible,
pues viviamos en diferentes cindades. Incluso en la
a4
¢poca en que ensefaba en Londres, yo viajaba todas
las semanas entre Paris y esa ciudad, Después de al-
nas entrevistas, le propuse verla durante alrede-
r de una semana, tres 0 cuatro veces por atio; sabia
we eramuy poco adecuado, particularmente para es-
tipo de pacientes, y que ella sufriria mucho nuestra
paracion, Pero sentia que el contacto que habiamos
rante nuestros encuentros para ayudarla a com.
ender lo que ocurria en ella (Io que ella sentia). De
'as maneras, me parecia imposible rehusarme a
20. Acept6 lo que le proponia, y aquello que yo habia
previsto ocurrié, Dado que ella sufria enormemente
por su enfermedad depresiva erénica y debia aceptar
que yonoestuviera a su lado en esos momentos, le su-
geri que en el fnterin viera a alguien en Londres. In-
tenté ver al colega que le habia recomendado caluro-
samente, pero esto no se pudo coneretar, por toda cla-
se de razones: en parte, a causa de sus sentimientos
muy negativos respecto de dicho analista, pero tam-
'n porque él no aceptaba esa situacién que lo coloca-
posicién de terapeuta sustituto intermitente,
jo que ella no tenia intencion de dejar de verme
Después entendi que me habia equivocado al pro-
poner una solucién que ninguno de ellos estaba dis-
puesto a aceptar. Me llevé un tiempo comprender que
ni paciente era aquella de quien Winnicott habla en.
ltima seceién del articulo «El objeto transicional y
Jos fenémenos transicionales», publicado en Realidad
y juego. Al releer esta seccién, me senti en perfecto
\cuerdo con todo lo que decia, Habia tenido la extra-
\gtin punto de desacuerdo con lo que leia, sino tan
s6lo la pena de que Winnicott no hubiera destacado,105 que me parecen importantes y sobre
Ivers.
anme exponerles el material de una sesion
save con esta paciente, hace una década, quince
os después de la que Winnicott relata en su libro.
La paciente esta muy inquieta por el hecho de ha-
arse sola conmigo, se sobresalta ante el menor ruido,
no soporta el sonido del timbre o del teléfono. Parece
aterrorizada, pero sus reacciones tam! me aterro-
rizan. Se muestra perturbada, mira a su alrededor co-
mo si todo fuera extrafio; se rebtisa a recostarse en el
divénoa sentarse en el sill6n frente a mi, Se sientaen
el divan y da comienzo a su sesién diciendo siempre:
«qDénde estoy? {Qué hora es? Qué hago aqui?>, Des-
pués, tras un silencio, empieza a hablar, «Déjeme con-
tarle un suefio. Mi primer analista viene a visitarme.
Después de un momento, pienso que se va air, pero me
doy cuenta de que no tiene esa intencidn. Entonces, de-
bo enfrentar esta situacién, y me inclino sobre él para
besario». (Se trata del analista cuyo negativo era mas
real que lo positivo de Winnicott. Al comienzo dela se-
sin, pensé que yo podia representarlo, Pero no estoy
seguro de que él fuese para ella verdaderamente un
personaje de sexo masculino.) Contintia diciendo que
después de este suefio yo la habia llamado para decir~
le que podia venir a verme. (Ella habia telefoneado
més temprano para saber si eso era posible, y yo habia
tenido que verificarlo antes de darle una respuesta
positiva.) Hay algo que me hace feliz: es que suspendé
todos mis medieamentos y me siento mucho mejer».
A: No tiene necesidad de medicamentos para venir a
verme»,
P: «Si. Pero, 2qué hago?
A: Continuar algo tal vez».
P; «Ab, si, pienso que es verdad. Pienso que muchos
de mis problemas tienen que ver con una situa
acerca de la cual algo que digo aqui est en relai
08
46
con algo diferente que esté alld lejos, yentre estas dos
cosas hay un espacio en el que ocurr
jar; ir alld lejos y volver. Qué puedo
aca hacia alla” ¥ luego, sobre tod
Estas palabras nos recuerdan lo que W
ce en términos de hechos y acontecimiento:
este caso, ella habla de un estado psiquico que coi
de con su visita. Esto corresponde también a
lo entre Winnicott y yo. Se podria pensar que
asocia el hecho de venir a Paris para verme con el
periodo en que fue evacuada al extranjero. Pero, mas
ain, destaco que la metafora del viaje caracteriza lo
que ecurre en la zona intermedia entre la creat
subjetiva y la realidad objetiva, Su gran preocupacién
era poder encontrar el eamino de regreso; en otros tér-
minos, no estar perdida en med desierto o en
medio del océano. Los griegos tenian ese mismo te-
mor. De hecho, ella pareeia estar perdida en medio de
la nada, sin punto de llegada, Me habia hablado del
riesgo que corrian los nifios de morir durante el viaje
(debido a los ataques de los submarinos alemanes)
cuando eran evacuados al extranjero. Después de per-
manecer alii tres afios, habia cambiado tanto, fisica y
moralmente, que su madre no la reconocié al regre-
tambien la hubiese perdido.
«Vivi una experiencia interesante: en-
contré a dos amigas que estaban conmigo durante la,
evacuacién. Ellas amaban a mi madre, y una ha:
tne dijo: “;Como me gustaria que fuera mi madre!
era una madre tan terrible, tan horrible, que no podia
entenderlo, Bueno, me dijeron que mi madre no se
comportaba con los hijos de otros como con los pro-
pios; entonces, ciertamente, debié de ser muy dife-
Le digo que esto podia tener algo que ver con
vaquir y sallé», «Puede ser que fuera como si usted no
47estuviera segura de ser la misma persona en los dos
lugares, “aqui” y
i, No tengo recuerdos de antes de mi partida. Pe-
ro tengo la impresién de que, cuando estaba alld, en el
pais de evacuacién, era como si mi corazéa hubiera si-
do arrancado y olvidado, y la vida hubiera continua-
do, Cuando volvi alos quince afios, tenia el cabello on-
dulado, carmin en los labios y Ievaba tacos altos: ella
no me reconocid».
A: Entre los doce y los quince ailos cambian muchas
cosas».
P: «Si, por supuesto, yo tenia mis reglas. Pero eso no
habia cambiado nada para mi. Voy a decirle algo que
estoy segura de que usted ignora: Blizal
acaha de escribir un libro y se presenté en la televi-
sin, Perdid dos “stones” [alrededor de 13 kilos] y sus-
pendi6 todo: el alcohol, los tratamientos y lo demas.
[Esto me recordé que la paciente habia suspendido los
medicamentos.) Imaginese: tuve un suefio. Durante
Ja guerra, todas las semanas habia un té danzante
donde se invitaba a soldados para bailar. En mi sue-
io, Elizabeth Taylor bailaba con mi madre. Es raro,
{no? Es como sino pudiera dejar a mis padres. Cuan-
déjanos ir, dj
A: «Si, ese es el problema cuando se pierden dos “sto-
nes” (piedras)». Hacfa alusion a las tumbas de sus pa-
dres, sugiriéndole que se trataba de los cuerpos de sus
padres en su propio cuerpo,
P; «Nunca entiendo lo que usted dice», decta siempre
de lo que ella llamaba mis «interpretaciones freudia-
nas», y de su estilo metaférice. «De hecho, cuando
pienso a mi madre en mi, est como petrificada, Y
mas pasa el tiempo, més me enfrento a la necesidad
de aceptar la muerte de mis padres, y més hay algo en,
48
mi que no puede admitir que ya no existen, Es como si
Jos tuviera prisioneros en una especie de purgatorio 0
de limbo». Sus padres habian muerto hacia mucho
tiempo.
A: Me parece recordar que en el limbo estén los be-
és muertos». Ambas, su madre y ella misma, habian
perdido bebés.
P: «Si, los nifios no bautizados
Ella prosigue, evocando su primer embarai
habia terminado en aborto espontaneo, Su
habia tomado muy mal su embarazo,
En la sesion pudimos corroborar también el profun-
do vineulo con su madre, que habia dado a }uz dos ni-
‘hos muertos antes de su nacimiento. Hablando de su
propio hijo muerto, dice que nunca podré considerar que
ya no existe, Nuevamente, el duelo es imposible. En-
tro olla y el muerto hay una persecucién mutua,
P: «Tengo la impresién de que todo mi problema es
tuna cuestion de espacio y de tiempo. Pero estoy un po-
comejor, porque ya no me aferro amis terapeutas pa-
ra que me hagan mejorar; comprendi que ya no hacia
falta pedirles eso. Sin embargo, estas idas y vueltas
me plantean un problema. No puedo viajar tranquila
porque siempre tengo que asegurarme, cuando viajo,
deque puedo iral bao. Si tengo que hacer un viajeen
un autobuis que no tiene bai, desisto. Toda mi
xién gira alrededor d
hago esto, hago aquello. Sélo asi puedo partir’». Esta
en busca de un lugar en la zona transicional donde po-
Gria depositar partes de su cuerpo, como si el vineulo
entre ella y su madre estuviera siempre ahi. (Winni-
cott hace notar que las heces pueden ser entendidas
como objetos transicionales.)
La comparacién entre las dos sesiones es notable.
Nos sorprenderd ol significativo lugar de la sexuali-
dad en el intercambio conmigo y sutotal ausenciacon
Winnicott. Bsto no'se debe simplemente a una difex