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Universidad de La Sabana

Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas

Seminario de Filosofía y Cristianismo

Miguel Esteban Bohórquez Velandia

Parcial Primer Corte

1. Explique el concepto de la atención conjunta considerando el tipo de fenómenos que


este concepto busca explicar:

La atención conjunta es un fenómeno de cognición social que tiene como tesis el hecho de
que la presencia de otro transforma mi manera de estar en el mundo, es decir, que al dirigir
mi atención hacía un objeto, al mismo tiempo que otro sujeto, cambia mi percepción del
mismo e incluso la manera en que me comporto respecto al objeto. Es un concepto que
pretende explicar fenómenos como la diferencia con la que los autistas se relacionan con el
mundo, pues no pueden entrar en episodios de atención conjunta y por lo tanto presentan
conductas sociales distintas a las del común, como el hecho de no mantener contacto visual
o reconocer al otro como un igual. Es así como la atención conjunta resulta vital para
explicar el fenómeno de la experiencia, pues no existe una experiencia puramente
individual, sino que cada experiencia humana posee un carácter relacional pues ocurre en
un escenario comunitario. Por lo tanto, es posible que mediante la atención conjunta
emprendamos proyectos en conjunto o realicemos acciones juntos, como jugar un partido
de fútbol, en donde varios individuos dirijan su atención de manera conjunta al balón y
coordinen sus movimientos para anotar un gol.

2. ¿En qué se diferencian el amor y la amistad de acuerdo con Tomás?:

“La amistad consiste en la concordia de la voluntad más al fin que a la misma cosa querida”
(Cuestiones Disputadas sobre la Verdad, q. 23, a. 8). Tomás nos dice que la conformidad de
voluntades es lo que constituye verdaderamente la amistad, y en la medida en la que estas
voluntades tiendan a un fin bueno los sujetos se alegrarán e incluso labrarán un camino
virtuoso para acercarse a ese fin. No se pone un acento tan grande en los sujetos que son
amigos, sino que se hace énfasis en el fin que ellos buscan, como el doctor que prefiere
negarle vino a su amigo enfermo para que se mejore antes que satisfacer el deseo de beber
del enfermo, pues esto lo podría perjudicar. La amistad es, entonces, la unión de voluntades
hacía un fin bueno que haga felices a ambos sujetos, y esto va de la mano con un lazo
afectivo que comparten para llegar a dicho fin; se podría definir como un estado al que se
llega trabajando en equipo. El amor, en cambio, pone su acento en el amante y el amado,
aunque no deja de poner peso en el fin que ellos buscan; es así como el amante desea el
bien del amado incondicionadamente, por lo que el amor es más un acto de da voluntad que
vela por el bien del amado más que una unión de voluntades en aras de un fin. Este acto de
la voluntad es perfectible, pues puede perfeccionar mi vida al unirme con los demás y
unirme conmigo mismo, lo cual se da velando por el bien de los otros y el propio.
Ciertamente el fin sigue siendo importante, pues el bien del otro o el propio son fines
buenos, pero se pone más peso en la relación de los sujetos con el otro o consigo mismo.

3. ¿En qué consiste la unión de amistad con Dios? Mencionar tres rasgos:

La amistad con Dios consiste en una apertura de mi ser hacia Dios y en la aceptación de su
voluntad como un bien que debo seguir. Es por eso que un primer rasgo constitutivo de la
amistad con Dios es que la voluntad humana se vuelve un reflejo de la voluntad divina: en
la medida en que me hago amigo de Dios mi voluntad se perfecciona y de ese mismo modo
participo de la perfección divina, por lo que podría encontrar una similitud notable entre mi
voluntad y la divina. Eso nos conduce al segundo rasgo de esta relación y es que para que
halla amistad es necesario que las voluntades tiendan a un mismo fin, una unión del querer
que cuando logra su objetivo produce agrado y placer; pues al conformar mi voluntad con
la de Dios, que es sumamente bueno, conformo mi voluntad hacia el bien y eso me produce
gozo. Ahora bien, un tercer rasgo constitutivo de la unión de amistad con Dios es que es
una unión completamente libre: aunque los humanos tienden naturalmente a Dios, estos
tienen la capacidad de elegir quererlo o no; es así que el deseo se vuelve algo necesario
para fundar esa amistad divina, es decir, quien decida querer a Dios debe moldear sus
deseos mediante el ejercicio de la virtud, como si fuese una técnica que debe dominar y así
será capaz de cumplir los deseos del amado.
4. ¿Cuál es para Tomás el fin de la amistad con Dios?:

Dios desea el bien de las creaturas, y por eso desea que lo amen; pero el amor debe ser una
elección libre que lleve a actos que exterioricen ese amor, por ejemplo, la confesión y el
arrepentimiento son actos que demuestran que hay una amistad. Sin embargo, el amor no
solo se ve en los actos, sino que detrás de todo acto hay también un fin, así pues, Dios
quiere ser el fin de los humanos, pues él es el sumo bien. Es lo anterior lo que constituye el
fin de la amistad con Dios: el bien, que no solamente implica una serie de actos que
indiquen que soy amigo de Dios, sino que implica toda una aceptación y conformación
respecto a su voluntad. Dios desea que los humanos acepten su voluntad y su proyecto:
“por parte de la razón del querer o por parte del fin, como cuando alguien quiere algo
porque lo quiere Dios, y esta conformidad es según la causa final” (Cuestiones Disputadas
sobre la Verdad, q. 23, a. 7). Entonces la amistad con Dios conduce al bien, pues Dios es
causa final para los humanos y ellos hallan en él su felicidad y su gozo.

5. ¿Está de acuerdo con la concepción aristotélica/tomasiana de la amistad?:

Sí estoy de acuerdo, pues considero que la amistad debe de tener un fundamento metafísico
más complejo que el deseo aleatorio que sería una pasión, un padecimiento que no emana
de mi ser, sino que es infundido por elementos externos. La concepción
aristotélica/tomasiana proporciona ese fundamento, en especial Santo Tomás tiene en
cuenta que la amistad debe tender hacía un fin y que esta ha de ser una elección libre por
parte del ser humano. Así pues, yo no recibo un estímulo externo que me empuja a ser
amigo de Dios, sino que soy yo quien decide aceptar la amistad con Dios; además todo esto
ocurre dentro de una estructura teleológica de la realidad, en la que Dios es el fin ideal al
que deben tender los humanos, por lo que el hecho de que hallen en la conformación de sus
voluntades con la de Dios su felicidad tiene una razón de ser legítima. Esto les da una
ventaja y robustez a estas concepciones por sobre otras que, o bien, conciben a la amistad
como una pasión, o, no poseen un sustento metafísico para la alegría que produce la
amistad.
6. ¿Por qué sería legítimo apelar a la atención conjunta para explicar la unión de
amistad con Dios?:

Porque son fenómenos similares. En la amistad sujeto A y sujeto B conforman sus


voluntades para dirigirse a un mismo fin. Por su parte, en la atención conjunta sujeto A y
sujeto B dirigen su atención a un mismo objeto. Por lo tanto, la atención conjunta puede
añadir aspectos a esa concepción teleológica de la amistad, como la necesidad de apertura
por parte de los sujetos para con el otro o también que se pueda concebir la voluntad divina
como un proyecto común que el ser humano va realizando de la mano de Dios. La atención
conjunta añade un sentido cognitivo en la interacción amistosa entre el humano y Dios, por
ejemplo, en la oración sé que debo de tener en cuenta la voluntad divina y que la presencia
de Dios debe influir en mí en el sentido en que debo procurar pedir lo que esté de acuerdo a
la voluntad divina y así mismo velar por desear lo que Dios desea. La presencia de Dios
debe de ejercer un cambio en mi deseo de un fin, cambia mi deseo al deseo de Dios para
que yo pueda desear el bien objetivo y no aparente; en esencia, la presencia de Dios cambia
mi manera de hacer oración, cambia mi manera de desear, cambia mi manera de estar en el
mundo. Asimismo, la amistad con Dios impregna todos los aspectos de mi vida al tener en
cuenta que mi conciencia de su presencia afecta mi deseo y lo debe conducir hacía el bien;
desde las acciones pequeñas hasta las que resultan trascendentales, en todas ellas la unión
de amistad con Dios debe ejercer un papel transformador.

Referencias

 Tomás de Aquino, Cuestiones disputadas sobre la verdad, q. 23. a. 7-8

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