Download as pdf or txt
Download as pdf or txt
You are on page 1of 3

máxima de la escuela cubana

de ballet –estilo y metodología


BALLET de prestigios universales den-
tro de la danza clásica–, y la

ALICIA, principal fundadora del Ballet


Nacional de Cuba, conjunto de
fama mundial.
Refiriéndose al arte de Alicia

la Artista Nacional Alonso dijo el crítico argentino


Luis Ángel Torres: “Su técnica
ha desafiado siempre todas las
Personalidad indiscutible en la historia de la definiciones posibles. Nunca
se había visto bailar así y sin
danza y una de las figuras emblemáticas embargo, a pesar de esa per-
de la cultura cubana. Con su arte hizo del ballet fección, sus interpretaciones
en Cuba una manifestación popular y realizó tenían un equilibrio armonioso
al servicio de la tradición y al
trascendentales aportes en la técnica danzaria estilo de cada ballet”.
La Alonso perfeccionó hasta
Por AHMED PIÑEIRO FERNÁNDEZ*
límites insospechados su téc-
nica danzaria, a la par que rea-
lizó trascendentales aportes al
Museo Nacional de la Danza

desarrollo de la misma en el
mundo, y no se trata solamen-
te de su antológico en dehors,
de su quinta posición –ya tan
mítica, que se suele hablar de
la “quinta Alonso”–, de su agilí-
simo uso de los pies o de la im-
pecable limpieza en su danza
toda que la hicieron célebre; es
que cuando ella bailaba, en la
ejecución de cada paso había
un sentimiento; detrás de cada
movimiento, un significado;
cada gesto estaba cargado de
profunda emoción.
En su baile, la técnica esta-
ba subordinada a la expresión;
y el virtuosismo, a la verdad
dramática (hace poco fue res-
catado un quinetoscopio con
su caracterización de Odile,
con toda probabilidad de una
función ofrecida el 4 de mayo
de 1967, en el hoy Gran Teatro
de La Habana. Más allá de su
“insultante” virtuosismo téc-
nico, y de otras maravillas in-
terpretativas, hay en ese cisne
negro más sensual seducción,
cuando, voluptuosamente, su
pierna pasa depassé a Cou-de-
pied, que en cualquier gesto
facial más o menos provocador
de algunas bailarinas de hoy).
Quizá era este uno de los se-
N el panorama artístico y triz, su maestría estilística y su cretos de su arte, que dio a la

E literario cubano del siglo


XX, Alicia Alonso se des-
taca entre las personalidades
técnica fuera de lo común, que
hacen de ella una de las más
notables bailarinas en la his-
danza teatral, por primera vez,
un personaje en toda su iden-
tidad; y quizá también por eso,
más ilustres, no solo por sus toria de la danza; sino también criaturas tan diferentes como
excepcionales dotes como ac- por haber sido la inspiradora Lissette y Yocasta, Swanilda y
Año 111/No. 22 11
Lizzie Borden, Giselle y Car-
men, Odette y Odile..., resulta-

JORGE VALIENTE
ban en su interpretación cate-
góricamente convincentes.
De los diversos persona-
jes creados por Alicia Alonso,
el papel de la aldeana que se
convierte en Wili, quedó más
que ningún otro asociado a su
nombre. La crítica internacio-
nal la reconoce como la más
grande de todas las Giselle,
sin embargo, en todos los roles
asumidos por ella, ni antes ni
después, nadie ha producido
el efecto –dramático y dancís-
tico– que Alicia lograba. Ese
efecto es el resultado de varias
cualidades, la primera: el mag-
netismo inefable de su presen-
cia escénica, tan potente, que,
aún sin danzar, resultaba casi
imposible desviar la mirada de
sobre ella. “En el ballet Un re-
tablo para Romeo y Julieta, de
Alberto Alonso –hacía notar un
comentarista– en la escena de
la muerte de Julieta, perma-
necía inmóvil durante varios
minutos. Su impactante perso-
nalidad recababa la atención y
hacía obviar todo lo que suce-
día alrededor suyo”.
En varias ocasiones la he
visto bailar músicas no conce-
bidas para la danza. Al escu-
charlas después en su forma
original, a mi mente viene su
imagen indefectiblemente. Así
me ha sucedido en La Diva, siones, además de enriquecer la gran tradición romántico-
María Callas in memoriam y el repertorio del BNC, integran clásica no ha sido valorado aún
en Canción para la extraña el catálogo de otras famosas en toda su magnitud. Alicia ha
flor, ambos de Alberto Méndez. compañías como los ballets de logrado hacer de los títulos del
Desde entonces, el sexteto de la Ópera de París, de la Ópera siglo XIX algo propio de los
Lucia di Lammermoor o los de Viena, de la Scala de Milán hombres del siglo XX, y entre-
Estudios para piano, Op. 8, y del Teatro Colón de Buenos garlos llenos de fuerza y vitali-
Nos. 1 y 2, de Scriabin, tienen Aires, por citar solo algunas. dad, a los del XXI.
para mí otra connotación. Con su talento, Alicia logró Cuando salía a escena, con
En la extensa carrera ar- penetrar en las grandes crea- ella bailaba Cuba –la Artista
tística de Alicia Alonso, nunca ciones del pasado y recupe- Nacional, como la definió Alejo
una función fue igual a otra. rarlas definitivamente, no solo Carpentier–. No fue hasta sus
Cada actuación suya estaba como intérprete de excepción, triunfos en Estados Unidos,
enriquecida con nuevos mati- sino también como coreógrafa a principios de los años cua-
ces, con nuevas intenciones, y repositora. Un minucioso tra- renta, que mundialmente se
con sutiles detalles de inter- bajo emprendido por ella con empezó a hablar del ballet cu-
pretación, hasta ese momento la coreografía, el estilo y la dra- bano. La Alonso se hizo repre-
ajenos a la escena danzaria. maturgia de varios títulos del sentativa de nuestro país y con
El mérito histórico de Alicia pasado, ha hecho de algunas su arte lo situó, por primera
Alonso se engrandece, además, de sus versiones creaciones vez, en la historia de siglos del
con su labor coreográfica, que hasta ahora insuperables. ballet. Asimismo, aprovechó la
alcanza estatura de paradig- En tal sentido, lo que le debe proverbial facilidad del cubano
ma en la reconstrucción de las el patrimonio de la danza uni- para el movimiento y la inte-
obras del siglo XIX, cuyas ver- versal como conservadora de gró a su danza. Su peculiar y
12 1o de noviembre de 2019
novedosa forma de bailar hizo te, una cosquilla insoportable. comenzado aún. El público,
que críticos y espectadores no- De repente, muy en personaje, que colmaba hasta el último
taran marcadas diferencias en Alicia le propinó un manotazo asiento, comenzó a impacien-
el sentido del ritmo, en el esti- y realizó un movimiento de ca- tare. De pronto salió a prosce-
lo, en el fraseo, en el acento, al beza con el que acarició la cara nio Fernando Alonso y explicó
ejecutar los mismos pasos que del célebre creador inglés con que los músicos de la orquesta
otros bailarines. Sin proponér- un largo penacho de plumas se negaban a tocar si no se les
selo, inició el camino estético que llevaba como tocado; el re- pagaba, por lo que había que
de la hoy reconocida escuela sultado de su “venganza” fue suspender la función. Enton-
cubana de ballet. una delirante ovación de aplau- ces, desde lo más alto del tea-
Cubana hasta el tuétano, no sos y carcajadas. Desde enton- tro se oyó una voz que gritó:
cedió jamás ante empresarios ces, “el plumazo de la Alonso”, ¡que sea sin música, pero que
y directores –a riesgo, incluso, así como la palmada quedaron, Alicia baile!”.
de su propia carrera–, quienes por decisión de Tudor, integra- Ante esa muestra inespe-
insistían modificar su apellido dos a la coreografía. rada de admiración y cariño
auténticamente latino por otro En Cuba, la Alonso hizo del populares, la representación
de sonoridades eslavas. ballet un arte popular y al al- se ofreció, en su totalidad,
El sentido del humor que cance de todos. A partir de la acompañada por un piano.
nos caracteriza –en ella muy fundación del BNC en 1948, y “Cuando Alicia asomó su ca-
agudo–, también se hacía notar. hasta 1956, cuando la compañía beza por la puertecita –apun-
Alicia se divertía mientras dan- se vio en la necesidad de inte- ta Bernardo Rosas–, el teatro
zaba y disfrutaba bromear con rrumpir su trabajo, se presen- se vino abajo con unos aplau-
sus compañeros. En una repre- tó gratuitamente o a precios sos que no tenían para cuan-
sentación de La fille mal gar- módicos en funciones popula- do acabar. Todo el vals lo bailó
dée, junto a Ígor Youskévitch res en teatros, plazas públicas, llorando. Esa fue su Swanilda
como Coiin, su picardía llegó al estadios y anfiteatros. A una de más exuberante”.
punto de regarlo “de verdad” esas funciones corresponde la Después del triunfo revolu-
en la primera escena, ante la siguiente anécdota, que habla cionario, la Alonso llevó el ba-
sorpresa del bailarín y la hila- por sí sola de la hermosa re- llet a escuelas, talleres, fábri-
ridad de los espectadores. Otra lación que la artista estableció cas, unidades militares y a las
de sus simpáticas ocurrencias con el público: más intrincadas zonas rurales,
fue bailando el “Adagio de la “Mantener la compañía posibilitando a todos el disfru-
Rosa”, de La bella durmiente, no era cosa fácil –recuerda te del arte coreográfico.
con el Ballet Theater. Por esa el tenor Bernardo Rosas, Hace cuatro años que Ali-
época, la Alonso solía llevar admirador y amigo de la bai- cia Alonso dejó de bailar. La
con bastante frecuencia el per- larina–. El gobierno ofrecía fascinación que despertó en
fume Crépe de Chine, y sus co- una ridícula subvención que cada una de sus apariciones
legas siempre la elogiaban por no alcanzaba para nada y se escénicas, me hace creer que
ese olor. En una función, tuvo necesitaba dinero para todo: en cualquier instante las car-
la idea de frotar ajo macerado para alquilar el teatro don- teleras de los teatros anuncia-
sobre sus manos antes de sa- de se ofrecían las funciones, rán nuevamente su nombre
lir a escena. Recuérdese que el vestuario y los decorados; como intérprete. Sus prime-
en ese fragmento del ballet, para pagarle a los músicos de ras actuaciones profesiona-
cuatro príncipes pretenden a la orquesta y a los miembros les tuvieron lugar en Estados
la princesa Aurora y bailan con de la compañía. Un grupo de Unidos en 1938, en comedias
ella obsequiándole rosas, al admiradores de Alicia hacía- musicales. En 1940, se incor-
mismo instante que besan su mos lo que podíamos para poró al Ballet Theater, don-
mano. ayudar al sustento del Ballet. de inmediatamente tuvo a su
En otra ocasión, interpreta- Entre otras cosas, vendía- cargo pequeños papeles. Tres
ba el papel de “La Diosa de la mos fotos de ella en el vestí- años después, al debutar en
Danza de Milán”, más conoci- bulo de los teatros y el dine- el personaje titular de Giselle,
do como “La bailarina italia- ro que recaudábamos se lo comenzó una de las carreras
na”, en Gala Performance, de entregábamos para cooperar. más impresionantes de todos
Antony Tudor. Su personaje, Un día –era muy a principios los tiempos. Hasta el día de
aunque debe hacer reír, tiene de los años cincuenta, se ofre- hoy no ha habido, no ya quien
que permanecer muy serio en cía en matinée Coppelia, con la supere, ni siquiera quien la
todo momento. En medio de Alicia como Swanilda, y Enri- iguale. Ella es, en la historia
una representación, el propio quito Martínez como Franz, danzaria del siglo XX, un fenó-
coreógrafo, quien asumía uno en el Teatro Nacional [hoy meno único e irrepetible.
de los roles principales mascu- Gran Teatro de La Habana].
(*) Este texto se publicó original-
linos, comenzó a susurrarle La función estaba programa- mente en una edición especial co-
frases chistosas, mientras que da para las 10:00 a.m., y a las rrespondiente al primero de enero
le provocaba, disimuladamen- 10:30, más o menos, no había de 2000.

Año 111/No. 22 13

You might also like