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NICOLE VIOLA

ID: 1085879
TAREA III. ANÁLISIS DE LECTURA
Cap. VIII
DERECHO DE LOS TRATADOS

El Derecho de los Tratados Internacionales se define como el conjunto de normas


jurídicas internacionales que determinan el orden de la celebració n de los Tratados
Internacionales, las condiciones de su validez, su entrada en vigor y su terminació n. Su
origen principal es la costumbre internacional. La Convenció n sobre el Derecho de los
Tratados que trata todo lo referente a esta rama del Derecho Internacional fue
aprobada en la Conferencia de las Naciones Unidas de 1969 en Viena y entró en vigor
el 24 de enero de 1980. El derecho de los tratados abarca todos los tipos de Tratados
Internacionales, independientemente de su forma y denominació n del objeto que
regulen, o el procedimiento de su celebració n.

La Convenció n sobre el Derecho de los Tratados concreta al tratado como “un acuerdo
internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho, ya consté
de un instrumento ú nico o en dos o má s instrumentos conexos y cualquiera que sea su
denominació n particular”. Se ha discutido que esa definició n solo abarca los tratados
celebrados por Estados y no aquellos concluidos por otros sujetos de derecho
internacional y excluye un elemento esencial que es que todo tratado debe estar
destinado a producir efectos jurídicos entre las partes contratantes.

Un tratado internacional es “un acuerdo celebrado por escrito entre sujetos de


Derecho Internacional regido por el derecho internacional y llamado a regular sus
relaciones mediante la creació n de derecho y deberes mutuos”. Los tratados se
clasifican de diversas formas. A veces se parte de un punto de vista formal y de un
punto de vista material, o se pueden combinar ambos criterios. De estas
clasificaciones se destacan las siguientes:

1. De acuerdo con el nú mero de participantes, los Tratados se diferencian


en bilaterales o multilaterales, dependientemente de si participan dos o
varios Estados respectivamente en su celebració n. La mayoría de los
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tratados son bilaterales. Con el desarrollo de la colaboració n
internacional, aumenta el rol de los tratados multilaterales.
2. Desde el punto de vista estrictamente formal, los tratados pueden ser
abiertos o cerrados. Los tratados cerrados restringen el acceso a otros
posibles participantes. Ejemplo de un tratado cerrado es el Tratado de
1959 sobre la Antá rtica, mientras que los abiertos son aquellos que
admiten la adhesió n de otros Estados. La Convenció n de Viena sobre el
Derecho de los Tratados declara que “los Tratados multilaterales que
versan sobre la codificació n y el desarrollo progresivo del derecho
internacional o cuyo objeto y fin son de interés para la comunidad
internacional en su conjunto deberían estar abiertos a la participació n
universal”. Aquí se podría incluir al tratado sobre la No Proliferació n de
las Armas Nucleares.

No está una clasificació n generalmente aceptada de las denominaciones de los


tratados. Actos jurídicos idénticos en su forma y contenido suelen llamarse unas veces
tratados y otras veces convenciones o acuerdos. En la prá ctica internacional está n
denominaciones de acuerdos que poseen los elementos esenciales de un tratado
internacional, entre ellos: pacto, Carta, Declaració n, Memorá ndum, Estatuto, entre
otras. Es ineludible advertir que algunas denominaciones como resultado de su
empleo prá ctico llegan a ser permanentes para determinados tipos de tratados.

El derecho internacional no tiene detalles de có mo los tratados deben


celebrarse. Ordinariamente, forma todo un proceso que puede incluir varias etapas.
Cada tratado pasa por etapas como la negociació n y adopció n del texto del tratado y
una u otra forma de manifestar su consentimiento para obligarse por un tratado.
Puede ser un procedimiento tradicional o simplificado. La capacidad para celebrar
tratados tiene que ver con la personalidad internacional. Lo cual explica la ausencia de
capacidad de los individuos en ese dominio. Todo Estado independiente posee
capacidad para celebrar tratados, má s perduran ciertos obstá culos.
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La negociació n comprende el conjunto de operaciones anteriores a la redacció n
del texto del tratado. En un tratado bilateral, la negociació n puede tener lugar en el
marco de discusiones llevadas a cabo entre los agentes diplomá ticos de un Estado y
los representantes de otro. En los tratados multilaterales, las negociaciones
ordinariamente se celebran dentro de una conferencia internacional citada para ese
propó sito. Las personas que van a negociar deben ir equipadas de plenos poderes, que
es la autorizació n concedida por los ó rganos correspondientes del Estado. La
estructura de un tratado consiste en: un preá mbulo, en el que se destinan las partes
contratantes; una parte diapositiva o parte central, donde se representan los artículos;
y una parte final, donde se contienen las disposiciones referentes a la entrada en
vigor, aplicació n y terminació n del tratado.

Es decir, la relació n jurídica entre la parte que formula la reserva y la que acepta
versará sobre todas las demá s disposiciones del tratado no objeto de reserva.

Para la interpretació n de los tratados internacionales se puede acudir a diferente


medio que han sido consagrados en la prá ctica internacional.

El Art. 32 de la Convenció n de Viena señ ala algunos medios de interpretació n


complementarios, en particular a los trabajos preparatorios del tratado y a las
circunstancias de su celebració n, a los cuales se puede recurrir cuando el estudio del
contexto del tratado deja de revelar un significado claro o produce un resultado
irrazonable.

EL TERRITORIO DEL ESTADO

Esta no es má s que la zona donde se ejerce la soberanía del Estado. Verdross


dice que “el territorio estatal es má s bien el territorio sobre el cual el Derecho
Internacional reconoce a un Estado la soberanía territorial”; y Tunkin nos dice que “el
territorio del Estado es la parte de globo terrá queo que se encuentra sometida a
soberanía”. Uno de los elementos de la soberanía es la soberanía territorial, la cual
indica que, en los límites del territorio, las autoridades del Estado disponen de la
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plenitud y de la exclusividad de la competencia jurídica. La plenitud de la competencia
es el derecho del Estado de determinar la naturaleza y el alcance de las competencias
que él ejerce sobre su territorio.

La Convenció n sobre el mar territorial normaliza el régimen de la delimitació n


inicial del mar territorial, donde se marca que “la línea de base normal para medir la
anchura del mar territorial es la línea de bajamar a lo largo de la costa, tal como
aparece marcada en las cartas a gran escala reconocidas oficialmente por el Estado
ribereñ o”. No obstante, en los lugares donde la costa tenga profundas aberturas y
escotaduras o donde haya franja de islas a lo largo de las costas puede ser adoptado el
método de líneas de base rectas.

Las relaciones entre ribereñ os, entre ribereñ os y estados terceros, relaciones
sobre los diversos usos del río, han sido concertadas de modo variado segú n la época
o el río considerado, en cargo de la evolució n técnica y política. A partir de las
disposiciones de muchos acuerdos, se pueden formular los siguientes principios del
régimen jurídico internacional de los ríos internacionales:

1. Cada estado ribereñ o ejerce su soberanía sobre la parte del río que corre por su
territorio.
2. El Estado ribereñ o regula mediante acuerdos todas las cuestiones ligadas con
la utilizació n de tal río en sus intereses comunes.
3. Ningú n Estado puede utilizar las aguas de los ríos internacionales en una forma
que sea perjudicial para los intereses de otros Estados ribereñ os.
4. La solució n de la cuestió n sobre la libre navegació n por los ríos internacionales
a las embarcaciones de todos los Estados entra plenamente en la competencia de
los Estados ribereñ os.
A las vías acuá ticas artificiales que conectan a dos mares denominados canales
internacionales. Radica gran importancia en la navegació n internacional y su régimen
se determina por los tratados entre los Estados en cuyo territorio está n situados y los
Estados que los usan. Los principales canales internacionales son los de Suez, Panamá
y Kiel.
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El Canal de Suez está situado en el territorio egipcio y conecta los mares
mediterrá neo y rojo, creando la ruta má s corta entre Europa y la cuenca del Mar
Índico. El régimen del Canal de Suez fue definitivo por la Convenció n de
Constantinopla de 1888, donde se establecía la libertad de trá nsito, la neutralizació n
del canal en tiempo de guerra, la prohibició n de construir fortificaciones en tiempo de
guerra, entre otros. La neutralizació n no se conservó cuando se creó el Estado de
Israel, pues Egipto impedía el pase de barcos israelitas y de embarcaciones con
destino a dicho Estado. Debido al conflicto con Israel, el Canal de Suez sufrió un largo
tiempo sin utilizar desde mediados de 1967 hasta 1973, cuando las dos riberas del
Canal fueron reforzadas por Egipto e Israel y, finalmente, Egipto toma control
nuevamente y reapertura el Canal para la navegació n. En otro sentido, el Canal de Kiel,
edificado por Alemania en los añ os 1895-1913, conecta al Mar Bá ltico con el Mar del
Norte. El Canal era agua interior alemana hasta 1919, cuando el Tratado de Versailles
lo abre a barcos mercantes y de guerra de todas las naciones en paz con Alemania.
Este también tenía derecho de cobrar peaje para el mantenimiento del Canal. Por
ú ltimo, el Canal de Panamá se inaugura en 1914, conectando los Océanos Pacíficos y
Atlá ntico, utilizando un sistema escalonado de exclusas que eleva los barcos hasta un
nivel de 85 metros sobre el mar y luego desciende hasta ese mismo nivel, debido a la
topografía de la zona. La libertad de trá nsito por este canal surge como resultado de
tratados bilaterales, entre ellos: el Tratado hay-Pouncefotte de 1901 entre Estados
Unidos e Inglaterra, en el cual se establece que el canal queda libremente abierto
durante guerra y sin discriminació n; y el tratado Hay-Buneau varilla de 1903 entre
Estados Unidos y Panamá , que le concede a EE.UU. el derecho exclusivo, recibiendo
una indemnizació n Panamá , para la construcció n, administració n y protecció n del
Canal, y el uso, ocupació n y control sobre una parte del territorio Panameñ o.

Las aguas interiores son tanto aquellas que se encuentran en territorio


terrestre como aquellas aguas marítimas situadas entre el litoral y la línea de base del
mar territorial, es decir, puertos, radas y desembocaduras de los ríos. En la
Convenció n sobre el Mar Territorial se establece que “las aguas situadas en el interior
de la línea de base del mar territorial se consideran como aguas interiores”. Referente
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a los lagos y mares interiores, cuando los Estados son ribereñ os de estos espacios
acuá ticos, sus aguas son en principio repartidas segú n una línea mediana, bajo reserva
de Convenciones particulares. Por ejemplo, con el Mar Carpio, se divide la superficie
entre la ex Unió n Soviética e Irá n. En cuanto a la desembocadura de ríos que no
forman estuarios, la línea que separa las aguas interiores del mar territorial es la línea
recta trazada a través de la desembocadura entre los puntos de la línea de bajamar en
las orillas.

El espacio marítimo que no está bajo la soberanía de ningú n Estado se nombra


alta mar. La Convenció n de Ginebra de 1958 sobre la Alta Mar declara que “se
entenderá por alta mar la parte del mar no perteneciente al mar territorial ni a las
aguas interiores de un Estado”. El régimen jurídico internacional del mar abierto se
determina por su utilizació n comú n, equitativa y libre por todos los países, en ese
espacio no hay ninguna otra jurisdicció n que la jurisdicció n de cada Estado con
relació n a los buques que navegan bajo su bandera, o con relació n a otros medios
técnicos registrados en cada Estado y explotado por este o sus organizaciones o
ciudadanos en el mar abierto. Esto se puede ver en las instalaciones para extracto de
minerales.

El régimen de la alta mar lo forma el principio de la libertad de este mar, es


decir, todos los estados poseen la libertad de navegació n, de pesca, de tener cables
submarinos y tuberías y de sobre-vuelo. Este ú ltimo no se trata de forma detallada en
la Convenció n de Ginebra. La libertad de navegació n se examina en la misma
Convenció n de Ginebra donde se indica la jurisdicció n del Estado de la bandera. Entre
otras regulaciones de alta mar, cabe aludir las medidas para evitar la contaminació n.
Estas establecen el deber de los estados para colaborar ante el uso de químicos
producidos por el uso de buques de exploració n y explotació n.

Las medidas referentes a la libertad de pesca se determinan en la Convenció n


sobre pesca y Conservació n de los Recursos vivos de la Alta Mar. Aquí, se examina
ampliamente los intereses de los Estados ribereñ os y se recalca la obligació n de
consentirles la participació n en cualquier negociació n tendente a establecer una
reglamentació n sobre la pesca en zonas adyacentes a sus aguas territoriales. Todos los
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Estados tienen derecho a tender cables submarinos y tuberías y los Estados ribereñ os
no pueden impedir que tales cables sean tendidos sobre la plataforma continental
siempre y cuando no impidan o estorben la explotació n de recursos.

En 1967, se propone a la Asamblea General de las Naciones Unidas el estudio


del problema referente a la utilizació n de los fondos marinos y se crea una “Comisió n
para la utilizació n con fines pacíficos, de los fondos marinos y oceá nicos, fuera de los
límites de la jurisdicció n nacional”. La Convenció n de Chicago de 1944 afirma que “los
Estados contratantes reconocen que cada Estado tiene la soberanía completa y
exclusiva sobre el espacio atmosférico encima de su territorio”. Igual se debe
mencionar que la Convenció n sobre el Mar Territorial dispone que la soberanía del
estado ribereñ o se extiende al espacio aéreo situado sobre el mar territorial. Entre las
tres teorías sobre el estatuto jurídico del territorio aéreo está n: el Estado tiene la
soberanía sobre el espacio aéreo; la aprobació n del Estado solo es obligatorio si hay
aterrizaje lo que implica la utilizació n del territorio del Estado; y, por ú ltimo, la
soberanía del estado no estaba sino hasta cierta altura, pero má s allá , se estaría en
presencia de un régimen de libertad. La solució n se confirma por la Convenció n de
Chicago de 1944, en el cual se afirma que el espacio aéreo es libre sobre la alta mar,
sobre la plataforma continental y zona econó mica exclusiva y sobre territorios no
apropiados.

La Convenció n de Paris de 1919 es la primera que trata el tema de la


reglamentació n de la navegació n aérea, donde reconoce la completa y exclusiva
soberanía del Estado sobre sus espacios aéreos y coloca que cada estado se enredaba
a otorgar en tiempo de paz libertad de trá nsito inocente a las aeronaves privadas de
las otras partes contratantes. Aquí se crea la Comisió n Internacional para Navegació n
Aérea (CINA). Las aeronaves civiles diligentes a servicios aéreos regulares deben
adquirir permisos especiales para penetrar en el espacio aéreo extranjero. A la vez, los
estados tienen el derecho para restringir los vuelos sobre sus territorios en el interés
de su propia seguridad, aunque solo en á reas específicas. Sin aprobació n del Estado, se
impiden vuelos de aeronaves militares, aduanas o policía, al igual que aeronaves sin
pilotos.
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Entre los territorios polares está n el del Á rtico y del Antá rtico. El territorio
á rtico es la superficie polar en el hemisferio Norte que abarca islas del Océano Á rtico,
así como los extremos de América del Norte, Asia y Noreste de Europa. Está
compuesto por una inmensa masa flotante y helada donde la apropiació n esa noció n
un poco aplicable. Por otro lado, en el Polo Sur está el Continente Antá rtico, también
denominado Antá rtida, donde hay grandes sectores de su tierra firma que no
corresponde a la prolongació n de las latitudes de los continentes ni de los países
cercanos. El régimen jurídico internacional de la Antá rtida difiere del Á rtico, pues está
fijado por el Tratado de Washington de 1959.

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