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Siempre de Pie, Nunca Rendidos. Los Corteros de Caña de Azúcar en el Valle


del Cauca, Presencia y Luchas (1860-2015).

Book · December 2019

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2 authors, including:

Jose A. Gutierrez D.
Dublin City University
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Siempre de pie, nunca rendidos
Los corteros de caña de azúcar en el Valle del Cauca,
presencia y luchas (1860-2015)

1
De la esclavitud
a La Violencia

Renán Vega Cantor


José Antonio Gutiérrez Danton
Siempre de pie, nunca rendidos
Los corteros de caña de azúcar en el Valle del Cauca,
presencia y luchas (1860-2015)

2
Entre huelgas y nuevas
formas de explotación

Renán Vega Cantor


José Antonio Gutiérrez Danton
Siempre de pie, nunca rendidos
Los corteros de caña de azúcar en el Valle del Cauca,
presencia y luchas (1860-2015)

Renán Vega Cantor


José Antonio Gutiérrez Danton
Presentación

“La historia de las luchas de los trabajadores azucareros por conquistar mejores
reivindicaciones económicas, está llena de páginas escritas con la sangre de quienes
han caído en las heroicas batallas que este puñado de hombres se han visto en la
necesidad de librar en tiempos no muy remotos”.
Sigifredo Beltrán, “Trabajadores de la industria azucarera en pie de lucha”,
Voz Proletaria, mayo 4 de 1967.

“Sus historias son extensas y llenas de testimonios que parecen sacados de otra época,
o de las minas africanas. […] Para describir la situación completa de los corteros del
Ingenio […] se necesitan horas, días enteros de trabajo periodístico. Los hombres
que cortan la caña claman por quien los escuche”.
Carlos Piedrahita, El rostro amargo de los corteros de caña, marzo 12 de 2015. Disponible
en: https://www.lacoladerata.co/

L a idea de escribir este libro sobre la historia de los trabajadores de la


caña de azúcar, con un particular énfasis en los corteros, surgió a raíz de
la gran huelga de 2008, que hizo visible la existencia de miles de trabajadores
que de sol a sol tumban caña, la fuente natural del azúcar y materia prima de
numerosas industrias tan diferentes como la producción de gaseosas y etanol.
Esa extraordinaria gesta de los corteros nos suscitó múltiples interro-
gantes: ¿Quiénes conforman el proletariado azucarero? ¿Cuándo y cómo
se formaron estos trabajadores? ¿De dónde provienen? ¿Cuáles han sido
sus principales acciones de protesta? ¿Por qué razones los ingenios han
mantenido hasta el día de hoy formas de explotación muy similares a las
que existían a comienzos del siglo XX? Esas preguntas fueron, además,
estimuladas por nuestra relación con los corteros, surgidas de las acciones
solidarias con la gran huelga, y fueron ellos mismos quienes sugirieron
originalmente emprender este trabajo. Con estas preguntas en mente, ras-
treamos las huellas documentales de los trabajadores de la caña de azúcar,
para constatar que existe escasa información al respecto, tanto de fuentes
8 Presentación

primarias conservadas como de libros que estudien el tema. Esas lagunas


documentales han demorado la escritura de este libro, pero, finalmente, lo
concluimos. Se lo ofrecemos especialmente a los corteros de caña, a quie-
nes se lo debíamos.

2
Al rastrear la historiografía sobre los trabajadores del azúcar se encuentra
un gran escollo que bloquea la comprensión de su historia e incluso su
reconstrucción: el predominio de una visión apologética, tipo hagiografía
(historia de los santos), sobre los dueños de los ingenios a quienes se pre-
senta como gestores exclusivos de la modernización del Valle del Cauca.
Esto contribuye a explicar, en alguna medida, por qué hasta el momento
no hay un libro de conjunto que aborde la historia de los trabajadores del
sector azucarero, mientras que sí existen historias oficiales de los ingenios,
de sus dueños y de sus realizaciones. Algunos ingenios, desde 1964, cuando
se publicó la primera historia oficial de Manuelita, han patrocinado sus ver-
siones de la historia, con el interés de enaltecer sus propios logros1.
En el mundo académico predominan los estudios sobre empresas y
empresarios, siendo dominante una visión heroica, que le rinde culto a
esos “próceres del dulce”. Incluso, los pocos estudios interesantes, por
su rigor y documentación, incurren en una abierta o velada apología de
los “capitanes del azúcar”, relegando a un segundo plano la violencia, la
explotación y la injusticia que ronda la acumulación de capital en el valle
del río Cauca2.
Esas historias oficiales y apologéticas del empresariado, aunque bus-
can darle una cara amable a la trágica historia del azúcar en el Valle del
Cauca, desconociendo la explotación de los trabajadores como sustento
principal de su auge y expansión, contienen en ocasiones datos e informa-

1 Entre algunos de esos libros pueden citarse los siguientes: Anónimo, Manuelita. Una industria
centenaria, Plazas & Perry, Bogotá, 1964; Oscar Gerardo Ramos, Sembrando bienandanza,
Ingenio San Carlos, s.e, Cali, 1993; Oscar Gerardo Ramos, A la conquista del azúcar, Edición
del Ingenio Risaralda, Cali, 1990; Francisco Uriel Zuluaga et al., Manuelita 150 años, Grupo
Empresarial Manuelita, Cali, 2014.
2 Tal vez el mejor ejemplo esté representado en el libro de José María Rojas, Empresarios y tec-

nología en la formación del sector azucarero en Colombia 1860-1980, Banco Popular, Bogotá,
1983. Esta buena investigación se ve desdibujada por la apología que se hace a los empresarios
del azúcar.
Siempre de pie, nunca rendidos 9

ción importante. Hemos leído esa literatura y aprovechado en cuanto nos


ha sido útil para reconstruir la historia de los trabajadores. Pero nos situa-
mos en una perspectiva distinta, al reivindicar la historia de los de abajo,
los vencidos, los ignorados, los ninguneados y los que forman parte de las
clases subalternas y en esa órbita se encuentran los corteros de la caña de
azúcar. Consideramos que la reconstrucción histórica no se reduce a las
“palabras en una página, ni las andanzas de los reyes y de los primeros mi-
nistros, ni siquiera a los meros sucesos”, sino que la historia es “el sudor,
la sangre, las lágrimas y los triunfos de la gente común, de nuestra gente”3.
Y esa historia, como lo decía el líder obrero inglés del siglo XIX William
Newton, debe tener un objetivo preciso:
Ha de ser nuestra tarea, nuestro deber, conservar fresco el recuerdo de nuestro orden, to-
mar nota de las luchas, señalar las victorias, intentar nuevas conquistas y recoger de los
fracasos los elementos del éxito... veremos entonces que el mundo abarca la civilización
con la mano enorme y áspera del obrero, no con los dedos finos y enguatados del noble4.

Con este presupuesto en mente hemos escrito esta historia de los tra-
bajadores de la caña de azúcar en el Valle del río Cauca, con la esperanza
de que ayude a recuperar una trayectoria de lucha y dignidad y, a partir de
allí, se vaya más allá del reduccionismo que equipara la historia del azúcar
con la vida de los capitanes de la industria. Aspiramos también a que el
estudio de la historia de los corteros, de sus combates, triunfos y derrotas,
sirva como incentivo para asumir los desafios del presente, con la frente en
alto y sabiendo que en otras épocas otros trabajadores han confrontado
el poder de los capitalistas, como parte de la eterna lucha de clases que
caracterizan a la sociedad capitalista, y han propuesto formas organizativas
y de acción, que deben ser repensadas para asumir los retos de en nuestro
tiempo, y no solo por parte de los corteros de la caña, sino por el conjunto
de los trabajadores de Colombia.

3 Jean Saville, citado en Harvey Kaye, Los historiadores marxistas británicos. Un análisis
introductorio, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1989, p. 14.
4 Ibíd, p.14.
10 Presentación

3
Los trabajadores difícilmente aparecen en las fuentes primarias que se con-
servan sobre los ingenios azucareros. En la prensa oficial de la región, por
ejemplo, se impuso la “ley del silencio”, particularmente, en momentos de
estallidos sociales, como en 1975-1976 con la huelga de Riopaila, apenas
nombrada, aunque haya durado seis meses y durante la misma hayan sido
asesinados varios trabajadores. Esto no sorprende, si recordamos que mu-
chas veces los dueños de esa prensa son los mismos propietarios o accionis-
tas de los ingenios, siendo el mejor ejemplo el de El País, de propiedad de la
asociación de empresarios Lloreda - Caicedo.
Por el lado de los trabajadores tampoco se conservan un gran acervo de
fuentes que conserven el registro de sus importantes acciones como sujetos
históricos. Esa información no se ha conservado, en gran medida, por la re-
presión que ha obligado a las organizaciones gremiales a desprenderse de
sus archivos o a destruirlos, por la baja escolaridad de estos trabajadores que
ha dificultado la existencia de prensa (escrita por ellos y para ellos), así como
por la división sindical que predomina en el sector azucarero.
Pese a las dificultades, hemos recuperado información muy diversa, que
nos ha servido para elaborar un libro que actualiza, complementa e intenta
rebasar lo que hasta ahora se había escrito sobre los trabajadores de la caña de
azúcar en textos como Esclavitud y libertad en el Valle del Río Cauca, un libro
de la década de 1970, canónico sobre el tema5. En dicho texto se perfila un
esquema histórico de la población negra del norte del Cauca, y ese aporte ha
sido citado como fuente casi exclusiva del asunto. Reconocemos las contri-
buciones de ese libro, pero era necesario escribir algo que relatara la historia
vivida desde entonces (el libro fue escrito antes de las dos grandes huelgas de
1975 y de 2005-2008), e incorporase nuevas fuentes documentales y enfoques
analíticos. Es, con modestia, lo que hemos intentado hacer y se plasma en
estos dos libros, que ahora ofrecemos a los interesados en conocer parte de la
vida y obra de los corteros de caña, a lo largo de varios siglos.
Hemos consultado fuentes primarias, en donde se encuentran huellas
de la presencia histórica de los trabajadores. También nos ha sido de gran
utilidad las tesis y monografías de grado que versan sobre algún aspecto

5 Mateo Mina, Esclavitud y libertad en el Valle del Río Cauca, Publicaciones de la Rosca, Bogotá,
1975. Una segunda edición fue publicada por la Universidad de los Andes en 2011.
Siempre de pie, nunca rendidos 11

referido a los trabajadores de la caña de azúcar; tesis que se encuentran


arrumadas en los anaqueles de las bibliotecas, soportando la crítica roe-
dora de los ratones. Agradecemos a sus autores por la información que
contienen, que tanto nos ha servido en este esfuerzo.
Otra fuente para reconstruir lo acaecido en las últimas décadas ha sido
el testimonio oral, proporcionado por treinta corteros, quienes tuvieron
una participación protagónica en las luchas de 1959, 1975, 2005 y 2008. Su
aporte vivencial es inestimable para captar y aprehender la atmósfera del
mundo de los corteros, visto por ellos mismos y con sus propias percepcio-
nes y recuerdos. Estos testimonios han ayudado a delinear las concepcio-
nes, costumbres, expectativas, esperanzas e iras de los corteros, así como
sus experiencias organizativas y políticas y han suplido, en alguna medida,
los vacíos que se encuentran en las fuentes escritas.
Como esta obra está destinada a un público amplio, empezando por los
trabajadores de la caña de azúcar, hemos tratado, en la medida de nuestras
posibilidades, de escribir un texto ágil, ameno y comprensible, sin incurrir
en minucias académicas. Para hacerlo posible hemos escrito muchas ver-
siones, en cada una de las cuales fuimos depurando el estilo, hasta llegar a
la versión final que ofrecemos a los lectores interesados.
Nos hemos preocupado porque los libros, a pesar de su extensión y
de la amplitud temporal de la temática abordada, sean atractivos y gratos
al lector y por esa razón los acompañamos con recuadros que presentan
información complementaria que se ha querido destacar, anexos docu-
mentales e ilustraciones, de tal manera que se tenga acceso a las fuentes
visuales, poco utilizadas en nuestro medio.

4
¿Para qué estudiar a los corteros de caña? Esta es una pregunta central,
que atraviesa esta obra de principio a fin. Este podría considerarse, a pri-
mera vista, como un asunto digno de arqueólogos, si se recuerda que en la
actualidad la profesión de cortero de caña se ve amenazada por la meca-
nización del corte. ¿Qué importancia podría tener la reconstrucción de la
historia de los corteros, cuando ellos mismos, en cuanto sujetos, pareciera
que están desapareciendo?
12 Presentación

En principio, se trata de rescatar del olvido a los seres humanos que


han hecho posible la producción de azúcar, una materia prima esencial
en la formación, consolidación y expansión del capitalismo por el mundo
entero. El “rey azúcar” se convirtió en una pieza clave del engranaje de
la acumulación capitalista, con la que se enriquecieron los “barones de la
sacarosa” en diversas épocas; como bien lo dijo el cubano Fernando Ortiz, la
azúcar es la “hija predilecta del capitalismo”. Esta historia de “éxito em-
presarial” se repite con otras materias primas en el capitalismo, como al-
godón, petróleo, oro, caucho… Con el algodón, materia prima de primer
orden en la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII en Inglaterra,
sucedió algo similar a lo del azúcar. La historia que se recuerda es la de los
vencedores, los magnates del algodón, que acumularon fabulosas masas
de capital que los convirtió tiempo después en los primeros capitalistas
industriales del mundo. Y en ese relato de éxito y de “progreso” muy poco
se nombra a los trabajadores de ambos sexos. No obstante:
La planta por sí sola no es la artífice de la historia, pero si la escuchamos con atención
nos relatará las peripecias de las personas, que en toda la superficie del globo, dedicaron
su vida al algodón, desde los tejedores indios a los esclavos de Alabama, pasando por los
comerciantes griegos de las pequeñas poblaciones del delta del Nilo o los bien organizados
artesanos de Lancashire. Fueron su trabajo, su imaginación y sus habilidades las que levan-
taron el imperio del algodón6.

Estas mismas sugerencias son las que retomamos en este libro dedicado
al estudio de los trabajadores de la caña de azúcar del valle geográfico del
Cauca. Las riquezas de los barones del azúcar no hubieran sido posible sin
la labor de los trabajadores, bien fueran esclavos, libertos, agregados de las
haciendas, o asalariados —sometidos a diversas formas de explotación—,
quienes con su capacidad corporal y espiritual valorizaron las inversiones de
los dueños de las plantaciones, haciendas e ingenios. Acceder a esta historia
implica situarse en el plano de los sectores explotados y dominados. Con
esa perspectiva adquiere sentido y realce la vida de quienes de sol a sol han
producido azúcar, y todavía la producen.
Estudiar a este sector de los trabajadores colombianos adquiere signi-
ficado en un momento en que se aplaude el fin de muchos oficios como re-
6 Sven Beckert, El imperio del algodón. Una historia global, Editorial Crítica, Barcelona, 2016,
p. 20. (Énfasis nuestro).
Siempre de pie, nunca rendidos 13

sultado de innovaciones tecnológicas. Detrás de ese anuncio se esconden


viejas-nuevas formas de explotación de los trabajadores, propias de regí-
menes de trabajo forzado, que se combinan con el trabajo asalariado y se
extienden como una mancha de aceite por Colombia y diversos lugares del
mundo. Esta dura realidad laboral no es exclusiva del proletariado cañero,
sino que se ha hecho dominante en las más diversas esferas del trabajo en
el capitalismo, incluyendo trabajos aparentemente sofisticados y especia-
lizados, tales como los que desarrollan los empleados de los call-centers.
En este sentido, estudiar a los corteros de la caña es recuperar una
historia deliberadamente olvidada, pero también mostrar, a través de un
ejemplo concreto, la dura realidad que soportan la mayor parte de los tra-
bajadores en el mundo de hoy, sometidos a la precarización, flexibilidad,
tercerización que han soportado los corteros en las últimas décadas.

5
Al estudiar a los trabajadores de la caña de azúcar nos hemos remitido a
sus orígenes históricos, en el mismo momento del mal llamado descubri-
miento de América, cuando el “Rey Azúcar” se convirtió en un producto
fundamental en el proceso de acumulación de capital y en la esclavización
de millones de hombres de piel negra, que fueron traídos violentamente
desde África a este continente para trabajar en los ingenios y plantaciones
azucareras en el “Nuevo Mundo”.
Este es el punto de partida de esta indagación, puesto que el azúcar,
como uno de los eslabones básicos del capitalismo, vincula historias lo-
cales, regionales y nacionales, con la historia mundial. Lo que aconteció
en el territorio de la actual Colombia en general, y del valle del río Cauca
en particular, debe explicarse en conexión directa con procesos históricos
que discurren más allá de nuestro ámbito geográfico y cultural.
A partir de ese contexto histórico, el libro está organizado en dos vo-
lúmenes, cada uno dividido en dos partes. En el primer tomo, una primera
parte considera la formación de los trabajadores del azúcar en el período
que va desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, centrándose en lo
acontecido en el actual Valle del Cauca. Una segunda parte analiza la mo-
dernización y violencia en el sector del azúcar, entre 1920 y 1959. En el
segundo tomo, una primera parte se ocupa de las grandes huelgas, entre
14 Presentación

1959 y 1976, que estremecieron los cañaduzales del Valle del Cauca. Y en
la segunda parte se estudia lo acontecido en los últimos cuarenta años con
los corteros de la caña y se cierra con el análisis del futuro inmediato que
se vislumbra para estos trabajadores.
Aunque no somos oriundos del Valle del Cauca, e incluso uno de los
autores de este libro ni siquiera nació en Colombia, hemos escrito esta
obra con un sentimiento de solidaridad con los trabajadores de la caña de
azúcar de esa región, convencidos de que sus luchas también son las nues-
tras, las de los trabajadores de diversos sectores de la economía capitalista,
porque tienen mucho que decirnos y enseñarnos. En este camino, hemos
hecho amistad y nos ha enlazado un profundo sentido de hermandad con
muchos corteros que han sido los protagonistas de esta historia que ahora
contamos. Concebimos que “un buen revolucionario tiene que tener un
buen sentido de lo local; quiero decir que, debería conocer y amar el país
y el ‘pequeño país’ en el que trabaje, tiene que cantar en el valle en el que
cultiva, y escuchar sus ecos particulares”7. Hemos intentado escuchar los
ecos de ese pequeño-gran país que es el mundo de los corteros de caña,
con lo que lo caracteriza: dolores, esperanzas, luchas, sueños, expectativas,
derrotas y algunos triunfos, porque esos ecos no son sólo los de ellos, sino
que forman parte de la lucha de los trabajadores de Colombia y del mundo
entero. Al fin y al cabo, como lo dijo José Martí, patria es humanidad.
Bogotá, Bailieborough (Irlanda), septiembre 15 de 2019.

7 Ralph Bates, Siroco, citado en Valentín Ladrero, Músicas contra el poder. Canción popular y
política en el siglo XX. La Oveja Roja, Madrid, 2017, p. 138.

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