Seneca Eplm

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Universidad de Ciencias Jurídicas de Morelos S.C.

TÍTULO TEMA
SÈNECA

TIPO DE TRABAJO
REPORTE DE LECTURA

NOMBRE DEL ALUMNO


ELIKA PAOLA LÓPEZ MIER

NOMBRE DEL DOCENTE


M. EN D. ORLANDO BELLO BRITO

FECHA DE ENTREGA (DIA/MES/AÑO)


04/MARZO/2022

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Universidad de Ciencias Jurídicas de Morelos S.C.

1. Resumen

Séneca Nació el 4 a.C. en Córdoba hoy Córdoba, España. Después de cursar


estudios de Retórica y Filosofía en Roma, Séneca, está profundamente influido por
las enseñanzas de los estoicos, cuya doctrina desarrollaría en sus obras. Al subir
Claudio al trono, en el 41, fue desterrado a Córcega, acusado de adulterio con una
sobrina del emperador. Ocho años más tarde fue llamado de nuevo a Roma como
preceptor del joven Nerón y, cuando éste sucedió a Claudio en el 54, se convirtió en
uno de sus principales consejeros hasta el 62 que se retiró de la vida pública. En el
año 65 se vio involucrado en una conspiración para asesinar a Nerón y se le
condenó a muerte. Ante esto, Seneca se suicidó en roma. Sus obras se pueden
dividir en cuatro apartados: diálogos morales (donde encontraremos “de la brevedad
de la vida”), las cartas, las tragedias y los epigramas.

El libro consta de varios capítulos

I. Exordio

No tenemos poco tiempo, sino que perdemos mucho. Bastante larga es la vida que
se nos da y en ella se pueden llevar a cabo grandes cosas, si toda ella se empleara
bien; pero si se disipa en el lujo y en la negligencia, si no se gasta en nada bueno,
cuando por fin nos aprieta la última necesidad, nos damos cuenta de que se ha ido
una vida que ni siquiera habíamos entendido que estaba pasando.

La mayoria de la gente se queja por que la vida es breve y por que el tiempo parece
correr velozmente, principalmente para aquellos que se acuerdan tarde de vivirla. La
vida que nos dio no es breve, nosotros hacemos que lo sea; y que no somos pobres,
sino pródigos de tiempo. La vida puesta en poder de próvidos administradores
crecen con el uso

En este capítulo séneca habla de que los hombres se quejan de lo corta que es
la vida y de que otros animales más rudos que los humanos tengan la vida
más larga, aunque nosotros somos creados para fines superiores. En realidad
la vida no es corta, si no que si perdemos mucho el tiempo la hacemos así.

II. La humana locura


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¿Por qué nos quejamos de la naturaleza? Ella se porta benévolamente; la vida, si
sabes usarla, es larga. Les acosan y asedian vicios por todas partes y no les dejan
levantarse ni alzar los ojos a la contemplación de la verdad. Si alguna vez acaso les
toca en suerte algún descanso, como en mar profundo en el que incluso tras la
ventolera sigue el balanceo, sobrenadan agitados y jamás para ellos hay descanso
de sus ansias. Pregunta acerca de esos cuyos nombres se aprenden de memoria,
verás que se les distinguen por las siguientes señas: éste es del círculo de aquél,
este otro de las de un tercero, ninguno del suyo propio.

Se pregunta porque nos quejamos a la naturaleza si nos ha dado una larga


vida que muchos la desaprovechan guiándose por sus pasiones. Estas
personas no son solo las que tienen problemas visibles, si no que los que dan
envidia a los demás de su felicidad se ahogan en sus bienes ya que acaban
sirviendo y dependiendo de los demás (nadie es para así no tienen tiempo para
ellos mismos) Destaco la frase de: pequeña es la parte de la vida que vivimos,
pues todo el otro restante espacio tiempo es, que no vida. (Perdemos el tiempo
y al final no vivimos)

III. Echando Cuentas.

No se encuentra a nadie que quiera repartir su dinero y todos distribuyen entre


muchos su propia vida. Son tacaños en guardar su patrimonio y cuando se llega a la
pérdida del tiempo son pródigos de lo único en que estaría justificada la avaricia.

¿Cuál es, pues, la causa de todo esto? Estáis viviendo como si siempre hubiereis de
vivir, nunca os viene la idea de nuestra fragilidad, ni observáis cuánto tiempo ha
pasado ya; lo perdéis como si tuvierais de él plenitud y abundancia, cuando quizá
ese día que concedéis a un hombre o a un negocio sea el último vuestro.

Teniendo cerca de 100 años o más, even acá, llama a cuentas a tu edad y dime
¿Cuánta parte de ella te consumió? Enfermedades. Tiempo de ocio, Obligaciones
sociales

Los hombres no sufren por la posesión de su tiempo en otros (cuanto tiempo


han gastado a lo largo de su vida con otra gente) y no en sí mismo. Su tiempo

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lo malgastan desperdiciando sus días a otros fines de los asignados en un
principio, sin sacar provecho de sí mismo o entregándose a la cobardía entre
otros ejemplos. No asumimos que algún día tendremos que morir ni sabemos
cuánto vamos a durar.

IV. Tres ejemplos. Augusto

A los hombres más poderosos y encumbrados verás que se les escapan frases que
revelan que desean el tiempo libre, lo alaban y lo prefieren a todos sus bienes.

El Divino Augusto nunca dejó de suplicar descanso para su persona y de solicitar


que lo eximieran un día llegar a vivir para provecho propio. El tiempo libre le parecía
algo tan maravilloso que lo gastaba de antemano con su imaginación, ya que en
realidad no podía. El que veía que él dependía sólo de sí mismo, que había confiado
su destino al hombre y a la nación, imaginó con mayor alegría el día en que él
mismo le quitaría su grandeza.

Verás cómo de los hombres más poderosos y elevados caen voces deseando
el ocio, alabándolo, prefiriéndolo a todos sus bienes. Mientras tanto desean
bajar de su cumbre, si pueden hacerlo con seguridad, pues aunque nada de
fuera la sacuda o la conmueva, la misma fortuna por sí misma cae. Los
hombres más influyentes desean el reposo ya que su fortuna no se lo da. Un
ejemplo fue que buscaba la felicidad en el reposo a pesar de todos sus bienes
ya que éstos le habían costado mucho sacrificio conseguirlos y le habían
traído más problemas que satisfacciones.

V. cicerón.

Marco Cicerón, arrojado entre Catilinas, Clodio, Pompeyo y Craso, en parte


declarado enemigo, en parte amigo desconfiado, mientras vacilaba con la república
en y la mantenía al borde del naufragio, hasta fines de vacilante en la prosperidad o
perdurable adversidad, ¡cuántas veces rechazó a esto cónsules de los que se
jactaba no sin razón sino demasiadas veces!

¡Las expresiones llorosas que reveló en una carta a Ático, cuando el padre de
Pompeyo fue derrotado y el hijo estaba reconstruyendo su ejército derrotado en
Hispania! "¿Quieres saber?", dijo, "¿qué estoy haciendo aquí?" Estoy esperando un

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preso para medio año en mi finca en Tusculano”. Luego añade otras cosas,
lamentando su pasado, quejándose del momento presente y desesperando por el
futuro.

Medio prisionero Cicerón se realiza: pero, sí, el sabio nunca se humillará a


términos tan bajos, nunca será medio prisionero, siempre disfrutará de la libertad
Completa y verdaderamente, libres y dueños de sí mismos y colocados por encima
de la otro. Pues ¿qué hay por encima del hombre por encima de la Fortuna?

Esto es criticado por Seneca ya que un sabio como cicerón será siempre libre
de manera total ya que está más elevado que el resto. Será dueño de su propia
autoridad.

VI. Livio.

Un hombre áspero e impulsivo, cuando, asistido en torno por una masa enorme
proveniente de Italia entera, promovía leyes revolucionarias y males como los de los
Gracos sin comprender bien el resultado de aquellas empresas que ni le estaba
permitido realizar ni, una vez empezadas, podía abandonar, se cuenta que,
renegando de aquella vida que desde sus comienzos fue inquieta, dijo que era el
único que ni de niño había tenido jamás vacaciones. Y es que estando aún bajo
tutela y gastando ropa de niño se atrevió a interceder por unos reos ante los jueces
e interponer su influencia en el foro con tanta eficacia que se sabe que algunos
juicios fueron arrastrados por él adonde quería. Tarde, pues, se lamentaba de no
haber tenido vacaciones quien desde niño fue alborotador y un engorro en el foro.

Livio, hombre de negocios y vida agitada, se queja con una avanzada edad de
no haber tenido infancia ni haber disfrutado de la vida estando más ocupado
en el foro y en otros temas. Estas quejas no sirven para nada, ya que volvemos
a recaer en los mismos hábitos y vicios tras desahogarse en palabras.

VII. El arte de vivir

Tantos hombres grandes, abandonando toda impedimenta, después de haber


renunciado a riquezas, cargos, placeres, practicaron hasta el final de sus días eso
tan solo de saber vivir; sin embargo, la mayoría de ellos salió de la vida admitiendo

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no saberlo todavía; así que mucho menos habrían de saber vivir esos otros hombres
corrientes.

Créeme, es propio de un personaje grande y levantado por encima de los extravíos


humanos no consentir en que le sorban ni una pizca de su tiempo, y su vida se hace
larguísima justamente porque toda su abierta extensión queda disponible para él
solo. Nada por eso quedó tirado sin cultivar ni laborar, nada dependió de otro, pues
no halló nada que mereciera tomarse a cambio de su propio tiempo un hombre que
era su depositario más ahorrativo. De esta manera tuvo bastante: en cambio es
forzoso que queden escasos aquellos de cuyas vidas la gente toma mucho.

Clases de personas que desperdician el tiempo. Hay diferentes clases de


personas que desperdician el tiempo: los se dedican a los placeres, las
viciosas aunque muestran algo de dignidad, los lujuriosos y los que se pasan
el tiempo metiéndose en la vida de los demás. Estas personas no pueden
practicar ninguna profesión debidamente ya que su espíritu esta ajetreado y no
puede profundizar en nada y tampoco se pueden ocupar de vivir. La ciencia de
la vida se aprende apartando todos los estorbos, las riquezas, cargos y
placeres. Al hacer esto, el tiempo no se pierde y la vida se vuelve larga y
suficiente, ya que se aprovecha al máximo. Muchos de los sabios que intentan
obtenerla, no lo consiguen. Muchos de los hombres se preguntan al conseguir
lo que se proponen (un cargo, poder) se quejan y se preguntan que cuando los
tocara vivir. No es lo mismo vivir mucho (que se da cuando se tiene una vida
dedicada a ti mismo) que durar mucho (vida dedicada a otros temas, sin
descanso)

VIII. El desprecio del bien más preciado

¿Puede haber algo más estúpido que la actitud de algunos, me refiero demasiadas
tareas para poder vivir mejor, equipan la vida a base de mayor de vida es la dilación:
ella anula cada día que se va presentando? Ahí tenemos al más grande poeta que
vocea y, como acicateado por un espasmo divino, canta su verso saludable: Cada
día bueno que a los pobres mortales les llega en la vida es el primero que escapa.
Porque ¿acaso hay duda de que el día mejor es el primero que se les escapa a
topan con ella de pronto y sin esperarlo, no se daban cuenta de que se les acercaba

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cada día? Los que van de viaje, y ven que han llegado antes de ver que les quedaba
poco, así este viaje de la vida, continuo y aceleradísimo, que recorremos con el
mismo.

Se desprecia el tiempo sin otorgarlo ningún valor al no ser algo que se puede
ver pero es el bien más preciado. Solo se dan cuenta del valor que tiene
cuando se acerca el final. “si se pudieran poner ante cada uno el número de
años venideros, igual que los pasados, temblarían y cómo ahorrarían “nos
sería más fácil administrar lo seguro, pero hay que tener en cuenta aquello que
algún día faltara como el tiempo.

IX. Vivir el presente

Tal como una charla o una lectura o alguna reflexión más atenta engaña a los que
van de viaje, y ven que han llegado antes de ver que les quedaba poco, así este
viaje de la vida, continuo y aceleradísimo, que recorremos con el mismo paso
despiertos y dormidos, no se les descubre a los atareados si no es cuando ya acaba.

Prudencia no es igual a aprovechar el tiempo ya que las personas prudentes


están ocupados e vivir mejor y en ordenar su vida dando lugar a la destrucción
del día presente no viven el día a día, viven pensando en el futuro. El mejor día
de la vida es el que huye el primero de los miseros mortales Aprovechar el
presente ya que es lo que tenemos de seguro. El futuro no.

X. Recuerdos y esperanzas

La vida se divide en tres momentos: el que ha sido, el que es, el que será. Todo
derecho, pues no puede ya someterse de nuevo al albedrío de nadie. Es lo que se
pierden los atareados, pues ya no les queda tiempo para volver. A desgana, pues,
dirigen su atención atrás hacia tiempos mal llevados, sin atreverse a tantear de
nuevo momentos cuyos vicios (incluso la vista de su propia censura, esa que nunca
se deja engañar, se vuelve gustoso gastó con derroche, es forzoso que tenga miedo
de sus propios recuerdos. Carestía, ni el miedo, ni el ataque de las enfermedades la
trastorna; es imposible están presentes uno a uno y divididos en momentos; en
cambio todos los días del y retener a tu albedrío, cosa que los atareados no tienen
tiempo de hacer. Vida; los espíritus de los atareados, como puestos bajo un yugo,

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no pueden darse nada cualquier cosa que pese a todo eches dentro, si no hay
debajo algo que lo donde asentarse: se escurre por unos espíritus rotos y
agujereados. Siempre está de camino, discurre y se acelera, deja de ser antes de
llegar, y no se a los atareados sólo les corresponde el tiempo presente, que es tan
corto que no se puede agarrar, y ese mismo tiempo, puesto que están distraídos en
tantas cosas.

XI. Al encuentro de la muerte

En fin, ¿quieres saber hasta qué punto viven poco tiempo? Mira cuánto anhelan vivir
largo tiempo. Ahora bien, cuando algún achaque les recuerda su mortalidad, mueren
despavoridos, no como si salieran de la vida, sino como si los arrancaran de ella.
Piensan entonces cómo se han procurado tan en vano bienes de los que no
gozarán, cómo ha resultado para nada todo su esfuerzo.

En cambio para aquellos que llevan una vida lejos de todo negocio ¿Cómo no va a
ser dilatada? Nada de ella se delega, nada se dispersa acá y allá, nada de ahí se
confía a la suerte, nada destruye la dejadez, nada se detrae con donaciones, nada
es superfluo: toda entera por así decirlo está rentando

Se empieza a valorar la vida cuando se llega al final de ella se piensa en todo el


tiempo perdido Si realmente se sabe aprovechar la vida, no desperdiciando el
tiempo, da igual que sea más corta o más larga, siempre será suficiente

XII. Ocupados y desocupados

¿Quieres saber acaso a quiénes llamo atareados? No tienes por qué pensar que así
me refiero sólo a los que andan metidos en las oficinas hasta que los echan los
perros, a los que uno ve en medio de la masa de los suyos recibir apretujones de
prestigio o en medio de los otros recibir apretujones de afrenta, a los que sus
obligaciones sacan de sus casas para llamar a las puertas ajenas o la subasta del
pretor, con sus ganancias infames y destinadas un día a gangrenarse, da tarea.

Sus banquetes, desde luego que no, no los consideraría yo entre sus momentos de
ocio, pues veo con cuánto afán disponen la plata, con cuánto cuidado remangan las
túnicas de sus favoritos, qué atentos están a ver cómo le queda el jabalí al cocinero,
con qué rapidez, en cuanto se da la señal, los barbilampiños se dirigen cada uno a

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sus menesteres, con cuánta maña se trinchan las aves en filetes nunca excesivos,
con qué esmero unos criaditos desdichados limpian los escupitajos de los borrachos:
con estas cosas se ganan fama de refinados y elegantes, y hasta tal punto sus
propios males los siguen a todos los rincones donde se retiran a vivir, que nunca
comen ni beben sino para medrar.

A estos algún otro les avisa cuándo tienen que bañarse, cuándo nadar, cuándo
cenar: hasta tal punto están rotos por la flojedad de un alma exquisita, que no
pueden saber por sí solos si tienen ganas de comer.

Los ocupados no son solo gente que tienen honores o gastan su tiempo en los
deberes de los demás, sino que también son ocupados los ociosos, cuya vida
no es una vida ociosa sino una ocupación desidiosa. También ocioso es aquel
que es consciente de su ocio. Aquellos que lo ocultan o lo simulan como
felicidad, séneca aclara que son enfermos y muertos

XIII. El ocio de los hombres de letras

Es largo repasar los casos particulares de aquellos cuyas vidas consumen o el


ajedrez o la pelota o el afán de broncearse al sol. No están desocupados aquellos
cuyos placeres suponen mucha ocupación. Porque nadie pondrá en duda que no
hay cosa que no hagan sin esfuerzo grande los que se entretienen en inútiles
estudios literarios, una tropa que ya también en Roma es grande.

Propia de griegos fue esa enfermedad de indagar qué número de remeros llevaba
Ulises, si se escribió primero la Ilíada o la Odisea, si las dos además son de un
mismo autor y más cosas de este tipo, las cuales, si tú las dejas para ti, nada
aprovechan a tu íntima conciencia y, si las públicas, no parecerás más sabio sino
más pesado.

¿No dejarás tal vez que cualquier otro se preocupe de que L. Sula fuera el primero
que en el Hipódromo ofreció un espectáculo de leones sueltos, pues antes se
presentaban atados, al tiempo que el rey Boco envió unos lanceros para matarlos?
También eso en buena hora se consienta. Pero el que Pompeyo fuera el primero en
haber ofrecido en el Hipódromo una lucha de dieciocho elefantes enfrentados como

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en batalla a unos condenados ¿tiene que ver con ninguna cosa buena? El primero
de la ciudadanía y entre los antiguos prohombres uno de calidad destacada,
consideró un tipo de espectáculo memorable eliminar personas de una manera
nueva. ¿Se defienden? Es poco. ¿Quedan desgarrados? Es poco: ¡que los triture la
masa enorme de los animales!

Mejor era que tales cosas cayeran en olvido, para que luego ningún poderoso
aprendiera y, picado, emulara una acción muy poco humanitaria. ¡Oh cuánta niebla
pone delante de nuestras mentes la prosperidad grande! Él creyó estar entonces por
encima de la naturaleza, al enfrentar tantas catervas de hombres desdichados a
bestias nacidas bajo otro cielo, al meter guerra entre animales tan diferentes, al
derramar mucha sangre a la vista del pueblo romano al que pronto obligaría a
derramar más todavía de la suya propia.

También los humanos pierden su tiempo de vida en buscar conocimientos


inútiles. Pone ejemplos de varios hombres que hicieron hazañas pero en
realidad, de nada les sirvieron

XIV. Dedica tu ocio a conversar con los sabios del pasado

Los únicos entre todos que están desocupados son los que dedican su tiempo a la
sabiduría. Si no somos muy desagradecidos, aquellos celebérrimos iniciadores de
dictámenes sagrados nacieron para nosotros, prepararon la vida para nosotros.

Los únicos verdaderos ociosos son los que se consagran a la sabiduría. Estos
viven, aprovechan su tiempo y añaden a su vida otras edades (las anteriores,
adquiridas por el conocimiento). El conocimiento se adquiere de las diferentes
doctrinas creadas por antiguos sabios y con los que se puede debatir y
aprender a través de los siglos.

XV. Los sabios alargan y enriquecen tu vida

Están ahí las familias de los más nobles talentos: escoge en cuál quieres entrar; tu
adopción no sólo te dará un nombre sino esos bienes justamente que no habrá que
custodiar con mezquindad ni malicia: se irán haciendo tanto mayores cuanto con
más gente los compartas.
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Estos te proporcionarán un camino hacia la eternidad y te alzarán a un sitio de
donde a nadie echan abajo. Este es el único método de extender nuestra condición
de mortales y hasta de transformarnos en inmortales. Que algún momento ya pasó:
lo posee mediante el recuerdo. Que es inminente: lo aprovecha.

XVI. El aburrimiento del rico

Es muy corta y desasosegada la vida de aquellos que olvidan las cosas pasadas,
descuidan las presentes, abrigan temores del porvenir: cuando llegan al final,
comprenden tarde los pobres cuánto tiempo han estado ocupados en no hacer nada.

De ahí vino también el delirio de esos poetas que alimentan con sus fábulas los
errores de los hombres, pues, según ellos, Júpiter, lisonjeado las delicias de la
cohabitación, hizo que una noche durara el doble. Pierden el día aguardando la
noche y la noche temiendo el alba.

Breve y agitada es la vida de aquellos que olvidan su pasado descuidan su


presente y temen su futuro. La vida de los desocupados no siempre tiene que
ser larga, muchos la invierten en ocios equivocados temiendo el día de
mañana o perdiendo los días aborreciéndolos

XVII. La frustración del poderoso

Hasta sus placeres son asustadizos y se ven alterados por diversos terrores, cuando
andan más alegres se les viene este pensamiento angustioso: “¿Cuánto tiempo
durará esto?”.

Por causa de este sentimiento los reyes protestan de su propio poderío y no les
complace su inmensa suerte, sino que el final que alguna vez llegará les espanta.

¿Y cómo es que incluso sus gozos son asustadizos? Pues porque no se apoyan en
principios sólidos sino que se ven perturbados con esa misma frivolidad con cada
uno de nuestros bienes mayores está lleno de preocupación y en ninguna suerte
confiamos menos que en la muy buena; hace falta una segunda felicidad para
proteger esa felicidad y hay que hacer ruegos otra vez por aquello que salió
conforme a nuestros ruegos. Y es que todo lo que sucede por azar es inestable:
cuanto más alto se alza, tanto más propenso es a caer; es así que a nadie le
agradan las cosas caedizas, luego por fuerza es muy desdichada, y no sólo muy
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corta, la vida de aquellos que disponen con gran esfuerzo algo que habrán de
poseer con uno mayor todavía.

Consiguen trabajosamente lo que quieren, retienen angustiados lo que consiguieron;


entretanto no echan cuenta ninguna de un tiempo que no ha de volver jamás.
Nuevas ocupaciones suplantan a las antiguas, una esperanza suscita otra
esperanza, una ambición otra nueva ambición. No se busca el final de las
desgracias, sino que se cambia su trama. Que nuestros cargos ya nos han torturado:
más tiempo nos roban los ajenos.

A los poderosos no les hace feliz lo que tiene en el momento, sino que los
preocupa que algún día se acabe (piensan constantemente cuanto les durara)
sus placeres están apegados a miedos. Estas pasiones son restituidas consta
mente por otras una vez que caen.

XVIII. Incomodidades y riesgos de un cargo

Conque záfate del vulgo, queridísimo Paulino, y sin dejarte zarandear el espacio
entero de la vida, retírate por fin a puerto más tranquilo. Piensa cuántas olas has
afrontado, cuántas tempestades en parte tuyas privadas has sufrido o en parte
públicas te has echado encima; ya se ha revelado lo suficiente mediante pruebas
esforzadas y penosas tu valía; mira a ver qué puede hacer en el ocio.

Incomodidades y riesgos de un cargo públicas. Logras simpatías en unas funciones


en las que evitar el odio es difícil; pero sin embargo, créeme, es mejor saber las
cuentas de la propia vida que las del trigo público.

Ese vigor de tu ánimo muy capaz de las mayores cosas apártalo de un servicio
honroso ciertamente, pero poco adecuado para una vida dichosa, y piensa que
desde tu edad primera no has andado metido en el estudio de todas las disciplinas
propias de un hombre libre para que buenamente se te encomiende los muchos
millares de medidas de trigo; algo más grande y elevado se esperaba de ti.

Piensa además cuánta preocupación supone enfrentarte a mole tan grande: tu


negocio tiene que ver con el vientre humano; el pueblo hambriento no sufre el
reparto calculado, no se aplaca con la asignación justa ni se doblega por ruego
ninguno.

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XIX. Invitación a un ocio digno

Retírate a estas tareas más tranquilas, más seguras, más importantes.

En esta clase de vida te aguardan muchas habilidades nobles, el amor y la práctica


de las virtudes, el olvido de los deseos, la ciencia de vivir y morir, un hondo
descanso de todo.

Recomienda a paulino (cuñado de séneca y administrador del trigo en roma) que se


aparte de toda la vida pública y dedique el tiempo así mismo ya que la mayor parte
de su vida la ha dedicado a la política

XX. Jubilarse a tiempo

Cuando veas, pues, que algunos visten ropa de gala una y otra vez, que sus
nombres resuenan en el foro, no sientas envidia: esas cosas se granjean con
pérdida de vida. Para que un solo año reciba su nombre, habrán de machacar ellos
todos sus años. A algunos, antes de que pisen la cumbre de su ambición, en las
primeras escaramuzas, los abandona la vida; a otros, después de haberse
arrastrado hasta el logro de una dignidad a través de mil indignidades, les viene el
pensamiento lamentable de que han estado trabajando para la inscripción del
sepulcro; la vejez extrema de algunos, al tiempo que se organiza para nuevos
proyectos como si fuera la juventud, falla impotente entre grandes y descomunales
intentos.

No puedo pasar por alto un caso que me viene a la memoria: Turanio fue un anciano
de escrupulosa laboriosidad que, pasados ya los noventa años, cuando recibió de
manos de G. César la licencia de un cargo, mandó que lo amortajaran en la cama y
que la familia puesta alrededor lo llorara como muerto. La casa hacía duelo por el
ocio de su señor anciano y no acabó sus lloros si no es cuando se le devolvieron sus
funciones. ¡Hasta tal punto le gusta a la gente morir ocupada!

Entretanto, mientras se ven arrastrados y arrastran ellos, mientras los unos


interrumpen el descanso de los otros, mientras son desdichados por turno, su vida
es sin provecho, sin deleite, sin ningún progreso espiritual.

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2. Opinión personal

En mi opinión, me han sorprendido los pensamientos que tenía el autor acerca de la


vida en aquella época. El capítulo XX es que más me ha gustado dice que no hay
que tener envidia de aquellos que son celebres o que tienen honores, todo esto lo
han conseguido sin vivir. Desprecia a aquellos que se agarran voluntariamente a sus
ocupaciones durante toda su vida, que no tienen descanso ni tiempo para sí mismo
nunca. A muchos les construyen grandes mausoleos y monumentos, pero séneca
dice que eso no les sirve de nada, ya que en realidad no han vivido.

Me ha resultado en ocasiones difícil comprender algunos capítulos, pero en general


la lectura no ha sido demasiado complicada.

2.1 ¿Qué entendiste de la lectura?

La lectura nos plante como Séneca le da consejos sobre la vida a Paulino,

Séneca afirma que la vida, aunque lo pueda parecer, no es breve, sino que es el
individuo quien hace que así lo sea. Uno de los motivos por los cuales se considera
que la vida es corta, es porque no se sabe aprovecharla.

Para Séneca, aquel que mejor vive la vida, es el sabio, ya que recuerda sabiamente
el pasado, sabe aprovechar el presente y dispone el futuro. Esta unión de los tres
tiempos, hace posible que la vida del sabio sea larga; y muy corta la de aquellos que
se olvidan del pasado, descuidan su presente y miran al futuro con miedo y temor.

2.2 ¿Tiene aplicación la lectura con la actualidad?

Ya que el día de hoy tenemos los mismos dilemas sobre la vida, en esta vida actual
todos estamos ocupados y como dice el “Para evitar que la vida parezca breve, hay
que intentar no estar ocupado” y también que debemos ser útiles para la vida y a los
demás y tener un buen vivir sin temer la inexorable llegada de la muerte.

2.3 ¿Te agrado la lectura? ¿Por qué?

Sí, este libro me ha resultado entretenido. Se me hace como un libro de los cuatro
acuerdos pero esta con 20 puntos para ser feliz, vivir bien, y ser buena persona.

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