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1 la acción nace de una situación de desequilibrio, que el hombre intenta superar y que, sin

embargo, alimenta, actualizando constantemente su proyecto existencial. El conflicto por, por


lo tanto, es imposible de eliminar.

2 la acción es siempre social, consciente y responsable. El hombre está instalado en una trama
social (y normativa9 de la que nunca puede liberarse y de la que más bien tiene necesidad para
alcanzar sus propios objetivos. Edmund Burke solía decir: “ningún hombre podría obrar con
efecto si no obrara en concierto”.

3 la acción social es siempre acción económica. Adoptando una postura no distinta de la de


Mises, también Parsons escribe: dada la limitación del arco de la vida humana, es
absolutamente imposible para cualquier sujeto disponer de tiempo para hacer todo lo que
desearía. Esto excluye la idea que a veces se defiende según la cual nos hallaríamos al límite de
una economía de la abundancia en la que la escasez en sentido económico carecería, en
principio, de sentido.

Parsons añade:” pero el limite fundamental es el directamente relacional…la limitación


relacional deriva de que a la naturaleza de la interacción social le es inherente el hecho de que
la gratificación de las necesidades-disposiciones depende de la acción de Alter y viceversa”. Y
esto significa, que el otro exige en primer lugar un “no hacer” o el abandono de una parte de
nuestro plan. El proyecto de Ego tiene pues que ser multiplicado por un coeficiente K, dado
por la medida de la disponibilidad del otro. Además, a cambio de la cooperación que se le pide,
el otro nos exige también un hacer en beneficio suyo. El proyecto de Ego queda así sometido a
limitaciones y condiciones. Por eso no podemos obrar sin una escala de prioridades que
distribuya nuestros recursos y sin pagar los correspondientes “costes”.

4 La limitación de los medios disponible impone al hombre la necesidad de economizar. Sin


embargo, el que los medios tengan que se no significa que también tengan que serlo los fines.
Como escribe Lionel Robbins, “es completamente falaz hablar de un fin cualquiera como
“económico” en sí. La costumbre prevalente en ciertos grupos de economistas de hablar de
satisfacciones económicas, es ajena a la intención central del análisis económico”. Y Hayek
añade: “los fines no son nunca económicos. La función de la actividad económica consiste en
conciliar esos fines, decidiendo a cuales de esos fines deben aplicarse los medios limitados”

5 La relación interindividual produce lugares de convivencia posible, es decir la relación solo es


posible si el “coste” es aceptable. Para que el intercambio tenga lugar, no es necesario que los
actores consigan el máximo. Por lo demás, la idea misma de maximización es incompatible con
la acción entendida como permanente hacerse, como proceso en el que el sujeto tiene un
conocimiento parcial y falible, abierto a nuevos flojos de informaciones que modifican los fines
y el juicio sobre ellos. Si es así, solo podemos pretender alcanzar soluciones aceptables,
“buenas soluciones”.

6 Decir que la acción es acción económica significa que el uso y adquisición de los medios –
que es lo específico de la acción económica –están incluidos en la acción en su conjunto. El
momento económico define las vinculaciones y condiciones a que la acción debe someterse.
Por consiguiente, forman parte de la acción. Escribe Simmel que “el intercambio
interindividual no es más que un tratado de paz, y que intercambio e intercambio regulado
surgen como un hecho unitario”.

Esto demuestra que dentro de las reglas se encuentra también la modalidad (mercado o plan)
a través de las cuales se articula la económica “en sentido estricto”.

7 Hemos afirmado repetidamente que la norma social es la relación en que se intercambia una
prestación por otra. Ello significa que la norma es un “precio” o también que el precio es una
norma. Entonces surge la pregunta: ¿cuál es el campo de la sociología y cual el de la economía
política?

Ambos se ocupan de la acción humana que es siempre social y económica. Pero la economía
política se interesa sobre todo por el análisis de la determinación de los precios monetarios de
los bienes y servicios que se intercambian en el mercado. Es este el campo de la cataláctica, de
la economía en sentido estricto, que se ocupa por tanto de las acciones en las que el momento
económico se articula sobre la base del cálculo monetario. En cambio, cuando los precios, es
decir las normas del intercambio social, no se expresan de forma monetaria, estamos en el
terreno de la sociología. Ambas, pues, concurren a estudiar el origen no intencionado de las
condiciones que hacen posible la vida colectiva.

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