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SENTENCIA NÚMERO: CIENTO CUARENTA Y UNO

En la ciudad de Córdoba, a los  doce    días del mes de                noviembre      de dos mil
diecinueve, siendo las    doce                                    hs., se reúnen en audiencia pública, los
Señores Vocales de la Sala Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia, Dres. María
Marta Cáceres de Bollati, Domingo Juan Sesín y Sebastián Cruz López Peña, bajo la
presidencia de la primera, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados: “PAZ,
VALERIA NOEMI C/ PEREZ, GUILLERMO ALBERTO- ORDINARIO- DAÑOS Y
PERJ. ACCIDENTES DE TRÁNSITO- RECURSO DE CASACIÓN” (EXPTE.
5462453), procediendo en primer lugar a fijar las siguientes cuestiones a resolver:
PRIMERA CUESTIÓN: ¿Es procedente el recurso de casación articulado por la parte
actora?
SEGUNDA CUESTIÓN: En su caso, ¿qué pronunciamiento corresponde?
Conforme al sorteo que en este acto se realiza, los Señores Vocales votan en el siguiente
orden: Dres. María Marta Cáceres de Bollati, Domingo Juan Sesín y Sebastián Cruz López
Peña.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA LA SEÑORA VOCAL DOCTORA
MARÍA MARTA CÁCERES DE BOLLATI, DIJO:
I. La parte actora, a través de sus apoderados -Dres. Rodolfo Gonzalez Zavala y Vicente
Agustín Manzi-, deduce recurso de casación en estos autos caratulados: “PAZ VALERIA
NOEMI C/ PEREZ GUILLERMO ALBERTO – ORDINARIO – DAÑOS Y
PERJUICIOS – ACCIDENTES DE TRANSITO – RECURSO DE CASACIÓN.
EXPTE. 5465453”, en contra de la Sentencia Número 151, de fecha 23 de noviembre de
2017, dictada por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Cuarta Nominación
de esta ciudad de Córdoba, invocando la causal contemplada en el inciso 1° del art. 383
CPCC.
En Sede de grado la impugnación se sustanció con traslado a la parte contraria, evacuándolo
el Dr. Pablo Allende, en representación del demandado y de la aseguradora “Orbis”, citada en
garantía, a fs. 654/661.
Mediante Auto Número 381, de fecha 10 de octubre de 2018, la Cámara a quo concedió el
recurso articulado, por el motivo invocado.
Elevadas las actuaciones a esta Sede, dictado y firme el proveído de autos (fs. 681) queda la
causa en estado de ser resuelta.
II. Las objeciones presentadas en casación admiten el siguiente reagrupamiento:
Sostiene el recurrente que la sentencia es nula por haberse dictado con violación de las formas
y solemnidades prescriptas para el procedimiento (art. 383, inc. 1, CPCC).
Tras detallar las actuaciones procesales pertinentes para su planteo, alega que las garantías
procesales cobran especial importancia en la etapa probatoria. Aduce que sin incorporación de
la prueba y sin conocimiento sobre esa prueba ya incorporada, no hay ni proceso justo ni
defensa en juicio (art. 18 CN y normas convencionales homólogas).
Dice no discutir el poder-deber de tomar iniciativa para ordenar prueba, pero aclara que la
misma debe ser agregada al expediente (art. 215 CPCC) y es necesario comunicar a las partes
la agregación de esa prueba (art. 325 in fine y 145, inc. 7, CPCC).
Afirma que el decreto de fs. 583 que requirió el sumario a la Fiscalía fue una medida para
mejor proveer y, por ende, una vez que el instrumento llegó a la cámara, la prueba debió ser
agregada (glosada, foliada). Y, después de ello –considera- debió haberse corrido traslado a
cada parte por tres días para su valoración (art. 325, in fine).
Señala una inconsistencia con el criterio anterior de la misma cámara para la tramitación de
una medida para mejor proveer.
Aduce que a su parte se la privó de la posibilidad de enterarse, por la vía legal
correspondiente, del arribo del sumario a la cámara, por lo que no tuvo posibilidad de
consentir, aceptar o convalidar el vicio. Aclara que ni siquiera hubo una decisión por parte del
tribunal de agregar el expediente requerido.
Reitera que el decreto de fs. 583 fue técnicamente una medida para mejor proveer que debió
haber determinado un traslado (art. 325, in fine, CPCC), notificado al domicilio constituido
(art. 145, inc. 1).
Asevera que el sumario ha resultado determinante a efectos de la decisión de la cámara, pues
es uno de los pilares o premisas sobre los cuales se asienta la conclusión central a la que se
arriba: la moto y el auto impactaron en la mano contraria a la de la moto. Detalla, en relación
al voto de cada uno de las camaristas intervinientes, las alusiones a las constancias emanadas
del sumario.
Refiere luego que su parte se vio privada de señalar las inconsistencias y debilidades técnicas
de lo que considera un rudimentario sumario de la Comisaría de Agua de Oro.
Señala que el hecho del damnificado, como toda eximente causal, presupone certeza, pues de
lo contrario hay que estar a la presunción de causalidad del art. 1113 CC. Puntualiza que en el
sumario no declaró ningún testigo presencial, no se practicó ninguna pericia y califica como
rudimentario –también- el croquis policial.
Con respecto al bosquejo, denuncia también que la moto figura al norte del auto y que la
ubicación de lo dibujado, de los vehículos o el lugar de abolladura del auto no indican en qué
mano se produjo el impacto.
Argumenta que la circunstancia de que la actora no recuerde cómo fue el siniestro, no impide
afirmar los hechos centrales, principales o básicos.
A continuación, realiza un análisis foja por foja de las constancias del sumario y que se
vinculan de alguna manera al accidente (examina las declaraciones de los policías Quinteros y
Bianciotto, el acta de inspección ocular, el croquis del agente Quinteros, la licencia de
conducir del demandado, el dibujo del vehículo del sargento González y las declaraciones de
la actora).
Con respecto al voto de la Sra. Vocal Dra. González de la Vega, especifica que su
cuestionamiento no pasa por la “falsedad” del sumario, sino por la información que de allí se
extrae. Considera que no es técnica, fiable, creíble, consistente para calificarse como idónea y
desvirtuar la presunción establecida por al art. 1113 CC.
Discute también el razonamiento del voto de la Sra. Vocal Dra. Martínez, en el sentido que la
prueba fue ordenada de oficio, no se encuentra incorporada y se lo privó de la oportunidad de
convencer al tribunal que el sumario no servía para determinar los hechos.
Plasma, además, diversas argumentaciones a ser consideradas en la eventualidad de que se
juzgue nuevamente el caso.
III. Así reseñado el contenido del memorial casatorio, corresponde abocarse a su análisis.
La parte accionante acusa en su libelo recursivo la configuración de un vicio de naturaleza
procesal emparentado con la regularidad de la incorporación a la causa del sumario penal
oportunamente labrado en sede policial con motivo del siniestro vial, cuyas consecuencias se
reclaman en este juicio. Según su visión, la irregularidad condujo –a su vez- al dictado de una
sentencia que no respeta el principio del contradictorio en la dimensión probatoria.
En primer lugar, cabe ratificar que la temática resulta per se susceptible de controlarse en
casación, en concepto de violación de las formas y solemnidades prescriptas para el
procedimiento, en los términos del inc. 1° del art. 383 CPCC, tal como ha sido propuesto por
los interesados.
Por ello corresponde asumir en plenitud la competencia para revisar lo decidido sobre el
punto, e ingresar directamente al examen de la cuestión procesal dirimida en la sentencia
impugnada (conf. esta Sala, AI N° 117/05 y 165/05, entre otros).
Una vez establecido el alcance de los poderes que inviste esta Sala, es preciso reparar que la
censura esgrimida en el recurso de casación se dirige a cuestionar la posibilidad de valorar las
constancias del sumario penal como sostén probatorio de la decisión. Los recurrentes alegan
que tal proceder ha conculcado su derecho de defensa en virtud del principio de contradicción
de la prueba, desde que no fueron notificados de la recepción por la cámara del instrumento
solicitado oficiosamente por ella, ni tuvo la parte actora oportunidad de ponderarlo.
IV. Pues bien, a mérito del tenor de las críticas vertidas y la naturaleza de la controversia
planteada, luce oportuno recordar las consideraciones conceptuales ya vertidas por esta Sala
sobre el tópico, comúnmente denominado “prueba trasladada” y que concierne a la
posibilidad de transpolar, importar o trasladar prueba rendida en un proceso a otro. Así, se
entiende por prueba trasladada “aquella que se practica o admite en otro proceso y que es
presentada en copia auténtica o mediante el desglose del original, si la ley lo permite”
(DEVIS ECHANDÍA, Hernando, Teoría General de la Prueba Judicial, T. I, Ed. Víctor P. de
Zavalía, Bs. As., 1981, p. 367).
La traslación de prueba se justifica desde un enfoque unitario de la jurisdicción. Así, se ha
dicho que “dada la unidad de la jurisdicción, no obstante la división y especialización que
para su ejercicio se adopte, es jurídicamente igual que la prueba trasladada se haya recibido
en un proceso anterior civil o penal o contencioso-administrativo, etc., siempre que haya sido
pública y controvertida por la parte contra quien se aduce en el nuevo proceso” (DEVIS
ECHANDÍA, Hernando, ob. cit., p. 373).
La cuestión se encuentra teñida por múltiples principios procesales, entre los que resaltan la
búsqueda de la verdad jurídica objetiva y el contradictorio. De allí que la postura que se
adopte en torno a los presupuestos de validez de la prueba trasladada, dependerá de la manera
en que se conjuguen y compatibilicen tales principios. Es que, por un lado, la finalidad de la
prueba es la acreditación de la verdad de los hechos, pero, por el otro, la producción de esa
prueba en el proceso, debe respetar el principio de bilateralidad o contradicción –que
encuentra fundamento en expresas garantías constitucionales, como el derecho de defensa
(art. 18 C N) y de igualdad (art. 16 C N)- y a la que los recurrentes hacen continuamente
referencia predicando su inobservancia.
Al respecto, según la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las pruebas del
sumario criminal, como regla, tienen valor en el juicio civil ulterior, cuando la parte contra la
que se invoca ha tenido oportuna noticia del ofrecimiento de esas pruebas y ha podido
producir la que convenía a su derecho para desvirtuarla (CSJN, Fallos 182:502 y 531;
187:627; 188:7; 182:531; 219:55, entre otros). De ahí que la admisión en el juicio civil de las
pruebas reunidas en el sumario criminal no importa violar la defensa en juicio, si los
interesados han tenido la oportunidad de generar prueba contraria, aun tratándose de quien no
ha tenido intervención en sede penal (conf. CSJN, Fallos 183:297; 219:55, entre otros).
Así, la doctrina jurisprudencial del Máximo Tribunal nacional -afianzada desde hace años-
predica que es válida la prueba producida en sede penal si la parte a quien se opone " ha
estado en todo momento en condiciones de hacer valer sus derechos de acuerdo con las
normas vigentes, ha conocido que el juicio criminal había sido ofrecido como prueba y pudo
ofrecer las probanzas que tuviera para contrarrestar las que surgieron en ese juicio" (CSJN,
31/3/1939, "Aráoz, Miguel v. Aguiar, Camilo (h)", LL 14-335 y JA 66-177).
En orden a la ratio que inspira el fundamento de la validez de la transferencia probatoria de
un expediente (el penal) a otro (el civil), no caben dudas de que reposa en la facultad de la
contraparte de contradecir de modo explícito o implícito las constancias acumuladas, en
cuanto carga procesal que incluso pudiendo ser ejecutada no se efectivizó en concreto
(GALDOS, Jorge M., Prueba trasladada. El expediente penal como prueba (en la Suprema
Corte de Buenos Aires). Actualización, LNBA 2006-10-1097).
Berizonce adscribe a las ideas de la Corte, y sostiene que “ha de asegurarse la posibilidad
concreta y amplia de controvertir, controlar y producir contraprueba en relación a las
pruebas de cualquier modo producidas en un proceso distinto (penal o de cualquier tipo)”
(Conf. BERIZONCE, Roberto O., El principio del contradictorio y su operatividad en la
prueba, Revista de Derecho Procesal 2005-1, Prueba, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2005,
p.138).
Esta tesis es seguida por la jurisprudencia (CNCiv, sala L, 15/10/1993, "Baucia, Carlos A. y
otros v. Di Martino, Néstor", voto del Dr. Pascual, JA 1994-II-349, LL 1994-B-600; C. Fed.
San Martín, sala 1ª, 10/6/1993, "Prada, Mercedes v. Instituto de Servicios Sociales", DJ 1994-
I-317; Sup. Corte Just. Mendoza, sala 1ª, 18/4/1997, "Calderón, Ricardo D. v. Calderón
Villarreal, Sergio A. y otros", DJ 1997-3-342 y LL 1997-D-543, voto de la Dra. Kemelmajer
de Carlucci, entre muchos otros).
En definitiva, y según esta Sala ya ha tenido la oportunidad de reconocer, la traslación de la
prueba producida en el sumario penal será válida cuando las partes han conocido y consentido
el ofrecimiento e incorporación de las pruebas, y/o han tenido oportunidad, aun en el juicio
civil, de contradecir, contraprobar, e incluso impugnar el valor convictivo de aquellas (TSJ,
Sala Civ. y Com, Sent. 58/12; 174/13; 36/15, 52/18, entre otras)
V. Formuladas dichas precisiones conceptuales, corresponde ahora sí y en consideración a las
mismas, ingresar al examen del planteo recursivo para verificar si efectivamente se configura
el vicio de indefensión acusado por los impugnantes.
Preliminarmente, corresponde advertir que el sumario penal en cuestión (N.º 52/10 de la
Subcomisaría de Agua de Oro), ha sido ofrecido oportunamente por ambas partes, según
surge de las constancias obrantes a fs. 132vta. y 271vta. de autos. El dato no resulta menor, a
la luz de la postura sostenida por esta Sala, según la cual, si media recíproca y coincidente
invocación del sumario penal, su valor probatorio quedaría admitido por ambas partes. Es que
se entiende que el expreso ofrecimiento de una prueba penal supone la invocación de su
validez (Conf.: GALDÓS, Jorge Mario, “El valor probatorio del expediente penal en sede
civil. Segunda parte”, ob. cit., pág. 919 y 923).
Sin embargo, lo cierto es que ese ofrecimiento nunca pudo ser materializado con la
incorporación del sumario (o sus copias) a este expediente, pues el sumario penal no resultó
remitido sino hasta antes del dictado de la sentencia de cámara, a pesar de la copiosa actividad
de las partes y el tribunal tendiente a su expedición.
En orden a repasar solo las gestiones más relevantes, tenemos que a fs. 137/137 vta. se
libraron oficios peticionando el acompañamiento de copias certificadas y/o se informe
situación procesal del sumario. A fs. 305, la Sub Comisaría de Agua de Oro informó (con
fecha 1 de noviembre de 2012) que para entonces no mediaba ninguna resolución y que se
encontraban cumplimentándose las directivas emanadas de la Fiscalía interviniente. Como
consecuencia de lo comunicado, el 4 de marzo de 2013 (fs. 310), se ordenó oficiar a la
Fiscalía, quien reiteró a fs. 325 (con fecha 5 de abril de 2013) que las actuaciones se
encontraban en “estado de sumario”.
En ese escenario, el 22 de abril de 2013, la Sra. Juez de Primera instancia interviniente
decidió desestimar el planteo de inaplicabilidad del art. 1101 CC, en función de lo informado
acerca del estado del sumario prevencional (fs. 329). Este proveído resultó –a la postre-
revocado por la Cámara Cuarta de Apelaciones a través del auto n.º 337 del 3/09/2014 (fs.
375/376). Es relevante anotar que, previo a resolver la apelación deducida, la cámara ordenó a
fs. 358 (17 de febrero de 2014) y como medida para mejor proveer, se oficie a la Fiscalía de
Jesús María a fin de recibir un nuevo informe del estado del sumario y solicitar la remisión de
copias certificadas del mismo. A tal requerimiento, la Fiscalía requerida informó (fs. 362,
27/08/2014) que las actuaciones continuaban en estado de sumario, habiéndose imputado al
Sr. Perez (demandado en esta causa). Aclaró, a su vez, que las copias serían expedidas una
vez recepcionada la declaración del imputado.
En este estado de cosas, en función de lo ordenado por la cámara y sin contar con la
agregación en la causa del Sumario, la Sra. Juez de Primera instancia y 46.º Nominación dictó
la sentencia n.º 138, el 1 de junio de 2015 (fs. 459/486), que hizo lugar parcialmente a la
demanda de la accionante, con costas y extendió la condena a la citada en garantía.
Apelada la sentencia de fondo tanto por la parte actora, cuanto por la demandada y la citada
en garantía, la causa se radicó, nuevamente, ante la Cámara Cuarta de Apelaciones de la
ciudad de Córdoba. Luego de tramitado el recurso ante la Alzada y lograda la integración del
tribunal, ya encontrándose la causa a estudio, a fs. 583 (27 de abril de 2016), se ordenó librar
mandamiento a la Fiscalía de Instrucción de Jesús María a efectos de “tener a la vista las
actuaciones penales para resolver”.
Una vez recibidas las actuaciones solicitadas, la causa volvió inmediatamente a estudio con
fecha 8 de agosto de 2016 (fs. 586).
El retrato de las actuaciones procesales pertinentes formulado da cuenta de las
particularidades de la causa y en especial, de la suerte de la prueba por ambos ofrecida, pero
nunca incorporada (antes del dictado de la sentencia cuestionada) por circunstancias a ellos
ajenas. Resulta incontrastable que, al no comunicarse fehacientemente la recepción del
instrumento y omitir la cámara otorgar a los litigantes la oportunidad de su valoración, los
recurrentes vieron frustrada la posibilidad de ponderar o contradecir la eficacia de las
constancias emanadas del Sumario Penal mediante prueba en contrario, lo que comporta una
incontrastable vulneración de la bilateralidad de la prueba e importa una restricción a su
derecho de defensa.
Es cierto que se comunicó a través de cédulas de notificación (libradas de oficio) el
requerimiento del sumario a la Fiscalía (decreto fecha 27 de abril de 2016), pero no existe en
el expediente constancia alguna que revele la existencia de instancia que permita la valoración
por las partes de las constancias que de allí surgen. De allí que no pueda reputarse consentido
el vicio. Aclaremos que aun en la eventualidad de considerar tolerada la futura incorporación
de la probanza (derivada de la falta de oposición cuando se notificó el proveído que lo
ordenaba, f.585), las comunicaciones posteriores se limitaron a poner en conocimiento de su
parte la integración del Tribunal (f.592 y 599) y la fecha de audiencia designada a fin de dar
lectura a la sentencia, sin dar cuenta de la existencia del sumario en la cámara, por lo que no
resulta aceptable la invocación de una supuesta subsanación de la nulidad acontecida. Ni
siquiera el ejercicio del derecho de recusar a uno de los integrantes de la cámara modifica tal
conclusión, pues no se comprende –según las constancias de la causa- de qué manera tal
actividad podría implicar el necesario conocimiento del cumplimiento efectivo de la remisión
documental solicitada.
Por el motivo expuesto, le asiste la razón a la parte actora cuando ataca el razonamiento que
alude al consentimiento supuestamente prestado por su parte y discrimina las consecuencias
procesales del carácter público del instrumento de su eficacia convictiva. Es, precisamente, su
posibilidad de ponderar las constancias requeridas y reservadas ad effectum videndi la que se
encuentra en tela de juicio ante la falta de comunicación de la agregación del sumario.
En definitiva, la garantía del contradictorio es la finalidad que anida en el traslado que debe
ordenarse luego del dictado de una medida para mejor proveer (art. 325, in fine, CPCC), más
allá de que –en este caso puntual- no se haya nominado así expresamente el requerimiento
formulado y que se trató de solicitar la remisión de una probanza que había sido ya
oportunamente ofrecida por ambas partes.
Resulta indubitable que tal como se verificó la sucesión de actos procesales acontecidos en la
causa a partir de la solicitud de remisión del sumario para “tenerlo a la vista”, las partes no
contaron con la oportunidad de expedirse acerca del mismo.
Cabe tener presente, a su vez, que la participación de la actora en el marco del sumario se
limitó a la recepción (en carácter de depositaria judicial) de la motocicleta conducida en el
momento del siniestro (ver. f. 36 Sumario), la manifestación relativa a la negativa de iniciar
acción penal (ver f. 49 y 53 Sumario) y la declaración según la cual acerca del accidente “no
recuerda nada, debido a que quedó inconsciente en el momento del hecho” (f. 53 Sumario).
Es también incontrastable la determinante trascendencia que las actuaciones sumariales han
tenido para la conformación del juicio de las Sras. Vocales (fs. 613; 623; 623 vta.; 628 vta.),
pues en todos los votos se ha hecho referencia a las constancias emanadas del sumario para
desentrañar la mecánica del hecho y analizar el grado de responsabilidad de las partes en el
acaecimiento de la colisión.
En definitiva, se ha construido el razonamiento sobre la base de probanzas incorporadas al
juicio en desmedro de la “paridad de armas” entre las partes que debe primar. Gráficamente,
explica Berizonce que este principio “implica que está vedada no solamente la utilización de
hechos no planteados por ellas ni sometidos a debate, o de pruebas formadas fuera del
proceso o sin participación de las partes, sino que, cuando el juez dispone prueba oficiosa,
debe permitir a aquéllas, antes de su asunción, ofrecer los medios de prueba relativos a los
hechos sobre los que versa. Todo el procedimiento probatorio debe desarrollarse en el pleno
contradictorio de las partes; de ahí que cualquier iniciativa instructoria, de las interesadas o
del juez, sólo puede tener andamiento si la parte gravada ha sido puesta en posición de
defenderse y de formular sus contradeducciones.” (BERIZONCE, Roberto O., ob. cit).
La restricción verificada en la posición de defensa de las partes justifica el acogimiento del
agravio en estudio y la anulación de la sentencia recurrida.
VI. Como consecuencia de ello, propongo hacer lugar al recurso de casación fundado en el
inc. 1, art. 383 del CPC y anular la resolución impugnada.
En definitiva, respondo afirmativamente a esta primera cuestión y emito en tal sentido mi
voto.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DOCTOR
DOMINGO JUAN SESÍN, DIJO:
Adhiero a los fundamentos brindados por la Señora Vocal María Marta Cáceres de Bollati.
Por ello, compartiéndolos, voto en igual sentido a la primera cuestión planteada.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DOCTOR
SEBASTIÁN CRUZ LÓPEZ PEÑA, DIJO:
Comparto las consideraciones expuestas por la Señora Vocal del primer voto y me
expido en idéntico sentido a la primera cuestión planteada. .
Así voto.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA LA SEÑORA VOCAL DOCTORA
MARÍA MARTA CÁCERES DE BOLLATI, DIJO:
A mérito de la respuesta dada al primer interrogante propongo:
I. Hacer lugar al recurso de casación deducido al amparo de la causal prevista en el inc. 1º del
art. 383 del CPCC y en consecuencia anular la sentencia impugnada.
II. Establecer que las costas sean afrontadas por la parte demandada y citada en garantía, que
ha resultado perdidosa (art. 130 CPCC). Los honorarios de los Dres. Rodolfo González
Zavala y Vicente Agustín Manzi se establecen en el treinta y cuatro por ciento (34%) del
mínimo de la escala del art. 36 de la Ley 9459 (arg. arts. 26, 36, 40 y 41, Ley 9459). No
corresponde regular honorarios al Dr. Pablo Allende (art. 26, Ley 9459).
III. Reenviar la causa a la Cámara que sigue en nominación, a fin de que se provea
nuevamente las apelaciones que quedan pendientes (art.390 CPCC), previo traslado a las
partes de la prueba solicitada mediante decreto de fecha 27 de abril de 2016 (Sumario N.º
52/10 Subcomisaría de Agua de Oro).
Bien entendido que la anulación que aquí se dispone en modo alguno implica una especie de
cortapisa sobre los poderes que incumbirán al tribunal de reenvío, el que deberá examinar
libremente y según sus propios criterios el mérito de las apelaciones sobre las cuales deberá
proveer. La anulación dispuesta no importa –de modo alguno- dar razón en lo sustancial a la
recurrente sobre la valoración del Sumario Penal requerido por la cámara y reservado para
estos obrados, cuestión ésta que escapa a la limitada competencia de este Tribunal Casatorio.
Así voto.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DOCTOR
DOMINGO JUAN SESÍN, DIJO:
Adhiero a la solución propuesta por la Señora Vocal del primer voto.
Voto en idéntico sentido.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DOCTOR
SEBASTIÁN CRUZ LÓPEZ PEÑA, DIJO:
Coincido con el resolutivo que postula la Doctora María Marta Cáceres de Bollati, por lo que
me pronuncio en el mismo sentido.
Por el resultado de los votos emitidos, previo acuerdo, el Tribunal Superior de Justicia, por
intermedio de su Sala en lo Civil y Comercial,
RESUELVE:
I. Hacer lugar al recurso de casación deducido al amparo de la causal prevista en el inc. 1º del
art. 383 del CPCC.
II. Anular la sentencia impugnada.
III. Imponer las costas a la parte demandada y citada en garantía (art. 130 CPCC). Los
honorarios de los Dres. Rodolfo González Zavala y Vicente Agustín Manzi se establecen en el
treinta y cuatro por ciento (34%) del mínimo de la escala del art. 36 de la Ley 9459 (arg. arts.
26, 36, 40 y 41, Ley 9459).
IV. Reenviar la causa a la Cámara que sigue en nominación, a fin de que se provea
nuevamente las apelaciones que quedan pendientes (art.390 CPCC), previo traslado a las
partes de la prueba solicitada mediante decreto de fecha 27 de abril de 2016 (Sumario N.º
52/10 Subcomisaría de Agua de Oro) y con el alcance aclarado en esta resolución.
Protocolícese e incorpórese copia. 

CACERES de BOLLATI, María Marta


VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

SESIN, Domingo Juan LOPEZ PEÑA, Sebastián Cruz


VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

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