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Pea N=Cy oF 1a Cotes monstruo del/pantano Li Liliana Ginetto BE 4 wy; a i | 5 | €scaneado con CamScanner esariosdetinto. coordinacién de coleccién Lola Rubio Disefo de coleccién Alejandra Mosconi Ediclén Florencia Lamas ustracién Anabella Lopez ‘© 20, Tinta fresca ediciones S.A. Piedras 9743 (Ci140A8k) Ciudad Auténoma de Buenos Aires Rios de tinta es un sello de Tinta fresca ediciones S.A. 1 ecicién Rios de tinta: diciembre de 2010 ‘© delos textos, Lilana Cinetto, 2010 ‘ delas lustraciones, Anabella Lépez, 2010 ISBN 9789874789-047 Hecho el depésito que establece la ley 11.723, ra de edicién argentina Impreso en Argentina Printed in Argentina eservados todos los derechos. Prhibida la reproduccin totaly pari de sta obra por cualquier medio, sin prmiso escrito dela Etoval. lana Gnetto espontosa monstruo del pontane 19 ed 19 relmp. ‘Buenos Aires: Rios de Tinta, 204 rap; 941 em 'SBN 9789871789-067, +. Naratva infant y uve argentina. 2. Novela. To 1. pez Anabela, I. Se. oo s33 @ g g q < s g 2 El espantoso { monstruo ie. del pantano ° Liliana Cinetto esariosdetinto, __al €scaneado con CamScanner Capitulo 1 E. mago Randulfino estaba en pijama y pantuflas, a punto de tomar la sopa de de- dalitos, cuando le Ilegé la terrible noticia. Por paloma mensajera le Iegé. Una paloma que aparecié empapada hasta las patas porque se le habia largado a lover a mitad de camino. Cuando Randulfino la vio, chorreando agua y golpedndole la ventana con el pico, supo que la paloma solo podia traer una noticia terrible. Y no se equivocaba. Justo ese dia, las cosas no le habfan sali- do del todo bien al mago. Primero se habia equivocado de encantamiento y en lugar de transformar una calabaza en carroza, la habia convertido en una lata de sardinas. —2Y ahora cémo voy al baile? Tenia que Hegar antes de las doce —lloraba la duefia de €scaneado con CamScanner la calabaza, mientras Zafiro, el gato negro de Randulfino, se tragaba en un descuido hasta Ja tiltima de las sardinas. Después de eso, Randulfino habia tenido que aguantar las protestas de siete enanitos, —No tengo la culpa. Yo le avisé que no comiera la manzana, que estaba envenenada —se defendia el mago—. Pero la muy cabe dura fue y le dio un mordiscén... También habia discutido con una nifia que ya no queria ponerse su caperucita roja y pedia ropa nueva, Za —Estoy aburrida de usar siempre lo mis- mo— se quejaba la nena. Ni hablar de cuando se le aparecié un tal Pulgarcito, —Estas no son botas de siete leguas —le grité ofendido el pequefiin, cuando el mago confundido le dio unos zapatitos de cristal. Para colmo, a Randulfino se le habia tesfriado la lechuza y con cada estornudo le lenaba el castillo de plumas. Y por si eso fuera poco habia espolvoreado a un gigante malhumorado con harina, creyendo que eran polvos magicos. E incluso, se le habia caido la Varita magica adentro del guiso de mondongo 6 arte y cada vez que la usaba echaba chispas con salsa de tomate. YY aunque nada bueno podia esperarde aquel mensaje que le trafa la paloma, Randulfino era el mago mas poderoso de los alrededores. Y el tinico. Es cierto que nunca habia obtenido el diploma, pero habia estudiado en la Academia de Magia, hechicerfa y afines. Si alguien nece- sitaba su ayuda, no podia negarse. Por eso, se puso resignado los anteojos y se dispuso a leer. Eso si, antes secé a la paloma con una toalla, para que no se le resfriara igual que la lechuza y también entrara a desparramarle plumas por todos lados con los estornudos. Y enseguida la puso dentro de una jaulita, no fuera a ser cosa que Zafiro se hubiera quedado con hambre y se comiera también a la mensajera. Y ademés, le preparé un té caliente a la paloma y le sirvié al gato un poco de leche en el platito. Solo en- tonces tomé el papel doblado que la pajarraca levaba en un anillo de la pata derecha. Mientras lo desenrollaba, Randulfino se llevé una cucharada de sopa a la boca. Pero en cuanto leyé el primer renglén se atragant6 con - los dedalitos y tuvo un ataque de tos. De los nervios y a falta de un vaso de agua, se tomé * €scaneado con CamScanner €scaneado con CamScanner Y después de poner en la puerta de st que decia: casa Un cartel Randulfino partido a toda velocidad sq- biendo que lo esperaba algo terrible. Capitulo 2 l reino donde vivia la princesa Adelinda quedaba lejos, muy lejos. Demasiado. Habia que atravesar siete mares, un desierto, ocho rios, cuatro pantanos, dos lagos, una selva, catorce montafias, seis acantilados, doce bosques, tres valles, ocho manantiales, once cascadas, nueve barrancos y un precipicio sin fin. Nadie legaba hasta alli ni de casualidad. Algunos porque se cansaban a mitad de-camino. Otros porque se perdian. Muy de vez en cuando, aparecia un tu- rista japonés. Pero aparte de eso... Randulfino tuvo que emplear sus mejores trucos para llegar lo antes posible. Y para no tener que viajar en barco,,canoa, bote, carreta, diligencia, burro... Asi y todo, legs agotado y con la barba arrugada. " €scaneado con CamScanner El rey Heriberto, padre de Adelinda, Io esperaba ‘sentado en el trono, con la corona torcida, comiéndose las ufas y tomando té de tilo. Se lo notaba desesperado. En cuanto vio aparecer al mago, elrey se olvido del protocolo y corrié a abrazarlo. Cuando su majestad em- ppez6 a hacer puchero, Randulfino abrié la va- lija y buscd un pafiuelito. No encontré, Al que si encontré fue al gato Zafiro, doblado entre dos calzoncillos. Mientras el mago estiraba un poco al gato, el rey Heriberto se largé a llorar a moco tendido. Randulfino tuvo que secarle las lagrimas y sonarle la nariz con el dobladillo de su tunica. —Bueh, buch... Ya se va a arreglar todo, alteza —lo consolaba y, para ir ganando tiem- po, le pregunté algunos detalles—. gCuanto hace que desaparecié? —No sabria decirle, porque el reloj de sol no nos anda bien. Desde que lo pusimos bajo techo, dejé de funcionar —le explics el rey y sorbié ruidosamente su té de tilo pat tranquilizarse. —No encontraron ningtin rastro de ella? —Nada. Ni una miguita de pan. ¥ eso qué yo siempre le decfa: «Nunca salgas sin mig’ 42 €scaneado con CamScanner en los bolsillos, por si te perdés. Acordat, que les pasd a esos chicos, Hansel y Gres dey Y hablando de migas, ¢no gusta un san, : ‘7 de mortadela? Es que a mi, con la angel me abre el apetito... Asse Randulfino rechaz6 fa comida que le con. vidaba el rey y siguid averiguando. —,Nots algo raro en Ja princesa? ~Y si, la vefa tristona —le contests el rey con la boca llena—. Siempre asomada al bal- c6n, suspirando. Se pasaba horas preguntin- dole a un espejo quién era la mas linda. HY el espejo qué le decia? —No le contestaba, porque nosotros ¢s- pejos que hablen nunca tuvimos. Ahora, desde que leyé esos libros, la cosa empeoro... —Qué libros? —quiso saber el mago, mientras le daba un sopapo a Zafiro que sé acercé a olisquear los sanguches. —Esos que terminaban diciendo Yu vieron felices y comieron perdices...”. Randulfino se peiné la barba, pensative. ed Adelinda no tenia ningiin pret” *—pregunté de pronto. hemor) Fe el rey—. Con {0 hizo un curso de piano por correspondencia. Lo que le costé a la pobre. Porque estudiar Ja teoria vaya y pase, pero practicar piano a distancia... Y sin instrumento. —No habia ningin principe, ningdin noble, ningiin caballero... nadie que quisiera pedir su mano? —lo interrumpié el mago. —Y... vivimos tan lejos que todo nos es- casea. Hasta los novios. Y vienen tan pocas visitas por estos lados... Le presentaron unos candidatos, si. Pero no le cayeron en gracia. A todos les encontraba algun defecto. Que este era vanidoso, que aquel tenia mal cardcter, que el otro no se bafiaba seguido, que el de més all eructaba... No queria un principe amul. Se conformaba con uno de cualquier co- lor. O uno que ni siquiera fuera principe, pero si, que la amara de verdad. Adelinda intent de todo, Bes6 a cuanto sapo encontré por ahi, a ver si alguno se le convertia en principe. Durmié una siesta como de cien afios, con la esperanza de que alguien la despertara con un beso. Y se encerré, no sé cuanto tiempo, en la torre més alta del castillo mas alto, donde la custodiaba dia y noche un feroz dragon, pero nadie vino a rescatarla. Hasta el dragon 5 €scaneado con CamScanner se aburrid de esperar y se fue. Cuando las siete hadas madrinas le dijeron que no podian ayudarla, ‘Adelinda loré sin consuelo. Y a Ig mafiana siguiente... jdesapareci 6! ‘A Randulfino le temblé el bigote de solo imaginar los terribles peligros que corrfa la ptincesa ‘Adelinda. Tal vez la habia hechizado alguna bruja poderosa y malvada. O tal vez la habia secuestrado un ogro cruel que la mante- nfa prisionera quién sabe donde. O tal vez al- gin monstruo desalmado pensaba comérsela para el almuerzo con ajo y perejil. Randulfino lamenté no haberse compra- do la bola de cristal en cuotas, con lo util que le hubiera sido para averiguar el paradero de la princesa. Pero no era momento de lamen- taciones y decidié poner manos a la obra de inmediato. Revis6 el castillo de punta a punta. No dejo telarafia sin investigar. Analiz6 cada pelo que encontré y examiné desde dentaduras postizas hasta ufias encarnadas. Al principio, no descubrié nada fuera de lo comin, salvo 4 Zafiro escondido en un armario de la cocina, mordisqueando un salamin. Pero como en ¢l castillo no eran de limpiar el suelo demasia- do seguido, muy pronto encontré unas huellas at de pisadas que Ilamaron poderosamente su atencién. Unas huellas que iban a permitir- le develar el misterio de la desaparicion de la princesa. 7 €scaneado con CamScanner Capitulo 3 I monstruo Wulfrano cra feo por donde se lo mirara. Tenfa los ojos sanguinolentos, los dedos como garras, la boca con tres dientes torcidos, la nariz descomunal...'Tenia una jo- roba en la espalda, la piel escamosa y verduzca, los pies enormes y chuecos... Tenfa los pelos como estropajos grasientos, las orejas llenas de cera, el ombligo con pelusa... Porque para mis, era sucio. Hacia ciento ocho afios que no se baftaba y la tiltima vez que lo habia hecho ni siquiera habia usado jabén. Nadie aguantaba su aliento a huevo podrido. Nadie soportaba el olor a queso rancio de sus patas. Nadie resistia el tufo hediondo de’su transpiraci6n. Nid. El monstruo Walfrano era el monstruo mas aterrador, mas espeluznante y mis pavoroso de €scaneado con CamScanner Jos alrededores. Daba miedo de solo yerlo Hasta él mismo se habia impresionado una ye, y habia salido corriendo, cuando de pura casua- fidad alcanz6 a distinguir su tortuosa imagen reflejada en las aguas de un lago. ‘Acerca de él, ademas, se rumoreaban cosas terribles: que jams dormia, que tenfa la fuerza de mil hombres, que desayunaba puré de ta- rantulas, que se metia el dedo en la nariz..., Por eso, nadie en su sano juicio se aventuraba por la comarca montafiosa donde vivia, ni por el pantano donde merodeaba. Sin embargo, y a pesar de las horribles historias que se conta- ban sobre él, el monstruo Wulfrano asustaba poco. ¥ no porque no fuera feo, desagradable, pestilente, sino porque el pobre era timidén. Todo le avergonzaba. Por cualquier cosita de nada se ponfa colorado como un tomate. Tam- poco estaba conforme con su aspecto ni lo con- vencian sus gruftidos ni estaba seguro de ser lo bastante feo y desagradable que tiene que ser un monstruo. Ademis, tenia miedo de que se burlaran de él. Y esa era la razén por la que se la pasaba escondido. Casi nunca salfa de su Cueva, a menos que fuera necesario. Y cuan- do no le quedaba més remedio, trataba de 20 €scaneado con CamScanner salir de noche, envuelto en tinieblas. Por ego, ver el gato antes de perderse entre lag somby fue a la princesa Adelinda, que habia sal tag balcén y que acariciaba una flor de ortiga 0 al rascaba desesperadamente, mientras tact un chachacha. i 54 Capitulo 9 ientras en el castillo, el mago Randulfino le daba a su gato instrucciones para lle~ yar a cabo la mision secreta, no lejos de alli, en su cueva, el monstruo Wulfrano lagrimeaba. Y no, porque no tenia chimichurri. No, porque la mancha de salsa de tomate del pantaln no le salfa con nada. No, porque la cucaracha finalmente lo habia abandonado sin siquie- ra despedirse. Lagrimeaba porque no podia dejar de pensar en la princesa Adelinda, tan hermosa, con su cabello rubio, con sus ojos verdes, con sus pies enormes... Desde que la habfa dejado en el pantano, cuando puso sobre su pecho una flor de ortiga, el monstruo se Sent solo que nunca. No tenia ganas ardntulas ni de nada, Ni de comer puré de 55 €scaneado con CamScanner arse la mugre de e pies ni de bailar chachac Pportaba que regresara | ch: ntre los dedog ha. Ni siquie la ingrata de | a. Solo queria estar con | con verla de nuevo, el pantano a la luz, de log ale im. ade la cucara. ” la Princesa, Sofiaha Con invitarla a Pasear por de la luna, con sacarly « bailar... Incluso sofiaba con... Pers €50, cla- 7, Tt imposible. Porque 4 cra un moneens, Un monstruo horroroso, ¢spantoso y rofioso, Y encima timidén. Ella jamas se fijaria en al- guien como él. Ella jamés soportaria su olor, Ella jamas lo quertia. Por eso lagrimeabe, ¥ cuando no lagrimeaba, sus piraba. Y cuando No suspiraba, dibujaba corazones en el suelo con la ufia del dedo gordo. Y no ponfa las ini. ciales W-A en los corazones porque el mons- truo Wulfrano no sabja leer ni escribir, Pero de tanto en tanto pronunciaba el nombre de Adelinda en voz alta. Y enseguida volvia a la- grimear, a suspirar y a dibujar corazones, Y justamente ahi estaba el monstruo Wilfrano lagrimeando, suspirando y dibujan- do un coraz6n en el suclo con Ia ufia del dedo gordo, cuando tuvo Ia extrafia sensacién de que alguien Jo vigilaba. Por un momento se ilusiond pensando que tal vez Ja princesa Adelinda habia 56 €scaneado con CamScanner regresado al pantano y no se dejaba ver p miedo o desconfianza. Pero por mas que Fr y remiré para todos lados, no pudo distin anadie en los alrededores. q Sin embargo, escondido entre Jas de un arbol, agazapado en la oscuridad Y car muflado con hojas de lechuga, alguien seguia atentamente cada uno de sus movimientos, es. pecialmente los del dedo gordo. Nadie que no estuviera entrenado habria podido distinguir a ese ser que no perdia detalle de lo que hacia Wiulfrano y que solo abandoné su puesto lue- go de varias horas de vigilancia y después de engullirse una milanesa, una pata de pollo, una costillita de cerdo a Ia riojana, un chorizo ala pomarola y unos bufiuelitos de acelga. Randulfino aguardaba ansioso en el castillo, caminando de un lado a otro. La informacién que pudiera aportar Zafiro en el momento en. que regresara de su misién secreta era de vi- tal importancia, pero cuando el gato lleg6, al Mago tuvo que esperar que se repusiera y que Comicra una longaniza, unos huevos rellenos, unas rodajas de matambre y hasta unas tortas fritas, porque se moria de hambre. Solo &- fonces Zafiro puso al tanto a Randulfino de Tamas 58 . antano. Al a averiguado en el P abi ue habia Jo que Bi empleé la clave Morse q' espia: incipio, jento como z pune su entrenam: ido en apren Pero al ver la lentitud con que cl mago traducfa los puntos y las rayas y los errores que cometia, Zafiro decidié recurrir a la mimica: torcié la cara, se tapé el hocico con la pata de- recha, se hizo el muerto, apunté con los bi- gotes al balcén de Adelinda, suspiré y dibujo corazones con la ufia. —Conque si... —murmuré Randulfino pensativo. Habia cosas que al mago le quedaban clara 1. El monstruo y Ja princesa estaban ena- morados. 59 €scaneado con CamScanner — 2.Los dos creian que ese a imposible. mor ex 3. El monstruo tenfa un olor que ay 4. La clave Morse solo la entiende a Lo importante era que, a él, lo que wee Wulfrano y Adelinda no le parecia intacne Sabfa que el amor es ciego. Y en ese = aa poco tenja olfato. a Pero por muchas razones no seria sencill que el monstruo del pantano y la princesa 2 tuvieran juntos. De todos modos, como m: experto y diplomado, Randulfino no pov quedarse de manos cruzadas. Tenia que hacer algo para ayudarlos. 60 Capitulo 10 E: su afan de ayudar al monstruo del pantano y ala princesa Adelinda, el mago Ran- dulfino intenté preparar una pocima para volver posibles los amores imposibles. Pero no existfa una receta para semejante hechi- zo en su libro de magia, y sus experimentos dieron resultados diversos y poco satisfacto- tios para este caso en particular: un brebaje para que el ajo no provoque mal aliento, una pomada para curar los sabafiones, un jarabe para volver simpaticas a las babosas. Luego intenté organizar un encuentro casual entre Wulfrano y Adelinda, per fue intitil, O ella no salia de su cuarto 0 S° perdia en cuanto daba un paso afuera y n° Iegaba ni al pasillo. 61 €scaneado con CamScanner Tampoco dieron resultado los mij mensajes que le enviaba al monstruo a través de Zafiro: cartas de amor Supuestamente escritas por la princesa, avioncitos de Papel con notas en clave Morse, cascotes en Ia cabeza... Wulfrano no sabia leer, entendia clave Morse y tenia la cal dura. La situacién comenzaba a tornarse des. esperante. El estado de melancolia de Ia princesa se agravaba dia a dia, el olor del monstruo empeoraba y Zafiro ya no queria ser agente secreto de Randulfino porque es- taba harto de ir y venir del pantano al casti- Ilo y del castillo al pantano, —Solo te pido una tltima misién le suplicé Randulfino desesperado. Y es que el rey Heriberto, todavia con la armadura oxidada puesta, porque la sierra con la que habjan tratado de sacérsela estaba desafilada, le contd que Adelinda ya no co- mia, ya no acariciaba la flor de ortiga, ya ni Siquicra tarareaba un chachach. Zafiro no pudo negarse, sobre todo cuando el mago le ofrecié como compensa- «ion una morcilla vasca, cuatro canelones ala Yun tampoo ibeza muy 62 Rossini, un bife de chorizo mariposa y varios kilos de helado de sambayén. _—Es una mision de vida o muerte —le advirtié el mago masajedndole las patas como aun futbolista—. Nos jugamos a todo o nada, Tendras que apelar a todo lo que haga falta. El monstruo Wulfrano estaba en la puerta de la cueva lagrimeando, suspiran- do y dibujando corazones con la ufia del dedo gordo, cuando Zafiro, camuflado con hojas de acelga, le revoleé un jabén por la cabeza. Wulfrano ni siquiera se dio cuen- ta de que no era un cascote y siguid en lo suyo. Casi enseguida le cayé un frasco de champt anticaspa, un desodorante, un cepillo de dientes, un enjuague bucal sa- bor menta, el identikit de Adelinda hecho por el mago Randulfino, un diccionario de clave Morse, la media sucia de la prince- sa que le habfa servido para encontrar su rastro, un zapatito de cristal numero 44, un plano del castillo, un anillo de com- promiso, un disco de chachachd... Nada. El monstruo Wulfrano no se daba por en- ‘ indirectas ni las terado, no comprendia indirectas 63 €scaneado con CamScanner directas, no reaccionaba. Muy pronto a ames » el gato Zafiro perdié la pacienci ay salis de u escondite dispuesto a todo. Se arrange hojas de acelga del camuflaje y enfres: 6 a Wulfrano a cara lavada. Estaba harty de todo ese asunto, asi que us6 el tiltime recurso que le quedaba para comunicarse con el monstruo, aquello en lo que era un experto. Por eso, torcié el hocico, doblé las orejas, enroscé la cola, olisqued una flor de ortiga... Pero Wulfrano no habia ju- gado jamas a “Digalo con mimica” y no entendié un pepino de lo que queria de- cir gato. Zafiro, entonces, se dio por vencido, Dejé a un costado la flor y se fue rando 64 €scaneado con CamScanner chorreando salsa de tomate, se juraba que en ninguna de volveria a ser agente secreto, tentaba sacarle la armadura con una maza y un cortafierro, Heribe, u llorisqueaba sin consuelo Porque g 7 sin saber qué le pasaba a su hij fa pensaba que nunca podria volve la espalda sin ayuda, Adelinda, baleén, deshojaba la flor de orti rando entre hipos y sollozos: —Me quiere, no me quiere... Tal vez por todo eso, de la enorme y hedionda deaba por el jardin. Ala mafiana siguiente, el rey Heriberto, que finalmente habia podido librarse de la armadura gracias a Zafiro, se disponia a de- Sayunar un café con leche con medialunas. El gato merodeaba para arrebatarle algin bocadillo al primer descuido, cuando de Pronto se puso alerta. Los pelos del lomo se le erizaron, sacé las garras, mostré los dien- tes, mordisqueé una medialuna 6 —éQué sucede, Zafiro? —le pregunt6 el mago, que entré en ese momento. Zafiro aru - rufa y SUS siete Vid » Mientras in. Oxidada aj te > asomada al ga, murmu- nadie se dio cuenta sombra que mero- 66 El gato intent6 hacerse entender Por sefias desesperadas. Doble la pata, alzé las orejas, en- 6 lacola... —LA —dijo el rey. El gato negé con la cabeza e hizo una osc nueva sefia. / —LOS —sugirié el rey, pero como Zafi- ro volvié a negar, agregé—: mejor segui con la segunda palabra. —_ - Zafiro perdi6 la paciencia y le sefalé con el hocico hacia la entrada. Alli, colora- do como un tomate, con un ramo enorme de flores de ortiga, estaba el monstruo Walfra- no. Se habia bafiado. Y con jabén. Se habia lavado los tres dientes. Se habia peinado. Se habia sacado la pelusa del ombligo. El mago Randulfino detuvo al rep gue insistia en ponerse nuevamente Ja arma ue y le seftal6 a Ia princesa Adelinda, que ss- daba al monstruo desde el balcén con ure sonrisa de oreja a oreja. Igual, el Ay ben tendié que el monstruo y la pa me enamorados hasta que Zafiro se lo dij mimica. , Y el monstruo y Ia prin fueron felices. Porque apre! cesa se casarony wndieron @ bailar 67 EE €scaneado con CamScanner con un curso por corresponden chachach’ chach ‘ a ando la prince Porque cu se perdia en el] cud tillo, Wulfrano iba a buscarla. Porque él se ba- fiaba bastante seguido y se sacaba la pelusa del ombligo. Por eso y por mucho mas fueron fel; ces. Lo que no comieron fue perdices, Porque Wulfrano seguia prefiriendo el puré de taran- tulas. Y en lo posible con chimichurri. €scaneado con CamScanner capitulo 1.. Capitulo Capitulo Capitulo 4. Capitulo 5... Capitulo 6. Capitulo Capitulo 8. Capitulo 9 Capitulo 10. €scaneado con CamScanner

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