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ABSOLUTA
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La historia de la noción de propiedad es diversa y está llena de ejemplos de realidades
que son el resultado de la superposición y combinación de diferentes dispositivos
legales y de dinámicas históricas cambiantes. La propiedad justificada por la ocupación
continuada (usucapión), la propiedad instrumental orientada al aprovechamiento de los
frutos de la misma (usufructo) o la propiedad mediante personas interpuestas con el fin
de sortear las limitaciones a su transmisión y como medio para mitigar las obligaciones
impositivas (los uses ingleses) no son sino ejemplos de una pluralidad de prácticas y
regulaciones que se resisten a una categorización unidimensional.
Sin embargo, por distintos motivos, en los dos últimos siglos ha tenido enorme éxito
cognitivo –y académico– la concepción de la propiedad entendida como absoluta e
ilimitada. Se trata de una idea poderosa que se compadece mal con la historia real del
fenómeno, pero cuyo dominio no hace sino extenderse y consolidarse.
Los derechos de propiedad ha resultado muy atractiva para quienes creen que pueden
hacer lo que deseen con algo que es su propiedad. Pueden usarlo como quieran,
venderlo a quien quieran y, entre otras muchas cosas, una fundamental: excluir de su
uso a los demás.
Por ejemplo, el derecho que habilitaba a alguien para transitar por la propiedad de otro,
tornando ésta no absoluta, o la posibilidad de impedir que un vecino construyera cierto
tipo de edificio en el terreno del que este vecino era propietario (la restrictive
covenant o servitude). O cuando que un propietario no tenía derecho a incendiar su
propia casa, incluso en el caso de no causar daños a terceros. Además, constataba que
era algo habitual la existencia de propiedades comunes (ya fuera en forma de tenencia
conjunta, fincas en aparcería en común o arrendamiento en común) y los derechos
comunales sobre tierras nominalmente privadas. En la práctica, los derechos de
propiedad no eran absolutos: estaban limitados por, y existían en conjunción con, otros
derechos.
4. INVIOLABLE
La propiedad es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un
bien (artículo 923° del C.C.), excluyendo del arbitrio ajeno. Es un derecho económico
de primer orden. El derecho de propiedad es inviolable. Este derecho tiene plena validez
desde la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1789. Nadie
puede atentar válidamente contra ella, sino, exclusivamente, por causas de seguridad
nacional o necesidad pública mediante expropiación, legalmente justificada y con el
pago del justiprecio.
5. INTERES SOCIAL
Los peligros del interés social al derecho de propiedad, él señala que durante la vigencia
de la Constitución del 1979 (y también antes de ella) se invocó el interés social en
muchas ocasiones para irrumpir contra la propiedad a favor ciertos sectores de la
población que no gozaban de ella. La Reforma Agraria de los años 60 y la intervención
del sistema financiero y de seguros en los 80 son ejemplos claros del alcance de este
concepto
Cabe señalar que el traspaso del interés social al bien común fue también una
preocupación para los constituyentes de la Constitución de 1993. Entre estas
preocupaciones, tenemos a del constituyente que señalaba durante el debate
constitucional para la aprobación de la Constitución de 1993 que invocando el interés
social nunca he negado la función social que tiene toda propiedad – Alan García
pretendió estatizar la Banca. Invocando el interés social se han cometido muchísimos
abusos e irregularidades en nuestro país. Quiero que se reflexione en ese sentido, ya que
sería sumamente grave que expresamente se hable del interés social, término que
muchas veces es invocado erróneamente. Al final del día, la Constitución dejaba atrás la
figura del interés social para pasar a la limitación de la propiedad por el bien común.