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El Narrador Benjamin - María Carolina Ballesteros
El Narrador Benjamin - María Carolina Ballesteros
El ensayo de Walter Benjamin “El narrador” a través del análisis de los rasgos gruesos y
simples de la narración, y de su transversalidad nos invita a repensar los límites disciplinarios.
Destaca constantemente el vínculo entre narración y experiencia, y cómo el despliegue de la
tecnología en la modernidad influye en la facultad de intercambiar experiencias. Pero, estas no
son la única causa de la menguante comunicabilidad de la experiencia. El efecto enmudecedor
de la guerra; la creciente atención de la novela y su dependencia esencial del libro; la
trasformación de las formas épicas y la relación que aquella guarda con la histografía; el papel
decisivo jugado por la difusión de la información que reivindica una pronta verificabilidad; la
tensión y el mito; y cómo inciden los conceptos de vida y muerte, son los protagonistas que se
interrelacionan en el texto como una constante invitación a repensar los límites de la narración
como objeto literario autónomo.
Bejamin acentúa que una de las características más destacables de la novela son la
dependencia del libro, el individuo en su soledad de la lectura, la carencia de consejo, la
tensión, la creciente necesidad del lector de devorar más y más la historia, y el protagonismo
de la muerte que la atraviesa de origen a fin. En la novela, el “sentido de la vida” y la “muerte”
se implican mutuamente, porque el sentido de la vida sólo se descubre a la muerte del
personaje, y el lector tiene una certeza de antemano: “la certeza de asistir a su muerte”. Y la
muerte figurada es el fin de la novela. No existe otro final posible para la tensión que la
atraviesa de principio a fin. Este pasaje de Benjamin es contundente: “Lo que atrae al lector a
la novela es la esperanza de calentar su vida helada al fuego de una muerte, de la que lee”.
La crónica se distingue de la información a partir del examen que realiza de las formas
épicas: “Todo examen de una forma épica determinada tiene que ver con la relación que esa
forma épica guarda con la histografía”. Para Benjamin, en la crónica se estructuran las
maneras posibles de narrar como matices de un mismo color, y en esa medida que se acerca
más a la narración que la información. El cronista es el narrador de la historia, nos dice. El
historiador está esforzado a explicar de alguna manera los sucesos que lo ocupan, y no se
contenta presentándolos como muestras del curso del mundo. Por ello, para el autor el
cronista del medioevo es el precursor de los recientes escritores de la historia.