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Universidad de Palermo

Maestría en Derecho – orientación Derecho Penal

Interpretación en el ámbito del derecho y la literatura

PROFESOR: Guillermina Rosenkrantz (PH.D. Yale University)

Alumna: María Carolina Ballesteros

Reseña de “El narrador” de Walter Benjamin.

Traducción de Roberto Blatt, Ed. Taurus, Madrid 1991.

El ensayo de Walter Benjamin “El narrador” a través del análisis de los rasgos gruesos y
simples de la narración, y de su transversalidad nos invita a repensar los límites disciplinarios.
Destaca constantemente el vínculo entre narración y experiencia, y cómo el despliegue de la
tecnología en la modernidad influye en la facultad de intercambiar experiencias. Pero, estas no
son la única causa de la menguante comunicabilidad de la experiencia. El efecto enmudecedor
de la guerra; la creciente atención de la novela y su dependencia esencial del libro; la
trasformación de las formas épicas y la relación que aquella guarda con la histografía; el papel
decisivo jugado por la difusión de la información que reivindica una pronta verificabilidad; la
tensión y el mito; y cómo inciden los conceptos de vida y muerte, son los protagonistas que se
interrelacionan en el texto como una constante invitación a repensar los límites de la narración
como objeto literario autónomo.

El vínculo entre narración y crisis de la experiencia evidencia que la facultad de


intercambiar vivencias se encuentra en franca retirada, y anuncia que el arte de narrar ha
llegado a su fin. Así, nos expresa: “Con la Guerra Mundial comenzó a hacerse evidente un
proceso que desde entonces no ha llegado a detenerse. ¿No se advirtió que la gente volvía
enmudecida del campo de batalla? No más rica, sino más pobre en experiencia comunicable ”.
Para el autor, el efecto enmudecedor de la guerra desplazó la narración del ámbito del habla, y
esa es la razón por la cual al cabo de varios años comenzó una creciente publicación de novelas
bélicas cuya trama se centraba en las vivencias en los campos de batalla.

Bejamin acentúa que una de las características más destacables de la novela son la
dependencia del libro, el individuo en su soledad de la lectura, la carencia de consejo, la
tensión, la creciente necesidad del lector de devorar más y más la historia, y el protagonismo
de la muerte que la atraviesa de origen a fin. En la novela, el “sentido de la vida” y la “muerte”
se implican mutuamente, porque el sentido de la vida sólo se descubre a la muerte del
personaje, y el lector tiene una certeza de antemano: “la certeza de asistir a su muerte”. Y la
muerte figurada es el fin de la novela. No existe otro final posible para la tensión que la
atraviesa de principio a fin. Este pasaje de Benjamin es contundente: “Lo que atrae al lector a
la novela es la esperanza de calentar su vida helada al fuego de una muerte, de la que lee”.

Al analizar la transformación de las formas épicas, donde los cambios se presentan a lo


largo de cientos de milenios en la Tierra, la información y la crónica hacen su aporte a la
aparición de historias caracterizadas por la pobreza de historias memorables. La información
reivindica su pronta verificabilidad y su relación con la muerte, nuevamente, es la nota
destacable. Se caracteriza por la “primicia” y se agota en el momento mismo en que se da a
conocer: “La información cobra su recompensa exclusivamente en el instante en que es nueva.
Sólo vive en ese instante, debe entregarse totalmente a él, y en él manifestarse”. Benjamin
atribuye un papel decisivo a la difusión de la información en la caída del arte de narrar.

La crónica se distingue de la información a partir del examen que realiza de las formas
épicas: “Todo examen de una forma épica determinada tiene que ver con la relación que esa
forma épica guarda con la histografía”. Para Benjamin, en la crónica se estructuran las
maneras posibles de narrar como matices de un mismo color, y en esa medida que se acerca
más a la narración que la información. El cronista es el narrador de la historia, nos dice. El
historiador está esforzado a explicar de alguna manera los sucesos que lo ocupan, y no se
contenta presentándolos como muestras del curso del mundo. Por ello, para el autor el
cronista del medioevo es el precursor de los recientes escritores de la historia.

La memoria y el recuerdo juegan un papel importante en la literatura. Así Benjamin


nos dice: “La memoria es la facultad épica que está por encima de todas las otras. Únicamente
gracias a una extensa memoria, por un lado la épica puede apropiarse del curso de las cosas, y
por el otro, con la desaparición de estas, reconciliándose con la violencia de la muerte ”. El
recuerdo funda una cadena de la tradición que se transmite de generación en generación, y el
rol que la narración juega en el recuerdo se vislumbra ocasionalmente en las epopeyas, y de
allí que se distingue la “memoria eternizadora” del novelista de la “memoria transitoria” del
narrador.

Finalmente, Benjamin pone en evidencia que tanto el novelista como el narrador


tienen un punto en común, ninguno puede renunciar a su historia de vida: “Todos aquellos que
encarnan la sabiduría, la bondad, el consuelo del mundo, se apiñan en derredor del que narra.
No puede dejar de reconocerse que la imagen de su propia madre los atraviesa a todos”.

Aun cuando Walter Benjamin pareciera anunciar que asistimos a la muerte de la


narración, su punto de partida y su destino coinciden: “la narración se nos presenta en toda su
incidencia viva”. Lejos de proclamar la muerte definitiva de la narración nos muestra que
aquella está más viva que nunca. Nos conduce por un análisis histórico y brinda las razones del
aumento del capital referencial de autores que acapararon las grandes discusiones literarias en
la academia en su época, algunos de ellos dedicados al género de la novela, para finalmente
concluir que los límites de los distintos géneros literarios comienzan a flexibilizarse en aquel
punto donde confluyen la literatura y la experiencia.

Cuando Benjamin anuncia el fin de la narración su análisis se caracteriza por un


recorrido histórico de las distintas formas de comunicar la experiencia y de su evolución en
función de los avances tecnológicos y sus implicancias. Pero en modo alguno ese proclamado
“fin” puede identificarse con la “muerte” de la narración dentro de la literatura. La “muerte”
en el ensayo se presenta como una característica que está dada en función a la perdurabilidad
o agotamiento de la experiencia que se transmite. De allí que, la literatura y sus diversos
géneros no pueden prescindir de ella, así como tampoco pueden hacerlo la sociología, la
filosofía, la psicología, y también el derecho.

Es, entonces, la transversalidad de la narración es uno de sus rasgos más


característicos en la actualidad.

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