This document contains reflections for Holy Thursday focusing on where one's heart lies and following in the footsteps of Jesus. It discusses how our hearts guide our actions and how we can choose to escape or accept our destiny. It encourages having an inclined heart toward God to guide one along the right path with His light, even if the end is not fully clear. The document closes with prayers from Thomas Merton and the Cure of Ars.
This document contains reflections for Holy Thursday focusing on where one's heart lies and following in the footsteps of Jesus. It discusses how our hearts guide our actions and how we can choose to escape or accept our destiny. It encourages having an inclined heart toward God to guide one along the right path with His light, even if the end is not fully clear. The document closes with prayers from Thomas Merton and the Cure of Ars.
This document contains reflections for Holy Thursday focusing on where one's heart lies and following in the footsteps of Jesus. It discusses how our hearts guide our actions and how we can choose to escape or accept our destiny. It encourages having an inclined heart toward God to guide one along the right path with His light, even if the end is not fully clear. The document closes with prayers from Thomas Merton and the Cure of Ars.
Juvenil Jueves Santo ¿Dónde y cómo está tu corazón? ¿Qué le preocupa y lo inquieta? ¿Qué y quién le da paz?
Dicen que «por donde el corazón se inclina, el pie camina».
Lo que está en nuestro corazón, las intenciones, los deseos y las motivaciones, pone en marcha nuestra acción. Damos pasos hacia la dirección a la que nuestro corazón nos orienta. Si tenemos el corazón inclinado hacia Dios, entonces nos pondremos en camino hacia Él. Reflexión: Quo Vadis? Cuenta una antigua tradición cristiana, presente en el texto apócrifo de los Hechos de Pedro, que durante la persecución de Nerón a los cristianos, Pedro escapó de Roma temiendo la muerte. En el camino, se encontró con Jesús que iba cargando la Cruz y Pedro le preguntó: «¿A dónde vas, Señor?», a lo que Jesús respondió: «Voy a Roma, a ser crucificado de nuevo». Pedro, avergonzado de su actitud, volvió a Roma, donde moriría crucificado, cabeza abajo. En el lugar de su martirio hoy se levanta una Basílica en su nombre que guarda sus restos. Hoy iniciamos un camino que, aunque será muy breve, nos permitirá ir tras las huellas del Señor, si así lo queremos. Podemos elegir escapar, o podemos aceptar nuestro destino, con todo lo que implique. Tal vez no tengas claro muy hacia dónde vas, pero basta con tener inclinado el corazón en la dirección correcta, y saberte situar como compañero de Quien es, en sí mismo, el Camino. Basta un poco de su Luz para ver hacia adelante. Como un auto que, de noche, sólo alcanza a ver hasta donde llega la luz de sus faros delanteros, pero puede andar así hasta el final del camino. No se trata de ver todo claro hasta el final, sino de ir avanzando poco a poco con la luz que tenemos disponible. Oración Escrita por el monje trapense Dios, Señor Mío, no tengo idea de adónde voy. Thomas Merton No veo el camino delante de mí. No puedo saber con certeza dónde terminará. Tampoco me conozco realmente, y el hecho de pensar que estoy siguiendo tu voluntad no significa que en realidad lo esté haciendo. Pero creo que el deseo de agradarte, de hecho te agrada. Y espero tener ese deseo en todo lo que haga. Espero que nunca haga algo apartado de ese deseo. Y sé que si hago esto me llevarás por el camino correcto, aunque yo no me dé cuenta de ello. Por lo tanto, confiaré en ti siempre aunque parezca estar perdido a la sombra de la muerte. No tendré temor porque estás siempre conmigo, y nunca dejarás que enfrente solo mis peligros. Amén. Lectio Divina, Jn 13 Lectio: ¿Qué dice el texto?
Meditatio: ¿Qué me dice?
Oratio: ¿Qué le respondo a Dios?
Contemplatio: ¿Cómo percibo a Dios a partir del texto?
Actio: ¿A qué me invita? ¿Cómo se lo digo con mi vida?
Oración Escrita por el Santo Cura de Ars, Te amo, oh mi Dios. Mi único deseo es amarte hasta Juan María Vianney el último suspiro de mi vida. Te amo, oh infinitamente amoroso Dios, y prefiero morir amándote que vivir un instante sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es la de amarte eternamente. Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo, quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro. Te amo, oh mi Dios Salvador, porque has sido crucificado por mí, y me tienes aquí crucificado contigo. Dios mío, dame la gracia de morir amándote y sabiendo que te amo. Amén.