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alas mujeres se nos plantea siempre un doloroso dilema: ser amadas 0 ser ereadoras.” Amparo Espinoza Rugarcia ‘4s que un acto de acerca- micnto crudito, conocer Ia opinién de las dems acerca de la propia identidad es una forma de relacionamos con los de~ mas, de unir continentes, La inten- cién es ofrecer ideas y conceptos que sirvan para comprendemos me- jor, para poder convivir mejor, para poder amamos a nosotros mismos y a los demas, puesto que nadie ama Jo que no conoce. Deseo destacar lo significativo que puede resultar des- cubrir la mirada que critioos y criti- cas estadounidenses han hecho so- bre el feminismo mexicano, ‘Ademas, para poder replicar hay que saber cémo nos perciben. Desde el otro lado del Rio Bravo, Alan Riding —en su libro Distant neighbors, @ portrait of the mexi- ‘cans, que en su primera versién al espafiol, en 1985, aleanzb siete re- impresiones en siete meses: Vecinos distantes—' comicnza con la si- guiente percepcién alarmista Probablemente en ningin lugar del mundo vivan, lado a lado, dos paises tan diferentes como México y Estados Unidos. Al cruzar Ia frontera, digamos, de El Paso a Ciudad Judrez, el contraste es impactante: de ri- queza a pobreza, de organiza- cién a improvisacién, de sabo- res artificiales a especias pican- tes. Pero las diferencias fisicas son menos —_ importantes. Probablemente, en ningin lugar del mundo dos vecinos se en- tiendan tan poco. Mas que por niveles de desarrollo, los dos paises estan separados por len- guaje, religin, raza, filosofia e historia, Estados Unidos es una nacién que apenas cuenta dos- cientos aiios y esta ya sobre el El doloroso dilema de las mujeres: ser amadas o ser creadoras M.A. Lilia Granillo Vazquez TOOT EOOO OTE C OO OEE OOOO HOSE OOOOOOOOOO OOD siglo XI, México tiene varios miles de afios y sigue sujeto a su pasado. Por afirmaciones como ésta me interesa mencionar la manera en que los vecinos del norte perciben la nueva identidad de las mexicanas. Una de las tesis mas comunes sobre nosotras y la lucha por nuestros de- rechos parte de la percepcién de “cierta debilidad en el feminismo la- tinoamericano”. Luego de la década de las contraculturas, ya desde 1973, en un articulo muy conocido que se tinula “Marianismo: the other face of machismo in Latin America”,” Eve- lyn Stevens se preguntaba conster- nada por esa “debilidad” del femi- nismo. Y se contestaba que se debia al poder casero que las mujeres lati- noamericanas ejercian de manera efectiva en los hogares. Supuesta- mente los machos latinoamericanos mandan —decia Stevens dos afios antes del Afio Intemacional de la Mujer—, pero en realidad, la “supe- rioridad espiritual femenina”, acep- tada sin mayores dudas por las y los latinoamericanos, prevalece en el hogar. ‘Otros autores y autoras estadou- nidenses contribuyeron a conceder- nos esta identidad teéricamente. La peculiar manera de ser de las muje~ 25 res latinoamericanas fue bautizada como “marianismo”, contraparte del machismo. También por entonces, Jane Jacquette sostenia una tesis pa- recida, en Literary Archetypes and Female Role Alternatives: the Wo- man and the Novel in Latin Ameri- ca, Segiin Jacquette, el poder de las mujeres latinoamericanas trascendia 1 ambito tadicionalmente restringi- do al hogar. En ese volumen publi- cado en Pittsburgh, esta critica ad- vierts la importancia de la institu- cidn familiar al sur del Rio Bravo, y asegura que muchas decisiones eco- nomicas, politicas y pertenecientes a lo paiblico, se discuten y se conside~ ran en el seno de las familias lati- noamericanas, y que en ese seno, las mujeres son desde consejeras hasta ‘manipuladoras de sus hombres. Las latinoamericanas —segin esta vision estadounidense— no te- nian necesidad de un feminismo fuerte que les concediera poder, pues ya lo ejerefan desde la cocina y la cama. Asi, mujeres como noso- ‘tras, no teniamos necesidad de libe- ramos de las cadenas domésticas, pues no eran cadenas, eran la fuente de nuestro poder. Casi un tustro ha transcurrido desde la tesis del marianismo lati- noamericano, Sin embargo, ain per- siste la nocién de que las mujeres en Latinoamérica somos mujeres posteoloniales. Es decir, que partici- pamos de una identidad propia de paises que han pasado por largas tapas coloniales y que, por lo tanto, algo modificadas, las estructuras co- loniales alin estin presentes en nues- tra cultura y en nuestra vida, En 1992, Debra A. Castillo asi lo expo- ne al inicio de su magnifico libro Talking back, Toward a Latin Ame- rican Feminist Literary Practice* Con relacién a las particula- ridades en la vida de las mujeres latinoamericanas, los latinoamericanistas ne- cesitan explorar las cuestio- nes concretas de la oposi- cién o complicidad femeni- nas hacia los ordenes esta- blecidos, y las relaciones de esta oposicién 0 complici- dad con las estructuras ¢s- pecificas de lo social, lo his- térico, lo politico y to legal en cada uno de esos paises. Es decir, cémo el problema de un colonialismo persist- ete en algunos campos se entrecruza con las estructu- ras postcoloniales en otros. ‘No dudo que exista una que otra latinoamericana que sea mujer postcolonial.* Sin embar- {B0, creo que esta visién estadou- nidense acerca del feminismo latinoamericano es incompleta, por no decir distorsionada. No todas las Jatinoamericanas somos postcolo- niales ni nuestro feminismo es débil Yo creo que “esa complicidad feme- nina hacia los érdenes establecidos” no es una actitud que compartan to- das las mujeres en América Latina, Circunseribo el problema al ‘Ambito de las relaciones laborales Quiero centrarlo en la figura de las cempresarias, pues el enigma de Ma- ria Antonieta Rivas Mercado, cono- cida como la primera empresaria ooo cultural mexicana, me acerca a la li- teratura ‘Tomé la siguiente afirmacién de una publizacién mexicana especiali- zada, cierto articulo —escrito por tuna mujer—. Lleva por titulo una provocacién: “Los hombres en el camino de ser el segundo sexo”* Bajo el subtitulo: “Crece en el mun- do desarrollado un fendmeno revo- lucionario: los hombres ceden posi- ciones a las mujeres”, proporciona Jos siguientes datos que resultan mas que elocuentes: En México, el efecto feminista Tega con un retraso de casi me- dio siglo. Sin embargo, una re- volucién universal no podia de- jar al margen la mitad de la po- blacién de este pais, donde ta estructura. “patriarcal” explica el porqué del rezago. Aunque ¢s para tomarse bastante en se- rio el hecho de que las mujeres trabajan 67% del total de las horas laborables, pero que per- ciben sdlo 10% de los benefi- cios, y que son propietarias tan sdlo del 1% de los bienes. 26 Empresarias 0 trabajadoras-neocolonialistas En otro articulo especializado,” la antropéloga Margarita Roman Ca- ballero proporciona otros datos re- veladores. “Por cada 100 mujeres mayores de 12 afios que buscan tra- bajo 0 que trabajan algunas horas a la semana o al mes (el 19.6% de la poblacién femenina) hay 326 hom- bres econémicamente activos”. Por otro lado, “las ocupaciones princi pales de la mujer la sittan en posi- ciones bajo la tutela de los hom- bres. 55% son oficinistas, co- merciantes y dependientas 0 trabajadoras domésticas y de la edueacién, 70% de las mu- jeres trabajadoras se localizan ‘en los sectores del comercio y servicios y 21% en el sector de la industria manufacturera, principalmente”. Esta desi- ‘gualdad en la participacién en la vida piblica nacional se re- fleja también en la vida poli- tica. “Datos de 1994 revela- ron que las mujeres son el 52% de la fuerza electoral Sin embargo, slo 6% de los puestos altos de direccion (poder ejecutivo, presidencia y secretarias de estado) estan ‘ocupados por mujeres. Me- nos del 10% ocupan escaiios eu el senado y entre el 10 y el 12% en la cémara de diputados. En el servicio exterior se da también la desigualdad: salvo los puestos téc- nico-administrativos (las secreta- rias) la participacién femenina es tan sélo de alrededor de 12% en la rama diplomética-consular”. Cémo explicar la discrepancia entre el 67% de las horas laborales y cl reducido acceso a la toma de de- cisiones? Roman Caballero asegura “La desigualdad en la participacién de la mujer en la vida piblica nacio- ooo nal es, sin duda, el origen de su de- bilidad’” La desigualdad es ante todo una cuestion politica y econémica, no sélo de actitudes neocolonialistas en las latinoamericanas. A esta desi- gualdad no escapan las empresarias En su articulo “Mujeres empresarias en México”,’ Gina Zabludovsky apunta que la presencia de mujeres ejecutivas entre los puestos directi- vvos del sector privado apenas alcan- zaun 13.7%, mientras que en el sec- tor piiblico es de 20.67%. Mas ain, el andlisis de las 599 empresas més importantes del pais (segun la Revis- ta Expansién) puso al descubierto la ausencia de las mujeres. “Todos los directores generales de estas compa- fiias son hombres, En este sentido, la situacién en México es mas drastica que la de otros paises como Estados Unidos y Argentina, en donde aun- que en porcentajes minimos —el 5% y el 2.5% respectivamente— si se llegan a encontrar algunas muje- res como directoras generales de ‘grandes compaiias, En su trabajo “Techos de cris- tal: las mujeres ejecutivas y los limi tes en las organizaciones”,* asegura Griselda Martinez Vazquez que en- te los rasgos del cambio cultural en nuestro pais esta “la presencia de mujeres en la direccién empresarial, actividad identificada tradicional- mente con el género masculino. Las mujeres que legan a desempefiar puestos de poder y liderazgo han re- significado su identidad y han roto estereotipos tradicionales identifica- dos con la mujer. Pero inde- pendientemente de que algunas mu- jeres llegan a los altos puestos de la organizacion de las empresas, re- quieren trascender los limites invisi- bles que la propia sociedad les im- pone, como propiciadora de una competencia desigual entre los gé- neros”. Empresarias de la cultura porfiriana Mi especialidad es el campo de las letras, y en él, la expresividad fe- ‘menina, Me ocupo de las empresa Tias culturales en tanto que promo- toras de la expresividad. Y me preocupo por su ausencia en los uestos gerenciales en el campo cultural a finales del milenio debi- do aque no siempre fue asi Salto ahora a otro siglo y a otro contexto para tratar de explicarme aquello del 67% de las horas labora- bles y el 1% de las propiedades. Una investigacién sobre la poe sia femenina mexicana del siglo pa- sado me ha llevado a descubrir que desde mediados del siglo XIX tanto cn la capital como en los estados de la repiiblica escribian y publicaban muchisimas mujeres, poetisas que legaron a ser muy reconocidas en la vida literaria nacional, cuya fama lego a trascender incluso al resto de América y a Espatia, Estas poetisas, galardonadas y reconocidas por es- critores famosos como el propio Ig nacio Manuel Altamirano, José Ma- ria Vigil, Ignacio Ramirez. y Fran- cisco Sosa, entre otros, no trascen- dieron, sin embargo, a nuestro siglo. Para decirlo ripidamente, una némi- nna de mas de 100 poetisas desapare~ i6 de los libros de historia literaria del siglo XX. Como en las 599 em- presas de la Revista Expansién, en las historia literarias de nuestro si- lo no aparecen las mujeres. Me in- trigaba més ain darme cuenta de que muchas de estas poetisas se convirtieron en empresarias cultura les. ¥ que fueron mujeres famosas, de éxito, que Hegaron incluso a tener empresas editoriales con sus mari- dos 0 hermanos y mantenerse con las ventas de sus publicaciones, Una de las primeras empresa- rias culturales fue Esther Tapia de 27 Castellanos (1842 * 1897), michoa- cana, avecindada desde los 16 afios en Guadalajara. Particip6 activa- ‘mente en la aventura empresarial de editar una revista, La Repiblica Li- teraria. José Lopez Portillo y Rojas cuenta en la presentacién de la nue- va publicacién que antes de acome- ter la empresa solo, pensd en su amiga, la sefiora Tapia de Castella- nos, para formar parte del grupo en- cargado, De ella, decia Francisco Sosa, “nunca se alejé de sus deberes matemales, y que primero atendia las calenturas de sus pequefiines y les daba sopa de pollo en la boca, para comer después a escribir sus poesias y leer las pruebas de im- prenta”, Ota notable empresaria fue Angela Lozano, primera mujer en encabezar un cuerpo de redactores en un periédico mexicano, En 1873 aparecié E! Biicaro, suplemento de El Correo del Comercio, y la histo- ria del periodismo en México consi- dera a Angela Lozano como “una de las primeras periodistas mexicanas” (Enrique Alvarez Barajas, ef al. Ciencias de la comunicacién, UNAM, 1976, p. 88) También notables fueron las empresarias detris de los tres pro- ‘yectos culturales femeninos caracte- risticos del XIX, revistas cuya larga vida, mimero de suscriptoras y sus- criptores, y amplia recepcién cultu- ral indican el éxito empresarial. Me refiero a la triada formada por £7 Correo de las SeRoras (12 vos, 10 afios de vida, un propietario: José Adrian Rico, luego su viuda lo here~ da, no se sabe cual es su papel, pero la pigina legal sefiala a un adminis- trador con colaboradoras), E/ Album de la Mujer (14 vos, mas de 7 afios, directorapropietaria Concepcién Gimen de Flaquear, una aragonesa que llegé a México en compafia de su esposo, el periodista y escritor Francisco de Paula Flaquear, que colabora, pero no administra el dia- Tio) y el popular Las Hijas-Violetas del Anahuac, fundado por Laureana ‘Wright de Kleinhans (las paginas le- gales indican “director y administra- dor, Sr. Ignacio Pujol, directora lite- aria del primer tomo, Laureana Wright, del segundo tomo hasta el final Mateana Murguia de Avele~ yr. Comparada con la de las prime ras décadas del siglo XX, la presen- cia femenina en la cultura mexicana durante el porfiriato fue enorme Pero esta claro que durante y des- pués de la revolucién mexicana las plumas femeninas se quedaron sin imprentas y las revistas sin empresa- Tas Las empresarias decimonénicas vivieron larga vida y sus empresas no suftieron persecuciones ni vio- lencia contra las mujeres. Deseo re- cordar aqui el final de Maria Anto- nieta Rivas Mercado: despojo finan- ciero, desesperacién, soledad, suici- dio, Recuerdo también que mientras la sefiora Murguia de Aveleyra na- ma en la crénica de Las Violetas ccémo su marido, periodista también, la apoyo en una campafa para cle- var el salario de las maestras, el ma- rido de Antonieta, el sefior Blair, le quemaba sus libros. Recuerdo a Lépez Portillo co- rriendo por las calles de Guadalajara para pedirle a su amiga que lo ayude en una empresa cultural. Y recuerdo a Maria Antonieta Rivas Mercado cn la titinica empresa del “Ulises”, cosiendo el vestuario, traduciendo ppiezas draméticas, actuando. Revo- lucién de por medio, zpor qué mien- tras que a Mateana y a Laureana, la sociedad las recibe jubilosas, a An- tonieta, su heredera, su descendiente cultural, esa sociedad la repudia y la asesina? {Se deberd esto solamente ooo a las azarosas circunstancias de la lucha violenta? El durante y después de la revo- Iucién mexicana coincide con un si- lencio femenino y una ausencia em- presarial de varias décadas. {Fue la revolucion mexicana el techo de cristal de las empresarias culturales? Un techo de cristal, un obsticulo para el crecimiento, invisible, que no sé, pero que se siente e innega- blemente aprisiona. Las mexicanas volverin a publicar y a ser reconoci- das por los hombres escritores hasta la revista Rueca, en la segunda mi- tad de muestro siglo. Las empresarias _culturales como Alarde Foppa y su revista Fem, 0 Marta Lamas y su Debate _fominisia son muy posteriores, pro- ductos de la violenta década de las contraculturas. Actualmente no cexiste una actividad empresarial fe- menina —en el ambito de la cultu- ra— equiparable en cantidad y cali- dad a la desplegada a finales del si- glo XIX Me asalta otra interrogante ¢por qué si he encontrado tantas poetisas y poesias de finales del XIX, Iuego de la primera década del XX, se impone el silencio a la ex- presién poética y desaparecen las empresas culturales? Tras la copiosa patticipacién femenina en el segun- do romanticismo —porfiriato—, se nota un retroceso, una involucién en el acceso a la vor publica y el reco- nocimiento oficial del quehacer lite- rario y cultural de las mujeres. Esta idea de la involucién en el desarollo femenino me fue sugerida por Susan Faludi, feminista estadou- nidense, que ¢s una estudiosa de las cuestiones de género, En su libro, La guerra contra las mujeres, la reaccién encubierta de los hombres frente a la mujer moderna, seiala: Una reaccién contra los dere- chos de las mujeres no es nada 28 nuevo en la historia norteameri- cana. En verdad, se trata de un fenémeno recurrente regresa cada vez que las mujeres co- mienzan a hacer algin avance hacia la igualdad, como una inevitable escarcha temprana para los breves florecimientos del feminismo en la cultura, ~El progreso de los derechos de las mujeres en nuestra cultura, a di- ferencia de otros tipos de pro- greso, siempre ha sido extraita- mente reversible... Mientras los hombres avanzan en su modo de desarrollo construyendo so- bre las tradiciones heredadas —escribe el historiador de las mujeres Dale Pender— las mu- jeres estan confinadas a ciclos de pérdida y encuentro.” Me digo que si, que Faludi tiene razén, que si en la historia de las mujeres de Estados Unidos hay in- volucién, también la puede haber en la historia de las latinoamericanas Creo que ese modo de companir problemas es ya una relacién que nos acerca. Para finalizar, me pregunto con qué tipo de techo de cristal se en- ccontrarai una escritora que me parece cexcepcional, y que sin embargo ha sido invisible para la critica literaria, yy en consecuencia, para el mercado, También me pregunto qué cristal impide que sus libros (tanto los de su autoria como los de su editorial) se vendan en Sanborns, primera gran libreria en México. ;Serd acaso porque a esta mujer se le ocumrié también ser empresaria? {Sera sig- nificativo que la editora de su pri- mera novela sea igualmente una eje~ ccutiva de las letras, cuyo viaje hacia el propio interior —un viaje de libe~ racién incluso para las feministas ra- dicales como Gloria Steinem—,"° queda declarado en las siguientes palabras: Tengo treinta y seis afios y he vivido entregada a ascender en los puestos de esta empresa y lo he logrado, Ahora ocupo la ge- rencia editorial. Pero yy si me pregunto quién soy? Sélo veo a ‘una mujer en espera permanen- te, yendo de la casa al trabajo, atendiendo a sus padres y sosla- yandose detrés de dictimenes sobre las vidas de otros. Estas son las primeras fincas que es- cribo sobre mi, Imposible dejar de asentar aqui el parrafo completo donde la prota- gonista descubre el doloroso dilema de las empresarias culturales del “México real, real” ‘Ayer di la primera conferencia del semestre. La preparé con cuidado. Mi punto, que todavia no entiendo cémo se me ocu- rid, fue que a las mujeres se nos plantea siempre un doloro- so dilema: ser amadas 0 ser creadoras: Las artistas de cine y de teatro lo trascienden porque su trabajo consiste en ser se- xualmente atractivas, lo que 50- cialmente significa ser dignas de amor. Cuando creamos rele~ gamos a segundo término el de- seo de atraer sexualmente, con cl peligro inconjurable de dejar de ser amadas. Pero si renun- ciamos a la creacién simple- mente dejamos de ser personas. Por razones tal vez inconfesa- bles, para la cultura y la sociedad en México resulta imprescindible callar ooo a las mujeres. En especial, parecen ser peligrosas las empresarias cultu- rales. La cultura, la visién del mun- do se construye mediante el discur- so: verba volant, scripta manen. Y también se destruye y transforma mediante las palabras impresas Confirmo mi intuicién de que la es- critura es una fuente de poder con li- mites para las mujeres. Y los techos, aunque sean de cristal, ponen un li- mite al crecimiento y a la expansion. Tal vez se trata de nuevas “jaulas de oro”, He ahi una tarea més para los estudiosos del género y los feminis- mos: volver visible lo invisible, marcando los techos de cristal y todo tipo de sometimiento contrario a la libertad. Gracias a Dios que la liberacién femenina no ha sido en vvano, ni es una historia olvidada. En el terver milenio la contra- ccultura avanza de manera sostenida ‘Ademas de la impostergable toma de conciencia, ahora se cuenta con la solidaridad de los hombres y las ‘mujeres que creen en la igualdad de derechos para ambos géneros y el respeto a la diferencia. La cultura cempresarial del futuro dard la bien- venida a las mujeres como empresa rias, colegas y complementos indis- pensables, dejari de considerarlas Tivales indeseables. # 29 Notas " Alan Riding. Vecinos distantes, un re- trato de los mexicanos. Joaquin Mor- >, tz/Planeta, México, 1985, . 11 Evelyn Stevens, “Marianismo...” en Ann Pescatello (ed.). Female and Mate La- tin American: Essays. Pittsburgh, 1973, pp. 89, ss. Debra A. Castillo. Talking back: Toward a Latin American Feminist Li- terary Criticism. Cornell Ur, Estados Unidos, 1992, p. 10. La traduccién al espatiol es mia * Cf. mi ensayo “América latina: identi- dades y nacionalismos”. Conferencia magistral leida el 17 de octubre de 1997 en el Instituto Teenolégico de Estudios Superiores de Monterey, Campus Estado de México, en el Pri mer Congreso de Relaciones Interna- cionales, Comercio. ° Marta Roa Limas, “Los hombres en el ‘camino de ser el segundo sexo", Médi- co modemo. Aito XXXV, no. 9, marzo de 1997, México, pp. 8-15, © Margarita Roman Cabellero, “Mujeres fuertes y solidarias” en Cuestién so- cial, tio 5, no. 1, primavera (marzo- junio) de 1997, p. 58. 7 En Estela Dillanes Cisneros (coord) ‘Memoria del Coloquio “La perspect- va femenina del trabajo gerencial en México”. Vol. I, p. H-1 a I-25, De- ppartamento de Administracién, Uni- vversidad Auténoma Metropolitana A2- capotzalco, México, noviembre de 1996. ® Presentado en el coloquio Supra Vid. ° Susan Faludi. La guerra contra las mu- Jeres, la reaccién encubiena de los hhombres frente a la mujer modema, Planeta, “Premio Pulitzer, México, 1992, p. 6. "© Gloria Steinem. Revolucion desde ‘dentro, el més formidable libro de ‘auioestima que se haya escrito jams. ‘Allintida Océano, Mexico, 1996. "Amparo Espinoza Rugercia, Talladoras de montatas (mujeres encinias de ‘amor), editorial Diana, Mexico, 1997. Se trata de su primera novela, Amparo dirige la empresa Documentacién y Estudios de Mujeres, A. C. (Densac) que es también uns’ editorial y pro- ‘mueve culturalmentea las mujeres.

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