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LA ENSENANZA DE LA ECONOMIA: ALGUNOS PLANTEAMIENTOS GENERALES SOBRE LA REFORMA DEL PLAN DE ESTUDIOS En su obra péstuma, History of Economic Analysis", el profesor Joseph Shumpe- ter afirmaba lo siguiente: ——a—€— "Lo que distingue al economista "cientifico" de quienes piensan, hablan y ¢ exiben sobre tépicos econémicos es un dominio de técnicas que clasificamos en tr grupos: historia, estadistica, y "teorfa". Las tres en conjunto constituyen lo que Lismaremos andlisis econémico. De estos campos fundanentales, 1a historia econémica -que abarca e incluye los hechos del presente- es 1a més importante de todas. Deseo establecer desde ahora que, si empezara de nuevo mi labor en economfa, y se me dijera que sélo podria estudiar una de las tres, pero que podria escoger entre ellas, seria historia econdmica aque~ Lia que escogeria. Y esto por tres razones: Primero, el objeto de estudio de 1a eco Zs nomfa es esencialmente un proceso Gnico en el tiempo. Nadie puede esperar compren- Ger los fendmenos de cualquier época, inclufda 1a presente, si no tiene un adecuado dominio de los hechos histéricos y una cantidad adecuada de perspectiva histérica o de lo que podrfanos describir cono experiencia histdrica Segundo, ST Feporte his- térico no puede ser puramente cconéaigo sine qué inevitablenente tiene que reflejar hechos "institucionales" que no son. puramente econdmicos: de esta manera nos propor- ciona el mejor método para comprender cémo los hechos econémicos y no-econémicos es~ én mutuamente relacionados y cémo las varias ciencias sociales deberian estar terrelacionadas unas con otras. Tercero, que creo en el hecho de que Ya mayorfa de los errores fundamentales que corrientemente se cometen en el anélisis econémico son debido a falta de experiencia histérica més que a cualquier otra deficiencia en e1 equipo del economista". En cuario a Keynes, este opinaba que un economista "debe poseer una rara combinacién de capacidades. Debe ser un matemético, an historiador, perfavitice un estadii ‘td’ un filésofo en algin gredo. Debe contemplor lo particular en términos de lo general, y tocar lo abstracto y lo concreto en el mismo vuelo de pensamiento. Debe estudiar cl presente a la luz del pasado para los propésitos del futuro. Ningu~ na parte de la naturaleza del hombre y sus instituciones debe quedar por completo fuera de su alcance". 1/ Si citamos estos dos parrafos "in-extenso", lo hacemos pri- mordialnente para contrastar 1a concepeién que sobre la economfa tenfan los dos dl 4 tio grandes economistas occidentales de nuestro siglo con lo que hoy se hace pasar por ciencia econénica en los centros de ensefianza de economfa de Colombia y muchos paises Latinoamericanos. Actualmente, prevalece una concepeién con un contenido pri- tordialmente ocupacional. Esto lo reconoce el ICFES, cuando afirma que para elaborar tn Plan de Estudios 86 Eéononfe unificado, para todas les Facultades del pat @ tue ra vo en cuenta la siguiente definicién de "ECONOMISTA". "Eg el profesional que: eee ce ears cncigaciones, opie infornes estibluee progeemas desttnados $oeteeibule a Ta coluetée fe Tos” problenas_ esenen de investigacién". Con algunas varian- tes, esta es la estructura de la ensefianza de 1a economia en la mayoria de las Fa~ cultades de Economfa de la nacién. En algunos casos, debido a 1a enorene influencia Ge lo que se entiende por economia en muchas Universidades Norteamericanas, se ha Llegado inclusive a negar que Ja" econonfa es fundanentalmente y por sobre todo una Social: Tal tendencia la refuerzd¥ obviamente, 1a metodologia y el enfoque eter cconénice ortodexe oceidentol, que concentra su atencién esencialnente en el proceso de cambio; en la esfera de la circulacién. Cono es bien sabido, 1a teoria econémica occidental -o burguesa, si se quiere~ es esencialmente una teorfa estética del equilibrio econdmico que analize el proceso econdmico bajo un sistena de datos o erdnctrce conetactess Se estudia el mecanismo por medio del cual los precios y las cantidades producidas de bienes se ajustan a cambios en dichos datos © parametros. Pero los Tests o parenetros “en sf mismos, que pueden ser psicolégi- cos (las escalas de preferencias de los consumidores), técnicos (las funciones de produccién), institucionales (1as fornas de propiedad de los medios de produccién €1 sistema bancario, etc.), 0 7 otro tipo, se consideran cono fuera del drea de le ciencia econémica. Cualquier opinién sobre los mismos -por ere iC Fe - uclén del it cso resvitante de las formas de propiedad de los medios de produccién- es considerado como un "juicio de valor", que disminuye o elimina el carécter cien- tffico del andlisis econémico. El caso extremo ha ae I de darle a la ciencia eco- nénmica el cardcter de una praxicologia: ce considers como econémico todo problema sense ecistan une serie defines Vie nedios escasce que tienen usos alternatives para alcanzar tales fines. 3/ No es sorprendente que ‘al concepcién haya levado a departamentalizar cada vez més la ensefianza de 1as ciencias sociales, déndoles un Garécter que podriamos designar como de corp:ztimientos estancos. Como correctamen- te lo nota el econonista norteamericano Paul H. Swesy, "la economia ortodoxa més reciente... ha tendido, por asi decirlo, a producir rendimientos decrecientes. Se Preocupa por cuestiones menores y decrecientenente significativas, ain juzgando 1a agnitud y el significado por sus propios standards. Para compensar esta trivisliza~ cién del contenido, se le presta una creciente atencién a la elaboracién y refina~ miento de sus técnicas. La consecuencia es 1a de que en la actualidad encontranos con frecuencia una brecha sorprendente entre las cuestiones planteadas y las fecni- cas empleadas para darles respuesta". 4/ Tal tendencia, cabe anoter, ha producido tna ersie en la ensefianza de 1a economia en los Estados Unidos, donde un apreciable nimero de economistas esté poniendo en tela de juicio la artodoxia econémica actual- mente prevaleciente en las universidades norteamericanas. §/ Desde luego, no preten- jdenos con esto disminuir la teportancta ded aprendizaje y Correcto manejo de dicho instrumental analftico; lo que eriticanos es el no situarlo dentro de un cierto con- \texto, estableciendo sus linitaciones segiin el caso. Légicamente, en 1a medida en que les centros ée ensefianza de Anérica Latina se hon dedicado a difundir -sin crf- 3 En los casos donde ve enefia Historia del Pensamiento Econémico, ésta se presen- ta como un proceso evolutivo de perfeccionamiento del mismo, hasta aleanzar 1a perfeceién, que es la teor‘= econémica actual. SS a ee ee ede an ahem ahs oo & ciente estado de insatisfaccién con le misma. Esto se refleja en gran nimero de Se~ minarios, articulos, congresos, etc. Por ejemplo, en un documento sometido a Ja con *;ge sideracién de un Encuentro de Economistas Latinoamericanos en México, en 19185, se afirmaba que los principales inconvenientes de la ensefianza y 1a investigacién eco- némica en América Latina se debfan fundamentalmente a: "Le énsafienaza indiscrimina’é-y sin r{tica de teorfas originadas en una/rea~ lidad distinta a la de América Latina. "La existencia de planes de estudio en algunas Facultades y Escuelas de Econo mfa que no incluyen ain una cStedra de Desarrollo Econdmico; y donde tales cétedras existen no tienen 1a importancia que tal materia merece. Para empeorar las cosas, €1 hecho es el de que en tales cursos nose analiza rigurosanente Ja naturaleza del subdesarrollo". “Los Departamentos y los Planes de Estudio, y hasta los programas de investi- gecin, generalmente dividen los temas en forma tal que obstaculizan tanto el exa~ men cient{fico y didéctico de las relaciones estructurales y dindmicas entre las @istintas caracterfsticas econémicas, pol{tices, sociales y culturales de Anérica Latina, como el andlisis global de la estructura y el carécter del sistena capita- lista en América Latina". ~ sl "Existe un tratamiento inadecuado de los problemas econémicos de cada pais La~ > ") | tinoamericano, (...) Al estudiar el subdesarrollo de América Latina y los obstdcu- ‘ los que impiden su desarrollo econémico y social, el anélisis se basa en teorfes \econémicas ajenas a la realidad Latinoamericana (1a cual, mds ain, hasta contradi- ce los hechos citados anteriormente), o esta realidad se examina en una forma des~ criptiva y superficial, confundiendo sus manifestaciones institucionales con su na~ - fursleza y su cardcter estructural. Especfficanente, la ensefianza e inclusive la \investigacién descanson en modelos de libre competencie que, atin tonando en cuenta rigideces institucionales tales como las sefialadas por la teorfa del monopolio y 1a teorfa Keynesiana, presuponen una tendencia racionalizadora y hacia el equilibrio".6/ En dicho documento también se subrayan serias deficiencias en el tratamiento de pro- demas tales cono la inflacién, el monopolio, el conercio internacional, 108 eiclos econémicos, 12 economfa agricola, y otros tépicos: "los cursos se inicien con teo~ rfas de los prises desarrollados;!y por mucho se hace un intento, al finalizar el curso, de adaptar la réalidad Latinoamericana a estas teorias (subrayado nuestro), en vez Ge ToanE Ta Feslidad Latinoamericana cond c atexto y punto de pertida a fin de proseguir investigando y encontrar cuando sea posible los instrumentos tedricos analfticos necesarios para su andlisis". Aunque este Gltimo planteamiento metodolé- gico es discutible, es evidente que en suchas oportunidades, cuando se construyen ' mode*os econ*aicos Latinoanericanos, se toman como pardmetros y variables fijas jut ‘ tamence aquellos factores econdmicos, polfticos y sociales que se encuentran cambian- i do 0 que deberian modificarse si se va a lograr un adecuado desarrollo econémico y a social Latinoamericano. Sin embargo, debido al enfoque metodolégico de 1a teorfa econémica "ortodoxa", él proponer cambios de estas variables y parémetros no es fun- eign del economista "eientifico". Creemos, por lo tanto, que es indispensable una reforma profunda y radical en toda la estructura de la ensefianza de 1a economfa en Zi. pefses como cl nuestro. El punto ce parvida indispensable es, creemos, retomar la tra~ Gicién cldsica y considerar a 1a economfa como una ciencia social. En 1a medida en _que ésta estudie el proceso de produccién, y la distribucion y el cambio xesultan— ‘fes del mismo, os evidente que tendremos que afrontar el problema de las relaciones entre los hombres que se establecen en dicho proceso. Esto lo reconoce acertadamen— te el profesor Venezolano D.F. Maza Bavala, cuando afirma que "a Economfa cono cien~ cia se nutre de la realidad social, del complejo de las relaciones humanas con base e-!-y motivo en la produccién material. Ello implica 1a coracterfstica de 1a economia como ciencia de la realidad histérica, como sistema de interpretacidn de la trama " social en funcién del modo de produccién". 7/ Be Si aceptamos, entonces, que Ia) economfa es una ciencia social, es 1égico que ys el economista debe ser un individuo que, con una concepcién clara de lo que consti- Jj tuye la totalidad social, sea capaz de aislar el aspecto econénico a fin de poderlo estudiar y analizar adecuadamente. Para ello es necesario una buena fornacién meto- dolégica. Si se ha de estudiar el proceso de produccién y distribucién, ‘es necesa— Fio-eonprender perfectanente 12s categorias econdmicas que se mancjan (valor, precio, capital, salcrios, renta, etc.). fate co Ss Conceptos abstractos, que expresan las propie~ dades generales comunes al proceso econémico dadae ciertas condiciones, se obtienen mediante un correcto manejo y combinacién de los métodos abstractivo, inductive y a ee ee ee Ts ane Anton (trabajo, cambio) como las relaciones econémicas que siempre aparecen dadas cier- tas condiciones (como el valor, capital, salarios, etc.). Las categorfas econdmi— cas son asi el resultado de ab“tracciones que generalizan aspectos individuales del proceso econémico real". 8/ Las relacicnes entre categorias econdnicas que aparecen rs cuando se dan una serie de condiciones especfficas se denominan leyes econémicas. Cuando estas leyes abstractas se combinan de una forma tal que constituyan un sis~ fy tema légico, decimos que tenemos una teorfa econdm.2a- Como puede verse, el funds nto mismo de toda teoria econémica; su punto de partida, lo constituyen 1os_suj 108 que haga con respecto a qué es lo esencial y qué lo secundario en la Lear 7 e-una formacién social. Sélo un buen dominio de la metodologia‘ le permitira al eco- CUA Spomista construir modelos econémicos que reflejen adecuadamente las leyes que rigen +> el funcionamiento de la formacién social especifica que analiza. > ebicomenea? Pero aparte de una buens fornacién metodolégica, se requiere adenés: ee fe ove 1. = (Conover Ja Fealidad Social; el tipo de formacidn social de donde se va a 4e“aislar el aspecto econdmico a fin de conocer las leyes que determinan su funciona- $e miento. do 2:- Poseer un adecuado dominio del instrumental enalitico, de las técnicas a apoyo que le van a permitir al economista aislar "y analizar el hecho econémico. +.) Para lograr lo primero es necesario reconocer , como punto de partida, que ere ~ muestra realidad es.elsubdesarrollo. Es necesario insistir en ello desde los pri- c eros afios de la formacién acad@mica del economista. Para esto es indispensable in~ /stensificar los cursos de historia econdmica. Es necesaSio que se comience a ver el 472 4“ subdesarrollo no s6lo cond un problema cuantitativo y descriptivo(bajo ingreso per capita, alto porcentaje de la poblacién en el sector primario, alto grado de anal- fabetismo, alta tasa de crecimiento demogréfico, e+c.), lo cual permite clasificar 1 subdesarrollo como una etapa, y encuadrarlo dentro de alguna de las tontas teo- rfas del crecimiento (producides, en su mayoria, en los paises capitalistas avanza-, Gos) que, nos permitiria alcanzar el desarrollo, definido este Gltimo en términos ** % de las caracterfsticas que presentan los paises altamente industrializadod sino tam _bién como el resultado de un proceso listérico simulténes y estrechamente relaciona~ do a proceso de desarrollo que tomd lugar on Europa Occilental, EE.WU., ste. Esto Yo reconoce Paul M. Sweezy cuando, para el caso de 1a ensefianza de 1a econonfa en _U,S.A., plantea que "la historia éconémica, interpretada en un sentido my amplio, ~y la cual se ha transformado en la hijastra de 1a profesién, si es que alcanza tal “gategorfa- no slo tendria que ser resiituféa a 1a posicién que ocupaba hace 40 0 80 2%08, ©: evrds muy por encima de esa posicién. De hecho, tendria que trans~ foruarse en 12 piedra engular del plan de estudios, alrededor de 1a cual todo lo de~ née se organizarfa". 9/ Desde iuego, no pretendemos minimizar la importancia de las teorias del desarrollo econémico. Pero sf pretendemos, establecer claramente sus ~ ° limitaciones. Para tal efecto, estas se dcberfan agrupar en un curso electivo sobre "teorias del crecimiento cconémico". As{, 12 historia econémica latinoamericana, en- + oe marcada en el proceso histérico del capitalismo mundial, nos ayudaria a comprender jel impacco qc = 1st fgumectones sarteler orevics a la conquista y como nos llevé a la Situacién actual. En algunas Facultades de Econonfa de América Lati- ha se ha adoptado este enfoque, con resultados bas‘ante fructiferos. 10/ En cuanto <5 a las teorfas del desarrollo, estas nos permitirfan junto con otras técnicas matend- plawsere , ticas de apoyo, precisa, cuantitativizar y medir los resultados obtenides del enfo- w e-que histérico. ons 19 que respecta al instrumental analftico que sirve al economista de técnica ap Os de ‘apeyo, es necesario considerarlo con algiin detalle debido a que por razones his— Tricas, ha tendido a confiderarse de dos maneras: como objeto de conocimiento dlti- to del economista, o como algo completamente initil que debe rechazarse de plano. Esto obedece primordialmente a razones histéricas, cono resultado de 1a confronta— cién entre el pensamiento Marxista y la escuela econémica marginalista. Como es bien sabido, esta dltima escuela deriva su nonbre del hecho que fué la primera corriente pero’ G@L pensamiento econdmico en usar el célculo marginal, aplicado a las valuacio subjetivas del consumidor. (E- realidad, serfa nds correcto llamarla "subjetivismo".) fe Esto llevé a que los marxistas rechazaran durante largo tiempo el empleo de las ma— tenéticas en ia economia. Sin enbargo, como correctanente lo sefiala Maurice Godelier, "el uso del “céleulo del margen" no aporta a cualouier doctrina econémica garantfa = alguna de validez tedrica. E1 cdleulo del mavgen cs una herramienta matendtica para exactd preciso de vinculan. £1 uso Ge esta tecnica Cofio Ce ONO BO eee @fstico, es indiferente a la naturaleza de las realidades que mide y 2 le validez de las categorfas econémicas que definen estas realidades. Por otra parte, el cél- culo del margen ha sido utilizado por el marginalismo o por la teorfa ricardiana de los precios de mercado, retomada por Marx y no aboga en favor de ninguna de estas teorfas. En «nsecuencia, el problema de la relacién ctre la teorfa marxista y la teorfa marginalista del valor no es el de saber cud] de estas teorfas aporta fundam mentos para usar este cdlculo; sino el de saber cv 1 de ellas informa realmente so~ bre el valor y el precio de las mercancias". 11/ Sin embargo, el rechazo a reconocer esto llevd, por ejemplo, a que los paises socialistas relegaran a un plano muy se- cundario el empleo de las mateméticas. Segtin M. Dob, "le opinién dominante era la de que la econonfa polftica se relacionaba primordialmente (si no exclusivamente) con el estudio de los aspectos cualitativos y las diferencias de los fenémenos eco~ némicos y sociales... La atencién a 10s aspectos aac les relaciones eco~ némicas de denunciaba como "formalismo burgués". 12/ Tal opiniéa ya no se sostiene. Por el contrario, para usar las palabras de V. Nemchinov (citado por Dobb), "es im— posible para la economfa politica del socialismo limitarse solamente al anflisis cualitativo. La ciencia econdmica en las condiciones del socialismo puede y tiene que convertirse en uta cacai.o exacta’™® iivy ive <éeaicas tales como ia programacién lineal, el anflisis de insumo producto, etc., son indispensables para el economista bajo cualquier sistema econdmico social: Lo fundamental, en nuestra opinién, es te- ner siempre en mente que tales técnicas no pueden de por si plantear problemas ni orientar la politica econémica por cuanto el uso de las mismas esta condicionado a una dptica; a una concepcién o perspectiva previamente determinades. Y esto iltimo, coso ya lo'Cijincs anteriornente, depenie ants tolo dais artoiclogia enpleada. Ast segin el economista belga Enrest Mandel, "todo eAlculo econonétrico esta predeter~ minado por la dptica del que formula el problemdY’ Segiin se admita o nd la hipétesis de que haya una interaccién entre nivel de consumo y rendimiento de una inversién prevista, la eleccion del coeficiente de capital en que funda sus cAlculos puede variar mucho. La adopeié o no adopcién de la teorfa del valor-trabajo, y la deter~ minacién de la renta nacional en funcién de esta teorfa, conduciré a esquemas dife- rentes y a diferentes preferencias en la solucién de ecuaciones para determinar la tasa de crecimiento dptima". 13/ En lo que se refiere a las teorfas econémicas marginalista y Keynesiana, que se ensefian hoy como la ciencia econémica, creemos que de ninguna forma debe dis~ minufrse su importancia. Pero si deben encuadrarse en una_perspectiva histérica Para ello seré indispensable darle una mayor impartancia aig onserenza de Ia His- toria de las Doctrinas Econémicas, insistiendo siempre en e] carécter histérico de Tas mismas. Muchas veces se ensefian estes doctrinas separades del contexto histérico donde surgieron. Esto permite presentar la historia de? pensatiento economico como un proceso evolutivo de perfeccionamiento, hasta llegar a le doctrina acabada de 1a actualidad, negando asf que esta iiltima también tiene un cardcter histérico. De to- des formas, no podemos re2egar a un plano secundario 2 aporte metodolégico y los problemas malizados por 1s micro y la macroecononia. Esto es particularmente cierto para el caso de 1a determinacién de los precios en el mercado y algunos otros pro- dlemas de la mayor importancia. Integrando todos estos planteamientos e ideas, creo que una reforma del plan de estudios de economfa tendrfa que considerar lo siguiente: 1.~ Desde el ciclo basico se insistiré en le/historia patel parti- cularmente 1a Latinoamericana. En cuanto a la teorfa economica, esta se presentarfa en un contexto histériclo, lo cual implicarfa un mayor énfasis en la historia de las doctrinas econémicas. A fin de que se abarque la totalidad social, es indispensal definir Ios cursos de otras ciencias sociales que se consideren indispensables en 1a formacién integral del economista. Es necesario finalizar el actual régimen de “laissez faire" de naterias electivas en otras arcas de las ciencias sociales. En 1a actualidad, los estudiantes de economfa cursan materias de sociologia, antropologia, ete., en una Forma desarticulada y desordenada, sin tener en cuenta la utilidad que para su formacién tienen dichos cursos. En esta forma, no se concibe al economista como un cient{fico social, que debte tener conocimientos en otras dreas de las cien- cias sociales en una forma articulada y orgénica. Podria argumentarse que puede ha- ber énfasis en unas reas u otras, segiin las preferencias de especializacién del es- tudiante. Est> es indudablemente cierto. Pero no estamos, en forma algune , abogando por un programa completamente rfgido y sin margen de escogencia. Lo que planteamos es una definicién rigurosa de las demas reas soci.les que el economista debe cono~ cer, segiin el tipo de especializacién escogido por este. Tal tarea es perfectanente que imparten la ensefianza de las ciencias sociales (sociologfa, antropologia, etc.)- 2.- Se le darfa una gran importancia a 1a) formacién. caietee del candidato a economista. En la actualidad los cursos sobre metodolog: je las cien- cias sociales, o no se dictan, o se relegan a un plano muy secundario. Es indispen- sable que el estudiante de economfa se familiarice con la metodologfa de estudio de la sociedad (feudal, capitalista o socialista) seguida por las distintas escue~ las del pensamiento econémico; a fin de conocer los aciertos o limitaciones de cada una de ellas y eviter caer en el dognatismo actualmente predominante, que se limita a presenter a una de estas tendencias como Ja mica y verdadera "ciencia econémica", olvidando su caracter histérico. Si el cconomista tiene una adecuada formacién me— todolégica, sabr& de qué hacer abstraceién y cudles pueden considerarse como los elenentos esenciales del problema. Sélo de esta manera evitaré caer en la repeti~ eign sin erftica de 1a infinidad de tearfas sobre el subdesarrollo y el crecimien- to formaladas en las universidades extranjera 2.- Tanto las maitenisticas (como Iajestadfsti¢e se eonsiderarfan basicas en este plan de estudios. Sin embargo, a fin de evitar que éstas se transformen en el objeto Ultimo de estudio de 1a economfa, perdiéndose asf su perspectiva de clen~ cltpenetat cae > serfa indispensable cootdinar con los depertamentos de estadistica y ma- teméticas la ensefianza de las mismas a fin de que desde el comienzo, se recorozca su carécter de técnicas de apoyo para el cient{fico social. Es claro que en casos de alunnos con una fuerte preferencia hacia la econometria, seria necesario elabo- rar un plan especial. 4.- Por Gltimo, es necesario efiseiiar al economiste a trabajar en equi- pos} comotrosicientificos sociales, mediante el fortalecimiento de las investiga Clones socio-econdmicas por parte de la Universidad. Eventualmente, se tendmtda a que la mayorfa de las "précticas de investigacién" se efectiien en los Centros Inves- tigativos de la Universidad, con independencia total en lo que respecta a los te~ mas escogidos y la wetodologfa utilizada. Cabe anotar que un economista formado ba~ jo tal plan de estudios en forma alguna serfa "inabsorvible" por el mercado profe~ Sional. Pero serfa un econonista mis cr{tico, que le serfa dtil al pafs bajo cual— quier sistemo econémico-social. NOTAS: 1.- Citado por Robert Heilbroner en "The Woridly Fhilosophers", New York, 1966, pp. 250. 2.- Ver Silvio Llanos de la Hoy y Eduardo Arias 0., "Formacién Académica y Ejerci= cio Profesional del Economista", Bogot#, 1970, p. 47-48. Los subrayados son nu- estros. 3.- Para un tratamiento de la tendencia a convertir la ciencia econdmica en una proxicologfa, ver 0. Lange, Political Econony, MacMillan, New York, 1963,p.287. Paul M. Sweezy “Toward a Critique of Economics" en Monthly Review, January 1970. Ver, Por ejemplo, "Toward Socialist Economics: A Manifesto, by the Baby Area Collective of Socialist Economists" en Monthly Review, Decenber, 1969, p. 31. 6.- Tomado de Andre G. Frank, "Economic Politics or Political Economy", en Latin ‘America: Underdevelopment or Revolution, MR, New York, 1969, p. 113. ‘i= D.F. Maza Zabala, "La Crisis de la Universidad Latinoamericana y 1a Ensefanza dé le Economfa", publicada en la revista Desarrollo Indoamericano. 8.- 0. Lange, Political Economy, Mac Millan, New York, 1963, p. 105.

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