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HANNAH ARENDT LOS ORIGENES DEL TOTALITARISMO 3. TOTALITARISMO CIENCIAS SOCIALES Alianza Editorial HANNAH ARENDT ~LOS ORIGENES DEL TOTALITARISMO 3. TOTALITARISMO Versién de Guillermo Solana Revisién general Alianza Editorial | | Alianza Editorial - Titulo original: The Origins of Totalitarianism - Parte III: Totalitarianism Primera edicién en “Alianza Universidad”: 1981 Primera edicién en “Ensayo”: 1999 Primera reimpresién: 2002 Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra esta protegido por la Ley, que establece Penas de prisién y/o multas, ademas de las correspondientes indemnizaciones pot daiios y perjui- cios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren 0 comunicaren piblicamente, en todo 0 en parte, una obra literaria, artistica o cientifica, o su transformacién, interpretacién o ejecucién artistica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la pre- ceptiva autorizacién. % Copyright 1951 © 1958, 1966, 1968 by Hannah Arendt (publicado por oon- venio especial con Harcourt Brace Jovanovich, Inc., New York) © Ed. cast: Alianza Editorial, S, A., Madrid, 1981, 1987, 1999, 2002 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88 , wwwaalianzaeditorial.es ISBN: 84-206-2950-2 (O.C.) ISBN: 84-206-7929-1 (Tomo III) Depésito legal: M. 7.590-2002 Compuesto en Fernandez Ciudad, S. L. Impreso en Lavel, S. A. Pol. Ind. Los Llanos C/ Gran Canaria, 12. Humanes (Madrid) Printed in Spain Ideologia y terror: una nueva forma de gobierno 455 “El totalitarismo en el poder cickese. iaaeintectes » Uunsiie 417 481 527 589 682 709 YLOGO A LA TERCERA PARTE: TALITARISMO I 3] manuscrito original de Los origenes del totalitarismo fue con- yen el otofio de 1949, més de cuatro afios después de la derrota nia de Hitler, menos de cuatro afios antes de la muerte _ La primera edicién del libro aparecié en 1951. Retros- nte, los afios que pasé escribiéndolo, a partir de 1945, se ‘como el primer perfodo de relativa calma tras décadas den, confusién y horror —las revoluciones tras la primera ‘mundial, la ascensién de los movimientos totalitarios y el iento del Gobierno parlamentario, seguidos por toda clase tiranfas, fascistas y semifascistas, dictaduras unipartidistas es y, finalmente, el aparentemente firme establecimiento de totalitarios que descansaban en el apoyo de las masas ': , sin duda, muy inguietante el hecho de que el Gobierno totali- ‘ante su manifiesta criminalidad, se base en el apoyo de las masas. ‘apenas es sorprendente que se nieguen a reconocerlo tanto los eru- los politicos, los primeros por creer en la magia de la propaganda 0 de cerebro, los iiltimgs por negarlo simplemente, como, por ejem- repetidas veces Adcom) Una reciente publicacién de los informes sobre la opinién publica~alemana durante la guerra (desde 1939 a dos por el Servicio de Seguridad de las SS (Meldungen aus dem vabl aus den Gebeimen Lageberichten des Sicherbeitdienses der SS editada por Heinz Boberach, Neuwied y Berlin, 1965), resulta muy al respecto, Muestra, en primer lugar, que la poblacién se hallaba 457 458 Los orfgenes del totalitarismo fastetsire auTbealitaeiatno 459 en Rusia, en 1929, el afio de lo que ahora se denomina la «segunda tevolucién», y en Alemania, en 1933. Con la derrota de la Alemania nazi, parte de la historia Iegaba a su fin. Este parecia el primer momento apropiado para examinar los acontecimientos contempordneos con la mirada retrospectiva del historiador y el celo analftico del estudioso de la ciencia politica; la primera oportunidad para tratar de decir y comprender lo que habia sucedido, no atin sine ira et studio, todavia con dolor y pena Y, Por eso, con una tendencia a lamentar, pero ya no con mudo tesentimiento e impotente horror. (He dejado mi prélogo original citas en las notas, y el texto fue considerablemente am- 9 estos cambios eran todos de naturaleza técnica. En 1949, nentos de Nuremberg eran conocidos s6lo parcialmente yen luccién inglesa, y gran ntimero de libros, folletos y a en Alemania entre 1933 y 1945, no estaban ee wia nibles. Ademés, tuve en cuenta en cierto nimero de ai ites sade: los mds importantes acontecimientos tras la muerte ‘| “Ja crisis de sucesién y el discurso de Kruschev ae e 0 del Partido—, asi como nueva informacién sobre en la edicién actual para indicar el talante de aquellos afios.) Era, en cualquier caso, el primer momento posible para articular y ela- borar las preguntas con las que mi generacién se habia visto forzada a vivir durante la mayor parte de su vida de adulto: 2Qué ha suce- dido? ¢Por qué sucedié? ¢Cémo ha podido suceder? Porque tras la derrota alemana, que dejé tras de si un pais en ruinas y una na- cién que sentfa que habia Ilegado al «punto cero» de su historia, emergieron montafias de escritos virtualmente intactos, una super- abundancia de material documental sobre cada aspecto de los doce afios que habfa conseguido durar el Tausendjabriges Reich de Hitler. Las primeras selecciones generosas de este embarras de richesses, que incluso hoy en manera alguna han sido adecuadamente publica- s ¢ investigadas, comenzaron a aparecer en relacién con el proceso de Nuremberg de los principales criminales de guerra en 1946, en los doce voliimenes de Nazi Conspiracy and agression?, Cuando en 1958 aparecié la segunda edicién (de bolsillo), estaba ya disponible en bibliotecas y archivos mucho més material docu- mental y de otro género, referente al régimen nazi. Lo que entonces aprend{ era suficientemente interesante, pero apenas exigia cambios sustanciales tanto en el andlisis como en el argumento de mi estudio original. Parecia aconsejable realizar numerosas adiciones y sustitu- notablemente bien informada sobre los Iamados sectetos —las matanzas de judfos en Polonia, la preparacién de un ataque a Rusia, etc— y, en segundo lugar, el «grado hasta el que las victimas de la propaganda han permanecido capaces de formar opiniones independientes» (pp. XVII-XTX). Sin embargo, el Punto de la cuestién es que esto no debilité de ningiin modo el apoyo general al Régimen de Hitler. Es completamente obvio que el apoyo de las. masas al totalitarismo no procede ni de la ignorancia ni del lavado de cerebro. * Desde el comienzo, la investigacién y Ja publicacién del material docu- mental han estado guiadas por la preocupacién por actividades delictivas y la seleccién se ha realizado habitualmente con el fin de perseguir a los crimina- les de guerra. El resultado es que se ha despreciado gran parte de un material muy interesante. El libro mencionado en la anterior nota constituye una muy grata excepcién a la regla. .n de Stalin obtenida de nuevas publicaciones. Asi es que me cera Parte y el ultimo capitulo de la Segunda, mientras ces la referente al antisemitismo, y los primeros cuatro capitulos el imperialismo permanecian inalterados. Por otro Jado, exis- srtos atisbos de una naturaleza estrictamente tedrica que yo no cuando concluf el manuscrito original, sermunasgs con was aciones concluyentes» que eran més bien inconc BANE capitulo de esta edicién, «Ideologia y terror», seem az6 a s «Observaciones», que, en la medida en que to aie as, fueron trasladadas a otros capitulos. En la segunda edici ia fa afiadido un Epilogo en el que examinaba Brevenenin iccién del sistema ruso en los paises satélites y la revolucién Este examen, escrito mucho més tarde, era diferente ae , ya que se referia a acontecimientos contempordneos y qu if ado en muchos detalles. Ahora lo he eliminado, y éste ifs cambio sustancial de esta edicién en comparacién con la se- nda (la de bolsillo). Ses : his obvio Bes el final de la guerra no significé el Hee ae ietno totalitario en Rusia. Al contrario, fue seguido por te rizacién de Europa oriental, es decir, la extension del Gol ee itario, y la paz no ofrecié mds que un cies le punto Se cién desde el que analizar las similaridades y Seid Os ¢ instituciones de los dos regimenes totalitarios. Lo rE el final de la guerra, sino la muerte de Stalin oe afios o : ©. Retrospectivamente parece que esta muerte ee e aed seguida por una crisis de sucesién y un «deshielo» oy que hubiera logrado afirmarse un nuevo lider, ae pee ico, aunque nunca inequivoco, proceso de destotalitariz or lor eso, desde el punto de vista de los eee no ae 26n para actualizar ahdra esta parte de mi obra; por ne a os vol f0 conocimiento del perfodo en cuestién se refiere no ha oo i isticamente lo suficiente para exigit extensas revisiones y ediciones. *N contraste con Alemania, donde Hitler empleé op te ie uerra para desarrollar y, valga decir, perfeccionar el Gobierno tota

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