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Adrian Wilding Para muchos, la filosofia de Theodor W. Adorno es sindénimo de in- telectualidad esotérica, elitismo cultural y aislamiento del tedrico de las luchas sociales de su tiempo. E] filésofo inglés Bryan Magee expres6 este sentimiento generalizado en el afo 1978 durante una entrevista televisada con otro miembro de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse. Sostuvo ante Marcuse que los escritos de Ador- no eran “ampulosos”, incluso “ilegibles”, y que creaban una barre- ra entre el autor y cualquier agente politico que pudiera posible- mente realizar estas aspiraciones (Magee, 1982: 72). La respuesta de Marcuse fue sorprendentemente magnanima, en vista de lo que conocemos sobre su relacién tensa con Adorno. Repitié una afir- macion que ya habia realizado en el sentido de que Adorno era “sin duda un genio”, que no conocia a nadie que se desenvolviera “con tanta soltura en el campo de la filosofia, la sociologia, la psi- cologia, la musica”. Cuando Adorno hablaba —remarcé Marcuse— las palabras se podian imprimir de manera textual, tan claras eran sus formulaciones. Y la dificultad de las ideas que Adorno expresa- ba no representaba un oscurantismo intencionado, sino la opaci- dad y el caricter contradictorio del sistema social que intentaba comprender. Algunos afos mas tarde, los comentarios de la figura prominente de la segunda generacion de la Escuela de Frankfurt, Jurgen Habermas (1992: 220), hicieron eco de esta defensa enér- -gica de Adorno por Marcuse: Adorno era un genio; lo digo sin ninguna sombra de am! {[...] tenia una inmediatez de conciencia, una espont Adorno no era una persona | ‘de una manera bastante dolorosa, s¢ i jidad, Marcuse le Lo que Habermas atribuye a la personal i) cuse ~de do enn lo politiza. Se considera que el estilo dificil Adorno se debe, precisamente, a su objeto, el mundo invertido” [verkehrte] del capitalismo tardio. En tal mundo del revés y de ilu. sion sistematica, quizas el adivinar Ja verdad sobre el conjunto so- | samiento que no se acobarde cial requiera de un lenguaje y un pen: Iu ; ante la contradiccién y la complejidad. En una €poca en la que el trabajo abstracto y el valor de cambio Iegan a impregnar no sdlo Jas relaciones sociales, sino también el lenguaje y el pensamiento, incluido el lenguaje de la critica, quizds sea necesario resistir la “vulgarizacién prematura de los problemas terriblemente comple- jos alos que nos enfrentamos” (Magee, op. cit.: 73) Una razon por la que Adorno se considera, como fil6sofo, ak go distanciado del sensus communis es, sin duda, el curioso y un tan- to absurdo pormenor de sus tiltimos meses. Su lenguaje lo alejé no solo de los filésofos estadounidenses, cuyas objeciones expresé Ma- gee, sino también de los estudiantes radicales de finales del dece- nio de 1960, quienes se burlaron de su actitud politica distante y lo ridiculizaron de maneras que, probablemente, contribuyeron a su fatal ataque al corazon. El ahora tristemente famoso acontecimien- to en el cual dos mujeres estudiantes lo atacaron con flores y con- signas (“;Adorno como institucién esta muerto!”) reflejaba un sen- timiento generalizado de que incluso este tedrico de la represién compartia las tendencias represivas de la propia sociedad. Estos jui- cios deben haber sido todavia mas mortificantes para Adorno, que mientras tanto observaba la trayectoria meteérica de su antiguo co- i lega Marcuse, quien participaba en las protestas estudiantiles pre- cisamente con los métodos por él cuestionados. ‘ Es posible que con la publicacién de la obra péstuma de obre gran que: c Ber sts hares idaery ne cencas couche aaa yan el retrato que hace Marcuse de Adorno, como un intelectual se sentia comodo en cualquier tema que abordase. we Sin embargo, mientras uno no puede sino admirar la erudi- cidn polifacética de estas conferencias, es facil caer en la trampa de confirmar el culto del genio, ante el cual el intelecto del pro- pio Adorno ‘ituaba de manera critica. En este aspecto, quiza sea mas esclarecedor leer estas conferencias en su contexto histérico, en vez de abordarlas como pensamientos etéreos de un “intelec- tual ubicuo”, segtin la imagen que le atribuian sus estudiantes eri- ticos, una imagen que, ademas, él ya habia criticado por estar fun- damentalmente enraizada en Ia misma divisién capitalista del. tabajo que separa la mano de la mente, el intelecto de laaccién, Yeque, a su vez, ella misma, superada (Adorno, 1962). da floja, utilizando, de modo no patologico, la autoridad del oras) NIRS SED definamos sin piedad el I "do bloqueado ys elses de per desproporconadss _ presente situacién deberiamosseracusados de quietismo o _ nacidn. Porque cualquiera que se acobarde ante el anlisis estruc mte con el fin de demostrar una tesis o cons iin objetivo traiciona tanto a la verdad como a la teori con toda certéza, 116 €s To que se quiso decir con Ia uni canidad Lae teoria y practica en ningtin momento. (Adorno, 2006) FE] reconocimiento de la mediacién de lo inmediato no con- vierte lo inmediato en superado [au/gehoben]; al contrario, es igualmente cierto que no existe mediacién sin un momento de inmediatez (Adorno, 1991, cf. Hegel, 1988)!. No es que se deban / condenar las acciones espontanea Simpleme: nte, el movimiento estudiantil no temfa, a 10s ojos de Adorno, “la mas minima expe: — ‘triencia” =er palabras de Hegel~ que hubiera revelado la natura léza dialéctica de su actividad politica Las formulaciones de Adorno no carecen de problemas. Su con- cepto del “Estado bloque: ado” (2001b: 3), una condicién tanto inte- ‘Jectual como social én Ta que cada intento por cambiar la sociedad fae rece condenado, daba la impresién deo otorgar | ma existencia en la forma de una restriccion estructural a algo que es, sin duda, mas contradictorio y fluido. Adorno parece respond 7 a esta critica en sus conferencias sobre la Critica de la razén pura Kant, condenando una concepcidn similar del Estado bloq! que Hlev6 a Kant a considerar la libertad individual como algo ménico, algo que no es posible experimentar. Es posible, dice Ad u este concepto simplemente documente un limite i fantes Ilegan a estas conferencias en el marco de su prepa- racién universitaria para una vida de “trabajo socialmente Util” -Adorno (2006) cita la frase irénica de Marx— bajo el signo de los limientos econémicos [cada vez mas] andnimos y opacos”. Como Weber en su ensayo de 1918 sobre la “Ciencia como voca- cién”, Adorno inicia su serie de conferencias de 1968, Introduccién a la sociologia, advirtiendo a sus estudiantes de los riesgos de estu- diar esta problematica. Mientras que Weber (1969: 180-231) habia advertido de la americanizacién del mundo académico —alli un estu- diante trata al conferenciante como alguien que vende conoci- mientos “de la misma manera que el verdulero vende repollos’-, leemos, casi medio siglo mas tarde, como Adorno dice a sus estu- diantes que descubriran que su trabajo académico se encuentra, igualmente, sujeto a la mercantilizacién de la vida de la mente. También les advierte que las nuevas maneras de comprender la so- ciedad que surgiran del estudio de esta materia podrian hacerles muy dificil adaptarse felizmente a esta misma sociedad, encontrar en ella su condici6n social y los deberes que les corresponden. Hoy en dia lo que se da es probablemente que el sector més avan- zado de los estudiantes, muchos de los cuales sospecho que se en- cuentran en esta sala, han tomado conciencia de este hecho, es de- cir, del hecho de que cuanto mejor comprendo una sociedad, mas #t ificil resulta ser util para esa Sociedad. (Adorno, 2006: Tty—— ————————— a as se pronunciaron en abril del 1968, casi auge de las protestas, y muestran qi iran "paditalies . ‘como tal por carecer de : * s que esto explique todas las acciones de Adorno jento ailgido de las movilizaciones estudiantiles; s i neion a la policia para que desalojara a los en Ta sede det Mnstituto de Investigacién Sod, jecho, con razon, Uistemente Famosoc aig ea tan solo por el notorio contraste Coney farcuse én las ocupaciones de las universidades estadoy Quizas este contraste refleje, meramente, el cardeter, recto y claro de la version de Marcuse de la teoria critica ynog go inherentemente conservador de la de Adorno. De hecho, e tiltimo parece haber considerado que su pedido para que se salojara a los estudiantes de los recintos universitarios le oto ba el papel deqlautista de Hamelin -lo que Weber Hama “autg dad carismatica’— Io que un intelectual verdaderamente criti deberia Seni con profunda desconfianza. Quizas una de las razones por las que Adorno se haya most do reacio a aprobar semejante actividad haya sido ~paradgjia mente- la influencia de uno de sus estudiantes, Jirgen Hab _mas. Este habia Ilevado a cabo un estudio en Frankfurt sobre] ‘conciencia politica de la generacién que habia alcanzado lam yoria de edad durante la reconstruccion de la posguerra. Lao Estudiantes y politica (1957) fue el resultado de muchas encl que buscaban determinar la actitud de los estudiantes ante © tento de la ik por instaurar valores democraticos. i6n de Habermas se bas6 en las técnicas del estudio generacion de Ta Escuela de Frankfurt sobre incipios de los afos treinta habia estratos Tespuesta al -ataques incendiarios de 3 pronuncio el reclamo relativamente tinua contra toda forma de autoridad”, Ml ‘a de Dutschke “una ideologfa voluntarista que en hubiera llamado socialismo Ut6pico”, pero que err] 967 aun “fascismo deizquierda” (Ryan, 2003). 2 una provocacion para el movimi F seria perd . en Moisés y el monoteismo de Freud, habia simplemente reafirmado Sel poder estatal patriarcal. La identificacién de los que protesta- segtin Habermas, una compensacién ilusoria por el descarrila- £5 miento del proyecto revolucionario en el Primer Mundo y subra- , , 2 OG Macee, Bryan (1982) “Herbert Marcuse and the Frankfurt School, _ Men of Ideas. Londres, Oxford University Press. Ryan, Alan (2003) “The Power of Positive Thinking”, en New York of Books (Nueva York), 16 de enero 2003. _ SaINTE-BrUve, Charles Augustin (1838) Pensées d’Aoit. Bruselas, Laure THomas, Nick (2003) Protest Movements in 1960s West Germany. Oxf (Reino Unido), Berg. iq sR, Max (1984) La ética ipgilesvane y el espiritu del sapien i ial Sarpe.

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