El Arte Del Canto 1 Parte

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FRANCISCO VINAS | : Cowxe. Quer Spee. EL ARTE DEL CANTO Datos histéricos Consejos y Ejercicios musicales para la educacién de la voz CON UN PROLOGO * DE VICTORIA DE LOS ANGELES SEGUNDA EDICION israipucton CASA DEL LIBRO | RONDA SAN PEDRO, 3 - BARCELONA i 1963 © Sucerores de P. Vifas - Barcelona Depésito Legal. B.11977 NL? Registro, 8.206 - | PROLOGO fille en 18 wn com vost (De ams carta de Jean Marsealt i 7 2 Prarlace Vitae) Dités et foble que entre els seus Hace ya algunos afios..., cuando cursiba mis primeros estudios de canto en el ~ Conserviatorio del Lice de Barcelona, el “Arte de Canto” de Francisco Vitias Bgu- abil entré los libros de texto aconsejados a los alurnnos. Recuerdo ahora todavia, con qué avidez y entusiasmo copiaba algunos de aque- Tlos vocalizos para estudiarlos, con una gran fe y confianza de que habrian de ser muy provechosos para mi carrera. La primerisima cualidad que supe ver en aquellos estudios fue su gran seneillez, ya que resultaban magnifieos para principiantes.a.caus sa de su gran facilidad para astmilarlos. “Ein Tos cursos superiores estudié los cldsicos y grandes tratados como’el A.B.T., Panofka, Marchesi, Rubini, ete., pero con todo y ser excelentes, nunca supe abando- nar el Viiias, por parecerme encontrar en él algo diferente de los demés es decir, ese algo que tal vez me atreverfa a deGnir como el “alma del canto” ya que todos sus. vocalizos, de sencillez'y espontaneidad encantadoras, contenian indudablemen- te una ensefianza que no hallé en Jos tratados superiores. E] logto de este “alma del’ canto” constituyé evidentemente ua constante in- quietud de F. Virias, como se trasluce en Ias explicaciones que nos da en su tratado, al decirnos que: “La educacién de Ja voz necesita de algo que no puede escribirse y que sélo est en los conocimientos y sabiduria del instructor. »Quizhs por esta razén los maestros de otros tiempos no nos dejaron nada o casi nada escrito como legado de sus enseiianzas,’por ser vana empresa querer fijar en letras de molde, como una poesia 0 ui trozo de mtisica el color etéreo de los sonidos. Es del todo indispensable fjar nuestra atencién.en que las notas de un ejercicio cualquiera son tinicamente la materia esquelética del mismo, y que hay otra parte espiritual que es det dominio absolute del maestro...” Unos' aiios después, entregada de Meno a mi profesién, nunca supe ya prescin- dir del Visas, no solamente por ser utilfsimo para la conservaciéa de mi téenica vo" cal, sino por el eartio y simpatia que habla puesto en 61 y que habla de perdurar foda mi vida. Siempre el “Arte del Canto” viaja conmigo, como tno de mis libios Predilectos, En ol transcurso de mi earrera han sido muchas las ocasiones en que tanto artistas ya consagradlos, como estudiantes, me han preguntado intrigados so. bro mi preparacién vocal, a los que sin vacilar, no solamente les recomendé el Viias, sino que yo misma les procuré un efemplar, ya que por ser un libro easi agotado ficilmente podria encontrarse en librerlas. . No obstante lo dicho hasta aqui, el “Arte del Canto” no es solamente una magaf- fea coleceién de vocalizos y melodias sin palabras, sino que es mucho més, una sin. tesis del arte det canto,-en Ia que los vocalizos y ejercicios, aparte del valor ¢ interés didictico de cada uno do ellos, forman en su conjunto una gran unidad de concepto, adquiriendo wna Bsonomfa propia ¢ iiteresantsima, que echo de menos en Ia mayo, ria de tratados andlogos, Al pasar el tiempo, y ahora més que nunca, puedo asegurar que Ia fe y confian- 7a que puse en el Vifias al principio do mi carrera fue absolutamente eforta y bien fundada, : En el prélogo de este precioso libro, que el. propio autor califiea como “testa ‘mento.de un artista Ifrico”, nos expone su pensamiento y descos sobre Ia finalidad de la obra y, entre ottas cosas muy interesantes, nos dice: Es el fruto de infinitas observaciones a és de _perlodos in idumbre, de Ju ies_que Tmpedian al novel artista (refiriéndose a 1 mismo).caminat:. Ubremente.hcia Ja senda ideal de sis" sei i »Asf mismo deberd servir este libro para quienes se dedican.a la profesién de cnsefiantes, a veces sin estar debidamente preparados, para que no caigan en los errores que a menudo son su deserédito y la ruina de los diseipulos que a ellos se confian.” For estimarlo de gran interés considera oportuno reproducie aqui unos pérrafos de Ia erftica que en 1932 publicé el eminente musicdgrafo Eduardo Lépez Chiva- rai. Su autorizads y justfsima opinién sobre el “Arte del Canto”, que comparto ple- namente, constituye la mejor presentacién y valoracién de este libro, Nos dice Lé- pez Chivarri: »Vilias publica un espléndido volimen en sus observaciones, jqué.preciosas son y eudnto pueden ensesiar!. nla obra esté escrita de un modo histérico, y era el mejor modo de “situar” el arte del eanto con su verdadero carfcter.. Franciséo Vifias ha hecho un luminoso ro- sumen de Ja historia del canto, de las teorfas de Ins escuclas y de los vaptores, Ello esté realizado pon singular amentdad, que aumenta el interés de It lectura, pues Ins anbedotas, frases y tradiciones de cantantes y maestros cdlebres, estén sombradas por doquier, no solamente por lo que se reflere a dat tos ajcnos, sino también por los mus chisimos que cuenta Visias en su propia historia: de artista. ARR AR AAS ANA AT AAA AR RAARARAARARRA SRA AR ARO AAR ARAAARAARA | n1Cémo nos hace desfllar a éantantes 0 misicos Famosos con quienes tuvo relacibn y de los que nos relata detalles y particularidades que dicen més que diez paginas de biogratia. 2 j»Los maestros del canto actuales, Jas ilusiones de los principiantes, la explotacién inicna, las terribles’ consecuencias de los seudo-maestros, verdaderos causantes de la aniquilacién del canto; Tos peligros que rodean a los jévenes cantores..., y, sobre todo, la criminal charlatanerfa de fos que afirman que se puede ser cantantate en poco tiempo..., siendo ast que la gran 0% para formar artistas..." pLa segunda parte no es menos interesante, La practica del canto, los ejercicios de vocalizacién, van desenvolvigndose paulatinamente hasta Negara dominar las mayores’dificultades técnicas con sencillez. y sin estropear la. voz y no sin citar las predcupaciones que dominen a veces a los cantantes, en el capitulo.que trata de La sensibilidad neurética en tos artistas Uricos, verdaderas enfermedades que nacen siempre... por poca’ base de escuela; es decir, por estudios deficientes... |yFue, pues, indudablemente F. Vifias un gran maestro, con gran caudal de ex- periencia y profundos conocimientos sobre el canto, y si bien no tuve Ja fortuna de poder conocerle y admirarle como cantante, al comprender y_valorar su obra, no puedo menos que profesarle una silenciosa devocién y auténtica gratitud, que le de- beremos también siempre, todos los amantes del canto por sus sabios consejos y en- sefianzas”. Después de todo Io dicho muy poco puede afiadirse sobre la oportunidad de esta 2¢ edicién del “Arte del Canto”, verdadero legado artistico de este gran cantan- te ¢ insigne patricio barcelonés, y que se publica precisamente en estas fechas en que se cumple el centenario de su nacimiento, como merecidisimo homenaje y per- petuacién de su obra. La personalidad de F, Viiias proyectada en la actualidad resulta conmovedora, ya que fue un artista profundamente humano, un artista auténtico y completo, por- ‘que en él se fusionaron el arte y la bondad de un modo maravilloso y poco frecuente. Vifiais fue un hombre modesto pero dotado de tina gran inteligencia y fortaleza, esta! rara virtud que es el hibito moral que hace sufrir intrépidamente todos Jos tra- bajos y adversidades de Ja vida y de la profesién. Vifias luché siempre por el logro de la pureza y superacién constante de su arte, para Jo cual nunca regateé esfuerzo en el estudio de los personajes que debia cantar y representar. Sintié’ siempre una especial predileccién por los “héroes” de las éperas de ner,estudiéndolos muy a fondo, con inmenso caritio y entrega, tanto en la minuctosa Tectia de los textos de los poemas o leyendas originales, como realizando viajes a Beyreuth, en donde encontraba Ia més pura y fiel tradicién, junto con las mAs rigu- yosas ensefiandas wagnerianas, que bien conozco por experiencia propia. Precisamente en diciembre de este aio 1963 se cumplirin 50 afios de su pri- mer “Parsifal” en Barcelona y también en el mundo entero con excepeién dle Ale- mania, Tuteresa, pues, recordar esta fecha memorable en Ia quo Vitis realizaba aquel dia en ef Teatro del Liceo su acariciado suefio de interpretar y dar a cono. ccer Parsifal en su patria, jel primero y por primera vez! Villas so sentia incfablemento feltz y decia é mismo: “\Con qué gozo repre- sentaba yo aquel mfstico personajel {Con qué inmenso placer recitaba yo los temas de la Redencién!” Sus ereaciones de personajes wagnerlanos fueron modéligas y a modo de apos- tolado lis BS porsee pte ‘en Tos principales teatros de Europa, En 1001 me vi favorecida por la suerte, al poder realizar un paso més en los camirios anhelados y a Ia vez préparndos por F. Vitias. Me cupo el alto honor de ser yo In primera artista espaiiola que inauguraba los Festivales do Beyreuth, y pre- cisamente con Tannhiiuser, una de mis éperas preferidas. Con emocién apenas contenible, realicé mi papel, consciente también de mai gran responsabilidad en aquellds momentos, en que representnba a mi Patria con toda su magnifica tradicién musical. Entregeda en cuerpo y alma a mi personaje de Eliza. beth, en aquellos momentos Henos de dramaticidad conmovedora y al propio tiempo de profunda intimidad, senti en un instante que, salida del corazin, so elevaba un emocionado recuerdo a F. Vitias, pensando en Ia felicidad completa que hubiese sido poder compartir el triunfo clamoroso de aquel dia inolvidable con esto otzo gran ar- tista barcelonés que tan merecid{simo Io tenia = Sean, pues, estas sencillas Lineas, escritas con fervoroso cariiio y dedicadas a la memoria de Francisco Vifias, testimonio de la mis sincera devocién y admiracién de Vicromis ne Los ANcELts Barcelona, 26 de marzo de 1963 BARA RAR AR AR ARI AADR DAA RAR RADA AAT AARSA Als Mestres cantaires del gloriés Orfeé Catala “i ason insigne fundador en Lluis Millet “novell Hans Sachs” homenatge d’admiracié BU i UU FINALIDAD DE ESTE LIBRO Haber Ilegado a Ja meta que Ia ilusién juvenil hizo sosiar, después de treinta y cinco afios de cultivar, cual si fuera un sacerdocio, el arte lirieo, sin que al poner pun- fo final, por propia voluntad, Ias facultades {hubiesen menguado apers, no puede, atribuirse Yinicamente a las condiciones flsicns, sino también a ottos factores que de. Dieron intervenir, sin los cuales no habria side posible este feliz resultado. Sidnto. me, por Jo tanto, inducido a dirigir ura mirada hacia atrés, atento a que la eventua- Tidad de mis resultados téonicos conseguidos pucda servir de norma a ettantos deseon dedicarse al arte del canto y que al.comenzar sus estudios van perplejos, arrastrados por el entusiasmo de una ilusién muchas veces falaz y engaiiosa. Para ellos escribo sete libro; especie de “Vade-méoum” consultor, quo pueda darles wie otientacién, ilustrarles, servirles de compaiia como un amigo fiel y desiatercaado. 1s el fruto de infintas bservagiones.a través. de. perlados, de incertidumbre, de luchay incesanles que impedian al movel artista caminar Mbremente hacia In senda ideal de sus ensue~ 408. Bor RS Tabeile"caldo en suerte mingin pueceptor por quien Sstiels luego gall” {od eterna,.al_que hubiese podido Tlomar.on_el pratisimo nombre de “Maestro”, ya 8.clobe poscer los conocimientos indispensables para Bader lndole una base, segura, infalible er que cimenter yor set capaz: de’ evil Tas amarguras de la did, de Ja desorientacign, desespe™ ‘ante _que, a los. més, causa_acerbas desilusiones y,fracasos. Asimismo deberd servir para quienes so dedican honradamente d Ja profesién de fensefiantes, a veees sin estar debidamente preparados, para que no extgan em log ervores que a mienudo son su descrédito y la ruina de los disefpulos que-a elle 26 conflan. Sien alguna pigina de este Hbro, que puede Hamarse “el testament de un antista livieo” encontréis palabras de reprobacién, quede bien sentado que van disiuidas tnt, camente a los profesionales que sin esenipulos heen mercado de su eoncieceis La obra est dividida en dos partes: en la primera hay aligunos apuntes hist6ricos Por los cuales el joven cantor podré apreciar —para que Ie sirva de estimulo- lo que fue en otros tiempos nuestro arte del canto. Luego, y por orden, van una poreidn de consejos, donde se exponen los peligros que rodean al principfante; y sigue un breve andlisis anatémico del érgano vocal. En Ja segunda parte hay una serie de ejercicios prieticos divididos en tres cursos, y al final se encontraré una parte suplementarin, con las normas necesarias para educar las voces de nifios, de Ias agrupaciones cora, les, de los artistas draméticos y de los oradores. “Francisco Vatias SB Bs Francisco Vivas PU EU BU BU UB Bt Banas \ _ PRIMERA PARTE @ HISTORIAL Y PROPEDEUTICA ; Lunause dun ales © cudader CAPITULO PRIMERO EL\CANTO EN LA ANTIGUEDAD '¥ EN LA “EDAD MEDIA - LOS SIGLOS DE ORO Y LOS CANTORES EVIRADOS - LOS EVIRADOS ¥ SU ERA GLORIOSA - ITALIA Y BL BEL CANTO», El canto en Ja antigitedad y en la Edad media. — Por las raras anolaciones que nos dejaron los historiadores antiguos, sabernos. que en. los tiempos esplendorosos de Babilonia,|de Ninive y Tebas, habia grandes agrupaciones de cantores perlectamente disci- plinados desde el punto de vista musical; agrupaciones que eran la mayor afracciéi en las “‘majestuosas solemnidades conmemorativas en honor a los dioses 0 a los monarcas. Postetiormente, Grecia y Roma, pueblos de civilizacién refinada, caltivadores de todo Jo bello, complaciégronse en dar preeminencia a la més seductora de tas artés, a la que ofrendaron tempos suntuosos puestos bajo Ia tutela de los dioses, Euterpe o Apolo. Crearon, ademas, en Atenas escuelas apropiadas, en las cuales, juntamente con la educa- cién vocal, se aprendia el arte de declamar uniendo a la palabra el gesto; y a ellas acudfan no sélo los dedicados.al arte del canto, sino también los actores trégicos y cuantos ejerofan la oratoria en el Foro o en Ja Tribima piblica, De Deméstenes, Hamado el Principe de la palabra, el mas ilustre de Ios oradores de la culta Grecia, cuenta la historia que por defectos de pronnnciacion no parecia hubiese podido elevarse nunca sobre el nivel de Ia vulgaridad tribunicia: pero fre- cuenté aquellas escuelas, y tina vez iniciado en as ‘reglas fundaméntales, fuése a la orilla del mar en lugar solitario, donde construyé una choza para cobijarse; alli paciente- mente practicaba ejercicios vocales, de respiracién, de desarrollo de los pulmones y de la Jaringe, hasta que, vencidas sus imperfecciones, logré tal arménica potencia de sonoridad, que ni el espantoso rugido de las olas podia ahogar las vibraciones que se desprendian de su garganta. Decia él que era para acostumbrarse a vencer las tempestades que se provocaban en los comicios populares. En las Olimpiadas, enire otras fiestes memorables, se cifan Jos certamenes de canto- res, donde los concursantes ejecutaban trovas dedicadas a Apolo, celebrando sus victorias; {rovas que ellos mismos se acompafiaban con iin instrumento Hamado barbiton, especie de citara de gruesas cuerdas. A los cantores que mds se distingulan en aquellos forneos liti= cos les oforgaban el mayor galardén a que un hombre podia aspirar entonces, «la corona Mi ey ppousclas tihodueciity. 1 tte hojes de robles. Ademés, los actamaba toda la nacién, colmindoseles de aloria y honores, al punto que a algunos, para perpetuar su memoria, se les erigian monumentos 8 cargo de! Estaclo, Tal era la importanca que la antigua Grecia, ecéteuira de la bellezs, concedia al sublime lenguaje del arte det canto, Roma, émula de Ia civilizacion griéga, no descitd6’ el cultive de nuestro arte, yen tiempos de Nerbn es cierto también que estuvo en gran apogeo. Este cruel emperador Geleitabase ejerciendo el arte det canto con tal apastonamiento, que mando a la eteraidad muchos de los cantores romanos de su época, por la envidia que despertaban en et en cuanto eran aplaudidos en demasia por la plebe. Durante la grandiosa epopeya det pueblo mahometano, pueblo de atistas y sona: dores, surgieron como fruto de su refinamiento en los siglos vin y 1%, infinidad de insignes cantores de raza arabe, segin testimonio de tos cronistas de la 6pocd. Se recuerdan come notabillsimos los nombres de Ebid-ben-Suleimdin; Mansur-ibn-Skilaefen; y el celebérrimo Sobeir-ibn-Dahmdn, de quidn se cuenta que el caliia Mohamet Madhi, fascinado por el arte sublime de este cantor, le hizo olrenda de 50,000 dithem (moneda de plata de los califas) Por una sola audiciOn; y ademas dondle tin suntuoso palacio muy cerca de Medina. Hubo también, entre los de mayor prestigio, otro artista meritisimo, Lelik, esclavo libre de Bent. Machalem; y aquel Nocharik-Beniahja, que fué luego maestro én la corte del califa Harum. elHlaschid, de cuya escuela salieron cantatrices fan famosas como la Oreib y Zulia Dic navn, liguras salientes de aquella legin de virtuosos que pululaban en Arabia y Expat, No acaba aqui el inventario de los cantores arabes renombrados. Las ‘cronicas musul, manas del tiempo de su dominacién en Espafia nos deleitan haciéndose eco de los triunfos del glorioso cantor All-ibn-Serjab-Srafierjab, disciputo de otro ilustee artista y maestro insig- ne, euyo nombre era Ibrahin Mossut. La voz de All dice Id histotia ora porlentosa; 'y fongela la teoria, asi como el mecanismo del Stab vocal, con tair rara perfeccisn, que lego a despertar celos de su gran maestro Ibrahin, quien amenaaé al preciaro disciputo con perseguirle si no se alejaba de Bagdad, eiudad donde residia. Convencido All-ibn-Serjab de ‘ue el crédito y Ia fama de Ibrahin su maestro podia serle fatal, escribi6 al califa de Cor. Goba, Haken, haciéndole sabedor de su situacién. Aquel principe le manité al misieo judio Mansur, prometiendo protegerle con tal de que se trasladase a Espaiia, Asi lo hizo Alt Serjab, legando sin incidente a Aljezireb, en las playas del reino de Valencia. a Algin tlempo después, habiendo acaecido la muerte del califa Hakei, st. protector, y ahorando su stelo natal, tomé la resolucion de volver a Alnca; pero Mansur informs cle elo al sucesor Abderramén I, y éste te envi6, por medio de un eunuco, Ia invitucton den & St corte y el manto de dighatario, para significarle que ya le considealsa como formande parle de ella. Ali pisose inmediatamente en camino, y antes de llegar al término desu viaje, el propio Abderraman fué a su encuentro mont ‘ado a caballo, Ya en la mansidn real, colméle de honores y le aseguré, una pensién de ochenta mil dinares (moneda de oro arabe). Fué fal ta admiracién que el califa sentia por este habil cantor, que hizo de All et mayor aliciente en las testas cotidianas dé aquella corte; sentabale a su mesa, le de palmera, distincién suprema, y aun hizo construir entrar en el regio Alcdzar a su placer, ofrecia vino una puerta secreta para que pudiera 2. Después de haber hecho durante largos aftos tas delicias de las diferentes cortes del ‘ Immperio érabe, tué a Sevilla, donde instituyd una gran escuela para cultivar y popularizar los eantos arabes, cuyo resabio perdura atin en nuestros dias, pues Jos cantos de Andalucta, imprégnados de melancélica poesta, ienen.todo el sabor, foda Ia dulee tristeza de aquellos + softadores. Ali-Serjab, segiin parece, no era solamente un cantor notabilisiino, pues estaba dotado también de un talento extraordinario y agudeza de ingenio, Cuéntase que cultivaba ‘el charlatanismo de manera admirable, como no hay ejemplo en nuestros dias; pues para ‘embaucar a sus fanatizados admiradores les habia creer que durante la noche se le apare- cian fos genios, de quienes recibia la inspiraciOn de sus cantos melodiosos, quel mismo |, Gomponi Su memoria era portentosa y tenfa un repertorio de més de mil trovas diferen- | tes. A tanto habian Ilegado el entusiasmo por este cantor, su influencia y privanza cortesanas, que daba el tono de la indumentaria de los préceres. Para acostumbrar-a-sus_discipulos_a. | abrirJa boca durante Jos ejercicios, les hacia poner {ihas.de.cleria madera entre los dientes. Sin embargo, € justo recondeer que de su escuela un tanto cabalistica salieron infinidad de cantotes, que fueron delicia y maravilla de las cortes hispanio-Arabes. Escribié también ian libro que llevaba por titulo «La gracia en el canton. : En la historia dél Imperio otomano, reiaando Amurat, encontramos otro nombre ilus- ire ehtre los caritores drabes. Refieren las erdnicas, que a raiz de haber sido tomada por saith la ciudad de Bagdad, el feroz moniarca ordéné que fueran pasados a cuchillo todos sus habitantes sin distincidn de sexo ni edad. Entre éstos encontrabase cierto cantor famoso Hamdde Schac-culi, quien tanto implor6, que pudo ser conducido @ Ja presencia del fiero ‘Amurat: «No me sabe mal perder la vida—dijole—, pero si que no haya podide legar a fa soada perfeccion de mi arte: déjame vivir por algin tiempo ain para alcanzarla, y Inego mnoriré feliz.» «Dame una prueba de tw saber!», replicd Amurat; y el cantor tomé entonces, un scheschadar, especie de salterio con el que solfa acompanarse, enfonarido una de sus cantigas predilectas con tal suavidad, con tanta expresién de dolor, que el temible monar- ca se enternecié hasta derramar lagrimas. Bl triunfo del cantor queda atestiguado con decir ‘que Amurat no s6lo perdoné la vida al que la pedia en aras del arte, sino que hizo merced a todos Jos habitantes de Bagdad, concediéndoles 1a libertad en gracia al conjuro de la voz de Schac-eull y a la sublimidad de sa canto. Los siglos de oro y los cantores evirados.—De todas las artes bellas, la que mas seduce a las multitudes és sin duda alguna la det canto: pues por medio de la voz humana, tuniendo la palabra al sonido musical, pueden expresarse todos los sentimientos del alma. Bien merece consignarse que Italia, heredera del gusto de los griegos y romanos, fue la verdadera cuna de este arte divino por la perfeccion a que lo elevé, iniciado en los tiempos medioevales, cuando los trovadores—delicia de las danias—rondaban los alcitzares y cas- tillos entonando cantigas que diestramente se acompaftaban con el iaad, instrumento de origen arabe, caido en desuso por la invencién del arpa y la guitarra, pero que, hermanado con [a voz, daba un conjunto arménico de sonidos tiernos, delicados y sentimentales. ‘A mitad del siglo xvt, todo el xvit y parte del xvmt, el abel cantor legé a tal ref namiento de expresion y pureza de sonido, que asombré al mundo filarménico de. aquella época. Era el fruto de largas jornadas de severos y pacientes estudios, dirigidos por ver- —u- i i | occas eae daderos maestros especializadgs, que en las universidades musicales de Napotes, Roma, Milén, Bolonia y otras donde se formaban, haban aprendido fa teenie, las leyes infalibles de la vibracton, para poder ensefiar sin nebulosidades a educar et ‘Srpano vocal de quienes 4 ellos se conliaran; creando de esta suerto una tradicién escoldstin, conservada a través de Tos siglos como fuego sagrado y que en forma apenas perceptible Nlegé hasta nosotros. De tales escuelas salieron legiones de cantores insignes, que se disputaban los reyes y ‘Magnates de la terra, Algunos gozaron de gran influencia entre los monarcas, y eran en {G1 nimero los sublimes virtuosos, que los cronistas lamaron a aquellos ficmpos: «Siglos de Oro» de ta voz humana. Los evirados y su era gloriosa.—Desde épocas remotas se vino observando que los hombres privados de los érganos de la generacién, a los que lamaron ccastrados», si 'a barbara mutitacion se consumaba en lénitez impedia el desarrollo falco del individuo pare. Convertir en tn ser neulro, anormal, afeinado, menos violento, y euyo aspecto era @ veces delorme por una crasitid en muchos repugnante. Es licar_fendmeno tan Singular; pero declara la experiencia que los signos vitiles estan en rel gang vocal se detiene, conservando todas las earacteristicas d Ja infancia; por to tanto, con Sano vocal se de egrets Caracteristicas de ta infancia; 5 {intia la estrechez laringea Vy Gon elia la agudizacion de los sonidos, sin igvna de las alte- jaciones que Provocan los fenémenos de la pubertad a los quince o dievistig anos, en tos cuales el érgano de la fonacién se ensancha, érece rapldamente ¥ la voz sure un cam- bio radical adquirierido el timbre varonil, En tiempos de David—segin la Biblia—era Ia eviracion el castigo y alrenta de los pr heros de guerra. Pero Ammiano Marcellino asegura que fa reina Serairan introdujo la cruel mutilacion: Semiramis teneros mares castravit omnium prima, Sia embargo, no resulta suficientemente probado que fuera el canto la causa de la orquiefomia en aquella éoca; inds blen los celos, el fanatismo religioso y quizés alguna ventaja terapéutica para “ clertos males. En efecto, el culto de Cibeles, establecido por Semiramis, estaba servido por Sscerdotes eunucos, a imitacién de Atys, amante de la diosa, quienes considerabag laevi- raga rae mesio infalible de mociticarciestos instintos perversos.y curar Ia locura, San Cipriano narra que a los juglares y mimos de su tiempo se les sometta a la infa. ‘empezaron a utilizarlos para el servicio de los templas, “en donde, segan’ San Pablo, las mujeres deben callar. Brisone, eunuco favorito de la Eperaltiz Eudoxia,instituyé los famosos coros de «castrados ortodoxos», que cantaban los himnos de San Juan Griséstomo. ¥ ya en el siglo xu (ano 1137) un gran cantor evirado, Mannel, fund6 y ditigid ta célebre escuela de cantores de Smolensky (Rusi £n el siglo'xvi algunos cantores castrados, fama, que fuefon ineorporados a ta Iglesia Rom: Setistas», hombres éstos pertectamente norm de un gran‘desatrollo de las cuerdas superi ‘tierta sonoridad aguda que tes permitia da ales que sin la mutilacién deplorada, por virlud ‘ores, completado con el estudio, disponian de la sensacion de ta voz femenil. itv nuestros =r diag las veces de hombres tiples, por falla de preparacién escoléstica, resultan en general tures, chillonas, y s6lo se pueden aprovechar unidas 2 las de Jos nos en los grandes con- wuyo efecto de.contraste con las de bajo y tenor es entonces magnifico: La mayoria_ bstituidos por los castrados, eran espa ; ‘hiss especialmente las basilica de Roma ¥. é fu donde hubo mas posi” (ion ‘a la entrada de Ios evirados hasta que el Papa Clemente VII decretd su admisién. ‘También encontramos algin apunte curioso que nos revela cémo ya en tiempos de | Felipe Ilse practicaba la castracion en Madrid, y adquitié nefesto renombre una casa de la “calle de Leganitos, antro infamante, adonde con viles artimanas se procuraba atraer & los incabtos nifios para desposeerlos. Pero mas que en Espafia, en toda Italia, ala sombra de cualquier capilla de masica, se consumaban tamanas atrocidades por ignorancia y Ia buena fe de las gentes humildes, creidas de que de aquel modo.aseguraban el porvenic de algiin hijo «predestinado» ante Ja celebridad que iban adquiriendo muchos cantores evirados. En el «Dizionario e Bibliogratia delle musiches, de Pietro Lichtenthal, leemos que a ‘iltimos del siglo xv, para remediat la penuria de cantores dedicados al servicio det culto, el Gébierno de Roma promulgé un edicto que decia: «Ogni paesang, il quale,abbia quattro figl,|deve consegnarne uno ¢ farto castrare pel servizio della Santa Chiesa. Tale giovane ‘sardIstraito a spese det Governo in un Istituto musicale. Fintto che aur t suot stud? dovré restilutre in certe rate, coi suo! guadagni, le spese per lut incontrate, E se un convento, rma ghiesa 0 qualche persona desidera possederto, questi dovranno pagare sul moniento le sont- me occorrent! e godranno per cis il continuo possesso dt tale cantante.» Sabedor el Papa de ia eriel disposicién, mandé encarcelar durante diez aos al proponente ministro. Nuestra Jealtad informativa nos obliga a reconocer que ni las leyes severisimas, ni las reprobaciones 0 anatemas de Ja Iglesia desde San Basilio hasta Clemente XIV, lograron desterrar Ja, horrid costumbre, difundida también a causa de una ley de Paolo TV, gue.ex. —a propésito de las libertades que se tomaban aquellos artistas—que el poeta G.. Servio, re- visor de los teatros de la corte.de Napoles, perdida ya la paciencia, acude at rey para que le ayude a poner un poco de orden, pues «los cantantes quieren a toda costa—le dice— que se acaten sus més extrafos caprichos, y pretenden cosas imposibles de ejecutar porque repugnan a la raz6n». En otro lugar del mismo libro, encontramos que el celebérrimo evira- «to Marches),.tmo de los mejores cantantes qué pasaron por los éscenarios del mundo, tenia |i estrafalaria mania de querer hacer su «debuto» o presentacién en todos los piiblicos tocdndose con un enorme casco abigarrado de grandes plumas. Luego, empunando con la diestra una lanza, descendia desde el fondo del escenario, transformado en colina, y caya entrada era anunciada al piblico con un trompetazo. En esta forma legaba hasta rozar las! candilejas para cantar sus arias favoritas, que nada fenian que ver con ef melodrama; y empezaba siempre con la de su prediteccién, escrita, y a él dedicada, por el maestro Sart Mia speranza, lo pur vorrei, que el insigne cantor adomaba con asombrosas dificultades de ejecucién, dejando aténito al oyente, por la naturalidad y buen gusto con que la maes- tria de su arte facilmente las desbrozaba y resolvia. La Idolatria por tos masicos cantorés y fin tragico de algunos de ellos.—Dis- curriendo acerca de Ja increible admiracién que suscitaban estos artistas de sexo neutro, * dice Celani: «El castrado de fama es el idolo, el solicitado: Y predilecto de todos. En la sociedad mas encumbrada, las nobles (amas caen én delirio convulso Por cllos; les ofrecen ‘coronas de laurel, y Hevan en el seno su miniatura; se les esctiben son tos y ditirambos, sin que las personas serias ni los escritores satiricos, que de buena gana lus pondrian en ridiculo, se atrevan a oponerse al entusiasmo. Popular. La aristocracia, © los ricos, se inla- tan por estos cantores, y aun los mismos cardenales—a. quienes Celani Hama los gran- des ostentadores de la época— reiinen y mantionen en sus pal dos como objetos raros, de coleccién.» lacios a fos misicos castra- ‘Aunque parezca inverosimil, las aventuras amorosas de estos seres fueron en algunos Ge tal naturaleza, que segiin las crénicas acabaron trigicamente. De corazén igualmente Sensible, acostumbrados a los halagos cortesanos en palacios seforiales, en. contacto pe- Hage \ renhe con las damas, que siempre las hubo avidas de placeres, cedian facilmente a sus © | endantos o a su concupiscencia morbosa. La historia refiere que por ouestiones amorosas + fué villanamente asesinado en la ciudad de Génova el. gran Stiaiella..canlor.y. compositor insigne, Narrase que afios antes de su tragica muerte ya hubo un intento criminal, urdido pot! un cortesano, para asesinarle, a cuyo fin alevoso se mandaron desde Milén cuatro ‘ios, raza de sparofucilé en boga en aquella época al servicio de los poderosos, para que mediante unos doblones de oro {ueran a Roma, en donde transitoriamente residia el excelso cantor, y acabaran con él. Llegados a la Ciudad Eterna, los malandrines tomaron informa- ciones precisas para conocerle. Por ellas supieron que tal dfa sefalado iba a cantar en la Basilica de San Juan de Letrdn un nuevo oratorio de su composicién, \ sic \ Chiesa; «Pieté, Signores. Al Laterano se dirigieron para luego seguirle y llevar a cabo el "monsirdoso delito, Pero aquellos hombres desalmados, aquellos facinerosos, al oft la suavi- dad de aquel canto magistral, de, tan portentosa expreston y sentimiento que arrancaba ©. lagtimas, sintiéronse desaimados por una intensa ¢ inexplicable emocién, hasta el punto de que decidieron abandonar el infame proyecto, yendo a pedir perdén al emérito cantor, tubriéndole la trama del complot fraguado para matarle y revelando ademas el nombre ' dellinductor y mandatario, Sabemos también que el famoso cantor evirailo Corra Jo Ricci, de sobrenombre «Sifa~ ce», por la misma causa fué arcabuceado y muerto camino de Bolonia por la familia de una gran dama liviana, emparentada con el duque de Médena. De otros célebres cantores, como Landini, Alessandro, Montalvini y Mireli, dicese que fueron igualmente victimas del puial ‘o-del veneno, a causa de conilictos provocados por los celos de los orgullosos potentados, déspotas y seflores de vidas ajenas, que mal se avenfan a que las damas de sus ensuefos se sintieran fascinadas por el canto de aquellos virtuosos y cortieran con ellos aventuras pecaminosas. De Lorenzo Vettori, asesinado también por un rival al salir a altas horas de la noche del palacio de una linajuda napolitana, cuenta un cronista seiscentista que fué considerado como «un prodigié de la naturaleza y del arte. La armonia y perfeccion de su canto, el profundo sentimiento con que Jo animaba, embelesaban al oyente, El tesoro de su voz tomaba el tono de todas las pasiones con tal imperiosa flexibilidad y tal verdad de ex- 4) presién, que quedaba reflejada en el semblante de los espectadores». Poeta y compositor eminente al mismo tiempo, escribia para si !a mayor parte de las cantatas que luego ejecutaba. Guinguente refiere en su «Enciclopedia», que otro sublime cantor, llamado Bald Berti di-Rerugia, suscito entusiasmo universal, dando ocasién a manifestaciones extra- ordinarias. A mefmado le esperaban a la salida del teatro, y fa carroza que le conducia a su hogar caminaba bajo una Iuvia de flores, acompaiado por los vitores de una multitud que parecia presa del delirio. Yendo a Florencia para cantar la pera «Ariana de Monteverde», salen a recibirle a dos millas de Ia ciudad numerosas diputationes de toda clase de ciuda- danos que forman la gran familia florentina; y en imponente cortejo, presidido por los gon- falones «della Signoria», le acompaiian a su morada, | Buontempi, compatriota y contempordneo de Ferri, resume el arte prodigioso de este gran artista’ del bel canto en los siguientes términos: «No es posible dar una idea de la pur 7 a fa famosa_Aria di_ reza y afinacion de su voz hermosa a cuanto cabe, extensa, flexible, tan dulce ci » niosa. Es su canto, ora alegre, ora fiero, grave o ticrno a su placer; y especialmente en los andantes patéticos se aduetta de todos 10s corazones. Asoibra por la vivacidad de su trin (35 ¥ desciende con un solo e inagotable aliento dos enteras escalas; y cuando le parece no armo- al oyente que ya debe estar agotado, comieiizn otra vez con nuevos trinos marcando todos Jos grados de la escala croindtica con pasmosa éxactilud. Se le oye a ve rapidos, erizados de dificultades, engarzando claros y obscures con pre Imponderable, Tado esto.s para él-conio-un-juego-divertidesin que los miisculos. de. si. tostro. denoten.ta.mas.minima-contracciGn de, fatigan, Se-supone-que.este.cantor haya, sido de. cuantos.han.existido; ¥ et mentado Buontempi natra que losefec~ le_este virlugso tenfan, por base ta minuciosidad de detalles técnicos,que, -ayéndolos, parecian.cosas-verdaderamente, sobrehumanas. Por estos prodigios leg6 Ferri a ser un mimado de la fortuna, Las cortes de Europa Ie tenian como un idolo; se disputa- ban el honor de hospedarle en’ sus palacios; y a veces era causa de conllictos, entre ellos por Ia envidia que despertaba la posesién de tan soberano cantor. Sirvi6 a tres reyes y a dos emperadores. Al ausentarse de la corte de Polonia, Leopoldo I quedé eufermo de nos- talgia y mand6 colocar en su morada el retrato del insigne evirado con esta leyenda: «al- dassare Ferri, angélico e inolvidable cantor». Fué creado caballero de Sait Marcos por los. venecianos. La reina Cristina de Suecia mandéle su nave imperial para llevarlo a la corte de Estocoliio, donde le colmé de dones y honores, En conmemoraci6n de si llegada, dicha reina hizo acuhar una medalla con la efigie del sublime artista; y en el reverso, como refi- nada alegoria, habia un cisne moribundo a orillas del rio Meandro, con una lira que descea- dia del cielo, Cuéntanse también historias muy peregrinas de otros cantores evirados; pero como nuestto intento se contrae a evidenciar fa fascinacién que ojercia sobrg las multitudes el divino arte del canto, tal como fué cultivado en la era gloriosa, en contraste ‘con la deca- dencia de hoy, nos limitamos a transcribir tan solo lo mds interesante leido en las efemé- rides y apuntes de estudiosos que catalogaron los hechos dignos de recordacién, Cristina de Suecia,—Al recorrer los anaes del canto no es posible leer, sin sentir Veneracién, el augusto nombre de aquella insigne profectora de los arlistas, cual fué Cris- fina de Suecia. De tal excetsa reina, que—como referimos— ya antes habiase sentido fas- cinada por el arte supremo de Baldassare Festi, cuéntase que protegié a otros cantores idos al servicio de su corte; entre ellos hubo un predilecto de ta bella soberana, llamado Bianchi @ atiien colm6 de dones y atenciones. Retivole en su palacio durante mucho tiempo, y deseosa de profundizar los secretos del divino arte, tomaha de él lecciones de canto, Mas este notable sopranista, hastiado quizds, y aprovechando la ausencia de aquella augusta Mama (1683), invitado por la duquesa Maria, de Ia corte de Saboya, reinando Carlos Manuel It, alla sé fué. atacar pasajes Esto itilt6 talmente a la reina sueca, que llegé a crear un grave contlicto entre las ddos casas reales, llevando Dona Cristina su enojo a tal punto, que desde Hamburgo, donde Se encontraba, escribié al Conde d'Aliberto, su secretario de embajada, la siguiente carta “de veux qu'on sache quill west plus.au monite.que-pour.ntoi.attrement it ne chantera pas - 6 16: longtemps pour gul que ce soit. Quoique s'il est sorii de mon service, je veux quill y rentre; “ faclez done do declarer mes sentiments d'une manire qu’on fasse passer i'envio aux gens (We lui faire Vumour; car je veux le conserier & qieelque prix que ce soit. Et quand méme on voudrait me faire croire qu'il a perdu la vot, tout cela n’en ferait rlen, car tel qu'll estiLdolt lure et mourir & mon service ou. matheur tui arrinena. Taches de me rendre compte de cette commission d'une manidre que faye sujet d'étre satisfatte de vous>. Tal fué el apasionamiento dela reina por el predilecto cantor, quien ante ef temor de un’ trégica fin volvidse a aquélla corte. “+ Bs de notar — calchi ice Monaldi— que los famosos cantores sopranistas Cecconi y Mones- > I servicio de d ‘a en époras diversas, murieron siibitamente en el palacio . de aquella soberana, cuyo misterioso suceso fué atribuido por el vulgo al veneno o alle sacchettate, entonces muy en uso, sin que nadie cuidara de descubrir Ia. causa ni los autores del referido delito, Sin embargo, esta caprichosa soberana fué tan prédiga con’ muchos artistas, que su nombre era evocado como el de un nuevo Mecenas. Establecida en. Roma, después de su conyersién al. catolicismo, transformé.su, palacio.en.templo-donde. se iltivaban todas las_artes, yen. especial .a.del.cantox Alli acudian-Jos.artistas mis famos0s,. a.quienes protegia-y-honraba-con-su familiaridad: Fueron momorables las grandes solemnidades musicales que ella organizaba, merecien- do perene recordacién una fiesta en honor del rey Jacobo H de Inglaterra, en la que se ejecuté una cantata de Scarlatti —alentado por ella en su glorioso camino— por numerosa orquesta, donde sélo los instrumentos de cuerda eran doscientos, y doscientos cincuenta, Jos cantores evirados, sopranos y contraltos. Tan magnanima reina, por la devocién al Papado y por los méritos contraidos en proteger las artes todas, encumbrando a muchos do sus humildes cultivadores, al morir fué considerada digna de que se perp ara sume" moria, sepultando sus despojos mortales en un precioso mausoleo én la Basilica Vaticana, al lado de los Papas mas famosos. Farinelli on la corte de Espafia.—Todas las cronicas teatrales matritenses, de 1737 a 1755, abundan en anécdotas de este portentoso cantor, cuyo verdadero nombre era «Carlos: Broschis. De bella y arrogante figura, facciones atrayentes, de caracter afable, dulce, bueno y humilde, fué por estas virtudes morales amado de cuantos le conocieron, de tal manera, que aun el mayor de los poctas italianos, el espiritual Motastasio,-eacmige~implacable—de~ Jos sopranistas, hizo.cle.éi-una-excepcién, pues-decia.que.«Farinelli debia haber sido tocado. _al.nacer por la mano invisible del. Divino Creador», y anadia: «En la vor de este ser extr ho_hay algo sobrehumano, que. arrebata y.fascina tanto.al sabio como al ignoranie, sea, amigo. 0 enemigo;.en los pasajes patéticos su canto se eleva con fan dulee expresion de misterio,.que penetra hasta Jo mas hhondo del alma. ynos. atranca lig En la edad juvenil, a la luz del escenario, Farinelli aparecia como fulgurante beldad; y nada tiene de extrano que las orénicas mundanas se ocuparan alguna vez de sus aven- turas, las que, afortunadamente para él, nunca acabaron trégicamente. El fanatismo que Gesperté, sobre todo en Inglaterra, tomé proporciones inverosimiles. A la salida del teatro la gente se estrujaba para poder verle de cerca, y considerabase muy dichoso quien’ podia Negara rozar el manto en que se envolvia. Una noche venturosa fué sorprendido por waa -19 7 \ 3 dama gentil cublerta con antitaz: 2era quizds de alto linaje?.... lomé la diestia del cantor sublime, destiz6 en su anular una sortija maravillosa, y desaparect6. Farinelli no descifto ‘nunca, ni a sus més fntimos, el enigma del misterioso encuentro; pero aquel talisman sa- grado —segtin dijeron— fuéle compafero inseparable hasta la muerte. La fama de Farinetii fué creciendo de dia en dia, y era el predilecto de todas las cortes de Europa. Estando en ta de Viena al servicio de! emperador, fué solicitado por la reina de Espana al objeto de ver si las maravillosas virludes'canoras qe Farinelli_ podian obrar_el_ prodigio de aliviar el abatido espirtu de Felipe V. En efecto; ségin Teemos en diferentes crénicas, cual otro David, de cuya arpa los armoniosos acordes tenian el don de disipar las tétricas sombras en el énimo del rey Sail, Farinelli, con la sublimidad de su canto, tuvo la virtnd de aliviar 1a metancolia y aun de curar la exttafia enfermedad vesdnica del letér- gico soberano, quien tomé a su placentera existencia, cuidando de su persona, de su barba —que llevaba siempre abandonada—, y volvié a ocuparse en los negocios del Estado, pré- sidiendo con renovada energla los consejos nacionales, Fué aquello un suceso del que se hablé en todas las cortes del mundo, fo que acrecen- 6 Ia fama del prodigioso cantor. El rey le queria siempre a su lado como consejero; le asigné —por Real Orden de 31 Agosto de 1737— la anualidad de cien mil francos — que en aquellos tiempos era suma fabulosa—; ademas ofreciéle residencia magnifica en el Palacio Real, coche de dos tiros de mulas, y fué creado Caballero de ta Orden de Santiago, Quien queria favores soberanos, a Farinelli se dirigia, porque no eran‘nunca negados, si bien todos reconocian su gran facto en no abusar de tanta omnipotencia, aprovechada siempre en hacer todo el bien que pudo, y. muchas veces le sirvié para reparar injustictds, Sin embargo, no pudo librarse de criticas acerbas do los poctas satiticos, que ridiculizaban la realeza, tan deferente con el excelso cantor. Diez afos estuvn er Ja corte del abilico Felipe V..yducante este. tiempo casitodas— Jasnoches daba su-recital en presencia de la corte, cantando siempre Jas mismas romanzas,. -sin_que jamés aquella continuidad uniforme produjera.el monor-eansancio; gractas ta-vir~ ue no podemos formar idea, ast como al dominio técnico que poseia de] mecanisimo vocal que sin traicionar el ritmo ni jag reglaSJE"TEaniuonia, permitiale hacer improvisaciones Beniales,_que transformaban la pieza musical en otra creacién siempre novisima, En_gene- fal, lo. que Farinelli ejecutaba era en gran parte miisica por él compuesta, pues era también ‘ur notabilisimo compositor y poeta, Mas Sis romanzas predilectas fueron las del Maestro Hasse: «Pall IEF Wer GUEST dolce amplesso», en las qu variadisimas diftcultades resuellas prodigiosamente, Después de Ia muerte de Felipe V debid de ser tal su don de gentes, que continud gozando del favor de Femando VI, quien honré a Farinelli nombrandole miembro de la Orden de Calatrava. Didsele ademis la direccién de los espectaculos de la Opera, cargo que desempeid.con gran acierto, y tuvo a su tutela los mis celebrados artistas de la época. El hombre dulce, bueno y humilde tenfa un sentimiento artistico tan profundo, que dirig do le espectac acumulaba infinitas y ien- ransigente y sujetaba a todos a la mis severa disciplina, por eriode_gloriosn del_arte lirico,. \ ) Cantos Buoset (FaRirs WU BU BU BY FU i © -Fallecido Fernando VI, sucediéle en el trono Carles Ill, y viendo el preciaro cantor que ia amistad del nuevo monarca no era para él como la de sus antecesores, debido —segin parece-t a la antipatia que Farineli sentia por la corte de Francia, decidié pedir licencia “para augentarse de Espaia. El Rey concedidla de buen grado, escribiendo a Farinelli una carta laudatoria «porque'no abusé jamés de Ja benevolencia ni de ta magnanimidad de sus antecesores», Retirése luegoa la ciudad de Bolonia,donde mandéconstruir_un_magi palagio que aiin hoy es conocido Farinelliv, Nunca jad elrecuerdo tan profundamente grabado_en_ sui alma,. que, repel “sriados: «Si-por las calles de la ciudad encontrdis algun espanol, rogadle que venga ‘Traducimos del libro de Giambattista Mancini, oélebre sopranista contemporéneo de Farinelli! la opinién que fe merecié el arte maravilloso de este insigne cantor: «Ca chi —vulgarmente, amado,«Fafinellis—, ademas de todas las virtudes canoras con. que.la naturaleza se complacié. en dotarle, y.de Jas cuales se servia magistralmente para adomar el canto} poseia la media voz con tanta perfeccién, que a juicio de. las_gentes fué aquella singular ‘cualidad Ja que’ encumbrd su nombre de cantor hasta la inmortalidad, El caballero Carlos Broschi que sin duda puede lamarse el Baldassare Feri de nuestro siglo, nacié en oles'en el afo de 1708, Hizo los primeros estudigs, con el. oblebre, maestro Nicolis, Bar. ‘opin lustan-lan-rdpidosos nfowresos, cues lama se_divulg en pope temo oor toda Europa, “cLa'voz de este sublime cantor fué considerada postentosa; era perfecta, calida. sono- 14, rica én extensiOn, de timbre dulcisimo, tanto en los sonidos profundos como en los cen- trales y agudos; ni oy6se jamas cosa semejante, Estuyo dotado de natural inspiracion.. ofdenada con tanta sabiduria, que se percibian en su canto cosas peregrinas y tan particu- Jakes gue no de} ‘ban campo a que nad imitarlas. ELarte de saber conservar o “ketener.e} aliento con reserva y pureza.suma, sin que nadie Jo notare rincipié y fering “en.l-La entonaci6n, Ia manera de modular y reforzar la voz, el portamento, la unién de los registros, la agilidad sorprendente, el cantar al coraz6n tanto en lo patético como en Io jo- vial, sus'trinos perfectisimos en seis modos distintos, fueron cualidades en él de equilibrio ¢ igualdad tales, que ni wna sola dejé de alcanzar el grado. mas sublime. A pesar de sus memorables triunfos, este. magno cantor jamas dleja.deestudian.y aun al cabo. de algunos anos abandoné su primer sistema por, otro. que le parecia més perfecto, Tal fué el sublime cantor Carlos Broschi-1 Farinelii que en muchas crénicas se menciona también con el nom- bre de «Farinellow. La prodigiosa curacién de la enfermedad de Felipe V por virtud del canto de Farinelli, que acabamos de referir, nos induce a recordar que, desde tiempos remotos, escritores y {il6sofos de gran renombre atribuyeron a este arte virtudes terapéuticas para remedio de ciertas enfermedades. Platén, Ariatételes, Cicerén y San Agustin colmaron de elogios a esté arte incomparable que unos Haman «disciplina divina», otros «celestial placer, goce y consuelo de fa humanidad». Macrobio, por ejemplo, dice en su Lib. 2 «que elcanto.curalas enfermedades det. cuerpo y desvanece fos horrores_ de Ja_mclancalian. Asimismo Mar ano t a1 Capella afizma.que_antiguamente se lihraban de Ja calentuira por medio del canto, «que favo- Fece.el recobr ictza4.y_dispone el sistema orgdnico a Ja alegrlan, El lector ya com- prenderd que debfa tratarse de un algo poitentoso que hoy desconoceinos; pites el canto en nuestros dias —especialmente el de los que se dedican a interpretar obras modernas— és Por fo general un excitante nervioso, una serie de sonidos desagradables al ofdo, de desa- finaciones intolerables muchas veces, negacidn de lo que era y deberfa ser el divino arte del canto, «un sano deleiter, ; Otros cantores eméritoa - Anécdotas.—De btia legién-de canfores sopranistas in- signes de la dillima época (1725 a 1800) Hlegé hasta nosotros el historlal de Ia gloria. Se cita a menudo ef nombre de Antonio Bernaschi de Bolonia, discipulo del excelso Pistoochi de la misma ciudad. Dicese de él que en los comienzos su voz era ingeata, desagradable, ero Heg6 a alcanzar, con su perseverancia y la sabiduria ‘del profesor, tal pureza de soni. do, que se fe considera como uno de los astros més Iuminosos aparecidos en el inmenso firmamento del arte lirica de aquellos tiempos, Fué luego maestro eminentisimo, y de sit escuela salieron infinito mimero de grandes cantores, entre los cuales se destacan los nom- bres de Carlini, Tedeschi, Amadori, Guarduéci, Rall y otros, como él sopranistas metiti mos. El canto de Bernaschi, segin las crénicas de ta época, era magistral, de gusto lrre- +, Prochable, pues con la unién de los dos registros, el de las cuetdas raturales y el de las ¢? Cuerdas falsas, compuso un tercero de voz mixta, del que se servia para sus elegantes * agrupetti> Henos de gracia, con «volatine scelter trinos, mordentes «rubamenti di tempo» que encadenaban el animo del oyente. De Gianbattista Minelli se ha dicho que era tal su arte de cantor, que fué llamado «il Sapientissimo>, y entre tos excelsos encontramos os nombres de Majoraui, de Bari Scalzi, genovés; Gizziello; Mansulli, Horentino; Arvedo, de Verona; Guadagni Lodigiano, i Aprile, Regginello y Conti, napolitanos; Rubinello, de Brescia; David Giacomo y Vigoni, * + de Bergamo; Balini, bolofiés; Caffarelli, el orgilloso; el dulce Farinelli; Tosi; ef ertilo: Pac. chierotti, el clésico, y Crescentini, de quien se estudian ain en algin conservatorio cierto’ escarceos de vocalizacion a él atribuidos. En las cronicas del siglo xvitt encontramos también una lista interminable de grandes cantatrices salidas de aquellas renombradas academias. Tales fueron Ia Vittoria Test, Pau 7 tina Hasse, In Peruzzi, Caterina Visconti, Giannina Arteua, la Minghetti, Lucrezia Aguar Ana de Amicis, Brigida Dante, Angélica Catalani, que con otras infinitas levaron en log mayores escenarios de Europa el cetro glorioso de un arte imperecedero. f _Dslimentado Caffareli, cuyo verdadero nombre era Cayelano Maiorana, aseguran ciet- | *— [4os‘Gronistas que su gran maestro Porpora,— para domenar la voz del niga aac ‘ante sels alos @ connie ane = {preditecto discipulo, sometidle durante sels alos & con juados ejerci ‘casi siempre Jos Unismos; ejercicios que Henaban bo de este tiem- c c penas una hoja de papel de mia feeceeee "po, mientras Calfarelilcrla estar alin i TOY Rraimentos; Yd aprauabces al decitl iio, eres ahora el primer cant iucacién Sitisticrdetos-caMtOee te de Caffarclli, que. no podemos creer dicha anécdota, pnes.no. deyenda-comouna_afirmacién que.nos induce a recomendar la practica durante largo.tigm= alizados._. # entusiasmo de las damas por este sopranista fue inmenso, y se cuentan.de él intini- ‘dad de aventurds; en una de ellas estuvo a punio de perder la vida, Fué sorprendido en intima conversacin en las habitaciones reservadas de cierta duquesa, y al tratar de huir perseguido por el consorte ultrajado, gracias a la complicidad de una sirvienta pudo esca- par escondiéndose en un’ po , donde hubo de permanecer veintiouatro horas, no sin cos- tarle aquella encerrona una grave enfermedad gue hizo temer por su voz. Repuesto de su malaventura, recorrié los principales teatros de Europa; e invitado por Ja dellina de Francia para que fuera a Parfs, allf se encaminé, produciendo su canto estu- por universal. El Rey, para demostrar su admiracién, mandéle por un gentilhombre una “labaquera de oro ornada de brillantes. Caffarelli la recibe, diciendo al embajador: «Es el propio Rey de Francia quien me envia esto?... Pues jmiradl...», y abriendo un estuche mos- {role otras treinta y tantas riquisimas, de las cuales la mas modéSta representaba un valor muy superior ala donada por el Rey. «1A lo menos — prosiguié — podia haber mandado grabar su retratol» «|Sehorl» —repuso airado el paluciego;— Su Majestad no regala su retratd mas que a los Embajadores». «Sin embargo — replicé el ilustre cantor;— todos los Embajadores del mando no son capaces de formar un Caffarelli» Al dia siguiente fué Ila- mado a Palacio. La gran Delfina le entregé un magalfico brillante, y al mismo tiempo el pasaporte, diciéndole irénicamente: «Como veis, lleva la firma del Rey, y es un gran honor. pero hay que.darse prisa, porque no sitve més que para diez dias». Caffarelli, vencido y hu- millado, se marché a todo correr hacia Italia. _ «, dichas sin traicionar las leyes de Ia estética, sin alardes de sonoridad ni le notas agudisi- mas brillantes, ni «messe di voce» en las que Gayarre era asombroso? Nada mas que el buen decir, segin el estilo de los clasicos; la frase dicha con tanta expresién de dolor, que al piblico subyugado y conmovido, cual si fuera por magico resorte, le hacia prorrumpir en un grito tremendo que respondia a su estado de dnimo, fascinado por la fuerza de la emo- ci6n, que aquel gran artista le transmitia. Era por virlud de la técnica predominante en él, sin la cual la inspirada voluntad no habria sido obedecidda por su érgavio vocal. Todo este periodo glorioso del «bel canto» ha pasado ya para siempre. Artista éemérito que abandona la escena, no es reemplazado: el vacio que deja, nadie lo llena; pues los noveles cantores, de dondequiera que vengan, especiahnente los varones, de ordinatid. Ro cantan, no saben emilis con arte: torlo-es gritat, sleclamar a lo hablado, rompiendo los sonidos, tremolantes a veces, desvidndolos, sin afinacion perlecta; se descuida el «porla: mento» que se fraduce en un continuo y horrido arrastre del sonido, y lo peor del caso es que el piiblico, a quien se ha pervertido ef gusto, acostumbrado a las estridencias 0 a Jas falsas emisiones, acepta sin protesta tales atentados, que van matando Ia belleza esté- tica de nuestro arte. El mayor interés de un espectaculo que antes residia on el ebel cantor, puede decitse que en nuestros dias ha pasado ya a la orquesta; quien tiene voz discreta—por naturaleza—aparece en escena sin preparacién; y de un modo improvisado, 8 todo correr, se le somete a ciertas vocalizaciones insuficientes con resultados fatales en ta mayorfa de los casos. Por esta causa vemos a jévenes con buenas facultades al em- Pezar los estudios, cuyos augurios no podian ser mais halagadores, que a los dos aiios — 9 AAI A RAR RAR A RADAR AAAAARARARARADDRADADRADRARAAR AAR AADAADA SA AAADA Profesor ALESSANDRO Monescttt (61 alte saps {eh canoe ite deta Capa Sita, ate BE BF 8 BB FE Us tienen’ya la voz gastada, Desaparecida la escuela, no queda més que el recuerdo de tanta sublimidad. El titimo cantor sopramista.—Cuando en los albores de mi peregrinacién artistica por el mindo, avide entonces de saber, convencido de lo poco y medrado.que se me habia ‘ensenado, en busca de orientaciones para poder reconstruir ciertos destrozos consumados en mi érgano vocal por la jatuidad de un maestro que gozaba de gran renombre, recuerdo siempre que, corriendo tras los pocos ejemplares que ain’ quedaban de arlistas eminentes, por creer que era Ja nica senda a seguir si queria tener una guia aproximada, los azares me llevaron a Roma. Ya alii cierto dia venturoso me dirigi al Vaticano deseoso de oir a los, cantores de la Capilla Sixtina, en.la cual—decianme—habia un sopranista notable, émulo de. los gloriosos evirados de otros tiempos. Era la solemnidad del Jueves Santo, (Con cudnta emocién escuché el Miserere de Alle “gril, composttor y_eminenie.castante .dela époce clésica (siglo vi), de quien hemos ‘conmemozado y enaltecido los méritos en-otra capitulo: obra es aquélla inspiradisima, sencillaménte tragica; mas para que tan sublime pagina musical produzca el efecto deseado, son precisas en sus intérpretes cualidades canoras excepcionales, que entonces radicaban en la educacién técnica y en el estilo, conservados como sagrada herencia por los cantores, de aquella célebre institucién yaticana—hoy también en plena decadencia—hasta iltimos del siglo pasado. Sin duda por éllo, comprendiendo tos Papas que la obra mentada, fuera de su tutela, quizds no podria ser apreciada en su justo valor por deficiencias de ejecucién, negaronse siempre a autorizar que aquella inmortal composicién pasara los umbrales de la Basilica de San Pedro Z Cuéntase que el Emperador de Austria Leopoldo I, ganoso de poseer tan preciada joya ¢ impédido por la prohibicién pontificia, delegé a Mozart para que fuera a Roma en los dias de Semana Santa, y procurara encontrar modo de setisiacer el noble deseo det Monarca. ‘A 1d Ciudad Eterna traslad6se aque! gran maestro, y fiando en su prodigiosa memoria, pudo copiar la obra insigne del sopranista Allegri, cuyo tema principal se repite constantemente. La creencia de los Pontifices. no era errada; pues el famoso Miserere tué luego ejecutado en la Corte de aquel Emperador bajo la direccién del mismo Mozart, pero sin tos elemen- tos adecuados que eran el previlegio de la Sixtina, result un compteto fracaso, al punto que se dud del inmortal maestro vienés, creyendo que no habia copiado fielmente aquetla sublime lamentacién. En efecto, el cantor.a quien me refiero—y_cnyo nombre omito ¢ a_pesarde tener-todas-tas.caracteristicas.jamas.quiso. pasar por-evirado, aunque faé_a causa de alguna desgracia en la niiez—daba a su parte una interpretacién tan sorprendente, que al oirle en dicho Salmo y en las Lamentaciones a solo sin acompana- miento, que luego repiten otfas voces, asombréme la diferencia enorme en el efect Gules tristeza que producia la voz 0 el estilo del primero, mientras que los demas dejabanme indiferente. A pesar de la vastedad del templo, yo no perdia detalle; sentiaine como arrobado por aquel_canto.magistral, doloroso.e intraducible,.que. del pide. iba, derecho al.alma sub) gada por tanta misticidad celeste; virtudes que ni aun en los mayores astros de entonces, como la Patti, Massini, Cotogni y Gayarre, yo habia observado; regulado todo ello por una, -a \ técnica depuradisima que pasaba de registro a registro. de nota a nota sin la més tenue is a sin, desigualdad de timbre en toda la gama_musical de la voz, emitida Suavemente como una caricia, como wm algo distane, eféreo, que se evaporaba en Ja jnmensidad, Eué-para.ml ii, “Tenguaje nuevo musicalmente solemne, quis. se. desprend a Invinge en la que parccia “tba sesso du connibi aca ts bela e Eros ener eae Ja mujer, Jormando.con.esta,unién.uitimbre.sin igual, Mas tarde, cuando enamorado de Ia severa belleza de Roma decidi crear alli mi hogar de artista, no dejé nunca de asistir a las representaciones religiosas en que tomaba parte el insigne sopranista. 4Cémo olvidar los entusiasmos producidos durante las fiestas de Santa Rosa de Viterbo, y en ta catedral de Orvieto, en donde este itustre cantor daba el mayor realce a la solemnidad de un centenario conmemorativo que alli se celebraba? De toda la provincia romana acudian gentes, e infinidad de turistas extranjeros Henaban los hoteles; asimismo, muchos campesinos hactan millas y més millas para poder oir los divinos acentos del portentoso cantor. Lilego, no dejé de observarle en su camino a través de los afios, y joi con pesar su lastimosa decadencial Tal fué el tilimo sopranista eminente de nuestra epoca. : Tomando pi instanci . director perpetuo de Ja Capilla Sixtina, no pueden ‘se da el caso de que acia_ se reproduzca_¢l fenémeno. Sin embargo, el canto ide estos seres es insubstitulble para los fines de] Arle. Escrito este capitulo, recibo la triste ‘nueva de que el excelso cantor a quien van dirigidas las anteriores lincas acaba de fene- cer en la Ciudad Eterna; y como todos los periddicos de Italia hablan de él, de apologeticas necrologias, no hay para qué guardar ef sccreto de s Alessandro Moreschi, cuyo retrato se reproduce a continuacién (1). gantores, indole nombre, que es el de {tp ta tere gel nsgne cantor Mores tn comet por et ato La Hb {eeco en Roma, en au hablacion de vie Velo, elustre sopantla dln Cosa Hono cantor evindo— (2 abil WD, Enpeed aus eeotoe nly Ht nfs on ctor ‘ion bof a aptene iccen del gran ean, inmbtn evra, Duinesicn Seco Moreschl etnba dotnda de vor excepeonal por su Dees cra tgert tates hopin y Hes euro, dete pent Ia far sgtente: sla man fa atin pt. Alesedro Mores etd So reciente stmevnade tt nyo, ln gran Mies de ln Abscocin ako voces dot. Pers ules ecodigin sine co ncn su ennor elect: en tomar patetoos tossing ae om rte ereionio et Minstro de ostnclen Puen Geceanee ee sector ~2- CAPITULO IV LOS MAESTROS DE CANTO CONTEMPORANEOS Y.1.0S ILUSIONADOS - LAS LECCIONES DB CANTO YoLAS PRIMERAS DUDAS - EL CALVARIO DE UN PRINGIPIANYE CANTOR - LA VISITA AL ESPECIA- LISTA -\MEDIANIAS QUE SE ELEVAN Y OTRAS QUE SE HUNDEN - PELIGROS QUE RODEAN EN LOS COMIENZ0S A LOS JOVENES CANTORES. ” i El querer obtener Io que ta naturateza hie nogado, Neva a la destrucelon del drgano vocal; y si un maestro asegura lo contrario, os engana. Los maestros de canto contempordneos y los ilusionados.—De tanta sabiduria en Jos pagados tiempos, se ha caldo en los actuales al nivel de la més baja vulgeridad en la ensefanza del canto, condicionada—salvando honrosas excepciones—a un mercado gitanes- co de Ia peor calafa, en’ el que Jas victimas propiciatorias son innumerables. Ninguna carrera se presta tanto como la de este divino arte « la explotacién de‘Tos inconscientes ilusionados. Lo son una gran parte de aquellos a quienes por haber aprendido con cierta discrecién un par de canciones, o a tararear trozos de épera recordando artistas famosos, se les hace creer que poseen condiciones vocales de cierta magnitud. La.ilusién empieza, y se la fomenta en un reducido circulo de amistades. El canto es muy halagador, y en las reuniones familiares se distingue siempre a quien presenta alguna habilidad con que regocijar a los congregados. Y, claro esta, el aficionado que dispone de un pocd de voz y se presta a usar de ella, es el mas solicitado, el predilecto, B} resuiltado es igual en todos los casos: podré tener voz de condicién agradable o detestable; mas al diletante que durante «la serata» procur6 ser complaciente para entretener a los invitados, cantando cuanto se le pidié hasta enronquecer, lo menos que pueden hacer los divertidos, —siquiera por educacion—es aplaudirle hasta que las manos protesten, y decir luego que ha cantado magnificamente, aigurindole triunfos sin cuento por su bonita vor, etc, Si-el chico o chica~-héroe de la noche—demostro poseer alguna condicién en lo cantad6, entonces, sin aquilatar en demasia, no falta nunca quién le incite a estudiar, y le nombra unos cuantos artistas celebrados que en los comienzos—segin cuentan—no fueron nada:.. pero luego, con su talento llegaron al pindculo de la gloria, de los honores, de la fortunai jAnimo puest... En Sin, que se Ie jalea, como dicen en su jerga los del canto fainen- co. De esta suerte se va formando en cl joven cantor una opinién, generalinente eiquivo- { 5 - ' i cada, acerca de sus,verdaderas aptitudes vocales; y es que en aquellas reuniones fami. Hares no hay ni puede haber nunca entre los concurrentes, nadie que aun cuando con sobrados motivos asi lo creyera, fuera capaz de decirle al aludido: «(Canta Vd. muy mall iSu voz es pésima, no sirve para el artety... A quien esto dijera lo recriminarian tocdos: la duefia de la casa, a coro con los invitados, te expulsaria de ta reunién por impertinente ¥ mal educado. En la sociedad se cultiva la adulacidn, y Ia verdad est vedada cuando puede cesagradar, Si el aficionado es cuerdo, en tos primeros tiempos recibe tos elogios con cierta desconlianza; pero van siendo tan repetidos y uniinimes en el reducido ainbiente familiar; es lan solicitado en otras reuniones de la misma indole en donde sera nuevamente homena- Jeado, que poco a pocd nace en él la ilusién y empieza a sonar en coronas de laurel, creyendo en efecto que la unanimidad de pareceres tiene justiticacion en las virtudes canoras de su érgano vocal. El ya comprende que de momento no son gran cosa, pero... se acuerda de aquellos celebrados artistas, de quienes le dijeron que al empezar nadie creia en ellos; zpor qué no podria sucederle también algo semejante, estudiando de firme? jQuizéil.. Asi va creciendo la ilusi6n, alimentada por la lisonja de los amigos mas intitmos que le rodean, © de los seres més queridos de su familia, que también suefian en ta fortuna esperada. Generalmente son gentes todas de In mas absoluta buena fe; porque son pocos los que estén en condiciones de apreciar en su justo valor las cualidades de voz aprovechables © no, para los efectos de la carrera teatral brillante, que es a lo que todos aspiran, Pero una cosa es el salén familiar en donde se acepta todo por la gratuidad de lo que se da, y otra Jas exigencia del piblico que paga en un teatro «di cartellon, La mayoria de aspirantes a la celebridad son de condicién modesti, por el deseo muy hatural de encumbrarse, de escalar sin dificultades el trono de ta gloria con todo el bienes- tar material posible, Mas este anhelo no es tan facit de lograr como los ilusionados: creen; Pues son muchos los lamados y pocos los elegidos. Sin embargo, el aspirante piensa constantemente que puede ser uno de estos tiltinios, y fija la mirada sinicamente en ta docena o menos de artistas Verdaderamente notables que entre centenares haw surgitlo en el curso de veinte anos. He de referirme, claro esta, a los que después de una carrera luminosa, de triunfos y honores, llegados al término de su camino, logran también gozar de Ja mas absoluta independencia econémica; cosa rar 1a entre artistas cantores retirados.” A éstos les lamo privilegindos, que son los de facultades excepcionales en armonia con un {gran talento y. visién clara del porvenir, Nadie ¢ fia en Ia generalidad, en el mayor nim ‘0, a quienes mejor les valiera continuar su profesidn primera, por modesta que fuese, pues para el artista de canto adocénado, sobre todo si es mujer, la vida de teatro es una lucha feroz, incesante, contra las envidias y humillaciones. Para muchos es un calvario, una noche infinita sin manana, y en todo caso sus satislacciones son muy efimeras, Bajo la continuada influencia.aduladora de los elogios justiticados o errados, la itusion foma a veces proporciones fantasticas; especie de obsesién que ciega al igual que una cofermeslad incurable. Se van descuidando los quehaceres, y previa consulta con los de su familia o amigos de mayor confianza, se llama a Ja puerta de alguien que da lecciones de canto. El protesor prueba la voz, y como es logico, aparecen infinidad de defectos que con _ \ RARARARRARARARRARARARRADAR AAR NARADRBRARARAAA on “su buen método... podrdn corregirse facilmente (2). En general—aparte las raras excepcio~ nes, quien se dedica a inslruir ne6fitos para el arte del canto encuentra siempre que hasta “Jas foultades vocales medianas o rematadamente malas son aprovechables. La necesidad Je tiene anubarrada la conciencia; sin lecciones no podria dar de comer a sus deudos; por ‘lo tajto, muy a pesar suyo, no puede ser sincero, Temeroso de que se le escape 1a leecién, aguza el ingenio para Gonvencer al novel discipulo de lo dificil que es ‘encontrar wn buen maestro de canto; pues «los mas—le dice—no hacen otra cosa que enganar y estropear “las voces», para venir en la conclusién de que sélo «él» posee el don de la sinceridad, ef ‘secreto del buen enseante, el arte de hacer progresar, desarroliar las facultades hasta donde sea posible; lo que sera evidente en muy poco tiempo. El chico y 10s qué le acompaiian, que nunca jamas oyeron aquel lenguaje, quedan © convencidos; ereen, como si fuera el evangelio, lo que ha dicho el instructor, y se van “ pntustasmados, Henos de esperanza’ y de fe en el porvenir del futirro artista; se buscan ‘recursos—si no los tienen—j‘estan dispuestos a mil sacrificios, que luego seran largamente “recompensados, y empiezan las primeras Teceiones, Al hablar del aspirante me t refertré en lo sucesivo tinteamente | @ la vox de tenor, que es fa mas 1 ambiclonada y la causante cle ma- | yor mimero de vlctinas. Sin em- dargo, los conceptos y regtas que se expongan podraa aplicarse i fodas las voces. — ~ Las lecefones de canto y las primeras dudas. El joven disefpulo ha tomado ya Jas primeras lecciones, y bajo la:impresién halagadora de cuanto le a dicho el maestro, va asu casa entusiasmado. Los progresos no se hardn esperar, pues le asegura que en un santiamén le pondrd en condiciones de abordar el estudio de alguna pera predilecta, que ‘el chico habré ofdo en un gran teatro por artistas renombrados, pero que no es casi nunca “Ja adaptada a sus facullades para comenzar. Mas nuestro doncel no puede saber lo que le conviene, ni tiéhe otra guia que la ilusién, el deseo de llegar pronto al fin propnesto, sea como sea. El preceptor, si es que lo comprende, hace alguna vez timidas objeciones; pero al final quiere agradar al discipulo por temor de perder la leccion, y transige casi siempre, De esta suerte se empieza sin cuidar lo esencial, que es antetodo «el apoyo de Ja voz»; de otro modo, y a falta de base segura, es imposible construir nada en firme. Serd como ‘empeharse en edificar sobre arena movediza; el edificio tambaleara con peligro de derruin- barse antes de su terminacion. El defecto principal en la generalidad de las voces es Ia poca extensién; quien la posea completa puede esperar con probabilidades de éxito; pero nuestro tenor resulta flojllo en ta cuerda alta; apenas llega al fa natural. Sus agudos no son notas, sino mas bien chillidos: yy como el érgano no da para mas, sin la suficiente preparacion que viene del estudio bien dirigido, dando tiempo al tiempo si se quiere cimentar y aprovechar lo que realmente existe, con el empeio absurdo de hacer todo lo contrario, solo se consigue perderlo todo. Sin embargo, el profesor asegura a su nedfito que las notas extremas que le faltan se conse- — 88 guirin muy clertamente después. de otra serie de reservados... Todo es cuestién de paciencia, pitaciones; ejercicios especiales que ya le fener fe ciega en el maestro, y nada de preci de otro modo el rendimiento seria negativo, Tal es el argumento que se sucle emplear. Entonces en las breves lecciones de veinte o treinta minutos, dos o tres veces por ‘Semana—espacio de tiempo que para los efectos de una carrera es absolutamente ridi- culo—, preceptor y discipulo entablan la gran lucha para escalar el pico...0 sea la conquista delas notas agudas; mas si el érgano vocal no las tiene, sepan los il imposible alcanzartas. No ditiais que esta loco de remate qu Por medio de ejercicios violentos, ambi nados que es "n se empefiara en crecer algunos centimetros © Injitiendo brebajes apotingados? 2s que podemos @ nuestro placer las facciones? Lo mismo sucede en la voz humana; cada individuo tiene Ja suya, la que heredé al nacer: si no habria casi baritonos, sélo tenores; © contraltos. era posible alargarla, como aseguran algunos, asimismo desaparecerian los medios sopranos Quienes se empestan en forzar éstas leyed nalutrales, sucumben y son inexora- blemente castigados. Con el estudio bien ditigido es indudable que pueden desarrollarse las cualidades de la voz, pero sélo las existentes, las que son propias de cad: Sin embargo, es una gran verdad, y sucede con harta frecuencia, que cierlas virludes canoras insospechadas yacen dormidas en los senos de la faringe de algiin cantor sin que el prote- Sor sea siempre capaz de descubrirlas; mas si acierta, se atribuye el métito de haber generado un algo en la garganta de su discipulo, que segiin 6t no existia... Por desgracia, todo esto que parece tan logico no 0 comprende el discipulo, quien cree ciegamente lo que el profesor le ha dicho; que, «lo que la naturaleza no da, es preciso {abricarlo, pues en ello radica el gran mérito». Pero lo cierto es que a pesat dle Ia brevedad de las lecciones y de los bellos pronésticos preceptoriales, los esfuerzos son tan grandes, aritando, atentando contra las pobres cuerdas vocales, haciendo tado lo.contrario de lo que la érgano vocal; convendria, que al eabo de algin tiempo al ilusionado tenor le:sobrevieite In ronquera a los Pocos minutos de cantar; y como alguien le insinia y le dice que hay maestros mucho mejores, imaginacion las primeras dudas, que tal vez le éstan esteopeando la voz, empieza a desconfiar, y van apareciendo en su Los destrozos que se originan (en el Srgano vocal de tos princi. pianies eantoree, casi slempre son consecuencia de estudios mal diri- aides. Bl calvario de un prineipiante cautor.—Nuestro voncel, desde las altinas lecciones, hha perdido ta tranquilidad; se le va infiltrando con tonacidad implacable el tormento de iy duda, Ya no sabe ver tan claramente la orientacién para llogar al fin propuesto segtin habia Sonado al corrienzar. Con los de su casa anda perplejo por las continuas ronqueras, y sobre todo, le va ronidando por la imaginacién la advertencia que Ie han susurrado al oldo, de ue «tal vez esti estropedndole Ia vozr. Mas el preceptor, que se da cuenta de la pertur. bacion del discipulo y tiene empenada su dignidad profesional, su erédito Yo. fa mensuali- ad, procura convencerle de que la dotencia catarral que padece le pu ede sobrevenir oe ‘a cualquier mortal; no es mas que un entriamiento... quizds por haber salido de fa leccién sin lag debidas precauciones, feniendo alin la garganta acalorada, Luego, subiendo un poco €l tong de la vozye amonesta ‘con estos 0 parecidos razonamientos: «pista Vd. cierto de ‘no haber cometide abusos...? No habré cantado en su casa o fuera de ella..? Es de fodo “punto| imprescindible tener buen cuidado con la vida que se leva... y de ninguna manera abrir la boca més que er-la leccion; de Jo contrario, y mientras no tenga Vd. la impostacién de la voz muy segura, artiesga destruir lo que aqui haya aprendido.» El chico protesta, porque haciendo examen de conciencia no enctlentra en su conducta iiada reprobable, Los razonamientos del maestro no pueden convencerle, y se agiganta la “/gonfusidn en su cerebro. Hay-ensenante que ala duda manifestada por el pobre discipulo Te sald al paso con aberraciones monstruosis, de que oso de Ia ronquera;~quo solo él ha ovotado—se curard haciendo otra serie de ejercicios a propdsito que ya tiene preparados ira este caso; pues wes preciso— /dice—vencer tal inconveniente momenténeo a fuerza de vocalizaciones, y en forma’ que luego se pueda cantar con ronquera 0 sin ella, lo mismi- simo que cuando se esta bien»; ahadiendo como argumento de conviccién: «Frescos estarian los empresarios si, por la insignificancia de un poco de ronquera, el artista les-dijese: {Hoy no canto! jcierre Vd. el teatrols» Mas quien atraveso en su largo camino infinidad de lagunas, puede asegurar a los jovenes diletantes que toda esa argumentacién es falsa, pues si el cantor contratado accede ‘alguna vez a representar estando enfermo 0 en condiciones precarias de voz, lo hace nicamente empujado por si se entalismo para no perjudicar los intereses del empre- sario, que el artista de conciencia debe considerar sagrados. No obstante, por notable gue sea el cantor, a pesar de la gran practica que pueda haber adquirido y de su habilidad o maestria, cada vez que se presta a este sacrificio no le valen las defensas de que dispone para disimular el estado anormal de sus facultades, y comete un atentado contra sus querdas vocales. Las de un violin, si se rompen, pueden cambiarse con facilidad; pero las Gel 6rgano vocal, una vez estropeadas, no tienen compostura posible, y en este caso la carrera del artista lirico ir en descenso, 0 quizés haya terminado ya. Si todo esto puede ‘sucederle al cantor mas eminente, dotado de grandes medios vocales, ¢qué no ha de acaecer a un principiante, si se le somete a esfuerzos inverosimiles ya antes de conocer ninguno de los recursos que s6lo se adquieten con la experiencia de los anos? Un maestro, a quien se tenfa por célebre, y que fué el peor de cuantos conoci, deciame que todos sus discipulos, en los tres primeros meses de estudio, se quedaban roncos a mitad de la Jeccion; luego... cantan teniendo bronquitis, laringitis, anginas, estando medio muertos; aun con fiebre a 39 grados... (Qué imposturat Puedo asegurar que conoci a una de sus victimas, cuyas facultades eran extraordinarias, pero que gracias al método absurdo mermaron sensiblemente. La ronquera no le pasd en todo el tiempo que cursé los estutlios ‘con aquel fatal ensefiante; hasta que el pobre discipulo, desenganado, aburrido, perdida casi Ia ilusién, le abandond, y por conscjo de un doctor se fué al monte en periodo de reposo absoluto a respirar aire de pinos sin abrir la boca ni para hablar, mediciindose al mismo tiempo que maldecia al funesto profesor. Los jovenes que lean este libro, si estudian el arte det canto, ya sea por alicién; © para a dedicarse al teatro, deben desofr tan falsas aserciones, en el caso de que tengan Ia desgra- cia de caer en manos de preceptores tan ruines que para justificar su ineptitud sosten- gan teorlas como las apuntadas en orden a tas ronqueras. Huyan de ellos, como si vieran el espiritu.del mal, si no quieren perder lo que espontdneamente les ha dado la naturaleza. El arte del canto es el resultado del trabajo mecdnico de los diferentes Grganos de la foriacién; conducido con logica es una gimnasia soberana, Ia mas itil para ta sanidad y desarrollo de los pulmones, bronquios, laringe, vias respiratorias, ctc., al mismo tiempo que es ejercicio encantador, pues nos da sensaciones dulcisimas y sublime elevacién de ideas. Pero si a los pocos minutos de cantar se produce la ronquera, y por ende el cansan- cio, es indicio de lo falso del sistema de emisién, de que estd mal ditigido, Habra un consumo de fuetzas desproporcionado a ta fuerza del aliento que no encuentra punto firme de apoyo, y de seguir por esta senda pronto se aiteraran los débiles tejidos, perdien- do poco a poco las cualidades natufales, Mas volvamos a nuestro’ aspirante, Como no es dificil para quien goza de cierta autori- dad enganar al que no sabe, el pobre discipulo, a pesar de la jucha de recelos entre la ilusién y la duda que tortura su alma, quiere convencerse de los razonamientos del precep- tor, y con la esperanza de que han de resultar clertos tan halagadores prondsticos, prosigue las lecciones con mas ardor, al intento de alcanzar las notas que le faltan para completar la extensién. Cierto dia, a fuerza de gritar, pontendo la cara congestionada, los misculos del cuello marcando relieves como columnas por la tensién espantosa a que se les somete, el maestro le dice con aire de triunfo: «{Ve Vd.? {Ya hemos alcanzado otro medio tonol ¢ Ha dado V4. por primera vez un magnifico fa natural, o un si.» El chico se transforma; estd en la gloria; y como por lo general_uno mismo ho se oye bien, cree ciegamente fo que el maestro asegura; de otro modo advertiria-que aquello no es una nota, sino un aullido. Con ef equivoco se le ha pasado de momento el mal humor, +, ‘convencido de que el haber logrado subir del fa bemol al Ja natural o sf bemol le da segu- ridades de alcanzar sucesivamente lo restante, hasta Hegar al do, que ¢s la gran ilusion de los que estudian para tenor. Ya se presta a otros y mas poderosos esfuerzos en busca de lo que no existe. La ronquera, a pesar de las promesas del maestro, en vez de disminuir aumenta cada dia; y no hay manera de acabar la breve leccién sin la afonia; las notas buenas, antes aprovechables, van torndndose malas; el discipulo esta desolado; no sabe* qué hacer; comprende que en su garganta pasa algo anormal, le duele terriblemente y se + Je aconseja’consulte con un especialista, : € yt \ € it EL grilo es ta rmerte del cane fo. Qa Fanune La visita al especialista.—La garganta del infortunado ha sido reconocida por el larin- gblogo; y aunque éste no ha podido diagnosticar con precision absoluta, hace un minucioso examen para investigar la causa de la dolencia; pero habiéndole advertido et joven enfer- r el arte det canto, detallarido Io de la ronquera y consiguiente afonia al poco ( c ¢ ¢ ( ( ¢ C me t

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