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Capitulo 1 CORED OTA EME MEXICO ‘SECRET ecu DIRECCION GENERAL CAL O.G.T. 1SEPRa7E7Z TUANO MATUTINO @ YO NO puedo afirmar que somos una familia de tantas. De que somos raros, lo somos. Claro que de lejitos y sin platicar mucho parecemos una familia normal. Les voy a contar para que vean que no exagero. Empecemos por mi papa. Mi papa tiene que tener todo bajo control. Es previsor hasta el limite de lo posible: paga sus impuestos el primer dia que abren las oficinas. Compra ar- ticulos repetidos por si se rompen o extravian. Por eso tenemos un cuarto lleno de cajas de clips, de decenas de cdmaras fotograficas, varios medidores de pulso y unos doce tinacos nuevecitos, sin desempacar. Por supuesto, ya tiene pagado el funeral de toda la familia, hasta de mi sobrinito que acaba de nacer. Y cuando tenemos que ir a algun lugar nuevo, como por ejemplo a una boda, hacemos simulacros: nos vestimos, nos arreglamos, compra- mos el regalo y buscamos la direccién. Practicamos lo que vamos a decir y en dénde vamos a estacionar el coche. Bueno, pues un dia mi papa decidig que para sip acto de mayor previsién, iba a Cpe tA operarse qué?” todos preguntamos, pues mi papa tenia una salud de hierro. —Lo que haga falta —afirm6 categorico. ~,Como qué? ~Pues de una vez que me saquen el apéndice, que me operen del coraz6n y me quiten las anginas. Asi yo me organizo para faltar algunos dias a la oficina y no pierdo el control de la situacién con molestos contratiempos. —Oye, {pero tienes algunas molestias? —Ninguna -respondié muy campante. iY qué creen? jSe operd! Ahora vamos con mi mama. Mi mama es un poco despistada: te puede ofrecer jugo de naranja y huevos revueltos por la noche, y un bistec con un martini a las siete de la mafiana. Es tan distrafda que se pierde en su propia casa. Hay que hacerle mapas para que vaya de una recdmara a otra. Llama a sus amigas... jpara preguntarles sus mimeros tele- fénicos! Toca el turno de Presentarles a mi hermana. Mi hermana, aunque es muy guapa, siempre est4 de mal humor. Ustedes me dirén: bueno, todos tenemos malos ratos. Eso yo lo entiendo, pero imaginense a alguien que siempre, a toda hora, todos los dias, esta de malas. Cuando mis amigos hablan por teléfono ella les grufie y, claro, ellos Cuelgan, Por Ultimo, estd mi abuela, Mi tierna y dulce... siempre y cuand palabras que tengan la vocal abuela es la ancianita mas ‘0 al platicar con ella no uses “e”. Como supondran, es muy dificil evitar decir palabras sin “e”, y si uno se equivoca ella se tira al piso y hace una pataleta tremenda, rompe cosas y echa baba por la boca. Después, se cubre con un sudario —es como una sdbana con la que cubren a los muertos, que tiene siempre guardada y planchada en un cajén- y se hace la muerta durante dos dias. Imaginense si yo, con esa familia me iba a atrever a llevar amigos a casa, organizar fiestas 0 asistir a lugares publicos en su compaiifa. Pero sucedié algo que me obligarfa a cambiar esta situacién. ® epee ret Pies he ea ennanenna Capitulo 2 @ La MAEsTRA de civismo abrié la boca y pronuncié las pala- bras fatidicas: —Para la fiesta de fin de semestre les preparé una gran sorpresa. A fin de que todos ustedes comprendan la impor- tancia de la familia y de la integraci6n entre sus miembros, organizaremos una bonita convivencia la préxima semana. Haremos concursos aqui en el jardin, por grupos. Y los grupos van a estar formados por cada uno de ustedes y su fa- milia. {44 Quééé??? —grité a media clase. El salon entero volteé a verme. La maestra me dedicé6 una gran sonrisa: —{No les parece una idea genial? Yo estaba pasmado. ,Una convivencia? {Mi familia ante toda la escuela? ,Qué clase de concursos habria? Tal vez si los conocfa con anticipaci6n, podria preparar a mi familia. —{ Qué clase de concursos va a haber, maestra? . Eso es un secreto -me dijo con una encantadora sonris, que anticipaba el desastre. Ya vieron a esa sefora que ha pasado varias veces? Parece que esta buscando algo —dijo un compaiiero de clase afuera de la escuela. La sefiora era mi mama, que no se acordaba dénde quedaba el colegio. Me escabullf para que no me vieran mis amigos, y le hice sefias. Aliviada, detuvo el coche y me subi. —Mami... tengo noticias —le dije tragando saliva. -~{,Qué sucede? —(Te acuerdas de la maestra de civismo? —No. ~{C6mo no te vas a acordar si la vimos hace unos dias? ~Bueno, ¢qué pasa con la maestra de civismo? ~Pues que se le ocurrié la fantdstica idea de... la ins6lita idea de... ~(De qué? Dilo de una vez, muchacho. —De que toda la familia vaya a una convivencia la semana proxima. ~{La semana proxima? {Cuando es la semana proxima? —La semana que Sigue después de ésta, -{Y dénde queda la escuela? ~iPero mama, me acabas de Tecoger ahi! —gemi horrorizado. Mi familia estaba emocio: nadisima c é decit que habiamos hecho yav On la idea. Ni-gu ‘arios simulacroe . AA aS: lo que significaba un rotundo My fuchi al cara de fucht, : rot al 4s cuando mi abuela insistig su tradicion: eat voy”. Me preocupe atin m. llevar su sudario. - | EI viaje a la escuela me pareclo eterno. Bajamos Varias maletas porque mi papa llev6 algunas cosas por Si hacjan 5 gallitos de badminton, un poco de ropa, una tienda falta: uno: a, vacunas, una calculadora, todos sus ahorros y un de campani cuadro de la sala. Eso si, se colocaron obedjentes en el lugar que les corres- pondia. Yo miraba a mi alrededor bastante sorprendido: cudntos adultos habfa en el patio de mi escuela. Algunos papas eran igualitos a sus hijos, a mis compasieros. Los podia reconocer solo con verlos: el seflor pecoso y pelirrojo era idéntico a Samuel, a quien apodébamos “El Dalmata”. Esa sefiora rechoncha, con su cara redonda y nariz, respingona, hacia los musmos gestos de gula que hace mi compafiera Camila cuando ve un pastel. Otros, en cambio, no se parecian en absoluto. ia ae interrumpié mis observaciones con él Algae nba al primer concurso: El Laberinto. Conga nee ae se me eriz6 la piel. Segura a la fue ue observé que mi madre se dirigia muy Pasillos de hierba hasta prueba consistia en caminar por los Mi madre dio ae enc onnar un trofeo al final del laberint- hierba, OS Pasos y se interné en las bardas de Logré salir tr i siauicae ee del laberinto,.. Cuatro horas después. eda j : 14 “era el juego Mamado Adivina la Palt bra. La abuela fue seleccionada. Habian colocado un tablero con la clasica figura de un monito colgado de una cuerda. ;De qué se trataba este juego? Habjia que adivinar letra por letra hasta completar la palabra. Si se acaban las oportunidades y uno se equivoca, sacrifican a tu monito. La abuela y yo fbamos asombrosamente bien. Ella conocia muchas palabras. Yo sabia que estaba evitando cuidadosamente la vocal fatal, la “e”. Como ya esta un poco sorda, yo le iba diciendo lo que habja que hacer, sin incluir en mi conversacién ninguna palabra con la vocal “e”. Bien, volvamos al juego. La palabra que estédbamos adivinando era “santiamén” y ya tenfamos resueltas todas las letras, claro, excepto la “e”. Ni la abuela ni yo estaébamos di puestos a mencionarla hasta que a algtin chistosito, de esos muy participativos, se le ocurrié gritar: —jEeeeeeeh! jNo sean zonzos! {Qué no ven que les falta lagen La abuela, de ser una simpatica ancianita adivinando palabras, se transform6 en una especie de dragén. Y lo que temfa: fue por su bolso de charol, de él extrajo su sudario y, muy decidida, se envolvid con ele Todos la miraban asombrados. Mi hermana y yo, acos- tumbrados al numerito, la sacamos arrastrando y la metimos en nuestra camioneta. Las cosas iban de mal en peor. A mi hermana le tocé el Juego de la Mimica. Por su rostro enojado y cefiudo, la gente solo adivinaba titulos de peliculas como La ira de Dios o Apocalipsis, que trata sobre el fin del mundo. Perdié, y s6lo entonces esboz6 una gran sonrisa. Faltaba mi padre: estaba discutiendo sobre el desorden del evento, sobre la falta de organizacién, la falta de prevision: “A ) si de repente un grupo de serpientes invaden el patio No hay ni vacunas ni machetes ni nada... Ademas hay mucha improvisacién en todos los juegos”. _\Ese es el chiste! —le respondi6é asombrada la organizadora. -Entonces yo no hago nada —respondié mientras acariciaba un gran oso de peluche que cargaba por si hacia falta. @ escolar? Capitulo 3 @ -jBasta! Ya no aguanto més, quiero cambiar de familia —le confesé a mi mejor amigo, Lorenzo. —(Pero por qué? —me pregunt6, intrigado. ~{No viste el ridiculo que hizo el dia de la convivencia? ~Bueno, no tuvieron mucha suerte... pero jnadie la tuvo! jMi familia tampoco obtuvo un solo punto en toda la competencia! —No me importan las estadisticas. Estoy harto de mi familia. Voy a buscar otra que realmente me convenga. Como encontrar a la familia perfecta? Necesitaria tiempo. Dinero, Y libertad de movimientos. S i6 Rs y © me ocurrié un plan: les Pedi a mis Papas que durante las S meses me dejaran ir a un campamento. campamento. En | » pero nunca fui al Lorenzo. Tenia a la casa de mi amig® ugar de ello, me mudé sesent; ¢ btisqueda, @ largos dias para llevar a cabo mi Lorengo Vivia en una . muy lujosa, con un enorme jardin y siete perros, Bsas eran las buenas noticias. Las malas eran que todo lo que habia en el interior de la casa era o muy costoso o muy [rdgilo no debfa ser tocado por los nifios. \ la mama de Lorenzo, aunque era muy amable, le encantaba hablar por teléfono, A tal grado que sélo podias comunicarte con ella por medio de aparatos que habjfa repartidos por toda la casa, Si querias saludarla, darle los buenos dias o pedirle un permiso, tenia que ser teleféni- camente Por la noche, cuando el papa de Lorenzo queria decirle algo, tonaba el teléfono junto al bur6, marcaba y hablaba con ella. EL papa de Lorenzo también tenia sus cosas. Si no encon- traba el periddico, se ponia furioso; si alguien movia alguna de sus cosas, se ponta furioso; y si yo me le quedaba mirando, se ponia furioso, Pero cuando no estaba enojado... jestaba Hlorando! Si, la verdad es que el papa de Lorenzo era bastante Iorén. Cuando se enter6é de que Lorenzo habia perdido su suéter, se le Henaron los ojos de lagrimas. Cuando uno de los perros se hizo pipi en su zapato recién boleado, solloz6é. Cuando fue el cumpleafos de Lorenzo, por turnos Iloré su mama, le siguié su hermanita, después su papd y por tltimo yo no pude resistirlo: también acabé haciendo pucheros. —Somos muy sentimentales —se excus6 mi amigo. Lo dramatico fue cuando entré un ladrén a la casa. Era un sdbado por la noche. Lorenzo y yo jugabamos Tu- rista abajo de la cama, bajo la luz de una linterna. Oimos ruidos, pero crefmos que eran los perros. Sin embargo, al ver una sombra que se reflejaba en la rendija de la puerta, Lorenzo y yo nos dimos cuenta de que algo extrafio estaba sucediendo, Se me puso la piel chinita. — Ya viste? —susurré. —Si —me respondié Lorenzo-. {Qué hacemos? —Hay que decirle a tu mama que entré un ladr6n en la casa. —Si -murmur6 Lorenzo-. Pero acuérdate que tiene que ser telefonicamente. Yo le llamo. Vi cémo Lorenzo hablaba en voz muy bajita y cémo colgé silenciosamente la bocina. —,Qué te dijo? gSe puso muy nerviosa? —No tanto —me dijo mi amigo—. Propuso llamar inme- diatamente a la policfa. Lorenzo y yo coincidimos en que su papa por ningun motivo debfa llorar. Necesitabamos ponerlo de malas. Yo fui el comisionado. Sigilosamente entré al cuarto, lo desperté y lo miré fijamente por un minuto. El sefior me-miré primero somnoliento y después furioso. Yo, muy quitado de la pena, empecé a revolverle las cosas. Se enoj6 todavia mas. Por ultimo, agarré sus pantuflas, las escupi y con un dedo les embarré la saliva, logrando un bonito efecto. Se par6 de la cama fuera de si. Entonces rapidamente abri la puerta del cuarto y entré el ladr6n. Por fortuna el sefior estaba tan enojado que con un par de golpes lo dej6 fuera de combate. Después, cuando se percaté de lo que habia sucedido, el papa de Lorenzo se solt6 a llorar; a mf me contagié y lo mismo hicieron los doce policfas que llegaron minutos después. A mi no me importaba que el papa de Lorenzo fuera al mismo tiempo llorén y enojén. Ni que su mama sélo pudiera comunicarse via telefénica. Lo que no me gustaba nada era que todo el tiempo discutieran sobre el dinero. Por ejemplo: en los restaurantes no se fijaban en los platillos sino en el precio. —jEsto cuesta carfsimo! En una ocasi6n les pregunté qué tan divertidas habfan sido sus vacaciones en Baja California. -El viaje nos costé un dineral —me respondieron. —Pero, {qué tal estuvieron? ~—Carisimas —contestaron sin titubear. Todos los objetos de la casa tenfan pegadas las etiquetas con sus precios. Pareceria que el papa y la mama de Lorenzo Ile- varan la cuenta de lo que yo gastaba en la casa. A la gente la apreciaban por su dinero, por sus coches, por Sus casas, por sus tarjetas de crédito y nunca por sus mascotas, sus aficiones 0 sus amigos. Asi que nuevamente decidi irme. ;Todavia me quedaban cuarenta dfas para encontrar a mi familia perfecta! Esperé a la noche para despedirme de Lorenzo. Afortunadamente, como no estaba presente su papa, en esa Ocasi6n nadie lloré. # Capitulo 4 @ ME FUI bajo la luz de Ja luna, casi en la madrugada. Yo cre que la ciudad estarfa desierta a esas horas, pero no. Camiones de carga pasaban sin cesar. En todas las esquinas donde se acumulaba basura, habfa una o varias personas hurgando entre las bolsas. Vi a un hombre que me Ilamé la atenci6n: era una especie de vagabundo, con una cacerola en vez de sombrero y un mecate en vez de cintur6n. De cada bolsa de su enorme gabar- dina sobresalfa la cabecita de un perro. ~jBuenas noches! {Qué hace? —le pregunté muy correcto. —Busco en la basura. Y ti gqué haces? -Nada. Aqui... -le contesté vagamente. -jCémo nada? Nadie, y menos un nifio, anda caminando como si nada a las cinco de la majiana para preguntarle a un pepenador lo que esta haciendo. Asi que dime de una vez qué haces. Quedé desarmado, y como la verdad el hombre me habia re- nN nr sultado simpatico le conté todo. Para mi asombro, me escuché atentamente y dijo: —,Conque andas buscan bien, yo te la mostraré. Ven conmigo. ; Lo segui. Abordamos el metro y OO re una y otra vez. Después nos subimos a diferentes CaO y caminamos un montén. Por fin, legamos a una montana rarisima. y es que no era una montajia, sino un tiradero de basura. Al principio olfa muy mal, pero después como que uno se acostumbra y ya no siente el hedor. Habfa cerros y cerros de basura... Imaginense: latas de refresco, Ilantas, sobras de comida, plastico, aparatos viejos, toooodo estaba alli. El hombre, cuyo apodo era “El Cascajo”, me hizo una sefia para que lo siguiera. ~Te voy a presentar al Rey de la Basura para que él decida site quedas 0 no con nosotros. —jA quién? ~Al duefo de todo esto: lo desechable, lo apestoso, lo inservible, lo inutil, lo olvidado.... ~Aaah, {el propietario de lo descompuesto, lo oxidado y lo maloliente? —le pregunté muy serio. “El Cascajo” se rid, do una familia a tu gusto? Pues ~Eres bastante listo, much: la Basura. acho. Le vas a caer bien al Rey de Parte mas alta. Alli estaba ela Su trono era un excusado yj En vez de Capa, vestia una MO y Sefior de los basureros. iejo. cobija remendada, 26 ae u En vez de anillos, sus dedos lucian argollas de refrescos. Un séquito de moscas lo segufan a todas partes como simbolo de poder y realeza. Era el Rey de la Basura. “El Cascajo” cruz6 con él algunas palabras en secreto. El Rey me mir6 varias veces. Cuando termin6 de recibir toda la informacién, se dirigié a mi: — Asi que estas buscando una familia? —Aja. ~.Y quieres formar parte de la nuestra? Si ~Mira, yo no tengo inconveniente, slo que antes tienes que pasar unas pruebas. —Muy bien, sefior —me burlé un poco. ~Tienes que buscar en estas montafias y traerme tres cosas: la basura més apestosa, la basura més valiosa y la basura mas triste. Te doy tres horas. Sonaba divertido: hundirse por horas en inacabables bultos de basura y seleccionar lo mis interesante. (Qué resultaba mas apestoso: una lata de sardinas mos- queada o un calcetin que lleva afios de uso? ;Qué huele peor: la popé de perro o un panal calentado por el sol? Después de estas profundas reflexiones me decidi por el Calcetin, ya que me recordaba mis aromaticas hazafias. Listo. La primera prueba habia sido muy sencilla. Ahora ‘enfa que buscar la basura més valiosa. Eso no serfa tan facil... Habia encontrado una cadenita de oro... ;Serfa ésa la basura mas valiosa? ¢O ese jarrén chino medio roto? No estaba seguro. Después, me acordé de los padres de Lorenzo, que todo lo median segtin el dinero que costaba. Saqué unas monedas de mi propio bolsillo, las miré durante largo rato. Concluf que ésa era la basura mds valiosa. Valiosa, pero basura al fin. Por tiltimo, faltaba la basura mas triste. Miré a mi alrededor. Esa tele descompuesta se veia muy vacfa sin las imagenes que la hacfan cobrar vida. También se acumulaban en los desperdicios muchas mufiecas sin manos, robots invdlidos y pelotas desinfladas. Pero eso no era tan triste... De repente, enterrado en la basura vi un album con las fotos de una boda. (Por qué algo tan importante como esas fotos habria ter- minado en la basura? Las miré un buen rato. Todos se vefan felices gozando el momento de partir el pastel, bailar y posar para las fotos. Los novios de ese album habian muerto o se habian separado. Ahora, esa coleccién de fotos era ridicula para otros ojos que no fueran los de los novios. Le mostré mis hallazgos al Rey de la Basura. Me pregunto: —{Por qué este calcetin es lo mas apestoso? Me ref: —Nada mas huélalo. Me interrog6: —{Por qué estas monedas son la basura mds valiosa? Le contesté: ~Porque en momentos realmente importantes no sirven para nada, 30 E hizo la tercera pregunta: i ee {Por qué este Album es la cosa més triste: Le respondi: —Porque ya no hay nadie que USS Ga 9 Bet. Al Rey le gust6 lo que le mostré, asi que me permitié quedarme a vivir con los pepenadores. No crean que fue tan facil. Habia que levantarse todos los dias a las cinco de la mafiana, fisgonear en las bolsas y clasificar la basura. Mi cama era el cascar6n de un auto herrumbroso. La comida consistfa en sobras y migajas que obtenfamos directamente de la basura. Eso sf: ahi el valor del dinero era diferente: las botellas y las latas eran apreciadi- simas. {Qué hacia mientras tanto el Rey de la Basura? Disfrutar de sus privilegios. —jNo me bafio, no me bafio y no me bafio! —gritaba cuando “El Cascajo” se acerc6 con una tina llena de agua. —Pero, ejem, jefe, ya leva dos meses sin bafiarse —le explic6 “El Cascajo”. ~¢Como creen que el Rey de la Basura va a oler bien? w wo iY vaya que lo fui! A la mujer barbuda, tuve que afeitarla. Como su barba era muy cerrada, consegui una cubeta llena de espuma y un cuchillo de cocina. Para después, con todo cuidado, rasurarla. Cuando terminaba, ella se Ppintaba los lal estampaba un beso htimedo, Me daba mucho asco pero lo recibfa con una sonrisa. Al hombre fuerte, le servi de pesa. Me sostenia en sus manos, me levantaba y me bajaba quinientas veces. Yo tenia que ir en ayunas porque con tanto sube.y baja me mareaba. Pero mi favorito era el elefante, tan Aspero y rugoso que debia untarle tarros completos de crema. Esto no le causaba mucha gracia que digamos, asf que me empujaba utilizando su poderosa trompa. Al final yo siempre acababa mds embarrado de crema que el propio elefante. En el circo conoei a Franz, hijo de una familia de Ppayasos. A mi no me gustaban los payasos. Me daban miedo su maquillaje y sus extrafias pelucas. Cuando se quitaban la Pintura de la cara, no los reconocia de tan cambiados que se vefan. En cambio, Franz era muy simpatico. Se vefa que se divertia horrores en el circo y que, ademds, le encantaba ser payaso. El inventaba sus rutinas y trucos. Me explic6 todos los tipos de payasos y maquillajes que existen. Una noche, me acercaba a su carpa cuando escuché una discusién y gritos. Era el papa de Franz, que to zarandeaba. Yo sabia que ese payaso tenia muy mal cardcter, pero Franz Nunca perdié la calma. bios de rojo y me Cuando salié de la carpa me acerqué a él. —Franz, {qué sucedi6? veliens El payasito estaba muy tranquilo. Me miro y dijo: —Mi papé me estaba regafiando. ~{Pero por qué? —Por una tonteria, la verdad. Entonces yo no me aguanté y le dije lo que pensaba: —Tu papa es muy malgeniudo. Se preocupa por hacer reir a los nifios pero fuera de la funcién todo el tiempo esta de malas. Franz me miré y me explic6 con el tono de alguien que ya ha repetido lo mismo muchas veces. —Lo que pasa es que mi papa dice que no puedes ser un payaso todo el tiempo... Digamos que hay momentos para hacer payasadas. Pero ti no piensas igual, 0 si? —jA ti no te voy a mentir! —se ri6—. Al contrario de mi papa, yo creo que lo importante es que cuando las cosas se ponen serias, te puedas reir y encontrarles el lado chistoso. —{A poco te reirfas en un funeral? _7No, claro que no. Me refiero a las cosas que tienes que vivir todos los dfas. —.Y cémo le encuentras el lado tu papa? -Esto es un secreto. ~Te lo prometo. —Cuando me regania me di entonces me rio por dentro. chistoso a la discusién con iNo se lo vayas a decir a nadie! 80 a mi mismo: “jqué payas nsar que Si mi amigo, teniendo por padre a yp pe! do, no se tomaba las cosas tan en serio. en. : rgonzarme por las excentricidades de Me puse a payaso malgeniu ; tonces yo no deberia ave! i papa A ay abuela. mi papa, mamé, herman: : 2 / Te ate cuando me entré lo que Ilaman “el gusanito de : eine es cuando uno se acuerda a cada rato de al- guien y lo extrafia y desea estar con esa persona. éQuieren ejemplos? Si veia a alguien haciendo un coraje, yo decia para mis adentros: “jAaay, qué no daria por ver la cara de fuchi de mi hermana! Tiene una manera de arrugar la nariz, hacer gestos con la boca y echar miradas asesinas que no he visto en nadie mas . Si vefa una sébana secdndose al sol, suspiraba y me veniaa la mente el sudario de la abuela, tan limpiecito, tan a la mano. Cuando vi la foto de un ap€ndice en un libro me acordé de! de uae que flotaba, completamente sano, en un frasco de formol. : Cuando alguien me Preguntaba por una calle recordaba in- mediatamente a mj mamé ama que, aunque despi vi- daba nunca de mi cumpleafios oF Spistada, no se ol Me dieron ganas di © regresar a casa. Ademé Z ‘asa. Ade: acabado los dos meses de] supuesto Garcia ca ento. Entonces 'garré mi mochj i de Fy de Migus Ent agarré hila. me cd Spedi de Tanz, : ; IS les muquis y del elefante Y me fui Pensativo bajo la Iluvia. @ fa tu 40 Capitulo 6 @ jToc, Toc! —{ Quién? -se oy6 la voz de mi papa. —Soy yo, pa. Abrié la puerta, me vio y sonrié. Pero enseguida me dijo: —{ Qué tal estuvo el campamento? Debiste haber empacado mis cosas. Acuérdate que hay que ser previsor. Pero ahora ya no importa, mira quién viene a saludarte. Era la abuela. Yo, como estaba muy emocionado, me des- concentré y la saludé usando palabras con “e”: ~jAbuela! | Ya regreséééé! La abuela me grité: —jQué bueno, hijo! Apenas acabé de decirlo se fu Fue entonces cuando, mila; giienza... ;Me dio risa! Sd © volando por su sabana.

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