PRENOTANDAS A UNA TEORIA DEL CONOCIMIENTO (INTRODUCCION CURSO - PDF II

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{ | as ae I Prenotandos a una teoria del conocimiento IL. HACIA EL PLANTEAMIENTO DE. PROBLEMA DEL.CONOCIMIENTO Que el problema del conocimiento sea un problema que ha conquistado tun puesto central y que ha ido ganando ambitos de proyeccién en la filo- soffa moderna y actual, es evidente, como evidente es que el desarrollo mismo de la filosofia, desde Descartes hasta hoy, ha multiplicado las facetas y aristado los contornos del problema del conocimiento. Pero, aunque sea la filosofta moderna la que ha conferido novedad ¢ importancia al proble- rma, ello no significa que haya estado ausente en etepas anteriores del pen- sar filosdfico. En efecto, resulta normal que en una cultura como la nues- tra, on la que se definié al hombre como el “animal que posee légos", el problema del conocimiento hubo de nacer con la cultura y con la preocu- pacién por el hombre que esa cultura ostenta. Lo que sucedi6 es que, con la modesnidad, se convirtié en muicleo y rate del pensar, presentando miil- tiples encarnaciones en los diversos sistemas criticos que se fueron suce- diendo. Para el pensar antiguo y medieval era, en términos generales, un pro- blema subsidiario, La raz6n est4 en que, bésicamente, se trataba de un pen- sar ontolégico y, como tal, anclado er: el ser, quedando, en tal caso, tanto el problema del conocimiento del ser como la actividad del ser que conoce, como algo apendicular y consecuencial. Dicho en palabras que se hacen eco de Aristételes: se pregunta originalmente qué es el ser y no qué es el conocer, ni tampoco, salvo contadas excepciones —sofistas, Sécrates, por ejemplo—, qué valor tiene nuestro conocer y nuestro hablar del ser. A esto se suma, por otra parte, que, al ser el pensar antiguo y medieval un pensar desde el vector de la semejanza, al propio congcer se lo interpretaba, desde esta perspectiva, como gsimilacién, en lz que la actividad cognoscitiva y el sujeto cognoscente se plegaban al ser en una reproduccién asimilativa “for- _mal”, en el sentido aristotélico del término: conocer es conocer formes, “Con Ta modernidad el enfoque del problema del conocimiento va a cambiar radicalmente, al convertise en el-punto originario y originante de todo el filosofar. El conocimiento es el elemento fundamental en las rela- ciones del hombre con lo “otro”. El método analitics de la modemnidad, en sus diversas formas, va a someter el conocimiento al bisturt de considera- clones criticas rigurosas: a) o bien desde un examen de la raz6n pensante y de sus contenidos/ideas (racionalismo); b) 0 bien desde la experiencia como genérante de los contenidos de conocimiento y como conformadora de las leyes que los agrupan o combinen (empirismo); c) 0 bien desde la sintesis constituyente que trata de “dosificat” lo dado por la experiencia y lo puesto por el sujeto que conoce (Kant). Por otra parte, no conviene olvidar que este nuevo enfoque sélo se hace cabalmente comprensible si no se deja de lado a ciencia que se desarrolla en sincronfa con el nuevo estilo de pensar. Una ciencia a la que la filosofta vuelve los ojos en un cierto mimetismo que tiene su mejor campo de ejer- cicio en el plano metodolégico. Ast, el saber macemético —no las diversas disciplinas mateméticas cultivadas por Vieta, Cavalieri y Fermat— serd el troquel sobre el que se configure el anélisis racional de la filosofta conti- nental que va de Descartes a Leibniz, al igual que la fisico-matemética de Boyle y de Newton seré la pauta del método empitico con el que tanto los clésicos del empirismo como la mayor‘a de los ilustrados irén a la busqueda de las leyes de los fenémenos, busqueda que dejard insatisfecho a Kant y le exigird el revolucionario esfuerzo de una fundamentacién trascendencal de las leyes-del coriocimiento cientifico. Asimismo, es imprescindible no olvidar que, en el enfoque moderno del problema del conocimiento, el interés se centra mas en el conocimiento en ‘cuanto actividad y contenidos de un "yo" o de una conciencia que en las ‘cosas sabidas o conocidas. Y ello es asf, al menos en buena medida, porque progresivamente, por imposicién epocal, se va admitiendo que el “conocer cosas" se debe encomendar a las ciencias que se van particularizando, mien- tras que la filosoffa, sobre todo en su planteamiento originario, debe reser- vvarse como inenajenable el “conocer gel cénocer”. Por eso —insistimos— la funcién modélica de la ciencia se cumple y absuelve en el terreno del método, pero no en la configuracién y delimitacién de los contenidos de le filosoffa. El fildsofo, si no renuncia, sf rzcorta sus aspiraciones a saber de la ele del los cor sad sam igne mie la re cosa: vida dele las de guaje se pue la fa ce sas ial xe vde vos eda, ney caval odel toen sn las orque nocer mien- ” reser mos— no del sede le erdela - hechos de la raz6s naturaleza, para centrarse en un “saber de s{ mismo”, anucleando cada vez ids ese saber en torno a la conciencia~sujeto, a la raadn cognoscente. Si le pedimos prestada una idea a Kant, diremos que no s , sino por [a raz6n m “Kant es el autor donde estas perspectivas adquieren perfiles de rigor nunca alcanzados hasta entonces, llevando a culminacién la potenciacién del sujeto con sus estructutas apriricas, como veremos en capitulos poste- lores. eresa por los 2. PERSPECTIVAS ACTUALES DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO iCudl es la situacién actual? Pues bien, frente a la tradicién de esos dos siglos de pensamiento gnoseoldgico moderno, el problema del conoci- miento se ha enriquecido y también se ha complicado. Exponemos suma- riamente la situacién. El enriquecimiento advenido a la consideraci6n actual del problema del conocimiento se ha originado tanto desde el campo estricto de la filosofta, como desde otros campos afines o limitrofes con la filosofta. Desde el campo estricto de la filosofia, la mayor aportacién te6rica ha Ilegado desde la fenomenologia. En efecto, el método fenomenolégico ha contribuido tanto a una mejor descripcién de los procesos del conocer, como, incluso, 2 una nueva comprensién del papel del sujeto.o de Ii conciencia. Tedo ests en la linea trazada por Kant, pero se aquilatan posturas. Al margen de esto, la fenomenologia hizo definitivamente de la intencionalidad uno de los elementos del que no cabe prescindir en cualquier in intento de comprensién del conocimiento. Una intencionalidad entendida como arco abarcante de los tres elementos que, segtin Husserl, integran el esquema fundamental del conocer! &go~cogito—cogitatuim, yo—pienso—lo pensado) Un cogitatum (lo pen- sado) aprehendido y, al mismo tier po, constituido “en sentido” en el pen- samiento desde el Yo, como foco de irradiacish de sentido. Tampoco cabe ignorar que, a pesar del rigor crftico con que Husserl realizs tales plantes. mientos, ello, sin embargo, ne lo llevé a un trascendentalismo alejado de la realidad, ya que, aparte de su imperativo de que hay que volver a les cosas misinas, se debe subrayar la imporcancia que confirié al mundo de la vida (Lebenswelt). Otra aportacién importante para la comprensién actual del problema del conocimiento viene del ambito de las filosofias lingtifsticas, tanto de las de cardcter formalista, como de las que centraban sus andlisis en el len- guaje ordinario. Aunque habremos de ocuparnos de esto en su momento, se pueden adelantar algunas observaciones. La punta de lanza fue el forma- " lismo que ha irrumpido con fuerza en el pensamiento contempordneo. No hay novedad en la presencia de los formalismos. La novedad esté en el rigor de tales formalismos y en la amplitud de su aplicacién, unido todo ello a tuna cierta actitud de exelusivismo inquisitorial protagonizada, en su dia, por el neopositivismo légico. Si el rigor es siempre bueno, no lo es, en cam- bio, el empobrecimiento del conocimiento, cuando el conocimiento vali- go se reduce tinicamente al lecho proctistéo de las proposiciones analiticas ‘0 de las proposiciones empiricas susceptibles de verificacién. Por eso, el for- rmalismo extremo se agoté en su propia esterilidad, dejando paso a la plu- ralidad de juegos de lenguaje y al anélisis del lenguaje ordinario. Todo ello hha llevado a subrayar,en algunos casor muy innovadoramente, las estrechas relaciones entre conocimiento y lenguaje, destacando la dimensién verbal de nuestro conocer, sin que, por supuésto, se haga preciso reducir el cono- ‘cimiento a sus expresiones. Este encuentro entre filosofias del lenguaje y teorfas del conocimiento se hizo especialmente interesante y fecundo desde el campo de la semantica y de La pragmética Entre las aportaciones que pueden parecer periféricas a las disciplinas filoséficas nucleares, no cabe dejar de Jado la Sociologia del conocimien- to, Este enfoque del conocimiento, que aparecié con enorme pujanza, tanto ‘a.uno como al otro lado del Atldntivo, aunque se haga preciso reconocer que ha perdido fuerza en los dltimos #A08, ha dejado, sin embargo, una pro- fanda impronta en los planteamientos gnoseol6gicos. En primer lugar, por el reconocimiento del fuerte impacto que ejercen en nuestro conocimien- to los condicionantes sociales, tanto en cuanto a los contenidos como en cuanto 2 la valoracién de los mismos: y, en segundo luger, por el cardcter trascendental que se ha concedido a algunos de estos condicionamienos sociales, segtin se echa de ver, por ejemplo, en determinados representan- tes de la Escuela de Frankfurt. Hoy no cabe hablar del conocimiento huma- no sin tener en cuenta el contexto social en el que el sujeto individual se desenvuelve. Por otra parte, también desde una cierta periferia, ha incidido sobre el modo de plantear el conocimiento la psicologia cognitiva. No podia ser menos, aunque la novedad deba calificarse sélo de relativa, ya que, sin caer cen psicologismos de ningtin tipo, no cabe duda de que no es posible una adecuada comprensién del hecho del conocimiento, si no se tiene en cuen- ta [a perspectiva psicolégica en los procesos mediadores que van desde la recepeién de un estimulo perceptual, hasta los conceptcs, ideas, juicies, etc., del més destilado ejercicio de Ia inteligencia o raz6n. En consonancia con lo que estarr.os diciendo, cabe afirmar que lainter- pretacién actual del hecho del conocimiento esté sometida a una doble tensién: por una parte, el acrecentamiento de la cede a la experiencia, en alejamiento de intelectualismos o formas de racio- nalidad que tendfan a volver las espaldas a la experiericia sensoperceptual como fuente originaria de los datos eognoscitivos. La atencién hoy dedica- daa la percepci6n certfica esta orientaci6n. Pero, por otra parte, los tigo- rismos de ciertas formas de andlisis tienden a situar el estudio del hecho del conocimiento en puntos o momentos distantes de ese foco original del conocer, es decir, de la experiencia, con peligro de empobrecimiento de los contenidos de nuestros actos y contenidos cognoscitivos. A esta doble tensién se suman otros factores que no pueden menos de complicar el acercamiento al hecho del conocimiento. Un ejemplo clero es la enemiga que se ha declarado al sujeto con todas las teorfas de la ttuccién, que, bésicamente, es deconstruccién del, sujeto y, por >, del Sujeto cognoscente. Con ello la relacién sujeto-objeto, conside- rada frecuentemente como la primura etapa en la explicacién del conoci- miento, deja de ser un presupuesto claro para devenir en problema. De ahi que las miltiples maneras con las que el trascendentalismo habfa sentado sus cuatteles.en la teorfa del conocimiento deban ser sometidas a revisién, ya que la mayor parte de las perspectivas del trascendentalismo se referfan ales estructuras y dinamismo del sujeto. Asi, por ejemplo, se hace preciso incorporar.ala subjetualidad cogroscitiva la carporalidad,.el contexto sogial y la dimensién lingiistica. j ha Ssirolagia Bak aprre aschieey e Tampoco debe olvidarse que fa explicacién del conocimiento no pre- tende hoy ser una busqueda de certezas, ni siquiera, al menos in recto, de la verdad. Se admiten diversas formas de verdad, segtin las perspectiva en que el estudioso se sind. Por eso, mas que de verdad del conocimiento, se habla de objetividad, entendida como la capacidad que tienen mis actos de cono- cimiento de revelarme algo de la realidad. Y, por supuesto, esa realidad que se me.tevela no es, en principio, de cardcter esencial, ya que el conoci- miento, tanto por los datos de experiencia donde se origina, como por las mediaciones a las que tales datos deben somezerse, exté en los antipodas de las revelaciones esencialistas, propias de gnoseologias instaladas en el rea- lismo natural o ingenuo. 1.3, 7TIENE SENTIDO UNA TEORIA GENERAL DEL CONOCIMIENTO? Pudiera parecer una pregunta supérflua, ya que una respuesta negativa harfa indicil el propésito de escribir este libro. ¢Es clara, entonces, la res- puesta afirmativa? Evidentemente, sf lo es en nuestro caso, peto esto no nos dispensa de algunas explicaciones o justificaciones. 3 Partamos de una afirmacién que no conviene perder de_vista: la divi- si6n de la filosofta en las diversas disciplinas filos6ficas, tal como acontece en la universidades espafiolas, tiene mucho de convencional, por més que no se pueda negar su cardcter préctico y sus consecuencias didécticas. Pero, de hecho y de derecho, muchas zonas de las fronteras entre tales discipli- nas son frecuentemente bortosas. ¥ esto acontece, no sé si de forma espe- cial, con la teoria del conocimiento. En efecto, es borrosa su frontera con determinados problemas dela Iégica y, sobre todo, de la meta-légica. Comparte, asimismo, algunas zonas con la psicologia en el estudio de diver- sos temas, particularmente en la necesaria referencia que la teorfa del conocimiento tiene que hacer a los procesos de conciencia. A su vez, la filosofa del lenguaje trata, sobre todo desde la semntica y la pragmatica, problemas que son comunes con la teoria del conocimiento. La propia metafisica, entendida en sentido generoso, se adentra por territorios de los que se ocupa también la teorfa del conocimiento. E incluso, segin dejamos apuntado, la sociologta, como sociolog‘a del conocimiento, se ocupa del conocimieto desde una perspectiva social. De ahi que nuestra disciplina, reconocidas sus estrechas relaciones con todas estas asignaturas, deba con- figurar los perfiles que, sin separarla, la distingan de las demés. ero hay algo més: el problema de la epistermologfa @ episcemologias y su relacién con la teorfa del conocimiento. La denominacién “teorfa del cono- cimiento” es hoy, por ejemplo, una denominacién précticamente inexisten- te en el mundo anglosajén. Ha sido systituida por la “epistemologia. ¥ el problema puede no ser de puro nombre, sino que, en él, podemos estar ante el propésito de eliminar una teorfa general del conocimiento en favor no tanto de una epistemologfa general, ya que en este caso sf podrfamos estar ‘ante una simple cuestién de nombre, sino que estaremos ante la disolucion de la teor‘a general del conocimiento en las miliples epistemologtas de los dliversos saberes. Frente a esto, en el ambiente continental hay una clara dis- \cincién enére la teorfa del conocimienso o gnoseologta, como estudio Basico |y general del conocer, y la epistemologia, que, si tiene un cierto cardcter general, equivale a la exposicién de la concepcién y métodos de todo saber * cientifico, y, si es una epistemologta particular, se referird en exclusiva a un derterminado Ambito cientifico 0 ciencia concreta: ast, puede haber una epistemologta de las ciencias formales, de las ciencias sociales, de la fisica, de la biologia, etc. La pregunta que s2 impone es: hacen indtil las episte- mologias la teorfa general del conccirajenta? A nuestro juicio, radicalmen- 1 Gf. BUNGE, M., Episemoloya. Ariel, Barcelona, 1980, pp. 13-27. te no. Cada epistemologia se cefiere a un terreno acotado del conocimien- to y, en su tratamiento, da por sabida lo que es conocer, clases de conoci- miento, procesos cognoscitivos, objetividad, etc. En rigor, cada epistemolo- : gia_estd haciendo aplicacién a ese dmbito del saber de un cimulo de s, de cuya explicacidn o justificacidn el epistemélogo se consi- | ido, Por consiguiente, hace falta alguien —el tedrico del cono- epistemdlogo tiene que dar por supuesto. : En consecuencia, no sélo tiene sentido, sino que es necesaria la gnose- | ologia: una disciplina filos que, dentro de la divisién convencional de ) Bu la filosoffa, se encargue de preguntarse en qué consiste eso que Ilamamos ‘ | { conocimiento, sin poner en cuestién el hecho mismo del conocer, ya que + éste es un hecho primitivo, del que cualquier intento de justificacin supo- ‘! , \| ne ya la aceptacién del hecho mismo. A partir de ahf, como esperamos que s ; el desarrollo de este libro haga ver, hay que enfrentarse a muchos proble- ‘ \j mas: formas y sentidos del conocimiento, valor de los diversos conoci- 1 \} mientos, subjetalidad y objetividad, relacién del conocimiento con la rea- ie i: f lidad, ete, ’ Et Podrfamos proponer esto mismo de una manera bastante distinta: la teo- | \} fa del conocimiento, como la mayorfa de las disciplinas filos6ficas, tiene || x. \F como objeto de estudio al hombre en su naturaleza y en sus aspectos dind- i a | micos{La teoria del conocimiento se encarga de uno de esos aspectos dind- z iE! micos: el conocimiento como puerta de comunicacién del hombre (mente, el i conciencia, inteligencia, raz6n...) con lo “otro”. El hombre $e siente y se = | e como set abierto a lo “otro”, entrando en relacién con lo “otro”. No a ey seria pertinente decir que el conocimiento es la tinica puerta de comuni- aa | cacidn, ni siquiera, en algunos casos, afirmar que es la més importante. én | Pero sf podemos decir que es una puerta privilegiada. Y el privilegiocon- | los | | siste en que, pese a errores y defectos, es la via de comunicacién de la que lise | cabe un mayor control. ] ico Si recogemos la caracterizacién del hombre por el logos que nos legaron ster los griegos, en teorfa del conocimiento vamos 2 estudiar la dimensién “I6gi- ber ! ca” del hombre, sin despreciar otras que, sin embargo, no son objeto de sun | este estudio. Ms atin: hay que aceptar que no hay una pura actividad “I6gi- una ca” o racional, sino que el hombre acta como un todo. Pero, reflexiva y | sca, analiticamente, podemos desglosar esa dimensién y considerarla, segin nos | ine parece que es, como la principal y la rectora en muchas actividades del | nen hombre a las que, por eso mismo, llamamos cognoscitivas. No hay preten- sidn alguna de reducir el hombre a razén, pero a la gnoscologia le corres- ponde destacar esa dimensisn. Si toda la filosoffa puede ser vista como una “digestién” racional de la realidad, enfrenténdose interrogativamente con ella y tratando de desciftar el sentido:o sentidos de eso que llamamos el mundo —material, espiritual, ‘humano...— hay, sin duda, aspectos importantes de exe enfrentamiento con {a realidad que son competencia indelegable de la teorfa del conocimien- to, Podemos comprobarlo en preguntas tan radicales como éstas: qué sé de la realidad? joomo sé que sé algo de ella? je6mo voy a decir algo de ella, si no sé si sé algo? z i ‘Ahora bien, todas esas preguntas y muchas més que cabria afiadir las hace un “yo” desde su mente, conctencia 0 raz6n. Por lo tanto, elacerca- ' miento cog! | presupane o, al menos, debe ir eoncomi- tante con preguntas éimilares sobre ese “yo”, en una vuelta reflexiva hacia la interioridad para autoconocerme y medir mis fuerzas en el conocimiento f de lo “otro”, Es decir, el sujeto que conoce, por muchas que sean las deter- minaciones 0 condicionamientos a que esté sometido, es el yo. En él acon- TL : tece ese hecho primario, original e indiscutible que es el conocer, Es una actividad del yo y, sin el autoconocimiento de éste, nos embarcatfamos por rrutas inseguras hacia la explicacién del conocimiento. he na lg A con tot una : que asc elen 1 tote une desd del c pero valor xiva, | I mica tidn actity : dand.

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