#14 Kershaw CAP 7

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Traduccién de JULIO SIERRA LA DICTADURA NAZI Problemas y perspectivas de interpretacion por Ian Kershaw x Siglo veintiuno editores Argentina s. a. TUOUNAN 1621 79N (C1959AAQ), BUENOS AIRES, REPUBLICA ARGENTINA Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. (GERRO DEL AGUA 248, BELEGACICN COVONCAN, 04310, MEXICO, OF 940.58 Kershave, fan DD. Lagicarturs nai: problemary perspectives de inerpretacton, Aiea. = Buenos Aiver Siglo XX Editorer Argentina, 2008. 440 pz B1n14 am, ~ (Historia y eueura 9) Traduceién de: Julio Serra ISBN 96721108:789 1. Naren Hintorie Talo “The Nazi Dictatorship - Fourth edition was originally published in English in 2000 by Edward Arnold Publishers Limited (first edition, 1985)" Portada: Peter Tjebbes © 2004, Ian Kershaw © 2004, Siglo XXI Editores Argentina S. A. ISBN 987-1105-78.9 Impreso en Artes Gréficas Delsur Alte. Solier 2450, Avellaneda, fen el mes de agosto de 2004 Hecho el depésito que marca Ia ley 11.723 Inmpreso en Argentina ~ Made in Argentina indice Prefacio ala cuarta edicién Abreviaturas 1. Los historiadores y el problema de explicar el nazismo 2. La esencia del nazismo: guna forma de fuscismo, un tipo de totalitarismo 0 un fenémene émico? 8, Politica y economia en el estado nazi 4, Hider: “amo del Tercer Reich” 0 “dictador débil”? 5. Hitler y el Holocausto 6. Politica exterior nazi: ;“un programa” 0 “una expansién sin sentido” de Hitler? 7. El Tercer Reich: ;“reaccién social” 0 “revolucién social”? 8. g*Resistencia sin el pueblo”? 9. “Normalidad” y genocidio: el problema de la “historizacién” 10. Cambios de perspectivas: tendencias historiograficas ‘en el periodo posterior a Ia unificacion Notas Lecturas recomendadas 39 13 101 131 18h 217 245 309 349 4a7 ci 7. El Tercer Reich: :“reaccién social” o “revolucién social”? Evaluar la naturaleza y el alcance del impacto del nazismo so- bre la sociedad alemana es una de las mas complejas —y mas im- portantes— tareas que debe acometer un historiador del Tercer Reich. Y, claramente, el impacto social de un estado autoritario ideolégicamente doctrinario ¢ implacablemente represivo tiene implicaciones potenciales que van mucho més alla de los confines geograficos de Alemania bajo el nazismo. ‘Una comprensién diferente de la sociedad alemana en el Tercer Reich sc ha hecho posible desde los afios sesenta, cuando se realizaron por primera vez serios estudios eruditos en este cam- po. Los principales avances, sin embargo, llegaron en la década de 1970, cuando la base de fuentes resulté sumamente ampliada. La enorme difusi6n y el atractivo de la Alltagsgeschichte (“historia de la vida cotidiana”) y la Geschichte von unten (“historia desde aba- jo”) en Alemania occidental proporcioné una plétora de detalla- dos estudios empfricos —de calidad sumamente variada— de la experiencia de grupos sociales diferentes, frecuentemente en un contexto local o regional, durante la dictadura nazi. Existe aho- ra, por lo tanto, una gran cantidad de material disponible para examinar el impacto social del nazismo. No hace falta decir que con frecuencia existen importantes dificultades de interpretacién inherentes a las fuentes que provienen de un sistema politico co- mo éste. No obstante, al igual que con otros temas que hemos considerado, los problemas y las perspectivas de interpretacién estin mucho mas intimamente relacionados con los diferentes puntos de partida tedricos y con insalvables divisiones ideol6gi- tas entre historiadores, El debate se caracteriza por los desacuer- dos fundamentales acerca de Ia naturaleza misma del nazismo, de sus objetivos c intenciones sociales, acerca de los criterios y mé- todos que se necesitan para evaluar los cambios producidos du- a8 TAN KERSHAW rante el nazismo y acerca de los términos usados para definir ese cambio social. Parte del problema tiene su base en la naturaleza ecléctica y en las contradicciones internas del Partido Nazi mismo, de su idcologia y de su composicién social, Existen considerables dif. cultades involucradas incluso en el intento de definir claramente cuales fueron sus metas y objetivos, y en distinguir esos fines de Jos medios necesarios para alcanzarlos, lo cual en la practica con frecuencia parece haber producido resultados diametralmente ‘opuestos. De ahi que el nazismo haya sido interpretado por algu- nos importantes historiadores como auténticamente revolucionario en su contenido, y sefialado por otros como contrarrevoluciona- rio en su esencia mis profunda; algunos lo han considerado una fuerza modernizadora a pesar de los aspectos arcaicos y reaccio- narios de su ideologia; para otros cra violentamente antimoder- no 0 —paradéjicamente— era una “reaccién revolucionaria’; también hay quienes no han encontrado causas para ver en ¢l na- zismo otra cosa que una pura y simple reaccin social.) De todas maneras existe un verdadero signo de interrogacién acerca de has | iderada una se- ta donde la “ideologia social” nazi deberfa ser cons ria declaraci6n de intenciones a diferencia de mera propaganda | manipuladora. ‘Una segunda parte del problema deriva de la complejidad de 4 tratar de construir algiin tipo de “balance gencral” del cambio so- | cial en Alemania bajo el nazismo. Si bien algunos aspectos del “cambio social”, como la tasa de movilidad social, pueden ser me- didos con dificultad, los cambios en actitudes, mentalidad y siste- ma de valores sélo pueden evaluarse cualitativamente a partir de prucbas que distan mucho de ser ideales para estos fines. Ademas, cl margen de tiempo es extremadamente corto. El Tercer Reich duré sdlo doce de los previstos diez mil afios, y seis de ésos fueron afios de guerra. Dado que la guerra, en especial una de la magni- tud de la segunda guerra mundial, conticne su propio impulso pa- ra el rapido cambio social promovido por la destruccién masiva, | el desplazamiento de las poblaciones, la movilizaci6n y la desmo- vilizaciOn, y las expectativas de posguerra, existe un obvio proble- ma que atafie a la extrapolacién de esos cambios de lo que el sis- {pREACGION SOCIAL” © “REVOLUCION SOCIAL” 219 tema nazi tenfa intenciones de generar (incluso aceptando que la ya misma fuera un producto del nazismo). Es necesario, por tanto, tratar de distinguir entre los cambios que el régimen na- fi produjo de manera directa y aquellos que indirectamente e in- (uso sin intencién se produjeron a causa de nazismo. Owa difi- qultad mas es la de cémo relacionar esos cambios con Tos cambios seculares a largo plazo en la sociedad que se estaban producien- do tanto en Alemania como en otras partes en Ja era industrial. ‘Hasta se ha sugerido que para poder evaluar el cambio social ba- jo el nazismo seria necesario construir un modelo contrafactico para calcular qué cambios se habrian producido para 1945 si el na- ‘smo jamas hubiera existido.? Esto, a su vez, invita a una nueva pre- _gunta: gestamos tratando de evaluar cualquier cambio social que hu- biera ocurrido bajo el nazismo en contraste con nuestra comprensin de lo que suponemos que el nazismo se habfa pro- puesto lograr?; cen contraste con lo que podria haber ocurrido sin el nazismo?; zen contraste con cl ritmo y la naturaleza del cambio en otras sociedades industriales en ese mismo momento? ¢o en contraste con algiin hipotético “tipo ideal” de desarrollo? La tercera parte del problema tiene que ver con las definicio- nes. Como suele ocurrir con frecuencia en las ciencias sociales, politicas e hist6ricas, los términos y conceptos usados con frecuen- tia son imprecisos, susceptibles de mas de una sola interpretacién, o estan ideolégicamente “cargados”. Usar el término “revolucién”, como se ha dicho, “es entrar en un campo minado seméantico”,? y ademés, uno en el que las predilecciones personales con respec- toalo que se considera una “auténtica” revolucién —en particu- lar, una “revolucién social’— evidentemente desempeian un pa- pel decisivo. Si bien es posible objetar que “revolucién” no tiene por qué ser algo “positive”, “progresista” 0 “moralmente reco- mendable”, ni tiene por qué estar confinado a los términos mar xistas de una alteracién en la sustancia econdmica de una socic- dad,‘ este punto negative nos acerca un poco més a definir precisamente qué es lo que seria basicamente una “revolucién so- cial”. Casi no es necesario aclarar que “reaccién” y “contrarrevo- lucién” dificilmente puedan considerarse conceptos intelectua- les mas “puros’. 220 JAN KERSHAW Por cierto, expresiones como “cambio social” o “desarrollo so- cial” son mas neutrales, aunque son tan imprecisas en si mismas que s6lo se vuelven operables cuando se las adhiere a alguna teo- ria o idea de cambio a lo largo del tiempo. Sélo las teorias marxis- tas y las teorias de la modernizacién se presentan como posibles modelos explicativos. Los tedricos marxistas tienden a restringir sus andlisis de ‘cambio social” primariamente a alteraciones en la estructura del modo de produccién —esto es, en tiempos modernos, en Ta es- tructura del capitalismo— y al estado de la “lucha de clases”, con la correspondiente tendencia a opacar el cambio en las formas so- ciales 0 en la cultura, salvo que la sustancia econémica de la socie- dad haya también sido transformada. Las ideas con respecto al “cambio social” dentro de los enfoques marxistas, por lo tanto, pierden su tono de indefinici6n, pero también pierden sus carac- teristicas de neutralidad intelectual. Explicaciones alternativas de “cambio social”, dtiles en di-_| verso grado para historiadores no marxistas o “liberales", estin vinculadas a los enfoques de “modernizacién”. El concepto de “modernizacién” —un producto de la ciencia social norteameri- cana— trata de abarcar varios elementos del desarrollo cultural, politico y socio-econémico que obtuvieron su mayor impulso con las revoluciones industrial y francesa en la Francia occidental, que transformaron las sociedades “tradicionales” de Occidente y tam- bién poco a poco, de grandes sectores del mundo, en “sociedades modernas”. Esta transformacién incluye un enorme crecimiento en la cantidad y disponibilidad de bienes y servicios; creciente ac ceso a esos bienes y servicios; aumento de la diferenciaci6n social, | una mas compleja division del trabajo y mayor especializacién en las funciones; ademas, una enaltecida capacidad para la regulacion institucional del conflicto social y politico.® Aunque los enfoques del tipo “modernizacién” se han refinado enormemente desde su uso inicial un tanto tosco, siguen siendo eclécticos, imprecisos y abiertos a la evaluacién subjetiva de la importancia de diversos conceptos y premisas fundamentales por ellos usadi izacién con los “te explicita 0 implicita de los enfoques de moder pos ideales” sugeridos por las democracias liberales occidentales, | Larelacion | EREACCION SOCIAL” 0 “REVOLUGION SOCIAL? 22 el relativo descuido del tema del conflicto social y el hecho de ha- ber reducido las estructuras econémicas a un solo —aunque muy importante— componente del “cambio social” se suma a la extre- madamente debatible naturaleza del concepto de “moderniza- cién” en sus usos convencionales, y lo hace en general inacepta- ble para los estudiosos marxistas. Cualquier intento de evaluar el impacto del nazismo en Ia so- ciedad alemana se enfrenta a las dificultades que hemos plantea- do. Antes de avanzar con nuestra propia evaluacién, necesitamos resefiar las principales diferencias de interpretacion entre los his- toriadores que se han dedicado al problema. Interpretaciones Al apoyarse en a premisa basica de que el Hitler-fascismo fue la dictadura de los aspectos mas reaccionarios de la clase gober- nante alemana, no debe sorprender que la historiografia de la RDA le haya otorgado poco espacio a ideas relacionadas con el he- cho de que el Tercer Reich hubiera producido algin cambio en a sociedad alemana que significara una “revoluci6n social”. Si bien la gran concentracion de la atenci6n en los grupos comunis- tas de resistencia organizada imponta limites a la investigacion de aspectos mas amplios de la historia social del Tercer Reich, la po- sibilidad de consecuencias “modernizadoras” a largo plazo del na- zismo para la sociedad alemana siguié siendo, por supuesto, un tema inexistente para los historiadores de la RDA. Las teorfas de la modernizaci6n eran consideradas una mera seudodoctrina bur guesa de la sociedad industrial, con tan poca definicién que slo podia ser puramente subjetiva en su aplicacién, antimarxista en su intencién ¢ implicaciOn, que disfrazaba al fascismo al conside- rarlo (aun sin quererlo) un “empujén hacia la modernidad”. En la medida en que el nazismo era entendido como un instrumen- to en la promocién de la “revolucién social”, se distorsionaba con ello arbitraiamente el concepto de revolucién, confundiéndolo con un fenémeno que fue obviamente contrarrevolucionario.® Las ideas de “progreso” dentro de la sociedad capitalista —en una di- 222 TAN KERSHAW, recei6n distinta del socialismo marxistaeninista— implicitas en Jas teorias de la modernizacion resultaban claramente irreconci- liables con ¢l acento puesto en la continuidad del imperialismo del capitalismo monopélico que habia sobrevivido al Tercer Reich y que aseguraba el caracter reaccionario de la Reptiblica Federal, Con este punto de partida, es obvio que las preguntas acerca de un impacto perdurable o a largo plazo del Tercer Reich sobre el desarrollo de Ia socicdad alemana eran irrelevantes para la histo- riografia de la RDA. Se aseguraba que la auténtica revolucién so- cial s6lo podia producirse bajo la égida del marxismo-leninismo. En el caso de Alemania, esto se suponia que habia ocurrido gracias ala accién del Ejército Rojo y el Partido de la Unidad Socialista (SED),* mientras que la reaccién continuaba con nuevo ropaje bajo un sistema politico diferente de dominio burgués en Ie Re- publica Federal. Si bien no comparten esta posicién fundamental, los escritos hist6ricos marxistas occidentales 0 con influencias marxistas se han mostrado igualmente impacientes con las sugerencias de una “sevolucién social” bajo el nazismo. El balance histérico, afirma- ban, era claro: el nazismo destruyé las organizaciones de la clase obrera, dio nueva forma a las relaciones de clase fortaleciendo en gran medida la posici6n de los empleadores, que tenian todo el apoyo de un estado policial represivo y mantuvo bajos niveles de vida a la vez. que producia crecientes ganancias.” Por claro que es te balance pueda parecer, sin embargo, se puede decir que mar- cael comienzo, no el final, de la investigacién. El régimen nazi in- discutiblemente disfruté hasta bien entrada la guerra de un grado de popularidad y de un apoyo activo que no puede explicarse ade- cuadamente por medio del poder de manipulacién de la propagan- da o la fuerte represién de un estado policial. Flay que aceptar que el nazismo penetré de verdad —aunque de manera parcial—en amplios sectores de la sociedad alemana, sin excluir a la clase obre~ ra, y que se logré un considerable grado de integraci6n, tanto ma- ‘como afectiva, con el estado nazi, aun cuando las subculturas + SED: Socialistische Binheitspartei Deutschlands (partido Alemin dela Unie | dad Socialista). {REAGCION SOCIAL” O "REVOLUGION SOCIAL"? 223 cat6lica, comunista y socialista resultaron ser barreras relativa- mente resistentes ¢ impenetrables. El reconocimiento de una pe- netraci6n nazi considerable y amplia, que en si misma es, por su. puesto, perfectamente compatible con los enfoques marxistas, requiere una explicacién que no bloquee Ia idea de impulso na. 2 para el cambio social (aun cuando se trate de un tipo de cam. bio negativo debido a su enorme empuje destructive) sobre la ba. se de que el navismo era igual a. reacctn social. Las Investigaciones sobre las bases sociales del apoyo nazi antes de 1983, en efecto, han desarticulado completamente anteriores ge, neralizaciones acerca de la naturaleza retrégrada, reaccionaria (en un sentido literal) del apoyo masivo al nazismo, y han desta- cado Ja fuerte y dindmica motivacién para un radical cambio 80- cial y las innegables tendencias y aspiraciones “modernas” entre ¢! socialmente heterogéneo apoyo al NSDAP. El apoyo al nazis. mo no fue una mera bisqueda del regreso al pasado, fueran cutn- les hayan sido las tendencias restauradoras indudablemente tamm- bien presentes. Las presiones en el movimiento para el cambio social, aunque tentativasyy presionando en diferentes direcciones, no podrian haber sido totalmente ignoradas o reprimidas des. pués de 1933, aun si ésa hubiera sido la intencién de la conduc- cién nazi. Ademas, aun desde el punto de vista mas pedestre y su perficial, Ja Alemania —aun considerando a la naciente Repiiblica Federal por sf sola— de finales de los avios cuarenta o principios de los cineuenta era, con Ia total aceptacion de lo que habia de elementos de continuidad, una sociedad muy diferente de Ia Alemania de 1938. Sean cuales fueren las complejidades de Iainvestigacién, ¢s, por lo tanto, legitimo preguntarse si el nazis: mo signific6 una ruptura cn el desarrollo social aleman, 0 dejé tm legado perdurable en su impacto sobre valores y actitudes $0- ciales y politicas, Dos trabajos de estudiosos “liberales” no marxistas, el del so- iélogo alemén Ralf Dahrendorfy el historiador norteamericano David Schoenbaum, aparecieron més o menos al mismo tiempo a mediados de Ios atios sesenta y trataban de responder a esa pre- gunta por caminos completamente diferentes. Afirmaban que el Tercer Reich, en efecto, produjo una “revolucion social” cuya prin- 22 TAN KERSHAW cipal caracteristica fue “romper con la tradicién y producir asi un. fuerte empuje hacia la modernidad”.® Para Dahrendorf, el nazismo completé la revolucién social ca Alemania que se habia “perdido en los errores de la Alemania im- perial y detenido una vez mas por las contradicciones de la Reps blica de Weimar". La sustancia de la revolucién era la “modern dad”, que para él significaba en esencia la estructura y los valores de Ja sociedad liberal democritica occidental. Esa revolucién, afir- maba, naturalmente no era lo que los nazis habfan buscado, pues su idcologia social se basaba en una recuperaci6n de los valores pasados. Pero en la prictica, su Gleichschaltung (“coordinacin") de Ia sociedad alemana habia destruido las “Iealtades tribales” ale- manas, rompiendo lazos tradicionales religiosos antiliberales, re- gionales, familiares y corporativos; habia reducido las elites a una “camarilla monopélica”; y habia nivelado hacia abajo los estratos sociales hasta Hevarlos al estatus igualador de Volksgenosse, “cama- rada del pueblo”. Para retener el poder, en realidad, el “totalita: rismo” nazi se vio compelido a volverse contra todo resto del or- den social que proveia la base para el gobierno autoritario conservador. Con la destruccién de las lealtades, las normas y los valores tradicionales, concluia Dahrendorf, el nazismo “finalmen- te abolié el pasado alemin tal como estaba corporizado en la Ale- mania imperial. Lo que vino después estaba libre de la hipoteca que tuvo que soportar la Reptiblica de Weimar al principio, gra- cias a la revolucin suspendida. No podia haber una marcha atras de la revolucién de los tiernpos del nacionalsocialismo”. Sin que- rerlo, por lo tanto, el nazismo habfa abierto el camino para una sociedad liberal democratica en la Alemania occidental de pos- guerra. ‘La muy influyente interpretacién de Dahrendorf estaba en un solo capitulo de su anilisis sociolégico de la Alemania moderna. Por otra parte, el estudio de David Schocnbaum, elegantemente escrito, estaba enteramente dedicado a un examen de lo que él Hamé “Ia revoluci6n social de Hider”.}? Al limitar su investigacién .os 1983-39, Schoenbaum omitié de sus consideraciones to- alo dos los cambios en el periodo de guerra, pero en una compleja | discusién, desarrollé un argumento que, aunque basado en una REAOCION SOCIAL” 0 "REVOLUGION SOCIAL? 205, investigaci6n més completa, se acercaba mucho al de Dahrendorf. Latesis principal de Schoenbaum, en sus propias palabras, ere la de que “el Tercer Reich era una doble revoluciGn... demedios yde fines. La revolucién de fines era ideolégica: la guerra contra la socie- dad burguesa e industrial. La revolucién de medios era burguesa industrial dado que, en una era industrial, hasta una guerra contra la sociedad industrial debfa pelearse con medios industriales, y los burgueses son necesarios para enfrentar ala burguesfa"!® Bsta par radoja recorre todo el anzlisis de Schoenbaum, un elemento crucial de lo que constituye Ia distincién entre lo que al Ilamaba “realidad social objetiva” y la “interpretada”. Mientras que la “realidad social objetiva”, afirmaba, “era lo opuesto mismo de Jo que Hitler habia presumiblemente prometido y lo que In mayoria de sus seguido- res habia esperado que él cumpliera”—con mayor urbanizaciGn, industrializacién, concentracién de capital, desigualdad en la dis- tribucién de ingresos y preservacién de las divisiones sociales—, Ia “realidad social interpretada” reflejaba “una sociedad unida co- mo ninguna otra en la historia alemana reciente, una sociedad de oportunidades para jévenes y ancianos, para las clases y para la ma- sa, una sociedad que cra New Deal y buenos viejos tiempos a Ia vez" Sobre esta premisa, Schoenbaum argument6 que “la revo- lucién social de Hitler” equivalia a la destruccién de la relacién tradicional entre clase y estatus: “En el Tercer Reich, la relativa aproximaci6n de clase y estatus llegé a su fin”, ya que “en el pafs ros enaraviiaa de in Alemania de Wer" made ba “que fr ba arriba y qué estaba abajo”. Ast pues, la “pérdida de liberté” de los trabajadores “... estaba practicamente ligada a la promocién de la égalité”, de modo que, aunque nosotros podriamos conside- rar su estatus como uno de esclavitud, “no cra neccsariamente ¢3- dlavitud desde el punto de vista de un contemporaneo” !° El de- rrumbe del sostén estatus-clase fue, en efecto, suficiente para que Schoenbaum avanzara todavia un poco més y afirmara que “en la colisiGn resultante de la revolucién ideolégica y la industrial, la tra- 6", de modo que uno podria dicional estructura de clases se rompi6' hablar de una “realidad sin clases en el Tercer Reich” 17 Como lo demuestran estos comentarios, Schoenbaum esté argumentando a favor de “una revolucién de clases y, a la vez, de una revolucién 226 IAN KERSHAW de estatus”, lo que equivale, en lo que a clases se refiere, a una mo- vilidad social sin precedentes, y en lo que a estatus se refiere, in- cluso al “triunfo del igualitarismo”.1* El contraste entre una inter- pretacién como ésta y los enfoques marxistas —tipificados por la posicién de Franz Neumann con respecto a que “Ia esencia de la politica social nacionalsocialista consiste en la aceptacién y el for talecimiento del cardcter clasista de la sociedad alemana— no po- dria ser mas absoluto.!? La “ideologia social” nazi, por Jo general, ha sido considerada por los historiadores o bien como nada mas que un truco propa- gandistico, o bien como algo serio en sus intenciones pero impo- sible de levar a la practica debido a sus contradicciones internas. De ahi que los autores marxistas usualmente hayan destacado Ia distincién entre la base social y la funci6n social de un movimien- to de masa en gran medida de clase media baja, y un régimen que constantemente “traicion6” a la masa que lo apoyaba a favor de los intereses de los grandes capitales.*° Asimismo, el argumento de Schoenbaum contintia destacando la paradoja de que fines so- ciales antiindustriales necesitaron medios sociales industriales. En un influyente ensayo, Henry Turner levé esta paradoja todavia ins lejos de lo que Schoenbaum estaba dispuesto a hacer, al acep- tar la ideologia nazi literalmente como un intento serio de elimi- nar a la sociedad moderna; se utilizaron medios modernos para arribar a conclusiones antimodernas por medio de una guerra exi- tosa2! Turner veia que “al reducir en Alemania la necesidad de industria, y con ello la necesidad de obreros industriales, y al pro- porcionar tierra fértil donde estos trabajadores desplazados y otros podian ser reubicados, se esperaba que la adquisicion del Lebens- raum abriera el camino hacia una enorme nueva ola de coloniza- cién alemana hacia el este comparable con la producida en la Edad Media, haciendo posible un grado significativo de desurba- nizaci6n y desindustrializacién”.2? Por supuesto, la conquista del Lebensraum s6lo podia producirse por medio de una vasta guerra industrial, y los nazis, por lo tanto, “pusieron en practica la mo- dernizacién pues la necesitaban para cumplir con sus propésitos fundamentalmente antimodernos”. Una ver. logrado el Lebensraum ya la modernizacién serfa en gran medida innecesaria.®* La solu- {fREACCION SOCIAL” © “REVOLUCION SOCIAL? 27 cin nazi de escape del mundo moderno con un “desesperado sal- to hacia el pasado” podria, por lo tanto, caracterizarse como una “forma utépica de antimodernismo, utépica en el doble sentido de ser una panacea visionaria y de ser irrealizable”.”* Fl iltimo punto parece el més importante: la vision era enteramente irrea- lizable. Turner parece, de hecho, correr el peligro de atribuir una racionalidad y cohesi6n a los “objetivos antimodernos” nazis que di- ficilmente se le puedan atribuir, a la luz de Ia realidad concreta del “nuevo orden” en Europa oriental y de las fantasias de Himmler 0 Darré; del cardcter del desarrollo de la industria y la tecnologia ale- mana durante la guerra; y del hecho de que el armamento moder- no iba a seguir siendo una necesidad absoluta para la defensa del territorio conquistado y para continuar la expansién, todo ello in- cluido en la filosofia de Hitler. Naturalmente, por supuesto, la es- peculacién sobre el futuro ilusorio poco puede decir acerca del impacto real del nazismo en la sociedad alemana. Un nuevo anilisis de este problema, el de Werner Abelshauser y Anselm Faust, adopt6 una posici6n no alejada de las interpre- taciones de Dahrendorf y Schoenbaum.*® También Abelshauser y Faust estaban dispuestos a considerar el efecto del nazisino co- mo parte de una “revolucién social” —un concepto que usan en. el sentido de procesos de cambio de largo plazo, con influencia en Ja vida econdmica y social, como en “revolucin industrial”, “revolucién keynesiana” y “revoluciones de modernizacién’—y a atribuir al nazismo “ni mas ni menos que el papel de cataliza- dor de la modernizacién, en cuanto hizo estallar con fuerza los lazos de tradicién, regién, religin y corporacién que eran tan especialmente estrechos en Alemania”. En esta interpretacién, la politica social y econémica nazi fue en dos sentides un medio para un cambio social revolucionario: porque anticipé la “revo- lucin keynesiana” del capitalismo aleman de posguerra con sus politicas de estimulo para controlar el hundimiento; y al des- truir a los sindicatos, subordiné a los empleadores a la primacia de la politica de un estado autoritario, y de ese modo alteré la vida de los alemanes en el tiempo més breve posible y de una manera profunda, mayor que la que pudo alcanzar la revolucién de 1918-19.27 228 TAN KERSHAW ‘Siempre operando con la idea de “modernizacién”, pero en este caso dentro del marco de referencia de un modelo conscien- temente te6rico, Horst Matzerath y Heinrich Volkmann legan a conclusiones diferentes tanto de las de Turner como de las de Abelshauscr y Faust, en una estimulante conferencia convertida en ensayo polémico, publicado en 1977.8 Argumentaban fuerte- mente a favor de la importancia de aplicar el concepto de moder nizacién al nazismo, teniendo en cuenta el grado de cambios tan- to cualitativos como cuantitativos en lo econémico y lo social, y el cambio politico entre 1933 y 1939, usando indicadores de moder- nizaci6n tales como los que hemos discutido anteriormente en es- te capitulo. Sus descubrimientos sugerian una imagen de contradicciones, en la que aparecian la continuaci6n o Ia acentuacién de tendencias anteriores en todos los sectores de su modelo de modernizacién, y también contradesarrollos antimodernos, especialmente en la esfe- ra politica (tales como medidas antiparlamentarias, contrarias a la emancipacién y a Ja participacién).° Rechazaban la idea de una “revoluci6n social” como la propuesta por Dabrendorf y Schoen- baum, y se basaban en cambio, en algunos aspectos de las hipéte- sis de Talcott Parsons, formuladas ya en 1942. Parsons sostenia que el nazismo surgié de un conflicto entre estructuras econémicas y sociales modernas y los tradicionales sistemas de valores y esque- mas de socializacién. Esto produjo una “anomia” que no produjo ajustes a la realidad cambiante, sino un vuelo irracional hacia una negacién radical de lo nuevo y lo moderno, en Ta que se recurria a una version extremista de los valores tradicionales.®° Al evar la hi- pétesis de Parsons un estadio mis adelante, Matzcrath y Volkmann argumentaron que el nazismo estaba estructuralmente limitado por las condiciones producidas por el Movimiento: la agresiva reaccién de Ios valores tradicionales contra la modernidad en la forma de “cambio acelerado del sistema econémico, social y politico, agu- dizado gracias a una aguda crisis desatada por la guerra, la derro- ta, Ja inflacién, la depresion y el peligro de un sistema alternati- vo", todas cosas que se manifestaban en las ansiedades y los resentimientos sociales propios de la ideologia nazi.®! Asi pues, la ideologia nazi funcionaba como un “instrumento adecuado para {REACCION SOCIAL" 0 “REVOLUCION SOCIAL"? 229 Ja movilizacién de estratos sensibles de Ia poblacién afectada por problemas de modernizacin”, Sin embargo, dado que el nazismo en el poder no pudo producir ninguna idea social positiva 0 cons- tructiva, sino que destruy6 todos los conceptos alternatives deri- vados del sistema previo, se hacia necesaria una nueva base de le- gitimacién. Esta fue hallada en Ja distraccién proporcionada por Jos conflictos heredados frente a oponentes internos y externos, que fueron usados alternativamente para justificar los objetivos centrales del sistema: establecimiento de un aparato totalitario de dominacién y preparacién de una guerra de brutal conquista. B= to significé la destruccién de las lealtades tradicionales y la distor- si6n hasta el punto de la destruccién de los valores tradicionales. De todas maneras, la “antimodernidad” del nazismo no debe ser interpretada erréneamente como la reconstruccién programé- tica de las condiciones premodernas (como la vio Turner, por ejemplo), 0 como una “revolucién conservadora”. Mas bien, se- gn Mawzerath y Volkmann, el “nacionalsocialismo es el intento de hallar un sendero especial de salida de los problemas de la moder- nizacién hacia la utopia de una tercera via, mas all de las crisis so- ciales internas y los conflictos de la capitalista sociedad democra- tica parlamentaria, y mas alla de la idea —liberadora de ansiedades y agresion— de una total alteracién comunista [de la sociedad], pero esencialmente sin abandonar las bases econémi- cas capitalistas ¢ industriales de su desarrollo”. Esta definicin concuerda, en opinién de los autores, con la parcialmente moder- na, parcialmente antimoderna realidad ambivalente del nazismo. ‘Aun asi, Matzerath y Volkmann Ilegan a la conclusién de que los efectos parcialmente modernizadores del nazismo no pueden ser vistos como el resultado de politicas conscientes de moderniza- ion, la que, en realidad, seria mejor describir como “scudomo- dernizacién”. Ademis, un aspecto muy importante en el argumen- to en general es que el régimen nazi fue incapaz de desarrollar estructura perdurable alguna. Debido a su incapacidad para reco- nocer el conflicto social y ocuparse de él, el sistema fue también incapaz de producir estabilidad con cambio. Aun como una “for- ma excepcional o de transicién de organizacién social en una ten- sa fase de modernizacién”, el nazismo fue “disfuncional”: “no fue 230 TAN KERSHAW una via indirecta hacia la modernizacién, sino la expresion de su fracaso, el histérico callej6n sin salida de un proceso cuyos proble- mas de direccién habjan sobrecargado las capacidades sociales” *° ‘Al destacar la incapacidad intrinseca del fascismo para produ- cir estructuras sociales perdurables, Matzerath y Volkmann regre- saban por un sinuoso camino a algo que se acercaba a la posicién ‘ala que Rauschning habia arribado en Jos iiltimos afios de la dé- cada de 1930 de manera impresionista —y desde un punto de vis- ta totalmente diferente—, cuando aseguraba que el nazismo po- dia producir “una revolucién de nihilismo”.* En su esencia, esto concuerda también con el argumento de Winkler en cuanto aque ‘la mayor ruptura que produjo el nacionalsocialismo es su de- rrumbe’, y que nada del cambio social que ocurrié durante la dic- tadura misma se compara en su significacién con la devastacion de los diltimos afios de la guerra y la derrota total, con sus conse- cuencias de largo alcance para las dos sociedades alemanas que reemplazaron al Tercer Reich.®* A una conclusi6n similar Negé Je- remy Noakes, quien, en un examen muy completo de todo el pro- blema, afirmaba que si habia algo revolucionario acerca del nazis- mo, esto era la destrucci6n y la autodestruccién, que fueron tos inevitables corolarios de sus objetivos irracionales: "Se podria decir razonablemente, por lo tanto, que la revoluci6n nazi fue Ia guerra, no simplemente porque la guerra aceler6 el cambio politico, so- cial y econémico hasta un grado que no habia ocurrido en tiempos de paz, sino porque en la guerra el nazismo estaba en su clemen- to. En su esencia, el nazismo fue auténticamente ‘la revolucion de la destruccién’, de sf mismo y de los demas en una escala sin precedentes”.* Los enfoques que hemos sintetizado répidamente aqui pue- den incluirse en tres categorias principales de interpretac (® Una interpretacién central, sostenida especialmente por los historiadores marxistas, aunque no s6lo por cellos, es la de que, aunque se produjeron cambios su- perficiales en las formas sociales y las apariencias insti- tucionales del Tercer Reich, la sustancia fundamental de la sociedad siguié inalterada, dado que Ja posicién. REACCION SOCIAL” 0 ‘REVOLUCION SOCIAL"? 231 del capitalismo fue fortalecida y Ia estructura social enaltecida y no desmantelada por el nazismo. (ii) En contraste, una influyente interpretacién propues- ta por estudiosos “liberales” sugiere que los cambios en las estructuras de Ia sociedad y en los valores socia- les producidos directa o indirectamente por el nazis- mo fueron tan profundos que no es exagerado consi- derarlos una “revolucién social”. (ii) Una tercera posicién puede distinguirse de estas dos interpretaciones, aunque en Ia practica esta mas cer- ca de la segunda que de la primera. Se afirma que cualquier cambio que el nazismo produjo por sf mis- mo de ninguna manera puede ser considerado una “revolucién social”. Sus efectos sociales fueron, en rea- lidad, contradictorios: algunos “modernistas”, otros reaccionarios. De todas maneras, ¢l Tercer Reich, en efecto, tuvo importantes consecuencias para la socie- dad de posguerra, especialmente en la naturaleza de su propio derrumbe y destruccién total, que arrastré consigo las estructuras autoritarias que habfan domi- nado a Alemania desde la era de Bismarck, y al desa- tar tanto caos, tanto disloque y tanto desorden que, de maneras radicalmente diferentes, fue necesario co- menzar de nuevo en las zonas oriental y occidental de la derrotada Alemania. Podemos ahora considerar estas interpretaciones a Ia luz de las recientes investigaciones sobre la historia social del Tercer Reich. Evaluaci6n ‘Una evaluacién del impacto social del nazismo debe comen- zar con la naturaleza y dindmica social del movimiento nazi. ‘Como lo han demostrado numerosos estudios, es simplista considerar que el movimiento nazi fue apenas un producto direc- 232 TAN KERSHAW to y un instrumento de las fuerzas capitalistas reaccionarias. Fue mds bien la consecuencia de una intranquilidad ¢ insatisfaccién sociopolitica, con una muy heterogénea masa de seguidores ideo- légicamente integrados slo por medio de Ia protesta radical ne- gativa (antimarxismo, antiWeimar, antisemitismo), a lo que se su- ma una visién milenarista, seudorreligiosa, de un “despertar nacional”, socialmente expresado en la idea difusa (y en Ultima instancia también negativa) de Ia “comunidad nacional” (Volksge- meinschaft). Es innegable el atractivo que antes de 1983 ejercia el eslogan de “comunidad nacional”, que simbolizaba el hecho de ir més all de las clases, de las denominaciones y de las divisiones po- liticas, por medio de una nueva unidad étnica basada en los “ver- daderos” valores alemanes. Socialmente, reflejaba no sélo el de- sco de climinar el cdncer del marxismo, sino también de superar la rigida inmovilidad y esterilidad del viejo orden social, al ofrecer movilidad y avance por los méritos y los logros, no por el rango so- cial heredado ni por el nacimiento. Fl estado de énimo de Ja pro- testa social era mis radicalizado, como ¢s bien sabido, entre los j6- venes alemanes, entre Jos que ¢l empuje y el impulso del movimiento nazi ejercia wn_atractivo especial.*? Antes de 1983, el tnico objetivo unificador del dindmico pe- ro inestable y destartalado movimiento nazi era obtener el poder. La “toma del poder”, sin embargo, no podia lograrse con la colabo- racién de las clases gobernantes. La fuerza relativa de estos grupos al principio del gobierno nazi, junto con la prioridad dada por el régimen al rearme, aseguré que los intereses sectoriales dentro del partido (como aquéllos de los pequefios comerciantes o de los artesanos) fueran inevitablemente sacrificados cada vez que no en- cajaban con las necesidades de las grandes empresas de Alemania (en particular aquellas relacionadas con los armamentos). El su puesto y latente desafio al “orden social” que presentaba la SA fue desactivado con la eliminacién de Rohm y otros jefes de la SA en la llamada “Noche de los Guchillos Largos”, en junio de 1984. Pe- ro aunque liberado de sus elementos socialmente mas “peligro- sos", el partido Nazi y sus organizaciones subsidiarias dificilmen- te cran una fuente de estabilidad. Privado de toda funci6n real dentro del gobierno después de 1933, el papel del amorfo movi- .REACCION SOCIAL" 0 “REVOLUCION SOCIAL’? 233, miento nazi qued6 confinado principalmente a proveer trabajo a Jos activistas, con tareas de control social, propaganda verbal y “de hecho”, y la preparacién del clima para la aclamacién de los “lo- gros” del Fuhrer. La decepcin por el no cumplimiento de muchas aspiraciones sociales en el Tercer Reich fue compensada en cier- ta medida por la canalizacién de energia contenida hacia el acti- vismo dirigido contra minorias desprotegidas y despreciadas, que constitufan la clase de los parias raciales y sociales de la “comuni- dad nacional”, Junto con la creciente discriminacién contra los ju- dios y otros “parias”, la subordinacién de intereses materiales sec- toriales dentro del partido en beneficio de los abrumadores objetivos “nacionales” del Fithrer fuc igualmente inevitable. Todo debis ser desplazado para dar lugar a la preparacién de la lucha que se acercaba de manera inexorable. Pero, obsesivamente cen- trado en sus fines, Hitler era del todo ecléctico en cuanto alos me- dios. Asi pues, no habia de ninguna manera lugar para la idea de destruir la industria de Alemania y con ello satisfacer las necesida- des de los arcaicos intereses de la Mittelstand 0 de los roménticos campesinos idealistas en cl partido. Los idedlogos del partido y os representantes de los intereses sectoriales del partido, con sus propias ideas acerca de qué aspecto debia tener la “comunidad nacional”, fueron invariablemente dejados a un lado tarde o tem- prano. Ese fue el destino de Feder, Wagener, Darré y Rosenberg. A diferencia de estos “teéricos” del partido, Hitler no tenia el me- nor interés real en las estructuras sociales en la medida en que no fueran peligrosas u obstructivas. Es cierto que a Ja larga sus pro- pias opiniones estuvieron dominadas por difusas nociones de una elite racial, de un gobierno ejercido por aquellos que habfan de- mostrado ser aptos para gobernar, y la desaparicion de los grupos sociales por los que sdlo sentia desprecio (como la aristocracia y Jos “capitanes de Ja industria”). Pero en el mundo real del corto plazo, Hitler no estaba interesado en alterar el orden social. Al igual que la industria y el capitalismo, los grupos sociales estaban para servir, cada uno a su manera, a los objetivos politicos de la le cha por la “supervivencia nacional”. De todas maneras, aparte de las propias predilecciones de Hitler, el movimiento nazi era una amalgama tal de fuerzas sociales contradictorias que no podia pro- oF JAN KERSHAW. ducir ni la teorfa ni la practica de cualquier nueva elaboracién so- cial realista. Era tan parasitario como depredador. En lo que si el nazismo fue ambicioso —y, de hecho, de mane- ra extraordinaria— fue en su intento de lograr transformacionesen la conciencia subjetiva més que en las realidades objetivas.*° Dado que el diagnéstico nazi del problema de Alemania era en esencia uno de actitudes, valores y mentalidades, fue en este terreno don- de trataron de hacer una revolucién psicolégica reemplazando to- da fidelidad de clase, de religién 0 regional por una masiva y enal- tecida conciencia nacional, para movilizar psicolégicamente al pucblo alemsn para la lucha que se aproximaba y levantar su mo- ral durante la inevitable guerra. No se trataba de renovar las c6mo- das y pucblerinas opiniones sobre la sociedad de la clase media ba- ja, sino que la intencién era moldear al pucblo a imagen de un ejército: disciplinado, resistente, fandticamente concentrado en sus objetivos, obediente hasta la muerte por Ja causa. La idea de una “comunidad nacional” no era la base para cambiar las estructuras sociales, sino un simbolo de la conciencia transformada, El intento de inculcar esos valores en el pueblo aleman era, en esencia, una tarea de propaganda mas que de politica social. f Estos comentarios sobre el cardcter de] movimiento nazi ysus objetivos sociales sugieren que las ideas de cambio social eran —de manera inevitable dada su naturaleza, su composicion y el li- derazgo dominante— negativas (destruccién de las organizacio- nes obreras, aumento de la discriminacién contra las minorfas); también, que estaban confinadas a ambiciones a largo plazo, pe- ro que eran vacuas, utépicas, y que tenian poca relaci6n con Ia rea- lidad © con los intereses sectoriales a corto plazo, incompatibles con los preparativos para la guerra y, por lo tanto, dispensables; y finalmente, que se basaban en ideas de una revolucién de las ac- titudes, las cuales, dada Ja fuerza de las anteriores lealtades a la Iglesia, la regién o la clase social, eran también ilusorias como ob- jetivo de corto o mediano alcance. La naturaleza del movimiento nazi ofrece indicadores para la comprensién del impacto del na- zismo sobre grupos sociales especificos; para las difundidas éesi- lusin y decepcion durante el Tercer Reich; para los mecanismos compensatorios de la “seleccién de estereotipos negativos™ co- _{REACCION SOCIAL” O “REVOLUCION SOCIAL? 235 mo vietimas de una discriminacién cada vez mas malvada; y para la dificultad de considerar que el nazismo fuera capaz de produ- cir una “revoluci6n social” en sus propios términos. La comprensién de lo que Schoenbaum rowulé “realidad ob- Jetiva” —cambios reales en la estructura de clase y en las formacio- nes sociales de Alemania durante el Tercer Reich— ha progresado mucho con las investigaciones empiricas. Los descubrimientos de estas investigaciones han apuntado de manera inequivoca en la di- reccién de Ja conclusién de Winkler: “no puede haber duda algu- naacerca de la realidad de una transformacion de la sociedad ale- mana entre 1983 y 1945”."! La idea de que el Tercer Reich produjo una revolucién social fue, como lo indica Winkler, atribuible en gran medida a una mas que dispuesta aceptacién de la propia pro- paganda seudoigualitaria y de Ia exagerada difusion de los resulta: dos del régimen y también, en parte, a reales cambios sociales de la era de posguerra que con frecuencia fueron proyectados hacia atrés, hacia el Tercer Reich, aunque nada tuvieran que ver con el nazismo, ni siquiera indirectamente.”® El acento, por lo tanto, ha sido puesto con mucha mas fuer- za sobre las continuidades esenciales de Ia estructura de clases de Ja Alemania nazi, que sobre los cambios profundos. Schoenbaum mismo ha aceptado que la posicién social de las elites siguié rela- tivamente incélume hasta la diltima fase de la guerra. Sin embar- go, él quizds haya exagerado el aleance de la fluidez en las estruc- turas sociales y el nivel de movilidad ascendente que se produjo. Por supuesto, es verdad que algunos avasalladores, enérgicos, im- placables y con frecuencia sumamente eficientes “tecnécratas del poder”, como Heydrich o Speer, se abrieron camino hasta la ci- ma. Ademés, no cabe duda de que la guerra aceleré los cambios en los altos mandos de la Wehrmacht. Pero la nueva elite politica coexistié y se mezclé con las viejas elites en lugar de suplantar- Jas.## Areas ajenas al partido, como las grandes empresas, la ad- ministracién pablica y el ejército, reclutaban a sus lideres en su mayor parte en los mismos estratos sociales que antes de 1983. La educacién siguié siendo dominada de manera abrumadora por las clases media y alta, Fl mas importante y poderoso organismo relacionado con el partido, la SS, reclutaba a sus miembros sobre 236 LAN KERSHAW todo en los sectores de elite de la sociedad.*® Si la clase gobernan- te tradicional tavo que hacerles lugar a quienes ascendian en la escala social desde los niveles mas bajos de la sociedad, que obtu- vyieron sus avances utilizando sus posiciones de poder ¢ influen- cia politica, esos cambios equivalian a poco més que una ligera aceleracién de cambios ya perceptible en la Repubblica de Weimar. En cl otro extremo de la escala social, la clase obrera —priva- da de voz politica, suprimidos sus avances sociales en la Reptibli- ca de Weimar y expuesta, bajo la sombra del desempleo masivo, a Ja brutal explotacién de los empleadores apoyados por el aparato represivo del estado policial— vio su nivel de vida reducido en Jos primeros afios del Tercer Reich, aun comparado con los bajos ni- veles de la era de la depresion. El leve aumento de los sueldos reales a fines de la década de 1980 fue un subproducto del auge de los armamentos, y fue acompafiado por una mayor presion fisica y mental— sobre la fuerza laboral de la industria. La po- sicién de clase de los obreros continué basicamente sin cambios hasta la mitad de la guerra, momento a partir del cual la explota- cién més extrema recay6 sobre los obreros extranjeros. Los cam bios més significativos en la naturaleza y la composicin de la ma- no de obra alemana se produjeron en la iiltima fase de la guerra y fueron, en general, la consecuencia del servicio militar, las pér- didas en el frente, Ia destruccién de las industrias, la desarticula- cién de las fuerzas laborales, las evacuaciones y la pérdida de los hogares, y finalmente, la conquista por parte del extranjero."” To- dos los cambios que se habian producido para 1945 fueron, por lo tanto, producto del derrumbe del nazismo més que de sus po- liticas mientras estaba en el poder, Los estudios sobre los grupos de clase media en el Tercer Reich también han destacado de qué manera, con toda la retér- ca arcaica de los nazis y su legislacién anacr6nica—como la ley de estabilidad para la propiedad de las granjas de 1938—, los cam- bios que se produjeron fueron producto de la recuperacién indus- trial y la aceleracién del desarrollo en una economia capitalista.® Continuidad mas que cambios dramaticos fue lo caracteristico has- ta el periodo de la guerra. Antes de ese momento, hubo una cier- ta disminuci6n en el ntimero de pequeiios comerciantes y artesa- {REACCION SOCIAL” © "REVOLUGION SOCIAL"? 287 nos, pero nada que amenavara fundamentalmente su posicion. El ntimero de empleados de oficina, el sector de los servicios y la bu- rocracia se ampliaron, como en todas las sociedades capitalistas contempordneas, aunque a un ritmo un tanto més rapido. No sc produjcron cambios importantes en el esquema de propiedad de Ia tierra, a pesar de Ia ley para la estabilidad de la propiedad ru- ral, y después de las primeras promesas de un nuevo acuerdo, los campesinos se convirtieron en una victima mas de la economia de Jos armamentos, cuando sus trabajadores fucron atraidos por los salarios mas altos de la industria y las mejores condiciones de vida en la cindad. Digamoslo otra vez, todo cambio importante que ocurrié en la posicién social de la Mittelstand y los campesinos fue consecuencia de Ja total desorganizaci6n y desarticulacién de la fase final de la guerra y —especialmente en la zona oriental— de la era de Ja inmediata posguerra. Finalmente, las investigaciones sobre la posicién de las muje- res y la estructura de sus empleos han ilustrado tanto la dimensiGn en Ia que el antifeminismo nazi se correspondia con las tradicio- nes y los patrones del antifeminismo burgués en la sociedad capi- talista, como las contradicciones dentro del sistema nazi. Dentro de este sistema, la creciente necesidad de mano de obra femeni- na obligé a hacer concesiones hasta el punto de que se produjo un cambio total de las prerrogativas ideolégicas, durante la gue- tra? Una vez mis, las continuidades en las estructuras sociales ba- jo el nazismo superan ampliamente el cambio que, lejos de ser re- volucionario, era simplemente el de una economia capitalista avanzada, si bien con un inusual grado de intervencién estatal.? Mas atin, esta economia capitalista, mucho antes de la guerra, ya estaba extraordinariamente desequilibrada por su concentracién en la producci6n de armamentos hasta el punto de que casi se sa- li6 de control. En opinién de Schoenbaum, fue sobre todo “Ia realidad so- cial interpretada” —actitudes, valores, mentalidad, conciencia sub- etiva—la que sufrié una transformacién en el Tercer Reich. Sus afirmaciones en esta rea, sin embargo, eran sumamente especu- lativas € impresionistas. La evaluacion de los cambios en actitudes yconciencia subjetivas esta plagada de dificultades, las pruebas es- 238 JAN KERSHAW t4n Ienas de trampas y las conclusiones son necesariamente ter- tativas. Sin embargo, algunas investigaciones, que muestran una imagen muy compleja de la conducta y las actitudes sociales en el ‘Tercer Reich, sugieren con fuerza que resulta facil exagerar la na- turaleza de los cambios en valores y actitudes bajo el nazismo, y que en esto tampoco puede existir la menor sugerencia de que ¢l nazismo efectué una revolucién social.?! ‘La més permanente, y usualmente la mas dominante, influen- cia sobre la percepcién subjetiva de diferentes grupos sociales acerca de su propia posicién socioeconémica durante el Tercer Reich estaba, parece, formada por las condiciones materiales que afectaban directamente la vida cotidiana de la poblacién. Yen e+ to, la aguda percepci6n de la injusticia social, la conciencia de cla- se en la percepci6n de las iniquidades y los persistentes sentimien- tos de explotacién parecen haber cambiado poco en el perfodo de la dictadura. La alienaci6n de la clase obrera, Ja incesante ex- presin de resentimientos sectoriales por parte de grupos de cla- se media y granjeros, la desilusién y el descontento masivos en la mayor parte de los sectores de la poblacién, que procedian de su real experiencia cotidiana bajo el nazismo, es apenas compatible con Ja opinién de Schoenbaum, quien sostiene que “interpreta- ban la realidad social (...) reflejaban una socicdad unida como ninguna otra en Ia historia reciente de Alemania” y una revolu- ci6n del estatus que equivalia a un “triunfo del igualitarismo”.* ‘Alos ojos de los nazis, donde mas se necesitaba dar un nuevo significado a la conciencia de estatus y reemplazar la conciencia de clase por la conciencia nacional era en la clase obrera indus- trial. Sin embargo, especialmente en esto, por mas que hubo cier- ta penetracién de los valores y actitudes nazis, Ia propaganda so- cial del régimen hizo poca mella en las tradicionales lealtades de clase, particularmente entre los obreros industriales de mayor edad, Parecerfa que Dahrendorf también sobrestimé el aleance del desmantelamiento en las lealtades tradicionales de las iglesias cristianas, La disminuci6n de la cantidad de feligreses fue minima durante la década de 1980, mientras que la practica religiosa y la asistencia a los servicios aumenté muchisimo durante los afios de Ia guerra. La defensa de las tradiciones e instituciones de la Igle- {REACGION SOCIAL” 0 “REVOLUCION SOCIAL? 239 sia contra los fragmentados ataques nazis fue amplia, y en parte exitosa. El poder de Ia Iglesia y el clero sobre la poblacién, espe- cialmente en Jas zonas rurales, resultaba con frecuencia fortaleci- do més que debilitado por “Ia lucha contra la Iglesia”. ¥, finalmen- te, las iglesias como instituciones cobraron un enorme poder social e influencia politica en la Alemania occidental de posgue- rra. Todo apunta a la conclusién de que la politica nazi fracas6 ca- tegéricamente en el intento de quebrar las lealtades religiosas. In- cluso al tratar de inculcar en el pueblo aleman los valores raciales, eugenésicos y de darwinismo social —el meollo de su ideologia— parece que los nazis s6lo obtuvieron un éxito parcial." Innegable- mente se produjo una intensificacion de los prejuicios existentes contra los judios y otras minorias raciales y “parias sociales”, y es- pecialmente en la SS —aunque también en cierta medida dentro de la Wehrmacht— el adoctrinamiento con un nuevo sistema de va- lores fue afectado." Pero la creciente protesta contra la “opera: cién eutanasia” y la percepcién en el propio régimen de Ia nece- sidad del mayor secreto para la “soluci6n final” son testimonios indirectos de que la campaiia a favor de los valores racistas del na- zismo no habia llegado siquiera cerca de la completa erradicacién de los estindares morales convencionales. Muchas cosas sugieren que los nazis produjeron su mayor im- pacto en los jévenes alemanes, y hubo una pronunciada brecha generacionai entre aquellos que habfan Hegado a la adultez en las eras imperial o de Weimar y aquellos que apenas si habfan cono- cido otra cosa que no fuera el nazismo. El rechazo del viejo mun- do burgués y las idealistas nociones de una nueva sociedad con mayor movilidad y més igualitaria formaban la base de la dinmi- ca movilizacién nazi de los jévenes. Pero incluso en esto el régi- men sélo obtuvo un éxito parcial. La propia opinion de Hitler, co mo quedé registrada en 1945, fue que se habrian necesitado veinte afios para producir una elite capaz de asimilar los valores nazis como si los hubiera mamado con la lecha materna. La natu raleza ilusoria de esas esperanzas quedé demostrada por su si- guiente comentario acerca de que é1 no podria permitirse esperar tanto tiempo: el tiempo en ese momento, como siempre, estaba en contra de Alemania." En realidad, como muchos trabajos lo han de- 240 TAN KERSHAW mostrado, sefales de conflict, tensién y oposicién dentro de cier- tos sectores de la juventud alemana ya se hacian notar a fines de la década de 1930 y aumentaron durante los afios de la guerra. Esto sugiere que los nazis s6lo habian tenido éxito de manera tempora- ria en conquistar, movilizar e integrar a los jvenes alemanes.** Finalmente, aunque todavia sigue siendo un tema dificil, no hay pruebas que sugieran que las estructuras familiares Hegaron, siquiera a estar cerca de la fractura bajo el nazismo,*” a pesar de Ia indudable intensificacién de los conflicts generacionales en- tre padres € hijos, alentados por las organizaciones nazis de la ju- ventud. De hecho, existieron en el Tercer Reich sefiales de una reaccién contra Ia liberacién de los jévenes de las cadenas de la autoridad de los adultos en la escuela, el hogar familiar y en otras partes, y la reacci6n obtuvo un considerable éxito, particularmen- te en la era de posguerra. Parece claro, entonces, que el nazismo no produjo una “revo- lucién social” en Alemania durante el periodo del Tercer Reich, yasea una de “realidad social objetiva” o de realidad social “inter- pretada”. Gomo hemos sefialado antes, Ia naturaleza del movi- miento nazi y el caracter de sus objetivos sociales permiten avan- zar un poco més y afirmar que fue, en todo caso, incapax de producir una revolucién social completa y permanente, al no lo- rar una victoria final y total en una guerra que era en s{ misma una apuesta intrinsecamente vana para as¢gurar el dominio ale- man, Las intenciones del nazismo estaban dirigidas a una trans- formacién de sistemas de valores y creencias —una “revolucién” psicol6gica mas que una de sustancia—, y slo podria haberse rea- lizado con la obtencién de logros a largo plazo que eran en sf mis- mos ilusorios, contradictorios y por ello innatamente destructivos y antodestructivos. Una vez erradicada la equivoca idea de que la sociedad ale- mana fue cambiada de manera revolucionaria durante el Tercer Reich, parece posible afirmar tanto que durante el periodo de su dominio el nazismo reafirmé el existente orden de clases en la sociedad, como que, sobre todo a causa de su dinamismo des- tructivo, preparé el camino para un nuevo comienzo después de 1945. {REACCION SOCIAL” © “REVOLUCION SOCIAL? 21 Por otro lado —aunque sea obvio, el punto merece destacar- se—, el nazisino no fue producto de una sociedad “premoderna”, sino que emergi6 en un estado industrial avanzado cuyo fragil sis- tema politico fue, en una crisis sin precedentes del capitalismo, se- yeramente dafiado por el conflicto de clases. La funcin objetiva inicial del régimen nazi fuc la de restablecer el orden socioeconé- mico y la amenazada posici6n de las elites gobernantes, aplastan- do despiadadamente al movimiento obrero. La fatidica interven- cién politica del nazismo en 1933 debe, por lo tanto, ser vista en un sentido como un paso decisivo en la lucha entre capital y tra- bajo en una economia industrial avanzada. Y, en efecto, el nazis- mo en el poder apoy6 la mas despiadada explotaci6n en una sociedad industrial de clase. Explotacién tan exacerbada que, des- de Ia perspectiva de la clase obrera, hace que la Alemania del Kéiser parezca en retrospectiva un “paraiso de la libertad” El nuevo or denamiento de las relaciones de clase en 193 revirtié de manera violenta los avances hechos por la clase obrera no sélo desde 1918, sino desde la era de Bismarck; fortalecié la debilitada posicion del capitalismo y sostuvo —por lo menos inicialmente— las fuerzas reaccionarias en el orden social. Sin embargo, resulta insuficiente dejar las cosas ahi y negar al nazismo toda fuerza motora para el cambio social a largo plazo, aun cuando eso fuera en general una caracteristica “negativa” que emanaba de la fuerza destructiva del régimen. Se ha sugerido, por ejemplo, que la necesaria individualizacién de la lucha de la clase obrera dentro del sistema nazi para obtener el maximo beneficio del auge de los armamentos tuvo efectos perdurables en el debili- tamiento de la solidaridad entre los obreros y preparé el camino para “un nuevo tipo de obrero, mas individualista, ‘escéptico’, orientado hacia el rendimiento, segiin lo describieron los saci6lo- gos de los afios cincuenta”.*® Es dificil de evaluar si esto es proyec- tar sobre el Tercer Reich patrones de conducta que fueron en gran medida producto de las condiciones de posguerra, de la recupera- cién econémica y del “milagro econémico”. También especulativa, aunque inherentemente imposible, es la sugerencia de que la ato- mizacién nazi de la sociedad condujo aun “retiro a la esfera priva- da” que tuvo perdurables implicaciones para Ia cultura popular 22 JAN KERSHAW *“despolitizada”, que en parte habria sustentado la sociedad de con- sumo y del “logro” de la época del “milagro econémico”. Hasta donde esto puede ser ligado a los conceptos de “moder. lad” o de “modernizacién” 0 explicado por ellos parece discu- tible. Tal como se la explica en los escritos de sociologia o de his- toria, “modernizacién” implica cambio a largo plazo que cubre siglos y transforma la sociedad “tradicional” basada en Ia produc- cién agricola y artesanal, las relaciones personales de dependen- cia, las lealtades locales, las culturas rurales, las rigidas jerarquias sociales y las visiones del mundo religiosas, en una sociedad de cla- se individualista, con tecnologias industriales altamente desarro- lladas, culturas secularizadas, 6rdenes sociopoliticos “racionales”, burocraticos impersonales y sistemas politicos con participacién de las masas. Algun tipo de teoria de la modernizacién aplicada parece ser un componente esencial en la explicacin del cambio historico a largo plazo. Pero en ese proceso la era nazi es un me- ro chispazo en el tiempo. Ysi bien los “tradicionales” sistemas de valores y estructuras sociales fueron indudablemente de alguna manera mis resistentes a los cambios de la industrializacin en Alemania que, por ejemplo, en Gran Bretafia, su “tradicionalis. mo” pucde resultar amplificado y el acento en la antimoderniza- cin, entendido como el secreto del atractivo del nazismo, puede con facilidad ser excesivamente exagerado. Por el contrario, aun- que el nazismo contenia obvios elementos arcaicos y ativicos, é5- tos con frecuencia servian como simbolos de propaganda o de pantalla ideolégica para ciertos cambios atractivamente “moder- nos” que ofrecian movilidad social, una sociedad de igualdad de oportunidades donde el éxito llega por el mérito y los logros, con nuevas oportunidades para progresar y prosperar, y donde se de- ja que la juventud tome la delantera a expensas de los viejos, los | estériles, los rigidos y los deteriorados.®! Aunque maligno y extre- | mista en su forma y naturaleza, este atractivo darwinista de una pura “sociedad de logros” (Leistungsgesellschaft) tiene paralclos en ‘otras economfas capitalistas avanzadas. Al evaluar la breve era de la dictadura misma, el concepto de modernizacién no es de mu- cha ayuda.® Los cambios que se produjeron ocurrieron dentro del contexto de, para ese momento, una sociedad capitalista ya su- ({REACCION SOCIAL” 0 “REVOLUGION SOCIAL? 23 mamente avanzada, Yaunque algunas medidas nazis tenfan un to- no arcaico en s{ mismas, muchas otras eran (en un sentido neu- tral) “de avanzada” o “modernas”, aunque de una manera un tan- to diferente de las de otros estados capitalistas avanzados contemporaneos. Tampoco la pregunta contrafictica esti del to- do fuera de lugar: mucho de Io que es frecuentemente rotulado como “empuje modernizador” del nazismo podria, dada la natu- raleza de la economfa alemana, indudablemente haber ocurrido bajo cualquier forma de gobierno. ‘Volvemos, por lo tanto, a lo que parece ser el punto crucial en la cuestién del impacto del nazismo sobre el cambio social: la esencia destructiva del sistema. En su impulso para alcanzar obje- tivos cada vex mis irracionales, el nazismo consistié en un cre miento parasitario sobre el viejo orden social, sin deseos ni capa- cidad para Ia estabilidad. Debido a que le otorgé prioridad absoluta al rearme, ala guerra y a la expansién —objetivos activa- mente buscados con la colaboracién de las clases gobernantes de Alemania—, el nazismo produjo una tormenta de destruccién que amenaz6, y luego inevitablemente devoré, a los representantes del orden social existente. Por lo tanto, la dindmica destructiva del ré- gimen nazi derribé ios pilares del viejo orden social en su propio fin violento, y preparé el camino para una drasticamente corregi- da forma de estado capitalista en Occidente y una genuina revo- luci6n social en Oriente. Sila nocién de una “hora cero” en la de- rrota de 1945, que indica una completa ruptura con el pasado de Alemania —una idea muy difundida en Alemania occidental des- pués de Ia guerra— es una ficcién que enmascara las muchas es- feras de continuidad en las estructuras socioeconémicas, las insti- tuciones y las mentalidades, de todas maneras es verdadero que la desaparicién de la aristocracia alemana, la bancarrota de la vieja, conduccién del ejército y sus ideas prusiano-germanicas, las inter- minables columnas de refugiados del Este, la division fisica de Ale- mania, las exigencias sociales de reconstruccién y la politica alia- da de “reeducacién”, denotaban una ruptura con el pasado junto a la cual los cambios sociales del Tercer Reich empalidecen hasta el punto de resultar insignificantes.

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