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Historia de Los Estilos Artisticos II Compress
Historia de Los Estilos Artisticos II Compress
Estío,
Artísticos II
Desde el Renacimiento
hasta el tiempo presente
Dirigida por Ursula Hatje
Bajo la dirección de Ursula Hatje, un equipo de
prestigiosos especialistas ha elaborado este panora
ma general de la estilística, donde junto al dato pre
ciso e indispensable se expresan las características
históricas de cada tendencia artística, incluidos ios
movimientos renovadores más recientes.
HISTORIA DE LOS ESTILOS
ARTÍSTICOS**
DESDE EL RENACIMIENTO
HASTA EL TIEMPO PRESENTE
dirigida por
Ursula Hatje
ISTMO [X
Maqueta de portada:
Sergio Ramírez
Traducción:
Antón Dieterich
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
www.istmo.es
Pág.
11 Alemania ................ 86
Arquitectura del Renací Francia ........................ 89
miento en Italia ... 14
La Arquitectura del Re V III. B arroco ................... . 93
nacimiento temprano 17 10...................................................... 95
La Arquitectura del alto La Arquitectura del Ba-
Renacimiento ... 26 r r o c o .................................. 98
La Arquitectura del Ma I t a lia ......................... 98
n ie r ism o ................
E s p a ñ a ..................... 103
Pintura del Renacimiento
yj Alemania .............104
en Italia ..................
Los Países Bajos me-
La Pintura del Rena
rid ion ales................ 110
cimiento temprano ..
Flandes .................. 110
La Pintura del alto Re
nacimiento .......... 45 Los Países Bajos sep
tentrionales 111
La Pintura del Manie
r is m o ................... . 50 Holanda .................. 111
Escultura del Renacimien Francia ..................... 112
to en I t a lia ............... 52 Inglaterra ................ 116
La Escultura del Rena Los jardines de la época
cimiento temprano 53 barroca............................. 119
La Escultura del alto El ornamento en el Ba-
Renacimiento ......... 51 r r o c o .................................. 121
chelozzG como una copia del tem una corona de ventanas circulares,
plo decagonal de la Minerva M é que, en consonancia con el ideal
dica de Roma. Con la iglesia de del Renacimiento, asegura una ilu
Santa) María delle Carceri en Pra- minación uniforme.
En la iglesia de Santa Marta íntimos se diferenciaban claramen
della Consolazione en Todi [507], te, aun en el exterior, los palacios
comenzada en 1508, se consigue renacentistas florentinos adoptan la
plasmar de la manera más gran forma cerrada de un bloque con pi
diosa y unitaria —ya totalm ente sos marcadamente discernidles, ven
en el sentido del alto Renaci tanas repartidas regularmente y re
m iento—- 3a idea del edificio cen cintos de altura uniforme, sin tener
tral. Al cuadrado copular se ado en cuenta la distinta función de las
san, por sus lados, altos y amplios
ábsides, de manera que sobre ia
planta trebolada se origina u n in
terior absolutam ente equilibrado,
cuyo monum ental carácter espa
cial está acentuado por la' compo
sición de pilastras de dos pisos,
jónicas en el interior y corintias en
el exterior. El empeño de los arqui
tectos renacentistas culmina final
m ente en Jos proyectos para Ja igle [5 08] Leonardo da V inci, d ib u jo de la
sia de San Pedro en RomaJ de los planta y perspectiva de un edificio cen
cuales hablaremos más adelante. tral. P arís, In st. de France, M s. 2037.
En sus estudios, Leonardo desarrolla n u
C on el Renacimiento, la cons merosos sistemas de edificios centrales
trucción profana se sitúa al mismo con cúpulas principales y laterales, ábsi
nivel que la arquitectura religiosa, des, galerías y recintos laterales, de ló
■y desde entonces los grandes cons gica perfecta y claro predom inio del re
c in to principal.
tructores de iglesias son al mismo
tiem po los creadores de im por estancias. La estructuración del edi
tantes edificaciones profanas. Ju n to ficio está determ inada también por
a los edificios públicos predom i la claridad racional; en ei interior
nan desde el s. xv dos tipos de se agrupan las cuatro alas en torno
construcción: el palacio, que las a. un patío interno rodeado por
familias de Ja nobleza y los ciu «loggias».
dadanos ricos mandan construir en E n el curso de la evolución de
los centros urbanos, y la villa ru dichas edificaciones van apuntando
ral, que, situada fuera de la ciu las diversas variantes en las ins
dad, sirve de refugio durante ilos talaciones palaciegas del Renaci
calores estivales. M ientras que en m iento. El palacio urbano floren
los «tpalazzi» se manifiesta el de tino prosiguió la tradición de los
seo de representación, la villa brin palacios comunales toscanos, repre
da un confortable marco para la sentada en el Palazzo Pubblico de
evocación d e la antigua vida del Siena [425] y el Palazzo della
campo. En ambos tipos de cons Signoria de Florencia. El duque de
trucciones, Florencia se adelanta de Milán, en cambio, construyó un
nuevo ail resto de Italia. palacio, el Castello Sforzesco, que
Si la casa burguesa gótica [419] dominaba a ia vez como una forta
y e l castillo medieval [418] del leza la agitada ciudad. También el
norte se desplegaban orgánica duque de Urbino, hombre de gran
m ente, ipor las exigencias de habi cultura, hizo construir un extenso
tabilidad, desde dentro hacia fuera, patio parnasiano que, a pesar de
de forma que las habitaciones re su fortificación exterior, exhala, a
presentativas de los dominios más través de su profusa ornam enta
ción, sus aéreas galerías y los «jar altura se reduce de nuevo un poco,
dines colgantes» (desde los que se falta por completo. En su lugar
podía ver más allá de las marcas se han empleado piedras labradas
fronterizas), el aliento libre de la en plano, cuidadosamente dispues
vitalidad del Qualtrocento. Los ri tas. El volumen del edificio está
cos comerciantes de Venecia, que contenido por una cornisa muy
prestaban la mayor atención a la
configuración particularm ente fas
tuosa de k fachada que daba a
los canales, fueron dominados, es
pecialmente en el s. xvi, por una
pasión constructora que transfor
mó básicamente el panorama de la
ciudad. En Roma eran en defini
tiva los papas y cardenales quie-
nes intentaban superarse unos a
otros con sus palacios y villas. Pe
ro .por m ucho que la tradición
arraigada y las diferentes preten
siones de los constructores d eter
minasen la fisonomía de los edi
ficios, la verdadera medida del
palacio del Quattrocento la daban
[509] M ichelo 2zo di Bartolom m eo, pa
los palacios florentinos. tio de «loggias» del Palazzo M édici-Ric-
El arquitecto Miohelozzo ( 1396- cardi en Florencia, 1444-1460. Pesada
m onum entalidad del ex terio r [5 1 0 ], sor
1472) comienza en Florencia, en prendente intim idad y serenidad del in
el año 1444, el palacio de los Mé~ terior.
dici [5 1 0 ], Como punto de par
tida tenía ante sí el Palazzo delta
S i g n o r i a construido más de cien prom inente, arcaizante, que surge
años antes; quitándole a éste la en lugar del alero de vigas hasta
torre queda un sencillo cubo, cuya entonces usual. Las ventanas bi
fachada, desnuda, con los sillares partidas del arco de medio punto
toscamente labrados del muro de de las dos plantas superiores se
orden rústico, ofrece un aspecto asientan sobre frisos de dentícu
seco y duro. Las plantas no guar los. Lo que sobresale como lím ite
dan relación formal alguna; su al horizontal de plantas no es, por
tura parece determ inada por la tanto, el borde anterior de tedho o
casualidad. Precisamente aquí, en suelo, sino la línea de antepecho.
el Palazzo M édici, se inicia la nue No se -proyecta la textura construc
va configuración artística. Un an tiva del edificio sobre la fachada,
cho banco de piedra, que sirve de sino a base de una articulación
asiento a los olientes de la casa geométrica que tom a sus dimen-
comercial, rodea en forma de zó siones de la división armónica de
calo todo el edificio. La planta superficies y no de la estructura
baja, con los arcos antes abiertos, del edificio. Las tres plantas guar
está revestida de toscos sillares al dan, p o r la disminución de la altu
mohadillados; un piso más arriba, ra de p lanta y el aplanamiento de
en la planta m edia, de m enor altu los sillares, una relaoión lógica y
ra, la rusticidad de la sillería es más sintetizada. Como en la arquitec
plana, y en el piso superior, cuya tura religiosa de la época, en la
c o n s tru c c ió n profana se intenta dicho contraste como recurso artís
destacar relaciones racionales sen tico. Está rodeado por aéreas gale
cillas. Pero igual que las basílicas rías; en la planta media, las de co
de Brunelleschi, tam bién esta facha- municación están cerradas. D e nue
vo es Leone Battista A lberti quien
hace avanzar la evolución de la ar
quitectura palaciega. De él procede
el proyecto de la casa urbana que
manda construir el comerciante flo
rentino G iovanni Rucelíaí en 1446-
1451. A lberti em prende nuevos ca
minos en la fachada del Palazzo
Rucellai [5 1 1 ], conservando la si
llería almohadillada, aunque ahora
uniform em ente aplanada, a la que
divide siguiendo el modelo del Co
liseo romano por medio de pilas-
da de palacio se caracteriza, en
tanto que obra del Renacimiento
temprano, por la manera acumula
tiva de alinear sus distintos ele
mentos, que no están aún subordi
[511] Leone B attista A lb erti, Palazzo
nados a un principio general, como RuceSlai en F lorencia, 1446-51. P osterior
ocurrirá más tarde en el alto Rena desarrollo de la fachada; la sillería rús
cimiento. tica está articulada po r una estructura
plana —vertical y horizontal— d e p ila s
Al entrar en el recinto del patio tras y cornisas.
de «loggias» [509] se abre u n mun
do diferente. E l airoso patio, en
cuyo centro había antes una fuente tras y cornisas, y configura los ca
de Donatello, sorprende, frente a piteles de las tres plantas según
la representatividad oficial del ex los órdenes dórico, jónico y corin
terior, p o r su intim idad: se utiliza tio. Y si bien esta articulación
apenas sobresale de la superficie terraza tendida en torno al bloque
mural, constituye un sistema ho de la casa. Sólo las ventanas, rít
mogéneo de ejes horizontales y micamente dispuestas, interrum pen
verticales. su lisa fachada y únicamente las
esquinas están acentuadas con si
llares de orden rústico. Destaca
así con más fuerza el pináculo de
templo sobre la sala vestibular, cu
yo empleo en una vivienda apa
rece en este palacio por primera
vez en la historia de la arquitec
tura renacentista: signo visible de
la dignidad que hay que otorgar al
patrocinador de la construcción. En
su época, esta villa causó gran sen
sación 'por la sala cubierta con
bóveda de cañón, que abarcaba
dos plantas en su centro. Para el
[539] Fra F ilip p o L lppi, cuadro circu [540] Rafael Santi, M adonna della Sedia,
lar (fondo) con la V irgen y el N iño. Al 1514-15, Florencia, Palazzo P itti. E jem plo
fondo, el N acim iento de M a ría, 1452, clásico de un fondo del alto Renacim iento.
Florencia, Palazzo P itti. H um anización En la com posición centrada se acoge la
realista del tem a religioso. En la com po forma redonda inm ediata y librem ente, y,
sición apenas se tiene en cuenta la fo r ai m ism o tiem po, de una m anera p lás
ma redonda del cuadro. tico-espacial.
term inar, y los avalares del trans tan vinculados por el famoso j/h-
curso del tiempo, no han perm i mato¡ el difuso velo de vaho que
tido que se conserven más que al juntO' al claroscuro ambientador
gunas obras acabadas de su mano, confiere al cuadro profundidad
Su influencia, sin embargo, no deja perspectiva.
de poseer por ello una gran tras Julio II había llamado a Miguel
cendencia. La universalmente cono Angel (1475-1564) a Roma y le ha
cida Ultima Cena de Milán le mues bía encargado el diseño de su tum
tra com,o un maestro en los más ba. Pero pronto el interés del papa
diversos motivos de movimientos, se dirigió a un nuevo proyecto:
gracias a los cuales Jos .Apóstoles, quería hacer adornar la bóveda de
reunidos en grupos rítmicos, lle la Capilla Sixtina de tu tío Sixto IV
nan el cuadro con pujante vida. con un gran fresco. Su realización
El cuadro de Sania Ana, la Virgen fue confiada a Miguel Angel, a
y el N iño [533], realizado hacia pesar de que éste se resistiera. Tras
1503-1506, tiene tanta im portan penoso trabajo surgió entre 1508-
cia por la composición de grupo 1512, la obra maestra que consti
como por la representación paisa tuye una de las cumbres del arte
jística. Santa Ana forma con la V ir occidental. El extenso ciclo de
gen, el Niño Jesús y d cordero imágenes, que se refiere al acón-
tecimiento de la Salvación, está la Madonna di Foligno, de Rafael,
articulado por u n marco arquitec realizada hacia 1511-1512), como
tónico que ofrece la armazón es visión de la «Virgen en la G lo
tructural para los distintos edemen ria». De una aureola de luz, cuyo
tes: la representación de la histo brillo ilumina toda la escena, des
ria de la Creación y el pecado o ri ciende flotando sobre nubes, ro-
ginal en las zonas centrales, los pro
fetas titánicos, sibilas y gigantes,
y los medallones, r/dieves y escul
turas pintados. D e acuerdo con
su significación y su peso interno,
dichos elementos están subordina
dos a u n sistema polivalente; se en
cuentran insertos en una ordena
ción formal y espiritual de aspecto
natural y libre, pero que es impe
rativa para cada elemento. Las Es
tancias del Vaticano, pintadas sólo
algo más tarde por Rafael Santi
(1483-1520), m anifiestan la inten
sidad del ansia de libertad que ins
piró las obras del alio Renacimien
to. La Camera della Segnatura
(1509-1511), el prim er recinto de
esta serie es, en cierto modo, la ré
plica pintada del Tem pietto de Bra
mante. Cada fresco, como La Es- [541] G iorgione, la T em pestad, hacia
1505. Venecia, A cadem ia. El paisaje apa
cuelá de Atenas [5 3 8 ], por ejemplo, rece pintado con tonalidades terrosas co
constituye una cima de la pintura mo «espacio am biental» para el grupo
monumental, en la que la figura y de figuras.
la arquitectura están fundidas en
una unidad espiritual. H a desapare deada de una masa inmaterial de
cido la habitual rigidez del cuadro ángeles infantiles. Con ademanes
ceremonial. Las distintas figuras sumamente elocuentes y ampulosos
parecen moverse en el espacio del reaccionan los cuatro personajes de
cuadro por propio-impulso, sin que la zona inferior ante ia aparición
sea perturbado en lo más mínimo ultraterrena: San Jerónimo, a la
el perfecto equilibrio de la com derecha, encomienda a la gracia
posición. Rafael conjura a un m un celestial al conmovido fundador,
do ideal cuyas figuras están sen- arrodillado; también arrodiliado,
soríallmente próximas, pero p erte a la izquierda, San Francisco se
necen a una esfera elevada y orde dirige hacia ed espectador del cua
nada. Es un m undo sin excesos dro y le incluye de este modo
extáticos, pero también sin suje en el acontecimiento; Juan Bautis
ción a una sistematización formal. ta mira asimismo hacia el exterior
El deseo de idealización y digna del cuadro y señala a la vez hacia
interpretación aparece en todos los el Niño Jesús. Una artística tex
temas del dominio religioso. El te tura de gestos y miradas envuel
ma de 1a Sacra conversazione, por ve al grupo, y es igualmente cohe
ejemplo, aparece representado fre rente la constitución compositiva de
cuentemente (tal como muestra todo el cuadro. El triángulo de la
Virgen y las figuras arrodilladas, ’b an pintadas sobre lienzo e inserta
el ■eje vertical, acentuado por el das luego en la arquitectura. Con
angelote, el semicírculo en la m itad ello desaparecía la necesidad del
del cuadro, donde un fondo enfrentam iento artístico con un
de paisaje une a las dos figuras marco arquitectónico impuesto.
en pie, son, todos ellos, elementos Bajo tailes condiciones, el cuadro
de composición claramente separa de tabla independiente, que no
bles, que, sin embargo, no se apli exigía la subordinación a un con
can siguiendo u n rígido esquema texto superior, pudo desarrollarse
tismo, sino que están empleados con mayor rapidez y riqueza que
como medios de ordenación modi- en Florencia o Roma. Cierto es que
ficables a voluntad. Esta libertad también en estas ciudades se cono
convierte tam bién la composición cía ya desde el s. xv el cuadro de
de la Madonna dellá Sedia [540], caballete independiente, pero no
de Rafael, de 1514-1515, en viva liego a alcanzar la misma im portan
encarnación del ideal renacentista, cia que en Venecia.
ajena a Ja abstracción formal. Un típico cuadro de caballete
A unque Roma fue el centro de por sus dimensiones (8 0 x 7 3 cm.),
ESCULTURA D EL
R E N A C IM IE N T O
EN IT A L IA
El problema capital al que se
enfrenta la escultura del Renaci
miento en sus intentos de renova
[547] El G reco, M artirio de San M au ción es la liberación de los ele
ricio y la L egión T ebana, 1580-84. El mentos figurativos dei relieve y
E scorial. A centuación individual de las
tendencias figurativas m aníeristas, bajo
de la vinculación arquitectónica.
la influencia de la C ontrarreform a es La figura de nicho y el relieve,
pañola. tendentes cada vez más hacia lo
pictórico, se mantienen como ac
ta nunca su formación en la es tividades im portantes para los ima
cuela veneciana, pero en el con gineros y broncistas. Pero el prin
tenido expresivo y la composición cipal interés se dirige claramente
formal, sus cuadros hablan un len hacia la figura libre de bulto re
guaje com pletam ente diferente. La dondo, que ocupa una posición pre
belleza del cuerpo humano, tal ferente, análoga a la del edificio
central en la arquitectura. El R e ción para el uso privado. Con bas
nacimiento, orientado hacia el h o m tante frecuencia los escultores eran
bre, fija su objetivo en la repre a la vez orfebres, a los que de to
sentación del desnudo, ya desde dos modos ■parecía natural ¡la labor
los prim eros años del s. xv, inten en pequeño formato. Libres de
tando aclarar la anatomía, la fun toda atadura a fines litúrgicos o
ción del cuerpo y su relación con de cualquier otra dase, las meda
el espacio. llas, estatuillas de bronce y obje
tos d e artesanía ofrecían a los ar
tistas la ocasión de aprovechar pa
L a e s c u l t u r a d e l R e n a c i m i e n t o ra sus creaciones la mitología y ia
TEMPRANO H istoria, la vida cotidiana y la
Naturaleza; por estas razones, si
Florencia constituyó también el arte menor nos ofrece u n testimo-
centro de la escultura del tem pra
no Renacimiento. El s. xiv había
legado a los ciudadanos de dicha
ciudad una serie de grandes obras
artísticas inconclusas; a la cate
dral le faltaban cúpula y facha
da; el baptisterio exhibía solamen
te una de las tres puertas en bron
ce proyectadas [454], y Orsan-
michele —el oratorio de los gre
mios, cuyos patronos debían ser
representados en los tabernáculos
del exterior— esperaba aún su de
coración estatuaria. Estos encargos
fueron adjudicados por los b u r
gueses; sus comisiones decidieron
sobre los concursos y vigilaron la
realización, por lo cual se unía a
estas obras de arte el particular o r
gullo del florentino, Al mismo tiem
po, los Médici hacían algunos im
portantes encargos privados para
su palacio urbano y sus villas. [548] D onatello, estatua en bronce de
O tro destacado sector de encargos D avid, hacia 1430. F lorencia, M useo N a
lo formaban las costosas tum bas cional. P rim era escultura exenta dei Re
de la nobleza, el patriarcado y el nacim iento tem prano. A lto grado de rea
lism o, unido a ia naturalidad y elegancia
clero, en las que se habían de de ia época tem prana.
unir elementos arquitectónicos de
corativos con abundante ornato de
relieves y esculturas exentas. En nio amplio y vivo de los gustos
conjunto, el volumen de grandes e intereses de la época.
encargos debió ser, sin embargo, La obra de Lorenzo G hiberti
considerablemente menor que en (1378-1455) se sitúa en la transi
la pintura. En cambio, fue quizá ción ded G ótico al Renacimiento
más profusa la producción en el temprano. En la forma individual,
terreno de la escultura menor, que en la delicadeza de sus figuras y
interesaba como objeto de colec en la fluidez de los ropajes, dicho
artista se halla aún fuertem ente anteriores, deja paso ahora a espa
sometido al preciosismo del estilo cios rectangulares, cuyos relieves,
blando, especialmente en su p ri de efecto pictórico, están compues
mera obra capital, la segunda puer- tos según ias nuevas leyes pictó
ricas de composición. En sus ar
quitecturas ideales se muestra el
exacto conocimiento de la perspec
tiva lineal; los grupos de figuras
manifiestan un fírme sentido de
la interrelacíón de cuerpo y espa
cio. Bajo las vestiduras, de suave
fluidez, é. cuerpo se percibe como
realidad viva y palpable. El marco
que rodea las distintas zonas del
relieve delata d conocimiento de
la escultura clásica, especialmente
en las cabezas y retratos que resal
tan de los medallones.
L a escultura d el alto
R e n a c im ie n t o
La escultura del
M a n ie r is m o
[563] P h ilib ert D elorm e, palacio A net, [564] F ierre Lescot, ala occidental d d
1549-52. D ib u jo de Jacques A ndrouet Louvre en P arís, com enzado en 1546.
D ucerceau, en el M useo B ritánico, Lon R a m ificació n serena y plana de la fa
dres. T ransición a 1í^ arquitectura rena chada con adornos diferenciados de re
centista nacional francesa, con m otivos lieves; frío pero elegante efecto de con
de procedencia italian a elaborados in d e junto.
pendientem ente (por ejem plo, arco de
triunfo) y elem entos de tradición pro
p ia (patío in terio r libre, articulación
quedó al margen de su competen
vertical, tejado em pinado con construc cia. Para Diana de Poitiers levantó
ciones adicionales). E jem plo de parque Delorme, en 1549-1552, el pdacio
sim étrico del Renacim iento. A net, que sería destruido en gran
parte durante la Revolución Fran
función de los «fustes» verticales cesa, Pero un dibujo [563] de ja c
propios de la estructura gótica y ques A ndrouet Ducerceau (1510-
no tanto en función del volumen 1584) puede proporcionarnos una
arquitectónico. Tam bién en los de idea de la edificación original.
talles se hace visible la conjunción Este mismo dibujo proporcionó im
de ambos estilos. Decoraciones re portantes elementos de partida al
nacentistas con influencias lom grupo de artistas que adquieren,
bardas aparecen junto a vestigios hacia mediados del s. XVI, consi-
deración e influencia como arqui Barroco. Hacia mediados del si
tectos y teóricos de su especiali glo xvi la arquitectura renacentista
dad. Pertenecen a una generación francesa alcanza su segunda etapa
que se encuentra en situación de estilística, y, de este modo, sur
relevar a los italianos llamados a gen nuevas edificaciones — como
Francia. Todos eilos conocen la el ■ala occidental del Louvre en
nueva y la antigua arquitectura de París [564], comenzada en 1546
Italia por observación propia y por Pierre Lescot (1510-1578)— ,
disponen tam bién del bagaje teó que presentan más marcadamente
rico necesario para poner fin al los rasgos de un estilo arquitec
«estilo mixto» de los primeros de tónico nacional independiente, Los
cenios. Ducerceau, impresionado elementos góticos de la tradición
por Jos edificios clásicos y las autóctona han desaparecido casi
obras de Bramante, se cuenta en totalmente. El p u nto de partida es
tre los fundadores de la arquitectu el aparato formal, firmemente do
ra clásica francesa; su gigantesca minado, del Renacimiento italiano,
guía «Les plus excellents Basti-
m ents de France» (1576-1579) ejer
ce una influencia incalculable. De-
lorme influye especialmente a tra
vés de sus numerosos edificios,
en los que intenta adaptar a la
arquitectura patria las experien
cias de su e s t a n c i a en Italia.
En el palacio A n e t se pueden com
probar diversos motivos formales
tomados de modelos italianos cla
ram ente determ inados, y en el arco
d d portal, como en la parte media
del cuerpo principal de tres alas,
se adopta el motivo del arco de
triunfo, A pesar de la influencia i! 565 J Rosso F lorentino, galería cíe
Francisco I en el palacio de Fontaine-
italiana, los elementos franceses se bleau, hacia 1533-40. T íp ico estilo de
abren paso hasta ocupar un prim er decoración de la «escuela de Fontaine-
plano: el gran patio libre y la bleau», con fuerte influencia italiana.
O rnam ento de estuco, p in tu ra y lam ina
acentuación de las líneas verticales do d e' m adera, tallado con sistema deco
por las altas ventanas, las lucernas rativo equivalente, n eutral. E n el o rn a
y los empinados remates de chi m ento, com ienzos d el enrollado,
meneas. El dibujo de Ducerceau
da a la vez una idea de la configu que, sin embargo, aparece reinter-
ración de un parque del Renaci pretado en función de una volun
miento: el gran rectángulo está tad estilística diferente, Con so
dividido en rectángulos menores si berana imparcialidad, Francia fun
métricos, cuya distribución da lu de, en una ingeniosa tras-posición,
gar a figuras geométricas. El par ¡as influencias extranjeras con sus
que se extiende, por tanto, como propias tendencias estilísticas. Si
tina alfombra ante el palacio. La Rafael había creado en el palacio
arquitectura y el paisaje se rela Vidoni-Caffarelli de Roma [512]
cionan de una forma fundam ental una modelación plástica de la pa
mente accidental, no intencionada red, la articulación de la fachada
y lógica, como más tarde en el del Louvre de Lescot — en las zo-
ñas en que está constituida por El adorno del extenso complejo
columnas enteras— produce un palaciego llega a constituir un nue
efecto de decorado plano, racional vo estilo de decoración que une la
mente ordenado, e impuesto a la pintura y la plástica de estuco en
fachada desde el exterior. Apenas un todo unitario. Es muy caracte
se pueden percibir los resaltos co rística la Galería de Francisco I
ronados ¡por frontales de arco re [5 6 5 ], realizada p o r Rosso Fioren
dondo, como articulación plástica tino hacia 1533-1540; con 58 m.
del cuerpo arquitectónico, sino de longitud por 5 m. de altura
como acentuación rítm ica de u n forma un típico «espacio fugado»
muro susceptible de continuarse manierista. Si comparamos su sis
por cualquiera de los lados. Esta tema de decoración con el techo
llana y severa articulación, unida de Miguel Angel de la Capilla Six-
a la fría elegancia de la forma sin tina, encontramos aquí, en ía ar
gular, se m antendrá predom inante ticulación pintada, una supraor-
mente en Francia. Cuando, a la dis denación y subordinación de ele
tancia de más de una centuria, el mentos bivalentes: las escenas de
arquitecto barroco rom ano Lorenzo la historia de la Creación, en las
Bernini presenta una proposición zonas principales, y los medallones
para lia prosecución del Louvre, su en las pequeñas zonas laterales,
proyecto se encontrará con el re están determinados por una dife
chazo general, precisam ente por renciada sucesión de orden espi
su acusada plasticidad. ritual. E n Fontainebleau, por ed
M ientras que 3a fachada del Lou contrario, la tensión interna, que
vre de Lescot parece enlazar con llena el sistema de Miguel Angel,
la etapa estilística del alto Rena se transforma en una ampulosa y
cimiento italiano (como puede exornada «neutralidad», que no
apreciarse en sus partes prom inen hace diferencia alguna en la valo
tes, en las que se adopta el motivo ración de las distintas partes de la
del arco de triunfo con nichos en decoración. E n el fondo, se puede
tre las parejas de columnas), el pala percibir una tendencia a la rk-
cio de Fontainebleau es ya plena mificación uniform e y llana, aná
mente manierista. Si se exceptúan loga a la de los frentes exteriores
las construcciones de Florencia, de la arquitectura renacentista fran
esta edificación palaciega irregu cesa.
lar, levantada en varios siglos, a la
que los reyes franceses otorgaron España
una especial predilección, es la
que más influencia ejerce durante Antes que en Francia, en Espa
los decenios de la fase manierista. ña aparecen ya, a finales del s. xv,
E ntre ios más im portantes repre los primeros indicios de un con
sentantes de la escuela de Fon tacto con el Renacimiento. Se li
tainebleau se encuentran dos artis mitan durante largo tiempo, sin
tas italianos: Rosso Fiorentino embargo, al adorno decorativo, que
(1494-1540), procedente de Floren recubre literalm ente ei edificio
cia, y Francesco Primaticcio (1505- {estilo plateresco). Los ejemplos de
1570), formado en la escuela de una auténtica asimilación espiri
Giulio Romano y, por tanto, dis tual de las formas italianas son
cípulo indirecto de Rafael. El peso escasos. En la construcción de igle
orincipal de su obra recae sobre sias, sigue predom inando el G ó
las artes decorativas y figurativas. tico tardío. Sólo a mediados del
s. x v i se levantan amplias iglesias cunferencia, E n la práctica, el
de planta de salón, en las que va cuadrado se halla ligeramente des-
rían paulatinam ente las proporcio
nes y la articulación arquitectónica
siguiendo las influencias del nuevo
estilo.
Las obras que más se aproximan
al modelo italiano son las que en
carga ei propio emperador Carlos V
(1519-1556). Ningún otro edificio
español posee una fisonomía tan
m arcadam ente renacentista como el
pdlaeio imperial de la M ham bra
en G ranada [566], comenzado en
1526. Si hubiera sido concluido ha
bríamos tenido una idea más exacta
Inglaterra
Igual que en toda la arquitectura
no italiana, en la inglesa del s. xvi
se unen elementos locales de tra
dición gótica con las formas rena
centistas importadas. Pero al con
trario de lo que ocurrió en Francia,
este enfrentamiento no conduce a
la síntesis de un estilo nacional.
Lo propio y lo extraño coexisten
en cierto m odo sin violencia. Sin
ve com o m odelo, prim ero en los capi hacia 1560-70 [572], abajo izq,), cuyas
teles de los órdenes de colum nas, luego bandas se enredan unas en otras y se
en los más diversos m otivos ornam en enrollan en ios extrem os. Se une fre
tales en form a de bandas de ondas, en cuentem ente el herraje [5 7 2 ], que re
las palm etas y en las hojas de acanto cuerda formas estam padas o aserradas.
[5 5 2 ]. E ste sistem a form al, en parte Figuras de sátiros o cabezas de anima-
abstracto y en p arte tam bién n atu ralis les se insertan a m enudo entre las cintas
ta, está m uy entrem ezclado con lo f i y volutas de estas form as ornam entales
gurativo {leones, centauros, herm as, e t abstractas (Cornelís Bos, 1554 [573], aba
cétera). La evolución llega a su punto jo derecha),
Jos grabados de ornatos se utilizan Fontainebdeau marca la pauta de
con exagerada profusión. La apli esta tendencia. Es, sin embargo,
cación de estos elementos se lleva en Alemania donde el estilo deco
a cabo de una forma mecánica, rativo sufre su más exuberante
tanto sobre una fachada de iglesia desarrollo: la puerta suntuaria de
[581 ] como sobre un mueble la Sala Dorada del palacio de Büc-
keburg [5 80], de 1605, nos pro
porciona un ejemplo -muy carac
terístico. E l centro de la arquitec
tura de la puerta lo ocupa la vo
luta sobre la hoja, en la que ya
están contenidos todos los ele
mentos de 'la decoración. Partiendo
de aquí se extiende ésta sobre todo
el contorno : ningún hueco queda
sin utilizar. Un verdadero «horror
[576] Mesa italiana de flancos, s. xvi. [577] Silla italian a de tije ra , siglo xvi.
Dos flancos con volutas talladas, que se P a rís, M usée Cluny. Forma redondea
transform an por arriba en cabezas y por da de listones cruzados que aparece ya
abajo en garras de león, soportan el en el siglo xv. Respaldo curvado con es
sólid o tablero. E l travesano, hahitual- cudo tallado, de una sola pieza. Cortos
m ente a m edia altura entre los flancos listones horizontales form an el asiento
para dar consistencia a la mesa, está y le dan m ayor consistencia.
sustituido aquí po r una pesada plancha
en el suelo.
1540-1599), es su arquitecto. T an
to la Compañía como la finalidad
sólo a la arquitectura interior. E l
de la iglesia condicionaron el pro
recinto interior se presenta como yecto inspirado en la iglesia ma
sala gótica de tres naves, en la que
triz de los jesuítas, II Gesü de Ro
sólo ios capiteles corintios de los
ma [523]. A primera vista el pa
pilares redondos denotan eá Rena rentesco parece inmediato: ambas
cimiento. Se cierra la nave con un ediciones pertenecen al tipo de
frontón carente de torre, que re iglesia de planta de salón «mo-
presenta expresivamente el modo noespacial», con bóveda de medio
de configuración arquitectónica p u cañón y capilla. Sin embargo, sus
ramente decorativa, característica de sistemas murales representan posi
la arquitectura renacentista del nor bilidades completamente diferen
te de Alemania. Las ventanas y tes en la constitución constructiva.
la articulación vertical con contra E n II Gesü la superficie mural so
fuerte corresponden plenam ente a bre las capillas laterales es el ele
las formas conocidas del Gótico, m ento constitutivo del recinto, y
Este sencillo esquema está revesti en San Miguel lo son los pilares
do de una rica indum entaria orna del muro dispuestos transversal-
mental, cuyos motivos proceden de mente respecto al eje espacial. E n
los grabados de ía época. tre ellos se tienden galerías altas
que forman un nicho trifórico cía- En cambio, a las pilastras de la
ram ente iluminado y abovedado planta inferior les falta toda fuer-
por cañones transversales, que al za ordenadora. Parecen estar su-
mismo tiempo cierran por arriba perpuestas al fondo a¡l igual que
ias oscuras capillas laterales infe- la división en zonas de las plan-
ribres. La alta bóveda de cañón tas superiores. La idea de hacer
del recinto principal descansa igual- descansar las bandas de cornisas
mente sobre recios pilares con arco, de las plantas segunda y tercera
cuyas partes frontales constituyen sólo exteriorm ente y sobre una pí-
— en su conjunto— la «pared» que lastra, m uestra que la configuración
cierra el espacio, Este sistema, que de es,te frente visual se desarrolla
en principio se remonta a iglesias según la decoración de una super-
góticas tardías de pared de pilares, ficie y no según la manifestación
se generalizó más tarde en las igle- de fuerzas arquitectónicas; consti-
sias barrocas del sur de Alemania, tuye una labor de tablero de dibu-
En la fachada de San. Miguel jo, ideada principalm ente con 1a
[582] se ha intentado aplicar al regla y el compás. -
frontón alemán las soluciones ro- Esta idea, concebida a partir de
manas de fachada. El resultado es la figura planimétrica dibujada, se
de un efecto bastante ambiguo. En manifiesta en la planificación ur-
comparación con lia lógica articula- banística de Freudenstadt [584].
ción del frente de 11 G esü [5 2 4 ], C u a n d o H einrich Schickhardt
lo que se consigue es una inge- (1558-1634) proyectó hacia 1600
nua y amable arquitectura de eba- esta colonia para protestantes aus-
nista. Los pórticos, que intentan tríacos exiliados, ordenó los traza-
dar un acento plástico a la recu- dos de calles como las lineas so-
bierta fachada, son lo que más re- bre el tablero del juego de «tres
cuerda al Renacimiento italiano, en raya», de forma concéntrica, en
torno a la gran plaza cuadrada del de Dresde, Residencia de M u
mercado. E n su centro estaba pro nich, Palacio de Aschaffenburgo y
yectado, en forma de cuadrado co otros), no se consigue crear, sin
locado diagonalmente, el palacio embargo, un estilo nacional de
ducal que nunca fue construido; validez general. Los elementos co-
las esquinas de la pdaza están des múnes se reducen generalmente
tacadas por edificios angulares más sólo a los adornos decorativos. La
altos, como el ayuntam iento o la misma ordenación simétrica de la
iglesia local. Seguramente en la planta no es, en modo alguno, algo
disposición general opera el esque evidente. Así aparecen, por ejem
ma del antiguo campamento ro plo, las distintas partes dsl Pala
mano, pero la arquitectura rena- cio de Heidelberg como un grupo
[585] E dificio de O ttheinrich del p ala [536] ja k o b W olff el V iejo, patio inte
cio de^ H eideiberg, 1556-59, Por la fusión rio r de la Fellerhaus de N ureniberg, 1605,
de influencias italianas y holandesas y A pesar de la lib re u tilizació n de m oti
por la estructura ■constituye una de las vos gótico-tardíos de tracerías, la dispo
creaciones más logradas de la edificación sición general revela una inteligente in tu i
palaciega renacentista alemana. ción de la esencia del m odelo italiano.
[603] Roulland Leroux y P ierre d'A u- [604] P h ilibert D elorm e, tum ba de Fran*
beaux, tum ba de los cardenales Jorge I cisco I, proyectada en 1547. St. D enis,
y Jorge I I d ’A m boise, e n la catedral de abadía. En el zócalo, m otivo clásico de
R ouen, com enzada en 1515. Form as orna arco de triunfo; en el arco cen tral, los
m entales y relieves com o fondo p ara dos sarcófagos; sobre la plataform a, las f i
esculturas m onum entales. U n ió n estilístic a guras arrodilladas del rey y su esposa.
de G ó tico y R enacim iento.
tado en 1547 por Philibert D e
En la tum ba de los cardenales lorme, que enlaza con el sepulcro
Jorge I y Jorge I I d'A m boise medieval, parte del motivo del ar
[6 0 3 ], que fue comenzada en 1515 co de triunfo clásico de propor
por Roulland Leroux en la cate ciones perfectas. Las figuras arro
dral de Rouen, se mantiene vivo dilladas sobre la plataform a están
el legado medieval de las esculturas representadas con cierta aridez ob
de pórtico de Claus Sluter en la jetiva y fría. Describe al rey con
cartuja de Champmol (finales del el mismo distanciam iento realista
s. x iv ), Como en la arquitectura y desinteresado que el retrato
de la época, también en esta tumba ecuestre de Franfois Clouet [598].
m ural de mármol se une una rebo O tro ejemplo sereno de la ten
sante abundancia de formas orna dencia estilística clásica francesa lo
tenemos en el m onum ento en m ár pajes de pliegues aristados, es in
mol realizado en 1559 [605] por confundible y netam ente francés.
Germ aín Lilon (hacia 1536-1590), Los cuerpos parecen llenos de vida,
en el que las Tres G rad as sostienen pero la espiritualización dominada
sobre sus cabezas la urna con el no deja traslucir, como en el arte
corazón del rey E nrique II. P or italiano, el sentimiento de una sen
3a época en que fueron creadas sualidad inmediata. Sobre las fi
parecería posible considerarlas ma- guras flota más bien un hálito de
nieristas; pero, ¿quién podría si inaccesibilidad. La concepción artís
tuar a estas figuras junto a las tica francesa integra las figuras
[609] P ietro da C ortona, Sam a M ari a [610] Francesco B orrom ini, San Cario
delia Pace en Rom a, 1656. C aracteriza Ja alie qu attro fontane en Roma. En la fa
fachada un centro dom inante ante fla n chada (comenzada en 1667) ha desapare
cos retranqueados. E l juego de contraste cido toda superficie plana. La p lan ta baja
entre la convexidad de la antesala en fo r se ondula en sentido cóncavo-convexo-cón-
ma de tem pietto (cf. [5 1 9 ]) y la conca cavo, lo que refuerza el centro. En el
vidad de Sas alas se repite en el piso piso superior, más ligero, tres partes
superior de la p arte central en menoi cóncavas alineadas una junto a otra.
escala.
[619] Agustino Bareíli y E nrico Zucalli, [620] Andreas Schlüter, frente m eridio
iglesia d e los T eatin os de M unich, co nal del Palacio de B e rlín , 1698-1706. Una
mienzos d e 1663. C onstruida p o r Zucalli y solución de fachada en ia que se m ani
Barelli como sala con capillas laterales y fiesta a la vez la influencia italian a y
crucero plano, y decorada por P erti con el propio deseo de m onum entalidad. Los
estuco blanco, el edificio se co n v irtió en frentes ligeram ente planos de las ventanas
modelo para los artistas del sur de A le acentúan las form as poderosas del porta!.
m ania.
[641] Jean C ourtonne. H otel de Matig- [642] jacques-A nge G abriel: P etit Tria-
non en P a rís, com enzado en 1721. El non en el parque de Versalles, 1762-68.
palacio urbano de «estilo Regencia» e lu Renuncia intencionada a la grandeza re
de toda pom pa: en la fachada del jardín presentativa y al núm ero habitual de edi
se ha conseguido un efecto noblem ente ficaciones. El edificio, com o un cristal
ín tim o , con m edios sencillos. pulido, se abarca con una soia m irada.
cía que signe al Luis catorce y ol se consiguen los pisos casi equiva
Rococó, o sea, aproxim adam ente en lentes, cerrados arriba por un te
tre 1710-1715 y 1750-1760, traba jado plano. La impresión general
ja una generación, cuyos principa viene determ inada por una nueva
les representantes son Robert de concepción de las formas arquitec
C otte. (1656-1735), Germ ain Bof- tónicas.
frand (1667-1754) y Jacques-Ange Junto a los extensos complejos
G abriel (1698-1782 [ 642], que mar palaciegos, los grandes arquitectos
ca ya el camino del Neoclasicismo. franceses del s. x v n crean una no
Los elementos nuevos que apor menos im portante arquitectura sa
tan atañen menos a la edificación cra. El aspecto urbano de París se
palaciega y religiosa que al peque modifica gracias a monumentales
ño palacio urbano, el hotel y las edificios cupulares, como la iglesia
habitaciones íntimas que, como en de la Sorbonne (1635-1642), de
Versalies, se inspiran en lás gran Jacques Lemercier: la iglesia con
des salas fastuosas del Luis cator ventual de Val-de-Gráce (1645-
ce. Al esplendor público oficial si 1665), de Fran¡;ois M ansart; la igle
gue ahora una necesidad de inti sia des Qucttre Nations (1661), de
midad y convivienda familiar. Louis Levau y, finalmente, la Ca
El hotel urbano parisino [641], tedral de los Inválidos (1675-1706),
con sus alas agrupadas en torno a de Jules Hardouin-M ansart [640].
Todos ellos constituyen variantes planta y confieren al edificio una
de la planta de cruz, que aún será gran riqueza plástica p o r el jue
válido para el Panteón de Souf- go de luz y sombra.
flot [723]. E l pórtico representa Tam bién son de gran im portan
el motivo central de da fachada, ins- cia artística las innovaciones en el
urbanismo. La vieja plaza, estre
cham ente rodeada por casas, se ex
tiende, se hace amplia y despeja
da y se abre en anchas avenidas y
calles, cuya perspectiva cierran fa
chadas de iglesias, monumentos o
palacios. En lo posible se funden
varias unidades de plaza en un es
pacio total armónico, disimulán
dose hábilm ente las transiciones
con motivos artísticos d e jardine
ría, como zonas verdes, juegos de
agua y columnatas. Plazas como la
Pldce de la Concorde de París (co
menzada en 1757) [643] y las pla
zas reales de Nancy (1753) figuran
entre las más im portantes obras
de la arquitectura urbana.
Inglaterra
[648] Sir C hristopher W ren, Royal H o s [649] Colen Cam pbell, Casa M ereivorth,
pital en Cheisea, com enzado en 1682, E d i K ent, 1723. E l Clasicism o inglés de co
ficio u tilita rio de riguroso carácter prác mienzos d el siglo X V II aparece im per
tico; el fron tón de tem plo en el centro sonal, f río e incluso epigónico. Mere-
es sobrio, y só lo í l m ontante del tejada w orth es casi una copia de la Villa R o
rom pe el aspecto severo. tonda de Palladio [5 2 6 ].
E l ornam ento en el
B arroco
[65-1] G illcs-M arie O ppenord, diseño de [655] F raníois CuviUiés, grabado en co
d ecoración, hacia 1730. El «ornam ento re bre de las «Piezas de fantasía», hacia
gencia» tiene su origen en los grutescos, 1740. La rocalla, aparecida hacia 1730,
pero es, sin em bargo, m ás fragante y se convierte en la forma ornam ental p re
p ictó rico. Con inusitada riqueza de fan dilecta de m ediados del siglo. Las « in
ta sía se com binan pequeñas escenas cos venciones» adquieren frecuentem ente el
tum bristas, figuras antiguas o m otivos de carácter de una obra artística m enor in
corativos (a ía izquierda un «trofeo») en dependiente, cuyos diversos grados de rea
com posiciones caprichosas, grácilm ente as- lidad no se adaptan a la transposición
cendentes. en la decoración de recintos.
[656] Fran^ois C uvilliés, P alacio Ama- im pone una rica ornam entación de mar-
lienburg en el parque de N ym phenburg eos curvados, zarcillos y elem entos pai-
de Munich* 1734-39.A rquitectura sin co- sajístícos. Los espejos disuelven los lí-
lum nas, p ilares, n i entablam entos. Se m ites espaciales hacia lo irracional.
C658J Charles C ressent, cóm oda, m ed ia [659] Cóm oda veneciana, m ediados de]
dos del siglo x v iii . La p articu lar m aes siglo XVIII. Venecia es eí único enclave
tr ía de Cressent reside en los diseños del auténtico Rococó en Italia : precisa
de los adornos de bronce. N egando su m ente en ¡a producción de m uebles se
función práctica, las asas están ocultas m uestra con p articu lar claridad. E n la d e
en los zarzos dorados. C ada m ueble se coración se suele em plear la p in tu ra de
convierte en p a rte in tegrante de la deco flo res.
ració n espacial.
res pulidos, distribuidos en motivos
formas corporales. La butaca baja figurativos y abstractos. En el
y acolchada, el sofá y la «chaise- Rococó los perfiles adquieren un
longue» surgen también en esta aspecto agitado y confuso, aunque
época. las distintas formas ornamentales
Con el Rococó, hasta 1750 se mantienen pesadas y espesas.
aproximadamente, todos los m ue Sólo V eneda logra crear un estilo
más original de muebles, basado E n el segundo cuarto del s.
principalm ente en el efecto cro x viii, se inicia un sorprendente
mático. Las sólidas y panzudas florecimiento del mueble alemán.
cómodas [659] y mesas, general El entrelazado y la hojarasca de
m ente cubiertas coa placas de már la Regencia ceden pronto ante las
mol, están pintadas o lacadas en formas de rocalla asimétricamente
un tono claro como el resto del talladas, en las que se despliega
LA ESCULTURA DEL
BARROCO
Italia
[663] G iovanni Lorenzo B ernini, Extasis [ó64] G iovanni Lorenzo B ernini, Fuente
de Santa T eresa, 1644-47. Rom a, Santa de T ritó n en la Piazza B arberini de
M aría della V itto ria. La escena aparece Rom a, hacia 1640. La obra está consta
como una visión sobre el altar. B em ini tuida por figura ancestral con cuerpos
lleva el ilusionisrno hasta ta l p u n to que de delfines, valvas de concha realistas
■el d e m e n to m aterisl de! m árm ol blanco y el m usculoso T ritó n . B ernini es - el
queda relegado a un últim o plano. p rim ero que im pone m edios con figura
tivos tan absolutos.
[663J Fontana di T rcvi en Roma, pro- Fachada palaciega, arco de triunfo y fuen-
yectada en 1732 por el arquitecto N icola te m onum ental al m ism o tiem po (agua-
Salvt; acabada en 1762, en su adorno fuerte de G iovanni B attista P iranesi, d d
escultórico, por el escultor P ie tro Bracci. año 1751).
liar este lenguaje metafórico y, pro- tro figuras del tabernáculo en San
bablemente, sólo necesitó contem- Giovdnrti in Luterano conjugan
piar el escudo de abeja paipai para las doctrinas de Bernini y las de
los franceses en una voluminosi- España
dad más ¡holandesa que romana. D e
la generación posterior se debe El clero y los gremios son, salvo
destacar a Pietro Bracci (1700- raras excepciones, los clientes de
1773): su N eptuno de la Fontana los escultores españoles; pero para
di Trevi [665] dirige aún, con ambos grupos se realizan exclusiva
berninesca riqueza de movimientos, mente obras religiosas, ya que di
los caprichosos motivos acuáticos, chos gremios compiten entre sí en
pero una gracia femenina comien los encargos de las populares fi
za ya claramente a paralizar el guras de la Pasión, para los pasos
ímpetu Barroco. E l más original de las procesiones del Viernes
— dentro de un gran virtuosismo— , Santo.
y 'polifacético escultor italiano dai Las figuras que adornan el re
s. x v m es seguramente el sicilia cinto de la iglesia [667] represen
no Giacomo Sepporta (1656-1732): tan con gran frecuencia a santos
Francia
[675] B akhasar Perm oser, Apoteosis del [676] Joseph A ntón Feuchrm ayer, altar
príncipe E ugenio, 1718-21. V iena, G ale de San Juan B autista en la iglesia de
ría austríaca. U na alegoría del general peregrinación de B irnau, 1748-50. A ltar
triunfador en una desbordante y fantás lateral de mármol estucado con policro
tica riqueza de form as; espléndido m ovi m ía, estrecham ente unido a la arquite-
m iento de la com posición, tura e integrado en la decoración general.
Son característicos la asim etría y los e le
m entos paisajísticos.
(1664-1714) representa en la tran
sición al nuevo siglo la etapa del La Apoteosis del príncipe Euge
alto Barroco. Ju n to a Bernini, es nio [675], del sudalemán Baltha-
el más valioso talento escultórico sar Permoser (1651-1732), que vi
de rango internacional, En sus figu vió muchos años en Italia y que,
ras han desaparecido las últimas a su regreso, trabajó durante mu
reminiscencias góticas, los rasgos cho tiempo como escultor de la
duram ente quebrados y sobrealar- Córte en Dresde, se sitúa, por sus
gados expresionistamente. En cam pesadas formas, dentro del Barroco.
bio, los cuerpos han ganado mucho A uténticam ente barroco es tam
en plasticidad, lo que se une a bién el tema de la glorificación,
que, con su abundante aditamento mente, Ja figura aislada se integra
alegórico, amplía la figura cons- aún más en el conjunto decorativo
tituyendo un grupo complejo, pero de los interiores, cuando no con
tieno de movimiento. E n su forma serva como las figuras del jardín
general arabesca de ornamentación un cierto aislamiento forzoso. Es-
ya se presiente, sin embargo, la penalm ente en el sur de Alemania
proximidad del Rococó. ■y en A ustria trabajan ahora nu
En Viena, Georg Raphaei Eton- merosos escultores, de los cuales
ner (1693-1741) representa una sua muchos son al mismo tiem po estu
ve e idealista variedad del Barroco cadores, Sus obras, concebidas para
tardío. Es característico de este espacios dispuestos escenográfica
artista el empleo del plomo de mente y pensados para la contem
brillo mate, como lo hace en su plación a distancia, rayan con fre
obra principal, la fuente del Mebl- cuencia en la artesanía decorativa.
Destacan sobre todo el muniqués
Egid Q uirin Asam (1692-1750)
[607], escultor de la Corte; Paul
Egell (1691-1752) de Mannheim;
Joseph A ntón Feuchtmayer (1696-
1770) [676], que trabaja en la
región del lago de Constanza, y
[685J G iovanni B attista T iépolo, S acri [686] Francesco G uardi, Rio dei Men-
ficio de Ifígenia, 1737. V icenta, Villa Val- dicanti, hacia 1776. Bergamo, Accademia
m arana, Un ú ltim o triu nfo de la pintura C arrara. G uardi consigue una gran fideli
ai fresco barroca. D ecoración no sólo fes- dad a la realidad representada. Capta en
tiva, concertada con el recinto, sino tam escenas que parecen casuales, brillantem en
bién im presionante ilu stración del tema te pintadas, la atm ósfera pictórica particu
clásico. lar de su ciudad natal, Venecia.
[691] Pedro P ablo Rubens, R apta de ias libremente! en grupo grandioso en el pai-
hijas de L eucipo, hacia 1618. M unich, Pi- saje. En la expansión y concentración
nacoteca. E l rap to de las m ujeres, e s tra í- constituye u n m odelo del arte com positivo
do de la m ito lo g ía griega, está enm arcado barroco.
[692 J A nthonis Van D yck, M arquesa Adriaen Brouwer (1605-1638),
Elena G rim aldi, hacia 1625. W ashington, discípulo de Frans Hals, se con
N ational G aliery. Como retratista p re fe ri
do de la sociedad elegante, V an Dyck re vierte en el pintor más im portante
produce a las personas no sólo como son, de los estratos sociales más bajos
sino como quisieran aparecer ante el m u n [693]: campesinos que en la ta
do. El paje y las colum nas acrecientan
la dignidad. berna se entregan con pasión a las
riñas, ias cartas, los dados y el ta
baco, son sus cómicos y drásticos
héroes. Sus pequeñas tablas, corno
miniaturas, constituyen obras ma
estras de una cultura crom ático
pictórica, realizadas con extraordi
naria soltura.
[697] R em brandt, KetDrno del hi¡o pro- [698] Frans H als, R etrato de hom bre,
digo, 1668-69. Leningrado, E rem itagc. Una hacia 1650. Leningrado, E rem itage. V olu
de las últim as obras del m aestro, en la m en m arcado y pesado del cuerpo vestido
que se intensifica lo esp iritu al en cada de negro; el cuello y el puño constituyen
adem án: en la im posición de las m anos, ligeros acentos blancos. La cabeza —llena
en el giro de una cabeza, en la m irada. d e m atices— revela inteligencia y superio
Todos los detalles de objetos se hunden ridad.
en la som bra.
precisión lo fisonómico, sino que
Los Estados protestantes — en diluye también el fondo y la in
aquel mom ento libres de ¡tutela dum entaria de manera casi im pre
política— no conocen ios temas sionista [698]. Sus retratos de
barrocos del sur: triunfo de la grupos — de corporaciones, gremios
Iglesia, vida de los dioses, glorifi de tiradores, presidentes, etc., muy
cación de los príncipes. D epuran agudamente caracterizados— mues
el arte dentro de las fronteras de tran su estrecho contacto con la
la cultura autocrática, burguesa, sociedad.
Las obras de Frans H als y de Jan Un profundo silencio impregna
Vermeer van D elit nos m uestran có los cuadros de Jan Vermeer van
DeMt (1636-1675), Los hombres en en la pintura, por lo que el nivel
su trabajo, la criada ocupada en la de sus prcducciones es más bien
cocina, la mujer cosiendo, deno provinciano. Los pintores alema
tan un estado de inmovilidad que nes marchan en gran parte al ex
les hace aparecer extrañam ente em tranjero, pues carecen de encargos
parentados coa el m undo de las d e la Iglesia y la nobleza. A Joa-
cosas inertes. Un cromatismo esco ebim von Sandrarí (1608-1688), el
gido, propio de orfebre, confiere polifacético y viajero autor de la
a su pintura un lujoso esplen «Teutstíhen Akademie» — tina co
dor [699], lección de biografías de artistas pa
En las postrimerías del siglo no recida a la Vasari— se debe el
vive ya ninguno de jos grandes retrato de un alcalde, que muestra
maestros. Las influencias francesas la «grandeza» algo rígida con la
que se quería im itar el cuadro re
presentativo italiano, pero, sobre
todo, el holandés. Se fbm eten tam
bién al influjo d e Holanda los nu
merosos pintores de bodegones,
cuyos temas cotidianos encuentran
acogida en las habitaciones bur
guesas.
Después de la guerra, Johann
Heinridh Sohonfeld (1609-1682)
regresa de Italia y transm ite a la
zona del sur de Alemania las for
mas del Barroco italiano. Pero la
vitalidad de las figuras de Sdhón-
feld tiene un aspecto más apagado
en Alemania; aparece en un paisa
je lleno de luz que se pierde^ en la
niebla coloreada de la lejanía [7 0 0 ].
En general, la pintura en la se
gunda m itad del siglo es hetero
génea y oscila entre influencias
[699] Jan V erm etr van D elft, Lectora de italianas y holandesas, siendo más
una carta, hacía 1657, D resde, G alería de
Pinturas. La cortina de brillo sedoso, el perceptible prim ero el modelo de
cristal de rcSejo m ate, la blanda estructura Rubén s, Rem brandt y Van Dyck,
de las alfom bras y la delicada silueta de y luego el de Caravaggio y Cor-
la m ujer ante la pared soleada se funden
en una arm o n ía de «naturaleza m uerta». tona, Se paraliza el desarrollo de
un estilo alemán propio, dada la
dominan, a través de todo el si desmembración territorial y la falta
glo x v n i, las distintas manifesta de un poder centralizador de las
ciones artísticas en Holanda. artes y las ciencias. Es sintomático
que el único artista verdaderamen
te genial del alto Barroco, Michael
Alemania W illmann (1630-1706), trabaje en
la periferia del país, en Bohemia
Lo mismo que en la arquitectu y Silesia. Sus cuadros, casi exclusi
ra y la escultura, la larga guerra vamente religiosos, son obras del
de la prim era m itad de siglo ejer ■más alto patetismo [701], en las
ce también su efecto paralizador que se disuelven figuras de santos
y paisajes en un visionario espec nores. Como en los Países Bajos,
táculo de color, luz y sombra. Ade cada uno se concentra en un de
más de las de Rem brandt, se pue term inado tema, entre ios que úni
den -percibir las influencias de Ru- camente el retrato posee una cierta
bens, aunque las figuras de Wi- calidad. Significativamente, los dos
límann nada tienen de su hum ani
dad y alegría. Con sus bruscos con
trastes de luz y sombra, parecen
signos descorporeizados de u n acon
tecimiento supraterreno. E n el
Dolor de Marta ha desaparecido
todo movimiento, todo dramatismo
Francia
[718] Friedricii W ilhelm von Erdm an- [719] Friedrich Schmidr, Palacio Muni-
nsdorff, «Casa gótica» en e! parque de cipal de Viena, com enzado en 1873. Un
W orlitz, 1773. U n palacete de jard ín eiem plo de ios com plejos edificatorios
neogótico en el «parque inglés»: la a r cada vez más extensos, cuyas m últiples
q uitectura y la ja rd in e ría denotan un funciones intenta dom inar la arquitectura
carácter p ictórico , irregular, orgánicam en de estilos. Y uxtaposición acum ulativa de
te desarrollado. Un ejem plo dei m ovi form as de las d istin tas etapas estilísticas
m iento anticlásico que conduce al R o del G ótico.
m anticism o.
de la manera de ser alemana. El Ro
pone cronológicamente ai Rococó. manticismo contribuirá a que el
También es sintomática la contem Neogótico se alce en símbolo de la
poránea moda china; sus adeptos conciencia patriótica. Los sentimien
coinciden con los neogóticos en la tos de fe, despertados por el G óti
admiración por lo fantástico y ex co, se extienden no sólo a los ámbi
travagante. En los decenios sucesi tos religiosos, sino también a los
vos, ei Gótico se convierte progre antecedentes nacionales de un pa
sivamente en esencia del desarrollo sado, que es empujado cada vez
orgánico y no vinculado a ningún más hacia una luz transfiguradora.
esquema. Estas propiedades se opo- Esta visón histórica se sirve del G ó
nen a la simplicidad y a la simetría tico como de un símbolo de la tota
de la A ntigüedad. Especialmente en lidad — o sea, de la fe inquebran-
Alemania, donde el Neogótico hace tada, de la ordenación totalizadora
su aparición con la Casa gótica y jerárquica de la vida, etcétera— y
[718] del parque de W orlitx de se opone a lo «rebuscado» de los
1773, el estilo se orienta en direc imitadores de la A ntigüedad, a cu
ción a lo original, enorme y eleraen- yas forma-s se reprocha que fueron
pensadas, pero no sentidas. Así el W illiam M orris, iniciador de una
Gótico, en las guerras de liberación, evolución que intenta renovar la
se proclama como estilo nacional artesanía artística a partir de la au
alemán, p o r lo que pro n to se le tenticidad del material.
plantearán problemas, fuera del ám .La praxis arquitectónica del se
bito de ia iglesia, en forma de gundo tercio de siglo se encuentra,
nuevas ideas arquitectónicas. N u en prim er término, con nuevos pro
merosos proyectos intentan realizar blemas arquitectónicos profanos. Á
el sueño de la unidad nacional en la iglesia y al m onum ento arquitec
el monum ento nacional gótico. De tónico {por ejemplo, el de hierro
los complejos de lo orgánico y lo colado de Schinkel para las guerras
originario se deducen, en la tercera de liberación, 1821) se añade ahora
década del s. xix, nuevas concepcio el amplio edificio de reunión y ad
nes valorativas, E l G ótico ya no es m inistración. Inglaterra es de nue
considerado solamente un estilo ar- vo la iniciadora, con el edificio del
Parlamento de ¡Londres, de Gharles
Barry y Á ugust W . N. Pugin (co
menzado en 1835), y más tarde se
levanta el Palacio M unicipal de
Vierta [719] de Friedrich Schmidt
(nacido en 1873). Para estas ta
reas arquitectónicas profanas no es
suficiente ya el caudal de formas
del G ótico religioso, por lo que se
recurre al castillo como una fuente
adicional de estilo. El desarrollo del
castillo neogótico se ajusta a estas
tendencias: el carácter de Í2 casa
rural o de la ruina artificial se rele
ga cada vez más, y cobra im portan
cia la edificación dilatada de múl
tiples patios, que anticipa ya la
compleja articulación del edificio
adm inistrativo moderno.
La interpretación no romántico-
pictórica, sino estructural-construc-
tiva del G ótico tiene sus anteceden
tes en la intensa actividad de res
tauración de la segunda m itad del
[720] A ntoni G au d í, T em plo de la Sa s. xix. La preocupación por un es
grada F am ilia en Barcelona, 1883-1926.
Una reinterpretación fantástica y capri tilo lo más puro posible, libre de
chosa del G ó tico con e! objeto de al posteriores añadiduras, condujo a la
canzar, partiendo de formas naturales, investigación sobre la manera de
una configuración orgánico-plástica del
conjunto aw juitectónico. construir. Ahí reside la diferencia
respecto a la otra interpretación li-
quitectónico puram ente religioso, si' teraria-sentímental del estilo gótico,
n o la encarnación de la autenticidad la cual —«más sentida q u e medi
y veracidad artesanas. Esta idea tie da»— toma su lenguaje formal co
ne su origen en Inglaterra; con m o punto de partida de su errante
ella enlaza, hacia mediados del si fantasía y sigue la opinión de Rus-
glo, el movimiento reformista de kin, según la cual la decoración es
la parte más im portante de la ar país, William Richard Lethaby
quitectura. (1857-1931) distingue entre la ar
Francia, cuna del estilo, abrió el quitectura «blanda» y la «dura» de
camino para una sobria recapitula la época victoriana. El mismo opta
ción de las formas estructurales del por la dura, es decir, por la adecua
Gótico. E n g e n e Viollet-Íe-Duc da al material. En este sentido
(1814-1879) creó !a base para ello construye en 1900-1902 la iglesia
en sus restauraciones y escritos teó en Brockhampton [721], cuya sen
ricos, que influyeron esencialmente cilla articulación espacial de los vo
en el arquitecto español Antoni lúmenes anuncia ya las posteriores
G audí (1852-1926), en su renova interpretaciones del Gótico por par
ción del Gótico «desde dentro». te del Expresionismo. De 1894 a
Cuando comenzó en 1883 la cons 1902, Anatole de Baudot (1834-
trucción del Tem plo de Id Sagrada 1915} construyó en París la iglesia
fam ilia, en Barcelona [720], se de Sí. Jean de Montmartre, [722],
propuso superar el Gótico: «El G ó
tico es sublime, pero incompleto; a
sus comienzos se interpuso dem a
siado pronto el lamentable Renaci
miento. Hoy no debemos im itar el
Gótico, sino proseguirlo rem ontán
donos a la época anterior al Gótico
tardío.» Gaudí se concentró sobre
la bóveda y la planta, que no debía
estar sometida a ningún esquema,
sino parecer orgánica. Los caracte
res de lo orgánico debían estar p re
sentes no sólo en el detalle, sino en
el desarrollo dei cuerpo constructi
vo y sus miembros. Las zonas de
muro y de tejado debían fundirse
entre sí y las torres habrían de sur
gir orgánicamente de las- naves.
G audí consideraba como «muletas»
a los arbotantes góticos e intentó
resolver el problema de la absorción
de presiones por medio de puntales
arboriformes oblicuos. De esta ma
nera ideó una estrutura de soporte,
[721 ¡ W iüiam Richard Lechahy, iglesia
cuya originalidad arquitectónica y en Brockham pton, 1900-02. Clara articu
calidad son comparables a la diná lación de volúm enes de acuerdo con el
mica diagonal de las construcciones m aterial. E l p unto de partida no es ia
contemporáneas en acero [734], adopción directa de form as detallistas
góticas, sino la aspiración a captar las
[735], El estilo de G audí, orienta leyes estructurales del G ótico.
do hacia las formas naturales, cons
tituye además un puente del Neo- Utilizó los últimos adelantos de 3a
gótico ai Modernismo [781], construcción en hormigón armado,
Análogos esfuerzos por entender sobre todo la viga armada, inventa
estructuralm ente el Gótico se ma da por H ennebique en 1892. La
nifiestan al mismo tiempo en Fran iglesia de Baudot es el primer edifi
cia e Inglaterra. En este último cio que concede al hormigón arma
do - una función dominante. Como m iento) no consigue su culminación
discípulo de Viollet-le-Duc, llegó ei creadora al final, sino al principio:
arquitecto por vía directa a una sín a medida que avanza el s. xix, la
tesis de la construcción estructural imitación de estilos adopta formas
gótica con las más modernas técni cada vez más superficiales y teatra
cas de su tiempo. Emplea ei mate- les. Las dimensiones llegan a ser
pomposas y colosales; las formas
ornamentales se sirven de los mate
riales atractivos y fastuosos [728],
La evolución recorre, en su misma
sucesión histórica, todos los estilos
dependientes de la antigua cons
trucción por columnas: a la arqui
tectura griega sigue la romana, lue
go se imita la basílica paleocristia-
na, más tarde el arte bizantino y el
Románico, hacia la m itad de siglo el
Renacimiento y, finalmente, los co
mienzos del Barroco. E l Neogótico
encuentra sus seguidores entre quie
nes conceden a las fuerzas irracio
nales de 3a fantasía un papel prin
cipal en el proceso creativo. Las ten
dencias cíasicistas despiertan eco en
aquéllos que anteponen la forma
medida a la sentida, la exactamente
delimitada a la dinámica errante. En
el bando gótico se dice; «Todas las
formas bellas están formadas por
curvas.» (Ruskin.) El Clasicismo de
[7¿2J An.iiolc de Buudót, Si. J ímh <ie fiende su lenguaje de formas este
M ontm arire en P arís, 189-4-1902. In te r
pretación de la construcción gótica de reométricas básicas, como el cubo,
arm azón con los medios técnicos más la esfera, el cilindro y la pirámide.
m odernos de la época: la construcción H e aquí su manera de asegurar
de los pilares y de la bóveda nervada
está realizada en horm igón armado. se de lo originario y elemental.
Construye volúmenes corpóreos, en
ría! de manera directa, y exhibe, a contraposición al Neogótico, que se
través de ensamblajes espaciales, guía por el desarrollo de la estruc
una gran audacia estructural. En tura espacial. En los primeros dece
esta creación de Baudot coinciden nios se manifiesta de una manera
las dos tendencias evolutivas: la impresionante la importancia de los
construcción en acero y en horm i volúmenes macizos, en los lapida
gón armado, que puede considerar rios cuenpos murales lisos [725],
se como la réplica moderna a la que más tarde cede paso a una es
forma de construcción gótica por ar tratificación más compleja de ¡as su
mazón, y el Neogótico estructural, perficies,
que pronto se ve enfrentado a los Germain Soufflot (3713-1780) lo
nuevos materiales de construcción. gra la estricta articulación de enor
Al contrario que el Neogótico, la mes cuerpos arquitectónicos en el
resurrección de los estilos m edite exterior de la iglesia de Ste. Gene-
rráneos (A ntigüedad clásica, Renaci vtéve, en París (comenzada en 1757)
[723]. M odelos romanos y renacen- templo para honra de los héroes y
tistas determ inan el proyecto, que fue proclamada Panteón de la Na-
también pudo haber sido apadrina- ctón. A esta penetración de inten-
do p o r la Saint Paul’s Catedral de ciones extraeclesiásticas responden
Londres, d e Ghristopher W ren los arquitectos con una curiosa in-
[645]. La construcción tuvo una seguridad en la tradición: por ejem-
[739] Caspar D avid F riedrich, Rocas abre, entre el fantástico fondo de rocas,
cretáceas en R ügen, 1820. W interthur, M u el espacio infinito en un contraste que
seo de A rte, fundación R einhart. Cum bre tam bién refleja la escala crom ática, desde
d e la p in tu ra p aisajística contem plativa del los tonos cálidos del p rim e r térm ino
R om anticism o. E i ser hum ano sólo ocupa hasta el azul difum inado de la superficie
la zona anterior del cuadro; detrás se del agua.
[759] G o ttfried Schadow, G rupo de prii> [760] Adolf von H ildebrand, Joven des
cesas, 1795. Museos E statales de B e rlín , nudo, 1884. M useos E statales de B e rlín ,
G alería N acional. E n la n atu ralid ad , la G a le ría N acional. Un arte que aspira a lo
nobleza y la acertada diferenciación de universal p o r encima de la individualidad,
los caracteres, este g rupo en m árm ol refle a ía sencillez clásica, sin patetism o.
ja el Neoclasicism o n atu ralista de Schadow.
se transforma en instrum ento de la
La tendencia a lo caprichoso y política artística estatai-patriótica.
sentimental, que se encuentra ya en A la «religión de los grandes hom
el Neoclasicismo y que en el Rom an bres», fundada por Rousseau y ro-
ticismo recurre a la producción en mantizada por Carlyle, se le erigen
serie, halla su respuesta en u n mo en plazas y avenidas fastuosas, en
vimiento contrario hacia lo teatral los parques y en el campo, suntuo
y lo colosal. Un rasgo melodramá sos templos. Si se estudia el des
tico es ya propio del grupo de figu arrollo de los medios de «opresión,
ras clasicista, como m uestra la tu m a los que se adscribe este sector de
ba de la archiduquesa Cristina, de la escultura, se comprueba su enru-
Canova, en Viena, y aparece más decimiento y su potencialización ex
tarde de forma más enérgica y efec terna. Se recapitula en cierto modo
la historia de los estilos, comen dásica, aspira a un desconcertante
zando en ía Antigüedad dásica y acercamiento naturalista.
acabando en el Neobarroco. Del Cla Principal testimonio, junto a sus
sicismo de principios de siglo pue bustos, es la estatua yacente de
de decirse que se manifiesta con Paolina Bonaparte [758]. La figura
rigor, disciplinado y moderado; ei está situada on el plano paralelo al
estilo neobarroco, m ultifigural, del cuadro, característico del Clasicis
monumento conmemorativo, surge mo, o sea, calculada prim ordial
ruidoso y estruendoso; sus formas m ente para la contemplación fron
son duras y macizas, el ornam ento tal y dorsal. La .postura está artifi
arquitectónico es desconcertante- ciosa y al mismo tiem po provoca
m ente m ultiform e y suntuoso, y el doram ente desnuda, en el más au-
complejo es, en conjunto, de efecto
acumulativo.
Una selección de !a producción
escultórica, cuantitativam ente im
presionante, de la época, perm ite
distinguir dos ramas evolutivas:
una neoclásica, que cultiva formas
serenas y superficies lisas, y otra
romántica, que conforma la masa
figurativa no como símbolo de
existencia intemporal, sino corno
agitados y palpitantes documentos
de la vanidad humana. Por u n la
do, la estatuaria y la elegante pure
za; por otro, seres que respiran y
están en contacto con la vida.
El Neoclasicismo de A ntonio Ca
nova (1757-1822) se remite a mo
delos romanos. Su culto al gran
hom bre, al que la época napoleóni
ca contribuyó con abundante m ate
ria], está penetrado por el despre
cio del presente. La grandeza e in-
temporalidad no le parecen repre-
sentables en el vestido de la época, [761J Francois Rude, La M arsellesa,
al que considera expresión del «gus 1832-36. P a rís , A rco de T riu n fo . E n con
to corrompido». Por eso representa traposición a 3a estatuaria del N eocla
sicism o, Rude crea una com posición q u e
a W ashington como general romano brada llena de dinam ism o arrebatador,
y al emperador N apoleón como en la que resuenan rasgos barrocos.
heroico joven desnudo. Este recha
zo de la profana indumentaria del téntico sentido de la palabra. La
presente no es, sin embargo, expre mirada, dirigida a la lejanía, tiene
sión de una voluntad artística que un efecto distanciador. La figura
desprecie en general la proximidad descansa en ademán exquisito sobre
a la Naturaleza y la realidad; por almohadones que, distensam ente re
el contrario, Canova, en el detalle pletos, contrastan con la esbelta
íisonómico y corporal, nos muestra tersura d d cuerpo. La materialidad
que, dentro del canon de belleza está imitada tan detallada e ilusio-
justamente como sólo el oculto na plo, en el m onum ento de Lulero y
turalismo de u n disciplinado neo la Reforma, W orms, 1858). Una vez
clásico hubiera podido hacerlo. más, como a principios de siglo, el
En Alemania, G ottfried Sohadow Neoclasicismo propugnaba sereni
(1764-1850) representa el Neoclasi dad y purificación de la forma.
cismo. Su realismo es más cálido y Adolf von H ildebrand (1847-1921)
directo que el de Can ova, con quien asumió el papel que en la pintura
entra en contacto en Roma. Su arte había recaído sobre su amigo Hans
se nutre aún del aliento vital de la von Marees [753]: defendió la
tradición barroca, que confiere un configuración y la silueta sencilla.
sencillo encanto y gracia a las me De esta manera se oponía no sólo
jores de sus figuras [759], a la degeneración de las formas de
los monumentos teatrales, sino tam
bién a la «arbitrariedad» de Ro-
din; anticipó, por tanto, aunque
con fuerzas artísticas más exiguas,
1a corriente que más tarde debía
dirigir Maillol, pero su intención
reformista carecía de ímpetu vital.
Esta es seguramente la razón de
que H ildebrand esté íntimamente
ligado al Clasicismo del s. xix y de
que no tuviera seguidores. Su Jo
ven desnudo constituye una obra
maestra [7 60 ], cuya natural belle
za no tiene p unto de comparación
en el panorama europeo de enton
ces. En ella se cumple el credo clá
sico del escultor; «cuanto más tí
picos y normales sean los acentos
efectistas en una obra artística, tan
ta más trascendencia objetiva po
see».
Si H ildebrand se preocupa por
una form a depurada, ía línea evolu
[762] Jcan-B aptiste C arpcaux, La Danza, tiva que va de Rude a Rodin y
1869. P a rís, fachada de la O pera. El pa-
tetism o barroco de la escultura rom án Rosso se interesa, en cambio, por
tica de Francia está sublim ado en Car- las formas de acción y aconteci
peaux en una risueña e im petuosa alegría miento. Está orientada pictórica
v ital.
mente y trabaja con los medios de
El estilo neoclásico tuvo pronto fusión y separación de las formas;
seguidores en todos los países. P o sus figuras se introducen en el es
demos citar al danés Thorwaldsen, pacio o dejan que éste se introduz
al francés David d ’Angers, al aus ca en ellas; 3a masa coupórea no es
tríaco Zauner y a los alemanes Dan- cerrada y compacta, como en los
necker, Schwanthaler, Rauch y neodásicos, sino desgarrada en grie
Rietsdhel. La obra de este últim o tas y fallas. Por eso se puede hablar
ailcanza ya la segunda m itad del si también de una forma abierta,
glo, a cuyo estilo de monumentos, comparada a la pincelada abierta
doctrinario y triunfalista, p ropor de los pintores que hacen visible
ciona las prim eras bases (por ejem sobre el lienzo el acontecimiento
de la creación de 3a forma (por didas a la acción conjunta, impulsa
ejemplo, los impresionistas). das por una salvaje diosa de las
La corriente romántica se da batallas. D entro del conjunto cerra
principalmente en Francia. Su pri do se descubren ademanes duros,
mer gran representante es Frangois impulsivos, y complejas superposi
Rude (1784-1855), cuya obra más ciones. N o se persigue la claridad
importante, al relieve colosal de la de la forma aislada, sino su entrela
Marcha de los voluntarios de 1792 zamiento.
en el Arco de Triunfo de París En el dramático amontonamiento
(1832-1836), se ha hecho popular y entrelazamiento de las figuras de
Rude pueden apreciarse caracteres
estilísticos barrocos, que aparecerán
aún con mayor claridad en la segun
da m itad del siglo, cuando ía es
cultura entra en su fase romántica
tardía. Un ejemplo representativo
es el Grupo de la danza, que rea
lizó Jean-Baptiste Carpeaux (1827-
1875) en 1869 para la faahada de
la nueva Opera de París [762],
También en esta obra está repre-
LA A PA R IC IO N D E LA
A RQ UITECTU RA DEL
S IG L O X X
Las dos últim as décadas del si
glo XIX fueron también de gran im
portancia para la arquitectura; en
este lapso de tiempo, igual que en
la pintura, se someten a prueba
los fundamentos de una nueva in
tencionalidad arquitectónica. M ien
tras que Francia conoce dos cimas 1773] Louis Suliivan, G uaram y T rust
de la arquitectura de ingeniero en B uilding en Buffalo, 1895. El nuevo pro
blem a de la torre conduce en la «escuela
el dominio de ía nave y del monu de Chicago» a soluciones revolucionarias.
mento arquitectónico [734, 735], E l edificio forma in terio r y exterior-
en los Estados Unidos se desarrolla m ente una totalidad orgánica d eterm i
una nueva tarea arquitectónica de nada p o r la función. E i severo bloque
cúbico se caracteriza por una articulación
gran ciudad, la torre de oficinas, y m arcadam ente vertical.
se encuentran nuevas soluciones
para un tema que venía preocupan Suliivan quería construir de nuevo
do a los arquitectos desde el Re desde dentro hacia afuera. Para él
nacimiento: ía casa particular ro la construcción no es u n mal necesa
deada de jardín. En los años 80, rio, sino el núcleo esencial del edi
cuando en Europa regían aún el ficio. Más aún; el exterior de éste
eclecticismo y eí historicismo, la debe formar con su interior una
escuela de Chicago tomaba decisio unidad indivisible, de forma que
nes que la arquitectura europea no parezca una pura aplicación. Cada
tuvo en cuenta hasta finales de edificio ha de representar un todo
siglo. orgánico, inconfundible, al qu<=-
nada se pueda añadir o suprimir. ción recíproca. Como la masa pier
Esta concepción totalizadora la de su pesadez gravitante, es activa
resume Sullivan en una fórm ula la da estructuralm ente y ya no da la
pidaria: «La forma sigue a la fun impresión de un espacio inter
ción». Cada parte debe reflejar las medio.
funciones que le corresponden. N o En la escuela de Chicago se ma
es ninguna casualidad que este fun nifiesta inconfundiblemente la ten
cionalismo quiera restringir el papel dencia hacia la unificación. Como
de las formas arquitectónicas del todas las células espaciales sirven
adorno y del ornam ento: «Desde a una misma función, el edificio de
un punto de vista estético, lo me oficinas favorece la formación de]
jor sería abstenernos totalm ente
durante algunos años de cualquier
empleo de adorno, para que nues
tro pensar pueda concentrarse por
completo en la construcción de edi
ficios que resultan elegantes en su
desnudez» {1892).
Para la realización de su idea,
Sullivan empleó la construcción por
esqueleto de acero. Precursora de
este procedim iento había sido la
construcción p o r travesarlos de hie
rro colado {7 3 1 ], utilizada en Esta
dos Unidos desde mediados del si
glo. C uando Sullivan erigió en 1895
el Guaranty T rust Building en Buf-
falo [7 7 3 ], la edificación por estruc
tura de acero contaba con las expe
riencias de más de un decenio,
pues ya en 1883 había comenzado
Wílliam Le Barón Jenney el H om e
Insurance Building en Chicago. El
exterior de este edificio de negocios
mostraba aún reminiscencias h is tó
ricas. Sullivan suprim ió esta rela
ción con el pasado. La torre en Buf-
falo aúna la transparencia construc
tiva característica de la edificación
por armazón con nuevas cualidades [77-4. 775] F. L. W rigbt, Casa W illits en
expresivas. Su constructor se pro H igbíand P ark en Chicago, 1902. P lanta
pone que dicha torre «forme d e í piso inferior y vista exterior, La cons
desde el suelo hasta el teoho una trucción orgánica de d entro hacia fuera
conduce en la vivienda a la «planta
unidad sin una sola línea divergen abierta», que se extiende al espacio.
te». Tam bién son importantes las
nuevas soluciones que introduce trazado superficial uniformemente
Sullivan para la relación entre vo articulado. También se puede de
lumen mural y ventanaje: la ven signar a este retículo de superficie
tana ya no está cortada en el fon como «divisionismo» arquitectóni
do del m uro como una «figura», co. Depende del arquitecto el con
sino que ambos se hallan en rela trarrestar la tendencia a la repetí-
ción, acentuando la individualidad rió esta idea de Suliivan del edifi
dal edificio. cio de oficinas a la casa particular.
Si el edificio comercial y de ofi Se libera de fórmulas de prestigio
cinas se ihalla bajo el dictado racio externas y, respondiendo a las ne
nalista de la unidad, a 3a vivienda cesidades de habitabilidad, une una
destinada a la utilización individual cón otra las células espaciales en
le está reservada la pluralidad ar lugar de imponerlas a un rectángulo
quitectónica. E l edificio de altura es de planta prefijado. Así se crea
el símbolo orgulloso de la gran un conjunto multiforme proyectado
urbe, un todo aütárquico y cerrado al espacio. También en el interior
en sí; la vivienda se encuentra en de la casa se preocupa W right por
ía Naturaleza y enfrenta a ios hom la supresión de límites espaciales rí
bres con los elementos. E n esta con gidos. Grandes ventanas establecen
traposición radica el papel que des la- comunicación con el espacio li
empeñó Frank Lloyd W rigbt (1869- bre, pero los macizos tejados pro
1959) en la arquitectura de vivien tectores resaltan el carácter íntimo
das. Procedente del estudio de del interior. Así se produce una
Suliivan, volvió pronto la espalda interacción gradual: el habitante se
a las tareas arquitectónicas de gran cobija en la casa y ésta a su vez
ciudad. A 3a orgullosa verticalidad descansa en la Naturaleza. En Euro
de las torres opuso el horizontalis- pa no se tuvo al principio en cuen
mo de sus villas. De su maestro ta la evolución norteamericana.
adoptó la afición por lo orgánico, Adolf Loos {1870-1933) parece ha
pero interpretándolo en un sentido ber sido el único arquitecto que,
mucho más amplío: para él no sig a finales de siglo, tuvo conocimien
nificaba sólo que el edificio parti to de ello por propia experiencia.
cular 'había de formar una totali Cuando, en 1896 regresó a Viena
dad, sino que también debía unirse tras una estancia de varios años, en
con su entorno en una unidad de los Estados Unidos, se adscribió a
forma. Este criterio borra las fron los fundamentos racionalistas de los
norteamericanos. En eílo descubría
teras entre arquitectura y N atura
ía . ocasión de dar de nuevo una
leza. W right elige para sus vivien
base ética a la arquitectyra y pro
das materiales orgánicos, naturales
veerla de un inequívoco contenido
(madera, piedra), que responden a
de veracidad. En su rechazo de toda
su romántica idea de la función forma ornamental, expuesto en su
protectora de 3a arquitectura. Para
ensayo «Adorno y crimen» (1908),
hacer visible la interacción entre la
va mucho más lejos que Suliivan.
obra hum ana y 3a Naturaleza se sir Una de sus obras más tempranas,
ve de la planta abierta [774, 775],
el comercio de moda masculina
que se remonta a 3a arquitectura ru Goldman en Viena, creado en el
ral inglesa anónima; también, de año 1898, aplica el purismo rectan
forma aislada, tiene relación con gular de los norteamericanos con
el Neoclasicismo, donde se emplea una efectividad única en la Europa
como motivo arquitectónico «pictó de finales del sigio pasado. El soli
rico» (Schinkel). En la historia de tario Loos pasó inadvertido al prin
la arquitectura adquiere im portan cipio, pues la reforma que proponía
cia cuando se abandona el esquema tenía un rival superior en contra,
de fachadas y se construyen desde cuyo dominio se extendía sobre to
dentro hacia fuera. W right transfi da Europa: el Modernismo.
nificaba para Sullivan o W right,
Ciertam ente hay en Sullivan abun
El Modernismo (A rt Noveau) fue dantes ideas ornamentales que se
un fenómeno europeo. Comenzó, acercan al trazado de la fluyente
aproximadamente, en 1890, alcanzó línea modernista, pero el ornamen
su apogeo hacia eí final del siglo y to no penetra en la armazón ar
concluyó más o menos media dé quitectónica del cuerpo del edificio,
cada más tarde. Cuando empezó a sino que se limita a zonas deter
extenderse desde Inglaterra a Bél minadas y se considera superfino.
gica, Alemania, Francia y Austria Para el Modernismo, en cambio,
había sonado la hora del eclecticis- resulta imprescindible. Se le con
sidera el origen vital de las for
mas, no un invento ulterior, sino un
impulso elemental. Dos propieda
des del ornamento destacan su im
portancia como «leitmotiv»: su cur
so variable de la forma, del que
continuamente pueden surgir nue
vas transformaciones, especialmen
te agrupaciones mixtas de motivos
abstractos e indicios objetivos, y
su dinámica extendida, que rebasa
los límites de la realidad, y reúne
los distintos objetos en un conjun
to totalizador. L a capacidad de sín
tesis y fusión asigna al ornamento
una posición clave en ei marco del
lenguaje formal del Modernismo: le
corresponde constituir el denomi
nador común para todas las artes,
dado que una de las metas dei Mo
dernismo era conseguir la obra de
arte m oderna total, realizada con
[776] Louis C om fort Tiffany y Em ile
los medios de expresión del presen
Gallé, copas y candelabros» hacia 1900. te. Las grandes obras artísticas del
Nueva Y ork, colección Edgar Kauffm ann, s. xix habían tenido hasta enton
júnior. El M odernism o quiere recrear el
proceso orgánico del crecim iento. Las de
ces el carácter de avances aislados:
licadas copas ascienden como flores. la unidad de las artes se 'había per
dido. Los grandes pintores no se in
mo tam bién en Europa. El arma teresaban por el desarrollo de la
con que se enfrentó a la arquitec arquitectura y ésta, a su vez, ha
tura de estilos fue el ornamento bía excluido las «artes menores»,
— no histórico, sino dinámico y or pintura y escultura, de su contexto
gánico— que expresase una nueva general. Los aspectos negativos de
y original intencionalidad formal. este desarrollo se hicieron sentir
Para el «Jugendstil» — llamado así primero en Inglaterra, pues era
en Alemania por la revista Ju- allí donde más había progresado
gend ( = juventud), que apareció la industrialización y, en consecuen
en 1896 por prim era vez en M u cia, había actuado con más fuer
nich— «orgánico» significa, por za el empobrecimiento de la cul
tanto, algo diferente de lo que sig tura del gusto. Se había impuesto
el vado patetism o de formas so cer artísticamente el objeto de su
brecargadas y Ja copia de los esti uso; en resumen, intenta vincular
los 'históricos. Después de que la de nuevo la actividad artística a
Prim era Exposición- M undial de la vida y colocarla en el centro de
Londres (1851) hubo mostrado el una nueva cultura vital y del gus
ínfimo y banal nivel formal de la to' El artista ya no debe dedicar
moderna «industria del gusto», sus fuerzas únicamente al cuadro
aparecieron f u e r z a s contrarias. de caballete, sino proveer de be
Wilíia-m M orris y el crítico de arte llas formas las necesidades cotidia
John Ruskin se preocuparon de pa nas del hom bre. E n el manifiesto
labra y de hecho p o r la renovación de la Secesión Vienesa de 1897
de la industria artística. Como M or se dice: «Nos dirigimos a todos
ris sospechaba que la industriali vosotros, sin diferencias de estado
zación era la causa de la decaden- ni. de riquezas. No reconocemos di
ferencias entre el «arte mayor» y
el «arte menor», entre el arte para
los ricos y el arte para los pobres.
El arte es un bien común». Este
deseo de síntesis, de suprim ir las
diferencias formales y las barreras
sociales, posee en el ornam ento
su más im portante vínculo. El or
namento es forma pura y, como
tal, acompañamiento de todas aque
llas artes que no comunican nin
gún contenido abstracto, es decir,
la arquitectura y el arte industrial;
pero también está en condiciones
—en v irtu d de su capacidad de
mutación— de penetrar en la es
cultura y la pintura, es decir, de
o mamen ralbar algo objeti vo. De
[777] H écto r G uim ard, estación del estas posibilidades de acercamiento
«M etro» en P a rís, hacia 1900. La forma entre los distintos géneros artís
orgánica se hace ornam ento y se funde
con Ja construcción en 1111 conjunto fan ticos hizo uso abundante el orna
tástico y caprichoso. mento m odernista: e n ‘la estructu
ra ornamental el dibujo del tejido
cía formal pasó de nuevo a la pro se parece a la fachada de casa, la
ducción artesana. E n 1861 fundó em puñadura de puerta a la encua
una sociedad para industrias artís dernación de libro, lo más pequeño
ticas y decoración, en la que cola o lo más grande, la forma íntima a
boraron tam bién los pintores pre- la pública; todos los elementos se
rrafaelitas (M adox Brown, Rossetti, funden, las barreras entre las co
Burne-Jones). El interés de M orris sas se borran, un objeto se vierte
estaba dirigido a las formas senci en otro. D e esta forma se manifies
llas, escuetas y a un tratam iento ta el estilo peculiar del M odernis
genuino. mo, su predilecícón por lo inesta
El M odernismo tiene en M orris ble, lábil y fluctuante de la forma.
su precursor y guía. Tam bién él A parte d e que el carácter lineal
persigue el objetivo de superar el por el que se reconoce al Modernis
aislamiento de das artes y ennoble mo, concretamente la línea serpen
tina o flagelánte, tiene sus antece de la energía del que la ha traza
dentes en Blake [737] y en Ja roca do». Es así como se siente ligado
lla del Rococó [655], las primeras a la Naturaleza el artista deí Mo
manifestaciones de dicho estilo pue dernismo; su energía subjetiva se
den comprobarse al comienzo de une con la belleza natural que es
los años oahenta y, concretamente, peculiar de todo movimiento vital
en una cubierta de libro de Mack- orgánico, en crecimiento. El artis
murdo (1883) y en los vasos de ta trasciende de lo orgánico a lo
Gallé (desde 1884). Los delicados e fantástico, como, por ejemplo, H éc
íntimos impulsos formales de estos tor G uim ard (1867-1942) en sus
comienzos son puram ente pictóri vegetales entradas del «metra» de
cos y se agotan en el ornamento París, hacia i 900 [777], En las
de superficie o el objeto de adorno. zonas en que el objeto no perm ite
Por eso pasan algunos años hasta ser sintetizado en líneas se modela
[783] Charles Rennie M ackíntosh, entra [784] Josepb M aría Q lbrich, Edificio de
da principal en la fachada norte de la Exposiciones de ia Secesión V íenesa en
Academ ia de Bellas A rtes de Glasgow, Viena, 1898-99. E l edificio, sim ilar a un
1897-99. A sim etrías y contrastes intencio tem plo, se compone de sencillas formas
nados confieren al edificio una monumen- cúbicas.
talídad llena de tensión.
según una simetría axial, y que
y curvilíneas; éstas aparecen hundi parece constituido por una serie
das y cargadas, mientras que aqué de bloques, tiene el carácter de
llas resaltan la verticalidad y mues un m onumento arquitectónico que
tran una severidad de fortaleza. m uestra la dignidad y solemnidad
E l conjunto está articulado de sacra! del templo del arte.
manera sorprendente. La torre y Los cubos de aspecto macizo
la estrecha ranura en ■el m uro están coronados por un motivo
formal extraordinariam ente ligero, recinto encontró expresión válida
que se inspira en la tradición la obra de arte total del M oder
barroca local: entre cuatro pilones nismo.
se eleva una cúpula de hojas Tam bién la p in tu ra y la escul
de laurel en bronce. E l ornam en tura, aunque se encuentran más
to superficial se convierte en orna al margen de Ja tendencia estilís
mento espacial. tica, son alcanzadas por el lenguaje
La obra principal del M odernis formal del Modernismo. La vuelta
mo vienés es el Palais S to d e t, en hacia la línealidad curva se puede
Bruselas, que construyó Joseph comprobar en Gauguin, Touíouse-
Hoffman (1870-1956) de 1905 a Lautrec y tam bién en M uneh [767,
1911 [785]. Es inconfundible el 769, 771],
modelo de Mackinto&h, -pero éste E í tipo hum ano cultivado por el
pierde su ascética severidad con Modernismo es delgado y de largos
tendencia a lo fantástico, y adquiere, miembros. Su origen se encuentra
con .mano ligera, una alegría inge en Blake [737]. Ademanes pre-
niosa, que se expnesa en una es
cenificación festiva.
Los cuerpos se continúan suelta
mente en el jardín. Parterres, ar
bustos y estanques aparecen en
marcados, del mismo m odo que
las superficies murales están reves
tidas de mármol blanco. La dis
posición general acentúa la idea
básica de asimetría. Superficies va
cías se oponen a Jas grandes ven
tanas.
Las del segundo piso superior,
que llegan 'hasta la zona del tejado,
constituyen un motivo de sorpre
sa, que H offm ann debe a la casa
rural inglesa. E n la medida en [785] jo se p h H offm ann, P alais Stoclet en
Bruselas, 1905-11. Bajo influencias ingle
que se tiende la banda de adorno sas, pero con formas más m oderadas, sur-
plástico-ornamental a lo largo de con m ateriales selectos (paredes reves
ios ángulos de los bloques, se Sua tidas de márm ol) un conjunto sum amente
refinado.
viza la composición del edificio, y
recuerda a los muebles preciosos.
También en e! interior dominan ciosistas subrayan la deiíícada fra
las formas esbeltas, limitadas rec gilidad del cuerpo y las siluetas
tangularmente. La decoración in son de valiosa Jinealidad, a veces
terior fue obra de las W iener quebradizas, a la manera del G óti
W erkstatte (Industrias Vienesas), co, y luego, ondulantes de nuevo,
fundadas por H offm ann en el año en ricas curvas. La transformación
1903. ornamental emplea reducciones y
Eí comedor, revestido de mármol, entretejim ientos sorprendentes. La
presenta en tres lados un mosaico composición transforma ei espacio
de Gustav Klimt, cuyas represen en energías lineales, que van desde
taciones figurativas están insertas el centro del cuadro a los bordes
en delicado ornam ento. En este para oponer el vacío a la plenitud.
E) cuerpo ¡humano se convierte La pintura dsl M odernismo no
en una planta artificial. De esta dio ningún impulso nuevo, cofi
excentricidad proceden las figuras proyección de futuro, al desarrollo
con las que G ustav Klimt cons del cuadro de tabla. La voluntad
truye unos años más tarde sus artística de estos dos movimientos
cuadros [786]. Un mosaico menu nó se encarna en la formación
do, multicolor, de motivos orna estética aislada, sino en la obra
mentales, llena com pletamente el de arte total. Con su extinción
plano del cuadro. ■hacia mediados de la primera déca
Apenas perceptiblemente una p ar da del nuevo siglo, finaliza un
te de la zona, de ornatos se ciñe período de transición y la reno
a un contorno, del que surgen vación pictórica recurre de nuevo
paulatinam ente brazos de dedos, a las personalidades más destacadas
hombros y u n rostro. La cabeza entre los «superadores» del Im pre
— en el tnorde extremo del cuadro— sionismo, prim ero a Van Gogh y
se encuentra en m e d i o de un Gauguin, y tam bién a Cézanne.
FAUVISM G,
E X PR E SIO N ISM O
Y CUBISM O
[787] M aurice de V lam inck, E xcursión [788] H enri M atisse, L úas, Calme et
al cam po, 1905, P arís, colección privada. V olupté, 1905, Museo E statal de A rte de
Frente a la estética sublim ada de la p in Copenhague, Un lenguaje formal más so
tura m odernista se encuentran las form as segado, más objetivado, dom ina la com
sensuales y enérgicas de los «fauves». Las posición, plana. La «expresividad» de los
figuras están insertas en el ritm o cargado m ovim ientos de las figuras, de contornos
de expresión dei cuadro. n ítidam ente dibujados, se apoya, más que
en la intensidad em ocional, en su carác
ter ornam ental-expresivo integrado en el
cuadro.
a sí mismo bárbaro, las fuentes de
las que la severidad y el enrade-
cimiento de la forma habían de Matisse lo expresó así: «El Fau
recibir im portantes sugerencias: el vismo se sacudió la tiranía del
arte de los pueblos salvajes de divisionismo. No sé puede vivir
Africa y Oceanía, que era descu en un hogar demasiado ordenado,
bierto y seleccionado por los un hogar de tías de provincia.
«fauves» V los artistas de la Brücke. P or tanto, se va uno a la selva,
para hacerse con medios más sen- y franceses de la primera década
cilios, que no a/hoguen el espíritu, no persiguen mundos inmateria-
Entonces u no se tropieza también les, nunca vistos, sino que se pro-
con V>an G ogh y Gauguin. Aquí ponen desnudar lo natural: lo que
hay ideas originales: composición
y superficies de color. Buscar e!
efeoto cromático más fuerte — la
materia— es indiferente». Nolde
se declara partidario de la creación
instintiva: «Deseo que mi obra
surja de la materia. No hay reglas
estéticas fijas. El artista crea la
obra siguiendo su instinto. El
mm
[830] Ludwig M ies van der R ohe, si [831 j Charles Eam es, silla, 1952. E l en
llón. Barcelona, 1929. Un ejem plo, aún tram ado m etálico afiligranado, que sus*
hoy apenas superado, de elegancia clá ten ta una cesta de alam bre acolchada, co
sica; form a m atem áticam ente precisa y rresponde al ideal m oderno de ligereza
sutil contraste d e m ateriales {acero cro visual y m aneja intencionadam ente la fo r
ma do-eneró). ma técnica com o elem ento estético.
[832] A lberto G iacom etti, Bosque, 1950. no se sirve de formas ligeras y deli
G rupo en bronce de figuras escuálidas cadas, ni tampoco busca Jos efectos
en form a d e varas, que, en trágica sole flotantes o las posibilidades del gran
dad, n o parecen guardar ninguna relación
en tre sí. recinto de salón — la materia no
debe ser superada, sino realzada
con superficies curvadas, pudo ex en su peso— . Este tipo de cons
traerse del hormigón armado un trucción ha conducido al «new
lenguaje formal marcadamente plás brutalism » (Kenzo Tange en Ja
tico [8 2 6 ]. Es al finés Alvar Aalto pón). Muy diferente es la elegancia
a quien hay que considerar como constructiva especialmente cultiva
el verdadero precursor de la edifi da en Italia y en Sudamérica, que
cación orgánica. Ya el techo de su pretende seguir desarrollando la
sald de biblioteca en Viipuri (1927- delgada membrana de hormigón
1934) constituye una clara negati para edificaciones de salón de am
va al dom inio del ángulo recto — su plio recinto (Niemeyer, Candela,
paralelo se encuentra en el fluido Castiglioni).
mundo de formas de H ans A rp Las tendencias configurativas de
[818]— . Con ayuda de la curva la arquitectura se manifiestan tam
abrió Aalto más tarde el cuerpo bién en los muebles de nuestro si
del edificio y traspasó su macizo glo, Funcionalismo y forma plásti
aislamiento al asentamiento en el co-orgánica [829], construcción por
paisaje. armazón y construcción monoblo
E ntre las más audaces y convin que [831], acero [830] y material
centes creaciones de la arquitectu sintético junto a los materiales or
ra plástica figuran algunas de las gánicos tradicionales, como ía ma
edificaciones de posguerra de Le dera o el cuero, determinan tam
Corbusier (1887-1965), como, por bién en este terreno la envergadu
ejemplo, su unidad de habitación ra de las posibilidades que pueden
de Marsella («Cité radieuse», 1947- dar lugar — más claramente que
1952), la iglesia de peregrinación de en la arquitectura— a una marcada
diferencia entre las distintas va La imagen que consigue la crea
riantes nacionales (¡por ejemplo, a ción plástica difícilmente puede
una dirección estilística italiana o reducirse a un denominador co
escandinava). m ún; su diversidad llega — utili
La importancia de la escultura zando recuerdos surrealistas--- has
ha crecido constantem ente en 3as ta' la figura conglomerada de des
dos décadas de posguerra, pasa ca perdicios mecánicos u objetos or
da .vez más del interior al exterior gánicos (César, D ubuffet). E n re
y está en condiciones de poder ser lación con ello se extienden cada
comparada con la arquitectura vez más las tendencias ihacia la
[836], Su evolución ha ganado en exuberancia barroca y el tratamien-
independencia respecto a 3a p in tu
ra, pero se desarrolla aún por las
vías que se habían abierto desde
una doble significación: son de ma fluyente, animada por Jas re
marcaciones variformes de un labe dondeces que la circundan, es la
rinto del que a la vez son cautivas. parábola de fuerzas vitales germi
No es casualidad que el existencia- nantes en pugna [834], E l espacio
lismo literario y filosófico se haya hueco es utilizado 'por Moore como
.identificado con estas creaciones una metáfora que alude tan pronto
(G enet, Sartre). Fritz W otruba al recogimiento como a lo oscuro,
(nacido en 1907) se declara parti a lo oculto.
dario del emblocado 'pétreo del vo El gigantesco monumento m etá
lumen corpóreo, que resalta lo gra- lico que creó Naum G abo (nacido
vitante [833], Su evolución consti- en 1890) para unos grandes alma
cenes de Rotterdam podría conce creto de una armazón de edificio.
birse como paráfrasis constructiva La trabazón lineal está ligada por
del tema «forma interna y forma superficies de fuerte cromatismo;
externa» [836]. La transparencia la ordenación del cuadro resalta el
y las múltiples relaciones axiales cargar y el sustentar.
—caracteres ambos que distinguen Nicolás de Stael <1914-1955) in
al Constructivismo de la escultura terpreta e l. Cubismo en otro senti
nuclear tradicional— aparecen aquí do. La composición debe extraer
en un tejido de vibrantes oscila su firmeza y tensión de los bloques
ciones.
La evolución que sigue la pintu
ra en la posguerra se apoya sobre
los ¡ogros de los movimientos pio
neros: Cubismo, Expresionismo y
Surrealismo son sus más importan
tes impulsores. Inmediatamente
desipués de 1945 la escena europea
está dominada por los frutos tar
díos del Cubismo, que tiene su
ir
Angilberto: (I), 192. Aristodico: (I), 53, 54.
Angulema: (1), 244. Aristogitón: (I), 37, 54, 56.
Annaberg: (I), 318, 319. A ristóteles: (I), 75.
Annesley Voysey, Charles F.: (II), Arles: (I), 266,
211 . Amolfini, Giovanni: (I), 356.
Antelarai, Benedeíto: (I), 268, 269, Arp, H ans: (II), 236, 238, 246.
272. A rquíloco de Paros: (I), 37.
A ntenor: (I), 54, 56. Arras: (II), 83.
A ntínoo: (I), 112, 113. Artemís: (I), 21, 45, 46, 51, 66, 67,
A ntíoco IV : (I), 89, 91. 68, 79, 96, 109.
A ntíope: (I), 52, 54. Artem isa (véase Artemis).
A ntioquía: (I), 85. Artem ision, cabo: (I), 62.
A ntium : (I), 88. Asam, Cosmas Damian: ( I I ) , 151.
Antonino Pío: (I), 107. Asam, Egid Q uirin: (I I ) , 96, 136.
Antoninos, los: (I), 88. Ásclepio: (I), 21, 76, 77.
Antonio: (I), 101. Aschaffenburgo: (II), 74.
Apolo: (I), 21, 29, 41, 43, 47, 51, Asia: (II), 243.
52, 53, 54, 61, 67, 68, 95, 96, Asia M enor: (I), 29, 37, 51, 78, 79,
109. (II), 132. 81, 90, 92, 101, 123, 126, 129,
Apolodoro de Damasco: (I), 111, 130, 142, 144, 145.
112. Asís: (I), 303.
Apollinaire: (II), 222. Asís, san Francisco de: (I), 303.
Apoxiómeno: (I), 85. Asturias: (I), 196, 301.
Appel: (II), 252. A talanta: (I), 78.
Apulia: (I), 257, 260, 261, 269, Atálidas, los: (I), 84.
270, 335. (II), 102. Atalo 111: (I), 84.
Aquiles: (I), 47, 48, 49, 68. Atena: (I), 21, 28, 39, 49, 65, 64,
Aquí no, santo Tomás de: (I), 285. 65, 66, 67, 70, 77, 79, 81, 89,
A quisgrán: (I), 190, 191, 203, 206, 91, 92.
208, 213, 216. Atenas: (I), 22, 26, 27, 28, 29, 31,
A quítania: (I), 240, 244, 245, 254. 32, 33, 34, 37, 42, 43, 49, 51, 52,
Arcimboldo, Giuseppe: (¡I), 83. 53, 54, 55, 56, 58, 64, 66, 68, 69,
Archípenko, Alexander: (II), 225. 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 82, 85,
Ares: (I), 21, 103. 89, 90, 91, 92, 94, 101, 161, 162.
Arezzo: (I), 304. A tenodoro: (I), 93.
Argólide: (I), 28, 45, 64, 75. Atica: (I), 21, 29, 37, 64, 66, 90.
Argos: (I), 34, 37, 45, 68. Átreo: (I), 26.
A riadna: (I), 106. Atrídas: (I), 28.
Arianos, los: (I), 137. Augsburgo: (I), 202, 214, 217, 278,
Aristión: (I), 51, 53, 54. 337, 354. (II), 82, 87, 89, 104.
Aristocles: (I), 51, 53. Augusto, César (véase Octaviano).
Auranca: (1), 267.. Baudot, Anatole: (II ), 167, 168.
Aureliano: (I), 117. Bautista, san Juan el: (II), 47, 334.
Aurora: (I), 109. Bavaria: (II), 88.
Austria: (I), 290. (II), 105, 106, Baviera: (I), 236, 318. (II), 105,
123, 136, 151, 183, 188, 196, 123.
207. Bazaine: (II), 249.
Austria, Baja. (II), 136. Bazille: (II), 191.
A utun: (I), 236, 242. Beauvais: (I), 297, 306.
Auvernia: (I), 237, 238, 239, 243. Beckmann, Max: (II), 240, 241.
Auxerre: (I), 40, 41. Behrens, Peter: (II), 227, 228, 232.
Avignon: (I), 351. ( I I ) , 13. Belén: (I), 151, 159.
Avila: (I), 249, 260, 261, 302. Bélgica: (I), 355. (I I), 207.
Ayante: (I), 47, 48, 49; Beccini, Giovanni: (II), 40.
Bendis: (I), 76.
Benito, san: (I), 217.
E Berain: (II), 124.
Berg, Claus: (I), 341.
Baalbeck: (I), .115. Berg, Max: (II), 229, 230.
Backofen, H ans: (I), 341. Bérgamo: (I), 179, 180. (II), 138,
Bahr, Georg: (II), 107. 141.
Balcanes: (I), 142, 144. Bergson: (II), 223.
Baltard: (II), 176. Berlín: (I), 72, 90, 342, 349, 352.
Báltico, m ar: (I), 310, 324. (II), 105, 123, 124, 134, 135,
Ball: (II), 236. 139, 150, 154, 169, 170, 171,
Baila: (II), 222. 185, 193, 202, 227, 228.
Bamberg: (I), 202, 208, 209, 210, Berna: (II), 219, 224, 239.
211, 230, 305, 332, 333, 334, Bernard: (II), 199.
337, 351. Bernardo, san: (I), 289.
Barcelona: (I), 277, 303. (II), 166, Bernini, Giovanni Lorenzo: (II),
167, 210, 211, 234, 235, 246. 65, 95, 100, 101, 114, 127, 128,
Barelli, Agostino: (II), 104, 105. 129, 130, 132, 135, 137.
Barletta: (I), 132, 270. Bernward, obispo: (I), 204, 216.
Barrabás: (I), 156. Berry, duque de: (I), 345, 355, 356.
Barry, Charles: ( I I ) , 166. Berwick: (II), 172.
Bartolommeo, Fxa: (II), 48. Bezold, von: (I), 244.
Basilea: (I), 217, 218. (II), 82, 248. Bibiena, los: (II), 103.
Basilio I: (I), 148, 157, 158. Biedermeier: (II), 183.
Basilio II: (I), 142, 159. Birm ingham : (II), 161.
Bataille, Nicolás: (I), 341, Birnau: (II), 135.
Bath: (II), 118, 119. Bitón: (I), 45, 113.
Baudelaire: (II), 193. Bizancio (véase Constantinopla).
Blake, William: (II), 178, 179, 180, Brabante: (II), 110.
181, 209, 213. Bracci, Pietro: (II), 129, 130.
Blechen: (II), 187. Brake: (II), 214, 219, 220, 221,
Blomaert, Abraham: (II), 83. 241, 242.
Boccioni, Um berto: (II), 222, 223, Bramante Donato: (I), 287. (II),
225. 14, 21, 25, 26, 27, 28, 29, 32,
Boecldin, A rnold: (II), 190. 33, 34, 47, 64, 66.
Boetticher, Karl: (II), 173. Brancusi, Constantin: (II), 218,
Boffrand, G erm ain: (II), 115. 219, 224.
Bogardus, James: (II), 172, 174. Brandeburgo, marca de: (I), 232,
Bohemia: (I), 327, 337. (II), 105, 235, 291, 318, 319.
107, 149. Brasilia: (II), 243.
Bologna, Giovanni da: (II), 59, 60, Breisach: (I), 340.
83, 84, 89, 91. Breslau: (I), 339. (I I ) , 229.
Bolonia: (I), 261, 304, 351. (II), Bretón, André: (II), 236, 237.
59, 92, 139. Briaxis: (I), 78, 79, 80.
Bondone, G iotto de (véase G iotto). Brístol: (II), 172.
Bonn: (I), 174. Britania romana: (I), 171.
Boochardon, Edrne: (II), 133. Británicas, islas (véase Inglaterra).
Borgoña: (I), 189, 198, 199, 203, Brockhampton: ( I I ) , 167.
223, 226, 228, 240, 241, 243, Brooner, Adriaen: (I I ) , 146.
264, 266, 288, 289, 290, 327, Brown, Madox: (II), 208.
338, 344, 355. (II), 114. Brown, Samuel: (II), 172.
Borromini, Francesco: (II), 99, 100, Bruchsal: (II), 109, 126, 127.
101, 105. Brueghel, Pieter: (II), 83, 84, 85,
Bos, Cornelis: (II), 70. 145, 203.
Bosco, el (véase Bosch, Hierony- Bruggemaan, H ans: (I), 341.
mus). Brühl: (II), 109.
Bosch, Hieronymus van Acken: (I), Brujas: (II), 77.
357. (II), 203. Brujas, A nequin de: (I), 341.
Bosforo: (I), 144. Brunel, I. K.: (II), 170, 174.
BottíceUi, Sandro: (II), 41, 43, 45, Brunelleschi, Fiiippo: (I), 257, 315.
49. (II), 16, 17, 18, 20, 21, 24, 31,
Boucher, Fran<;ois; (II), 134, 154, 40, 42.
155, 178. Bruno, arzobispo: (I), 203.
Boulle, A ndré - Charles: (II), 124, Brunsberg, H inrich: (I), 318.
125. Brunswick: (I), 237, 271, 273, 335.
Boullée, Etienne-Louis: (II), 170. Bruselas: ( I I ) , 77, 83, 110, 111,
Bourges: (I), 284, 294, 298, 302, 137, 209, 210, 213.
320. Brutus, hombre llamado: (I), 98,
Bouts, Dirk: (I), 357. 99.
Bucéfalo: {I), 83. Campen, Jacob van: (II), 111, 112,
Bückeborg: ( I I ) , 71, 72, 74. 117.
Budapest: (I), 176. Campo de los Mirlos, batalla del:
Buffalo: ( I I ) , 204, 205. (I), 144.
Bulgaria: (I), 144, 164. Canaletto, Antonio: (II), 141.
Bunel el Joven, Fran^ois: (II), 85. Cánova, A ntonio: (II), 192, 393,
Buonarroti, M iguel Ángel: (I), 115, 194, 195, 196.
118, 287. (II), 10, 14,27, 28, 29,Canterbury: (I), 299, 300.
30, 31, 32, 33, 37, 45,46, 50, 54,Capua: (I), 276, 279.
57, 58, 59, 60, 65, 79,83, 88, 97,Caíacalla: (I), 107, 115, 116.
132. Caravaggio, PoÜdoro di: (II), 41,
Burckhardt, Jakob: (II), 11. 138, 143, 147, 149, 153.
Burdom: (II), Í72. Carcassonne: (I), 322.
Burgos: (I), 302, 311, 313. Cardona: (I), 200, 201.
Burne-Jones: ( I I ) , 208. Caria: (I), 29.
Burton, Decimus: (II), 171, 175. Carlomagno: (I), 188, 189, 190,
Busketos: (I), 255. 192, 210, 213.
Carlos el Calvo: (I), 214.
Carlos I: (II), 97.
Carlos I I : (II), 117.
C
Carlos IV : (I), 316, 338, 352.
Carlos V , emperador: (II), 13, 14,
Caballeros Teutones, O rden de los: 66 , 8 6 .
(I), 320, 322. Carlyle: (II), 193.
Caen: (I), 244, 245, 246, 291. Carolsfeld, Schnorr von: (II), 182.
Caín: (I), 216. Carón, A ntoine: (I I ) , 85.
Caiamis: (I), 62. Cárpatos; (I), 171.
Calcis: (I), 52. Carpeaux, Jean-Baptisíe: (II), 195,
Calder, A lexander: (II), 238, 247. 196.
Calías, paz de: (I), 55. Cartago: (I), 54.
Calícrates: (I), 70. Carra: (II), 222.
Calidonía: (I), 47., 78. Carracci, Agostino: (II), 138.
Calígula: (I), 107. C arraca, Annibalé: (II), 138, 139.
Calixto, san: (I), 134, 135. Carracci. Lodovico: (II), 138,
Callot: (II), 203. Carracci, los: (II), 139.
Cambio, A rnolfo di: (I), 313, 314, Casamari: (I), 303.
315. Casandro: (I), 83.
Cambridge: (I), 313. Casas y Novoa: (II), 102.
Campagna: (I), 267, 268. Casería: (II), 102, 103.
Campania: (I), 95. Casíagno, Andrea: (II), 43.
Campbell, Colen: (II), 118, 119. Castel del Monte: (I), 260, 261.
Castiglione, Bsldessare: (II), 49. Clouet, je a n : (II), 86.
Castilla: (II), 103. Cnosos: (I), 23, 24.
Cataluña: (I), 200, 201, 248, 277, Coalbrookdale: (II) , 161, 171.
301, 303. Coeur, Jacques de: (I), 320.
C átulo: (I), 101. Colbert: ( I I ) , 133.
Cáucaso: (I), 142. Colmar: (II), 80.
Cefalú: (I), 163. Colonia: (I), 201, 203, 209, 212,
Cellini, Benvenuto: (II), 54, 60, 61. 215, 230, 232, 233, 234, 237,
Ceneo: (I), 47. 239, 272, 275, 286, 306, 308,
Centola de AbbeviUe: (I), 192. 309, 310, 337, 350, 351, 353.
Ceres (véase Deméter). (II), 140, 196.
Cerveteri: (I), 97. Colonias griegas (en Italia y Sici
César Augusto, O ctavio (véase Oc lia): (I), 30.
taviarlo). Comnenos, los: (I), 142, 163.
César: (II), 247. Comq: (I), 250.
César, Julio: (I), 101, 106. Conón: (I), 75.
Cézanne, Paul: (II), 162, 191, 199, Conques: (I), 241.
200, 202, 218, 220, 250. Conradino, rey: (I), 345.
Cicerón: (I), 101. Conrado IX: (I), 231.
Cicladas, islas: (I), 19, 23, 29, 53. Constable, John: (II), 184, 186,
Cim abue: (I), 346, 348, 349, 350. 187.
(II), 11. C onstant: (II), 252.
Cimón: (I), 55, 64. Constantina: (I), 126, 127, 135,
Cipselo: (I), 37. 136.
C íster: (I), 303. Constantino el G rande: (I), 112,
Claesz H eda, W illem: (II), 146. 117, 118, 119, 123, 125, 126,
Clairvaux (Claraval): (I), 290. 131, 134, 135, 141.
Claudio: (I), 107. Constantino V II, Porfirogéneta:
Cleobis: (I), 43, 45. (I), 157.
Cleofón, el pintor de: (I), 71, 73. C onstantinopia (Bizancio): (I), 117,
Clerm ont-Ferrand: (I), 237. 119, 125, 129, 132, 133, 134,
Cleve, Joos van: (II), 83. 136, 141, 142, 143, 144, 145,
Clifton: (II), 172. 146, 147, 148, 149, 150, 153,
Clístenes: (I), 37. 154, 156, 161, 165, 166, 241,
Clitias: (I), 46, 47. 245, 254, 276.
Cluny: (I), 197, 198, 199, 217, 228, Constanza, lago de: (I), 336. (II),
230, 231, 234, 236, 241, 242, 104, 136, 353.
290. Constanza, santa: (I), 135, 136.
Clodoveo: (I), 177. Contamin: (II), 175, 176, 177.
Clouet el Joven, Fran<;ois: (II), 84, Conway-Castle-Brücke: (II), 172.
86, 90. Conze, Alexander: (I), 30.
Copenhague: (I), 175. (II), 133, Cuma, batalla de: (I), 55.
Córcega etrusca (batalla nava] de Cruzadas, las: (I), 245.
Alalia): (X), 95. Cuvillies, Framjois: (II), 122, 123.
Córdoba: (I), 195, 196.
Corfú: (I), 46.
Corinto: (I), 37, 55, 60, 76, 84, CH
101.
Corinto, congreso panhelénico de; Chagall: (II), 241,
(I), 75. Cham bord: (II) , 62.
Corneille: (II), 152. Champaña: (I), 307.
Corot, Camilíe: (II), 153, 184, 187. Champmol: (I), 338, 339.
Cornelius, Peter von: (II), 181, Chantilly: (I), 355.
182, 183, 189. Chardin, Jean-Baptiste Siméon:
Corrutius: (I), 89, 91. (II), 155, 156.
Cortona, Pietro da: (II), 99, 100, C ham es: (I), 294, 296, 297, 329,
101, 138, 139, 149. 330, 331, 347.
Corvey: (I), 192, 193. Chatsw orth: (II), 151.
Cósmatas, los: (I), 257, Chelsea: (II), 119.
Cossutius (véase Corrutius). Crevaiier, Etienne: (I), 344.
Cotte, R obert de: (II), 115. Chicago: (II), 198, 205, 240, 251.
Couhert: (II), 173. Childerico: (I), 176, 177,
Courbet, G ustavo: (II), 185, 188, Chío: (I), 159.
190. Chippendale, Thomas: (II), 127.
Courtonne, Jean: (II), 115. Chipre: (I), 55.
Cousin, Jean: (II), 85. Chorin: (I), 291.
Coysevox, A ntoine: (II), 133. Churriguera, José Benito: (II),
Cracovia: (I), 339, 340. 103.
Creglingen: (I), 341.
Cremona: (I), 253. D
Crésilas: (I), 72, 74,
Cressent, Charles: (II), 125. D alí, Salvador: (II), 238.
Creta: (I), 21, 22, 25, 28, 29, 40. Dallas (Texas): (II), 250.
Crisaor: (I), 46. D ’Angers, David: (II), 195.
Cristo: (I), 124, 125, 132, 136, Daniel, profeta: (I), 331.
137, 151, 152, 156, 158, 160, D annecker: (II), 195.
161, 163, 166, 210, 211, 217, Dantan, Jean-Pierre: (II), 197.
218, 280, 329, 330, 331, 332. Danubio, cuenca del: (I), 176, 181.
Critias: (I), 55, 56, 57, 58. D anubio, río: (I), 142. (II), 106.
Cromwell: (II), 97. Danzig: (I), 318, 324.
Cruzadas, las: (I), 142, 165, 221, Darby, Abraham: (II), 161, 171.
224, 266. Dario: (I), 83.
D ’Aubeaux, Fierre: (II), 90. Dijon: (I), 338, 339. (II), 84.
Daucher, H ans: (I I ) , 87. Dinkelsbühl: (I), 288, 318.
Daumiei, H onoré: (II), 186, 188, Dioclecíano: (I), 117, 118, 123,
196, 197. 131.
David, jacques-Louis: (II), 163, Dionisio: (I), 80, 82, 106.
178, 179, 184, 185. Dionisos: (I), 21.
David, rey; (I), 157, 159, 358. Dipylón: (I), 32, 34.
Dayanira: (I), 43. Domagnano (San M arino) — Ita
De Chineo, Gíorgio: (II), 235, lia— : (I), 176.
236, 238. Domenichino: ( II) , 139.
D e Kooning: (II), 251. Domiciano: (I), 107, 111, 112.
D e la T our, Georges: (II), 153. Donatello: (II), 24, 43, 53, 54,
Dédalo: (I), 40. 55, 56.
Degas, Edgar: (II), 191, 197, 202. Donner, G eorg Raphael: (I I), 136.
Dehio: (I), 244. Dracón: (I), 37.
Delacroix, Eugene: (II), 183, 184- Dresde; ( II) , 74, 107, 108, 109,
185, 187, 189, 190, 191, 224. 135, 147, 149, 171, 214, 217,
Delíos: (I), 29, 40, 41, 42, 43, 50, D ublín: (I), 205.
52, 53, 57, 75. D ubufíet, Jean: (II), 247, 251,
Delorme, Philibert: (II), 63, 90. 252.
Délos: (I), 47, 68. Duccio: (I), 350.
D elvaux: (II), 238. Ducerceau, A ndreouet: (II), 63,
D ell’Abate, Nicolo: (II), 85. 64.
Dem éter: (í), 21. D uchamp, Marcel: (II), 236, 237.
Dem etrio, San: (I), 157. Dufy: (II), 214.
Demóstenes: (I), 75, 85, 87. D upré: (II), 187.
Demus, O : (I), 153. Duquesnoy: {II), 137.
Denis, Maurice: (I), 200. D urero, A lberto: (I), 353, 354, 359.
Derain: (II), 214. (II), 78, 79, 80, 81, 83, 87, 182,
Desmarées: (II), 150. 241.
Deutsch (M anuel): (II), 70. Durham : (I), 247, 248.
Devonshire: (I), 207. Dusseldorf: (II), 240.
Dexileo: (I), 76, 77. D utert, Ferdinand: (II), 175, 176,
D ’hondecofter, M elchior: (II), 147. 177.
Diadómeno: (I), 68.
Diana (Véase Artemis),
Diana de Poitiers: (II), 63, 85. E
Dido: (I I ) , 120.
Didyma: (I), 51. Eames, Charles: (II), 246.
D ientzenhofer, familia de arquitec Earl Barton: (I), 197.
tos: (II), 105. Eberbach: (I), 305.
Echternach: (I), 209. Esculapio (Véase Escíepio).
Eíeso: (I), 50, 51, 133, 146. España: (I), 29, 171, 196, 197, 198,
Egell: (II), 136. 201, 217, 224, 225, 226, 240,
Egeo, mar: (I), 29. 248, 261, 263, 265, 266, 301,
Egina, isla de: (I), 37, 72. 302, 303, 311, 313, 314, 321,
Egipto: (I), 84, 123, 131, 132, 134, 323. ( II),' 65, 66, 86, 97, 103,
173, 206. 130, 138, 142, 180.
Eherbach: ( í) , 290. España visigoda: (I), 190, 191
Eiffel, G ustave: (II), 176, 177. 218.
Eínville-au-Jard (Francia): (I), 184. Esparta: (I), 28, 37, 55, 73, 75.
Ekkehard: (I), 333. Esperadas, islas: (I), 29.
Elba, río: (I), 228, 290. Esquilo: (I), 55,
Eleusis: (I), 38, 46. Esquines: (I), 75.
Eleyl: (II), 214. Essen: (I), 203, 212, 215.
Eltz: (I), 320. Essex: (I), 196, 260.
Emilius Paulus, L.: (I), 84. Esslingen: (I), 305, 307, 310, 346,
Endell, A ugust: ( I I ) , 209, 210 348.
Eneas: (I), 110. Estado Pontificio (I I ) , 13.
Enobardo, Domicío: (I), 103. Estados Unidos: ( I I ) , 204, 206.
Enomao: (I), 62. Estam bul (I:), 78, 79, 81, 83, 180,
E nrique I I : (I), 209, 211, 217. ( i l ) , 183.
6 3 ,9 1 , 345. Estocolmo: (I), 172, 180,
Enrique IV : (I), 231, 232. (II), Estrasburgo: (I), 283, 308, 309,
119. 310, 326, 332, 333, 334, 335,
Enrique el León: (I), 237, 273. 337, 340, 345, 348. (II), 165.
Ensor, jam es: (II), 201, 203, 251. Etruria :(I), 95, 101.
Epam inondas: (I), 75. Eudocia: (I), 158, 160.
Epicuro: (I), 85. Euforbo: (I), 39, 40.
Epidauro: (í) , 76, 77, 90, 91. Eufrates: (I), 142.
Epígono de Calisto: (I), 88, 90. Eugenio, príncipe: (II), 109.
Epiro: (I), 144. Eumenes I I : (I), 88, 90.
Eretria: (I), 52, 54. Euquerio: (I), 133.
Erfurt: (í), 307, 337. Euridice: (II), 87.
Ergótimos: (I), 46, 47. Eurípides: (I). 55.
Ernst, Max: (II), 125, 236. Europa: (I), 30, 171, 188, 221, 224,
Eros: (I), 21, 92. 259, 267, 268, 339. (II), 12, 14,
Erzbebirge: (I), 319. 69, 79, 87, 95, 97, 98, 112, 116,
Escalda, río: (I), 177. 119, 144, 150, 174, 204, 206,
Escandinavia: (II), 76, 124, 207.
Escipión: (I), 101, Eva: (I), 216.
Escopas: (I), 77, 78, 102. Exequias: (I), 48, 49, 50.
Eyck, H uberto van: (I), 356. Flavios, ios: (I), 107, 111.
Eyck, Jan van: (I), 343, 356, 357. Flootner, Peter: (II), 87.
Florencia: (I), 46, 47 , 221, 255,
256, 257, 288, 304, 312, 313,
F 314, 315, 324, 334, 335, 342,
344, 346, 348, 349, 350, 357.
Fabriano, G entile da: (I), 349, 350, ( I I ) , 13, 16, 17, 20, 21, 22, 23,
( I I ) , 42. 24, 25, 31, 33, 34, 39, 41, 42,
Falconet, Etienne-M aurice: (II), 43, 44, 46, 48, 50, 53, 54, 55,
133. 57 , 58, 60, 65, 84.
Farnese, el cardenal: (II), 138. Floris, C om elius: (II), 76, 77, 78.
Federico el G rande: (II), 121, 124, Fócide: (I), 147, 149, 161.
126, 127. Fonnas H edm ark (Noruega): (I),
Federico I I : (I), 260, 261, 270. 178.
Fedón, rey: (I), 37. Fontainebleau: (I I), 65, 71, 84,
Feininger: (II), 234. 85, 86.
Felipe, apóstol: (I), 273. Fontenay: (I), 289, 290.
Felipe de Orleans: (II), 97. Fontevrault: (I), 240.
Felipe el Atrevido: (I), 339. Formis: (I), 276, 279.
Felipe II: (II), 66. Fossanova: (I), 290, 303.
Felipe IV: (II), 143. Fouquet, Jean: (I), 343, 344.
F em ando III el Santo: (I), 301. Fragonard, Jean-Hondré: (II ), 155,
Ferrara: (I), 253. 156, 178.
Feti, Domenico: (II), 139. France: (II), 22.
Feuchtm tayer, Joseph A ntotn: (II), Francesca, Piero della: (II), 38,
135, 136. Francia: (I), 29, 146, 174, 184,
Feuerbach, Anselm: (II), 190. 189, 198, 203, 204, 205, 218,
Fidias: (I), 22, 62, 64, 65, 66, 68, 224, 225, 226, 227 , 228, 237,
71, 74, 89. 238, 239, 240, 241, 243, 245,
Fiésole, M ino de: (I I ) , 57. 248, 249, 263 , 265, 266, 261,
Figalia: (I), 90. (II), 12, 13, 37, 64, 65, 67, 68,
F ilaret: (II), 16. 70, 85, 89, 92, 95, 98, 103, 108,
Filipo I I de Macedonia: (I), 75. 112, 118, 119, 120, 124, 131,
Filoxeno de Eretria: (I), 83, 86. 132, 138, 152, 153, 154, 158,
Fischer, Johann Michael: (II), 107, 166, 167, 176, 178, 179, 183,
108. 188, 196, 204, 217, 218, 226,
Fischer von Erlach, Johann: (II), 250.
105, 106. Francis: (II), 251.
Flachat: (II), 176. Francisco I: (II), 61, 62, 64, 84.
F lan d es: (I), 324, 339. (II), 77, Franconia: (II), 105.
103, 110, 117, 137, 147. Franconia, Alta: (II), 108.
F rankfurt Am M ain: (II), 181. G erhard, H u b ertt: (II), 88, 89.
Frauenburg: (I), 318. Géricault, Théodore: (II), 183, 184,
Freudenstadt: (II), 73, 75. 185.
Friburgo: (I), 307, 308, 309, 310, Germ ania: (I), 174.
336, 337. Germigny-des-Pres: (I), 196, 205.
Friedrich, G aspar David: (II), 180, G ernrode: (I), 202, 203, 204.
181, 182, 183, 187. G ero, margrave: (I), 204.
Fulda: (I), 192. G hi'bertti, Lorenzo: (II), 19. 53, 55,
70.
G hirlandaio, Domenico: (II), 19,
G 45.
G iacom etti, Alberto: (II), 238, 247,
Gabo, Naum : ( I I ) , 233, 248, 249. 248.
G abriel, Jacques: ( I I ) , 115, 116. Gilly, Friedrich: (II), 169, 170,
Gala (Véase M adre Tierra). 171.
G ainsbdrough, Thom as: ( I I ) , 158. G inebra: (I), 353. (II), 184.
Gaisted: (I), 175. G inebra, lago de: (I), 353.
Gala Placidia: (I), 136. Giorgio Marti ni, Francesco di: (ÍI),
Gales: (II), 172. 16 ,
Galias, las: (I), 101. Giorgione: (II), 40, 47, 48.
Galicia: (I), 240. G io tto di Bondone; (I), 277, 303,
Galieno: (I), 117. 342, 343, 346, 347, 349, 350.
Galilei, Alessandro: (II), 102. (II), 11, 38, 42.
Gallé: (II), 209, G irardon, Fran^ois: (II), 132.
Ganimedes: (I), 58, 60, 61. G laber, Raoul: (I), 223.
G ante: (I), 356. (II), 77. Glasgow: (II), 146, 211, 212, 230.
G ardon, valle del: (I), 105. G loucester: (I), 312.
Garger: (I), 131. Goes, H ugo van der: (I), 357.
Garnier, Charles: ( I I ) , 170, 172. Goethe: (I), 67, 84, 283. (II), 165,
G audí, A ntoni: ( I I ) , 164, 165, 167, 187.
210, 211, 246, Gonzaga, Federico: (II), 30.
Gaugamela, batalla de: (I), 84. Gonzaga, Lodo vico: (II), 18.
Gaughin, Paul: ( I I ) , 199, 200, 202, Gólgota: (I), 151.
213, 216, 218, 224. González, Julio: (II), 238, 247.
G autier, Théophile: (II), 173. Gorgonas: (I), 38, 39, 46.
Ge (Véase M adre Tierra). Gossaert van Mabuse, Jan: (II),
Gelnhausen: (I), 258. 81, 83.
Gelón: (I), 55. Gotland: (I), 181, 183,
Genet: (II), 248, G otlandia: (I), 172.
Genova: (II), 101. Goujon, Jean: (II), 85, 89, 91,
G erhaertt, Niklaus: (I), 340. 92.
Goya, Francisco de: ( I I ) , 163, 1 ,
H ades: (I), 20, 21, 98.
180, 181. H alberstadt: (I), 273, 275.
Gozzoü, Benozzo: (II), 43. Halicarnaso: (I), 78.
Gracos, ios: (I), 101. Hals, Franz: (II), 146, 148.
G ran, Daniel: (II), 151. Halle: (I), 318.
G ranada: (I), 314, 321. (II), 65.H am ann: (I), 215.
Gránico, batalla del: (I), 84. Ham burgo: (I), 352. (II), 87, 186,
G ran M aestre: (I), 320. 216, 250.
Grasser, Erasmus: (I), 340. H annover: (I), 323,
G raubünden: (I), 205. Hansa alemana: (I), 310,
Hardouin-M ansart, Jules: (II), 113,
Grecia: (I), 20, 21, 22, 28, 29, 30,
35, 37, 38, 42, 43, 56, 59, 75, 84,114, 115.
96, 101, 107, 149, 160. Harmodio: (I), 37, 54, 56.
Greco, el (Véase Theotokopoulos, H artung, H ans: (II), 249, 250,
Domenikos). 251.
Greenstead: (I), 196, 197. H aterri, los: (I), 110, 111.
G regorio Nacianceno, San: (I), H auser, A.: (I), 285.
158. Heckel: (II), 214.
G rek, Teófanes: (I), 167. H éctor: (I), 40.
G ris, Juan: (II), 220, 221. Heda, 'Wiliem C : (II), 147.
Gropios, W alter: (II), 231, 232, Hedingham : (I), 260.
234, 244. Hefestos: (I), 21.
G ros: (II), 185. H eidelberg: (I), 345. (II), 74, 76.
H eilbronn: (I), 178.
G rünew ald, M atthias: (II), 80, 81.
H élade: (I), 99.
G uardi, Francesco: (II), 141, 142.
Heiligenkreuz: (I), 290.
G uarini, G uarino: (II), 101, 105.
G uerras de religión: (I), 241, 331.
Helio: (I), 67.
G uikard, H éctor: (II), 208, 209,Heliópolis: (I), 115,
210 . Helsinki: (II), 244.
Guillerm o de H irsau, abad: (I), H ennebique: (II), 167.
234. Hera: (I), 20, 21, 34, 41, 42, 44,
Guillerm o el C onquistador: (I), 45, 49, 51.
244, 246, 298. Heracleion: (I), 23, 28.
G ünther, Ignaz: (II), 136, 137, Heracles: (I), 42, 43, 53, 62, 63,
151. 95.
Heraclio: (I), 142.
H Herculano: (I), 106.
Hércules: (I), 214, 217. (II), 89.
Haarlem : (II), 146. Kermes: (I), 21, 80, 82, 96.
Habsburgo, casa de: (II), 13. Hermodoro: (I), 102.
Habsburgos, los: (II), 12. Hernández, Gregorio: ( I I ) , 130.
Hersfeld: (I), 227, 230. H oreau: (II), 176.
Heródoto: (I), 30, 55. H orta, V íctor: (II), 209.
Herrera, Juan de: ( I I ) , 66. Hostiliano: (I), 116.
Hesíodo: (I), 30, 89. H oudon, Jean A ntoine: (II), 133,
Hesius, 'Willem: ( I I ) , 110. 134.
Hestia: (I), 2 1 ,2 8 . H ülsenback: (II), 236.
Hierón: (I), 55. H u n t, Hozman: (II), 188.
H ildebrandt, Adoif von: ( I I ) , 193,
198, 201.
H ildebrandt, Johann .Lukas von: I
(II), 105, 109.
Hildesheim: (I), 189, 203, 204, Ictino: (I), 64, 65.
213, 216, 217, 218, 231, 268, Ifigenia: (II), 141.
280. Iglesia católica: (I), 123, 142, 228,
Himera, batalla de: (I), 55. 229.
Hiparco: (I), 37, 56. Iglesia cristiana: (I), 188, 189.
Hipias: (I), 54, 58. Iglesia ortodoxa: (I), 142.
H ipodam ia: (I), 62. lile de France: (I), 221, 224, 228,
H ipoderm o de M ileto: (I), 91. 239, 267, 285, 293, 294.
H irsau: (I), 230, 232, 234, 250. Im ad: (I), 271, 274.
H itda: (I), 209, 211. Im perio bizantino: (I), 141, 144,
Hobbgmas, M eindert: (II), 148. 164, 166.
H ochstaden, Konrad von: (I), 308. Im perio carolingio: (I), 171, 189,
Hoffman, Joseph: (II), 211, 213, 196, 221.
227, 228, 229. Im perio de los O tones, Sacro: (I),
Hogarth, W illiam : (II), 157, 163. 228.
Hohenlohe, Friedrich von: (I), 337. Im perio español: (II), 14.
H ohenstaufen, K onradin: (I), 270. Im perio germánico: (I), 154, 189,
H ohenstaufen, los: (I), 270. 202, 204, 209, 228, 234, 249.
Holanda: (I), 355. ( I I ), 77, 97, 105, «Im peria latino» (Véase Im perio
111, 112, 117, 124, 147,149, 234. bizantino).
Holbein el Joven, H ans: (I I ) , 81, Im perio persa: (I), 177.
82, 86. Im perio romano: (I), 171, 173, 188.
Holbein el Viejo: (I), 354. Im perio romano de Occidente: (I),
Holmqvist, W ilhem : (I), 171, 180. 123.
Holt, Thomas: (II), 67, 69. Im perio romano germánico, Sacro:
Holl, Elias: (II), 104. (I), 305, 316. (II), 13.
Hornero: (I), 22, 28, 30. Im perio sálico: (I), 234.
H onthorst, G erard: (II), 147. India: (I), 84.
Hooch, Pieter de: ( I I ) , 147. Inglaterra: (I), 174, 189, 190, 197,
Horacio: (I), 102, 107. 208, 224, 225, 226, 242, 247,
248. (II), 36, 67, 68, 77, 8; !, 86, Jesús de Nazaret (véase Cristo).
97, 111, 116, 117, 118, 120. 124, Jessé: (I), 280.
126, 127, 137, 144, 156, 164, Jludov: (1), 157.
166, 167, 170, 172, 175, 176, Jones, Iñigo: (II), 116, 117.
179, 207. Jonia: (I), 91.
Ingres, J. A. D,: (II), 184, Jorn: (II), 252.
189. Josué: (I), 158.
Innsbruck: (II), 86, 87. Juan, san: (I), 211, 330. (II ), 42,
Irán: (I), 177. 79, 150.
Iris: (I), 72. Judea, guerra de: (I), 110.
Irlanda: (I), 173, 189, 190, Julio I I : (II), 13, 26, 27, 46, 57,
206. 88.
Isabel, santa: (I), 332. Juno (Véase Hera).
Isis: (I), 86, 134. Jú p iter (Véase Zeus).
Islam : (I), 142, 197. Justiniano: (I), 142, 144, 146, 154,
Iso: (I), 84. 254.
Isécrates: (I), 75. Jutlandia: (I), 175.
Issoire: (I), 238. Juvara, Fiiippo: (II), 101, 103.
Italia: (I), 29, 30, 123, 124, 154
165, 171, 176, 181, 189, 197
198, 217, 224, 225, 228, 248 K
249, 250, 251, 253, 254, 255
267, 261, 263, 268. (II), 12, 13 Kalat Seman: (I), 126, 129.
19, 22, 37, 41, 44, 50, 52, 62, 64 Kalf, W illem: (II), 147.
68, 72, 77, 80, 82, 84, 85, 86, 89 Kambly, Melchior: (II), 126.
92, 95, 98, 99, 102, 103, 114 Kandinsky, Wassily: (II), 200, 223,
116, 117, 118, 119, 127, 131 224, 225, 234, 239, 250.
135, 139, 142, 147, 149, 152 K ent, 'Willíam: (II), 119.
246. Keratea: (I), 54.
lu n u s Bassus: (I), 131, 132. Kew: (II), 174, 175.
Kirchner: (II), 214.
Kiev: (I), 150.
J Klee, Paul: (II), 234, 235, 238,
239, 242, 250.
Jacob: (I), 155. Kleinkomburg: (I), 235.
Janeo: (II), 236. Klimt, Gustav: (II), 213, 214.
jan tzen , H .: (I), 189. Kline: (II), 251.
Jenny: (I), 183. Kochel, J. J.: (II), 108.
Jerichow : (I), 232, 235. Kodja Kalessi: (I), 126.
Jerónimo, san: (II), 47. Kokoschka, Oskar: (II), 216, 240,
Jerusalén: (I), 158. 241.
Kolmar: (I), 354. León: (I), 264, 302.
Konigsberg: (I), 318. (II), 104. León X : (II), 14, 26,
Kore: {I), 21. Leonardo (Véase Vinci).
Krumau: (I), 337, 339. Leonicares de Atenas; (I), 78.
Leroux, Roulland: ( I I ) , 90,
Lescot, Fierre: (II), 63, 64, 65, 89,
Lethaby, W illiam Richard: (II),
167.
Labrouste, H cnri: ( I I ) , 174. Leto: (1), 21.
Lacio; (I), 95, 101. Lauctra, batalla de: (I), 75.
Landshut: ( I I ) , 69. Levau, Louis: (II), 113, 114, 115,
Laocontc; (I), 92, 93, 94. 152.
Laon; (I), 292, 293, 294, 299. Líbano: (I), 115.
Lastman: ( I I ) , 147. Liberna: (I), 133.
Laíona (Véase Leto). Libón: (I), 60, 61.
Laurens, H en ri; (II), 243. Licia: (II), 137.
Lázaro; (I), 158. Licurgo: (I), 37, 75.
I^e Barón Jenney, WiUiara; (II), Lidia: (I), 37.
205. Liebarrzell: (I), 259.
Le Brun, Charles: ( I I ) , 153. Lüienfeld: (I), 290.
Le Corbusier; (II), 229, 243, 244, Lim burg a. d. H ardt: (í), 230.
245, 246. Limburg, hermanos van: (I), 355.
Le D autre; ( I I ) , 124. Lincoln: (I), 300.
Ledoux, Claude-Nicolas: (II), 169, Lindo de Rodas: (I), 92.
170. Lipchitz, Jacques: (II), 243.
Léger, Fem and; ( I I ) , 241, 249. Lippi, Fra Filippo: (II), 43, 44,
Legros; (II), 129. 45, 46.
Lehmbruck, W ilhelm: (I)), 217, Lippo, Filippino: (II), 45.
218. Lisícrates: (I), 90.
Leibl, W ilhelm: (II), 186. Lisipo: (I), 77, 81, 82, 83, 84, 85,
Leinberger, H ans: (I), 341. 94, 102.
Lely, Sir Peter: (II), 156. Liss, Johann: (II), 139.
Le Mans: (I), 298, 302. Livia: (I), 108.
Lemercier, Jacques: (II), 115. Livio Andrónico, C.: (I), 101.
Lemno: (I), 95. Lochner, Stephan: (I), 353.
Lemoyne, jean-Baptiste: (II), 133. Loira, río: (II), 61, 62.
Le Main, los herm anos: (II), 153. Lombardía: (I), 198, 249, 250, 255,
Leningrado: ( I I ) , 148. 267.
Le N ótre, A ndré; (II), 114, 119, Londres: (I), 39, 66, 71, 80, 309,
120 . 313, 355, 356. (II), 49, 63, 81,
Leocares; (I), 81, 82, 83. 116, 117, 118, 157, 158, 164,
166, 168, 174, 175, 178, 184, M aestro de las Barajas: (I), 359.
187, 208. Maestro E. S.: (I), 359.
Longhena, Baldassare: (II), 101. M aestro Francke: (I), 352.
Leos, Adoif: (II), 206, 228, 229, M aestro H artm ann: (I), 339.
232. M aestro HL.: (I), 340, 341.
Lorena, la: (II), 153. Magdalena: (II), 134.
Lorenzo el Magnífico: (II), 25. M agdeburgo: (I), 202, 272, 306,
Lorsch: (I), 194, 195, 211, 214. 308, 309, 335.
Lorrain, Claude: (II), 152, 153, Magna Grecia: (I), 84,
187. Magno, Alejandro: (I), 56.
Loscher, Sebastián: (II), 87. M agritte: (II), 238.
Lotaringia: (I), 274. Maguncia: (í), 202, 226, 229, 230,
Lovaina: (II), 110. 231, 232, 238, 305.
Lübeck: (I), 307, 310, 311. Maillol, A rístide: (II), 195, 198,
Lucas Evangelista, san: (I), 186. 200, 201, 217, 219.
Lucca: (I), 256. Maia: (I), 21.
Lucina: (I), 134, 135'. Maiano, Benedetto da: (II), 37.
Ludwig, E rnst: (II), 216. Malar, lago: (I), 180.
Ludovisi: (I), 116, 117. Malevitch, Kasimir: (II), 222, 233.
Luis el Santo de Francia: (I), 323, Malinas: (II), 137.
344, 345. Mals: (I), 205.
Luis X I I I : (II), 112. Mambré, Floresta de; (I), 167.
Luis X IV : (II), 97, 98, 114, 119, Manesse, Rüdiger: (I), 345.
120, 124, 132, 153. Manessier: (II), 249.
Luis XV: (II), 97. Manet, Edouard: (II), 91.
Lyon: (II), 191. Mangia: (I), 321.
M ansart, Frangois: (II), 112, 113,
114, 115, 131, 152.
M Mantegna, Andrea: (II), 19, 38,
40, 44.
Macedonia: (I), 84, 101, 164. Mantinca, batalla de: (I), 75.
M ackintos H ., Charles Rennie: (II), Mantua: (I), 319. (II), 18, 19, 30,
211, 212, 213. 33, 40, 85.
M ackmurdo: (II), 209. M aratón, batalla de: (I), 55, 56.
Madre Tierra: (I), 21, 89, 110. M arburgo: (I), 305, 307, 322.
M adrid: (I I ) , 140, 142, 143, 150. Marc, Franz: (II), 223.
Machuca, Pedro; (II), 66. Marco Aurelio: (I), 107, 113, 114,
Maderna, Cario: (II), 27, 98, 100. 115. (II), 37, 56.
M aerten van Heehskerck: (II), 83. Marcos, san: (II), 79.
M aestro de Naumburg: (I), 329, Marees, Hans van: (II), 189, 190,
334. 195.
Margot: ( II ) , 124. Meleagro: (I), 78,
María, Virgen: (I), 124, 134, 151, Melk: (II), 106.
152, 163, 164, 166, 280, 329, Memling, H ans; (I), 357.
332. (II), 38, 42, 43, 44, 46, 48, M enandro: (I), 85.
51, 150. Menelao: (I), 40.
M aría Laach: (I), 225, 232, 237. Menzel, Adoíph: (II), 185, 187.
Mariemburgo: (I), 320. Mercurio: (II), 89.
Mario: (I), 101. M erionethshire: (I), 319.
Marsella: ( I I ) , 246. Mesenia: (I), 37.
M arsuppini, Cario: (II), 57. Mengs, A ntón Rafíael: (II), 150.
M arte (Véase Ares). Metz: (I), 208.
M artini, Simone: (I), 348, 350. Meurthe-et-Moselle: (I), 184.
Masaccio: (I), 350. ( II ) , 41, 42, Micale, batalla de: (I), 55.
43, 44. Micenas: (I), 25, 26, 27, 64.
Masolino: (II ) , 42. Michelozzo, Bartolommeo: (II), 21,
Masson, A ndré: (II), 238, 251. 23, 24.
Mathieu: (II ) , 251. Mies van der Robe, Ludwig: (II),
Matisse, H enry: (II), 214, 215, 217, 234, 235, 243, 244, 245, 246.
218, 225, 241. Miguel Angel (Véase Buonarroti).
M aulbertsch, Franz A ntón: (II), Miguel, san: (I), 193, 200.
151, 152. Milán: (I), 124, 132, 133, 136, 252,
M aulbronn: (I), 290, 305. 315, 337. (II), 13, 38, 46, 223,
Mausolo: (I), 78, 79, 80. 230.
Maximiano, obispo: (I), 154. Milán, duque de: (II), 22.
Maximiliano I I : (II), 83. Milcíades: (I), 55.
Mayer, Adolf: (II), 231, 232. Mileseva (Servia): (I), 164.
Meandro: (I), 92. M ileto: (I), 51.
Mecenas: (I), 95. M ileto, Isidoro de: (I), 144, 146.
Médici, Cósimo di: (II), 43. Millais: (II), 188.
Médici, G iuliano: (II), 58. M illet: (II), 187.
Médici, Lorenzo: (II), 58. M inden, Bertram von: (I), 311,
Médici, los: (II), 13, 17, 31, 50, 53. 317, 352.
Médícis, M aría de: (II), 112. Minos: (I), 22.
M editerráneo, mar: (I), 22, 37, 84, M inotauro: (I), 22, 47.
101, 129, 141, 142. M irón: (I), 57, 64, 83, 102.
Medusa: (I), 39, 46. (II), 60. Mnesicles: (I), 69, 70.
Meersburg: (I), 353. Módena: (I), 253, 268, 269.
Meidías, pintor de: (I), 75. Modigliani: (II), 241.
Meissen: (I), 335. Modre, Henry: (II), 248.
Meissonnier: (II), 24. Mohamed I I : (II), 144.
Meit, Konrad: (II), 88. Moholy-Nagy: (II), 234.
Moiras: (I), 20. N
Moisés: (I), 137, 328.
Moissac: (I), 264, 266, 277. Nancy: (I), 184. (II), 116.
Molesmes, Roberto de: (I), 289. Nantes: (II), 185.
Mondrian, Piert: ( I I ) , 222, 223, Napoleón: ( I I ) , 169, 179, 194.
224, 226, 229, 234. Ñapóles: (I), 55, 86, 109, 136. (II),
M onet, Claude: (II), 190, 191, 223. 13, 83, 103, 139.
M onnot: (II), 129. N atum s: (I), 205.
Monreale: (I), 257, 258. Naum burg: (I), 230, 274, 305, 329,
M ont St. M ichel: (I), 243, 246. 333, 336.
Naxos: (I), 43.
M onte Athos: (I), 144, 166, 167.
Negro, m ar: (í) , 171, 173, 177.
M ontefeldre, Federigo da: (II), 43,
N eithart - G othart, M athis (Véase
73.
G rünew aid, M atthias).
M ontes Metálicos (Véase Erzge-
Némesis: (I), 106.
birge).
N eptuno (Véase Posidón).
Monza: (I), 133. Nerón: (I), 107, 111.
Moraca (Servia): (I), 164. Nervi, Pier Luigi: (II), 244, 246.
Morea: (I), 144. N eptuno: (I I ) , 130.
M orris, W illiam: ( I I ) , 166, 189, Nepveo, Pierre: (II), 62.
208. Neresheim: (II), 107.
Mosa, río: (I), 274. Nerón: (I I), 16.
Moscú: (I), 144, 150, 157, 167. Nesiotes: (I), 55, 56, 57.
Mosela, río: (I), 274, 320. Neso: (I), 42, 43.
Nessos, N etos (Véase Neso).
Moser, Lukas: (I), 353.
Neuburg: (I), 279, 280.
M ultscher, H ans: (I), 339, 340,
Neuilly: (II), 121.
353.
Neum ann, Balthasar: (II), 107,
M ummius: (I), 84.
108, 109.
M unch, Edvard: (II), 201, 202, Neuwied: ( I I ) , 126.
203, 213. Nicandro: (I), 157.
M unich: (I), 31, 32, 73, 88, 211, Nicea: (I), 213,
354. (II), 12, 70, 71, 72, 79, 80, Nicias de Atenas: (I), 80.
88, 89, 104, 105, 123, 124, 127, Nicias, paz de: (I), 55, 70.
136, 142, 145, 146, 150, 152, Nicolás V: (II), 43.
171, 182, 189, 207, 210, 223. Nike: (I), 21.
M ünster: (I), 178, 307. Nilo, río: (I), 113.
M urbach: (I), 222, 237. Nimega: (I), 203.
MuríUo, Bartolomé Esteban: (II), Nimes: (I), 104, 105.
142, 143. Nocera Umbra-Perugia (Italia): (I),
M üstair: (I), 205. 179.
INDICE ONOM ÁSTICO 275
S ig l o s v ál i antes de C r is t o
A rte p a l e o c r is t ia n o
A rte b iz a n t in o
A rte de la E po c a de las
G randes I n v a s io n e s
D EL TO M O II
Adán y Eva, de D urero: (Fig. 589).
Amor sacro y airioí profano, de Tiziano; {Fig. 542),
A nuario bávaro- de dos pisos, 1590: (Fig. 574).
Arm ario francés de dos pisos, segunda m itad del siglo xvi: (Fig. 575).
Capilla Pazzi en Santa Croce de Florencia: (Fig. 504).
Cariátides de la galería de músicos en la Sala G rande del Louvre; (Fi
gura 606),
Castillo de Cham bord, escalera de Francisco I: (Fig. 562).
Castillo de Cham bord, vista general y planta: (Figs. 560, 561).
C atedral de Florencia, tribuna de cantores: (Fig. 552).
C ondottiero Colleoni, de Verrocchio: (Fig. 554).
C ondottiero G attam elata, de D onatello: (Fig. 553).
Cuadro circular con la Virgen y el Niño, de Fra Fiüppo Lippi: (Figu
ra 539).
C uarto de estar del «Seldenhofs» de Zurich: (Fig. 579).
C uatro Apóstoles, de D urero: (Fig. 590).
Dama joven en el tocador, de autor desconocido, de 1a escuela de Fon-
tainebieau: (Fig. 597).
David, de Donatello: (Fig. 548).
D avid, de Miguel Angel: (Fig. 549).
Edificio: dibujo de la planta y perspectiva, por Leonardo da Vinci: (Fi
gura 508).
Embajadores franceses en la corte inglesa, de Holbein el joven: (Figu
ra 593).
E statua de Moisés (de la tum ba de ju lio II), por Miguel Angel: (Figu
ra 497).
Estatua de San M iguel, de G erhard: (Fig. 602).
Estatua del rey A rturo, de Vischer el Viejo: (Fig. 599).
Fresco en la Santísima Trinidad en Santa M aría Noveile de Florencia:
(Fig. 535).
Fresco en el Vaticano, la Escuela de Atenas, de Rafael Sanzio (Santi);
(Fig. 538).
Freudenstadt: plano de urbanización: (Fig. 584).
Iglesia basada en la figura hum ana (planta): (Fig. 498).
Iglesia de Bückeburg, fachada; (Fig. 581).
Iglesia de San Lorenzo en Florencia: (Fig. 501).
Iglesia de San M iguel de M unich, fachada e interior; (Figs. 582-583).
Iglesia de San Pedro de Roma, de Bramante (planta): (Fig. 516).
Iglesia de San Pedro en Roma, de Miguel Angel (planta): (Fig. 517).
Iglesia de San Pietro in M onto rio, de Roma (planta del Tempieto): (Fi
gura 515).
iglesia de Sant’Andrea en M antua, nave mayor; (Fig. 502).
Iglesia de Sant’Andrea en M antua (planta): (Fig, 503).
Iglesia de Santa M aría delle Carceri en Prato: (Fig, 505).
iglesia de Santa M aría della Consol azione en Todi: (Fig. 507).
Iglesia de Sanio Spirito en Florencia (planta): (Fig. 500).
Las Tres Gracias con el corazón de E nrique II , de Pilón: (Fig. 605).
Louvre de París: (Fig. 564).
M adonna del eolio lungo, de Parmigiano: (Fig. 534).
M adonna della Sedia de Rafael Sanzio (Santi): (Fig. 540).
Mesa italiana de flancos, siglo x v i: (Fig. 576).
M inerva triunfando sobre la ignorancia, de Spranger: (Fig. 595).
M onasterio de El Escorial: (Fig. 567).
M onasterio de San Pietro in M ontorio, de Roma (tem pietto): (Fig. 506).
N acim iento de M aría, de Ghirlandaio: (Fig. 536).
N acim iento de Venus, de Botticelli: (Fig. 537).
Paisaje del Danubio en Regensburgo de Altdorfer: (Fig. 592).
Palacio A net: (Fig. 563).
Palacio de Biickeburg: Puerta de la Sala Dorada: (Fig. 580).
Palacio de Carlos V, en la Alham bra de G ranada: (Fig. 566).
Palazzo de Farnese de Roma: (Fig. 518).
Palacio de Fontainebleau, G alería de Francisco I: (Fig. 565).
Palacio de Heidelberg: edificio de O ttheinrich: (Fig. 585).
Palazzo Medici-Riccardi de Florencia: (Fig. 510).
Palacio M unicipal de Ámberes, 1561 a 1565: (Fig. 588),
Palazzo P itti de Florencia, patio interior. (Fig. 513).
Palazzo Rucellai en Florencia: (Fig, 511).
Palazzo Vidoni-Caífarelli en Roma: (Fig. 512).
Parábola de los ciegos, de Brueghei: (Fig. 596).
P atio de «loggias» del Palazzo Medici-Riccardi en Florencia: (Fig. 509).
Pellerhaus de Nuremberg, patio interior: (Fig. 586).
Perseo, de Cellini: (Fig. 550).
Placa de bronce con O rfeo y Eurídice, de Vischer el Joven: (Fig. 600).
P o rta del Paradiso del Baptisterio de Florencia: (Fig. 551).
Renacim iento tem prano italiano: Ornam entación: (Figs. 570, 571, 572,
573).
R etrato del conde Castiglione, de Rafael Sanzio (Santi): (Fig. 543).
R etrato ecuestre de Francisco I, de Clouet el Joven: (Fig. 598).
Sacra Conversazione con donante arrodillado, de Piero delíe Franceses:
(Fig. 532).
Sacra Conversazione de A ndrea Mantegna: (Fig. 531).
San Antonio y San Pablo, de M attbias Guinewaid: (Fig. 591).
Santa Ana, la Virgen y el Niño, de Leonardo da V in d : (Fig. 553).
Scheleissheim, de G erhard: (Fig, 6 0 i).
Silla italiana de tijera, siglo xvi: (Fig, 577).
Taraceas en el «studiolo» del duque Federigo da M ontefeltre: (Fig. 578).
Tem pestad, de Giorgione: (Fig. 541).
Torre de ios cinco órdenes, de O xford: (Fig. 569).
Tumba de Cario M arsuppini: (Fig. 555).
Tumba de Francisco I, de Delorme: (Fig, 604).
Tumba del duque Lorenzo de Médici, de Miguel Angel: (Fig. 556).
Tumba de los cardenales Jorge I y Jorge II, d ’Amboise: (Fig. 603).
Venus y Amor, de G ossaert van M abuse: (Fig. 594).
Villa Médici, en Poggio a Caiano: (Fig. 514).
Viviendas de Amberes, siglo xvi: (Fig. 587).
WoIIaton H all, en N ottingham shire: (Fig. 568).
Xilografía de Sette d ’A rchitettura: (Fig. 499),
Barroco
M a n ie r ism o
S ig lo s x ix y xx