Vista de Notas Sobre Paisaje, Paisajismo e Identidad Cultural en El Perú

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ARQUITEXTOS 6 Octubre 1997 Notas sobre paisaje, paisajismo e identidad cultural en el Peru Wiley Luden Paisaje, ideologta y tendencias Desde hace un buen tiempo existe un consenso en el sentido que si existe un concepto cuyo significado resulta impreciso y carente de especificidad éste es el de paisaje. Este término implica ciertamente un dominio cuyos limites resultan difciles de determinar. Puede considerarse como paisaje casi todo y rrada al mismo tiempo. Paisaje proviene de pals, como paisano viene de pais. Significa en su origen etimolégico lo externo. Pero también, como apunta César Nasell, es el tert torio, a regién, la patria chica, el “lugar de las experiencias primordiales de un grupo humano determinado (...) es un elemento de referencia y simbolo de identidad personal y social”. Sin embargo queda claro ~al menos en lengua espafiola- que paisaje no es strictu sensu lo mismo que pais y entorno fisico. Si guiendo a Naselli podemos decir que paisaje signficarta algo as{como “a modo de pais”, “'semejante a un pals”, probablemente la “imagen” de un pats Sin embargo, si se considera que el entorno fisico es el substrato material del paisaje, aquello que denominamos como paisaje es una ““interpretacién” cultural e ideoldgica de este substrato. Los entornos fisicos se vuelven “paisa: jes” desde el momento en que son leidos y percibidos socialmente como tales. No existe, pues, el paisaje como objeto en sy para si mismo. paisaje es una imagen, una forma de representacién mental derivado de un acto de vivenciar © percibir un medio fisico determinado. No existe un paisaje en abstracto: exis- te siempre solo como una forma singular de paisaje. Es el paisaje como imagen de un entorno vivenciado. Por ello el paisaje es una realidad condicionada pero que condiciona a su vez. La nocién de paisaje esté asociada evidentemente a la idea de un sistema complejo y orgénico de imagenes o elementos plurales. Asimismo a la idea de lo comunitario y lo colectivo. No existe y no se puede decir, por ejemplo, el “pa- saje” de un lapicero. En todo caso lo espectfico de aquello que denominamos paisa estaria en el tipo de relaciones que establecen sus distintos componentes naturales y culturales entre siy estos con el observador (individual o colectivo). La idea de! paisaje como una realidad diferente a la existencia del mundo artificial y como un elemento manipulable en términos artifiiales, es en real dad una idea que recién empieza a consolidarse durante el siglo XVII. Se da en momentos en que el hombre descubre o eleva a conciencia que el entorno es y puede ser un factor de progreso y deterioro, al mismo tiempo. EI nacimiento Gel urbanismo y la planificacién modernas se asienta precisamente en el reco- ocimiento de que el medio fisico es una fuerza actuante frente a la cual se deben adoptar estrategias especificas que medien la relacién entre la sociedad yla naturaleza. ARQUITEXTOS 30 Ill Desde que en el Renacimiento la oposi- cin naturalezajartificio se convirtié en una oposicién donde la légica del artificio ter- miné por imponerse como parémetro de transformacién de la naturaleza, la idea del paisaje dej6 de estar asociada a una estrate- gla “natural” de transformar el entorno. Con el Renacimiento la idea de paisaje se asocia a la idea de artificio exaltado en base a una representacién racional antropocéntrica del mundo. Desde entonces las distintas visiones y estrategias de intervencisn sobre el paisaje han terminado por vertebrar dos grandes opciones y tradiciones. Por un lado, la ten- dencia de una visién racional que entiende el paisaje como una realidad que debe ser disefiada en tanto hecho “artificial”, cerra- do y acabado en si mismo. Y, por otro, la tradicién naturalista que presupone la de- fensa de un paisaje disefiado como un he- cho “natural”, abierto, espontaneo y libre. Sobre estas dos tendencias basicas es que se ha desarrollado el discurso paisajistico occidental a partir del siglo XVII hasta nues- tros dias, Existe un consenso en plantear igualmen- te la existencia de tres grandes tendencias histéricas en lo que concierne al disefio del paisaje en el siglo XX. La primera corresponde ala linea del dise- fho promovido por el Movimiento Moderna a partir de la década de 1920. Aqui la nocién de paisaje asociada a la idea de naturaleza- sirviente supone su instrumentalizacién a efectos de lograr una racional utlizacién del entorno y os espacios de la ciudad. El paisaje no es una condicién a preservar: es un dato a transformar en arreglo a los fundamentos racionales y funcionales del disefio moder- no. Walter Groplus, Le Corbusier, los CAM y la utopia racionalista disefian bajo este Marco un nuevo paisaje lleno de luz, higiene y orden. Es el palsaje convertide en objeto de contemplacién e higienizacién del am- biente a costa de aniquilar el mismo paisaje en sus fundamentos ecoldgicos. Aqut estén presentes tanto la idea lineal del progreso como fendmeno ilimitado, como la idea de la naturaleza como una fuente inagotable de Enmarcada dentro de los principios generales del disefio del Movimiento Mo- derno una de las principales vertientes lo constituye, sin duda, la tradicién del llama- do disefio del “patsaje urbano”, sustentado en una mezcla de romanticismo y discurso racionalista tal como queda expresado en los trabajos de disefiadores como Frede- rick Guibbert, Gordon Cullen 0 Ivor de Wol- fe. El principal escenario de realizacién son las New Towns, los Grands Ensembles o las Siedlungen nordeuropeas de las décadas de 1950 y 1960. La premisa central que sirve de base a esta tradicién, como sostiene Na- selli,esla del “disefo de una imagen global entera y transmisible, un paisaje total de sensorialidades, “climas” emotivos, figuras reconocibles y usos predeterminados en lu gares urbanos predeterminados, plenos de higiene, alegria de vivir y expansiones de la personalidad’, La tradicién del disefio det “paisaje na- tural” es otra de las tendencias enmarcadas atin dentro de los fundamentos del disefio del Movimiento Moderno. Es una opcién identificada plenamente con el disefio de parques urbanos o parques especiales liga- dos a arquitecturas de ocio cultural y turis- tico. Implica una forma de construccién de tun entorno paisaiistico diferente al paisaje Urbano rutinario. Es un paisaje mistificado en su propia esencia. Una segunda naturaleza intentando ser la naturaleza primigenia. Pro: yectos de reforestacién 0 de areas verdes especializadas, ete, ‘A medio camino entre la tradicién del discurso paisajistico de notacién racional funcionaliste y de los planteamientos del paisajismo de la reaccién anti-racionalista y ecologista de la década de 1970, se encuen- tran una serie de planteamientos unifica dos bajo los fundamentos de una revision critica de tono culturalista de los proble- mas del entorno. Esta es la tercera gran tendencia del paisajismo del siglo XX. Tie nen que ver con una suerte de disefio del paisaje “significante”. Supone una apues ta por la resemantizacién de los entornos existentes, recuperando y poniendo en va. lor la presencia de significantes histéricos 0 propios ala cultura local y popular. El apor te més importante del discurso enmarcado bajo esta tradicién es la consideracién del paisaje (urbano y rural) como valor histé: rico a rescatar, revalorizar o reinterpretar. Sin duda el principal tedrico y promotor de esta tendencia fue Kevin Lynch. Con el ha Campos decuitivo aledarios ‘ala ciudad ‘de Bruxal, ‘Alemania. Dibujo W. Luderia, Notas sobre paisaje, paisajismo e identidad cultural en el Pert ll Wiley Lucena ll brfa que mencionar a Roy Haskett, Robert Venturi o Amos Rapoport. El paisajismo de la reaccién anti-raciona- lista va'a implicar un movimiento complejo que comprende en su seno diversas opcio- res, muchas de ellas totalmente contrapues- tas en términos ideolégicos y estéticos. La constelacion de propuestas va desde una es- pecie de fundamentalismo ecoldgico hasta la glorificacisn sensualista de los megapaisa- jes artificiales y efimeros. Una de las versiones més influyentes y complejas del paisajismo de la reaccién anti -racionalista es aquella identificada con el ecologismo militante. Esta tendencia empie- 2a a gestarse a partir de 1970 como respues- tacritica ala crisis ecolégica y la degradacién del paisaje gestado en el discurso racionalis- ta y la produccién capitalsta de la ciudad y el ambiente. Es una forma de reaccién anti racionalista. Este es un movimiento que se gesta a partir de una conciencia de crisis ecol6gica, destruccién de ecosistemas y una desconfianza substancial en Ia idea raciona lista de progreso. La propuesta opta por una suerte de “disefo critica” del paisa. Esta op- cidn puede terminar siendo identificada ple rramente con los fundamentos del discurso Ge la Kritischerekonstruktion de la ciudad. Es sucontraparte paisajstica. Dentro de esta tendencia se gestan a su vez una serie de opciones como el discurso de los “verdes pragmaticos” hasta aquellos ientificados con una especie de fundamen- talismo ecoldgico. Tal vez la opcién més extrema de esta iitima versién sea la glori ficacién de la Spontanvegetation de los ale- manes verdes radicales. Una especie de mini reserva natural convertida en parque do- rméstico 0 urbano. El mejor parque es aquel que no es disefiado. El paisalismo como pla- ga humana que va a contracorriente de las leyes de la naturaleza. En el extremo opuesto al discurso ecolo- gista del paisaje, se encuentra una opcién cu: yos fundamentos se sostienen tanto en una suerte de paranoia tecnolégica convertida en estética del pesimismo (el paisaje negro de futuribles urbanos), cuanto en una entusiasta Geclaracion de la factibilidad tecnolégica de producir megapalsajes artifciales a gusto de los palses. Por Un lado paisajesllenos de hollin cibernético y, por otro, la reproduccisn sisté- mica de paisajes totales de cardcter artificial. Gigantescas playas de verano bajo cubierta een pleno invierno de Tokio. 0 al revés: mon- tafias de hielo artificales en pleno verano. En ambos casos se trata de muestras elocuentes de aquello que se ha venide en denominar la realidad del “antipaisaje” 1 ARQUITEXTOS 30 Entre estos dos extremes, el del discurso ecologista y su contraparte tecnolégica-prag- rmatica, las iltimas décadas han visto gestarse y desaparecer, consecutivamente, a una serie de opciones particulares. Desde el neonatu- ralismo, buscando un nuevo entorno agrico- la, hasta las opciones de la jardineria trivial 0 agricultura visual, como simple artefacto de evocaciones estético-historicistas. Si bien la historia del paisajismo peruano reproduce en términos generales los funda- mentos ideolégicos de las principales orien- taciones del disefio paisajistico producide en los paises del llamado mundo desarrollado, la produccién peruana posee su propia especifi cidad histérica social jea El paisaje en el Perti: entre el p: servir y el paisaje sirviente Una historia del paisaje peruano, que no es estrictamente una historia del paisajis- mo como campo disciplinar ni de los par ques como Ambito reductivo, esta atin por escribirse. Se trata sin duda de una historia densa en buenos ejemplos y seguramente trdgica en draméticos desatinos a la vez Una historia que se extiende desde que los Chavin optaron por deificar los princi- pales cédigos del paisaje natural, hasta la apertura de los pozos petroliferos en plena amazonia virgen, pasando por la tragedia ecoldgica y estética promovida por la ex- plotacin de las minas de La Oroya por la Cerro de Pasco Corporation. La evolucién histérica del paisaje no pue- de abstraerse de los modos de relacién entre sociedad y naturaleza establecidos por la so- ciedad peruana en sus dlstintas fases de de- sarrollo. El paisaje, en su contenido y forma, no es solo una expresidn de esta relacién, sino una manifestacién que reatiza del mismo modo esta relacién. Lucia Maria Costa al delinear una historia del paisajismo brasilefio ubica su origen en el centro mismo del espititu de la colonizacién portuguesa, como producto del sistema de exploracién depredatoria del paisaje y los recursos naturales?. Es una propuesta pert rnente. Pero este es el caso del Brasil sin una historia milenaria de culturas precolombinas. Segiin los principales modos que caracte rizan a relacién sociedadinaturaleza, la histo- ria del palsaje peruano puede ser dividida en ‘érminos generales en tres grandes fases: El paisaje preinca e inca La primera corresponde a la presencia de las culturas preincas e inca. Es el Pert preco- lombino. Un rasgo central de esta etapa es que las relaciones entre sociedad y naturale ARQUITEXTOS 30 Ill zalmplicanrelaciones de adaptacién y vineulo arm@nico. Es una fase donde los primeros pe- ruanos pasan de vivir de forma enteramente dependiente de las fuerzas del ambiente na- tural a una forma en la que como sucederia en la fase inca, tendrian lugar las primeras gran- des transformaciones artificiales del paisaje natural bajo Ia légica de una relacién de trans- formacién limitada no extensiva del paisaje y los recursos naturales. En esta fase no se Puede hablar de depredacién ni destruccién del paisaje y menos de exterminio masiva de individuos o especies animales y vegetales. Puede decirse que existia una relacién de equilibrio entre sociedad y naturaleza, Paisaje y colonizacién La dominacién colonial espafiola va a significar el inicio de otra fase radicalmente distinta a la anterior en términos de las rela ciones entre sociedad y naturaleza. EI modo de relacién directa, mas o menos arménica y de intervenciones limitadas, fue reempla- zado por el tipo de relacién explotacién-do- rminacién de la naturaleza. Para el coloniza- dor el paisaje (y por ende la naturaleza) no representan una extensién animistica de la imaginerfa religiosa prehispanica, sino una fuente de recursos a explotar y depredar. La ‘transformacién del paisaie y los recursos na- turales esta sustentada en un sentimiento y légica claramente utiltarios. Sila sociedad prehispanica pensaba que habia que adaptarse o transformar con res- peto el ambiente, la sociedad colonial opté por el sometimiento utilitario de la naturale 2a. Se inicia asi una dinémica degradadora del ambiente natural. Con la dominacién colonial arriban las grandes explotaciones mineras, las grandes haciendas y nuevas redes de cami- nos, as{ como una nueva familia de especies naturales y vegetales. Pero también se inicia Ia era del minifundio campesino que tendria luna enorme influencia en la configuracién del paisaje andino: aquel paisaje sin fronteras © linderos del incanato, se transformaria en tuna constelacién fragmentada de parcelas de cultivos distintos delimitados por érboles y ar- bustos muchos de ellos desconocidos, que es lo que terminaria por otorgarie una identidad estética particular. El paisaje republicano. Capitalism y paisaje El surgimiento de la explotacién capitalis- ta de las materias primas alrededor del siglo XIX va a significar el paso a otro modo de re- lacién entre sociedad y naturaleza que ten- dria un enorme impacto en la configuracién del palsaje peruano. La aparicién de enormes haciendas de aziicar y algodén en la costa y sierra del Pert, asi como el desarrollo de una minerla y pesqueria intensiva significardn el surgimiento de una fase donde la relacién sociedadinaturaleza tendria como Iégica in- trinseca la dominacién de la naturaleza. La explotacién del guano de las islas a mediados del siglo XIX, la explotacién del caucho en la amazonia y los inicios de la explotacién en la regién minera del centro del Perit a fines del siglo XIX, as{ como la implantacién de gran- des haciendas de la costa y centro o el tend do de lineas ferroviarias en distintas regiones del pals, significaran, entre otras, el inicio de un periodo de profundas transformaciones en el paisaje y los ecosistemas del pais. Este es el periodo donde es posible distinguir los primeros procesos sostenidos de deforesta- cin, contaminacién de los rios y erosién de lossuelos. Una segunda fase de este tercer y titimo periodo caracterizado por una légica distin ta de relacion sociedadinaturaleza, es el que empieza a tener lugar a partir de 1940, pro- ducto de! desarrollo de la industrializacién capitalista del pals. A diferencia de la relacién explotacién-dominacién, en este perfodo se inicia la ldgica de la explotacién-destruccién de la naturaleza. El surgimiento de la industria urbana y el violento proceso de urbanizacién acrecentaria por otro lado las tendencias de depredacion del ambiente que ya empezaron a originarse en el periodo anterior. La ldgica de la explotacién capitalista del paisaje va a imponer al paisaje peruano otra configura: ign, dinamica y estética, Es en esta fase don. de el concepto de crisis ecolégica adquiere una dramética constatacién. Sl en las fases anteriores los ritmos de la naturaleza eran atin respetados en la medida de la existencia de una demanda real, hoy en dia esta légica no existe més. La Idgica que domina ala explotacién capitalista del paisaje no tiene nada que ver con el respeto de los rit mos y capacidad de reproduccién naturales, sino con las exigenclas de mantener perma: nentemente una sobreproduccién especula- tiva, Muerte de los paisajes, agotamiento de fuentes de agua, desertizacién de dreas ver des, agotamiento y desaparicién de las espe- cles, efc,, son entre otros, los signos que se advierten en el pais. Paisaje y cosmovisién o el desencuentro de dos mundos (paisajes) Paisaje y cosmovisién andina En medio de los tres grandes modos de relacién sociedad|naturaleza que registra la historia det Pert, existe una gran division en nuestra historia que marcard finalmente esta relacién en dos grandes modos o sistemas de Notas sobre paisaje, paisajismo e identidad cultural en el Pert ll Loandenerta de isac. Cusco. Dibujo W. uderia, produccién y concepcién del paisaje. Nos re- ferimos a la visién nativa vigente hasta la lle- gada del colonizador espatiol y la visién occ dental del paisaje impuesto por este y vigente enesencia hasta nuestros dias. La visién religiosa politeista y ar de las culturas preincas e inca implicé sin duda una visién y actitud substanciaimente distinta a la occidental respecto a la natu- raleza y e! paisaje. Las nociones de tiem- po y espacio, por citar un caso, resultan radicalmente distintas. Para los incas, por ejemplo, kai es la nocién de espacio y tiem- po que significa “aqui” (de espacio) y el “presente” (de tiempo), simulténeamente. Quipa significa “atras” y “futuro” al mismo tiempo. Mientras que Aaupa significa “de- lante” y “pasado” al mismo tiempo. Es de- cir, en la cosmovisién inca el futuro se en- cuentra atrés y el pasado adelante. Como dice Pablo Macera es que en este caso el futuro estd viniendo, estd por entrar en este mundo nuestro que es aqui el presente (haiy”*. Con esta cosmovision y un animismo poliférmico la naturaleza y los distintos ele- mentos del paisaje adquirieron una signif cacién trascendental mitico-religiosa. Cada 4rbol, cada montafia o cada rio y manantial encarnaban no solo a un espiritu particular, sino poseian su propio genius loci, es decir encamaban un espiritu del lugar. De ahi que la relacién con la naturaleza y el paisa Je estuviera mediado por una ritualidad re- ligiosa dispuesta para su exaltacién sagra- da o su expiacién como sindnimo de! mal. Reciprocidad, redistribucién (de poblacion y recursos) y el control ecoldgico vertical Segiin el principio de John Murra, son los factores inherentes al discurso paisajistico preinca y, fundementalmente, inca. Los hombres del Perit preinca e inca de pendian practica y reigiosamente de la natu- raleza, © cuando intentaban convertiria en ar- ARQUITEXTOS 30 tificio humano lo hacfan en gran medida con los gestos de una reciprocidad donde bienes- tar, proteccién y salud eran los factores mas convocados. La estética del paisaje no es en este caso unaestética de a violencia, sino una estética de la concordancia o la mimetizacién ontolégica. Sin embargo esta lectura puede pasar por ingenua o demasiado mistificadora de la realidad. La planificacién casi sistémica de los. incas, la “reubicacién” forzosa de pueblos in- tegros debido a la expansién violenta y otros hechos, hablan naturalmente del advenimien- to de una légica distinta en la relaciones incas entre sociedadinaturaleza. ‘Antes dela legada de los espafioles el pai- saje peruano estaba constituido por una “se gunda naturaleza” artificial de diversos tipos de aldeas o ciudades de distinta envergadura, Pero también por una red compacta de cami- nos y canales de riego que serpenteaban los andes y cruzaban de manera recta los llanos. Asimismo por una trama de parcelas de culti- vo de diversos tamatios y formatos regulares Oo nregulares, las cuales compontan un paisaje cuyo principal atributo estetico residia en una adecuada dosificacién entre dramatizacién artificial y disolucién figurativa de los contor- nos con la naturaleza preexistente. Algo de esto podemos encontrar en la composicién de la andeneria inca del valle del Urubamba, cen las “chacras hundidas” de las Pampas de Villacuri (Ica) o los “‘camellones” del Titicaca © campos drenados dispuestos para mejorar elcultivo. La jardineria preinca e inca constituyen de otro lado una tradicidn tan importante como desconocida hasta la actualidad. Leo- nardo Mattos-Cardenas, apoyéndose en multiples descripciones de cronistas como Miguel de Estete, Cleza de Leén, Fray Mar- tin de Murtia, Garcilaso de la Vega 0 Gua man Poma, sustenta la tesis de la existencia del “jardin” preinca e inca como un arti deliberadamente concebido y construido’. No solo se trata de jardines dispuestos a modo de huertas utilitarias, sino de verda- deros espacios de contemplacién estética y recreacidn, asi como de uso ritual y sim- bélico. Citando a Charles Wiener, reconoce que en Chan Chan los surcos geométricos que irrigaban recintos ortogonales fueron concebidos por una suerte de verdaderos “jardineros paisajistas”. Jardines con pajaros de distintas regio- nes, con “lagunas de pescados” como relata Guamén Poma; jardines de quinuales, moles y otras plantas tipicas de la flora inca, son los cédigos constitutivos de muchos de los jar- dines nativos de entonces. Mistificacién del ARQUITEXTOS 30 Ill agua, los drboles y las piedras: he ahi otro de Ios factores inherentes a fa composicién pai- sajstica inca, Debe recordarse que entre ios principales cultos incas se encontraba el culto generalizado alas conapas (objetos sagrados domésticos)y tambign ala hucnca (piecra). A la huanca se le lamaba también Llacta Cama- 4yoco Chacra Camayoc, en tanto su disposicién para cuidar la aldea y las chacras, respectiva- mente. Entre laisl artificial de los Uros, experien- cia limite de la imposicién del artificio inca sobre la naturaleza virgen, hasta las lineas de Nasca como una suerte de espectacular ® indescifrable garabato de arte ambiental, pasando por los “jardines del placer” Chan Chan, el paisaje preinca e inca resume una experiencia histcrica densa en experiencias ¥ aportes de singular significacién practica y conceptual El paisaje preinca e inca es esencialmente, para decirio en términos de Eduardo Grillo Ferndndez, un “paisaje vivenciado y criado”, antes que un “pasajesirviente” dela coloni- zacién occidental®. Paisajey extirpacién de idolatrias La llegada de los colonizadores no solo signific6 el aniquilamiento de una cultura y un pueblo, sino también el sojuzgamiento de sus circunstancias ambientales: el paisaje vr venciado nativo. Elarribo de nuevas plantas y enfermedades, de nuevas técnicas 0 céigos esteticos del patsaje, asi como de una nueva cosmovisién, trajo como consecuencia la rup- tura de las estrategias nativas de transforma- cion det paisaje. La extirpacién de idolatrias no solo se reduio al plano de las imagenes 0 Ia rtualidad nativa, sino también a nivel de todos aquellos elementos u objetos anida- dos en un paisaje nativo lleno de significado magicorreligioso. EI paisaje sustentado en su deificacién politelsta y animista dejar de ser tal bajo el imperio de una cosmovisién occidental sus- tentada en una visién religiosa monotelsta y antropocéntrica. Es en este nivel donde se operarian las cambios mas significativos en ‘érminos del paisaje colonizado. La llegada del colonizador cristiano no solo significars por ello el arribo de una practica de saqueo cultural, sino también el arribo del discurso cristiano sobre el paisale, el cual ~segin los fundamentos cristianos~ habia sido creado or Dios para servir alos propésitos del hom- bre. La idea del paisaje o naturaleza puesta al servicio de! hombre y no al revés esta en el centro mismo del pensemiento cristiano del mundo. “Al triunfar sobre el animismo — sostiene Julio Mutioz Rubio- propio de otras religiones que ademés eran politelstas y en Jas cuales cada dios ten‘a un significado par- ticular de la relacién humana con su ambien te natural, el cristianismo logra impulsar una idea particular de explotacion en la que lo que prima es una actitud de indiferencia hacia la aturaleza””. La desmitificacién cristiana del paisaje na tivo signifies, pues, la conversisn del paisaje {en objeto salvaje de dominio y fuente inago- table de progreso permanente. Los dioses no estan en la naturaleza, sino més alld de ella: {en el dios cristiano. Sujetos a la omnipresen- cia de este dios, el occidente colonizador vaa sentirse duefo de la naturaleza otorgada por Dias para su explatacién. Premunido de esta cosmovisién, la co: lonizacion espafola significé un period de grandes transformaciones del paisaje perua- no. Con él surgieron procesos extensivos de explotacién minera y de otros recursos natu: rales, al mismo tiempo que nacen las cluda- des como enormes artficis contrapuestos al ‘mundo natural Al exterminio de la poblacién rnativa, la crisis ecoldgica también tuvo su cau- sa en las deficientes condiciones de vida en a ciudad. Una de las caracteristicas del paisajismo de la colonizacién tiene que ver con la ins talacién y legitimacién cultural y politica del parque urbano. Frente a la evocacién rural encarnado por el huerto de la periferia del nt cleo urbano de Lima y otras ciudades, se pro: yectarén a partir de mediados del sigio XVII grandes parques y espacios piblicos. EI Paseo de Aguas, la Alameda de Acho o la Alameda de Huamanga son entre otros, intervenciones palsalistas donde la idea de parque aparece como una reduccién arquitecténico-urbanis tica de un ideal estético ligado al paisayismo del absolutism politico, En todo caso, la idea de parque como enarme artefacto controle: do ambientalmente estaba en este caso mas cerca de la utopia paisalistica barroca que de la reinvencién tropical y andina del paisaje pe ruano. El paisaje de hoy: entre el jardin decimo- nénico y el jardin chicha del “jardinero” informal EL advenimiento de la repdiblica no signi: ficé grandes cambios en términos de ideolo- aia y convenciones proyectuales a nivel det paisajismo urbano. La creacién del Parque de la Exposicién o el Jardin Boténico en el siglo XIX no hard sino ratifcar las paraddjicas rela ciones entre el proyecto politic liberal de la repablica y a estética decimonénica tardoba rroca y neociésica, Visién esta que se prolon- gardiincluso hasta muy entrado el siglo XX. El Notas sobre paisaje, paisajismo e identidad cultural en el Pert ll Wiley Lucena ll Parque de la Reserva y el parque del Campo {de Marte son dos ejemplos que pueden rat car esta afirmacion. Es en el ambito del paisaje en escala mi- crorregional y regional que la incipiente mo- demizacién capitalista del siglo XIX tendria tn enorme impacto. Sin duda la construccién Gel ferrocarril central puede ser considerado como uno de los factores tecnolégicos que alterarfa radicaimente la configuracién del paisaje de la cuenca del rio Rimac y los andes centrales del Peri. Su integracisn a este pai- saje como un elemento consubstancial es el resultado de una operacién técnica y estética de singular dramatismo y energia utdpica. El paso ée la linea férrea por los distintos acct dentes representa un tenso dialogo entre artifcio y naturaleza que expresa el senti- do de una cialéctica de forma y contenido absolutamente inusitado en la tradicién del paisajismo peruano. Lamentablemente no se cuenta hasta el momento con una investigay Cidn sobre los niveles de significacisn estética € ideolégica del paisaje conformado en todo este escenario. Podria decirse lo mismo de las grandes haciendas costeras y serranas. lgualmente de las grandes operaciones de explotacién mi- era. Entre todos estos ejemplos es posible advertir intervenciones que van desde aque llas que se presentan como positivas, hasta aquellas identificadas con la depredacién y destruccién del ambiente. Paisajes de vida frente a paisajes de muerte, como el de La COroya, son los dos rostros de un mismo fend ‘meno: la imposicién de la 6gica capitalista en la explotacion del ambiente para obtener el maximo benefici. A partir de la década de 1940 y en el marco de un proceso de industrializacion capitalista que trajo consigo un violento proceso de urbanizacidn, el paisaje natural peruano puede decirse que empez6 a sutrir las transformaciones més radicales de su historia. Esta fase coincide con la pérdida total de espacio del hasta entonces preca- rio discurso paisajistico peruano. A partir de entonces el tema del parque urbano dejard de ser tema dominante. La ciudad devora espacio abiertos. El palsalismo se convierte en burda arquitectura de super ficie. ¥ 1a naturaleza en un factor hostil al desarrollo. De la mano de una visién corbusiana es uemiética, los arquitectos peruanos optaron por reemplazar el verde de Le Corbusier por el asfalto convertido en superficie abstracta. Tal vez el proyecto de Enrique Ciriani de la Re- sidencial San Felipe sea uno de los ejemplos mas draméticos de este esquizofrénico dis 1 ARQUITEXTOS 30 curso corbusiano. Como que la naturaleza y el paisaje aparectan siendo factores incémodos alaarquitectura. ‘A diferencia de la experiencia arquitects- nica moderna brasilefia, con un Roberto Burle Marx y sus deslumbrantes jardines a mitad de camino entre la abstraccién pietdrica y la con- mocién colorista y esponténea del trépico bra- silefio, en el Perd no existe un ejemplo de ar- quitectura modema que coexista con un buen disefio paisajstico. El complejo Huampani, el cual pretendia erigirse como ejemplo limite, devino imposicisn modema desnaturalizadora del paisaje a pesar de recurrir a ella vig el expe- diente de su dramatizacién textural. La Lima migrante, como las otras ciudades peruanas surgidas en medio de invasiones e innumerables deficiencias, ha visto en los tlt mos 40 afios transformarse radicalmente. Es mas: todo el paisaje peruano -tomado como tn enorme cuadro pictérico o escultsrico~ se ha transformado en una especie de salvaje 0 esponténeo Land Art. A diferencia del promedio internacional que oscila entre 30 a 50%, en Lima solo cerca del 20% del drea urbana est dedicada a area verde. Es uno de los mas bajos en el mundo, Pero esta situacién no es solo privativa de la capital peruana: se reproduce del mismo modo en casi todas las ciudades peruanas. La principal razén que las cludades pe ruanas posean bajos indices de érea verde obedece a muchas causas. Una de ellas tiene que ver con la orientacién irracional y antiecolégica del patrén dominante de expansién urbana promovida por el capital urbanizador. Otra de las causas es la ideolo- gla de la “ciudad seca” subyacente al ideal de ciudad colonial traida par los espafioles y que continda aun vigente en la mentalidad urbana del peruano. Sin embargo, el déficit de area verde en la ciudad peruana no es el Unico problema. Lima, como otras cludades, registra un fuer- te deterioro de sus cuencas hidrograficas. De otro lado, el proceso de desertizacion marcha de la mano con una dindmica de libre mercado del suelo urbano que pro mueve la expansién ilimitad antes que una expansién controlada. Asimismo existe una tradicién de legislacién urbanistica jamas Interesada en reivindicar el espacio verde parala cludad. Por otro lado, todas las instituciones que de una u otra manera tienen que ver con el paisaje, desde el parque residencial hasta el paisaje considerado en dimension regional, no cuentan con ningun experto. En el Perd no contamos con tales recursos humanos. ARQUITEXTOS 30 Ill Paisaje, paisajismo y ensefianza Pese a que el Pert cuenta con una variada realidad paisajistica y el tema del paisaje ha estado siempre involucrado con su propio de- venir, se debe decir sin ambages que, lamen- tablemente, el Pertino cuenta nia contado) con alguna forma de tradicién en términos de teoria, historia o pedagogia de la arquitectura palsajsta En el Ambito de la reflexidn tedrica exis- ten una serie de contribuciones puntuales y de diverso formato, como los textos de A berto Jochamowitz, Emesto Gastelumendl, Leonardo Mattos Eduardo Grillo Fernén- dez. Pero esto no significa que exista una ‘radicién consistente en este rubro. En el Peri no existe una produccién intelectual sostenida y permanente sobre el tema de la arquitectura del paisaje. En lo concemiente al ambito pedagdgico han tenido lugar en el pais del mismo modo innumerables cursos, seminarios o talleres con el tema de la “arquitectura palsajsta” Pero esto no significa que la ensefianza de esta especialidad haya conseguido insttucio- nalizarse en términos académicos. Lo conere- to es que en el Peri esta disciplina no existe © no funciona como una asignatura estable de la curricula regular formativa de los arqu- tectos peruanos, ni mucho menos como una especialidad o carrera académico-profesional auténoma. Si esta es la deficitaria situacién que co- rresponde a lo que en el Pert se denomina “arquitectura paisajista”, la situacién que concieme a la especialidad que nominalmen- ‘te designaremos como “planificacién del paisaje”, es atin més precaria, En este ultimo rubro, salvo las referencias formuladas desde las fronteras de la ciencia 0 el conservacio mo ecolégico y, por otro, desde las posicio- nes de una especie de land art desarrollado por artistas como Emilio Rodriguez Larrain 0 Esther Vainstein en su redescubrimiento del paisaje desértico peruano, no existe nada es- crito ni planteado en torno a la problematica de la “planificacién del paisaje”. “Arquitectura paisajista” versus “planificacién del paisaje” El problema de la definicién de los domi- nios disciplinares y précticos entre la arqui tectura paisalista y a planificacién del paisale, resulta casi andlogo al que existe en tomo ala arquitectura y el urbanismo. As{como los lim tes entre la arquitectura y el urbanismo pue- den varier ~dependiendo de las posiciones © tradiciones convocadas- desde una clara delimitacién hasta su casi arbitraria e indesti- gable fusién, asimismo las fronteras entre los dominios de la arquitectura paisaista y la pla- rificacién del paisaje resutan tan claramente delimitadas como integradas en una solo es- pacio. Desde las posiciones de un enfoque in tegrador pero que se asienta en el recono- cimiento de especifcidades, Ia diferencia de dominios entre el llamado “paisajismo” (como derivado de Ia tradicién de la “arqui- tectura paisajista”) y el discurso de la plani- ficacidn del paisaje, deberia establecerse no solo en la identificacisn de la dimensién de los ambitos de intervencién, sino en el grado de relacién que ambas opciones establecen conlos factores ambientales y extra-ambien- tales del cual estén rodeados. Esta afrma- cidn se deriva no solo de una premisa con ceptual de base: la conveniencia de acotar espacios de intervencién especializada, sino de un reconocimiento de diferencias acota das por la practica rutinaria entre una y otra acepcién o disciptina, al menos en el caso de la experiencia peruana. En el Peri, el dominio tradicional consti tuldo por las intervenciones ligadas a la tra- dicidn de fa arquitectura paisajsta ha sido bi sicamente la del jardin residencial, el parque urbano y el parque temmatizado de escala me- tropolitana. El 4mbito del paisaje rural el del paisaje de una cuenca hidrografica, una ca dena de cerros o un campo minero, por citar algunas estructuras paisajisticas que podrian incluirse en una suerte de dimension regional ‘0 microregional del paisaje, no ha sido nunca vista y evaluada en el Perd. Bajo esta diferenciacién de dominios a ‘medio camino entre una separacién de facto derivada de una préctica histérica especifica (en el caso del Peri) y una delimitacién teé: rica, podria convenirse en el reconocimiento que los dominios de la llamada arquitectura paisajsta y el de la planificacién del paisaje son concurrentes pero al mismo tiempo dis tintos. Mientras la arquitectura paisajsta ha hecho del jardin y el parque urbano su princt pal objeto de intervencién, la planificacion del palsale deberfa abarcar el Ambito del paisaje en escala microregional o regional. El primer dominio podria considerarse més ligado ala Parque residencial. Conjunto Los Precursores. Lima. Dibujo w. Ludera. Notas sobre paisaje, paisajismo e identidad cultural en el Pert ll tradicidn de las intervenciones enmarcadas bajo el discurso del townscape o Ia freiraum- plaung. Mientras que el dominio de la plani- ficacién del paisaje podria considerarse mas identificada con la tradicién del landscape 0 la landschaftsplanung alemana. En el primer caso se trata, para decirio en términos de Ana Maria Demo de Fiori, del dominio del “micro paisaje” y, en el segundo, del dominio del ‘4macropaisaje”*. El otro dmbito de diferencias entre uno y otro dominio alude al tipo de factores y rela- ciones que se consideran en el momento de laintervencién paisaiistica. Mientras que para la arquitectura paisajsta el “paisajismo” se concibe -tal como ha sido enunciado en el Perti- como una forma de intervencién aco- tada basicamente por consideraciones esté- ticas (el paisajismo como un mera forma de estetizacién “verde” del espacio libre), una intervencién en términos de planificacién del paisaje trasciende el ambito estético para ubt- Car al patsaje -en sus distintas escalas— como un factor decisivo en la estructuracién de las relaciones sociedadinaturaleza, ciudad/cam- po y artificiofnaturaleza. En muchos casos la planificacién del paisaje (y, por tanto, el pla rificador paisajista) se encuentra en el centro mismo de los grandes proyectos que se de sarrolian en términos de impacto ecol6gico 0 transformacién fisica y estética del paisaje, como por ejemplo la construccién de una re- presa, la instalacién de un complejo de explo: tacion minera, la construccién de un viaducto de gas 0 petréleo o una autopista cualquiera La inexistencia en el Perti de planificado: Fes 0 cisefiadores del paisaje es casi absoluta como Io es el hecho de no haberse siquiera planteado hasta el momento el problema de la existencia o no de un érea de intervencion ambiental como el de la planificacién del pai- saje e, incluso, de la propia arquitectura pai sajista. Probablemente una de las principales razones tenga que ver con la total ausencia de una conciencia ecolégica en la poblacién 0 la total indiferencia respecto ala importancia del paisaje en la construccién de un habitat decoroso. Otra razén no menos importante tiene que ver paraddjicamente con el sentido reduectivo y precario de institucionalizacién de la arquitectura paisajista en el Pert, lo cual ha significado el cuestionamiento a la viabilidad de otros enfoques y modos de concebir la problemética del paisaje. La identificacién de la “arquitectura paisajsta” como un capitulo de la Bellas Artes, ha terminado por reducir el paisaje a un mero objeto estético y, por tanto, ha velado la posibilidad de abordar la problemética integral del paisaje en todas sus dimensiones. 1 ARQUITEXTOS 30 Cota final. Por un paisaje con paisaje La situactin del paisaje y el paisalismo como campo disciplinar y conjunto de pro- fesionales parece desolador. No solo por la serie de défict sefialados, sino porle vigencia aun de esa visién restrictiva con la que se ha implantado en el Perd la idea de “arquitectu- ra paisalista”. Como siel problema del paisale solo se redujera al disefio de los parques pu- blicos y privados. Todavia es impensable pensar en que el paisaje regional y microregional también de- ben ser disefiados en todos sus componen- tes. Y no para que el paisaje peruano termine dominado por una(a veces) exasperante mo- notonia, tal como es el paisaje nordeuropeo, donde el firmamento de interminables cam- pos de cultivo son cada cierto tramo fianquea~ os por solitarios arboles 0 masas compactas de bosques orientados con geometrias preci- sas y cortados a regla: existe en este paisaje una notacién poético-melancélica indudable. Pero también una buena dosis de uniformiza- ci6n, tan cara a aquel discurso prusiano que prohibié en toda Alemania la construccién de cualquier forma de delimitacién de las parce- las agricolas solo por razones estéticas. La idea del campo alemana como un enorme jar din abstracto y racional se encuentra en este principio. El paisaje peruano se encuentra actual mente sufriendo grandes procesos de trans- formacién. El discurso neoliberal es el sus- tento de un esquema de desarrollo que con seguridad tiene en el paisaje apenas un pro- veedor de recursos a explotar al maximo. En estas condiciones, los retos para el paisajismo peruano son importantes, como los proble- mas a resolver. Y no se trata sélo de disefiar parques, sino de intervenir en los grandes pro: yectos de transformacion del paisaje peruano. En este iiltimo Ambito de intervencién es importante, por ejemplo, mencionar el excep- cional trabajo del arquitecto paisalista brasi- lefio Fernando Chacel, que se nutre de una Preocupacién ecoligica y conservacionista Desde la década de 1960, Chacel es un au téntico precursor de un paisajismo dispuesto para la recuperacién ambiental y estética de zonas degradadas por las centrales hidroeléc- tricas. Eltrabajo de Rubén Pesci de “acondiciona- miento integral de la ruta N"9, tramo Buenos Ares - Rosario”, es un importante proyecto de transformacién ambiental, social yestética del paisaje rutero. No se trata de los senderos de un parque publico. En este caso se trata de tuna carretera interregional convertida en un gigantesco objeto de manipulacién ambiental yestética, ARQUITEXTOS 30 Ill AL igual que la llamada “arquitectura popular” 0 “urbanismo — esponténeo” se ha desarrollado también algo que podrlamos deno- minar como un “paisajismo popular” o “paisajismo es- Ponténeo”. Muy cerca de aquello que se hadenomina- do como el discurso ecolégi- co de los pobres, en las clt- mas décadas la periferia de nuestras cludades ha visto acer una practica paisajis- tica desprovista de proyec- tos o profesionales. Es ese paisajismo constituido de “parques residenciales”, de arboles que empiezan como puntos verdes @ vestir los cerros de barriadas. Es ese paisajismo que, a pesar de la dramética carencia de agua, se impone camo discurso Popular contra la contamina- cién y la textura imponente de los cerros de arena y cas. cajo que rodean las ciudades dela costa peruana Sobre esta experiencia histérica no se ha investiga- do nada. No tenemos siquie- ra un catdlogo de las inter: vencones de este paisajismo popular. Por ello nos parece interesante un trabajo como el de Evelyn Hartoch, de la Gesamthochschule Kassel, quien ha desarrollado una Investigacién sistematica en torno a los parques y jardi- res populares de las favelas de Sao Paulo. £s un trabajo que también tiene que ser realizado en el Pert. Un registro de los tipos de parques que desde su ini- cio, hace mas de un década, patticipan en el concurso de parques promovido por el diario €! Comercio, seria, por ejemplo, un excelente catdlogo de ese paisajismo popular disehado y con- servado por vecinos, por el “‘ardinero” del bartio y re- disefado compulsivamente por los jévenes para jugar, practicar deporte 0 darse Una siesta callejera Nose observa en los pro- yectos de recuperacion de la cuenca del Rimac, la cos- ta verde o Ia cuenca det rio Lurin que hoy se formulan, algin trabajo de paisajismo en escala microregional o regional. Como tampoco se observa la participacién de paisajistas en los proyectos de recuperacién del centro historico. Se desconoce de la participacién de paisalis: tas en los planes y proyec tos del gas de Camisea o la apertura de las plataformas de exploracién petrolera en plena amazonia. Sin duda el tema del pat saje est’ imbricado esen clalmente con los aspectos rms profundos de la cultura. Desde que el tema de ident dad nacional y arquitectura empezara a plantearse en el debate peruano alla por la década de 1930, jamas se ha escuchado la formulactén del tema identidad nacional y paisaje. Salvo las débiles referencias alo peruano rea- lizadas por Jochamowitz a propésito de Ia concepcién y el disefio del Parque de la Reserva en 1927, el tema de la Identidad en este émbito nunca fue planteado ni es- bozade. Se habla de arquitectura posmaderna o contextualis: ‘ta con citas directas a la tra- dici6n constructiva limefia 0 peruana, Pero jamas se ha podido hablar de un paisajis- mo con citas a lo esencial del paisaje peruano, alo par- ticular de la flora peruana andina o costefia, Existe un paisaje limefio, cusquefio © puquiano? :cus- les son sus estructuras signi ficantes o de expresion?. Asi como se habla de a casa tipo San Borja zes posible hablar de un paisajismo residen cial o jardin tipo San Borja? iCudles serian sus principales atributos?. En este rubro se debe reconocer que no se ha escrito e investigado casi nada en el Pert Entre el conservacionis- mo fundamentalista que sostiene que el mejor par que es el parque salvaje, esa spontanvegetation de los alemanes, y el artificioso Parque multimediatico, tipo Disneylandiao La Villete. En tre esa estetizacién “orde nada” de casitodo el campo agricola de la nordeuropa y el campo convertido en paisafe telurico, hiperfrag: mentado 0 violentado por fabricas contaminantes de los paises del hemisferio sur, quedan las alternativas para el desarrollo de un nuevo Paisajismo peruano. Ml + César Nasal “El dsefo del pa sie en: SUMMARIOS, N's 32526, Suenos Ales, 1978 2 tole 3 “Paisagismo", en: Arguitectra, Pease e Urbanism no East Coneemporaneo. Texto original escrto para la publicacion Bra SII heute, Buchmesse Frankfurt, 994. 4, Pablo Macera: Historia de Pras, Ecitorial Bra, sf p25, 5. Leonardo Mattos Cardenas: “Ia. nes Incas. 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