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Traducción: Ana Laura Grao.ero


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Presentación 11
Ana Maria Araújo Freíre

Carta-prefacio a Paulo Freire 17


Ba/duíno A Andreo/a
Freirc, Paulo
1
Pechgogía ele la inrlignacíón: can¡1s pedagógicas en 1111
m1mrln revuelto.- 1' cd. - Buenos :\ires: Slglo Vc:in1inno P:imera parte
Editores, 201 \!.
CARTAS PEDAGÓGICAS
176 p.: íl.; qX:! 1 cm. - (Hihlioteca Cl<isica ck Siglo Veintiuno)
•' '

Primera carta. Del espíritu de este libro 33

1. Ciencias (k la Educación. '-!. Pedagogía. l. Ana Laurn Segunda carta. Del derecho y del deber
G"111ero, trad . 11. Tíwlo. de cambiar el mundo 63
CDD ;,70. i 58
Tercera carta. Del asesinato de Galdino Jesús
dos Santos, indio pataxó 79
Título origi1.1¡ll: f'�drtffogia da Ind(r;1111r!io

© Editora Villa das Letr<L' Segunda parte


OTROS ESCRITOS
© 2012, Siglo Veinciuno Edilon·s, S. A.

rlustn1cioncs r\c cubierta e interíor: iV!ariana Nemitz


Descubrímiento de América 89

Diseiio d(' cuhi<:rt.a: Peter Tjcbbes Alfabetización y miseria 95


Desafíos de la educación de adultos frente
a la nueva reestructuración tecnológica 109
Impreso en El fos l'ortcr T�tl lere' Gráf.icos // l'l;va 1 202, La alfabetización en televisión 131
Buenos Aires, en el mes de agoslO de !!O 1 2
Educación y esperanza 143

Hecho el clqJÚ!\ÍlO qne m arca la ley t 1.723 Denuncia, anuncio, profecía, utopia y sueño 151
Impreso en Argentina// \fade in Argentin a
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Del archivo de Ana Maria Araújo Freire.


Canción obvia Presentación

Elegí la sombra de este árbol para , ' . Ana Maria Araúío Freire
descansar de lo mucho qu,B<har$
mientras te es'pero.
Quien espera en 10 pura espera
vive un tiernpo de espera vana_
Por eso, míe11tras te espero
trabajaré los carnpos y
conversaré con los hombres_ Entregar a los lectores y las lectoras de Paulo
Mi cuerpo sudará, quemado por el soL Freire el libro que estaba escribiend o cuantlo nos dejó,
mis manos se llenarán de calles; el 2 de tnayo de 1 997, es llll rnon1ento de gra11des erno­
mi s pies aprenderán el n1is�erio·de los �ciminos;
,
ciones. No sólo para 1ní, por cierto, sino ta1nbién para
r1:is oídos oirán más, aquellos conve11cidos de q11e entre dicien1bre de 1 996,
'
mis ojos verán lo que antes no vieron, c11ando publicó fJerfagol-.,rfa de la autonomía, y n1ayo de
.
mientras te espero. 1 997, Paulo no había dejado de volcar al papel sus ideas
No te esperaré en la pura espera sie1npre éreati\1as. Que, durante casi un sen1estre, había
porque mi tiempo de espera es un continuaclo expresando por escrito su preocupac ión de
, tiempo de quehacer cclucador-político. Quienes así pensaban y esperaban
Desconfiaré de aquellos que vendrán a decirrne. no se eq1livocaron. ;\hora, si bien no hernos superaclo
en voz baja y cautelosa: todas las angustias, incertidun1bres, expectativas y tris­
es peligroso hacer tezas que nos provoca el hecho de q11e Pa11lo ya n o esté
es peligroso hablar e, n trc nosotros, podc1nos conn1ernorar con alegría su
es peligroso caminar retorno a las editoriales y librerías, en principio, con s11
es peligroso esperar con10 tL1 esperas. últín10 trabajo.
""'
porque esos espantan la alegría de tu llegada. Hasta entonces no había leído las veintinueve pági-
Desconfiaré también de aquellos que vendrán a decirme. nas n1anuscritas de las "C:artas", una de las for1nas de
con palabras fáciles, que ya has llegado_ cornunicaci ón que rnás le gustaba lltilizar a Pa1llo. 1
porque al anunciarte ingenuamente, i\penas conocía los tenias trataclos (y los que él no tuvo
n1ás bien te denuncian.
Estaré preparando tu
como el jardinero prepara el jardín
i Sobre la predilección de Paulo por escribir, algunas veces,
para la rosa que se abrirá en primavera.
sus ensayos en forma de cartas, véase Paulo Freire, Cartas a
Cristina, San Pablo, Paz e Terra, 1994, en Ana Maria Aralijo
Paulo Freire, Ginebra, marzo de 1971 Freire, "Notas: lntroduy3o", pp, 237-242.
12 Pedagogía de la indignación Presentación 1 3

tiempo de escribir), pues siempre andaba hablando, las "Cartas pedagógicas" (así las 1lan1ó desde el pri1ner
diS:cutiendo y corncnta11do .con alegría o inclignación 1non1ento) habían quedado definitiva1nente inacaba­
los hechos sobre los que -funda1nentaría su r1uevo dis­ das. Pe�_.o 1'10 porque él hubiese abandonado de for1na
curso antropológico-político. Eue· di�'ícil ·rªr
. <� \nÍ co­ deliberada el libro, pues Paulo sentía un placer muy
, ,
n1enzar a leer esta8 páginas. Tenfa nliedo. C'on10 si al especial cuando concretaba la tarea que se había in1-
hacerlo confirrnara el hecho consun·1ado ele su ausen­ p11esto: escribir (¡y ele qué rnodo ta11 bello lo hacía!).
cia, tan doloroso corno irreversible. Leer un libro in­ Para él escribir era bn 1<=:_jercicio episten1ológico o una
con1pleto de Paulo irnplicaría afrontar, una vez rn<Ís, su tarea e1nincnie11H:'nte política; y era, ade1nás de 1111 gus­
n1uertc. (�uando una relación arnorosa con10 la nuestra to,un de};er. Y debido a eso,con seriedad y étíca,jan1ás
se ir1terru1npe abr11pta1ner1te, los q11e no nos fuin1os se negó a ese quehacer.
_ aterrados al ton1ar
quedarnos perpl�jos, espantados, Pasaron los incses, nntchos n1eses,tal vez un afio des­
conciencia -incluso antes de que podan1os percibir la de aquella 111aclrugada de pérdi(la hasta el rnornento en
pérdida que acabamos ele sufrir- del dol.at· brutal que que con1encé a t'._jecntar n1is decisiones,q11e hoy dieron
quedará t-ilc�ja(lü eternan1ente en nosotros. por resultado este libro. Sólo cuando pude con1pren­
Esos instantes (¿días?) son tan1bién de un sufrin1ien­ der todo lo que ine pasaba, ine fue posible cntenclcr
to que nos i11arca para sicn1¡)re, tanto cón10 el luto cons­ q11c era necesario enfrentar las ernociones y leer las
ciente. ¿(�reer e11 la ausencia para sicn1pre? ¿Aceptar "(�artas". tuegó de analizarlas bojo la perspectiva de su
q11e el con1pafiero,<le todos los días y de todas las horas incon1pletud, tuve la certeza de que debía publicarlas,
partió .cuanclo todavía deseaba queda�e inucho tic1n­ de que no poelfa seguir negándoles este lcgíti1no de­
po ent1:'e 11osotros? Mi prin1cra reacción fue, entonces, recho a los estudiosos(as) ele sn obra y, sobre todo, al
un intento inútil de e111dir la re<1lidacL f\ílc resguardaba, propio Paulo. (�ornpren(lÍ que- estos textos son funda­
entre otras rnaneras/ evita11do leer sus escritos,para no rne11tales para quienes estudian la obra freireana,tanto
enfrentar la sit11ación de sufrirnicnto q11t:: n1e e1nbar­ pc;rque en ellos aparecen sus últirnas re-flexiones escri­
gaba desde el instante nüsn10 en que rnc enteré (le su tas co1no por la ünportancia de los tc1nas tratados y el
1nnerte. Por eso, en cuanto pude 1ne escapé para no n1odo de abordarlos. Sólo entonces ��!Jnprenclí que esa
vern1e obligada a confirrnar que, adern<Ís de no poder era nii tarea y n1c entregué a ella con fervor.
tocarn1e, esc11cl1arrne ni rnirarrne, Paulo tan1poco po­ E.n un prin1er inornento consideré oportuno invitar
dría escribir nunca 1nás. a algunos educadores y eclucadoras, vinculados con la
-En aqueBas horas de dolor indescriptible, leer estos teoría y/ o con la praxis de Paulo, para que escribieran
textos hubiera significado decir1ne a 111í 1nisn1a -sobre cartas de respuesta. Serían cartas sobre las reflexiones
todo porque,corno siernprc, estaban n1anuscritos- qne propia_s ele cada uno y una construi(las a partir ele los
ternas provocadores y actuales que Paulo había tratado
en sus "C:artas pedagógicas".
2 Véase Ana Maria Araújo Freire, Nita e Pauto, crónicas de Dando tie1npo al ticrnpo, ansiosa algunas veces, re­
amor, San Pablo, Olt10 D'Água, 1998. flexi{>nando screnarnente otras, "pacicnternente in1pa-
Presentación 1 5"
14 Pedagogía de la indignación

tica de un acontecirniento crucial para que los brasile­


ci :nte'', con10 habría dicho n1i mariclo, decidí por fin
; úos y brasileüas puedan construir su identidad cultural
que estas palabras postreras de})Íap conforn1ar un libro
V$='rda�era,.
exclusivarnente suyo con10 al1tor. Un libro con sus pala­
l)ado qnc en todt>s los textos escogidos para el pre­
bras e ideas, con sus en1ociones v ·prt:'ocupacioncs con
su sabid1uía y scns'ibili(latl, y �0�1 �1nas pt;c;;�S p�1�bras sente libro Paulo deinuestra una vez Ill<Ís su incligna­
ción,su legítiina rabia y su a1norosa generosidad, resol­
n1ías destinadas a contextualizar:\ cada una de las "(�ar­
ví gne el título debía corresponderse con su actitud y
tas pedagógicas". Sí bien r>or llTl lado tenía n1uv clara .
con1prensión·constantf�s ante la vida v el n1unclo. (�on1< J
esta opción,por otro lado consideraba que las "( artas'', �
al forn1ar un todo rnuy peqnefio en nú1nero, debían
;
sus lectores pueden con1prohar, tan bién en estos te ­ �
tos apa.rcce c1ara1ncntc ünpÍícita su postura, arraigada
editarse con10 parte de un libro que se con1pletaría con
profundan1ente en la vocación ontológica de hun1ani­
"otros escritos" ele Paulo.
elad que cada uno de nosotros tene1nos y que él supo
Esos "otros _escritos", reur1idos aquí en la segunda
t:jcrcer con lucidez ciudaclana, incluso frente a hechos
parte, cornprenden una selección de seis textos, cinco
tan dran1áticos y difíciles corno los aquí tratados, sin
ele ellos �onclliidos en 1 996. "i\lf�1heti;.;ición y rniseria",
apartarse jarnás de la esperanza. Por cierto, es esta la
"l)esafíos ele la edl1Cación de adultos frente a la nueva
n1atriz de la dialecticidad entre ella n1isn1a, la rabia o
reestructuración tecnológica" y "1,a <Í:1fabctización en
indignación y el an1or. Por esa razón lo titulé J_)eda[!,vp;la
televisión" fueron desarrollados para algunas conferen­
de la indip;ruu:ión.·1
cias q11e dictó en -esa época. "Eflucaci;ón y esperanza",
No poden1os olvidar que Paulo sien1pre sostenía q11e
"Denl1�1cia, a11uncío, protCcía, utopía Y sueño" fueron
las verdaderas acciones (:ticas y gcnui11an1cnte hun1a­
pensados y escritos especialn1ente para ser publicados
nas nacen de dos sentiinicntos contratlictorios y sólo
en libros. Paulo escribió "Desc11brin1iento de Arnérica"
de ellos: del arnor y de la rabia. Y este libro, tal vez in<is
en 1 992, pero ese texto no fue divulgado durante Ja
que los otros, está "ernpapado" -con10 él decía- de su
celebración de los quinientos aüos de la llegada elel eu­
ainor l - 111n1anista y de su rabia o indignación política,
ropeo al Nuevo �tundo. Forn1a parte ele esta selección
dos sentiJnjentos que se tradujeron en toda su obra
porque, a 11li entender, es n1uy in1portante que se pu­
blique exactarnente en el tnes y el afio en que se fest�ja,
porque los vivía en su existen el<¡. �
Ya Sé"á b o la fórn1a fle<d
antroj;olop;ía polílira -con1pasión y solidaridad auténtica-
oficialn1ente, el "Descl1brirniento de Brasil", Una vez
n1ás, J>a11lo nos ofl·ece la posihilídad de una lectura c1·í-

4 Corno Paulo ya r1abía escrito un libro con el título Pedagogía


de la esperanza, este podría haberse llamado Pedagogía del
3 Paulo ya me había pedido que hiciera notas explicativas en
amor. Sin embargo, opté por Pedagogía de la indignación
tres de sus iibros: Pedagogía da esperanr:;a, San Pablo, Paz
porque considero que este titulo traduce con más fuerza lo
e Terra, 1 992 [ed. cast.: Pedagogla de ia esperanza, Buenos
que Paulo pretendía denunciar cuando escribió ios textos que
Aires. Siglo XXI, 2007]; Cartas a Cristina, ob. cit., sombra
io componen. Las "Cartas peciagógicas" forn1arán, así pues,
desta mangueira, San Pablo. Olho O'Água, 1995 [ed. cast.: A
ia primera parte del libro, y '·Otros escritos"', la segunda parte.
la sotnbra de este árbol, Barcelona, El Roure, 1997].
16 Pedagogía de la indignación

1nente h11n1anistas-, ya b�jo la forn1a de una episternolo- Carta-prefacio a Paulo Freire


1:,ria histón'co-cultural -cree.nci;i. y fe en los hornbres y en
las rn1üeres y certeza de la transforinación del n1undo a ,BiJJ d uino !!.,. Andreola5
partir de los oprimidos(as) y de las víctimas de las. injus­
ticias nlediante la stiperación aI1tagOníca eritfe -opresor
y oprimido-, ya sea incluso bajo la forma de una filo­
so.fía socioontológica basada, sobre todo, en la esperanza
-entendida, por lo tanto, en relación con el an1or y la
ir1dignación-. '!Odas esta_s formas _f11ncionan con10 fac­
tores dinan1izadores y necesarios para transfortnar los Paulo,
proyectos "inéditos viables" e11 concreciones históricas.
En este libro, Pa1llo nos convoca a concretar ese "inédi­ Recibí tus "Cartas pedagógicas", que amable­
to", esa titopía q11e es l� democratización de la sociedad mente me envió Ni ta, picliéndome q11e, después de leer­
brasilefta,' por n1edio ¿lel an1or:.1a indign3'ción-la espe­ las, volcara en el papel n1is reflexiones sobre los rnen­
ranza. En consecuencia, el tít1tlo no podía ser otro. sajes que contienen. 1-.as leí con gran emoción, pues
Para finalizar, quisiera q11e sus lectores y lectoras no f11eron las 1íltin1as cartas q11e escribiste a las amigas y
piensen q11e esta es "11na obra póstuma", como tanto se arnigos dé todo el inundo. Mucha gente 111e preguntó
hizo y todavía algu_nas veces se 11ace. P\efiero que se la afanosarnente cuá11do se publicarían. l�espondo ahora
consiclere la obra q11e celebra su vicla. que Nita y la UNESP (Universidad Nacional ele San Pa­
blo) están agilizando la publicación. Personalmente soy
Nita de la idea, Paulo, de que las cartas que se reciben de los
Tarde de verano, de sue17os que se realízan an1igos ta111biér1 deben responderse por carta, y por eso
entre nostalgias inmensas. decidí escribirte. Cuando ya tenía escrita mi carta, Nita
San Pablo, 11 de febrero de 2000 níe telefüneó proporliéndon1e incluirla con10 prefacio

5 Profesor títular jubilado de la Facultade de Ciéncias da


Educayao (FACED) de la Uníversidade Federal do Rio Grande
do Sul (UFRGS). Profesor colaborador invitado del Programa
de Pós-Graduayao em Educayao (PPG/EDU) de la UFRGS.
Profesor visitante de la CAPES (Coordenayao de Aper­
feiyoamento de Pessoal de Nível Superior [Coordinación de
Petieccionamiento del Personal de Nivel Superior]) en el PPG/
EDU de la Universidade Federal de Pelotas (UFPel). Doctor
en Ciencias de la Educación por la Universidad Católica de
Lovaina-la-Neuve (Bélgica).
18 Pedagogía de la indignación
Carta-prefacio a Paulo Freire 1 9

de tu libro. l,a propuesta 1ne crnocionó 1111H:ho pero


sólo por s u valor afectivo, sino ta1nbién por su profundo
ta111bién 1ne asustó 1nucho, ,pues la respousal;:úlictad es
sentido hern1enéutico. Ricocur escribió lo siguiente:
111uy grande. (�on todo, Paulo, casi ho n1odificaré }-".l tex­
to, para fl_ttc no pierda la espon'.an,t�idad Y la infc�rn1ali­
. N11estro an1igo .Ennnanuel I\!Iounier ya no
dad con las que n1e,propuse h;'thlar'cc>ntigcJ'.
,

responderS a nuestras preguntas: una de las


En la priincra de tus "(:artas'', te propones e:->cribir en
crueldades de la 1n11erte es que can1bia radical­
un clirna de aj1crtura al difdo,r;o
; , de tal 1nanera que el lector
n1ente el sentido de una obra literaria e11 n1ar­
o la lertora j1uedan irj1ertibir:ndo que la posibilidad de dialup;ar
cha; no sólo dtja de adrnitir continuaciones
ron su auLor si! halla en las cartas ttÚS!liUS, t'n la curiosajhrtna
por estar concluida en- todo el sentido de la
en qur Id la5 r:scrifJr, alúr:rto a la oldr:ci(in )" a la critica. t�stc,
palabra, sino que ta1nbién es arrancada de este
propósito y esta actitud ft1eron constantes en tu vida y en
n1oviinicnto de intercan1bio, de interrogacio­
tt1 obra. ¡\l leer ahora lo que escribiste, ine invaden dos
nes y de respuestas ci11e situaba a su autor entre
sentirnientos (lialéctica1nente opuestos: la tristeza pro­
lós vivos. Es ya, para la eternidad, una obra es­
funda de 'Una gran pé1:dida y la' alegría,ch.\bordantc de
rrila y sólo escrita; la ruptura con su antor está
una presencia nueva, inuy diferente de la que saborej­
consnrnada; de ahora en aclelantc ingresa en
barnos antes de que partieras en t11 gran_ vi<�je transhlstó­
la única historia posible, la de sus lectores, la
rico. Sien1pre que hahlé de ti y de tu obra en estos casi
de IÓs hon1bres vivos a los que nutre. I•:n cierto
tres aúos tlc tu silencio solcrnne, recordé una cn1otíva
sentido, una obra alcanza la verdad de su exis­
conversación con �:l filósofo Paul Rico�,ur, cuando tuve tencia ]iteraría cuando su autor 1nuere: toda
el privilegio de tenerlo de vecino, en 198;), durante una
publicación, toda edición ina11gura la relación
pasantía ele un n1es en la biblioteca Yiounicr, en C�hútc­
in1piadosa de los hornbres vivos con el lilJro de
nay-?vlalabry, cerca de París. (�onversaJJdo acerca de la
un hornbre virtualn1ente rnuerto,
1nuerte de l\!Io1uüer, ocurrida en 1950, Rícoeur dtJo: "El
aspecto 1nás cruel de la inuerte es ciue uno le hace pre­
Si bien la consistencia de la reflexión de Ricocur es
ffllntas
h
, a un a1nig·o ¡1 él va no responde", gccuerdo que
< j
innegable, la lectura de tus escritos,}_J'1ulo, y ,obre todo
la en1oción etnfJargó su voz y se quedó rnirando perdid::1-
de tus "(:artas", n1e pern1ite cuestionar, no obstante,
n1ente al suelo, e� silencio. Wle in1presionó cornprobar
esta herr11enéutica del diálogo interrunzjJido. El 19 de sep­
que treinta y tres aúos después estaba repitien<lo lo que
tiembre de 1998, durante la fiesta popular de clausura
había escrito en 1950 par J el nú111ero especial de la revis­
del I C:oloquio Internacional Paulo Freirc en Recifé,
ta f':spritli dedicado a la n1.�1noria de rviounier, en un tex1o
Nita d�jo que no conseguía pensar en ti corno ausen­
n1en1orable cuyo prin1cr párrafO cito íntcgra111cnte, no
te. En 1999 estuve <le nuevo en tu Recite encantarla y

6 Paul Ricoeur, "Une philosophie personnaliste", Esprit (París),


Pads, Seuil. 1955 [ed. cast.: Historia y verdad. Madrid.
vérité,
diciembre de 1 950. pp. 860�887. Tex.to incluido en /-i1stoire et
Encuentro, í 990].
20 Pedagogía de la indignación Carta-prefacio a Paulo F reíre 21

puedo decir con toda sinceridad que el clima del I y el Paulo, la lectura de tus "Cartas pcdagiígicas" fne
I I (�oloquio, así con10 Ja p1tja11za de los en1prendi­ corr10 s111nergir1ne en u11a inn1ensa onda cós1nica (le
n1ientos que tu obra contin{1a inspirando en Recife, ánin1of de esperanza ·y del senthniento de que vale la
en otros nn1chos rnunicipios fle Perna1nbuco y·en in­ pena seguir l ucl1ando. Sincera1nente, hay n1on1entos
, ' '
nun1erab!es 111gare� de totlo � 1 rrn indo so n e�idencia en los que parecen prevalecer la desesperanza y la de­
elocuente de que sig11es síendo nuestro con1pafiero de presión. Sin ernbargo, esos sentiinientos se desvanecen
andanzas. al sentirte y al escuCha�·te C(Hnpletan1entc fiel, hasta el
Percibo inter1san1entc esta presencia-per1nanencia últin10 n1on1énto, a tu postura irrevocable de luchar,
ruy�1, Paulo, en nurnerosos encuentros dedicados al es­ denunciando y anuucianclo con la vehernencia de sien1-
tudio de tu obra y a la discusión de una gran cantidad pre. l,a "Tercera carta'', que quedó ü1conclusa sobre tu
(le experiencias inspiradas e11 ella en las rnás diversas n1esa, de la ql1e tuvirnos conocinüento inn1ediatarr1ente
regiones del �nnndo. ,A..q uí, en Rio c;rande do Sul, el después flc tu n1uerte por el fragn1ento pubJicado en la
C::ongreso Internacion,;;1 1 pro1novido por ta" Universida­ l"olha ·de ,)'üo JJaulo, revela con elocuencía la diinensión
de do Vafo do Rio dos Sinos (UNISINOS) : realizado en de tu total fidelidad al proyecto colectivo de liberación,
1998, congregó a n1�is de 1nil quinientos participantes. del que fuiste principal inspirador y que continúa sien­
En 1 9D�), Ja lJnivc·rsidade Integrada do ;\lto Urugaui e do 11110 de los niás gra11des proyectos de solidarídad,
das Missiíes (URI) realizó, en Santo Angelo, u n Colo­ patrin1onlo actual de la hun1anidacL Reílexio11ando
quio Internacional con ochocientos participantes, En sobre tu perenne perseverancia, n1e acordé fle tres in­
el congreso de la UNISINOS fundam<ls el Foro Paulo signes intelectuales que rne ayudaron a caract.erízarla
Freire Cob10 instancia pern1ancnte de diálogo e inter­ según su significado histórico. Nuestro gran an1igo,
can1hio en torno a las experiencias y los estudios rela­ cornpaüero incon1parable de tus luchas, f�rnani M. Fio­
cionados con tu obra. El I Encuentro tlcl Foro se llevó ri, en la últin1a conversación que 1nantnviste en l q:,4
a cabo en la UNISINOS entre el 2 1 y el 22 de mayo con él dUo: "Paulo, estoy feliz porque no te detuviste''. 7
de ¡9q9 y contó con 111ás de setenta trab<�jos inscrip­ R'e laciono esta declaración del anügo inolvidable, ya
tos. En rnayo de este aüo, el II F:ncuentro tendrá lugar próxirno entonces a su vü�je postrerf� , 5011 ,la a{írrnación
_
en la lJnivcrsidade Federal de Santa I\!Iaria, coordina­ contundente del filósofo argentino (;usta\/{) c:írig-ha­
do por n uestro an1igo Fábio y otros est11cliosos de tu no." l)espués de leer tu libro F'eriagop.;ia de la esperanza,
obra en esa universi(lacL F] Foro Paulo Freire, nacido
corno creación y proyecto colectivos, se repetirá cada
aüo en una ciudad diferente del estado. Por la diná� 7 Pauio Freire, '"Depoimento de um grande an11go', Epilogo al
inica interna <le su organización, sin d uda constituirá vol. 1 de los Textos esco!h1CÍOS de Ernani �;L Fían, Porto A.legre,
L&PM, 1992, pp. 273·287.
una experiencia 1nny variada, placentera y, al 111Ísn10
8 Gustavo E. J. Cirigliano, ''De ia palabra conciencia-de-ia­
tic1npo, crítica y creati\·'a (le genuino di;í_logo frcire-ano opresión a la palabra proyecto-de-ia-esperanz8'', entrevista
o "paulino", e n torno a diferentes lecturas y (listintas concedida a La Educación (VVashington, DC), año XXXIX,
recreaciones ele lll obra. vol. 120, n" i, 1995, pp. l-í7.
,
22 Pedagogía de la indignación Carta-prefacio a Pauio Freíre 23

(:iriglía110 analiza el sentido de tu obra de11tro de un prestigio del pasado, su n1ilitancia, Sll valentía,
paradign1a ternr)oral que ctH11pre9de tres n10111entos: el corno un instrurnento para e\-'itar debates, crí­
jJrr-tiernfH> (período a uroral de gran 1novi1ización popu­ t1Gas sobre su conducta actual. Y frente a esta
lar en /\1nérica f_,atina que pr�cedi(i °:·las di, c!a0uras); el inanipulacióu de sus antcccclentcs, el (�he n1a­
conlra-tir:n1fJo (períódo ele 'represión, prisionCs, exilios y ni-fiesta lln contraste. '.l

<�jecuciones), y el des-tieni/Jo. :El des-tiernjJo o la asincronía


fue el fenó1neno que alcanzó, según él, a casi todos los Paulo, n1e pareció Ínuy expresivo el título }Jedag;ogia de
que retornaron ele los distintos exilios (o silencios re­ la inrli,r,JJ1atiáit, que Nita escogió para el libro qne con­
presivos) tras la larga noche de los regí1nencs n1ilitares. tiene tus "(:artas pedagógic;:i,s''. Sin e111bargo, creo que,
(�on respecto a ti, sin ernbargo, el il11stre filósofo pro­ incluso al clenunciar con indignación, sabías ser xnan­
clan1a enfáticarncnte: "Sostengo que Paulo Freire ha san1ente respetuoso de las personas. "I'e confieso que, a
quebrado el tiempo del destiempo porque no ha j1erdido veces, no consigo iinitar tu rnansedun1bre. en un
la palabra. Y eso es urHl hazafia en n11estro -continente"., artículo de n1i autoría, pensando en las reflexiones de
. '
f
La ex 1resión utilizada por C:irigli;-Íúo: "esto es una Petras, escribí cou tono irreverente:
hazaüa en nuestro continente'', n1c recuerda los análi­
sis q11c hace Jan1es Petras sobre un fenórncno bastante n1c pregunto si los nu1nerosos ex J'f--'volutionarius
generalizaclo al qne caracteriza con10 propjo "de los in­ y ex, iZqu,ierdistas fueron verdadera1nentc revolu­
telectuales en rct·irada, que renunciap cada vez rnás al cionarios. [, . . ] He llegado a pensar qne ciertas
n1arxi�n10 y se convierten en constj0fos políticos del vocacio11es revolucio11ari;1s cstá11 111ucho n1<ls
statn quo". l�n el Senünario Internacional Ernesto (]1e en1parentadas con Freud que con tviarx. ()sea,
(;uevara - 30 i\üos, Petras clcc1aró: parece que se trata n1ás de representaciones
equivocadas, a lo largo de la Yida, de revueltas
Yo creo que el interés que hay ahora en el (]1e ctlípicas nial solucionadas, que de auténticas
Guevara rcflt�ja en parte el hecho ele que el vocaciones revolucionarias. 10
(�he f'rnpezó con10 revolucionario y ternünó su
d'
vida con10 revolucionario. En el rnundo actual, Paulo, la lectura de tus "(�artas" nos ofrece unas pistas
111uchos jóvenes 11liran, escuchan y discrepan extraordinaria111ente ricas y desafiantes para realizar
con rr1uchos person<-ücs y líderes políticos que
en1pezaron siendo revolucionarios y ahora, de
una for111a u otra, arrepentidos1 critican su pa­ � En castellano en ei original. [N. de ia T]
sado y buscan forrnular proyectos ele acon10- 9 James Petras, "Algunas piedras", Arnérica Libre, nº 12.
p. 248. Ei seminario. pron1ovido por la rr:isrna revista, se llevó
darniento ron el neolibcralisn10. Y utilizan su
a cabo en Rosario {Argentina), de! 2 al 5 de octubre de 1997.
i O Baiduino A. Andreoia, "Atualidade da obra rJe Paulo Freíre",
Ternpo de ciéncia (UNiO ESTE, Toledo, Paraná), vo!. 5, nº 1 O,
'" En castellano en el original. [N. de ia T] 1998, PP- 7-13-
24 Pedagogía de la indignación Carta-prefacio a Paulo Freire 25

nuevas lecturas de tu obra. Esta fue, por otra parte, la de educación y .familia. A1 resaltarlos, no pretendo caer
preocupación y la idea inspiradora del Foro Paulo Frei­ en el reduccionismo. Quieres dirigirte a los jóvenes jJa­
re. En 1 988, con mis alumnas y alumnos de la Maes­ dres ymadres, a los hijos e hijas adolescentes, pero también
tría en Educación (le la UFPel, , taJT\bién reali::z4n1os i1na a los pmjesmes y fmifesoras. Tratas los problemas del día
experiencia intere:Sante en esta tnisn1a línea median­ a día pero, al n1isrno tien1po, los ubicas en el an1plio
te llna lectura terr1ática de tu libro F)edagogia de la au­ n1arco de los grandes carnbios acontecidos e11 1111estra
tonomía. Cada alumna o alumno leyó el libro desde el época y ele los quer coµtinúa11 ocurriendo, de manera
p1u1to ele vista de s11 tema preferido, de ac11erdo con s11 cada vez 1náS rápida. En tt1 prin1era carta, Paulo, reviví
formación de origen y segl1n el ·objetivo de su investi­ una conversación fraternal que tuvin1os cuando almor­
gación de doctorado. En las sesiones del seminario se zamos juntos en el Hotel Ernbaixador, en 1 995. El pun­
exponían las distintas interpretaciones, se las discutía to de partida fueron mis hijos Diego y Michel, a quienes
y luego. se las. integraba e n una lect11r;1 colectiva de tu habías conocido c11ando con1iste en nuestra casa aquel
libro. E n el Foro PaulQ Freire, en 1 999, ti\ulé mi trabajo 1 8 dé mayo. La educación de n uestros hijos y de nues­
"Lecturas prohibidas de P. Fre ire" y reÍéÍ tu obra desde tros alumnos ha pasado a ser un desafío cada vez rna­
las perspectivas de la ajncanidad y del campo (cultura y yor, ante la creciente magnitud de los problen1as que
'
educación del campo ) . presenta el inundo actual. Pa11lo, tú no tienes recetas y
U n a de las re lecturas q11e nle gustaría hacer dialogar1- nunca fue ese el propósito de tus obras. Sin embargo,
do con otros colegas es la bíblico-teológica. Ya lo con­ tus "C:artas pedagógicas" ofrecen contrib11ciones valio­
versé con el amigo Danilo Streck de la 'UNISINOS, que sas para todos nosotros, maestros y padres, educadores
adhirió enseguida a la idea. Se trata de leer tu obra y tu y educadoras del n11evo siglo y del n uevo rnilenio. c;.ra­
trayectoria ele lucha al servicio de los condenados de la cias, Paulo.
tierra, de los oprimidos del mundo, desde la perspectiva No puedo demorarme en detalles, pero quiero men­
de tu fe cristiana, que no era la fe ele u n cristiarlisrno c}onar algunos de los tenias nuevos y los enfoques dife­
co1npron1eti(lo con el statu quo, sino una teología de la rentes que ofreces de ciertos tenias q11e ya habías abor­
liberación y la laicidad, co1no preconizaran l,a Tour du dado ampliamente. Si bien la cuestiÓJl de la ccolo.girz no
Pin, Ozana11, Buchez, Teilhard de l�hardin , Bernanos, es nueva, sí lo es el enfoque y el énfasis que le dedicas.
Pég11y, De Lubac, Cl1eng. Un cristiarlis1no corr10 el que Hablas del amor al n111ndo en el contexto del amor a la
querían Lebrel, 1-Iélder Cámara, D11clerq; un cristianis­ vida, desafiado por tu santa y vchen1ente indignación
rno de f11ertes, de luchadores, con10 lo había vislu1nbra­ ante el espectáculo cr11el y desconcertar1te de cinco
do Mo11nier er1 s11 libro-meclitación f,'r�/frontem.ent chrk­ adolescentes q11e se divierten matando bárbara1ne11te en
tien, un cristianis1no corr10 el q11e develó J11an XXIII. Brasilia a Galdino, u n indio pataxó. El tema de la ecolo­
La lectura de tus "Cartas pedagógicas" ine sorpren­ gía está í11ti1na1nente relacionado co11 el de la ética, que
dió por la variedael y la riqueza de sus enfoq11es, algu­ transita tus "Cartas" desde la primera hasta la última
nos nuevos o 11asta entonces 1nenos proft1ndizados en página, como ocurre ta1nbién, desde rrli pur1to de vista,
tt� obra. Entre ellos, destacaría el de la Jfznlilia o el te111a e11 tu libro-testan1ento, Perlagogja de la autonomía: es el
26 Pedagogía de la indignación Carta-prefacio a Paulo Freire 27

terna central, la idea rectora, el teu1a clave. En las "(:ar­ Una de las tareas primordiales de la pedagogía
'tas", con10 en ese libro, coi\trap(Hles la (itíca-universal del crítica radical liberadora [ ] es trabc�jar con­
. . .

ser hu1nano, la éticrr de la solidrrridad, a la ética del rnercrulo, tra' la fuerza de la·icleología f�1ta1ista fion1inan­
í11st11sible a cualquirrpedido deJa ,�1-:1Jtr<J' abierta a la .zula del te, que estin1ula la inn1ovilidacl de Jos oprin1i­
lucro. Paulo, aucLl dando vueltas por ahí una expresión dos y su acon1odación a nna realidad ü�justa,
nueva, incluso entre los ex rr-'1.Jolucionarios arrepentidos, necesaria para el 1novin1icnto de los don1ina­
que propaga que ya no tiene sentido, en la fHJsrnoder­ dores. Es clefen(ler ,una práctica clocente en la
nidad, hablar Jos lenguajes de la ética y de la política, q11e la eriseüanza rigurosa de los contenidos
supucsta1nente "sl1perados" por los delirios ü1talistas de nunca se haga de n1anera fría, 111ecánica y f�1l­
la g1obalización y de intcrnet. Qué snerte, Paulo, que sa1nente neutra.
no te detuviste y que hasta el final procla1naste, con el
vigor de un pedagogo-profeta, las din1ensiones ética y
__
Basaclo en la convicción de que el rnailana no es algo
polític<-� corno exigencias ont�)l6gico-exis. tenciales e his­ iI1exotable y de que, por eso 1nisrr10, no está dado de an­
_
tóricas ele la persona y de la conviveiícia h1n11ana y, en ü:rnano, an11ncias la viabilidad de un jnoyer:to de ncundu y
particular, de la erlucación. el derecho de las clases pojmlares a particif){!r en los debates en
La lectura atenta de tus "(:artas" ríos exigirá una rc­ torno a un proyecto de 1nunrlo. Paulo, tú consideras que las
lectura de tu obra. Aportan clirnensiones nuevas, rc­ clases populare's, organizadas en sus propios 1r1ovin1ien­
significando tu legado en su totalid.nd. Sin olvidar las tos, so11 portadoras de un sueúo viable y agentes histó­
perspectivas de la inteligencia, la ráZón, la corporei­ ricos del can1bío. Entre estos n1ovin1ientos populares,
dacl, la ética y la política para la existencia personal y destacas la itnportancia histórica del rv1s1· (rviovin1ien­
colectiva, destacas tan1hién el papel de las e1nociones, to de los Trabqjadores Rurales Sin Tierra). Repasando
los se11tinüentos, los deseos, la voluntad, la decisión, la la trayectoria cornbativa ele los Sin 'rierra de ayer y ele
resistencia, las elecciones, la c11riosielad, la creatividael, h\)y, reflexionando sobre la gran marcha que el MST de
la intuición, la estética, la belleza de la vida, del n1un­ todo el país realizó en 1 997, declaras:
rlo, del conocirniento. En lo que atarle a las e1nociones, . .•

reafirn1as el a1nor y la afectividad con10 f�1ctores bási­ qué bueno sería [ ] si otras n1archas siguieran
. . .

cos de la virla hu1r1ana y de la educación. (�on respecto a las suyas. La n1archa de los desen1pleadns, cle
a la política, el prohle1na del poder adquiere nuevas los q11e sufren it�justícia, ele los que protestan
configuraciones. (--::ontra las tentaciones de abdicar de contra Ja imp111üdad, de los que cLtn1ar1 contra
la lucha, de renunciar a la utopía, de negar la esperan­ la violencia, la inentira y la falta ele respeto por
za, denunciaste, con la 1nisn1a contundencía con que lo la cosa pública. La n1archa ele los sin techo, los
hiciste en JJedagot, ,ría de la autonrnnia, todas las forrnas rlc sír1 escuela, los sin hospital, los desplazados. La
co1nprensión inecanicista y detcr1nínista de la historia, n1archa esr)eranzaclora de los que saben que
y proclamaste: cambiar es posible.
28 Pedagogía de la indignación Carta-prefacio a Paulo Freire 29

Paulo, no puedo concluir sin volver a ttt "Tercera car­ vigor de la ciencia y de la filosofía, estás n111cho n1ás
, ta". Ante el episodio de la lrárzü:a
u
trans(rresión
h
de la ética cerca del pensarniento y de la visió11 de n1undo de los
protagonizado por los jóvenes asesinos del indio pataxó grandm.n1aestros orientales, con10 tan1bién del espíri­
en Brasilia, afirmas que ese ,episqdib
. : tu cósrnico, niístico, acogedor y niusical de los pueblos
africar1os.
nos advierte que debemos as111nir con urgen­ Paulo, sin1patizo con la idea de pensar en tu proyec­
cia el deber de luchar por los principios éticos to pedagógico-polítÍco jnserto en la constelación de lo·
n1�ís funcla1nentales, con10 el respeto a la vida qt1e denomin'o Pedago1:,rfa de las p;randt:s convergencias. T.Ze­
de los seres l1un1a-nos, a la vida de los otros ani­ cuerdo a algunos grandes rnaestros ele la hurnanidad
males, a la vida de los pájaros, a la vida de los que, en el siglo recién concl1üclo, lucharon y dedica­
ríos y de los bosques. ron s11s vidas a un proyecto n1ás humano, fraterno y
solidario de mundo. Sin excluir a otros, pienso er1 los
Paulo, estás cletendiendo el valor de la vicia en su urü­ siguientes: Gandhi, Juan XXIII, Luther King, Simone
versalidad, b�tjo todas sus fürmas, co1;"'la veherr1encia <le V\Teil, I�ebret, Frantz Fanon, el Che (;uevara, Teresa ele
(�risto, q11e expulsó a los profanadores del sant11ario; y Calcula, Hélder Cámara, Monnier, Teilhard de Char­
tan1bién con el lenguaje poético y rnístico de Francisco din, Nclson Niandela, Roger Gara11dy, el Dalai I...an1a,
de A-;ís, elegido co1no el persor1aje más destacado del Tévoédjre, Betinho, Paramahansa Yogananda, Micbel
1nilenio que acaba de concluir. Duclerq, Fritjof Capra, Pierre Weil, Leonardo Boff,
T11 defe11sa no se ir1spira en· un senii'rnentalísn10 vago, Pa1il Ricoeur y otros. Al pensar er1 otros, lan1ento, Paulo,
.
sirio en la radicalidad de una exigencia ética que pro­ q11c tu despedida inesperada frustrara un encuentro ya
clamas de este 1nodo: "No creo en el a1nor entre rnu­ previsto con el filósofü J ürgen I-Iabern1as, con ocasió11
jercs y 1101nbres, entre los seres hun1anos, si no son1os del viaje que harías a Alemania en 1 997 para participar
capaces ele an1ar el rnundo". e11 el Congreso Internacional de Educación de Adultos.
.
La civilización occidental, expresada en la racior1a­ Sin lugar a dudas, ht1bicra sido un diálogo histórico de
lidad fría y calculadora de la filosofía, la ciencia y la alto nivel entre dos pensadores de �<=;j- la interpacio11al.
tecnología 1nodernas, se reveló incapaz de salvag·uardar A<ií pues, nos corresponde a nosotros no f11ndar cl11bes
los valores que defiendes y de articular el lenguaje con o capillas, sino promover un diálogo a1nplio y crítico
el que te corr111nicas. Degenerada en tln proyecto de entre las grandes teorías que, contra la 111area clel deter­
n111ndo que se identifica con el desan1or de la ganancia minis1no y del fatalisn10 inexorables de la econon1ía de
fratricida de la propiedad, el lucro y la especulación n1ercado, de la especulación, la ganancia y la excl11sión,
financiera, condt�jo a la humanidad al borde de la des­ quieran cor1tribuir a un n11evo proyecto planetario de
trucción total. Paulo, hace algún tiempo lo vengo pen­ convivencia h11n1ana. Nos corresponde a nosotros, Pau­
samlo, y me parecía que te desplazabas del Occidente lo, que aquí nos quedarr1os, derru1nbar 1nuros e inven­
hacia el Oriente y hacia el sur. Leyendo tus "Cartas", tar lo que desde 11ace algunos afios vengo 1la1nando una
reconfir1no esta in1presión de que, sin rent1nciar al ingeniería ej;istemológico--pedagógica de pue11tes, a través
30 Pedagogía de la indignación

de los cuales pocla111os ir y venir al encuentro n1utl10,


'soilando con un día e.n e�.quc podarnos sentarnos a la Primera parte
somhra del á1bol de la fraternidad global.
Si tu voz, Paulo, fuera un<-\ voz solitaria, sería dificil
n1antener la esperanza. Nos' alegl·a verte situado en un CARTAS PEDAGÓGICAS
proceso histórico de gran envergadura. Tengo la cer­
teza absoluta de q ne todos los graneles 1naestros arriba
citados y decenas de otros suscribirían lo que escribiste
en tus conn1ovcdoras "(:artas p.edagógicas". (�artas que
arr0jar<in luces nuevas sobre los catninos ele n1illares
de cduca(lores y de n1uchos rnillones de personas (}el
rnundo ent�ro que, inspirados en tu obra, luchan para
lograr la construcci()n histórica de un rruevo proyecto
,
de hunl.anidacl.

Porto Alegre, 20 de enero de 2000


Primera carta
Del espíritu de este libro
' t ,

'
• 'Q:,
:O.

1 0

�&��-
' t ,

Me da pena y me preocupa cuando convivo con


familias que sufren la "tiranía de la libertad" de
los niños que lo pueden todo: gritan, escriben

las paredes, amenazan a las vísitas frente a la au­


toridad complaciente de los padres, que encima
se creen campeones de la libertad.

Hacía algún tien1po rne inquietaba llna idea:


escribir unas cartas pedagógicas en estilo ligero cuya
lectura puclicra interesar tanto a los padres y 1nadres
jóvenes co1no, tal vez, a los h�jos e htjas adolescentes, o
profesoras y profesores que, llevados a reflexionar por
los desafíos de s11 pr;:ictica doce11te, encontraran en ellas
elen1entos que pudieran ayudarlos a elaborar respues­
tas. <:artas pedagógicas en las que tratara problernas,
evidentes u ocultos, propios de las relaciones de p<ldres
y docentes con hUas e hUos o alu1nn�r!;' y aÍun1hos t:n la
vida cotidiana. Problen1as que no sien1pre ha11 existido
para eljoven padre o lajoven 111adre o eljoven profesor
o profesora en s11 experiencia reciente con10 adolescen­
tes o que, si existieron, recibieron un tratarniento dife­
rente. \1iviinos un tíe1r1po de transforrnaciones cada vez
rn;,ls radicales en los ccn tros urbanos 111ás diná1nicos. A
los 70 aúos nos sorprende111os vistiéndonos co1no no
lo había1nos hecho a los 40 Es con10 si hoy f11érarnos
. .

rnásjóvenes que ayer. l)e ahí que una de las cualidades


36 Pedagogía de la indignacíón
Primera carta. Del espíritu de este libro 37

que necesitan1os fo1:Jar c(n1 n1�í.s urgencia en nosotros 1nc clesafla y al que debo responder de inn1ediato. Es
en estos tie1npos que corren -y sin la cual difíciln1entc funda1nental que sepa q11e no 11ay existencia hurnana
podan1os, por un lado, estar ritínin1an1ente a la altura SÜJ riesp;o,' de inayor o n1enor peligro. (�orno objetivi­
de nuestro tiernpo, y por otr�J, c;on1prcl!der a los adoles­ dad, el riesgo in1plica la sul�jetividacl de quien lo corre.
ceutes y jóvenes- es la cap�1cicl�lcl ·crítica, nunca "ador- _En este sentido, prin1ero, debo saber que la condición
1nccida", sicn1pre atenta a la ccHnprensión de lo nuevo. Trlisrna de Pxistentes nos sornete a riesgos; seg11ndo, debo
\Tale decir, ele lo inusitado que, aunque a veces nos es­ ir conociendo y recc)noc;ienclo con lucidez el riesgo que
pante e incluso nos incon1ocle, no puede ser conside­ corro o que puedo llegar a correr para poder desen1pe­
rado, sólo por eso, un clcsvalor. (�apacidacl crítica de la ñar1ne eficazn1ente en n1i relación con éL
q11e resulta un saber tan fundarnental co1no evidente: Sin dejarn1e caer en la tentación de un racionalismo
no hay cultura ni historia inn1óviles. La transforn1ación agresivo en el q11e, nlitificada, la razón lo "sabe" y lo
es una constatación natural de la cultura y de la histo­ "puede" todo, insisto en la hr1portancia fundan1ental
ria. I,o que ocurre/-�S que hay etapas � n las culturas en de la aprehensión crítica de la o las rdz011es de ser de
-
las qu'e los can1bios se prod'ucen dE>-rriancra acelerada. los acontecinüentos en los que csta1nos involucrados.
Es lo que con1probarnos hoy en clía. Las revoluciones (:uanto rnás n1e "acerco" al ol�jeto cp1e pretendo co­
tecnológicas acortan el tiernpo c11trc un can1bio y otro. nocer, al "distanciarme etirr1ológican1entc" 1 1 de él, con
El bisnieto de fines tlcl siglo pasado repetía, a graneles n1ás efica(_:ia fuilciono como st�jcto cognoscente y, por
rasgos, las forn1as cult11rales de valorar, de expresar el eso rnisrno, n1�jor 1ne as1nno corno tal. J_,o que quie­
!
inundo, de hablar, propias de su bis'n1huelo. Hoy, en una ro decir es que, con10 ser humano, no cleho ni puedo
1nistna f�1n1ilia, en las sociedades 111ás con1plejas, el h�jo abdicar de la posibilidad de entender el mundo que
rnás pequeúo no repite al hern1a110 rnayor, lo que difi­ veo constituirse, social e históricamente, en n11estra ex­
culta las relaciones entre padres, n1adres, htjas e hijos. periencia existencial cuando interveni1nos en él, y, en
No habría cultura ni historia sin inno\'ación, sin crea­ cc� nsecuencia, de la posibilidad de entenderlo. l,a com­
tividad, sin cnriosidacl, sin libertad �jercicla o sin liber­ prensión del n1undo, tanto aprehendicla con10 pro­
tad por la que luchar cuando es negada. No habría cul­ ducida, y la comunicabilidad de lo ,cvrnprenrlido son
tura ni historia sin riesgo, asun1ido o no, es decir, riesgo tareas del Sl�jeto, en cuyo proceso debe volverse cada
del que tenga n1;;:ryor o n1enor conciencia el sujeto que vez inás crítíco. Cada vez n1ás atento a la rigurosidad
lo corre. Puedo no saber qué riesgos corro ahora, pero rnetódica de su curiosidad, en su aproximación a los
sé que, corno presenria en el inundo, estoy en peligro. El
riesgo es un ingrediente necesario para la n1ovi1idad,
sín la cual no hay cultura ni historia. De ahí la iinpor­
tancia tic una educación qt1e, en lugar de intentar ne­ 1 1 A propósito de la "distancia epistemológíca", véanse Paulo
gar el riesgo, incite a hon1hres y n1ttjeres a asun1irlo. Freire, A la son1bra de este árbol, ob. cít, y Pedagogía da
autonomía. Saberes necessários a prática educativa , Río
Asun1iendo el riesgo, s11 carácter inevital)le, me prepa­
de Janeiro. P82 e Terra, 1 997 [ed. cast.: Pedagogía de ta
ro o 111e vuelvo apto para asurnir este riesgo, que al1ora
autonomía, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008].
38 Pedagogía de la indignación Pri111era carta Del espíritu de este :ibro 39

objetos. Rigurosiclacl nletódica de su c11riosidacl de la alrededores." El n1cnosprecio por la opinión pública


'que va resultando una exactitud cada vez rnayor en sus que revela este discurso habla de Ja arbitrariedad (le los
descuhrinüentos. p1Dderosos1y de lo ,.,egn-ros que cst;:in de sn in1punidad. Y
Si el can1bio es necesario en L� exper,icncia- c11ltural, esló ocurre al final del segundo 1nilenio . . . Y cncin1a se
1n<ls allá de la cual no existi1nos, se nos iI11pone'intentar acusa a los Sín ·rierra de agitadores y revoltosos porque
entenderla er1 su o sus razones de ser. Para aceptarla o asurnen concretan1cnte el riesgo de denunciar y anun­
negarla, debe1nos ccnnprenderla, a sabiendas de que, ciar. Denunciar Ja r{:/aliflad in1noral de la posesión ele la
si bien no so1nos un rnero ol�jeto suyo, ella tan1poco es tierra entre nosotros y anunciar un país diferente.
el resultado de decisiones volu11taristas de personas o Por experiencia histórica, los Sin 'rierra inuy bien sa­
grupos. Esto significa, sin duda, que frente a los can1- ben que, si no fuera por sus ocupaciones, la reforn1a
bios de co1nprensión, de con1portarniento, de gusto, ele agraria habrfa avanzado poco o casi nada.
negación d� valores antes respetados, no alcanza con En la intürlidad de sus ase11tanlientos, deben c1no­
aco1nodarnos ni tai;npoco con subleva�,·llos de n1anera cionatse ante la sensibilith1d del poder, tan preocupado
purarnCnte einocional. I�n eSte senti(lo; una eclucación por oír y segtlir el 11a1na1niento del Papa . .
crítica, radical, ja1nás prescindirá de la percepción lú­ Pero lo que quiero decir es lo siguiente: en la rncdida
cida clel carnbio que, incluso, revela - la presencia inter­ en que nos volven1os capaces de transfÍ::H"n1ar el n1undo,
viniente del ser ·hu1nano en el inundo. Tarnbién for1na de dar noinhre' a las cosas, de percibir, de cornprender,
parte de esta pe�rcepción lúcida del �:a1nbio la naturale­ de decidir, de escoger, de valorar, en últüna instancia, de
za política e ideológica de nuestra púsicíón frente a él, eticizare1 nn1ndo, nuestro n1ovinliento eu el n1unclo y en
n1ás �tllá de que sean1os conscientes o no de ello. 111nto la historia invoh1cra necesariarnente los su,r:r]os por cuya
del ca1nhio en proceso, en el ca111po de las costurnbres, realización lucha1nos. /-\sí pues, nuestra presencia en el
en el del gusto estético en general -ele las artes phis­ n1nndo, que irnplica elección y clecisiún, no es una prc­
ticas, de la rnúsica, popular o no-, en el can1po de la se;1cia neutra. La capacidad de observar, (le cornparar,
n1oral -sobre todo en el de la sexualidad, en el del len­ de evaluar para, una vez dccidiclo, elegir C()n10 �jerce­
guc�je-, con10 del ca111bio históricarnente necesario de ren1os nl1cstra ciudadanía intervinicn(lo en la

vida de
' ,_,/
las estructuras de poder de la sociedatl, por n1ás que la ciudad, se erige entonces en una cornpetencia fun-
las fuerzas retrógradas aún se n ieguen a ello. Un �jen1- dan1ental. Si ini presencia en la liistorla no es neutra,
plo histórico de retroceso es la lucha perversa contra la debo asun1ir de la inanera 1nás crítica posible su carác­
refor1na aoTaria
,.,
, en la t] UC los poderosos dneüos de las ter polftico. Si en realidad no estoy en el n1undo para
tierras, que ta1nbién q1ücrcn continuar siendo d11eüos adaptarn1c a él sín chistar, sino rnás bien para transfor-
de las personas, n1ienten -y n1atan in1punc1ncnte. ?\/la­ 1narlo; si no es posible carnbiar] o sin proponer algún
tan ca1npesinos co1110 si [l1eran bestias salv<�jes y hacen sueño o proyecto de m1111do, debo nsar tocias las posibi­
declaraciones de i1n cinisrr10 aso1nbroso. "No fueron lida(les a rni alcance, no sólo para hablar de mi utopía,
nuestros guardias quienes díspararon contra los inva­ sino para participar en prácticas coherentes con ella.
, sores, sino cazadores furtivos q11e inerodeaban por los En eJ horizonte ele n1i co1r1prensión del ser l1111r1ano
40 Pedagogía de la indignación
Prímera carta. Del espíritu de este libro 41

corr10 fJresencia en el 1nur1do, n1e parece fundan1ental


en realidad, de sí n1isn1a. Es la volur1tad ilícita de los
destacar que las n1tl_jeres, y los ho1nbres son1os n1ucl10
"dueños del nlundo" c{ ue, egoístas y arbitrarios, sólo se
111ás q11e seres adaptables a las condiciones oq_jetivas en ,, , ,('
ven a s1 1111sn1os.
·'

que nos e11contran1os. AsJ c�JJ)10 !1os hic.in1os aptos para I'vie apena y rne preocupa convivir con f�u11ilias qtie
reconocer nuestra ·capacidad de adaptarnos a lo concreto experin1entan la "tiranía de la libertad", en la que los
para actuar mejor, r1os fue posible as11nürnos corno s � ­ niños pueden todo:1 gritan, escriben en las paredes,
res transforn1adores. Y precisan1e11te desde esta condi­ an1enazan a las visitas ante la autoridad cornplacien.te
ción de seres transfor1nadores percibi1nos que nuestra de los paclres q11e, encirna, se creen can1peones de la
posibilidad de adaptarnos no se agota en 11osotros ni en libertad. Son1eticlos al rigor sín límites de la autoridad
nuestro estar en el n1undo. Es porque podernos tran.�fvr- arbitraria, los niños se encuentran con fuertes obstácu­
1nar el inundo que estamos con él y con otros. No 11abría­
los para aprender a decidir, a elegir, a rnanifestar algún
nios s11perado el nivel de n1era adaptación al n1undo tipo ele ruptura. ¿(�ón10 p11eden aprender a cleciclir si
de no haber alcanz¡1do la posibilidad de, pensando en ·
se les prohíbe decir una palabra, indagar, cornparar?
la propia aclaptación, serviri1os de e1Li para progrrnnar ¿C.�ón10 aprender la den1ocracia en rnedio del desen­
la transforrnación. Por eso, una educación progresista freno en el que, sin ningún lírnite, la libertad hace lo
n11nca puede, en la casa o er1 la escuela, en non1bre que quier<::, o et� 111edio del autoritarisn10 en el que, sin
del orden y de la disciplina, castrar la dignidad del ningún espacio, Ja libertacl ja1nás se ejerce?
ed11cando, su car)acidad de oponer?e, e iinponerle llll
Estoy convencido de que ninguna educación que pre­
quietisn10 negador de st1 ser. Por eSD, debo trabajar la
tenda estar al servicio de la belleza de la presencia l1u-
unitlad entre n1i disc11rso, n1i accíón y la 11topía que rne
1nana en el n1undo, al servicio de la seriedad del rigor
111oviliza. En este senticlo, debo aprovechar cualquier
étíco, de la justicia, de la firrneza de carácter, del respeto
oportunidad para n1anifestar nü co1npro1niso con la
a las diferencias, cornprornetída en la lucha por hacer
realización de un 1nu11do mejor, rnás justo, rnenos incle­
realidad el sueri.o de la solidaridad puede concretarse al
cente, rnás sustanciahnente deinocrático. 'I'a1nbién er1
n1argen de la tcr1sa y dramática relación entre autoriclad
este sentido es in1portante hacerle notar al niúo que,
y libertad. Ffensa y drdn1ática relación-{,�1 la' que a1nbas,
enojado por cualquier cosa, se agita y agrede a pun­
autoridad y libertad, viviendo plenan1ente sus lúnites y
tapiés a los que están cerca, que existen límites regu­
sus posibilidades, aprenden casi sin tregua a asu1nirse
ladores de n11estra voluntad, corno asin1isrr10 estim11lar
como autoridad y corno libertad. Sólo cuando viven con
la necesidacl ele autonon1ía o de a1ltoafirn1ación de un
lucidez la tensa relación exístente entre an1bas, descu­
niño túnido o cohibiclo.
bren que no son necesaria1nente antagónicas.
A su vez, es preciso dejar en claro a través de dis­
Partiendo de este aprendiz;_�je, las dos se con1prorr1e­
cursos lúcidos y de prácticas den1ocráticas que la vo­
ten, en la práctica educativa, con el suerlo democrático
luntacl sólo se ·vuelve a11téntica er1 la acción de suje­
de una autorldacl respetuosa de sus 1Í1nites en relación
tos q11e asurnen sus lím.ites. La vol11ntad ilimitada es la
con una libertad iguahnente celosa de sus lín1ites y de
volu11tad deSf)Ótica, negadora de otras voluntades y,
sus posibilidades,
42 Pedagogía de la indignación Primera carta. Dei espíritu de este libro 43

l-lay algo n1ás de lo que n1e he venido convenciendo patio y enseguida volvió e1npuúando e n la n1ano un po­
en el transcurso ele nl'i iarga �:xperienciti de en llito al borde de la asfixia. Entró en la sala ostentando,
l a que n1i experiencia con10 educador ocupa una parte 'é nvant:cido, el ol�jetó de su vicloria. 1�ín1ida, la rnadre
iI11p<)1·tan te. C:11�u1to i11ás y . 1 n;iiS , a1_i téntica1ncnte haya­ intentó una pálida defensa del pollito, n1icntras el pa­
n1os vivido l a tcr�sión dialéctica en las relaciones entre dre se refugiaba en un rnutis1110 significativo. "Si siguen
antoridad y libertad, int:Jor nos habrcrnos capacitado h abla11do -dijo el n i ú o con firn1eza, ducúo absoluto de
1
para superar razonablc1nen tc una crisis de difícil soh1- :
la sitnación- 1nato �ll pollo."
ción para quien se e ntrega a las exageracione s licencio­ E l silencio que nos envolvió a todos salvó al pollito.
sas o para quien se soi11cte a lus rigores de la autori(lad Por fin suelto, débil y a l os· ttn11bos, abandonó l a sala
despótica. corno pnd.o. Atravesó l a terraza y fue a esconderse en tre
l,a disciplina de la ·volun tacL de los clcscos; el bienes­ las hqjas de los culandrillos, que recibían los af�1nosos
tar que resul1a de la práctica necesaria, difícil de ctu11- c1lidados de n1i rnadre.
plir a ;veces pero q11e no ol;stantc ;!cl)t:rfa cun1plirsc; NtÍnca olvidé el jurarnento que hice ante ta1na1lo
el reconocinüen to de que lo que hicin1os cr;:1 lo q11e desenfreno: si alguna vez yo l l egaba a ser padre, jarnás
tcníatnos que hacer, y la capacidad, de sobreponern os sería un padre así.
a l a tcntaciún de la autocon1pJacc nc"ia nos fot:Jan con10 Sin e1�1bargo, tarnbién me apeno y n1c preocttpo

st�jctos éticos, difícihncnte autoritarios o sunlisos o li­ cuando estoy c'on í�unilias que vi1-'en l a otra tiranía, la de

cenciosos, Serés clispuestos, 1nás bi,z.:n , a l a confronta- l a autoridad, b�1jo la cual los niños, callados, cabizbt�jos
.
y "bien co1nportados", no pueden hacer nada.
,

ción, de situaciolleS lírnite.


La libertacl que desde un cornienzo ha \'en ido apren­ Qué equivocados están los padres y las n1aclres o qué

diendo, '/Ívencíaln1ente , a cons1ituir su autoridad i ntt'r­ rnal preparados se encuentran para el tjercicio de su

n a niediantc l a in teriorización de J a externa vive c o n paternidad y de su rr1aternidad cuando, en no1nbre del

plenitud sus posibilidades. Y sus posibilidades deYÚ::ncn r¡:speto a la libertad de sus hijos o hijas, los dejan l ibra­

de la asuncif)n lúcirL:L de los no de l a obe- dos a sí n1isrnos, a sus caprichos, a sus deseos. (2,ué equi­
diencia coharclc y a esos l írnitcs. vocados se encuentran los padres y Jas rnadrt.'\'l cuando,
lV'lientras escribo, 1ne vieuc a la n1en1oria el f'.jc1nplo sinti<-� nclose culpables porque ft1eron -ellos creen- casi

de una de esas ex.aµ:ei·aciont:s en el uso y en la con1prcn- inalvados al decir un no necesario a l hijo, ir1rr1ediata­
sión ele la libcrtacL 'fo tenía l 2 aüos y '-/ivía en Jabnatao. n1ent.e lo llenan ele nliinos que son una expresión ele
arrepcnti1nien to por algo de l o qne no deherían arre­

con sn h U o , que tendría 6 o 7 aúos. E.l n i üo se subía a pentirse. t:l n i ú o tiende a i n terpretar los n1i1nos co1no

las sillas, l anzaba los a!n1ohadones a diestra y siniestr<1 una anulación ele la anterior conducta restrictiva de la

coino si estuviera en guerra conr.ra uuos enc1nigos in­ autoridad. Tienden a interpretar los 1nin1os co1no un

visibles. I:] silencio de los flaha cuenta de que "discurso" de excusas que la autoridad les brinda.

aceptaban todo lo que el hijo hacía. l)e pronto hubo I"a dernostración perrnanente de afecto es necesaria,
. un poco de paz en la sala. EJ ni1-:1 0 desapareció e u el h.1ndarnental, pero no de afecto co1110 forrna de arre-
44 Pedagogía de la indignación Prin1era carta. Del espíi-itu de este libro 45

pe11tirrlien to. No puedo pedirle disculpas a n1i hljo por ber usarla, y la in�jor inancra de aprovechar la f11erza
haber 11echo lo que e n realidad �enía que l1acer. Eso es de n1i testirnonio con10 padre es t;íercitar la libertad del
tan n1alo con10 no explicar 1ni arrepenti rniento por u n HUo p�ú·á ¡?;estar sü a1{tonon1ía. c:uanto rnás las hijas r
error que co1netí. Por eso., ta111po.c o-pueclo clecirle n o a Jos hUos vayan convirtiéndose e n "seres para sí", n1ás
1rü 11!jo por toclo ó por nada, un no q1te sólo responde a capaces serán <le reinventar a sus padres en l ugar de li­
l o que a rní 1r1e viene en gana. ;\l decir no clebo ser tan rnitarse a copiarlos 01, a veces, furiosa y desde1".'1 osan1ente
coherente corno al estin1ular a rni htjo con un sí. negarlos.
El n1odo a11toritario y el per1nisivo , contradict orios l�o que n1e i nteresa no es que in is h U o s y rnis htjas nos
entre sí, trab;;� jan contra la for111ación urgente y contra in1iten corno padre y 1naflre·, s i n o que, reflexionando
el n o rnenos urgente desarrollo de la 111cntalida d de- sobre nuestros pasos, den sentido a su presencia e n el
1nocrática entre nosotros. E.stoy convencid o de que l a in11ndo, ver la coherencia entre lo que digo y
prin1era cor1dición para aceptar o rechazar este o aquel l o q u� hago, entre el sueúo del que l1ablo y nli práctí­
can1bio_ que se anuucia es e.s tar abi��tq a la novedacl, ca, entre la fe que profeso y las acciones en las que n1e
a lo diferente, a la i n n ovación, a la 'duda. 1'odas ellas involucro es la rnancra autt::n tica de educarlos, educán­
cualidacles de l a n1entalida d den1ocrát ica que tanto ne­ do1nc a la par de ellos y ellas, con una orientación ética
ccsitan1os y que encuentra n 11n gran obstáculo en los y dcrnocrátíca.
1nodelos seúalados, En realidad, ¿cón10 puedo "invitar" a nlis h�jos e h�jas
No tengo ninguna duda de que y11i principal tarea a respetar rni fi:_: religiosa si, diciéndo1nc cristiano y si­
con10 pa(lre, a1nantc de la libcrtacl pk:'ro no licencioso, guiendo los rl1 nalcs de l a iglesia. discrhnino a los negros,
celos(\) ele nli autoridad pero no autoritari o, no es 1na­ pago inal ;;1 la cocinera y la 1 rato con distancia? Por otro
nrjar l a preferenc ia partidaria , religiosa o profesiona l lado, puedo conciliar 1ni discurso a f-�1vor de la
de n1is 11�jos "guiándol os" hacia este o aq1tel partido o deu1orracia coi1 los proccdiniientos antes n1eucionados?
hacia esta o aquella iglesia o profesión. Por cJ contr�l­ ¿C�t-H no puedo convencer a nlis hijos de que
rio, sin ocultarles uli elección partidaria y religiosa, sólo sn derecho a tnanifcstarsc, sl de1nuestro n1alestar ante
rne cabe n1a11ifesta rles nü prof11nclo an1or por l a liber­ e l análisis crítico de Ullo de ello:-; que�-Mún h i ú (�, ensaya
tad, n1i respelo por los lín1ites sin los cuales n1i libcrtacl legúin1arncnte s u libertad de ¿(¿ué (jc1nplo
se acaba, 11li acata111ien to de su líbertad en proceso de de seriedad a los niüos �i cuando suena el tcJ¿fóno
aprendiz;;�j e para que ellos y ellas e n el día de n1afiana pido a quien atiende que, sí es para tní, que no
puedan usarla plenanu_:-n te tanto en el án1bito político
con10 en el de l a fe:, fvle parece funda1nen taL desde el Pero este einpcno en Ltvor dt;' !a de la
punto ele vista de l a n1entalidacl cle1nocrát lca, no ren1ar­ rect i tud, no puede derivar, e n lo n1ás 1nínírno, e n po·"
car la irnportanc ia espontáne a de la palabra del pa<lre o siciones üuiscas, Dcbe1nos buscar la pureza, hu1nildc­
de la n1adre sobre ta rorrnación de los hUos, c:asi sicrn­ Inentc y con csf-uer;,o, nunca d(j<inclonos en,,roh'er e n
pre lo haccn1os, ya sea de forrna subreptici a o notoria. prácticas puritanas o astuniendo actitudes d e este t i p o �
I�o ideal para 1ní, reconocie ndo esta in1portanc ia, es sa- J\iloral, n1ora1isrno, n < 1 .
Primera carta, Del espíritu de este !ibro 47
46 Pedagogía de la indignación

JI1undo que todavía no es, un n1undo difc--:re11te del que


Otra exigencia que ine a11toin1puse: desde Juego,
esta_ ah1� y al que deben1os dar furnia.
las cartas pedagógicas débían precaverse fle presentar
No. e1 ui�lera ser hotnbre o ser tntüer si la irnposibi!i­
ciertos rasgos. Resguardarse de la arrogancia, que inti­
_,

clacl de canibiar el n1undo fuera algo tan obvio con10


n1ída y obstruye � a con1nnicaCiófi, de la'sufici(:ncia que
prohíbe al propio suficiente reconocer su insuficiencía,
!
el l ��cho de que el sábado antecede al clo1ningo. No
qn1s1cra ser n11�jer ni ser hornbre si la itnposibilidad de
de la certeza dernasiaclo cierta del acierto, del elitisn10 1
carnbiar el inundo fue,ra una verdad ol?jetiva que nos
teoricista lleno de negativas y rnala voluntad contra l a
linütárarnos a enniprobar y a cuyo respecto nada p1tdie­
práctica o del "basisn10" r1egador de la teoría, del si111-
ra discutirse.
plis1no reaccionario y soberbiü fundado en la subesti­
Por el contrario, rnc gusta ser persona porque carn­
n1aci6n del otro -el otro no es capaz de entendern1c-. .
h1ar el n1undo es tan difícil corno posible. l�s precisa-
Así, en lugar de buscar l a sin1plicidad para presentar el
1nente la relación entre la diíicnltad y la posibilídad de
terna qne n1e interesa, lo trato en for1na casi desdeúosa.
carnhiar el rnundo lo que introduce la cuestión de la
Por otra parte , pi'otegidas. ele] sin1plisn10, de la arro­
conciencia en la historia, la cuestión de la decísién11 de
ga11cia del científicisrno, las cartas deberían transparen­
tar la seriedad y la seguridad con las_que se escribieron,
, de J a educación, v de
la opción, la cuestión de la ética y '
sus lín1ites.
l a arJertura al diálogo y el placer de la convivencia con
I_,a cducacüYn tiene sentido porque e l rnundo no es
el diferente. Lo que quiero proponer es lo siguiente:
nccesaria1ncute esto o aquello� porque los seres hu111a­
que, en el procéso de la experiencia! de la lect11r;1 de las
P
cartas,, el lector o la lectora vayan �rcibicndo que la
nos son1os /nvyertos y al 1nis1no tiernpo porlen1os tener
proyectos para el 1nnndo. !_,a educación tiene sentido
posibilidad del diálogo con s11 autor se encuentra in1-
porque las nu�jeres y los hon1bres aprendíeron que se
plícita en ellas, en la forn1a curiosa en q11e é] rnisn10
hacen y se rehacen apre11diend.o, porque las n1ujeres v
las escribe, abierto a l a o�jeción y a la crítica. E.s rnás,
h;s honibres pudieron asnnlirse con10 seres cap<�ces d�'.
es posible q11e el lector o la lectora nunca vayan a tener
saber, de saber que ele saber que no saben . De
un encuentro personal con el autor. I�o f11ndan1cntal
saber n1t�jor lo que ya saben, de saJ?;;r Jq q1v:: todavía
es, entonces, que la legitin1idad y la aceptación de posi­
no saben. I,a educación tiene sentido porque, para ser,
ciones diferentes frente al inundo queden claras. Una
las nH�jeres y los hornbrcs necesitan estar siendo. Si las
aceptación respetuosa.
int�jcres y los hornbres si1nplc1ncnte fueran, no habría
Niás allá del ten1a q11e del)atan estas cartas, deben
por qué hablar <le e{lucació11.
estar "ernpapadas" de fuertes convicciones, ya sean
L,a conciencia del rnnndo, que hace posible l a con­
explícitas o sugeridas. I)or �je111plo, deben refltjar la
ciencia tle iní, hace in1posible la innnltabilidacl del
convicción de que la superación de las il�justicias que
n1nndo. 1.a conciencia del n1nndo v la conciencia de
den1ar1cla la transfor1naclón de las estruct11ras inequi­
rní n1c hacen un ser no sólo en el ; nundo sino r:on el
tativas de Ja socícdad in1plica el c�jercicio articulado
111uudo y con los otros. t;n ser capaz d e intervenir en
ele in1agü1ar 1111 111unclo inenos vergonzoso, n1enos
el rn undo y no sülo de adaptarse a éL En este scnti-
, cruel. hnaginar un rn11ndo con el que sonan1os, un
48 Pedagogía de la indignación Primera carta. Del espíritu de este libro 49

do, las 1nt�jeres y los hon1bres interfieren en el n1undo su lucha: in1pedir el can1bio. El priinero es el opritnido
inientras que los otros anin1ales sólo se 1nueven en éL sin horizonte; el segundo, el opresor ilnpenitente.
Por eso, no sólo te11e111os historia, sino que hacen1os la · 'Esta'.' es 'una <l c · las r�1zones por las que el alfabetizador
historia que a su vez nos ha�e y 'que, en, consec11encia, progresista no puede contentarse con una ensefianza
nos hace históricos. de la lectura y de Ja escritura que v1Jelvan la espalda
Pero si por un lado rccl1azo el discurso fatalista, in­ desdeñosa1nentc a la lectura del inundo.
'
rnovilizador de la historia, por otro ta1nbién rechazo el l�ste tan1bién es el 1;r1otivo por el que los militantes
discurso no 1nenos alienado del voluntarisn10 histórico, progresistas deben oponerse q11Uotescarnente al discur­
según el cual el carnbio vendrá porque se ha dicho que so don1esticador que dice que cada vez n1ás el pueblo
vendrá. En el fondo, a1nbos discursos niegan la contra­ quiere 1nenos política, 1nenos palabrerío y rn�ls resul­
dicción dialéctica q11e cada s1�jeto experirnenta en sí tados. Naturalinente, quienes vienen robusteciendo
n1is1110; a satJer, q11e reconociéndose objeto de la histo­ la ideología fiel hacer consideran -y se esfuerzan por
ria, se convierte igualn1entc t;n su s1�jetq. interiorizar en las clases populares, y no sólo en ellas­
' '
Cabe seúalar que el discurso de Ja ímposibilidad del quc cualquier reflexión acerc<l de en favor de qu6 o de
ca1nbio para n1�jorar el mundo no es el discurso de la q1Iién se realiza la acción, cuánto o alrededor de cuán­
conslatarión de la in1posibilidad sin<) el discurso ideo­ to costó o podría costar la obra hecha o por hacer cons­
lógico ele la inviabilización de lo posible. Un discurso tituye un blab.labhi innecesario, porque lo único que
por eso 1nis1no reaccio11ario y, en el i:nt:.jor de los casos, i111porta de verdad es hacer. Pero en realidad, esto no
'' es así. Ninguna obra está clesvinculada de la persona a
elcsesperaflan1ente f�italista.
E l cfücurso de l a imposibilidad de cambiar el mundo quien sirve, ele c1Einto cuesta y fle cuánto rnenos podría
es el discurso de q1üen, por diferentes razones, aceptó costar sin pc�juicio de su eficacia.
el acon1odan1iento, incluso para lucrar con él. El aco- ljdiar con la ciudad, con la polis, no es una cuestión
1nodan1iento es la expresión del abandono de la lucha n�era1nente técnica, sino r11ás bien política. (�orno po­
por el carnbio. Quü-;n se aco1noda carece de Ja capaci­ lítico y educador progresista continuaré 1ni lucha para
dad de resistir, o la tiene nn1y débil. ¡-\ q1üer1 ha d�jado esclarecer los quel1accres públicos� _.¡isí con1ü sigo lu­
ele resistir o a quien en alg(1n n101nento pudo d�jar de chando contra la constatación absurda de 1n1tcha gen­
11acerlo, le es 111ás tdcil aco111odarsc en la rnolicie de la te: "I�o voto. l{oba, pero hace" .
iinposíbilídad q11e asurr1ir la lucha perrr1anente y casi En
. el sentido de estas consideraciones, 111e gustaría
sien1pre desigual a favor de la justicia y de la ética. destacar que el t;jercicio constante de la "lectura del
Sin ernbargo, es itnportante destacar que hay una nn1nclo", que exige necesarian1ente la con1prensió11
diferencia f11nda1nental entre quien se acornoda pcr­ crítica de la realidad, supone, por una parte, su denun­
didan1ente desesperanzado, so1netido ele tal 1nanera a cia, y por otra, el anuncio de lo qne aún no existe. I_,a
la asfixia de la nr:residad que obstaculiza la aventura de experiencia de la lect11ra del rnundo que lo to111a con10
] a libertad y la lucha por ella, y quien, en el fliscurso del un texto a ser "leído" y "reescrito" no es una pérdida ele
�con1odan1iento, cncue11t.ra un instrurnento efi.caz para tie1npo, un blablablá ideológico que derrocha el tiern-
50 Pedagogía de la indignación
Primera carta. Del espíritu de este !íbro 51

po que debe ria apro\·'echarse para lograr la transparen­ sociedad lo que el dibujo de l a pieza que producirá e l
tia de los conteniclos .o de la forn1a de transn1 i tirlos, operario -y que tiene e n s u cabeza antes d e hacerla- es
con10 <licen los educaclorcs o las educadoras re-acciona� -a la p'i·ócfucción'de 1:1 pieza.
ria1nente "pragtnáticos". Por r�n1-trari,o, si la lectura (�nhcrente con ini actitud dernocrática, estoy con­
cieJ n1undo -funda<_la en la posibilidad que rn1�jcres y vencido de que la discusión en torno del s1u:::1-:-1 0 o <lel
hornhres aclquirieron e n el transcurso de l a historia de proyecto de socied;1d por el que lucha1nos no es un pri­
r:nlrnr/F:r l o concreto y de ronl·u nirar l o con1prendido- se vilegio de las elites d<:nninantes ni tarnpoco de los líde­
hace con rigor n1et.ódico, necesaria1ncnte se constitu­ res de los partidos progresistas. i\l contrario, participar
ye en un füctor indiscntíble de .pcrfeccionanliento del de los debates sobre u11 pr'oyecto diferente de 1nundo
Íengu<üe. I_,a p r�lctica de constatar, ele encontrar l a o las es u n derf'.cho de las clases populares que n o pueden
razones ele ser ele lo constatado, la práctica <_le drnunr:iar contentarse con ser solamente "guiadas" o cn1p1�jadas
l a realid<.td constatada y de anuJ1riarsu superación -que al sncúo por sus lideres.
son parte clcl proces\.) ele lectura <_lcl rnu0itlo- dan lngar (:�JD l a invención de la existencia que las nn�jeres y
a la ex¡)ericncia de la co!!Jetl.t1a, de h{ 'Suposición, de l a los hon1hres crearon con los materiales que la vida les
opinió n , que, s i n e1nbargo, carece de u n f11ndan1ento ofreció, l a presencia hurnana e n e l nlundo sin hacer re­
preciso. (�ou la 1nctodizacíón de la cúriosídad, la lectu­ ferencia a lU1 ,ll1añana se vuelve iinposiblc. /\ un n1atla­
ra del rnundo pu.cele dar pie a superar l a pura mu,,m 1 m na_ o a un futuro c11ya forn1a de ser, sin crnbargo, nunca
para acceder al jJroyerto dí! Htundo. presencia rnayor es inexorable síno in;is bien problernática. lJn rnaüana
<le in7:rnuirlad que caracteriza a la cur1i'osida<l e n el rno- que n o está dado de anten1ano. Debernos luchar para
1nentó ele l a co1�jctura \'a dt�jando paso a una crítica obtenerlo. Pero tan1bién necesi tarnos un diseúo n1ien­
niás inquieta y firn1e que posibilita superar la n1cr;:1 opi­ tras lucharnos para construirlo, con10 el operario ne­
nión o la cur�jetura 1necliantc el proyec10 de tnundo. :El cesita tener el disetlo de l a n1esa en l a cabeza antes de
proyecto es la cor�jetura que se define con claridad, es falJri carla. Ese disei10 es el sueüo por el que l u c h o .
el sucllo posible que será realizado IIH::diante la acciún Una de las tareas prilnordiales de la pedagogía crí­
política. tica radical liberaclora es trah<�jar };ttbre ' l a lPgitiiniclad
l_,a lectura crítica del n1undo es un quehacer del sueüo t·tico-poHtico de la superación de la realidacl
gógico-político inseparable del quehacer político-pe­ ii�justa. Es trab;.�jar sobre la autenticidad de esta lucha
dagógico, es decir, ele la acción política q n e supone la y l a posibilidad ele can1biar; es decir, trab;:�jar contra 1a
organización de los gr1 pos y de las clases populares fuerza de l a ideología f�1talista donünante, q n e estünula
pa�·a i n tcr'liCl1i r en l a rei. lvención de la socíedad. la in1novilidad de los oprin1idos y su aco111odarniento a
L.a denuncia y el anuncio, realizarlos crítica1ncntc e n la realidad iitjusta, necesaria para e l n1ovinüento de los
e l proceso de lectura del 1nundo, dan al sueüo do1ninadorcs. Es defender n n a pr<í.c tica docente e n J a
por el que l u c h a1nos. E,ste sueüo o proyecto que va defi­ que la enseúanza rigurosa de los contenidos nunca se
niéndose en e l proceso de a11álisis crítico de la realidad i i n plcn1ente de una rnanera fría, n1ecánica y falsarnentc
que denuncia111os es a la práctica transfor1nadora de- la
neutra.
52 Pedagogía de la indignaciór1 Pri1nera carta. Del espíritu de este libro 53

En este sentido, e11tre otros, la pedagogía radical .Ja­ los educar1dos, pero n o oculta s u opción política b::� jo
ri1ás rlebe hacer n inguna cónccsión a las arti1nafias del una ünposiblc neutralidad de su tarea.
''pragn1atisn10" neoliberal q1te reduce la práctica ech1- ,, I,a etluéaclora progi"esista no se pernlite, p o r un lado,
cativa al entrenanúcnto técnico-cit:�ntífico de los educan­ dudar del derecho qnc Jos niüos y las niiias del pueblo
dos, al en!rtnan1ú-:hlo y 110 a la ./rrrnu1ciún. l�a n e cesaria tier1en de aprender la rnisn1a rnate1nática, 1a inis111a físi­
fór111ación técnico-cientffi_ca de los educandos por la ca, la nrisrna biologÍ?l que aprenden los niúos y las niíías
,
que lucha la pedagogía crítica nada tiene qt1c ver c o n de las "zonas felíces; ele la ciudad, pero p o r otro, . Jan1;is
la estrechez tecnicista y cientificista que caracteriza a l acepta que la enseüanza de un contenido dado se pre­
n1cn; entrcnan1iento. P o r eso, el educador p rogresista, sente separadarnente del anülisis crítico d e l n1ocio e n
serio y capaz, no sólo debe enscüar 1nuy hier: su dis­ que f1111ciona la sociedad.
cip1iJJa, si n o que debe desafiar al eciucando a pensar í\l subrayar la in1portancia fnndarnental ele la cien­
crftica:incntc la realidad socia], política e histórica en la cia, la educadora progresista debe recalcar ta1nbién a

que VÍ\ic: Por eso, al ef-Jseúar C?n scric� �u;i y rigurosidad los níüos y las 11it'.'"1as pobres tanto c:on10 a los ricos el
su dísciplina, el educador progresista n«") puede acon10- deber qne tenen1os de preguntarnos constanten1ente
darse-, desistiendo de luchar, vencido nor el discurso en beneficio de qué y de quién hace1l1os ciencia.
. '

b1talisia q u e seííala co1no üníca salida histórica actual Es tarea de n1ujeres y de hon1bres progresistas ayudar
la aceptación -entendí<la corno expresión ele la rncute a elaborar el stÍeúo de can1biar el inundo con10 asünis-
1noclerna y no de la rnente "carnpesipa"- de que e"t<-i 1no su concreción, ya sea de forrna siste1n;;ítica o asis­
ahf porque el que está ahí es el q u e dJÍJe estar. tern�itica, en la escuela, corno profesor de rnatern�itíc;-L
Evkfeúten1enü', el papel de la educadora crítica, anLu1- de biología, de historia, de filosofía, ele problernas del
te de la libertael, no es in1poner al educando su por lcngu��je o de lo q u e sea; en c;,1sa, corno pa(trc o corno
la líbertafl, su radical rechazo al or<len dcslnunan izante; n1adre, en nuestro trato pcrrnanente con las htjas y los
tarnpoco es decir que sólo existe una forr11a de leer el hijos, en nuestras relaciones con las personas que t raba­
rnundo, que es la suya. No ob.s1�1nt<:, su 110 se liuüta jan con nosotros. 'l�1rca de hornbres y que no
a la cnseúanza de su disciplina, aunque lo desenipeüe <le sólo hablan de den1ocracia s í no q u{� ,,kt vive n , � tratando
la 1nanera n1<is cornpetente posible. i\l dar inuestras de hacerla cada vez n1t.,� jor.
de la seriedad con Ja que trab�ja, de rigurosidad ética en Sí so1nos progresistas, si realrnente esta1nos abiertos
el trato con las personas y en su 111anera de abordar los al otro �.' a la otra, debe1nos esforzarnos, con hu1nildad,
"''"'"'' la proft'sora progresista no g11ardar silen­ para disnünuir al rnáxin10 la distancia entre lo q u e dc­
cio cuando se afinna c1ue "los (le Ütvelas son los urandcs

cilnos y lo que hacernos.
de su nüseria"; no puede quedarse callada No po{lcnios hablar a nuestros h�jos o en sn presen­
ante el discurso que propugna la irnposibilidad de catn­ cia de un rnundo Jn�jor, n1euos it�jnsto, inás hu111ano
biar el 1n111H.'lo porque Ja realidafl es asL y al n1ísrno ticn1po explotar a la persona q u e trab;,�ja
l ,a profesora progresista ensefla los contenidos de su c o n nosotros, ;\ veces podernos pagar un sala-
di scíplina con y c o n rigor recihc la producción de p e ro caernos en la cantinela hipócrita según la
,
54 Pedagogía de la indignación Prin1era caria. Dei espíritu de este libro 55

cual "la realidad es corno es v yo solo n o voy a salvar i n í rnisn10 por tanta co1nplacencia fortalecieron n1i vo­
ál inundo". lnntad. Entonces t.on1é la decisión: df'.jé de ftunar para
.Es preciso de111ostrarles a nuestros hijos que es po­ sle1npfe. De todas foi:rnas, antes de eso pas{'. to{la una
sible ser coherente; n1�ís alu1i'qlle ser cnherente es lin noche tosiendo, /\1nanecí y- era todo rabia: rabia con­
resultado de la eútereza de n11estro ser. A fin de c11en­ tra el cigarrillo, rabia contra n1í n1isn10. Listo, Lllj e, ya
tas, la coherencia no es un E1vor que les hacen1os a los no ftnno 1n;i<.;, rnirando con otros t�jos los paquetes que
otros, sino una for1na ética de con1portar11os. Por eso, sobrarían del tabac() inglés que acosttnnbraba fnn1ar.
no soy coherente para que n1e cornpf'nsen, ni ine elo­ Nunca n1c interesó abandonar el cígarrillo de ft}rn1a
gien, ni rne aplaudan. prograrnada: con1c1 izar fnrnando sólo diez cigarrillos
Puedo i ncluso perder rnaterialn1cntc alguna cosa por día y, de a poco, ir disn1inuyendo la can tidad basta
por haber sido coherente. Pero esa pérdida carece de dt�jarlo por con1pleto. Nunca intentl: nafla scn1t�j�u1te.
in1portancia. l'viás bien al contrario, siernpre traté de fortalecer ini vo­
La búsqueda
"
de la coherencia,
'
no si,en1r)re fácil ele luntad. Niuchas veces, hablando connügo nüsrno, reco­
' ,,;
asunlir, educa la voluntad, que es una facultad funda- nociendo cuúnto n1e gustaba ft1n1ar, aceptaba tan1bíén
n1enta] para n1overnos en el n1u11do. (�on la voluntad que era necesario vencer nli gusto tlc fun1ar. l.,a cues­
debilitada se hace difícil flcciclir; süÍ decisión no ele­ tión que se inc planteaba uo era eng-arlarn1e sino deridir:
girnos entre lina rosa y otra, no dan1os el prin1er paso. elegir entre nÚ1nrencr el gusto suicida o transforrnar el
Recuerdo que- las dos o tres vece:-¡- a lo largo de 1TÜ clisgnsto, derivado de Jnj dccidiclo no al cigarrillo, en
vida t: n que pretendí dc�jar de fun1ai·' 1ne f�lltó lo fun­ satisf�tcción por rni afirn1aciún con10 vol1111tarl. l,a cues­
dan1ent'al: la vol'untad firrne de decidir, de resolver si tión que se n1c planteaba no era ocultar rni propia flc­
fu1nar o no. Sólo cuando realn1ente irnperó en n1í la bilidacl con Ellsos argun1cntos corno "no de ru1nar
voluntad perseverante y asurní, con asco por el hu1no, sin1plernenre porque no quiero". rvJás bien al contrario,
la decisión de no fl1n1ar n1ás, pucle liherarn1e del ciga­ lp que debía hacer era asu1nir]a para Ycncerla.
rrillo sin artificio ninguno: ni chicles ni caran1elos. Y Nadie supera la propia debilidad sin antes reconocerla.
cabe recordar que por entonces furnaba tres atados de La debilidad de nuestra voluntad h�t!.;�Ja cl1c laJúerza del
cigarrillos por día. vicio que nos do1nina. Pero hay una forina de recono­
En resurnidas cuentas, n1c sentía den1asiado incó­ cer la vencida: procla1nar la invencibilidad
rnoflo viviendo la incoherencia entre hablar y escribir de la propia dcbilídad. Eso a quedar cada vez
sobre una pedagogía crítica, liberadora, que defiende inás snnlisos respecto del poflcr que nos aplasta o que
el tjercicio de la decisión con10 postura fiel s1�jet.o en ahoga en nosotros la posibllida(l de reaccionar y luchac
oposición a la postura acon1odat.icia ele r11ero ol:deto Y' Por eso, una <Je las condiciones para poder continuar
n1i surnisión total al cigarrillo. En cierto rnoinento se la lucha contra el poder que nos dornina es rcco11occr
tornó nruy difícil convivir con el conocirnicnt.o (le cuán­ que est.an1os perdiendo la batalla pero que aún no fuilnos
to ine estaba pe1:juclicando el hu1110 sin que rnc rebela­ ven cidos. J nstan1cnte eso necesitaba. ()fn�i;_unente uo es

r�1 contra éL I,a rabía contra el tabaco y la rabia contra algo f{icil de hacer. Si la voluntad en la lucha
Prirnera carta. De! espíritu de este libro 57
56 Pedagogía de la indignación

ter11linación, es sustancialn1ente esperanzada y, por eso


contra lo que nos an1e11aza y oprirne pudiera hacerse
n1is1no, genera esperanza.
Sin un trab�jo perseverante y sin. un sacrific'io notorio,
" Un@: ele n1is sueños al escribir estas cartas pedagógi­
la lucha contra cualquier tipo de opresión sería n1ucho
cas -si no los tuviese, no tenclría sentido escribirlas- es
rnás sin11)le. Puede verse con»faCilidad la ü11portancia
desafiarnos a nosotros 1nisn1os, padres y n1adres, profe­
ele la voluntad cllando esta ar1na un tc:jido co1npl�jo
soras y profesores, obreros, est11diantes, a reflexionar
con la resistencia, con la rebeldía en la confrontación
sobre nuestro pap¿ l y, la responsabilirlad de asumirlo
o en la lucha contra el enen1igo que, a veces, n1ás que
corno corresponde, construyendo y perfeccionando
espiarnos nos dornina. Independiente1nente de que el
la de1nocracia. No una de1riocracia que profundiza las
enen1igo sea el tabaco, el alcohol, la cocaína, la n1ari­
desigualdades, 1nerame11te convencional, que otorga
huana, el r:rack o la explotación capitalista, de la que la
n1ás fuerza al poder ele los poderosos, que presencia
ideología f�1talista encastrada en el discurso neoliberal
de brazos cruzados la humillación y el mallrato de los
es un eficaz i_i:istrumento dorninante. La ideología que
h11rnildes y q11e alirr1enta la in1punidad. No una derno­
ante las üü11sticías sociales di�e que "la l;ealidad es así,
' cracia cuyo s11eilo de Estado, que se procla1na liberal,
que las injusticias son una fatalidad ��(1ntra la que no
es el Estado que n1aximiza la libertacl de los fuertes para
puecle hacerse nada" arrasa y quiebra el ánimo necesa­
ac1u11ular capital frente a Ja pobreza y a veces frente a
rio para luchar tal corno lo hacen las drogas -cualquie­
la rniseria de las mayorías, sino una den1ocracia en la
ra de ellas-: dcstrnyendo la resistencia del adicto o la
que el Estado, rechazando posturas licenciosas o auto­
adicta, a quienes d�ja postrados e indefensos.
ritarias y respetanclo verdadera111ente la libertad de los
c:on la voluntad debilitarla, la resistei1cia desarrnada,
ciudadanos, no re111incia a su papel regtdador ele las
la ide1ltidad puesta en duda, la autoestirna hecl1a pe­
relaciones sociales.
dazos, luchar es in1posible. De esta forrna, no se lucha
Necesitan1os una den1ocracia que, fiel a la naturaleza
contra la explotación de las clases do1ninantes como
h�1rnana que nos hace capaces tanto ele eticizar el n1un­
no se lucha contra el poder del alcohol, del cigarrillo o
de la n1arihuana. c:orno tarnpoco se puede luchar, por do con10 de transgredir la ética, i1nponga límites a la
capacidad que 1101nbres y rn1�jeres ��1ernos de desear
f-�tlta ele cor<.�je, ganas, rebeldía si no se tiene rnr.ulana,
el mal.
si no se tiene PSjJr-:ranza. A los "harapientos del n1undo"
No creo en la den1ocracia puran1er1te forrnal que "se
les fdlta un rnaüana, tal co1no les f3-1ta a los subyugados
Java las rnanos" ante las relaciones entre quien puede y
por las drogas.
q1Iien no puede porq11e ya se dtjo que "todos son igua­
Por eso, toda práctica educativa, liberadora, que va­
les ante la ley". Más que decirlo o escribirlo, hay que
lorice el �jercicio de la voluntad, de la decisión, de la
hacerlo. En otras palabras, la palabra queda vacía de
resistencia, de la elección, el papel de las ernociones, ele
los sentirnientos, de los deseos, ele los línlites, la in1por­ contenido si la práctica prueba lo contrario de ]o que
la palabra declara. Lavarse las rr1anos ante las relacio­
tancia de la conciencia en la historia, el sentido ético
de la presencia hurr1ana en el n1undo, la con1prensión de r1es entre los poderosos y los desprovistos de poder sólo
porque ya fue dicho que "todos son iguales ante la ley"
la historia con10 posibilidad y nunca jarnás co1no de-
,
58 Pedagogía de la indignación Priinera carta. Dei espíritu de este libro 59

es reforzar el poder de Jos poderosos. Es in1prescindible se ven corno irnposibles. C:on10 educador, pero tarnbién
Cine el ·Estado asegure . verdadera1nente que todos son con10 quien se entrega al �jercicio crítico y pern1anente
iguales ante la ley y que lo haga de n1a11era taJ que el de pen<5arJla pr<í.ctica 1nüsn1a para teorizarla, esto es lo
tjercicio de este derecho se convierta en .una obvíeda<l. que he venido haciendo a lo largo de 1ni experiencia
l.o que n1c parece iniposible <le aceptar es una dc­ profesional. Esto es lo que \·eugo .aprendientlo a hacer
n1ocracia fundada en la /tica del nu:rcado que, perversa y, cuanto 1nás aprendo, rnás placer 1ne <la asu1nirn1e
y sólo rnovida por el lucro, resulta un obstáculo para co1no hacedor de tare/zs. .I;strictan1entc, la ilnportancia de
la nüsn1a de1nocracia. Lo que n1e parece lrnposible es nuestras tareas tiene que ver con la seriedad con que
aceptar que no existe otro ca1nino para las econon1ías las 1levan1os a cabo, con el respeto que tenen1os al �je­
frágiles que no sea acornodarse, pacienten1ente, al con­ cutarlas, con el respeto por los otros para quienes las
trol y a los dictámenes del poder globalizador, ante el realízan1os, con la lealtad al suefio que esas tareas re­
cual sólo nos queda inclinarnos de un Inodo fatalista, presentan. ·riene que ver con el sentido ético que elche
de brazos cr11zados, estupef�1ctos o con��)r1nes. Lo que "cn1papar" a las tareas, con nuestra cornpetencia para
'
n1c part�ce ÍlT1posible es no d ¿:cir na(f�i ante esta expre­ dese1npcf1arlas, con el eq1iilibrio einocional con que las
sión pos111oderna de autoritarísn10. l�o que rue parece realizan1os y con el cor;;�jc con que luchan1os por ellas.
in1posible es aceptar dóciln1cnte que \::J n1undo ca111bió Nunca n1c olvido de las obscr\-aciones que hizo en
radical y rcpentinan1cnte, de la noche a la rnañana, ha­ Natal (Rio (�rahde do Norte) una persona que estaba
ciendo dcsaparef'er las clases sociale7, la izquierda y la siendo alf�tbetizada en 1963, durante un debate en un
derecl1a, los do1ninadores y los dorniüaclos, acabando C�írculo de c:ultura. Se discutía cxacta1nentc este tc1na
con lis ideologías y tornando todo n1ás o rnenos ignal. -la irnportancia de las tareas que hon1bres y 1nt�jcrcs de­
Sin e1nbargo, ya no n1e parece in1posible respetar el de­ bernos cu1nplir en la historia-. "1\hora 111e doy cuenta
recho de qnie11 piensa o llegó a pensar asL (�on todo, -dUo, coino si conienzara a liberarse de su b��ja autoest.i-
ine niego rotnndan1cntc a aceptar que "ya era así" por­ 111�1, el zapatero de un taller precario en la esquina de la
que continúo reconociendo la existencia de las clases calle- de que rni oficio de arreglar st relas de zapatos es
sociales, porque rechazo la ideología ele la clespolitiza­ ta1nbién rnuy valioso. c:on ini trab��j� 2.cvuelvr\, a quien
ció11 de la adnünistración pública, inrnersa en la llan1a­ n1e trae un zapato roto, otro casi nuevo. ()Jido los pies
da "política de los resultados", porq11e afirn10 la fuerza de las personas que, adernás, gastan Inenos colocando
de las ideologías. inedia suela en el zapato q11e si t1rvieran que co1nprar
t�stas cartas pedagógicas expresan inás bien un n10- otro nuevo. 'I'engo que luchar por la dignidad de 1ni
1nento de la lucha en la que n1e ernpc1-:-10 co1no educa­ trab��jo y no sentir vergüenza de él. I ,o que hago es dife­
dor, en consecuencia ta1nbién corrio político, con rabia, rente de lo que hace el rnédico que tiene su co11stlltorio
con arnor, con esperanza, apoyando el suefio de un Bra­ del otro lacio de la calle doncle yo tengo rni negocio. Es
sil 111ásjusto. diferente, pero tarnbién es irnportante:'
Soy de los que se exigen a sí n1is1nos el c11n1plin1ienlo ;\quel hornbre que estaba aprendiendo a escribir y
� e ciertas tareas, con10 la de hacer posibles aq11el1as que a leer oraciones y palabras "releía" el n111nclo y, al ha-
60 Pedagogía de la indignación Prirnera carta. Del espíritu de este libro 61

cerlo, percibía lo que a11tes, en una lectura previa, no claramente consciente de los riesgos que implicaban

había captado. La relectura en la que se ,enfrascaba las opciones que había seguido en este proceso

n1ientras se alf�1betizaba reconstituía s11 autoestirna, , i! suyo más personal, pero al mismo tíempo creía en el

hasta entonces definida des,1::l c , e} punto de . vista de ejemplo, a través de la coherencia, de la justicia y del

la ideología · don1inante que, al rnenoscabar el traba­ respeto por los otros y las otras ,

jo del "dependiente", intensifica su subordinación al En esa época sentía que su salud se quebrantaba

poder, E n realidad, aquel hombre se alfabetizaba en por un cansahcio del cual quería librarse caminando
,
el sentido amplio y profundo que vengo defendien­ juntos por las arenas de la playa, todos los días,

do desde hace n1ucho tien1po. No sólo "leía" i11ecá­ cuando nacían las mañanas, Diaríamente anotaba

nica1nente oraciones y palabras; adcrnás se reconocía en una pequeña y blanca 'ficha de lectura" el tiempo

con10 har:Pdor de tareas. que había dedicado a ese ejercicio: desde los quince
minutos iniciales hasta los cincuenta y cinco final­
mente alcanzados, A los amigos les contaba orgullo­
so esta hazaña, Quería creer que estaba lirnpiando
sus pulmones de los casi cuarenta años que había

Paulo escribió esta "Carta" en enero de 1997, fumado "tres atados por día", Por cierto, recuerdo

Estábamos en nuestro departamento en la playa de que encendía un cigarrillo ccn otro, hasta que un día

Píedade, en Jaboatao dos Guararapes, en el mismo en Portugal, ya finalizando los años setenta, en casa

municipio donde había pasado su'"segundo exilio", de un matrimonio amigo -como cuenta en la "Car�

, Así llamaba al período en que su familia "huyó" de ta"� no los dejó dormir durante toda la noche, ni al

Recite, entre los años de 1932 y 1941 El primer exi­


,
matrimonio ni a Elza, Aquella tos, que sólo la nicotina

lio habría sido durante su gestación en el útero ma­ sabe arrancar mórbida y lentamente, anunciando el

terno y el tercero, el que le impusieron los gobiernos tiempo d e vida, sin tener en consideración las ganas

militares, entre 1964 y 1980, cuando vivió en Bolivia, de vivir de la persona que fuma, Esta sumisión le

Chile, los Estados Unidos y Suiza, había hecho conocer a Paulo, en sus tiempps en
. -�

En 1997, recordando críticamente los tiempos de su Afríca, lo que es la avaricia, pues, ávido, guardaba

adolescencia en la zona pobre y fea de Jaboatao, re­ consigo, escondidos en la valija, los atados que

visó su vida completa, como persona y como pensa­ siempre llevaba para estos viajes, Ese fue uno de los

dor, Analizó su trayectoria como padre y por primera termómetros que utilizó para medir su dependencia

vez escribió sobre la educación desde ese punto de del cigarrillo, Y se avergonzaba de ello , , , El acto

vista, Habló también de la educación de los niños en de fumar fue el único del que Paulo decía haberse

términos generales, Discutimos sobre las dificultades arrepentido, Siempre supo que en su vida había

de experimentar la tensión entre licenciosidad y auto­ hecho todo dentro de la ética y de las posibilidades

ritarismo, entre libertad y autoridad, como posibilida­ históricas -personales y sociales-, pero nunca se

des del acto de educar a nuestros hijos, Paulo era perdonó el haber fumado,
62 Pedagogía de la indignacíón

Hoy me doy cuenta de que esta revisión era u n


Segunda carta
reverse e n s u totalida(l Reviendo, analíz<Jndo y
Del derecho y del deber
discutiendo su vida, rehacía su inteligencia de
, , de cambiar el mundo
educador en la historia. �ecpnstruía � n modo nuevo
de 'leer el mundo', Así, más que recordar, antes que
percibirse en sus limitaciones históricas, que saberse
y verse como un hombre que amaba con tolerancia,
que se esforzó obstinadamente por perteccíonar sus
virtudes de hombre y de educador político, se insertó
con más radicalidad aún en la postura epistemológi­
ca de la posmodernidad progresista, en la cual ya
podíamos incluirlo, sobre todo a partir de la Pedago­
gía de la especanza, ,41T
Si al leer este texto alguien me preguntara, con
irónica sonrisa, si creo que para cambiar Brasil
basta con entregarse al cansancio de afirmar
una y otra vez que el cambio es posible y que los

seres humanos no somos meros espectadores,


sino también actores de la historia, diría que no.
Pero también diría que cambiar implica saber
que es posible hacerlo.

Es cierto que las n1ujeres y los ho1nbres f)UC­


den ca1nbiar el rnundo para 1n�jor, para que sea 1nenos
injusto, pero sólo lo logran partiendo desde la realidad
concreta a la que "lleg¿n" en Sll generación, y no f11n­
dadas o fu11dados en devaneos, sueños falsos sin raíces,
puras ilusiones.
'
Lo que no es posible, sin e1nbargo, e�pensar en trans­
for1nar el rnundo sin sueüos, sin litopía o sin proyecto.
Las puras ilusiones son los s11eños falsos de quien, in­
dependientemente de que esté lleno o llena de buenas
intenciones, propone quín1eras q11e por eso tnisrno no
pueden realizarse. l,a transformación del rnundo nece­
sita tanto del s11eño con10 la indispensable autenticidad
de este depende de la lealtad de quien sueúa las condi­
ciones históricas, materiales, según el desarrollo tecr10-
lógico y científico del contexto del sofiador. Los suefios
son proyectos por Jos cuales se lucha. Su realización no
66 Pedagogía de la indigriación
Segunda carta. Del derecho y del deber de cambiar el mundo 67

St,':' verifica {;áciln1ente1 sin obstác1dos. fvlás bien al contra­ Precisan1ente por ser parte de la actu
alidad, la reac­
rio, supone avances, refro('t�SOS, Inarchas a veces dC1110- ción inrnovilizante es, por un lado, efica
,, -1'
z y, por otro,
radas. I1nplica lucha. ¡\ decir verdad, la transforn1ación puede ser retutada. l.,a batalla ideológic
, 1 ' •

a, política, pe-
del n1ur1do a . la qu,e aspira el sficñ'o es un �1cto político y dagógica y ética que prese11ta quien ton1a
una postura
sería una ingen1üdad no reco11occr que los suefios tie­ progresista no elige el lugar ni la hora. Pued
e darse tan­
nen sus contra-sueños. El rncnnento del q11e cada gene­ to e11 el hoga1� en 1�� relaciones entre
padres, n1adrcs,
ración forrna parte, en tanto n1on1ento histórico, revela hUos e hUas, co1no en la escuela, si11 irnpo
rtar el 11ivel,
señales antiguas que involucran con1prcnsiones de la o en las relaciones (}e t.rab�jo. [,o fund
an1ental, si soy
realidad, intereses de grupos, de clases, preconceptos coherenten1ente progresista, és n1anifesta
1� co1no padre,
v gestaciones de ideologías q11e vienen perpetuándose profesor, empleador, empleado, periodista
, soldado,
en contradícción con aspectos n1ás modernos. Por eso cie11tífico, investigador o artista, corno rrn,�jc
r, n1adre o
n1ís1no-, no existe un hoy sin "presencias" que perduran, hija, poco importa, mi respeto por la dign
idad del otro
desde hace niucho, et1 el clin1a cultu1;\f g11e caracteriza o la otra, por su derecho de ser e11 relac
ión con su de­
la actualidad concreta. De ahí la nan1raleza contradic­ recho ele tene1:
toria y procesal ele toda realidad. Por _ eso, es tan actual Posibletnente, uno de los saberes funda1ne1
1tales n1ás
el ünpetu (le rebeldía contra la ü�justicia agresiva que indispensables para el �jercicio de esta
n1anifestación
caracteriza la poSesión (le la tierra entre nosotros, en­ queda expresado en la convicción de que
can1biar es
carnado con clol�uencia por el n1ovü':-1iento de los tra­ difícil pern posible. Es lo que nos hace
rechazar cual­
b�tjadf)res Sin 'fierra, así con10 la reacción indecorosa quier posicíón f�ttalísta que otorga a este
o aq11el factor
de los latifundistas -111ucl10 111ás a1nparados, obvian1en­ r:onrliciona nte un poder deter1ninan te, ante el c11al
no pue­
te, por una legislación preponderantemente al servi­ de l1acerse nada.
cio de sus intereses- a cualquier reforrna agraria, por Por grar1de que sea la f11er:..:a condicion
ante de la
1nás tírnida q11e sea. La lucha para conseguir la reforrna ecgno1nía sobre 1111estro con1portan1iento
indivi(lual
agraria representa el avance necesario al q11e se opone y social, i10 puedo aceptar nlÍ absoluta pasiv
idad ante
el atraso inrnovilizador clel conservadurismo. Pero hay ella. I�n la rnedida en que aceptarnos- rfue
ta eConornía
que d�jar en claro que el atraso in1novilizador no es un o la tecnología o la ciencia, poco in1porta,
t:;jercen so­
extraño para la realidad. No hay realídad q11e 110 sea bre nosotros un pocler irrecurrible, no tenen
1os otro
escenario de confrontaciones entre fuerzas que reaccio­ ca1nino qt1e renunciar a nuestra capacidad
de pensar,
r1an al avance y otras que luchan por él. En este sentido, conjeturar, co1np;1rar, elegir, decidir, proy
ectar, soñar.
en nuestra actualidad persisten, contradictoria1nente Reclucida a la acción de viabilizar lo ya deter
minado, la
})resentes, fuertes Jnarcas de n11estro pasado colonial y política pierde el sentido de luch a para
concretar sue­
esclavócrata que son 1111 obstác1llo para los avances de fios (liferentes. El carácter ético de nues
tra presencia
la realidad. Son marcas de un pasado qne, incapaz de en el mur1do se agota. Por eso, a1111 recon
ociendo la
perdurar por n1ucho rnás tíempo, ínsiste en prolongar indiscutible in1portancia de la forrna en
la que la so­
s11 presencia en pe1j11ício del can1bío. ciedad organiza su producción para enten
der có1110
68 Pedagogía de la indignación
Segunda carta. Del derecho y del deber de can1biar ei mundo 69

somos, no p11edo desconocer o n1inünizar la capacidad sino que tenen1os el deber de luch
ar contra el poder
reflexiva, (lecisoria, del ser hun1ano. El rnisrno hecho robustecido de los poderosos pue
J I" . , !
s la alob
o alización lo
ele que sea capaz ele reconocer lo condicionado o in­
•{ '

fortaleció al nlisn10 ticn1po que debi


litaba la t1aq11eza
í111enciado que e�tá por ras eStrl1cturas econón1icas lo de los frágiles.
vuelve capaz de intervenir en la realidad condicionan­ Si, e11 efecto, las estructuras económic
as n1e rlon1i­
te. Esto quiere decir que saberse condicionaclo, y no nan de rnanera tart absoluta, si mol
deando n1i pensa­
fatalistarnente so1netido, por este o aquel destino habi­ miento me hacen dócil o�jeto de s11
fuerza, ¿cón 10 ·e x­
lita su ir1tervención en el n111ndo. l,o contrario de la in­ plica r la lucha política, pero sobre
todo cóm o hacerla
tervención es la adecuación, la accnnodación o la pura y en non1bre de qué? A mi éntender
, en nombre de la
adaptación a una realidad incuestionada. F�n este sen­ ética, pero no de la ética del 1r1ercado
sino de la ética
tido, entre r1osotros, 1n1�jercs y 11ornbres, la adajJtarión universal del ser hurn ano ;1� a rni ente
nder, er1 nornbre
no es sino 1111 nion1cnto del r1roceso de intervr:ncíón en de uqa trans-forn1ación necesaria
de la socjedad que
el rnundo. f_r1 eso se'f11nda la.diferen,.<;;iat prin1ordial en­ pernlita s11perar las ir�justicias desh
umanizantes. Y
tre el conrlirionrnnientoy la dete-r71zlnaciún. Incluso, sólo es to(lü esto porque, aunque estoy cond
icionado por las
posible hablar de ética si hay elección proveniente de estructuras econó1rlicas, sin e1r1bargo
no estoy detern1i­
la capacida<i de co1nparar, si l1ay responsabilidad asu­ nado por ellas. Si por un lado no es posi
ble desconocer
mida. Por estas n1isrnas razones, niego la rlesjJroblwtnati­ que en las con(liciones 1nateriales de
la sociedad se ges­
zar:ión drd futuro a la q11e sicn1pre hag? referencia y q11e tan la 1 ucha y las transforrnaciones polí
ticas, tan1poco
irnplica su inexorabilidad. l,a clesproblcn1atización rlel es posible, por otro, negar la irr1portan
cia fl1ndan1ental
h1turo, en l1na cornprensión rr1ccanicista de la 11istoria, de la subjetividad en la historia. Ni la
subjetividad pro­
de clerecha o de izquiercla, conduce necesaria1nente a duce, con10 si fuer a todopoderosa, la ol�je
tividad, ni esta
la 1n11erte o la negació11 autoritaria del s11eño, de la uto­ perfila, inapelablemente, la subjetivid
ad. Para mí no
pía, de la esperanza. E�n la co111prensión inecanicista -y, es•posible hablar de subjetividad sin
comprenderla en
por lo tanto, deterrninista- de la historia, el f11turo ya su relación dialéctica con la objetivid
ad. No hay snbje­
se conoce. I_,a lucha por un futuro ya conocido a priori tiviclad en la hipertrofia que la convi
t!'rte � 11 llaced(;ra
prescinde de la esperanza. Ida desproblen1atización del de la objetividad ni ta1npoco en la inin
ünización que Ja
f11turo, no in1porta en no1nbre de qué, es u11a r11ptt1ra entiende como puro reflejo de la ob
jetividad. En este
con Ja nat11raleza humana, q11e se constituye social e sentido, sólo hablo de subjetividad entr
e aquellos seres
histórican1ente. q11c, inacabados, tuvieron la capacidad
de saberse inaca­
EJ futuro no nos hace. So1nos nosotros q1üencs nos bados, entre aquellos seres que pudi
eron ir n1ás allá
rehacemos en la 1 11cha para hacer el ft1turo. de la detenninación, red11cida así a cond
icionan1iento,
Mecanicistas y humanistas reconocen el JJoder actual y qtte, asun1iéndose co1no objetos por
estar condício-
de la econon1ía globalizada. Sin embargo, mientras que
para los prin1eros nada puede l1acerse frente a su fuerza
,intocable, para los seg11ndos no sólo luchar es posible,
12 Véase Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía, ob. cit.
Segunda carta. Dei derecho y dei deber de carnbiar el n1undo 71
70 Pedagogía de la indignación

reconozco tan1bíé11 s11 fuerza, y porque co1nprnebo la


np,dos, puelieron arriesgarse co1no s1�jetos porqt1e no
posibilidad que tene1nos los seres hu1nanos ele asun1ir
estaban dctern1inados. · pot- eso n1is1no, no es posible
tareas �l?!istóricas, vuelvo a escribir sobre ciertos con1-
hablar de su�jetividad en las interpretaciones o�jeti­
pron1isos y deberes q11e no podernos soslayar si nuestra
vistas inecanicistas_ ni tan1poco' cri las intérpretaciones
alternativa es progresista, Por �jernplo, S(; bre el cleber
sul�jetivistas de la historia. Sólo en la historia co1110 po­
de no aceptar n i alentar, b��jo ninguna circ11nstancia,
sibilidad y no co1110 detcrn1inación se percibe y se vive
posturas filtalistas. _El' deber de rechazar,por eso 1nisn10,
la sul�jetividad ei1 s11 relación dialéctica con la ol�jeti­
afirn1acio11es corno estas: "r�s una verdadera lástiina q11e
vielad. Si percibo y vivo la 11istoria con10 posibilidad,
haya tanta gente con ha1nb1".(; entre nosotros, pero l a
experin1ento plenan1ente la capacidad de cornparar,
realidad e s esta". "El desempleo e s una fatalidad del fin
dej 11zgar, de elegir,de decidir,de rr1anifestarn1e. Así es
de siglo." "i\unque la rnona se vista de seda, inona que­
con10 las n11�jeres y los ho1nbres dan su carácter ético al
da." Por el contrario, sí so1nos progresistas, si soña1nos
rnundo,pu<lie11do a la vez convertirse er1 transgresores
con una sociedad rnenos agresiva, menos i1�justa, rne­
de su prppia ética.
nos violenta,111;,ís hu1nana) nuestro testin1onio debe ser
La elección y la decisión, actos clel sujeto, ele los que
el de quien, diciendo no a cualquier posibilidad frente
no podernos hablar desde una concepción n1ecanicista
a los hechos, defiende la capacidad del ser hurnano de
de la historia, y a sea de derecha o de izquierda,pero a
evaluar,cornparar, elegir, decidir y,finahncnte,interve­
los que sí podernos concebir con10 un tien1po de posi­
nir en el inundo.
bilidad, rcsalta11 Í1ecesarian1ente la irt1portancia de l a
� 1.os niiios necesilan crecer �jercicnclo esta capaci­
educa\,:ión. U n a educación que, jan1á neutra, puede
dad de pensar, {le indagarse y de indagar, de dudar, de
estar tanto al servicio de la decisión, (le la transf<}rn1a­
cxperin1cntar hipótesis de acción, de progra1nar v no
ción del n1undo, ele la in sercíón crítica en él, corno al
servicio de la inrnovilización, de la persiste11cia de las
sólo seguir los progran1as imprrestos antes �ue pror 11es­ �
to�. l,os niüos precisan tener aseg11rado el derecho de
estructuras ir�just-xs, de la acon1odación de los seres hu-
aprender a decidir, cosa que sólo se hace decidiendo.
1nanos a una realidad considerada intocable. Por eso,
11ablo de la educación o ele la for1nación. Nunca del �i las libertades no se constituyen a p�r-�tir de sí � 1nisn1as,
sino en la asunción ética de los lín1itcs necesarios, la
n1ero entrenan1iento. Por eso vivo una práctica educa­
�suución ética de esos lúnites no se hace sin que estas
tiva ra(lical q11e estin1ule la curiosidael crítica, que sien1-
hbertaclcs corran riesgos, al igual que la o las autorida­
pre busque la o las razones de ser de los actos,y no n1e
des con las qne elialécticamentc se relacionan.
limito a l1ablar de ella o a defenderla. Y con1prendo
l-Iace poco presencié la frustración bien "llevada"
n1uy bier1 por qué una práctica de este tipo no puede
de una abuela, nli esposa,que había pasado varios días
ser aceptada sino,al contrario, debe ser recl1azada por
irnaginando su alegría, la de tener consigo en casa a
q1lien, con inayor o n1enor pern1anencia en el statu
Marina, su nieta bienan1ada. En la víspera del día tan
quo,defiende sus intereses; o por q11ien,ligado a los in­
esperado, su hijo le inforn1ó que sn nieta no iría a \·isi­
tereses de los poderosos,los sirve. Pero, dado que al re­
tarla porque había progran1aclo con las anligas del ba-
conocer los línlites ele la educación, f(>rn1al e inf(}r111al,
72 Pedagogía de la indignación
Segunda carta. Del derecho y del deber de cambiar el mundo 73

rrio una re11nión para organizar la creació11 de un club su " vo1t111tad" qt1e nos adaptamos a ellos, sino ta1nbién
de esparcimiento y deportys·
s�� eto� Jlis\óricos que luchan1os por otra voltintad dife­
En su1na, la nieta está aprendiendo a prograrr1ar y la
rente: la de ca111biar el m11ndo, aunque esta lucha ínsu­
abuela no se sintió (}espreciad(:).. o ,poc:o q1,1erida porque
n1a tanto tiempo que a veces tengan q11e sucumbir en
la decisión de la n,ieta, que está aprendiendo a decidii�
ella varias generacior1es.
no se correspondiera con sus deseos.
El Movimiento declo.s Sin Tierra, tan ético y pedagó­
Sería nna lástima que, haciendo pucheros, Ja abuela
gico co1no lleno de belleza, no ha comenzado ahora, 11i
expresara t1n descontento indebido frente a la decisión
tan1poco hace diez o q1iince o veinte años. Sus raíces
legítima de su nieta, o que su padre, n1ostrando que
más remotas se hallan en l a rebeldía de los quilombos�
está disconfor1ne, intentara imponer autoritariamente
y, n1ás recienten1ente, en la bravura de sus con1pañe­
a la hija que hiciera lo que no quería. Por otro lado, esto
ros de las I..igas Ca1npesinas, aplastados c11arenta atlos
no significa que er1 el aprenclizaje de su autonon1ía, los
atrás por las n1isn1as fuerzas retrógradas del inmovilis-
niños en gerieral y la1 _nieta en particular_ no aprendan
1no reaccionario, colonial y perverso.
ta111bié11·que a veces correspohde, sirf '1�1ltar el respeto
No obstante, lo in1portante es reconocer que tanto
a la propia a11to110111ía, responder a la expectativa del
los quilombos como las Ligas y los Sin Tierra de ahora,
otro. Más aún, es necesario que el nirio apre11da que su
cada uno en su- mon1ento, anteayer, ayer y hoy soña­
auto11ornía sólo es genuina c11ando presta ate11ción a
ron y sueñan el rnis1no suefio, creyeron y creen en la
la a11tonon1ía ele los otros.
in1periosa necesidad de luchar para que la historia sea
Así pues, la tarea progresista es estimular y posibili­
tar, en'· las rnás diversas circunstancias, la capacidad de
int¿rvención en el inundo, jamás lo contrario: cruzarse
de brazos frente a los desafíos. Sin embargo, es eviden­ * Los quifombos fueron los lugares hacia donde los esclavos
ten1ente itnperioso q11e mi aporte anti:fatalista y que rrü huían para refugiarse y resistir. Allí vivían libres, en comunidad,

defe11sa de la ü1tervenció11 en el rnu11do no n1e cor1vier­ con una economía básican1ente de subsistencia_ Los hubo en

tan en t1n voh1ntarista ir1co11secuente, que no toma en


todas las regiones de Brasil, pero, en general, qe en�ontraban
en tierras apartadas en la selva o en la rí-íü'ntaña. [N, de la T]
serio la existencia y la f1Jerza de los condicionan1ien­ ·- Las Ligas Campesinas, primeras formas de organización polí­
tos. Rechazar el deter1ninis1no no significa negar los tica del campesinado al finalizar la dictadura de Getúlio Vargas
condicionamientos. (1 945), estaban integradas por campesinos propietarios o
En últin1a instancia, si soy u11 progresista col1eren­ arrendatarios que se resistían a ser expropiados por los go­
biernos latifundistas y a convertirse en asalariados. Estuvieron
te, debo demostrar permanentemente a los hijos, a los
presentes en todos los estados de Brasil como un movimiento
alun1nos, a las hijas, a los an1igos, a quien sea, mi con­ de resistencia contra la expulsión de la tierra y de lucha por
vicció11 de q11e los hechos sociales, econórnicos, históri­ la reforma agraria, hasta que fueron extinguidas con el golpe
cos o no, no se dan de esta o de aquella manera porque militar de i 964. El movimiento campesino renacería a fines
obligatoria1nente deben darse así. Más aún, que no sor1 de la década del setenta con la formación del MST, que se
expandió por todas las regiones del país entre i 980 y i 990, y
inn1unes a nuestra acción. No sólo somos objetos de
alcanzó pleno auge a comienzos de este siglo. [N. de la T.]
Pedagogía de la índignación Segunda carta, Del derecho y del deber de cainbiar el mundo 75
74

una "hazaúa de la libertad". En el fondo, nunca se en­


,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T ,lli/T
tregaron ni se entregar.án a· la Eilscdafl ideológica ele l a
frase: "La realidad e s así, luchar n o sirve d e nada". Al '' Todavía estábamos en Jaboatao cuando Pau,

contrario, apostaron por la iriter�.-en«_,ión' e n el n1undo lo comenzó esta "Segunda carta" y recién pudo

para rectificarlo y no sólo para inantencrlo n1ás o n1c­ terminarla cuando regresamos de Cambridge,
Estados Unidos, el 7 de abril de 1 997, Habíamos
nos coino está.
ido, pasando por Nueva York, a fines de marzo de
Si los Sin crierra hubieran creído en la ''i-nucrte de l a
1 997, exactamente el día 22, para combinar con
historia", de l a ulopía, d e l en l a desaparición de
la Universidad de Harvard el curso que daría en
las clases sociales, en la ineficacia de los testin1onios d e
la Harvard Graduate School of Educatíon (HGSE)
a1nor a la libertad; si hubieran creído q u e l a crítica a l E1-
durante el "semestre de otoño" de 1 997, como
talisrno neoliberal es la expresión d e un "neobohisn10"
llaman allí al período lectivo que va de septiembre a
que nada C<)nstruye; si hubieran creído en la dcspoli­
diciembre/enero de cada año académico, Ya estaba
tización, de la polític�-1, encarnada e n1los discursos que
arreglado con Donaldo Macedo, profesor de la
dicen que lo que vale son "pocas palabras, n1enos
Universidad de Massachusetts en Boston, a quien
política y sólo resultados"; si, tlc haberles crcíclo a los
Paulo había invitado para ser su asistente en este
discursos oficiales, hubieran desistido de sus preocupa­
cíones y regresado no a sus casas, sino a la negación
curso, que el eje central sería el libro Pedagogía de
agraria habría la autonomía, que se traduciría al inglés teniendo
como fin más inmediato ese objetivo, En Harvard
qued�-ido archiYada.
Square nos abordaron varios estudiantes y algunos
,:\ ellos y ellas, a los Sin 'I'ierra, a su inconfornlisrno, a
profesores, todos y todas manifestaban la alegría y el
su dl'tern1inación de co11tribuir a la de1nocr:Jtización de
asombro de que una universidad tan conservadora
este pafs les debernos n1ás de l o que a \reces llcga1nos a
pensar: Y qué bueno se1ía para la an1pliación y la consoli­ Y celosa del statu quo como Harvard permitiera que
profesores críticos del sistema ofrecieran un curso
dación de nuestra sobre todo para su auten­
crítíco-reflexivo-concientizador '
ticidad, si otras rnarchas siguier:JJl a las suyas. l,a n1archa "'

t�tivas del trabajo


<

Volvimos felices con las expec


de los descrnpleados, zle los que sufren ü�justicia, de los
crítico que Paulo podría hacer allí. Ten íamos la
que protestan contra la irnpnnidad, de los que clarnan
certeza de que todo se realizaría en un marco
contra la violencia, la n1entira y la E11ta de respeto por l a
de seriedad, honestidad y transparencia, inclu,
cosa pública. I_a n1archa ele l o s s i n techo, l o s sin escuela,
so habiendo sido permitido a contragusto por la
los sin hospital, li)s desplazados. L.a 1narcha esperanzado­
bien conceptuada u n iversidad norteamericana.
ra de los que saben que can1biar es posible.
Tal "apertura" era parte del "embalaje democrá,
tico" que los Estados Unidos tienen que mostrar
porque se proclaman democráticos, decía Paulo,
Organizábamos el tiempo del que dispondríamos
76 Pedagogía de la indignación Segunda carta. Dei derecho y del deber de cambiar ei mundo 77

en Nueva Inglaterra para leer, escribir y reflexionar do veía que "esos valientes nos están brindando con
en la casa calefaccionada que, como era nues, su lucha la esperanza de mejores días para Brasil",
tro sueño, nos salvaría del crudo frío que suele , f' repetía tarnbién con esperanza.
sentirse d u rante el otoño y el invierno, en aquella Debo y quiero dejar constancia aquí de la emo-
región, Mientras tanto, cómodamente instalados, ción que experimentó Pauio el 1 7 de abril de 1 997
podríamos ver dos cosas a través de las venta, cuando la Marcha de los Sin Tierra, proveniente de
nas -repetía con entusiasmo, como un niño-, dos diferentes partes de nuestro país, entró organizada­
,
fenómenos d e !a naturaleza que le encantaban mente en Brasilia, conformando un solo cuerpo eón
desde que los había visto por primera vez, Las ho, los cuerpos de los níñqs, viejos y jóvenes, negros o
¡as verdes que van amarilleando más y más hasta blancos. Me había ·1 nv'1tado a seguir el acontecúTüen­
caer, casi marrones, en el suelo que las acoge para to político por televisión, ya que no podíamos estar
que, incluso cubiertas por la nieve que se petrifica allá_ en la capital con ellos y ellas, en esa Marcha en
y las cóngela, continúen siendo parte de la vida, la que muchos peregrinaban desde hacía ya tres
Y la nieve mis �a cayendb suaverfltiílÍe , como si meses,, Cuando Paulo vio aquella multitud entrando,
fueran copos d e algodón o papel picado blanco, altiva y discíplinadarnente, en la Explanada de los
Caprichos de la naturaleza que Paulo tanto amó en lvíinisteríos, se puso a carninar de un lado al otro
sus más diversas formas y func·1ones, Conversába­ de la sala, con la píe! erizada, los poros abiertos y
mos sobre Jodo cómo sería enten,der a la distancia empapado de un sudor caliente. Hablando para los
los problemas d e nuestro país estando en otro Sin Tierra, y no para rní, con voz emocionada repetía
, tan diferente, política, económica y culturalmente estas cargaclas de su idea del mundo: "Así
hablando,, se hace, rni gente, genle del pueblo, gente brasileña.
En esa época, Paulo se preocupaba sobre todo Ese Brasil es de todas y de todos nosotros. Vamos
por la situación mundial enganchada a u n modelo adelante, en la iucha sin violencia, en la resistencia
político neoliberal y de globalización de la economia, consciente. avancemos con determinación para
Reflexionaba mucho y no se cansaba de decir -por construir nosotros, solidariamente, el país de todos
' -� �

eso lo escribió en reiteradas ocasiones- que creía y todas los que nacirnos o a él se unieron para
en la opción política,ideológica y en las acciones sin engrandecerlo. Este país no puede continuar siendo
violencia del MST como posibilidad histórica, como de unos pocos . . . Luche111os por la democratización
salida de nuestro colonialismo, de nuestras miserias, de este país, Marchen, habitantes de este país , , ",
como táctica para la estrategia de la democracia Paulo terrninó esta ··segunda carta'' ese mismo día,
brasileña, Escribía y discutía esta "Carta" y cada día En ella convocó a otras marci1as. Con !a humildad
se entusiasmaba rnás con el tema del "respeto por la que era habitual en él no ni siquierB r11encionó,
dignidad del otro o de la otra", y q uiero recalcar ade' que esta Marcha también tenía sus rafees en su idea
más que Paulo nunca perdonaba a quien se apartara de la educación liberadoía. Es indiscutible que los
deliberadamente de esa actitud, Se ponía feliz cuan- mov1rnientos sociaies brasileños, no sólo el íV1ST,
78 Pedagogía de la indignación

adquirieron consistencia en su accionar gracias a lo Tercera carta


que él, Paulo, propuqo en su trabajo teórico antropo­ Del asesinato de Galdino Jesús
lógico-ético-ideológico-político-educativo. Lo ,dos Santos, pataxó
propuso con su vida. 4/íP'.
Qué cosa extraña divertirse matando a un indio,
matando gente. Inmerso en el abismo de una
profunda perplejidad, espantado por la perver­
sidad intolerable de esos jóvenes despersonali­
zados, me pongo a pensar en el ambiente donde
decrecieron en lugar de crecer.

Cinco adolescentes rnataron hoy, bárbaran1en­


te, a un indio pataxó que dormía apacif)le en una esta­
ción de ómnibus en Brasilia. Dijeron a la policía que
estaban divirtiéndose. Qué cosa extraña. Se divertían
n1atando. Prendieron fuego al ctterpo del indio con10
qu�en quen1a una cosa inútil, un trapo que ya no sirve.
Para su crueldad y su gusto por la rnuerte, e l indio no
era un tú o un él. Era r:so, esa rosa que t;.SJá allí. Una espe­
cie de sornbra inferior en el n1undo. Inferíor e incón10-
cla, incórnoda y ofensiva.
l�s posible que durante s11 infancia esos malvados
adolescentes hayanj11gado, felices y risueños, a estran­
gular pollitos, o hayan prendido füego a la cola de los
gatos imperturbables sólo para verlos dar saltos y oír
sus maulliclos desesperados, y qt1e se divirtieran tan1-
bién desmigajando pimpollos de rosa en los jardines
públicos con el mismo desparpajo con qne rayaban la
madera de los pupitres de su escuela. Y todo ello con
82 Pedagogía de ia indignacíón Tercera carta. Del asesinato de
Galdino Jesús dos
Santos 83

la probable con1placencia, cuando no con el estúnnlo esta trágica t ·ansgresión d : la étic a


� � nos advierte que de­
itrcsponsable, de sus padres. ben 1os asnrrur con urgencia el deb
er de luch ar por los
()ué cosa extral1a divertirse rnat:1ndo a un rna- 'Pri t:if)iós éticos n1áS fundan1en tales,
� corno el respeto a
ta1 �0 gente. In1ucrso e n el abisrno , dc una profunda la vida de los seres l1lirn ano s, a la vida de
los otros ani­
perplt;jiciad, espantado por la perversidad intolerable males, a la vida de los pájaros, a la vida de
los ríos y de los
de esos j óvenes despersonalizados, n1e pongo a pensar bosques. No creo � n el an1or e11tre rn�j
eres y h(;nibres,
en el an1bientc donde decn�cir:ron e11 lugar de crrrer. entre los seres humanos, si no somos capa
ces ele ainar
Pienso en sus casas, en su clase social, en su barrio, el muu do. En este fin de siglo , la ecol ogía
ha cobrado
en su Pienso, cn1.rc rnuchas otras cosas, en el una impo rtan cia fundan1e ntal . Deb e estar
prese11te en
�je1nplo que les dieron acerca de pensar y de rórno cual quie r práctica educ ativa de carácter radi
cal, crítico
hacerlo. En la posición q11e ocupan el pobre, el n1en­ y liberador.
riigo, el neg!·o, la n11�jer, el ca111pesino, el obrero, �1 No es posible rehacer este país, dernocratizar
lo, h11_
indio en este rnodo ,de pensar. Pienso en la n1cntah­ n1anizarlo, convertirlo en algo serio, si los
adolescentes
dad 1nat'erialista de apoclerarSc y senf{ts� dneüo de las se divierten matando gente , ofend iend o la vida,
destru­
cosas, en el desprecio por la decencia, en la en yendo el sueilo, obstac1lliza ndo el amor.
el placer, en el inenosprecio por las cosas rlcl Si la educación no transforn1a a la socie dad, la
. " socie­
considc:radas de Inenor o de ningún valoc ,c\d1v1no el dad tampoco cambiará sin ella.
refuerzo de este �pensarnicnto e n n1vchos n1on1entos Si nuestra opció n es progresista, si esta1nos a favor
ele la .experiencia c:scolar, en la que el in(lio continúa de la vida y no de la muer te, de la equidad y no
de la
n1cnoSpreciadtL lZegistro el torlupoderosis1no de sus li­ injust icia, del derec ho y no de la prop ia volun tad,
de
bertacies, exentas de todo líinit.c, libert;,Hles que se la convivencia con el diferente y no (le su nega ción,
no
conYierten en licenciosidad cuando se burlan de todo tenem os otro canün o ql1e no sea vivir plenarr1ent
e lo
y de todos. I1nagino la in1portancia del vivir fácil para que haya1nos elegi do, encarnarlo, acortando la
distan­
� u escala de valores, donde la ética por excelencia, la cia entre lo que hicünos y lo que hacemos.
que rige las relaciones en el día a día de las personas,
habrá estado a11sente casi por cornpleto. En sn lugar,
la ética del n1ercado, del lucro. Las personas qnc 'Valen
por el dinero que ganan cacla n1es. El acatarnienH� al
otro, el respeto al rnás lébil, la veneración de la vida Una página y media de texto mecanogra
fiado. Dos
no sólo liurnana sino vegetal y anin1al, el cuidado de y media de texto manu scrno . La 'Tercera
carta" , las
las cosas, el gusto r)or la belleza, la valoración ele los (1ltímas palabras que Paulo escrib ió, exacta
mente el
sentin1ienlos, todo rcriucido a ninguna o casi ninguna día 21 de abril de 1 997. En ellas analizó con
calma la
lrnportancia. "pervers'1ón" de la muerte de Galdin o, pero
. con una
Si bie11 nada de eso, a n1i juicio, reduce la responsabi­ indign ación tan firme , profunda y contu
ndente como
lidad de esos agentes de la crueldad, el hecho en sí de pocas veces sentí o leí en sus escritos.
84 Pedagogía de la indignación
Tercera carta, Del asesinato de Galdino Jesús dos Santos 85

Con este espíritu de lucha y serenidad asistí a su últi­ campo, el último día que estuvimos allí -la chacra se
ma clase en la PUC-St;' el 22 de abril de 1 997, junto
llamaba 'Poco da Panela·' en homenaje a mis dos
a otros profesores. Al terminar la clase, cuando sa­ , , maridos (era uo lugar de Recife donde se encuentra
líamos todos y todas haciaJa sala de lo;; profesores, el Centro Doña Olegarinha, donde Paulo aplicó por
recuerdo que estaba cansado pero se dirigía feliz a prímera vez su "Método" de alfabetización, y Raúl lo
arreglar los últimos detalles del via¡e que hariamos a consideraba el sitio más encantador de la ciudad)-,
Portugal y a España, luego del que emprenderíamos Paulo escribió sobre la barbarie que estaba sacudien­
la priff1era semana de mayo a Cuba. Habriarnos ido do al país. El título de esta 'Tercera carta", según
nosotros dos acompañados por un grupo de alum­ aparece en sus propios borradores, era: "De la
nos y profesores del Programa de Posgraduaci6n de tolerancia, una de las cualidades esenciales de la vida
!a PUC-SP. donde Paulo daba clases, con la finalidad democrática", El día 2 1 , cuando nos enteramos de
de hacer un seminario en esos pafses de Europa y que nuestro indio pataxó no había podido resistir el
,
recibir él otros trys titulas de Doctor Honoris Causa. "dolor inefable de su cuerpo en llamas", Paulo
Tódavía estábamos en el p'asillo, cillfndo abrazán­ escribió estas palabras postreras, más contundentes
dolo le dije: "Paulo, estás n1ás agudo que nunca". todavía y llenas de indígnacíón, Si bien nuestras
Sonrió, disfrutando de mi cariño y de mis palabras, visitas de ese día 20 no pudieron escuchar la "Tercera
pues sabía que ambos eran verdaderos_ carta" en su versión definitiva, fueron sin duda las
El 20 de ab¡il, recibimos a Verónica y a su padre, últimas personas que tuvieron el privilegio de conocer
Germano Coelho, viejo amigo de los,tiempos del detalles y de oír en la propía voz del autor algunos
, MCP (Movimiento de Cultura Popular) de Recife. pasajes de ese libro inacabado. Sobre todo fueron
Aunque estaba cansado, Paulo bajó la escalera testigos de la energía que brotaba de su indignación
caracol que separaba la sala de estar de su escrito­ y de su amor; del entusiasmo por trabajar y par1icípar,
rio, en la calle Valenya, y fue a buscar, con entusias­ críticamente, en la vida de su país; y de las ganas de
mo. algunas páginas de las '•cartas", Las ieyó vivir que Paulo se llevó consigo en la madrugada de!
pausadamente para las visitas, mientras yo io 2 de mayo de 1 997, ,1T
acompañaba desde lejos preparando la merienda al
final de la tarde del domingo, Paulo mostraba su
alegría desbordante al leer en voz alta ios pasa¡es que
había escrito sobre la Marcha del MST, y también su
indignación ai leer algunos borradores que había
hecho ese mismo día sobre el atentado criminal
contra Galdino. Las noticias de los medios estaban
consagíadas a la dramática historia ocurrida en la
madrugada de Brasilia, irónicamente o adrede en
el Día del Indio, Un dorTiingo de sol en mi casa de
Segunda parte
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OTROS ESCRITOS
Descubrimiento de América

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Cuando conüenzo a esbozar una resp11esta a las
preguntas que 1ne f11ero11 for1nliladas en relación con
el V C:entenario de1 11arnado "Descubriiniento de An1é­
rica", nli pri1nera reí:lexión o, para ser n1á'i preciso, nli
prirnera afirn1ación, es que el pasaclo no se can1bia. Se
corr1prende, se rechaza, se acepta, pero no se can1bia.
(;lüado por la iclca, en el fondo bastante obvia, de
que el colonizador en realidad no "descubrió" ;\rnérica
sino que la conquistó, ir1tentaré dar n1is respuestas.
La prünera cuestión ya está respondida, en parte, en
esta especie de introducción sun1aria a rnis respuestas.
No pienso nada sobre el "desc11brin1ie11to'', porque lo
q11e l1ubo fue una conqllista, y sobre la conquista JtlÍ
pensan1iento es ciefinitivan1ente de rechazo.
L"a presencia predadora del colonízador; su rlcsn1edi­
do placer de ilnpo11erse, no sólo sobro el espacio físico,
sino también sobre el espacio histórico y cultural de los
invadidos; su clespotisn10; Sll poder avasallaclor sobre
las tierras y los pl1eblos; su ilin1itada an1bición (le des­
t.r1lir la identidad cultural ele los nativos, considerados
inferíores, casi anü11ales . . . nacla ele esto puede olvi(_lar­
Texto redactado como respuesta a la "Encuesta" sobre el se cua11do, clistanciados en el tie1npo, corrernos el ries­
V Centenario del llamado "Descubrirniento de América". reali� go de "s11avizar" la invasión y verla con10 una especie de
zada por la Fundación de Investigaciones Sociales y Poiiticas regalo "civilizador" del llamado Viejo Mundo.
del Centro Ecuménico de Educación Popular, Buenos Aires.
1'ranscurridos quinientos aúos descie la conq1üsta, n1i
Agenda del profesor Paulo Freire (24 de abril de 1 992).
postura actual no es la de qnie11 se deja poseer por el
92 Pedagogía de Ja indignación Descubrimiento de América 93

odio a los europeos sino la de quien no se adapta a la les enseiianzas q11e la trágica experiencia colonial nos
perversidad intrínseca de tualquier f()flll::l de colonia­ dt::j a, diría que la prirnera y tnás ünportante debe fun­
lis1no, de invasión, de expoliación. Es la de quien se d�1r nú'éstfa decisión de rechazar la expoliación, la in­
niega a encontrar elen1entos pos'itivÍJs en un proceso vasión de clase, tarnbién corr10 invasores o invadidos.
perverso por nat111!aleza. Es la ensefianza de la disconfor1nidad ante las ü�justl­
Así pues, no serán los quinientos all.os que nos sepa­ cias, la ense171anza el.e que sorr1os capaces de decídir, de
ran de la llegada invasora los que n1e 11arán bendecir carr1biar el n1undo, de inc::_j orarlo; la enseúanza de que
la n1utilación del cuerpo y del aln1a de Arr1érica, cuyas los poderosos no lo pueden toclo; de que, en la lucha
heridas padece1nos a1ín l1oy. por su liberación, los frágiles pueden hacer de su debi­
El cuerpo y el ahna de r\n1érica, el cuerpo y el aln1a de lidad una fuerza que les perrnita vencer la fuerza de los
sus pueblos originarios, así co1110 el cuerpo y el alma fuertes.
de los hornbres y de las rnt�jeres q11e nacieron en el suelo Es este aprendiz�tje el q11e yo conn1en1oro. l)esdc ya
an1ericano, hijos e hijas de no i1nporta flllé cornbinacio­ que el pasado jamás pasa del modo en que el sentido
,
ncs étnicas, el cuerpo y el aln1a de n11�feres y hon1bres corriün entiende por pasar. La cuestión funda1r1ental no
que dicen na a la do1ninación de un Estado sobre el otro, es que el pasado pase o no pase, sino la inanera crítica,
de un sexo sobre el otro, de l1na cla<;e social sobre la otra, atenta, co1no entendan1os la presencia del pasado en
el cuerpo y el alma de los progresistas y de las progre­ los procedin1ientos del presente. f�n efecto, el estudio
sistas saben lo que re¡)resentó el proceso de expansión del pasado trae a la JT1e111oria de nuestro c11erpo cons­
europc�1 que traía consigo las lin1itaciones que se nos i1n­ ciente la razón de ser de rnuchos procedin1ientos del
ponían. Y porq11e saben, no pueden bendecir a los inva­ presente y puede ayurlarnos, a partir de la con1prcn­
sores ni a la invasión. Por eso rnismo, la n1t;jor n1anera de sión del pasado, a superar sus vestigios. Por e::j c111plo, en
hornen;::�jearlos no es festejar los quinientos años de inva­ el caso del pasado de la conq1üsta puede ay1¡dar11os a
sión y 111ucho rnenos cruzarnos ele brazos ante los f'este­ c")mprender cón10 sin lugar a dudas se repite, a1111c11le
jos que se celebran en su honor, sino rendir horr1en;;� je sea de forn1a diferente. Precisan1ente, es porque el pa­
al cor�je, la rebeldía, la decisión de pelear, la vale11tía, la sado se hace presente -ya sea el pasado del Gonquista­
capacidad de h1char contra el invasor y la pasión por la Ii­ dor o el del conquistado- que los quilornbos, n101r1ento
bertarl de indios e indias, ele negros y negras, de blancos representatívo de la lucha de los conquistados, se repi­
y blanca<.;, de mestizos y rr1estizas q11e vieron sus cuerpos ten en las 111chas pop11lares en terreno an1ericano. La
despedazados, sus sueúos rotos, sus vidas robadas. conquista actual, que no necesita del cuerpo físico del
Sus gestos de rebeldía se repiten hoy en la lucha de conquistador, se rnar1ifiesta en la do1ninación econónü­
los "sin tierra", los "sin esc11ela", los "sin casa", los que ca, en la invasión cultural, en la domii1ación de clase a
viven en favelas; en la ltlcha contra la discrin1inación través de u11a gran cantidad ele recursos e instrun1entos
racial, contra la discriminación de clase, de sexo. q11e utilizan los poderosos neoirnperialistas. Entre esos
Yo no conrnemoro la invasión, sino la rebelión con­ rec11rsos están los rr1ecanis1nos asistencialistas, los prés­
tr<da invasión. Y si tuviera que hablar de las principa- ta1nos q11e provocan el endeudan1iento cada vez rnayor
94 Pedagogía de la indignación

de los son1etidos. Para todo eso, los poderosos de hoy, Alfabetización y miseria
cómo los de ayer, c11entan con algo stuna1nente irnpor­
tante: la connivencia de los clominaclos, en tanto seres
duales. Por eso 1nis1no, tarnbién tienen que enfrentar
la afición por la lil:iertad de los oprimidos, de los inva­
didos, ele los desheredados, con la que estos, alertas,
de ple, a veces en la sornbra, táctica1nente silenciosos,
"calientan" la cabeza de los poderosos.
Precisa1nente por esta voluntad y este ft1erte deseo
de ser nosotros nlis1nos, alentados por el sueño posible,
por la UTOPÍA tan necesaria como viable , los y las pro­
gresistas_ de es_tas "I'ierras de i\rnérica rnarcharnos para
la concreciór1, la reali?_,ación de los sueñoELtle los \!asco,
'
de Quiroga y Túpac, ele los BoÍívar, de Íos San Martín ,
ele los Sandino, de los Tiradentes, de los Che, de los
I-<.o rnero.
El futuro es de los Pueblos y no de los Imperios.

San Pablo, abril de 1 992


Hace poco, una n1a1-:-1 ana corno sólo los trópicos
conocen, entre lluviosa y soleada, en Olinda, regiór1 del
nordeste brasileflo, tuve una corrversación, diría que
t;j en1plar, con un joven educador popular que, a cada
instante, a cada ref1exión, revelaba la coherencia con la
que vive su vocación den1ocrática y popular. Danilson
Pinto y yo can1inában1os con el ahna abierta al 111u11do,
curiosos, receptivos, por las calles de una f�1vela donde
pronto se aprende que sólo a fuerza de n1ucha obstina­
ción se co11sigue tt;jer la vida con su casi ausencia o su
negación: con privaciones, con a1nenazas, con desespe­
ración, con ofensas y con dolor. rYiientras andában1os
por las calles de aquel n1undo n1altratado y ofendido,
iba.acordándo1ne de las experíencias de n1i juventud
en otras favelas de Olinda o de RecifC, de n1is diálogos
con fi1velaclas y favelados ele aln1a despedaZad�t. C:uan­
do tropezá})an1os con el dolor hun1ano, nos preguntá­
ban1os sobre una infinidad ele problernas. ¿Qué hacer
con10 eclucadores cuando trab<�ja1nos en un contexto
de esas características? ¿ I--:Iay1 en realidad, algo que ha­
cer? ¿C:ó1no hacer? ¿Qué hacer? ¿Qué precisan1os saber
nosotros, los llan1ados educaelores, para llevar adelan­
te incluso nuestros prirneros encuentros con 1r11�jeres,
hon1bres y nir1os cuya hun1anidad está siendo negada
y traicionada, cu ya existencia está siendo oprin1ida?
Nos detuYÜnos en medio de un puentecito a11gosto que
Alfabetización y miseria 99
98 Pedagogía de la indignación

ter1ninación. Si l a realidad fl_rera así porque estuviera


� onchtce a una parte JtH:'nos n1altratada del barrio po­
dicho que así debe ser, ni siquiera habría por qué tener
pular. ivlirába1nos desde ai·riba un brazo del río conta­
rabia. Mi flerecho-a la tabia presupone que, e11 la expe­
n1inado, sin vida, cuyo barro y n o el agna crnpapa las
riencia histórica de la cual participo, el rnañana no es
casas precarias casi s1unctgidás t:n i:L ''NLís allá de las
algo " pre-dafio", sino un desafío, un proble1na. Nli ra­
casas -n1e dice D��nilson- hay algo peor: un gra11 terre­
bia, rni j ustificada ira, se funda en n1i sublevación ante
no donde se arrc�ja la basura pública. l.os que habitan
la negación del derc'cho de "ser rnás", u11 derecho qt1c
esta área 'revuelven' ] a basu1 ·a buscando algo para co­
está inscripto e n la naturaleza de los seres htu11anos.
n1cr, o vestir, o que los rnantcnga vivos.'' I--f ace dos años
No pueflo, por eso, cruzarrne fie brazos con actituci fa­
una fl1n1ilia retiró de esa horrible explanada, en la par­
talista frente a la 1niseria, trasladando de esa inanera 111i
te donde había residuos hospitalarios, pedazos de seno
responsabilidad al discurso cínico y "tibio" que habla
arnputados, y preparó con ellos su ahnuerzo dorningue­
de la iinposibilidad de can1biar porqt1e "la realidad es
ro. l.,a -prensa- dio a conocer el hecho, que cité horrori­
así". El discurso de la aco1nodación o de su clefensa, el
zado y Rreso de 11na justa rabia en n1j2libro A la sombra
discurso de la exaltación t1el silencio in1puesto flel que
de estr: árbol. i::s posible g ue la noticia haya provocado
resulta la inrnovilidad de los silenciados1 el discurso del
en los pragrnáticos neolibera]es su reacción habitual y
elogio de la adaptación ton1ada corno hado o elestino es
f�1ta1ista, sien1pre a favor de los poderosos: "Es triste,
un discurso negador de la hun1a11ización sobre el que
pero ¿qué se p11edc hacer? La realidad es así nornás".
no poden1os evadir responsabilidades. l,a adaptación a
Sin einbargo, la 'realidad no es inexorable1ncnte esta.
- situaciones negafloras ele l a hun1anización sólo puede
Es cst.?l corno podría ser otra, y para que sea otra ne­
aceptarse co1no consecuencia de la experiencia do1ni­
cesitarnos que los progresistas luchen. Me sentiría 1nás
nadora o bien co1no t;jercicio de resistencia, con10 tác­
que apenado, desolado, y ya no le encontraría sentido
tica e n la lucha política. Hoy apare11to aceptar la condi­
a ini presencia en el inundo, si fuertes e indestructibles
cÍÓJl de silenciado para, cuando rne sea posible, luchar
razones ine convencieran de q11e la existencia hu1nana
contra la negación flc rní rnisn10. Esta cuestión, la de
se desarrolla en el árnbito del dcterrni11isn10. Án1bito
la legitimidad de la rabia contra la <;IQcilidad •fatalista
en el que difíciln1ente poflría hablarse de elecciones,
frente a la negación de las personas, estuvo ünplícita e n
de decisión, de libertafl, de ética. Ese sería el discurso
toda nuestra conversación esa n1aúana.
universal. Discurso inonótono, repetitivo, corno la exis­
U no de los prirneros conocirnientos, indispensable
tencla hun1ana rnisn·1a. E n una historia deter1ninada de
para quien al llegar a las ürvelas o a las realidades signa­
esa rnanera, las posiciones rebeldes n o tienen cómo vol­
das por la traición a nuestro derecho de ser pretende
verse revolucionarias.
ri ue su fJn:senr:iavaya convirtié11flose en convivencia, que
cfengo el derecho de sentir rabia, de n1anifestarla, de
su estar r:n el contexto vaya siendo estar con él, es el cono­
que n1e n1otive a la lucha, así co1no tengo derecho de
cilniento del futuro corno problcn1a y no corr10 cosa
amar, de expresar rni arnor al n1undo, de q11c ese an1or
inexorable. l�s el conocin1iento de la I"I istoria co1r10
sea la inspiración para rni lucha porque, histórico, vivo
posibilidad y no con10 detr:rtninación. E l n1undo no es,
L--¡ Historia co1no un tiernpo de posihilid;1d y no de de-
1 oo Pedagogía de la indignación Alfabetización y miseria 101

el IIlllildO está siendo, (:01110 SU�jetividad curiosa, in­ él la impoten cia de aquella gente azotada por la mise­
teligente, q11e interfiere c¡n la ol�jetívidad con la que ria estuviera decretada por un destino todopoderoso?
dialéctica n1ente me relaciono 1 n1i papel en el inundo Sólo 'lé qhedarfa trabajar para, tal vez, mejorar la fm'
no es sólo el de quíen consq¡_ta , lo que acontece sino /Orrnance de la població 11 en el indiscut ible proceso de
tan1bié11 el (le quien lnter\'ien e con10 s1�jeto de los adaptación a la negació n de la vida. De este n1odo, la
aconteci1rüentos. No sólo soy ol:�jcto de la Historia, sino práctica de Danilsy n sería el elogio de la resigna ción,
tan1biér1 Sll sujeto. Er1 el 1nunclo ele la Historia, de la Sir1 e1nbarg o, en la rnedida en que tanto para él con10
cult11ra, de la política, no constato para adajJla17ne sino para 1r1í el futuro es problen 1ático y 110 inexora ble, se
para camJJiar. En el rnnndo fisico, 1ni constatac ión no nos present a otra tarea: la de, discutie ndo la problcrná­
n1c concl11ce a la irnpoten cia. l.o ql1e saben1os sohre tica del 1naf1ana , haciénd ola tan obvia co1r10 es obvia la
los terremotos nos ha permitido desarrollar toda una carencia flC todo en la favela, i r desvelando al n1isrno
inge11iería q�1e nos ayuda a sobreYivlrlos. No podernos tiempo que la adaptaci ón al dolor, al hambre. a la in­
evitarlos, pero sí dísn1in1ür los darlos q9e nos causan. comodid ad, a la falta de higiene que cada uno expe­
AJ constatar nos volvernos c;-Ípaces dC intervenir en la rünenta, con10 cuerpo y corno aln1a, es una for1na de
realidad, tarea inco1111Jara.blcrnente rnás con1pl�ja Y resistenc ia física a la que va sun1ándose otra, cultural .
generadora de nuevos sal)eres ql1e la simple función Resiste11cia al rlescuiclo ofensivo del que son oqjeto los
ele adaptarn os a _ ella. 'fambién por eso no 1ne parece iniserables. En el fondo, las resistenc ias -la orgánica, la
posible ni aceptabl e la posición ingen11a -o �e� r, as­ cultural, o an1bas- son 'lna:rlas necesaria s para la supervi­

tutamente neutra- ele] que estudia, y<:i sea el f1s1co, el vencia física y cultural de los oprinlidos. El sincretis1no
�·
biólo o; el sociólogo , el n1aterr1ático o el pensador de religioso afrobras ileño expresa la resistenc ia o la rnarla
Ja educació n, Nadie puede estar en el n1undo, con el con la que la cultura africana esclava se defendía del
111undo y con los dc1n<-ls, rnantenién dose neutral. No poder hegemó nico del coloniza dor blanco.
pl1edo estar en el n1ur1do con las Inanos enguantadas, .Sin en1bargo , es preciso que, en la Iesistencia qlte nos
tan sólo constatando. E n n1í, el acon1oda rr1iento no es n1antiene vivos, en la conzprensión del jitturo corno jJro­
sino el ca1ni110 hacia la inserción, que in1plica riecidit; hlenza y en la vocación de ser más c0l'il'lo éxpr'esió n de
elegir, intervenir en l a realidad. Hay preguntas que todos la naturaleza humana en proceso de estar siendo, en­
deben1os forn1ularnos insiste11te 1nente y que 11os I-1acen contren1os los fundarnentos para nuestra rebeldía y no
ver la ilnposihil i<lad de estudiar por estudiar. l)e estudiar para n uestra resif!ll-ación ante las ofer1sas que destr11yen
sin co1nprorniso, corno si n1isterios a1nente, de repente, n11estro ser. No nos afir1na1r1os en la resignación sino
no tuviéra1nos nada que ver con el rnundo, un n1unclo en la rebeldüz frente a las i njusticias .
exterior y distante, alt;jado de nosotros y i1osotros de él. Una de las cuestiones centrales con las que tenen1os
;Estudio para obtener qué beneficio ? ¿;\ favor de que lidiar es lograr que las postnras rebeldes devengan
q1li én? ¿(�ontra qné est.11dio? ¿Contra quién? posturas revolucionarias q11e nos con1pron1etan en el
¿Qué sentido tendría la activiclatl de Danilson en el proceso radical de transf()rtnación del mundo. l,a re­
111unfln que desvelában1os desde el puentecito si para beldía es el punto de partida indispensable. es la de-
1 02 Pedagogía de la indignación Alfabetización y n1iseria 1 03

ílagracíón de la ira j ustificada; sin e1nbargo, no es sufi­ co puedo adrnitír, in1pasible, la política asistencialista
cíe'nte. l,a rebeldía con10 denu ncia necesita expandirse que, anestesiando la conciencia
. . .
oprin1ida, aplaza, sine
,
a una posición n1ás radical y crítica, la posición revolu­ díE, e l indispensable can1bio de J a socleda(L No puedo
cionaria, fundarnentalrne!Itc an-untiac!ora. l,a transfor­ prohibir que los oprilnidos con trab��jo en una
n1ación del n1undo lrr1plica la dialéctica entre la denun­ fave1a voten a candidatos reaccionarios, pero tengo el
cia ele la situación deshun1 anizante y el a11uncio de su deber de advertirles,, que están con1etienflo un error,
s11perac ión, es elecir, nuestro sueúo. que se enredan en nna 'contradicción. Votar a un po­
A partir de este sal)cr funda1ncntal -carnbiar es rlfficil lítico reaccionario es ayudar a preservar el statu quo.
¡){:ro posible� varnos a prograrnar nuestra acción polfticn­ ¿(:órno puedo 'Votar, si soy prbgre.sista y coherente con
pedagógica, no in1porta si nos cornpro1neten1os con un n1i elección, a un candidato cuyo discurso, pletórico de
proyecto de alfabetización de adultos o de niüos, de indífí=rencia, anuucict sus proyectos racistas?
acció11 sanitaria, de evangelización o de forn1ació n de Si partirnos de que la experiencia de la rniseria es una
n1ano de obra especializada. í{HºIna de violencia y no una expresión <le la pereza po­
' r{°{
:t] éxito de los educadores co�110 Da Json radica bá­ pulas o del fruto del rnest.izaj e o <ie la voluntacl punitiva
sicainen tc en la convicci ón, que nunca los abandon a, de Dios; en surna, una violencia contra la que debernos
de que carnbiar es posible, necesario , de que preservar luchar, con10 educador tengo que ser cada vez n1á,1¡
sitltaciones concretas de 11üseria es una inrnoralidad. con1petente, pues de lo contrario la lucha perderá efi­
i\sí pues, este saber que la 11.istoria viene con1probando cacia. ()curre que el saber del que hablé -carnbiar es d-Uf­
se erige en principio ele acción y abre CI canüno para cil j1ero jJosiblr1-, un saber que nH:' emp1�ja esperanzado a
constittli r, en la práctica, otros saberes indispensables. la acción, no alcanza para lograr la ci1cacia a la que n1c
Por supuesto qne no se trata de in1poner a la pol)la­ referí. Si fundarnento en t�l mi n1ovhniento, necesitaré
ción cxpoliacla y sufriente que se rebele, se rnovilice , tener y renovar saberes cspecíflcos en cuyo can1po se
se organice para dcfenclerse, es elccir, para carnbiar el aviYe rni curiosídad y se };ase rni práctica< ¿Có1no alfa­
n1unclo. En realidad, independ ienten1en te de que tra­ betizar sin conochnientos precisos sobre la adquisición
bajcn1os en la alfabetiz ación, la salud, la evangelización del lenguaje, sobre lengu��e e Í(leologí-tí, sobre técnicas
o en todos estos can1pos, se trata de desafiar a los gru­ v rnét.odos {le la enseüanza de la lectura v' ele la escritn-
'

pos populares para que, al rnis1110 tlernpo que trab�jan ra? Por otro lado, ¿có1no trab"!jar en cualquier can1po
espccífica n1ente en cada 111101 perciban , e n térn1inos de la alfabetización, ric la producción econón1íca en
críticos, la violencia y la profuncla i njusticia que carac­ proyectos cooperativos, de la evangelización o de la sa­
terizan su situación concreta. l\!lás aún, qucre1nos que lud sin reconocer los artilugios que pcrrnitcn sobrevivir
con1pre11d an que su situación concreta no es un desii­ a los grupos hurnanos?
no sef;.,ruro o la tJoluntarl de f)ios, n i nada que no pueda <.:01110 educa<lor, es necesario que \'aya "leyendo"
crunbiarse. cada Ycz 111t:_jor la lectura del mundo que los grupos po­
No puedo aceptar con10 táctíca de un buen con1- pulares con los que trab��jo hacen de su contexto in111c­
bat,e la política ele '·'cuanto peor, n1t�jor", pero tarnpo- cliato y del otro contexto, rná.s a1nplio, del cual el suyo
104 Pedagogía de la indignación Alfabetízación y miseria 1 05

si�nico. In eluso es posible qu_c la reacción de un


forn1a parte. l.o que quiero decir es lo sig11ient e: e11 rnis joven
n1as revoluc.1onarista que revolucionario fuera
reÍaciones político-pedagógicas co11 los grupos pop1lla­ ' '
nea-atiV
b ''l
¡1ac1a
· . , ,1as
, palabras del favelado, por entenderlas co1110
res de ninguna 111anera puedo n1enoscabar s11 conocí-
expreslón de quien se inclína 1nás por la acon1odaci
1niento de la experiencia,. s1r exp'licách)n del rn11ndo, de ón
que por la lucha. En el fondo, el discurso del joven
la q11e for111a parte 1�1 co1nprensió11 de su propia presen­
obrero era la lectur� nueva que hacía de su experiencia
cia en el rnundo. Y toclo eso viene explicitado,o s11geri­
social de f�1velado. Si antes se culpaba, ahora era capaz
do u oculto, en lo que 1larno "lectura del 111undo'',que
ele con1prender que, si se encontraba en esa situación,
siempre precede a la "lectura de la palabra".
no era responsabilidad suya: Pero, sobre todo, era ca­
Si por un lado no puedo adaptarn1e o "co11vertir1ne"
paz de cornprender que la situación de f�1velado no
al saber ingenu o de los grupos populares, por otro,
es irrevorablr:. En la constitución de su nuevo saber, su
tarnpoco p11edo -si realrr1ente soy progresista- iinpo­
h1cha era n1ás importante que el discurso sectario del
nerles arrogante1nente mi saber corno el saber verda­
n1ilitante n1esiánicarncnte autoritario.
dero. El d\álogo que desafía al grupo PBPular a pensar
l�s ir11portante resaltar que este nuevo rno111ento e n
su historia social corr10 la experie ncia -ia1nbién social­
la co111prensión d e la vida social no involucra a u n a sola
de sus 1nie1nb ros va revelando la necesidad ele s11perar
persona. La experiencia que posibilita el nuevo discur­
ciertos saberes que, una vez des11udados, rnuestran su
so es sociaL Pero algunas personas, sin e1nbargo,se an­
"incon1pete11cia" para ex1Jlicar los hechos.
ticipan a explicitar la nueva percepción de la rnisrna
Uno de los inás f11nestos errores ele los rnilitantes po­
realidaeL Una de las tareas fundarne ntales del educa­
líticos rriesiánican1ente autoritarios fue (.lesconocer por
dor progresista, sensible a la lectura y a la relectura del
con1pleio' la co1nprensión clel rnundo ele los grupos po­
gr1q)o, es provocar y estin1ular la generalización de la
pulares. Al considerarse portadores de la verdad salva­
nueva forma de cornprensión del contexto.
dora, su tarea irrec11sable no fue j1roj1onerla a los grupos
Es irnportante tener sien1pre en claro que la inculca­
pop1llares sino im/JonéJ�wda.
ción de la responsabilidad por su situación en los do1ni­
No hace n1ucho, en un debate sobre la vida en la fa­
nados es obra del poder ideológico dn'inin�n tC. De ahí
vela oí decir a un joven obrero que 11acía tiernpo que
la culpa ep1e sienten, en detern1inado n1ornento de sus
había dejado de sentir vergüenza por ser 1111 f�1velado.
relacione s con su contexto y con las clases don1inantes,
"Ahora -decía- rr1e enorgullezco de todos nosotros,
por encontrarse en tal o cual situación desventajosa.
cornpaüeros y compaiíeras, de lo que hemos logrado
Sirve de �je1nplo la respuesta que rnc dio una suÍ'rida
con i111estra lucha, con nuestra organización. No es el
n1t�jer de San Francisco, (:alifornia, en nna institución
favelado quien tiene que tener vergüenza ele esta con­
católica de asistencia a los pobres. Hablaba con dificul­
dición, sino quien, viviendo bien y sin dificultades, no
tad del problen1a que la aqut�jaba y yo, casi sin tener
hace nada para rnodificar la realidad que causa q11e las
nada para decirle, la interpelé pregunta ndo: "Usted es
favelas existan. Esto lo aprend í con la l11cha." Es pro­
nortean1ericana, ¿no?". "No, yo soy pobre, " Respondió
bable que este discurso del joven obrero no provocara
con10 si estuviera JJidienflo disculpas a la "nortca1neri-
na,cla o casi nada en el tnilitante autoritariarncntc rne-
i 06 Pedagogía de la ir1dig11;3c1ón
Alfabetización y miseria 1 07

cani{lad" por haber fracasado e n la vida. Recuerdo sus Bibliografía


qjc�s azules inunda{los de lágrin1as, exprcsancio su sufri­
�anon, E,, Os co¡1denados da torra . Río de Janeiro, Civilizacao
rniento y la asu11ci(n1 de la r:ul/1a por su "fracaso" en el ,
Brasileira, 1 987 (Perspectivas do Homem, 42) [ed. cast:
n1t111d<). Personas así S<)Il ,parte_ de-las l'e gío11es de _ofe11- Los condenados de la tierra, México, FCE, 1 965],
didos que no ven l a 'razón de su dolor en la p er\'ersídad Freire, P., Pedagogía do opnmido, San Pablo,
Paz e Terra.
del sistcn1a social, econórnico, político clonde 1970 [ed. C/3.st.: Pedagogía del oprimido, Bueno
s Aíres,
sino en su propia inco1npetcncia. i'vlientras así sientan, SJglo XXI, 2008],
- . Pedagogia da esperanc;:a. Um encon
ní•cnscn y actúen, rcforzar;;ln el poder del sistcn1a. Ier­ tro corn a Pedagogía
do oprimido, San Pablq, Paz e Terra,
n1i11an siendo c o n 1 1 iventes del orden deslnunanizante. 1 992 [ed. cast.: Pe­
dagogía de la esperanza . Buenos Aires,
Siglo XXI, 2008].
Por t�jen1plo, l a alí�tbetización en una zona de n1iseria Carias a_ Cristin a, San Pablo, Paz e
Torra, 1 994 [ed. cast.:
sólo cobra scnri(lo en la din1cnsión hun1ana si con ella Cartas a Cristina. Reflexiones sobre
mi vida y mi trabajo .
se realiza un<-L_ !-!specie de psicoa,nálisis histórico-políti- México, Siglo XXI, 1 996].
co-social cuyo resnltado es l a d e l a culpa �, A sombra desta mangueira , San Pablo, Olho D'Agu
a,
1995 [ed. cast: A la sornbra de este árbol, Barcel
in{lehida. se corresponde con la del ona, El
Roure, 1 997].
opresor que está "adentro'' del opri1nido, corno sonrbra
- Y D. Macedo, Alfabetizac;:ao: leitura da pafavra, teitura do
invasora, so1nhra que, una \-'CZ por el oprin1i­ mundo, San Pablo, Paz e Terra, 1990 [ed. cast.: Alfabe�
do, precisa ser sustituida por su autonoi-nía y su respon­ tización. Lectura de fa palabra y lectura de la realidad'

sabilidafl. 1:11 cuenta, sin c1nbargo, que a pesar Barcelona, Paidós, 1 989].
de Ja rGlcvancia ética y política {_le! esfu(:rzo conscícnti­ Gruen, A. Y otros, The !nsanity of Norma!íty: Realism as

zador q11t'. acabo de destacar, no poden1os estancarnos Sickness; Toward Understanding Human Destructiveness.

en él relegando a un segundo plano la enseúanza de la Nueva York, s. e., 1 992.

escritura y de la lectura de la palabra, I)cscle una pcrs­ Men1mi, A., O retrato do colonizado precedido pelo retrato
pectí"'va no podc1nos tr<.u 1sfor1nar una clase do colonizador, San Pablo, Paz e Torra, 1 989 [ed. cast:
Retrato del catonizado, Madrid, Edicusa, 1 971 ].
de alE-tbetización en u u donde s e prohíbe toda
rcflcxiún sobre la razún de ser de los actos ni tarnpoco
en un "1nitin liberador''. La tarea fundan1cntal de Danil-
San Pablo, febrero de 1 996
son, a quien n i e snn10, es a frH1do la diaJéctica
entre la "'lectura riel rnundo'' y la '·lectura de la palabra'',
para aprender" e l"'" u'"''"'"'' para
vivir sin la referencia de un sea que
ho1nbrcs y u11�jeres que
algo que que arinc:i11k<
No obstante, para iní nada de eso tiene sentido si ya
cn contra de L-1 vocación de "ser rnás", que se constituye
is1rn 1ca y sociahncnte y en la q u e esta1nos inn1ersos.
Desafíos de la educación
de adultos frente a la nueva
' ' re'estructuración tecnológica
í\ l o largo <le treinta aúos no fueron pocas las
veces, y es natural que así haya sido, e n r1ue n1e pidie­
ron que escribiera algo sobre la eclucación ele adultos.
r\rtículos, e ntrevistas, textos para ser leídos y d ebaticlos
en conferencias. Educación de adultos y política, cclu­
cación de adultos y ciudadanía, educación cie adHltos
y clesarrollo; ade111ás, naturalnH:nle, de una infinidad
d e veces e n que fui convocado para disentir l a alü1bc­
tización ele los adultos, un capítulo iinportante ele l a
educación e n general y d e la educación de adultos e n
particular.
c:ualquiera q u e h aya sido el aspecto exa1ninado, ja-
111;is intenté cornprcndcrlo ele una 1nanera xnccanicis­
t<·L Nunca 1ne satisfizo la con1prensión tecnicista ele la
.
práctica educativa. Poco hnporta si se aplica al tralK�jo
af¿u1oso de organízar un grupo de Íl!\l.ividuos,� a la ex­
periencia de co1nbatir la plaga de h orn1igas o de luchar
contra la erosión, o a l esfuerzo de alfabetización o la
coordínaci ó n de se1ninarios d e posgraduación d e una
unive rsida(L De a h f, precisarnentc, que sien1pre haya
entendido la alütbetización con10 un acto creador al
qne los alfabctizaudos deben con1parecer corno
tos capaces de conocer, y no corno rneras instancias del
trab<�jo docente de los alü1bctiz;3dores. De a h f el en1-
pei10 con que sie1nprc Jnsistí, i n c luso par;;1 el caso tle
la <tlf�1bcti1.ación, en la crítica a los ba-bc-bi-bo-bu, a l a
112 Pedagogía de la indignación Desafíos de la educación de aduitos 1 1 3

1nc111orización n1ccáníca de letras y de sílabas, en la crí­ dad salvadora, ta1npoco p11cdo, por otro lado, callarn1e
tica a los "l�va vio la uva"; e1}1pei10 nl1nca abandonado a11te los discursos fatalistas, según los cuales el dolor
con el que lla1r1é la atención de los educadores sobre la y el Strfri1•niento de los pobres son grandes, pero nada
necesiclad de que los alf-�tbe�izaqdos se expusieran a la puede hacerse porque "así son las cosas". No puedo re­
nlisteriosa sustantividad rl'el lcngu�ije, a la belleza (le su prenderlos r)o r 1nanifestar el deseo de votar a un car1di­
propia habla, rica en rnetáforas. dato reaccio11ario, pero n1e siento en el dc.ber ético ele
-'
Wietáforas que intensifica11 las posibilidades sen1�í.n­ advertirles el error qut� están cornetienclo.
ticas de su discurso y se convierten en expresiones del Nunca pucie pensar q11e la práctica educativa, de la_
n1on1ento estético ele su lengn<�je. que la educación ele adulto."> y la alfabetizaciún son dos
" Quiero aprender a leer y a escribir -düo en cierta irnportantes capítulos, p11cliera hacerse al inargen de Ja
ocasión una carr1pesina de Pernan1buco- para dt:_iar de cuestión ele los valores y, por lo tanto, de la ética, al
ser l111a son1bra de los eie111ás." c:or1 la n1etáfora 1.ltiliza­ n1argen de los sueftos y de la utopía, es decir, de las
rla, "son1bra de los den1,ás", salta a la vista la fuerza poé­ elecciones políticas, al n1argcn del conociiniento y de
tica, que se prolonga en fuerza política/Be su discurso. la belleza, vale clecir, de la gnoseología y rle la estética.
En el fonrlo, ella estaba cansada de la dependencia, de l.a educación sien1prc es una especie de teoría del
la Edta ele autonon1ía de s11 ser oprin1irlo y negado, de conocin1iento puesta en práctica, es n;1turaln1cnte po­
" n1archar" dísn1inulda, tan sólo con10 una aparic11cia, lítica, tiene que ver con la pureza, nunca con el purita­
con10 un 1nero vestigio de otras pcrso�1as. iviás tarde, nisn10, y es, en sí, lUla experiencia ele bel1eza.
el hecho de aprenrler a leer y a escribir" le den1nstra­ Mi co1npre11sión del carácter político de la educa­
ría que eso sólo no basta para dejar de ser son1bra ele ción n1e l1a rr1arcado de tal rna11era a partir de cierto
los de111ás, que es necesario rnucho ru<ls. Leer y escribir n1on1ento de nii experiencia de hornbre y de educador
palabras sólo nos hace dc�jar de ser so111bra de los cle­ que difícilmente puedo dejar de hablar de ella.
n1ás cuando, en relaci611 dialéctica con la "lectura del . l.a necesaria insistencia con que vengo hahlanelo de
inundo", se vincula con lo que yo lla1no "re-escritura" Ja educación ha hecho que algunos críticos (le derecha
rlel rnundo, es decir con su transfor1nación. De ahí la digan de rní que no soy un educaclo \�P un pensador ele
,
naturaleza política, no necesaria1nente partidaria, de la la educación sino un activista político.
educación en general , de la educación de adultos y de Es in1porta11te afirn1ar que quienes niegan n1i ser pe­
la alfabetización en particular. Si bien cuanrlo trab��jo dagógico porq11e, según ellos, estoy ahoga(lo y anulado
en algún proyecto con educandos no debo ni siquiera en el ser político, son tan políticos con10 yo. Sólo que,
insinuarles que rni partido es el propietario de la ver- obvian1ente, en una línea diferente de la n1ía.
Para continuar hablando de ]a alf3-bctización, nunca
p11de reducir la riqueza y la in1portancia de s11 pr::íctica
Frases como esta eran típícas de ias cai1ilhas, un método
muy utilizado en Brasil hasta los años noventa, que ensenaba
al incro ('.jercicio de repetición ritrnada y inecánica rle
rnediante la repetición de palabras sueltas o frases inventadas los la-le-lí-lo-ln, ní la lectura de frases, palabras y textos
y descontextualizadas" [N. de la T] a la niera pronunciación, tan1bién inecánica, de voca-
114 Pedagogía de la ind:gnac·1ón
Desafíos de la educación de adultos 1 1 5

blos. l,ecr es 1111 acto 111;;.-'is creador q11c sln1plc


d e los otros e n e l n1undo y con e l n1undo. Nosotros nos
o i11:gen11ar11ente por las pala �)ras,
hacen1os actuando en el m11ndo. Por eso nüsmo, es me­
L,¡�0 inás y rnt;jor cuando, enterándo1ne de la sustan­ dian1€ la" inserción en' el rnundo y no 1neclia11te la adaj1ta­
tividad de lo ql1e leo, n1e voy �1aci_�:ndo capaz de reescri­
ción a él q11e nos convertimos en seres históricos y éticos
bír lo ]eíclo, a n1i 1nanera, y de cscriblr yo 1nisn10 lo no
capaces de or)tar, de decidir, de en1prender nuevos ca­
escrito todavía, No puede disociarse el acto de leer tlcl
n1inos. l,a post11ra ,crítica de la conciencia es tan irnpor­
acto de escribir.
tante e n la lucha política e n defensa de la seriedad en
c:onlü ser lnunanoja1nás acepté que ini presencia en
el trato ele la cosa pública con10 en la aprehensión de la
el rnundo y ini pas0je por él estll'1/icran preestablecidos.
s11stantiviclad del objeto e11 el proceso de conocer. No
Nii cornprensiúu de las relaciones e.ntre sul�jeriYidad y
se capta el objeto si no se capta su razón de ser. Es por
ol�jetividad, conciencia y rnundo, práctica y teoría sien1-
esta razón que la pura n1emorización 111ecár1ica del per­
pre fue tlíal(�ctica, nunca inecánica. Si, por un lado,
fil del objeto no constituye u n conocin1iento cabal del
nunca defendí"ún pap�:l to(iopotleroso para la sul�jc­
ol�jeto. l)e ahí que, en la experiencia cognitiva verdade­
tividad en ia I-1istorü1, por el otl'o, tan11J0co su
ra, la rnemorización del conocin1iento se const.it11ya en
reciucción <.-1 n1era reproducción de la realidad rnateriaL
el acto misn10 de su prod11cción. Aprendiendo la razón
Fue por eso gue no sólo reconocí sino tan1biér1 ren1ar""
ele ser clcl o1�jeto prod11zco su conocin1iento.
qué la í1nportancla de la edncación en el proceso de
Hay q11e destacar también la in1portancia de la pos­
den u nr:ia de una rc,,tliclad perversa, con� o asin1isrno la
tura crítica de la suJ?jetividad en el proceso de cono­
iinportancia del anuncio de una realidad- diferente que
cin1iento, no importa si se trata de conocer el conoci­
nacería (l-e la transforrnación de la realídad denunciacla,
rniento ya existente o si se busca la producción de u n
Desde un punto de vista cornpletatneute para
conocimiento que aún r10 existe.
can1biar el rnundo b:J_sta la fuerza de la conciencia, L,a
(�abe sefialar la importancia de la crítica frente a la
sul�jeüvitlad ternüua por crear arbitrari<:uucnte ]a
votación -inserta en la naturaleza h11mana- que surna
tivídad, dócil a su voluntad. I�a transfor1nación política
al acto de constatar, in1plícito en el acto de conocer, la
de la realidad se reduce a l1na cuestión ele buena \'O­
tarea de interverür. E11 realidad, la,.práctica•de la cons­
luntad. l,os corazones arnorosos se hcrrnauan y hacen
tatarióri no tendría sentido si su prolongación necesa­
un rnundo n1t;jor. Desde el punto ele vista mecan1c:is1;,1,
ria fl1era la adaptación a la realidad. Constato n o sólo
la subjetividad
< es t1n sin1ple rcfltjo de las condiciones
para adaptarn1e sino también para carnbiar o 1nt:jorar
n1ateriales. Si se transfO-'ITia la objetividafl, la suf�jctiYi­
las conelicioncs oqjetívas n1eeliantc 1ni ir1tervención en
tlad autornát.icarnente C�tn1bia. Por eso la educa­
el rnunclo. Algunas veces, la propia adaptación a de­
ción es una tarea postt:rior a la transforn1acíórL [)esdc
terminada sit11ación ofensiva del ser expresa la resis­
una perspectiva ni o'r�jetivista n1eca11icista ni sul�jctivista
tencia orgánica, cultural, o a1nbas, del o¡)rinliclo. Es la
aunque sí dialéctica, el n1undo y la conciencia se dan
aelaptación corno l11cha, mientras el carnbio no pl1eda
-corno scüalaba S�1strc- sin1ultánearneuLe. l,a concien­
realizarse. Sin embargo, para eso es necesario que 1ne
cia deJ rnunclo la conciencia ele rní 1nisn10 y
encuentre tan crítica1ncnte consciente de n1i papel
116 Pedagogía de la indignación Desafíos de la_educación de adultos 1 1 7

en el rnundo corno n1e sea posible. Papel de quien, al a los ed11canclos e l acceso a conocirrüentos f1u1dan1en­
prollibirsele ü1tervenir en el IYiundo, se ve privado ele tales para el can1po de su interés, Jos desafíe a construir
estar siendo. una có1hpfensión crítiCa de s11 presencia en el inundo.
Partienelo rle la reconq1ii_sta en-·este texto de ini po­ NJi prin1era preocupación cuando, co1no ed11cador,
sición con respecto al papel de la conciencia o de la ine preg11nto sobre la práctica ed11cativa -que, por ser
subjetividad en la Historia, que la izquierda obj etivista 11istórica, no puede ,,estar �je11a a las condiclones con­
n1ecanicista e11tiende con10 la expresión <le n1i "peca­ cretas del tienlf)O-espacio en que se desarrolla- tiene
(lo" idealista, y l;:l derecha, con10 scúal de 111i n egación q11e ver f11nda1nentahnente con la n1ancra con10 vengo
en tar1tn educador para no ser inás que un subversivo en tendiendo n11estra presencia -la de los seres hu1na­
y un agitador, n1e aproxirno ahora a ciertas cuestiones nos- en el ni11ndo, nuestras relaciones con la hístoria y
sugeridas por el título de esta exposición. la cultura: si so1nos seres deterrni11ados o siinplen1ente
En l a segunda parte de este trabajo, inseparable de la condicionados, capaces no obstante de ir rnás allá, re­
elaborada h�1sta al1ora, presentar� algun �);;" problernas co11ociendo no sólo el conclicionarrüento, sino también
que son un desafío para este fi n de sigló, que es tan1- nuestras propias fuerzas. Si so111os seres que sólo se
bién el fin de un nülenio. adaptan a Ja realidad, iniméticos, o si, por el contrario,
Son problernas que se le presentan a q1iie11 piensa y sornos seres actuantes, curiosos, arriesgados, transfor­
díscutc la práctica edilcativa y es consciente de la iln1e­ madores y aptos para i11tervenir en el rIJundo en vez de
gah1c ü11portancia de confi,ontarlos. In1po,rtancia que, sola1nente aco1nodarnos a él.
exacerbacla o reJegada a nada o casi nada, puede volver Ahora 1ne es i111posiblc no retornar un punto 0111ni­
_
inoperante la práctica educativa. Si bien, por un la(lo, prese11te en rnis reflexiones: 1ni negativa a cornprender
la educación no es la palanca ele las transfor1naciones la Historia corr10 rletr:rminación; rni rechazo, por lo tan­
sociales, por otro, esas transforn1aciones no se logran to, a la inexorabilidad del n1aüana. El rnaüana no es la
sin educación. Por �je1nplo, si excluyo la acció11 educa­ repetición necesaria del l1oy, corno querrían los domi­
tiva de n1i proyecto de acción política a(luciendo que nadores, n i tarnpoco es algo preestablecido. El rnafiana
sólo después de la transfor1naci(1n podré preocupar- es llna posibilidad por la que deben:i@'S txábaj�ir y a la
1ne por la educación, hago inviable el proyecto. Si, por que, sobre todo, deben1os luchar por construir. Lo qne
otro laelo, insisto poco en la educación con progra1nas ocurre en el día de hoy no prod11ce inevitablernente
de naturaleza técnica y/ o esy)iritual y 1noral, y no n1o­ el día de n1a1?1ana. Por t:Jen1plo, la globalización ele la
vi1izo ni organizo fuerzas políticas indispensables para ccono1nia o los avances tecnológicos no perfilan por sí
el cambio, el proyecto se pierde en un blablablá o se rnis1nos nn inaüana seguro, una especie de prolonga­
convierte en n1ero asistencialis1no. \Tale decir q11e, in­ ción perfeccionada de una detcrniinada expresión del
dependiente1ncnte de qt1e se trate ele un proyecto de hoy< l.a globalízación no acaba con la política cuan.do
alfabetización de adultos, de educación sanitaria, de viabiliza la necesidad de hacer política de una forrna
cooperativisrno o de evangelización, Ja práctica educa­ diferente. Por n1;;'is que se tienda a debilitar la eficacia
tiva sc�rá rnás eficaz en la rnedida en que, facílitándoles ele ]as h11elgas en la lucha obrera, eso no significa el En
118 Pedagogía de la indignación Desafíos de la educación de adultos 1 1 9

de las luchas. Lo que llega a su fin no es la lucha. sino can1b!ar e l contexto verificado, provocando diferentes

n1Ás bie11 11na forrna de h1char: la huelga. Corresponde Yeriticaciones fut1tras.

a los obreros reinventar su n1anera de lncl1ar y no aco­ En t..� te"sentido, las 'fil osofías que n1tj o r nos :w11o:ir:,n
lH>
rnodarsr:, pasivan1ente, ante el r1uevó poder. e n las flécadas venideras ser;:ln aquellas f�ttalistas que

Lo in1portantc eS que nosotros, los progresistas, de­ i n tentan convencernos d e que "no vale la pena actuar:

bemos entender la ineficacia de las 11uelgas en térmi­ la realidad es así y �tsí ser;_t''; ni las qnc sobrestünan la

nos generales, por lo menos en algunos sectores de la voluntad d e l s1�jeto 'histórico, individual o co lc c ti·vo, los

activiflad productiva. l,a ineficacia de las huelgas -que individuos o ias clases ni las que niegan e l pa­

no puede significar, como los poderosos insinúa11, el p e l de los senti1nientos, el valor de los valores éticos,

fin de la lucha de los trabajadores- no puede atribuirse el n1('.rito de la solidaridad social e individuaL I_,as filo­

a los avances tecnológicos que detern1inan la globaliza­ sofías qne n1�jor nos ayudarán ser;:in aquellas que, sin

ción fle la eco;101nía sino al 11so político que el poder desconocer n i n1inilnizar el peso de la rnaterialidad, no

econó1nico hace de esos aflelantos. La ineficacia de las se inhiban en el análisis de la I-fistoria y en l a cornpren­
.
. ,,
h11elgas n1arca u n n10111ento ele la lucha, no su final. l�n sión del cambio de la realidad ante el papel de lo es·

otras palabras, en lo que 11oy oc11rre no hay fatalisrno piritual -no necesaria1ncnte en l a dirnensión religiosa

alguno, sólo hay la historia como posibilidad. (lcl térn1ino-, de los sentitnientos, de !os suenos y d e

"Prograrnados, pero para aprender", u co1no nos en­ las utopías.

seña :Franc;:ois Jacob; por lo tanto, los: seres hu111anos En la línea de estas refle x i o nes , veo una cx,igeu

tern1in 3;n1os descubriendo qi1e para eriseñar y saber, fundarnental, un punto de partida sin e l cual nacla es

para cof1slatar y verificar có1no se dan las cosas no ne­ posible y que ataúe no s6lo a la educación de adultos

cesaria1nente tenemos que adaptarnos a la realidad en sino a l a educación en general. Se trata de un cierto

la que se hace la constatació11. Por el contrario, la cons­ saber ahsoluta1nentc indispensable incluso para quien,

tatación crítica y rigurosa de los hechos nos capacita dt.�sde una postura reaccionaria, pretende iurnovitizar

o bien i1os desafía para que podamos intervenir en el la f-listoria. rvic refie ro a la constatación de que ((!J!lbiar
es d(/fcil pr:ro jJosible,
inundo. , _..,

Constato para carnbiar y i10 para aco1nodarrne. Sería [,os que optan por preservar e l statu quo sa-

dcsola(lor para mí si, con10 ser 11u1nano, t11viera que ber que carnbiar es difícil pero posible para

reconocer mi absoluta i ncapacidad de intervenir efi­ y progran1ar sus tücticas de lucha. Una de esas

cazmente en la realidad; si tt1viera que reconocer qi1e por t-:Je1nplo, es la insistencia en la co1npreusión L1ialis­

n1i aptitud para verificar no se hace extensiva a la ele ta de la una co1uprensión que despolitiza los
hechos y la educación, y erige al destino o a la suerte
con10 s1�jetos de la Historia. los que
por la trans:f{Jrn1ación de la realidad precisr:n c>rgan:lz:u

1 3 Franyois Jacob, ·"Nous sommes programmés, mais pour


sus t;:Íclicas par;i que sean coherentes con su estrategia,

apprendre", en Le Courrier, Unesco, febrero de 2001 . es flecir, con su suefio posíble o su utopía.
1 20 Pedagogía de la indignacíón Desafíos de la educación de adultos 1 21

Si esta exigencia, saber que calnbiar es d�fícil pero j10- para hoy es la qne nH�jor adapte a ho1nbres y n11tjeres
siblC, sien1pre estuvo relacionada con la "naturaleza" al inundo tal con10 es en la actualidad: tal vez nunca
de la práctica ed11cativa, las condiciones históricas ac­ se hay<í hecho tanto <Í favor de la despolitización de la
tuales, signadas por las i r�novac.io11es tecnológicas, lo eclucación con10 en el presente.
ren1arcan. I ncl11so si ad1nitin1os que las cosas no rnarchan bien,
Precisarne11te porque sé que ca1r1biar es difícil pero la única salida que , nos queda -continúan afir1nando
posible n1e entrego al esfuerzo crítico de trabajar en los fatalistas I)ragm'áticos- no es carnbiar la realidael,
un proyecto de forn1ación ele educadoresJ por t�jern­ sino realizar el esfuerzo que nos pern1ita adecuarnos a
plo, o de obreros de la construcción, ur1 proyecto de ella. Lo fundan1ental es q11e so1nos nosotros quienes te­
forn1ación y no de rnero entrenan1iento técnico-pro­ nen1os q11e ca111biar para ::tjustarnos rne_jor, y lo haren1os
fesional. En la forn1ación no clisocio la capacitación en la rnedida en que d�jen1os de lado los s11eúos sie1n­
técnico-científica del educanclo ele los cor1ocín1ientos pre imposibles. Lo que en verdad importa es la realidad
necesarios para el ejercicio de su ciudadanía. r�11 la rrue es, y 110 el sueño de lo que nos gustaría que fuera.
'1
visión pragmálico-tecnicista, pr�pia de Ios discursos Lo c¡uc me deja perplej o no es la caída del muro de
reaccionariarnente pos1nodernos, lo que cue11ta es la Berlín, ni la globalización ele la ecunon1ía o la c11estión
transferencia de saberes técnicos, instrurnentales, que del "futuro sin trabajo o del trab<tjo sin futuro", sino la
garanliccn al proceso productivo una productividad rapidez con que los progresistas de ayer adl1iere11 a la
ünportante. Este tipo de pragn1atisn10 ,neoliberal -al ideología neoliheral de hoy.
que adh,irieron con cntusias1no rn1�jere's y ho1nbres A 1ní, q11e sie1npre recl1acé las explicaciones rnecani­
otrora dC i/,quierda- se basa sot)re el siguiente razo11a­ cistas ele la Historia y de la conciencia, la euforia neoli­
n1iento, no sien1pre explícito: si ya no existen las clases beral rr1e encuentra parado clo11de sien1pre estuve: rnás
sociales, e11 consecuencia tan1poco sus conflictos; si ya radical, sin ning11na so1nbra de sectaris1no, y por eso
no hay ideologías, de derecha o de izquierda; si la glo­ n1is1no n1ás abierto, n1ás tolerante, n1cí.s ind1ilgente con­
balización de la econornía no sólo hizo al Inundo m<-Í.s rrligo n1isn10 y con los clen1ás. Pero tan decidido con10
pequcf10 sino que lo tornó casi igual, la educación cine antes a luchar por una educación sive, en u.1nto acto
hoy en día se necesita no tiene nada que ver con los de conocin1iento, aden1<Ís de abocarse a la e11seüanza
sue1-1os, las utopías, la concientización. No tiene nada de los contenidos desafíe al educando a aventurarse
que ver con las ideologías, pero sí con el saber técnico. no sólo a hablar del ca1nbio sino a con1pron1eterse con
J_,a educación será tanto rnás eficaz cuanto rntjor entre­ él. Por esa razón, a n1i entender uno de los contenidos
ne a los educandos para ciertas destrezas. Introducir el esenciales de cualquier progra1ua educativo, de sin­
sueüo de la liberación, la uto¡)Ía ele la justicia social en taxis, de biología, de física, de n1atemática, de ciencias
la enseñanza y en el aprendiz<-�je de la n1aten1ática, de sociales es aquel que hace posible la disc11sión sobre
la física, o en el "entrenarrliento" de los obreros que la n1utabilidad tanto de la realidad natural con10 de la
se están calificando es repetír funestos errores por los histórica, y aquel que ve a los ho1nbres y a las n11üe­
cual�s ya hen1os pagado caro. l,a educación adecuacla res co1no seres no sólo capaces de adaptarse al n1unclo
1 22 Pedagogía de la indignación Desafíos de la educación de adultos 1 23

sino, sobre todo, de ca1nbiarlo. Seres curiosos, actuan­ te influido, con10 la bendición con la que los can1pe­
tes, hablantes, creadores. sinos se defienden de lo que 11a1nan "r:spinhela caída":
En el centro de estas reflexiones se encuentra la C:ult11ra.es tt1nto el n1uBeco de barro ele Vitalino corno
cuestión del f�1taiis1110 con�ra· el que luC-hé en los aüos un cuadro de Scliar. Eran díez las situaciones concre­
cincuenta y sesenta desde los progran1as de eclucación tas, las cod1jlcaciones
. -con10 vo las llarno- c11va "lectura"
. '

de adultos y de alfabetización que coordiné. Un fatalis- posibilita el comienzo del desarrollo de la actividad cul-
1110 que aún perdura en las áreas populares brasilcúas tural hun1ana.
que la lucha política todavía ha dt:-:jado intactas y que se Fue Francisco Brena11d, 1 r el genial artista brasile­
une a su nueva versión, la del fatalisn10 encarnado en la úo, excelente pintor y no n1e.i1os destacado ceran1ista,
ideología neo liberal. Un fatalisn10 que habla, por tje1n­ quien las realizó a pedido n1ío. A decir ver<lafl, fue a pe­
plo, del desernpleo en el inundo con10 una "_fatalirlrul tición de ,'\riano Suas11na, un brasllcño que se convirtió
de fin de siglo".,Por eso, no ten10 clecir que hoy la edu­ en ciudaclano clel inundo cuando salió de Tapcruá, el
cación de adnltos, con10 la edl1cación enf¡ 'general, des- suelo paraibano {ionde nació. l\!Iientras yo iba J1acie11<lo
-
f

y buscando, en lll1ü de nuestros nn1chos encuentros,


,

{le la perspectiva progresista, igual que a)'er y tan1bién


por razones nuevas, debe continuar h1chando contra por entonces habituales, 1\riano n1c dUo: "1'iene que
las ideologías fatalistas. De ahí que, en el co111lenzo de hablar con BrenancL Ya estoy viendo la belleza de su
la actividad del educador o de la educadora, tanto en trabajo, él pinta "las diferentes situaciones que usted ne­
relación con los cdtrcan(los con10 en la contintüdafl de cesita para desafiar a los alf�1betizandos en la discusión
su prácti�a, sea necesario que tengan la cCrteza de que sobre la cultura". Días después organizó una reunión
catnhiar es rlijicil jH:ro jHJsihle. en su casa y nos presentó. F11e así con10 nacieron los
Fue precisan1ente por esa razón, pern1Ílasen1e volver hoy perdidos "dibt�jos de 13renanfl" -con10 llan1ában1os
a decirlo, que en los aüos sesenta propuse a los alfabcti­
zandos el debate sobre el concepto de cultura, a partir
de la cornprensión crítica del inundo de la naturaleza í/ '

del rnundo ele la cul tura. l)e có1no trab;-�jando el inun- � Según la tradíción popular, la espinhefa es una. formación carti­
laginosa situada entre el esternón y la 6d6a d�I estómago que
do de la naturaleza -un rnunclo que no hicirnos- e in­
se cae cuando la persona levanta mucho peso. Esto produce
terviniendo e11 él ternünarnos por crear el r11undo de la cansancio, dolor en la boca del estómago o en la espalda, No
cultura. I�: n últiina instancia, la cHltura con10 expresión existen remedios para este rnalestar, pero tiene una cura si111i­
clel esfuerzo crcacior del ser hu1nano. En este sentido, lar al er11pacho: !a curandera mide al enfermo con una cinta de
es tan cultura e] pozo que los carnpesinos cavan en Ja algodón mientras pronuncia una oración. [N. de la T]
1 4 Durante el golpe n1ilitar del 1 "' de abril de 1964, los originales
tíerra, llevados por la necesidad, co1no un poen1a de
de Brenand fueron retirados dei entonces Servicio de
lln trovador anónin10. So11 tan c11ltuxa los instr11111en.tos Extensión Cultural de la Universidad de Recife, como se la
con que los can1pesinos cavan la tierra, la forn1a en que llamaba en aquella época, por e! IV Ejército, por considerarse
lo hacen, corno las FJachianas hrasileiras de Villa-1.,obos. material peligroso y subversivo. No se tuvo rnás noticia de
Es t4n cultura el texto que ahora escribo, c1llt11raln1en- ellos.
1 24 Pedagogía de la indignación Desafíos de la educación de aduitos 1 2 5

a aquellos cuadros en esa época-, en los que se logró, para e] cir1tjano, o dominar el equilibrio ele los concli­
ele ll1anera t:; jemplat� la unid;¡td entre arte y educación. n1entos para el cocinero. Por �jen1plo, si como profesor
Todavía hoy guardo en la n1ernoria fragmentos de de íl1ndan:1entos de la educación no rne corresponde,
discursos críticos de alf�1betizandofr que expresaban su en un n1arco den1ocrático, subreptician1entc o no, in­
satisfacción al descubrir, eú los debates sobre el concep­ tentar conducir a los educandos en el sentido de n1is
to de cult1ira, q11e tan1biér1 ellos "eran cultos, que ha­ sueños políticos, sí rne cabe el deber ético de, con1ba­
cían eso" y señalaban e] j arro de barro proyectaclo en el tiendo las ir�justicLís, �lt�jar claro que r:arnbiar PS dijlr:il
lienzo. M_ás que los fragmentos de esos discursos-co1no j1ero posible. 1.o que no puedo es 11acer "oídos sordos" a
el del barrendero de Brasilia, casi fl_1era de sí, entusias­ los discursos do1ninantes qqe defienden la adaptación
mado con su desc11brin1iento: "Ivlañana voy a entrar en al n1undo corno ur1a rnancra segura de estar en él.
1ni trab��jo con la cabeza alta"-, rnás que esos fragrnen­ En la I11edicla er1 q11e sornos seres humanos, no nos es
tos de discursos reconfortan tes hoy revivo la en1oción posible estar en el n1ur1do sin estar con él; y estar con el
con que, "rnurié11don1e,'_-' de alegría, de llna alegría tan n1undo y con los de1nás seres humanos es hacer políti­
infantil cürr10 la de los alf�1betizando�; con1probaba ca. Por lo tanto, hacer po1ítica es la forrna natural ele los
la reacción que esperaba y con la que había soñado. seres hu1nanos de estar en el inundo }' con él. Saber gue
Reacción ele los alfabetizandos y las alf�1betízandas a lo es posible can1biar el n1u11do es un saber tan indíspen­
largo del territorio nacional q11e anunciaba una forrna sable para q1lie11 hace política con10 es indispensable,
diferente de comprender la historia y el papel de las para quien estudia a Karl Nlarx, conocer la in1portancia
mujeres y los hombres del mundo. del concepto de praxis para su pcnsanüento.
Si es posible obtener agua excavando la tierra, si es 'I'<-1rnbién es cierto que clesc1lbrir la posibilidad ele
posible decorar la casa, creer en esto o en aquello, de­ can1biar no es ca1nbiar. Sin err1hargo, saber que, aun­
fendernos flel frío o del calor, desviar el curso de los que difícil, carnbiar es posible supera, sin discusió11 al­
ríos, hacer diques . . . si es posible c;:u11biar el xnunclo que g �1na, el in1novilis1no f�1talista que sostiene que carnbiar
no hicin1os, el ele la naturaleza, ¿por qué no sería posi­ es irnpensable o un pecaclo contra l)ios. Sabiendo que,
ble cambiar el n1undo que sí hacen1os, el de la cultura, aunque difícil, ca1nbiar es posible el_ � rin1idq nutre su
el de la historia, el de la política? esperanza.
En cierta ocasión, ya no recuerdo dónde, oí decir a l,a construcción de la idea del n1aüana, no co1no
uno ele los alfa1betlzandos d11rante ]os debates del c:írcu­ algo daflo de anten1ano, siI10 con10 algo que hal)rd de
lo de Cultura: "Incluso es posible que Brasil no cambie hacerse lo conduce a asun1ir su historicidad, sin la cual
para n1t:jor, pero ahora sé q11e no es porque l)ios no lo la lucha es irnposible. Es por eso que luchar es una ca­
quiera o porque el pueblo brasileüo sea haragán". No tegoría existencial e histórica, algo rnás que una n1cra
tenía dudas entonces, y sigo sin tenerlas, ele que ese ap;arrada.
tipo de saber es tan indispensable para el ejercicio de Creo que no es de1nasiado insistir en que la nece­
la ciudadanía con10 saber n1ant'.jar el torno lo es para la sidad de u11 trab;:� jo con10 este, concientizador, n1lnca
pro �esión ele tornero, o conocer las técnicas quirúrgicas antes se le había presentado a la educación ele adultos
1 26 Pedagogía de la ·1nd'1gnadón
Desafíos de ia educación de adultos 1 27

en un rnarco dernocrático con10 se le presenta 11oy. El .


ta'' contenidos en la cabeza "vacía" de los ed.11candos,
n1omcnto actual surna razon ys nuevas al f3.talisn10 tra­
sino la que , por el contrario, los desafía a pensar bien.
dicionaln1ente existente entre nosotros, nuevas razo1ics
Por cS{� cléposita en el educador o la educadora la tarea
encarnadas en el discurso ide.o lógico neoliberal. t�n los
ele cnseilar a Jos educandos y las educanclas a pensar
aúos sesenta los tno\1inlieritos de izquierda reforzaban
crftíca1nente a la par que aprenden los contenidos. El
su- decisión a f�tvor de la lucha e n la existencia obje­
aprendiz�tje de un (;.c>ntenido al n1argcn del aprendiza­
tiva de la 1niseria, la irtjusticia, la explotación. En los
je principal o sin tenerlo en cuenta -n1e refiero al de
aiios noventa, tras la caída del socialisrno a11toritario,
articular un pensa1niento riguroso que aprehende la
el astuto discurso dorninante no niega la n1iseria pero
razón de ser del oi�jeto- no- posíbilita la inclispensable
hace creer, con aires científicos, que es tan sólo una fa­
rapidez de raciocinio para responder a esa exigencia.
talidad de los tiempos y que por lo tanto hay que tener
Es fu n(larnental, por otro lado, la práctica de pensar co­
paciencia.
rrcctarncnte para afrontar ]os nuc\'OS desafíos que nos
En los aüos sesenta era ü11posible que un educador o
. ln1ponen las innovaciones tecnológicas en cuanto a la
educadora progresista, c oherenté, defenlliera la prácti­
libertad ele crear. lJna educación en Ja que la libertad
ca educativa corno el n1ero entrenarniento técnico del
de crear sea viable necesariarnente debe est.irnular la
educando. Sin e1nbargo, eso 11acen ahora los educado­
superación del n1iedo a la aventura responsable, debe
res "pragrnáticos". Por lo tanto, el con1batc contra el
ir n1ás allá del gusto rnecliocre de la repetición por la
fatalisrno inrnovilista_-que la educación crítica ünplica­
repetición, debe hacer evidente a los educandos que
continúa siendo una necesidad irnperiosa. Si nuestra
equivocarse no es nn pecado sino u n inon1cnto n or1nal
alt.ernati\ra es de1nocrática, la educación de adultos no
del proceso gnoseológico. Ya se trate de 1111 alfitbetizan­
puede convivir con el díscurso de su neutralidad, qt1c
do adulto que bnsca el dorninio gráfico de su lengu<�je,
no es otra cosa que el discurso de su negación.
de un 1iiflo deslumbrado con sus descubrimientos del
Otro dato del n1on1ento act11al en los contextos que
rnundo o de un adolescente. q11e piensa en su propjo
s11fren el irnpacto de la 1nodernización tecnológica es la
pt'nsarniento, es indispensable rp1c el educando expe­
exigencia de (lecisiones rápidas y variadas a los desafíos
rin1ente situacíones en las que ternUr1e i11co·cporando
inesperados. En otras palabras, si enfrentan1os sorpre­
a su saber, que está constituyéndose, la conciencia de
sas en la actividad profcsio11al, se ür1pone la necesidad
que equivocarse no es ni<is que un episodio clel proce­
de encararlas para superar el peligro de daños Ir1ayores
so de conocer. l,a necesídad de superar e] error, qne
durante el proceso.
debe volvernos rnás rigurosos en la aproxi1nru:ión rnet6-
Nle parece de1nasiado obvio qne la educación que
rlira al ol?jeto para aprender su razón de ser, no debe
nos hace f3.lta -capaz de forn1ar personas críticas, de
inhibirnos con10 si caer en e] error fuera un pecado
razonamiento rápido, con sentido del riesgo1 curiosas,
que an1cri1.a castigo. l,a n1�jor 1na11era ele evitar el error
indagadoras- no puede ser la inisn1a que t;_J ercita la
es no t.cn1cr incurrir en él, y, volviéndonos cada vez rnás
rnen1orización n1ecánica de los educanclos, que "entre­
críticarnente curiosos, ejercitar nuestra rigurosidad en
na" en 111gar de f<)rtnar. No p11ede ser la q11c "deposi-
el proceso que denonlino "cercan1iento episten1ológi-
1 28 Pedagogía de la indignación Desafíos de la educación de adultos 1 29

co" del objeto, que da por resultado su conocin1iento ria1nente por l a criba de l a política y la ética. (�uanto
cabal. 1nayor va siendo la in1portancia ele la tecnología en la
Sin en1bargo, nada de eso puerle ofrecer i1na educa­ actualidacl'rnás se afir111a la necesidad de una vigilancia
ción que no sólo sea con1p�endida de inanera tecnicista ética rigurosa sobre sus alcances; de una ética al servi­
y n1ecanicista, slno sóbre todo que así se practique. Es cio de l a gente, de su vocación ontológica,lli J a de ser
p1�eciso seúalar a las educadoras y educadores de buena n1;ás, y no de una éti � a estrecha y perversa corno la del
vol11ntad, pero equivocados, que cuanto inás se vacíe lucro o la clcl 1nercado. .
a la educación de los sueiios -por cuya realización se Por eso rnisn10, la forn1ación técnico-científica que
lucha- tanto n1ás el lugar de los sueños será ocupado necesitarnos con urgencia es n111cho n1ás que un sirnple
por las técnicas 11asta que llegará un n1ornento en que entrenan1ienlo para usar los procedinüentos tec11ológi­
la educaciór1 quedará recl11cida a ellas. 1Jegados a ese cos. En síntesis, tanto la educación de adultos co1no l a
punto, er1tonce51 la educació11 i10 es rnás q11e entrena­ eclucaciór1 en general n o puede prescindir del t�jercicio
n1icnto, pura transferencia de contenidos,
.
casi un adíes- de pensar crítican1ente la propia técnica. La conviven­
. ..
trarniento, un rnero ejercicio de adaptación al 111undo. cia con las técnicas b�tjo vigilancia ética supone una re­
El "stteflo" de los que hoy niegan a la práctica edu­ f1exíón radical, nunca engaúosa, sobre el ser hu1nano,
cativa cualquier relación con los Sl1eüos y las utopías sobre su r)resencia en el n1undo y con el n1undo. En
-co1no el sue1l o ele la autono1nía del ser, que in1plica consccuer1cia, se iir1pone filosofar no cuino puro en­
la asunción de su responsabilidad social y política; o el canto, sino corno a;:.,ornbro ante el rnundo, ante las co­
sueño de la reinvención constante del n1u'nclo; o el sue­ sas y ante Ja historia; y la historla precisa ser co1nprendi­
úo de la Übéración, por lo tanto, el de una sociedad_ me­ da al ser viYida dado qne, al hacerla, nosotros ta1nbién
nos indecente, n1enos rr1alvada- es el s11eño de la adap­ so1nos hechos y rehechos por ella.
tación sile11ciosa de los seres hun1anos a una realidad El �jercicio de pensar el tien1po, de pensar la técni­
considerada intocable. [,a con1prer1sión correcta ele ] a ca, de pensar el conociruiento, de pensar el porcp1é de
tecnología es tar1 llrgente co1no r1ecesaria, pues sie1n­ las cosas, el para qué, el c61no, o el a f�1vor de qué, de
pre se la l1a entendido co1110 una obra diabólica que quién, contra qué o contra quién son_ �igenci�s funda­
an1enaza a los seres hun1anos o bien se la h<l caracteri­ rnentales de una educación den1ocrática que esté a la
zado co1110 algo al servicio tlel bienestar del l1on1bre.1:> altura de Jos desafíos de nuestro tiernpo.
La con1pre11sión crítica de la tec11ología, que clebe
infundir la eclucación que precisarnos, ve una ir1ter­ San Pablo, 26 de abril de 1 996

vención cada vez n1ás sofisticada de la tecnología en


e] rnunclo, intervención que ha de ser pasacla necesa-

1 6 Véanse, ai respecto, Paulo Freira, Pedagogía del oprímido, ob.


15 Véase, al respecto, Neil Postman, Technofogy The Surrender cit.; Pedagogia de la esperanza, ob. cit., y A la sombra de este
ot Culture of Technoíogy, Nueva York, Aifred A. Knopf, 1992. árbol, ob. ciL
la alfabetización en televisión
" ,
Cualquiera q11e sea la interpretación que ha­
garnos de esta frase -"l,,a alfabetización en televisión"­
nos ren1itirá siernpre a dos cuestiones funda1nentales:
la curiosidad 11un1ana y la lectura del rnunclo ei1 tan­
to lectura prür1era, anterior a la lectura de la palabra
escrita.
La curiosidad, propia de Ja experiencia vital, se pro­
fundiza y perfecciona en el mi1ndo de la existencia
h1.1n1ana. Como inquietud ante el no-yo, con10 espanto
ante lo desconocido, ante el rnisterio, con10 deseo de
conocer, de clcvelar lo escondido, de buscar la expli­
cación ele los hechos, de averiguar, cle investigar para
comprobar que posibilita la curiosidad, es el motor del
proceso ele conocirniento. Dirigida hacia un ol�jeto o
con la mira puesta en él, la curiosidad pern1ite captar
sus notas constit11tivas y fo1nenta su, �GOtnprer;isión, la
cual, dado que es histórica, está son1etida a condiciona­
mientos. De ahí que la comprensión del objeto tenga
historicidad, es decir, que pueda variar en el tie1npo y
en el espacio.
Ser 11istórico-socio-cultural que se hace y se rehace en
la historia que él rnísn10 hace, el ser hu1nano es c1.1rio­
so por nat11raleza, pero su curiosidad 11ístórica opera,
co1110 él, en niveles cliferentes que producen hallazgos
ta1nbién diferentes. Acornpañando los movimientos
dispares ele las aproxin1acíones a los oqjetos por parte
1 34 Pedagogía de la índignación La alfabetización en televisión 1 35

de la co11cíencia vuelta hacia el n1undo, la c11riosidad días, e11 cuyo rit1no ya iba entrando. Notaron, sin en1-
se f(�laciona con el rnundo de forn1a se1níü1transitiva o bargo, q11e tenía conocünier1tos que la co1nunidacl no
transitiva; 1 7 en este últüno caso será tarr1bié11 ele forrna tenía.#:Wo f)asó n1uch0 tien1po hasta que, un buen día,
ingenua o crítica. le pidieron ayuda. Y el padre me dijo: Pensé, me pre­
1.a forrna sctrliintransitiva de la curiosidad, q11e no gunté a 1ní n1isn10 e11 qué podría serles útil. No lo sé,
indaga acerca de las cosas, es propia de las co111unida­ 111e dijo. Sólo ellos en el n1an�jo de su sufrimiento, en el
des que Ferna11do de r\zevedo denon1inaba "plegadas trato de su dolor agÜd<�, en la libertad de su curiosidad
sobre sí n1isn1as". Con 1111 horizonte de büsqueda lirni­ reprimida pueden decirme en qué puedo ayudarlos.
tado, la curiosidafl se ejerce sobre las preocupaciones (�on1binan1os una re11nión para preguntar, para aguzar
n1erarnente vitales. l,os desafíos que sobrepasan estos la c11riosidad desde hacía tanto tien1po adormecida.
lín1ites directa1nente no se perciben o bien luego se re­ (�onversarnos rnucho, después de un precavido si­
ducen a ellos: se "traducen" al ler1gu;:tje de los lírnites. lencio. Desde el con1ier1zo, durante y hasta el final de
Una tarde de los afias �etenta, en n1i época_ de exiliado la reunión h11bo un asunto q11e habitaba en el cuerpo
·
en (;inebra', recil)Í en rni oficina del C:oí-ls�jo IVlundial ele todos, que vivía en el habla de los hombres y de las
de Iglesias a un padre francés, antropólogo, que había 1n1tjeres: qué 11acer para no preoc11parse tanto por el
trab�jado con n1ucl10 arnor en el nordeste brasileüo tlu­ cuerpo de los q11e n1orían. Qué hacer para dis1ninuir
ra11te los aúos posteriores a la in1plantación del régünen las J)reoc11paciúnes de quienes, por equis razones, pre­
n1ilitar. lvle contó su - experiencia de cnorrne riqueza en sentían que su hora estaba llegando. Qué hacer con el
una de e,:;as "con11uüdades plegadas sobre ,Sí nlisrnas" so­ n1iedo ele dt:jar su cuerpo al desc11bierto.
bre la que recayó la cn1eldad de l a irracionalidad secta­ rfras dos reunionesj se creó una especie de coopera­
ria del autoritarisn10 del golpe 1nilitar de 1 9G4. tiva para fabricar ataúdes y se organizó una comisió11
Llegó a l a corn11niclad casi con10 si hubiera caído de q11e se encargaría de los papeles flel e11tierro. Así ven­
un paracaídas. Desconfiado por naturaleza o por hábi­ cieron el miedo. Y aprendieron otro saber: el valor de
to, desconfiaba de que nadie desconfiara de él. Pero la unión. Se unieron 1nás. Intensificaron la solidaridad.
todo ocurrió 1nás bien al revés: le preguntaron cón10 Ir1ventaron la esperanza necesaria. Se dirigierpn en co-
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andaba, si tenía harnbre, si sentía frío, si tenía tnieclo. mit.iva al alcalde. Dijeron que i1ecesitaban llna escuela.
Así pasó llna noche, ur1a se111ana, un año. Nadie le pre­ ()frecieron s11 trab�jo. Pidieron una maestra. l,a obtu­
guntaba qué hacía, aden1ás de las cosas de todos los vieror1. Se inauguró la escuela. La presencia de la es­
cuela ensanchó el horizonte (le la curiosidad social e
inflividuaL
Después llegó otra reivíndicación: eJ agua. Pidieron
1 7 A propósito de la semi1ntransitividad y la transítivídad de
ur1a fuente. Les bastó. C:on ella acortaban la distancia
la conciencia, véase Paulo Freira, Educac;ao como prática
da liberdade, San Pablo, Paz e Terra, 1967 [ed. cast.: La
l1a'ita el h1gar clor1de iban a buscar penosamente el agua.
educación como práctica de la libertad, Buenos Aires, "Otra exigencia de esa gente", le dijo el alcalde a su
Siglo XXI, 2008]. secretario. "Con1ienzo a desconfiar." Al día siguiente, el
136 Pedagogía de la indignación La alfabetización en televisión 1 37

coro11el sabía del riesgo que la den1ocracia y la civiliza­ dida ante los "no-yo"- que aquella con la que los cien­
ción 'occidental cristiana corr{an er1 aquel rincón seco tíficos o los filósofos acadétnicos "ad1niran" el inundo.
ele] nordeste de Brasil. I...,os científicos v los filósofos s11peran, sin en1baro-o
I
b )
la
A1 entrar la n1adrugada, incluso, antes de que la fuen­ ingenuidad de la curiosidad del can1pesino y se vuelven
te goteara la prirhera gota de agua, llevaron a la con1u­ episte1nológican1ente curiosos.
nidad al patio rnientras dos tanques destrozaban sus {_a curiosidad con10 inq1üetud indagadora, corno
cl1ozas ante sus <�jos abisn1ados y sus cuerpos ten1bloro­ propensión a clesc11brir: algo, con10 pregunta verbali­
sos. La brt1talidad deshacía sus sueños y sus esperanzas. zada o no, corno búsqueda ele esclarecimiento, co1no
l_,a fuerza sin lírnite de la curiosidad irracional del seúal de atención que indica ,precaución, es parte inte­
autoritarismo destrozó de golpe la curiosidad posible­ grante del fenótneno vital. No habría creatividad sin la
n1ente serni-intransitiva de la comunidad. curiosidad que nos n1ueve y nos pone pacienten1ente
La c11riosidad ir1genua de la que indiscutiblen1ente irnpacientes ante el rr111ndo que no hichr1os, agregán­
se deriva un saber, sin irnportar que sea rnetódicarnente dole algo que sí hacernos.
f�llto ele rigür, caracteriza al sentido co1n1Í11. C:omo rr1anifCstación presente ante la experiencia
Para rní, en la difCrencia o en la "distancia" entre l a vital, la curiosiclacl hurnana se construye y reconstruye
ingen1üdad y la crítica, entre el saber d e l a pura expe­ histórica y socialmente. Prccisan1ente porque el pasé�je
riencia y el saber q11e res1llta ele los procedirnientos rne­ de la ingenuidad a ]a crítica no ocurre de for1na auto­
tódicarnente rigurosos, no hay ru.j1lura sirio su/H'rru:iórL n1ática, lina de las tareas princir)ales de la práctica edu­
La superación -y no la ruptura- se da e11 la n1edida cativo-progresista es desarrollar la curiosidad c rítíca,
en q11e la,·curiosidad ingenua, sin clt;jar de ser curiosi­ insatisfecha, indócil. (�11riosidad con la que poden1os
clad -n1ás bien al contrario, continuando siéndolo-, se defendernos de "irracionalisn1os" que son co11secue11-
11ace crítica. Al hacerse crítica, se convierte en curiosi­ cia de, o producidos por, cierto exceso de "racionali­
dad episternoJógica; al volverse rnetódicamente riguro­ dad" de nuestro tíen1po tan tecnologizado. Pero a esta
sa en s11 aproxirnación al ol�jeto, reviste sus hallazgos de consideración no subyace ningún arrebato falsatnente
1nayor exactitud. htnnanista que pretenda negar la tef;qs:)logía y� la cien­
·En realidad, la curiosidad ingenua que, "desarn1a­ cia. r-\l contrario, es llna consideración que, por un lado,
cla", se vinculada con el saber del sentido común es la no endiosa a la tecnología, pero, por otro, tan1poco la
inis1na curiosidad q11e, 11aciéndose crítica, ar)roxilnán­ demoniza. li:s la consideración ele alguien que la n1ira, o
dose con u n n1étodo cada vez rnás riguroso al o�jetó incluso la acecha, de forma crítican1ente curiosa.
cognoscible, se convierte en curiosidad episte1nológic a. Una lectura crítica del n1undo in1plica el <�jercicio de
(�arnbia de cua1iclad pero no de esencia. l_,a curiosi­ la curiosidad y también implica desafiarlo para que, por
dad de los campesinos con quienes he dialogado a lo ejemplo, sepa defenderse de las trampas que las ideolo­
largo de n1i experiencia político-pedagógica, t�1talistas gías le tienden por el camino. Las ideologías clifündidas
o rebeldes ante la violencia de las iI�justicias, es la 1nis- ele for1na sutil por ]os lla1nados instrumentos de comu­
1na curiosidacl -con10 apert11ra n1ás o 1nenos sorpren- nicación. Por eso 1nisrno, n1i lucha procura aun1entar
1 38 Pedagogía de la indignación La alfabetización en televisión 1 39

la capacidad crítica q11e nos pern1ita defe11dernos de sible. Nie pregunto si la crítica, para n1Í absolutan1ente
esta fuerza alienante. Esta sígue siendo llna tarea f11n­ necesaria, a la concepción rnecanicista de la historia,
dan1er1tal tic la práctica efl11cativa-democrática. ¿Si no en la J{lte ,el fut11ro es un dato previo o un dato dado,
e-j ercita1nos la curiosidad crí_tica,,, qué podren1os hacer es una proclamación insensata. Si dcja1nos de lado la
frente al podecindisc11tible que tienen los n1edios para comprensión de la Historia co1no posibiliclad que iin­
establecer su verdad corno si f11era la verdad -según lo plíca la responsabilidad ética clel ser hurnano con10 ser
refiriera V\tright Niills ya e11 los aiios cincuenta, en La de decisión, de ruptur3:, de Of)Ción; si, por el contrario,
elite del poder�? "Lo escuché en el noticiero del canal nos entregan1os a la rnucrte de la I-I istoria, de las ideo­
X" es, sin duda, lo que decirnos n1uchos de nosotros, logías, de los suetl.os, de las ptopías y nos convertin1os,
poseídos casi por completo por esa verdad estridente y co1no educaclorcs y educadoras, en n1eros entrenado­
coloridan1ente procla1nada. res pragn1áticos, ¿q11é haren1os con las exigencias qt1c
Por eso, es comprensible cuando, perplejo, estupe­ esa rnisrna tecnología nos irnpone, qué harernos con
facto, n1e sorprendo preguntándorne si nli lucha, tal la exigencia fle contar con individuos dispuestos, rápi­
con10 la llevo adelante, er1 non1bre de Yás razones que dos para dar respuestas variach1s y pertinentes a desafíos
rne inueven a vivirla intensan1ente, no es otra cosa que inesperados? ¿;\caso el entrcuarniento técnico prepara
tozudez ele nordestino; si no debería dejar ele lado el individtlos así? Los instantes de perpl�jidad en que rne
discurso y la vehernencia con que lo sostengo, acerca l1ago estas preguntas son pocos y su cluración es ínfi­
del hon1bre y la rn1üer corno seres histórico-sociales, ca­ n1a. No an1enazan la posición en la q11e 1ne encuentro
paces de intervenir e11 el n1undo, de recrearlo, co1no y siernpre n1e he encontraclo: la de alguien que, por ser
seres in;;\cabados pero conscientes de ello y por eso perso11a, lucha inccsanternente por el derecho ele ser
insertos e11 1111 proceso pern1anente ele búsqueda y de stUeto ele la Historia y no sólo ol�jcto en ella.
reinvención del propio rnundo y de sí rnis1nos. Nle pre­ No pienso el ten1a de la alfabetización en televisión
gunto si lo que he flicho junto a tantos otros sobre el corno n1ero especialista, con una curiosiclad so1netida
l1or11bre y l a n1t�jer con10 seres capaces de valorar, ele in­ a los tecnicis1nos. IVIe aproxin10 a la cuestió11 co1no
terveriir, de escoger, de decidir, de rornper -razón por hon1bre que ejercita'
su curiosidad de 1na¡1era crítica v,
' ,.., � J
la cual nos convertin1os en seres éticos y, a su vez, por­ porque sabe que es capaz ele }1acerlo y no se siente un
que nos hicin1os éticos abrin1os la trágica posihilidafl de privilegiado singular, reconoce que esa posibilidad de
transgredir la pro1)ia ética- no será un discurso perdi­ pensar críticarner1te es parte de la naturaleza h1nnana.
do. Me pregunto si la ética del mercado que hoy preva­ 1'-:'..s una posibilidad con la que contan1os. No es un atri­
lece con aires de vencedora imbatible en los fliscursos y buto de tal hon1bre o de cual rrn�jer, o fle llna clase, o
en la práctica político-econó1nica neoliberales no se ha de una raza. l'�s una cualiclad indispensable para la exis­
instalado para sien1pre contra la ética universal del ser tencia h11111ana. Es cor1dición para la vida den1ocrática.
l1un1a110. Me pregunto si lo que sie1npre me pareció ser Por eso, la cuestión f11ndan1e11tal que se nos plantea,
la vocación ontológica del ser hun1ano -el ser n1ás-, de sea con10 fuere q11e interpreternos la frase "l,a alfabeti­
la que tanto hablé, no es hoy 1111 discurso inconipren- zación en televisión", no es luchar contra la televisión
140 Pedagogía de la indignación La alfabetización en televisión 1 4 1

ni soste11er l111a lucha sin sentido, sino encontrar la 111c­ fundarnen ta en los intereses ¡1alronales. 1\1 contrario, su
jor n\anera de estimular el des,arrollo de la curiosidad y discurso intentaría convencer nos de que su análisis de
el pensa1niento crítico. la huelga tón1a en cueúta los i'ntereses dr: la nación.
Córno desentraüar verdades e�condidas, có1no des- No poden1os sentarnos ante un aparato de televisión
1nitificar la f�1rsa ideológiCa, esa especie de trampa "e11tregados" o "abiertos" a lo que se transn1ite. C11a11to
atrayente en la que caÍlnos sin darnos cuenta. Có1no rnás nos senta1nos dt; lante ele la televisión -hay excep­
er1frentar el extraordinario poder de los inedios, del ciones- con10 quien' durante las '/acacioncs se entrega
lengu<:ije de la televisión, de s11 "sintaxis" que reduce el al descanso pleno y al entretenin 1ier1to, inayor riesgo
pasado y el presente a u n n1isn10 plano y sugiere que corre1nos de tropezar en n11estra co1nprensi ón de los
lo que aún no existe ya está hecho. IVIás aún, que di­ hechos y acontecün ientos. J,a postura crítica y atenta
versifica ten1áticas en el noticiero sin dar tien1po a la no puede f�lltar en ciertos rnon1cntos.
reflexión sobre los diversos as11ntos. De una r1oticia so­ El pocler dorninante nos 11cva todavía una vent::tja
bre IYiiss Brasil se pasa a \ln terren1oto en China; de un 111ás, entre rnuchas otras. i\ saber: para enfrentar el
escándalo qbe involucra a n1ás de'un banf'b dilapidado ardifl ideológico que encubre su 1nensaje en los rnc­
por directores inescr11p11losos r)asamos a escenas de un dios, ya sea en los noticieros, en los cornentari os de los
tren que descarriló en Züricl1. acuntecüni entos nacionales en la línea de ciertos pro­
El n1undo se achica, el tie1npo se diluye. El ayer es gran1as, ni qué decir en la propagar1da comercial, nues­
ahora; el rr1aüana ya está hecho. 10do rnuy rápifl o . l)e­ tra 1ncnte o nuestra curiosidad tendrían que f11nciunar
batír lo q�1e se dice y lo que se rnuestra y cón10 se 1nues­ ej1is!rn110Ü�L,ricatnente todo el tie1npo. Y eso no es nada ta­
tra en telévisión rne parece cada vez n1ás in1portante. ciL Sin en1bargo, si bien no es üicil estar pern1anen te­
No terno parecer ingenuo si insisto en que no es po­ rnente er1 estado de alerta, es posible saber q1Lc, aunque
sible pensar siq1liera en la televisión sin tener en 1nentc no es un de1nonio que nos acecha para aplastarnos, el
la cuestión de la conciencia crítica. Pensar en la televi­ televisor ante el que nos hallan1os sentados tan1poco es
sión o en los medios en general plantea el problema de un instru1nent o salvador. Tal vez sea n1tjor contar hasta
la con1unicación, lln proceso q11e no puede ser neutral. diez antes de hacer la aíirn1ación cat�órfca a la que
En realidad, toda co1nunicación es con1unicación de hace referencia \-'Vright lVIilJs: "t�s cíerto, l o escuché en
algo, hecha de cierta 1nanera, a favor o en defensa, sutil el noticiero de las ocho". (�01110 ed11cadores progresis­
o explícita, de alguna cosa contra algo y contra alg1üen, tas no sólo no podernos Jgnorar la televisión, sino que
no sien1pre clara1nente enunciado. De al1í ta1nlJién el dehc1nos utilizarla y, sobre todo, discutirla.
papel preponderante que desempeúa la ideología en
la con11111icación , ocultando verdades, pero ta1nf)ién la Agosto d e 1 996
propia ideologización en el proceso comunicativo. Se­
ría inger1uo esperar de llila emisora de televisión del
grupo de poder clon1ü1ante que, inf<Jrmando sobre una
huelga de 1netalúrgicos, dUera q11e su con1cntario se
Educación y esperanza
, , ,
No quisiera debatir sobre la esperanza en la
práctica educativa corno si fuera algo extrafío, con10 si
vivirla esperanzada o descspera11zadan1ente fuera un
problen1a exclusivo de sus s1�jetos, que sólo la afecta
de rnanera atj_jetiva. Al cor1trario, es rn:is bien algo pro­
pio de esa práctica, de su naturaleza en tanto forrna
de acció11 específicamente hurnana sobre la cual, una
vez n1ás, v11clvo a reflexio11ar. Lo que quiero decir es lo
siguiente: una cosa es la acción educativa de un educa­
dor desesperanzado y otra la práctica ed11cativa de un
educador que se f11ndan1enta er1 la interdisciplinaridad.
El prin1ero niega la esencia de su propia práctica, n1ien­
tras que el seg,undo explicita una cierta opción n1cto­
dológica y epistemológica. En otras palahras, aquel
co11tradice e] carácter natural de la educación y este l a
experirnenta desde u n punto d e viste: _j.eterrninado. La
naturaleza esperanzada de la educación, por otro lado,
se basa e11 deterrninadas cualidades g11e, consti tuidas
en el proceso de forn1ación de l a existencia :humana, la
connotari.
L,a experiencia existencial incorpora la experiencia
vital y la supera. l,a existencia es vida que se sabe tal,
que se reconoce finita, inacabada; q11e se n1ueve en e l
tien1po-es¡)acio son1etido a la intervención d e lo exis­
tente. Es l a vida q11e se indaga, que se hace proyecto; es
la capacidad de hablar de sí y de los otros que la cercan,
1 4 6 Pedagogía de la ír1dignac1ón Educación y esperanza 147

ele pronunciar el inundo, de desvelar, de revelar, de es­ l ibertad, de la ruptllCl, de la opción donde se instaura
conder verdades. Por todo eso, no habría sido posible la necesidad de la ética y se iinpone la responsabilidad.
la existencia h11n1ana sin la necesaria eticización tlcl l,a étie<t sc,,hace inevitable y su transgresión posible es
n1undo que, por su parte, SUfXH1ü' O coüllcva su trans­ un clesvalor, n11nca 1u1a virtud.
gresión. I.,a eticiz;tción' del nn1ndo es una consecuencia E11 realidad, sería incornprcnsible si la conciencia de
necesaria de la producción de la existencia h nn1ana o 1ni prese11cia er1 el n1undo 110 significara ya la ünposi­
de l a prolongación de la vida en existencia. l':n realidad, bilidad de n1i ausenc'ia t; n la construcción de la propia
j1rcsencia. (:orno presencia consciente en el llllllldo ÚO
sólo del ser que, por hacerse socialincnte en la I-Iisto­
ria, se torna consciente de su estar en el inundo v' en puedo evadir la responsabili(lad ética en n1i 1no\·ern1c
consecuencia pasa a ser una presencia en el Jllitndo puede en el 1nu11clo. Si soy un n1ero producto de la cleterrni­
esperarse que dé ejen1plos de rnáxirna grandeza 1noral, nación genética o cult1iral o de clase o de raza, soy
-
de una bondad (iesbordante, co1110 tan1bién n1uestras irresponsable por lo que hago e11 n1i 1novin1iento ei1
de absoluta .negación de, la decencia, de la honradez el n1undo y, si carezco de responsabilidad, no puedo
. .,
y de la sensibilidad hun1anas. N o podernos hablar de hablar de ética ni ta1npoco de esperanza. En un n1undo
ética entre los tigres . . . donde ü1ltara la libertad y todo estuvíera preestablecido
Pensar, hablar, sentir, percibir, dar u n destino a las no sería posible hablar de esperanza.
n1anos liberadas del casi exclusivo apoyo del cuerpo Es rnás: no sería posible hablar de inundo.
para 1novcrse, con1prender y co1nu11icar lo co1nprendi­ Esto no significa negar los condicionan1ieutos gené­
do, cornparar, valorar, evaluar, optar, en1prender nue­ ticos, culturales, sociales a los que esla1nos son1eticlos.
vos can1in�s� decidir, aprehender, aprender, ense1"."1 ar, Significa reconocer que esta1nos condicíonados pero
poder hacer o no hacer las cosas, idear, vivir socialn1en­ no cletern1inados; que el condiciona1niento es la detcr­
te, todo esto destacó en el ser que fue capaz de ello la rninación ele la que el ol�jeto, convirtiéndose en st�jeto,
in1portancia indiscutible de su conciencia. (:onciencia se torna consciente. Significa reconocer que la historia
del otro y de sí co1no un ser en el rnundo, con el inun­ es tien1po de posibilidad y no de deter1ninisr110, que el
do y con los otros, sin la cual no sería 1n;.:\s que un ser ahí, _futuro es proble1n<itico y no inexorable. 1

un ser en su soj1orte. Por eso, hay que repetirlo, 1nás que 1\,">í y todo, téngase en cue11ta que 1Íc;'fue la c;J1u:iencia
un ser e11 el n111ndo, el ser hun1ano se convirtió en una con10 abstracción y p r evia a la experic11cia de estar en
jlrtsenr:ia en el rnunclo, con el n1undo y con los otros. el so/1orte la que hizo g11e estar en el n111nclo pasara a
Prcscnci<1 que, reconociendo la otra presencia co1no un ser jJrPsencia e11 rd 1nuJulo. Fue la prclctica de con1enzar a
"no-yo", se reconoce con10 "sí nlisn1a". Presencia que se percibir al otro co1no "no-yo", desde el soporte que iba
r>iensa a sí n1is1na, que se reconoce presencia, que i nter­ convirtiéndose en n1tu1do,rn la que ter1ninó por gene-
viene, que transforn1a, que habla de lo que hace pero
tan1biér1 de lo que suetla; q11e constata, que co1npara,
que evalúa, que valora, que decide, que se abre ca1rlino. 18 Al respecto, véase Paulo Freire, A fa sornbra de este árbol,
Y es e�1 el can1po de la decisión, de la cvaluaciún, de la ob. cit.
148 Pedagogía de la indignación Ed.ucación y esperanza 149

rar una percepción más crítica sobre el estar en el 1ntn1- sencia en el rnundo. Si soy progresista, intervengo para
<lo, entendido corno algo rnás que 1nera adhr:rencia a éL can1biar el rnundo, para hacerlo n1enos vergonzoso,
La conciencia del "no-yo" , que generó la conciencia n1ás htfrnáno, rn<is juSto, 1nás decente. Si soy conser­
del yo, proYocó la "dcs-aclhere.n ci�i," del -"•oporte, carac­ vador, nü intervención est:1 dirigida a 1nantener n1ás o
terística del rnero·r:starv:u él. En lugar de la adherencia al n1enos lo que está. _l<] carnbio por el que lucl10 es el que
soporte (al que se aclapta el ser que rneran1ente está en se hace para que no �1aya can1bios radicales, sustantivos.
él ) , el cornpron1iso con el n1un<lo (que puede incluso El n1aiíana se reduc�� apenas a la preservación del hoy.
ser desl1echo o traicionado) del ser co1no presencia rrn D e esa forn1a, la esperanza carece ele sentido.
el nrundo. r�n lugar de la adherencia, de la ada.fJtación, la .En s11 lugar, se utilizan art.in1añas capaces de ocultar
intervención e n el 1nunelo, la inserción en él. Y es eso lo verdades que podrían en1p1�jar a los oprirnidos a la lu­
que lo convierte, en tanto jJresencia en el 1nundo, en u n cha si tan sólo las adivinaran o i nt11yera1L Es verdad que
ser fundan1entallnente i1ecesitado d e la referencia de las cosas no son tan simples. Mis ganas de can1biar el
un 1naúana. Prec'.isan1entf,? por toclo eso, la J:.speranza inundo i10 bastan para hacerlo. Incluso puedo contra­
es parte indispensable de n1i expériencia1lxistencial, clecirn1e en la práctica y obstaculizar n1i propio cambio.
ele la forrna radical de estar siendo llna presencia en el Lo n1isn10 puede ocurrir con el educador conservaclor.
n1undo. E n cierto n1on1ento su acción puede ír en contra de
l,a 1natriz de la esperanza es la nlisn1a ele Ja educa­ su proyecto ideológico y político de n1antener las cosas
bilidad del ser humano: lo inacabado de su ser, de lo rnás o n1enos co1no están.
q11e se hiz0 consciente. Sería una contradicción grose­ Por lo tanto, saber que ca1nbiar es difícil pero posible
ra si, inacabado y cor1sciente de estar inacabado, el ser es tan fnndan1ental para el ed11cador q11c, si es progre­
hurna110 no se insertara en un proceso perrnanente de sista, se co1npromete en la práctica ele una pedagogía
búsqueda esperanzaelora. Este proceso es la educación. crítica, como índispensable para el eclucador o la ed11-
Pero, precisamente, porque estamos so111etidos a innu­ cadora que, si son reaccionarios, se empeñar1 en una
rnerables lin1itaciones -obstác1llos di-flciles ele superar, práctica "pragrnática" de una pedagogía neoliberal.
influencias dorrünantcs de concepciones fatalistas de la En este sentido, ambos, el educadnP prr>gr"1iista y el
Historia, el poder de la ideología neoliberal, cnya éti­ conservador, deben ser coherentes: el prin1ero, con s11
ca perversa sigue las leyes del mercado-, tal vez 111u1ca suei10 de transfor1naciór1 del n1undo; el segundo, con
haya sido tan ne(esario con10 lo es hoy para nosotros su proyecto alienante de inn1ovilización de la l-Iisto­
rernarcar el sentido de la esperanza pard l a práctica ria. El progresista, inrnerso crítican1ente en f<)r1nas de
educativa. De ahí que, entre los diversos saberes f11n­ acción y políticas pedagógicas coherentes con la con1-
dan1entales de Ja práctica ele educadores y educadoras, prer1sió11 ele la Historia con10 posibilidad; el conserva­
n1ás allá de que sean progresistas o conservadores, se dor, autoritario, acrítico, de elerecl1a o de izquierda, sii1
destaque lo siguiente: r:anlbiar es dfjicil jJero jJosible. esperanza y carente de sueüos, perdiéndose, sin mu­
Ya sea progresista o conservador, intervenir en el chas oportunidades de encontrarse, en llna C(Hnpren­
n1undo es algo propio de! ser h11n1ano en tanto pre- sión determinista de la historia.
1 50 Pedagogía de la indignación

l"Iay una especie ele "nube cenicienta" que envuelve Denuncia,


, la I-Iistoria actual y afecta, de mílltiples forinas, a las utopía y sueño
distintas generaciones -"nube agrisada" que, en reali­
dad, es l a ideología fatalista, �-:nsornbrecedora, que en­
cíerra el discurso 11eolil)eral-. Es la ideología que n1ata
la idéologfa, que decreta la n1uerte de la 1-Iistoria, la
desaparición de l a utopía, la aniqllilación <lcl sucr1o.
l(leología fatalista que, despolitizando la e(lucación, la
reduce a rnero cntrcnarniento para e l uso de destrezas
técnicas o de saberes científicos.
La ech1cació11 ya no es _forn1ar, ahora es entrenar. l,a
pedagogía crítica _es un clevaneo retrógrado de vit:jos
sin rurnbo que pregona Ja, reacción. Para n1í, la lucha
f 'J
l •
'

por l1acer realidad e l sne1lo, la utopía de la capacidad


crítica, la esperanza, es la lucha para evitar la negación
del sueC10 y de la esperanza fundada en 1a rabia j ustifi­
cada y en la acción ético-política eficaz.
No puedo aceptar en silencio, y "con1portánclon1e
bien", que Jos nül inillones de deseinpleados con los
que terrnin�l i::l siglo sean considerados una Lttalidad
del n1orr1ento. Ninguna realidad social, histórica, eco­
nóniica es así porque esté escrito que así tiene que ser.
c:on10 presencia en la historia y en e l inundo, lucho
esperanzaclaincnte por los suer1os, por la utopía, por
la esperanza, con 1niras a una pedagogía crítica. Y ini
lucha no es e11 vano.

San Pablo, 9 de diciembre de 1 996


F,s hr1posible que pensernos en el n1afiana, n1ás
próxin10 o n1ás remoto, sin que nos encontre1nos er1 un
proceso pern1anente de "en1ersíón" del hoy, "111<..�jados"
por el tiernpo e11 que vivin1os, tocados por sus clesafíos,
incitados por sus proble1nas, inseguros ante la insensa­
tez q11e anuncia desastres, poseídos por una justa rabia
ante las profundas ir�justicias que expresan, en niveles
que causan ason1bro, la capacidad l1un1a11a ele trans­
gredir la ética. O también alentados por las inanifes­
taciones de an1or gratuito a la vida, que fortalecen en
nosotros la necesaria pero a veces debilitada esperanza.
I�a rnisma ética del rnercado, b�jo cuyo in1perio vivirnos
de for1na tan clrarnática er1 este fiI1 de siglo, es en sí una
de las ultr;:tjantcs transgresiones de la ética universal del
ser h urnano. Perversa por su n1isn1a nat11raleza, ning(111
esf11erzo dirigido a disn1inuir o amenizar Sn rnaldad la
alcanza. No afhrüte n1c:j orías. Si amalnara su frialdad o
su indiferencia hacia los legítin1os intereses hun1anos
de los desvalidos -el interés de ser, de vivir dignamente,
de a1nar, de estudiar, de leer el rnundo y la palabra, de
superar el rnieclo, de creer, de descansar, de sofiar, de
hacer cosas, de preguntar, de escoger, de decir n o en la
hora justa, cor1 la nlira puesta en un per1nanente sí a
Publicado en A. Pazzianoto y otros, O fivro da profecía: o la vida- ya no sería una ética del rnen:ado. U11a ética del
Brasil no terceiro mflénío,
Brasilia. Senado Federal, 1 997 lucro a cuyos intereses debernos son1cternos rn�jeres
(col. Senado, voL 1 ). y hon1bres, de f()r111as contradictoria1nente diferer1tes:
1 54 Pedagogía de la indignación Denur1cio, anuncio, profecía_ utopía y suerlo 1 55

los ricf�S y do1ninantcs, disfru tando; los pobres y sou1c­ tido, según entiendo, el pensanliento profético n o sólo
'tidos, sufrien do, habla de lo q1le puede ocurrir, sino que, al decir córno
Pensar en e l inaüana es hacer profecías, pero el pro­ está :<fendo la realidad -al denunciarla-, anuntia un
f'eta no es un vitjo (_le luenga barba bl-;:u1ta y' (�jos atentos rnundo 1n�jor. Para rní, llna ele las bondades del anun­
y vivaces, bastón en 1na11�>, poco preocupado por sns ro­ cio profético es que no anuncia lo que necesariarnentc
pas, que pronuncia palabras alucinadas. Por el contra­ va a ocurrir, sino lo, que puede o no ocurrir. El suyo n o
rio, prof{:ta es aquel que -basándose e n l o que en e s u n anunclo E1taÍista n i deter1ninista. E n la profecía
lo que: \'C, e n l o que escucha, cu l o que percibe, e n lo real el f11tnro no es inexorable, es problen1ático. :t�xis­
que entiende a raíz {lel í..�jercicio de su curiosidad epis­ ten distintas posibilidades ele f11tl1ro. Insisto e n que 110
ternológic;-1, atento a las seúalcs que intenta coni prcn­ es posible el anuncio sin denuncia, ni an1bos sin el ensa­
deL apoyado en la lectura del rnundo y de las palabras 1 yo ele una cierta postura sobre lo que es o 11a siendo el
antiguas y n llevas, ,,a partir de cu;,í. nto y córno se expo­ ser h1unano. <:onsidcro irnportante que este ensayo se
ne, convertidq así, cada vez· 1n<is, cu pua pre¡,r ncia en el construya en torno a una ontología social e histórica.
1nun(lo, a la altura de su tiernpo- habla casi adivinando, Una ontología que, aceptando o postulando la natu­
en realidad i ntuyendo, lo que pnecle ocurrir en esta o raleza hurnana corno necesaria e i n evitable, no la en­
aquella elin1enslún fle la experiencia histórico-social. tiende con10 un a priori de la Historia. l.a naturaleza
Por otra parte, cuanto n1ás se aceleran los avances tcc­ l1un1ana se constituye social e liistórican1ente.
nol6gicos y cuanto nH-:jor la ciencia esclarece las razones En realidad, al discurso profético no puede t�lltarle la
de nucstros_yit�jos e insonelables inisterios, tanto 1ne11or dirnensión de rü:nunt'ir1, pttes quedaría reducido al dis­
es la sección histórica ol�jcto del pensainicnto proi('.tico. curso de la gitana o del cartrnnante. r\l hacer ünplícito el
No creo en la posibilidad de un Nostradarnus actuaL análisis crítico del presente y denunciar las transgresio­
La exigencia funda1ncntal que dche atender el pcn­ nes de los valores h1nnanos, el disc11rso profético anun­
sanüento profético es aquella a la que hice referencia al cia lo que rn1ede ocurrir, tanto lo que puede ocurrir
cornienzo zlc estas reflexiones: constituirse en la l n tin1i­ si se rectifican las políticas denunciadas con10 lo qt1e
dad del hoy, a partir del cual intenta <:jercersc. puede suceder si, por el contrario, "i\VInantieuen.
'{ de ese hoy forina la rnayor o n1enor i ntcnsi- t�n contra de cualquier tipo <le f�1talis1no, el discur­
<lad con que vienen dánclosc los avances tecnológicos y so profético insiste en e l derecho de todo ser hurnano
el dcscubriiniento científico elcl rnundo, ·1�unblén for- de cornparecer ante la Historia no sólo con10 su ol�je­
1na parte del pcnsaniiento profético la cornprcnsiún de to, sino tarnbién con10 stüeto. l�l ser hun1ano es, por
la naturaleza hui nana que el s1�jeto q11e profetiza< naturaleza, un ser que interviene en el inundo, en la
1\ 111Í cntcn(ler, repensar según los datos concretos inedida en que hace la f--Iistoria. Por eso rnistno, debe
ele la realldatl Yivicla el pcnsaniiento profCtico, que Lnn­ dt�jar en ella sus huellas de Sl�jeto y no sin1ples pisadas
bién es ntópico, conlleva la denuncia ele rón10 estarnos de incro ol�jcto.
vivien(lo �;" e l o nuncio de có1no podríarnos vivir. Por eso Inacabado, con10 todo ser vivo -la incfn1cluslón es
rnis1110,, es un pcnsarnier1to cspcranzaclor. En este sen- parte ele Ja experiencia vital-, el ser lnnnano, a pesar {le
156 Pedagogía de la indignación Denuncia. anuncio, w1rer;ra, utopía y sueno 157

todo, es capaz de reconocerse co1r10 tal. 1,a conciencia peranza por obligación. Ta1nbién por eso, la educación
, del in3-caban1iento lo sl11nerge en lln rnovi1niento per­ es pern1anentc. (:orno el relato no ocurre en el vacío,
rr1anente de búsqueda que se acopla, 11cccsarian1ente, sino �é'n tín tien1po-eSpacio o en un tien1po que in1plica
a su capacidad de intervenir en .el 1nu11do, rnero soj;orte espacio y en un cspacío ten1poralizado, la educación.
para los otros anirl1ales.'Sólo el ser inacabado, pero que si bien es un fcnó111eno hun1ano universal, varía de u n
llega a saberse inacabado, }1ace la historia en la que so­ tie1npo-espacio a �.tro. La cd11cación tiene historicidad.
ciahnente se hace y rehace. Sin e1nbargo, el ser inaca­ l,o que se hizo en la (;.recia antigua r10 es exactan1ente
bado que no se reconoce con10 tal, que apenas e11tra e n lo inisn10 que se hizo en la Ro1na tarnbién a11tigu a. r\sí,
co11tacto con s u soporte, tiene historia pero no l a hace. tan1poco podría haberse repetido en el n1edioevo eu­
Una <le las difere11cias fundan1entales entre el ser ropeo lo gue se hizo con la areté heroica en la antigu a
que interviene e11 el 111undo y el que apenas se Inueve (;recia. Del rnisn10 rnodo, tan1bit:;n en la posinode rni­
sobre su soporte e�s_ q11e, nlientras el segnndo se adapta dad, nlarcada a cada instante por los avances tecnoló­
o se acornod;i al soporte, para el p1;in1ero la adajJlacián gicos, se hacen necesarias, indíspensable s y urgen tes
' !¿
representa sólo un rnon1e11to en el proceso de su büs- nuevas propuestas pedagógicas. En la era de la con1pu­
queda pern1a11ente de inserción en el n1undo. f\daptán­ tación no pocle1nos seg1iir parados, pegaclos al discurso
dose a la realidad ol�jetiva, el ser hun1ano se prepara verbalista, sonoro, que realiza el perfil del objeto para
para transfor1narla. 1,o que in1porta es que esta "voca­ que sea ajJJr:ndirlo por el alu1nno sín que este haya sido
ción" para el can1bío, para la intervención en el rnun­ ajnelu:11rlirlo por éL Li na de las cosas n1ás sígnificativas
do, caracteriza al ser hu1na110 co1110 proyerlo; del 1nisrno de las que las Jl1l�jeres y los hon1bres nos hen1os vuelto
.
n1odo que St1 intervención en el n1undo involucra una capaces a lo largo de la extensa hísturia que, hecha por
curiosidad siernpre clispuesta a alcanzar, perfeccionán­ nosotros, a su vez nos hace y rehace, es nuestra posi­
dose, la razón de ser de las cosas. :Esta vocación para bilidad de reinventar el rnundo y no sólo de repetirlo
la interYención exige lln cierto saber del contexto con o reproducirlo. El hor1iero hace el nüsn10 nído con la
el que se relaciona el ser al relacionarse con los otros nüsn1a perfección de sien1prc. Su ·'ingeniosidad" para
seres hun1anos y al cual 110 sola1nentc rontacto, corno hacer el nido se encuentra en la espt;cie )' no,en el indi­
hacen otros anirnales con su soporte. cfa1nbién exige vicluo hornero, este o aquel, niás o n1enos enarnorado
ol�jetivos, con10 una cleterrninada n1anera de intervenir de su pareja. Entre nosotros, n11ücrcs y hornbres, es di­
o de actuar que supone otra práctica: la ele evaluar la ferente. El punto de decisión de lo que liacernos se ha
interve11ción. desplazado <le la especie a los individuos y nosotros, Jos
Sería una contradicción que, inconcluso y conscíen­ individuos. estarnos sien(_lo lo que heredarnos genética
te fic la inconclusión, el ser hurnano, histórico, no se y culturaln1cnte. -i-.Jos convertin1os eu seres condiciona­
convirtiera en un ser que busca. ;:\hí radican, por una dos y no tlcter1ni11ados. Y prccisa111ente porque sornos
parte, su educabilldad y, por otra, la esperanza con10 condicionados y no de1ern1inados son1os seres de de­
estado del espíritu que le es natural. "l'oda búsqueda ge­ cisiún y de e1nprcndirnicnto, y la rrsj;onsabilidad se ha,
nera h� esperanza de encontrar y nadie n1antie11e la es- convertido, por lo tanto, en una exigencia fu11cia1TH:�ntal
1 58 Pedagogía de la indignación Denuncia, a11uncio, profecía, utopía y suerlo 1 59

ción de la ética, de su defensa contra la posibilidad de


de la l�bcrtad. Si estuviéran1os <leter1ninados por lo que
, su transgresió n. Por eso, tarnbién cleben1os en tregarnos
' fuere -la raza, la cultura, la clasi� social, el género-, no
a la LtJt:hn contra las •concepcio nes y las prácticas ineca­
tcndría1nos cón10 11ablar de libertad, de decísíón, ele
nicistas que re(lucen la irnportanc ia <le n uestro papel
ética, de responsabilidad. No se'rían'loS edl1cables, sino
1 en el nH1ndo, y deben1os hacerlo con la claridad filo­
adiestrables. Sornos o n os volvernos educables porque,
sófica indispensable para la práctica política (le quien
al nlisino Lie1npo que constatarnos experiencias nega­
se consiclcra rnás, t'11u�J10 n1ás, que una sin1ple pieza de
doras ele J a libertad, verifican1os tan1hién cp1e la lucha
tablero en un j ncgo que ya tiene sus reglas hccl1as.
por la libert�tcl y por la autono1nía contra la opresión y
¡\ propósito de J a reflexión e n torno a esta dirnensión
la arbitrariedad es posible.
de nuestra presencia política y lnunana en el nn1ndo,
La posibilidad de ir n1ás a i lá de los f�1ctores deter­
ine gustaría cornenzar el análisis de algunos tlesafíos
n1inantcs, de superarlos, nos ha transfor1nado en seres
que hoy nos instigan y conlin uar<ln haciéndolo a co-
condicionados. Y sólo se va n1ás allá de los factores de­
1nicnzos del siglo XXI. lJn análisis en el que, alguna
tern1inantes (que en ese rt1is1no n1on1cnto1�e transfor­
qne otra vez, volveré sobre algún punto ya tocado, aun­
n1an en f�1ctore.s condicionantes) si se ton1a conciencia
que espero no cansar con esto al lector.
de ellos y de su f11erza, aunque no sea suficiente.
No tendrían1os có1no hablar de libertad sin esa con­ El orden en el que hablaré de estos desafíos no tras­
ciencia de la cleter1ninación q11e1 en esta instancia, se luce la n1ayor o n1enor ünportancía de cada uno de
convierte en condicionan1iento. (�reo qne este es uno de ellos, no es sino el orden en que se n1c van ocurriendo
los principi\1S que subyace a la eficacia de la psicoterapia. o en el que voy yendo hacia ellos.
rICngan1os en cuenta que, anulando la in1portancia
de la conciencia o de la sul�jetividad en la 1-listoria, re­
ducida entonces J a conciencia a llrl rnero rcfl(�jo de J a La negación actual de los sueños y de la utopía
n1aterialidad, las concepciones inecanicístas de l a histo­ Y la lucha por ambos, ahora y en el comienzo

ria y de la conciencia se concretan en funciones obsta­ del siglo XXI


culizadoras de la educación. Decretan la inexorabilidad
del fl1turo, lo que acarrea necesariarnente 1 a 1nuerte de
:
r 1 rechazo sísternático ele los sueüo,� -y de Ía u ;opía viene
los sneüos y la utopía. l_,a educación se convierte en en­ s1cnflo una de 1 as connotacion es fltertcs (lel discurso
¡ rcllatniento, casi adiestra11liento, en el uso de técnicas.
ucoliberal y de 5�u JJr<íctica educativa en I3rasil v fl1era
;\J Yolvernos capaces de r:ornjJrender el rnundo, de co­
de él, lo que sacrifica indcfectiblcr nente la t�sp��ranza.
l,a propalada n1uerte de los sueúos y de la utopía, que
n1u11ícar lo co1nprendido, de observar, de con1parar, de
dcc i d í r, de e1nprender nuevos ca1ninos, de escoger, de
anicnaza la '/ida de la esperanza, tcr1nin;-1 por despolí­
\ ; i l j ) rar. nos hicirnos seres éticos, y en consecuencia c<-1-
tizar la práctica educativa hiriendo a la nat11raleza h11-
p,u es 1a1nbién de transgredir la ética. En realidad, sólo
rnana nlis1na.
l,a 1nuerte de los sucúos y <le la utopía, una conse­
1 ' ! '·,cr que eticiza p1iedc negar la ética. Por eso, una de
1 1 1 1 ; ·s1ras luchas fundan1cntales es a fa1vor de la preserva- cuencia derivada de la rnuerl-<: de la Historia, supone la
1 60 Pedagogía de la indignación Denuncia, anuncio, profecía, utopía y sueño 1 61

inrnovilízación de la J�fistoria reduciendo el futuro a la siclad crítica y nos estünule a participar con10 Sl�jetos
, pcrn1a'n encia del presente. El presente "victorioso" del tlel conocin1iento y de la reinvención del rnunclo. A n1i
neoliberalisn10 es el futuro al q11e r1os adaptarernos. Al entttM<ler, esta es la· práctica educativa que exigen los
n1isn10 tie1npo que habla de la n1uerte de los s11eüos y avances tecnológicos que caracterizan nuestro tlen1po.
ele la utopía y clesproblernatiza el futuro, este discurso Al despolitizar la educación y reducirla al carnpo de
se afir1na co1no un discurso fatalista. "El <lese1npleo en las destrezas, la ideología y la política neoliberales ter-
el mundo es una fatalidad del fin del siglo." "Es nna 1ninan ger1erando1 un�l práctica educativa q11e contradice
pena que haya tanta rniseria en Brasil. Pero la realidacl u obstaculiza una de las exigencias f11ndan1er1tales clel
es así. ¿Qué podemos hacer nosotros?" Ninguna reali­ n1is1no avance tecnológico: la de preparar st�jetos crí­
dad es así porq11e así tenga que ser. I·:stá siendo así por­ ticos capaces de responder con celeridad y eficacia a
q11e los f11ertes ü1tereses de los poderosos la hacen así. desafíos inesperados y diversificados, En realidad, el
No basta con reconocer que el sisterna actual no nos entrenrnniento estricto, tecnicista, habilita al educando
incluye a todos. Precisamente porque lo reconocernos, para repetir detcr1ninados cornportanlientos. Sin em­
es necesario lúchar contra esa evicle�1cia y n�J adoptar la bargo, necesitan1os algo n1ás que esto. A.. decir verdad,
postura í�italista forjada por ese n1is1no siste1na, según necesitarnos 11n saber técnico real, con el que podan1os
la cual "no hay nada que hacer; la realidad es así". respor1der a los desafíos tecnológicos. Un saber que se
Si los suefios rnuercn y la utopía tan1hién n111cre, la reconoce con10 parte de un universo n1ayor de saberes.
práctica educativa ya no se relaciona con la der111ncia Un saber que no censura las preguntas legítimas que
de una realidad nlalvada y el anuncio de una realidad se forrr1ulan respecto de él: a favor de qué o de quién;
n1enos verg·o11zosa, n1ás h1unana. i\ la educación, en contra qué o contra quién se utiliza. Un saber que no
tallto práctica rigurosa1nente pragn1ática -no en el sen­ se rf:conoce inclifcrente a la ética y a la política, pero
tido de"\veyano-, le toca entrenar a los cducanclos en el sí a la ética del rncrcaclo y a la política de esa ética. Lo
uso de técnicas y principios científicos. Entrenarlos, eso que necesitarnos es tener la capacidad ele ir n1ás allá
es todo. El pragrnatisruo neoliberal no tiene nada que de los con1portan1ientos esperados, es contar con la Cll­
ver con la forrnación. riosidad crítica del su'1· eto, sin la cual
, ,t/
la invención
'
v la
J
En este sentido se ha pregonado, también ideológi­ reinYenciún fle las cusas se dí1lcultan. L,o que necesita-
ca1nente, que la pedagogía crítica ya es pasado; que el 1nos es provocar la capacidad creadora y clespertar la
esfuerzo de concien tización es una antigttalla suburba­ curiosidad que nos caracterizan co1no seres hu1nanos
na. Sin sueiios y sin lltopía, sin denuncia y sin anuncio, y no d�jarlas libradas a su suerte o casi, o, lo que es
sólo resta el entrenanliento técnico al que la educación peor, dificultar su (:jercicio o atrofiarlas con una prácti­
queda rech1cida. ca educativa que las inhiba. En este sentido, el ideal de
En nornbrc de la naturaleza hun1ana, de la que ya la opción política conscrvaclora es la práctica eclucati­
tanto he hablado, rne rebelo contra ese "prag111atisrno" va que, "entrenanclo" tocio lo posible la curiosi<lad del
rnezquino y apoyo una práctica ech1cativa que, coheren­ cclucando en el do1ninio técnico, sin1plifica al n1áxin10
te con �:l ser que cstan1os siendo, desafíe nuestra curio- su conciencia en lo atinente a su forn1a de estar sienclo
1 62 Pedagogia de la i11dignación
Denuncia. anuncio. profecía, utopia y sueño 1 63

eu la polis: eficacia técnica e íneiicacia cincladaua, an1-


v coherente con la naturaleza hurr1ana, {lcbe1nos e1n­
!Jas al sé::rvício de la rninoría do1n1inante.
ÍJeüarnos i n tensa1nente e n pron1over la concepción de
la hiSforiá corno j;os�bifidad. En la historia corno posi­
bilidad no hay lugar para un futuro inexorable. Por el
La historia como determinación
contrario, el futuro sie1nprc es prohle1nático.
(el futuro como un dato inexorable)
Destaquc1nos ad,e1nús que l a con1prensión de l a I-Iis­
versus la historia como posibilidad
loria con10 ¡;osihilidad -supone reconocer o constatar l a
(el futuro problematizado)
i1nportancia de J a conciencia e n el proceso de conocer,
de i n tervenir e n el n1undo. 'La historia con10 tie1npo de
Para nosotros, nnücres y ho1nbrc-s, estar e n el 1nundo
¡;osibilirlrui presupone l a capacidad del ser hu1nano de
síe:nifica estar con él y con los otros, actuando, hablan­
observar, conocer, con·1parar, evaluar, decidír, en1pren­
�;
d , pensando, reflexionando, incditando, buscando,
dcr nuevos canlinos, ser responsable; pres1 1pone la ca­
crnnprendiendo, co111�1nicandp lo rontfnrnrlido, soilando ·y
pacidad de ser ético, y de transgredir la propia ética. No
aludiendo sied1pre a un n 1af1ana, éon1paráhdo, valu­
es posible educar para l a clen1ocracia, para l a libertad,
ra11do, tlecidie11do, transgrediendo prii1cipios, encar­
para l a responsabilidad ética en el 1narco de una con­
lL:índolos, e1nprc;n<.liendo n11evos cauiinos, op1a11do,
cepción cleter1ninista de la historia.
crevendo o cerrándonos a las crcencías. l,o que no es
Por otra parte, tan1poco es posible educar para la de-
;
po iblc es estar en el 1nnndo, con el inundo y con los
1nocracia ni cxperi1nentar l a den1ocracia si11 el ejercicio
o t ros, s1u11i(tos e u una cierta indiferencia a cornpren­
crítico de reconocer el sentído real de las acciones, de
dcr por qué hacernos lo que hacernos, a ü1vor de qué y
las propuestas, de los proyectos, sin indignarnos por Ja
de qui{;n lo haccn1os, contra q u{' y c o n tra q ui{:n hace­
posibilidad cornprohable de q11e se c1u11plan las pro1ne­
u1os lo que hacc1nos. Lo que no es posible es estar e n el
sas hechas sin pregun tarse por l a real irnportancia de l a
inundo, con el n1nndo y con los otros sin vernos aft:cta­
obra anunciada o prornetida para la polJlación, tanto
dos por u n a cierta co111prensión de nuestra propia pre­
en su totalidad con10 para algunos sectores sociales.
sencia en el inundo. Es decir, sin una cierta inteligencia
;\ fin de cuentas, ¿para qué proy�to 'de �iudad tra­
de l a historia y de nuestro papel en ella.
b;,�ja esta o aquella obra? ¿Se trata ele un proyecto rno­
/\ l a luz de con10 vcnü11os experin1entándonos hoy
dcrnlzador que excluye a los sectores desvalidos <le la
-o bien n1arcados por una cornprcnsión preponcleran­
poblaciún, en vez de incluirlos? nn proyecto que,
ternente ingenua de la I· ist.oria y de nuestros 1novin1ie11-
si bien probarlarnente necesario para la ciudad, no
·

tos en ella, cuyo princini:o funda1nental es el destino o l a


const i.1 uye una prioridad urgente fl"ente a l a indigencia
suerte; o b i e n son1etidr>s a l a ideología no n1c11os Ülta­
qtu· padecen ciertas área'l sociales de l a ciudad? l<�s el
llsta incrustada en t J discurso neoliberal, según la cual
caso, por �jeinplo, de l a construcción de un túnel para
carnbiar es siernpre Jifící l , casi in1posible si el can1bio
conectar un barrio rico y c1nhclleci(lo con otro barrio
beneficia a los poL,res, porque la reallda{l es así-, tengo
igualn1cnte bonito y bien cuidatlo. Pero hacer con
la certeza de qne, {Ü::s<le una perspectiva de1nocrática
las zonas periféricas de la 1nis1na cluda(l, carentes de
164 Pedagogia de la indignación Denuncia, anuncio, profecía, utopía y sue1lo 165

cloacas, de agna, de plazas, de transporte, de escuelas? por c11ánlo, etcétera. La cuestión fur1dan1e11tal e n la

1,os par'tidos progresistas no pueden quedarse callados. práctica política n o es si1nplen1cnte hacer cosas, s i n o

l.os partirlos progresistas no pueden cnrnudecer, re­ e n beríef?cio de q11é )" de q ui é n s e hacen e s a s cosas, l o

nunciando a su obligación de cle<'ir lu palabra utópica, cual e n cierto sentido hnplicará e n contra de q u i é n s e

la palabra que den1lncia 'y anuncia, y no porque tengan hacen l a s cosas.

una r�tbia irrefrenable contra los nacidos en cuna de (;orno no es posi,b1e separar la p o lítica de la educa­

oro, sino porque la lucha contra las ü�jusücias f{)rn1a ción -el acto polítiéo e�� pedagógico y e l acto pedag6gi­
µarte de su naturaleza. co es político-, los partidos progresistas, i nteresados e n
El dehatc sobre cu;'inta il�justicia rcpreseutd cierta descubrir verdades, tienen q-ue arriesgarse, hasta de for­

''política fiel hacer'' es, por fuerza, tan ideológico Cl_)lHO rna qutjotesca, a esclarecer q ue ningún túnel, ningüu

bt p ráctica de hacer. Ningún funcionario püblíco está viadncto, ninguna alarneda, n ingl1na plaza se explican

libre de prefércnch1s ideológicas y p o líticas ni se co1n­ por sí solos o de forn1a autóno1na. (�01110 experiencia

porta corno un angel ito cuando ¡)refiere construir un pedagógica, el acto político no puede reducirse a t111
Ji'f
'- •

proceso utilitario, interesado, in1nediatista. A veces e s


'

túnel que cuuect;-i nn barrio rico de s11 ciudad con otro


sin1ilar, y no, por c:jcrnplo, un parq11c arbolado y acoge­ preferible perder l a s elecciones pero seguir siendo flel

dor o una escncla en una zona periférica de la c iudad. a principios fundan1entales y coherentes con los sneiios

No n1e convencen los análisis políticos que afirn1an que procla111ados.

e l co111 porta111ieuto político de las clases populares o I,o que necesitan hacer los partidos progresistas, e 1 1

de los electores en general h a can1hiado: rechazan, di­ lugar de archivar su tarea utópica de discutir esperan­

cen, los blabl�1hhis ideológicos y apoyan las p o líticas del za<lan1en te la razón de ser de las cosas, es aprender con

hacer. f�n prinier lugar, el tipo de análisis ideológico y e l pueblo 1nis1no l a n1t�jor 1nanera de co1nu11icarse con

político al f]UC ine referí a11tes debe continuar hacién­ él, córno con1nnicarlc rnc.::.:j o r la inlfnj1re!arión que hacen

dose. Por t�jernplo, ¿acaso puede haber un discurso 1n:í.s o están haciendo de su t l e 111po y de su espacio.

ideológico que e l de un hon1hre público que, sin hesi­ r:o1no educador progresista, 110 puedo p erclern1e en

ta1� clcclaró: "I-Iago obras en las zonas de la ciudad que discursos descontcxtualizados, agr�\\ivos,, i nci>perantes,

pagan in1p11estos"? c:o1no s] las poblaciones discrünina­ autoritarios y elitistas, n i tarnpoco aclaptarn1e a ciertas

das de la periferia no pagaran i111pucstos y los poderes apreciaciones populares lndisc11tiblernente equivoca­

públicos debieran castigarlas por ser pobres y feas. das co1no: "IZoba pero hace". ·rarnpoco puedo pensar

:iv'Ii tesitura es l a siguiente: ;n1nque s e cornprobara que el pueblo es ir1grato porque n o votó l o que a n1í rnc

qne el con1porta1niento político ha ca1nbiado, la po:-tu­ parecía nH�jor n i apoyar o aplaudir su acierto, tornándo­

ra político-pcdagógica de los partidos progresistas de­ lo co1no n1o<lclo de n1i rectificación po!ítJco-ideológica.

bería insistir en pensar a f] Uién s i rven n1;_is las obras de Respeto al pueblo en lo que elige, pero continúo en nü

quienes se publicitan con l o que hacen. I�l h e c h o de ha­ l u c h a contra la f-�tlsiflcación de la verdad.

cer no exin1c d e hacer un análisis crítico de lo q u e se (�onsidcrar cl1arlataucría inoperante e izquierdista al

hace, de.por qué se hace, para quién, a Livor de quién, análisis de la política de hacer cosas -viaductos, túneles,
1 66 Pedagogía de la indignación Der1unc1a. anuncio. píofecía, utopía y suefi-o 1 67

avenidas- y la indagación rlc a [1vor de qué y de quién, y perversa ('.tica del n1crcado y del lucro, hablaran e n
contr;{ qué y contra quién se h ;c'Jien las cos��s reviste el defensa de l a ética u niversal del ser hu1nauo.
n1isn10 carácter ideológico del discurso neolibcral que, Si t1 rli�'icnrso h u1rüu1ista provocara alguna respuesta,
negando los sncfios y l a utopía y dcspdliti/.an do l a edu­ sería en torno a la existencia concreta o no de una ética
cación, reduce la ��duc�ición a un inero e 1 1trenanüento hu1nanista. Y el ernisor {lcl fliscurso sería considerado
tecnicista. un rorn�í.nüco, t111 visionario, un idealista disconforn1e
;\ n1i entender, aunque hoy se pregone que l a edu­ con el rigor ele la <.; l�jeJiviclad.
cación ya no tiene nada que ver c o n los sucüos, sino l)e hecho, el discurso fatalista que dice "l,a realidad
que se relaciona con el e ntre11a1niento técnico de los es corno es, ¿qut' le va1nos a hacer?", decretando de ese
educandos, l a necesidad de insistir e n los sueños y en n1odo l a in1po1encia h u 1 n;J_na, nos induce a tener pa­
l a utopía sigue vigente. I...,as rr11�jeres y los hon1brcs nos ciencia y astucia para poder atlaptarnot1 n1t�jor a la vida
transfor1nar ernos así en algo n1ás q 1 1e si1nples aparatos en tanto realidad i n tocable. En el f(Jndo, es el discurso
a ser entrenados o adiestrados; nqs trans í'o r1naren1os de la con1prensión de la I--Iistoria corno detcrn1ínacíón.
_
en seres que � ligcn, que deciden, que intc 'vi e n e n en
9l La globalización, tal co1no está, es inexorable. No hay
e l n111ndo; nos transforn1ar en1os e n seres responsable s. nada que pueda hacerse contra ella, salvo esperar que
l a den1ocracia, a la que l a propia globalización va arrui­
nando paulatinarncntc, se rehaga rnágica1nente a tieni­
Ética de mercado versus ética universal po para detener su acción destructora.
del ser humano Sin ernbargo, la lucha en btvor {le los ha1nbricntos y
asolados habitantes del nordeste, n o sólo víctünas de
Valc1nos tanto corno sun1e o pueda su111ar nuestro po­ las sequías, sino, sobre todo, de la tnaldad, de la gula.
der de co111pra. 1t�ndre1nos rnenos poder de con1pra de la insensatez de los po(lcrosos, furnia parte, en rea­
cuanto 111cnos poder o crédito tenga nuestra palabra. lidad, del dorninio ele la ética u niversal del ser lnunano
I...,as leyes del n1ercado bt�jo cuyo in1perio nos hallan1os tanto co1no la lucha en f�tvor de los derechos
establecen, con rigor, el lucro corno ol�jctivo principal dondequiera que se entable; del d;:�¡;ech{> a .transitar li­
e irrecusable. S e trata de un lucro sin lín1ites, sin condi­ brerncntc, del derecho a corncr, a vestir, a pronunciar
ciones que rcstril�jan su producción . El único freno al la palabra, a a1nar, a elegir, a estudiar, a trab<�jar; del
lucro es el lucro inis1110 o el ITliedo de perderlo. clcrccho a crct'r y a no creer, del derecho a la scg-uridad
l,os i ll'/Crsorcs <lel n1ercado financiero i n ternacional y a la paz.
podrían considerar cuando n1enos ridículo, por abso­ lJna de las convicciones que sostengo firnicrncute
lutan1entc inin teligible, un discurso que les hablara de ho:v en día es que, si de verdad querc1nos superar los
los riesgos a los que su especulación desenfrenad a ex­ clcscquilibrios entre norte y sur, entre po{ler y fragili­
pone a las econon1ías indefensas o rnenos protegidas. dad, entre econo1nías fuertes y econo1nías d{:bilcs, no
Nlcnos inteligible aún resultaría el discurso si se expla­ podernos prescindir de la ética. pero evidentcn1 c n 1 c
yara eq consideraci ones que, sobrepasan do la estricta no aludo c o n esto a l a ética del 1nercado.
1 68 Pedagogía de la indignación Denuncia, anuncio, profecía, utopía y sueño 1 69

E n pos de una superación an1plia y profunda, nece­ sino la lucha por stt confrontación justa, crítica- y la
, sitarnoS otros valores, valores qne i10 se gestan en las búsqueda de soluciones adect1adas para los cont1ict:os
estructuras fo1jadoras del lucro sin freno, ele la visión constITuy�n una exig'encia in1periosa de nuestra época.
individualista del munrlo, del sálvese quie'n pueda. La Sin err1bargo, la paz no precede a la justicia. Por eso,
cuestión que se noS plan1tea -desde una perspectiva que la rrit:Jor n1anera de hablar a favor de la paz es hacer
no sea idealista por lln lado y mecanicista por otro- es justicia.
'
cón10 vivir y experín1entar, por <je111plo, la solidaridad, Nadie <lorrlina a nadie, nadie roba a nadie, nadie dis­
que es i ndispensable para superar el lucro descontrola­ criinina a nadie, nadie 1naltrata a nadie sin ser castiga­
do, sólo dominable por el miedo a perderlo, do legalmente. Ni los individuos, n i los pueblos. ni las
Rechazo, con10 pura ideología, la afirn1ación, tantas culturas, ni Jas civilizaciones. N11estra utopía, n11estra
veces criticada en este texto, de que la rniseria es una sana locura es crear un rnundo donde el poder se fun­
fatalidad del fin de siglo, La miseria en la opulencia es dan1ente de tal n1anera e11 la ética que, sil1 ella, se eche
la expresión de la perversión de una'
econo1nía cons- a perder y no sobreviva.
, ff&
truida sobre la base de la ética del mercado, del todo En tu1 inundo así, la gran tarea del pocler político es
vale, del sálvese quien pueda, del cada uno hace la suya. garantizar las libertades, los derechos y los deberes, la
Según la ()rganización Internacional del Trab;:ijo, justicia, y no respaldar la arbitrariedad de unos pocos
hay mil millones de desempleados en el mundo, ¡Es de­ contra la debilidad de las mayorías. Así como no pode­
n1asiada fatalidacl! mos aceptar lo que he llamado "fatalismo liberador",
Si el n1undo aspira a algo diferente, por ejen1plo, en­ que implica un f11 turo desproblen1atízado, el f11turo
tregarse a la ·- hazaña de vivir en una sección de la histo­ inexorable, tan1poco poden1os aceptar la donliuación
ría n1enos vergonzosa, tnás plcnan1ente hurnana, don­ como t1na fatalidad. Nadie puede afirn1ar categórica­
de la alegría de vivir 110 sea una frase hecha, 110 hay otro n1ente que jan1ás será construido un n1undo así, hecho
can1ino que la reinvención de sí n1is1no, que conlleva 1a de utopías. A fin de cuentas, este es el suefio escncial­
necesaria superación de la econon1ía de n1ercado. n1ente de1nocrático al que aspirarr1os si son1os cohere11-
temente progresistas. Sin en1bargo,)�.pfiar CON ese Inun­
do no basta para hacerlo realidad. Para construirlo, hay
la cuestión de la violencia que luchar sin descanso.
Sería 11orrendo q11e t11viéra1nos se11sibilidad al dolor,
La cuestión de la violencia, no sólo física, directa, sino al ha1nbre, a la i njusticia, a la an1enaza, sin ninguna po­
subrepticia, sin1bólica; violencia y han1bre, violencia e sibilidad de con1prendcr la razón o las razones de la
i ntereses econón1icos de las grandes potencias, violen­ negativiclad. Sería horrible que sintiéran1os la opresión
cia y religión, violencia y política, violencia v racisn10,
' .
y no p11diéran1os imagiI1ar un 1n11ndo difc�re11te, sofiar
violencia y sexisn10, violencia y clases sociales. con él con10 proyecto y luchar para construirlo. Nos
La lucha por la paz -que no significa la lucha por la hicin1os n11�jeres y l10111bres experin1entándonos en el
abolició�1, ni siquiera por la negación, de los conflictos, juego de estas tran1as. No sornos, estan1os siendo. L,a
170 Pedagogía de la indignación Denuncia, anuncio, profecía, utopía y sueno 1 71

libertad n o se recibe con10 un regalo, es un bien que Esta capacidad inventiva, que supone la con1Hnicatl­
;se e n riC1ucce en la lucha perrnanente por conscgtlirlo, va, está presente en todos los niveles de la experiencia
en la rnisrr1a rnedida en que no hay vida sin presencia vitaL Stn e1nbargo, lo-s seres hu1nanos connotan su ac­
de libertad, por 1níniina que sea. Pe1"0, a ¡-1esar ele que tividad creativa y conn1nicativa con huellas q u e son ex­
la vida en sí supo1l.e la 1 libertacl, esto no significa, de clusiYarnente suyas. L.a co1nu1úcación existe en la vida,
ninguna inanera, que la tengarnos gratis. l..os e n e 1nigos pero la co1nunícacíón hun1ana se procesa tan1bién y de
ele la vida la a1nenazan constante1nente. Por eso ncc:c­ Iór111a especial en lil ex_istencia, una de las invenciones
sita1nos luchar para rnantenerla, para reconquistarla o del ser htunano.
para an1pliarla. De cualquier rnancra, no obstante, creo l)el n1is1no n1odo que e l (_-,,b rero tiene en la cabeza el
iinposihle que alguna 'VCZ puecla suprirnirse el núcleo boceto de l o que va a producir en su taller, nosotros,
fundanH:: ntal de la vida: la libertad y e l rniedo a perder­ n11�jeres y ho1nbres co1no tales, obreros o arquitectos,
la. Pero s í puede vc.rse an1enazado. El núcleo de la vida, n1édicos o ingenieros, físicos o Inacstros, tan1bit".n tene­
entendida en la totalidad de la a1nplitud de su concep- rnos en la cabeza, n1:-is o n1enos, el boceto del rnundo

,
i,j¡
to y n o sólo co1no vida hun1a11a; vida que, ilr1plícando e i 1 el que nos gustaría vivir. .Eso es la utopía o el suefio
la libertad con10 n1ovi1nicnto o búsqueda perrnanente, que nos alienta para h tchar.
supone tan1bién la necesidad de cuídarla y el n1iedo a l'] sueflo de un n1undo n1(jor nace ele las cutrailas
perderla. I,ibertad y rnieclo a perder ia vida se engen­ ele su contrario. Por eso, corrernos el ríesgo tanto de
dran en un núcleo n1ás profundo, indispensable para idealizar el rnundo n1t:_jor, desprendiéndonos de nues­
la vida, el de la co1n1u1icación. En este sentido, n1e pa­ tro 111undo concreto, con10 de -por estar dcrnasiado
rece una co;1tradicción la111entable hacer un cliscursn "adheridos'' al inundo concreto- surnergirnos en el in-
progresista, revolucionario y sostener una práctica ne­ 1novilis1no f�1talista.
gadora de la vida: una práctica que conta1nine e l aire, An1bas posturas son alienadas. La postura crítica con­
las aguas, los can1pos, que arrase los bosques, dest ruya siste en que, distanciándon1c episten1ológican1c11tc de
los {lrboles y an1enace los anirnales terrestres y las aves. lo concreto donde n1c encuentro para poder apreciarlo
En cierto rnornento de [','! r:aj>ital, al hablar del traba­ 1 ne¡"
.
or, descubro c¡ue la única í'or1na de salir . ele allí es
-�
jo hun1ano frente al trabaj o de otro ani1nal, dice l\t1arx concretar el sueiío que, a partir de entonces, adquiere
que ninguna abtja puede con1pararse con el n1ás "aver­ una n ueva concreción. Por eso, ;J.ceptar e l sueiío de un
gonzado"'' Inaestro de obras. Esto se elche a qne el ser inundo n1(:jor y adherir a él es aceptar entrar en el pro­
h1unano, antes de producir el ol�jeto, tiene la capaci­ ceso <le crearlo, un proceso de lucha profundan1cnte
da(l de idearlo. /\ntcs de hacer la n1esa, el obrero ya la anclado en la ética. lJna lucha contra cualquier tipo de
tiene disctlada en la "cabeza". violencia, contra la violencia <�jcrcida sobre la vida de
los árboles, de Jos ríos, de los peces, de las 1nontaüas,
de las ciudades, sobre las huellas físicas de las 1ncrnorias

" Marx sostiene que el hombre queda avergonzado ante la abeja culturales e históricas; contra la violencia t;jcrcida so­

,
por la perfección con que ella construye su panal. [N. ele la T.] bre los débiles, sobre los indefensos, sobre las rninorías
1 72 Pedagogía de la indignación

ultr<-�jadas; contra la violencia qt1e sufren los discrirrü­


,nados, 'no irnporta la razón de hr discrin1inación. Una
lucha contra la impnnidacl que en este mon1ento fo­
rnenta entre nosotros el crirnen,. el abuso, 'el desprecio
hacia los n1ás débiles, c1 desprecio ostensible hacia la
vida. Una vida que, en la desesperada y trágica f()r1na
de estar siendo de cierto sector de la población, conti­
núa siendo 1u1 valor; una vida que es nn valor inesti1na­
ble. Es algo con lo que se juega durante un tiempo del
que sólo habla el destino. Se vive sólo en cna11to no se
está n1 uerto y se puede provocar la vida.
l.ucha con_tra el p_esprecio de la cosa pública, contra
la 1nentira, contra la falta ele escr1ípulos.
'
Y todo eso con
' . Jp
incnnentos de desencanto, pero s1n perder r1unca la es-
peranza. No iinporta en qué sociedad esten1os ni a qué
socieclad pertenczcarnos, nos urge luchar con es_peran­
za y denuedo.

San. Pablo. 25 de noviembre de 1 996

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