Professional Documents
Culture Documents
Guido (El Derecho No. 13.443, Año LII, Tomo 256, 2014)
Guido (El Derecho No. 13.443, Año LII, Tomo 256, 2014)
I. INTRODUCCIÓN
Puede decirse que la peculiaridad jurídica que tuvo la acefalía producida con
motivo del derrocamiento de Arturo Frondizi comenzó a configurarse casi desde el
inicio de su gestión.
Es que además de las inusuales circunstancias electorales que permitieron su
acceso a la presidencia, Frondizi tuvo que lidiar tempranamente con la renuncia del
vicepresidente de la Nación, Alejandro Gómez. Era éste un abogado radical,
originario de la provincia de Santa Fe, que adhería ideológicamente a la
Declaración de Avellaneda, pero rechazaba de plano los principios elementales de
la denominada política desarrollista. Según varios autores, “criticaba abiertamente
al Dr. Frondizi y se oponía –a veces frontalmente– a cuestiones fundamentales de
su accionar, llegando incluso a participar de reuniones conspirativas.”1
Ciertos allegados al Gobierno consideraban que este conflicto podía volverse
una fractura del frente interno y derivar en una debilidad ante las difíciles
decisiones que habría que tomar, por lo cual se sugería que era conveniente actuar
preventivamente e intentar desplazarlo. Al mismo tiempo, algunos autores señalan
que lograr la renuncia de Gómez podía significar no sólo prevenir un conflicto en
ciernes, sino que podía capitalizarse como una ventaja táctica para el presidente, ya
que en su ausencia se complicaba cualquier intento de derrocamiento.2
En cualquier caso, lo cierto es que el Gobierno inició investigaciones formales
para determinar la presunta actividad conspirativa de Gómez, lo que desembocó en
1
C ARDONE, EDGARDO H., José María Guido: Un patriota en la borrasca, De los cuatro vientos, 2005, p.
107. En igual sentido, ver GÓMEZ, ALBINO, Arturo Frondizi, el último estadista, Lumiere, 2004, p. 65;
RODRÍGUEZ LAMAS, DANIEL, La presidencia de Frondizi, Centro Editor de América Latina, 1983, p. 94;
ROUQUIÉ, ALAIN, Poder militar y sociedad política en la Argentina II 1943-1973, Emecé, 1982, p. 165;
POTASH, ROBERT, El ejército y la política argentina 1945-1962, Sudamericana, 1981, p. 369.
2
Cf. H ALPERIN DONGHI, TULIO, Historia Argentina, La democracia de masas, Paidós, 1972, p. 115.
Electroniccopy
Electronic copy available
available at:
at:https://ssrn.com/abstract=2408658
http://ssrn.com/abstract=2408658
su renuncia y posterior expulsión del partido. Días después, Gómez recibió una
carta exculpatoria de Frondizi, a fin de dar por terminado el incidente. Una vez
consumada la renuncia de Gómez y producida la vacancia de la vicepresidencia,
José María Guido pasó a ser presidente provisional del Senado. Este último, que
era senador de la UCRI por Río Negro y hombre de confianza de Frondizi, se
situaba así en el primer puesto de la línea sucesoria presidencial, y cada vez que el
presidente de la Nación viajaba al exterior3, le correspondía a él reemplazarlo en
sus funciones.4
3
Los viajes al exterior de Frondizi fueron muy frecuentes. Aunque resulte increíble, fue el primer
presidente argentino en visitar oficialmente, en su carácter de jefe de Estado, a los Estados Unidos,
Canadá, Gran Bretaña, Italia, España, Francia, Suiza, Holanda, Bélgica, India, Tailandia o Japón, por citar
los más importantes.
4
Algunos autores objetaban la procedencia constitucional de la actuación del senador Guido en este
carácter. Guillermo Díaz Doin, por ejemplo, afirmaba que era necesario cubrir la vacante con una nueva
elección (v. D ÍAZ D OIN, GUILLERMO, “La ausencia presidencial en caso de vacancia de la vicepresidencia
de la Nación”, J.A., 1960-III p. 87). Con fundamentos similares, González Calderón sostuvo en aquel
momento la necesidad de una elección de vicepresidente (J.A. 1959-I, Doct., p. 3). En contra, se
pronunciaron Roberto García Martínez, (“El problema de la elección de un nuevo vicepresidente de la
Nación”, J.A., 1959-II, Doct., p. 40) y Salvador C. Vigo (“Elección de vicepresidente de la Nación”, en
DJA, N° 7324, 17/12/1958, p. 4).
5
Cf. CORTÉS C ONDE, ROBERTO, La economía política de la Argentina en el siglo XX, Edhassa, 2005, p.
245.
Electroniccopy
Electronic copy available
available at:
at:https://ssrn.com/abstract=2408658
http://ssrn.com/abstract=2408658
La ambiciosa política de fomento de las inversiones dio resultado: se produjo un
sensible aumento de la tasa de capitalización al 24% anual en 1961, y el volumen
físico de la inversión bruta fija llegó a un aumento del 44% sobre 1959. Como
destaca Ferrer, el tan cuestionado asunto de la política petrolera desarrollista dio
también sus frutos, ya que en el año 1962 se produjeron más de 15 millones de
toneladas, alcanzándose prácticamente el autoabastecimiento.6
De modo que, estando bajo control las variables más significativas de la política
económica, fueron los factores políticos los que sellaron el derrocamiento de
Frondizi. Desde el inicio de su mandato, el Gobierno estuvo bajo permanente
sospecha por parte de las Fuerzas Armadas. El acercamiento a Perón y el pacto
preelectoral significaron una afrenta difícil de digerir, que explicaba la “primaria
resistencia de las Fuerzas Armadas en permitirle al doctor Frondizi asumir la
presidencia en mayo de 1958.”7 Con el correr del tiempo, la presión militar fue
empujando al presidente al reemplazo de ciertos funcionarios clave por otros que,
si bien no comulgaban enteramente con sus ideas, le servían para “amenguar las
graves tensiones militares y políticas.”8
A ello había que añadirle la sospecha de una supuesta filiación comunista de
Frondizi, alimentada por la actividad política desplegada por los hermanos del
Presidente y por el sesgo “economicista” con que se explicaban las políticas
públicas que el Gobierno quería implementar.
Desde la óptica de las Fuerzas Armadas, la desconfianza inicial parecía
confirmarse a cada paso. La alegada condición de comunista del presidente pareció
“probada” con la actitud zigzagueante que se adoptó frente al caso cubano. La
reunión secreta que mantuvo con Ernesto “Che” Guevara el 18 de agosto de 1961 y
la negativa a votar la expulsión de Cuba de la OEA motivaron una catarata de
acusaciones por parte de la prensa y de la oposición, que llevaron al Gobierno hasta
el borde del precipicio. Frondizi no tuvo más remedio que retroceder y rompió
relaciones con Cuba en febrero del '62, abandonando su política de neutralidad,
apaciguamiento y mediación entre Castro y Estados Unidos y comprometiendo así,
definitivamente, el poco resto de autoridad que aún conservaba.
6
Cf. FERRER, ALDO, La economía argentina, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 236.
7
GÓMEZ, supra nota 1, p. 25. En igual sentido, ver R ODRÍGUEZ LAMAS, DANIEL, La presidencia de
Frondizi, Centro Ed. de Am. Latina, 1984, p. 16.
8
GÓMEZ, supra nota 1, p. 80.
9
Por otro lado, la proscripción masiva de amplios sectores peronistas hubiese sido también suicida para el
Gobierno, ya que existía consenso entre los dirigentes más importantes de todo el arco político y la
opinión pública acerca de que debía evitarse esa medida (Cf. LUNA, FÉLIX, 1943-1973 De Perón a
Lanusse, Planeta, 1973, p. 73).
La historia de los últimos días del gobierno de Frondizi está plagada de hechos
confusos y versiones contradictorias. Ante la difícil situación política, las salidas
que se ideaban y proponían fueron múltiples, pero ninguna de ellas lograba
imponerse. Así, por ejemplo, dentro de las Fuerzas Armadas se distinguía un sector
“legalista”, principalmente integrado por grupos del Ejército, que proponía la
continuidad formal de Frondizi acompañado por un gabinete de “coalición” o de
“unidad nacional” integrado por funcionarios que respondieran a la Fuerzas
Armadas.10
En una línea más dura estaba la Marina, que proponía la renuncia inmediata del
presidente y la conformación de un nuevo gobierno, al margen de los mecanismos
constitucionales.
En caso de que ninguna de estas dos alternativas fuera viable, algunos
imaginaban un posible reemplazo de Frondizi por otro funcionario civil, entre los
que figuraban Guido o el presidente de la Corte, Villegas Basavilbaso, al sólo
efecto de brindar continuidad institucional y una transición ordenada hacia una
nueva elección. Guido era especialmente apto, ya que tenía el entrenamiento de
haber ejercido la presidencia en reemplazo de Frondizi durante sus numerosos
viajes. Pero, ante la requisitoria de varios dirigentes, el senador declaró que “no hay
legalidad sin Frondizi”11, atando su suerte a la del presidente.
Por otro lado, los propios integrantes del gabinete también sugerían soluciones,
como por ejemplo, Rodolfo Martínez, quien a partir de su fuerte vinculación con
los sectores militares propuso un plan que “en líneas generales limitaba el poder
del presidente desde el punto de vista político y lo subordinaba a un Consejo de
Gobierno; todo ello debía ser aprobado por el Congreso, y también se había
pensado en una ley de representación que impidiera el uso de símbolos y emblemas
peronistas.”12 Más allá del mérito de estas ideas, ninguna reunía el consenso
necesario.
10
CARDONE, supra nota 1, p. 119.
11
Diario La Nación, 21 de marzo 1962, p. 1.
12
C ARDONE, supra nota 1, p. 120. En igual sentido, SZUSTERMAN, CELIA, Frondizi, la política del
desconcierto, Emecé, 1996, p. 310 con cita del diario La Nación del 28 de marzo de 1962.
13
Diario La Nación del 26 de marzo de 1962, § 1, p. 1.
14
C ARDONE, supra nota 1, p. 182. En idéntico sentido GÓMEZ, supra nota 1, p. 238; GAMBINI, H UGO,
Frondizi, el estadista acorralado, Vergara, 2006, p. 368; MENOTTI, EMILIA, Arturo Frondizi: biografía,
Planeta, 1998, p. 400; SABSAY, FERNANDO, Frondizi, Illia, Alfonsín, Ciudad Argentina, 2000, p. 131; FINK,
ANDRÉS, Los gobiernos de facto: Ante el derecho y ante la circunstancia política, Depalma, 1984, p. 93;
PANDIS, J UAN, Illia: Un tiempo de la democracia, Torres Agüero, 1993, p. 39; DE TITTO, R ICARDO,
Hechos que cambiaron la historia argentina en el siglo XX, El Ateneo, 2004, p. 215; PANDOLFI, R ODOLFO
y GIBAJA, EMILIO, La democracia derrotada, Lumiere, 2008, p. 26, MENDELEVICH, P ABLO, El final,
Ediciones B, 2010, p. 194.
15
CARDONE, supra nota 1, p. 181.
16
PELLET LASTRA, ARTURO, Historia política de la Corte (1930-1990), Ad Hoc, 2001, p. 254.
17
Cf. numeración del texto constitucional de 1853/60.
18
La intención de conformar un gobierno militar era cierta, tal como lo asevera Robert Potash (aut. cit.,
supra nota 1, p. 182 y su cita).
19
MENOTTI, supra nota 14, p. 401.
20
Diario La Nación, 30 de marzo de 1960, §1, p. 1.
21
CARDONE, supra nota 1, p. 135.
V. LA TOMA DE POSESIÓN
22
O YHANARTE, J ULIO C., "Historia del Poder Judicial", en Recopilación de sus obras, La Ley, 2001, p.
204.
23
Entrevista personal citada por MENOTTI, supra nota 14, p. 401.
10
VI. EPÍLOGO
Fue así como Guido fue ungido presidente de la República y comenzó su breve
interregno. Al margen de las vicisitudes que viviría la Corte en los meses
siguientes, conviene analizar lo que fue la puntada final de esta curiosa historia. Es
que había dudas entre los distintos actores políticos y entre los juristas sobre si el
gobierno de Guido era de facto o de iure.
Más allá de la opinión que el asunto pueda merecernos hoy, es interesante ver
cuál fue la recepción de la iniciativa por parte de los especialistas de aquel
momento. Para algunos prestigiosos autores, como González Calderón, el título de
24
Id., p. 402.
25
GAMBINI, HUGO, supra nota 14, p. 368 y en igual sentido MENOTTI, supra nota 14, p. 401.
26
“Doctor José María Guido. Su juramento y homologación del acta de asunción del mando como
presidente de la Nación”, Fallos, 252:8 (1962).
11
27
De acuerdo con este autor, “la situación constitucional del doctor Guido es perfectamente clara. Con
motivo de los graves sucesos políticos de estos días y, en consecuencia de la insistencia en no renunciar a
su cargo de Presidente del doctor Frondizi, se ha colocado al país ante un tremendo dilema o, en otras
palabras, se lo puso ante la disyuntiva apremiante de tener un gobierno ‘de facto’ con régimen militar, o
refugiarse en la Constitución, encontrando en ella la solución jurídica prevista por sus sabias
disposiciones y por la ley de acefalía n° 252 del año 1868” (GONZÁLEZ CALDERÓN, J UAN A., Curso de
Derecho Constitucional, Kraft, 1967, 5ta. ed., p. 567).
28
Cf. B IDART CAMPOS, GERMÁN J., Tratado elemental de Derecho Constitucional argentino, Ediar,1993,
t. I, p. 655; y, en igual sentido, FINK, supra nota 14, p. 93.
29
Caso “Pitto, Luis María s/petición”, Fallos, 252:177 (1962).
30
Posteriormente, Boffi Boggero mantuvo su posición en el caso “Argüero Fragueyro” (Fallos, 252:285,
1962). Recién en el caso “Rodolfo Gutiérrez” (Fallos, 252:288, 1962), explicaría su posición relativa al
prejuzgamiento en que habría incurrido la Corte, diciendo que “Ostentando el Doctor José María Guido
‘prima facie’ el título indicado por la ley de acefalía para los casos de ‘falta de presidente y vicepresidente
de la Nación’, por ser ‘presidente provisorio del Senado’ […] y teniendo en cuenta que el art. 75 de la
Constitución Nacional menciona en su primer párrafo la ‘destitución del presidente’ y la ‘inhabilidad’ de
este sin añadir calificativo alguno, para negarse la Corte a tomar el juramento hubiese debido prejuzgar
sobre el alcance de esas normas […], con olvido de que al tomar juramento integra un proceso necesario
[…] para el ejercicio de las funciones de quien presta ese juramento, pero sin conferirle título ni
pronunciarse sobre la legitimidad o ilegitimidad de él” (p. 292). Más adelante, en el caso “Monseñor
12
Oscar Villena”, Fallos, 254:345 (1962), Boffi Boggero afirmó en un voto concurrente que el ejercicio del
cargo de Guido era "de facto", aunque paradójicamente llegó a la conclusión de que debía convalidarse la
constitucionalidad de lo actuado en ese caso.
31
Fallos, 252:177, consid. 5°.
13