LAGOS - CONTI - Mano de Obra Indígena

You might also like

Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 36
IE ASNT SSA CLLR AR LOLOL LSE BLA ANTEATER Mano de obra indigena en los ingenios de Jujuy a principios de siglo Viviana E. Conti Ana T. de Lagos Marcelo A. Lagos LABORDE LIBROS "s GE SERAFIN" Eid 680 = T. 247008 eke Fe o195 Este trabajo esté dedicado a las condicio- nes laborales de los indios chaquefios en los ingenios azucareros de la provincia de Jujuy, Si bien es un enfoque muy puntual, en el cual se analizan s6to los afios 1914 y 1915, pensa- mos que puede servir de pardmetro para inter- pretar el perfodo en el cual los ingenios utili- zaron la mano de obra indfgena, y para escla- recer algunos aspectos que hacen a la articu- lacién de los distintos grupos étnicos y su re- lacién con empresas capitalistas. Esta etapa vivenciadaenlaregién dela sel- va tucumano-oranense se encuentra inmersa en un proceso més general acaecido en Amé- tica Latina desde la segunda mitad del siglo XIX, proceso que se caracteriz6 por un pau- latino avance y ocupacién de tierras aborfge- ‘nes, acompafiado de medidas coercitivas pa- Ta obtener su mano de obra. En nuestro pafs este proceso fue paralelo a su insercién defi- nitiva en la divisién intemacional del trabajo, y ala consolidaci6n del capitalismo y la bur- guesfa nacional. Estos factores provocaron el nacimiento de agroindustrias que, como la de Ja cafia de azticar, avanzaron sobre espacios semipoblados, requiriendo el conchabo de un mayor numero de trabajadores, los cuales, en la mayorfa de los casos, debieron reclutarse de otras zonas. Enel caso de los indios del Chaco, fue fun- damental el papel cumplido porel ejército co- mo factor de coercién para lograr la proleta- rizacién del aborigen. Sin embargo, para la década de 1910, ésta no se habfa completado, logrdndose séio su entrenamiento como ma- no de obra, pero sin la inserci6n definitiva en la economfa monetaria. Este elemento fue utilizado por los ingenios como un factor mas de explotacién, saldando meses de trabajo con laentrega de algtin articulo requerido por Jos naturales. Los testimonios hacen constante referen- cia a la mala disposicién de estos aborigenes al trabajo, y a los elevados costos que debfa hacer frente la empresa para reclutarlos. Pero {podria haberse desarrollado la industria azu- 1 carera en Jujuy de no haber contado con gran cantidad de mano de obra disponible, como lo fueron los indfgenas chaquefios?, {qué otro tipo de braceros era factible atraer en forma temporaria y abundante? Recordemos que la industria azucarera de Tucumén -ya amplia- mente desarrollada en el momento de despe- gue de la jujefia- monopolizaba Ja mano de obra criolla disponible en el noroeste, provo- cando un movimiento migratorio hacia la za- fra tucumana. Las partes preliminares del trabajo respon- den a la necesidad de presentar un marco re- ferencial de la industria azucarera en Jujuy y de la mano de obra estacional usada en fas plantaciones. El texto central es un andlisis del Contrato Reglamentario del Trabajo de los Indigencas, firmado en 1914 entre las autoridades milita- tes del Chaco y los representantes de los inge- nios “Ledesma” y “La Esperanza” de Jujuy. Resefia de la industria azucarera en Jujuy En 1914 existfan en Jujuy tres ingenios: Ledesma, La Esperanza y La Mendicta, todos ubicados en el valle de San Francisco. De las 136.740 Ha. que cubren el valle, 9.137 Ha. es- taban dedicadas al cultivo de la cafia de azti- cary 2.506 Ha. actros cultivos (especialmen- te cftricos). cm o> ween tT? : ‘ : “Referencias: 1- San Salvador de Jujuy 2- San Pedro de Jujuy 3- Ledesma 4- La Mendieta 5- Caimancito 5 Region de Ia selva jujefia (EEE Valle de San Francisco Ubicacién del Valle de San Francisco en la Provincia de Jujuy: Lacasi totalidad de lastierras del valle eran Propiedad de los ingenios, ya que en Jujuy, a diferencia de Tucumd4n, pricticamente no existfan cafieros independientes -por lo me- nos de importancia relativa-, déndose una ‘unidad entre fabrica y plantacién. La producci6n azucarera en esta zona data de 1778, cuando Gregorio de Zegada comen- 26 su fabricacién en la finca San Lorenzo, Es- ta propiedad se subdividié on el siglo XIX en las fincas Calilegua y Potrero del Caimén (0 Caimancito)'. En 1830 se constituyé en Ledesma un nue- vo ingenio, propiedad de la familia Ovejero - oriunda de Salta- de donde surgi6 a principios de nuestro siglo la Compafifa Azucarera Le- desma. Esta fue adquirida afios después por Enrique Wolman, quien la transform6 en“‘Le- desma SugarEstates and Refining Co. Lted.”. Hacia mediados del siglo XIX existfan en la region varias haciendas en las cuales se fa- bricaba azticar. Las haciendas “San Pedro” (propiedad de Miguel Francisco Ardoz), “Rio de Las Piedras”, “San Antonio”, “Rio Ne- gro”, “Palos Blancos”, “Pampa Blanca” y otras de menor importancia, utilizaban trapi- ches de madera o de hierromovidos atraccién animal, obteniendo una produccién limitada y de baja calidad. El proceso de modernizacién técnica’ de Jos ingenios comenzé en 1876, cuando arribé. al valle el ingeniero RogerLeach, quien debfa hacerse cargo de Ja instalaci6n de la ‘nueva maquinaria adquirida por el ingenio Ledes- ma. Poco después interesé a Miguel Francis- co Ardoz y a sus socios del ingenio San Isidro? -ubicado en Campo Santo, provincia de Sal- ta- para la instalacién de una nueva empresa azucarera en San Pedro (destinada a suplirala hacienda “San Pedro” de Aréoz). Cinco her- manos de Roger Leach* llegaron desde Ingla- terra para incorporarse a la nueva sociedad: el ingenio “La Esperanza”, que en 1884 dio ini- cio a sus cosechas. Cuatro afios. después se constituyé ta sociedad “Ardoz and Leach” que unificé a los seis hermanos Leach y alos Indias chaquefas en su habitat natural antes de ser reclutadas para los trabajos en los ingenios azucareros descendientes de Miguel Francisco Aréoz hasta fines de siglo, cuando la firma “Leach Hermanos” compré la totalidad de las accio- nes del ingenio, Esta empresa fue adquirien- do diversas propiedades enel valle y aledafios -no todas dedicadas a la produccién azucare- ra-, entre las que se encontraban las fincas Ca- litegua y Caimancito‘. Finalmente, en 1912, pasé a Iamarse “Leach’s Argentine States Lied." El tercer ingenio de importancia, La Men- dieta, fue fundado por Faustino Alvarado y Guillermo Miler en 1892; de allf surgi¢ la fir- ma “Miiler Hnos.” que en. 1909 se constituy6 en “La Mendieta S.A.”, controlada por Emi- lio Schiffer hasta 1929, Yaenladécada de 1880 los dos grarides in- genios del valle -"Ledesma” y “La Esperan- za’- habfan entrado ‘en el proceso de moder- nizacién técnica, incorporando:maquinarias de fabricacién inglesa y francesa, lo cual re- dund6 en una mayor produccién y mejor ca- Jidad de los azticates elaborados. Simulténe- amente se fue dando un proceso de acapara- miento de tierras dedicadas a la explotacion de la cafia’. Para 1914 (afio en el cual se centra este tra~ bajo), los ingenios de Jujuy se encontrabanen pleno despegue, como lo demuestran los Cuadros N21 y 2* Este crecimiento se debié a distintos facto- res, entre los cuales debemos priorizar los si- guientes: 1) Ia legada del ferrocarril Central Norte con un ramal que, desprendiéndose de Ja estacién Perico, tuvo por objeto conectar a los ingenios del valle de San Francisco con los mercados consumidores; 2) la inexisten- cia, en esta zona, de minifundios 0 cafierosin- dependientes; 3) el efecto de las crisis del azi- car a nivel nacional y 4) Jas relaciones exis- tentes entre los ingenios y 1a dirigencia polf- tica provincial. 1) Mientras que en Tucumén la Negada del ferrocarril significé el comienzo de la etapa de modemizaci6n y de inversién de capitales en la industria azucarera, en el valle de San Ver Cuadros en paginas 6 y 7 4 Francisco la llegada de las Ifneas férreas con- tribuy6 al incremento productivo, pero el pro- ceso de modernizacién técnica y acapara- miento de tierras que provocara el despegue fue -como hemos visto- anterior al arribo de Jas Ifneas ferroviarias. En efecto, el proyecto del ramal que unirfa los ingenios con el ferro- carril Central Norte fue presentado al Con- greso Nacional en 1895 y aprobado por el Se- nado siete aftos después, En 1905 funcionaba provisoriamente por tramos 7 y recién para 1912 qued6 conclufdo, comunicando las tra- dicionales poblaciones de Salta y Jujuy con Jos centros productores de azticares y frutos subtropicales: San Pedro y Ledesma (termi- nando en Embarcacién, a orillas del Berme- joy. Este trazado forms parte de la lamada “era de los ramales”, perfodo en que se intentaron. conectar todos los centros productores de in- sumos a las Ifneas férreas que terminaban en el Litoral’. 2)La inexistencia de minifundios en el va- Ile de San Francisco que, a diferencia de Tu- cumén, no contaba con cafieros independien- tes, fue una de las caracterfsticas tfpicas dela produccin azucarera de esta zona. ‘A ésto debe agregarse que en la regién no se dio una diferenciacién entre latifundistas cafieros y latifundistas industriales, como en elcaso tucumano. En Jujuy, la union entre in- dustria y plantacién didse en forma casi si- mult4neaen los tres ingenios, entrando de lle- Toy tempranamente enel proceso de“moder- nizaci6n”. La concentraci6n de plantaciones y recursos permitié estructurar las inversio- nes convenientes, evitando los choques con Jos productores pequefios y medianos, y/o su absorci6n, como habfa ocurrido en Tucumdn. 3) Los ingenios jujefios tuvieron su mo- mento de despegue en la etapa de las crisis de. baja produccién en Tucumén, ocasionadas por malas cosechas a partir de 1906. Ya para 1914/15, cuando hacen eclosién las crisis de superproduccién, estaban fortalecidos. Estado de Ia cuestién Entre 1880 y 1930 1a mayor parte de los trabajadores empleados en la industria azucarera jujefia, para trabajar en la zafra, eran indigenas chaquefios: tobas, chiri- guanos, matacos, sobresaliendo estos tl- timos para constituirel grapo més impor- tante, Debido ala expansién de esta industria, y en la medida que la demanda de mano de obra fue aumentando, comenzé a incre- mentarse el comercio del trabajo indfge- na. La forma en que se recluté a estos traba- jadores para satisfacer las crecientes ne- cesidades de los ingenios, cémo fueron tratados, qué paga recibieron a cambio de Sus servicios; en una palabra, cémo fue- ron explotados, ocupé la atencién de Bia- Jet Massé, en su conocido Informe sobre el estado de las clases obreras en el inte- rior de la repitblica (1904). También es dable encontrar cierta informacién en al- gunos “Boletines” y Crénicas del Depar- tamento Nacional del Trabajo; en la cl4si- ca obra de Emilio Schleh sobre la indus- tria azucarera argentina; y més reciente- mente en los trabajos de Nicolds Inigo Ca- rrera‘¢ Ian Rutledge. Este estudio, en base a material bibliogr4- fico de ese tipo y fuentes, presenta un mar- co referencial de la industria azucarera ju- Jefia y de la mano de obra estacional usa- daen las plantaciones, pero centra su an4- lisis en et “Contrato Reglamentario del Trabajo” de los indfgenas, firmado en 1914, entre las autoridades militares del ‘Chaco y los representantes de los Inge- nios Ledesma y La Esperanza, de Jujuy. La ‘superproduccién afecté por ‘primera vez a las empresas azucareras de Jujuy en 1914. Estas se dirigieron en nota al gobiemo de la Provincia solicitando 1a devolucién del impuesto provincial a los azticares exporta- dos, como tinica forma de paliar la situacién. Los ingenios tucumanos asumieron igual ac- titud ante su gobiemo provincial, consiguien- do que se les exima del pago de 1 y 1/2 cen- tavo por kilogramo de azticar exportado, me- dida que no pudieron lograr los jujefios, ya que el gobierno de la provincia de Jujuy se ex- cus6 de la devolucién del impuesto de 3/8 centavo a la exportacién, argumentando 1a falta de fondos en la Tesorerfa Provincial’. Lamalacosecha de 1916 aumenté los pre- cios del azttcar y coadyuv6 a solucionar 1a si- tuaci6n anterior, Finalmente, en Tucumén, a la crisis de su- perproduccién se sum6, en 1915, la de la ca- fia criolla, siendo imprescindible su renova- ciGn porcafia de Java. El valle de San Francis- co vivia realidades diferentes, ya que desde 1900 se fue cultivando cada vez mayor pro- porcién de cafia de Java, abandondndose pau- latinamente la criolla. Esta situacién redund6 ‘en unclaro beneficio para las plantaciones ju- jefias, las cuales, entre 1912 y 1920, supera- ron a Tucumén en el rendimiento por hect4- rea", 4) Los ingenios tuvieron una actuaci6n de- cisivaen la polftica provincial, tanto en forma directa como indirectamente. Al decir la forma directa de participacién, Nos estamos refiriendo a la intervencién de Jos propietarios de los ingenios, sus adminis- tradores, apoderados 0 clientela en los orga- nismos dela administracién ptiblica. Los car- Bos de Juez de Paz -tanto Propietario como Auxiliar- y de Comisario Departamental de Policfa, eran propuestos directamente por los ingenios a través de una tema que presenta- ban al Ministro General de Gobierno y de donde salfa la eleccién de dichas autorida- 5 Cuadro N° i Inversiones de los Ingenios de Jujuy en 1914: En tierras En edificios y maquinarii 59 méquinas a vapor 15 motores eléctricos 175 carros 2450 animales de tiro ..$ 23.631.000 ‘Total capital invertido 45.435.000 21.804.000 Cuadro n? 2 Cantidad de trabajadores de los Ingenios de Jujuy. 1914: Permanentes: en fabricas en plantaciones ... Estacionales. Cantidad de mano de obra empleada por los ingenios........19.305 Cuadros elaborados en basea los datos extra- {dos de: RUTLEDGE, lan: Cambio Agrarioe Integracin, El Desarrollo det Capitalismo en Jujuy: 1550-1960. ECIRA-CICSO, imp. en Tucumén, 1987. P. 165. Cuadro N° 4 Dinero cn efectivo $25 $19 Merca- derfas Contrato Original Contrato modificado $31.80 $37.80 Cuadro N° 5 Sueldos mensuales en los ingenios de Jujuy en 1914: Bracero " Obrero de Cristiano ——- Fabrica no calificado _(soldado) $60- $ 58.30 $56.80 Cyadro elaborado en base a datos extrafdos de: Boletin del Departamento Nacional det ‘Trabajo. N° 28. Agosto 31 de 1914, Buenos Aires, Imprenta Alsina, 1914. P. 32. Y Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. N® 30, Abril 30 de 1915. Buenos Aires, Talleres Graficos A. de Martino, 1915. P. 36. Bracero Indio Cuadro N° 3 Impuesto Abonados por los Ingenios en el Mes de Agosto de 1915 Ingenios Produccién = Impuesto Por elaboracién de aztéicar La Mendieta 769.350 Kg. $ 11.540,25 Ledesma 3.136.910 Kg. $ 47.053,65 La Esperanza 3.415.500 Kg. $ 51.232,50 Por elaboracién de’alcohol Ledesma 187.060 L. $ 1.870,60 La Esperanza 34.800 L. $348.- ‘Total abonado a 1a Provincia sereerees $ 112.045.- Total de la recaudaci6n de impuestos en demas rubros por Ja Tesorerfa Provincial, en el mes de agosto de 1915 . we $ 61.627,46 6 ‘Cuadro elaborado en base a datos extrafdos del B.O., ejercicio 1915-1916, PP. 1259, 1277, 1293, 1294 y 1322. Cuadro N° 6 Descuentos realizados sobre el sueldo mensual de un soldado (indio mayor): Sueldo mensual ... + $ 56.80 Descuentos por” Estfmulo semanal .. Est(mulo mensual .. Cafia consumida Ropa .. “Regalo Racién mensual Multas. Total descuentos .. $47.80 Saldo a favor... 9. SboSsaneg ‘Cusdro elaborado en base a datos extraidos etin del Departamento Nacional del Trabajo, N¥ 28. Op. Cit, p. 35. Cuadro N° 7 Comparacién de precios de algunos articulos en 1914 Proveedurfa ingenio Jujuy Buenos Aires Aaicar: 1 Kg. $0.35 $0.40 $0.39 Yerba: 1 Kg. $0.70 $0.80 $0.64 Harina: 1 Kg. $0.20 $0.20 _ sho Init cane 3 y& PANETIIERI Joo La robapadorta a, Yonge Aare Sane As 967 pe AB, Cuadro N®8 Algunos ejemplos de liquidaciones en el “arreglo grande: Soldado Dfas_ { Adelantos Mercaderfas Efectivo} —Totales trabajados Detalle Valor | Jomales Calixto 105 $ 26.50 1 caballo $55.- —| $8150 Ventura 116 $30.- 1 caballo $55.- $4-| $89.- Serrano 83. $ 26.50 1 burro $ 25.- 1 poncho $3. 1 pantalén $2.-| $10.30] $66.80 Alfredo 139 $31.80 1 burro $ 25.- 1 apero $7- lp. de bramante $ 6.50.- 1p. lienzo $5.- 2 ponchos $9.50 1p. zaraza $5.- 1 colcha $2.- $15.-} $ 106.80 Huroncito} 142 $33.- 1 caballo $55.- 1 sombrero $5- $15.-|- $ 108.-. ‘Cundro claborado en base a datos exirafdos del: Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. Op. cit., pp. 83.2 88. cat nanan neineninttinilitsiia des", Este mecanismo permitfa alos ingenios el control politico-institucional de los depar- tamentos en los cuales tenfan sus propieda- des. Lacleccién de mun{cipes y diputados pro- vinciales se realizaba en forma similar, de acuerdo a los candidatos presentados por los mismos. Lapresién indirecta sobre el gobiemodela Provincia la ejercfan através de los impuestos abonados en concepto de elaboracién de azii- car y alcohol. La importancia de dichos mon- tos en Ja econom{a provincial se puede apre- ciar facilmente en el Cuadro N° 3. No debe pensarse por ello que la Provincia se enriquecfa con el aporte de los ingenios; gran parte de estas sumas eran destinadas a fi- nanciar un empréstito interno que la Provin- cia tenfa con los ingenios Ledesma y La Espe- ranza; de manera tal que los impuestos de la produccién azucarera volvian a los ingenios encalidad de amortizacién del crédito otorga- do al Gobierno. Caracteristicas generales de la mano de obra temporaria Antes de abordar plenamente el andlisis del trabajador estacional en los ingenios juje- fios, es conveniente tener en cuenta los si- guientes factores generales que determinan ta eleccién de este tipo de mano de obra: 1-La industria azucarera requiere una gran concentracién de trabajadores en determina- do momento del proceso productivo: cosecha o zafra. 2- En caso de no existir suficiente mano de obra local es necesario transportarla desde otros puntos. 3- El éxito econémico de los ingenios radi- caen que el costo de la mano de obra sea ba- jo, sobre todo dada la inestabilidad de produc- cin (ciclos de superproduccién alternados con malas cosechas). 4- Esta mano de obra estacional debe auto- mantenerse econémicamente en tiempos en 8 que no es requerida por los ingenios, factor que influye sobre el tipo de trabajadores ele- gidos por los ingenios. 5- Cuando estos trabajadores no acuden en forma voluntaria es necesatio buscar otros mecanismos para conseguirlos. El tipo de mano de obra estacional que se utiliza en los ingenios del valle de San Fran- cisco enlas primeras décadas de nuestro siglo estaba compuesta por: a) aborigenes chaque- fios, b) campesinos de Ja Puna, c) braceros criollos, d) inmigrantes: europeos y asidticos y e) braceros bolivianos. a) Los aborigenes chaquefios, en especial tobas y matacos, constituyeron el grueso dela mano de obra estacional desde 1880 hasta 1930, cuando comenzaron a ser suplantados por campesinos de la Puna. El motivo de es- te cambio parece radicaren el crecimiento de Ja industria algodonera, que al igual que ja azucarera, necesitaba en un determinado mo- mento de su produccién abundante fuerza de trabajo, hasta entonces acaparada por Jos in- genios salto-jujefios. Por esta: razonel gobier- no del territorio del Chaco prohibié en 1924 1a salida de sus ind{genas; ese mismo afio el go- biemno nacional se expidié en el mismo senti- do, reiterando el decreto en 1927°. ‘Los mecanismos para conseguiresta mano deobra proveniente: de Salta, Chaco y Formo- sa seran analizados mds adelante con mayor detalle. Por Jo pronto es necesario aclarar que se establecfa una diferencia entre trabajado- res chiriguanos, por un lado, y tobas y mata- cos, por otro. Los chiriguanos, provenientes del Chaco boliviano, en general se traslada- ‘pan yoluntariamente y por su cuenta a los in- genios. Los inspectores enviados por el De- partamento Nacional del Trabajo en 1914 y 1915 ala region los consideraban como lacla- se privilegiada entre los indios, observando que sus ocupaciones se desarrollaban tanto dentro de la fabrica -pues muchos de ellos eran jefes de maquinaria- como en los cafia- yerales, macheteando, pelando y cargando cafia. Ademés, el salario que percibfan era su- Indio chiriguano, al centro, vistiendo ropas entregadas por el Ingenio La Esperanza; 1930. (Archivo Vazquez) Indias del Chaco en los ingenios azucareros. (Foto Gaite) 10 perioral de los tobas y matacos, igualando ca- si al del “bracero cristiano”. b) El campesino de la Puna tenfa una eco- nomfa de tipo pastoril, eventualmente com- plementada con la venta y/o intercambio de excedentes, como forma de obtener bienes no producidos en su zona: ecolégica, Estos facto- res hacfan de esta potencial mano de obra una poblaci6n poco inclinada atrabajar porun sa- lario, lo que motivé que los ingenios recurrie- ran a métodos coercitivos para obtenerla. Asf se desarrollé un complejo mecanismo que consistfa en Ja compra o arrendamiento, por parte de los ingenios, de tierras en la Quebra- da y Puna. Este caso ha sido comprobado en el ingenio San Martin del Tabacal de la pro- vincia de Salta’s, mientras que para los in; nios que nos ocupan, no existen ain estudios exhaustivos que nos permitan algo mds que suponer que operaban los mismos mecanis- mos. En tales casos el interés no radicaba en las tierras en sf, sino en el control dela poblacién que en ellas vivia. Estos campesinos, conver- tidos en arrendatarios 0 subarrendatarios del ingenio, debfan pagar su canon trabajando en Ta zafra. ‘Todo este sistema de reclutamiento tenfa como eje al contratista o administrador de Ta hacienda quien, a través del manejo del alma cén en la zona, controlaba a la poblacién por medio del endeudamiento. c) Los braceros criollos provenfan de las provincias de Catamarca, Santiago del Este- ro, Salta y dela misma Jujuy, produciendo un movimiento migratorio hacia los ingenios en &poca de cosecha. Algunos de estos zafreros acudfan esponténeamente, otros -especial- mente fos propietarios de pobres minifundios en Catamarca- eran reclutados por conchaba- dores del lugar. El mecanismo giraba alrede- dor del endeudamiento en el almacén del re- clutador, deuda que segin compromiso pre- vio debfa levantarse con lo que el campesino ganara trabajando en la zafra, El ingenio pa- gaba al contratista una comisién por trabaja- dor reclutado. Quienes asf acudfan a trabajaren clingenio eran concentrados en un punto determinado y trasladados en carros 0 a caballo a la estacién del ferrocarril que los levarfa a su lugar de destino. Parece que hasta 1930 el nimero de estos trabajadores en el cafiaveral fue siempre inferior al de los indios. Seguin los informes del Departamento Nacional del Trabajo, en el afio 1914 se encontraban en el ingenio Ledes- ma 500 criollos trabajando, mientras que el niimero de indios -computados con chinas y osacos"* ascendfa a 2318". d) Varios ensayos se hicieron para adoptar inmigrantes europeos y asidticos en el traba- jo del cafiaveral y en general se puede decir que todos fracasaron, muchas veces por ina- daptacién al clima y al trabajo rudo. Algunos de estos inmigrantes volvieron a su lugar de origen, otros pasaron a‘desempefiar trabajos enla fabrica, abandonando la plantacién. En. cuanto alos europeos, Ledesma trajo espafio- les de Andalucfa y posteriormente rusose ita- lianos. Estos ensayos se realizaron entre 1911 y 1914, pero el nimero de inmigrantes no fue significativo, ni siquiera inicialmente. Mayor proporcién cubrian por esos afios los obreros asidticos -japoneses e hindtes-. Los japone- ses eran reclutados en Buenos Aires y Brasil y se desempefiaban, parece que con relativo éxito, en el trabajo de fabrica y del cafiaveral. De los 400 hindiies que trabajaron en Ia zafra de La Esperanza de 1912 a 1913, slo queda- ban al afio siguiente 50 6 60, utilizados sobre todo para la carga de la cafia, ya que no habf- an demostrado resistencia y aptitudes para el trabajo en el cafiaveral"*, ) Por iltimo, los braceros bolivianos co- menzaron a llegar a los ingenios en cantida- des importantes en la década de 1930, espect- ficamente luego de finalizada la Guerra del Chaco, pero su aporte en los trabajos de la zafra adquirié verdadera relevancia hacia 1940-1950, prolongéndose hasta nuestros d{- as. ~ La mano de obra indigena en los ingenios de Jujuy La regi6n chaquefia, lindera de los inge- nios salto-jujefios y proveedora de mano de obra estacional, estaba atin dominada por tri- bus seminémades cuando se inicié el proceso dedespegue dela industria azucareraenJujuy y la incorporacién definitiva de nuestro pats al capitalismo y al mercado mundial. Tobas, matacos, pilagdés y mocovfes, mantenfan ain actividades econémicas basadas en lacaza, la pesca, la recoleccién de frutos, ala que suma- ban el comercio con poblaciones blancas fronterizas, cuando no eran malonesconel fin de obtener ganado. Algunas tribus, como los matacos y tobas, complementaban estas acti- vidades desde antes de la década de 1880. con el trabajo asalariado en la zafra del noroeste 0 Jos obrajes del Parand. La penetracién y dominacién definitiva del blanco sobre el antiguo e impenctrable Chaco Gualamba fue coctdnea de la expan- si6n por las regiones pampeana y patagénica. No sélo existfa una intencién de consolidar fronteras disputadas por pafses vecinos y so- meter aborfgenes -que por sus depredaciones eran constante fuente de preocupaciones y gastos- sino también, y fundamentalmente - segtin la hipotesis del historiador Iitigo Carre- ra- la de incorporarlos como mano de obra a Jas nacientes industrias del algodén, del azti- car y de la madera, Las campafias militares de 1884 y, poste- riormente la definitiva de 1911, privaron al indio de su antiguo modo de subsistencia: los rfos donde pescaban fueron surcados y vigila- dos por cristianos, los campos de caza cada dfa més reducidos; en sintesis, sus medios tra- dicionales deexistencia les habian sido priva- dos por la violencia impuesta por la superiori- dad técnica del blanco. Sélo vendiendo su fuerza de trabajo podrfa obtener unnuevo me- dio de ganarse la vida. Por eso, la profetariza- cién del indfgena chaquefio no fue mera ca- sualidad, sino producto de lo mencionado en. el parrafo precedente y de la necesidad de ma- i no de obra estacional en las riacientes agroin- dustrias. Para nuestro andlisis de las condiciones la- borales de estos ind{genas en los ingenios de Jujuy, hemos tomado como eje un contrato celebrado en 1914 entre las empresas azuca- reras “Ledesma” y “La Esperanza”, porunla- do, y las autoridades militares del Chaco en representaci6n de los aborfgenes, por otro. El objetivo de este contrato fue establecer las condiciones por las cuales ambos ingenios se comprometfan a conchabar a los naturales de Jos territorios de Chaco y Formosa, estable- ciendo, al mismo tiempo, formas y categori- as para el pago de los jornales, horarios de tra- bajo y precauciones para su reclutamiento y licenciamiento. Al tenernoticias dela firma del menciona- do contrato, el Departamento Nacional del Trabajo tomé intervencién enviando a dos de sus inspectores -Vidal, al tertitorio nacional. del Chaco y Unsain, al ingenio Ledesma- quienes elaboraron sus respectivos informes, Jos que sirvieron de base para la introducci6n de algunas modificaciones requeridas por los mismos ind{genas. Un afio después, el mismo Departamento envi6 al inspector Zavalfa al ingenio La Esperanza para corroborar su cumplimiento. A lo largo de este andlisis se haré mencién al contrato original y a art{culos modificados en esa oportunidad (transcripto en el Anexo Documental), El orden de éstos ha sido alte- radoa fin de agruparlos teméticamente, razon. por la cual no debe extrafiar al lector que, al citarlos, no se respete la secuencia ordinal. - Papel del ejército en el conchabo En la introduccién del Contrato y en os ar- uculos 11 y 12 seevidencia que el aborigenno: tenfa participaci6n alguna en la redaccién y aprobacién del instrumento por el que serfa conchabado para trabajar en los ingenios. Era clejército quien adoptaba el papel tutelaro de representante de éste, saliendo come testigos de lo actuado miembros de 1a fuerza publica. 2 Puede explicarse esta situacién por la incapa- cidad de hecho del aborigen para comprender acuerdos laborales, dado que casi en su tota- lidad eran analfabetos. Pero es necesario no perder de vista que los territorios del Chaco austral se encontraban, en el perfodo que ana- lizamos, bajo el mando de las fuerzas de ope- raciones que habfan hecho efectiva su ocupa- cién, y de allf que los aborigenes sometidos estuvieran bajo su tutela. Esto también expli- cael rol cumplido por el ejército como apro- visionador de mano de obra barata. Los jefes de regimiento hacfan constantes relevamien- tos de las tolderias para poder informar sobre la cantidad de brazos disponibles. No obstan- te el papel de las fuerzas militares no se limi- taba a proporcionar datos, sino también a pre- sionara los aborfgenes para que coricurrieran al trabajo. En et caso analizado, no sélo mo- vilizaban tropas en apoyo a los conchabado- Tes, sino que se preocupaban de que los indios fuesen “[...] en mayor némero posible, ha- ciendo entender bien a Jos que se queden que serdn severamente castigados los que produz- can algtin hecho delictuoso.”"* En conclusién, podemos afirmar que en cl proceso de proletarizacién del aborigen cha- quefio el ejército cumplié un papel de fuerza de presiGn extraeconémica que oblig6 al in- digena a trasladarse a los centros azucareros, actuando, al mismo tiempo, como interme- diario de los contratistas de los ingenios. El hecho que, a partir de las modificacio- nes del Contrato, fuera el Departamento Na- cional del Trabajo el fiscalizador del cumpli- miento de los acuerdos, no alteraba en lo fun- damental el papel del ejército en cuanto reclu- tador de mano de obra aborigen. - Salarios, categorias y formas de pago En cuanto a la clasificacién de-los indios para su paga, el articulo 1 establecfa ocho ca- tegorfas. De éstas, las realmente productivas eran la tercera (soldado) y la cuarta (china), lo cual no quiere decir las de mejor retribuci6n. Esta injusticia fue percibida por el inspector del Departamento Nacional del Trabajo que proponfa que “si en futuro se desea tutelaren una forma eficaz los intereses de los indige- nas bajo el punto de vista del trabajo, seré me- nester apartarse por completo de los puntos de mira que se han tenido en cuenta al redactar los contratos colectivos actualmente en vi- gencia. La remuneracién deberd fijarse en atenciénal trabajo efectuado, y no, como aho- ra, bajo el punto de vista de categorfas que, si consultan la organizacién de la tribu no tienen en cuenta la produccién de trabajo que cada individuo rinde.”* Si bien esta diferenciacién entre los indf- genas respondfa a que ellos mismos solicita- ban que se mantuviesen Las jerarqufas, tam- bién era conveniente para los ingenios, pues un sueldo tinico por igual tarea les significa- ba un desembolso mayor, asf; por ejemplo, una china podfa trabajar tanto como un solda- do, pero se le pagaba menos, saldo que en de- finitiva quedaba a favor del ingenio. De esta manera, los sueldos més altos eran para quie- nes constitufan una minorfaenla tribu -los ca- ciques y los lenguaraces- que por otra parte producfan poco o nada. En cambio el grueso de la mano de obra -soldados, chinas y osa- cos- era la peor pagada.. La raz6n por la cual el cacique mayor y su Jenguaraz tenfan una retribucién tan alta en telaci6n con los demés indios residfa en que era necesario mantener al primero satisfecho, pues de ¢1 dependfa que la tribu asisticra ala zafra. En cuanto al Jenguaraz, que por cono- cer el castellano y por su mayor contacto con elblanco estabamds advertido delosmanejos del ingenio, una buena paga era la forma de asegurar su fidelidad. Es muy dificil realizar una comparacién entre los jomales de tos indios zafreros en Ju- Juy y los de otros braceros en la misma pro- vincia 9 en Salta y Tucumdn, Como més ade- lante veremos, el salario que figuraba en el Contrato.se pagaba parte en efectivo y parte en mercaderfas, de una forma bastante com- pleja y ademés sujeta a multiples descuentos, Chorba: maquina empleada por el Ingenio La Esperanza, a principios de siglo, para transportar cafia hasta 1a fabrica 13 Cuserio chané, tal como se encuentra actualmente, en Campo Durdn, Salta 14 con io que el monto establecido se reducfa no- tablemente. El salario del indio era siempre menor que el de otros trabajadores, criollos o extranje- ros. Sabemos que un “bracero cristiano” adulto ganabaen 1914, porlamismatarea que el indio, un jomal de $ 2, 0 mensualmente $ 60. Tomemos como referencia ala tercera ca- tegorfa -soldado”- que percibfa en ese mismo afio un jomal de $ 0.40 en vales, en concepto de racién, siendo el salario mensual total de $ 56.80 (ver cuadro en el anexo), distribufdos segtin Cuadro N° 4, Un obrero de fabrica calificado ganaba un promedio mensual de $ 58.30, es el caso deun ayudante de capataz, de albafiil, peén o de un. hachador de lefia. La comparacién queda ex- plicita segtin Cuadro N° 5. El Contrato originalmente establecfa que parte del sueldo se pagarfa en efectivo y par- te en mercaderfas, y que mensualmente el in- dio debfa hacer un ahorro obligatorio, que se- rfa entregado al final de la cosecha. Los artf- culos 2 y 3 posteriormente se modificaron por pedido de los contratados, anulando el ahorro en efectivo y aumentando la proporcién del salario que serfa pagado en mercaderfas (ver Cuadro N°4). Pero de una forma u otra, cuan- do se llegabaal “arreglo grande”, donde liqui- daba el saldo pendiente luego de scis meses de trabajo, lo que el aborigen recibfa era mf- nimo. Para demostrarlo debemos destacar los siguiente: dentro de los $ 56.80 que debfa ga- nar Ja tércera categoria, se encontraban com- prendidos los $ 0.40 que se entregaban diaria- mente en concepto de raciéna travésde un va- le o ficha para cambiar en la proveedurfa del ingenio. También se hallaba comprendida una bonificacién de $ 1 por seis dfas trabaja- dos enia semana y una gratificaciénde $ 2 ca- da treinta dfas trabajados al mes. Pero sabe- mos que el indio era muy inconstante en su trabajo y que en la mayorfa de los casos no asistfa al cafiaveral todos los dfas. Es decir que estos estimulos, que en realidad no eran tales pues estaban establecidos en los suel- dos, finalmente se Jes descontaban. Si consi- deramos que perdfa la gratificacion de cuatro semanas al mes, yen consecuencia también la mensual, el descuento ascendfa a $ 6. Ademés, mensualmente se deducfa del sueldo $ 15 por consumo de cafia, $ 1.80 por pago de la ropa que le era entregada antes de llegar al ingenio y $ 3 en concepto de “rega- Jo” de fin de cosecha®. Ademds debe tenerse en cuenta las multas que imponfan los inge- nios: $ 10 por destruir cafla, $ 5 por robar ca- fia, $ 2 por peleas con heridas. Generalmente unmes de trabajo el bracero debfa pagar algu- na multa; segiin lo not6 el inspector Zavalia las m4s frecuentes eran por destruccién de plantaciones y por robo de cafia. Todo lo que apuntamos se descontaba del sueldo. Destac4ndose, por otra parte, que si no finalizaba su trabajo en el dfa perdfa el jor- nal y el derecho a racién, provocando una nueva merma a su salario final. Asf, vemos que al indio soldado, haciendo una cuenta hi- potética, le quedaban realmente por mes $ 9, segiin se detalla en el Cuadro N26. Si suponemos que el indio ha trabajado un promedio de 120 dfas, es decir cuatro meses, por el total de la temporada percibirfa en el “arreglo grande” $ 36, en su mayor parte en mercaderfas, Esto confirma lo que la mayorfa de los observadores de la época observaron: el indio, luego de seis meses en el ingénio, par- tfa al Chaco sin llevar m4s que alguna tela, manta, y/o caballo. Las proveedurfas de los ingenios son cono- cidas, generalmente, como el mecanismo destinado a aumentar el beneficio de 1a em- presa a través de les altos precios de sus art{- culos, Sin embargo, la inspeccién enviada al Ingenio Ledesma en 1914 anot6 que los pre- cios del almacén eran razonables y que no se Je vendfan al indio baratijas, ni armas, ni alco- hol, Ademés se establecicron en el Contrato Jos costos de los artfculos que las proveeduri- as debfan respetar. Un afio después, cuando Zavalfa visité La Esperanza, comprobé que en ese sentido el Contrato era respetado. Por + nuestra parte, comparamos los precios esta- blecidos enel Contrato con los vigentesen Ju- juy y en Buenos Aires en ese mismo afio. El resultado se evidencia en el Cuadro N* 7. Observamos que los precios de las prove- edurfas eran iguales 0 menores que en otros almacenes. Una comparacién de la calidad de los articulos podria dar diferentes resultados, pero fue imposible realizarla ya que no se en- contré menci6n sobre ella. ‘No obstante, ésto no debe levamos al en- gafio, como lo noté Unsafn: “con cualquier precio y con cualquier contrato se puede, si se quiere, engafiar al indio [...] He dichd ya que el indio ignora todo: el idioma, el alfabeto, el dinero ganado diariamente y que ha de ser canjeado en mercaderfas, El empleado liqui- dador puede escribir una cifrau otra, $ 12.6 $ 96. El indfgena tomard siempre el vale, con cualquier guarismo escrito porque no sabe distinguir las cifras.” * E} desconocimiento de nuestro idioma, su condicién de iletrado, su incapacidad para las cuentas, mds aun para todo trato comercial, fueron los factores que permitieron la explo- tacién de la mano de obra indfgena por parte de los ingenios. Si no se producfa un mayor aprovechamiento de esta situacién en favor de la empresa, era porque muchas veces se es- peculaba con la posibilidad de dejarlos con- formes para que regresaran eventualmente en. una nueva cosecha. En este sentido, el “arre- glo grande”, establecido en el articulo 4, fue el instrumento mejor estructurado para enga- fiar al indio y dejarlo, luego de cinco o seis meses de trabajo, con un magro sueldo a fa- vor. Las irreguiaridades dela liquidacién de fin de cosecha no sélo fueron constatadas por los inspectores antes mencionados, sino también por otros viajeros que recorrieron la regidnen las dos primeras décadas de nuestro siglo. En todos los casos se coincidfa eri que las compli- cadas cuentas de liquidacién eran realizadas. de tal forma que se redondeaban las cifras siempre en favor de la empresa, entregando 15 un objeto al aborigen a cuenta de las jornadas de labor. Casi nunca se abonaba el efectivo, como establecfa el Contrato, por lo que se burlaba el objetivo de éste: que los naturales Tegresaran con dinero a sus lugares de origen. En Ifneas generales, el “arreglo grande” consistfa en la liquidacién de las deudas que el ingenio tenfa con cada trabajador en parti- cular; se realizaba en el mes de diciembre y erauno de los mecanismos para retener]ama- no de obra hasta fin de cosecha. Los indios se dirigfan.a la oficina liquidadora de jornales acompaflados del lenguaraz, quien presenta- ba las tablas de jornales y solicitaba las mer- cancfas que el zafrero requerfa. Los emplea- dos pagaban segiin su criterio, pudiendo ano- tar cualquier cifra sin que los interesados se percataran de las diferencias. Generalmente el indio no sabfa lo que le correspondia y recibfa lo que el ingenio le da- ba. Decfa al respecto el inspector Zavalfa: “Estudiando con detenimiento estos arregtos, se ve claramente que el contrato no ha sido cumplido y en ningtin caso el indio recibe en efectivo la cantidad establecida y en muchos casos recibe absolutamente nada.” Si bien hemos visto anteriormente que los precios de las mercaderfas en las proveedurf- as eran los corrientes, en el “‘arreglo grande” se sobrevaluaban algunos artfculos, ial es el caso de los animales de monta que constituf- an la mercancfa més requerida por los aborf- genes. (ver Cuadro N? 8). ‘Comparando con documentos del mismo afio del Contrato, encontramos que en un re- mate de la Intendencia de Policfa se vendfan caballos a $ 12.50, el més barato, hasta $ 41, los de mejor calidad; mientras que los burros tenfan el precio uniforme de $ 5% Si tenemos en cuenta que a los indfgenas siempre se les entregaba los peores animales, vemos que las diferencias en los precios son realmente con- siderables. Para finalizar con el andlisis de los artfcu- Jos mencionados, es interesante hacer notar que, en el Contrato aprobado por el Departa- 16 * mento Nacional del Trabajo, la categoria sex-- ta de trabajadores indios se refiere anifios de 7a 13 afios, Sabemos que estos nifios realiza- ban, al igual que sus mayores, extensas joma- das de diez a doce horas, recibiendo una pe- quefia paga. Asombra que el inspector del De- partamento Nacional de! Trabajo haya contir- mado este Contrato, dado que fue la institu- cién ala que pertenecfa quien en 1908” envié al ministro de Gobiemo dela Provincia de Ju- juy la Ley N° 5291 de Trabajo de Mujeres y Nifios para que la Provincia la regtamentara. El artfculo primero de esta ley establecfa que “El trabajo de menores de diez afios no pue- de ser objeto de contrato”, Pero més asombra atin la justificaci6n que este mismo inspector hizo del empleo de los nifios indios: “[...] ba- jo ningtin punto de vista era posible dejar de estimular en forma eficaz al menor de 7 a 13 afios, para ver, si habiliténdoto desde esa edad a obtener un fruto pecuniario por su trabajo, modifica los habitos innatos de su raza, y al llegar a la mayorfa de edad, se amolda al tra- bajo, convencido de sus beneficios."* ~Mecanismos de reclutamiento y licencia- miento Es interesante analizar aquf la forma en que se lograba la contrataci6n y traslado de los indios al ingenio. El indfgena chaquefio no acudfa en forma espontanea, sino que debfan enviarse expedi- ‘ciones en su btisqueda. Todos los afios partf- an cuadrilfas de “sacadores de indios”. Gene- ralmente la salida se efectivizaba en el mes de diciembre y su regreso en mayo. Durante mu- cho tiempo esta tarea estuvo a cargo de los co- ionos del departamento saltefio de Rivadavia, pero, posteriormente, las empresas azucare- ras destinaron a su personal para esta labor. Hasta 1912 cada ingenio enviaba su propia expedicién, pero al afio siguiente las empre- sas Ledesma y La Esperanza firmaron acuer- dos para enviar ambas una sola columna. Sa- ‘bemos ésto por los informes del Departamen- to Nacional del Trabajo, pero desconocemos Indios chané preparando sus artesanias, En la {foto inferior, alfarerta y méscaras realizadas por ellos Ingenio La Esperanza,de San Pedro, Jujuy, en su primera fundacién. (Foto Gaite) el contenido de los acuerdos firmados entre Jas empresas, sobre todo en lo referente aia cantidad de aborfgenes que se asignaba cada una. El campamento general de operaciones se encontraba en Limones; allf se hallaba un de- pésito de provisiones y era el sitio donde se dividfan las columnas que marchaban hacia Jas tolderfas, principalmente las ubicadas alo Jargo de los rfos Bermejo y Pilcomayo en los territorios de Chaco y Formosa. Las columnas estaban compuestas por po- cos hombres, generalmente criollos, y co- mandadas por mayordomos de los ingenios. Era frecuente que estas expediciones afronta- ran peligros derivados tanto del trnsito porel monte como del trato con Jos naturales de la region. ‘Las principales parcialidades que intenta- ban reclutarse eran las de los matacos, tobas, pilagds y mocovies. “[...] Ia de los matacos, principalmente, es la mds preferida, pues son Jos mas hacendosos, habiles y utiles y acaso también por su ignorancia que permite explo- tarlos en sus jomnales”, afirmaba el inspector Vidal. Esta opinion habfa sido anteriormen- te enunciada por Bialet Massé, quien afirma- ba que el mataco era “Resistente y hébil para el trabajo del hacha y det machete, es irrem- plazable para el trabajo del monte y del catia veral [...] No tiene idea alguna de la vida civi- lizada [...] con frecuencia se le promete mu- cho relativamente para Levarle al trabajo, y luego se buscan todos los ardides de la astu- cia y dela mala fe, para burlarlo y dejarlo iral fin de la temporada casi desnudo y pobre.” Yolviendo a las operaciones de conchabo, es necesario aclarar que, en las tolderias, los jefes de columna trataban con caciques y len- guaraces. Los arreglos dificiimente se logra- ban si previamente no habfa convites y rega- Jos. Logrado el consentimiento de los indfge- nas para concurrir a los ingenios, comenzaba Ja marcha de toda la tribu, dejando totalmen- te abandonada la tolderfa. Las columnas se reagrupaban en Limones, em ecm cet NOAA saa bdeaC ati con el suficiente cuidado por parte del perso- nal de los ingenios de evitar el encuentro de parcialidades enemigas. Aquf se repartfa ropa y provisiones, consideradas “regalos”, que el ingenio luego descontaba. Lamarcha hacia los centros azucareros du- raba aproximadamente dos meses, siendo re- corrido 1a mayor parte del trayecto a pie, pues recién en Pichanal los ind{genas abordaban vagones de carga del ferrocarril Central Nor- te. Llegados alos ingenios eran repartidos, se- gun las parcialidades, en los distintos lotes en. que se dividfan los caftaverales para su labo- Teo. Los lotes eran unidades con administra- cin propia, asignadas a un cierto némero de trabajadores, quienes establecfan allf su vi- vienda. ‘Tanto para la marcha de ida como de regre- so se les entregaban provisiones, consistentes en came y harina, y algun dinero en efectivo. Las raciones no eran iguales: mientras que a la ida se les daba 10 Kg. de carne cada quin- ce leguas recorridas, a la vuelta se les entrega- ba Ja misma cantidad cada veinte leguas. La marcha hacia los cafiaverales era lenta, ya que el indio no tenfa apuro en llegar al trabajo; en cambio, el regreso se hacfa més répido. Habitualmente, el mimero de indios que se lograba movilizar en estas expediciones osci- labaenlos 5000. Sin embargo, en el afio 1914, se calcul6 que habfa llegado Ja mitad. Pero no siempre eran los mismos hombres los que arribaban a los ingenios, ya que generalmen- te un mismo grupo no acudfa dos afios segui- dos a lazafra. Finalizada la cosecha, los ingenios debfan avisar a las fuerzas de operaciones en el Cha- co, la fecha de licenciamiento de los indios, poniendo de manifiesto una vez més el papel. de contralor del ejército en todo desplaza- miento aborigen. Las precauciones del sobreaviso -regla- mentadas en el artfculo 6 del Contrato- se de- bfan, fundamentaimente, a la frecuencia de los desmanes provocados, sobre todo si los ind{genas no habfan resultado mfnimamente satisfechos en sus deseos luego de los meses de zafra. En muchas ocasiones el indio trata- ba de cobrarse lo que el ingenio le negaba en Ja paga; lo hacfa saqueando almaccnes, pul- perfas o fincas que encontraba a su paso. Pe- To quizds, mds comtin que ésto, fuesen los ac- tos de cuatrerismo al interior chaquefio. Agreguemos a estos peligros otro que pro- vocaba un temor mayor entre las autoridades Militares: los comerciantes, especialmente “turcos”, que vendfan armas de fuego y mu- niciones al ind{gena, quedando en sus manos elescaso efectivo con que éste partfa del inge- nio. Estos mercaderes hacfan su propia explo- tacién del aborigen; los aprovisionaban de al- cohol, tabaco y otros enseres codiciados, lu- crando buenas sumas en las transacciones. No obstante, jo que més preocupaba al ejérci- tocrael hecho de que pudiesen abastecerse de amas y municién de guerra. - Salubridad, asistencia y educacién Elarticulo 9 del Contrato se refiere especi- ficamente alas condiciones de salubridad que Jos ingenios debfan contemplar mientras tu- viesen a los indfgenas bajo su cargo. Si nos basamos en los datos proporciona- dos por los inspectores citados precedente- mente, puede afirmarse que este artfculono se cumplfa plenamente. Los naturales eran va- cunados a su llegada para evitar epidemias y también existfan hospitales y servicio sanita- rio. Pero de alif a afirmar que la salubridad del aborfgen era regularmente buena, existe una distancia enorme. Varios eran los factores que podfan afectar lasalud del indio; algunos inherentes ala pro- pia vida de aborigen, otros derivados de su contacto con el hombre blanco; sin excluir factores cuyos responsables eran las mismas empresas azucareras. Las razones que ocasio- naban los principales problemas de salubri- dad eran las siguientes: a- Sibien hemos afirmado que los ingenios posefan centros sanitarios -lo que consta en. varios documentos- eran absolutamente insu- 19 ficientes, tanto desde el punto de vista de la cantidad del personal sanitario, como de lo deficiente de sus instalaciones. Calctilese, por ejemplo, que La Esperanza tenfa un solo médico para un personal que superaba los 6000 trabajadores en tiempos de zafra. b-El ind{gena cra reacio a concurrir al hos- pital y preferfa continuar con prdcticas cura- tivas ancestrales. Este tipo de costumbres no intentaba ser revertida por las empresas, que no tenfan interés en proporcionar ningtin tipo de educacién sanitaria a sus trabajadores es- tacionales. c- Otro factor importante a tener en cuen- ta es la vivienda, Ya hemos mencionado que, porconveniencia, los ingenios dejabanlevan- tara los indfgenas, en los lotes donde se asen- taban, chozas similares a las de su sitio de ori- gen. Estos huestes, construfdos con paja y material descartado de la cafia, eran constan- tes focos de contaminacién. Viajeros de prin- cipios de siglo, como Bialet Massé¢ y c! fran- cés Jules Huret, opinaban que no podian ser més insalubres. Por su parte, los inspectores del Departamento Nacional del Trabajo ava- jaban la opinién de las empresas azucareras en el sentido de que el aborigen se negarfa a vivir en cualquier otra cosa que no fuese su choza. d- Ciertas enfermedades sociales, como Jas venéreas y al alcoholismo, se vefan agudi- zadas por el contacto con el blanco. Las pri- meras provenfan de las relaciones sexuales de mujeres aborfgenes con obreros de planta; el segundo, hacia el que parecfa tener inclina- cién el indio chaquefio, se incrementaba por Ja facilidad de conseguir bebidas més fuertes que las que elios producfan en el monte, con la algarroba. A pesar que la venta de alcohol estaba pro- hibida en los ingenios y los inspectores pare- cen corroborar que las proveedurfas no lo ex- pendfan, el aborigen no tenfa dificultad en conseguirlo, seguramente de vendedores am- bulantes o lugarefios que lucraban con ello. e- Ciertas enfermedades eran endémicas 20 en el aborigen, como el paludismo, la disen-: terfa, la sarna, etc. f- Casi todos los testimonios afirman queel indio engordaba en el ingenio, lo cual no sig- nificaba que estuviese bien nutrido. Su regi- men alimenticio se basaba en mafz y harina fundamentalmente. Su desnutrici6n lo hacfa fécilmente sensible a cualquier agresi6n pa- tégena, ‘g- Las largas jomadas de trabajo provoca- ban fatiga, tanto fisica como psicoldgica, no quedéndole tiempo libre para realizar ningu- na otra actividad. Debemos aclarar que éste, como otros puntos antes mencionados, no era problema exclusivo del indio, sino de todos Jos trabajadores de! azticar. “Los riesgos del trabajo y la fatiga deriva- da de la zafra no se consideraban peligrosos, aunque producfan efectos tan duros como los de las patologfas virésicas. La extremada du- raciéndel trabajo femenino y el esforzado tra- bajo de los nifios (siempre realizados a la in- temperie, expuestos a las heladas matinales del invierno 0 al térrido calor de las tardes de verano) producfa a menudo un dafio organico prematuro, un lento desarrollo fisico y pro- pensiones psicoldgicas especificas, sintomas de futuras enfermedades mentales”." h- No existfa ningtin tipo de seguro social, especialmente en lo que se refiere a enferme- dades o accidentes de trabajo. Sibien las leyes nacionales referentes al tema son posteriores, algunos establecimientos ya tenfan algiin tipo de consideraci6n al respecio. Sin embargo, sto noes abordado en el Contrato, nimencio- nado por Jos inspectores. Quisiéramos cerrar este apartado haciendo referencia a la educacién. El Contrato no abordaba el tema, no se hacfa mencién a los Nifios aborfgenes en edad escolar, ni a la ins- talacion de escuelas, Creemos ver enello una prueba més de que el interés que movilizaba al gobierno nacional al facilitar la salida de los indfgenas de sus tolderfas, no radicaba en incorporarlo a 1a cultura nacional, sino sélo en proporcionar mano de obra barata. Uno de los edificios del Ingenio Ledesma, 1930. {Archive Vazquez) Indias del Chaco en los cafiaverales. (Foto Gaite) 22 En 1904 decfa Bialet Massé refiriéndose a LaEsperanza: “Enel establecimientohay una escuela nacional, pero sélo para cristianos, a Jos indios no se les ensefia nada. Hay, sin em- argo, centenares de nifios a quienes ensefiar siquiera el idioma del pafs.”®? Esto es confir- mado afios después por el inspector Zavalfa, quien observ6 que en el mismo estableci- miento funcionaban dos escuelas, pero que Jos indigenas no concurrfan a ellas; no sélo porla falta de interés que podfa tener el indio, sino porque los osacos trabajaban ala par de sus mayores, y luego de extensas jomadas de labor, cualquier tipo de educaci6n era impo- sible. ~ Jornada laboral El articulo 10 establecfa que los ingenios se comprometfan a que la jornada laboral no excediese de las ocho horas diarias. Sin em- bargo, en la investigacién que realiz6 e} ins- pector Unsain para constatar su cumplimien- to, los indios manifestaron no saber cudntas horas eran las que trabajan. Su medicién del tiempo, absolutamente primitiva, les impedta fijarcon cierta exactitud Ja duracién de sus la- bores. En las planillas adjuntas al informe no fi- guran las horas de trabajo del personal del ca- fiaveral, aunque sf de los que desarrollabanta- reas en Ja fabrica, donde en ningun caso era menor de las doce horas. Dice al respecto el historiador Panettieri “La jornada de ocho ho- Tas era totalmente desconocida en los inge- nios; comunmente se trabajaba de diez a do- ce horas y durante la cosecha hasta catorce / ../ Diez horas diarias, que en €poca de cose- cha aumentaban a doce era la jomada de labor en La Esperanza /.../ no existfa el descanso dominical /.../ Los indios trabajaban desde la salida del sol hasta las 14.0 15 hs. en inviemo y hasta las 11 0 12 en verano.” Sin embargo, noes tan importante el hora- tio de trabajo, pues el zafrero trabaja a desta- jo y debfa finalizar su tarea en el dfa para te- ner acceso al jomal y ala racién. En caso de no concluir en la jomnada el trabajo asignado, quedaba sin efecto toda la tarea realizada y no les eran entregados los vales con los cuales obtenfan su alimento diario. La labor consistfa en pelar y despuntar la cafiade2y 1/223 surcos, peraluego transpor- tarlaen los vagones de Decauville. Sieraayu- dado por su familia, el ntimero de surcos au- mentaba; por ejemplo, el soldado y.su china debfan completar 5 surcos, lo que implicaba largas y fatigosas horas de trabajo en cl cafia- veral. Del estudio del caso presentado se des- prende que, dificilmente, la industria azuca- Tera jujefia habria logrado el despegue de no haber podido contar con 1a mano de obra del nativo chaquefio. Asf mismo, es de destacar la importancia del ejército como aprovisionador de mano de obra india; su rol deintermediario conlasem- presas azucareras redituaba en beneficio de ambas partes. Al ejército le permitfa derivar poblaciones que se irdn haciendo a un adies- tramiento laboral, que irfa “‘civilizéndolos”, como forma de eliminar su peligrosidad; y a Jos ingenios, —como ya hemos analizado— contar con suficiente mano de obra como pa- ra continuar su expansién productiva, Evi- dentemente, ambos contaron con la complici- dad de las autoridades provinciales que, com- prensiblemente en época de pleno liberalis- mo, jamés intentaron intervenir para reglar las cuestiones laborales. En este sentido, los propios veedores de! Departamento Nacional del Trabajo, poco pudieron hacer para paliar Ja mala situaci6n del indio zafrero. ‘Al cuestionar el papel de los organismos estatales, no debemos perder de vista que en realidad el propésito general, en cuanto a los indios, era incorporarlos como oferentes de mano de obra, y muy poco contaba integrar- los como seres humanos ala cultura nacional. Moralmente, autoridades estatales y empre- sariales sentfan justificaci6n pensando que el contacto con los ingenios alejaba al aborigen del estado salvaje en que se encontraba. Pero sto no lograba ocultar el menosprecio que porellos se sentfa y que claramente se deja en- trever en los escritos de la época. Ese mutuo apoyo entre autoridades y em- presarios se vislumbra en la utilizacién de los medios de comunicacién del oficialismo por parte de Jos tltimos. Asf encontramos que el periddico El Provincial —érgano del Partido Provincial, instalado en el poder—dabalugar auna carta de los hermanos Leach en Ja cual se trataba de hacer descargo a las acusaciones yertidas contra los ingenios por su abuso de 1a mano de obra india. Segiin se desprendfa de las notas que precedfan a la carta “/..,/las ca- lumniosas afirmaciones que se vienen ha- ciendo desde hace algun tiempo en la prensa bonaerense /se debfan a/ falsa informacién, y enlos periédicos radicales/el motivo era/ma- la fe.” En encabezamiento del art{culo pedfa poner “la verdad en su lugar”, ya que los pro- pietarios de los ingenios eran verdaderos “be- nefactores del pafs, calumniados”.* Una industria como Ja azucarera, sujeta a constantes crisis, ya sea por malas cosechas, superproduccién o limitacién de mercado, ha tenido en la mano de obra transitoria un fac- tor de regulacién. A pesar de las constantes quejas por la falta de efectividad 0 poca dis- posicién al trabajo, es evidente que los inge- nios siguieron utilizando alos indios hasta la década de 1930, porque era altamente renta- ble. Ademas de este factor hay que tener en cuenta las extremadamente duras condicio- nes climdticas y de laboreo del cafiaveral; {qué otro trabajador més apto para resistir es- tas adversidades que el indfgena? Ahora bien, si nos cuestionamos sobre las razones de su empleo, debemos agregar el ba- jo jomnal que se le pagaba al indio en compa- raci6n con otros tipos de braceros. Otro mo- tivo radicaba en la relativa facilidad de su re- clutamiento masivo, dada la colaboracién del ejército y autoridades del Chaco y Formosa. A todo ésto se le sumaban otras ventajas: 1a economfa que significaba para los ingenios el no tener que construir viviendas para alojar- 23 Jos, pues los indios como hemos visto— le- vantaban sus tolderfas donde se asentaban temporaimente. Por dltimo debemos afladirel hecho de que se automantenfan en la época en que el ingenio no los necesitaba, ya que se re- tiraban al interior chaquefio una vez concluf- dala zafra, para continuar con sus ancestrales pricticas. Es evidente la intencionalidad del Depar- tamento Nacional del Trabajo de paliar, en parte, la situacién en que se encontraban esos aborigenes, pero ,qué poder podfa tener este Departamento para hacer cumplir los contra- tos laborales, si a nivel local la complicidad entre autoridades e ingenios era evidente? ANEXO CONTRATO REGLAMENTARIO DEL TRABAJO DE LOS INDIGENAS EN LOS INGENIOS DE JUJUY, CELE- BRADO ENTRE LAS AUTORIDADES MILITARES DEL CHACO Y LOS RE- PRESENTANTES DE LOS INGENIOS: “En el kilémetro 612 del rfo Teuco a los veintiocho dfas del mes de febrero de mil no- vecientos catorce, los subscriptos debida- mente autorizados: Jefe de] Regimiento 7° de caballerfa de Ifnea teniente coronel Mariano. Ardoz de Lamadrid, en representacién del se- flor Jefe de las fuerzas en operaciones en el Chaco, el sefior H. Gifford Stower por el in- genio “La Esperanza” Leach’s Argentine Sta- tesLd, y cl seflor Ramé6n Out6n porel ingenio “Ledesma” Nueva Compafifa Azucarera y Refinerfa Ledesma, y como testigos de todo Jo actuado los sefiores: Ingeniero Ferman Schach, el subcomisario de policfa Fronteri- za de Formosa don Pablo Taroni, el sefior Harry Lass y como secretario de todo lo ac- tuado el capitén del regimiento 7° de caballe- rfa de linea don Ram6n Galan, dejan constan- ciaescritaen la presente actuacion “contrato” de las condiciones por la que los ingenios re- presentados se comprometen a conchabar a 24 los ind{geneas de los territorios de Formosa y Chaco, como asimismo a abonar los sueldos enlacantidad y forma que el presente contra- tose detalia. Quedan también establecidas las. condiciones para la trata, marcha, paga, ra- cionamiento y licenciamiento del indigena, como su clasificacién en categorfas segin rango y edad. Igualmente se establece el aho- 170 de trabajo. Formas y condiciones, las que, a continua- cin se pasan a detallar en artfculos separa- dos. Articulo 1%.- El indfgena para todos los efectos del conchabo en los ingenios, queda clasificado en ocho categorfas con el siguien- te pago en cada una: 1 categorfa. Capitan grande o sea cacique mayor que se conchabe por lo menos con diez caciques menores y de los cuales es jefe, de- be pagarsele como sueldo mensual $ 65.00 sesenta y cinco pesos en efectivo, mds $105.50 ciento cinco cincuenta en mercaderf- as 0 sea un sueldo mensual total de ciento se- tenta pesos con cincuenta centavos. 2* categoria. Cacique menor, jefe de diez soldados Gndios) ganaré como sueldo men- sual $ 38.00 treinta y ocho en efectivo mas $ 61,40 sesenta y un pesos cuarenta centavos en mercaderfa o sea un sueldo total mensual de $ 99.40noventa y nueve con cuarenta centavos. 3® categorfa. Soldado 0 sea indio mayor, ganaré como sueldo mensual $ 25.00 en efec- tivo mds $ 31.80 treinta y uno y ochenta en mercaderfas, es decir, un sueldo total mensual de $ 56,80 cincuenta y seis pesos con ochen- ta centavos. 4° categoria. China o sea mujer mayor, ga- naré mensualmente $ 24 veinticuatro pesos en efectivo més $ 23,60 veintitrés pesos se- semta centavos en mercaderfas, un sueldo to- tal mensual de $ 47,60 cuarenta y siete pesos con sesenta centavos. 5* categoria. Pertenecen los muchachos y muchachas de trece a quince afios ganardn el. mismo sueldo y en igual forma que las de ca- tegorid cuarta. sano ntncenseoeaincatsetine neath nis sisi ua eben ron Poblacién chané con sus enseres domésticos y de trabajo, en la actualidad 25 Chorha trabajando en los cafaverales jujeios durante la década del 20. (Archivo Vazquer) Sergio Alvarado, gobernador de Jujuy durante los perfodos 189111893; 1898/1901; 19101 1913, (Foto Diario El Provincial, Jujuy, 1912) 26 6* categoria. Pertenecen los osacos 0 sea los muchachos y muchachas de siete a trece afios, quienes ganar4n un sueldo mensual de $ 12,50 doce pesos cincuenta centavos en cfectivo mds $ 10 diez pesos en mercaderfas, es decir, un sueldo total mensual de veintidés pesos con cincuenta centavos. 7? categoria. Pertenece el lenguaraz del ca- pitén grande y ganard el mismo sueldo paga- do en igual detalle y forma que parala catego- ria 1, 8* categorfa. Pertenece el lenguaraz de ca- dacinco caciques menores y ganardel mismo sueldo en igual forma y detalle que los de 1a 2* categorfa. Art. 2°.- Enel cuadro niimero 1 adjunto se detallan la forma en que los ingenios Ledes- ma y La Esperanza, se comprometen a efec- tuar la paga de sus sueldos al trabajador indf- gena clasificado segiin las categorias estable- cidas en el artfculo uno. Art. 32- El ahorro mensual en dinero y mercaderfas indicado en el cuadro nimero uno y acumulado en la partida especial, s6lo se les debe entregar al indfgena, una vez que termine los trabajos del ingenio para que fué conchabado, y para que responda al fin dese- ado, dichos ahorros le serén entregados el mismo dfa que fuesena marchar por F.C. alas estaciones de dislocamiento. ‘Art. 4°, Los ingenios Ledesma y La Espe- ranza, por intermedio tinico de sus “depésitos almacenes”, deben hacer entrega directa al indfgena dela parte de su sueldo mensual que en mercaderfas le corresponda y que, a ente- ra voluntad, el ind{gena desee adquirir. Igual- mente los ingenios deben hacer entrega en mercaderfas correspondientes al ahorro esta- blecido para cada indfgena, entrega que ésta debe ser a amplia eleccién y para lo cual “er el arreglo grande” sus depdsitos almacenes, deben estar provistos de prendas de vestir, vf- veres, herramientas de labranza, ganado de crfa y silla con preferencia de busros y burras. Art. 5.- Como el ahorro total en dinero es- tablecido para cada categorfa tiene por obje- to primordial que el ind{gena al Hegar a sus hogares de regreso de sus trabajos tengadine- ro con que atender sus necesidades de vida, durante el perfodo de receso de los trabajos de ingenios y especialmente, motivar la envidia en aquellos otros indfgenas que carecen de esos recursos por no haber concurrido a los trabajos. Para hacer efectivas estas ventajas los ingenios se comprometen a entregar al in- dfgenas, primeramente, el ahorro en merca- derfas y después sus ahorros en efectivo, evi- tando en todo Io que en ellos dependa, el que los indios malgasten esos ahorros. Art. 6°.- Para poder las tropas militares y autoridades civiles fiscalizar el estricto cum- plimiento de las disposiciones, prohibitivas del comercio directo con el indfgenas y espe- cialmente el que éstos sean explotados por los: comerciantes del transito y los ambulantes, quienes aprovechando la ignorancia y vicios del indio les venden o cambian las prendas y otros efectos, con un lucro infcuo y llegando hasta venderles armas y pertrechos de guerra, Jos ingenios se comprometen a comunicar en. cardcter oficial, con treinta dfas de anticipa- cin al sefior jefe de las fuerzas en operacit nes en ¢l Chaco, la fecha en que ellos inicia- rdnellicenciamiento de los indios, pata quela dictada autoridad, tome las providencias per- tinentes. Art. 72.- Los ingenios sé comprometen a comunicar al sefior jefe de las fuerzas en ope- raciones en el Chaco, con treinta dfas de anji- cipaci6n la fecha de salida de sus empleados ala recluta de indfgenas en los territorios del Chaco y Formosa. Art. 8°.- Los ingenios se comprometen a conducir por intermedio de sus empleados, a fos indfgenas contratados en su marcha de ida y vuelta de las tolderias alos ingenios y adar- les el siguiente racionamiento de marcha por hombre: paralamarchade ida al ingenio, diez kilos de carne por fraccién de quince Ieguas de recorrido, mds un kilo de harina por cada treinta leguas. Para la marcha de regreso, cada hombre deberd recibir: diez kilos de carne por cada veinte leguas de marcha. El racionamiento y dinero entregado para la marcha de ida y vuelta no debe gravarse al sueldo del indfgenas en forma alguna. Art. 9°.- Los ingenios se comprometen en hacer vacunar a los indfgenas al ingresara sus propiedades, como también a no cobrar cl ra- cionamiento de enfermo como tampoco 1a asistencia médica. Art, 10°.- Los ingenios se comprometen a que el trabajo del indfgenas jamds no exceda de ocho horas diarias. Art. 11.-La superioridad, se reserva el de- recho deenviar personal militara los ingenios Ledesma y La Esperanza, alos efectos de fis- calizar el trato que en ellos se da al indfgena como asf, el estricto cumplimiento del pre- sente contrato, Siendo de un beneficio comin los fines que con este contrato se desea obtener, las fuerzas en operaciones en el Chaco, coopera- rén a su mejor éxito en la forma que la supe- rioridad determine. Art. 12.- El presente contrato, se hace por ‘cuadruplicado a fin de que un ejemplar le sea entregado al sefior jefe de las fuerzas en ope- raciones en el Chaco, otro ejemplar al tenicn- te coronel don Mariano Arioz de Lamadrid, como jefe del regimiento 7° de caballerfa de \inea, otro ejemplar al representante del inge- nio “Ledesma” y el otro ejemplar al represen- tante del ingenio “La Esperanza”. Constando el presente contrato de doce articulos escritos en diez folios utiles més un “Cuadro demos- trativo” néimero uno y que corresponde al ar- ticulo numero I y va rubricado como asf ca- da uno de los folios de este contrato. Se hace constar que la diferencia en el nu- mero de folios de los cuatro ejemplares de es- te contrato s6lo se produce por haber sido es- crito por distintas personas, mismas que acti- anen él. Lefdos que fueron los cuatro ejemplares y estando en completa conformidad al firman y rubrican las partes actuantes en presencia de 27 28 Otra vista del caserfo chané de Campo Durén, en la actualidad ost s 0895 $ 0r'06 $ osout f osos +s osts | ofos 9s oc'os os ss ws ss as ors ors 1s ov'os es ost $ sts 9$ zs ss as as ug 1s ov'os 8s ovis bs ss sts as as as ss 9s Ors sts os'os os ose s of ols sts. ses ses osze$ ss OSes oss OS 1s sojensuaus sopjans so| ap HOI, ensuour ‘ofseo ‘soxnpoodso eae] 9p sowue saa ened 29/921 ‘anb sepapeazay, enswaut caeger ue UpeY (operon) nouns ‘sunsu09 ab wuro 10g ‘ap ugees © mpit00 ap Uy vied suansp 25 sotuisas s0soUt soy 2p OPIS TE sourod ‘soso sonsiod ‘sop $0] 2p opjong, ‘awauTnswat ‘oppens'as 2p oapoaye to EHO otytiog 95 ofeqen 3p sexp ‘ua epto 40g ‘boo sya ‘os rues ‘run we sofeqen 4198 104 soue 1 ‘ap sauousut 0 oo0sQ) sour SLE EI ‘9p oypeysnur 0 eury) 04 eUn orpuy Fas 0 opepIOS. sonbioe reren8ur] 6 sopepps 01 9p ayox souows anbrowD pee ‘zesen8u7] 0 sonby>e OT 9p oyox apueig updey 29 Jos testigos que firman. A. Gifford Stower —Representante de “Leach’s Argentine Estates Ld.- Por Compa- fifa Azucarera y Refinerfa Ledesma R. Outén. Por jefe de las fuerzas en operaciones del Chaco. Mariano Arioz de Lamadrid, Tenien- te coronel jefe del C/7. Ferman Schach, testi- go. Pablo Taroni, Sub-comisario. Ante mf, Romén S. Galan, capitén.” Osaco 0 menores de 13 aiios NOTAS 1. BUSIGNANI, Mario: La Industria Arucarera en Jujuy. En: “Segundas Jomadas Estudiantiles Uni- versitarias”. Jujuy, Instiuto Superior de Ciencias Econémicas, 1963. P.37. 2. Los socios de Ardoz eran Angel Ugarriza, Pedro Comejo, Juan Uriburu, Pedro Uriburu y Wences- Tao Lobo. 3. Guillermo, Gualterio, Esteban, Francisco y Nor- mando Leach, eran los cinco hermanos de Roger Leach legados desde Inglaterra pare formar parte dela nueva empresa, BUSIGNANT, Mario, op. cit. p. 38, LEACH’S ARGENTINE ESTATES LIMITED. INGENIO LA ESPERANZA. PROVINCIA DE JUJUY: Los Hermanos Leach en el Norte Argenti- no. 1883-1943. Jujuy, setizmbre de 1943. RUTLEDGE, Ian: Cambio Agrarioe Integracién. El Desarrollo del Copitalismo en Jujuy: 1550- 1960. ECIRA-CICSO, Imp. en Tecumén, 1987. P. 161. 6 CARRILLO, Joaquin: Descripcién Brevisima de Jujui Provincia de la Repitblica Argentina. Jujui, Tip, de José Petruzzelli, 1889. PP. 63/64, 7, APARICIO, Plicido: Por la Verdad Histérica. Las Obras Piiblicas en Jujuy. Quienes las Hicieron, Comprende de 1890 a 1927. Buenos Aires 1945. PP> 13.018. 8 Eiproyecto original contemplaba la continuacién ée Ia linea hasta el sudeste boliviano, para empal- marconel ferrocarril a Santa Cruz.de a Sierra y de allf a Cochabamba. 9. ORTIZ, Ricardo M.: Historia Econbmica de la Argentina, Buenos Aires Editorial Plus Ultra, 1971. Tomo Hl, 254 y ss. 10. AHPJ. 1914. Caje 3. Noviembre 15, seis folios. Es una nota dirigida al gobierno de la Provincia y fir- ‘mada por los administradores de los ingenios “Le Mendieta S.A.","“Ledesma Sugar Estates and Re- fining Co. Lied.” y “Leach’s Argentine Estates Lted.”, China 0 muchacho de 13.15 afios, Soldado o sea Indio mayor or soldados o Lenguaraz 5 caciques Cacique menor Jefe de 10 Capitin Grande Jefe de 10 caciques o Lenguaraz grande. ” Boletin det Departamento Nacional del Trabajo, Aflo 1914, NP 28 Agosto 31 de 1914, Buenos Aires, Imprenta Alsina, 1914, PP. 31/35. loque para fin de cosecha Ahorra en mercad para fin de cosecha| ‘Total de lo que gana en efectivo mencualmente Tou! ganaen rmercaderias por mes Ahora en efectivo para fin de cosecha Total de ahoros Resamen 41, RUTLEDGE, Jan, op.cit, vercuadroN® 19, p.166, 12, AHPI. Cajas correspondientes de los afios 1900 a 1916. Es numeroso el material documental en cual las autoridades provinciales solicitan directamen- te a los propictatios de los ingenios “Ledesma” y ““LaEsperanza” la presentaciéndeuna tema} cleccidn de jueces de Paz y comisarios de policfa en Jos departamentos de Ledesma y San Pedro, efectuéndose la elecciGn de los mismos de la tema elevada, 13, INIGO CARRERA, Nicolés: Camparas Militares y Clase Obrera. Chaco 1870-1930. En: “Historia Testimonial Argentina’, N*25. Buenos Aires, Cen- tro Editor de América Latina, 1984. PP. 15/16. 14, Tanto Bialet Massé, en 1904, como Jules Huret, en 1911, realizaron las mismas observaciones. 15. Ver: BISIO, Rail H. y FORNI, Floreal H.: Econo- nia de Enclave y Satelicaci6n del Trabajo Rural. EtCaso de los Trabajadores con Empleo Precario nun Ingenio Azucarero del Noroeste Argentino. En: “Desarrollo Econémico”, Vol. 16, N®61. Bue- nos Aires, abril-junio de 197 GATT, Luis Marfa: Plantacién, Campesinado y Manufactura: un Caso de Andlisis Diacrénico de laArticulaciéndeClasesenelNoroeste Argentino, Segunda Reunién del Grupo de Trabajo Sobre Pro- cesos de Articulacién Social (CLACSO), Quito, Noviembre de 1975. REBORATTI, Carlos E.: Causas y Consecuencias del Aislamiento Geogréfico. E!Caso del Departa- mento de Santa Victoria - Provincia de Salta. Tra- bajo de Tesis Presentado Para Optar ala Licencia- turaen Geografia. Buenos Aires, Facultad de Filo- sofia y Letras, UBA, 1973. 16. OSACO: denominacién dé! nifio indigena menor de 13 aiios. 17. Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. N? 28. Buenos Aires, Imprenta Alsina, Agosto 31 de 1914. P. 16. FUENTES Y BIBLIOGRAFIA Fuentes: ~Archivo Histérico de la Provincia de Jujuy (AHP). ‘Cajas correspondientes a tos afios comprendidos entre 1900y 1916. - BIALET MASSE, Juan: Informe Sobre el Estado de la Clase Obrera. Madrid, Madrid, Hispamérica, 1985, Dos tomos. - Boletin Oficial de la Provincia de Jujuy (B.O,) Ejercicio 1915-1916, iy BO). ~Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. N® 18, Boleifn del Departamento Nacional del Trabajo. N® 28. Op. cit, p. 15. 19. RUTLEDGE, Ian, op. cit, p. 204. 20. Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. N?28, Op. cit, p. 37. 21, Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. N?28, Op. cit, p. 89. 22. Tomemos esta categorfa por set la més numerose y una de las més productivas. 23. Enlas modificaciones realizadas al Contrato que- dé establecido que no se descontarian el consumo de cafia, tabaco, ni ropa, pero no pudimos compro- bar siesta modificaci6n realmente se cumplié 0, si pore] contrario, los descuentos fueron englobados cenel rubro “adelantos” (ver Cuadro N°8 ) 24. “Boletin del, Departamento Nacional dei Trabajo. N° 28. Op. cit, p. 79. 25. Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. 1N®30, Buenos Aires, Talleres Graficos A. de Mar- tino, Abril 30 de 1915. P. 51, 26. AHPI. 1914, Caje3. Mes de Julio. 27. AMPS. 1908. Caja 1. Ley de Trabajo de Mujeres y Nifios, enviada a la Provincia por el Departamen- to Nacional del Trabajo. 28. Boletin del Departamento Nacional del Trabajo. NP 28. Op. cit, pp. 10/11. 30. BIALET MASSE, Juan: Informe Sobre el Estado de la Clase Obrera. Madrid, Hyspamérica, 1985. ‘Tomo |, pp. 90/91. 31. SPALDIN, citado por: SANTAMARIA, Daniel J Aziicar y Sociedad en el Noroeste Argentino. Bue- nos Aires, Ides, 1986. P. 116. 32. BIALET MASSE, Juan, op. ct,, tomo I, p.97. 33. PANETTIERI, José: Los Trabajadores. Buenos Aires, Editorial Jorge Alvarez, 1966. PP. 103/104. 34. Diario EL PROVINCIAL, Organo del Partido Pro- vost Ato ¥,N* 584, uy, jueves 12.de marco de 1914, 28, Buenos Aires, Imprenta Alsina, Agosto 31 de 1914. ~Boietin del Departamento Nacional del Trabajo. N® 30. Buenos Aires, Talleres Gréficos A. de Martino, Abril 30 de 1915. - BOWMAN, Isaiah: Los Senderos del Desierto de Atacama, Santiago de Chile, Sociedad Chilena de His- toria y Geografia, Imprenta Universitaria, 1942, - Diario EL PROVINCIAL, Organo del Partido Pro- vincial. Jujuy, 1914, ~ HURET, Jules: De Buenos Aires al Gran Chaco. Madrid, Hispamécica, 1985. 31 - LEACH’S ARGENTINA ESTATES LIMITED. INGENIO LA ESPERANZA. PROVINCIA DE JU- JUY: Los Hermanos Leachenel Norte Argentino. 1883- 1943. Jujuy, setiembre de 1943. ~ Mensaje del Gobemador de Ia Provincia Sr. Maris- ‘no Valle a la Honorable Legislatura. Jujuy, Mayo 1 de 1903. ~Mensajedel Gobernador dela Provincia Sr. Manuel Bibliografia: - APARICIO, Plicido: Por la Verdad Histérica. Las Obras Piiblicas en Jujuy. Quienes las Hicieron, Com- preade de 1890 a 1927. Buenos Aires, 1945. - BISIO, Rail H. y FORNI, Floreal H.: Economia de Enclave y Satelizaci6n de Trabajo Rural. ElCaso de los ‘Trabajadores con Empleo Precario en un Ingenio Azu- carero del Noroeste Argentino. En: “Desarrollo Econ6-; mico”, Vol. 16, N? 61. Buenos Aires, abril-junio de 1976. - BUSIGNANT, Mario: La Industria Azucarera en Jujuy. En: “Segundas Jomadas Estudiantiles Universi- tarias”. Jujuy, Instituto Superior de Ciencias Econémi- cas, 1963. “ CARRILLO, Joaquin: Descripcién Brevisima de Jujui Provinciade la Repiiblica Argentina. Jujui, Tip.de José Petruzzelli, 1889. = GATTI, Luis Maria: Plantacién, Campesinado y Manufactura: UnCaso de Andlisis Diacrénico de laAr- ticulacin de Clases enet Noroeste Argentino. Segunda Reunién del Grupo de Trabajo Sobre Procesos de Arti- ‘culacién Social (CLACSO). Quito, noviembre de 1975. -INIGO CARRERA, Nicolés: Camparas Militares +y Clase Obrera, Chaco 1870-1930. En: ia Testi ‘monial Argentina”, N? 25. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, - ORTIZ, Ricardo M-: Historia Econémica de laAr- ‘gentina. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1971. Tomo 1. -PANETTIERI, Jos6: Los Trabajadores. Buenos Ai- 32 Barnés ala Honorable Legislature. Jujuy, Mayo 1 de 1905. = Mensaje del Gobernador de Jujuy Tie. Coronel Pe- dro J, Pérez. Jujuy, 1915, ~ TERRY, José A: Memoria Presentada al Sefior Presidente de la Repiblica. Tucumdn, Sata, Jujuy y Santiago. Buenos Aires, Cfa. Sud-Americana de Bille- tes de Banco, 1894. es, Editorial Jorge Alvarez, 1967. PANETTIERL, José: Las Primeras Leyes Obreras. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984. ~ PANETTIERI, José: Argentina: Historia de Un Pats Periférico. 1860-1914. Buenos Aires, Centro Edi- tor de América Latina, 1986. -REBORATTI, Carlos E.: Causas y Consecuencias del Aislamiento Geogréfico. EICaso del Departamen- to de Santa Victoria. Provincia de Salta. Trabajo de Te- sis Presentado para Optar a la Licenciatura en Geogra- fia, Buenos Aises, Facultad de Filosofia y Letras, UBA, 1973. = RUTLEDGE, Ian: Cambio Agrarioe Integracién. El Desarralto del Capitalismo en Jujuy: 1550-1960. ECIRA - CICSO, Imp. Tucumsén, 1987. - SANCHEZ DE BUSTAMENTE, Te6filo: Biogra- flas Histéricas de Jujuy. Tucumén, Universidad Nacio- nnal de Tucumén, Facultad de Filosoffa y Letras, 1957. - SANTAMARIA, DanielJ.:Aziicar ySociedad enel Noroeste Argentino. Buenos Aires, Ides, 1986. - SANTAMARIA, Daniel J.: Las Huelgas Azucare- ras de Tucumén. 1923. En: “Historia Testimonial Ar- gentina”, N#26, Buenos Aires, Centro Editor de Améri- ca Latina, 1984. - SOLARI, Eulogio: Geografia de la Provincia de Jujuy. Buenos Aires, Talleres de la Casa Jacobo Peuser, 1907. - WOLF, Eric R. y MINTZ, Sydney W.: Haciendas y Plantaciones en Mesoamérica y las Amillas. En: ‘CLACSO, Simposiode Roma: “Haciendas, Latifundios y Plantaciones en América Latina”, México, Editorial. Siglo XXI, 1975. i } i

You might also like