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LA DOCTRINA DEL DERECHO DE RESISTENCIA EN LA FILOSOFIA POLITICA HISPANA TRADICIONAL Marta SALAZAR SANCHEZ Ayudante de Derecho Politico Facultad de Derecho - Universidad de Chile SUMARIO 1. La doctrina isidoriana y el Liber Iudiciorum. u. El derecho de resistencia en la Alta Edad Media. m. El concepto de tiranfa en Santo Tomés de Aquino. 3v. El derecho de resistencia en Ia Baja Edad Media y la Edad Moderna. v. El derecho foral. vi, La esco- Tastica espafiola del siglo xvi. vu. La independencia hispanoameri- cana. vu, Condlusién. Las raices del pensamiento politico imperante en Hispanoamérica, que sirven de fundamento a la doctrina del derecho de resistencia, se encuentran ya formuladas en la Alta Edad Media. Hay que te- ner presente que el conquistador espafiol que se establecié en tierras de América posefa un acervo de principios politicos perfectamente estructurados, de acuerdo a los cuales, se organizé politicamente los nuevos reinos americanos. 1. LA DOCTRINA ISIDORIANA ¥ EL LIBER IUDICIORUM En los remotos tiempos de la monarquia visigoda, cuando el rey Re- caredo, en el afio 589, abjuré del arrianismo e ingresé a la Iglesia Catélica, los efectos moralizadores de la doctrina cristiana se hicie- ron sentir de inmediato en el pensamiento politico. Surge una ava- salladora personalidad, cuyo pensamiento marca, no sélo su época, Revista de Derecho Piblico 19 ‘Vol. 1989 (NOs, 45.46). l obispo de Sevilla, San Isidoro!. Se inicia entonces la instituciona- lizacién del Reino. Dada la naturaleza del Reino (Regnum) como una comuni- dad sometida al poder del rey, la posicidén de éste queda condiciona- da por la indole del poder y Ja estructura de la comunidad. El rey ya no se considera como un dominador del reino, sino como rector del mismo. El pueblo no ¢s una masa pasiva ¢ inorginica, sino que una multitud humana asociada por un vinculo de sociedad (civitas est hominum multitudo socielatis vinculo adunate)?, Estos dos ele- mentos, rey y pueblo 0 comunidad, juegan arménicamente en la doc- trina de San Isidoro. El poder, que proviene de Dios, sdlo se usa rectamente cuan- do se ejerce para el bien de la comunidad; por ello, el poder en- trafia graves responsabilidades y ha de ejercerse con prudencia. EI poder no es absoluto, debe someterse a la justicia y a Jas leyes. El rey no esté sobre Jas leyes, sino sometido a las mismas’. San Isidoro esctibe en el Libri Sententiarum: “Reges a recte agendo vocati sunt, ideoque recte faciendo regis nomen tenetur, peccando amittitur’4, Asf, al obrar conforme a derecho es condicién bdsica para conservar el nombre de rey. El célebre aforismo: “rex eius eris si recte facias: si non autem facias, non eris”, que Isidore incluye en las Etimologiae, ¢s incorporado luego al Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo), maxima ex- presién juridica de la Espaiia de su tiempo’. Para San Isidoro, el mal rey ¢s un drano®, El principe no de- ‘Jaime Eyzaguirre, Ideario y ruta de la emancipacién chilena, (6% ed.) Santiago. 1976, 15. ‘Texto: Isidoro de Sevilla, Etimologiae, libro 15, titilo 2 capitulo 1, en Alfonso Garcfa Gallo, Manual de Historia del Derecho Espafiol (8* ed.) Madrid. 1979, tomo a1 (N° 671) 418. sGarcla Gallo, ob. cit., tomo 1 (N® 14M) 540; acerca del derecho ger- mdnico, ver Rudolf Gmiir, Grundriss der deutschen Rechtsgeschichte (3. Au- flage) Bielefeld, 1984, 41. *Texto: Isidoro de Sevilla, Libri Sententiarum, libro 8, titulo 48. capi- tulo 7, en Garcia Gallo cit. tomo 11 (N° 673) 420. "Eyzaguirre, Ideario cit. 16; Texto: Isidoro de Sevilla, Etimologiae. li- bro 9, ttulo 8, capitulo 1; L’ber Iudiciorum, tivulo preliminar, 2, en Gar- cla Gallo, cit. tomo m1 (N° 669) 417. “Texto: Isidoro de Sevilla, Etimologiae, libro 9 titulo $, capitu'e 19 Liber Tudiciorum, titulo preliminar, 2, en Garcia Gallo cit. tomo 1 (N? 669) 417. 20 be ser un dominador de su pueblo, sino su rector y debe gober- narlo de acuerdo al derecho. Esta cs materia de grave responsabili- dad para él’. Su responsabilidad es atin mayor si se tiene en cuenta que la filosofia wadicional identifica el derecho natural y la ley cristiana®. Il. EL DERECHO DE RESISTENCIA EN LA ALTA EDAD MEDIA En este periodo, se considera al vey como rector del pueblo por la justicia. Esto se entiende tal como la expone San Isidoro, lo comen- tan otros escritores y sé recoge en el titulo preliminar del Liber Iudi- cioram. De esta manera, lo que habfa sido un ideal no siempre prac ticado en la época visigoda, se convierte ahora en realidad®. EI principe, sin ser un representante del pueblo en sentido estricto, aparece como su jefe natural, proveniente del mismo pueblo y no venido de fuera para dominarlo!®, Esta doctrina no queda en pura especulacién, sino que se difunde y arraiga en la sociedad. El poder real no es absoluto. Tiene como limites aquellos que imponen la religién y la moral cristiana y, debido a la misma fina- lidad del poder, cl que ha de ejercerse para el bien comin y no para la utilidad privada o del rey. Lo limita también el ordenamien- to juridico vigente. El rey est4 sometido al derecho y cualquier ac- cién contra él constituye fuerza o violencia. Una tercera limitacién. es su deber de gobernar con Ja curia o consejo; toda decisién im- portante debe ser tomada de acuerdo con ellatt, JIL EL CONCERTO DE TIRANEA EN SANTO TOMAS DE AQUINO Santo Tomas compara el reino con una nave y al rey con el capi- tan de la misma. Asi como el capitén debe guiar la nave a buen "Garcla Gallo cit, 1 (N@ 1.152) 642. ‘Garcla Gallo 1 (N° 287) 148-149. *Garcta Gallo cit, 1 (N? 1.135) 627. Garcia Gallo cit, 1 (N® 1.134) 627. “Garcia Gallo cit., 1 (N® 1.151) 641-642. 21 puerto, el rey debe conducir al reino hacia el bien celestial del mis- mo, que pasa por su bien temporal!2: pertenece al oficio de rey pro- curar la buena vida de la muchedumbre, segin Jo que conviene para conseguir la bienaventuranza celestial}, Define la ley como “cierta ordenacién de la raz6n dirigida al bien comin, promulgada por el que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad” (rationis ordinatio ad bonum commune, ab co curam communitatis habet, promulgata)'4. La ley tiende primera y principalmente al bien co- mind, Santo Tomés distingue al rey del tirano, porque el rey ordena su actuar al bien comin; pero el tirano lo dirige a su propia utili- dadi®, Lo decisivo en la doctrina tomista es el concepto de bien comin. Si el rey atenta contra el bien comin, pierde la justificacién de su exis- tencia y se convierte en tirano. En tal concepto de bien comin, tie- ne el derecho de resistencia su justificacién'”. El Aquinate recomienda que, mientras la tirania no sea inso- portable, se sobrelleve con resignacién, para evitar males mayores!8. No obstante, si la tirania se vuelve intolerable, Ia mayorfa del pueblo se puede alzar; pero esto bajo ciertas condiciones!®, que han sido resu- midas en estas cuatro siguientes: 1, la rebelién ha de ser el unico medio para obtener el reemplazo de ja autoridad ilegitima por otra; 2. ha de preverse prudentemente que la rebelién no desencadenaré peores males sobre la comunidad, que aquellos de los cuales preten- de liberarse; 3. ha de haber una probable posibilidad de éxito, esto wYomés de Aquino, De regimini principum, libro 1, capitulo 14, en Garcia Gallo cit, it (N® 908) 726. Tomas de Aquino, De regimine principum, libro 1, capitulo 15. en Garcia Gallo cit. m, (N® 1.084), 923. “Tomas de Aquino, Summa Theologica, ta — tae. quest. 90, art. 4, en Garcia Gallo cit. m, N° 128, 88, "Tomas de Aquino, Summa Theologica, ta - tae, quest. 90, art. 3, en Garcia Gallo cit. m (N° 128), 87. “Tomas de Aquino, Commentaria in w libros Sententiarum Petri Lom- bardi, libro 2, distinctio 44, quest. 1, art. 8, en Garcia Gallo cit. m (N? 1.185) 969. Josef Speier, Das Widerstandsrecht in der Verfassungsgeschichte, en Unterrichtsblitter fiir die Bundeswehrverwaltung, 8. Jahrgang, 76-78. “Garcia Gallo, Historia cit. 1 (N? 1.434) 839. “Friedrich Berber, Das Staatsideal im Wandel der Geschichte, @ ed) Manchen. 1978, 144. 22 por una exigencia moral, no tdctica; 4. a autoridad que advenga ha de dar garantias suficientes de ser ella legitima en su ejercicio y de profiiaver <} bien comyin20, Iv. EL DEREGHO DE RESISTENCIA EN LA BAJA EDAD MEDIA ¥Y LA EDAD MODERNA La denominacién de tyrannus, que ya en la época anterior se habia dado al mal rey, es objeto ahora de especial atencién por los trata- distas, que Uegan a distinguir dos clases de tirano. En primer lugar, el que se califica de tyrannus ab origine o secundum titulum, por- que carece de un titalo legitimo para ejercer el poder real, como ocurre con el invasor y el usurpator2". Aunque se atribuyan el titu- lo de rey y ejerzan de hecho sus funciones, no son en realidad ver- daderos y legitimos reyes. De otro lado estd el que se califica de tyrannus secundum (0 quod) regimini, tirano por su gobierno, o in usu potestatis, por el ejer- cicio del poder. Este es aquel que, poseyendo legitimamente el titulo de rey, gobierna de forma opresiva, atendiendo a su provecho y no al bien comtin y utilidad del reino a que esté obligado??. Contra el tirano por falta de titulo, la doctrina undnime afir- ma que no hay que obedecerla, que se le puede rechazar con. la fuerza, e incluso darle muerte? Frente al titano por mal gobierno, pero que por su origen ostenta legitimamente el titulo de rey, la doctri- na es sumamente cautelosa®4, En todo caso, cuando el mal gobierno se convierte en tiranfa es una cuestién de apreciacién. Siguiendo a Santo Tomés, los autores recomiendan que, mientras la tiranfa no sea intolerable, Jos pueblos la soporten con resignacién. Pero si se hace insoportable, se debe tratar de moderar el poder del rey. Si "Texto: ‘Tomds de Aquino, De regimine principum, libro 1, capitulo 6, Ne 1-19, en Garcia nm (N® 1,186) 969-971; cfr. Dieter Bhumenwitz. Die ver- fassungsentwicklung der Dritten Welt unter besonderer Berticksichtigung der chilenischen Entwicklung, Wurzbung, 1979, 12-18. Josef Isensee, Das legalisierte Widerstandsrecht, Bad Homburg. 1969, 29-80; este autor distingue entre tyrannus regiminis y tyrannus usurpationis. =Garcla Gallo cit, 1 (N? 1.490) 896-837. =Ibidem (N° 1.41), 837. *[bidem (N° 1.432), 887. 23 esto no se consigue, debe suplicdrsele y amonestarsele para que él mismo lo modere y, en caso de no conseguirlo, negarle la obediencia. Si atin asi el tiranu no sc camicuda o abdica, la generalidad de los tratadistas admite que la comunidad puede lcictamente rebelarse ¢, incluso, previa decision de la comunidad, puede Negar a dar muerte al tirano, accién que puede ejercitar cualquier particular?’ Sin embargo, lo que es inadmisible es que un particular, por su pro- pia iniciativa y sin autoridad recibida de Ja comunidad dé por si mismo muerte al monarca?6, La licita o Jegitima rebelién es una verdadera represién de la Urania, acordada por la comunidad y no puede equipararse a la se- dicién o levantamiento de un grupo, pues éste va contra la unidad, paz y bien comin de la comunidad y no puede ser justificado en ningén caso27, En todo caso, las leyes que ordenan actos contra la religién o el derecho natural no deben cumplirse, Aquellas que sélo suponen una extralimitacién de competencia, pueden incumplirse?8, E] derecho natural de que habla Ia filosofia tradicional, no tiene relacién algu- na con el derecho natural racionalista. El derecho o justo natural es lo que por su naturaleza es adecuado o proporcionado a otro2®, La ley natural es la “participacién de Ia ley eterna en la criatura ra- cional” (participatio legis aeternae in rationali creatura)®. A la ley natural pertenece aquello a lo que el hombre se inclina naturalmen- te; es propio del hombre inclinarse frente a la razén#1, La promul- gacién de Ja ley natural es el hecho mismo de haberla impreso Dios en las mentes de los hombres, para que la conozcan naturalmente®2. "Ibidem (NP 1.432), 838. *Tbidem (N° 1.433), 838. *Ibidem (N9 1.432), 888. “Ibidem; Cfr. Jigen Schmiide, Widerstandsrecht, en Evangelisches Staatslexicon, Band u (3* ed.) Stuttgart. 1987, 3.981. ®Tomés de Aquino, Summa Theologica, 1a - uae, quest. 98, art. 5, en Garcta Gallo cit. 1 (NP 19) 23. "Texto: Toms de Aquino, Summa Theologica, 1a- tae, quest. 91, art. 2, en Garcfa Gallo cit. m (N@ 15) 22. *Tomds de Aquino, Summa Theologica, 1a - uae, quest. 94, art. 4, en Garcta Gallo cit. 1 (NO 16), 22. “Toms de Aquino, Summa Theologica, 1a - nae, quest. 90, art. 4, en Garcia Gallo cit. m (N° 128), 88. 24 Esta doctrina trasciende las obras de los tratadistas y se incor- pora al sentir popular. La consideracién del rey como un magistrado que ha de gobernar conforme a las leyes, en beneficio de la comunidad y €l hecho que el pueblo carezca de otro medio de oponerse al rey, hacen que, entre los siglos xitt y xvIM, se busque, en el ejercicio det derecho de resistencia la defensa contra el may gobierno. El grito de “;Viva el rey! |Muera el mal gobierno!” refleja tal idea®. La doctrina del derecho de resistencia ¢s recogida expresamen- te por la coleccién de leyes aplicable a América, particularmente en la norma destinada a impedir la aplicacién de una real cédula —ley que procedia del rey conjuntamente con el Consejo de Indias. La Jey 22 consagra la {6rmula: “se obedece, pero no se cumple”. Que se “obedezca’” significa que se muestra ante ella el acatamiento que se debe a una orden dada con la autoridad reals, Que “no se cumpla” significa que al conocer ¢l texto de una real cédula, se puede solicitar, a través de los cabildos y sus procurado- res, que se suspenda su vigencia, Las propias autoridades americanas suspendian la ejecucién de la ley y suplicaban al rey su enmienda, por haberse dictado con ignorancia o falseamiento de los hechos 9 por producir su aplicacién escindalo 0 dafio irreparable’. Vv. EL DERECHO FORAL El derecho de resistericia fue recogido especialmente por e] derecho foral, que formaba parte del acervo cultural del conquistador. Con l nombre de fueros o costumbres se designa, en primer lugar, el ordenamiento no concretado en normas precisas, que tige la vida so- cial. Con este mismo nombre, se designa también las practicas 0 normas concretas en que estos actos s¢ exteriorizan. No se trata de verdaderas costumbres en el sentido que les da el Derecho Romano, pucs, en gran parte, son concedidas por los reyes o sefiores del he gar, como un privilegio, a una nueva poblacién®?, “Garcia Gallo cit. 1 (NP 1.434), 859. “Reropilacién de Leyes de Indias (1680), libro 2, titulo 1, ley 22, en Garela Gallo, cit. 1 (N@ 161), 106. "Garcia Gallo cit. 1 (NY 402), 201, ‘J, Eyzaguirre, Historia de Chile (8% ed.) Santiago. 1977, tomo 1, 98. Garcia Gallo cit. + (N? 366), 186. 25 La reconquista de territorios en la lucha contra los drabes ori- giné la necesidad de su repoblacién. Asi, la necesidad de atraer po- bladores a lugares donde se tropezaba con las dificultades de una economia naciente y con los peligros de una frontera de guerra, for- 26 a los reyes a otorgar exenciones de tributos y otros privilegios, ¢ incluso, en algunos casos, el, ingreso a la Baja Nobleza de todos los que se trasladaran a habitar en é188, Desde el siglo x1, la costumbre.comienza a ser recogida por escrito, por iniciativa del sefior del lugar, que aprucba el texto legal redactado, o por la autoridad de los Concejos de los pueblos. VI, LA ESCOLASTICA ESPANOLA DEL SIGLO XVI Durante el reinado de la Casa de Habsburgo se conserva viva la jdea del rey sujeto al derecho natural‘? y primer cumplidor de las Jeyes, al punto que el propio Felipe m hizo retractarse publicamente a un predicador que sostuvo que los reyes estaban exceptuados de Ja ley*t, Esta concepcién de la monarquia se halla en los tratadistas de ja época, particularmente en Francisco Suérez y Luis de Molina, que desarrollan la antigua doctrina iniciada por San Isidoro*?. Como el poder que detenta el principe emana, en dltimo términe de Dios, ha de ejercerlo conforme a las leyes divinas y naturales. Como su titulo emana de manera inmediata de la comunidad, debe ademas cumplir las leyes positivas. El quebrantamiento de cualquiera de es- tas normas constituye una violacién del vinculo que une al princi- pe con Ia comunidad y da a ésta el derecho de resistencia. Privado el tirano del ejercicio de la soberania, ésta vuelve a la comunidad*. Sobre el extremo a que puede llegar el pueblo en su legitima %}. Eyzaguirre. Historia del Derecho (9 ed.) Santiago. 1989, 65-66-74. Garcia Gallo cit. 1 (N? 369), 187-188. “Cir. Otto Kimminich, Binfithrung in das dffentliche Recht, (I* ed.) Freiburg. 1972, 206. J. Eyzaguirre, Ideario, 18. “|, Eyzaguirre, Ideario, 18; Gtr. Mario Verdugo M. / Ana Marta Gar- cla B., Manual de Derecho Politico, Santiago. 1979, tomo 1, 397. “J. Eyzaguirre, Ideario, 19. 26 rebelién, hay diversidad de pareceres. Juan de Mariana autoriza a dar muerte al tirano; este tratadista sigue la doctrina de Santo Tomés y de los autores espafioles, que admiten, en ultimo término la muer- te del tirano, previa condena por 1a comunidad; pero la defiende en forma apasionada. Después del asesinato de Enrique tv de Fran- cia, en 1610 y, aunque el asesino afirma no conocer la obra de Ma- yiana, el Parlamento de Paris condend su libro De rege et regis ins- titutione a la hoguera‘s, VIL. LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA La Independencia de Jas colonias inglesas de Norteamérica es un acto de ejercicio del derecho de resistencia, cuya motivacién al mis- mo tiempo determina una organizacién politica, de manera que el derecho de resistencia no es recogido en la constitucién del nuevo Estado*®. Se podria decir que el derecho de resistencia se ha agota- do, que ha sido ejercido una vez y ya no puede invocarse contra el nuevo régimen, porque éste es Jegitimo, 0, mds bien, no puede ser ilegitimo. Asi, en Ja Declaracién de Derechos de Virginia (1776) y en constituciones estaduales posteriores, se reconoce el derecho de Ressi- tance on oppresion47. Se trata de un derecho de resistencia que se ejer- ce una sola vez, contra el poder opresor de la metrépoli, para esta- blecer un estado constitucional. Una vez que éste se ha instaurado, el derecho de resistencia es desterrado del nuevo ordenamiento ju- ridico constitucional*®, La situacién en Hispanoamérica es muy diferente; aqui no se recurre al derecho de resistencia para justificar los hechos que ocurrie- yon a partir de 1808 y que condujeron a la independencia de los Juan de Mariana, De rege et de regis institutione (1599), libro 1, ea. pitulo 6, 1-27, en Garcia Gallo cit, u, (N? 1.138), 971-974. “Garcia Gallo cit. 1 (N® 1433), 839. “Starck, Widerstandsrecht, en Staatslexicon (Gorres-Gesellschaft) (7* ed.) Freiburg. 1987, 990-991. “Klaus Stern, Das Staatsrecht der Bundesrepublik. Miinchen. 1980, to- mo 1, 1.493. “Starck, Widerstandsrecht, 991, estados americanos. De partida, porque tanto el constitucionalismo, como la flustracién, de Ja cual aquél proviene, nacieron fuera del mundo de habla hispana. Su penetracién en 4I fue lenta y depu- ada. Los hechos fueron precipitades por Ja invasién francesa y cl cautiverio del rey Fernando vu en manos de Napoleén Bonaparte. El rey Carlos 1v habia abdicado en favor de su hijo Fernando; luego éste y —por si cabfa alguna duda también Carlos— cedié sus dere- chos a Napoleén y éste, a su vez, a su hermano José Bonapartet®. De acuerdo a la teorfa francesa de la monarquia de derecho divino, elaborada por Bossuet y Bodin, los reyes son duefios exclusivos de su corona y los reinos son meros elementos paSivos sujetos a su au- toridad. Consiguicntemente, Carlos, Fernando y Napoleén disponen por si solos y en actos privados de los destinos de la monarquia’?. Se produce entonces un levantamiento general, que origina la intervencién armada del propio Napoleén al mando de un ejército de ocupacién, Desde el primer momento, el alzamiento se justifica de acuerdo a Ja doctrina tradicional: existiendo un pacto entre el rey y el reino, ratificado por éste mediante juramento, no puede por: st solo y sin el consentimiento de Ia nacién, disponer de la corona®t, Por tanto, Fernando continta siendo el rey legitimo de Espafia ¢ Indias y Napoleén es un tirano, que carece de todo derechot2. Aunque en América no existe ocupacién. francesa, la Uegada de enviados napolednicos provoca una reaccién adversa a éste. En 1808, al conocerse las noticias de Espafia, el Cabildo de Santiago manifesté6 su adhesién a Fernando vif, a quien juré lealtad®’. Sin embargo, las noticias posteriores acerca de la ofensiva militar fran- cesa, hacen temer la caida definitiva de 1a peninsula en manos de Napoleén. Es asi como en 1810, se constituye en Chile una Junta de Gobierno, dentro del desarrollo general del movimiento juntista, que se inicia en Espatia en 1808 y se traslada a América, donde las primeras juntas se forman cn 1809. ]. Eyzaguirre, Historia de Chile cit. 1, 351. ™Garcla Gallo cit. 1, (N® 1.451), 850. Tbidem (N? 1.456), 854. "“Ibidem (NO 1.456) , 855. Eyzaguirre, Historia de Chile, cit. 1, 352. 28 La tradicional concepcién politica, arraigada firmemente en el pueblo, de que el poder no radica en los reyes, sino en Ja comuni- dad, que transmite su ejercicio al rey, se exterioriza, tanto en Ja pe ninsula, como en América4, Al no poder ser ejercida 12 soberania por el rey o por su legitimo representante, el pueblo se subroga en su lugar y reasume la soberania, que ejerce directamente’. Esto no es una novedad en el derecho ptblico espafiol. En todas partes de la monarquia, ¢] pueblo constituye una junta, que ejerce la sobera- nia en nombre propio. Estas juntas carecen de precedentes en el derecho espafiol; pero, el que se formen en todas partes, revela una concepcién undnime y general del derecho'*. En Chile, Ja Junta era presidida por el propio Gobernador. En su Acta de Constitucién juré obediencia al rey Fernando vil, 2 “quien estaré siempre sujeta™®?, Las juntas americanas tuvieron ca- ricter gubernativo y fueron conservadoras de los derechos del rey cautivo’®; no fueron separatistas, ni independentistas, tuvieron sélo un propésito de reforma’*, Se consideraba que, cuando regresara el monarca, deber{a ajustar sus actos a una Constitucién que impidiera el despotismo y asegurara la libertad y derechos de Ios subditos®. Lo que si estaba muy claro es que Jas Indias eran reinos s¢- parados de los reinos peninsulares, atin estando bajo un mismo rey®. Los habirantes de América habian jurado fidelidad al rey, no a Sos habitantes de Espafia, que no tienen jurisdiccién alguna sobre el te- titorio americano, Por otra parte, las bulas “Inter coetera” de 1498, por las que el Papa Alejandro vi hizo donacién de las tierras americanas, con el encargo de evangelizar a sus naturales, se refe- 4, Eyzaguirre, Fisonomia histérica de Chile (8% ed.) Santiago, 1980, 92. =Garcla Gallo cit. 1 (N? 1.458), 856. “Garcia Gallo cit. 1 (N® 1.459) , 857. "Texto: Acta de constitucién de la Junta de Gobierno de Chile, 18.09. 1810, en Luis Valencia Avaria, Anales de la Repiblica @ ed.) Santiago. 1986, 5. @B, Bravo Lira, Historia de las Instituciones Politicas de Chile ¢ Hispa- noamériea. Santiago. 1986, 116, “Eyzaguirre, Historia de las Instituciones Politicas y Sociales de Chile @ ed.) Santiago. 1979, 59. “Eyzaguirre, Historia de Chile, cit. 1, 356. "Bando de la Junta de Gobierno de Chile, abril, 1811, en Garcia Gallo cit. um (N® 1.201), 1064. 29 rian “‘a los reyes de Castilla y 2 sus sucesores”® y no a los habitan- tes de dichos reinos. Las juntas desaparecieron a los pocos afios y del juntismo, se derivé al separatismo, Se produjeron guerras civiles, productos de la lucha por el poder entre las distintas fracciones. La cafda del rey habia provocado la pérdida del cardcter unificador, que la monar- quia ejercia respecto de la sociedad®s, Es erréneo considerar la independencia hispanoamericana como el ejercicio del derecho de resistencia o como una revolucién © rebelién contra el poder instituido, pues en Iberoamérica —incluide Brasil— se derrumban los poderes instituidos sin que haya habido un alzamiento en su contra. VIII, CONCLUSION La doctrina del derecho de resistencia, de inspiracién cristiana, se encontraba presente no sélo en Jos libros de fildsofos y juristas, sino que informaba las grandes compilaciones de leyes, los fucros, las costumbres y era parte sustancial del acervo cultural de la Hispani- dad. La doctrina escoldstica, especialmente, Santo Tomds, era cono- cida y admitida por todos, sin perjuicio de matizar ciertos aspec- tos, Las compilaciones juridicas que tuvieron vigencia en Espafia y en América reconocen el derecho de resistencia del pueblo contra el tirano. “Texto: Bulas Inter coetera de Alejandro vi, en Garcia Gallo cit. H, 638-646. ®Bravo, Historia, 118. “Garefa Gallo cit. 1 (N® 149) , 74. 30

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