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Mitos y leyendas victorianas (Utopic Dreams)

Spring Heeled Jack


Spring-heeled Jack, Jack, the Devil is a character of Urban legend, Folklore, and
Cryptzoology in Victorian era Britain. Being first sighted in 1837, more frequent tales
emerged throughout the ensuring century. His name, Spring-heeled, comes from its'
ability to leap over great distances and heights. During the second half of the 19th
century, the creature became more entrenched in Urban legend, often leading to more
and more speculation of Spring-heeled Jack and his appearance.
During and after the boom in Spring-heeled Jack sightings, his appearance became more
detailed. According to witnesses, he has a
frightening and and terrific figure, with metal
claws on his hands and eyes that "resembled
fireballs". He is said to be either of worn a loose-
fitting black jacket, with a helmet and tight
fitting white garment. However, other versions
of the story claimed he was more upright, and
had the appearance of a "gentleman" (with a top
hat, black, polished coat ect). It was also
recorded in numerous cases during the 1860's
that Jack had a "wicked smile of unimaginable
terror".
During the decades between 1870 and 1890, he
began to take on a more "devil like persona and
look", with more people saying they had
witnessed wings instead of an overcoat and less
clothes. Witnesses had also reported that he had
either a mask of a "demon or devil", or the face
of one. However, the same thing was retained
through the years of sightings, his polished,
black boots.
The very first sighting of Spring-heeled Jack came in October 1837, when a woman by
the name of Mary Stevens was walking to Lavender Hill, a tall, coated man leapt from
the building into the street. He then grasped her with his metal claws, and while kissing
her, he began to tear her clothes. After her screams were heard, the aggressor fled the
scene, leaping back to the building he originally came from. Following this account,
many more stories of this "spring-heeled" man occurred, the most notable being
the Alsop Case.
Alsop Case
The Alsop Case was one of the wide spread stories about Jack, being published in
several notable newspapers. Jane Alsop recalls the moment when she was attacked:
"I answered the door of her father's house to a
man claiming to be a police officer, who told me
to bring a light, claiming "we have caught Spring-
heeled Jack here in the lane". I brought the person
a candle, and noticed that he wore a large cloak.
The moment I had handed him the candle,
however, he threw off the cloak and "presented a most hideous and frightful
appearance", vomiting blue and white flame from his mouth while his eyes resembled
"red balls of fire".

A contemporary story based on Spring-heeled Jack from the 1860's, revealing a more
devil creature.
Mrs Alsop reported that he wore a large helmet and that his
clothing, which appeared to be very tight-fitting, resembled white oilskin. Without
saying a word he caught hold of her and began tearing her gown with his claws which
she was certain were "of some metallic substance". She screamed for help, and managed
to get away from him and ran towards the house. He caught her on the steps and tore her
neck and arms with his claws. She was rescued by one of her sisters, after which her
assailant fled.
During the 1870's stories began to arise again of Jack, this time at Aldershoot. This
story went as follows:
a sentry on duty at the North Camp peered into the darkness, his attention attracted by a
peculiar figure "advancing towards him." The soldier issued a challenge, which went
unheeded, and the figure came up beside him and delivered several slaps to his face. A
guard shot at him, with no visible effect; some sources claim that the soldier may have
fired blanks at him, others that he missed or fired warning shots. The strange figure then
disappeared into the surrounding darkness "with astonishing bounds."
Observaciones
Literal puede ser una trama secundaria o algo así. Es que me hace mucha gracia un tío
que asustando a la gente por ahí y dando brincos entre edificios XDD

El quebradero de cabeza del cráneo de Desacartes (Situación sasbue)


El filósofo y matemático falleció de neumonía en 1650. Enterrado casi en secreto al
esqueleto le faltaba la calavera. No había ni rastro de ella.
El filósofo y matemático falleció de neumonía en 1650. Enterrado casi en secreto al
esqueleto le faltaba la calavera. No había ni rastro de ella.
Pocas veces un cráneo humano ha dado tantos quebraderos de cabeza, valga la
redundancia, a historiadores y científicos del mundo entero como el del filósofo francés
René Descartes (1596-1650), autor del «Discurso del Método» y de esa frase tan
repetida hasta la saciedad: «Cogito, ergo sum («Pienso, luego existo»). Descartes
falleció en Suecia, después de ser recibido en audiencia por la reina Cristina tres veces
por semana, a las cinco de la mañana, para que le explicase en persona su admirable
filosofía. Nuestra nueva «Crónica negra de la Historia» arranca, precisamente, con la
muerte de este impar pensador que sintió de repente un dolor agudo en el costado,
síntoma de la neumonía; y que, lejos de seguir los consejos médicos, intentó curarse a
su manera haciéndose aplicar una infusión de tabaco en una bebida caliente, aguardiente
o vino de España.
Como es natural, la fiebre, en lugar de calmarse, aumentó; los pulmones se inflamaron,
y el 11 de febrero de 1650, a las cuatro de la mañana, Descartes exhaló su último
suspiro. Aunque, al decir de algunos, el filósofo murió envenenado con arsénico, sin
que existan pruebas concluyentes del crimen; pero en cualquier caso, eso ya es otra
historia...
Volvamos así al cráneo del insigne pensador. El cuerpo de Descartes debía permanecer
16 años en Suecia desde su muerte, hasta 1666. De modo que el 1 de mayo de aquel año
se procedió a exhumarlo. Para el traslado de los restos se había encargado, según las
crónicas de la época, «un sarcófago de cobre, de dos pies y medio de largo, porque se
sospechaba que el cráneo y los huesos se hallarían desarticulados y se podrían acomodar
unos sobre otros, sin la menor irreverencia». El precioso «paquete» se envió primero a
Copenhague, donde permaneció tres meses custodiado por la guardia del caballero M.
de Terlón, hasta que partió hacia su destino final en París, atravesando el sur de
Alemania, Holanda y también Flandes. Depositado primero en casa de «monsieur»
d’Alibert, días después el catafalco se albergó en una capilla lateral de la Iglesia de San
Pablo, en espera de la sepultura definitiva.
Un hueso reconocible
El 23 de junio de 1667, la pompa fúnebre se dispuso a inhumarlo de nuevo en la Iglesia
de Santa Genoveva. Pero años después, el 12 de abril de 1791, el bisnieto de Descartes
pidió a la Asamblea Nacional que éste fuese colocado «donde están depositadas las
cenizas de los grandes hombres». La Asamblea ordenó finalmente «transportar al
Panteón francés su cuerpo, y su estatua hecha por el célebre Pajou». Pero los graves
acontecimientos que se sucedieron entonces aplazaron la ejecución del decreto, y la
Convención concluyó la sesión sin fijar el día para brindarle su merecido homenaje al
filósofo.
El cuerpo del difunto, extraído de Santa Genoveva en 1792, recibió sepultura en el
«Jardín de los monumentos franceses» hasta 1816. Y el 26 de febrero de 1819 se puso
en marcha otra vez el periplo funerario con el traslado del féretro a la iglesia de Saint-
Germain-des-Prés, donde quedó depositado en la capilla de San Francisco de Sales.
Entonces se procedió a una nueva exhumación pública, observándose que sólo quedaba
un único hueso reconocible.
l resto –según consta en el acta oficial– era de pequeñas dimensiones, con huesos muy
poco notables, o completamente reducidos a polvo». No había así ni el menor rastro del
cráneo de Descartes, ni de ningún fragmento del mismo. ¿Había sido acaso tan ilustre
calavera reducida a cenizas con el paso implacable del tiempo?
El 6 de abril de 1821, el químico sueco Jöns Jacob Berzelius hizo saber que era dueño
de la macabra reliquia. Enterado de que estaba en venta el cráneo de Descartes, pagó
por él la suma de 37 francos. ¿Qué pruebas aportó de su autenticidad?
«En medio de los frontis –escribía Berzelius– se halla un nombre casi borrado por el
tiempo, del que se puede descifrar I. Sr. Plastrom, bajo el cual la escritura está borrada;
pero se distingue la palabra “tagen”, que quiere decir “tomado”, y los números 1666.
Por una mano más moderna hay escrito lo siguiente, y traducido: “El cráneo de
Descartes cogido por I. Sr. Planstrom el año 1666, cuando iba a enviar el cuerpo a
Francia”. No se encuentra quién fue el poseedor del cráneo después de Planstrom; pero
ochenta y cinco años después lo tenía un célebre escritor sueco, Anders Anton von
Stjerumann, quien puso su nombre y el año, 1751...». Hoy, tan excelso cráneo se
conserva y se guarda en el Museo del Hombre de París, como el mayor de los tesoro.

El químico sueco Berzelius señalaba que, entre los poseedores del codiciado cráneo de
René Descartes, se hallaban también Olof Celsius el Joven (1716-1794), Obispo de
Lund... y su paisano escritor Johan Arkenholtz, autor de las «Memorias de Cristina,
reina de Suecia». ¿Y qué escribía Arkenholtz sobre el cráneo del filósofo que ahora
tanto nos interesa? Esto mismo: «Ya he observado, en el lugar citado, que Isaac
Planstrom, oficial de los guardias de Estocolmo, extrajo el cráneo de Descartes del
sarcófago, que sustituyó por otro, guardando el del filósofo... Es necesario que diga aquí
que en mi último viaje a Suecia, en 1754, adquirí parte de ese cráneo, que aseguran ser
el verdadero, y cuya otra parte reposa en el despacho del difunto M. de Hoegerflycht,
que habrá ido a parar a algún miembro de su familia». El historiador sueco conservó, en
efecto, el maxilar inferior, el cual sigue faltando hoy.

Observaciones “TMUE”

Pues al final no estaba en un burdel XD. Bueno aun así


podemos cambiar la historia, hasta puede ser una
parodia de Descartes aunque se mantenga su filosofía.
Yo lo pondría en un tanque con formol y que puedas
tener una conversación con él. A ver yo no haría un
burdel como tal porque me parece muy basto, pero
podemos hacer un eufemismo de prostibulo. Un lugar
en el que haya quente rara que hace cosas raras, como
una especie de mini circo. Yo creo que casa bastante
bien con una de las tramas de Utopic Dreams como es
el existencialismo y hasta que se lleguen a preguntar si
están en un videojuego.
Monstruos Victorianos
Datos personales
Joan Ramon Santasusana Gallardo

Girona, Girona, Spain

Soy un soñador, un onironauta, un idealista


frustrado que no sabe vivir en el mundo real sin la
magia de la fantasía y la imaginación. Soy aquello
que queda de mí y el resto del mundo aún no se ha
llevado. Así son mi vida, mis pasatiempos, mi gente,
mis aficiones, mis inquietudes, mis ilusiones... ¡Mis
mundos propios y muchos otros mundos que otra
gente ha soñado!

Este hijo de la gran puta, porque no tiene otro nombre, tiene un blog de monstruos. Voy sacar
provecho de este “mierda”. Me importa una mierda si sacas esto a la luz, este chuloputa va a
joderse de una manera u otra

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