Un nuevo régimen mundial: unipolar, bipolar o multipolar. Para comenzar a enmarcar las reflexiones que se van a puntualizar en el presente trabajo, me gustaría hablar de un nuevo régimen al cual estamos asistiendo en el mundo actual y en esta segunda década del siglo XXI. Sin entrar en discusiones o alusiones a una corriente teórica, filosófica en particular, más bien se pretende un análisis tomando diferentes enfoques y de éstos aquellos aspectos más relevantes. En línea con lo anterior el título del trabajo es una elección personal con términos propios de una corriente, que mejor se adaptan para describir el sistema mundo. Por otra parte se plantea el término régimen, pero en este caso el mismo haría las veces de extensión y hace referencia al escenario en el cual estamos transitando actualmente. Finalmente el trabajo en sí abordará un panorama a nivel mundial, su funcionamiento a nivel político, económico, el papel de los Estados, el poder como tal, las diferentes respuestas al proceso de globalización y otros procesos relacionados que atañen al sistema mundo. Como punto de partida es de orden empezar por el mundo bipolar donde dos potencias Estados Unidos y la Unión Soviética competían por la supremacía a nivel mundial. Con dos visiones políticas diametralmente opuestas, por un lado la capitalista encarnada por Estados Unidos y la socialista de la Unión Soviética, dos modelos estatales a seguir por parte del resto de los Estados. Durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX y hasta casi su final ambos actores marcaron las relaciones internacionales, arrastrando a los demás Estados a un bloque u otro. El mundo tras haber pasado por las dos guerras mundiales y la experiencia que éstas dejaron, con un nivel de destrucción sin precedentes, transitó este período con la incertidumbre de un equilibrio mundial basado en una bipolaridad, para así evitar un nuevo enfrentamiento. No es posible avanzar en el análisis anterior sin plantearse porqué estos Estados son considerados potencias y pueden influenciar a los demás a una escala mundial. Todo podría reducirse al concepto de poder, es decir, la capacidad de tener control sobre algo, de influenciar al otro de tal forma que realice aquellas acciones que uno quiere que haga conforme a intereses propios. Además el poder implica un poderío militar que lo respalda y el peso de las decisiones políticas que estos Estados tienen repercute en el resto del mundo, siendo otro aspecto de su carácter de potencia. Su presencia en organismos internacionales con voz y voto, también es otro factor importante, más aún cuando están relacionados con la seguridad global. Muchas veces se traduce en el
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ámbito financiero al integrar organismos como el FMI, el Banco Mundial. Su poderío también alcanza el ámbito cultural, donde en principio se imponen gradualmente ideologías que luego permean lo cultural, mostrando ciertas formas de vida ideales y prósperas asociadas a determinado modelo estatal. A nivel económico el poder pasa por la capacidad de producir bienes, el desarrollo industrial, los adelantos tecnológicos, la cantidad y tamaño de las empresas, las reservas monetarias, los recursos naturales disponibles siendo el principal el petróleo. Todo lo anterior se ve reflejado en relaciones de intercambio comercial de bienes y servicios, con una balanza comercial siempre favorable para las potencias. En síntesis hay un indicador que también debe ser tenido en cuenta y engloba a los anteriores que es el PBI. Los demás Estados se alinean detrás de las potencias, ya sea por afinidad política, por cercanía geográfica, por ventajas económicas o simplemente para obtener protección para enfrentarse a determinadas amenazas internas o de otros Estados. Sólo un número menor de Estados escapa a las contiendas de los bloques y opta por otra vía para relacionarse a nivel internacional, los “No Alineados”, apareciendo como otro actor pero con un peso relativo en las decisiones del sistema mundo. Pero el mundo bipolar llega a su fin en los noventa, donde previamente dos hechos históricos marcan su desaparición, como lo son la disolución de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín. La URSS como tal desaparece, la potencia hasta entonces comienza una etapa interna de fragmentación y de pérdida de aliados, lo cual implica que deja de ser un polo de influencia, perdiendo no sólo poderío sino también cediendo su rol a nivel mundial. Es aquí que se rompe el equilibrio que en el sistema mundo se había instaurado, emerge entonces una nueva realidad, la de un mundo unipolar con Estados Unidos como única potencia. Con el inicio de esta nueva etapa aparecen otros actores como lo son la Unión Europea y Japón, los cuales van a jugar su rol en las relaciones internacionales, que en su conjunto con la potencia antes mencionada conforman la llamada tríada. La tríada como tal impulsará un proceso de regionalización con el objetivo de mejorar la competitividad de sus miembros, colocándolos a la cabeza de la integración y con un importante posicionamiento en el mercado mundial. Es un momento en el que los países centrales hacen su jugada para sacar sus propias ventajas, sin tener en cuenta y dejando de lado los países de la periferia. El poder si bien sigue con su máxima expresión en la potencia, ahora también lo detentan otros actores, está más compartimentado apareciendo un subsistema dentro del sistema mundial que orbita alrededor de una única potencia. Por otro lado se pasa de
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un poder duro y exclusivamente militar del sistema bipolar, a uno más blando de carácter más diplomático se podría decir con un énfasis mayor en lo económico y lo estratégico. Los Estados- nación en la etapa unipolar están en retirada, ya que incursionan en escena los Estados- región que implican la integración de los países en una primera instancia a nivel político y económico. Los Estados- región opacan a sus predecesores ya que el nuevo paradigma implica una nueva forma de relacionamiento, donde lo que importa en la relación a la política exterior es el interés común acordado por los miembros de una región. Cabe acotar que se asiste a procesos de regionalización donde por cercanía geográfica, puntos de vista comunes, visiones más allá del interés nacional se tiende a una integración que siempre puede verse como la unión de fuerzas para afrontar nuevos desafíos. La aparición de estos subsistemas en el mundo refleja la imposibilidad de muchos Estados de subsistir por sí solos, haciéndose necesario asistir a la cooperación e integración con otros para no quedar aislados y desprotegidos dentro del sistema mundial. El triunfo del capitalismo sobre el socialismo trae aparejado una serie de consecuencias en el marco de un proceso de globalización que se acentúa con una nueva organización del trabajo y la desnacionalización empresarial. Hay una apertura comercial sin precedentes, la búsqueda de nuevos mercados, la libre circulación de bienes y servicios son objetivos que se persiguen en la nueva configuración que adquieren los Estados. Es el boom de aquellas empresas que trascienden fronteras, que integran capitales de varios países, como nuevos actores de este sistema florecen y se diseminan por todo el mundo las transnacionales y multinacionales. En síntesis puede considerarse que el mundo bipolar con la lucha de poderes entre occidente y oriente tuvo en jaque el sistema, su fin trae una apertura que bien aprovechada puede llevar a que más Estados se integren al sistema y puedan así desarrollarse económicamente. Pero no todos los territorios asisten a la nueva realidad de forma satisfactoria, se crean nuevas asimetrías entre los Estados. La globalización como tal trae consigo ventajas a la hora de homogeneizar el poder, ya que va a reproducir y hacer ver de igual forma las clases dominantes dentro de los propios Estados, como así también a la hora de proyectar al exterior su superioridad y status quo. En las diferentes regiones ya estén integradas o no, los Estados más eficientes saldrán ganando, mientras que aquellos que no pueden adaptarse e integrarse pasarán a estar marginados y excluidos.
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En palabras del economista y sociólogo francés Frederick Lordon: “Hay que ser organizados y saber adónde se va, porque los otros están organizados y saben adónde van”. Esta premisa es la que más se adapta a la nueva realidad del sistema, donde surge una nueva reorganización en términos del poder y de relacionamiento internacional. Se necesitan entonces Estados flexibles, abiertos, con horizontes claros, que se adapten a los cambios para poder mantenerse en pie y no quedar fuera del sistema. ¿Cómo evoluciona el sistema de cara al siglo XXI? Sin dudas se asiste a una nueva etapa del sistema mundial, ya que este siglo presenta caracteres que si bien muchos de ellos tuvieron sus inicios en la anterior, aparecen nuevos y muy variados. Para empezar se puede aludir al término multipolar, ya que el interés no pasa por un único polo, el poder por su parte podría decirse se encuentra más fragmentado. Hay nuevos actores que emergen como lo es China el gigante asiático que compite por un lugar de privilegio entre las potencias. Cabe detenerse y analizar su caso, el desarrollo que ha tenido en las últimas décadas le permite competir en el comercio internacional, con costos de producción bajos e importantes avances tecnológicos. Es considerado un país emergente y según algunas estadísticas en alguno de los últimos años su PBI ha superado al estadounidense. Todo lo antes dicho no lo hace ser una potencia, en primer lugar porque su régimen político genera resistencia a nivel mundial, siendo sus aliados incondicionales algunos países que no se encuentran en los primeros lugares a escala mundo. A nivel interno enfrenta enormes problemas con altos niveles de pobreza y desigualdades muy acentuadas entre los diferentes estratos de la sociedad. Su capacidad de producción en masa y el volumen de la misma son admirables, pero aún depende tecnológicamente de otras potencias, aunque ha avanzado muchísimo en investigación. Únicamente el poder coercitivo del Estado es el que mantiene una estabilidad interna, incluso con regiones en conflicto y territorios que generan resistencia como lo es Hong Kong. Como corolario su poder político y militar le permite ejercer influencia a nivel regional, como así también en el continente africano, pero carece de peso en decisiones de organismos internacionales, además su moneda tampoco acompaña como factor a destacar. En el caso de Europa, la UE como modelo integrador de países con asimetrías considerables no logra posicionarse a la cabeza del sistema, son cada vez más frecuentes las desavenencias entre sus miembros. Los permanentes rescates económicos a Estados miembros son señal de su inestabilidad. Como órgano de gobernanza regional ha avanzado a un máximo nivel de integración, pero esto conlleva a largos procesos
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burocráticos en cada país a la hora de negociar acuerdos, lo que la hace menos eficiente. En la interna sobresale únicamente Alemania como potencia consolidada, ya que Reino Unido que sería la otra potencia recientemente dejó el bloque con el brexit. El otro integrante de la tríada Japón, sigue a la cabeza en innovación tecnológica e investigación, pero sus productos si bien son de mejor calidad que el resto, no son competitivos en cuanto a precios. El peso político del país como tal no es significativo en el contexto mundial, además si bien tiene un poderío militar importante su desarrollo no ha sido una prioridad. Seguimos asistiendo en este siglo a un sistema unipolar con una potencia hegemónica como lo es Estados Unidos. Una serie de características lo hacen continuar en esta posición privilegiada: - Su poderío militar es inigualable, con un despliegue de bases a nivel mundial, con flotas de buques en regiones estratégicas para el comercio, donde se dan los mayores flujos de circulación. Cuenta con un arsenal nuclear y los más avanzados sistemas de defensa. - A nivel político tiene la última palabra y el voto decisivo en organismos internacionales como la ONU. - Sus reservas monetarias son decisivas como respaldo de su economía, además que pueda darse el lujo de ser el mayor tomador de deuda externa. Por otra parte su moneda el dólar es la más utilizada a nivel mundial, cualquier ajuste en la misma afecta todos los mercados y bolsas internacionales. - No tiene un claro rival ya que China en todas las contiendas comerciales que tiene con éste, termina cediendo terreno debido a las duras sanciones que le impone y a imposibilidad de por sí sola ser autosustentable.
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Siguiendo la estructura del presente trabajo, al final merece ser objeto de análisis el caso de Uruguay y cuál es su comportamiento dentro del sistema en este siglo. Lo primero en plantear es que el país no ha escapado a las crisis ya sean mundiales o regionales. La más grave la de la aftosa en 2002, la cual arruinó la principal fuente de riquezas como lo es la ganadería. Pero lo anterior no llego a un extremo máximo de gravedad, ya que si bien se tomó deuda externa esta no es impagable. La diversificación productiva permitió un lento proceso de recuperación que le demandó una década se podría decir, la agricultura y la forestación fueron actividades que favorecieron la recuperación. La estabilidad política y la robustez de sus instituciones le han permitido tomar caminos muy distintos al de los países del resto de la región. El país a nivel regional ha buscado mejorar el proceso de integración al bloque del MERCOSUR y proyectarlo al mercado mundial, en la búsqueda de nuevos acuerdos como lo será el que se negocia con la UE. Pero también se han suscrito acuerdos con una infinidad de países, respetando al bloque con una postura de apertura internacional. En una América latina convulsionada en los últimos años en la llamada era de revueltas, donde incluso han sido derrocados gobernantes. Ejemplo de ello son Chile, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia con crisis sociales debidas a la corrupción, las desigualdades y la falta de oportunidades labores. El modelo uruguayo ha sabido sobrellevar bien los giros a la izquierda y luego a la derecha, lo cual le permite posicionarse muy bien a nivel internacional para poder iniciar el tan anhelado proceso de desarrollo. Finalmente otro valor fundamental del país son sus relaciones exteriores, en un marco siempre de solidaridad, cooperación y paz con otros países. Para concluir y en un contexto actual de pandemia mundial, Uruguay tiene las bases para salir de las circunstancias actuales, destacándose por el buen manejo que ha tenido hasta el momento de la crisis y por poseer un relativo equilibrio en general de los indicadores macroeconómicos. En síntesis y a modo de conclusión cabe aclarar que el presente trabajo ha intentado dar una visión panorámica del sistema mundo y de las relaciones de poder en el presente. En ningún momento se ahonda en aspectos técnicos ya que formarían parte de otro tipo de análisis, por otra parte la idea es lograr que sea más clara la comprensión del funcionamiento del sistema en general, pero sin detenerse en un análisis más exhaustivo ya que demandaría un trabajo más amplio que no se puede acotar a la extensión utilizada en este caso.