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Honradez:

El profesional, en todas sus actuaciones de la vida, tiene una bandera blanca que levantar para
el éxito de su ejercicio profesional. Es la simbolizada por la honradez. Esta cualidad reflexiva,
al servicio de toda persona respetuosa de su dignidad, tiene como fin no engañar ni engañarse. La
honradez contribuye a mantener la frente en alto, iluminando el camino del hombre decente a lo
largo de la vida. El honrado es incapaz de engañar, todo el mundo confía en el; pero por el
contrario, del ladrón, todos se cuidan.

Honestidad: 

Es un atributo que refleja el recto proceder del hombre. Implica buen comportamiento, modestia
y moderación. El individuo honesto siempre tendrá la confianza y el respeto de sus semejantes.
Como elemento insobornable es un factor que implica prestigio.

Estudio:

El profesional debe luchar continuamente por su profesión. Para lograr ese valioso objetivo debe
consagrarse al estudio, en la búsqueda de los progresos  que se realizan en su área.

Independencia:

La independencia es un grado de autonomía conquistada por


la superación científica y técnica y el espíritu de libertad  que embarga al individuo.

Carácter: 

Es un conjunto de hábitos que el individuo ha conquistado a través de su vida.

Cortesía:

Las formas afables en el trato social son etiquetas que siempre debe llevar el profesional, para
distinguirse de la gente vulgar, sin que necesariamente tenga que ser un hombre de excepción. 

Investigación: 

Sistematizar sus conocimientos mediante la investigación científica, es tarea de todo profesional.

Equidad en el cobro de honorarios:

Las tarifas profesionales son una guía para el cobro de los honorarios y estas son
hechas conforme al criterio de quienes han tenido la oportunidad de juzgar el trabajo
profesional desapasionadamente.

Cuidado de la cultura:

El acopio de conocimientos universales, la preocupación por conocer el auge del pensamiento


moderno, el empeño por saber la forma de actuación de los hombres del pasado y del presente, el
contacto con la gente bien formada, y en fin, todo cuanto tienda a la ampliación de nuestros
conocimientos en las ciencias, las artes, la historia, la geografía, entre otros, crear el tesoro
espiritual llamado patrimonio cultural del individuo.
Prestigio de la profesión:

Una natural sensibilidad nos hace comprender que la profesión, fruto del
sacrificio, la dedicación al estudio y el perfeccionamiento, también obliga a rodearla de una
aureola de prestancia respeto frente a las distintas clases que forman el orden social. 

Probidad:

Esta cualidad humana implica, hombría de bien, personalidad distinguida. Esta es la antesala


del carácter; mientras mas alto sea el grado de probidad en el profesional, mas fecundo
y perdurable sera el recuerdo de moralidad dejado en sus relaciones.

Puntualidad:

Todas nuestras acciones, y hasta la vida misma, están regidas por un arbitro


inflexible. denominado tiempo.

Discreción:

El hecho de saber guardar silencio de las cosas que se ven y se ven y se hacen, cuanto estas
ameritan secreto, es un rasgo de una altura moral del individuo.

Responsabilidad para consigo mismo:

Tiene el deber ineludible de mantener en alto su dignidad de hombre, evitando materializar


acciones inmorales. Debe mantener un continuo deseo de superación, tanto a
nivel técnico como humano.

Responsabilidad con el prójimo:

El profesional debe revisar su actitud hacia la persona humana, la cual se ha convertido en el


centro de la moderna economía industrial. Solo esta actitud de permanente responsabilidad hacia
la persona humana le dará la exacta dimensión de los meritos del colega, de la fidelidad del
colaborador, de las necesidades del cliente y de las justas exigencias del acreedor.

Responsabilidad con la sociedad:

Todo profesional tiene comprometida su inteligencia en la opinión y su energía en


la acción, de las cuales depende la recta o desastrosas conducción del pueblo.

Responsabilidad con la empresa:

En una empresa determinada, la función principal del profesional es dirigir, organizar y


responder del resultado final del trabajo. 
El profesional esta obligado en justicia a adquirir una preparación que le capacite para llevar a cabo
la labor que tiene encomendada.

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