La estética y su relación con los temas anteriores tratados estos son:
comportamiento humano, cultura, yo ser humano persona, ética y corrupción.
La estética y su relación con el comportamiento humano
Todas las culturas han poseído y construido no sólo una idea del hombre, también una del arte, manifiesta en las directrices de su formación estética. Esta tendencia puede ser observada en el estudio de la filosofía, de la historia y de la geografía de eventos y sistemas educativos. La estética se presenta como parte fundamental de la formación humana. El elemento estético es componente esencial irrenunciable en el equilibrio de la personalidad y de la persona. En el esfuerzo cotidiano por construirse una forma de vida, un mundo deseado o como quiera llamársele, el hombre tiende a la coronación estética de lo que hace y de su vida. Nuestra humanidad biológica —dice Savater— necesita una confirmación posterior, necesita de un segundo nacimiento en el que por medio de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros humanos se confirme definitivamente el primero. Sólo llegamos plenamente a ser humanos cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito y con nuestra complicidad. La condición humana es en parte espontaneidad natural, pero también deliberación artificial; llegar a ser humano del todo es siempre un arte.
La estética y su relación con la Cultura
Cultura estética es la categoría con la que se designa todo el sistema de relaciones emocionales, sensibles, figurativas, estéticas y educativas que establece el hombre en sus nexos conscientes con la naturaleza, la sociedad, el arte y el propio hombre.
La estética y su relación con Yo ser humano persona
Muchos son los misterios que hay en el universo, pero no hay mayor misterio que el hombre» se lee en Antígona1 , de Sófocles, mostrando uno de los problemas clave tanto para la antropología como para la filosofía de la cultura en general y la estética en particular, por ser actividades (la cultural, en especial artística, y la dimensión estética) que pueden designar lo humano de un modo casi definitorio si es que resulta posible definir de algún modo lo que un ser humano sea, y ya no sólo clara y distintamente, lo cual resulta imposible para casi cualquier definición que salga del campo de la matemática o de la lógica , si es que ésta tu viera alguna existencia con fundamento firme en lo extra mental. Muchas veces se ha definido al hombre como potentísimo y especialísimo microcosmos, aunque tal vez fuera posible designarlo más bien como macrocosmos, es decir, infinito de los infinitos afincado en una estructura finita y material. Los pensadores medievales tendían a considerarlo no sólo como la culminación de la creación, por ser imagen de Dios, sino también, en no pocos casos, como si el ser humano particular y no sólo como especie, cualquier persona, tuviese un valor superior al del resto del universo, y todo ello porque cualquiera fue comprado por la muerte de Cristo; el ser humano sería centro de la creación y su culminación, más que él sólo los ángeles y Dios. A partir de ahí, distinguir lo humano de los otros seres vivos ha sido algo fundamental, y no sólo por motivos teológicos, éticos o cosmológicos, sino también por motivos prácticos; por ejemplo, con el caso del aborto cuando se trata de dilucidar si un óvulo fecundado es o no un ser humano y por qué sí lo es ya un feto de siete meses y dónde están los límites, si los hay, en el caso de alguien que está e n coma durante años y se duda de si es o no un hombre o de quien nace desprovisto de las facultades de conocer o reducidas éstas a las puramente animales o vegetales, etc. Por ello, la definición de animal racional que dio Aristóteles no conviene con exactitud a muchos casos humanos (retrasados mentales, enfermos graves con alzheimer, bebés, etc.), pues algunos ni siquiera tienen la posibilidad de devenir racionales y otros que supuestamente lo son ejercen, y parcialmente, la racionalidad en breves momentos de su vida
La estética y su relación con Ética y corrupción
Distracción política para ocultar la corrupción embellecimiento de obras emblemáticas; emisión de supuestas leyes y medidas “progresistas”; brutal represión contra pueblos que defienden sus territorios en respaldo violento a empresas mineras chinas: bestial y repugnante ejercicio del poder correista.
A escaso tiempo para las elecciones Presidenciales y Legislativas el “correismo” se repliega y a la par lanza una ofensiva para intentar perpetuarse en Carondelet y seguir usufructuando del poder donde ha desgobernado una década ocultando la corrupción tras las obras monumentales y obstaculizando la fiscalización de Altos Funcionarios y Ministros de su gobierno a través de la subordinación de la mayoría oficialista a su poder que ha impuesto a la Asamblea Nacional sus dictámenes convirtiéndola en cómplice del Ejecutivo para tapar actos de corrupción como el de la <Narco Valija> enviada a Milán a través de Cancillería; o la ausencia de enjuiciamiento de las operaciones financieras realizadas con título falsificado de “Economista” por el <Primo del Presidente de la República>, Delgado, designado por Él, Alto Funcionario del Estado a quien el Fiscal General Chiriboga con el aval del “Gran Primo” le dio todas las facilidades para volar impune a Miami fugando del país.
Y ahora la fuga de “CAPAYA” Yanuzelly y su cohorte de atracadores de los fondos de los pueblos del Ecuador en el caso del “Cartel de Petroecuador” acaudillado por el citado Pareja Yanuzelly como: “Hombre de Confianza” de la Presidencia de la República nombrado para ejercer todos los altos cargos del Área Estatal de Hidrocarburos a quien Correa persiste en tapar endilgándolo como el “Justo que Pecó en Arca Abierta” cuando era el Jefe del Cartel conocido como “Los Magníficos” bajo cuya batuta trabajaba Alex Bravo como Gerente de Petroecuador -nombrado por Yanuzelly con el aval del Poder Ejecutivo- quien fue, igual que el “Primo” Delgado, advertido a tiempo por la Fiscalía General para que se fugue sin obstáculos del país tras vaciar sus cuentas corrientes donde había jugosas cantidades de dólares -fruto de las coimas- que no eran “pelo de cochino”.