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TEXTOS:

De carnis resurrection cap. 8

http://www.documentacatholicaomnia.eu/03d/0160-0220,_Tertullianus,_De_Resurrectione_Car-
nis_[Schaff],_EN.pdf

pg. 12-13

It would suffice to say, indeed, that there is not a soul that can at all procure salvation, ex-
cept it believe whilst it is in the flesh, so true is it that the flesh is the very condition on
which salvation hinges. And since the soul is, in consequence of its salvation, chosen to
the service of God, it is the flesh which actually renders it capable of such service. The
flesh, indeed, is washed, in order that the soul may be cleansed; the flesh is anointed, that
the soul may be consecrated; the flesh is signed (with the cross), that the soul too may be
fortified; the flesh is shadowed with the imposition of hands, that the soul also may be il-
luminated by the Spirit; the flesh feeds on the body and blood of Christ, that the soul like -
wise may fatten on its God. They cannot then be separated in their recompense, when
they are united in their service. Those sacrifices, moreover, which are acceptable to God—
I mean conflicts of the soul, fastings, and abstinences, and the humiliations which are an-
nexed to such duty—it is the flesh which performs again and again7341 to its own especial
suffering. Virginity, likewise, and widowhood, and the modest restraint in secret on the
marriage-bed, and the one only adoption7342 of it, are fragrant offerings to God paid out
of the good services of the flesh. Come, tell me what is your opinion of the flesh, when it
has to contend for the name of Christ, dragged out to public view, and exposed to the ha-
tred of all men; when it pines in prisons under the cruellest privation of light, in banish-
ment from the world, amidst squalor, filth, and noisome food, without freedom even in
sleep, for it is bound on its very pallet and mangled in its bed of straw; when at length be-
fore the public view it is racked by every kind of torture that can be devised, and when fi-
nally it is spent beneath its agonies, struggling to render its last turn for Christ by dying for
Him—upon His own cross many times, not to say by still more atrocious devices of tor-
ment. Most blessed, truly, and most glorious, must be the flesh which can repay its Master
Christ so vast a debt, and so completely, that the only obligation remaining due to Him is,
that it should cease by death to owe Him more—all the more bound even then in grati-
tude, because (for ever) set free.

Latin (Enchiridion Patristicum 362

Caro salutis est cardo. De que cum anima Deo alligatur, ipsa est quae efficit ut anima alligari possit.
Scilicet caro abluitur, ut anima emaculetur; caro ungitur, ut anima consecretur; caro signatur, ut et
anima muniatur; caro manus impositione adumbratur, ut et anima spiritu illuminetur; caro corpo-
re et sanguine Christi vescitur, ut et anima de Deo saginetur. Non possunt ergo separari in merce-
de, quas opera coninungit.
2. 1

Explica a quién está aplicada esta figura en 1) «Tertuliano, De La resurrección


de los muertos (VIII,2-6)» y en 2) el pasaje del De testimonio animae, y
reflexiona por escrito la finalidad de su uso en cada pasaje.

En el pasaje de De carnis resurrectione, Tertuliano aplica la técnica de


la prosopopeya al alma. Describe con esta técnica cómo el alma es afectado
paralelamente con la carne por varios eventos sacramentales. Un cuerpo se
puede lavar, pero tiene menos sentido literal que se quiten las manchas de
un alma. Así se tiene que entender la mancha en un sentido espiritual. Se en-
tiende que un cuerpo (tal vez en el martirio) sea señalado con la cruz, pero es
más metafórico que un alma sea fortificada (muniatur). Culmina esta técnica
cuando dice “caro corpore et sanguine Christi vescitur, ut et anima de Deo
saginetur.” Desde luego, al pie de la letra no se entiende que un alma “engor-
de” por alimentarse de Dios. Pero dentro del paralelismo con la carne se pue-
de entender en un sentido metafórico.
Esta figura literaria tiene una finalidad importante. Tampoco es única a
Tertuliano la aplicación de rasgos más corporales al alma; puesto que el alma
es una realidad inmaterial y nosotros mejor entendemos conceptos materia-
les que inmateriales, hace falta describir los atributos del alma con categorías
materiales: se lava, engorda, etc. La prosopopeya también comunica eficaz-
mente la realidad de los acontecimientos sacramentales para con el alma: los
términos teóricos (más propios a lo mejor de autores griegos) tienden a man-
tenerse en un estrato que toca poco la carne real. Sin embargo, como el inte-
rés de Tertuliano es defender la resurrección de la carne, y por tanto el valor
de la carne, frente a gnósticos que la despreciaban, él quiere subrayar la rea-
lidad cuasi corporal de los eventos del alma: son reales, así como son reales
los de la carne, y no al revés. La carne siempre tiene precedencia en el para-
lelismo – el alma la sigue. Con el paralelismo situado de esta forma, es inne-
gable la importancia de la carne: no es simplemente una representación infe-
rior de la alma, que es real, ni tampoco una prisión para el alma, sino es el
modo de entender y acercarse a la realidad espiritual, paralela y semejante a
la corporal.
2.2. Además, respecto del texto de De carnis resurrectione, explica su
importancia para reforzar la idea de "caro salutis cardo".

En esta obra, Tertuliano defiende el valor de la carne en el contexto de la de-


fensa de la doctrina de la resurrección de la carne. Esto se ilumina mucho en
el siguiente párrafo (9), que narra todos los beneficios que Dios ha concedido
a la carne en cuanto carne, y pregunta que si no será resucitada también esa
carne, tantas veces acercada a Dios. Así pues, como Tertuliano quiere esfor-
zar esta idea, explica los efectos de los sacramentos en el alma a partir de sus
efectos visibles sobre el cuerpo. El sacramento es verdadero en las dos di-
mensiones (corporal y espiritual), pero sólo se ve el corporal. Como falta la
sensación evidente de la realidad espiritual, tal vez cabría pensar de dos for-
mas: o que la realidad visible es una simple imagen poco importante de la
realidad espiritual, o que la realidad espiritual es paralelo e igual en impor-
tancia que la realidad visible. Por eso, para defender esta segunda opción,
Tertuliano explica los eventos del alma en categorías corporales, y en cada
instancia confirma que la carne es el gozne de la salvación, por donde se en-
tra y a través de donde se ve.

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