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CAPITULO III: ENFERMEDADES PSICO-SOMATICAS EN LA NINEZ INTRODUCCION. Conceptualizacién teérica sobre el juego. . El juego en el nifio con enfermedades psico-somiaticas. En este capitulo presentaremos tres horas de juego diag- nésticas de nifios con distintas enfermedades psicosoma- ticas. Investigaremos en estas horas de juego las cualidades y, perturbaciones del proceso de simbolizacion, a través de la organjzacién de Ja representacion del cuerpo, de la es- tructura y caracteristica del objeto y de la concepcién espacial y temporal. La representacion del cuerpo’es un simbolo emergente del proceso de simbolizacién que presenta en estos pacien- tes una evolucién defectuosa, a partir de la perturbacién de las funciones proyectivas e introyectivas, derivada de la patologia del vinculo con Ja madre, unida a la consecuente privacion de experiencias sensoriales y a la Progresiva inhi- bicién de funciones corporales, nodales para la aprehen- sion de la realidad. Por esta raz6n, tendremos especial- mente en cuenta los movimientos corporales de los nifios y su particular modalidad de incluir el cuerpo en el espacio y en el tiempo de la sesion, _ El contenido del juego es, sin lugar a dudas, una via Optima de acceso a la dramitica de las relaciones objeta- 143 les y un campo privilegiado para Ja reconstruccién de la historia vincular. Pero, ademas del contenido, jugar supone modos personales de dar forma, estructura y organizacién a los objetos Itidicos que ofrecemos al nifio, a la vez que implica a inclusion del cuerpo dentro del espacio, con titmos propios de biisqueda, satisfaccion y frustraci6n. Todo analista de nifios tiene particularmente presen te, en el contacto con su paciente, no sdlo el contenido y la estructura del juego, sino toda la actividad corporal que desarrolla. En estos pacientes adquiere particular impor- tancia la transmisién de sus emociones, dada la incapa- cidad que presentan para tener aceeso a cédigos gestua- Jes analégicos. En cambio, indican afectos a través de res- Puestas viscerales, alteraciones en el tonismo muscular, res- triccién o ampliacién de sus movimientos espaciales. Obtenemos una gama amplia de informacién, que nos permite reconstrucciones sobre las primitivas ex\perien- cias de contacto corporal, de la observacion de las diferen- tes formas en que los nifios se mueven dentro del espacio del consultorio, en relacién con el cuerpo del analista y de las vias sensoriales que privilegian para investigar los ju- guetes: sus tendencias a mirarlos, a manipularlos o a expul- sarlos. Es probablemente al nivel de los engramas motores y de contacto como se repiten con mayor exactitud los modelos de. relacién primaria. Estos engramas contienen, a manera de registros corporales, experiencias vinculares estructurantes de la vida emogional. M. Klein (B. 3) describidé, a partir de su gran intuici6n clinica, la constante presencia latente del propio cuerpo y del cuerpo del objeto, en cada actividad hidica y en la relacién con cada juguete, Describié las miltiples fan- tasfas de intercambios de partes y productos corporales, 144 oe wre la base de los procesos mentales de identifica: yectiva e introyectiva. . Cada modalidad de relacién corporal con el juguete sintetiza miltiples experiencias directas, que reactuali- zan- modos de relacién del bebé con el cuerpo mateo y’ de la madre con el bebé. Sabemos la enorme riqueza expre- siva que puede contener el movimiento de la mano, si nos detenemos a observarla, y la gama de variaciones que en- contramos en la clinica, nifios que’ palpan el juguete, lo sostienen, lo presionan, lo aprietan con poca fuerza, lo empujan con el dorso o lo investigan cautelosamente con el indice. A través de estas formas basicas de manipuleo, asi como también del movimiento de todo el cuerpo, el nifio nos transmite sus vivencias profundas acerca de su de- recho de apoderarse del objeto, conservarlo, conocerlo 0, por el contrario, sus dudas sobre su capacidad y su dere- cho para ejercer estas acciones. Nos informa correlativa- mente sobre Ja version que €l tiene del objeto: duro, fré- gil, constante, solido, ambiguo, inasible, en peligro de explo- sion, de ruptura, de disolucion. Es la observacion detenida de estos significantes fuer- temente cargados de significados emocionales, la que leva a ampliar e) campo de los indices, que permitiran cons trucciones psicoanaliticas de las modalidades primitivas de yinculacion objetal. Hemos encontrado que en sesiones psicoanaliticas vinculares, en algunos casos de optima vin- culacion transferencial, las mamas reconocen bruscamente algunos modos de tratar los juguetes como el modo en que el bebé trataba el pecho. Asi, una mama, observando a su hijito de dos afios que empujaba suavemente una mufieca con el dorso de la mano, conducta habitual en é\ para ale- jar los “juguetes, record este movimiento como el que 145 queria interrumpir hacia habitualmente de bebé, cuando ba el las mamadas: no retiraba la boca, sino que empuja pecho con el dorso de la mano para sacdrselo de la boca. Este enfoque integrativo de las distintas areas com- prometidas en el proceso del jugar es particularmente im- portante en el trabajo con nifios psicosomaticos. Como veremos a continuacién en detalle, desarrollan un tipo de ' v actividad lidica que denominamos juego ritualizado, que €s un juego usado como resistencia. Aun desde pequefios la organizacion lidicra y la verbalizacion del contenido sirve a los esfuerzos defensivos obsesivos, tendientes a evitar el contacto emocional. En otros momentos, como ya detallaremos, estos juegos resistenciales dan paso a mo- mentos ‘“‘explosivos”, en los que predomina el uso de los juguetes como proyectiles con la finalidad de evacuar estados emocionales. Denominamos a esta modalidad \{ juego impulsivo. . En ambos casos la tarea primordial de] analista es la decodificacién de la emocién, que el paciente intenta disociar o evacuar, a partir de los indices que le dan las modificaciones posturales, los tonos y las modulaciones de la voz, los ritmos, la mimica y las ubicaciones espa- “ ciales. Estos nifios necesitan retomar el desarrollo eet citario de los procesos de simbolizacién, a partir de la adscripcién de un nombre para cada una de sus emocio- nes; necesitan llegar a captar variadas gamas de afectos en lugar de estados de malestar fisico o displacer difusos. Las emociones intensas quedan plasmadas en actitudes corporales y no logran representaciones simbélicas que ofrezcan un primer nivel de ligadura, a partir del cual telacionar la emocién con distintos vinculos, en dife- rentes espacios y tiempos. El yo se esfuerza por des- 146 conocer las emociones, el miedo por ejemplo, que en tanto sélo logra expresién por un, concomitante, fisico, como. un dolor de estémago, necesidad de orinar o defe- car, se pierde como significante psicolégico. Estos indices corporales, significativos para el analis- ta, pero no para el nifio, que los des-conoce activamente, le permitirin al terapeuta diferenciar y nominar, gamas de emociones, como paso preliminar, a partir del. cual podra luego construir, junto con el paciente, los. distin- tos matices de los vinculos originales. En las sesiones con nifios organoneuréticos obser- vamos que desarrollan siempre algunas actividades lidi- cas, ya que son chicos que entran en relaci6n con parte del material de juego que se les ofrece. Pero no logran acceder al nivel del juego ‘creativo, que es el pro- ducto de un adecuado desarrollo de las funciones sim- bolizantes, que posibilitan organizaciones lidicras origi nales, sintesis de experiencias vinculares. El juego crea- tivo, promotor de discriminaciones y de crecimiento men tal, es, a la vez, el producto de complejos desarrollos evo- lutivos que han influido sobre la funcion simbolizante. La capacidad para desplegar juegos creativos es uno de los {ndices de buen desarrollo mental. En la clinica diaria observamos distintos matices y cualidades de actividades Jadicas, que nos informan sobre fracasos parciales o tota- Jes en este logro. Consideramos que la emergencia, dentro del tratamien- to analitico, de juegos que permitan desplegar fantasias inconscientes en objetos mediatizadores discriminados, dentro de un clima de experiencia intermedia entre reali- dad y fantasia, que otorgue la cualidad del “como si” al juego, es equivalente al logro, en el tratamiento de pa- 147 cientes adultos, de secuencias comunicativas que conju- gan y sintetizan experiencias del pasado y del presente, dentro del contexto de personificaciones simbélicas del andlisis. Ambos procesos suponen momentos de integra- cién entre sentimiento, pensamiento y accibn, y emer gen dentro de una situacién transferencial de dptimo intercambio, En la clinica, esta capacidad de creacién original sufre distintas distorsiones, que dan lugar a especificas patolo- gfas aun dentro del grupo de los nifios que “‘juegan”, desde un punto de vista observacional, pero que no logran el | nivel expresivo y elaborativo del juego, desde el punto de ; Vista psicoanalitico. Los desarrollos patolégicos del juego nos enfrentan con actividades lddicas que son significativas para el analista, | pero que carecen de nivel simbdlico para el paciente. Por el contrario, suponen métodos de evacuacién de estados emocionales o de huida a la realidad exterior para mante- \ner la negacion de la realidad psiquica, o de refugio omnipo- |tente en la fantasia lidjca que pierde su caracter de ‘como ‘es f La capacidad de juego asienta en la posibilidad de acce- . Klein (B.3) (B.4) ofrece riquisimas descripciones anali- ticas de actividades IGdicas que sirven a la negacién omnipotente de a realidad, Por ejemplo, cuando se ocupa de su paciente Jorge, re- salta Ia necesidad de estar alortas frente a chicos que “juegan mucho” ero que utilizan el juego como un modo de huida de Ia realidad, externa y psfquica, a través del refugio en Ja fantasia omnipotente. En este caso el juego no contiens el elemento de “como si”, sino que la personificaci6n es Ia realizacibn omnipotente de la fantasia, El juego seria el equivalente de una alucinacin. 148 | j | der, al decir de Winnicott (B. 7), a una zona de “jlusién”, que contiene tanto la realidad objetiva como los conteni- dos derivados del.mundo interno, que confluyen para = eeeer una realidad intermedia, con un espacio y tiempo Propios. En esta franja de la realidad intermedia (transi- cional) los juguetes como representantes del mundo real, conservan su cualidad realista, a la vez que se enriquecen de significados, por la depositacién de variados aspectos : del self y de los objetos internos. El area intermedia ad- quiere una espacialidad y temporalidad propias sobre la base de la confluencia de’ los datos emanados de la realt dad externa, pero recreados y engarzados con” jos espa- cios y los ritmos necesitados, temidos, puscados-.o per- didos, de la realidad emocional. * pte He En la franja ilusoria entre realidad y fantasfa sé’ des arrolla el ‘como si” del juego. Pensamos que estas funciones estructurantes han tenido en el paciente psicosomatico un desarrollo distorsionado, que afecté progresivamente la confianza del bebé en su capacidad para penetrar y provocar modificaciones en el objeto, como respuesta a sus identificaciones proyec- tivas vehiculizantes de emociones vitales con sentido. Por el rechazo materno de las-identificaciones (madre que rebota) 0 la inversién de la relacion continente/conte- nido (madre metebombas), fueron bebés que renunciaron en forma temprana @ la creencia omnipotente de ser los “creadores” ¥ “poseedores” de la madre, La ausencia de respuesta materna a sus deseos, unida a una conducta exi- gente, en interrelacion con bebés excesivamente sensibles y ambiciosos, llev6 a la instalacion precoz del juicio de realidad. La disociacin de los vinculos emocionales afect6 el proceso simbolizante. La emocion es el significante 149 jetos Comin que uniré cl objeto original con los sueves- abe que lo representan. Estos adquirirén interés para esome. én tanto él logre depositar en ellos vinculos afectivo: an Jantes a los que dominaron en sus relaciones prima a La instauracién precoz de un sistema defensivo, basa en la disociacién emocional y organizacion de mecanismos Obsesivos patolégicos (B. 2), impuso un rigido control a los movimientos de identificacion proyectiva. Este sistema defensivo impidié los sucesivos procesamientos simbdli- 00s, necesarios para la elaboracion y metabolizacion de la . experiencia emocional, Presentan asi un aparato Psiquico recargado de expe- Tiencias de fuerte monto emocional, que no han logrado integrar, sintetizar y simbolizar, A diferencia de un des- arroilo psicético, que supone la ruptura y dispersion pro- yectiva de las funciones mentales de percepcién y union GB. 1), en estos pacientes nos encontramos con un aparato Psiquico capaz de registrar Y conservar experiencias emo- Gionales. Lo que no logran es metabolizarlas. -Perma- mecen a modo de “bocados no digeridos”,. que pueden aparecer bruscamente, rompiendo la barrera_defensiva, Pero que, por su indole disruptiva, vuelven a disociarse’ Los episodios .somaticos son expresion de momen- tos de identificacién Proyectiva, del 4rea no metabolizada, que busca en el cuerpo, al que adscriben la espurea funcién, de agente materno significante, el continente de} gue ca recieron. Como se trata de rupturas del sistema defensivo, son momentos disruptivos para el Yo, reediciones ae una situacion traumitica, pero que contienen, como elemento vital, la emergencia del correlato corporal de emociones genuinas, < Es un sistema defensivo rigido Pero expuesto a bruscas 150 fisuras, que da tu vinculares. no di gar a esta emergencia de acontecimientos igeridos, por no ce 5 Poseer una adecuada mem- dination sa reguladora, que permitir{a intercambios gra- ae la imagen que nos ofrecié una de nuestras a uliana, Cap. IV), Ppodemos decir que el paciern- u Ps icosomatico sufre la dramitica alternancia de tener una “Piel. paquidérmica”, que fija una clara demarcacién pero impide las funciones de tacto y contacto, o bien de, estar en came viva”, sin una piel capaz de cumplir Jas funciones de limite y contencién. oO Esta relacién del yo con el resto del self tiene expresion observacional en los adultos, en sus vinculos con los objetos externos en los que alternan entre estar pertrechados y distantes o ser excesivamente “‘porosos”, como “‘esponjas” que toman como propias, necesidades y urgencias ajenas asu self, Esta modalidad del funcionamiento mental imprime un sello peculiar al material lidico de los nifios, y también a las producciones de Ios adultos, que plantean problemas técnicos especificos, Son nifios’que, a través de su juego, aun en periodos en que éste es ritualizado y monétono, Jogran transmitir informacién sobre sectores profundos de su mente, que contienen las ‘concepciones primarias de organo, las fantasias inconscientes patogenas, vincula- das con el sintoma organico, o el “telato” de episodios traum4ticos tempranos, que permiten al analista recons- trucciones muy precisas. As{ por ejemplo en el caso de Andrea, que presentamos a continuacién, la analista inf- rid de la hora de juego Ja crisis metabdlica de Ja nifia, que la madre confirmd como episodio ocurrido durante cl primer mes de vida y que no habia sido relatado en la 151 entrevista inicial, Det mismo modo, en el de Alejandra, que bién Presentaremos, aparecen en Ja primera hora Tepresentaciones &réficas, de huellas mnémicas aisladas, © una experiencia quirirgica traumatica, por la que pasd, - Sin ¢mbargo, la forma en que estos elementos emer- Ben, disociados, aislados, dislocados, es expresiva de la Procesamiento simbélico, Estas huellas emergen entonces en el juego, en el dibujo, en el relato o enel sintoma. Dado que no han sido simbolizadas Por el Paciente, son comuni- caciones ricas para el analista, pero que implican el Peligro ctean las precondiciones Para que él ‘nifio logre el desarro- Ilo detenido de la fancién simbolizante. Estas precondiciones son el restablecimiento de los. a un contacto hiperrealista que no deja lugar para la Tela- ' cién metaférica con la realidad, que es la que permite saber 152 que el objeto “es lo que es” pero que, a la vez, connota todo un abanico de significados, que son los que le otor- gan pleno sentido. . “Realidad” y fantasfa se transformaron en categorias polares, rigidamente demarcadas, por una perspectiva dis- forsionada que ubicé Ia ilusién, la imaginacion, las conno- taciones afectivas en el plano de lo irreal y falso y a la rea- lidad externa en el plano de lo verdadero, Esta patologia va a imprimir otro sello particular al desarrollo ludico de estos nifios, que los van a privar de otro elemento central del juego elaborativo: el aspecto placentero del jugar. Son chicos que juegan de un modo ritualista, del mismo modo que aprenden o se conectan con el mundo. Carecen, en cambio, de imaginacién, fantasfa, ‘creatividad y humor. Solo avanzados sus andlisis, en. momentos de dptima co- municacién con sus analistas, se atreven a tratar a sus ju- guetes “como si fueran objetos animados” a los que se puede querer u odiar, a los que se puede hablar o extra- flar. Sin embargo, suelen “avergonzarse” de esos momen- tos de “ilusién” que los alejan de su actitud “objetiva”. Lo vivencian como una conducta de bebés, que podria dar lugar a burlas humillantes. Lo que temen es la pér- dida de la “coraza defensiva’, que los dejaria excesiva- mente expuestos a las experiencias emocionales, vulnera- bilidad que para estos niflos tiene el sentido de quedar “en came viva”, A menudo, cuando logran esta capacidad ‘“‘animista”, comienzan a ligarse muy afectuosamente con algun jugue- . te en sus hogares, recuperando tardiamente la capacidad de creacién del “‘objeto transicional evolutivo” (B. 7), expe- tiencia perturbada en todos los chicos que examinamos. En los adultos psicosomdticos observamos también 153 Vergienza frente a la emergencia de fenémenos de ilusién. En ellos se expresa como ocultamiento al analista de “‘sue- flos diurnos”. Al igual que los chicos, cuando logran “con: fesarlos”, lo hacen con el profundo temor de ser conside- rados infantiles, tontos, en contraposicion.a un Ideal del Yo. distorsionante, que equipara adultez con estar rigida- mente con “os pies en la tierra”. Es justamente ‘por estar “con los pies en Ia tierra” con un juicio de realidad que no integra el mundo de la fantasia, por lo que estos pacientes no logran tener acceso a la creatividad, al pensamiento ori- ginal o al juego imiaginativo. Pueden desarrollar un pensamiento objetivo, crénicas adecuadas y juegos monétonos y privados de vida. Dentro de esta caracterizacién del juego que asienta en las fallas del proceso de simbolizacién, diferenciamos a través .de la investigacién clinica, dos modalidades de estructuras Médicas, que en algunos casos estén alternativamente pre- sentes desde el comienzo del contacto analitico, y en otros, corresponden a distintos momentos o etapas del proceso, Una de las configuraciones liadicas corresponde al juego ritualizado y defensivo que adopta en estos Pacientes, desde temprana edad, caracteristicas muy similares al juego de los latentes. A la vez, esporddicamente, dentro de las pri- meras sesiones o luego de una primera etapa de tratamiento, emergen configuraciones ludicas impulsivas-evacuativas, con predominio de rasgos anal-expulsivos, Durante el juego ritualizado, estos nifios Pueden desarro- lar s6lo actividades lGdicas manuales o Brificas y, en algu- nos casos, dramatizaciones esquematicas, estereotipadas, sobre interacciones madre-hijo, maestra-alumno, vendedor. comprador. Cuando predomina este tipo de juego, obser- vamos que el nifio esta tenso muscularmente, Medido en 154 em _ sus movimientos, temetoso ante accidentes tales como caida © rotura de un juguete, alternando el juego con explo- Taciones peridédicas de la cara del analista en busca de apro- bacién o permiso para iniciar una tarea o investigar un nuevo objeto. Impresionan como chicos serios, formales, muy correctos, que sugieren la imagen de “adultos en mi niatura”, El] movimiento espacial esté saumamente restrin- gido, se muestran inhibidos, circunscriptos al espacio de juego que ofrece la mesa de trabajo. Aun cuando drama- tizan, tienden a ubicarse quietos en el espacio del consul- torio. Desarrollan pocos gestos faciales significativos y T¢- ducen la dramatizacién a intercambios verbales muy po- bres, basados en moldes de interaccion estereotipados, con ausencia de registro de estados emocionales. Observacio- nalmente son, en este sentido, el polo opuesto de los pa- cientes histéricos ya que presentan una “mascara esqui- zoide” respecto a sus afectos. La conexién e investigacion espacial asienta predomi- nantemente en los receptores distales, con menoscabo de Ja informacién proveniente del contacto proximal directo con los objetos (B. 6). La relacién con el analista es formal, obediente, pero de poca cercania y participacion afectiva. Toda la conduc- ta del nifio tiene el sello del rfgido sistema. defensivo; el control obsesivo estricto se extiende al control de la mus- culatura del analista, su movilidad y su creatividad. Esta defensa aisla la experiencia afectiva de vinculacién con el juguete, de modo que toman primacia las caracteris- ticas reales y formales de éste: su estructura formal, su nombre y su funcion real actian como elementos norma- tivos que les impiden recrearlos, dandoles funciones dife- rentes o integréndolos como partes de construcciones et 155 nuevas. La “mismidad” del objeto se impone como un limite que constrifie el desarrollo fantésticoe inhibe la adscripcién de significados personales. Esta situacion tra- ba paralelamente el desarrollo del juego y la labor inter- Pretativa, ya que desde esta perspectiva rigida la mufieca del cajén de los juguetes es “nada més que una mufieca’ y no logran acceder a los distintos significados emocio- nales e histéricos que esa mufleca connota sucesiva o si- multdneamente. Esta falla referente a una perturbacién en la relacién simbélica con la realidad, que no integra la perspectiva de la realidad psiquica, se pone muy en evidencia en el tratamiento analftico por la respuesta del nifio a la interpretacion. El analista percibe frente a la in- terpretaci6n simb6lica del material, ausencia de resonan- cia afectiva. Este es un indice-importante porque inicial- mente estos chicos, por su conducta formal y obediente, no se atreven a oponerse directamente. Sin embargo, a me- dida que avanzan en el tratamiento, responden a la inter- pretacién con descalificaciones verbales peculiares, que to- man Ia forma de “pero si estamos jugando” o “no, yo estoy jugando, nada més”, con las que expresan su inca- pacidad para acceder al nivel simbdlico de la actividad lidica, Subyace un proceso de enajenacién del juego y de sus Productos; los tratan con la misma distancia defensiva que a su interior corporal y a su realidad ps{quica. El nifio no se reconoce como el autor y creador de su juego, lo desconoce como producto personal que lleva su sello y lo representa. Este tipo de juego es, a la vez, expresién del someti- miento y sobreadaptaci6n al analista y al andlisis: si la con- signa es jugar, ellos juegan, al igual que los adultos hablan. 156 Pero el juego aquf no es un vehiculo de sus emociones, sino un obediente “‘cumplir” con la consigna, como en cual- quier otro 4mbito de su vida. Transforman el juego en una barrera entre ellos y el analista, que impide la reintroyeccién. Desde e] momento que estén afectadas tanto Jas funciones proyéctivas de adscripcién de significados como la introyeccién, el juego Pierde su valor expresivo y elaborativo y es utilizado como resistencia? . Cuando esta modalidad de juego toma primacifa, esta- mos frente a un riesgo inminente de repeticién de crisis orgdnicas. La rigidez de la estructura defensiva, que priva al mundo emocional de expresién y elaboracién, es el factor patégeno, promotor de la crisis somatica. Esta, en cambio, adquiere el valor de un intento desesperado por recuperar la unidad psicosomatica disociada. ‘ Aislamos otra modalidad de juego, a la que denomina- mos juego impulsivo. Es una modalidad evacuativa, que puede estar presente desde el comienzo del tratamiento, abarcando segmentos temporales de las sesiones o bien perfodos del proceso analitico. Corresponde a momentos en los que el estricto control obsesivo fracasa y da curso a fenodmenos de identificacién proyectiva evacuativa, a 2 Esto se evidencia también en la concepcidn “con anteoje ras” que tienen del vinculo transferencial al que adjudican un nico y obvio significado: “Usted es mi analista”. También suele ser con anteojeras su visibn del consultorio; una vision mas amplia podria darles indicios de las otras cosas: “también el analista es”. En el espacio del consultorio se mueven entre la puerta y el divin como a través de un “tunel” rectilineo y siempre igual, cavado en el aire, que excluye toda exploracién del entomno, 187 través de las cuales el paciente expresa situaciones emo cionales primarias y violentas. Son perfodos altamente comunicativos para el ana- lista, indices de progreso analitico y de buen pronds- tico terapéutico, a pesar de su cardcter masivo e indiscri- minado. Durante estos momentos o periodos, la conducta _ del nifio en el consultorio es marcadamente diferente de la que describimos para el juego ritualizado, Abandona las tareas manuales cuidadosas y el espacio circunscrip- to, en el que hasta ahora se habia refugiado. Se mueve en todo el 4mbito espacial del consultorio, predominan- do actividades de mojar, ensuciar y. arrojar objetos. Pre- senta un tipo de movimiento torpe e incoordinado que lo Leva a golpearse, atropellar, caerse. Esta tan “‘metido” en. su juego? que ignora la presencia y la voz del analista. Si éste intenta incluirse activamente, a través de ta inter- pretacion, se muestra rechazante o hace “‘oidos sordos”. Desartolla juegos y dramatizaciones que no explici- ta, en los que dominan temas de carreras, partidos de fatbol, escenas de personajes poderoscs (Hombre nuclear, Superman), juegos con agua o juegos de arrojar objetos. Acompafia estas dramatizaciones con ruidos vocales, canciones o verbalizaciones dirigidas a s{ mismo, no al analista. No son, de ningan modo, personificaciones cla- yas y discriminadas, sino que contienen elementos con- fusos, en los que alternan los distintos roles y los pape- 3 Aquf es “su juego”; en la modalidad anterior el juego no le Pertenece, no se lo apropia como medio de expresién, sino que jue- £a para satisfacer al analista, despojéndose de sus contenidos y entre- Bindolos obedientemente como con la madre. TS8 les de “los malos” y “los buenos”, sin una caracteriza- ion vocal o gestual precisa. En la relacién con los juguetes observamos el fend- meno inverso al descripto en el juego ritualizado. El pa- Ciente deja de tener en cuenta las caracteristicas formales de los objetos, que son usados indiscriminadamente para la necesidad emocional dominante. Si el nifio necesita “arrojar” de si un estado emocional intolerable, cualquier juguete puede servir para ese fin. As como antes una mu- fieca era sélo una mufieca, en este momento cualquier juguete es, independientemente de su forma o funcidn, un proyectil. El control obsesivo cede el paso al movimiento proyec-.- tivo evacuativo, que es altamente comunicativo para el analista pero en el que se mantiene, sin’ embargo, la difi- cultad para intéerpretar, ya que el nifio evita el riesgo de la Teintroyeccion con su hiperactividad y Son su aislamien- to. De todas maneras, estos momentos suponen siempre una apertura, porque aunque permanece dafiada la fun- cién introyectiva, el nifio comienza a desarrollar la capa- cidad para usar los juguetes y al analista como continen- tes de identificaciones proyectivas que, aunque masivas, no tienen Ja finalidad de dafiar la capacidad de pensamien- to. Son expresion de los “‘bocados no digeridos”, que el nifio deposita masivamente, con la finalidad de encontrar un continente que Io signifique. Pensamos que este tipo de juego es el equivalente, en estos pacientes, a las crisis de ansiedad de los nifios neuroticos en el andlisis. Constituye un paso intermedio entre la crisis de ansiedad y el episodio organico, en tanto es aiin un equivalente corporal de ansiedad, no represen- tada mentalmente, que mantiene como método de ali- 159 vio la descarga motora incoordinada a través de activida- des lidicas expulsivas. Pero es también un intento de expresion gestual y motora de los contenidos vinculares que, en la evolucién, solo se expresaron a través de sin- tomas organicos, Ofrece al analista la posibilidad de decodificar emocio- nes especificas y establecer las primeras ligaduras signifi- cantes, a partir de las cuales construir el camino de Ja sim- bolizacién. Desde el paciente es un intento de probar al analista en sus.funciones continentes. Seran las sucesivas pruebas de receptividad emocional las que le permitiran rectificar las experiencias patologicas de “rebote y recha- zo” de la identificacién proyectiva primaria, a las que estu- vo expuesto en la infancia y que estereotip6 en el contacto con su mundo interno. Pensamos que la modalidad de juego resistencial equi- vale en los pacientes adultos a los periodos de maxima adherencia a los elementos normativos del encuadre ana- litico. Corresponde a los aspectos mas patolégicos de la personalidad y ofrece, durante su permanencia, el mayor riesgo de repeticion de episodios organicos, en tanto priva de expresién a los contenidos emocionates que se drenan por via somatica. El incremento del sistema de defensas rigidas en la esfera mental, que se acompaiia con el incremento de ten- sién de la musculatura estriada, en el aspecto fisico, tiene, para estos pacientes, el sentido espurio de “‘brazos ‘mater- nos”, fuertes y seguros que perpetian un estado de sim- biosis ilusorio. Es un método extremo tendiente a negar el dolor psi- quico inherente a la ausencia del objeto. La detencion de los procesos proyectivos e introyectivos, esta al servicio de 160 AU AW MAD AD AR IES ARAFAT mu la evitacion de la nocién de ausencia, y separacién, a través del mantenimiento omnipotente de ta fantas{a de auto- sostén. Sin embargo, esta detencién de procesos proyecti- vas-introyectivos pone en grave riesgo de desastre al mundo emocional, privado de registros concretos de necesidad, a partir de los cuales desarrollar intercambios emociona- les reales. La negacién de la pérdida del objeto se expresa en el material clinico que presentamos, ya en el momento de separacién de la madre. Son chicos, que no manifiestan ansiedad o resistencia para entrar en el consultorio, pero que, en cambio, se ponen rigidos, tensos y adoptan la apa- tiencia formal de “adultos en miniatura”. : La modalidad de juego expulsivo corresponde, en cau:bio, al momento de ruptura de la simbiosis ilusoria. Es el equivalente, en el tratamiento de adultos, al mo- mento en que los pacientes comienzan a conflictuarse con el encuadre y presentan alteraciones temporo-espaciales, que los Ilenan de ansiedad. La ruptura del sistema defensivo rigido, por su conno- tacion de “brazos maternos” que sostienen, supone para estos pacientes un momento traumatico, de m4xima vulne- rabilidad, que experimentan como quedar “en came viva”. Solo a partir de esta experiencia de vulnerabilidad y ausen- cia de sostén, desarrollan movimientos proyectivos inten- sos y violentos, en busca de un continente materno real. Primer caso: Diego, 5 afios Motivo de consulta Bronquitis asmatica. A los 6 meses, coincidiendo con la 161 denticién, aparece un cuadro de espasmos bronquiales, que se manifiesta como asma a los 2 afios. Simultaneamente el nifio logra el control esfinteriano y se decide su entrada al jardin de infantes, “para que aprenda a estar con otros chicos”, . La interaccién materna corresponde al vinculo que he- mos denominado “madre que rebota”. La madre es una persona infantil, carifiosa y juguetona, pero incapaz de “entender” estados emocionales diferenciados del hijo. Si Diego bebé “estaba comido y cambiado” debia “obvia- mente estar satisfecho”, midiendo desde su propia pers pectiva la vivencia del nifio. Cualquier indicio de otro tipo de necesidad y busqueda’ se perdia ante la ausencia de un agente matemo que lo significara adecuadamente. El padre, en cambio, es una persona sensible, con capa- cidad para captar Ja problematica emocional del nijfio, pero inoperante por haberse mantenido siempre a dis- tancia. No se relaciona directamente ni interviene en el vinculo madye-hijo, aunque intuyendo que es perturba- dor para Diego. En la pareja se da, asi, un tipo de complementariedad rigida. La madre es quien se conecta con el nifio, ubicdn- dose “demasiado cerca”. El es para ella una verdadera pro- JongaciOn narcisista de su self. El padre esté “demasiado lejos”. Percibe con claridad las necesidades del hijo pero no puede intervenir. Cuando lo intenta, la madre lo rebota y descalifica a través de argumentos infantiles. 1, Actitud general Diego impresiona como un “adulto” formal, sonriente y tenso. Acepta con toda naturalidad pasar al consultorio 162 con la psicéloga, a quien ve por primera vez, frente al Besto de satisfaccién y orgullo de la madre. Durante la hora de juego se mantiene laborioso y ocupado. Est4 sumamente atento y a la expectativa de los més mini- mos gestos de la psicdloga, como preparado para modi- ficarse cuando supone que algo puede molestarla. La respiracién es disneica a lo largo de toda la hora. Al final plantea una dificultad frente a la terminacién: quiere ordenar cada cosa, se demora en la ubicacién y no puede desprenderse. 2. Manejo del cuerpo Diego permanece quieto, rigido, sentado en su sillita mientras realiza una actividad manual en el espacio ofre- cido por Ja mesa de trabajo. Solo los brazos, en una accién un tanto atropellada y torpe, y el aparato fonador, a tra- yés de sonidos que imitan ruidos de motores y gritos de ani- males, son los que transmiten la intensa actividad fanta- seada, La verbalizacién explicativa de] juego no es espon- ténea sino que se da como respuesta al requerimiento de la terapeuta. Ordena los juguetes que acaba de usar. Se preocupa por “no ensuciar” y deja todo como lo encon- trd. 3. Manejo de la motricidad Presenta buena capacidad para diferenciar formas y organizarlas en construcciones. Circunscribe su actividad motora a tareas manuales que realiza, por momentos, con 163 cierta habilidad, aunque esto se contradice con una reite- Tada caida de los juguetes. En dichas oportunidades los levanta sin Protestar, dando muestras de ansiedad, como si hubiera cometido algo merecedor de sancion. Hora de juego Toma cada juguete y-lo observa detenidamente, luego lo deja en su lugar sobre la mesa de juego. La primera configuracién lidica es la siguiente: coloca tres piezas de madera, y dice que es “una boleterfa”. Deli- mita luego un rectdngulo utilizando cubos del mismo-mate- rial, dentro del rectangulo ubica tanto los animales domés- ticos como los salvajes amontonados. Dice: “Esto es un zoolégico”. A partir de esta construccién desarrolla la segunda con- figuracién: un grupo de aviones sobrevuela el lugar; hacen Tuido y se arrojan en picada sobre los animales. Los mismos se traban en luchas ‘desorganizadas contra los aviones, Algunos animales caen, se incorporan, corren, tiran a otros, Esta accién se; reitera durante un largo periodo, Recién entonces los animales huyen uno por vez. En la huida derrumban la boleterfa, el cerco que delimitaba el z00- légico y el resto de los juguetes que habfan quedado SO- bre la mesa. - En este momento, ante la pregunta de sobre el contenido de su juego, Diego verbali te tem4tica: “Entré un ladrén al zooldgico did entre los animales. La policfa lo busca o nes. Los animales se asustan, rugen y los ayj can en ‘picada’”. Los animales huyen Porqu la psicéloga za la siguien- Y se escon- ‘On los avio- ones los ata- le “estén can- 164 aortew Cee y de la gente que siempre quiere que Fergie pruebas y ellos estén cansados. Salen tan fur L que rompen todo, rompen las jaulas, atropellan a la gente, lastiman a la gente”. , net estos comentarios con nuevos ruidos de , Tugidos y caida de juguetes sobre la mesa. Colo- ca a los animales en el extremo de Ja mesa, hace sobrevo- Jar los aviones. Luego los aviones toman a cada uno de los animales que no ofrecen resistencia (no pelean, no rugen) y los ubican nuevamente en el espacio del z00, que reconstruye. A ‘ Continga: “Caen en trampas”. “Vuelven a su lugar”. “Los pescan con imanes desde los aviones”. “Otra ves la gente los va a cansar”, “Les van a hacer pruebas para divertirse ellos”. ‘ Después de un momento de indecisién y expectativa anuncia: “Ahora voy 4 dibujar”, con lo cual inicia una nue- va configuracién. Primero ordena y guarda el material que. ha utilizado. Sélo entonces se pone 2 dibujar. Resulta lla- jnativo la “técnica” de trabajo: usa la misma hoja para vrecortar de ella Jos objetos que dibuja y como fondo para rmar el collage o escena grifica, Se presentan como dibu- jos sueltos (ver pg. 166) designados de la siguiente ma- nera: Una ballena muerta. 1. 2. Cafio de la calle. 3, Apoyo de la ballena muerta y lugar donde se escon- den los ladrones. 4. Adorno de oro. 5. Pez muerto. 6. Arpon. 165 Are Oe - 7. Otro pez muerto. 8. Pez muerto. Cuando termina de realizar e] dibujo se le anuncia el fin de la hora, lo que sirve como disparador de una serie de acciones tendientes a ordenar Jos materiales que fue utili- zando. Luego Diego se levanta y va hacia la puerta, vuelve Y Pregunta si puede escribir algo en la hoja. Después de la Tespuesta afirmativa, pone su nombre, Anilisis de la hora de juego Diego presenta un area de actividad lidica conserva- da. En efecto, después de una etapa exploratoria que se da normalmente, el nifio Jogra plantear una situacién de - juego, desarrollar una trama y verbalizarla. Sin embargo, su capacidad de movimiento en el espacio esta limitada; se circunscribe al que le ofrece la parte de la mesa de juego no ocupada por los juguetes. No expresa ansiedad durante la entrada, ni en los momentos en que se plantean situa- Gones de persecucién. Sin embargo hay indices de tensién muscular incrementada y problemas respiratorios (disnea), Podemos distinguir dos momentos en ta hora de juego, en funcién de dos formas diferentes de expresiOn: la repre- Sentacion lddica y Ja grafica. Constituyen dos modos de re- presentaciOn de una misma situacién emocional, que Diego plantea ya desde un principio, aclarando y enriquecién- dola luego. Del contenido planteado nos ocuparemos mds adelante. En este apartado nos interesa investigar la estruc tara formal de sus realizaciones. En la primera parte, durante la Tepresentacion hidica, 167 destacamos los Siguientes aspectos: en un espacio configu- rado y significado como un zooldgico, Diego desarrolla wi ttadue violento e indiscriminado entre animales y aviones. No da espontdneamente explicaciones aclarato Nias. Durante este ataque hay {ndices evidentes de confu- Sién (no se sabe quién ataca ni por qué; tampoco a quién ataca, quién es el “bueno” y quién el “malo’’). Cuando a raiz del pedido de la analista Diego logra verbalizar la temética, Tecorta en el relato, como figura central, un la drén al que no Presentd en ningun momento en el juego y justifica e} ataque por la intervencién de la policfa. No Jogra clarificar Jos motivos del ataque que sufren los ani- males, como tampoco la razén de las trampas que le tien- den para volverlos a su lugar. En cambio, la estampida es 4 resultado del cansancio porque “la gente les pide prue- bas”. Creemos que la ausencia de explicacién verbal de seg mentos de su juego se asienta en parte sobre la indole del matenal que es, fundamentalmente, el incremento de ten- sin muscular Previo al alaque asmatico y la vVivencia de desborde (¢stampida), expansion y ruptura de los limites Corporales durante el mismo, La calma que sucede a la es- lampida en el relato corresponde al momento en que su Cucrpo vuelve al estado anterior sin haberse MOdificado las causas Palgcpias. Se reimicia un nuevo ciclo. La ausen- cia de expresiones verbales en Patle se asienta en la dif cullad para representar y e¢xpresar sumbolicamente Jas vivencias corporales Resulta también muy significativa su Produccién gré- fica. Diego utiliza la misma hoja con una doble finalidad: I. para recortar de ella: 2.. como fondo de su collage 0 escena grafica, 168 Este modo de trabajar es inusual en nifios, aunque lamativamente tiene cierta semejanza con la produccién de Andrea y de Alejandra, que exponemos a continuacion. El resultado es un fondo agujereado, con. adherencias que no resaltan con cualidades diferenciales. Esta modali- dad de trabajo, expresa analégicamente las consecuencias de haber tenido que ser, desde muy temprano, su propio continente: las consecuencias temidas.del hecho de haber - tenido que comer de sf mismo. La hoja reptesenta al cuer- po, al que se Je adscribié Ja espurea funcion de cuerpo ma terno-sostén y que resulta objeto de los impulsos oral- sédicos primarios. Ademds redne en una escena grifica Objetos no ligados entre si; desde el punto de vista con- ceptual no Jogra tampoco establecer ‘una vinculacién or- gdnica entre estas distintas representaciones graficas a _través de un relato con un argumento que le otorgue cohe- Tencia. Sin embargo, para el observador hay una tematica comin: la ballena muerta, los peces muertos que expresan a un nivel las vivencias corporales de muerte, por asfixia inherentes al ataque asmatico. Pensamos que con la ballena Diego expresa una incipiente representacion de su interior corporal, en especial de sus bronquios que aparecen unidos al intestino (cafio de Ja calle). Ese interior también contiene un lugar persecutorio, donde se esconden los ladrones y objetos hostiles como el arp4n, pero que él, ni en el relato ni en el grfico, relaciona con Ja muerte de los peces y de la ballena. El material de Diego contiene un gran valor comunicativo pero evidencia, a Ja vez, su fracaso evoluti- vo para procesar simbélicamente los contenidos emocio- nales. Los elementos vinculares aislados surgen como ex- presion de fantasfas que poseen una dramatica, pero en 169 Este modo de trabajar es inusual en nifios, aunque lamativamente tiene cierta semejanza con la produccién de Andrea y de Alejandra, que exponemos a continuacion. El resultado es un fondo agujereado, con. adherencias que no resaltan con cualidades diferenciales. Esta modali- dad de trabajo, expresa analégicamente las consecuencias de haber tenido que ser, desde muy temprano, su propio continente: las consecuencias temidas.del hecho de haber - tenido que comer de sf mismo. La hoja reptesenta al cuer- po, al que se le adscribié Ja espurea funcion de cuerpo ma terno-sostén y que resulta objeto de los impulsos oral- sédicos primarios. Ademds redne en una escena grifica Objetos no ligados entre si; desde el punto de vista con- ceptual no Jogra tampoco establecer ‘una vinculacién or- gdnica entre estas distintas representaciones graficas a _través de un relato con un argumento que le otorgue cohe- Tencia. Sin embargo, para el observador hay una tematica comin: la ballena muerta, los peces muertos que expresan a un nivel las vivencias corporales de muerte, por asfixia inherentes al ataque asmatico. Pensamos que con la ballena Diego expresa una incipiente representacion de su interior corporal, en especial de sus bronquios que aparecen unidos al intestino (cafio de Ja calle). Ese interior también contiene un lugar persecutorio, donde se esconden los ladrones y objetos hostiles como el arp4n, pero que él, ni en el relato ni en el grfico, relaciona con la muerte de los peces y de la ballena. El material de Diego contiene un gran valor comunicativo pero evidencia, a Ja vez, su fracaso evoluti- vo para procesar simbélicamente los contenidos emocio- nales. Los elementos vinculares aislados surgen como ex- presion de fantasfas que poseen una dramatica, pero en 169 tanto estan cortados los nexos relacionales aparecen como - “bocados no digeridos”, no aptos ni pata ser pensados ni para ser reprimidos, Este material, si bien para el analista puede tener un valor comunicacional, plantea problemas para la interpre- tacién a los que nos referiremos especificamente en el capitulo VI. El juego de Diego adquiere muchas de las caracter{s- ticas que adscribimos al juego ritualizado, en lo referente a su inhibicién de movimiento expansivo y la falta de emociones diferenciadas. Sin embargo, a través del con tenido y dentro del pequefio marco espacial de la mesa, manifiesta una modalidad de juego impulsivo. evacuativo, en busca de un continente que lo ayude a procesar expe- riencias emocionales complejas. Este elemento otorga un buen pronéstico terapéutico. Con todo, la secuencia no es buena en la medida en que aumenta la inhibicion para el desarrollo lidico. Probablemente reproduce el Pasaje evolutivo hacia la enfermedad organica, en tanto la ausen- cia de respuesta interpretativa, licita por tratarse de una hora de juego diagnéstica, connota para Diego una nueva experiencia de rebote y es el origen, en el aqui y ahora de la sesion, de la secuencia patolégica de empobrecimiento expresivo. Relacién objetal: Tanto la configuracién. lidica como la grafica modelizan una elaboracién melancélica de la relaci6n de objeto. La primera parte relata una secuencia de violencia-persecusion superyoica-sometimiento y ataque asmatico. La segunda ofrece una representacion del estado en que Diego siente que ha quedado el objeto y su propio mundo interno, como resultado de las identificaciones pro- 170 yectivas rebotadas que Ilevan al som! ala sobreadaptacion. En el juego del zool6gico podemos aislar mentos de interés para nuestro €s' cierto grado de evolucién que yior materno como un continente qu una paste valiosos pero, por equiparado con e} ladrén-policia rebote materno est4 equiparado al propio ales encerrados en el zooldgico pasan de su propio self encerrados Y some- mo tiempo los anim; a representar partes tidos al ideal narcisista de la madre: pruebas”. ~, etimiento interno ¥ algunos ele- tudio. Diego ha logrado ermite simbolizar el inte- e alberga objetos, por otra parte, temidos (el pene ). Pero ese interior por el interior. Al mis- le pt “1g gente les pide A través de la yerbalizacion, Diego refiere un movimien- - to proyectivo pre’ furtivamente en el interior mater! tructivo, representado por el vio al comienzo del juego: ha depositado no un aspecto oral des- jadron. El juego posterior muestra tanto una reiteracion de ataques hostiles (falicos y anales) a ese interior, como la intensa persecusion que sufre el aspecto Jadrén, por parte de un objeto parcial superyoico. El drama, cuyo objetivo es el cuerpo mater- no, toma como escenario el propio cuerpo, el aparato res- piratorio, que resulta dafiado. Las identificaciones proyec- tivas no pueden descargarse y metabolizarse a través del objeto, no pueden salir de las fronteras del propio self. Junto con el sometimiento al objeto y el consecuente control - patolégico de la agre: de ataques: furtivos al objeto, sion, se mantienen intentos “por atras”, que bloqueados desencadenaran).un nuevo episodio de ataque al propio interior. El objeto temido, terrorifico, adquiere en Diego las caracteristicas de un objeto que se carga de violencia frente-a Ja agresién del self-bebé y que se ubica persecur 171 toriamente cerca, impidiendo la descarga motriz, a través del control de la musculatura. Esta representacion incons- ciente esta contenida en los aviones, que atraen con ima- nes a los animales (emociones) que escapan, y los vuelven a los limites de las jaulas. Este objeto terrorifico retaliativo coexiste con otro objeto muy dafiado, en estado de muerte y desastre. Est4 representado en el grafico a través de la hoja o fondo como continente roto a mordiscos, que alberga animales muertos. Es con este objeto atacado, moribundo, con el que equipara, por identificacién, el estado de su propio interior corporal. . La comprensién de la situacién lidica nos permite entender su forma peculiar de trabajar en la realizacién del gr4fico. Podemos pensar que, cuando Diego dibuja y recorta los pescaditos de la hoja, es el ladrén en el zoo- Iégico, ladrén voraz, que intenta arrancar a mordiscos, de la hoja —interior materno—, los bebés que contiene. En lugar de un interior pleno quedan agujeros y bebés muertos (pescados), a los que no Jogra reparar pero de los que tampoco puede desprenderse. Trata de adherirlos nuevamente, como intento primario y fallido de repara- cién. El resultado es un continente roto, que contiene restos de Ja parte corporal que intervinieron en su fanta sia sddica: los dientes (arpones), la materia fecal (pesca- dos muertos), su propio intestino (caiio de la calle) y el pene (adorno de oro) representado como un objeto par- cial valioso. El aspecto ladrén, que no logré espacializar en él juego, aparece ahora localizado en el intestino, Este drama vincular, que tuvo como escenario inicial el cuerpo matero, se desarrollo luego a partir de una inhi- bicién precoz de Ja identificacién Proyectiva en su Propio 172 er ee come saldo el dafio corporal. lege tkied ee lalidad de Tecortar de la misma hoja, que Gen aie ha na continente, muestra la profunda limita- . proyectinas is Fido, el desarrollo de sus. identificaciones tale’ det mbes Fantasias hostiles orales, a eh la: madiw a materno. La imposibilidad de encontrar la_-diamdilea continente metabolizador ha dado lugar. a natic alternativa de dirigir el ataque voraz hacia el propio interior. Es su interior el que ha sufrido el ataque de una boca, que arranca en “‘saca-bocados”. La adapta- cidn ha sido lograda a costa de comer partes de sf mismo. A partir del desvio de la hostilidad hacia su cuerpo, no reconocido-como propio, partes, del mismo (especialmente los bronquios conectados con el intestino) pasan a “‘alber- gar” Jos contenidos. rotos equiparados con materia fecal, y dientes que quedan adheridos en la zona, respiratoria. La representacién corporal corresponde a una ani zacion primaria, que presenta, ausencias de. discriminacio- nes adecuadas de los distintos orificigs corporales, de las distintas zonas de sensibilidad y de los diferentes Srganos contenidos en el interior, . Podemos abstraer, la representacién que Diego tiene de su cuerpo, tanto de la configuracion {adica como de la grafica, Si consideramos en primer lugar al zoolégico, como representacion de su cuerpo observamos que hay s6lo al- gunos. pocos elementos discriminados: una cavidad de entrada, la boca representada por la boleteria; un limite corporal rigido y_ fragil, la musculatura, representada por los bloques de madera, que circunscriben el 4rea zoold- gico y un. interior confuso, que alberga distintas necesi- * dades .¢ impulsos representados por Jes animales. El in- cremento de tension muscular, que funciona como un 173 corsé que asfixia y como sostén, tiene su expresién ‘cli- nica en la ausencia de movimiento que. Diego evidencié durante la hora de juego. ‘ Cuando Diego Pasa de la expresién Iddica a la grafica, aparecen més claramente las representaciones de Organo. Su modo peculiar de trabajo, recortar y adherir esos re- cortes a la misma hoja, expresa la ecuacién simbélica entre los peces y. los bebés arrancados del interior ma- terno, que quedan adheridos a su propio interior cor- Poral, como objetos dafiados. ? El 6érgano enfermo adquiere entonces primacia: en primer lugar aparece la Tepresentacion, a través de Ja ballena, del alveolo pulmonar como 6rgano dafiado o muerto, que se asienta sobre el intestino (cafio de la calle). Este alberga en su base un aspecto oral dafiino (ladrén) que continua el ataque a mordiscos, ya repre- sentado a través de los arpones, de los agujeros y de los recortes de la hoja que dejan un borde dentado. Su interior corporal es fragil como continente de nece- sidades primarias imperiosas que, por otra parte, no logra diferenciar. Ubica juntos tanto las necesidades incorpo- Tativas y de contacto (animales domésticos) como los im- pulsos sddicos (animales salvajes). Estos ultimos contienen elementos oral sddicos, anal expulsivos (tuidos, rugidos) y genitales primarios (parejas’ animales, tuidos, peleas), El orificio anal, como zona de descarga, no esta re Presentado; aparece un unico orificio (boleteria) al que le adscribe la funcion de entrada. Los fuertes impulsos anal - expulsivos no encuentran’ via natural de salida. Cuando se movilizan, su expulsion conduce a la Tuptura de los limi- tes del organo y de la musculatura de toda la superficie aes (estampida, “reventar”), 174 “polsa”. con persecutono, con riesgo de la integridad com do asi en und Su cuerpo se ha converts un interior indiscriminado ¥ sufrir bruscas explosiones, que amenazan poral, en toda su extension. Espacio esiona como un nsiedad. Resul- ntg a la mesa En la conducta manifiesta, Diego impr nifio que se incluye en espacios nuevos, sim a ta llamativo que se ubique Wan rapidamente fre de trabajo y que permanezca durante toda la hora en el mismo lugar. No solo esta quicto corporalmente, sino que tampoco mura el resto del consultorio, mi plantea interro- gantes relativos a qué tipo de Ampito conocido (escuela, consultorio médico) puede referur esta situacion nueva. Diego configura dentro de un espacio desconocido, al que evita investigar, un espacio manual inmediato y dentro de este espacio desarrolla su juego. Focaliza toda su atencion en los juguetes y en la tarea que realiza con sus manos. Estin inhibidos, en cambio, el movimiento corporal y Ja investigacion, tanto tactil como visual, del espacio alejado de su cuerpo. Pensamos que Diego logra una seudoadaptacion al consultorio a través de Ja creacion de un espacio Judico es- trecho pero no protector en tanto conocido que le permite negar su inclusién en el espacio nuevo. En la nueva situacion, Diego permanece “rodeado” por ese espacio ludico que funciona como un continente jlusorio, autocreado, dentro del cual se refugia. La dramatizacion del zoolégico asi como da cuenta de su concepcion del interior corporal, refiere su vision 175

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