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RESUMEN GENERAL

Durante un período de guerra, un avión que lleva un grupo de niños


ingleses es derribado a tiros mientras vuela por el Océano Pacífico. El
piloto del avión muere, pero muchos de los niños sobreviven al accidente
y se encuentran varados en una isla desierta donde están solos sin
supervisión adulta. Los primeros dos niños que aparecen en la historia son
los protagonistas: Ralph es uno de los niños mayores, guapo y seguro de
sí mismo, mientras que Piggy, como es burlonamente llamado, es un niño
rechoncho, asmático, con espejuelos que, sin embargo, posee una gran
inteligencia. Ralph encuentra una concha, y cuando la sopla todos los
niños se reúnen. Entre estos niños se encuentra Jack Merridew, un chico
agresivo que marcha a la cabeza del coro. Ralph, al cual los otros niños
escogen como su líder, dirige a Jack y a otro niño, Simón, en una
expedición para explorar la isla. Durante esta expedición ellos determinan
que están en una isla desierta y deciden que necesitan encontrar
alimento. Los tres niños encuentran un cerdo, el cual Jack prepara para
matar, pero finalmente se arrepiente antes de poder apuñalarlo.
Cuando los niños regresan de su expedición, Ralph convoca una reunión e
intenta establecer reglas para mantener el orden en la isla. Jack está de
acuerdo con Ralph, ya que la existencia de reglas requiere la existencia de
castigos para aquellos que las rompan, pero Piggy regaña a Jack por su
falta de preocupación por su supervivencia a largo plazo. Ralph propone
que enciendan un fuego en la montaña con el cual puedan señalar su
presencia a algún barco que pase. Los niños comienzan a encender el
fuego, pero los más pequeños pierden interés cuando la tarea prueba ser
demasiado difícil para ellos. Piggy es esencial para el proceso: el joven
utiliza sus espejuelos para comenzar el fuego. Luego, Piggy pierde su
paciencia y critica a los otros niños por no construir albergues primero. Le
preocupa que todavía no saben cuántos niños hay, y cree que uno de ellos
ya se perdió.

Mientras Jack intenta cazar cerdos, Ralph organiza la construcción de


albergues para los niños. Los más pequeños no han ayudado, mientras
que los del coro de Jack, cuyo deber es cazar para proveer alimento, han
pasado el día nadando. Jack le dice a Ralph que siente que está siendo
cazado cuando caza los cerdos. Cuando Simón, el único niño que ha
ayudado consistentemente a Ralph, se va a supuestamente darse un baño,
Ralph y Jack van a buscarlo a la piscina de baño, pero Simón en realidad
está caminando por la jungla solo. Él encuentra un espacio abierto sereno
con arbustos aromáticos y flores.
Los niños pronto establecen una rutina diaria en la isla. Los más jóvenes,
llamados “pequeñines” (“littluns,” contracción de “little ones”), pasan la
mayor parte del día buscando frutas para comer. Cuando los niños juegan,
continúan obedeciendo cierto sentido de decencia, a pesar de la falta de
autoridad parental. Jack continúa cazando, mientras Piggy, quien es
aceptado como un extranjero entre los niños, considera construir un reloj
solar. Un barco pasa por la isla pero no se detiene, tal vez porque el fuego
se ha apagado. Piggy culpa a Jack por dejar que se apagara el fuego, ya
que él y sus cazadores habían estado más preocupados por matar a un
cerdo por su deber. Jack golpea a Piggy, rompiendo uno de los lentes de
sus espejuelos. Jack y los cazadores cantan, “Mata el cerdo. Córtale el
cuello. Rómpele el cráneo,” para celebrar la caza, y hacen un baile en el
cual Maurice pretende ser un cerdo mientras los otros pretenden
atacarlo.
Ralph comienza a preocuparse por el comportamiento de Jack y los
cazadores y comienza a apreciar la madurez de Piggy. Él convoca una
asamblea durante la cual critica a los chicos por no ayudar con el fuego o
la construcción. Él insiste que el fuego es lo más importante en la isla, ya
que es su única oportunidad de rescate, y declara que el único lugar
donde deben tener un fuego es en la cima de la montaña. Ralph admite
que tiene miedo pero dice que no hay una razón legítima para ello. Jack
luego le grita a los pequeñines por su miedo y por no ayudar a cazar o
construir. Él proclama que no hay una bestia en la isla, como creen
algunos niños, pero entonces un pequeñín, Phil, cuenta que tuvo una
pesadilla y cuando se despertó vio algo moviéndose entre los árboles.
Simón dice que Phil probablemente lo vio a él, ya que estaba caminando
por la jungla esa noche. Piggy y Ralph pelean una vez más, y cuando Ralph
intenta afirmar las reglas, Jack pregunta retóricamente si a alguien le
importan las reglas. Ralph insiste que las reglas son lo único que tienen.
Jack, entonces, decide conducir una expedición para cazar la bestia,
dejando solo a Ralph, Piggy y Simon atrás. Piggy le advierte a Ralph que si
Jack se convierte en el líder, nunca serán rescatados.

Esa noche, durante una batalla aérea, un piloto cae en la isla en


paracaídas. El piloto muere, posiblemente por el impacto. La próxima
mañana, mientras los gemelos, Sam y Eric, añaden madera al fuego, ellos
ven al piloto y lo confunden con la bestia. Ellos corren bajo la montaña y
despiertan a Ralph. Jack convoca una caza, pero Piggy insiste que se deben
mantener juntos, ya que puede ser que la bestia no se les acerque. Jack
declara que la concha ahora es irrelevante. Le da un puño a Ralph cuando
Ralph acusa a Jack de no querer ser rescatado. Ralph decide unirse a los
cazadores en su expedición para encontrar la bestia, a pesar de su deseo
de reavivar el fuego en la montaña. Cuando llegan al otro lado de la isla,
Jack dice que construir una fortaleza cerca del mar.
Los cazadores, mientras buscan la bestia, encuentran un jabalí que ataca a
Jack, pero Jack lo apuñala y el jabalí sale corriendo. Los cazadores entran
en un frenesí, el cual se degenera en su canto de “mata el cerdo” una vez
más. Ralph se da cuenta de que Piggy todavía está con los pequeñines al
otro lado de la isla, y Simón ofrece regresar y decirle a Piggy que los otros
niños no regresarán esa noche. Ralph se da cuenta de que Jack lo odia, y lo
confronta acerca de esto. Jack se burla de Ralph por no querer cazar,
sosteniendo que es por cobardía, pero cuando los niños ven algo que
creen que es la bestia, salen corriendo.

Ralph regresa a los albergues y, cuando encuentra a Piggy, le dice que


vieron a la bestia, pero Piggy continúa siendo escéptico. Ralph desestima a
los cazadores como niños con palos, pero Jack lo acusa de llamar a sus
cazadores cobardes. Jack intenta afirmar su control sobre los otros niños,
pidiendo la destitución de Ralph como líder, pero cuando Ralph mantiene
el apoyo de los otros niños Jack se va corriendo, llorando. Piggy sugiere
que, si la bestia no les permite llegar a la cima de la montaña, deben
encender un fuego en la playa, y les asegura que sobrevivirán si se
comportan de acuerdo a su sentido común. Simón se va a sentarse en el
claro que había encontrado antes. Jack declara que él será el líder de los
cazadores, y que irán al Peñón del Castillo donde piensan construir una
fortaleza y tener un banquete. Los cazadores matan a un cerdo, y Jack
restriega su sangre en la cara de Maurice. Entonces le cortan la cabeza y la
dejan en un palo como ofrenda para la bestia. Jack trae varios cazadores
de vuelta a los albergues, donde invita a los otros chicos a unirse a su
tribu, y les ofrece carne y la oportunidad de cazar y divertirse. Todos los
chicos, excepto Ralph y Piggy, se unen a Jack.

Mientras tanto, Simón encuentra la cabeza de cerdo que los cazadores


habían dejado. La llama el Señor de las Moscas debido a los insectos que
la rodean. Cree que le habla, diciéndole lo ridículo que es y que los otros
chicos piensan que está loco. La cabeza de cerdo sostiene que es la bestia,
y se burla de la idea de que la bestia pueda ser cazada y matada. Simon se
cae y se desmaya. Cuando despierta y camina un poco, ve el piloto muerto
que los chicos creían que era la bestia y se da cuenta de lo que es en
realidad. Baja la montaña rápidamente para alertar a los otros chicos
sobre lo que ha encontrado.
Ralph y Piggy, los cuales están jugando en la laguna solos, deciden
encontrar a los otros chicos para asegurarse que nada malo les suceda
mientras pretenden ser cazadores. Cuando encuentran a Jack, Ralph y Jack
discuten sobre quién será el líder. Cuando Piggy declara que Jack tiene
derecho a hablar porque él tiene la concha, Jack le dice que la concha no
cuenta en su lado de la isla. Los niños entran en pánico cuando Ralph
advierte que viene un a tormenta. Cuando comienza la tormenta, Simón
sale corriendo del bosque, hablando del cuerpo muerto en la montaña.
Bajo la impresión de que él es la bestia, los niños atacan a Simón y lo
matan.

Al otro lado de la isla, Ralph y Piggy discuten la muerte de Simón. Ambos


participaron en el asesinato, pero intentan justificar su comportamiento
diciendo que fue motivado por miedo e instinto. Los únicos cuatro chicos
que no son parte de la tribu de Jack son Ralph, Piggy y los gemelos, Sam y
Eric, los cuales ayudan a mantener el fuego. En el Peñón del Castillo, Jack
reina sobre los chicos como un ídolo. Mantiene a uno de los chicos
amarrado, e inspira miedo en los demás advirtiéndolos de la bestia y los
intrusos. Cuando Bill le pregunta a Jack cómo encenderán el fuego, Jack
declara que robarán el fuego de los otros niños. Mientras tanto, Ralph,
Piggy y los gemelos intentan mantener el fuego vivo pero encuentran que
es muy difícil hacerlo ellos solos. Regresan a los albergues para dormir.
Durante la noche, los cazadores atacan a los cuatro niños, los cuales
logran ganar la batalla, pero sufren lesiones considerables. Piggy descubre
el propósito de su ataque: vinieron a robarle sus espejuelos.

Luego del ataque, los cuatro niños deciden ir al Peñón del Castillo para
hablar con Jack como personas civilizadas. Se acicalan para aparecer
presentables y se visten con sus ropas de la escuela. Cuando llegan al
Peñón del Castillo, Ralph convoca a los otros chicos con la concha. Jack
regresa de cazar y le dice a Ralph y a Piggy que los dejen quietos. Cuando
Jack se niega a escuchar las apelaciones de Ralph a la justicia, Ralph llama
a los niños tontos pintados. Jack toma a Sam y a Eric como prisioneros y
ordena que los amarren. Piggy le pregunta a Jack y a sus cazadores si es
mejor ser una manada de Indios pintados o ser sensatos como Ralph,
pero Roger deja caer una piedra sobre Piggy, causando que se caiga de la
montaña a la playa. El impacto lo mata y, al deleite de Jack, rompe la
concha. Jack se declara el jefe y tira su lanza hacia Ralph, el cual sale
huyendo.
Ralph se esconde cerca del Peñón del Castillo, donde puede ver a los otros
chicos, a los cuales ya no reconoce como niños ingleses civilizados, sino
como salvajes. Gatea hasta la entrada del campamento de Jack, donde
Sam y Eric ahora sirven de guardias, y ellos le dan un poco de carne y le
imploran que se vaya. Cuando Ralph se esconde, se da cuenta de que los
otros niños están rodando piedras bajo la montaña. Ralph evita a los otros
niños que lo están cazando, y se da cuenta de que están encendiendo el
bosque en fuego para obligarlo a salir—y que, por lo tanto, destruirán
todas las frutas que quedan en la isla.

Corriendo por su vida, Ralph finalmente colapsa en la playa, donde un


oficial de la Marina ha llegado en su barco. Él cree que los niños sólo han
estado jugando, y los regaña por no comportarse de una forma más
organizada y responsable, cómo es común entre los ingleses. Mientras los
niños se preparan para irse de la isla para sus hogares, Ralph llora por la
muerte de Piggy y por el fin de la inocencia de los niños.
Personajes
Ralph
El protagonista de la historia, Ralph es uno de los niños mayores en la isla.
Rápidamente se convierte en el líder del grupo. Golding describe a Ralph
como alto para su edad y guapo. Él preside sobre los otros niños con una
cualidad natural de autoridad. Aunque no tiene la inteligencia de Piggy,
Ralph es tranquilo y racional, con buen juicio y una fuerte sensibilidad
moral, aunque es susceptible a las mismas influencias instintivas que
afectan a los otros niños, como demuestra con su contribución a la muerte
de Simon. Sin embargo, Ralph sigue siendo el personaje más civilizado de
toda la novela. A través de su compromiso con la justicia y la igualdad,
Ralph representa la tradición política de la democracia liberal.
Piggy
Aunque rechoncho, torpe, y averso a la labor física porque sufre de asma,
Piggy—quien detesta su apodo—es el intelectual en la isla. A pesar de ser
un extranjero entre los otros chicos, Piggy es eventualmente aceptado por
ellos, aunque de mala gana, cuando descubren que sus espejuelos se
pueden usar para encender fuegos. Los talentos intelectuales de Piggy
hacen que se gane el cariño particular de Ralph, quien llega admirarlo y
respetarlo por su enfoque en asegurar su rescate de la isla. Piggy está
dedicado a la idea de la civilización y constantemente regaña a los otros
chicos por comportarse como salvajes. Sus encontronazos continuos con
el grupo culminan cuando Roger mata a Piggy al dejar caer una piedra
sobre él, un acto que señala el triunfo del instinto bruto sobre el orden
civilizado. Intelectual, sensitivo, y meticuloso, Piggy representa la cultura
dentro del sistema democrático personificado por Ralph. El apodo de
Piggy simbólicamente lo conecta con los cerdos en la isla, los cuales
rápidamente se convierten en los objetivos de la sed de sangre de Jack y
sus cazadores—una asociación que presagia su asesinato.
Jack Merridew
El líder de un coro de niños, Jack ejemplifica el militarismo bordando en
autoritarismo. Él es cruel y sádico, preocupado sólo por cazar y matar
cerdos. Su sadismo se intensifica a través de la novela, y eventualmente él
se vuelve cruel hacia los otros chicos. Jack pretende tener interés en las
reglas establecidas en la isla, pero sólo si le permiten infligir castigos. Jack
representa la anarquía. Su rechazo del orden impuesto por Ralph—y los
resultados sangrientos de ello—indican el peligro inherente en un sistema
anárquico basado solamente en el egoísmo.
Simón
El personaje más introspectivo de la novela, Simón tiene una afinidad
profunda con la naturaleza y usualmente camina solo por la jungla.
Mientras Piggy representa la faceta cultural y Ralph la política y moral de
la civilización, Simón representa el lado espiritual de la naturaleza
humana. Como Piggy, Simón es marginado: los demás niños piensan que
es extraño y tal vez está loco. Simón es el que encuentra a la bestia.
Cuando intenta decirle al grupo que sólo es un piloto muerto, los niños,
pensando que él es la bestia, lo asesinan en un momento de pánico.
Golding frecuentemente sugiere que Simón sirve como una figura de
Cristo, cuya muerte es un tipo de martirio. Su nombre, que significa “aquel
a quien Dios ha escuchado,” indica la profundidad de su espiritualidad y su
centralidad en la alegoría judeo-cristiana de la novela.
Sam y Eric
Los gemelos son los únicos chicos que se quedan con Ralph y Piggy a
cuidar el fuego luego de que los demás abandonan a Ralph y se unen a la
tribu de Jack. Los chicos consideran a estos dos niños como un solo
individual, y Golding contribuye a esta percepción al combinar sus
nombres individuales en uno: “Samneric”. Aquí encontramos sugerencias
sobre el individualismo y la singularidad humana.
Roger
Uno de los cazadores y el guardia de la fortaleza El Peñón del Castillo,
Roger es igual de cruel que Jack. Aún antes de que los cazadores se
conviertan en salvajes, Roger es grosero y maleducado, destruyendo los
castillos de arena y tirándole arena a los demás. Antes de que los demás
niños pierdan toda idea de la civilización, Roger mata a Piggy.
Maurice
Durante el canto de “Mata el cerdo” de los cazadores, Maurice, quien es
uno de los cazadores, pretende ser un cerdo mientras los demás
pretenden matarlo. Cuando los cazadores matan a un cerdo, Jack restriega
su sangre en la cara de Maurice. Maurice representa a las masas tontas.
Percival
Percival, uno de los niños más pequeños en la isla, usualmente trata de
consolarse repitiendo su nombre y su dirección como un recuerdo de su
vida hogareña. Él se torna cada vez más histérico a través de la novela,
requiriendo el consuelo de los niños mayores. Percival representa los
aspectos domésticos o familiares de la civilización; su inhabilidad de
recordar su nombre y su dirección al ser rescatado indica la erosión del
impulso doméstico cuando se destruye el orden democrático. Cabe notar
también que en la tradición literaria, Percival es uno de los Caballeros de
la Mesa Redonda que va en busca del Santo Grial.
La Bestia
Un piloto muerto que Simón encuentra en el bosque. Los otros niños lo
confunden con un augurio sobrenatural, “La Bestia.” Ellos intentan aplacar
su espíritu con el Señor de las Moscas.
El Señor de las Moscas
La cabeza de cerdo que Jack atraviesa con un palo como ofrenda para “La
Bestia.” Los niños llaman a la ofrenda “El Señor de las Moscas,” lo cual en
la mitología judeo-cristiana se refiere a Belcebú, una encarnación de
Satanás. En la novela, el Señor de las Moscas funciona totémicamente:
representa el salvajismo y la amoralidad de la tribu de Jack.
Oficial de la Marina
El oficial de la Marina aparece en la escena final de la novela, cuando
Ralph lo encuentra en la playa. Él le dice a Ralph que su barco decidió
inspeccionar la isla al ver mucho humo (el resultado del fuego forestal que
Jack y su tribu encendieron intentando que Ralph tuviera que salir de su
escondite). Su ingenuidad sobre el conflicto violento de los niños—él cree
que solo están jugando—subraya la tragedia de la situación en la isla. Su
estatus como soldado le recuerda al lector que el comportamiento de los
niños es sólo una forma más primitiva de los conflictos agresivos y
frecuentemente fatales que caracterizan a la civilización adulta.
TEMAS

Civilización vs. Salvajismo


El tema dominante en El Señor de las Moscas es el conflicto entre el
impulso humano hacia el salvajismo y las reglas de la civilización que están
diseñadas para contenerlo y minimizarlo. A través de la novela, este
conflicto es dramatizado por el choque entre Ralph y Jack, los cuales
representan, respectivamente, a la civilización y a la barbarie. Diferentes
ideologías son expresadas a través de la actitud de cada niño hacia la
autoridad. Mientras Ralph usa su autoridad para establecer reglas,
proteger al grupo, y ejecutar los códigos morales y éticos de la sociedad
inglesa en la que fueron criados, Jack desea asumir poder sobre los otros
niños para satisfacer sus impulsos más primitivos. Cuando Jack asume
liderazgo sobre su tribu, él exige la total sumisión de los demás niños, los
cuales no solo lo siguen sino que también lo adoran como a un ídolo. La
sed de poder de Jack sugiere que la barbarie no se parece tanto a la
anarquía sino al sistema totalitario de la explotación y el poder ilícito.
El énfasis de Golding sobre las consecuencias negativas de la barbarie
puede ser leído como un claro respaldo de la civilización. En los primeros
capítulos de la novela, él sugiere que una de las funciones más
importantes de la sociedad civilizada es proveer un escape para los
impulsos salvajes que residen dentro de cada individual. El deseo inicial de
Jack de matar cerdos para demostrar su valentía, por ejemplo, es
canalizado hacia la caza, la cual provee alimento para todo el grupo.
Mientras viva dentro de las reglas de la civilización, Jack no es un peligro
para los demás niños; sus impulsos son redirigidos hacia una tarea
productiva. Es sólo cuando Jack se niega a reconocer la validez de la
sociedad y rechaza la autoridad de Ralph que los aspectos peligrosos de su
personalidad realmente emergen. Golding sugiere que, a pesar de que la
barbarie pueda ser un hecho inescapable de la existencia humana, la
civilización puede mitigar su expresión.

La ruptura entre la civilización y la barbarie también aparece a través de


los símbolos principales de la novela: la concha, la cual es asociada con
Ralph, y el Señor de las Moscas, el cual es asociado con Jack. La concha es
un indicador poderoso del orden democrático en la isla, confirmando el
liderazgo de Ralph por elección y el poder de la asamblea. Sin embargo,
mientras el conflicto entre Ralph y Jack se profundiza, la concha pierde su
importancia simbólica. Jack declara que la concha realmente no sirve
como símbolo de autoridad y orden, y la disminución de su importancia
señala el deterioro de la civilización en la isla. Al mismo tiempo, El Señor
de las Moscas, el cual sirve como ofrenda para la “bestia” mítica en la
isla, cada vez obtiene mayor significado como un símbolo de la
dominancia de la barbarie sobre la isla y de la autoridad de Jack sobre los
otros niños. El Señor de las Moscas representa la unión de los niños bajo
el mando de Jack motivada por el miedo a los “extranjeros” (la bestia y
aquellos que se niegan a aceptar la autoridad de Jack). La destrucción de
la concha durante la muerte de Piggy representa la total erradicación de
la civilización en la isla, mientras que la demolición de Ralph del Señor de
las Moscas—él intenta usar el palo como una lanza—indica su propio
descenso a la barbarie y la violencia. En la última escena, la barbarie ha
completamente desplazado a la civilización como el sistema prevalente en
la isla.
Individualismo vs. Comunidad
Uno de los conceptos claves en El Señor de las Moscas es el rol del
individuo en la sociedad. Muchos de los problemas en la isla—la extinción
del fuego, la falta de albergues, el abandono en masa del campamento de
Ralph, y el asesinato de Piggy—surgen del compromiso implícito de los
niños con el principio del egoísmo sobre el principio de la comunidad. Es
decir, los niños preferirían satisfacer sus deseos individuales en vez de
cooperar como una sociedad coherente, lo cual requeriría que cada uno
actuara por el bien del grupo. Correspondientemente, Jack y Ralph,
respectivamente, simbolizan los principios de individualismo y comunidad.
Jack quiere divertirse en la isla y satisfacer su sed de sangre, mientras que
Ralph quiere asegurar el rescate del grupo, una meta que sólo pueden
lograr si cooperan. Sin embargo, a pesar de que la visión de Ralph es la
más razonable, requiere el trabajo y sacrificio de todos los chicos, así que
ellos rápidamente evitan sus deberes sociales para poder satisfacer sus
deseos individuales. Los niños prefieren jugar, así que no construyen los
albergues; el fuego se extingue cuando los cazadores de Jack no lo
atienden a tiempo. El egoísmo de los chico culmina, claramente, cuando
deciden unirse a la tribu de Jack, una sociedad sin valores comunales cuyo
encanto es que Jack les ofrece libertad total. La popularidad de su tribu
refleja el enorme atractivo de una sociedad basada en la libertad
individual y el egoísmo, pero el lector rápidamente descubre que la
libertad que Jack le ofrece a su tribu es sólo una ilusión. Jack implementa
reglas punitivas irracionales y restringe el comportamiento de los niños
mucho más que Ralph. Golding, por lo tanto, sugiere que, no solo es
superior algún nivel de sistema comunal a uno basado en puro egoísmo,
sino que también la libertad individual pura es un ideal imposible de
sostener dentro de un grupo, el cual siempre tiende hacia la organización
social. La pregunta más difícil, claro, es qué están dispuestos a sacrificar
los individuos para obtener los beneficios de ser parte del grupo.
La Naturaleza del Mal
¿El mal es innato en el espíritu humano, o es el resultado de una influencia
externa? ¿Qué rol tienen las reglas e instituciones sociales en la existencia
del mal humano? ¿La capacidad para el mal varía de persona a persona, o
depende de las circunstancias que cada individuo enfrenta? Estas
preguntas tienen una posición central en El Señor de las Moscas, el cual, a
través de representaciones detalladas de las diferentes respuestas de los
niños a su situación, presenta una articulación compleja del potencial de la
humanidad para el mal.

Es importante notar que la novela de Golding rechaza las explicaciones


sobrenaturales o religiosas del origen del mal en el ser humano. Mientras
los niños temen a la “bestia” como una personificación del mal similar al
concepto cristiano de Satanás, la novela enfatiza que esta interpretación
no solo es incorrecta, sino que también es, irónicamente, la motivación
para el comportamiento cada vez más cruel y violento de los niños. Su
miedo irracional de la bestia informa su paranoia y los lleva a la división
fatal entre Jack y Ralph y sus respectivos seguidores; y es esto lo que no
les permite reconocer y abordar su responsabilidad por sus impulsos. Al
contrario, como El Señor de las Moscas le comunica a Simon en el claro, la
“bestia” es una fuerza interna, presente en todo individual, y por lo tanto
es imposible de ser derrotada. Que los personajes más éticos en la isla—
Simon y Ralph—llegan a reconocer su capacidad para el mal indica el
énfasis de la novela en la universalidad del mal entre los seres humanos.

Aún así, la novela no es enteramente pesimista sobre la capacidad


humana para el bien. A pesar de que los impulsos malévolos puedan
acechar toda la psiquis humana, la intensidad de estos impulsos—y la
habilidad de controlarlos—parece variar de individuo a individuo. A través
de los diferentes personajes, la novela presenta un continuo del mal,
oscilando desde Jack y Roger, los cuales están ansiosos por participar en
actos de violencia y crueldad, a Ralph y Simon, los cuales luchan para
contener sus instintos salvajes. Podemos notar que los personajes que
luchan más exitosamente contra sus instintos malignos lo hacen
invocando los códigos éticos o sociales del comportamiento. Por ejemplo,
Ralph y Piggy insisten en que se le devuelvan los espejuelos a Piggy
porque es lo “correcto.” Golding sugiere que, a pesar de que el mal puede
estar dentro de todos nosotros, puede ser exitosamente reprimido por las
normas sociales que son impuestas sobre nuestro comportamiento
externamente, o por las normas morales que decidimos que son
“buenas,” las cuales internalizamos dentro de nuestra voluntad.
La conclusión ambigua y profundamente irónica de El Señor de las
Moscas, sin embargo, cuestiona el rol de la sociedad en la formación del
mal. El oficial de la Marina, quien repite la retórica de Jack de
nacionalismo y militarismo, es parte de la guerra sangrienta responsable
por el accidente del avión de los chicos en la isla, la cual refleja la guerra
civil entre los sobrevivientes. En este sentido, mucho del mal en la isla es
el resultado no de la distancia de los niños de la sociedad, pero de su
internalización de las normas e ideales de la sociedad—normas e ideales
que justifican y hasta prosperan gracias a la guerra. ¿Los niños son
corrompidos por las presiones internas de una naturaleza humana
esencialmente violenta, o por el ambiente de guerra en el que fueron
criados? El Señor de las Moscas no ofrece una respuesta clara a esta
pregunta, provocando a los lectores a contemplar las relaciones complejas
entre la sociedad, la moral y la naturaleza humana.
Hombre vs. Naturaleza
El Señor de las Moscas presenta la pregunta de la relación ideal entre
hombre y el mundo natural. Lanzados dentro del ambiente
completamente natural de la isla, en la cual ningún humano existe o ha
existido, los niños expresan diferentes actitudes hacia la naturaleza que
reflejan sus distintas personalidades e inclinaciones ideológicas. La
relación de los niños con el mundo natural generalmente cabe en una de
tres categorías: la subyugación de la naturaleza, la harmonía con la
naturaleza, y la sumisión a la naturaleza. Jack, cuyo primer impulso en la
isla es perseguir, cazar, y matar cerdos, personifica la primera categoría, la
subyugación de la naturaleza. Él intenta imponer su voluntad sobre el
mundo natural, subyugándolo a sus deseos. Las acciones subsiguientes de
Jack, en particular, encender el bosque en fuego, reflejan su indiferencia
cada vez más intensa hacia la naturaleza y demuestran su carácter militar
y violento. La segunda categoría, la harmonía con la naturaleza, es
personificado por Simón, quien encuentra belleza y paz en el ambiente
natural, lo cual es ejemplificado por su retiro inicial al claro aislado. Para
Simón, la naturaleza no es el enemigo del hombre, sino parte de la
experiencia humana. La tercera categoría, la sumisión a la naturaleza, es
personificada por Ralph y es la posición opuesta a Jack. Al contrario de
Simón, Ralph no encuentra harmonía pacífica en el mundo natural; como
Jack, él lo entiende como un obstáculo a la vida humana en la isla. Pero
mientras Jack responde a este aparente conflicto actuando
destructivamente hacia los animales y la vida vegetal, Ralph responde
retirándose del mundo natural. Él no participa en la caza ni en las
excursiones de Simón dentro de las zonas selváticas del bosque; al
contrario, él permanece en la playa, la parte más humanizada de la isla. Al
igual que la caza de Jack expresa su naturaleza violenta, el deseo de Jack
de mantenerse separado del mundo natural enfatiza tanto su reticencia a
tentar el peligro como su afinidad por la civilización.
Deshumanización de las Relaciones
En El Señor de las Moscas, uno de los efectos de la caída de los niños a la
barbarie es su creciente incapacidad de reconocer su humanidad y la de
sus compañeros. A través de la novela, Golding utiliza la imaginería para
insinuar que los niños ya no pueden distinguir entre ellos y los cerdos que
cazan para alimento y deporte. En el Capítulo 4, luego de la primera caza
exitosa, los cazadores recrean la caza en un baile ritual, usando
a Maurice como suplente para el cerdo. Este episodio es solo una
dramatización, pero mientras el impulso colectivo de los niños hacia la
barbarie completa crece, los paralelos entre lo humano y lo animal se
intensifican. En el Capítulo 7, mientras varios niños cazan la bestia, repiten
el ritual con Robert como el suplente para el cerdo; esta vez, sin embargo,
son consumidos por un “frenesí” y casi lo matan de verdad. En esa misma
escena, Jack chistea que si no matan a un cerdo la próxima vez, pueden
matar a un pequeñín en su lugar. La repetida sustitución de niño por cerdo
en sus juegos rituales y en sus conversaciones llama la atención a las
consecuencias de su comportamiento gratificante: preocupados sólo por
sus propios deseos salvajes, los niños son incapaces de verse unos a los
otros como algo más que objetos que pueden manipular cómo les plazca.
Mientras los niños matan más cerdos, más fácil se les hace lastimarse y
matarse entre sí. Maltratar a los cerdos facilita este proceso de
deshumanización.
Los primeros episodios donde los niños son sustituidos por cerdos, ya sea
verbalmente o durante el baile de caza, presagian los eventos trágicos de
los capítulos subsiguientes, particularmente los asesinatos de Simón y
Piggy y el atentado contra la vida de Ralph. Simón, un personaje que,
desde el comienzo de la novela es asociado con el paisaje natural por el
cual tiene tanta afinidad, es asesinado cuando los otros niños lo
confunden con “la bestia”—una creatura mítica inhumana que sirve como
escape para el miedo y la tristeza de los niños. El nombre de Piggy lo
vincula simbólicamente con los cerdos salvajes de la isla, el objetivo
inmediato de los impulsos violentos de Jack; desde el comienzo, cuando
los otros niños se niegan a llamarlo cualquier nombre que no fuera
“Piggy,” Golding establece al personaje como uno cuya humanidad es, en
los ojos de los otros niños, ambigua. Los asesinatos de Simón y Piggy
demuestran la caída total de los niños en la barbarie. Tanto literalmente
(Simón) como simbólicamente (Piggy), los niños no se pueden distinguir
de los animales que persiguen y matan.
Pérdida de Inocencia
Al final de El Señor de las Moscas, Ralph llora “por el fin de la inocencia,”
un lamento que retroactivamente hace explícita una de las mayores
preocupaciones de la novela, concretamente, la pérdida de la inocencia.
Cuando los niños quedan varados en la isla se comportan como niños,
alternando entre disfrutar su libertad y expresar una profunda nostalgia y
miedo. Al final de la novela, sin embargo, ellos reflejan el comportamiento
guerrero de los adultos de los “Home Counties” (condados que rodean a
Londres): ellos se atacan, se torturan, y hasta se matan entre sí sin
vacilación ni arrepentimiento. La perdida de inocencia de los niños
informa su caída a la barbarie y ocurre en paralelo a la historia de la Biblia
de la caída del hombre del paraíso.

Correspondientemente, la isla es codificada en los primeros capítulos


como un tipo de paraíso, con un paisaje idílico, frutas frescas, y un clima
glorioso. Además, como en el Edén bíblico, la tentación hacia la corrupción
está presente: los niños más pequeños temen una “cosa-serpiente”
(“snake-thing”). Ésta es la primera encarnación de la “bestia” que,
eventualmente, provoca paranoia y división dentro del grupo. Esto
también explícitamente nos recuerda a la serpiente del Jardín de Edén, la
personificación de Satanás, quien causa la caída de Adán y Eva. La creencia
creciente de los niños en la bestia indica su gradual pérdida de inocencia,
un descenso que culmina en tragedia. También podemos notar que el
paisaje de la isla cambia de un espacio edénico a uno infernal, lo cual es
destacado por la observación de Ralph de que la marea parece una pared
impenetrable, y por la tormenta que ocurre luego del asesinato de Simón.

El claro al que Simón se retira en el Capítulo 3 es otro ejemplo de cómo la


pérdida de inocencia de los niños es registrada en el paisaje natural de la
isla. Simón primero aprecia el claro como pacífico y hermoso, pero cuando
regresa encuentra al Señor de las Moscas, un símbolo poderoso de cómo
la inocencia de la niñez ha sido corrompida por el miedo y la barbarie.
Aún los niños con más simpatía siguen arco transformación de la caída de
la inocencia (o, en forma de eufemismo, el camino a la madurez). Cuando
Ralph primero aparece, actúa como un niño, salpicando el agua,
burlándose de Piggy, y riendo. Le dice a Piggy que está seguro de que su
padre, un comandante naval, lo rescatará, una convicción que el lector
entiende como pura ilusión infantil. Ralph repite su creencia en su rescate
a través de la novela, intercambiando su esperanza de que su propio
padre los descubrirá por la premisa mucho más realística de que un barco
pasando será atraído por el fuego en la isla. Al final de la novela, ha
perdido la esperanza en el rescate de los niños. El progreso del carácter de
Ralph de idealismo a un realismo pesimista expresa el grado al que la vida
en la isla ha erradicado su niñez.
Las Consecuencias Negativas de la Guerra
Además de sus otros significados, El Señor de las Moscas es en parte una
alegoría de la Guerra Fría. Por lo tanto, se preocupa profundamente por
los efectos negativos de la guerra sobre los individuos y las relaciones
sociales. Escrita durante la Guerra Fría, la novela se desarrolla durante una
guerra atómica hipotética entre Inglaterra y “los Rojos,” lo cual es una
clara alusión a los comunistas. Golding, por lo tanto, presenta las
tensiones no-violentas que se desarrollan durante los años cincuenta
como culminando en un conflicto fatal—una estrategia narrativa que
establece la novela como un cuento de precaución contra los peligros de
la guerra ideológica, o “fría,” tornándose caliente. Más aún, podemos
entender el conflicto entre los niños en la isla como un reflejo del conflicto
entre los poderes democráticos de Occidente y la presencia comunista a
través de China, Europa del Este, y la Unión Soviética. (La revolución
cultural de China no había ocurrido, pero su revolución comunista todavía
estaba muy presente en la memoria Occidental.) Ralph, la personificación
de la democracia, choca trágicamente con Jack, un personaje que
representa el estilo de dictadura militar similar a la percepción de
Occidente de líderes comunistas como Joseph Stalin y Mao Zedong.
Vestido con una capa y gorra negra, con pelo rojo flameante, Jack también
evoca visualmente a los “Rojos” en el mundo ficticio de la novela y la
U.R.S.S. histórica, cuyos colores eran rojo y negro. Mientras la tensión
entre los niños se torna sangrienta, el lector ve las consecuencias
peligrosas del conflicto ideológico.

La llegada del oficial de la Marina al final de la historia subraya estos


puntos alegóricos. El oficial personifica la guerra y el pensamiento
militarista y, por lo tanto, está simbólicamente vinculado al cruel Jack. El
oficial también es inglés, lo cual lo vincula con el lado democrático de la
Guerra Fría, la cual la novela defiende vehementemente. Las implicaciones
de la presencia del oficial son provocadoras: Golding sugiere que aún la
guerra librada en nombre de la civilización puede reducir la humanidad a
un estado de barbarie. La última escena de la novela, en la cual los niños
lloran con aflicción por la pérdida de su inocencia, implica a los lectores
contemporáneos en la tragedia de los niños. Los niños representan,
aunque inmaduros e incultos, uno de los impulsos guerreros de ese
periodo.
Capítulo 1: El Sonido de la Concha
En una isla tropical, un niño de doce años con pelo claro sale de las ruinas
de un avión (a las que llaman “la cicatriz”) en una playa y va hacia una
laguna. Se encuentra con otro niño de su edad, un chico gordo con
espejuelos. Los dos, que anteriormente no se han conocido, comienzan a
hablar. El niño del pelo claro se presenta como Ralph, mientras que el
niño gordo accidentalmente revela el apodo que usan en la escuela:
“Piggy.” A pesar de las protestas del niño, Ralph insiste en llamarlo Piggy.
A través de su conversación se revela que los niños han sobrevivido un
accidente de avión en el Océano Pacífico, y ningún adulto sobrevivió.
Confirman que el piloto y “el hombre con el megáfono”—tal vez algún
rescatista—murieron en el accidente. Los niños parecen haber escapado
de una guerra atómica en su país, un lugar al cual sólo se refieren como
“Home Counties” (lo cual indica que es Inglaterra). Cuando Ralph insiste
que su padre, un Comandante de la Marina, los rescatará, Piggy le
recuerda que “todos ellos”—tal vez los militares, o toda la población
adulta—fueron matados “por la bomba atómica.”
Ralph, emocionado por la idea de vivir sin supervisión adulta,
inmediatamente aprovecha la libertad en la isla. Se quita la ropa e invita a
Piggy a nadar con él. Piggy nerviosamente rechaza la invitación,
explicando que su asma no le permite nadar ni correr, pero
eventualmente—y con mucha vergüenza—se quita el cortavientos.
Mientras Ralph disfruta de los nuevos placeres del agua tropical, Piggy
revela que sus padres han muerto y que vive con su tía, la cual es dueña
de una tienda de dulces. Mientras Ralph juega en la costa, Piggy ve una
concha en la laguna. Él le explica al ignorante Ralph que una concha es
valiosa, y los dos la sacan del agua. Piggy, quien no puede respirar bien
por su asma, le enseña a Ralph a soplar la concha para producir un sonido
estruendoso. Después de varios intentos fallidos, Ralph logra sonar la
concha. Los dos niños se sorprenden al ver que el sonido ha atraído a
otros sobrevivientes del accidente, entre ellos Sam y Eric, dos gemelos
idénticos, y el abrupto, pelirrojo Jack Merridew, quien es acompañado
por un grupo de niños vestidos con capas y gorras negras extrañas,
marchando en dos filas organizadas. Jack revela que el grupo es un coro
de niños y que él es su líder.
Cuando hay un grupo lo suficientemente grande, Piggy sugiere que todos
digan sus nombres. Jack insiste que lo llamen Merridew, ya que Jack es un
nombre de niño, y exige que él sea escogido como el líder de los
sobrevivientes, ya que es el delegado de su coro. El grupo decide resolver
la cuestión de quién será líder por voto. Mientras Jack tiene cualidades
naturales de liderazgo y Piggy tiene gran inteligencia racional, Ralph tiene
una personalidad tranquila que permite que los demás confíen en él, así
que él es seleccionado como el líder. Al ser elegido, sin embargo, Ralph
permite que Jack continúe dirigiendo su coro, los cuales se convertirán en
los cazadores. Además, él insiste que el grupo se mantenga junto cerca de
la laguna mientras tres de los niños exploran el territorio para determinar
si es o no una isla. Para esta tarea, Ralph se escoge a sí mismo, a un niño
apacible llamado Simón, y, por su insistencia, a Jack. Cuando Piggy pide
unirse a los exploradores, Jack descarta la idea, humillando a Piggy, quien
todavía está avergonzado de que Ralph revelara su apodo.
Ralph, Simón, y Jack exploran la isla, subiendo por la montaña para
evaluarla. Para llegar a la cima empujan hacia abajo una piedra grande
que los bloquea. Al llegar a la cima, determinan que sí están en una isla, la
cual es descrita como “teniendo la forma de un bote,” bordeada por rocas
y conteniendo áreas de laguna y bosque. Ralph, mirando el paisaje, dice
afirmativamente, “esto nos pertenece a nosotros.” Los tres deciden que
necesitan comida, y continúan explorando la isla, esta vez en busca de
alimento.

Los niños bajan la montaña hacia el matorral, donde consideran y luego


deciden no comer algunas hojas a las que le llaman “capullos de vela”
(“candle-buds”). Poco después, descubren un cerdito atrapado en una
cortina de enredaderas. Jack saca su cuchillo pero pausa antes de tener la
oportunidad de apuñalar al cerdo, el cual se libera y escapa. Jack insiste
que sólo buscaba el lugar correcto en el cerdo para apuñalarlo, pero su
cara sin color sugiere que no está acostumbrado a tal violencia, aunque
jura que la próxima vez no le tendrá ninguna piedad a su presa.

Análisis

El primer capítulo de El Señor de las Moscas establece a la novela como


una alegoría política. En general, la novela explora la necesidad de la
organización política y dramatiza el conflicto en la naturaleza humana
entre comportamientos instintivos y aprendidos. En el Capítulo 1, Golding
presenta a la isla desierta como un lugar donde los niños abandonados
tienen que decidir entre regresar a un estado pre-civilizado de la
humanidad o re-imponer el orden social. Por lo tanto, la situación prueba
la hipótesis de Hobbes al tirar a los niños casi en un total estado de
naturaleza. Este primer capítulo confirma que los niños no tienen
sociedad, ni reglas, ni preocupaciones fuera de su supervivencia
individual. Lo único que tienen son historias. El impulso narrativo de la
novela traza cómo los niños desarrollan su propia sociedad miniatura y las
dificultades que inevitablemente surgen de este desarrollo. El Capítulo 1
presagia estos eventos al presentar a los niños como alternantemente
aterrorizados, ignorantes, y entusiasmados al enfrentar esta nueva
libertad.
Correspondientemente, el Capítulo 1 inmediatamente establece la tensión
entre el impulso hacia la barbarie y la necesidad de civilización que existe
dentro del espíritu humano. Liberado de la autoridad adulta y las
costumbres de la sociedad, Ralph juega en la playa desnudo, una práctica
que en los tiempos de Golding era comúnmente asociada con culturas
pre-industriales consideradas “primitivas” (“uncivilized”) o “salvajes.” Pero
si la desnudez de Ralph es una práctica primitiva, también es una
referencia a otra concepción popular de la vida pre-civilizada: el Jardín de
Edén. A Ralph no le causa pánico el abandono de los niños en la isla; al
contrario, lo aborda como un paraíso en el cual él puede jugar felizmente.
El lector, conociendo el resultado de la historia del Edén bíblico, debe
tratar a este “paraíso” de los niños con escepticismo. Como Edén, la isla
paradisíaca colapsará; sólo falta saber cómo y por qué.

La caracterización enfatiza la tensión que Golding establece entre la


anarquía y la organización política. La primera señal de desorden en la
aparentemente tranquila isla es la apariencia de Jack y su coro. Golding
describe a Jack y a sus compatriotas como militaristas y agresivos, dada la
actitud atrevida de Jack y la marcha ordenada del coro. Son el primer
ejemplo concreto de civilización en la isla, con un aspecto decididamente
negativo. Jack parece ser la manifestación física del mal; con su capa
oscura y su pelo rojo salvaje, su apariencia es ominosa, hasta satánica.
Correspondientemente, Jack es militarista y autoritario. Él le da órdenes a
su coro como si fueran tropas, sin permitir discusión ni desacuerdo.
Importantemente, el rol que primero escoge para su coro es el de
cazadores—él escoge la tarea más violenta y la más relacionada a los
valores militares. Sin embargo, como demuestra su incapacidad de matar
el cerdo, Jack no está acostumbrado a la violencia todavía. Golding indica
que Jack debe prepararse para cometer un acto violento, ya que todavía
está restringido por su cobardía juvenil o por las reglas sociales que
oponen el comportamiento violento. Mientras su actitud autoritaria indica
una predisposición a la violencia, Jack debe abandonar las lecciones de la
sociedad y de su conciencia antes de poder matar.

En temperamento y apariencia física, Ralph es la antítesis de Jack. Golding


idealiza a Ralph desde el principio, prodigando elogios sobre su belleza
física. Bajo el sol de la isla, su piel inmediatamente adquiere un tono
dorado, una manifestación física de su triunfante carisma. El valor de
Ralph no es intelectual; importantemente, él se comporta un poco
infantilmente durante su primer encuentro con Piggy. Aún así, Golding
sugiere que Ralph tiene una seriedad y madurez más allá de su edad. Es un
líder natural, una habilidad que los demás niños inmediatamente
reconocen cuando lo eligen como líder. El voto establece un conflicto
entre diferentes valores patrocinados por Jack y Ralph. Jack asume que
debe asumir el rol automáticamente, mientras que Ralph, el cual se resiste
a aceptar liderazgo, lo consigue por voto. Ralph, por lo tanto, llega a
representar los valores democráticos.

En contraste al violento Jack y al carismático Ralph, Piggy es


inmediatamente establecido como el intelectual del grupo. Aunque es
físicamente inepto y torpe, tiene una mente racional y entiende la
situación mejor que todos los demás. Su conocimiento sobre la concha le
permite a Ralph convocar a los demás niños, y él es el que demuestra
mayor preocupación por establecer orden en las reuniones y en la vida
diaria. Tiene un interés particular por los nombres, inmediatamente
preguntándole a Ralph cuál es el suyo, deseando que Ralph devuelva la
pregunta, e insistiendo que se cree una lista de nombres cuando se
congregan los niños al comienzo de la novela. Este énfasis en nombrar es
una de las primeras indicaciones de la imposición de una sociedad
ordenada en la isla (también nos recuerda al nombramiento de los
animales en Génesis). Para Piggy, los nombres no solo facilitan la
organización y comunicación sino que también marcan la posición de uno
dentro de una jerarquía social. Es importante que Piggy es forzado por los
demás a mantener su detestado apodo, el cual re-inscribe su estado social
inferior en Inglaterra dentro de la nueva dinámica en la isla. También
podemos notar que el nombre de Piggy simbólicamente lo conecta con los
cerdos en la isla, los cuales en subsiguientes capítulos se convierten en los
objetivos de los impulsos violentos descontrolados de muchos de los
niños. Cuando los niños vierten su ira hacia los cerdos, Golding presagia el
asesinato de Piggy al final de la novela.
El refuerzo del apodo de Piggy, el cual claramente lo humilla, también
indica que los niños han importado a la isla la crueldad de la vida social
humana. La primera instancia de desigualdad en la isla ocurre cuando
Ralph se burla de Piggy, lo cual presagia las injusticias por venir. También
podemos notar el trasfondo de Piggy (como huérfano que vive con una
tía) y su pobre dicción—detalles que indican que, al contrario de Ralph y
Jack, Piggy es un chico de clase media. Su aislamiento inmediato en la isla
sugiere otra forma en la cual las jerarquías sociales de las vidas de los
niños en sus hogares son reproducidas en la isla. Golding sugiere que la
marginalización de Piggy se debe no sólo a su apariencia desafortunada y
mala salud, sino también a que pertenece a una clase más baja que los
otros niños, los cuales han traído consigo los prejuicios de clase de
Inglaterra.

También es importante que Golding enfatiza el establecimiento de la


propiedad y que sutilmente critica el concepto de posesión por
descubrimiento. Ralph gana estatus por su posesión de la concha, lo cual
le da la autoridad de hablar cuando los niños se reúnen. Además, cuando
ve la isla desde la cima de la montaña declara que les “pertenece,” casi
como un acto de colonización o conquista. La invocación de retórica
colonial predice los conflictos que conlleva la posesión de los recursos
claves en la isla (como la concha y los espejuelos de Piggy) y el poder de
gobernarse unos a los otros.

El primer capítulo establece otro tema que recurre a través de la novela: la


corrupción de la inocencia. Golding enfatiza la naturaleza infantil de los
niños desde el comienzo de la historia, y sugiere que muchos de los
conflictos que caracterizan su tiempo en la isla tienen menos que ver con
la brutalidad natural del espíritu humano o la corrupción de la sociedad
política y más con la juventud de los niños y su incapacidad de tomar
responsabilidad. La primera reacción de Ralph al abandono es jugar en el
agua, y el impulso de Jack de “matar” se deshace cuando enfrenta una
oportunidad para hacerlo. El cotorreo de los niños más pequeños—que
temen una “bestia” y una “cosa-serpiente”—además de la mención
constante de Piggy de su “titi” (“auntie”) que le daba dulces, son detalles
narrativos que subrayan la juventud de los niños y su inocencia esencial.
Mientras la brutalidad y la violencia entre los niños incrementa en los
próximos capítulos, Golding sugiere que la niñez es un estado neutral y
formativo en el cual los niños pueden ser guiados hacia la moralidad o
corrompidos por la barbarie cuando no tienen la dirección de la conciencia
o la sociedad. El énfasis en la infantilidad de los niños en el primer capítulo
establece varias preguntas importantes que las acciones subsiguientes
intentan contestar: ¿la naturaleza humana es esencialmente buena, mala,
o neutral, y cómo es que las experiencias durante la niñez temprana
informan el carácter individual?

Capítulo 2: Fuego en la Montaña


Esa misma noche, al reunirse con el grupo, Ralph sopla la concha para
convocar otra reunión. Los efectos del abandono son evidentes en los
atuendos de los niños: los niños que se quemaron por el sol se han vestido
otra vez, mientras que el coro está más desaliñado, habiendo abandonado
sus capas. Cuando el grupo de niños le presta atención a Ralph pierde su
confianza en sí mismo repentinamente y no logra decidir si debe conducir
la reunión de pie o sentado. Mira a Piggy buscando validación de su
autoridad. Ralph anuncia los resultados de la exploración de esa mañana:
explica que están en una isla desierta. En este momento, Jack intercede e
insiste que necesitan un ejército para cazar los cerdos. Ralph, Jack
y Simón le describen emocionadamente a los otros su encuentro con el
cerdito. Jack insiste defensivamente que se “escapó” antes de que pudiera
apuñalarlo y matarlo, prometiendo que lo mataría “la próxima vez.” Para
demostrar su sinceridad, Jack dramáticamente espeta su cuchillo dentro
del tronco de un árbol, y los chicos, incómodos por la audacia de Jack, se
quedan mudos.
Reconociendo que la reunión se ha convertido en un desastre, Ralph
anuncia que tendrán que establecer reglas, no solo para las reuniones,
sino también para organizar sus actividades diarias. Declara que, durante
las reuniones, los chicos tendrán que levantar la mano, como en la
escuela, para poder hablar uno a la vez. El chico al que le toque hablar
recibirá la concha, la cual sostendrá mientras habla, y entonces se la
pasará al próximo locutor. Jack interrumpe para aprobar la imposición de
reglas, y comienza a explicar emocionadamente los castigos que
conllevará romperlas. Piggy, tomando la concha de Ralph, regaña a Jack
por “dificultar a Ralph.” Él dice que lo más importante es que nadie sabe
dónde están y que puede que estén allí por mucho tiempo. Los niños se
quedan en silencio ansiosamente.

Ralph, tomando la concha de Piggy de nuevo, tranquiliza a los otros niños,


explicando que se divertirán mucho, ya que la isla es suya hasta que
lleguen los adultos. Dice que será como una novela, y los otros,
emocionados, comienzan a gritar los nombres de sus novelas favoritas de
aventura isleña: La Isla del Tesoro, Las Andorinas y Las Amazonas ,
y La Isla Coral. Ralph acalla la asamblea al agitar la concha. Un pequeño
niño de seis años cuya cara está medio cubierta por una marca de
nacimiento roja se para con indecisión para pedir la concha. Parece como
que va a llorar; en cuanto tiene la concha le pregunta a Ralph qué hará el
grupo con la cosa-serpiente, la cual describe como una “bestiecita” que
apareció frente a él en el bosque. Ralph le asegura al grupo que ese tipo
de animal sólo vive en países grandes, como los de África, así que el niño
lo debe haber soñado a consecuencia del choque. Los niños parecen
calmarse, aunque Ralph ve señales de duda en las caras de los niños más
pequeños.
Ralph le dice a los niños que su meta mientras estén varados será doble:
número uno, deben tratar de asegurar sus rescate, y dos, deben tratar de
divertirse. Les asegura que, como su padre, que es un Comandante Naval,
le ha dicho, no hay islas desconocidas en el planeta, así que serán
rescatados. Entonces le explica al grupo los detalles de su plan para que
los rescaten. Ralph sugiere que construyan un fuego en el tope de la
montaña, ya que el humo le indicará su presencia a los barcos que pasen
cerca. Jack convoca a los niños para construir el fuego al tope de la
montaña, y ellos lo siguen inmediatamente, dejando a Piggy y a Ralph
detrás para discutir cómo fue la reunión.

Piggy está disgustado con el comportamiento infantil de los niños


mientras Ralph alcanza al grupo y los ayuda a llevar madera a la cima de la
montaña. Eventualmente, esta tarea prueba ser demasiado difícil para
algunos de los niños más pequeños, los cuales pierden interés en esta
actividad y comienzan a buscar frutas para comer. Cuando han
recolectado suficiente madera, Ralph y Jack se preguntan cómo encender
el fuego. Piggy llega, y Jack sugiere que usen sus espejuelos. Jack le quita
los espejuelos a Piggy, el cual casi no puede ver sin ellos. Un niño
llamado Maurice sugiere que usen las ramas verdes para encender el
fuego. Luego de varios intentos, los espejuelos concentran los rayos del
sol y comienzan el fuego. Aunque los niños quedan estupefactos con el
fuego, pronto se consume la llama. Piggy, desanimado por el desperdicio
de su única leña, regaña a Jack, y comienzan a discutir fuertemente.
Ralph toma la concha de Piggy y de nuevo le recuerda al grupo la
importancia de las reglas. Jack está de acuerdo, explicando que no son
salvajes; son ingleses, y los ingleses son los mejores en todo, así que
deben seguir las reglas correctas. Ralph admite que a lo mejor nunca
serán rescatados, y Piggy se queja de que eso es lo que ha estado tratando
de decir, pero nadie le hacía caso. Prenden el fuego una vez más. Mientras
Piggy tiene la concha, pierde su paciencia de nuevo, diciéndole a los niños
que debieron haberlo escuchado antes cuando les ordenó que
construyeran albergues primero, antes de construir el fuego, el cual es de
importancia secundaria. A Piggy le preocupa que todavía no saben
exactamente cuántos niños hay, y menciona las serpientes. De momento,
uno de los árboles se prende en fuego, y uno de los niños grita sobre las
serpientes. Piggy piensa que uno de los niños se ha perdido.

Análisis

Durante el segundo capítulo de la novela, Golding utiliza el progreso de los


chicos en la isla como una metáfora para el desarrollo humano primitivo.
El primer logro de los niños en la isla es encender un fuego, lo cual une a
los chicos en su asombro, al igual que la concha. De acuerdo a Piggy, el
próximo paso debe ser construir algún tipo de albergue, de nuevo
reflejando el desarrollo histórico de las primeras sociedades humanas. El
“gobierno” establecido por Ralph también se desarrolla durante este
capítulo. Golding utiliza estos desarrollos para indicar que la isla se está
convirtiendo en una sociedad con reglas que refleja la cultura democrática
occidental. La concha, la cual autoriza al que la posee a hablar y está
disponible para todos, es un símbolo particular del ideal de la igualdad y
libertad democrática. Pero, como Ralph decide quién posee la concha, las
libertades en la isla son decididas por medio de la autoridad. Aunque
Ralph es un líder benévolo, la implicación es que la democracia depende
de sus líderes para establecer justicia.

Al igual que en un sistema democrático, el gobierno improvisado en la isla


provoca debate y disentimiento. Jack y Piggy tienen diferentes
perspectivas sobre cuál es el propósito de las reglas de Ralph. Ralph toma
una perspectiva racional basada en la justicia: las reglas le permitirán a los
niños vivir equitativamente unos con los otros, una creencia que cabe bien
con los ideales democráticos. Jack disfruta la idea de las reglas como
método de control y castigo, una reflexión de su carácter dictatorial y su
tendencia hacia la violencia. Piggy, como el más inteligente de los tres
personajes principales, ve las reglas como herramientas útiles para la
supervivencia. Él ve todos los aspectos del comportamiento de los niños
en la isla en término de si contribuirán a su eventual rescate.
Golding continúa presentando a Ralph como una presencia calmante y
autoritativa entre los niños. Cuando los más pequeños comienzan a
temer, sólo Ralph logra restaurar el orden y la esperanza. A pesar del
pensamiento y estimación clara de la situación por parte de Piggy, su
actitud polémica y su rechazo rudo de los niños más pequeños
desafortunadamente causa que sus ideas sean ignoradas. Aún más
importantemente, es un cínico que no puede hacer nada para consolar a
los demás; al contrario, les inculca un sentido de fatalismo. Piggy, cuyo
pesimismo y tristeza lo convierten en un probable mártir, es presentado
en este capítulo como un profeta a quien nadie escucha hasta que ya es
demasiado tarde. Golding utiliza los consejos de Piggy como presagio:
ignorar los consejos de Piggy, no importa lo absurdo que suene, resulta en
terribles consecuencias. El Capítulo 2 contiene el primer ejemplo de la
profecía de Piggy: después de la expedición a la montaña, uno de los
chicos parece haber desaparecido. La implicación es que si los demás
hubiesen seguido los consejos de Piggy y le hubiesen permitido mantener
un registro de la cantidad de niños y sus nombres, no existiría confusión
sobre si alguno está perdido.

A pesar de que a los niños no les gusta Piggy, ellos parecen reconocer que
es una figura importante en la isla. Sus espejuelos les permiten encender
el fuego en la montaña. Especialmente, Piggy es útil para Jack, el cual está
más interesado en cazar y causar dolor y desorden que en contribuir o
construir algo útil. Es importante que el desarrollo que más apoya es
prender el fuego, lo cual es naturalmente destructivo aunque puede ser
utilizado para el bien. En este capítulo, también establece a Jack como el
chico que tiende a dominar. La aseveración de Jack de que los ingleses son
“los mejores en todo” también sugiere sus impulsos nacionalistas. Jack
conviene con la posición colonial inglesa que dependía de la aparente
superioridad de los ingleses para justificar la colonización y el desarrollo
forzado de otras personas, presagiando su comportamiento agresivo en
los siguientes capítulos. Su declaración de que no son “salvajes” parece, al
final de la novela, profundamente irónico, ya que Jack y su tribu llegan a
niveles impensables de brutalidad y autodestrucción.

La inmadurez de los niños es destacada una vez más cuando enfrentan el


reto de satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia. Los peligros
inmediatos que enfrentan son pocos, ya que en la isla hay frutas, además
de los cerdos, para comer; sin embargo, al ser niños, quedan agobiados
con un terror irracional y difuso. Golding sugiere que sus miedos son su
peor enemigo. Es el medio por una serpiente que causa que los niños más
pequeños caigan en pánico y exageren los peligros en la isla, causando
desorden y caos. Jack y Piggy contribuyen a este pavor. Jack lo hace a
través de su postura agresiva, la cual contiene la noción implícita de que
están en peligro y deben defenderse de alguna fuerza desconocida. Piggy
lo hace a través de su constante fatalismo. Aquí es donde Ralph mejor
demuestra su superioridad en liderazgo, exhibe la mayor calma de todos
los personajes y anima a los demás a sentirse seguros de su rescate. Ralph
es establecido no sólo como líder político, sino también como figura
paternal, cuyo trabajo es calmar a los niños atemorizados y protegerlos de
sus propios miedos y dudas.

Mientras la trama se acerca al conflicto dramático y la tragedia, Golding


distingue El Señor de las Moscas  de las historias de aventura
románticas que eran populares entre los niños a mediados del siglo veinte.
Durante la segunda reunión, Ralph recomienda que los niños se diviertan
en la isla y que piensen sobre sus experiencias como las que ocurrirían “en
una novela.” Inmediatamente, los niños comienzan a gritar los nombres
de sus aventuras isleñas favoritas, incluyendo La Isla de Coral (1857), la
cual fue escrita por R.M. Ballantyne. Era una novela popular durante el
siglo diecinueve que sigue las aventuras felices de tres niños sin
supervisión en una isla tropical. Golding, quien encontraba la trama de La
Isla de Coral ingenua e improbable, escribió El Señor de las
Moscas parcialmente como una repuesta a esta novela. La mención de
estas narrativas isleñas idealizadas al comienzo de la historia distópica de
Golding es, entonces, irónica ya que los eventos que siguen no son nada
como las experiencias divertidas de los niños en La Isla de Coral. A
través de esta comparación explícita, Golding invita al lector a reconocer
su obra como un comentario crítico sobre la ficción popular de aventura a
base de su irrealidad optimista.
También, en el Capítulo 2, Golding introduce más símbolos que recurrirán
a través de la novela y que subrayan los desarrollos importantes en la
acción dramática. El fuego que los niños construyen simboliza la esperanza
del grupo por su rescate y regreso a los Home Counties. Un símbolo
poderoso de la civilización, el fuego representa la imposición de la
industria humana sobre la naturaleza salvaje e indómita; la incapacidad de
los niños de mantener el fuego indica la moribunda posibilidad de su
rescate y de mantener un orden civilizado en la isla. También debemos
notar la introducción de la “bestiecita,” o como le llaman después, la
“bestia.” La idea de la bestia es mencionada primero por uno de los niños
más pequeños, aunque es ignorada por la mayoría de los niños mayores.
Mientras Ralph los calma, ve duda en sus caras, una observación que
refleja la aceptación eventual del grupo de la bestia como una legítima,
sino improbable, realidad. La bestia se convierte en un tema central
importante que establece el poder y el peligro del pensamiento de grupo
entre los chicos.

3: Chozas en la Playa
Jack vigila el bosque, cuyo silencio es opresivo, buscando cerdos para
cazar. Un pájaro lo sorprende mientras camina. Examina la textura de las
enredaderas para determinar si algún cerdo ha corrido a través de esa
sección del matorral. Finalmente, Jack ve un camino despejado por los
cerdos (una “corrida de cerdos”) y escucha el golpeteo de pezuñas. Él
levanta su lanza y la tira hacia un grupo de cerdos, haciendo que se
dispersen, lo cual le hace sentir una profunda impotencia y frustración. El
largo del cabello de Jack, la masa de pecas en su espalda bronceada, y la
condición andrajosa de sus pantalones cortos indican que los niños llevan
semanas varados en la isla. Jack aparenta haber asumido su rol de cazador
principal con fervor, y él por lo menos ha desarrollado un talento especial
para seguir los cerdos en el denso matorral.

Después de haber asustado a los cerdos sin matar alguno, Jack abandona
la caza y regresa al claro en el bosque, donde los niños están
construyendo albergues rudimentarios con troncos de árboles y hojas de
palma. Se encuentra con Ralph, el cual está en medio de construir un
albergue frente a la laguna. Jack le pide agua a Ralph, el cual lo dirige a un
árbol donde han ubicado cáscaras de coco llenas de agua. Luego de que
Jack bebe agua, Ralph se queja de que los niños no están trabajando lo
suficientemente fuerte para construir los albergues. Los más pequeños—
ahora llamados “peques”—no hacen nada, solo bañarse o comer. Jack le
recuerda a Ralph que él y sus cazadores están trabajando muy fuerte para
que el grupo siempre tenga alimento.
Jack entonces le dice a Ralph que como líder debe ordenar que trabajen
más fuerte. Ralph admite que aún si convocara una reunión, el grupo solo
aceptaría trabajar cinco minutos y después “dispersarse para cazar.”
Reconociendo esto como un desprecio contra él y su grupo de cazadores,
Jack se ruboriza y explica que el grupo tiene hambre. Ralph remarca que el
grupo de Jack no ha traído carne del bosque—los cazadores prefieren
nadar que cazar. Jack explica que tiene poco control sobre los cazadores,
pero que él ha estado esforzándose mucho para “matar.” Una “locura”
aparece en sus ojos cuando promete matar un cerdo, pero Ralph le
recuerda de nuevo que no ha capturado nada.

Los dos pelean sobre la contribución de Jack a la sociedad en la isla. Jack


promete cazar y Ralph insiste que necesitan albergues más que nada.
Ralph menciona que los otros niños, especialmente los peques, tienen
miedo y gritan en medio de la noche. Son interrumpidos por Simón,
quien le recuerda a Ralph y a Jack el miedo de los peques por la
“bestiecita.” Los tres recuerdan con nostalgia su primer día en la isla,
cuando exploraban el territorio desconocido juntos. Se ríen y dicen que los
peques están “locos.” Jack dice que cuando están cazando a veces siente
como si él mismo estuviese siendo cazado, pero admite que esto es
irracional. Aún así, dice que entiende “cómo se sienten.”
Ralph ignora esta confesión y le recuerda a Jack que debe atender el fuego
cuando esté cazando. Ralph y Jack van hacia la montaña para inspeccionar
el fuego, dejando atrás a Simón. Los dos especulan si el fuego será lo
suficientemente fuerte para servir de señal para los barcos que pasen,
pero Jack se distrae una vez más por el deseo de matar un cerdo. Ralph,
indignado por la preocupación de Jack por la caza, lo acusa de nuevo de
no contribuir al proyecto de construir albergues. Sin embargo, como no
quiere comenzar un debate infructuoso, Ralph señala los otros niños cerca
de la piscina y le explica que Simón ha trabajado tanto como él para
construir los albergues. Los dos niños regresan a las chozas buscando a
Simón, pero no lo encuentran. Ralph, decepcionado y confundido, dice
que Simón es “extraño.” Los dos chicos deciden irse a nadar en la piscina y
pronto descubren que la tensión entre ellos se ha disuelto.

En el bosque, Simón pasea solo. Había seguido a Jack y a Ralph la mitad


del camino hasta la montaña, y luego regresó al bosque con un sentido de
propósito. Él es un niño alto y flaco con una pelambrera negra áspera, ojos
brillantes y pies descalzos. Camina a través de acres de árboles de fruta y
encuentra frutas que los niños más pequeños no pueden alcanzar. Le da
las frutas a los niños, y procede por el camino hacia adentro de la jungla.
Encuentra un espacio abierto y mira a ver si está solo. Este espacio abierto
contiene arbustos aromáticos, una cuenca de calor y luz. Simón
entusiasmadamente absorbe las sensaciones complejas del bosque y se
queda calmadamente cercado en una “cabina” de hojas hasta que el día
se ha convertido en noche.

Análisis
El enfoque principal de este corto capítulo es el desarrollo del conflicto
entre Ralph y Jack. Tienen una discusión que indica que cada personaje se
está aferrando dogmáticamente a su perspectiva. Más aún, representan
ideologías opuestas. Mientras Ralph se dedica a construir albergues para
el grupo, Jack está determinado en convertirse en un cazador exitoso y
establecerse como el único héroe dentro del grupo. A Ralph le preocupa el
grupo, mientras que Jack sólo se enfoca en su propia gloria, la cual
depende de valores militares. Jack intenta dominar y conquistar la
naturaleza a través de cazar y matar cerdos, una meta que presagia la
intensificación de sus impulsos violentos a través de la novela y lo
identifica aún más como un símbolo para la organización totalitaria, en vez
de democrática.

El comienzo del capítulo sigue a Jack en una caza solitaria a través del
bosque, la cual subraya la importancia de Jack en la novela y explica su
preocupación por la caza. Para Jack, cazar es no solo un talento instintivo,
sino una destreza que continúa desarrollando mientras se desenvuelve la
historia. Sus motivos para cazar son perturbadores. Él caza no para
conseguir comida sino porque lo disfruta. Golding indica que hay algo
increíblemente peligroso en la obsesión de Jack; su expresión es una de
“locura” cuando habla de su deseo por matar. En este punto de la historia
Jack no está lo suficientemente preparado para matar, pero está llegando
al punto donde puede infligir violencia mortal sobre un cerdo o persona.
Ralph se da cuenta de esta característica cuando le recuerda a Jack que lo
más importante que pueden hacer es construir albergues. Implícitamente
le dice a Jack que su obsesión con cazar no aumenta la probabilidad de la
supervivencia de los chicos.

Golding también elabora sobre el personaje de Ralph, el cual presenta


como empático, racional, y enfocado en el bien del grupo. Aún así, no es
un líder perfecto. Expresa arrepentimiento y frustración al no poder
controlar el comportamiento de los otros niños. Su mayor problema es
que tiene que lidiar con niños pequeños que no están preparados para
cuidarse o tomar responsabilidad. Ralph explica que no puede
simplemente darles órdenes y asumir que serán seguidas, como Jack
asume. Ralph alerta al lector que uno de los principales obstáculos que
deben sobrepasar es que deben comportarse con una madurez prematura
para poder sobrevivir lo suficiente para ser rescatados.

También podemos notar los cambios en la apariencia y en la forma de


hablar de los personajes en el Capítulo 3. Hay un lapso significativo entre
este capítulo y el último, y los niños se han distanciado más de las
convenciones y valores de los . Jack caza en el bosque semidesnudo y
muchos de los niños visten “pantalones cortos hechos jirones” o van
descalzos, detalles que indican que han abandonado el estilo de vida de
sus hogares y lo han sustituido por la comodidad. Los niños más
pequeños, anteriormente llamados “pequeñines,” ahora son llamados
“peques,” y Sam y Eric, los gemelos, ahora son “Samyeric,” un
compuesto que sugiere que, en los ojos del grupo, los dos personajes son
considerados como uno. En la ausencia de autoridad externa, los niños
han desarrollado su propio código de vestimenta y han comenzado a
establecer su propio idioma. Están creando una cultura independiente.
Golding refuerza esta idea a reproducir las palabras inventadas por los
niños—“peques” y “Samyeric”—en su prosa en tercera persona. La
implicación es que la civilización de los niños es menos un reflejo de su
crianza que de las preocupaciones y dinámicas propias de la vida en la isla.
El Capítulo 3 le provee al lector más entendimiento acerca de Simón.
Simón aparece en el primer capítulo, pero no es importante hasta que
interrumpe la discusión entre Ralph y Jack. Descrito como un chico
descalzo, de pelo largo, y alternantemente “raro” y “chistoso,” Simón es
revelado como un paria. Cuando él, Ralph y Jack deciden ir a ver el fuego
de rescate, Simón abruptamente abandona la misión sin aviso para
caminar por el bosque con un sentido de “propósito.” Ignorando las reglas
usuales de integración social, las cuales requerirían que le dijera a los
otros de sus planes por cortesía, Simón se distingue por no ser guiado por
la sociedad sino por una intensa fuerza interna espiritual. Su pelo largo y
sus pies descalzos lo conectan no solo con la naturaleza sino también con
el profeta ambulante estereotípico o hasta Jesús, una conexión que la
novela impone más a fondo con su asesinato.

La experiencia de Simón en la jungla, la cual leemos en detalle, enfatiza su


carácter espiritual y pacífico. El espacio abierto donde se instala en la
jungla indica que, para Simón, la isla es edénica. Al contrario de Ralph, que
busca proteger al grupo de la naturaleza, y Jack, que busca conquistarla y
controlarla, Simón ve el paisaje natural como un lugar de belleza y
tranquilidad. Su excursión demuestra que es el único personaje que tiene
una afinidad por el mundo natural. La descripción de Golding del área que
Simón encuentra hace alusión a la religión. Con sus capullos-velas, sosiego
sereno, y paredes de hojas, nos hace pensar en un santuario.

Mientras el diálogo del Capítulo 3 subraya el contraste ideológico entre


Jack y Ralph, a nivel estructural, Golding también nos hace comparar a
Jack y a Simón. El capítulo comienza y concluye en el bosque, asociando a
los dos personajes con esta área (en contraste con Ralph, que es asociado
con la playa y las montaña—áreas que ha marcado como símbolos de
civilización a través de albergues y del fuego, respectivamente). Jack y
Simón son personajes anti-civilización, atraídos por el ambiente salvaje de
la naturaleza, el cual prefieren experimentar en solitud y silencio. Aún así,
sus experiencias en el bosque son marcadamente diferentes. Mientras
Jack perturba y perturba todo lo que lo rodea, causando que los pájaros y
los cerdos huyan, Simón se siente en total harmonía con el mundo natural.
Se sumerge en los ritmos del bosque no para perturbarlo, sino para
apreciar sus sonidos, olores e imágenes únicos. Jack y Simón, por lo tanto,
representan dos diferentes formas de interactuar con el mundo natural: el
deseo de subyugar la naturaleza y el deseo de coexistir en harmonía con
ella. Dentro de este esquema, Ralph y Piggy representan una tercera
posición: desean alejarse de la naturaleza pero hacer uso de ella
respetuosa pero distantemente.

Capítulo 4: Caras Pintadas y Pelo Largo


Resumen
Los niños se acostumbran al patrón de sus días en la isla, aunque es
imposible ajustarse a los nuevos ritmos de la vida tropical, la cual incluye
un momento extraño al medio día cuando el mar sube y parece contener
imágenes cambiantes. Piggy descarta estas imágenes como ilusiones
ópticas. Mientras las mañanas son frescas y cómodas, el sol de la tarde es
opresivamente caliente y brillante, lo cual causa que muchos de los niños
se fatiguen. La tradición europea de trabajar, jugar, y comer a lo largo del
día no es olvidada, lo cual hace que la transición sea difícil.
Mientras los niños se acostumbran a la vida en la isla, se desarrollan
facciones. A los niños más pequeños ahora se les llama por el título
genérico de “peques,” incluyendo a Percival, el niño más pequeño en la
isla, quien anteriormente se había quedado dentro de un pequeño
albergue por dos días y solo recientemente había emergido, miserable y
con los ojos rojos. Los peques pasan la mayor parte del día buscando
frutas para comer, y ya que la escogen indiscriminadamente sufren de
diarrea crónica. Lloran pidiendo a sus madres menos de lo que se espera,
y pasan tiempo con los niños mayores solo durante las asambleas
de Ralph. Los peques se entretienen construyendo castillos de arena,
estructuras complejas cuyos detalles sólo son discernibles desde muy
cerca. Los peques sufren colectivamente de pesadillas y visiones de la
“bestiecita” descrita durante la primera reunión. Temen que la creatura
caza a los niños cuando cae la noche. Dos niños más
grandes, Roger y Maurice, salen del bosque para nadar y, expresando su
superioridad sobre los peques, comienzan a patear los castillos de arena
en la costa. Maurice, recordando que su madre lo castigaba por ese tipo
de comportamiento, se siente culpable cuando hace que caiga arena en
los ojos de Percival. Mientras se desenvuelve este conflicto, Henry—un
peque que es familia del niño que desapareció—está distraído por unas
pequeñas criaturas en la playa, las cuales considera fascinantes.
Jack piensa sobre por qué todavía no tiene éxito como cazador. Él cree
que los animales lo ven, así que quiere encontrar alguna forma de
camuflarse. Se pinta la cara con carbón y se ríe con un gruñido sanguinario
cuando ve su reflejo en una piscina. Detrás de la máscara, Jack parece ser
liberado de la vergüenza.

Piggy piensa en construir un reloj solar para que puedan saber la hora y
organizar mejor sus días, pero Ralph rechaza la idea. Los chicos aceptan
implícitamente la idea de que Piggy es un extranjero. Ralph cree que ve
humo en el horizonte viniendo de un barco, pero no hay suficiente humo
saliendo de la montaña para que los vean. Ralph sube por la montaña
corriendo, pero llega demasiado tarde. Su fuego se ha apagado. Ralph
grita para que el barco regrese, pero pasa sin verlos. Frustrado y triste,
Ralph culpa a los cazadores, cuyo trabajo era atender el fuego.

Desde el bosque, Jack y los cazadores regresan cubiertos de pintura y


tarareando un canto de guerra extraño. Ralph ve que los cazadores por fin
han tenido éxito: llevan un cerdo muerto en un palo. Aún así, Ralph los
regaña por haber dejado que se apagara el fuego. Jack, sin embargo, está
demasiado contento por la caza e ignora a Ralph. Piggy comienza a llorar
por la oportunidad que han perdido y también culpa a Jack. Los dos
pelean, y finalmente Jack le da un puño a Piggy en el estómago. Sus
espejuelos caen sobre una piedra, y uno de los lentes se rompe. Jack
eventualmente se disculpa por el fuego, pero Ralph resiente el mal
comportamiento de Jack. Jack considera no darle carne a Piggy, pero
ordena que todos coman. Maurice pretende ser un cerdo, y los cazadores
hacen un círculo alrededor de él, bailando y cantando, “Mata el cerdo.
Córtale el cuello. Rómpele el cráneo!” Ralph promete convocar una
asamblea.

Análisis
Golding comienza el capítulo describiendo un sentido de orden entre los
niños en la isla, y concluye describiendo la desintegración de este orden.
Aún los niños más pequeños parecen haber aceptado su destino en la isla,
y han desarrollado estrategias, como la construcción de castillos de arena,
para minimizar y contener su angustia. La clave para la tranquilidad inicial
en la isla era la continuación de las costumbres de la sociedad en la que
habían sido criados. Sin embargo, como implica el comienzo de este
capítulo, estas costumbres son amenazadas por las fuerzas naturales de la
isla. El horario regular de trabajo, juego, y comidas es imposible en esta
atmósfera tropical tan volátil. Que los niños no saben si el movimiento del
mar al medio día es real o una “ilusión óptica” indica lo mal adaptados que
están a la isla.

Comenzamos a enfocarnos en la transgresión de los chicos—


particularmente de Jack—de las reglas ordenadas de su sociedad
inventada. Golding subraya cómo la vida en la isla ha comenzado a reflejar
la sociedad humana, con los niños organizándose en diferentes grupos de
acuerdo a su edad y ubicando estos grupos dentro de una jerarquía social.
Los peques tienen sus propias rutinas y se separan de los niños más
grandes. Los intricados castillos de arena que los peques construyen a la
orilla del mar representan su continuo respeto por—aún su idealización de
—la civilización humana, y su continuada presencia en las reuniones de
Ralph señala que los peques sí invierten en la vida ordenada en la isla,
aunque no contribuyen directamente a la supervivencia del grupo.
Golding utiliza a los peques como símbolos de los miembros débiles de
cualquier sociedad, los cuales una democracia exitosa intenta proteger.

El episodio donde Roger y Maurice patean los castillos de arena, por lo


tanto, señala la desintegración de la vida ordenada en la isla, y presagia el
fin de los planes democráticos de Ralph. Los castillos de arena son una
civilización miniatura en la costa. Al destruirlos, Roger y Maurice no solo
expresan un poder abusivo sobre los niños pequeños, sino que indican su
creciente falta de respeto por el orden civilizado y las instituciones
humanas. Aún así, Golding sugiere, ellos no se han degenerado todavía en
completo salvajismo. Maurice, recordando la disciplina de su madre, se
siente culpable de patearle arena en los ojos a Percival, y Roger se
abstiene de tirarle una piedra a Henry. Esto sugiere que las influencias de
la sociedad humana son difíciles de borrar del psiquis humano; se
mantienen internalizadas aún en la ausencia de reglas, y la conciencia
mantiene su control. Las lecciones que el pasado de los niños les había
enseñado son cruciales para mantener alguna semblanza de paz en la isla.
A pesar de la incipiente anarquía, los niños siguen las nociones de
comportamiento apropiado sin ninguna autoridad externa real que
determine lo que pueden o no hacer. Solo cuando los niños
completamente transgreden estas normas civilizadas es que sufren.

Jack es el primero en seriamente cruzar los límites de la sociedad


civilizada. Sus intentos de convertirse en un cazador exitoso en realidad
son intentos de sucumbir enteramente a su naturaleza animal. Su cara
pintada, reminiscente a algunas sociedades menos desarrolladas,
supuestamente lo hacen indistinguibles de los animales del bosque.
Cuando Jack finalmente mata un cerdo, como ha intentado hacer desde el
principio de la novela, satisface una sed de sangre que, hasta ese
momento, se había mantenido frustrada. Los demás cazadores comparten
esta característica; cuando bailan y cantan sobre matar el cerdo,
demuestran que han sucumbido a la emoción de la violencia. Se deleitan
con la matanza, un disfrute que trasciende el orgullo y significa puro deseo
de sangre. Mientras celebran la forma en que mutilaron al cerdo, su piel
pintada, canto, y frenesí sugieren que han desarrollado su propia sub-
sociedad, una basada en rituales y en una alabanza casi espiritual de la
sangre, la violencia, y la matanza.

La imitación de Maurice del cerdo durante el baile apunta a la menguante


distinción entre la violencia hacia animales y hacia otros niños en la isla.
Importantemente, este capítulo contiene la primera instancia de agresión
explícita entre dos niños. Jack, ahora acostumbrado a hacerle daño a los
demás con su reciente caza, le da un puño Piggy, quien, como Golding nos
recuerda, sigue siendo un extranjero. El capítulo establece a Piggy como
un mártir. Tiene las preocupaciones mejor balanceadas de todos los niños,
y ofrece una propuesta razonable de que construyan un reloj solar, pero
también es detestado por los demás. Solo Ralph, el más maduro y más
balanceado de los personajes, simpatiza con Piggy y está de acuerdo con
él de que Jack ha cometido un terrible error al permitir que se apague el
fuego. Piggy se destaca de los demás niños, ya que mantiene la meta de
vivir en una sociedad cada vez más civilizada. Su pelo ni tan siquiera
parece crecer, ayudándolo a mantener la apariencia de un estudiante
inglés normal, mientras los demás cada vez están más desaliñados y
descuidados.

Jack también choca con Ralph en este capítulo, y la tensión entre sus
perspectivas potencia la preocupación de la novela por las dos ideologías
políticas opuestas que los niños representan, concretamente, el
totalitarismo y la democracia. Ralph, cuya principal preocupación es
mantener el fuego de señal, está dedicado al bienestar de todo el grupo.
Él usa su poder para el bien de todos. Jack, sin embargo, está preocupado
por convertirse en un cazador exitoso, menos por el bien que le traería a
los demás niños que por la emoción de la caza y el incremento en estatus
social que obtendría en la isla. Él busca poder porque le permite gratificar
sus impulsos y abusar de los demás sin repercusiones. La forma en que
estos personajes tratan a los peques—Ralph los tranquiliza, mientras que
Jack se burla de ellos y les grita—demuestra sus diferentes formas de
utilizar el poder.

La concurrencia de la aparición del barco y la matanza del cerdo


contribuyen a la desintegración de la calma en la isla. Estos dos eventos
representan diferentes facetas del comportamiento humano intrínseco de
la isla. El barco nos recuerda la sociedad civilizada a la que pertenecen los
niños, reanudando la posibilidad de que puedan eventualmente escapar la
isla. La caza del cerdo es un ejemplo de su descenso de comportamiento
civilizado a actividades animales. Esto hace clara la dicotomía que divide a
Ralph y Piggy de Jack y los cazadores. Ralph y Piggy quieren regresar a la
sociedad, mientras Jack y los cazadores quieren disfrutar su libertad de la
civilización (un grupo que, de nuevo, impone su propio orden totalitario
bajo Jack). Este conflicto entre las dos fuerzas que dividen a los niños en la
isla guía mucho del resto del conflicto en la novela.

Capítulo 4: Caras Pintadas y Pelo Largo


Resumen
Los niños se acostumbran al patrón de sus días en la isla, aunque es
imposible ajustarse a los nuevos ritmos de la vida tropical, la cual incluye
un momento extraño al medio día cuando el mar sube y parece contener
imágenes cambiantes. Piggy descarta estas imágenes como ilusiones
ópticas. Mientras las mañanas son frescas y cómodas, el sol de la tarde es
opresivamente caliente y brillante, lo cual causa que muchos de los niños
se fatiguen. La tradición europea de trabajar, jugar, y comer a lo largo del
día no es olvidada, lo cual hace que la transición sea difícil.
Mientras los niños se acostumbran a la vida en la isla, se desarrollan
facciones. A los niños más pequeños ahora se les llama por el título
genérico de “peques,” incluyendo a Percival, el niño más pequeño en la
isla, quien anteriormente se había quedado dentro de un pequeño
albergue por dos días y solo recientemente había emergido, miserable y
con los ojos rojos. Los peques pasan la mayor parte del día buscando
frutas para comer, y ya que la escogen indiscriminadamente sufren de
diarrea crónica. Lloran pidiendo a sus madres menos de lo que se espera,
y pasan tiempo con los niños mayores solo durante las asambleas
de Ralph. Los peques se entretienen construyendo castillos de arena,
estructuras complejas cuyos detalles sólo son discernibles desde muy
cerca. Los peques sufren colectivamente de pesadillas y visiones de la
“bestiecita” descrita durante la primera reunión. Temen que la creatura
caza a los niños cuando cae la noche. Dos niños más
grandes, Roger y Maurice, salen del bosque para nadar y, expresando su
superioridad sobre los peques, comienzan a patear los castillos de arena
en la costa. Maurice, recordando que su madre lo castigaba por ese tipo
de comportamiento, se siente culpable cuando hace que caiga arena en
los ojos de Percival. Mientras se desenvuelve este conflicto, Henry—un
peque que es familia del niño que desapareció—está distraído por unas
pequeñas criaturas en la playa, las cuales considera fascinantes.
Jack piensa sobre por qué todavía no tiene éxito como cazador. Él cree
que los animales lo ven, así que quiere encontrar alguna forma de
camuflarse. Se pinta la cara con carbón y se ríe con un gruñido sanguinario
cuando ve su reflejo en una piscina. Detrás de la máscara, Jack parece ser
liberado de la vergüenza.

Piggy piensa en construir un reloj solar para que puedan saber la hora y
organizar mejor sus días, pero Ralph rechaza la idea. Los chicos aceptan
implícitamente la idea de que Piggy es un extranjero. Ralph cree que ve
humo en el horizonte viniendo de un barco, pero no hay suficiente humo
saliendo de la montaña para que los vean. Ralph sube por la montaña
corriendo, pero llega demasiado tarde. Su fuego se ha apagado. Ralph
grita para que el barco regrese, pero pasa sin verlos. Frustrado y triste,
Ralph culpa a los cazadores, cuyo trabajo era atender el fuego.

Desde el bosque, Jack y los cazadores regresan cubiertos de pintura y


tarareando un canto de guerra extraño. Ralph ve que los cazadores por fin
han tenido éxito: llevan un cerdo muerto en un palo. Aún así, Ralph los
regaña por haber dejado que se apagara el fuego. Jack, sin embargo, está
demasiado contento por la caza e ignora a Ralph. Piggy comienza a llorar
por la oportunidad que han perdido y también culpa a Jack. Los dos
pelean, y finalmente Jack le da un puño a Piggy en el estómago. Sus
espejuelos caen sobre una piedra, y uno de los lentes se rompe. Jack
eventualmente se disculpa por el fuego, pero Ralph resiente el mal
comportamiento de Jack. Jack considera no darle carne a Piggy, pero
ordena que todos coman. Maurice pretende ser un cerdo, y los cazadores
hacen un círculo alrededor de él, bailando y cantando, “Mata el cerdo.
Córtale el cuello. Rómpele el cráneo!” Ralph promete convocar una
asamblea.

Análisis
Golding comienza el capítulo describiendo un sentido de orden entre los
niños en la isla, y concluye describiendo la desintegración de este orden.
Aún los niños más pequeños parecen haber aceptado su destino en la isla,
y han desarrollado estrategias, como la construcción de castillos de arena,
para minimizar y contener su angustia. La clave para la tranquilidad inicial
en la isla era la continuación de las costumbres de la sociedad en la que
habían sido criados. Sin embargo, como implica el comienzo de este
capítulo, estas costumbres son amenazadas por las fuerzas naturales de la
isla. El horario regular de trabajo, juego, y comidas es imposible en esta
atmósfera tropical tan volátil. Que los niños no saben si el movimiento del
mar al medio día es real o una “ilusión óptica” indica lo mal adaptados que
están a la isla.

Comenzamos a enfocarnos en la transgresión de los chicos—


particularmente de Jack—de las reglas ordenadas de su sociedad
inventada. Golding subraya cómo la vida en la isla ha comenzado a reflejar
la sociedad humana, con los niños organizándose en diferentes grupos de
acuerdo a su edad y ubicando estos grupos dentro de una jerarquía social.
Los peques tienen sus propias rutinas y se separan de los niños más
grandes. Los intricados castillos de arena que los peques construyen a la
orilla del mar representan su continuo respeto por—aún su idealización de
—la civilización humana, y su continuada presencia en las reuniones de
Ralph señala que los peques sí invierten en la vida ordenada en la isla,
aunque no contribuyen directamente a la supervivencia del grupo.
Golding utiliza a los peques como símbolos de los miembros débiles de
cualquier sociedad, los cuales una democracia exitosa intenta proteger.

El episodio donde Roger y Maurice patean los castillos de arena, por lo


tanto, señala la desintegración de la vida ordenada en la isla, y presagia el
fin de los planes democráticos de Ralph. Los castillos de arena son una
civilización miniatura en la costa. Al destruirlos, Roger y Maurice no solo
expresan un poder abusivo sobre los niños pequeños, sino que indican su
creciente falta de respeto por el orden civilizado y las instituciones
humanas. Aún así, Golding sugiere, ellos no se han degenerado todavía en
completo salvajismo. Maurice, recordando la disciplina de su madre, se
siente culpable de patearle arena en los ojos a Percival, y Roger se
abstiene de tirarle una piedra a Henry. Esto sugiere que las influencias de
la sociedad humana son difíciles de borrar del psiquis humano; se
mantienen internalizadas aún en la ausencia de reglas, y la conciencia
mantiene su control. Las lecciones que el pasado de los niños les había
enseñado son cruciales para mantener alguna semblanza de paz en la isla.
A pesar de la incipiente anarquía, los niños siguen las nociones de
comportamiento apropiado sin ninguna autoridad externa real que
determine lo que pueden o no hacer. Solo cuando los niños
completamente transgreden estas normas civilizadas es que sufren.

Jack es el primero en seriamente cruzar los límites de la sociedad


civilizada. Sus intentos de convertirse en un cazador exitoso en realidad
son intentos de sucumbir enteramente a su naturaleza animal. Su cara
pintada, reminiscente a algunas sociedades menos desarrolladas,
supuestamente lo hacen indistinguibles de los animales del bosque.
Cuando Jack finalmente mata un cerdo, como ha intentado hacer desde el
principio de la novela, satisface una sed de sangre que, hasta ese
momento, se había mantenido frustrada. Los demás cazadores comparten
esta característica; cuando bailan y cantan sobre matar el cerdo,
demuestran que han sucumbido a la emoción de la violencia. Se deleitan
con la matanza, un disfrute que trasciende el orgullo y significa puro deseo
de sangre. Mientras celebran la forma en que mutilaron al cerdo, su piel
pintada, canto, y frenesí sugieren que han desarrollado su propia sub-
sociedad, una basada en rituales y en una alabanza casi espiritual de la
sangre, la violencia, y la matanza.

La imitación de Maurice del cerdo durante el baile apunta a la menguante


distinción entre la violencia hacia animales y hacia otros niños en la isla.
Importantemente, este capítulo contiene la primera instancia de agresión
explícita entre dos niños. Jack, ahora acostumbrado a hacerle daño a los
demás con su reciente caza, le da un puño Piggy, quien, como Golding nos
recuerda, sigue siendo un extranjero. El capítulo establece a Piggy como
un mártir. Tiene las preocupaciones mejor balanceadas de todos los niños,
y ofrece una propuesta razonable de que construyan un reloj solar, pero
también es detestado por los demás. Solo Ralph, el más maduro y más
balanceado de los personajes, simpatiza con Piggy y está de acuerdo con
él de que Jack ha cometido un terrible error al permitir que se apague el
fuego. Piggy se destaca de los demás niños, ya que mantiene la meta de
vivir en una sociedad cada vez más civilizada. Su pelo ni tan siquiera
parece crecer, ayudándolo a mantener la apariencia de un estudiante
inglés normal, mientras los demás cada vez están más desaliñados y
descuidados.

Jack también choca con Ralph en este capítulo, y la tensión entre sus
perspectivas potencia la preocupación de la novela por las dos ideologías
políticas opuestas que los niños representan, concretamente, el
totalitarismo y la democracia. Ralph, cuya principal preocupación es
mantener el fuego de señal, está dedicado al bienestar de todo el grupo.
Él usa su poder para el bien de todos. Jack, sin embargo, está preocupado
por convertirse en un cazador exitoso, menos por el bien que le traería a
los demás niños que por la emoción de la caza y el incremento en estatus
social que obtendría en la isla. Él busca poder porque le permite gratificar
sus impulsos y abusar de los demás sin repercusiones. La forma en que
estos personajes tratan a los peques—Ralph los tranquiliza, mientras que
Jack se burla de ellos y les grita—demuestra sus diferentes formas de
utilizar el poder.

La concurrencia de la aparición del barco y la matanza del cerdo


contribuyen a la desintegración de la calma en la isla. Estos dos eventos
representan diferentes facetas del comportamiento humano intrínseco de
la isla. El barco nos recuerda la sociedad civilizada a la que pertenecen los
niños, reanudando la posibilidad de que puedan eventualmente escapar la
isla. La caza del cerdo es un ejemplo de su descenso de comportamiento
civilizado a actividades animales. Esto hace clara la dicotomía que divide a
Ralph y Piggy de Jack y los cazadores. Ralph y Piggy quieren regresar a la
sociedad, mientras Jack y los cazadores quieren disfrutar su libertad de la
civilización (un grupo que, de nuevo, impone su propio orden totalitario
bajo Jack). Este conflicto entre las dos fuerzas que dividen a los niños en la
isla guía mucho del resto del conflicto en la novela.

Capítulo 6: Bestia del Aire


Resumen
Más tarde esa misma noche, Ralph y Simón cargan a Percival hasta un
albergue. En el aire, más allá del horizonte, hay una batalla mientras los
niños duermen. No escuchan las explosiones en el cielo, ni ven al piloto
caer en paracaídas hacia la montaña. Sin que los niños lo sepan, el piloto
muerto cae en la cima de la montaña, su paracaídas ondeando, creando
sombras extrañas en el suelo y haciendo parecer que su cabeza flota en el
viento.
Temprano la próxima mañana, se escucha el ruido de una roca cayendo
por la montaña. Los gemelos, Samyeric, los dos niños velando el fuego, se
despiertan y le añaden leña al fuego. Justo en ese momento ven al piloto
muerto en la cima de la montaña y quedan inmovilizados de terror.
Eventualmente, bajan la montaña para despertar a Ralph. Samyeric dicen
que vieron a la bestia. Ralph convoca una reunión, y el grupo se congrega
otra vez en la playa. Eric anuncia que él y Sam vieron a la bestia. Dice que
tiene dientes y garras y que los siguió mientras corrían.

Jack convoca una caza, pero Piggy dice que se deben quedar ahí, ya que la
bestia tal vez no querrá acercárseles en la playa. Respondiendo a la
belicosidad de Jack, Piggy indica que solo él tiene derecho de hablar
porque tiene la concha. Jack dice que ya no necesitan la concha. Ralph se
exaspera con Jack, acusándolo de no querer ser rescatado, y Jack le tira un
puño. A pesar de la hostilidad de Jack hacia Ralph y las reglas de la isla,
Ralph no solo permite que Jack guía la caza, pero también decide que
acompañará a los cazadores a buscar la bestia.
Simón, queriendo comprobar que es aceptado, viaja con Ralph, el cual
solo desea estar solo. Pronto llegan a una parte de la isla que no habían
descubierto. Es un camino angosto que los lleva a una serie de cuevas
dentro de la montaña. Aunque los otros niños tienen miedo de seguir el
camino y explorar las cuevas, Ralph lo logra y se siente alentado por su
propia valentía. Entra en una de las cuevas y pronto Jack lo sigue. Los dos
experimentan una corta reconciliación, ya que se divierten explorando
este nuevo territorio juntos.

Siguen una pared estrecha de piedras que forma un puente entre


diferentes partes de la isla y llegan al mar abierto. Algunos de los chicos de
distraen y comienzan a rodar rocas alrededor del puente. Ralph se frustra
y afirma que sería mejor subir la montaña y reaviva el fuego. Él acusa a los
niños de perder su enfoque en la meta original: encontrar y matar la
bestia. Contradiciendo a Ralph, Jack dice que desea quedarse donde están
porque pueden construir un fuerte.

Análisis
El aterrizaje del piloto muerto en la montaña es un evento crucial en El
Señor de las Moscas. El piloto representa una real manifestación de la
bestia cuya existencia los niños habían temido pero nunca confirmado.
Ninguno de los niños es inmune a las implicaciones de la presencia en la
isla del piloto muerto. Aún Piggy, enfrentado con evidencia de que una
bestia existe, comienza a considerar qué medidas deben tomar para
protegerse. En contraste con la “bestia de agua” del capítulo anterior (por
turnos representado como un monstruo, calamar, y un fantasma), la
bestia del aire es un objeto concreto hacia el cual los niños pueden dirigir
su miedo. Importantemente, sin embargo, la bestia del aire en realidad no
presenta alguna amenaza para los niños. El cuerpo muerto no es más que
un objeto inofensivo que cada niño puede interpretar de formas muy
diferentes.
Dado su comportamiento cada vez más violento, intensificado aún más
por su exitosa matanza de un cerdo, Jack, de manera previsible, interpreta
la aparición de la bestia del aire como causa para guerra. La posibilidad de
una presencia peligrosa en la isla es la clave para que Jack pueda ganar
autoridad sobre los otros niños, ya que reafirma sus miedos y les da un
enfoque para su violencia y enojo. Jack, por lo tanto, continúa su
comportamiento autoritario con un énfasis fuerte en demagogia. Jack
requiere un enemigo concreto para poder asumir autoridad dictatorial, y
lo encuentra en el piloto muerto a pesar de su clara incapacidad de
hacerles daño. Esto presagia los próximos episodios en los cuales Jack
enfocará su vitriolo en contra de otros posibles enemigos. Como muchos
tiranos, Jack asume el poder dirigiendo el miedo público hacia chivos
expiatorios, en este caso, el cuerpo de un piloto muerto.

El Capítulo 6 también confirma la creciente tensión entre Jack y Ralph,


cuyas ideas opuestas sobre la organización social resurgen. Aunque
detesta a Piggy, el enemigo más amenazante de Jack es Ralph, quien
insiste en las reglas y la autodisciplina por encima de las aventuras y la
caza. Ralph se mantiene enfocado en el claro objetivo de mantener el
fuego vivo para alertar a algún barco que pase, mientras que Jack solo
está comprometido a aquellas actividades que le permitan comportarse
de manera destructiva. Anteriormente, Jack estaba comprometido a las
reglas, ya que le permitirían castigar a los demás; en este capítulo, sin
embargo, Golding presenta a Jack aceptando la anarquía cuando le ayuda
a conseguir lo que quiere. Su declaración de que los niños ya no necesitan
la concha durante las reuniones representa su rechazo explícito de las
reglas democráticas establecidas durante la primera reunión. Jack emerge
en el Capítulo 6 como una persona guiada más por su interés propio que
por alguna ideología, sea totalitaria o anarquista, aunque la anarquía
permite que se establezca un nuevo orden guiado enteramente por Jack.

Mientras crece la credibilidad de Jack entre los niños, esto aísla más a
Ralph de ellos, ya que encuentran el enfoque de Jack en los juegos de
cazar y construir fuertes más atractivo que la dedicación de Ralph a
mantener el fuego vivo y mantenerse seguros. Para ellos, la vida en la
playa, comiendo frutas y divirtiéndose, no está nada mal. Durante este
capítulo Golding desarrolla esta división entre Ralph, que es más maduro,
y los demás niños. Ralph encuentra que debe aliarse con Piggy, el
intelectual, y Simón, el introspectivo. Mientras los otros chicos se enfocan
sólo en puro interés propio, principalmente preocupados por satisfacer
sus deseos infantiles (jugar a cazar) y secundariamente por sobrevivir
(matar la bestia), los tres niños—Ralph, Piggy, y Simón—representan tres
facetas distintas del pensamiento humano. Piggy, el que resuelve
problemas, representa el intelecto. Simón, al contrario, es un pensador
espiritual que demuestra la habilidad de trascender los intereses
individuales para lograr paz y harmonía no solo con los demás, sino
también con la naturaleza.

Importantemente, Golding comienza el Capítulo 6 con una descripción de


una batalla aérea que, al contrario de la mayor parte de la trama, no
aparece a través de la perspectiva de uno de los niños. El lector aprende
sobre los eventos de la batalla mientras los niños duermen, así que ellos
no se dan cuenta de lo que está pasando. Este conocimiento especial nos
hace notar la ironía dramática aquí, la distancia entre la realidad y la
interpretación de los niños de la realidad. La reacción histérica del grupo a
la “bestia del aire,” la cual el lector sabe es un paracaidista muerto,
subraya lo distorsionado, irracional y motivado por el miedo que es el
razonamiento de los niños. En vez de dejar a los lectores con la
perspectiva de los niños, lo cual requeriría que los lectores descifraran la
realidad de la situación por sí solos, Golding momentáneamente le da al
lector una perspectiva objetiva para ayudarlo a percibir el peligro de la
creciente irracionalidad de los niños.

Además, la descripción de la batalla aérea al comienzo del capítulo


destaca una de las misiones de la novela; es decir, que es una alegoría
política basada en la Guerra Fría. La guerra descrita aquí es ficticia y no
concuerda con ningunos eventos históricos reales; aún así, la retórica que
Golding usa en esta sección evoca el conflicto de la Guerra Fría. La batalla
es entre Inglaterra y “los Rojos,” y una bomba atómica—el arma principal
de la carrera armamentista—es responsable por la evacuación de los
niños de Home Counties. Golding se aprovecha de los miedos de los
Estados Unidos y Gran Bretaña durante la Guerra Fría para reforzar su
cuento admonitorio de la superioridad de la democracia. Que la guerra
presenta un peligro para los niños una vez más, a través de la figura
malinterpretada del paracaidista muerto, también llama la atención del
lector al hecho de que los niños son principalmente víctimas de la guerra.
Desde esta perspectiva, los eventos trágicos que siguen son consecuencia
de una crisis global arraigados tanto en la guerra como en la naturaleza
humana.

En este capítulo Golding utiliza de nuevo simbolismo religioso para


expresar los temas subyacentes de la novela. El paracaidista muerto
aparece frente a los niños como una criatura sobrenatural; Golding
impone la interpretación de los gemelos al describir el cuerpo muerto con
imaginería y lenguaje místico. El cuerpo aparenta subir y bajar su cabeza, y
el paracaídas ondeante se abre y se cierra con el viento. Samyeric lo
describen como una “bestia,” pero la descripción inicial de Golding, la cual
sigue al paracaidista mientras flota por la isla—además de la apariencia de
alas de su paracaídas roto—implica que es más como un ángel caído. En la
mitología judeo-cristiana el primer ángel caído fue Lucifer, quien luego se
convierte en Satanás, la encarnación del mal. El paracaidista por lo tanto
sirve como un símbolo de, y motivación para, el mal que se está
manifestando en la isla. La función satánica del cuerpo muerto se agrava
por la acción trágica y violenta que resulta de la confusión alrededor de su
identidad.

Capítulo 7: Sombras y Árboles Altos


Resumen
Los niños continúan viajando a través de la isla hacia la montaña, y se
detienen para comer. Ralph se da cuenta de lo largo y sucio que está su
pelo. Ha estado siguiendo a los cazadores, y observa que en este lado de
la isla, el cual está opuesto a donde se han establecido, la vista es
completamente diferente. El horizonte es de un color azul fuerte, y el
océano choca contra las piedras. Él compara el océano con una pared
gruesa, una barrera impermeable que impide el escape de los niños.
Mientras Ralph aparenta perder la esperanza, Simón le asegura que se
irán de la isla eventualmente. Ralph duda que esto sea cierto, pero Simón
le dice que sus pensamientos son solo opiniones. Roger llama a Ralph,
diciéndole que tienen que continuar cazando.
Esa tarde los niños encuentran excremento de cerdo. Jack sugiere que
cacen al cerdo además de continuar buscando la bestia. Un jabalí aparece,
y los niños lo persiguen. Ralph, quien no ha cazado antes, se emociona con
la persecución y pronto se convierte en la aventura. Tira su lanza hacia el
jabalí. Aunque solo araña su hocico, Ralph se siente motivado por lo que
considera ser buena puntería.
Jack queda herido en su brazo izquierdo, aparentemente por los colmillos
del jabalí. Le presenta estas heridas orgullosamente a la multitud, y Simón
le dice que debe chupar la herida para evitar una infección. Los cazadores
caen en un frenesí una vez más, cantando repetidamente “mata el cerdo.”
Envueltos en el momento de su canto y baile, punzan a Robert con sus
lanzas, primero en broma, pero luego con intención peligrosa.
Atemorizado y herido, Robert se aleja de la multitud, ahora entendiendo
que se han dejado llevar por su juego. Roger y Jack hablan sobre el canto,
y Jack dice que alguien se debe disfrazar como un cerdo para ellos
pretender que lo derriban. Cuando Robert le dice a Jack que deben
conseguir un cerdo de verdad que puedan matar realmente, Jack
responde que pueden usar un peque. Los niños, enamorados de la
declaración atrevida de Jack, ríen y la celebran. Ralph trata de recordarles
que solo es un juego. Está preocupado por el comportamiento cada vez
más violento e impulsivo de los cazadores.

Al caer la noche, los niños comienzan a subir por la montaña una vez más,
y Ralph se da cuenta de que no podrán regresar a la playa hasta la
mañana. No quiere dejar a los peques solos con Piggy toda la noche. Jack
se burla de Ralph por su preocupación por Piggy. Simón dice que puede
regresar a la playa e informarle al grupo dónde están los cazadores. Ralph
le dice a Jack que no hay suficiente luz para cazar cerdos, así que deben
esperar hasta la mañana. Sintiendo hostilidad de parte de Jack, Ralph le
pregunta por qué lo odia. Jack no responde.
Aunque los cazadores están cansados y tienen miedo, Jack jura que subirá
la montaña para buscar la bestia. Jack se burla de Ralph por no querer
subir la montaña, acusándolo de tener miedo. Jack asegura que vio algo
sobresalir de la montaña. Ya que Jack aparenta tener un poco de miedo
por primera vez, Ralph está de acuerdo que deben buscar a la bestia
inmediatamente. Los niños ven una joroba que parece una piedra y algo
que parece un gran simio durmiendo sentado con su cabeza entre sus
rodillas. En cuanto lo ven, los niños corren, aterrorizados.

Análisis
En este capítulo, Golding continúa desarrollando los temas que introdujo
en “Bestia del Aire.” La división entre Jack y Ralph se vuelve más intensa
mientras Ralph continúa recordándole a Jack sus prioridades equivocadas.
El conflicto en este capítulo entre los dos personajes otra vez tiene
trasfondos políticos, ya que los dos luchan por poder para tener autoridad
sobre los demás niños. Las preocupaciones de Ralph y Jack fueron
establecidas en capítulos anteriores: Ralph se enfoca en la supervivencia y
el escape, mientras Jack se enfoca en cazar y satisfacerse. En este capítulo
Golding examina las tácticas que usa cada uno para establecer su
autoridad. Jack utiliza su bravura para demostrar su fuerza y dominancia,
e intenta disminuir a Ralph en los ojos de los demás niños al humillarlo por
su supuesta cobardía. Él reta la exagerada confianza en sí mismo de Jack al
honestamente notar que Jack es incorrectamente motivado por el odio.

Golding continúa usando imaginería y simbolismo para trazar el descenso


de los niños al desorden, la violencia, y la amoralidad. En particular,
Golding sugiere en este capítulo que la línea entre los niños y animales se
está borrando cada vez más. Los cazadores cantan y bailan, y uno de los
niños pretende ser un cerdo mientras los demás niños pretenden matarlo.
El paralelo entre niño y cerdo en el ritual es una dramatización poderosa
de las implicaciones de que los niños se dejen llevar por sus impulsos
violentos, indicando que los niños no son mejores que los animales y que,
como el cerdo, ellos también serán sacrificados para satisfacer los deseos
brutales de Jack y sus cazadores.

La caracterización en este capítulo también presagia los eventos trágicos


que están por suceder. Particularmente, Jack, quien gana confianza en sí
mismo como cazador y líder, sugiere que sus impulsos violentos ahora son
dirigidos hacia los otros niños además de hacia los cerdos. El chiste de Jack
de que el grupo debe matar un peque en vez de un cerdo demuestra una
total indiferencia hacia la vida humana y explícitamente reconoce que
aprecia la violencia por sí sola. Su chiste también señala el decline de su
consciencia mientras los niños continúan existiendo en la ausencia de una
sociedad adulta y sus reglas. Jack, quien anteriormente necesitaba
prepararse para matar un cerdo, indica que ahora probablemente es
capaz de matar personas sin remordimiento.

Mientras Ralph enfrenta el reto de rastrear y cazar la bestia, trabajos


físicos que son desconocidos para él como el líder político de los niños, él
demuestra el atractivo peligroso del comportamiento agresivo e impulso,
como el de Jack. Golding señala la simpatía breve de Ralph hacia la
perspectiva de Jack para sugerir que aún los seres humanos más
civilizados son susceptibles al pensamiento de grupo y las presiones del Id,
el cual tiende hacia la destrucción y el egoísmo. El capítulo comienza con
Ralph expresando asco por su apariencia, lo cual, de nuevo, indica una
aversión hacia el salvajismo. Sin embargo, como Jack, Ralph se siente
entusiasmado durante la caza y comienza a entender el encanto primitivo
de matar cerdos. Es la decisión de Jack de continuar la caza en la
oscuridad, lo cual Ralph correctamente reconoce como desinformado, lo
que finalmente le recuerda a Ralph la ridiculez esencial de la perspectiva
de Jack. Al mostrar al personaje de Ralph como amenazado pero no
sometido a la voluntad de Jack, Golding sugiere que el impulso humano
hacia el salvajismo, el cual puede ser tanto fuerte como natural, puede,
aún así, ser derrotado por la razón y la inteligencia.

Mientras la caracterización de Jack y sus cazadores intenta prevenir al


lector sobre los impulsos destructivos que existen dentro de todos los
seres humanos, es importante notar los prejuicios históricos detrás de los
rituales de caza de los niños. Los niños cantan y bailan en círculos,
entrando en un frenesí que casi los lleva a cometer un asesinato. Ellos
representan o se están convirtiendo en “salvajes,” lo cual en los tiempos
de Golding le recordaba a los lectores de los indígenas de las Américas y
de África. Este estereotipo tendía a asociar a estas personas con una
cultura muy limitada y bárbara, sin apreciar la cultura compleja que
eventos como los bailes rituales expresaban. Una perspectiva más
generosa de la nueva cultura guerrera de Jack, por ejemplo, desde una
perspectiva antropológica, no interpretaría su ritual como
deshumanizante sino como una reacción natural a las condiciones difíciles
de vivir en la isla, una reacción que puede producir la carne que necesitan
para sobrevivir.

La naturaleza también tiene un significado crucial en este capítulo.


Mientras los niños se alejan cada vez más del campo hacia los recovecos
inexplorados del bosque y de las áreas montañosas, contienden con la
fuerzas poderosas del mundo natural, el cual es indómito e indiferente a
las preocupaciones de los niños. El énfasis en la indiferencia de la
naturaleza en este capítulo es importante de varias maneras. Primero,
sugiere que la continua deshumanización de los niños mientras se
mantienen distanciados del mundo y sin organización social exitosa. Su
progreso de una playa semi-humanizada, con sus albergues y castillos de
arena, al bosque salvaje y áreas montañosas, refleja su descenso al total
salvajismo. El comienzo del capítulo, donde Ralph compara al océano con
una pared impenetrable, también sugiere el grado en el que la naturaleza
sigue siendo el antagonista más poderoso contra los niños. Las
observaciones pesimistas de Ralph presagian los próximos capítulos, en
los cuales Simón descubre que la “bestia” es realmente un cuerpo muerto,
cuya presencia en la isla puede ser explicada racionalmente. Era la
oscuridad de la noche la que no le permitía a los niños reconocer la
verdadera naturaleza de la criatura en la cima de la montaña. A lo largo de
la novela, el mundo natural frustra y luego amenaza el entendimiento de
los niños de su situación y sus relaciones entre sí. El sentido de derrota de
Ralph al ver el océano en este capítulo, por lo tanto, indica que está
comenzando a registrar el poder de la naturaleza y la parte que tiene en
su lucha por gobernarse y ser rescatados.

La conclusión de este capítulo, con la confusión colectiva de los niños del


paracaidista muerto como una bestia malévola, subraya el poder de la
naturaleza humana para temer lo desconocido y exagerar su importancia.
Los niños comparan la figura en la cima de la montaña con un gran simio.
El primate es un símbolo común para el hombre antiguo y los orígenes del
hombre como una especie animal. Los niños reconocen la criatura simia
como un monstruo, un momento que subraya el potencial monstruoso de
la humanidad en su punto más primitivo. El paracaidista, cuya llegada a la
isla desencadena una serie de eventos que los llevan a la total anarquía y
matanza, por lo tanto, une el mal, la naturaleza, y la humanidad en un solo
símbolo. La rapidez con la que los niños deciden que el cuerpo muerto es
un “monstruo” indica no solo el riesgo de contagio del pensamiento
histérico entre los niños, sino también el grado en el que la bestia es una
proyección de su miedo de su propio salvajismo y violencia.

Capítulo 8: Regalo para la Oscuridad


Resumen
La próxima mañana los niños se reúnen en la playa para discutir lo que
vieron los cazadores. Ralph le cuenta a Piggy sobre la criatura en la
montaña, la cual describe como una bestia con dientes y ojos negros
grandes. Piggy no le cree. Jack le asegura al grupo que sus cazadores
pueden vencer a la bestia, pero Ralph rechaza al grupo de Jack, diciendo
que solo son niños con palos. Jack le dice a los chicos que la bestia es un
cazador, y les informa que Ralph piensa que son unos cobardes. Él
continúa atacando a Ralph, quejándose de que Ralph ya no es un líder
apropiado, porque él es el cobarde. Jack les pregunta si quieren que Ralph
sea despedido. Cuando nadie está de acuerdo con él, Jack sale corriendo y
comienza a llorar. Dice que ya no será parte del grupo de Ralph y deja al
grupo en la playa.
Después de que Jack se va corriendo, Piggy le dice al grupo que pueden
vivir sin él, pero que deben quedarse cerca de la
plataforma. Simón sugiere que suban la montaña. Piggy dice que si
escalan la montaña pueden encender el fuego de nuevo, pero luego
sugiere que pueden encender un fuego en la playa. Piggy organiza la
nueva área para el fuego cerca de la playa. Ralph se da cuenta de que
varios de los niños no están. Piggy está seguro de que les irá bien si se
comportan de acuerdo a su sentido común, y propone un banquete. Ellos
se preguntan a dónde ha ido Simón y conjeturan que tal vez está
escalando la montaña. De hecho, Simón se fue a sentarse en el claro que
había encontrado antes.
Lejos del grupo, Jack declara que será el líder de los cazadores y que ahora
deben olvidarse de la bestia. Él dice que pueden ir luego al castillo de
piedra, pero ahora deben matar un cerdo y festejar para celebrar su
independencia. Ellos encuentran un grupo de cerdos, y Jack mata una gran
cerda con su lanza. Jack restriega la sangre sobre los cachetes
de Maurice mientras Roger se ríe sobre cómo el golpe fatal a la cerda
fue espetado por su trasero. Le cortan la cabeza y la dejan en un palo
como regalo a la bestia en la cima de la montaña. Cuando colocan la
ofrenda verticalmente, sangre baja por sus dientes, y salen corriendo.
Simón, desde su lugar privado, ve la cabeza, la cual tiene moscas volando
alrededor.
En la playa, a Ralph le preocupa que los niños morirán si no son rescatados
pronto. Ralph y Piggy se dan cuenta de que es Jack el que hace que todo
se haga pedazos.

El grupo de Ralph se sorprende cuando el bosque de momento se


convierte en caos. Los peques corren mientras Jack se acerca, desnudo
excepto pintura y una correa. Sus cazadores toman ramas encendidas del
fuego. Jack le dice a Ralph y su grupo que él y sus cazadores viven a lo
largo de la playa cerca de una piedra plana, donde cazan y festejan y se
divierten. Invita a los niños a unirse a su tribu. Cuando Jack se va, Ralph
dice que pensó que Jack tomaría la concha, la cual Ralph todavía considera
un símbolo de ritual y orden. Ellos se aseguran unos a los otros que el
fuego es lo más importante. Pero uno de los chicos, Bill, se mantiene
escéptico. Él sugiere que vayan al banquete de los cazadores y que les
digan que la responsabilidad del fuego es demasiado para ellos. En la cima
de la montaña todavía está la cabeza de cerdo, la cual Simón ha nombrado
el Señor de las Moscas.

Simón cree que la cabeza de cerdo le habla, que lo llama un niño pequeño
tonto. El Señor de las Moscas le dice a Simón que se vaya a jugar con
los demás, quienes piensan que está loco. El Señor de las Moscas  dice
que él es la Bestia, y que la Bestia se ríe de la idea de que la Bestia sea algo
que puede ser cazado y matado, ya que él está dentro de todos los seres
humanos y, por lo tanto, nunca puede ser vencido y nunca se puede
escapar de él. Aterrorizado y desorientado por esta visión perturbadora,
Simón se cae y pierde la consciencia.
Análisis
En este capítulo Golding continúa utilizando a sus personajes principales
como personificaciones de varias facetas del espíritu humano. Piggy sigue
siendo el único escéptico entre los niños y sigue sin estar seguro de la
presencia de la bestia, lo cual continúa siendo el enfoque de la vida en la
isla para Jack y sus cazadores. Aún Ralph, sucumbe al miedo y la sospecha,
ahora cree que hay una bestia en la isla. Aunque Ralph es claramente el
protagonista de la historia y el personaje sobre el cual Golding proyecta la
perspectiva del lector, él es susceptible a las pasiones infantiles y la
irracionalidad que están, a diferentes grados, presentes en los demás
niños. La debilidad de Ralph no es insignificante. A pesar de que Ralph es
más maduro y racional que Jack y sus cazadores, dadas las circunstancias
correctas, él puede someterse a las mismas pasiones que los demás niños,
una tendencia que presagia los eventos trágicos que se desenlazan en los
próximos capítulos.

El subtexto político de los capítulos anteriores se torna más explícito en


este capítulo, ya que Jack explícitamente intenta derrocar a Ralph como
líder. Aunque Ralph exitosamente se defiende del ataque de Jack al llamar
la atención de los niños a la cobardía y falta de visión de Jack, Jack está
resuelto a tomar el control. Su rechazo de aceptar la decisión de los otros
niños sirve como un recordatorio de que Jack sigue siendo un niño que
considera la vida en la isla un juego; él asume la posición de que se, si no
puede determinar las reglas del juego, no jugará. Esta decisión provoca los
eventos subsiguientes de este capítulo, los cuales se enfocan en el rechazo
de Jack no solo de la autoridad de Ralph, sino de toda la pseudo-
democracia en la isla que le había otorgado autoridad a Ralph. Jack,
entendiendo que no puede tomar la autoridad directamente de Ralph, se
declara la autoridad de su propia “tribu.” Dos “gobiernos,” por lo tanto,
existen en la isla en este capítulo. Ralph presidia sobre lo que parece una
democracia liberal, mientras Jack forma un tipo de dictadura militas. Los
dos sistemas siguen siendo ideológicamente opuestos, una oposición que
Golding subraya al ubicar los campamentos en diferentes lados de la isla.
La estructura del capítulo también evoca la creación de dos diferentes
gobiernos en la isla y presagia la dominancia del sistema de Jack sobre el
de Ralph. Si hay una cultura belicosa cercana, una cultura pacífica debe
militarizarse para sobrevivir. El capítulo comienza con Jack rechazando la
concha de Ralph como un símbolo de la autoridad otorgada por consenso
democrático, y termina con la creación del Señor de las Moscas, un
símbolo de la anarquía y violencia que motiva el deseo de poder de Jack.

Golding también continúa representando a Piggy como el personaje


sensato y, de algunas formas, el más esencial para la supervivencia de los
niños. La ventaja áspera que Piggy demostró al llegar a la isla ahora es
secundaria a su sabiduría práctica, su habilidad de entender y adaptarse
rápidamente a nuevas situaciones. Entre los personajes principales, Piggy
es el único que no tiene emociones predecibles. Mientras Jack y Simón
descienden en sus respectivas formas a la locura y Ralph sigue siendo
sensato pero cada vez más cínico y vulnerable, Piggy frustra las
expectativas del lector al asumir autoridad sobre los niños a pesar de su
apariencia enfermiza y su aversión a la labor física. En este capítulo, aún
Ralph defiere al juicio y determinación sensata de Piggy. Pero cualquier
rastro de heroísmo en Piggy en este capítulo es socavado por la creciente
subyugación de los cerdos de la isla a Jack y sus cazadores. Piggy está
atado a los cerdos por su nombre; mientras el grupo de Jack se enfoca
cada vez más en cazarlos y son cada vez más exitosos en esta meta, la
victimización de Piggy se hace más posible. En parte, la matanza de la
cerda presagia el destino trágico de Piggy.

Como fue presagiado en el capítulo anterior, Jack y sus cazadores


continúan descendiendo al salvajismo en el capítulo 8. Ellos participan
cada vez más en el comportamiento estereotípico “nativo” que enfatiza el
uso de la violencia y de rituales de canto y baile. Para estos niños esas
acciones son, al principio, solo un juego; cuando Jack los invita a unirse a
su tribu, él explica que el punto de su nueva tribu es solo divertirse. Los
niños continúan viendo su comportamiento salvaje como parte de un
juego elaborado, aún cuando el “juego” se torna cada vez más peligroso y
violento. La creciente brutalidad e impulsividad del grupo de Jack en este
capítulo presagia los eventos del capítulo 9, en el cual el comportamiento
de los niños va de pretendida violencia a un verdadero asesinato.

La escena donde Simón confronta la cabeza de cerdo, la cual llama el


Señor de las Moscas, es uno de los episodios más controversiales de la
novela entre sus críticos. Muchos han notado que la escena se parece a la
narración del Nuevo Testamento de la confrontación de Jesús con Satanás
durante sus cuarenta días en la jungla. Simón, un personaje naturalmente
moral y sin interés propio, parece representar la figura de Cristo ya que,
en su conocimiento de la verdadera naturaleza de la bestia, es el único
portador de la verdad en este punto de la novela. Su eventual sacrificio—
una alusión a la crucifixión de Jesús—marcará el triunfo del mal sobre el
bien en la isla.

Una lectura cuidadosa de la interacción de Simón con la cabeza de cerdo


puede proveer más interpretaciones. En formas que complican la alegoría
bíblica en esta escena, Golding también presenta al Señor de las Moscas
en este capítulo como el símbolo del descenso de los niños de
comportamiento civilizado a salvajismo inhumano. Dentro de este marco,
la cabeza del cerdo sirve para corregir la perspectiva ingenua de Simón de
la naturaleza como una fuerza pacífica. Para Simón, la cabeza del cerdo es
una revelación (la última) que lo alerta al hecho de que la naturaleza es
hermosa y fascinante, pero también brutal e indiferente. En capítulos
anteriores, Golding hace una conexión entre Simón y una visión de la
naturaleza que es abundante, hermosa, y edénica. El Señor de las Moscas
representa una naturaleza diferente, una infernal. Visto desde la
perspectiva de Simón, el Señor de las Moscas es un recordatorio
Hobbesiano de que la vida humana es en su estado más básico
repugnante, bruta, y peor. Conforme a la caracterización de Simón como
un personaje espiritual, la cabeza del cerdo tiene connotaciones
profundamente religiosas: la frase “señor de las moscas” es una
traducción de la palabra hebrea Ba’alzevuv, o su equivalente griego
Beelzebub. La cabeza del cerdo, por lo tanto, es un símbolo de Satanás,
pero, como le recuerda a Simón, el diablo no es una fuerza externa. Al
contrario, es un mal más nefario, uno creado por, y permaneciendo
dentro de, los niños mismos.

Otra faceta interesante de la representación de Golding de la naturaleza


en este capítulo es evidente en la caza del cerdo. Históricamente, artistas
y novelistas han asociado el mundo natural con mujeres, en contraste al
mundo civilizado, al cual asocian con los hombres. La naturaleza
usualmente es marcada por género en la literatura como femenina, y en
este sentido es una amenaza para las fuerzas civilizadoras masculinas.
Conforme con esta idea, Golding presenta esta caza en términos marcados
por género y con imaginería sexual violenta cuando los niños matan a una
cerda con una lanza espetada en su ano, lo cual evoca una violación. En
una novela sin personajes humanos femeninos, y en la cual las mujeres
casi no son mencionadas, esta cerda y lo que le sucede tiene más peso. El
asesinato brutal de la cerda representa el intento de los niños de subyugar
e imponer su voluntad sobre el mundo natural, codificado como
femenino. Podemos notar de nuevo el enlace metafórico entre Piggy y la
cerda, lo cual llama nuestra atención a las formas en que Piggy también es
codificado como femenino: sin cabello, suavemente redondo, y con varias
cualidades estereotípicamente de niñas, como no preferir la labor física.
De esta forma, también, la subyugación de la cerda anticipa la suya.

Capítulo 9: Vista a una Muerte


Resumen
En la húmeda y oscura cima de la montaña, Simón se queda dormido. Al
despertar, Simón se habla a sí mismo, preguntándose qué hará luego. Su
nariz está sangrando. Él sube más arriba en la montaña, y en la luz tenue,
ve la Bestia. Esta vez, sin embargo, la reconoce como el cuerpo del
hombre que había llegado en paracaídas a la isla. Agobiado por disgusto y
terror, Simón vomita. Él se da cuenta que debe informarle a los otros
chicos que se han equivocado, y se tambalea bajo la montaña hacia el
campamento de Jack para decirles lo que ha encontrado.
Ralph ve nubes y cree que volverá a llover. Ralph y Piggy están jugando
en la laguna, y Piggy se enoja cuando Ralph le tira agua encima, mojando
sus espejuelos. Ellos se preguntan a dónde se han ido la mayoría de los
niños, y se dan cuenta de que deben haber ido al banquete de Jack por la
diversión infantil de pretender ser una tribu y pintarse como guerreros.
Deciden encontrarlos para asegurarse de que no se descontrolen.
Cuando Ralph y Piggy llegan al campamento de Jack, encuentran a los
otros niños sentados juntos en un grupo, riendo y comiendo a la cerda
asada. Jack, ahora el líder, está sentado en un gran tronco, pintado y
vestido como un ídolo. Cuando ve a Ralph y a Piggy, ordena a los otros
niños que les den algo de comer, y luego ordena a otro niño que le traiga
algo de tomar. Jack le pregunta a todos los niños quién se unirá a su tribu,
ya que les ha dado comida y ha demostrado que sus cazadores los
protegerán. A Ralph le angustia ver que la mayoría esté de acuerdo con
unirse a su tribu. Intentando convencerlos de que no lo hagan, Ralph
provoca otra pelea con Jack, y los dos se gritan sobre quién debe ser el
líder. Sintiendo que está perdiendo, Ralph recurre a su símbolo de
autoridad, la concha. Jack, sin embargo, no reconoce el significado de la
concha y le dice a Ralph que eso no cuenta en su lado de la isla.

Perturbado por lo hostil que se ha convertido la discusión, Piggy le urge a


Ralph que se vaya del campamento de Jack antes de que hayan problemas
serios. Comienza a llover. Ralph le advierte al grupo que viene una
tormenta e indica que la tribu de Jack no está preparada para tal desastre,
ya que no tienen algún albergue. Los peques se asustan, y Jack trata de
calmarlos ordenando al grupo que hagan su baile ritual de la caza de
cerdos. Los niños comienzan a cantar y bailar descontroladamente, y
pronto son consumidos por un frenesí. La tormenta comienza, y una figura
emerge repentinamente del bosque. Es Simón, corriendo a contarle a los
otros sobre el paracaidista muerto. Sin embargo, perdidos en la locura del
baile, no lo reconocen. Al Simón gritar sobre el cuerpo muerto en la
montaña, los niños corren tras de él con malicia violenta. Caen sobre
Simón, atacándolo repetidamente hasta que muere.

Mientras tanto, en la montaña, la tormenta se intensifica y se dispersa a


través de la isla. Los niños corren a los albergues, buscando protección del
viento y la lluvia cada vez más violentos. Los vientos fuertes levantan el
paracaídas y el cuerpo pegado a él y lo soplan sobre la isla hasta el mar,
una vista que aterroriza a los niños, los cuales todavía confunden al
cuerpo con una bestia. A la misma vez, una ola fuerte, propulsada por el
viento, toma el cuerpo de Simón y se lo lleva al mar, donde un banco de
peces brillantes lo rodean.

Análisis
En este capítulo particularmente importante, Ralph finalmente pierde su
liderazgo sobre los otros niños, los cuales sucumben al carisma creciente
de Jack y a la oportunidad que él les da para satisfacer sus intereses
violentos e infantiles. Golding subraya la tragedia de este cambio de poder
con la tormenta violenta que ataca la isla, una tormenta para la cual el
Jack, con su falta de previsión, no estaba preparado. Justo cuando el juicio
tranquilo y la practicidad de Ralph son más necesarios, no tiene la
autoridad para ayudarlos a mantenerse seguros. La tormenta sirve como
un recordatorio de los peligros que enfrentan; mientras Ralph ha
construido albergues para los niños y está preparado para esta situación,
Jack solo se ha enfocado en cazar y entretener a los niños, a su
detrimento>. Golding, de nuevo, dirige la simpatía del lector hacia Ralph,
cuya preocupación principal sigue siendo el bien del grupo.

La autoridad de Jack sobre los otros niños es cada vez más perturbadora y
peligrosa en este capítulo. Cuando Ralph encuentra a Jack, está pintado y
decorado, sentado en un tronco como un ídolo. Esta imagen tan
distintivamente pagana no concuerda con la sociedad ordenada de la que
viene Jack, y es la manifestación final de su rechazo de la civilización.
Podemos notar una vez más la presencia del canto y el baile entre los
niños en su grupo y recordar que, antes de llegar a la isla, Jack y sus chicos
eran miembros de un coro. Tradicionalmente, los coros de niños cantaban
himnos y canciones cristianas. Jack y los miembros de su tribu todavía
cantan, pero ahora son cantos que fuertemente evocan las tradiciones
religiosas animistas de culturas nativas. Su elección de rito y canto,
añadido a la apariencia de Jack como “ídolo,” indica el rechazo completo y
final de los niños de la civilización de los Home Counties.

En este capítulo, Golding también enfatiza el ascenso al poder de Jack y


presagia las consecuencias brutales de su autoridad. Otra vez, Jack
rechaza las reglas establecidas para la isla, diciéndole a Ralph que la
concha no da autoridad cuando Ralph intenta citar el precedente. Él
demuestra su poder sobre su tribu a través de su cuerpo pintado y sus
decoraciones, una imagen que hace alusión a la novela corta de Joseph
Conrad de 1902, El Corazón de las Tinieblas , en la cual el capitán de un
bote, Marlow, acepta la asignación de encontrar un agente de gobierno
que ha desertado, Kurtz, en África. En la historia de Conrad, Marlow
descubre a Kurtz en un área remota del continente, viviendo con un grupo
de nativos que lo adoran como su líder y dios. En este capítulo del Señor
de las Moscas, Golding traza un paralelo deliberado entre Jack y Kurtz
para enfatizar el alcance del poder de Jack sobre los niños y para llamar la
atención del lector a la severidad de la tensión entre Ralph y Jack, la cual,
al igual que la tensión entre Marlow y Kurtz, es fuertemente ideológica
(Marlow y Ralph representan la civilización, mientras Jack y Kurtz
representan el salvajismo). Esta tensión lleva eventualmente a un conflicto
violento.
Podemos también notar la importancia de la bestia para los niños en este
capítulo, y su rol central en el usurpo del liderazgo de Ralph por parte de
Jack. Como descubren Ralph y Piggy, Jack y su tribu han construido una
mitología elaborada alrededor de la bestia, a la cual ahora le atribuyen
muchas cualidades que no estaban presentes en descripciones anteriores.
Ellos creen que la bestia es inmortal y que puede cambiar de forma como
desee, y aseguran que debe ser tanto adorada como temida. Jack ha
establecido las reglas de su sociedad alrededor de esta mitología. Los
niños están unidos por su creencia en la bestia y, sobre todo, su creencia
que Jack es la única persona que los puede proteger de la bestia. Sus
bailes y cantos ritualistas, así como el maquillaje y los adornos de Jack,
expresan su compromiso con esta mitología, dentro de la cual el Señor de
las Moscas funciona totémicamente.

El Señor de las Moscas encarna y expresa la mitología de la bestia que


une a la tribu de Jack. Como ofrenda al cuerpo del paracaidista en la
montaña, el cual los niños, excluyendo a Piggy, consideran que es la
bestia, simboliza el reconocimiento de Jack y su sumisión los impulsos
malévolos que residen dentro de la psiquis individual. En capítulos
anteriores, él había prometido que mataría la bestia; aquí, Jack intenta
aplacarlo para ganar su favor. Como tótem, un artefacto que une la tribu
de Jack (como la concha servía de tótem para el grupo de Ralph), el Señor
de las Moscas simboliza la solidificación del grupo de Jack alrededor de un
grupo de valores e intereses compartidos que, como hemos visto, son
egoístas y permisivos. Finalmente, como un recuerdo de la caza de la
cerda, el Señor de las Moscas representa la imposición de la voluntad
humana sobre la naturaleza, otra de las metas de Jack para la vida en la
isla. La cabeza del cerdo le recuerda a los niños la esencial oposición entre
el hombre y la naturaleza, una oposición que Jack ve como
intrínsecamente hostil, y una que los niños pueden ganar.
Sin embargo, el evento más importante del capítulo es el asesinato de
Simón por parte de la tribu de Jack. Ellos están en un estado como de
trance a cause de su baile ritualista, aunque esto no excusa sus actos. El
asesinato continúa el paralelo entre Simón y Jesús que había sido
establecido en el capítulo anterior al presentar el asesinato como un
sacrificio, al igual que el asesinato de Cristo en la cruz. Como Jesús, el cual
fue el único portador de la voluntad de Dios, solo Simón posee la verdad
sobre la bestia. También como Jesús, la tragedia de Simón es gobernada
por el hecho de que es malentendido o desconfiado por todos los que lo
rodean. Por ejemplo, los otros chicos creen que Simón está loco; sin
embargo, él es el único que descubre la verdad sobre la supuesta bestia.
Esta ironía es agravada cuando los cazadores de Jack confunden a Simón
con la bestia. Su asesinato representa la culminación de las tendencias
violentas prevalentes en la banda de cazadores de Jack, los cuales
finalmente van de brutalidad hacia animales a brutalidad entre ellos. El
cambio es sutil: ellos asesinan a Simón siguiendo su instinto, caen sobre él
antes de darse cuenta de que no es una amenaza para ellos. Aún así, ésta
es otra línea que los chicos cruzan en su camino de descenso de
civilización a salvajismo inhumano, y otro paso hacia violencia completa y
premeditada contra sí mismos. El asesinato de Simón revela la brutalidad
inherente del espíritu humano. A nivel metafórico y estructural, Golding
presenta a Simón como el mártir, una figura cuya muerte es instructiva
por lo menos para el lector.

Los paralelos entre Simón y Cristo continúan aún después de la muerte de


Simón. Podemos notar no solo el subtexto religioso de la imagen final del
capítulo, sino también el tono distintivamente pesimista de este subtexto.
La tormenta simultáneamente remueve de la isla los cuerpos del
paracaidista y de Simón. Sin embargo, mientras al paracaidista parece
ascender con los vientos, Simón es arrastrado bajo la marea. El
paracaidista, el cual representa tanto la guerra que causó los eventos que
trajeron a los niños a la isla, siendo un soldado, como, en un sentido más
general, el mal que está presente la psiquis humana (parece un ángel
caído, comúnmente asociado con Satanás), es levantado hacia el cielo,
mientras Simón, el cual representa a Cristo, parece descender bajo la
superficie de la tierra. Esta imagen, por lo tanto, reversa la historia
tradicional, con Satanás elevándose hacia el cielo y Cristo descendiendo
hacia el infierno. La implicación es que el orden ideal del bien y el mal ha
sido revertido en la isla. El mal ha triunfado, lo cual refleja el ascenso al
poder de Jack y presagia los eventos aún más trágicos por venir. Aún así,
queda un poco de optimismo: el cuerpo de Simón, mientras se lo lleva el
mar, está rodeado por pequeños peces brillantes, los cuales funcionan
como un halo vivo. Ellos no necesariamente quieren comerse el cuerpo;
tal vez lo están honrando metafóricamente. La implicación es que la
verdad del mensaje de Simón, y la injusticia de su muerte, serán
reconocidas eventualmente, como es el caso con los profetas y santos
martirizados.

Capítulo 10: La Concha y los Espejuelos


Resumen Al otro lado de la isla, Ralph y Piggy se reúnen en la playa.
Cansados, heridos, y perturbados por la noche previa, discuten lo que le
pasó a Simón. Piggy le recuerda a Ralph que sigue siendo el líder, o por lo
menos el líder de los que siguen con ellos. Piggy intenta que Ralph deje de
pensar sobre la muerte de Simón haciendo un llamado a su lado racional.
Piggy dice que participó en el asesinato porque tenía miedo, a lo cual
Ralph responde que no tenía miedo. Él no sabe qué le pasó. Piggy intenta
justificar la muerte como un accidente provocado por el comportamiento
“loco” de Simón, pero Ralph, agarrando la concha defensivamente, es
consumido por la culpa y el arrepentimiento e insiste que fueron parte de
un asesinato.
Piggy le pide a Ralph que no le diga a Samyeric que estuvieron envueltos
en la muerte de Simón. Ralph y Piggy revelan que casi todos los demás
niños los han abandonado para unirse a la tribu de Jack excepto Samyeric
y algunos de los peques. Samyeric regresan a la playa, donde le entregan a
Ralph y a Piggy un tronco que han arrastrado desde el bosque.
Inmediatamente se van a nadar Ralph detiene a los gemelos con la
intención de informarles que él y Piggy no participaron en el asesinato de
Simón. Los cuatro están nerviosos cuando discuten dónde estuvieron la
noche anterior, intentando evitar el tema del asesinato de Simón. Todos
insisten que se fueron temprano, justo después del banquete.

En Castle Rock, Roger intenta ser aceptado al campamento de Jack.


Robert, quien ya está adentro, hace que Roger se anuncie antes de entrar
—una de las nuevas reglas de Jack. Cuando Roger entra, Robert le enseña
una nueva característica del campamento de Jack: los niños han
manipulado un tronco para que puedan causar que una piedra caiga y
aplaste lo que esté debajo. Esto perturba a Roger, y Robert cambia el
tema, diciéndole que Jack amarró a un niño llamado Wilfred por ninguna
razón. Roger considera las implicaciones de la “autoridad irresponsable”
de Jack y baja hacia las cuevas y los otros niños en la tribu de Jack.
Encuentra a Jack sentado sobre un tronco, casi desnudo, con su cara
pintada. Jack declara al grupo que mañana cazarán otra vez. Les advierte
sobre la bestia y sobre intrusos. Les promete otro banquete.
Tímidamente, Bill le pregunta a Jack qué usarán para encender el fuego.
Jack se enrojece. Finalmente contesta que tomarán el fuego de los otros
chicos.
En el campamento de Ralph en la playa, Piggy le da sus espejuelos a Ralph
para encender el fuego. Ellos quisieran hacer un radio o un bote, pero
Ralph dice que si lo hicieran, arriesgarían ser capturados por los Rojos. Eric
se detiene antes de admitir que sería mejor que ser capturados por los
cazadores de Jack. Ralph se pregunta qué había estado diciendo Simón
sobre un hombre muerto. Los niños se cansan de conseguir leña para el
fuego, pero Ralph insiste que deben seguirlo haciendo. A Ralph casi se le
olvida cuál es su objetivo para el fuego, y entonces se dan cuenta de que
se necesitan dos personas para mantener el fuego encendido en todo
momento. Dado el tamaño del grupo de Ralph, cada miembro tendría que
pasar doce horas al día velando el fuego. Cansados y desanimados, ellos se
rinden y regresan a sus albergues, donde se quedan dormidos.

Ralph y Piggy duermen mal. Son despertados por ruidos dentro del
albergue: Samyeric jugando a pelear. Consciente de su creciente miedo,
Ralph rememora sobre la seguridad de su hogar, y él y Piggy concluyen
que se enloquecerán. De pronto escuchan hojas crujiendo fuera de su
albergue y la voz de un niño susurrando el nombre de Piggy. Es Jack y sus
cazadores, los cuales están atacando el campamento. Los niños bajo el
comando de Ralph luchan pero quedan considerablemente heridos. Piggy
le dice q Ralph que querían la concha, pero entonces se da cuenta de que
vinieron buscando otra cosa: los espejuelos rotos de Piggy.
Análisis
Mientras el caos alrededor de la muerte de Simón se calma, Golding se
enfoca en el horror que sienten Piggy y Ralph sobre su participación en el
asesinato. Los dos niños intentan justificar su papel en la muerte de Simón
diciendo que no sabían que era Simón hasta que era demasiado tarde, que
no estaban en el círculo de niños golpeándolo hasta morir, y que actuaron
basado en instinto en vez de malicia. Aún así, la participación de Piggy y
Ralph deja claro que aún estos niños, los modelos de racionalidad y
madurez entre los chicos en la isla, son susceptibles a las mismas fuerzas
que motivan a Jack y sus cazadores. Golding oscurece la dicotomía que
una vez fue clara entre Ralph, el “bueno,” y Jack, el “malo,” demostrando
que la compulsión hacia la violencia y la destrucción está presente dentro
de todos los individuos. Casi no hay evidencia del reverso, un Jack
“bueno.” La implicación de la corta pero trágica participación de Ralph y
Piggy en las actividades brutales de la tribu de Jack es que el estado
natural de la humanidad no es ni bueno ni malo, sino mixto. El orden
social y las reglas, con la consciencia y la razón ayudando sólo
ocasionalmente, son los que constriñen y limitan los impulsos “malos” que
existen dentro de todos nosotros.

De hecho, Golding presenta una gran cualificación que distingue a Ralph y


Piggy de Jack. Ralph y Piggy todavía poseen una sensibilidad moral. Ellos
entienden que sus acciones están mal y, por consiguiente, intentan
encontrar alguna justificación para su rol en el asesinato. Están
avergonzados del asesinato, al contrario de los demás niños, los cuales
demuestran ninguna aprensión por lo que han hecho. Aunque Ralph y
Piggy intentan, fallidamente, de racionalizar sus acciones, el hecho de que
necesitan encontrar alguna razón que los justifique demuestra que
entienden los principios morales y mantienen una apreciación por ellos.
Golding, por lo tanto, sugiere que, mientras el mal puede estar presente
dentro de todos nosotros, la fuerza de la consciencia y la razón puede
mover positivamente nuestros morales, para algunos más que otros.

Como el nuevo líder de los niños, Jack mantiene su autoridad


capitalizando sobre los miedos y las sospechas de los demás. Aún cuando
le presentan información de que la figura en la montaña no presenta un
peligro, Jack continúa promoviendo el miedo de la temida bestia. Como
muchos tiranos, sus reglas están basadas en una estricta distinción entre
los que están dentro y fuera del grupo: los de adentro son su tribu, y los
de afuera son sus enemigos: la bestia y los niños en la isla que rechazan la
autoridad de Jack. Sus métodos de reino son enteramente exclusivistas, y
no proveen el primer rol del gobierno: la seguridad y el bienestar del
grupo, aún cuando Jack pretende ser capaz de proveer protección de la
bestia y otros enemigos. La declaración formal del guardia de que los
visitantes deben anunciar su presencia no incrementa la seguridad de los
niños.

Aún mientras Golding continúa enfatizando el ascenso exitoso de Jack


como líder, él sugiere que este reino puede ser efímero. La falta de
previsión que Jack demuestra como líder es evidente aún para él mismo.
Enfrentado con el dilema de proveer un banquete sin un fuego, su
solución es robarle a los niños que han mantenido un sentido de
responsabilidad. Ralph, Piggy, Sam y Eric, por lo tanto, se sienten
considerablemente agobiados. Sin la ayuda de los demás niños, los cuales
se sienten satisfechos jugando a salvajes, estos cuatro tienen que dedicar
toda su energía a mantener el fuego de señal, una tarea casi imposible.
Jack le ha dejado una gran carga a estos niños, pero esto no le importa
mientras él pueda robarse los espejuelos para los banquetes. Ralph y
Piggy consideran, por su parte, que puede que se vuelvan locos si no son
rescatados pronto.
Surge un peligro más inmediato para Ralph y Piggy cuando Jack y sus
seguidores cargan hacia el campamento en la playa. El ataque a Ralph y
Piggy señala otra etapa del descenso de los niños de comportamiento
civilizado a puro salvajismo. El asesinato de Simón fue motivado por la
histeria de la masa, el miedo instintivo, y el pánico. La violencia utilizada
para conseguir los espejuelos de Piggy, aunque no es fatal, es intencional,
un acto que anticipa el asesinato de Piggy en el siguiente capítulo. El
asesinato premeditado de Piggy también es presagiado por la descripción
de la piedra posada cerca del fuerte. Jack y sus soldados han posicionado
la piedra para que pueda ser derribada sobre otro niño. La única pregunta
que queda es cuál de los niños sufrirá este destino.

Como en capítulos anteriores, Golding utiliza el simbolismo y la imaginería


para llamar la atención del lector al arco trágico de la novela, el cual sigue
a los niños mientras descienden de seres civilizados y morales a salvajes
motivados sólo por el interés propio y susceptibles a impulsos violentos.
Los espejuelos de Piggy, los cuales a través de la novela son símbolos de la
razón intelectual y el pragmatismo, ya que son utilizados para encender el
fuego de señal, terminan en manos del irracional y brutal Jack. Jack, por
supuesto, quiere los espejuelos no para encender un fuego de señal, sino
una fogata para un asado de cerdo, una decisión que refleja su falta de
previsión y hedonismo. También podemos notar que a Ralph y Piggy les
sorprende el robo de los espejuelos, ya que pensaban que la intención de
Jack era robar la concha. El desinterés de Jack por la concha, un símbolo
en la novela de la autoridad democrática, refleja su rechazo no sólo de la
autoridad de Ralph, sino también de todo el sistema de democracia
liberal. La concha es inútil si uno no cree en su poder. Ralph
aparentemente todavía cree que la concha es o debería ser importante. La
imagen de Ralph aferrándose a la concha es un poderoso recordatorio de
que es uno de los únicos niños que todavía creen en la vida civilizada en la
isla.

Mientras la concha pierde significado y los espejuelos de Piggy caen en las


manos de la tribu de Jack, Ralph y Piggy se deprimen, ya que han perdido
la esperanza de que serán rescatados. Golding enfatiza la desesperación
del grupo de Ralph para provocar pesimismo en el lector. En otras
palabras, cuando Ralph y Piggy pierden la fe en su rescate, nosotros
perdemos la fe con ellos también. Parece que el futuro de los niños
siempre será en la isla, guiado por el demente pero floreciente sistema de
tribu de Jack y sus cazadores. La escena en la playa de Ralph, con su
población herida y en decline, el menguante fuego, y los símbolos
culturales sin sentido (particularmente la concha) quedan en fuerte
contraste con la escena en el bosque de Jack, con su ejército, bordes
impuestos, y hasta armas (el aparato de defensa propia). La implicación no
es que la civilización de Ralph ha sido destruida, sino que ha sido
reemplazada por otra, una sociedad más primitiva pero también más
guerrera. Al igual que los primeros días de los niños en la isla reflejaron el
progreso evolucionario del hombre antiguo, sus últimos días reflejan
algunos de los aspectos del desarrollo de las civilizaciones humanas, las
cuales chocan violentamente debido a diferencias religiosas y políticas.

 Capítulo 11: Castle Rock


Resumen

En la playa, Ralph, Piggy, y Samyeric se reúnen alrededor de los restos


del fuego de señal, ensangrentados y heridos. Intentan revivir el fuego,
pero es imposible sin los espejuelos de Piggy. Ralph, soplando la concha,
convoca una asamblea de los niños que permanecen con ellos. Piggy,
entrecerrando los ojos, sin poder ver, le pregunta a Ralph qué pueden
hacer. Ralph responde que lo que más necesitan es un fuego, y les
recuerda que si hubiesen mantenido el fuego encendido tal vez ya
hubiesen sido rescatados. Dándose cuenta de la importancia de los
espejuelos de Piggy, Ralph, Sam, y Eric piensan que deben ir a Castle Rock
con lanzas, pero Piggy se niega a armarse. Piggy dice que deben hablar
con Jack y apelar a su sentido de justicia. Una lágrima cae por su mejilla
mientras habla. Ralph dice que deben hacerse presentables, con ropa,
para parecer niños y no salvajes.
Ralph y sus chicos emprenden su viaje a lo largo de la playa, cojeando.
Cuando llegan a Castle Rock, Ralph sopla la concha, la cual ha traído,
creyendo que le recordará a Jack y a sus cazadores de su autoridad
legítima. Ve a los chicos de Jack guardando el campamento, y se les acerca
vacilantemente. Samyeric corren hacia Ralph, dejando solo a Piggy. Los
cazadores de Jack, nada impresionados por la concha, lanzan piedras hacia
Ralph y sus compañeros y les gritan para que se vayan. De pronto, Jack
emerge del bosque, acompañado por un grupo de cazadores que
arrastran un cerdo muerto. Le advierte a Ralph que los deje quietos. Ralph
demanda que le devuelvan los espejuelos de Piggy, y los dos pelean. Ralph
finalmente llama a Jack ladrón, y Jack responde intentando apuñalar a
Ralph con su lanza, la cual Ralph evita.

Mientras Ralph y Jack pelean, Piggy le recuerda a Ralph para lo que


vinieron. Ralph se separa de la pelea y le dice a la tribu de Jack que tienen
que devolverles los espejuelos de Piggy, ya que son necesarios para
mantener encendido el fuego de señal en la playa. Les recuerda que el
fuego es su única esperanza de ser rescatados. Frustrado por la
indiferencia a sus súplicas, Ralph colapsa y los llama tontos pintados. Jack
ordena que los niños atrapen a Samyeric. Los cazadores toman las lanzas
de las manos de Samyeric, y Jack les ordena que los amarren. Ralph de
nuevo le grita a Jack, llamándolo una bestia y un canalla y un ladrón.
Mientras pelean, Piggy, gritando sobre los abucheos de los niños,
demanda dirigirse al grupo.

Intentando ser escuchado sobre la conmoción, Piggy le pregunta a los


demás niños si es mejor ser una manada de indios pintados o ser sensato
como Ralph. Les pregunta si prefieren tener reglas y un acuerdo pacífico o
sólo poder cazar y matar. Les recuerda la importancia de las reglas de
Ralph, las cuales existen para asegurar su rescate. Arriba, en la montaña,
un frenético Roger deliberadamente apoya todo su peso sobre el tronco
que Robert le había enseñado más temprano, dislocando una gran piedra,
la cual comienza a rodar bajo la montaña. Ralph escucha la piedra
cayendo y logra esquivarla, pero Piggy no puede ver ni escucharla. La
piedra cae sobre Piggy, rompiendo además la concha, la cual él tenía en
sus manos. La piedra empuja a Piggy bajo un risco, donde cae en la playa,
muerto.
El grupo queda en silencio repentinamente. Al mismo tiempo, sin
embargo, Jack salta del grupo, gritando deliriosamente. Le grita a Ralph
que “eso es lo que conseguirás” (“that’s what you’ll get”) por retar su
autoridad, y expresa felicidad de que la concha ya no existe. Declarándose
el jefe, Jack deliberadamente tira su lanza hacia Ralph. La lanza rompe la
piel y la carne sobre las costillas de Ralph, y entonces se desprende y cae
en el agua. Ralph, aterrorizado, sale corriendo, las lanzas ahora atacándolo
de todas direcciones. Lo impulsa un instinto que nunca sabía que poseía.
Durante su escape, ve la cerda sin cabeza de la caza anterior. Al irse Ralph,
Jack lanza su mirada sobre Samyeric. Les ordena que se unan a la tribu,
pero cuando ellos piden ser liberados, Jack los intimida, hincando los
gemelos en las costillas con una lanza. Los otros niños lo animan pero
callan cuando ven a Roger pasar a Jack para confrontar a los gemelos.

Análisis
Mientras la tensión entre Ralph y Jack se desata violentamente, Golding
establece de nuevo el conflicto entre los dos niños como una lucha
explícita entre el salvajismo y la civilización. Los dos continúan a chocar
por puntos of conflicto que ya se habían desarrollado anteriormente:
Ralph critica a Jack por su falta de responsabilidad y su ambivalencia hacia
las reglas de orden y justicia, y Jack continúa culpando a Ralph por su no
tomar acción directa contra la bestia. Sus acusaciones expresan y
enfatizan sus respectivas perspectivas sobre la sociedad en la isla:
mientras Ralph desea una comunidad cooperativa organizada alrededor
de la meta común de ser rescatados, Jack se adhiere al ideal militarista y
une a su tribu alrededor del interés común en cazar, la autocomplacencia,
y el miedo a la mítica bestia de la isla.

Desafortunadamente, las críticas de Ralph no tienen algún efecto, ya que


están basadas en la suposición que Jack y sus cazadores pertenecen a una
sociedad con códigos y regulaciones morales. Ralph utiliza estándares en
los cuales Jack ya no cree, lo cual es simbolizado por su regocijo cuando la
concha es destruida. Este cambio en la lucha entre Ralph y Jack es sutil
pero importante. Anteriormente Jack y Ralph habían debatido sobre qué
tipo de civilización debía predominar en la isla: Jack aboga por una cultura
militarista y Ralph, por una comunidad liberal. Ahora, con la repudiación
de parte de Jack de cualquier sistema racional, los dos discuten sobre si
debe haber alguna sociedad ordenada en lo absoluto en la isla. Podemos
pensar en Jack como Cálicles de Platón en Gorgias o Trasímaco de la
República de Platón.

El subtexto político del capítulo es más evidente, sin embargo, en la


confrontación final entre Ralph, Piggy, y Jack. Mientras Ralph y Piggy se
enfrentan a Jack y a los otros niños, Golding claramente delinea la tensión
entre la civilización y el salvajismo animalista. Antes de enfrentarse a Jack,
Ralph y Piggy deliberadamente vuelven a adoptar los modales y las
costumbres de la sociedad inglesa, arreglándose y vistiéndose como niños
ingleses apropiados. Lo hacen para exagerar las diferencias entre ellos y
los cazadores, los cuales casi no usan ropa y se adornan con maquillaje
“nativo.” Cuando Piggy habla con los niños, explícitamente expresa la
principal pregunta que explora la novela: si es mejor vivir sensatamente
de acuerdo a reglas y estándares de conducta o vivir en un estado de
anarquía (de nuevo, podemos pensar en la República de Platón para
ayudarnos con esta pregunta y otras planteadas por Piggy y los eventos de
la novela). Es importante que la aseveración más reveladora y razonable
de la novela es la que provoca la tragedia más horrorosa: el asesinato del
niño más racional, Piggy, por el más brutal y amoral, Roger.

Con su muerte, Piggy se une a Simón como el segundo mártir entre los


niños. Hay varios paralelas en sus respectivos asesinatos. Los dos parias
mueren cuando rompen las ilusiones de los demás niños. Simón muere
cuando expone la verdad sobre la bestia no-existente, mientras que los
cazadores matan a Piggy cuando él los obliga a ver su comportamiento
como bárbaro e irresponsable. El asesinato de Piggy, sin embargo, es un
evento más escalofriante, ya que los niños mataron a Simón debido a un
pánico instintivo. En contraste a los cazadores frenéticos, Roger entiende
claramente sus acciones cuando tumba la piedra que mata a Piggy. Este
evento, por lo tanto, completa la progresión de comportamiento que
Golding desarrolló en los últimos dos capítulos: los niños han pasado de
violencia accidental a asesinato premeditado. La imagen final del capítulo,
en la cual el asesino de Piggy, Roger, pasa frente a Jack para acercarse a
los gemelos atados, implica que la brutalidad de Roger sobrepasa hasta la
de Jack. Mientras Jack condona y participa en violencia contra animales y
humanos, Roger es el que trama y lleva a cabo el asesinato de Piggy.
Importantemente, no busca autorización de Jack para el asesinato o para
la tácita tortura de Samyeric. Al contrario, su sadismo parece ser
enteramente egoísta, y sugiere que él puede amenazar la autoridad de
Jack.
El principal símbolo de la civilización en la novela, la concha, aparece en
este capítulo sólo para ser destruido cuando Roger empuja la peña sobre
Piggy. Este acto crucial provoca y presagia la destrucción de Ralph del
Señor de las Moscas, el principal símbolo cultural de la tribu de Jack, en el
próximo y final capítulo de la novela. Este gesto sugiere el descenso de
Ralph al salvajismo y la violencia. La concha, un marcador establecido de
la autoridad de Ralph y un símbolo consistente de la democracia liberal a
través de la novela, ha perdido su poder; Jack y sus cazadores hace tiempo
que se negaron a reconocerlo como un símbolo de autoridad. En este
capítulo, la concha finalmente es destruida en una demostración del
triunfo de Jack sobre Ralph.

Mientras Ralph huye de las lanzas de los cazadores de Jack, Golding de


nuevo llama la atención del lector a la humanidad baja, inmoral,
animalista que acecha dentro de cada individuo. Ralph es literalmente
cazado como uno de los cerdos en la isla, un momento que fue presagiado
en capítulos anteriores cuando Roger pretende ser un cerdo durante el
baile de caza, y cuando Jack le sugiere al grupo que deben cazar a un
peque. Niño y animal se vuelven indistintos, y mientras Ralph escapa es
motivado por un instinto primitivo. Su terror es el de un animal cazado:
instintivo, sin pensamiento. Ralph, el personaje que a través de la novela
representó el pragmatismo y la civilización, ha sido reducido a un animal
de caza, al igual que Jack y sus cazadores se han reducido a bestias
predadoras. (Para más sobre el tema de humanos y animales, compare
con La Isla del Dr. Moreau por H.G. Wells.)

Note también la presencia de los animales en el penúltimo capítulo. A


través de la novela, Golding ha utilizado imaginería y metáforas animales
para llamar la atención del lector a la línea delicada entre la naturaleza
humana y la animal, al igual que para subrayar la relación hostil entre la
civilización y el mundo natural que la civilización subyuga para asegurar la
supervivencia humana. Mientras Ralph huye de las lanzas de Jack y sus
cazadores, lo último que registra es el cuerpo decapitado de la cerda que
la tribu de Jack acababa de descuartizar. La imagen del cuerpo de la cerda
evoca tanto el Señor de las Moscas, la cabeza de cerdo en un palo que ha
significado el mal, y Piggy, cuyo brutal asesinato marca el final de la
destrucción de la civilización en la isla.

Capítulo 12: El Grito de los Cazadores


Resumen
Ralph se esconde en la jungla, preocupado por sus heridas y la violencia
inhumana en la que han caído los niños en la isla. Piensa
en Simón y Piggy y se da cuenta de que la civilización es imposible entre
los niños. Ralph, el cual no está lejos de Castle Rock, cree que ve a Bill a lo
lejos. Concluye que el niño ya no es Bill. Este niño es un salvaje,
enteramente diferente al niño en pantalones cortos que una vez conoció.
Ralph está seguro de que Jack nunca lo dejará en paz. Viendo al Señor de
las Moscas, ahora sólo un cráneo con la piel y carne carcomida, Ralph
decide contraatacar. De lejos, Ralph puede escuchar el canto de los niños:
“Mata la bestia. Córtale el cuello. Derrama su sangre!”
Esa noche, armado con una lanza improvisada, Ralph gatea sin ser
detectado al puesto de observación cerca de Castle Rock. Llama a Sam y
Eric, quienes ahora vigilan la entrada. Sam le da a Ralph un pedazo de
carne pero no está de acuerdo con unirse a él de nuevo. Sam le dice a
Ralph que se vaya. Los gemelos le dicen a Ralph que Roger ha afilado un
palo en ambos extremos, y le advierte que Jack pronto enviará la tribu
entera tras Ralph el próximo día.
Desalentado, Ralph gatea hasta un matorral donde puede dormir a salvo.
Cuando despierta en la mañana puede escuchar a Jack torturando a uno
de los gemelos y hablando con Roger justo afuera del matorral donde se
esconde Ralph. Están tratando de descubrir dónde se esconde Ralph.
Varios niños ruedan piedras bajo la montaña, intentando romper el
matorral. Más niños intentan entrar.

Cuando Ralph decide encontrar un nuevo lugar para esconderse, huele


humo. Se da cuenta, horrorizado, que Jack ha encendido el bosque en
fuego para intentar obligar a Ralph a salir de su escondite. También
reconoce que el fuego destruirá todas las frutas en la isla, poniendo en
peligro de nuevo la supervivencia básica de los niños. Aterrorizado, Ralph
sale corriendo de su escondite, abriendo camino a puños entre varios de
los cazadores de Jack, los cuales están pintados de colores salvajes y
blandiendo lanzas afiladas de madera de forma amenazadora. Estos
persiguen a Ralph a través del bosque. Serpenteando a través de la densa
maleza, Ralph finalmente escapa a la playa, donde colapsa exhausto y
aterrorizado. Sabe que los cazadores de Jack están cerca.

Cuando Ralph mira hacia arriba se sorprende de ver una figura imponente
frente a él. La figura es un hombre—un oficial naval! El oficial le dice a
Ralph que su navío vio el humo y decidió investigar la isla. Ralph se da
cuenta de que el oficial cree que los niños sólo han estado jugando. Los
otros niños comienzan a salir del bosque, y el oficial comienza a enterarse
del caos y la violencia entre los niños varados. Percival intenta decirle su
nombre y dirección pero ya no puede recordarlo. Ralph, informándole que
es el líder, se entristece de no poder decirle al oficial cuántos niños hay en
la isla cuando él le pregunta. El oficial, sabiendo que no se han estado
comportando de acuerdo a las reglas de la civilización, regaña a los niños
por no saber exactamente cuántos hay y por no estar organizados, como
deben ser los británicos.
Ralph insiste al oficial que estaban organizados y se comportaban bien al
principio. El oficial dice que imagina que fue como la trama de La Isla de
Coral. Ralph, quien no entiende esta referencia, comienza a llorar al
recordar los primeros días en la isla, los cuales ahora parecen
imposiblemente remotos. Llora por el fin de la inocencia y por la oscuridad
en el corazón de todos. Llora por las muertes de Simón y Piggy. Los demás
niños comienzan a llorar también. El oficial se vira, avergonzado, mientras
los niños intentan recobrar su compostura. El oficial vela el crucero a lo
lejos.

Análisis
La dinámica entre Ralph y los demás niños cambia dramáticamente
durante las primeras escenas del último capítulo. Ralph ahora es un objeto
para los demás niños mientras huye de los cazadores de Jack, quienes
parecen incapaces de hacer una distinción entre cazar cerdos y cazarse
unos a los otros. Como observa Ralph, los demás niños no se parecen a los
estudiantes ingleses que quedaron varados allí al principio; son unos
totales salvajes sin sensibilidades morales o racionales. Como dejan de
exhibir las cualidades que los definen como seres humanos civilizados, ya
no cualifican como niños. El cambio de una identidad humana a una
animal se puede notar en Ralph. Ya que los niños dejan de considerarlo un
ser humano, debe depender de sus sentidos primitivos para escapar los
cazadores. Como Ralph no se puede defender a través de algún sentido de
justicia o moralidad, debe utilizar su instinto animal y su astucia para
sobrevivir.

El capítulo final enfatiza la cualidad auto-destructiva de las acciones de los


niños. A través de la novela, Golding ha indicado que los niños son
destructivos no sólo hacia sus enemigos, sino entre sí mismos, un tema
que culmina dramáticamente en este capítulo. Las imágenes de la
putrefacción permean las escenas finales, particularmente en el Señor de
las Moscas, el cual se descompuso hasta que sólo quedaba un cráneo
vacío. Importantemente, Ralph desmantela al Señor de las Moscas al
empujar el cráneo del cerdo fuera del palo donde estaba empalado, una
acción que refleja y completa la destrucción de Roger de la concha en el
capítulo anterior. La destrucción de ambos objetos le señala al lector que
los niños han caído en una brutal guerra civil. Ralph destroza el Señor de
las Moscas—un tótem para la tribu de Jack—para usar el palo en el que
estaba empalado como lanza para atacar a Jack. La acción de Ralph, por lo
tanto, indica que ha aceptado los términos salvajes de Jack de guerra, un
conflicto que anteriormente había abordado con razón y pacifismo, pero
es muy tarde para eso. La decisión de Ralph de atacar a Jack o por lo
menos de defenderse con un arma indica que él también ha descendido al
salvajismo. Todos los vestigios de una civilización democrática en la isla
han desaparecido, y no queda claro si la monarquía de Jack retiene algún
nivel de civilización.

Otra imagen ominosa en este capítulo es la lanza de Roger. Como


Samyeric le informan a Ralph, Roger ha afilado ambas puntas de su lanza,
una herramienta que simboliza el peligro que los niños han causado para
sí mismos. La lanza simultáneamente apunta hacia el que la empuña y al
que está dirigida; es capaz de herir a ambos igualmente. El significado de
la lanza de doble filo es demostrado en la caza de Ralph. Es decir, para
encontrar a Ralph, los niños encienden un fuego que puede subyugarlos y
destruir las frutas que son esenciales para su supervivencia. Golding, por
lo tanto, alerta al lector a las consecuencias contraproducentes de la
venganza: en el mundo de la novela, el precio mayor de herir a otro es
herirse a uno mismo.

A pesar de la situación aparentemente desesperada en la isla, sin


embargo, los niños son finalmente rescatados por un oficial naval cuyo
navío se dio cuenta del fuego en la isla. Este final no es solo inesperado
sino profundamente irónico. No fue el fuego de señal el que atrajo al
crucero naval; fue el fuego forestal que encendió la tribu de Jack en un
gesto de extrema irresponsabilidad y auto-destrucción. Irónicamente y
hasta trágicamente, es Jack y no Ralph el que termina siendo responsable
por el rescate de los niños. Las implicaciones son nefastas: no fue la
planificación cuidadosa y la previsión lo que llevó a los niños a la
seguridad, sino una coincidencia. Las consecuencias del salvajismo, no la
civilización, son lo que salvó a los niños. Con este gesto narrativo abrupto,
Golding subvierte la lógica que había establecido a través de la novela. Por
supuesto, la justicia poética no es requerida, pero el problema es
perturbador. Tal vez, él sugiere, el salvajismo y la civilización son menos
disimilares de lo que creemos. Al presentar a Jack como el salvador
accidental de los niños, Golding termina la novela antes de que la acción
pueda culminar apropiadamente. Al lector no se le permite ver una batalla
final entre Ralph y Jack, aunque fácilmente podemos imaginar que Ralph
está condenado. Ya que la deshumanización está completa, no queda casi
nada por decir.

La aparición repentina del oficial naval en la playa mitiga el efecto de la


agresión de los niños. El oficial es un deus ex machina (una figura
inesperada que aparece casi de la nada y sólo para resolver la trama y
llevarla a una conclusión rápida). Su llegada a la isla libra a Golding de
tener que explorar las implicaciones finales del ataque suicida de los
cazadores sobre Ralph y el descenso del mismo Ralph a la brutalidad
violenta.

En otro gesto improbable, el oficial naval le repite a los niños lecciones


que, a través de la novela, Ralph y Piggy han intentado impartir a los
demás niños. Él enfatiza la importancia del orden al igual que Ralph y
Piggy, lo cual retroactivamente llama nuestra atención a la madurez y
sensibilidad de los consejos de Ralph. Aún así, el oficial naval no puede
comprender el alcance de las experiencias de los niños en la isla. Él
interpreta la caza y las caras pintadas como un juego infantil, sin darse
cuenta de que su atuendo conlleva más que un significado simbólico. Los
niños no han estado jugando a ser salvajes; se han convertido en ello. La
mención del oficial de la novela de aventura del siglo diecinueve La Isla
Coral subraya su ignorancia de la brutalidad que domina la isla. Mientras
los niños en La Isla Coral tuvieron aventuras despreocupadas e
infantiles, los niños en la historia de Golding descienden a profundidades
impensables de violencia y crueldad. A través de la ingenuidad del oficial,
la cual es informada por La Isla Coral, Golding critica de nuevo
implícitamente las descripciones idealistas de los niños en la literatura
popular. Aún así, estos eventos concluyentes tan poco probables se
sienten abruptos y poco satisfactorios después de tanta riqueza en la
narrativa.
Otro aspecto importante del personaje del oficial naval es su admonición a
los niños por no comportarse como “niños británicos” apropiados, lo cual
nos recuerda los clamores patrióticos de Jack en el Capítulo 2 de que los
británicos son los mejores en todo. La aseveración del oficial
simbólicamente lo ata a Jack y subraya la hipocresía de tal personaje
militar. Mientras el condena el juego violento de los niños en la isla, él
mismo es una figura militar, envuelto en una guerra continua que necesitó
la evacuación de los niños de sus hogares e involuntariamente llevó a los
eventos que ocurrieron en la isla. Una vez más, el problema es ambiguo:
tal vez la violencia entre los niños no fue una expresión de un instinto
interno desatado sino un reflejo de la aparentemente “civilizada” cultura
en la que se criaron, una cultura envuelta en una terrible y fatal guerra. De
cualquier modo, el oficial hace eco a Ralph en vez de Jack, repitiendo
muchos de las advertencias sobre reglas y orden que Ralph le había
expresado a los niños a través de la novela. Al asociar al oficial con Ralph
tanto como con Jack, de diferentes formas, Golding cuestiona la distinción
entre civilización y salvajismo que trazó con creciente énfasis en los
primeros capítulos de la novela y luego borró en los últimos capítulos.

Si el oficial naval salva a los niños de su auto-destrucción, puede haber


llegado demasiado tarde. Las escenas finales de la novela enfatizan el
daño emocional permanente que los niños se han infligido a sí mismos.
Con la posible excepción de Ralph, los niños ya no están acostumbrados a
la sociedad de la que provienen. Golding subraya este hecho al presentar
a Percival como incapaz de decir su nombre y dirección como podía
cuando llegó a la isla. Más aún, Ralph percibe sus experiencias en la isla
como el final de su inocencia. Él ha sido testigo del derrocamiento de la
sociedad racional representada por Piggy a favor de la barbarie y tiranía
de Jack. Sus pensamientos finales: “Ralph lloró por el fin de la inocencia, la
oscuridad del corazón del hombre, y la caída de su amigo fiel y sabio
llamado Piggy” (“Ralph wept for the end of innocence, the darkness of
man's heart, and the fall through the air of the true, wise friend called
Piggy”). Estos pensamientos indican un juego con el mito de Edén con el
que comenzó Golding. Si hubiese un Edén en esta isla, era el lugar especial
encontrado por Simón que ninguno de los otros niños quería
experimentar. Empezaron fuera de Edén en vez de dentro de él. Cualquier
paraíso que esperaban en la isla desapareció cuando los niños escogieron
la naturaleza y el instinto sobre la racionalidad y la conciencia—lo cual se
puede comparar, sin embargo, con el desarrollo de la racionalidad y la
conciencia en Génesis, lo cual aparente ocurrir principalmente luego de la
Caída. Ralph pierde su inocencia cuando se da cuenta de que la violencia
inherente en la humanidad siempre está bajo la superficie del orden y la
moralidad que la civilización impone sobre los individuos.

Metáforas y Símiles
Bestia
Otro de los símbolos más importantes utilizado para representar el tema
de la novela es la bestia. En la imaginación de muchos de los niños, la
bestia es una fuente tangible del mal en la isla. Sin embargo, en realidad
representa el mal naturalmente presente dentro de todos, lo cual causa
que la vida en la isla se deteriore. Simón comienza a entender esto aún
antes de su encuentro con el Señor de las Moscas, y durante una discusión
sobre la existencia de la bestia intenta compartir su perspicacia con los
demás. Tímidamente, Simón les dice, “Quizás, quizás hay una bestia. Lo
que quiero decir es que quizás es sólo nosotros” (p. 89). En respuesta a la
aseveración de Simón, los demás niños, quienes alguna vez llevaban sus
reuniones con algún sentido de orden, inmediatamente comienza a
discutir más ferozmente. La multitud da un “grito salvaje” cuando Jack
regaña a Ralph, diciendo “Abajo con las reglas! Somos fuertes, cazamos! Si
hay una bestia, la cazaremos!” (p. 91). Claramente, el miedo a la bestia de
los niños y su deseo irónico de matarla demuestra que el control que
antes tenían las reglas de la sociedad sobre ellos se ha relajado durante el
tiempo que han pasado sin supervisión en la isla.
Espejuelos
El mal dentro de los niños tiene un mayor efecto en su existencia mientras
más tiempo pasan en la isla, aislados del resto de la sociedad. Este decline
es demostrado por los espejuelos de Piggy. A lo largo de la novela, Piggy
representa la civilización y las reglas de las cuales los niños han sido
separados; interesantemente, mientras Piggy pierde la capacidad de ver,
también los otros niños pierden vista de esa civilización. Cuando comienza
la historia, Piggy puede ver claramente con ambos lentes de sus
espejuelos intactos, y los niños todavía son bastante civilizados. Por
ejemplo, en una de sus primeras reuniones, los niños deciden que “no
pueden hablar todos a la vez” y que “tienen que levantar las manos como
en la escuela” (p. 33). Sin embargo, después de un tiempo, los cazadores
se preocupan más por matar a un cerdo que por ser rescatados y regresar
a la civilización. Cuando regresan de una caza exitosa a la jungla cantando
“Mata el cerdo. Córtale el cuello. Derrama su sangre,” Ralph y Piggy
intentan explicarle a los cazadores que tener carne para sus comidas no es
tan importante como mantener encendido el fuego de señal (p. 69). En un
altercado consiguiente, Jack tumba los espejuelos de Piggy de su cara,
rompiendo uno de los lentes contra las piedras de la montaña y
profundamente afectando su visión. Finalmente, luego de que Jack forma
su tribu de salvajes, él y dos de sus seguidores emboscan a Ralph, Piggy y
Samyeric, y en el medio del caos, los espejuelos de Piggy son robados,
dejándolo prácticamente ciego. Mientras tanto, Jack regresa a Castle Rock,
“trotando resolutamente, celebrando su logro,” habiendo abandonado
prácticamente todas las ataduras a la vida civilizada (p. 168).
Jungla
La mayor parte de la isla es una jungla, lo cual es usado por muchos
autores como un arquetipo que representa la muerte y el deterioro. De
hecho, ya que la jungla es la guarida de la bestia, ella también simboliza la
oscuridad naturalmente presente en los seres humanos, la cual es capaz
de gobernar sus vidas. Este mal eventualmente se esparce a casi todos los
niños en la isla, al igual que en la jungla “la oscuridad se desbordó,
sumergiendo los caminos entre los árboles hasta que eran sombríos y
extraños como el fondo del mar” (p. 57).
Cazas
La sensación de liberación que resulta de llevar máscaras le permite a
muchos de los niños participar en las inhumanas y bárbaras cazas de
cerdos. Estas cazas pueden ser interpretadas como símbolos de los deseos
primitivos de los niños o hasta anarquía. De hecho, muchos de los niños se
envuelven tanto en su misión por conseguir la sangre de un cerdo que
parecen olvidar sus esperanzas de regresar a la civilización y abandonan la
tarea de mantener el fuego de señal encendido. Cuando Ralph intenta
explicar lo importante que es el fuego de señal, Jack y los demás
cazadores siguen ocupados con pensamientos sobre la exitosa y
repugnante caza en la que acaban de participar. “Habían paladas de
sangre,’ dijo Jack, riéndose y temblando, ‘lo debiste haber visto!’” (p. 69).
También, durante otra celebración de una caza exitosa, los niños se dejan
llevar mientras recrean la masacre. Sin embargo, los niños se han
convertido tanto en salvajes que no logran controlarse, y por un
momento, equivocan a Simón con la bestia. “Las lanzas cayeron y la boca
del círculo crujió y gritó. La bestia estaba en sus rodillas en el centro, sus
brazos plegados frente a su cara” (p. 152). Como resultado de sus instintos
descontrolados, los niños pronto matan a uno de los suyos.

Elementos Literarios
Genero
Alegoría, Aventura
Configuración y Contexto
Tiempo presente en una isla desierta tropical
Narrador y Punto de Vista
Un narrador omnisciente anónimo de tercera persona que
provee acceso a los pensamientos internos de los personajes
Tono y Estado de Ánimo
Aterrorizante, violento, trágico, perturbador
Protagonista y Antagonista
Ralph es el protagonista que intenta construir y mantener la
civilización; Jack es el antagonista que destruye y siembra el caos
Conflicto Principal
Los niños varados se dividen en dos grupos, uno que intenta
preservar las reglas y los comportamientos civilizados, y otro que
se torna bárbaro y salvaje
Climax
Simón se da cuenta de que el Señor de las Moscas no es una
entidad física, sino algo que cada niño tiene dentro de sí. Cuando
intenta compartir este descubrimiento con los otros niños, ellos
lo matan
Presagio
Simón se da cuenta de que el Señor de las Moscas no es una
entidad física, sino algo que cada niño tiene dentro de sí. Cuando
intenta compartir este descubrimiento con los otros niños, ellos
lo matan
Atenuación
El Señor de las Moscas le promete a Simón que se “divertirá” con
él. Esto presagia la muerte de Simón pero también atenúa la
violencia que ocurrirá.
Alusiones
Imágenes
Paradoja
La relación de los niños con la bestia es una paradoja. Los niños
creen que la Bestia está “allá afuera” cuando en realidad está
dentro de ellos. Al luchar contra la Bestia “allá afuera,”
incrementan la fuerza de la Bestia dentro de ellos.
Paralelismo
Metonimia y Sinecdoque
Personificación
Preguntas de Ensayo
1. 1
En su introducción a la novela de William Golding, el
novelista E.M. Forster sugiere que lo que escribe
Golding “crea una base sólida para los errores que están
por venir” (“lays a solid foundation for the horrors to
come”). Usando la cita de Forster como punto de
partida, discute cómo la novela presagia los asesinatos
de Simón y Piggy. Enfócate en dos eventos o imágenes
de los primeros capítulos de la novela y describe cómo
anticipan el desenlace trágico de la novela.
Respuesta: El clima en la isla es cada vez más hostil y
ominoso mientras se desenvuelve la trama de la novela,
el nombre de Piggy sugiere que será matado como un
animal, etc.
2. 2
Muchos críticos han leído al Señor de las Moscas como
una alegoría política. En particular, han considerado a la
novela como un comentario sobre la oposición esencial
entre el totalitarismo y la democracia liberal. Usando
dos o tres ejemplos concretos de la novela, demuestra
cómo las dos ideologías políticas aparecen en la novela,
y luego discute cuál de los dos crees que Golding
favorece.
Respuesta: El contraste entre el grupo de Ralph en la
playa y la tribu de Jack en Castle Rock representa la
oposición entre la democracia liberal y el totalitarismo.
Golding presenta el primero como el sistema superior,
demostrado por el éxito de la asamblea entre el grupo
de niños de Jack y del sistema ordenado que prioriza el
mantenimiento del fuego de señal en la montaña,
tácticas que aseguran el bienestar del grupo entero.
Note, sin embargo, lo que pasa en ambos grupos con el
pasar del tiempo.
3. 3
Los nombres y el nombramiento son importantes en el
Señor de las Moscas. Muchos personajes tienen
nombres que hacen alusión a otras obras literarias,
proveyendo percepción a sus cualidades, o presagiando
eventos importantes. Discute el significado de los
nombres de, por ejemplo, Sam y Eric, Piggy, y Simón.
Qué dice el nombre de cada personaje de él y su
importancia? Utiliza recursos externos si es necesario.
Respuesta: El nombre de Piggy, por ejemplo, indica su
posición inferior dentro de la jerarquía social de la isla y
presagia su eventual muerte a manos de la tribu de Jack.
Simón era el nombre de Pedro en la Biblia. Jack pudo
haber recibido su nombre gracias a John Marcher en la
historia de Henry James “La Bestia en la Jungla,” etc.
4. 4
Dos principales símbolos en la novela son la concha y el
Señor de las Moscas (la cabeza de cerdo en un palo).
Analiza uno o ambos de estos símbolos en términos de
cómo son percibidos por los niños además de qué
simbolizan para el lector.
Respuesta: La concha representa la democracia liberal y
el orden, como los endorsan Ralph y Piggy. El Señor de
las Moscas tiende a representar un orden autocrático o
primitivo. Note el “intercambio” de estos objetos
durante la conclusión de la novela cuando la concha es
destruida en el campamento de Jack y Ralph utiliza
parte del Señor de las Moscas como un arma.
5. 5
Los niños que quedan varados en la isla son todos
varones, y los personajes femeninos son discutidos
raramente. ¿Por qué es importante esto para la novela?
Respuesta: La diferencia entre los géneros no es
discutida o representada explícitamente en la novela,
aunque la femineidad es presentada simbólicamente a
través de las representaciones de la naturaleza. Algunos
de los personajes masculinos son “feminizados” por los
demás niños cuando son considerados no-masculinos o
vulnerables. En el coro de niños, muchos de los chicos
tiene voces altas que pueden cantar partes
normalmente reservadas para chicas. No queda claro si
la tribu de Jack se hubiese vuelto tan violenta (y
prácticamente desnuda) si hubiesen habido niñas de su
misma edad en la isla.
6. 6
Al final del Capítulo 11, Roger empuja a Jack para caerle
encima a los gemelos atados “como uno que blandía
autoridad anónima” (“as one who wielded a nameless
authority”). Enfocándote en esta cita, discute las
acciones de Roger en el Capítulo 11 en relación al poder
y sistema político de Jack.
Respuesta: Las acciones de Roger hacia los gemelos no
son autorizadas por Jack, indicando que la autoridad de
Jack está bajo amenaza. Golding insinúa un cambio en el
sistema de poder en la tribu de Jack, lo cual subraya las
imperfecciones inherentes en el sistema de Jack de
dictadura militar.
7. 7
Jack gana poder sobre muchos de los niños explotando
su miedo de la mítica bestia. ¿Cómo es que Jack
manipula el mito de la bestia para legitimar su
autoridad?
Respuesta: Jack explota el miedo de los niños a la bestia
para usurpar el liderazgo de Ralph, quien estresa un
acercamiento racional a la presumida presencial
malévola en la isla. Dentro de la tribu de Jack, la bestia
continúa teniendo un poderoso significado simbólico y
político entre los niños, uniéndolos y asegurando su
lealtad al liderazgo de Jack. Cuando Jack primero intenta
separarse de la tribu de Ralph, su autoridad no es
reconocida, pero mientras incrementa el miedo a la
bestia, un mayor número deserta del grupo de Ralph al
de Jack, donde la existencia de la bestia no es sólo
reconocida, sino que es un hecho central de la vida
diaria.
8. 8
Para el Capítulo 8, ya los niños están divididos en dos
grupos: los mayores y los menores o “peques.” ¿Qué rol
juegan los peques?
Respuesta: Considere especialmente la distinción entre
el salvajismo y la civilización.
Lo que pasa con los “peques” registra una creciente
brutalidad en la isla. Los primeros ejemplos de violencia
en la novela son dirigidos a los peques, actos que
presagian los eventos violentos de los siguientes
capítulos. Más aún, personajes que son amables con los
peques tienden a permanecer más cercanamente
asociados con la civilización a través de la novela.
9. 9
La acción narrativa de la novela traza una línea cada vez
más firme entre el salvajismo y la civilización, aunque el
valor de cada uno se convierte en un problema en la
conclusión, cuando el fuego de Jack salva a los niños.
Usando estos términos, ¿qué sugiere la novela sobre la
naturaleza humana, el mal, y la civilización?
Respuesta: El oficial naval es una figura militar, lo cual le
recuerda al lector que las sociedades “civilizadas”
también participan en violencia y asesinato. El mal
parece ser una fuerza que amenaza a la naturaleza
humana y la civilización desde adentro. Aún así, el mal
es asociado primeramente con el salvajismo y lo peor de
nuestra naturaleza.
10. 10
¿Cómo es que la novela refleja la Guerra Fría y las
preocupaciones del público por el conflicto entre la
democracia y el comunismo? ¿La novela elige un lado?
(Recuerda citar todas tus fuentes en tu bibliografía.)
Respuesta: La Guerra Fría fue principalmente entre los
Estados Unidos y sus aliados democráticos por un lado,
y la Unión Soviética y sus aliados comunistas por otro
lado. Los eventos iniciales de la novela, siguiendo a un
grupo de niños en el resultado de una guerra nuclear
terrible, reflejan y capitalizan sobre la ansiedad
generalizado por la carrera armamentista por armas
atómicas destructivas. Ralph llega a representar el
Occidente y sus valores, mientras Jack llega a
representar al enemigo.

Quiz 1
1. 1¿Qué utiliza Ralph para convocar a los demás niños?
UNA CONCHA

2. 2¿De qué sufre Piggy?


ASMA
3. 3¿Jack y sus “cazadores” son en realidad qué tipo de
grupo?
CORO
4. 4¿Los niños están varados en una isla dónde?
EL OCÉANO PACÍFICO
5. 5¿Quién identifica la isla como parte de un arrecife de
coral?
RALPH
6. 6¿“Samyeric” se refiere a qué o a quién?
A LOS GEMELOS
7. 7¿El padre de Ralph es qué?
UN OFICIAL EN LA MARINA INGLESA

8. 8¿Cuál es el verdadero nombre de Piggy?


PERCIVAL
GERALD
LESLIE
NINGUNO DE LOS ANTERIORES
9. 9¿Por qué Jack y sus cazadores atacan a Ralph y a Piggy?
QUIEREN ROBARSE LOS ESPEJUELOS DE PIGGY
10. ¿A qué se refiere la línea, “Habían truenos y tormenta
y lluvia. ¡Estábamos asustados!”? (“There was lightning
and thunder and rain. We was scared!”)
EL ASESINATO DE SIMÓN
11. 11¿Qué personaje pretende ser un cerdo durante el
canto?
ROGER
12. 12De acuerdo a Eric, ¿qué sería preferible comparado
con ser capturado por Jack y su tribu?
SER CAPTURADO POR LOS ROJOS
13. Quién se preocupa de que los otros niños piensen que
está loco?
SIMÓN
14. 14¿Quién titubea cuando los niños votan por un líder,
ya que no sabe si apoyar a Ralph?
PIGGY
15. 15Ralph considera ______ lo más importante en la
isla.
EL FUEGO
16. 16¿Cuál de los siguientes personajes no es prisionero
de Jack y sus cazadores?
PIGGY
17. 17¿Todas los siguientes lugares se encuentran en la
isla excepto cuál?
EL VOLCÁN
18. 18Jack chistea de que podrían matar _____ en lugar
de un cerdo durante su baile.
UN “PEQUE”
19. 19La concha puede simbolizar todos los siguientes
excepto:
AUTORITARISMO
20. 20¿Cuál de los siguientes personajes tiene la mayor
sensibilidad religiosa?
SIMÓN
21. 21¿Cuál de los siguientes es un símbolo satánico?
LA CABEZA DE CERDO
22. 22¿Cuál evento en la historia humana no tiene un
paralelo directo en el Señor de las Moscas?
EL PROGRESO MÁS ALLÁ DE SOCIEDADES CAZADORAS-
RECOLECTORAS
23. 23¿Ralph mejor representa cuál aspecto de la
naturaleza humana?
DECISIÓN MORAL

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