una abuela Rosa del brazo para cruzar la calle y los charcos. Que con su amor de madre postiza te regale más de una sonrisa. De adentro para afuera dejate llover siempre es mejor que esconderse o correr. Y si los malos recuerdos te abruman las arrugas de sus manos te acunan. ---- Cuando escribí “correr mucho” pensé pura y exclusivamente en una pelota de fú tbol pensé en todo el polvo que se levanta cuando dos cuerpos se disputan un gol pensé en que si juego como “varó n” nos podríamos besar. Ahora que lo releo pienso en un lunes de atravesar paciencias relojes promesas. Pienso en lo que queda atrá s mientras avanzo con paso firme hacía el arco contrario. Quisiera que la angustia se llene de polvo. Quisiera que nos disputemos cosas banales como cuá ntos besos nos daríamos si fuera el fin del mundo y no hay defensores. Como lo que no puedo siempre es má s importante que lo que sí desearía poder descansar aquellos días que la cabeza imagina el fin de esos mundos. ----- El ruido de la cancha marca el ritmo de la caída del sol como un gato juego a no caerme cazo luces que vienen de la calle se proyectan en el techo vecine sin nombre festeja un cumpleañ os inventado me distraigo con una grieta que se dibuja a lo largo del techo vuelvo a la tensió n muscular: mido las posibilidades de éxito antes de moverme como un gato me distraigo con las hormigas que ingresan por la misma fisura a tientas subo y bajo superficies planas me relamo las pequeñ as victorias y reanudo el juego de distraerme para no caer. —- —--------------- Cascara y semilla contraste sutil entre tierra y mandarina siesta de sol charla inventada con mi yo de pequeñ a. La garganta se me llena de polvo lo ú nico que puedo escupir son las pepas, lo demá s todas las palabras todas las personas todos los perros callejeros quedan en segundo plano cuando la acidez de la fruta me embriaga el pensamiento. Es parecido a las verdades que no me dijeron en voz alta es auge y ocaso en plaza Coló n. ----- Siempre esperando el ruido que delate las intenciones que aú n no tienen forma. La casa hablaba un idioma que aú n no conozco aunque tengo la sospecha aunque tengo la certidumbre que les niñ es no lo hacen a propó sito. La sombra só lo da miedo cuando está quieta ahí, agazapada señ alando con su dedo alargado el espanto. Ay pero sombra, recuerdo de la sombra dejame reposar los secretos tranquila que el pasillo es angosto pero la inocencia es grande. ------- Estoy acá pero si miro de frente no me reconozco el rostro ni los pensamientos entonces me dejo llevar por la cadencia del aire que entra primero a mis pulmones y luego crece por toda la casa. Vibran puertas, ventanas, paredes se sacuden rodillas, manos, anécdotas. En cuatro tiempos intento controlarlo: inspiro uno dos tres cuatro cinco sostengo uno dos tres cuatro cinco suelto uno dos tres cuatro cinco me quedo sin aire uno dos tres cuatro cinco y vuelvo a empezar. Pronto será la noche má s larga del añ o como una eternidad que todavía no empieza, aunque se anuncia con cada rayo de sol que ya no me toca no sé si estoy preparada para eso hasta que el recuerdo de la abuela repercute en el patio, las plantas y me alivia de lo que aú n no fue. —--- ---- El paso del tiempo deposita su insistencia sobre los objetos ubicados en la esquina derecha del escritorio deja su rastro alrededor de la vasija diminuta, sobre la tacita de plá stico celeste. Queda petrificado en las cosas que dejé de mirar. Cuando hablamos de las cualidades del viento nunca pienso en la fricció n o la temperatura ambiente sino en la primavera en barrer en lo que falta para que termine el añ o. Pero llegado el final no reconozco el ritual de despedida no sostengo el abrazo de madre ni la gentileza de padre que tiempo después intentaré recrear sin éxito ----- La primera vez que mis viejos se separaron empecé a jugar al vó ley. Casi todo era silencio camino al club, silencio, viaje en moto hacía la escuela, silencio. El campeonato se hizo largo fuimos enmudeciendo de a poco aunque a veces el entretiempo podía extenderse hasta la plaza má s cercana para practicar con poca destreza el saque de arriba y los domingos en familia. Una vez soñ é que hacía bien el golpe de abajo ellos me miraban y yo con los codos extendidos me quedaba en el sonido seco de la pelota golpeando en los brazos y eso era todo lo que se necesitaba para apaciguar los nervios de un posible contraataque. ----- A veces tengo la costumbre chaqueñ a de esperar la siesta como un ritual que se acomoda entre las obligaciones para aliviar el dolor en las plantas de los pies, para aliviar el cansancio de las cuerdas vocales o el desgaste del encuentro Cuando estoy despierta una lista de tareas se renueva cada vez que tacho lo que ya hice. Deposito en ese momento lo que quiero que se vaya pero lo que siempre está. Es el calor de sopetó n la olfateadita curiosa de un gato que acompañ a aunque no deja dormir. Es una calle de tierra, con polvo que revolea Suspiro y ronroneo mientras la vecina escucha el cronograma de pagos a los jubilados. ---- el domingo tuve miedo de tener una pesadilla el domingo nombré Mercury a mi gato el domingo hablé de mi papá el domingo una amiga me dijo que estaba triste el domingo guardé la ropa de invierno y me sentí bien el domingo lloré porque no entendí lo que pensaba el domingo caminé por la plaza con la chica que me gusta el domingo bailé sola hasta las 3am el domingo miré los fó sforos usados con nostalgia el domingo descubrí que el triá ngulo de luz que da en el patio se amplía lentamente. el domingo me pregunté “¿y si esto es todo?” el domingo filmé un fuego durante veinte minutos el domingo me dije que me tenga paciencia el domingo soñ é con el agua del río Paraná y no lo entendí. hoy no es domingo y corrí atrá s de una una pelota de fú tbol se pareció a la infancia que quise tener. ------ De las rejas para adentro el repiqueteo de la lluvia se expande cálida sobre el techo mis piernas tus muslos las piedras. a veces me pregunto cuá ndo llegará s. Colecciono imá genes de flores marchitas y vaquitas de san Antonio pienso en vos cuando es de día. Hice una lista de las cosas que se necesitan para sobrevivir a los domingos entre ellas, escribí: amigarme con los recuerdos del pasado sobornar con comida al gato contar la distancia que separa el living del rio repetir la palabra soledad hasta que desaparezca. ----- La copa de un á rbol infinito se desploma ante mis pies sé que cae, pero nunca termina de caer sus hojas secas se desparraman entre los escombros o los días. Un perro que desconozco ladra en alguna parte de la casa. Sigo el ruido y me pierdo. El perro es Zai jugamos al juego de la copa debajo de las sá banas. Ella se ríe. Yo tengo miedo. Después la abuela Rosa está viva tiene un vestido largo con flores un poco gastado por el tiempo. Todo es añ ejo a su alrededor, menos ella que está viva. Le cuento un secreto y se asusta. Le pido un consejo. No recuerdo lo que me dice. Ahora mis manos son de flores marchitas sus espinas ya no pinchan. Soñ é que hacía las cosas que no hice cuando estaba despierta. —- —-- Observo las cosas que no cambian nunca y pienso en los principios que regulan movimientos y formas. Imagino que chocan entre sí hasta que los principios se convierten en finales. Busco en esas cosas que no cambian nunca aquellas que hacen de mis días un fó sforo quemado o pura posibilidad. De ese orden que desconozco tierra y semilla por lugares infértiles hay un aguacero que nos excede. Después se me pasa y vuelvo a las cosas que nunca cambian. ---- Un fuego y una amiga hablando sobre los rituales de la muerte el agua que corre a pesar nuestro una vereda marchita en la planta de los pies. La plaza de la Intendencia un 7 de marzo un gato devorá ndose la noche la vecina charlando con Marta / siempre con Marta. La plaza de la Intendencia un 7 de marzo devorá ndose la noche y un gato la bici en una peatonal desierta un anhelo de huerta creciendo en el rincó n del patio. Jugar al fú tbol por primera vez un 7 de marzo, bailar en el medio de la rutina, en la plaza de la Intendencia y, a veces, poder nombrar las cosas que deseo que existan me salvan de las obligaciones por venir. ----- La canchita del costado de casa tenía ese beneficio del barro cuando empezaba a llover. Casi todo parecía la final entre Brasil y Japó n en las siestas de ese barrio del que intento conservar el nombre. Seguro yo era Oliver si no se hubieran dado cuenta de que tengo tetas y las caderas de un adolescente. Me gustaría decirle a Zai que si ella se animaba podíamos ser los hermanos Korioto y con una simple pirueta escaparnos de los malos recuerdos. ---- Ya habían logrado aceptar que a escondidas jugaba a la pelota que nunca el té o la casita. Después de la escuela corría a sacarme el uniforme pollera tableada chomba blanca mi uniforme el otro me gustaba má s: me permitía cosas que todavía no sabía como mirar mirar mucho intentar que me mire mucho quizá s ensayar algú n saludo y esperar como les gatis antes de perseguir un insecto esperar como los pescadores al lapacho en agosto esperar a que piense que yo podía estar con ella aunque no nos hayan enseñ ado eso esperar para contarle que ella me gustaba y de pronto jugar a recitales de Elton John y George Michael en las siestas de casas vacías. Jamá s le dije a Zai que mas allá de nuestros viejos separá ndose lo que mas mas me dolía era saber que esa chabona en la vida me daría bola. ------ Me hago preguntas que olvido responder no por descuido o apatía má s bien la distracció n de mirar al sol de frente taparlo con un dedo para descubrir que só lo no alumbra lo que elijo no mirar. Me hago preguntas que olvido responder es que ese agua de la que todos hablan no me deja flotar tengo los pies resecos de tanto andar con cuidado antes de noche, ahora también de día. No me gusta tener miedo. Me hago preguntas que olvido responder ahora sí, por aburrida y cansada de no volver. Alrededor todo es lo mismo, orillas de cemento balcones sin plantas o ventanas tapiadas. Extrañ é la calidez de algú n viento los límites imaginarios de una canchita porque en la calle ya es invierno. Esta plaza soy yo y una isla. ----- Como parte de las actividades diarias siempre hago cuentas: saco un poquito de acá pongo un poquito de allá . A principio de mes me siento cansada un esfuerzo innecesario me lleva a querer manejar mis finanzas, me pido prudencia pero no soy prudente como cuando quiero trabajar menos pero no me alcanza como cuando quiero comprar cosas pero no me alcanza. No soy prudente eso me tensa la voz, la postura me hace dudar aunque la garganta se aclare y no tenga qué decir porque lo ú nico que deseo es andar en bici sin remera que la boca se me llene del viento de una calle de cualquier barrio en cualquier provincia de otro mundo. ----- Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo y una calle de asfalto me da la bienvenida, el brazo de padre sosteniendo un ú ltimo cigarrillo mientras el humo desaparece se ha convertido en un ritual que se repite dos veces al añ o. Con el paso del tiempo la terminal se fue vaciando, quedamos los pocos los imprescindibles así lo prefiero la charla profunda se da sin rodeos. Me pierdo y me vuelvo a encontrar en la avenida otrora de tierra, me abruma el verdor del paisaje y el vapor de la siesta. En el entusiasmo de la primera jornada la tonada chaqueñ a mi tonada chaqueñ a me hacen saber que un refugio me espera. Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo. —-- Alguna vez me dijeron que el enojo tiene una doble cualidad: motoriza las decisiones abruptas pero aferrarse a él te apaga por dentro. A veces no sé có mo hacer para despojarme de este enojo gastado. Entonces hago meditaciones antes de dormir para que esa emoció n no se convierta en bruxismo. Voy a autodefensa para transformar ese enojo en algo que me sirva. No me gusta sentir miedo. Lloro y miro memes Lloro y escucho sonidos de agua corriendo Lloro mientras intento recordar alguna anécdota ridícula. En la madrugada busco otras piernas que también me buscan y mis manos se agrandan para enredarse con otras manos que también me buscan y eso se parece a un invierno diferente ------ Almuerzo frutas al sol a mis espaldas niñ es de todos los tamañ os se amontonan en hamacas y toboganes el sonido de un timbal acompañ a el murmullo de la calle, creo que espero algo quizá s sea que el tiempo pase a veces no sé có mo hacer que el tiempo pase así que corro mucho y derecho con la boca abierta. De regreso un gato mira desde el umbral de la habitació n esperando para entrar pero no entra mira y espera un permiso que no llega como cuando era chica y no me dejaban jugar a la pelota. Intento darle forma a un poema que en realidad es una emoció n pero tampoco llega. Las palabras son un caos entonces leo para llenarme de otras palabras que no son las mías. El día se va poniendo gris de repente un fresco que antes no estaba me interrumpe el trabajo y la concentració n mientras un licor dulce suaviza la rutina ¿ya dije que no me gusta el invierno? Las cobijas y un cuerpo tibio abrazan y tranquilizan el anhelo por ordenar eso me calma la garganta. -