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Estee 2p" (Ramer EL SER-EN COMO TAL (§ 28-38) FRANCISCO DE LARA 1. INTRODUCCION Uae ver mostrados los dos primeros aspectos estracturales del ser ex lmundo mnclonados cnt § 1, a saber, el mama y el qian de est ser "Tniado, Heggeremprende cl andiiis de aspect faltante elem. 5.0 _Aealo de este capitulo quinto indica que se tratard este elemento Bor x 7 2 cn pumera instancia a quien e: ce exte iid otf iva, son los ‘cue eriewlan a cencia de algo para 2a asta aia t Be oe ta deseeen COREA ir dich #4900 C1. 36 caren Eo bassin ex de lo que so ocupe Ie paEE A delta oe Car oie Se iltentard mostrar, en palabras Ge Heidegger, a °CS> me cpustitacién existencial de alain es deci, 10s caracteres est Foner ett ernnmintsemrmey ee @ Bena Bus el Dasein econsiste justamente en ef Odo Wisvalizado hasta ef m0- meiitO" en la cotidianidad. De'ello se ocupard la parte B del capitulo (Gy 35-35) SE CTETE eerine palabra, de ducidar ds qué manera y desde SGade se abren para el uno 2 impersonal Dasein cotidiano analizado ea leapitaio anterior— Ios asuntos de los que en cade caso se oeapa. 2. LA CONSTITUCION EXISTENCIAL DEL AHI escalator crate as ea eae Z) con PRES ee cc a errated ser a 45] 146 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER Aisposicién afectiva (§§ 29-30), el comprender (y la interpretacién, §§ 33) y el discarso (65 34). La relacién entre estos aspectos es sefialado por que sigue se ira desentranando el sentido de estas zelaciones de co-origi aariedad. 2.1, EL Dé-senv COMO DISPOSIGION AFECTIVA (BeravpLicuxzr7) (§ 29) La parte A del capitulo se inicia con ia exposicién del primero de los aspectos centrales que constituyen Ia aperturided. Segin Heidegger, nues- two ser ahi, ese estar siendo en el que se hace patente el mundo, est ca- racterizado por ua cierto temple anim jo, lo que comtin- mente conocemos como «estados de animo» adquiere en este andlisis un cerdcer ontolico eno sentido ye ientionadio ex el presente coments. Tio NG se trata, por nde, de un elemento se enedega de seBalar desde un pi : te de nuestro ser. Segtin esto, ROLY afecta de alguna manera, nos incumbe))aparece justamente desde ese 7 Sin embargo, lo que ante todo se haria patente: Sef. degnimo», lo (que tee abritia al Dasen dr esto modo, sera su misuse Seer iaiustamente en cuanto ese estar ya siendo en situaciones concrstes Dicho 2p, go.de otra manera, IY setae’ Ge Acie mantiesarian siempre en €l fondo oigd).ese scarsey por 1a Gur el Davelk debe responder, que est en sus manos como su fis propia responsabilidad por cilah! extojadon (Geworfenheit) del Dasein «en. si abin (p. 135). Se trata de un CEng Toone Ge pretends indica exte macstre esi siendo an ena ‘Como decimos, para Heidegger ia dimensién de la afectividad + Para uns exposicia lara y conse do exe pers A del capitals quinto, ecomeadasnor consult Rodsiguse (2000), pp 93 cs. Citamos ls textes de ST sgciendo la traduccion de LE en un mundo, Heidegger lo denomina en este contexto Ia «condicion de Li Rivers | ELSER-EN COMO TAL 47 como de conocerse mediante procedimientos de la ciencias objetives. Le- jos de ello, el Daseén es llevado y puesto ante si mismo, ante su facticidad, ppor el modo como se encuentra en cada caso. Heidegger hace uso aqui de li palabra que refiere a los estados de animo, encontrarse, para sefialar que dicho encontrarse es también un icrefiejo saberse en Ja propia factici= dad, saberse algo que est bajo nuestra responsabilidad, De esta forma, y como resumea de lo indicado hasta el momento, Beideager explicita un primer «carécter ontol6gico esencial del encon- sto, tin embargo, no bay que pensarlo al modo de dos momentos o esferas que se relacionasen ulterior mente: ua mundo exterior afectivamente neutro y una interioridad con pasiones que colorea subjetivamente los diferentes hechos objetivos. In- cluso esta compronsién de la afectividad como coloracién supone una, ivisién que entiende los polos como separados de hecho y como hechos separados. Fenomenolégicamente, sin embargo, esta concepeiéa seria in- justificada, abstracta y teérica, pues introduce esquemas de pensamionto ‘que no se ven avalados por el #enémeno concreto del que se trata. Lo que podris afirmarse fenomenologicamente es que «aos encontramos» siez- pre de alguna manera ea la situacién y el contexto en el que andamos, 0 sa, que aauello que compareze ycon lo due tratemos nove Sepre de en $0 caréciar de carga de ia que debo encargerme es deci, no sdlo abze la exiseancla—, sino también aquello que Heide- ager ha caracterizado en tos dos capittlos anteriores bajo los conceptos de «nando» y «ser-con» (Mitsein, traducido por Rivera como «co-estam. En una palabra, y como ya se ha dicho, le disposicién afectiva abre todo Jo que comparece. Por ‘itimo, y como tercer cardcter, se sefiala 148 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER, ex cuanto mazeado por ella ¥ en cuanto afectindonos de uno u otzo modo, ‘que puede ir desde el terror al amor pasando por Ja indiferencia. A fin de subrayar este punto, Heidegger indica que es desde los ostados de dnimo desde donde més primariamente descubsimos y se muestra para nosotros algo, incidiendo en que la forma teGrico-cientifica de considerar las cosas, Ja forma que da luger a una compresiéa objetiva y «desafectada> del ente, 130 es ni mucho menos primaria. De hecho ella misma, en cuanto forma de apertura, esté también marcada por un temple animico de cardcter indiferente y distanciado. “Tras alguna breve méncién el modo como los afectos han sido tratados en ia historia de la filosofia y recuperados ea le fenoraenologia, Heidegger ‘ermina este apartado resumniendo los tres mencionados caracteres en Wa sols frase. Por la disposiciGm afectiva se le manifiesta al Dasein su propio ser en cuanto estando en sus manos, se le manifiesta el mundo como aquello onde se juega en cada caso ese ser y ademés como azuello gue le va y le afecta. A. pesar de ello, segiin Heidegger, el Dasein se dejaria llevar habi- tuzlmente por ese mundo, por las ocupaciones en que anda, y no se haria cargo de s{ mismo. 2.2. BL MIEDO COMO MODO DE LA DISPOSICION AFECTIVA (§ 30) El final del § 29 explica por qué se realiza 2 continuaciéa, en el § 30, cl andlisis de la disposicién afectiva particular del miedo (Furcht), Dicho anilisis ¢s de imporcancia para preparar a modo de contraste el de una eisposicién afectiva considerada fundamental para los fines que la obra. ST: 1a angustia (4ngs1). En efecto, ca debe mostrar como constitutivos del ser de ese ente, sinc sino que seré precisa una que no permite al Dasein diluirse de nuevo en sus que- hhaceres, una que Jo ponga directamente ante su facticidad. La angustia es fundamental precisamente por este motivo, y a fin de posibilitar un posterior contraste con ella (en el § 40) se introduce ahora le disposicion afectiva del miedo. Este temple animico es tratado en tres aspectos, que se corresponden, con Jos tres caracteres ontolégicos del encontrarse 6 Ja disposicién afecti- va en general, Los tres aspectos que se distinguen en el miedo son: de qué ‘EL SEREN COMO TAL 149 (e ante qué) se tiene miedo, en qué consiste el tener miedo mismo y qué gelo que se considera amenazado en el miedo, es decir, qué es aquetio por Jo cual se teme. ‘Lo temible, aquello de lo cual se tiene miedo, es sic algo que com- ios an Glan neneaEE reo aeseame paren Go, no se siente miedo de uno mismo, sino de eigo o alguien. Ese algo es percibide como: to es, como algo perjudicial que proviene de alguna parte, se ‘mestro y se acerca en cuanto pudiendo o ‘no afectarnos finalmente, siendo esta incertidumbre un motivo més del sn sespte teges weer am ane may ‘carkcter antes sealado por el cual la disposicién afectiva abre siempre algo del mundo, algo «intrammmdano». Como se dijo en ese momento, lo asi ‘abierto nos afectaba, la disposicién afectiva era un dejarse afectar y tocar efoto hips stron tas ej aspecto, el mi¢do mismo: relacionarse con algo en cuanto temiéndolo, oe pesos cai ones, = sees Se eae se distinguié en Ja disposicién afectiva ere el de ser uno mismo, la facticidad eee oe Steams, i acme Tara? ee eer 0 por otzos. Lo peculiar de este temple animico, sin embargo, es que dicho temor ciega en alguna medida y Io saca a uno de si, por io que no permite ra alo = todo afecto ose con, aig” ‘© menor intensidad: 2.3. EL DASEM EN CUANTO COMPRENDER (§ 31) 5 Una vez mostrado este primer elemento de smestro trato con el mmun- do, Ia disposiciOn afectiva, Heidegger pone de manifiesto un segundo aspecto que, segtin se encarga de dejar claro aqui de nuevo, es «co-origi- nario» con el «encontrarse» (p. 142). Se trata del comprender, ¥ su co-o7i- sinariedad con la disposicion afectiva indica que ninguno de estos aspec- ‘os relativos al modo como se abre mundo esté fundado en el otro. No es el caso que primero haya algo asi como sentimientos y después, me- diante algtin tipo de modificacion o agregado, lleguemos ¢ una compren- sion en el sentido que vamos a tratar de dilucidar en lo que sigue; pero tampoco viceversa. Esta co-originariaded se malentenderia iguaimente si se asumiera que se trata de dos aspectos 0 partes ligadas a «facultades» istintas dei alma, como pudieran ser la sensibilidad y el entendimiento. 150 ‘SER ¥ TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER, ‘Lo que Heidegger esta afirmando, por decitlo directamente, es que mues- tk cotidiano estar ea el mundo tiene el cerdcter de un ocupamos de ‘asuntos en 10s que «aos va» algo y en Jos que nos encontramos de algn. na manera. Ea ese imos, como se indied en el § 29, se anuncia més ¢ menos explicitamente que lo que «nos vay finalmente es nuestro propio estar siendo, al cual apunta toda disposicién afectiva. Estar siendo, ha cemos cargo de muestto propio existr, time la forma cotidiana ya indi cada de ocuparnos en diversos propésitos, estar embebidos en los queha- cezes 0 en la falta de ellos, pasando de una cosa a otra de forma ininterrempida y a menudo Tutinaria. Si no consideramos ahora esos asuntos en lo que respecta al modo de comperecer abi algo —dicho de otro modo, sino analizamos cl momento de mundanided de miestro estat en el mundo—, sino que nos centramos simplemente en el mismo estar ‘en esos asuntos —~y no es otra le ténica de este capitulo sobre el estar-en como zal—, entonces es obligado decir que éstos tienen el cardcter gene- ral de pesibilidades. El estar en se revela enttonces como comprensién de osibilidades. Los aguntos en los que y con los que nos ocupamos son fnalmente las posibilidades en las que Ilevamos a cabo muestro estar siendo, El cardcter de existencia del Dasein que Heidegger introduce ya ea los primeros parégrafos de la obra indica que este ente es ontologica- mente de tal manera que debe hacerse cargo de si mismo, debe hacer y esta siempre haciendo algo consigo mismo, debe realizarse eligiendo po- sibilidades por accién u omisién. Este es justo el aspecto que recoge el existenciario del comprender. La co-originariedad entre disposicién afec- iva y comprender indica entonces que nos encontramos (ns Va) siempre de alguna forma en les posibilidades que ejecutamos y que ejecutamos posibilidades siempre desde y en una disposiciéa afectiva. ‘Como de costumbre, Heidegger empieza fijando el uso téenico que hard del concepto de comprensi6n, distingniéndolo en este caso de un 480 devenido habitual y que refiere a un procedimiento intelectual ligado a las siencias del espititu (p. 143). Lejos de ello, el concepto pretende referir aqui al caracter de posibilidad del Dasein, segtin el cual lo que comparcee ara él lo hece siempre en cuanto posibilidad. La apertaridad dei Dasein esté, por ende, marcada también por este cardcter. El Dasein vive, es, en posibilidades que, en un primer momento y casi siempre, son posibilidades de Ja ocupaciéa. Podemos hacer esto o agueilo, ya siempre estamos en algo posible, dejamos positilidades de lado y nos damos a otras, siendo en esto en lo que consiste nuestro cotidiano vivir. Estas posibilidades nos visnen por lo general dacas y nosotros entramos en una determinada relaci6n con ellas; relacién que la mayoria de las veces consiste en seguit- las sin més, pero que también puede consistir en problematizarias a fondo ¥ apropidrselas 0, dicho en Jas palabras del capitulo sobre la historicidad, en asumirlas y reperirlas propiamente (p. 385). Esto ultimo, no obstante, ELSER-EN COMO TAL 1st a por notar que las posibilidades no son tinica ni primariamente op- Boace part la otupacion. En efecto, todas esas postbllidades de las qe 10s ocuparnos estén pera Heidegger a su vez modalizadas por una posibilided de fondo, formal y ée primer orden. Podemos asumic y tomar én las propias manos el carécter de posibilidad de nuestro existir —el facta de estar siendo en la forma de ejecutar posibilidades concretas— 0 ‘bien quedamos sin mds en el plano de la multiplicidad de ocupaciones: evitando unas, Inchando por otras incluso pasando sin mas de nnas a otras. Las miltiples diferencias que quepa hacer ea este seguado caso serén no obstante indiferentes frente a aquella otra diferencia fundamen- tal y formal que consiste en saber en qué se esté propiamente cuando se ejecutan posibilidades, esto es, que lo que se ejecuta ¢s en tltima instancia, ei propio estar siendo. Estemos ocupados en las tareas (0 falta de tareas) ‘que queramos, finalmente es nuestro propio estar siendo Io que se juega en cada caso. Esto es lo que el Dasein «comprenden, lo gue se deja ver de un modo u otro —por lo general, en la forma de un darle la espalda— en toda posibilidad a le que nos entregamos. Deeste modo, el mundo tal como ha side caracterizado en el capitulo tercero de esta seccién es mostrado ahora més explicitamente como con- texto de remisiones y de significatividad que remite ante todo a posibili- dades de Is ocupacién (con los tities y la nataraleza). Lo mismo sucede conel trato con los otros, mencionado on el capitulo cuarto; también éste es un trato desde y en posibilidades, compartidas o no. ¥ todo ello, una ‘vez més, en la posibilidad de que el Dasein se comprenda a si mismo como ese ser-posible y gane con ello una cierta transparencia para si mismo en. cuanto Un estar siendo en el mundo con otros. Si al trato circommundano Je correspondia una cierta «visiGm» (Sicht), denominada en ese caso cir- cexnspeccion (Umsicht) y al trato con los otros tna que fue Narmada «res- jpetop e «induigenciay (Riicksickt y Nachsick), ahora queda claro que estas formas Ge manifestarse algo eran ni mas ni menos que modos de la. comprensién. La comprensién de los tiles que habitualmente nos rodean. comsiste en entender Jo que se puede hacer con ellos, las posibilidades del trato, A los otros los comprendemos en cuanto estan en posibilidedes y ‘en cuanto se nos abren posibilidades con, contra o indiferentemente de ellos De este modo, la ya mencionada famniliaridad que caracteriza mues- ‘0 habitnal trato con el pmndo es mostrada ahora como comprensién de ‘posibilidades en las que desde siempre estamos y desde les que se nos ebre, se esboza, dicho mundo. Por respecto a nosotros mismos, sin embargo, esta «visiém 0 comprensién no guarda relacion con posibilidades de tra- 10 con titiles 0 de proyectos con otros, sino con algo més fundamental: si se ha hecho transparente (durchsichtig, p. 146) que somos nosotros mismos Jo esbozado y posible o bien nos comprendemos (auidizaments) s6lo 2 partir de Jo que vamos haciendo. 152 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER, 2.4. COMPRENDER E INTERPRETACION (§ 32) Ya he quedado claro a estas alturas que, para Heidegger, nuestro tra- to con el mundo se caracteriza por la familiaridad, esto es, por una com- prensién que, segiin acabamos de ver, es ante todo y en primer luzar Coraprensién de las posibilidades de le ocupacién, Esta comprensién puc- de, por asi decir, volverse explicita y concretarse, en un sentido que inten taremos dilucidar continuacién, Heidegger denomina interpretaciin (Auslegung) a este hacer explicito fo que'se comprende. La interpretacisn, or eade, haria visibles y concretaria las posibilidades en las que el Dasert se proyecta, Para Jo que es el caso en esta primera seccién, es decir, para el Dasein cn su cotidiana ocupacién con ef mundo, le interpretacién consistirfa en ‘una concrecién de las postbilidades de trato ya comprendidas. Tal concre- Giéa se da simplemente cuando realizo alguna de les posibilidades ya descubiertas por cl comprender. En ese caso, uso de una cierta manera alguno(8) de los titiles relevantes pars la positilidad que hago entonces propia y en la que me pongo. Heidegger muestra, acto seguido, que al ‘hacer tal cosa tomamos.aguello con lo que nos ocupames como algo que sirve para algo; esto es, en términos generales, que lo interpretado apare- ce bajo la estructura de «algo para algo». Como se ve por io que se acaba de deci, en la interpretacion lo comprendido aparece ya como concreta- mente articulado: algo-para~algo. Las posibilidades que de wn modo mas ‘0 menos flotante se-comaprenden cuando algo comparece se vuelven aho- ra concretas bajo la forma de un tomar eso que aparece en tin posible 150 al que os proyectamos, desde una posibilidad en la que nos ponemos y desde Ja cual hacemos uso de eso a la mano. Lo a la mano —el dt aparece entonces en su posible utilidad conereta, se hace explicito un posible «para qué». Esto es lo cue pretende sefialar Heidesger al decir que {o ast interpretado aparece como algo: a saber, como el wil que sirve para ‘tal o cual posibilidad nuestra. Le articulacion en la que consiste ta con- ‘recion de posibilidades que es la interpretacién, por ends, tiene la forma de um ver al itil como aigo, es decir, verlo en su posible uso actual, ‘Ver aigo en cuanto algo (ex cuanto tal o cual titil, esto es, en cuamto se puede emprender con él tal o cual cosa, puede servix para tal 0 cual cosa, etc.) es explicitar las postbilidades de trato, esto es, explicitar ls comprensién, La mencionada estructura del como 0 en cuanto (als) se encuentra, pues, implicitamente en la comprensiGn de posibilidades y explicitamente en la esuncién de tales posibilidades que es la intecpreta- ciéa (148), Explicito, sin embargo, 0 quiere decir expresado. No se trate de que se diga que algo sirve para algo, sino de intexpretarlo como sirviendo para £80, lo cual se hace la mayoria de las veces en el mero uso efectivo 0 in EL SER-ENCOMO TAL 153 ciuso en la omision de tal uso. Que se diga o no resulta aqui indiferente, y sise puede decir es justamente porque va se ha interpretado asi, porque ya se han visto explicitamente las posibilidades de trato. La articulacién que «ven algo como aigo no surge primeramente con la enunciacién; antes al contrario, sila enunciaciéa tiene justamente esta misma estructura es porque se basa ya on lo que la interpretacién ha hecho patents, La interpretacién asi entendida, como asuncién conereta de alga posibilidad de trato con el itil, depende por ende de que dicho tiLesté ya Sescubierto por el comprender, esto es, de que el dil se muestre en sus posibilidades dentro de un contexto ya él mismo abierto: el mundo. Sobze Ja base de un estar en un mundo familiar y habitual podemos entoncss ‘hacer uso de algo para algo, o lo que ¢s jo mismo, interpretario como algo. ‘Asi poss, la interpretacion parte ya siempre y se mueve en el émbito de ‘icho mundo como totalided significativa. A esta, digamos, dependencia ‘écuna totalidad previamente abierta y comprendida la lama Heidegger el «cener previon (Vorkabe) de la interpretaci6n, Lo que dicha interpretactéa Teva 2 cabo extonces es, como decimos, esbozer al stil hacia alguna posi- ‘ilidad concreta; la interpretaci6n lo toraa como um cierto algo dependien- do de lo que se desea emprender con ello, de la posibilidad en la que se esti. A este predelineamiento lo denomina Heidegger la «anirada previa» (Vorsiche) covstitutiva de la interpretacién. Y este esbozar bacia uaa posi- ble utilidad implica a un tiempo, como hemos dicho ya también, asumiclo como algo, tomarlo como algo, hacerlo asibie como tal o cual cose. En este previo asir (vor-greifen, Vorgriff), en este tomazlo come tal o cual cosa, se ‘asarian las formas de referix a eo y, un paso mis lejos, las posibilidades ae lleyatlo a concepto (Begriff). Al exponer esta triple estructura de «previedad»' (p. 150) que seria caracteristica de le interprctacin —«baber previo, «manera previa de ‘yer y «ananera de entender previan (Vorhabe, Vorsizht, Vorgrif?)— Hic degget pretende explicitar y analizar el movimiento de la interpretacioa en general. Aplicado al caso del trato cotidiamo con el mundo, esta estruc- tura muestra lo que tiene lugar en todo simple y land hacer uso de algo. El mis cotidiano uso del mas habitual de nuestros enseres presupone que nos movernos ca'tm contexto que nos resulta abierto y families, que sabe- mos a qué podemos atenemnos con ese uitil en ese contexto, que To hemos tomado ya en alguna posibilidad concreta y que, por ends, lo estamos extendiendo como algo, como lo que sirve para esa posibilidad concrete. Es desde esta triple estructura desde donde algo se esboza y se com- prende, esto es, desde donde algo pasa a manifestarse com sentido. Este concepto de larga tradiciéa no significa para Heidegger, como tal vez podria esperarse, lo que se comprende mediante la interpretacion —es ‘decir, en nuestro caso, el ttl X en st uso concreto—, sino justamente esa ‘tiple estructura de previedad que esboza y hace posible la comprensibili- 154 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER dad en cada caso, el «desde dénde» que de su fisionomia particular alo que se muestra (p, 151)*. Es por este motivo que Heidegger introduce el ‘concepto de sentido precisemente en este contexto, pues se trata de algo que pertenece a la aperturidad como tal, al ser en como tal, yno al émbi- to de lo abierto (el mundo}. Y¥ como el ente que ontolégicamente es tal apertura no es oto que el Dasein, slo corresponds hablar de sentido en relaciéa con este peculiar ente. Sentido significaré entonces la estructura de proviedad desde donde el Dasein abre en cada caso aquello de lo que se ocupa, pero también, en la posibilidad més propia, desde la que abre su propio ser o bien el ser en general (pp. 151 5). Esta titima afirmacién nos permite aclarar ua importante aspecto metodologico, a saber: que también las preguntas de esta investigacion —la pregunta por el seatido de ser en generel y, como preparacién de ésta, Ja pregunta por el seatido de ser del Dasein— consistiran finaimente en investigar desde qué Vorhabe, Vorsicht y Vorgriff se esté esbozando y per- ‘filando lo que comprendemos por ser y por Dasein. Esto implica que toda comprensi’n interpretative —o dicho ms en general, todo acceso a al- go— esté modiado por esta estructura de previedad: Jo que comparece lo hhace, por asi decir, como tim esbozo que esté esbozado desde ella. La in- terpretacién que coucreta ¥ manifiesta algo como algo presupone ya «de cisiones» relativas a estos momentos previos. Volviendo al caso de la ‘ocupaciéa cotidiana, es preciso comprender ya la totalidad de remisionss ¥ las posibilidades del atl para tomarlo como tal o cual cosa y-usaulo asi. ‘Le interpretacién presupone la comprensién, y la comprensién se artics- la y se concreta en Ia interpretacién. Esto, que desde otros puntos de vista parecerie un cireulo vicioso, pone e Heidegger en guardia en un sentido metédico, pues se vuelve necesario el examen y la revision de los elementos previos que articulan y desde los que se manifiesta algo ea ‘cuanto comprendido-interpretado. El haber previo, la manera previa de ver y la manera de entender previa no pueden dejarse tal como vienen adios sin mas si deseamos realizar una verdadera investigacion que com- porte la posibilided de una comprensién-interpretacién propia, esto en alguna dizeocin, por asi decis, lo determina a partir de uae previa direcoién de la mirada. Y, por dltimo, comunica tal determinacion 2 partir de una cierta forma de entenderio, esto es, con una cierta ci ‘malidad desde la que determina y nmestra lo emunciado (p. 157). 156 SER ¥ TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER A fin de mostrar por qué se considera que este modo de interpretacin es «derivado», y en qué sentido esa derivecién supondria una transforma ibn, Heidegger enfatize una diferencia que hasta el momento no estaba ‘an perfllada. Asi, pasa a denominar «interpretacion circunspectiva expre- sade» (p. 157) a la posibilidad de manifestar de forma verbal la interzre- tacién cotidiana que se encuentra ya implicada en todo trato con los ents, y la distingue tajantemente del enunciado, considerando ahora un caso extremo del mismo. En efecto, y 2 fin de remarcar las diferencias, Heide- ager toma como ejemplo el caso especial —aungue a menudo considerado ‘como bésico y modélico— de las proposiciones categéricas con la forma 4S es P». Este tipo de enunciado corresponde 2 un ejercicio de tematica- ciéa expresa, se trata de una determinacién teérica 0 temdtica, que pre- tende éecir en qué consiste algo, qué es algo. Lo asi determinado es el sujeto de la proposicién y la determninacién su predicado. El decir algo de algo tiene ahora, por taato, la forma de constatar y fijar une propiedad en cuanto propiedad de un objeto. Con ello se modifica tanto el caricter de lo determinado como de la determinacién. Lo determinado deja de tener el cardoter de titil (deja de pre-comprenderse en su ser como aigo «a Ja mano» y pasa a pre-comprenderse como algo que «est abiy) y le de- terminacién no expresa ya ningin habgrnosias con ese util. El émbito en cl que y desde el que tiene Iugar Ja interpretacién, el mundo en cuanto contexto familiar, desapacece dejando lugar a una abstract relacién teo- ica con un objeto que busca determinar sus cualidades y hacerlas visibles sin inumbencie personsl-prictica alguna. ‘La proposicién conserva ciertamente la estructura dela interpretacion cen general, 65 decir, musstra algo como algo, pero ese primer «algo» apa- rece ahora tinicamente como siendo esto o aguello, es decir, como sujsto de-una posible predicacién de cualidades definitorias, Heidegger se refiere a.esta forma de articular e imerpretar, a esta peculiar forma de hacer vi- sible algo como algo, en términos de como apafintico (p. 158). Se trata de ‘uns erticalacién que ciertamente muestra, pero que lo hace bajo cite forma tebrica. Este tipo de articulacién es distingnida de 1a articulacién que es propia de la interpretaciéa en la que se desarrolla el cotidiano ser en cl mundo, En esta tiltima estructure de la interpretacion —que Fieide- gger denomina por ello el como hermentutico-existencial (p. 158)'— se ‘basarla, segin hemos indicado, toda forma de discurso y toda communica- én verbal. + Rivera usin la expreién den cumnto» para matin aly hab, por ead de een custo sapofintioon 7 tea cuanto hermentatico-anstapsian. Serumaoe Agu en general la traducsn {ah por aconion, dado saris habiteal uso tute lee invarprene Hi pusto ha ido anspliamect= ‘eaiaiado an lo terse especialioaa, te ons por Rodrignex Stace? O00, pp le; Cate ‘za GO), pp. 185s 0 Martel 008), pp. 18358 ELSER-EN COMO TAL 157 2.6. Dasenv ¥ DISCURSO. EL LENGUATE ( 34) Al sbordar este Gltimo punto se introduce un tems dejado de lado ‘pasta el momento: el lenguaje. Sin embargo, el lenguaje en cuanto conjun- to de palabres no es pare Heidegger un fendmeno primario, sino mismo dependieate de un aspecto ontolégico-existencial, de un tercer elemento gue, junto con la disposicién efectiva y ef comprender, configura todo gparecer: el habla 0 discurso (Rede). Este concepto de «habla» 0 «discur- So» refiere, como veremos de inmediato, a la estructuracién de la expe~ ‘Hencia en general (l mundo se abre como.contexto coherente » consisten fe). Dicha estructuracion da pie «co-originariamente» a la comprensin (por cuanto el mundo no sélo se abre como contexto coherents, sino ants todo como contexto de postbilidades) y a la disposicién afectiva (por cuzn- to-el mundo se abre mas precisamente como contexto de posibilidades que nas incumben y en las que nos va de un cierto modo)’ ‘Hemos dicho que el comprender, en su forma cotidiana, tena por objeto posibilidades de trato com el mundo, y que la interpretacién con- exeiabe osss posibilidades, se apropiaba de elas, las realizaba. Todo esto cera sin embargo posible desde el fondo, por asi decir, de un mundo ya articulado, de un mando que hemos calificado 2 memudo de familiar jus- to en este sentido, en cuanto contexto comprensible. El mundo como to- talidad por lo gensral coherente de remisiones ya esté, pucs, articulado; y es sobre esa articulacién de base que pueden comprenderse las distintas ‘posibilidades de uso en un determinado contexto (comprensién), que pue- de concretarse alguna de eses posibilidades en alguna forma concreta de trato con 1s isles (bnterpreracién) y que puede, finaimente, expresarse de aigin modo esa forma de trato (Comunicacién lingiistica y, en su caso extremo, emunciado en cuanto proposicién categérica). Este tiltimo mo- mento, Ia expresidn en un determinado lenguaje, en un conjunto también coherente de palabras, depende por tanto del primero, de la articulacién. pre-linglistica (y también’ pre-interpretativa) de la experiencia. El rsundo std ya siempre discursivamente articulado —comprensibilidad y articula- cién mondana van absohutamente de Ia roano— y es tal arciculacion la que puede después ser hecha propia en Ia interpretaciéa (el ponerns en una detenninada posibilidad) y tambiém ser expresada en un lenguaje dado. Heidegger distingue aqui, por end, entre lo que podemos llamar 12 lingtisticidad en general de muestra experiencia y el lenguaje entendido como una lengua concreta, como un particular sistema de palabras. Asig- » Con esto se acaran Ins siniones de coo-originaridacn ence disposiciin afecivay com= sense, asf como también el sentido ea que zbas ce veran Coorismariamen:s Geerminaces por al iscarso (€ pp. 133 ¥ 16). 158 ‘SER ¥ TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER nar una Engliisticidad general a muestra experiencia —a la apertura de mmundo que acontece en el Dasein o, mejor, que ol Dasein mismo co— sig. nifica afirmar que lo que aparece lo have siempre como y desde un con. texto consisteate de significativided. Es el mundo mismo lo que esté ya ingiisticamente» articulado —ya vimos que se trata Snaimente de un nexo de remisiones—, ¥ es sobre esta base que puede entonces haber len- guajes coneretos, no viceversa. El caso es que esa articulabilidad general no aparece munca como tal, sino que nos movemos siempre en contextos concretos y, ademAs, expre- sados o expresables siempre en ua lenguaje: ol habla toma forma mu- dana en cilanto lenguaje. No obstante, Heidegger no considera que la distinciéa entre Lenguaje (Sprache) y habla (Rede) sea simplemente meto- dolégica, sino que la entiende en términos de fundamentacién: el lengus- Je (Sprache) se funda, tiene sa condicién de posibilidad, en el habla (Rede. ‘A fin de remarear esto, se comentan dos modos del discurso que no con. sisten en hablar, sino justamente en escuchar y callar (pp. 163-165). Le escucha y el silencio son posibles porque nos movemos en un munéo compartide y ya compreasible. Y lejos de ser fenémenos ajenos al discur- s0, som modos de él, manifiestan formas de estar en el mundo, comprender y posicionarse. Es de seiialar que Heidegger, lejos de consierarlos margi- zhales, Jes otorga una singular importancia por cuanto representen modes de estar en el mundo que pueden apuntar hacia la propiedad de la exis. tencia. Callar permite tomar distancia con las interpretaciones y modos de trato ya dados y-asumidos, devenidos obvios y mecanizados, lo que a su vez puede Hevar a escuchar la voz de Ja conciencia que intexpela al Dasein a ser él mismo, ‘Ya vimos en el anterior apartado la triple estructura del enunciado en cuanto un mostrar, determinar y comunicar. Por lo icho ahora se entien- de que el enunciado mismo es un fenémeno basado finalmente en el habla Yy que extrae de ésta sus momentos. En efecto, también a la estructura del habla, cn cuanto articulacién con sentido, pertenece un momento de mos- tracién de algo mundano (aquello sobre o cual se habla), un determinado sespecto en el que se lo trate (lo que se dice), asi como tembién el momen- to de la comiinicacién (decir algo sobre algo en, desde y para un mundo comin). No obstante, en el enunciado como forma teérica de mostracion quedaba fuera un momento que es ftmdamental en el habla. En efecto, dado que cl habla es una forma de apertura co-origineria 20 s6lo con el comprender, sino también con la disposicién afectiva, en el habla no sélo se tomaré algo en el determinado respecto que sea zelevante para las po- sibilidades esbozables en esa situacién, sino que ademés todo ello nes «Pasa ua diseussn de ese pant, vase afin (1997), 96, ELSERENCOMOTAL 159 jocumbiré de alguna manera. Al hablar no sélo comunicaremos @ otros tun cierto modo de tenéraoslas con algo, sino también cémao nos va en ello: Jo que Heidegger denomina el «expresarse» (Sichausprechen)’. Esto puede apreciarse ante todo en las partes no seménticas del languaje, como el tono de vor! la cadencia, el tempo, ete. (p. 1627. 3. BL SER COTIDIANO DEL AHI Y LA CAIDA DEL DASEIN Una ver mostrados estos tres elementos configuradores, por asi decir, de Ia experiencia —el discurso, el comprender y la disposicion afectiva— podemos conciuir que 1o que comparece para el Daseim, el mmundo, jo bace como tun contexto articulado que se le presenta en forma de posibilidades que le incumben. Ahora se trateré de ver mds en conoreto estos mismos elementos pero en la particular manera como se articulan en Ia cotidiani- dad del Dasein, pues dicho mado de ser cotidiano guia las consideraciones de esta Primera Seccién. Se tratard, en otras palabras, de mostrar cudles son las formas de apertureidad del Dasein cotidiano: cuales son las formas de discurso, comprensi6n (¢ interpretacién) y dispesicién afectiva que adopta el «ano». 3.1, LA HABLADURIA (§ 35) ‘Las consideraciones de esta parte se inician enalizando la forma coti- diana de comprender e interpretar que esté contenida en el discurso (Rede) expreso, forma a la que se denomina das Gerede, la habladuria, El térmi- no alemén tiene una connotacién de participio que permite entenderlo como lo hablado, esto es, lo ya expresado en el habla o discurso. Heidegger utiliza este comnotacién para refecir a las maneras de interpretar que se cacuentran implfcitas en ¢l lenguaje comin bajo la forme de concepeiones mis o menos dominantes y habituales. A estas interpretaciones azumidas ¥ devenidas poco menos que obvias las denomina cel estado interpretati- Yon (dusgelegtheii) (p. 167). Segiin Heidegger, el Dasein crecs ya ¥ por lo general se mantiene en estas interpreteciones, en un elenco de «verdades» 1 Vins tania Ga 64, 2 sad. ep 33 ¢ Pura un estudio de estas aspectog st mlaciéa coa i retcica ya interprets que Bde sos bace dea misma en ets flo esse Gress) Kemoman (2005). * Sibien oes mera intencén desarela aquf ene punta, cabe mencionar las consider clones de Heidesee a faa! del parigiafo aecca dela postbidad de ans swtnien onologia Gel JagujeMbcanda del roodeloebgioon del enuncndo, Para una Gscasién general dea cease Hlsdegger on I lpia unde verse Pay (1977) Shides (2010). 160 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER (que hacen ver de un modo concreto todo aquelio que es el caso para &; el mundo, los otros Dasein y & mismo. Sobre todo ello se habla ve siempre, se ba hablado ya, se repitcn y asumen las interpretaciones dadas y com. partidas. La palabra Gerede, ademis, significa en efecto que es propia de la aperturidad del Dasein. En efecto, ese ya estarle abierto el mundo que es caracteristico dei modo de ser del Dasein fue referido por Heidegger al inicio de este capitulo uinto (p. 132) en términos de «claridad» (Lichrung) y de «luz natural (toner: naturale), a las que corresponderia por ende uma cierta «visiém» (Sich). En lo relativo al mundo circundente, esta apertura cra denominada «ciscunspeccibm» (Umsiohi) y consistia, como ya fue dicho, en la comprensién de los ities, es decir, en el saber a qué atenerse con lo ‘ca Ja manoy. Le curiosided, en cuanto derivacién y modo de esta Sltima forma de visibn, es explicada por Heidegger de misvo en términos gené- ticos a partir de ella, tal y como se mostrard en lo que signe. El vivir cotidiano tiene la forme de un ocuparse en tales 0 cuales asuntos. Ea dicho ocuparse, aguello de lo que hacemos uso comparece como algo a la mano, algo d2 lo que podemos (0 no) servirnos para aque- lo en lo que andemos. No obstante, al vivir cotidiano le es también propio cidejar de estar en tareas concretas, bajo las formas del descanso y el ocio. En estas formas de estar se da o puede darse una cierta twansformacién del sentido ontolégico de lo que aparece para nosotros. El util en ei que antes no se reparaba y con el que no se teafa distancia alguna pasa de ser usado a ser simplemente visto, mirado. Ya en el § 16 se indicaron formas —denominadas «lamatividad>, «capremiosidad» y «xebeldian (pp. 73 s)— ex las que Jo a la mano pereia de alguna manera ese carécter al verse in- terrumpida su remisiéa a un para qué Lo mismo sucede en este caso, donde el Wtil no es considerado en cuanto tal sino que es visto y abierto de otra manera. Ya sabemos que Ja comprensién que el Dasein posee de ° Gaos opts por tatcilo de eta manent, mieatras Rivera mentens la aceprién més co- iene ecurieidad, yaolam ma signiieado cane, 162 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER os utiles, su comprensién del posible uso en Ja situacién concreta, era lo ‘que constituia la «visiéa» que era propia de la circunspeccién. Esta «vi, siéw» se transforma por ende cuando el ente en cuestion deja de sez con Siderado en su para qué, pues 20 se pretonde en general emprender nada con él. Evidentemente, el itil no desaparece por ello, pero sf deja de estar visto como tal util y en general desde la consideracion de ese contexto como contexto de posible uso y «actividady. Asi pues, el ocio 0 el descan- so permiten que la circunspeccién quede libre para otras formas de con. sideracién. Heidegger explica la curiosidad como tna de esas formas y utiliza para ello las consideraciones que introdujo en el apartado sobre la espacialidad del Dasein (8 22-24). Si la circunspecciéa era una forma de -cdles-alejam (ent-fernen), esto es, de acercarse y apropiarse algo, aprestar- selo y volverlo «a la mano» (p. 105), ahora, al volverse ifbre, encuentra otras formas de abrir y de cacercarsen algo. Estas consisten justamente en distanciarse de ello, en considerario como algo ajeno, desiateresadamente, Lo qpe importa entonces es le. cosa en cuanto meramente vista, en su ser de tal o cual modo, en su cespecton (p. 172). El uso intencionado de esta wtima palabra le permite a Heidegger conectar con el término griego eidos" y, de esa forma, exponer una tesis caractaristica de su penseniiento desde los primeros cursos de Friburgo: que le primacia de le actitud teérica en le concepeién del conocimieato surge ya en los inicios griegos de la fllosofia, y, ademas, que esta empa- rentada con formas huidizas del Dasein. En efecto, eidos es uno de los ‘érmiaos fundamentales para entender oémo la filosofia occidental con- Sidera el objeto y el fin del conocimiento por antonemesia. El conocer mismo tendria entonoes este cardcter de un Jejano ver algo en sus caali dades aprehensibles mediante un trato distanciado y neutral como el im dicado, El acto de conocimiento capaz de captar a lo ente de esta manera, ‘en su mero set asi, recibirfa por su parte el nombre de noests. Heideguer considera que esta primacia de lo teérico y objetivante como forma de conocimiento se encuentra ya en los origenes del pensamiento occidental, en Ja identificacién parmenidea cotre noesis ¥ sex: Jo mismo es captar mediante noein que ser (p. 171). Lo as aprehendido, sin embargo, estaria ‘caracterizado pot la forma de ser de lo que est4 ahi delante, de lo vorhan- den, de modo que desde el principio de la filosofia fue la naturaleza en cuanto ajena al Dasein y su mundo circundante lo que sirvié de modelo ‘para comprender e interpretar el sentido de ser en general. Dejando ahora de lado estas tesis histéricas, interesa sefalar Jas simi- limudes y diferencias entre le curiosided y Ta actitud teorica. Ye hemos Heidegger rpiteectas consiceraciones en varios curs y textos de stor ation, expezasdo por el tatado Ei concept de tlampe de 1926. Cf Gd 66,38; Had mp a8, fine ELSER-ENCOMOTAL 163 visto que ambas son formas de distanciamiento que suponen un cambio en Ia «visiGn» de Io ente y, correlativamente, en el modo como este se ‘manifiesta. En ambos casos el ver se autonomiza, renuncia a cualquier compsension do posibilidades existenciales y pricticas con Io ente Por ende, tendria lugar en estas formas de relaci6n tna especie de descarge del caréctor existencial del Daseén, de ese «tener que ser su abv en el que consiste le existencia. La actinad teérica supondria entonces una forma especialmente refinada y sutil de una tendencia a la huida que se encuen- ‘va ya empliamente prefigurada en el vivir cotidiano. No obstante estas similitudes y perentesco, hay diferencias claras ex ei modo como se realizan y en lo que buscan estos dos modos de risién desinteresada. Por de pronto, Ia curiosidad no pretende hacerse con el ente dc una forma cognoscitiva, sino que su modo de nida es mas bien el de ebandonarse a la multplicidad dei mundo, pasando de una cosa a otra, accedieado a esto y aquello sin quedarse ni implicarse en nada, Mas que saber busca ante todo un cierto enterarse, estar al dia, poder exhibir aigo superficialmente y pasar a otra cosa, hacer acopio de materiales para una relacién frivola con los asuntos. Los caracteres fundamentales de la cu- riosided son, por tanto, una incapacidad de quedarse, demorarse y perma- necer en Io tretado, una constente dispersién 0 distraccion y, como conse- cuencia de ello, una falta de lugar ¥ un constante desarraizo (pp. 172 5). La curiosidad le permite al Dasein estar en todas partes sin estar ea nit guna, entrar en relacién con infinidad de asuntos sin implicarse en nada. 33. La anpictepap 6 37) Segin lo visto hasta el momento, lo que comparcce para el uno, lo que 3 el caso para este Dasein impersonal cotidiano, Jo hate en la forma de un haber oido lo que se dice al respecto y de wa conteatarse con saber algo de esta manera superficial, pasando de un asunto a oto. Lo llevado a Jenguaje, los distintos «docires», permiten este tipo de trato con aquello deo que se habla; es posible pasar de um discurso a otzo, ise interesando poruna y otra cosa de manera disperse y sin implicacién personal alguna, sin poner en juego la propia existencia ni hacerse eco de las posibilidades de vida abi cristalizadas. El lenguaje publico y sus formas de interpretar ¥ abrix permiten una accesibilidad general sin esfuerzo alguno. Desde nego, se encuentran también discursos mas complejos 0 raros, que pueden Costar um esfuerzo en ese sentido; pero no es preciso y de hecho esté ex chuida la posibilidad de tomarselos en sezio, esto es, de tomarlos justamen- ‘te como formas de apertura, preguntarse por su originariedad y asumicios en primera persona. Al no tener con ellos mds relacion que la marcada or la curiosidad, los discursos se ven nivelados a material para le disper- 164 Sz ¥ TIEMPODE MARTIN HEIDEGGER sidn y le distracsiém, por lo que es imposible distinguir y decidir en castes de ellos se expresa una verdadera comprensiéa y un trato directo com algo yen cudles no. Pare poder decidir tal cosa. uno mismo tendria que entrar ‘en un trato directo con aqueilo ée fo que se habla y dilucidar de qué modo hha sido interpretado en ese decir concrete. La curiosidad, sic embargo, no hhace estas diferencias y s6lo se ocupa de babladusias, por lo que ea ella todo aparece en una indefinici6n respecto a su legitimidad y originariedad. A este no poder ni querer decidir si lo dicho sunge o no de una verdadera ‘comprensién lo denomina Heidegger la ambigdedad™ Junto con Ia habladurfa y la curiosidad, la ambigiedad mienta la forma como comparecen pars el Dasein cotidiano los astntos de los que se ocupa. Se trata, por ende, ds una forma de acceso al ents, a lo que es cel caso, Esta forma de acceso despersonalizeda y «de término medion, que es propia de lo que Heidegger denomina Ja «publicidad», garentiza, rox su falta de implicacién directa, une accesibilidad que aspira a extenderse a todo, Por de pronto, se extiende a todos los émbitos con los que entra en relacion el Dasemr: sa mundo, los otros Dasein y 61 mismo. A esta falta de limitacién en Jo relativo a sus objetos se le suma, ademis, otra en lo relativo al tiempo. En efecto, la ambigiledad no se restringe a los esuntos, que en cade caso nos ocupan 0 nos han ocupado, sino que también se decide desde ella, sin responsabilidad personal y directa, lo que tendra que sex el caso, las posibilidades a las que se debe proyectar el Dasein, su tra- to furaro con él mundo, los otros y él mismo (pp. 173 8). En cuanto marcadas por esta ambigiiedad, la habladuria y la curiosi- dad impiden que algo nos imaplique, que nes incumba en primera persona. Esta forma de trato bloquea el potencial y la fuerza apelativa incluso de aquello que podria importarnos propiamente, lo nivela y convierte en tn, asunto interesante entre otros, sin dajarse decir nada y pasando pronto a otra cosa. 3.4, La CAIDA ¥ La CONDICION DE ARROIADO (§ 38) En la parte A de este capitulo vimos que el Dasein es une apertura de saundo tal que lo que comparece lo hace en forma de posibiidades que Je incumben y en las que finalmente se juega su propio estar siendo. Ahora, ena parte B, estamos viendo que el Daseir cotidiano en su modo impro- Pio de ser abre el mundo en forma de asuntos de los cuales lo sumo se interesa y que justamente no reconoce come posibilidades que afecten 2 ® Sobre ene punt, y igi oto tata en presente capitlo, poste consltarse I erposl= cin de King (200%) en Segue de lecrare de ST, espelaimente pp. 83-50, ELSER-EN COMO TAL 165 ‘sa propio tener que ser. A esta forma cotidiana de sex, a este modo de Gesplegar su ser en el nmndo consistente en perderse en lo cue el dia va trayendo, no hacerse responsable de la propia vida y darse la espalda, lo denomina Heidegger la caida (p. 175). Bajo este término se recoge io visto en los tres pardgrafos anteriores, donde en definitiva se estaba describiendo més en detalle en qué consiste Je forma de ser del imo, la im-propiedad. Como su nombre indica, se tra- ta de un fenémeno privativo o deficiente pero, no obstante, dominants © jnsoslayable. En efecto, aunque el Dasein sea para Heidegger ante todo la posibilidad de ser él maismo, de responsabilizarse de su propia existencia finita, se trata de una forma de ser quo no solo no est dada de antemano sino que debe ser ganada siempre de nuevo con algin tipo de modificacin otransformacién del modo habitual y dominante de ser. En este, el Dasein vive y se guia por la interpretacién pUblica que comparte com los otros ex laforma cambiguan ya mencionada. Esa esto a lo que se denomina cada, sin pretender por ende que exista la posibilidad de superar esta condicién i tomarla como un estado posterior © previo a una supuesta pureza di- sipada o por venir (pp. 176, 179 3) ‘sta forma cotidiana de ser hunde sus rafces en el cardcter existenciel del Dasein segin el cual éste crece en un mundo ya piblicemente configu ado, participando de ua lenguaje que contiene comprensiones ¢ interpre- taciones comunes de todo lo que es el caso. Asi pues, le posibilidad de perderse en el uno, de mentenerse en este cestado interpretative> (dusge- legtheit) y dejarse guiar desde él, estd ya dada por la propia forma de ser del Dasein, no ova «mabr que le venga de afuera sino una posibilidad que pertenece 2 su propio ser. En este sentido dice Heidegger que el ser ex el mundo como tal —en cuanto un ser con otros en un mundo comin, {¥ pUblico— es sentader, lleva en sf mismo la tendencie a la caida (p. 177). En ella, el Daseix no confronta su propio tener que ser, sino que se mieve ‘en la conviccién de que todo es accesibie y todo esté ya suficientemente ‘comprendido, conviccién que le proporciona una particuler seguridad y tranquilidad. Esta forme caida de existencie es, por ende, tranguilizadora (© 177). El segaro y tranguilo acceso a todo le permite al Dasein intere- sarse curosamente por las més diversas formas de interpretarse y mani- festarse, ya se trate de culturas lejanas, ya de las diversas interpretaciones sobre él mismo. El Dasein se deje de ado con todo ello en la particular forma de un no dejar de hablar de si, enterarse y disponer de los més variados discursos sobre la vida y el hombre. En le caida, por ende, el Dasein se enajena ¥ a la vez se enreda (p. 178), queda atrapado ea todo lo que se dice sobre él hombre en vez de tomar en sus manos su propie vida ¥ decidir ponerse en posibilidades concretas y elegidas Heidegger describe esta forma desde la que se abre mundo en términos de movimientos —caer, tender a la caida, encontrar reposo, salir de si, 166 SER Y TIEMPO DE MARTIN HEIDEGGER, enredarse en los discursos—, de ali{ que las resuma todas elles em un tér- nino de ese mismo cardcter: el «despeRamiento» (Abstuz2) (p. 178). Todos festos conceptos por asi decir dinémicos, relativos a movilidades, apumtaa finelmente a mostrar que incluso la cafda es una forma de llevar a cabo i propio tener que ser, es un modo de tenérselas con lo que Heidegger Genominé al principio dei capitulo la condictin de arrajado (Geworferheit), esto es, con mestro estar siendo y tener quo hacer algo con nosotros mis- mos. Eso que le «disposicion afectivan trastucia toma en el vivir cotidiano e impropio la ya descrita forma do le caida: el Dasein sesponde al proble- sha que es para si mismo evitando hacerse cargo de si. 4, CONCLUSION ‘Una vez mostrados los caracteres esenciales dela «eperturidad» —dis- posicién afectiva, comprensién y discurso— y sus formas cotidianas —ha~ bladuria, curiosidad y cobigtiedad, que al final se muestran como un m0- Vimiento de caida—, Heidegger eeaprende ya la tarea que resta en este Primera Seocién: intorpretar todos los caracteres desplezados hasta este ‘momento de forma unitaria, Io que haré en el cepitulo sexto bajo el tira- 10 del «enidado» (Sarge). REFERENCIAS CaruEazzs G, (2008): Teorlas del juicio, Mads. Fav, Th, (972: Heidegger The Critique of Logie, The asus, Gaoss, D. y Kenan, A. (088) (2005): Heidegger and Rethoris, Alpaay (N. X)- Kino, M. C00). Guide to Hetdegger's Being ad Time, Albany (N. Y). 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