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fh EDWARD B. TYLOR / | LA CIENCIA DE LA CULTURA (1871) J. 8. Kahn pacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la socle- Fl concepto de cultura: |, L(G o ctvitinctén, en sentido etmogrético amptlo, es aguel J\) 1 todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la os Lp} moral, el derecho, las costumbres y cualesquicra otros hibitos y ca: textos fundamentales | | dad. La situation de la Guliufa en las diversas séciedades de la especie i‘ “humana, en la medida en que puede ser investigada segin principios Pre rig generales;"€s un 08] ‘para el estudio de las leyes dl pensa- . ! a miento y'la accion del hombre. Por una parte, ramidad’ que x fom gr cbse attri Ja eles eee es buena parte, a la aeci6n uniforme de causas unit tras que por_otfa parte sus@istintos grados deben considerarse tapas de? . wt desarrollo 0 evolucién, steno Caéa tuna el resultado de la historia an + ‘erior-y-colaborando' con su aportacién a la conformacién de la historia del futuro. Estos vollimenes tienen por objeto la investigacin ~ de estos os grandes principios on diversas secciones de la etnogra- fia, con especial atencién a la civilizacién de las txibus inferiores en relacién con las naciones superiores. a Nuestros modernos investigadores de las ciencias de la aturaleza inorganica son los primeros en xeconocer, fuera y dentro de sus.came, pos concretes de trabajo, la’ fa “naturaleza. la /fijeza de? Sis eyes} el concreto SrdeH de causa-efccts)por el que cada hecho Uepende del que lo ha preceaide F achia scbre el que le sucede.—j Comprenden firmemente la doctrizia pltagérica del“orden_que todo Jo penetra en el cosmos universal. Afirman, con Aristoteles, que Ia Sncoherentes, como una mala stén de acuerdo con Lelbnitz en lo que i llama «mi ax nnaturaleza munca acta a Ye asj como en su egran prin pleado, de que nada ocurre sin una razén st Y¥ tampoco se Gesconocen estas ideas fumdamentales 1a estructura y los ‘hébitos de Jas plantas y de los animales, ni incluso al investigar les, funciones inferiores del hombre. Pero cuando llegamos a los proce- ice lad pre epi cent sos superiores del sentimiento y la accién del hombre, del pensa ea miento y el lenguaje, del conocimiento y el arte, aparece un cambio 29 en el tono de la opinién prevaleciente. En general, el mundo no esti. -\- preparado para aceptar el, Studio general de la vida humacin como) - ‘ suathralés a llevar a la préctica, en un “Fentido aizplio, el precepto del p le «Explicar la moral comé las cosas naturales», Para muchos entendimientos educados parece resul- | * tar algo presuntuosa y repulsiva la concepciéa de que Ja historia de Ja especie humana es una parte y una parcela de la historia de la naturaleza, que nuestros pensamientos, nuestra voluntad y nuestras acciones se ajustan a leyes tan concretas como las que determinan el 4» movimiento de las olas, 1a combinacién de los acidos y las bases, y el \ crecimiento de las plantas y Jos animales. *_ La principal razén de este estado popular de opinién no hay que buscarla muy lejos. Muchos aceptarian de buena voluntad una cien- cia de la historia si se les presentara con una substancial concreciéa de tos principios y de las pruebas, pero no sin razén rechazan los sistemas que se les ofrecen, por estar muy por debajo de los niveles cientificos. El verdadero conocimiento, antes o después, siempre su- pera esta clase de resistencia, mientras que la costumbre de oponerse a la novedad rinde tan excelente servicio contra la invasién de dogma- tismos especulativos, que a veces se desearia que fuese mds fuerte de Jo que es. Pero otros obstaculos a la investigacién de las leyes de In naturaleza huimana nacen de consideraciones metafisicas y teolégicas. ‘La nocién popular del libre albedrfo humano no sélo implica Ebertad para actuar segiin motivaciones, sino también el poder de zafarse Ja continuidad y actuar sin causa, una combinaciin que se podria ejemplificar, aproximadamente, con el simil de una balanza que ‘a veces actuase de manera normal, pero también poseyera Ja facul- ‘tad de moverse por sf misma, sin pesas o contra ellas. Esta concep- cidm de Ja accién anémala de fa voluntad, que escasamente hace falta decir que es incompatible con el razonamiento cientifico, subsiste ‘como opinién patente o latente en los entendimientos humanos y afecta fulertemente sus concepciones tedricas de la historia, aunque, por regla general, no se exponga de forma destacada en los razona- mientos sistematicos. De hecho, la definicién de Ja voluntad humana como estrictamente ajustada ciones es el tinico fuadamen- to cientifico para tales nes. Por suerte, no es indispensa- ble aftadir aqui otra més a I de disertaciones sobre la inter venciéa sobrenatural y la causacién natural, sobre la libertad, la pre- destinacién y la responsabilidad. Podemos apresurarnos a escapar de Jas regiones de la filosofia transcendental y la teologia, para empezar lun viaje mas esperaszador por un terreno mas viable. Nadie negaré ; como cada hombre sabe por el testimonio de su propia las causas naturales y concretas determinan en gran m ‘én humans, Entonces, dejando de lado las consideraciones v3 da tse Is interferencias sobrenaturales y la espontaneidad inmotiv: * tomemos esta admitida existencia de las causas y efectos naturales como nuestro suelo y visjemos mnientras nos sostenga. Sobre estas mismas bas i s persiguen, cada ver con m= yor éxito, la inves es de la naturaleza, Tampoco es 30 clones estorben el estudio cientitico de la las verdaderas dificultades son las pricticas idad de los datos y la imperfeccién de los mé:} necesario que estas vida humana, en de la enorme com; todos de observac Ahora bien, parece que esta concepcién de la voluntad y Ia con- ducta humana como sometidas a Ieyes concretas, de hecho Ia recono- | cen y la manejan las mismas personas que se oponen a ella cuando se plantea en abstracto como un principio general y se quejan en- tonces de que aniquila el libre albedrio del hombre, destruye su | sentido de la responsabilidad personal y le degrada convirtiéndolo en | ima maquina sin alma, Quienes dicen estas cosas pasan sin embargo | gran parte de su propia vida estudiando las motivaciones que dan ugar a Ia acciéa humana, intentado conseguir sus deseos mediante cllas, tramando en sus cabezas teorias de cardcter personal, recono- | ciendo cuales son los efectos probables de las nuevas combinaciones | y dando a sus razonemientos el carécter final de la verdadera inves: tUgacién clentifica, dando por supuesto que si sus céleulos salen equivocados, o bien sus datos deben ser faisos 0 incompletos, o bien su juicio ha sido imperfecto. Tal persona resumird la experiencia de jas con la sociedad declarando su Tazén en Ia vida y que cuando los, regla es esperar ¥ observar con la’ encontraré la clave del problema. Esta ign humana puede haber sido tan estrecha como toscas y prejuiciosas sus deducciones, pero, no obstante, ha sido un filésofo Inductivo «durante més de cuarenta aiios sin saberlo». Pricticamente Feconoce Ieyes concretas al pensamiento y ala accién del hombre, y iplemente no ha tendo en cuenta, en sus estudios de la vida, todo el tejido del albedrio inmotivado y la espont i se supone que no deben tenerse en cuer ‘més amplios y qué la verdadera filosofia ampliar y mejorar los métodos de Ja gente Ilana que forma sus jui- clos @ partir de los hechos, y comprobarlos frente a los nuevos datos. Tanto si la docitina es completamente cierta como si lo es en parte, acepta la misma situacién desde la que buscamos nuevos conocimien: tos en las lecciones de la experiencia y, en una palabra, todo el de- curso de muest raclonal se basa en ella. acontecimiento es hijo de otro, y nunca debemos olvidar la 5 una observacién que el jefe bechuana hizo a Casalis, el ‘africano. Ast, en todas aS épocas y en la medida en que Pretendian ser algo més que meros cronistas, Jos historiadores han hecho todo 10 posible para no limitarse a presentar simplemente la sucesién, sino la_canexién, de los acontecimientos en su narracién. Sobre tedo, se han esforzado por elucidar los principios generales de la accién humana y explicar mediante ellos los acontecimientos fencia de una filosofia de la historia. Si alguien negara fidad de establecer de este modo leyes histéricas, contamos con Ja respuesta que en tal caso Boswell dio a Johnson: «Entonces, 31 See eee eee eee ee eee eee eee eee Cae oe ooo an eo e ieee eee oi los problemas que se plantean ant embargo, los trabajos de tantos eminentes pensadores n0 hayan con storia més que hasta el umbral de Ta ciencia. ‘Los datos de que tiene al mismo tiempo tan diversos y tan dudosos que es di ima vision completa y clara de su partieipacién en una Greta, ¥ de este modo se hace irresistible la tentacién de entresacarlos en apoyo de alguna teorfa chapucera y dada del curso de los acon fentos. La Gilosofia_de_la historia? que 7 Fee la vida del hombre ea el pasado y predice los futuros remitién- ™ dose a leyes generales, en realidad es una materia que, en gran me- por un genio que cuente con la ayuda de una extensa Investeaciéa. Sia embargo, hay. (ecion®, de bastante dificultad, parecen relativamente acce (‘er campo de"investigacién del conjunto de la hhemos denominado euliura) la historia no de las + | sino de las condiciones del conocimiento, la religiéa, el arte, las cos- ‘qumbres y otras semejantes, la tarea investigadora queda situada Lden:ro de limites més moderados. Todavia padecemos de dificultades que estorbeban Ja temética mas ampl {disminuidas. Los datos no son fan caprichosamente heterogéneos, si que pueden‘clasificarse y compararse de una forma més simple, Shismo tiempo que la posibilldad de deshacerse, de,los asuntos genos y de'traiar cada tema dentro de si adecuado miatco de.datos, én conjunto, hace més faciible wn razotiamiento sélido que en * caso de la historia general. Esto puede hacer que aparezca, a part + de un breve examen preliminar del problema, como pueden clasific: ( sey ordenarse, etapa tras etapa, en un probable orden do evolucién, | os fenémenos de la cultura, £_Exsminados con una visién amplia, ol cardcter y ol bs especie humana exhiben al mismo tiempo esa similitud y con: Ge los fendmenos que condujeron al creador de proverbi fa declarar que «todo el mundo es un paiss, «tutto il mondo da igisldad general de Ia naturaleca bumgnapor una. por 3 jones de vida) por otra, esta si ‘trazatse y estudiarse con especial ido- ida pue .d al comparar razas con aproximadamente el mismo grado | arse en tales comparacic acién. Poca atencién necesita historia nia la Coro dijo el doctor Jobnson despectivamente cuan- + do leyé sobre los habitantes de Ia Patagonia y los habitantes de las fslas de los mares del sur, en los viajes de Hawkesworth, «un con- junto de salvajes es como cualquier otro». Cualquier muses étno- Iégico puede demostrar hasta qué punto es cierta esta generaliza- de Africa d 32 ida, en el actual estado de nuestros conocimientos, es dificil de~ @ec cin. Examinense, por ejemplo, los instrumentos con filo y con punta aa eoesn, ef invenaro Incluye hachas, ancl, cncsiy on chillos, serras, rascadores, leznas, agujas, lanzas y puntas de fecha, Ja mayor parts de ellos ¢ todos, con sélo ligeras dierencias de deta Ie, pertenccen a las més diversas razas, Lo mismo ocutre con las ja tala de arboles, Ja pesca con red i y alancear, encender el fuego, cocina enrolar curd y trezar eesias, se repien con hermosa unforttda cen las estanterfas de Ios museos que ilustran Ja vida de les razas Snferfores de Kamchatka a la Tierra del Fuego, 0 de Dahomey a Hawai, Incluso cuando se llega a comparar las hordas bérbaras con Jas naciones civilizadas, se nos impone la consideracién de hasta qué Punto un articulo tras otro de Ia vida de las razas inferiores ce contintia utilizando para andlogos procesos por Tas superiores, con formas no Jo bastante cambiadas para que resulten irreconocibles ¥ a veces muy poco modificados. Obsérvese al modemo campesino europeo utilizando sui hacha y su azada, véase sit comida ‘hirviendo 0 Aséndose sobre el fuego de madera, obsérvese el exacto lugar que jocupa Ja cerveza en su valoracién de Ia felicidad, ofgase su relato del fantasma de Ta casa encantada més préxima y'de la sobrina del sgranjero que fue embrujada con nudos en sus visceras hasta que cays en espasmos y murié. Si escogemos de esta forma las cosas que s° hhan alterado poco en el largo curso de los siglos, podremos trazart tn gundro en el que hab entre el labrador inglés y el negro de Africa central. Estas paginas estén tan plagadas de datos sobre tal corzespondencia entre i expecie humana que no hay necesidad de pararse ahora en detalles, pero puede s desde el primer momento un problema gue puede complicar el temo, a saber, i razas, Parece tanto posible como deceable} es sobre las varicdades hereditarias de re- 2s humanas y tratar a la humanidad como homogénea en naturaleza,$ aunque situnda en distinios grados de cviizacin, Los detalles de la investigacin demostrarén, creo Yo, comparar etapas de la cults sia hasta qua punts las ts que utillzan Jos © creen en los mismos mitos, pueden diferir en su configuraciéa poral y el color de su pic! eo fo_ dele ‘viliacivni-consisie_en_ ah) 5 eTupos adecuadas.) * hhay que distinguir la fabricacidn de esteras y redes, y los di grados de producién y tejido de encabezamientos en mitos de la salida y Jos eclipses, nombres de del nombre de wi Sa coer or emmy ‘ Gy kwh txgecet arte eee eeeeeseesses A eeeeeeeeeeeeseesssae a eeeeeeeeeeeeeeesseg eee eee eeeeeeeeeeeseeg eg eeeeeeeeeeregg eee se hacen a los espiritus de los muertos y a los otros seres esp , al orientarse hacia el este para el culto, la purificacion ‘\del ceremonial o la limpieza moral por medio del agua 6 del fu Estos son unos cuantos ejemplos variados de una lista de cien ‘ypla tarea det emégrafo es clasifica® tales detalles con la perspecti 4 descifrar su distribucién en Ia geografia y en la historia, y la relacién que existe entre ellos. En lo que consiste esta tarea puede / Gistribucién geogrifica'de ostas cosas ¥ Si 17a a otra tienen que estudiarse como el de sus especies boténicas y zool animales son pecualiares de cie rites, Io mismo ocurre con jentos como el boomerang australiano, el palo y la ranura iesia de encender el fuezo, los pequefios arcos y flechas que se las tribus del istmo de Panama, y algo pare- artes y costumbres que se encuentran ais. Igual que el.catélogo de todas las especies de plantas y animales representa la/flora y fauna, ast los articulos (3 hY) de la vida general de un pueblo representa ese conjunto que Geno- ralnamos cultura, Y al igual que en las regiones remotas suclen aparécer Yegetales y animales que son anélogos, aunque de ninguna manera idénticos, lo mismo ocurre con los detalles de la civilization de sus habitantes, Hasta qué punto existe una verdadera jlogia entre la de las plantas y los animales y In difusion de Ja civilizacion, resulta bien perceptible cuando nos damos cucata de hasta qué punto ambas han sido producidas al mismo tiempo por Jas misimes causas, Distrito tras distrito, Ins mismas causas que ban introducido las plantas cultivadas y.los animales domésticos han traido con ellas el arte y el conocimiento correspondientes. El curso ae ientos que llews caballos y trigo a América, levé *Merece tenerse en cuenta la cuestion de que las descripciones de~— uaa preg “2Cémo pueder Jas exposiciones de las costumbres, mitos, creené tribu salvaje si se basan en el testimonio de algin viajero 0 misio- nero que puede ser un abservador sup. lecciéa, una persona con prejuicios o incluso obstinadamente mentiro- sa». Esta cuestién, en realidad, debe tenerla el etndgrafo clara y constantemente presente. Por supuesto, esta obligado a juzgar lo me- 34 Jor posible Ia veracidad de todos los autores que cita y, si'es posi ble, a conseguir varias descripefones que certifiquen cada panto de cada localidad. Pero por encima de todas estas mecicas de precaut : :iueba‘de-Ia-repeticiét Si dos visitentes independientes 6 & fos palses, pongamos un musulmdn medieval a Tartaria y un {inglés contempordneo a Dahomey, o un misionero jesuita en Brasil y un wesleyano en Fiji, coinciden en describir algin arte, los pueblos que han visitado, resulta dificil tencional suele quedar descarteda cuando las cosas son de tal forma que se hace una exposicién similar en dos pafses remotos por dos testigos tales que A viv antes que B y B no parece haber tenido nunca noticia de A. Quien tan sélo eche una ojeada a Jas notas a pie de pégina de la presente obra no necesitard més prucbas de hasta qué punto son distantes los pafses, separadas las fechas, dis- intos los credos y Jos cai ‘logo datos sobre Ia civilizacién. Y cuanto més zara es la afirma- s personas en varios lugares puedan Siendo esto esi, parece razonable juzgar que las exposiciones se hacen en su mayor parte con veracidad ¥ que su estrecha y regular coincidencia se debe 2 que se recogen jos mismos hechos en distintos distritos culturales. Ahora bien, Jos datos més importantes de la etnografia se garantizan de esta forma. La experiencia leva al estudioso, al cabo de algin tiempo, a esperar y encontrar que los fenémenos culturales, como consecuencia de les causas similares que actiian con gran amplitud, deben repetirse una ¥ otra vez en el mundo. Incluso desconfia de las exposiciones aisladas ara las que no conocé paralelo en otro lugar y aguarda a que su autenticidad se demuestre por descripciones similares de otro punto del globo o de otro extremo de Ja historia, De hecho, este medio de autentificacién es tan fuerte que el etndgrafo, en s2 fa veces hacer Ja presuncién de decidir, no sl rador es un observador honesto y perepicez, sino ta sed quid.» Pasaremos ahora de la distribucién de Ja cultura en los distinios paises a su difusién dentra de estos paises. La cualidad de la especie ‘humana que més ayuda a hacer posible el estudio sistematico de la civilizacién es el notable acuerdo 0 consenso técito que hasta el momento induce a poblaciones enteras 2 unirse en el uso de la mii Jengua, a seguir la misma religion y las costumbres asentarse en el mismo nivel general de arte y conot estado de cosas es el que hasta el momenta hace 7% Jas inmensas masas de detalles por unos pocos datas caracteristicos, ¥ una vez asentados, los nuevos casos recogidos por nuevos observa: e, J ee doves simplemente otupan st lugar para demostrar Ia correccién de J elasticaciéa, Se’descubre que existe tal regularidad en Ia compo. de las socfedades humanas que podemos no tener en cuenta ferencias individuales y, de este modo, generalizar sobre las artes y opiniones de naciones enteras, igual gue cuando vemos tn ejército desde una colina nos olvidamos de los soldados. indivi diuales, quienes de hecho escasamente pueden distinguirse de 1a maca, mientras que vemos cada regimiento como un cuerpo organizadoy extendiéndose 0 concentrindose, desplazindose avanzando 0 en ret rads. En algunas ramas del estudio de las Ieyes sociales es ahora posible pedir ayuda a la estadistica y aislar, por medio de inventarvos fe cobradores de imapuestos 0 de tablas de oficina de seguros, algur nas acciones concretas de fas comunidades humanas muy ‘entfe. mezcladas, Entre los modernos estudios sobre las leyes de la sccion humana, ninguno ha tenido un efecto tan profunde como las gene ralizaciones de M, Quetelet sobre la regularidad, no solo en’ ma: fetias como Ta estattira media y los indices anuales de nacimientos ¥ defunctones, sino en le repeticién, afo tras alio, de productos tan Oscuros y en apariencia incalculables de Ia vida nacional como las cifras de asesinator y suic proporeién de las mismas ar- mero de personas que mueren accidentalmente en las calles de Londres y del mimero de cartas sin direccién que se depositan en _ Jos buzones de correos, Pero al examinar Ia cultura de las razas interiores, lejos de poder disponer de Jos datos aritméticos cusn- fificados de la modema estadistica, tenemos que jugar la situa. tiga de las tribus a partir de las descripelones imperfectas que pro. », Porcionan los viajeros 0 Ios misioneros, o incluso tazonar sobre las ‘eliquias de Is razas prehistéricas cuyos mismos nombres y lenguas “sé ignoran sin la menor esperanza, Ahora bien, a primera vista, pue- den parecer materiales tristemente incompletos ¥ poco prometedores ara la investigacién clentffies. Pero, de hecho, ao son ni inconcretos ni poco prometedores, sino que proporcionan datos que son valldes y concretos dentro de sus limites. Son datos que, por la forma dif rendlada en gue denotan la situacién de la tribu a que corvesponden, sealmente soportan la comparacién con los productos de la estadis- tica, EI hecho es que una punta de flecha de piedra, un baston tallado, un idolo, um monticulo funerario en que se han enterrado wos ¥ propiedades para uso del difunto, una desc: de un hechicero para provocar Ja liuvla, una. t Ia conjugaciGn de un verbo, son cosas que por 1a Situacién de um pueblo en un punto conereto de ‘yeraciddd como los mimeros tabulados de fall fos por vene- os ye cas de té importadas manifietan, deforma diferente, ofr08 resultados parciales de la vida general de toda una comunidad, ‘Que toda una nacién ‘al, armas y herramien- tas especiales, leyes especiales sobre el matrimonio y 1a propiedad, ay moral especial, constituye un hecho destacable que spreciamos muy poco porque pasamos toda nuestra vida en medio 36 “Ls etnografia tiene que ocipiarse especialitienté de talés caall \dades generales de las. masas de hombres organizadas, Sii embargo.” afforman entre nosotres por la accién combinada de muchos indiv ‘mnfentras se generaliza sobre la cultura de una tribu o de una nacion Y se dejan de Indo Jas peculiaridades de los individuos ot Ponen por tener poca importancia para el resultado pric ‘mos tener cuidado en no olvidar lo que compone esie resuliad ipal. Hay personas tan absortas en las distintas vidas de los ‘0s que no pueden comprender Ja nocién de la accién de la lad como conjunto; tal observador, incapaz de una visidn ia de Ia sociedad, se describe perfectamente con el di alos érboles no Je dejan ver 1 bosques. Pero, por otra par! sofo puede estar tan absorto en sus leyes generales de la sociedad como para olvidarse de los actores individuales que componen la sociedad, y do él puede decirse que el bosque no le deja ver los Erboles. Sabemos cémo las artes, las costumbres y las ideas se ct duos, Jos motives y los efectos de cuyas acciones suelen eparec ‘completamente diferenciadas a nuestra vista, La historia de un inven- to, una opinién o una ceremonia es Ia historia de la sugerencia y la ‘modificacién, el estimulo y Ia oposicié personal y el partidista, y en la que los individuos implicados schian cada uno segdn sus propias motivaciones, determinadas por su caréc- ter y circunstancias. De este modo, a veces observamos a individuos que acttian por sus propios fines sin tener muy en cuenta sus efectos a la larga sobre la sociedad, y 2 veces tenemos que estudiar movi mientos del conjunto de la vida nacional, donde los individuos que cooperan en ellos quedan por completo fuera de nuestra observacién. _a[/Per0 considerando que la accién social colectiva es la mera Tesultante *| de muchas acciones individuales, resulta claro que estos dos métodos * L boherentes. ~~~ car ot ei Al estiidiar la repeticién de las costumbres 0 las ideas concretes en distintos distritos, asi como su prevalecencia dentro de cada is aparecen ante nosotros pruebes que se repiten constante- mente de la causacién regular que da lugar a los fenémenos de la ‘vida humana, y de las leyes de mantenimionto y difusin segin las cuales estos fenémenos se establecen en forma de condiciones nor- males permanentes de la sociedad en los concretos estadios de la cultura, Pero, si bien concedemos toda su importancia a los datos Telativos a estas condiciones normales de la sociedad, debemos tener guidado en evitar el peligro que puede atrapar al estudioso incauto, Desce Tuego, las opiniones y los hébitos que pertenecen en comin a las masas de la humanidad son en eran medida el resultado de un Juicio correcto y una sabiduria prictica, Pero en gran medi ‘asf, Que muy numerosas sociedades humanas hayan creidc fluencia del mal de ojo y Ia existencia de la béveda saerificado esclavos y bienes a los espiritus de los dese] i iclones sobre gigantes que matan monstruos ¥ hayan traspasado tr hombres que se convierten en be todo esto puede sostenerse 37 ® sazonablemente que fue producido en los entendimientos de los hombres por causas eficientes, pero no es razonable sostener que \ Jos ritos en cuestion sean beneficiosos, las creencias correctas y la historia aut Esto parece a primera vista una perogrullada, pero, de hecho es 1a negacion de una falacla que afecta profinda. ‘mente al entendimiento de toda la humanidad, con excopeién de una ‘Pequetia minorla critica. En términos populares, lo que dice todo el Yo que hace todo el mundo Cebs" estar bien «Quod ubfque, quod ‘semper, quod” ab omnibus ereditum est, hoc est vere proprieque Catholicumy—, etcetera. Existen diversos especialmente en Ia historia, el derecho, la flosofia y la teolog ‘que incluso las personas edticadas entre las que vivimos Uegan a ver que la causa por la que los hombres sostienen una opt nin o practican una costumbre, mo constituye neces Far6n no para que tengan que hacerlo asi. Ahora blea, de datos etaogréficos ponen tan desiacadamente a ta que el acuerdo de inmensas multitudes de hombres sobre determinadas tradiciones, creencias y usos son peculiarmente susceptibles de ser urtilizados como defensa directa de estas mismas instituciones, que iftcluso Jas antiguas naciones bérbaras son convencidas para que mantengan sus opiniones contra las lamadas ideas modernas. Como ~ Personaimente me ha ocurrido mas de una vez encontrar que mis colecciones de tradiciones y ereencias se institucionalizan para probar su propia verdad objetiva, sin un adecuado examen de Jas razones por las que realmente fueron recib ‘detalles de la cultura pueden 1ograficos, de artes, creencias, | vostumbres y dems, aparece la siguiente consideracién de hasta/ qué punto ios hechos organizados eh estos grupos se han producido| ucionandé “thos de otrom Escasamente es necesario decir que 3s grupos en cuestin, aunque se mantienen unidos por un cardcler comin, de ninguna manera estén exactamente definidos. Volviendo a ‘tomar el ejemplo de la historia natural, puede decirse que hay espe- ies que tienden a dividirse répidamente en variedades. Y cuando sale a colacién qué relaciones tien m. otros, | gran ventaja sobre el estudioso de las especies de Jes. Entre los naturalistas esta planteada la cuestion de le 1a evolucién de una especie a otra es una descri sobre la posibilidad de qué de instrumentos, habitos o creencias hayan evolucionada 4unos de otros, pues la evolucién de la cultura Ia reconoce muestra Leonocimiento mas familiar. Las invenciones mecénicas proporcionan ‘ejemplos adecuades del tipo de desarrollo que a la larga sufre la 38 Zc civilizaciOn, En la historia de las armas de fuego, se ha pasado de la tosca Have de rueda, en que una rueda de acero dentada daba vueltas por medio de un muelle contra un trozo de pirita hasta que una chispa prendia en el cebo, condujo a Ja invenci de la més util Have de pereusién, que ahora est cambiando su pasar de cargarse por la boca a cargarse por ara. tabio medieval se transformé en el cuadrante, descartedo ahora a su vez por los marinos, que utilizan el més delicado sextante, y ast pasa la historia de un arte y un instrumen’ de progresién nos son conocidos como historia directa, esté tan metida en nuestros ente sta, que por medio de ella reconstruimos sin escripulos ta historia per. ida, confiando en los principios generales del persamiento y la accién del hombre como gufa para ordenar correctamente los hechos, crénica explica o guarda silencio al respecto, nadie que dudard de tuna evolucién del instrumento més simple. ‘Asi, entre Ios taladra- ores" para cnicender” por “friccién, claramente aparece a primera vista que el taladrador que funciona con cuerda o arco es una mejora st 70 mas tosco que se hacia girar clase de especimenes que a veces escubren los anticuarlos, bronces celtas modelados sequin el tipo del hache de piedra, escasamente resultan explicables como primeros pasos en la transicién de la edad de picdra a ‘de bronce, en la que pronto se descubre que el nuevo mat apropiado ‘para un disefio més manejable y menos ruinoso. E mente en las otras ramas de nuestra historia, una y otra vez se presentan ante la vista series de hechos que pueden disponerse cohe- ente unos @ continuacida de otros en un concreto orden evo- y hacer que sigan el orden contrario. Tales son, por ejemp! s datos que he agregado en un capftulo sobre el arte de contar, que tienden a demostrar que, ‘por lo menos en este aspecto de la cultura, las tribus salvajes han Ilegado a su situacién mediante aprendizaje y no por pérdida de lo| aprendido, mediante(élevacién desde Jo. inferfor #as“bien que por” desde una. situacién sup cién_ superior.) iimente pueden inv do realmente la civilizacién del mundo, se encuentra Ta gran de hechos que he creido conveniente denominar introduciendo el i ri ‘Fata de “procesos, costumbres, 0 39 ales ac allesta ha sido f £ Te Tos datos que nos ayudsi & rastrar el curso que ha seguic ® ¥ tes, cuyo novedoso accesorio nunca ha aprendido a utilizar, y la he visto tirar su Janzadera de mano a mano de la forma verdaderamente clisica; esta anciana no va un siglo por detrés de su tiempo, sino que ‘Les un caso de supervivencia. Tales ejemplos ‘ceder a los habitos de hace cientos del solsticio de verano es una super Ue los campesinos bretones para los espiritus de los muertos es una supervivencis. EL simple manteni mientras que inundo pueden nuevo mundo, poderosas para _, ‘bien o para mal. A veces los viejos pensamientos y précticas brotan de nuevo, para sorpresa de un mundo que las crefa muertas o mori ‘bundas desde mucho tiempo antes; en este caso las supervivencias grafo. de los fundamentos de las supervivencias no | pues la mayor pé (ido en las supervivenci cacién razonada, Sobrs todo, 3a mayor parte de las superviven curso de Ia evolucién que se convierte en un ‘conseguir una_visién Jo, (nds clara posible de su naturaleza. Esta importancia debe justificar Ya extensién que aqui se dedica al examen de las supervivencias, a partir de juegos, dichos populares, costumbres, supersticiones y' si lares qué puedan servir pata sacar a la luz Ia forma en que fur- supervivens cia, el renacimiento, la | Ita mas que una ojeada a los detalles triviales de nuestra existencia diaria para hacer- nos pensar qué lejos estamos de ser realmente sus creadores y qué cerca de ser los transmisores y modificadores de los productos de | Jas edades pasadas. Mirando la habitacién en que vivimos, podemos —” omprobar cudn lejos esté de entender correctamente tan siguiera ~ ésta quien sélo conoce su propio tiempo. Aqui esta la «madreselva> de Ash Is fleurdelis de Anjou, alrededor del techo hay una cornisa con una orla griega, el estilo Luis XIV y su antecesor el Renacimi ssformados, trasladados 0 mu- tilados, tale historia claramente estam- pada sobre ina todavia es menos facil Ge leer, no podemos argumentar que, puesto que 0 somos capaces 0 _ ¢ indefinida inexplicabilidad. Si los juegos infanti de distioguirla con claridad, en consecuencia alli no hay historia. que usan los hombres, alemanes muestran por jerar en tan absurdos rudimentos} wgleses no traspasan ya inexplicables hasta que termedias por las que han descendido desde los cuellos anchos, como el que Ileva Milton en su retrato, Y que recibierort su nombre de la ecaja de carténs (eband-bax») en {que solian guardarse. De hecho, los libros de trajes que muestran como una prenda crecié o mermé por etapas graduales y se trans- formé en otra, ilustran con mayor del cambio y el crecimiento, el renaci produce aifo tras aio en cuestiones mas importantes de la vida. En Jos libros, también, vemos a cada autor no silo en sf mismo y por ino ocupando ef lugar gue le corresponde en la historia: en cada filésofo, matem: iestley, en Milton a Homero, El estudio del lenguaje quizis ha hecho mas”. au ningi otro por apartar de nuestra concepcién de Ia acca Y el Pensamiento humanos Ia idea de invencién azarosa y a, 5 ria de la evolucién mediante la cooperaci © conocen todos los datos. Rudimentaria como toda- aibles cuand: via es la ce mas de que los fenémenos que parecen més espontineos dos pueden demostrarse, no obstante, que estén comprendidos en como Jos hechos dela. - claridad en tales esfuerzos de la imaginacién, @ Ja vez, mde etapa a etapa y la producién de una uniformidad como consecuencia de la unformidad de la causa. Aqui, como en todas partes, la espontaneidad inmotivada parece retroceder mds y més al refugio rodeado por los negros precintos de la ignorancia; como el azar, que todavia mantiene su lugar entre ol verdadera causa de los acontecimientos de otra forma inexplicables, aalentras que para Ias personas educadas hace tiempo que no sign fica nada si no es esta misma ignoranci do el hombre no consique ver la conera de Js ncontecial ide a caer en las » nociones de impulsos arbitrarios, caprichos sin causa, azar, absurdaf las costumbres sin objetivo y las supersticiones absurdas se consideran esponténeos porque nadie puede ente cOmo aparecen, la afirmacién puede recordarnos el efecto similar que los excéntricos hébitos de ‘una planta de arroz silvestre tuvieron sobre Is filosoffa de una tribu Ye pleles rojas, en otro caso dispuesta a ver en Ja armonfe de la a Pee eee eee eee eee ee eee eee ee eee eee eee eee eee eee eee ee eee eee eee eee eee eee eee eee eee eee eee eee cee eee eee naturaleza los efectos de una voltintad personal que la gobernase, El Gran Espitita, dicen estos tel hizo todas las cosas excepto cl arvoa silvestre; pero e estre aparecié por casuall «El hombres, que esta al alcance de la mano (der Mensch katipft immer an Vor- bandenes an)». Esta nocidn de la continuidad de la eivilizacién conte- in eaduco, sino ie aquellos que desean entender sus propias vidas deben conocer las etapas por las ue sus opiniones y habitos han Wegado a ser To que son. Auguste Comte escasemente sobrevalord la necesided de este estudio de Ja evolucién cuando declara al principio de su Filosofia Positiva que eninguna concepeién puede entenderse excepto a través de su histo- Ys frase acepta ampllarse a Is cultura en general. Confiar en la superticie de la vida moderna y comprenderla por simple a inspeccién es una filosofia cuya debilidad fécilmente puede compro-_, barse. Imaginese a alguien explicando el trivial dicho «me lo un pajarito» («a little bird told me), sin estar enterado de Ja vieja creencia del Ienguaje de los péj , de la que el doctor Dasent, en su introduccién a los Cwentos Noruegos, trazé tan razo- nablemente sus origenes. Los intentos de explicar a Ja luz de Ja razon sas que nocesitan Ja luz de la historia para mostrar su significa- jén pueden ejemplificarse con los comentarios de Blackstone. Para Pensamiento de Blackstone, el derecho de los plebeyos de Nevar sus bestias a pastar a las tierras comunales tiene su origen y explica- ién en cl sistema feudal. «Pues cuando los sefiores de las feudos concedfan parcelas de tierra a los arrendatarios, por servicios reali- zados o por realizar, estos arrendatarios no podien srar Ia tierra sin bes tas bestias no podian mantenerse sin pastos; y los pastos no podian conseguirse mas que en los baldfos del sefor y en la tierras de barbecho no cercadas de ellos y de los otros arrendata- ios. Por tanto, la ley Ievaba anejo el derecho de las tierxas comu- parable de Ta concesién de Jas terras; y éste 1, aunque nada hhay de irracional en esta explicacidn, no esta de acuerdo en absoluto con Ja ley teutdnica de la tierra que prevalecié en Inglaterra desde mucho antes de la conquista normanda y cuyos residuos nunca han desaparecido por completo, En la antigua comunidad de aldea, inelu- so la ticrra cultivable, situada en los grandes campos comunales todavia rastreables en nuestro pais, no habla pasado atin 2 cons- © los pastos de los barbechos rojos y los baldios pertenecian en comin a los cabezas de Destle aquellos dias, el cambio de la prop Ja individual ha transformado en su mayor parte este sistema del viejo mundo, pero todavia se mantienen los derechos que disfruta el campesino de que su ganado paste en la tierra comunal, no como tuna concesién del sefior feudal, sino en cuenta que los plebey’ seian antes de que el sefior reclamara la propiedad del baldi pre es peligroso aislar una costumbre de su sujeccién a los aconte- L a EPEEEE EEE Ce eee eee eee Ce eee ee eee Ce eee eee eee eee eee eee eee ee eee Hebe eae eee eere eee Pee eee ene eee eee EPPS eee ea EEE jijo Wilhelm von Humboldt, «siempre asocia lo ~ cimientos pasados, traténdola como un hecho aislado del que se puede uno deshacer simplemente mediante una explicaciéa plau- sible. Al llevar a cabo la gran tarea de la etnografia racional, la inves- tigacién de las causas que han producido los fenémenos culturales y las leyes a que estan subordinados, es deseable conseguir un esque na tan sistemtico como sea posible de Ja evolucién de esta cultura fen sus muchas Iineas. En el siguiente capitulo, que trata del desarro- Mo de la cultura, se intenta hacer un esbozo del curso tedrico de Ia civilizaciéa en Ia especie humana, tal como en conjunto parece concordar mejor con los datos. Al comparar los distintos estadios de civilizacién entre las razas conocidas por la historia, con Ia ayuda de las deducciones arqueolgicas hechas a partir de los residuos de Jas tribus prehistéricas, parece posible juzgar de forma aproximada ‘que hayan sido las situaciones anteriores que puedan haberla prece- ido, Esta situacién primitiva hipotética corresponde en un grado considerable a la de las modernas tribus salvajes, que, a pesar de su diferencia y distancia, tlenen en comtin ciertos elementos de civi- izacién que parecén mantenerse en general de una etapa temprana de la especie humana. Si esta hipétesis es cierta, entonces, arpesar genes a los tiempos modernos ha del salvajismo hacia la ci ién, Con cl problema de esta relaciéa entre la vida salvaje y Ia civilizada, se relacionan casi todos los miles de datos que se tratan en los sucesivos capitulos. Las supervivencias calturales, situadas a todo Jo largo del curso de los hitos la. civili- zacién en estado de progreso, llenos de significacién para quicnes pueden descifrar sus signos, incluso shora constituyen en medio de ‘nosotros montmentos tempranos del pensamiento y la vida de los Darbaros. Su investigacién dice mucho en favor de Ja concepeiéa de que Ios europeos pueden encontrar entre los bubltantes de Grocn~ Jandia o los maories muchos rasgos para reconstruir el cuadro de sus propios antepasados primitivos. A continuacién viene el proble- ma del origen del lenguaje, Oscuras como siguen estando muchas partes de este problema, sus planteamientos mas claros se abren 4 la investigaciéa de si el Jenguaje tuvo sus orfgenes en Ja human ad en estado salvaje, y el xestitado de Ia investigacion es que, segiin todos los datos eonocidos, tal debe haber sido el caso. Partiendo del examen del arte de contat, se muestra una consecue concreta, Puede afirmarse con confianza que 0 sélo se encuentra este importante arte en estado rudimentario entre las tribus sal- vvajes, sino que datos satisfactorios demusstran que Ja numeracién se ha desarvollado por invencién recional desde un estado inferior Jhasta aquel que nosotros poscemos. El examen de Ja mitologa que contiene el primer volumen se ha hecho en su mayor parte desde Ja perspectiva especial, sobre los datos recogidos para propositos especiales, de rastrear la relacin entre 10s mitos de las irfbus sal 8 ‘vajes y sus analogias en les naciones mis civilizadas. El tema de tal investigacién va més alld para demostrar que los primeros crea. tos aparecieron y florecieron entre las hordas salvejes, Poniendo en pic un arte que més culturalizados sucesores continua. Han, hasta que sus productos se fosilizaron en la supersticién, se 2 is se conformaron y arroparon iganclas mentizosas, ica que en el estudio de la religién A pesar de todo lo que se ha escrito para que el mundo se familiarice 18 teologias inferiores, las ideas populares de su lugar en la historia y de su relacion con los credos de las naciones surperiores siguen siendo de tipo medieval. Es hermoso contraponer los diarios ‘de algunos misionefos con los Ensayos de Max Miller, y colocar el zoroastrismo, junto la simpatia catélica con que tun conoc! profundo y amplia puede examinar aquellas.fases antiguas y nobles de la conciencia re- ligiosa del hombre; y tampoco por el i las tribus salvajes pueda ser ruda y os grandes sistemas asiaticos, esté ia en una posicién deme- siado baja para merecer inierés e incluso respeto. El problema Fealmente se sitda entre la comprensién y Ia no comprens Personas que se entreguen a dominar lo’ principios generates de Ja ‘religién salvaje volverén nunca a considerarla ridieula, ni su conock ‘en cuanto se clasifican Por sproximadamente que sca; y estos principios se demuestran esen- Gialmente racionales, aunque operan en Jas condiciones mentales de una Sgnorancia intensa e inveterada. Con un sentido de la intencién investigadora muy estrechamente emparentado con el de la te: de nuestros dias, me he puesto a examiner sisteméticamente el d rrollo, entre las razas inferiores, it He las almas y los otros seres esp’ de Ia presente obra la ocupa Ia masa de datos procedente las partes del mundo que muestran la naturaleza y la si de este gran elemento de Ja filosotia de la seligién, y ‘transmisi6n, expansién, restriccién y modificacién a’ todo Jo largo Gel curso de la historia hasta el centro de nuestro pensamicnto mo. demo. Ni son de poca ‘gue plantearse en tal rites y ceremonias prominentes, costumbre: Jos profundos poderes de Ia religién, cuya expresién y resultado préc- es, hechas desde un punto de vista etnogréfico més bien que teol6gico, ha hebido poca necesidad de entrar en controversias directas, pero, por otra parte, me he toma- 44 a de evitarias en todo Io posible. La conexién lesde sus formas mis rudas hasta la se en cuestiones de su autoridad y valor, y un examen de las sucesives tasee de la creencia del mundo en una vida futura no necesita discutir ios Exgumentos en favor o en contra de Ia doctrina misma. Los resultados iales para los te- esté competentemente familiarizado cot de las religiones de las razas inferiores, re con el mismo desprecio que los’sigios pasados los Watos procedentes de las formas inferiores de vida, considerando la ~ Selzuctura ds las eriaturas fnvertebradas simples un asunto indigno del estudio filoséfi ‘Tampoco como sino de una gufa lemente un asunto de investigacién curiosa, importante para iprensién del pre- igacién de los origenes de Ia civilizacién debe fomentarse celo. Cualquier posible via de conocimiento debe ser explorada, debe verse si cualquier puerta esta abierta. Ninguna debe dejerse sin tocar en nombre de Pequeficz o trivialidad. La tendencia de la moderna inve: mAs y mas hacia la conclusin de que esta en todas partes. Despreciar hacia dénde puede condi Fegoleccién y estudio concienzudos de los datos y declarar problema insoluble en nombre y en el de la di claramente situarse en el lado equivoeado de la cienci una farea sin esperanzas debe disponerse a descubsir descubrimiento. Viene a la memoria Comte que comi ipeién de la astronomfa con una observacién sobre la necesaria icién de nucstro conocimiento de las estrellas: concebimos, nos filésofo hubiera vivido para’ ver Ja aplicacién del ant lel es- Pectro a este mismo problema, su proclamacién de la desosperan. yadora doctrina de la ignorancia necesaria tal vez se hubiera corre. gido en favor de un punto de vista mds esperanzador. Y con la filosofia de la vida humana remota parece ocurrir algo parecido 2 To gue ocurre con el estudio de Ia neturaleza de los cuerpos ecles- tes. Los procesos que deben reconstruirse de las primeras etapas de lucién mental estén tan distantes de nosotros en el tiem: s estrellas en el espacio, pero las leyes del universo 20 estén Timitadas a Ia observaciéa directa de nuestros sentidos. Existe 45 un amplio material 2 ser utilizado en nuestra investigac estudiosos se ocupan actualmente de dar forma a este m: gue poco pusde haberse hecho todavia en comparacién con 10 que queda por bacer; y no parece ya excesivo decir que los vagos esbozos de una filosofia de Ia historia de los orfgenes estén comenzando a ponerse a nuestro alcance.

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