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ee ROBERTO GOYENECHE CANTOR POR JUAN BEDOIAN ns) GOYENECHE BASICO URDINARRAIN, ENTRE RIOS, 1926 ~ BUENOS AIRES, 1994 Consicerado como el cantante con més calidad expresiva ue tu- vo el tango en su historia, Roberto “el Polaco” Goyenedhe tra- bal6 como camionero y chofer de colectivas y taxis antes de de- icarse solo a su carrera atistca. Hizo su debut como cantante ‘con a orquesta de Rail Kapiun, tras ganar un concurso en ai Club Federal Argentino, en 1944, Horacio Salgén, que lo habie escu- chado con Keplin, lo llamé para entrar en su orquests, Fue en- ‘onces cuando decidio dedicarse de lleno al canto. Pasé por la ‘orquesta de Salgin entre 1962 y 1956. En esos afios grabé sus primeras versiones y fueron éstas las que escuchs Anite Toi- lo, que fo lame para ooupar la plaza que habia dejado libre Jorge Casal. Aqui Goyeneche gané experiencia y respeto entre otros, ‘grandes vocalistas (Angel Diaz, Horacio Deval y los que lo ante- Cedieron con Pichuco, de Fiorentino a Rati Berdn). En 1954 de- Ciié canter come solista,y al r perdiendo potencia y cleidad en 54 Voz, busoé nuevos recursos para interpreta los tangos. Fue- fon éstos los que cimentaron la leyenda del Polaco: un mado de. ‘decir nico, un silabeo inédito en el tango, un estilo que sabe va- lorer los silencios, ios tiubeos. Experto en “hablar” canciones, le dio @ cada letra su exacto sentido con una pasién incor fundi- ble. “Muchas veces terminé una grabacionllorando -confesé una vez~. Eso tiene que ver con la personalidad. Yo creo que sin sen- sibllided no se puede vivir. Uno tiene que mirarse hacia dentro. Yo no tiembio pera ganatme aplausos con ese yoite. Y siempre ipatadas cuanda canté. Eso era porque en cada cancion ponia todo. Siempre las canté con toda el alma” En los titimos afios, algunos dijeron que -perdida la voz~ sus interpretaciones eran luna especie de caricatura de lo que habia sido su época de es- Blender, en los 70. En esa uitima etape, paraddjicamenta, co- ‘menz6 a ser reconocido por os jévenes, aun los rockeros Tam- bién hizo algunas grabaciones especiales con Astor Piazzolla y ‘tabai6, interpretandose casi a si mismo, en la pelicula Sur-ie Pi- no Solanas. Entre tantas ponderaciones de su estilo, cabe des- tacar la de Rody Groppo, experto en tango que lo solia pr=sen- tar en el Café Homero, “Cuando el Polaco canta, mete la garra Es como si araiara al tema” LAcHARLA COMO, CUANDO, DONDE La charia con el Polaco fue en 1981, en Saavedra, Lun barric de casas bajas y diserio convencional que ten todos los casos evadian la modenidad y, en va ios cases, el buen gusto. En realidad, ése fue sie» Pre el eszenerio familiar de Goyeneche, en sus anes de maycr éxito y en sus afios malos. Nada nuevo habia all, en esa casa de Saavedra, salvo e| paso yeel peso de los arios, los 65 de un cantor que es tabs de vuelta de todo con un dictamen que mu- chos ecatarian sin dudar: ese hombre de camisa de lana a cuadros y bigotefinito que hablé en el barria de Saavedra con una voz estragada por dosis com siderables y permanentes de tabaco y alcohol, es el mejor cantante de tengos después de Gardel Fue una euriosa charla en dos tiempos, El primera, cen el ivirg sobrecargado con recuerdos materiales ‘Que por momentos abrumaban -salvo una breve in Coursion por el patio poblado de macetas y péjaros— yas exhortaciones de su mujer, Luisa ("abrigate? ‘no te enfries”); el segundo, en el bar San Quin tin poblado por gente amiga que probablement= nunca oyé heblar de Heidegger, pero sabia que ese vecino era ya el producto de la imaginacién colec- tiva, una forma de leyenda. Aunque se emocioné: hasta las lagrimas, no fue ésa una charla con um hombre rablandecido, en decadencia. Sin a voz de antes, era més Polaco que nunca, ya que la emo cién a flo’ de piel estuvo siempre en su cardcter y fen su arte; y porque Goyeneche ~la forma en que: habla sus canciones- no puede ser pensado sin ese ‘carga espiritual. Quizé se trata de una falsa memo Tia, pero & recuerdo de esa chara y la pasion de sus palabras tienen a veces un peso casi material. Re ‘cuerdo su sonrisa complice y su vulnerabilidad cusr> do se abelanz6 y le dio una pitada ~seguramente prohibida- al cigarillo del cronista. JB. ROBERTO GOYENECHE El alma que canta POR JUAN BEDOIAN [DIARIO CLARIN, 4 DE AGOSTO DE 1991] La imagen final que perdura es la de tn hombre flaco re- costado en el sill6n con la mano derechaa la altura de la me- jilla. La mano se mueve junto con los lbios. Durante cin- co minutos, de esa voz no saldré ninguna melodia: sélo exclamaciones, sonidos guturales que siguen ~a veces anti- cipan- la otra miisica que sale del apareto. El hombre incli- nari varias veces su cuerpo hacia adelante y los brazos se abri- tin como para un abrazo, De pronto, con la orquesta lanzada con furia al final, caer hacia atrs con violencia. Como si tun golpe de belleza lo hubiese abatido para siempre. Después, el hombre dejar pasar unos segundos en si- Iencio y diré: —;Ahhh! {Qué hijo de puta! ;Gémo es posible tanta gran- deza? {Usted escuché lo que es esto? Usted siente como el tipo va preparando el clima, cémo va evocando el drama, la muerte, Esta es la miisica que yo suelo escuchar: solo, en mi casa y a todo volumen, La verdadera miisica es la que tiene fuerza; no la suave, el pianisimo, Una ver nos ence- ramos con Atilio Stampone en un cxmarin y pusimos el casete de este tipo, Lloramos los dos como giles. Después se sabrat el tipo es Tchaikovski y la miisica es su Oberrura 1812, interpretada por la orquesta de Eugene Or- ‘mandy. El hombre que se confiesa esclavo de esa musica ‘es Roberto Goyeneche, el Polaco, de 55 afios, el mayor fe- némeno del cango de las tiltimas décadas. {Un simbolo ddl tango que gasta sus dias con los clésicos? — Ahhh, sif! Mozart, Chopin, Tchaikovskis los més gran- iid des. Después dicen que Dios no existe. Amadeus compu- 0 una 6pera alos 4 afios. jHaceme el favor! —remataré Go- yyeneche en st casa de Saavedra, acosado por algunos ea- sraspeos, un temblor en las manos y los fervores que lo siguen ficlmente alo largo de su vida. Los fervores comenzaron en 1926, cerca de ahi, en el mis- mo bartio de Saavedra. Familia pobre, un padre que murié alos 26 afios aunque con el tiempo suficiente para escri- bir algunos tangos que vencieron el olvido. Goyeneche sal- +6 al mundo pero, en realidad, nunca se fue de ab: Me~ lidn al tres mil y pico. Se tie: —Nac{ en la esquina y no me fui ni me iré, por mas que me den délares que sean mas caros que los délares. {Qué sé yo! Uno extrafta esto: el adoquin es diferente, el empedra- do es diferente. Yo soy apegado a mi bartio, pero lo cargué ccon agua caliente y con luz eléctrica. A ver site va a gustar tu barrio con un calentador Primus o coa una vela.. Pelo rubio, rostro gastado, mirada a veoes candorosa. Los ‘ojos celestes del Polaco caen sobre las paredes del living lle- nas de fotos y trofeos que causarian espanto a un decora- dor de interiotes. Las mira como si pudiesen revelarle el rerio de su fama 0 acaso los origenes de esa fama: el de bur en la orquesta de Rad Kaphiin en la década del 40, Iue- go el paso por cl grupo de Horacio Salgin en los 50 y la sa- bia eleccién por parte de Anibal Troilo de este cantor que supo ser, durante afios duros, camionero, colectivero y cho- 116 | EL LIBRO DE Las GRANDES ENTAEVISTAS fer de taxi. “Menos robar, hice de todo”, dice Goyeneche, Los que saben, sostienen que su fama definitiva empez6 a gestarse cuando el gordo Pichuco le aconsejé: “Polaco, lle- 6 el momento de que se largue solo. Usted tiene pasta para ser muy grande”, De verdad fue ast. A partir de sus ac- tuaciones en Cao 14 (estuvo con Pichuco del 56 al 63), pulié su estilo y perpetué temas: “La tiltima curda’, "Ma. lena”, “Garda”, “Marfa”, “Che bandoneén”, “Naranjo en flor’, La lista ¢s escandalosamente incompleta. Grabe con Armando Pontiet, Atilio Stampone, Raiil Garello, Astor Piazzolla, Baffa-Berlingieri, Osvaldo Pugliese. Aqui también falta un montén, Las cifras estén: 101 long-plays grabados y més de 2.500 canciones, Y los fervores que no cesan: —wPichuco? ;Qué puedo decir de un hombre que con- vivié conmigo tanto tiempo y que jamés hablé mal de na- die? Cada ver que estoy por actuar siento que me empuja. ahhh... que me dice: “Subj, dale!”. Un hombre que es lo ‘més importante que tuvo nuestro tango. Y al que no le gus- ta lo que digo, que se joda. ‘Tetmina la frase y se toca el rostro gastado. Seré la pri- mera ver durante la charla en el barrio de Saavedra que el Polaco se larga a llorar. EL arrabal, los compadres y ciertos eédigos que dieron origen al tango han muerto, y Goyeneche lo sabe. En es- to, también es un adelantado. El mismo parece que comienza a despojarse de miscaras cuando dice: —Estoy de acuerdo en que haya gente que prefiera el ran go de antes, Pero yo elijo el tango moderno porque es més adecuado a la situacién actual. :Los que cantan para el tu- rista? La mayorria de los turistas son, respecto del tango, unos analfabetos de mierda. Una vez, un brasilefio me pidié que cantara “La malaguefia’,Piden “Adiés, pampa mia’, “El cho- clo”, “Cambalache” y nada més. Lo mio es otra cosa... @Cuindo la poesta del tango empez6 a ser tan importan- te como su misica? Los cronistas de este géncro deben de saberlo con mejores detalles. Goyeneche siente especial de- bilidad por uno de esos poetas, Homero Expésito, muerto hace unos afios. El recuerdo parece quemarle los labios: —Homero es el poeta del mundo, Una vez.me dijo: *Mi- 4, Polaco, lo que hago yo no vale nada’. El tipo me dects €s0 y alguna ver escribié: “Era més blanda que el agua,/ que l agua blanda...”. O el tango “Afiches”, que yo solfa cantar, donde dice: “Luego le verdad,/ que es restregarse con arena el paladar/ y ahogarse sin poder gritar’. ;Haceme el favor! Lo que pasa es que hzy cada analfabeto con matricula... La ternura se mezcla con la furia. Esta tiltima termina arrastrandolo hacia territorios que no quiere frecuencar. —iAbhh, nooo! ;Basta! Cémo todavia se puede andar con el funyi, el lenge o diciendo “tarrrgo"? Hay tangos ab- surdos... Y si no, fijese ese que dice: “Portero, suba y diga- le a esa ingrata...”. La mina lo garcé y lo manda al porte- 10. Haceme el favor! dice un Goyeneche colérico. Hay una frase de su madre que quedé indomable en su memoria: “Los caballos no comen bombones”, Para algunos, después de Gardel vienen Goyeneche y Ed- mundo Rivero (muerto en el 80), cada uno en lo suyo. (Quién se atreve a discutirle al Polaco el poder de haber cre- 2do un estilo intransferible? Pero como en un escenarit su carrera tiene luces y sombras. Hubo muchas épocas sin laburo, hubo hambre, injusticia y marginacién. No falté al- guna que otra operacién en la garganta que amenazaba su aso, Hubo problemas familiares que su pudor impide co- mentar. Varias veces circul6 de contramano: “Yo siempre ‘anté asf, y ahora, que estoy reventado, me viene el laburo”, dijo alguna vez. Gasté mucho su vida y se nota. Ahora, el Polaco prefiere hablar de las luces. Corté la be- bida, el pucho, las madrugadas largas, y la familia estd cer- cade dl. Eso dice ahora el polaco. ;Y las ganas de cantar? Yo, cuando canto, siempre es un debut. Cantar es co- mo estar en un ara, en un altar de sacrificies. Le cuesta... —Quiero que me cueste. Quiero que me mate también, Porque si no, no serfa honesto. Y ami no me cuesta ser ho- nesto, Porque también cuesta menos trabajo hacer bien que hacer mal. La clave de una carrera aristica de cualquier ca- trera~ es la decencia, Porque si usted va y se queja porque tiene que laburat, bueno, es0 es joda. Primero hay que cum- plir con lo que se esta haciendo, hay que ser un profesional De pronto se para. Murmura algo asi como *Venga, le muestro los péjaros”. El largo pasillo de le casa de Saave- dra esté lleno de jaulas. El inventor del fraseo més signifi- cativo y contundente del tango argentino empieza a hablar de los péjaros llamadotes y los cazadores, ce los que ya no cantan mas porque hay que esperar la primavera. Parece un hombre extraviado de golpe en un mundo, en una regién donde no ha llegado el dolor de sus tangos. Y habla de su nieta, de las cosas que lo hacen feliz, del destino que no siem- pre va de acuerdo alo que uno quiere, de pequeftas por- ciones de su vida que la fama no puede explicar. Santo en Café Homero los viernes y sibados. Giras, ya no —relata Goyeneche en el pasillo frfo y largo de Saa- vedra-. Vengo a mi casa, como algo, me acussto; a veces vie- nen los muchachos 0 yo voy a la pizzerfa; 0 sino, me voy aci a dos casas, a lo de un amigo. Conversamos... Habla el hombre de quien Astor Piazzolla dijo que era, en el panorama del tango argentino, tinico e irreemplaza- ble, el que fatigé miles de presentaciones en el interior, que dleslumbré a los franceses y recorrié Europa de punta a pun- «a, que arras6 en Japén, Cuando alude a su nieta o a los pi jaros, ese universo parece tan lejano como la posibilidad ~se- gtin certifican los que saben— de que «l Polaco haya desafinado alguna ver una nota musical. AORERTO GOVENECHE [117 —Venga, vamos... Le voy a mostrar a donde voy todos los dias, a mis amigos ~invita Goyeneche. St. mujer, Lui- sa, le grita que hace fifo. Luce feliz, como si dl mundo pa- sara por esas veredas de Saavedra, caminando hacia el lugar donde lloraré por segunda y tiltima vez en esa tarde. ‘A.una cuadra y pico de la casa del Polaco, en la Avenida del Tejar, la pizzeria San Quintin no tiene nada de eércel Ossi: es dificil liberarse de esa red de afectos, ritos y cédigos morales. Acaso Goyeneche y sus amigos sospechan, tam- bign, que desde las ventanas del San Quintin es posible pre- senciar el furioso panorama de la humanidad. A saber: son tres Robertos, Lito, fralo, Julio y algiin nombre més, se- pultado bajo el ruido de las tazas de café, La voz del Pola- co, que mareé a fuego por lo menos dos déczdas de nues- tra cancién, primero es distante hasta que aparecen los ferveres y las iras. —Y si, fui al Japén, 36 horas de vuelo, buena guita, pe- re el.os son...; no sé, no los entiendo, Hay lugares hermo- ses, aunque hay otros que, mamma mia, me dan bronca. Los 3stados Unidos y el Brasil, por ejemplo. En el Brasil c1een que son los mejores del mundo y no son nada... Y cn les Estados Unidos se creen que son vivos y en realidad sen giles, A la Argentina la odian, y eso me da bronca y me hace suftir. ‘Tiene un acceso de tos que finalmente logea domesticar. Pero la ira le vuelve a subir por la sangre. ica moderna, pero me gusta lo que ha- cen los chicos de aqui: Juan Carlos Baglietto, Alejandro Ler- ner, Litto Nebbia, Niro Mestre, Fito Péez y Charly Gar- cia. ;Por favor, no compremos més productos raros que nos mandaron los norteamericanos: con cada letra uno no s2- bia silo puteaban o lo adulaban, viejo. ;{Uahhh, guchhh, auhbht... Pero por qué no te vasa la puta madre que te pa- 15, ;Pero qué dicen, qué dicen, por Dios! —Escucho mi 118 | EL LISRO O& LAs GRANDES ENTREVISTAS De pronto, el rencor se evapora. La radio de San Quin- ‘in pasa un tango. “Qué bien cantaba éste el negrito Mon- teto, mamma mia”, pontifica Goyeneche. Pero inmediata- mente dice que ojo, que sus gustos no se acaban con Gardel © Mozart.

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