proximacién a la linea
Si un dibujante hébil capta una silueta, vemos
aa la persona restituida a nuestros ojos en su mis-
ma apostura; siendo una tosca abstraccién, 1a
«linea memento» basta para provocar el cono-
cimiento. :Se entretiene el modista en larges ex-
plicaciones? Con un dibujo rapido muestra el
corte de un vestido, de una chaqueta, «linea ma-
niquis, dibujo que suple ventajosamente al cos-
toso desfile de modas. Para un cliente, Ja «linea
esquemay del arquitecto o el ingeniero ¢s mucho
mis explicita que una larga serie de cilculos.
Ved al nifio que, lépiz en mano y sacando la
lengua, se aplica a dibujar un perro. El papel de
calcar le ahorraria este trabajo, pero no haré uso
de él una vez pasada la sorpresa del descubri-
miento, Efecto singular, dada su proverbial pe-
reza. Es, pues, que ese esfuetzo responde a algo
en éL[Inclinado sobre su disefio, go repite el
nifio aquel gesto de nuestros antepasados que,
con un poco de tieria y de polvo de huesos cal-
cinados encerraban en sus cavernas Ja presti-
siosa fauna de los bisontes y los caballos? La
«linea lazo» captura al reno que se escapa o en-
‘vuelve al tigre del cuaderno para colorear. Nues-
teos padres cazaban y nuestros
can... «Linea talisman»? Quiz& haya, con an-
tetioridad a esos afanes, el de apropiarse, de ha-
cerlos suyos.(ffocar es tomar 1a medida y, mas
profundamente atin, conocer y conocerse. La
linea hace presa en los objetos y da al que la
‘raza, por el mismo ejercicio de este poder, la
sensacion de existr.
> Resefiar, identificar, apropiar, explicar, des-
atibir, recordar, dar a conocer, son otros tantos
fines, entre muchos més sin duda, a los que se
presta la linea. Peto hay que afiadir esto: em
ianto que sirve a esos fines, queda fuera del do-
minio del arte, en el cual no enira, en realidad,
més que a partir del momento on que, sea cual-
126 fa
131
126
I
128Set
129. Honoré Daumier (1808-1879). Le perada, dibuio, ée
talle, Colecién particular. Foto Durand-Ruel
130. Duboue (1906). Caricatur,
id
~ (I
132
quiera el fin que sirva, tiene en cuenta su misma
naturaleza, su calidad gréfica.
Mejor que una explicacién, nos lo muestra la
comparacién de un dibujo de Daumier y una
caricatura. La caricatura se limita y se reduce a
su intencién satirica, Una vez agotada nuestra
risa, ya esté lista Por el contrario, el miserable
payaso junto al desbordamiento de carnes de su
vecina, o mismo que el saltimbanqui desolado
de primer plano provocan en nosotros una im-
presién duradera en Ja que domina el sentimien-
to de Ja miseria humana,| Sin embargo, la cari-
catura y el dibujo no son mas que una combina-
cién de lineas. No es que Daumier haya hecho
Ja misma cosa een mejor», sino que ha hecho
otra cosa y lo debe a la calidad de su dibujo.
Pero comencemos por el principio.
‘Al nivel de los sentidos, el arte es ante todo
fruicién. Con relacién a la linea, esta afirmacién
significa que el trazo produce en nosotros una
impresin a veces agradable, a veces desagrada-
ble o indiferente. Asi la recta nos invita de en-
ada a una «facilidad» de mirada que nos da
una sensaci6n de contento. Sin embargo, no hay
nada menos duradero que tales efectos. Si se pro-
longa la recta, sobreviene en seguida el fastidio.
Por bien que esté materialmente trazada, pierde
el poder que ejerce sobre nosotros. La, curva
comparte Ia suerte de la recta e igual las demas
lineas. Pero si un trazado nos atrae, la experien-
cia nos demuestra que nuestro placer nace de lo
129
130131. Arte etrusco. Askos, siglo Viti a, 4, C.Bolonis, Museo,
Foto Walter Desyer, Zusch
que no nos desconcierta demasiado mas tampo-
co prevefamos demasiado. Es un placer que re-
quiere ser mantenido y para ello hacen falta me-
dios renovados. Esta exigencia no es arbitraria
ni tirdnica, Se funda en la condicién misma de
nuestra sensibilidad, segin Ia cual las cosas 1o
existen para nosotros mds que en la medida en
que les prestamos interés. De aqui la regla de
que en arte no hay nada que nos deba dejar indi-
ferentes.
EI dibujo ha de reducirse a una expresién tos-
, puesto que no dispone més que de la recta
y la curva. As{ se enuncia una visién superficial
de la cuestién. Pues el arte no se hace nunca de
elementos aislados, sino siempre dé sus relacio-
nes y éstas, aunque no cuentan més que con la
curva y la recta, pueden variar hasta el infinito,
como lo prueba admirablemente el arte decora-
tivo, uno de los mas antiguos y mas ricos de la
Humanidad. También unas cuantas notas bas-
tan para hacer misica, porque los intervalos y
los sonidos, al modificar cada vez su duracién,
su calidad y su manera de ser, les aseguran una
existencia nueva.
Veamos este «papier collé» de Picasso, Bote-
Ila y vaso sobre un velador, que data del petfodo
cubista, En cuanto pasa el primer momento de
sorpresa, no hay dificultad para distinguit los
objetos, a pesar de su trazo alusivo y discontinuo.
El gollete triangular con su boce en forma de
disco sigue por un cuello recto que se apoya so-
bre el doble hombro de Ia horella, formando
uno un cuarto de circulo y otro un segmento de
mas de cuatto de circulo; alli para la botella.
Tas lineas se interrumpen como si la botella hu-
biese sido cortada (apenas subsiste un mufién de
trazo vertical). Cortada? ;Da, en efecto, la
impresién de una mutilacién? De ningin modo,
pues surge un fenémeno inesperado e imprevi-
sible’ las lineas no necesitan ser trazadas por
completo para que experimentemos la sensacién
de su continuidad; nuestro ojo, convenientemen-
te estimulado, suple el vacio.
En el papel pegado de Picasso, se ofrece la
integridad de la botella por un concusso de én-
gulos, curvas y vacios que no ajustan «partes»,
sino tensiones a favor de un trazo discontinuo.
El objeto no necesita la aprobacién de nuestra
memoria pata ser identificado.
Todo elemento del lenguaje plastico, aunque
asparentemente sea tan poco substancial como la
linea, puede condicionar un espacio en el que
133
131152, Pablo Picasso (1881), Botella y vata sobre an eeledor,
papel. ecollé» con dibujo, Nueva York, coleccién Alfeed
Stieglite, Foto Held °
133, Nicolis Poussin (1594-1665), Butudio de drboles, plu
sma y lavado, Paris, Museo del Lovere. Foto Held
134nuestro ojo, comporténdose de otro modo que
en la vision habitual, comtribuye a mantener las
formas.
Se podrla imaginar que el traz0 discontinuo
es una invencida cubista. Al observar esa agua-
da, se comprueba que Poussin también lo prac-
ticaba. La parte izquierda del follaje esti indi-
cada por un conjunto de manchas, mientras que
Ia de Ia detecha se sugiere por algunos rasguiios
nerviosos en el cielo, Al nivel de la horquilla se
interrumpe el tronco de la izquierda, lo mismo
que el de la derecha, sin que ese hiato quite nada
a la robustez de los arboles. Casi todos los artis.
tas usan el hiato como si en el espacio propio
del dibujo tuviese la linea necesidad de parades
para desplegar todo su vigor.
En pintura la linea no se identifica jamds con
el contorno del objeto, pero sea rodedndolo, sea
rebasdndolo o invadiérdolo, continua o disconti-
nua, asegura su existencia por medio de las rela-
ciones que engendra al crear el espacio apto para
recibirlas. Como medio de expresién, no se su-
jeta a Ja reproduccién nunca.
El hombre se dio cuenta muy pronto de los
poderes expresivos de Ja Iinea. En el amanecer
de la Historia, sieve para instituir la primera arca
de Ja alianza que conocié: 1a escritura. Quiza
més emocionante que los balbuceos del lengua-
je, los signos que Ja linea fija establecen Ia co
municacién en el tiempo y en el espacio, ini-
ciando la mas prodigiosa de las aventuras, pues
la Humanidad esté hecha de esas voces mudas
que, viniendo de nuestros més lejanos antepass-
134, Are esipcio, Obelio de Luxor (Ramsés I, dina.
a silo X11 a, dC. Foto Viollet,
a. Pagani, costa de San Blas,|
cj f ré
136, Lereas de Darero. (1471-1528) y de Lace de Pacioli
(Gislo 3).
136
dos, se mezclan y se prolongan hasta nosotros.
Comunicar es romper la soledad original. ‘Trans-
mir es revocar el caricter irremediable de la
muerte. Gracias a Ja escritura, se metamorfosea
el tiempo para nosotros. De ser verdugo cém-
plice del destino, se hace genio tutelar, tomando
a su cargo y conservando lo que cada uno de
nosotros le lega.
Pero la linea no fue tratada en absoluto por
nuestros antepasados en funcién de su solo po-
der representativo. Se sabe que en otto tiempo
la virtud de las fSrmulas magicas no dependia
s6lo de las palabras, sino de una determinada en-
tonacién, No es, pues, aventurado imaginar que
la virtud magica de la escritura dependia, en
cuanto a la linea, de una detetminada calidad
grificaxPara conservar su poder, sacerdotes y es-
cribas debian ser capaces de asegurar a sus sig-
nos un caricter de excelencia que los hiciese di-
ficilmente imitables. Ninguno de ellos se pro-
ponia hacer arte, sino que eran artistas por afia-
158, Ame pitico. Pagina decoeada, misal de Ia abadia de
Gorbie, siglo Itt. Paris, Amiens, Biblioteca, Foto Archives
Phorogsaphiques.
Hie tue ab meftane *
irre ctabbuc
jecenm firm alla po
Z finth fap memanit
quam alla muabiks facta € fae.
na maalla altaips ADomme.p.135. didura, por necesidad. Sean los signos pictogré-
ficos, ideogramiticos, silabicos 0 fonéticos, en
todos los casos se observa que su valor atiende
tanto por lo menos a la calidad grafica como al
contenido del texto.
Esta correspondencia secreta ha sido intensa-
mente profesada por muchos grandes hombres
del Renacimiento que tuvieron en comin el afin
de crear alfabetos modelo para acomodar la
escritura al espirieu del mundo nuevo que se
elaboraba. Alberti, Durero, Luca de Pacioli apli-
caron a ello su genio. Hoy todavia, a pesar de
Ia formidable inflacién de la imprenta y aunque
haya desaparecido el séntido mégico, las fami-
lias de tipos tienen sus afinidades y sus repul-
siones. Una prueba mis patente y mas accesible
de tal hecho nos la proporciona Ia tipografia pu-
blicitaria, Al designio de llamar la atencién del
viandante, lector apresurado, corresponde en el
anuncio una transformacién de la letra que debe
tomar un cardcter més «llamativo». El poder
asignificativoy de la escritura se acompaiia de
un poder material y sensible que se manifiesta
a nuestros ojos por cualidades gréficas especiales.
La abstraccién del sentido no escapa a la nece-
sidad de la forma'Abora bien, Ia calidad formal
de los signos trazados deja de pertenecer a la
escritura para convertirse en una expresion plés-
tica auténoma en el preciso momento en que,
separindose del contenido verbal a que sirve, es
capaz de crear su propio contenido por sus pro-
pios medios. Y es asi como el arte entero inven-
ta, paralelamente al lenguaje de las palabras, el
de las formas,
Intentemos sorprender a la linea en el mo-
‘mento de ese transito decisivo. En la decoracién
137 de los edificios musulmanes, la escricura cifica
juega un papel considerable y singular. Como
scritura cada inscripcién es um conjunto de pa-
labras formando un sentido (generalmente se
trata de versiculos del Corin), pero, por otra
parte, hecha abstraccién de su contenido seman-
tico, se convierte en un ornamento que tiene su
propio fin en si mismo. Queda demostrado con
evidencia cémo la linea es susceptible de una
doble existencia: como escritura queda subor-
136
* Género de excritura musulmana de ta20s carnosos
yy angulosos. Su nombre deriva de Kufa, ciudad funda-
da por el califa Omar y que fue capital mucho tiempo.
Ia excritura cussiva 0 nesji, que se distingue por sus
trazos redondeados, no se presta menos a Ia decoracién
Por eso se les encuentra en codas partes en forma de
frisos epigrificos e inscripciones ornamentales,
dinada al contenido verbal y como ornamento
crea un mundo formal una de cuyas figuras es.
Los manuscritos de la Edad Media nos per-
miten igualmente sorprender ese transito. Las
iniciales mayiisculas que se hallan al comienzo
de los capitulos, y que se Ilaman letras historia-
das o floridas, estén iluminadas combinandose la
variedad del dibujo con el encanto del color.
Aun alli la calidad formal del trazo queda su-
bordinada al contenido del texto, pero alcanza
tal vigor de expresién que a menudo llega a
liberarse para dar libre curso a su fantasfa.
Esto es lo que se llama dibujo caligréfico,
Asi, la Historia del ladrén castigado* nos te-
Jara, a la manera de los fabliaux, las aventuras
de un ladrén que se deja prendes. A la izquierda
Jo vemos huit con su botin. Por desgracia, tr0-
pieza en su carrera. Cabeza abajo, cogido en
plena caida, se le ve que deja escapar su presa.
Ya detenido, es molido a golpes por el personaje
de la derecha que esgrime un bastn. Por iiti-
mo, a la derecha —como desenlace y moraleja
a Ja par— dos verdugos le ponen la cuerda al
cuello. Este ejemplo nos muestra perfectamente
cémo el dibujo sigue todavia sometido al cuen-
0, aun empezando 2 independizarse. Se elee»
de izquierda a derecha y la accién se divide en
xepisodios», Sin embargo —metamorfosis capi-
* Este ejemplo estd tomado de André Lhote.
139. Escuela francesa: HI Jaded casigado, dibujo, siglo x11,
sacado del Tratado de la Figura, por André Those. Ed
Floary.
137
18
139Mao
tal— prescinde del contenido verbal. Saca su
sustancia de sus propios recursos gréficos, lo mis-
‘mo que si tono, su estilo, La velocidad del relato
en el fabian tiene como equivalente Ia continui-
dad y Ia ligereza del trazo en el dibujo. Este se
basta a si mismo, El cuento, regulado por el
poder de las palabras, se muda en una danza
regulada por el poder de las lineas.
En este sentido es como hay que entender que
el arte es un lenguaje. Como el de las palabras,
sitve para expresar y comunicar nuestros pensa-
mientos y nuestros sentimientos, Distintos uno
de otro, el lenguaje de las palabras y el lenguaje
de las formas, coinciden en que ambos recurren
a equivalencias para traducir la realidad profun-
da de nuestro ser.
¢Se quiere una prueba suplementaria, al ab-
surdo esta vez? He aqui precisamente un dibujo
140. Le linea wo ot aul mit que am presest,
138
de modes, bien ajustado a Io que se propone.
Pero al examinarlo se ve en seguida de qué ado-
lece. Lo que cuenta es destacat el sombrero, Ja
chaqueta y la falda; nada més. La indumenta-
ria basta o més bien la idea que se puede sacar a
la vista del croquis. Por més que se le mire todo
el tiempo que se quiera, sigue siendo un pretex-
to para presentar un articulo de moda. La linea
se sujeta a su fin demostrativo 9 se reduce a él.
‘Miremos ahora ese dibujo de Constantin Guys
que revela can bien la sensualidad a la ver rela.
jada y provocativa de Ja muchacha. Pero esta
impresién de ningin modo procede de una idea
que nos hagamos del asunto, sino esencialmente
de la expresién gréfica a que da ocasién, Debajo
de un sombrero hecho a grandes rasgos y tosca-
mente empenachado, se afirma el rostro mi-
misculo reducido al perfil y a la mancha negra
141. Constantin Guys (1805-1892), Criatura, Pars, coc
dn Nadae. Foto Atchives photogesphiques, Paris,
ML142. Ane griego, Anfora dtica de Exckiss, Aguiles y Ayas, siglo VI a. 4. C. Roma, Museo Vaticino. Foto Anderson-
del ojo de una muchacha anénima. En compen-
sacidn, el escote pone brutalmente al desnudo sus
encantos personales: triangular a Ia izquierda
como un dardo, redondeado y alargado a la de-
recha como un fruto. La provocativa venalidad
de la cortesana se desprende del empleo contras-
tado de Angulos y curvas, de manchas claras y
de manchas intensas, de rasgos empastados y de
lineas sostenidas que crean su contenido al con-
vettirse en formas. No son ya pretexto, como en.
el dibujo de modas, sino que ellas mismas son
el texto.
Percatados de esta verdad, intentemos seguir
algunos de los usos de Ia Iinea'
* Recordemas que no se puede definie un medio de
expresin puesto que no existe jamas aisladamente,
pero que sin embargo se le puede conocer estudi
las relaciones en que entra. Las distinciones que si
no pretenden designar las Iineas de especies dif
(como se distingue especies» en Zoologia). Mis
que establecer una nomenciarura o proceder a gener
lizaciones, hemos preferide estudiar algunos compor
tamiontos caractoristicos de la linea. para mostcar, si cS
143, Georges Braque (1882). Dibujo procedeme de los
cuadernos de trabajo del artista, Foto Verve
139aun
Ties142
143
La linea recorte
Muy proxima del trazado lineal, se presenta a
nosotros como la frontera extrema entre la for-
‘ma de un objeto y el campo que lo rodea, como
nos lo muestra esa anfora del siglo v1 a. C. en
que los personajes se alzan de un solo trazo
sobre el fondo. Cuando no esti marcada expre-
samente, segiin ocurte frecuentemente en pintu-
ra, existe en forma de lugar de interseccién entre
dos campos de tonalidad diferente; asi puede
verse en el dibujo de Braque.
‘A primera vista, la linea de demarcacién del
geégrafo que define una costa no difiere en nada
de la que nos ocupa; ambas resultan una abs-
traccién del espiritu y ni el aire, ni la atmésfera,
ni Ja luz Jas modifican, Aunque procedan de un
mismo origen intelectual, son no obstante esen-
cialmente diferentes. La del gedgrafo no se pro-
pone més que respetar la exactitud topogrifica.
La del artista, aun respetando la «topogratian,
se ordena segiin cualidades grificas que le soa
propias. El trazado del ge6grafo, simple vision
del espititu, es abstracto, sistemitico y estitico.
El del artista es abstracto, pero no sistemitico
ni estatico, puesto que se elabora, modula, se
mueve. Las partes de que se compone no for-
man una suma de rectas y curvas destinadas a
setalar wna forma, sino que engendran relacio-
cs y proporciones que la significan y Ia hacen
entrar en el mundo del arte.
Compruébese que cuanto ms tiende Ja linea
recorte a afirmarse, mas exige del espacio que
Ja recibe el que sea conforme al plano (¢no es
Ja Iinea Ia expresin misma del espacio de dos
posible, ol principio de su eccién en pint
que decir que ha hebido que prescindir de
No hay
uchos oxtos
145. Bajo pretexto de enseionza, cierios manuales
dimensiones? ). En los flancos del énfora planta
cl artista sus figuras sin hacer alusién a la menor
profundidad; del mismo modo, en el dibujo de
Braque ninguna sombra y ningin relieve vienen
a romper la nitidez del plano. Hay pues recipro-
cidad pléstica entre la linea recorte y el espacio
plano, porque todo signo plastico implica un
mundo formal en el cual se ordena y al que
ordena también. Sobre esta ley fundarental se
establece el principio de coherencia de las obras
de arte.
Parece ser que los nifios lo comprenden por
instinto, El trazo que les sitve para dibujar sus
monigotes recorta porciones de superficie sin
sombta, Si recurren al color, ¢s espontaneamente
para iluminar. Sobre el fondo uniformemente
verde, las cebras alzan sus siluetas blancas raya-
das de negro; Ia nifia no es més que Ia super-
posicién de cuatro manchas: negro, rojo, rosa
y amarillo.
La linea recorte no es una simple evariedad»
de Ia linea. Significa més bien una posicién que
toma el artista, Ia cual dirige el conjunto de la
realizacién. Los primitivos, los egipcios, los etrus-
cox, todos aquellos para quienes la superficie es
cel lugar revelador de Ja pintura, utilizan la Tinea
recorte para detetminar los campos en los que
disponen colores planos, los tinicos compatibles
con ella¥La tendencia a la hegemonia de un
signo plastico equivale pues al advenimiento de
un orden. Este se caracteriza pot el hecho de que
no se puede emplear simulténeamente signos
plisticos de signo diferente.
iCudntos manuales abundan en groseros erro-
res debidos a la ignorancia de esta verdad! So
pretexto de ensefianza, comienzan por fjar el
contorno de un rostto por medio de un trazo
continuo y Iuego, deseosos de demostrar que el
141
4
us146
146, La blandare de las carnes ose robustece con ot
alambre del dibajo,
Willism Stang (Siglo X1%), EP peseador, punta seca
147, Ante chino, Recote
modelado no tiene secretos para ellos, en el inte-
rior del campo definido por la linea afiaden som-
bras por igual, sin preocuparse de las consecuen-
ias, o de la inconsecuencia... Pasemos a los co-
lotes, El resultado son esos desdichados dibujos
escolares que se confunden todos en Ja misma
insignificancia. Pero muchos «artistas» no lo ha-
cen mejor. Ved una punta seca. de William
Strang, simbélicamente titulada El pescador. Es
‘menos Io convencional de este tema neoclisico
que su incoherencia formal. Por una parte, utili-
za el «artista» la linea recorte para afirmar el
contorno de sus personajes, y por otra, no para
hasta que ha modelado sus cuerpos por medio
de sombras minuciosas. La morbidez de las car-
142
nes no queda fortalecida por el alambre del
dibxjo.
La linea recorte predispone pues al espacio
plano, En cuanto penetra en un espacio de tres
dimensiones, tiende a modificarse 0 a anularse.
Siendo compatible con Ia superficie, se muestra
refractaria a la profundidad y al modelado. El
arte popular de Oriente, lo mismo que el de
Occidente, ha sabido sacar de ello infinitos re-
cursos. Piénsese en las siluetas chinas 0 en las
imagenes de Epinal y se vera que el principio es
siempre el mismo: la linea divide los campos
oponiendo el blanco y el negro o campos de co:
lores diferentes y planos, pero todos los cuales
se mantienen ficles a la superficie.
La linea contorno
Se distingue de la anterior en que, en vex de
reducirse a un trazado ideal, como el limite
de una forma recortada con las tijeras, se pre-
senta ligada a cierto espesor de espacio. Se ha
notado, sin duda, cuénco les gusta a los nitios
dibujar un hermoso sol redondo que colocan en
medio de su paisaje, pero ¢se ha notado que ese
sol, aunque presente y con un esplendor radian-
te, no produce ninguna luz y por tanto los obje-
tos que lo rodean no estiin afectados por él?
Para el nifio, el espacio se traduce por una abs-
traccién que no debe nada a los sentidos, y la
luz, «cifrada» por un circulo amarillo, es otra
cosa que tampoco les debe nada. Todo en él es
de esencia mental. Por esto le es tan fami Ja
linea recorte, la cual define de un trazo la nocién
emblemética que tiene del mundo.
Los primitivos tienen de comin con los nifios
que ellos también figuran con preferencia nocio-
nes que las cosas que ven, pero a diferencia de
Jos nifios Jo hacen con propésito deliberado. No
¢s la torpeza lo que comparten con ellos (como
se ha repetido demasiado), sino cierta manera
comiin de ecifcar» el mundo. El empleo de fon-
do de oro corresponde a ese afin de una luz
ideal en consonancia con la figuracién emblemé-
tica del drama cristiano.
Pero en cuanto se modifican estas condiciones
ideales, en cuanto el sol deja de ser una figura
abstracta 0 un fondo de oro para convertirse en
Jo que es para nuestros sentidos, una fuente de
luz, las formas ordenadas en la superticie tien-
den a dilatarse y los contornos a tomar cuerpo
147
v8148. Pare ol mio, ef espacio y la lux som absiracciones que
‘inven para acifrars ef mando,
Tausana, exposicin de pincusas infantis, 1957, Foo Hela.
welve sin contornear
Ls Gioconde, Paris, Museo
143149
150, Maestro de Sin Mateo, Lamentacién sobre el Cuerpo
de Grito, irapmenco. de crucifjo, hacia 1220, Pisa, Museo
Civico. Foto Alina
en el espacio, La superficie se rompe', las for-
mas se modelan; las nutre una carne nueva, que
se hace masculo (grasa cuando el artista se des-
caida); las rellenan voltimenes que las sombras
avivan, templan o a veces ocultan,
‘Cuando se examina la Gioconda, se aprecia en
seguida que una parte de su encanto se debe,
macho més que a su legendaria sontisa, 2 Ja linea
fundente que la envuelve sin contorneatla, Las
formas no se destacan ya en la superficie de!
cuadro (el término es impropio), sino que pe-
netran en el espacio con la ayuda de una luz que
les abre camino. No es posible calear la silueta
de Mona Lisa, La linea no separa ya dos cam-
pos igualmente planos, sino que se refuerza en
profundidad, linea metamorfoseada al contacto
del espacio que ademas ella constituye’*
+ Mas tarde veremas en qué condiciones; squi no
hacemos mis que apuntar el anélisis.
‘A ese propésito, no ¢s indiferemte observar que la
ea recorte se presta especialmente a Ja persentacién
de perfil, mientsaz que la linea contorno prefere le
posicién de tres cuartos, mis apropiada para despleger
volimencs
144
151. Giotto (1267-1337). Lemenseciin, fresco, Padua, Cx
pilla de la Arena, Foro Anderson
Mientras que la Iinea recorte tiende sobre
todo a ditigitse al espiritu, la linea contorno tien-
de a dar mas participacion a nuestros sentidos,
Combinandose con les voliimenes y con la luz,
nos invita a una relacién mas cercana a nuestra
experiencia corriente, Asi es como con Giotto
el mundo ideal de la Edad Media hizo lugar a
un mundo més humano que, sin perder el recuer-
do de Dios, establece un contacto més «carnal»
con El. Fijémonos bien en que no se trata de
un progreso, sino de un cambio de relaciényL.os
personajes de Giotto, sin romper con Ia tradi-
cién cristiana, nos ofrecen Ja figuracién huma-
nizada del drama divino.
Pero esta metamorfosis es esencialmente reve-
Jada por Ia realizaci6n de un nuevo espacio plas
tico. La linea recorte de los primitivos se susti-
tuye en él por Ja linea contorno que toma cuet-
po a un espesor espacial, sugerido ademas con
mucha disctecién. Nos es dado asistir a una es-
152, Ateibuido a Hens Maler (comienzos del sigfo xv1).
Retnéio. péitemo de Maria de Borgota, Nueva York,
Coleccion ‘Lehman, Foto HeldD1
132
133
pecie de encarnacién. Un siglo apenas separa
estas dos Lamentaciones y, sin embargo, hay gran
diferencia entre ellas. En la obra del maestro de
San Mateo, todo esta en funcién de la superficie
y de la linea que se dirigen al espiriu, mien-
tras que en Giotto el contorno afirmado en vo-
Iamenes se apoya mucho més sobre los senti-
dos, A estas dos importantes partes de nuestro ser
corresponden signos plasticos diferentes, cada
uno de los cuales se esfuerza en engendrar el
orden que le es propio.
Parece, sin embargo, que no hay arte pura-
mente mental (en el limite tocamos Ia geome-
tria), lo mismo que no hay arte puramente sen-
sotial (que equivaldsia al realismo integral
tre estos dos extremos se abre el inmenso aba.
nico del arte, en el que toda expresién da su
parte a los sentidos y al espiritu.
En ese retrato attibuido a Hans Maler, el em.
pleo de la linea recorte da al rostto una nitidez
de diagrama al que el dibujo de la toca y el del
vestido afiaden una nota decorativa preciosa, Por
el contrario, el retrato de Floris requiere de nos-
otros un contacto en el que nuestros sentidos
son casi los tinicos invitados; es como si se pu-
diese tocar, palpar, esta robusta figura de mujer.
Uno y otro se definen por un lenguaje plistico
distinto, que se dirige a partes diferentes de nues-
tro ser.
El ejemplo de Van Eyck nos muestra el pun:
to de equilibrio entre ambas tendencias. En el
retrato que el artista hizo a su mujer se observa
que Ia nitidez de la forma se debe sobre todo
al empleo de la linea recorte al lado izquierdo
de Ia toca, asi como al lado izquierdo del rostro
(en aquélla se destaca en claro sobre el fondo
oscuro; en éste en rosa sobre la tela color crema
de la toca). En cambio, el lado derecho del ros-
tro, como el lado derecho de Ia toca, pierde de
intento su nitides lineal para desarrollarse en un
contorno robustecido por una sombra ligera que
lo modela. Si por un artificio de la imaginacién,
se dobla el lado izquierdo del rostro sobre el
derecho, se obtiene —aparte de la alteracién
anatémica que resulta de semejante operacién—
una alteracién plistica no menos significativa :
los trazos se hacen de una extrema sequedad. Si
al contrario es el lado derecho el que se dobla,
el efecto no es menos desagradable, pues 1os
rasgos se estragan en el realismo. ¢A qué se
atiene pues el arte de este retrato? Esencial
mente, « la manera en que el artista ha sabido
146
153, Frans Flotis (1518-1570). Retrato de muier. Goor
(Holanda), coleceién Dr. D, Haznema, Foro Zeijlemaker,
Zusphen
insertar la mitad izquierda del rosteo en el esp:
cio plano y, a partir de este «plano bisico», in-
troducir Ia otra mitad, 1a de la derecha, en una
profundidad discretamente sugerida. El espacio
plastico no esti en absoluto sujeto a la segunda
0a [a tercera dimensidn, Puede combinarlas a
reserva expresa de salvaguardar siempre su coht
rencia. Contenido por lineas netamente afirma-
das (no por un contorno uniforme como en la
punta seca de Strang), el retrato de Van Eyck
une la amenidad con el vigor. No ¢s casualidad
que este artista sea tenido por uno de los maes-
154, Juan Van Eyck (1385/1390-1444), Retrato de le es
ota del arssta, Brujas, Palacio Comunsl,155
tros de la pintura, Tampoco es casualidad que
‘Manet sea considerado como el regenetador del
arte moderno, En un momento en que la pintura
se hundia en Ia apatia, supo devolver sus dere-
cchos a la linea recorte abandonada y los alaridos
que saludaron a su Olimpia no testimonian hoy
mas que la extrema perversin en que el pablico
habia caido por entonces.
La linea se revela como uno de los principales
medios de expresin de Ja pintura, Escapada de
la escritura, crea su propio contenido al mismo
tiempo que su propio espacio. La linea recorte
se ordena ante todo en un espacio de dos dimen-
siones y la linea contorno en un espacio de tres
dimensiones; pero, como hemos visto, eso no
significa en absoluto que el artista debs elegit
tuno con exclusién del otro. Todo espacio plistico
es complejo y ninguno es incoherente, Lo que
cuenta para acabar es que el artista tome una
posicién que, aunque sea cuidadosamente disi-
mulada, se convierta en evidencia sensible por
148
155, Edouard Mane (1832-1833),
del Louvre, Foto Held
Olympia, Pati
el uso inteligente de los signos plisticos en
aquellos.