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z : sae * El iflo que abendonsdo on fa cava. Tendo u euna, en medio del - © vestfculo, se entretenta jugendo con una bolita de madere suspendida del echo, | por un hilo. ‘Fuara del nifio no quedabe en la Seen anee ee ‘que, rien al procadentes de la calle: Alemania 1898 ~ 1956 Paralelamente a su tarea de dramaturgo, ensayista y poeta, Brecht escribié novelas y relatos breves. Lo ee nia ella que ver con equella gente? Ni siquera la habien ‘Kempten 0 Sonnthofen, por ejemplo, en busca de tratiajo. Séio la retenia la emo ha ‘hecho de que fuera ag La estancia en la granja, sin embargo, resultabe cada die més dificil, La -euflada aprovechabe te hora de la comida y a presencia de toda la servidumbre C | monestiabor, sin levantar la vista del plato. Le explicd que habia encontrado un ‘trabajo en Mering y que Anna podia irse con é1. No hablo, sin embargo, de que ‘eso tuviera que ser en sequida, Por la tarde rehuyé la compariia de los granjeros y se dedicé a partir lof tun catre al cuarto de Anna para aye pudiera pasar alli la noche, Con gran sor- je 00 Hlegabe, sin embergo, ¥ An roucrionala ant alee i vb cabeza 4 Is iden de sbandonar sn, més le gana oara cigs Hecie ol Sor,@ | nea PAP a See in embar- puro aguachirle. ‘90, de que corrfan otros tiempos y que se habia sellado la paz entre eatélicos y resolvié levantarse. ‘protestantes. Y apenas hubiera consequido nade de no haber mediado una | seg6n afirmabe siem- ‘cirounstancia particularmente fel ito pasb a manos de un juez que era un ‘crecido y gateaba de un ‘nombre muy especial, indo manotazos y lanzan- | inger, famoso en toda Suavia por su erudi- ‘en una tina de madera lector de Raviers, contra ef cual habia ro legs muy lejos. Segui | 0 +e dificilmente ‘Anna replic6, incorregible, que fo Gnico que fe importaba era su no, | “=No te hagas la ilusién de que vas a poder quedarte con la curtidurto —le chilld el juez—. Si el bastardo es realmente tuyo, la propieded pasard a los po | lentes de Zingli. ‘Anna asintié con ta cabeza, sin mirarle. Luego dijo: El nfo no necesita la curtidur. ien, pensaba, al hi Con el 1eg6 a considerarse satistechs con su vida y sobre todo con ~LEs tuyo? —ladré el juez. le educacién, ‘que le deparaba grandes alegrfas. Asi transcurrieron algu Si —musité la muchache—. Quislera poder conservarlo tan slo hasta que 10s affos. _aprenda todas las palabras. Todgy‘a no sabe més que siete. Un dia, al regresar del pueblo, adonde haba ido a comprar jarabe, no El juez tos6 y ordené fof pergaminos que haba encima de su mesa. Des- encontréal nfo on Ta choza, Su merido le informs que hebfa pasado poral, | us dijo en tono ms reposad, aunque no totalmente exanto de iitaién oe : ae i ; ‘Luego llamé 0 fa sefiora Zingli, que se acercd precedida por el fru fru de | TG quieres quodarte con el ronscusio: pero. también to quiere Ia cabro Sine a wie ssa delas cinco enaguas do seda, Ara ben, el chico necesita una verdadera me. | Su Wraguas. Llewindose un pafuelio a ls oos a I ae, Si —asintié Anna, y mird al juez. ‘puerta por la que se habfan tlevado a la criatura, como si temies eoirsu Nanto. | Anna deciaré que efectivamente, habfa acudido aquella noche a cass del | ls wists del pico, de forma que slo sole aleanzaba a ver si uno se ponta de igo, un hijo natural cuys eustae haba confiado a unos conceidon de i veciaa | Pui y stra bie cua. aa ea Nade més comenzar Ie vista, 8 produja un incident lyr al niffo, Anna El vielo Doltingen ta interrumpié bruscamente para comentar con su habi- brofirié un gto y se adelanté hacia él: la criature, que queria, @ su vez, ircon ‘tual causticidad que una persona en la ciudad, al menos, habia sentido algo pare ‘cide af miedo la noche de marras, y que le complacie constatarlo, pues ello indi- alla, empez6 a petalear con fuerza y a berrear en brezos del ama, El juez orden ‘Que lo sacaran de la sala. | na a tomarfan mis dclaraciones# fs tstigos, aunque les ya prestedas no hee bbian actarado nada. ‘Hizo luego el juez una large pausa, durante fa cual parecié dar muestras de un gran desconcierto, pues no hacia més que mirar en tomo suyo como si, ‘experase alguns sugerencia ajena sobre cbmo poner fin a aquello. ‘ ‘Los asistentes se miraban perplejos, y algunos estraban el cuello para tra: ‘tar de ver al desvalido juez. En la saa reinabe, sin embargo, un ran silencio; tan sélo se ofa ol murmullo de la multitud reunids en ia calle, Por fin, con un suspiro, volvié el juez a tomar a palabra. "No se ha podido establecer quién es la verdadera madre dijo~. Et nif ‘es digno de listima, Todos sabernos de padres que han tratado de escurrir el bulto, negando, ilos muy granules, su paternidad, pero he aqui que acuden « de las dos et Ia verdadera madre. ‘Y con voz iritada llamé a un alquacit y le orden que trajers una tiza, Et hombre desapsrecié y volvé al momento con una tiza en ta mano. , ‘~Traza con ella un cireulo en ot suelo de modo que en su interior quepan ‘res personas de ple ~dio entonces ol juez. El aquacil se arrodilléy traz6 con Ia tiza ef ofrculo deseado. Trae ahora al niio —ordend el juez. “Teajeron al nifo, que eomenz6 2 berrear, pues quera ir con Anna. El viejo DDollinger no se inmutd pore leriquea, pero elews el tono de vo. | | re por el smor que profess 2 su hijo. ‘Se trata, puns, de a tuorza de ese || amor. Alguaci,eoloca al nifio dentro det ef. { El aguacil separé al nifio, que no dejaba de Norer, de su nodriza, y 10 cen- flujo hasta el centro del efrculo. El Juez prosigu, drigindose at seftore Zinali 'Ya!", tratad de sacar al pequeio det sea més fuerte tiraté de ét también con | ‘que no tenien un pelo de tontos, no se cansarian de comentar que el juez le table guiflado el ojo a la mujer de Mering en el momento de adjudicarte la eria- ta

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