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APUNTES

¿EXISTE UN
COGNITIVISMO?

Sáez, M. (2021). ¿Existe un cognitivismo? [Apunte]. UNAB


¿Existe un cognitivismo?
PSIA106 - Procesos Psicológicos y Neurociencias

¿Existe un cognitivismo?

En el presente apunte, nos introduciremos en los conceptos centrales del modelo cognitivo en psicología.
Este modelo, de amplio desarrollo histórico en nuestra disciplina, ha tenido un recorrido que ha mostrado
relevantes avances, intentando comprender cómo funcionan los procesos psicológicos, específicamente los
denominados cognitivos.
No obstante, el amplio desarrollo desde la perspectiva del cognitivismo, existen otros enfoques teóricos que
realizan una crítica con respecto a esta aproximación, basándose en el cuestionamiento de la comprensión
de los seres humanos como exclusivamente cognitiva. A continuación, se exponen los principales conceptos
asociados a estas posturas.
Dentro de las teorías relativas a caracterizar y explicar los procesos mediante los cuales los organismos ven
el mundo y cómo se comportan en relación con su entorno, debemos adentrarnos en las teorías que confi-
guran a la psicología cognitiva y abordan a los procesos cognitivos.
Dentro de estos procesos es necesario considerar aquellos que nos permiten recordar eventos importantes
afectivamente, como sería el recuerdo de nuestras primeras vacaciones o cómo podemos saber que un perro,
por ejemplo, pertenece a una determinada raza. Estos fenómenos que, se dan por obvios parecen naturales
para los sujetos en su vida diaria, se hacen evidentes sólo cuando hay una falla y se nota la dificultad de al-
guno de los procesos subyacentes que los hacen posibles, es que nos damos cuenta de su importancia para
el adecuado desarrollo de la conducta propia y de las personas que son parte de nuestro entorno.
Para mostrar esta importancia, iniciaremos conociendo sobre la Ciencia cognitiva, la cual se consideró
como uno de los paradigmas más influyente de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Sus conceptos, el
planteamiento de los problemas y sus soluciones han sufrido modificaciones significativas en el curso de
estos pocos años.
Las teorías y planteamientos asociados al Conductismo y a las primeras teorías del aprendizaje ponían
el acento en lo directamente observable para explicar el comportamiento, esto es la relación estímulo
proveniente del ambiente y la respuesta ejercida por el organismo. La formulación básica de los prime-
ros conductistas es que científicamente se debía desestimar los procesos que ocurren entre uno y otro
evento, ya que todo aquello que ocurría al interior del organismo no era un hecho comprobable por
no ser directamente observable. Si la psicología quería adquirir el estatus de ciencia debía atenerse a
los hechos empíricos y no a teorizar sobre procesos inobservables que ocurrían en la mente; a la cual
se le consignó como la caja negra. John Watson postuló un modelo básico de estímulo-respuesta sin
introducir el concepto de caja negra, intentando acercar la psicología al paradigma metodológico de
las ciencias naturales. La idea era renunciar al estudio de lo no observable como la mente y sus pro-
piedades. La incorporación de una instancia intermedia al modelo agrega el eslabón del organismo
(estímulo-organismo-respuesta), para luego definirlo como caja negra.
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El conductismo tuvo un gran éxito y se propagó rápidamente por Norteamérica. En primer lugar, debido a
que su método y principios acercaban la psicología a una ciencia natural y, en segundo lugar, porque pre-
sentó avances rápidos en el establecimiento de algunos principios que rigen el comportamiento humano,
como, por ejemplo, los diversos tipos de condicionamiento (el proceso que establece una asociación entre
un estímulo y un proceso de excitación externa o interna que le sigue a continuación). Todo esto condujo
al reconocimiento de la teoría, la obtención de fondos para investigaciones bajo este paradigma y llevó a
derivaciones aplicadas (por ejemplo, la Terapia conductista). No obstante estos logros, una consecuencia
negativa de este paradigma fue el abandono del estudio de los procesos mentales y esto representó un
retroceso en el avance de la teoría psicológica en estos términos.
En este contexto, podemos señalar que, estos vacíos existentes en la explicación del comportamiento dan
impulso al origen y al desarrollo de la Ciencia cognitiva. Particularmente, la Psicología cognitiva, en su
concepción más tradicional, tiene como objeto estudiar los fenómenos mentales, con énfasis en los mecanis-
mos de procesamiento de información involucrados en cada uno de ellos, desde la percepción, la memoria
y el aprendizaje hasta la toma de decisiones, la planificación de acciones y la generación de la conducta.
Esta caracterización general se ajusta a las tres primeras etapas históricas de la ciencia cognitiva; pero son
seriamente desafiadas por la última de ellas. A continuación, abordaremos estas etapas enfatizando sus
conceptos fundamentales.
Una primera etapa, denominada “cibernética”, la cual abarca entre los años 1940-1955, se caracteriza por la
aparición de herramientas y teorías fundamentales para el desarrollo posterior. Se construyeron las compu-
tadoras modernas que sentaron la base para la inteligencia artificial; se presentaron los primeros ejemplos
de sistemas autoorganizados, y aparecieron la Teoría general de los sistemas y la Teoría de la información,
esta última como un enfoque estadístico sobre las señales y los canales de comunicación. Como resultado
surgió, en primer lugar, la idea de que las neuronas son dispositivos que pueden activarse y desactivarse,
conectarse entre sí, y a través de esas conexiones realizar operaciones lógicas. Con ello, convierten el cerebro,
como un todo, en una máquina lógica que opera en función de estos dispositivos individuales. En segundo
lugar, fue posible materializar una idea que se venía gestando previamente, de entender y convertir el ra-
zonamiento en una especie de cálculo.
En el decenio de 1920, el término “computador” se refería a un ser humano que realizaba cálculos. Poco
después se inventaron máquinas capaces de hacer cálculos de manera automática y se les denominó com-
putadoras; las cuales llevaban a cabo la tarea siguiendo un algoritmo, esto es, una serie de instrucciones,
pasos o reglas claramente especificadas. Muy pronto fue obvio que las máquinas podían hacer mucho más
que cálculos matemáticos. En general, las computadoras tienen la capacidad de computar o manipular
símbolos o representaciones simbólicas siguiendo un algoritmo.
La máquina no necesariamente entiende el significado de los símbolos, sino más bien interactúa solamente
con la forma de ellos realizando operaciones formales, pero aun así es evidente su capacidad para realizar
tareas inteligentes. La noción de que los símbolos eran los insumos requeridos para ser procesados y con-
siderados información dio lugar a que se denomine “Procesamiento de la información” al trabajo realizado
por las computadoras.
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En 1950, Alan Turing se preguntaba si las máquinas pueden pensar. Para resolver la duda propuso que una
persona, utilizando una terminal de computador, formulara un cierto número de preguntas a dos interlocu-
tores diferentes a quienes no podía ver, uno de ellos humano y el otro, una máquina. Si quien preguntaba
no conseguía diferenciar la fuente de las respuestas más allá del azar, si no lograba saber cuándo provenían
de la máquina y cuándo del humano, la máquina pasaba la prueba. Este juego se conoce desde entonces
como el test de Turing, y durante muchos años fue tomado como criterio de inteligencia artificial.
El test sirvió también para mostrar que los materiales con los que está construida una máquina de computa-
ción son irrelevantes para entender su comportamiento, lo que cuenta es el programa que se corre en ella.
Es más, un mismo programa puede implementarse en máquinas diferentes o una misma máquina puede
correr distintos programas. Visto así, el estudio de la inteligencia sea humana o artificial, debía centrarse en
el programa o en el software. Esto, aplicado al ámbito psicológico, quiere decir que el foco de interés no es
el cerebro en su anatomía o fisiología, sino el equivalente a los programas que en este se procesen.
Según el conductismo tradicional, las conductas complejas podían entenderse a partir de la descomposición
y el posterior encadenamiento de estímulos y respuestas, explicación que dejó de ser convincente en la
década de los cincuenta. Se comenzó entonces a plantear la existencia de funciones centrales encargadas
de planear y coordinar conjuntos de acciones. Además, se introdujeron variables intermediarias entre el
estímulo y la respuesta, que trasformaron el conductismo inicial en uno de tipo mediador. Como resultado,
se abrió la puerta para que los procesos que ocurrían en el interior del cerebro tuvieran un papel causal en el
comportamiento. Sin embargo, los teóricos de esta nueva perspectiva conductista carecían de un lenguaje
apropiado para estudiar y trabajar con los procesos mediadores, situación remediada con la llegada del pro-
cesamiento de información: el estímulo se convirtió en mensaje entrante (input), la respuesta en mensaje
saliente (output) y los procesos intermediarios en procesamiento de información.
En un segundo momento de la ciencia cognitiva, comienza a desarrollarse el modelo cognitivo clásico o
como también se le conoce como modelo simbolista, representacionalista o de procesamiento secuencial.
El año 1956 fue clave y se considera la fecha de su nacimiento. Voces provenientes de campos tan diversos
como la informática (Allen Newell), la psicología (George Miller), la inteligencia artificial (Marvin Minsky y
John McCarthy), la economía (Herbert Simon) y la lingüística (Noam Chomsky) afirmaban que la inteligencia
humana, al igual que cualquier otro tipo de inteligencia, funciona de forma similar a un computador. Particu-
larmente importante en ese año fue el simposio sobre Teoría de la información realizado en el Massachusetts
Institute of Technology (MIT), donde Newell y Simon presentaron el trabajo titulado “La máquina de la teoría
lógica”, la primera demostración completa de un teorema hecha por un computador. En ese mismo simposio,
Chomsky introdujo su “Modelo transformacional de la gramática” y Miller postuló que las representaciones
mentales podían entenderse como fragmentos de información codificados y descodificados en la mente. Los
resultados de estos trabajos llevaron a concluir que todos los sistemas que procesan información siguen los
mismos principios, ya se trate de sistemas biológicos como los humanos o de metal como las computadoras,
por lo que, según Simon, el estudio de dichos principios constituye un campo unificado de estudio: la ciencia
cognitiva. La fórmula de base implica que, cualquier tarea llevada a cabo por los humanos y considerada
inteligente, por compleja que sea, puede descomponerse en operaciones simples realizables de manera
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puramente mecánica. Por otra parte, poco cuentan los materiales con que están construidos los sistemas,
pues importan más los algoritmos o instrucciones para procesar, que ahora pasan a llamarse “programas”.
El cognitivismo clásico está basado en la idea de que la cognición es un proceso computacional que trabaja
sobre símbolos o representaciones y lo hace de manera secuencial. Los estados mentales representan o sim-
bolizan objetos y estados de cosas del mundo, y los procesos computacionales operan sobre esos símbolos o
representaciones, los manipulan y trasforman de acuerdo con ciertas reglas y producen como resultado otro
estado mental o una determinada acción. El papel central que desempeñan los símbolos o las representa-
ciones en el cognitivismo clásico hace que a éste también se le denomine simbolista o representacionalista.
Un ejemplo de cómo opera este proceso lo podemos evidenciar en la percepción visual. Cada vez que una
persona dirige su mirada al mundo, se constituye internamente una imagen de el que lo representa. La
visión funcionaría de manera parecida a una cámara fotográfica o de video que guarda los detalles de cada
escena captada. Si se pasa de la percepción al pensamiento, o a cualquier otra función mental, el esquema
permanece igual. Cuando se entiende algo mediante el pensamiento, internamente también se forma una
representación del mundo, esta vez no con imágenes visuales, sino mediante símbolos mentales parecidos
o iguales al lenguaje.
De esta manera, el cognitivismo clásico adoptó la metáfora del computador. La mente es un programa de
software que corre en un hardware que corresponde al cerebro como estructura. La idea más simple de un ser
humano como procesador de información consiste en imaginarlo como un sistema que recibe información
del entorno (percepción), la convierte en símbolos que procesa de acuerdo con un algoritmo (pensamiento)
y actúa siguiendo los resultados obtenidos (conducta).
La etapa cognitivista clásica no ha finalizado y continúa hasta la actualidad. Se ha erigido como la más in-
fluyente, por cuanto contribuyó a formar la Psicología cognitiva actual, originó los principios explicativos
más conocidos y consolidó el procesamiento de información como la base para entender el comportamiento
humano cotidiano y el anómalo, la tercera fase denominada conexionista no sustituye a la anterior, sino más
bien se suma a ella aportando una nueva visión. Podemos considerar que las tres etapas del cognitivismo
se han convertido en variaciones de una perspectiva conceptual más amplia acerca de la mente.
El conexionismo también ha recibido los nombres de procesamiento distribuido en paralelo y de redes
neuronales, debido a su arquitectura computacional subyacente. Su inicio puede situarse a finales de la
década de los setenta. El modelo cognitivista simbolista había recibido críticas desde el comienzo; ya que
se decía que no existía un lugar preciso de almacenamiento de información en el sistema nervioso central,
tampoco un procesador central, elementos indispensables para su correcto funcionamiento de acuerdo con
sus propios planteamientos. Además, había serias dudas acerca de si las reglas de procesamiento utilizadas
por el cerebro eran necesariamente lógicas.
De acuerdo con Varela (2000), el surgimiento de esta etapa se debió a que en el cognitivismo clásico se de-
tectaron deficiencias que arrojaban dudas acerca de su plausibilidad biológica. Una de ellas referida a que
el procesamiento de información simbólico es secuencial, es decir, se realiza un paso a la vez, por lo que es
preciso terminar uno para comenzar el otro. Pero en determinadas tareas se requiere tal cantidad de opera-
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ciones que sería prácticamente imposible realizarlas una por una en un tiempo biológicamente aceptable.
Otra limitación alude a que el procesamiento simbólico es localizado, así que cualquier daño tiene profundas
consecuencias en el funcionamiento de todo el sistema. Sin embargo, se ha observado que los procesos
psicológicos son resistentes al daño y no necesariamente se compromete la totalidad de una habilidad. Una
tercera deficiencia se relaciona con que los computadores se comportan de acuerdo con lo que en ellos se
ha programado; en cambio, en los procesos humanos no está determinado de esa manera, pues lo seres
humanos poseen pensamiento creativo difícilmente explicable por un proceso de tipo secuencial.
El modelo conexionista parece más cercano a la biología, pues permite explicar la rapidez con que se reali-
zan los procesos cognitivos y su resistencia a los daños, dado que podemos encontrar que las capacidades
se pueden observar parcialmente preservadas. Adicionalmente, tiene la ventaja de que no es necesario
representar simbólicamente la totalidad del entorno para navegar en él, basta interactuar con ciertas partes
para lograr comportamientos útiles destinados a solucionar problemas específicos. Desde la perspectiva
del conexionismo, se puede considerar que la mente trabaja sobre una arquitectura computacional de in-
terconexiones masivas distribuidas en paralelo y que la conectividad se modifica mediante la experiencia
y el aprendizaje.
Como se puede desprender de los desarrollos teóricos de las diferentes etapas de la ciencia cognitiva que
hemos revisado, este modo de planteamiento sobre el funcionamiento psicológico y particularmente cog-
nitivo de los seres humanos rompe con las limitaciones que había establecido el paradigma conductista.
Se puede hablar e investigar las limitaciones que impone la estructura cognitiva humana al conocimiento,
abriéndose así la posibilidad de discutir abierta y directamente sobre los mecanismos de la mente. El com-
putador se fue constituyendo en una metáfora precisa, otorgando un lenguaje informático al estudio de la
mente, constituyéndose en el principal medio de prueba empírica para legitimar tales acercamientos, vali-
dando, además, las representaciones mentales como objeto de estudio científico en el marco de la psicología.
En el desarrollo de las ciencias cognitivas se puede observar el surgimiento de un área de estudio en principio
delimitada a problemas específicos como la percepción, atención, memoria, el razonamiento y la resolución
de problemas, los cuales se transformaron crecientemente en una teoría abarcadora del resto de la vida psico-
lógica y cultural. Las primeras investigaciones se orientaron a describir los límites del conocimiento humano
estudiando particularmente los procesos de memoria y atención, así como los procesos de razonamiento y
de resolución de problemas. Si bien estos podrían haber sido temas acotados, se hizo evidente la necesidad
de desarrollar una perspectiva teórica coherente que reemplazara al antiguo conductismo poniendo como
foco los procesos internos de la psique, lo que hizo que estas investigaciones aisladas desembocaran en la
gran avenida del Cognitivismo.
Estas investigaciones tendieron a unificar la perspectiva en torno a definir como unidad de estudio científico
a las representaciones mentales, como entidades de existencia independiente respecto tanto a lo biológico
como a lo cultural, y bajo la noción de que los modelos psicológicos de la mente debían ser descritos en
términos de procesos computacionales. De esta manera se constituyó la Revolución Cognitiva, señalada
como la revolución más exitosa y de más larga vida en la historia de la psicología, posicionándola como
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ciencia considerando al significado como el concepto central de estudio desde esta perspectiva cognitiva
(Bruner, 1990).
Para Gardner (1987), hubo una necesidad de restar importancia a ciertos factores que podrían ser importantes
para el funcionamiento cognitivo, ya que entorpecerían el desarrollo de la ciencia cognitiva. Estos incluían las
influencias afectivas y emocionales, y las contribuciones de factores históricos y culturales, entre otros. Es así
como el cognitivismo se orientó desarrollando un nivel de discurso propio y autónomo, como una estrategia
dirigida a validarse como ciencia. En efecto, si consideramos la misma estrategia científica que transformó a
la metáfora computacional cognitiva en la descripción misma de la naturaleza de los procesos psicológicos.
Para autores como Edwards (1997) el cognitivismo está circunscrito al estudio de la cognición. Pero, si se
considera que ciertos procesos individuales de conocimiento no sólo son psicológicos, sino que también
sociales, dado que el conocimiento por sí mismo es culturalmente realizado y parte relevante de diferentes
prácticas sociales, como disciplinas académicas, de la ciencia, de los mitos o del sentido común, el cogniti-
vismo trasciende lo individual.
La teoría cognitivista señala como su objeto de estudio a la mente definida como cognición. La cognición es
el procesamiento de información definida como computación simbólica, es decir, manipulación de símbolos
basada en reglas. Los símbolos son unidades de información que se corresponden con estados del mundo
real (Varela, 1988), por ello se les llama representaciones.
El sistema funciona a través de cualquier dispositivo que pueda soportar y manipular a los símbolos enten-
didos como elementos funcionales discretos. Se puede establecer que este sistema funciona correctamente
cuando logra generar una representación adecuada de algún aspecto del mundo real, y el procesamiento
de información conduce a una adecuada solución a los problemas presentados al sistema. Por lo anterior se
puede plantear que, de acuerdo con esta teoría el sujeto es un sujeto procesador. El sujeto recibe un input,
que puede ser tanto una información sensorial proveniente del medio como algún output interno prove-
niente del sistema que vuelve a entrar como input, y selecciona de su almacén de largo plazo los esquemas
(reglas de procesamiento y conocimientos asociables de carácter general y particular) que puedan ser rele-
vantes de acuerdo con las características de este input, analizadas mediante el proceso de reconocimiento
de patrones. Este input es procesado en un espacio de trabajo limitado (la memoria de corto plazo) según
las reglas de procesamiento extraídas y utilizando el material relevante asociable rescatado de los almacenes
de largo plazo. Es este proceso el que explica las performances mentales y respuestas conductuales de los
sujetos. (Sisto, 2006).
Desde esta visión, se pone fuera de alcance un modelo de sujeto como totalidad al quedar fuera de con-
sideración cualquier sistema central que dé coherencia al funcionamiento de este sujeto. De este modo la
conciencia, los fenómenos de implicación en procesos sociales, los procesos complejos de aprendizaje, el
concepto de identidad, entre otros, quedan fuera de las concepciones cognitivistas de subjetividad.
El cognitivismo, al centrarse en las representaciones, las aparta de las prácticas en las cuales éstas se ponen
en juego. Tal como lo planteaba Gardner (1987), en búsqueda de su pureza teórica y científica, el cognitivis-
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mo se desentendió de los aspectos sociales que están alrededor de las representaciones y que determinan
lo que se hace con ellas e incluso su propia producción.
El hecho de que la metáfora del ordenador haya trascendido al otorgar un lenguaje informacional al es-
tudio de la mente, trajo consigo la concepción de sujetos constituidos como entidades discretas, mentes
aisladas interactuando como procesadores individuales de información, que utilizan un lenguaje arbitrario
y no es concebido en su relación constitutiva con contextos sociales y culturales. Por ello, una de las críticas
fundamentales radica en la reducción de toda la vida psicológica, incluyendo a la interacción social y el uso
del lenguaje, al trabajo de lo cognitivo, entendido como procesos mentales representacionales de carácter
individual e incluso de bases innatas.
Resulta muy representativo el trabajo de Jerome Bruner, uno de los fundadores del cognitivismo, quien desde
los años setenta comienza a desarrollar una importante labor en torno al estudio del conocimiento en tanto
determinado por la experiencia de contextos culturales, lo que tendrá una gran resonancia en el seno de la
psicología cognitiva. Tal como fue señalado, Bruner (1990) en el desarrollo de su Teoría sociocultural del
aprendizaje describe que el objetivo central del cognitivismo era el significado como componente central
de lo humano; sin embargo, el cognitivismo perdió la pista encerrado en la metáfora computacional, que
no le permitió abrirse a los contextos sociales de un modo comprometido. Es así que a partir de sus estudios
sobre el pensamiento y el lenguaje y de otras investigaciones desarrolladas simultáneamente en el marco
de la psicología cognitiva se genera una conciencia creciente de que el estudio de los procesos de conoci-
miento, y más ampliamente del sujeto, debe ser estudiado centrándose en la relación entre el individuo y
sociedad, o más exactamente un estudio acerca de cómo la individualidad es internalizada desde lo social.
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Referencias Bibliográficas

Bruner, J. (1990). Acts of Meaning. Harvard University Press.

Edwards, D. (1997). Discourse and Cognition. Sage.

Fierro, M. (2011). El desarrollo conceptual de la ciencia cognitiva. Parte I. Revista Colom-


biana de Psiquiatría, 40(3), 519-533.

Gardner, H. (1987). The New Science of Mind. Basic Books Publishers.

Sisto, V. (2006). Acerca de la inexistencia de la ciencia cognitiva. Psicoperspectivas, 5(1),


77-102.

Varela, F. (1988). Conocer. Gedisa.

Varela, F. (2000). El fenómeno de la vida. Dolmen Ediciones.

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