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LA JURISPRUDENCIA:

SU CONOCIMIENTO Y FORMA DE REPORTARLA

Manuel González Oropeza

Introducción

Las resoluciones de las autoridades judiciales han sido objeto de múltiples


valoraciones respecto al valor y trascendencia de sus efectos. Saber si estas
resoluciones que emiten los jueces en las controversias entre particulares o, aún,
entre entidades públicas, sobre un aspecto concreto del Derecho pueden ser
tomadas en cuenta como criterios de interpretación válidos y vinculantes para
futuros casos, no sólo por el tribunal que las aprobó, sino por otros tribunales, e
incluso, por otras autoridades; constituye un problema capital del pasado y del
presente de la administración de justicia.

Debido a que nuestro sistema deriva del Derecho Codificado de la Europa


continental, donde el papel de los jueces tenía que ser reducido frente al papel
protagónico de los legisladores, las resoluciones judiciales y los jueces que las
elaboraban no podían más que resolver los casos concretos que se sometían a su
atención, sin poder aspirar más a contribuir con políticas públicas o criterios
interpretativos que guiaran la facultad jurisdiccional en futuros casos. En este
sentido estricto, como refiere Montesquieu, los jueces son solamente la boca que
pronuncia el Derecho, el cual es pre-determinado por el legislador.

En nuestro país, heredamos un sistema constituido por jueces cuya función se


ejercía por delegación de la autoridad del Rey, por lo que la justicia estuvo
relegada a ser una sub-función de la administración, e incluso, se les tenía a cargo
de funciones de defensa de las prerrogativas reales en contra de las usurpaciones
de los nobles o demás autoridades menores por los Reyes Católicos hacia 1500. 1
Esta tradición combina la noción del poder divino de los Reyes, cuya
consecuencia fue la de considerar al gobierno como una función judicial, tal como
se observa durante la Colonia en la Nueva España, donde el Virrey es Presidente
de la Audiencia y los Alcaldes Mayores contaban entre la más destacada de sus
funciones, la de administrar justicia. El Poder Ejecutivo concentraba por lo tanto,
las funciones legislativas y jurisdiccionales supremas. De esta manera, los Reyes
eran los jueces supremos. 2

No obstante, la fuerza de los precedentes judiciales ya era reconocida por el


Código compilado por Justiniano hacia 534 DC, cuando en el Epítome de la

1
Luis Weckman. La herencia medieval de México. Tomo II. El Colegio de México. 1984. p. 557
2
Pierre Goubert y Daniel Roche. Les francais et l´Ancien Régime. Volumen 1. 2ª. Edición. Armand Colin.
Paris. 1991. p. 218

1
Constitución Griega de León y Antemio, que fuera tomado de las Basílicas, en el
Libro I,Título XIV, párrafo 12 dice lo siguiente:

El Emperador Justiniano, Augusto, a Demóstenes, Prefecto del Pretorio.- Si


la majestad imperial hubiere examinado en calidad de juez una causa, y
pronunciado sentencia constituidas las partes en su presencia, sepan
absolutamente todos los jueces, que están bajo nuestra jurisdicción, que es
ley no sólo para la causa para que fue proferida, sino además para todas
las análogas. Porque, ¿Qué cosa hay mayor, qué más santa, que la
majestad imperial? o ¿Quién está lleno de tanta soberbia, que menosprecie
el pensamiento del príncipe, cuando también los autores del antiguo
derecho manifiestan clara y terminantemente, que tienen fuerza de ley las
constituciones que emanaron de decreto imperial?. 3

Sin embargo, este precedente del Derecho Romano emana del presupuesto que
la ley y su interpretación derivan de la autoridad real 4 por lo que tanto la función
legislativa como la jurisdiccional reconocen esa misma fuente. Correspondería al
genio del Derecho Judicial que se forjaría en los países anglosajones separar
dichas funciones e independizar a los jueces de la prerrogativa real.

3
Cuerpo del Derecho Civil Romano a doble texto, traducido a casellano del latino, publicado por los
hermanos Kriegel, Hermann y Osenbrüggen con las variantes de las principales ediciones antiguas y
modernas y con notas de referencias por D. Ildefonso L. García del Corral. Segunda Parte. Código. Tomo I.
Barcelona. 1892. Jaime Molinas Editor. Reedición por Editorial Lex-Nova. 2004. p. 148-149
4
En el párrafo subsecuente de la cita antes referida del Código de Justiniano se confirma esta hipótesis: “Y
declaramos que toda interpretación de las leyes hecha por el emperador, ya sea sbre súplicas, ya sea e juicios,
ya de cualquier otro modo, sea cnsiderada válida e indubitada. Porque si al presente solo al emperador es
permitido hacer las leyes, también a interpretar las leyes debe ser digno slamente de su autoridad imperial”.
Op. Ult. Cit. p. 149

2
Capítulo Primero

El legado del Derecho Judicial anglosajón

El Derecho en la Gran Bretaña tenía las mismas características generales que se


observan en el Derecho Codificado, pues los jueces hasta el siglo XVII eran
considerados como meros agentes del Rey en la aplicación de las leyes 5. No
obstante, esta subordinación de los jueces al poder real, fue disuelta en un
sistema jurídico diferente al nuestro donde se comenzó a privilegiar la función
judicial con independencia del poder administrativo; en esta independencia se
ubicó a las resoluciones judiciales como fuentes del Derecho con carácter
interpretativo, con la misma categoría que las leyes, pues el soberano era la
fuente monopólica de la ley. En el sistema anglosajón, donde se crea esta
inusitada potestad de los jueces, la interpretación judicial logró independizarse de
la autoridad única del Rey legislador, gracias a la labor del Tribunal de Agravios
Comunes (Common Pleas) y de su Presidente, Edward Coke, se comenzó a
resolver la nulidad de decretos del Rey por considerarlos contrarios a los principios
del Common Law a partir de 1610.

Sin embargo, aún antes, desde 1557 por lo menos, en la Gran Bretaña se reporta
la notoriedad de los precedentes, hecha valer por los mismos jueces. 6 Los jueces
en los países anglosajones con el objeto de lograr su independencia frente al
poder real, confiaron en que sus propios precedentes tendrían fuerza vinculante
en posteriores resoluciones; de esta manera crearon un sistema judicial basado y
desarrollado más en su propia autoridad que en la del Rey y, por lo tanto,
independiente de la voluntad soberana de las leyes y de la autoridad ejecutiva.

Incluso dentro de estos mismos precedentes, no pasó el siglo XVII sin que el foro
inglés ya distinguiera entre los criterios (holdings) que contienen los argumentos
jurídicos que deciden un caso y los argumentos secundarios que no tienen la
relevancia de los primeros (obiter dictum o gratis dictum). A través de los “criterios”
(holdings) se identificarían las tesis de interpretación de las leyes y la forma de su
aplicación, para hacer más fácil su seguimiento y forma de reportarse. El célebre
Tribunal de Agravios Comunes que dio vida a la revisión judicial en la Gran
Bretaña, siguió esta identificación de criterios en los precedentes. Dichos criterios
serían todos aquellos argumentos dignos de ser tomados en cuenta para futuros
casos. De esta manera, el juez John Vaughan enfatizó en la resolución Bole v.

5
Manuel González Oropeza. Los orígenes del control jurisdiccional de la Constitución y de los derechos
humanos. Comisión Nacional de los Derechos Humanos. México. 2003. p. 21
6
“Se ha dicho que la sentencia fue emitida a pesar de lo contrario en dos precedentes” Así reza una sentencia
de los tribunales ingleses emitida en 1557. Harold J. Berman y Charles J. Reid jr. “The transformation of
English Law Science: From Hale to Blackstone”. 45 Emory Law Journal 449. 1996. A partir de esta
interpretación en el sentido de que las sentencias judiciales tenían valor para ser tomadas en cuenta por los
mismos jueces en futuros casos, el juez Edward Coke construyó la revisión judicial como una muralla contra
la prerrogativa real y preparó así el camino a la “Gloriosa Revolución” de 1688.

3
Horton 124 Eng. Rep. 1124 (KB) la importancia de los “criterios” formulados desde
1673.

William Blackstone a través de su influyente obra Commentaries on the Laws of


England (1765-1769) propaga la doctrina del precedente inglés a América,
otorgándole a los jueces la facultad de variar los precedentes previa motivación
del cambio, bien basada en la razón o en su transgresión al derecho divino.7

Pasemos pues a revisar someramente la evolución del registro de sentencias en la


Gran Bretaña y en los Estados Unidos, países que reúnen los principios del
Derecho Judicial a este respecto, y de donde surge la tradición de otorgar a las
resoluciones pasadas de los tribunales, fuerza vinculante de precedente para los
casos futuros.

Alexander Hamilton caracterizó desde las páginas de El Federalista número 78,


los contrapesos de la función judicial, necesarios para evitar la discrecionalidad
arbitraria de la acción y precedentes de los tribunales. En este texto clásico,
Hamilton sugiere que los jueces deberían estar limitados por reglas estrictas y por
sus propios precedentes, a efecto de definir y singularizar las obligaciones que
cada caso presenta. 8

7
Blackstone. Commentaries on the Laws of England. Reedición de la Universidad de Chicago. 1979. Edición
facsimilar de Stanley N. Katz. Tomo 1. p. 69-70
8
The Federalist. Clinton Rossiter Editor. Penguin. Nueva York. 1961. p. 471

4
Capítulo Segundo

Origen del reporte de las decisiones judiciales en los países de Derecho


Judicial

Con la identificación de los argumentos centrales o criterios de toda resolución, los


demás países bajo el sistema del Derecho Judicial asumieron que la fuerza del
precedente stare decisis et non quieta movere lograría la certeza, predictibilidad y
estabilidad en el conocimiento del Derecho. Estas características que pretenden
también ser logradas a través de la codificación en nuestro sistema, corresponden
a la función jurisdiccional, más que a la legislativa, en los países anglosajones y,
aunque en la actualidad, el principio está seriamente cuestionado por ser
formalista y no contar con flexibilidad ante los cambios que se piden,9 no ha
dejado de ser un principio fundamental del sistema del Derecho Judicial actual.

Al respecto habrá que mencionar que por lo menos desde 1904, la doctrina
jurídica de los Estados Unidos, a través de Edward B. Whitney, 10 presagiaba el fin
del precedente judicial y del principio de stare decisis. No obstante, aunque ya son
bien cnocidas sus limitaciones, resulta un principio fundamental del sistema
judicial no sólo en países anglosajones sino también en países mixtos como el
nuestro, donde el derecho codificado se ha fusionado con principios del derecho
judicial.

Desde el siglo XIII, en el caso de la Reina de Germania contra el Barón de


Cornwall (1274), bajo el reinado de Eduardo I de Inglaterra, se reporta en un

9
Cambios que pueden ser conservadores o liberales, como se aprecia en el caso Planned Parenthood of
Southeastern Pa. v. Casey 505 US 833 (1992), donde el precedente de Roe v. Wade 410 US 113 (1973) sobre
la inconstitucionalidad de la ley tejana haciendo del aborto un crimen, no fue reconsiderado por la Suprema
Corte de los Estados Unidos, basándose en la fuerza del precedente sin tomar en cuenta, aparentemente, las
circunstancias que rodeaban el nuevo caso.
10
Quien escribió un artículo en Michigan Law Review, número 3, página 94 con el título de: “The Doctrine of
Stare Decisis”. Citado en Thomas R. Lee. “Stare Decisis in Historical perspective: From the Founding Era to
the Rehnquist Court”. 52 Vanderbilt Law Review 648. Abril 1999

5
Anuario la intención de que la resolución recaida fuera de “autoridad” en cada
caso similar bajo la acción quare non admisit 11 en todo el Reino. Estas
intenciones se repiten antes de la invención de la imprenta durante el sglo XIV, los
jueces ingleses Hengham y Bereford no ocultan la importancia de sus
resoluciones a las que les dan el carácter de “leyes del Reino”, 12 aún a pesar de
que los propios Anuarios no tenían en la época la fuerza de publicaciones
oficiales.

Ante la necesidad de confiar en los precedentes y de publicitar los criterios de las


resoluciones judiciales, la introducción de la imprenta en Inglaterra hacia la década
de 1470, aparejó la práctica de publicar las resoluciones para lograr fines más
elevados en el camino de alcanzar la independencia judicial. Los registros a mano
de las sentencias de los tribunales superiores habían sido una costumbre que
desde el siglo XIV se observaba para fines didácticos de los estudiantes del
Derecho en los Inns of Court; pero con la imprenta, estas sentencias que habían
comenzado a conocerse con el nombre de Anuarios (1260-1535), reportadas de
manera deficiente comenzaron a ser divulgadas de una mejor y profusa manera.

No obstante, su consulta era sólo para los iniciados y los ejemplares de los
Anuarios escaseaban, pero esta situación cambió con la imprenta a través de la
cual las ediciones de los Anuarios comenzaron a proliferar y la divulgación de lo
decidido por los tribunales fue más consultada y conocida, creando así un
argumento de autoridad inusitado.

Esta innovación aunada a la necesidad de formar los precedentes que


consolidarían la administración de justicia en torno a los jueces y no a la autoridad
del Rey, asociaron indeleblemente el reporte impreso de las decisiones de los
tribunales a la cultura jurídica de todos los países. Desde un principio, se aprecia
que la importancia de reportar los casos decididos por los tribunales fue sublimada
por la presencia de impresores particulares que comenzaron a difundir las
sentencias, independientemente del valor jurídico de las mismas. 13

Entre los registradores que promovieron la difusión de las decisiones de los


tribunales ingleses con mayor maestría, se cuenta a Edmund Plowden (1518-

11
Esta acción interpuesta ante el Rey tenía como objetivo penalizar a un Obispo que hubiese negado dar
cumplimiento a una orden del Rey para admitir la presencia de una persona merecedora de un beneficio.
12
Theodore F. T. Plucknett. A Concise History of the Common Law. Little, Brown & Company. Quinta
Edición. Boston. 1956. p. 345
13
Bradley Stewart Chilton. “Star Trek and stare decisis: legal reasoning and information technology”. Journal
of Criminal Justice and Popular Culture. Volumen 8. Numero 1. 2001. p. 25. En la Gran Bretaña, los
Reportes del Derecho (Law Reports) iniciaron a publicarse hasta 1865. Cuando los Anuarios fueron
sustituidos por Reportes más formales, incluso bajo la supervisión de jueces prestigiados, comenzaron los
reportes publicados emprendidos por registradores de casos en su carácter de impresores privados, aunque se
tratase de personajes públicos, como fue el caso de los Reportes que publicó el gran juez Edward Coke (1572-
1616), a su muerte siguieron los Reportes de Burrow (1751-1772) que tuvieron gran influencia en las
Colonias Inglesas de América y posteriormente siguieron los Reportes de Término (1785-1800).

6
1585) quien en 1571 publicó sus Reports con tal maestría que se convertirían en
material necesario no sólo para los estudiantes, sino que ganó el respeto de los
practicantes. El mérito de tomar cuidadosas notas sobre las resoluciones de los
tribunales ingleses, lo llevó a ser propuesto a ocupar el más alto cargo judicial del
Reino, el de Lord Chancellor, pero por no abjurar de su religión católica, su
nombramiento no se logró, pues no aceptó cumplir con el requisito de abrazar la
religión anglicana. Su integridad y conocimiento lo llevaron, no obstante, a
considerar sus reportes como confiables y sujetos de total crédito, por lo que el
prestigio de estos Reports ayudó a conformar el sistema de precedentes judiciales
anglosajón.14

Durante el siglo XVIII, William Blackstone describió la posición clásica de la teoría


declarativa de los precedentes, bajo la cual, la actividad judicial no asume una
función creadora del Derecho propiamente dicha, sino que ayuda a determinar la
verdadera “ley del Reino”, de manera exclusiva, tal como lo había aportado
Edward Coke en el anterior siglo. Bajo esta teoría, el tribunal de mayor jerarquía
tiene la capacidad de describir y enunciar cuál es el verdadero Derecho que regula
una controversia y de anular cualquier resolución o precedente judicial que
erróneamente hubiese determinado lo contrario. 15

La tradición norteamericana heredó de la Gran Bretaña la metodología de reportar


sus casos de una manera smilar: “Para evitar una arbitraria discrecionalidad en los
tribunales, resulta indispensable que deban estar sometidos a reglas estrictas y a
precedentes”, según lo publicó Alexander Hamilton el 14 de junio de 1788 en su
artículo de El Federalista número 78. La hipótesis contemplada en El Federalista
fue de congruencia entre los precedentes de tribunales inferiores respecto de los
tribunales superiores y ésta fue la perspectiva que permeó en la primera etapa de
la jurisprudencia de los Estados Unidos, por lo que no hubo un posicionamiento
respecto de los precedentes y su modificación aprobados por la misma Suprema
Corte. El mismo Joseph Story en su gran obra sobre Comentarios sobre la
Constitución de los Estados Unidos de 1851 se refirió sólo al principio de stare
decisis en el plano vertical y no a plano horizontal.

De esta manera, la fuerza de los precedentes más que significar una potestad de
los tribunales, se presentó en Estados Unidos como una limitación sobre los
mismos. Igual que el concepto de Estado de Derecho enfatiza la fuerza de la ley
por encima de las autoridades, la fuerza del precedente implica que los jueces
futuros tendrán que regirse por las resoluciones pasadas, o los juicios por encima
de los jueces.

14
Una edición completa de su obra se publicó en Saboya en 1761 con el extenso título de: The Commentaries
or Reports of Edmund Plowden, of the Middle-Temple, Esq.; and Apprentice of the Common Law, containing
divers cases upon matters of Law, argued and adjudged in the several Reigns of King Edward VI, Queen
Mary, King and Queen Philip and Mary, and Queen Elizabeth. Originally written in French, to which are
added, the queries of Mr. Plowden, now first rendered into English at large, with references, and many useful
observations.
15
Thomas R. Lee. Op. Cit. p. 662

7
Al igual que en la Gran Bretaña, los Estados Unidos comenzaron un sistema en el
reportaje de sus sentencias a través de editores privados sin un reconocimiento
oficial. No obstante, fueron los Estados originarios de ese país, los que iniciaron la
elaboración de Reportes mucho antes de su publicación por parte de los tribunales
federales. Josiah Quincy jr. y Ephraim Kirby (Connecticut) junto con Francis
Hopkinson fueron los primeros en hacerlo en sus respectivos Estados16

El reporte de los casos federales se dio de manera natural con el registrador de


uno de los Estados. Alexander James Dallas de Filadelfia dedicado desde 1789 a
glosar y registrar las decisiones de los tribunales de Pennsylvania, publicó hacia
1790 el primer Reporte conteniendo las decisiones de la Suprema Corte Federal
que se había dictado en ese Estado, por ser entonces la sede de los poderes
federales. (Reports of the several Courts of the United States and Pennsylvania
held at the seat of the federal government)17

El siguiente registrador de los casos federales fue William Cranch quien reportó
las opiniones judiciales de 1801 hasta 1815. Cranch siguió la tradición inglesa al
ser él mismo un juez que gustó encargarse de la pesada labor de publicar y editar
las resoluciones de la Suprema Corte. Henry Wheaton de Nueva York prosiguió
esta labor hasta 1827, fecha en que fue nombrado enviado diplomático a
Dinamarca. Sus reportes están acompañados de minuciosos comentarios y de
una acuciosa labor editorial.

Posteriormente, la labor de registrador de las sentencias pasó a tener un cargo


oficial y se creó la posición de Registrador de la Suprema Corte, encargado de
elaborar la edición de todos los precedentes, siendo Richard Peters el primero en
ocupar ese cargo. Peters consideró que la labor de reportar las resoluciones
judiciales era del dominio público por lo que debería estar despojada de
comentarios personales del registrador, lo que lo llevó a enfrentarse con Wheaton
quien entabló una demanda para que se le reconocieran sus derechos de autor
sobre los comentarios anexos al reporte de las sentencias. La propia Suprema
Corte resolvió el diferendo, confirmando que cualquier persona podía publicar las
resoluciones del Poder Judicial y que sólo se reconocerían derechos de autor
sobre encabezados y comentarios hechos por los registradores particulares. 18

16
En algunos casos, las resoluciones datan desde 1658 y en otros a partir de 1761. Los reportes de Kirby y de
Hopkinson fueron impresos por primera vez hasta 1789 y los de Quince lo fueron hasta 1865. A partir de
1790, muchos Estados adoptaron como nombre de su publicación como State Courts Reports. Una u otra
forma de reportar sus resoluciones judiciales fue común aún antes de la Independencia de ese país en 1776 y a
partir del 4 de julio de ese año, cuatro Estados (Nueva Jersey, Kentucky , Pennsylvania y Delware)
prohibieron citar resoluciones de jueces ingleses y obligaron a reportar sólo la incipiente justicia del nuevo
país. De 1789 a 1803 había 16 registradores en ocho Estados que reportaban con prontitud las resoluciones y,
a pesar, de su carácter privado, sus reportes eran tomados en cuenta por litigantes y jueces por igual. No fue
sino hasta 1803 que los reportes oficiales fueron reconocidos en algunos Estados, pero su convivencia con los
reportes no oficiales sobrevivió hasta 1871.
17
Gerald T. Dunne. “Early Court Reporters”. 1976 Yearbook Supreme Court Historical Society
18
Wheaton v. Peters 33 US 591 (1834). Wheaton quien había invertido su patrimonio personal en la
publicación de sus Reportes y en el costo del litigio terminó en quiebra. Dunne Op. Cit. Lance A. Wade.

8
A Peters le siguieron Benjamín Chew Howard quien reportó hasta 1861 y William
Sullivan Black, quienes completaron los primeros 91 volúmenes de los
precedentes de la Suprema Corte de los Estados Unidos. Hasta este punto, los
Reportes de Cranch y Howard fueron conocidos de acuerdo a los apellidos de los
registradores; así los Ministros de la Suprema Corte Mexicana de fines del siglo
XIX citaron casos como Marbury v. Madison, Luther v. Borden y Dred Scott v.
Sanford e Ignacio L. Vallarta junto con la doctrina constitucional más relevante de
México se familiarizaron con los casos célebres del vecino país. Pero poco antes
de la salida de Vallarta como Ministro Presidente de la Corte, las leyes que
regulaban el registro de las opiniones judiciales federales en ese país, obligaron a
cambiar el formato y las decisiones de la Suprema Corte comenzaron a reportarse
con las iniciales de United States Reports, en lugar de identificarlos con los
apellidos de los registradores, uniformándose incluso los anteriores precedentes
contenidos en los primeros 91 volúmenes.19

En esta práctica de reportar las sentencias en los Estados Unidos, sobresale el


dato que hasta marzo de 1834 se comenzaron a engrosar las resoluciones para
darles una versión que fuera imprimible y, de esta manera, no fue sino hasta
diciembre de 1837 cuando todas las sentencias arregladas de esta manera fueron
impresas. Sin embargo, durante el período de la Guerra Civil y sus secuelas, de
1863 a 1871, se llevaban dos registros de las opiniones de la Suprema Corte, una
a mano y otra impresa.

“Honda meets Anastasoff: The procedural due process argument against rules prohibiting citation to
unpublished judicial decisions”. www.bc.edu/bc_org/aup/lw/lwsch/journals/bclawr/42_3/05/_FTN.htm
19
El cambio se dio con el registrador John William Wallace y fue consolidado a través de la sistematización
de William Todd Otto y John Chandler Bancroft Davis, quien cncluyó su registro en 1902. Dunne. Op. Cit.

9
Capítulo Tercero

Obligatoriedad de los precedentes no publicados en el sistema de Derecho


Judicial

En la actualidad, el debate en los Estados Unidos se concentra en saber sobre el


valor del precedente que no fue publicado, lo que demuestra la importancia de
asociar las resoluciones a su medio de difusión. Hacia 1993 se hizo un recuento
sobre la cantidad de decisiones no publicadas por los Tribunales de Circuito de los
Estados Unidos y se llegó al sorprendente número de ma´s de 10,000
resoluciones sin publicarse. 20 Recientemente, en el caso resuelto por el Tribunal
Colegiado del Octavo Circuito de los Estados Unidos Faye Anastasoff v. United
States of America 223 F. 3d. 898 (8th. Cir. 2000) decidido el 18 de diciembre de
2000 por el Magistrado Richard Arnold, determina que todas las decisiones
judiciales, aunque no se reporten, cuentan con validez vinculante, de la misma
manera de aquellas que se reportan. 21

En el caso Anastasoff, una contribuyente había demandado la resolución de la


autoridad fiscal (Internal Revenue Service) de los Estados Unidos que se negó a la
devolución de sus impuestos, por el monto de $USD 6,436.00, con base en que su
reclamo había sido extemporáneo.22 El juzgado de distrito aceptó las razones de la
autoridad fiscal. En revisión ante el Tribunal Colegiado, el gobierno de los Estados
Unidos hizo valer el precedente no publicado de Christie v. United States No. 91-

20
Martha J. Dragich. “Will the Federal Courts of Appeals perish if they publish? Or does the declining use of
opinions to explain and justify judicial decisions pose a greater threat?. 44 American University Law Review
757, 760. February 1995.
21
El caso implicó la devolución de impuestos de Faye Anastasoff, quien ante el Tribunal del Octavo Circuito
citó en su defensa el precedente no publicado, resuelto por el mismo Tribunal, de Christie v. United States
Número 91-2375 MN (8th. Cir. Marzo 20 1992).
22
La interpretación legal era si la devolución se debería reclamar dentro de los dos o tres años siguientes al
pago de los impuestos en exceso, derivada del conflicto entre la sección 6511 y 7502 del Código Fiscal.

10
2375MN (8º. Circuito 20 de marzo de 1992 per curiam) que ofrecía una
interpretación legal de las secciones 6511(b) (2) y 7502(a) del Código Fiscal
(Internal Revenue Code), aplicable al caso en cuestión.

Aunque el Tribunal Colegiado también consideró aceptable dicha interpretación,


no podía aceptar como precedente la resolución Christie porque se lo impedía la
regla 28A (i)23, que había adoptado el mismo Tribunal Colegiado, negando efecto
vinculante a las sentencias no publicadas, por lo que para fundar su resolución
entró a analizar la obligatoriedad de la regla emitida en un acuerdo general,
resolviéndola como inconstitucional y, por lo tanto, carente de obligatoriedad.

La inconstitucionalidad de la regla no implicaba poner en duda la facultad del


Tribunal para emitir acuerdos generales u otras reglas relacionadas con la función
judicial; tan sólo el Tribunal refería que la regla extralimitaba la naturaleza judicial
del acuerdo a que se refiere el artículo III de la Constitución de ese país.24

Dos aspectos adicionales se tenían que tomar en cuenta por el Tribunal. Tal como
lo decía la misma regla, las resoluciones no publicadas no podían citarse por las
partes ni considerarse por el propio tribunal como vinculantes, a menos que
hubiese otro precedente dictado por otro tribunal en otro circuito respaldando al no
publicado. Desafortunadamente para el gobierno federal de los Estados Unidos,
en el transcurso del caso Anastasoff, hubo otro precedente en el Segundo
Circuito, Weisbart v. United States 222 F. 3rd. 93 (2º. Cir. 2000) que contrariaba y
no apoyaba el supuesto precedente de la opinión no publicada de Christie.

Con todo esto en contra, la autoridad fiscal resolvió proceder a la devolución de


impuestos mientras se resolvía el caso Anastasoff y la contribuyente recibió el
monto total de sus impuestos más el pago de intereses 25; de tal manera, procedía
sobreseer el asunto. Sin embargo, el Tribunal decidió resolver en los términos
descritos el asunto relativo a la regla 28 y declarar su inconstitucionalidad. Esta
resolución la basó en que la situación de las opiniones no publicadas merecía una
decisión final, por ser de importancia para la judicatura y el foro, así como que los
gastos judiciales no habían sido cubiertos por la autoridad a pesar de que la parte
actora lo había solicitado, según las disposiciones legales relativas. 26

23
Dicha regla dice lo siguiente: “Las opiniones no publicadas no forman precedente y las partes no deben por
lo general citarlas. Sólo cuando sean relevantes para el establecimiento de las doctrinas de res judicata o el
Derecho aplicable al caso, las partes pueden citar cualquier opinión no publicada. Las partes pueden también
citar una opinión no publicada de este Tribunal si la opinión posee un valor persuasivo respecto de la litis y
ninguna otra opinión publicada de este u otro Tribunal puede servir para tal efecto(…) Anastasoff v. United
States 223 F. 3rd. 899 (2000)
24
El artículo III de la Constitución define a la función judicial como la facultad de los tribunales para resolver
“casos y controversias”, por lo que un acuerdo de Tribunal negando efectos de obligatoriedad a las
resoluciones recaídas en esos casos o controversias, fue considerada de naturaleza legislativa. Según el
argumento del Tribunal, se deben resolver casos y no otras cuestiones. Daniel X. Levin. “Fairness and
Precedent. Anastasoff v. United States 235 F. 3rd. 898 (8th. Cir. 2000)”. 110 Yale Law Journal 1296. Mayo
2001.
25
Por lo que recibió la cantidad de $USD 11, 437.32
26
26 USC 7430

11
Por otra parte, un tribunal distinto, en el Noveno Circuito de ese país, al decidir el
caso Hart v. Massanari 266 F 3d. 1054, 1155 (9th. Cir. 2001) 27 disintió del criterio
emitido en el precedente Anastasoff. Para el Noveno Circuito operaba una regla
similar a la del otro circuito28, pero consciente de que el principio de stare decisis
es un principio de política judicial más que un principio establecido en la
Constitución29, el Magistrado Alex Kozinski determinó:

Que un caso sea decidido sin una opinión que forme precedente no
significa que sea totalmente descartada, o que la resolución no refleja un
análisis razonado de las cuestiones planteadas. Lo que significa en realidad
es que el criterio no está escrito de manera que sea completamente
entendido para quienes no tengan familiaridad con el caso y, en
consecuencia, la regla jurídica no está anunciada de manera viable para ser
utilizada en futuros casos.

Para el Magistrado Kozinski resulta obvio que los tribunales tienen el control sobre
sus resoluciones sin violar la Constitución. Lo anterior constituye una
interpretación diferente del precedente de Anastasoff, respecto de una Regla
emitida por el Noveno Circuito que es similar a la interpretada y, considerada
como inconstitucional, por el Octavo Circuito.

Según el precedente de Hart, la tesis Anastasoff llevaría a los jueces a sólo


“seguir” el Derecho, a través de los precedentes publicados, y no a “hacer” el
Derecho en cada caso. En el supuesto de que los precedentes no obligaran a los
propios tribunales que los dictan, sería liberar a los tribunales de la doctrina del
precedente e instaurar en su lugar una “tiranía judicial”30. No obstante, el Noveno
Circuito sostiene que sólo en cuatro Estados (Connecticut, Delaware, Nueva York
y Dakota del Norte) no hay reglas que limitan la fuerza del precedente a sus
resoluciones, pero que en todos los circuitos federales y en los demás cuarenta y
seis Estados existen reglas que restringen la fuerza del precedente de diversas
maneras y estas prácticas han sido confirmadas con múltiples precedentes
emitidos por los mismos Estados.

De acuerdo a la opinión vertida en Hart y según el Derecho Judicial más antiguo,


los jueces pueden decidir qué opiniones hacen públicas y cuáles no. William
Blackstone en 1765 afirmó en su libro de gran influencia, que dado que las
opiniones de los jueces podían estar equivocadas, esos precedentes erróneos no

27
El caso cuya referencia completa es Patricia Hart v. Larry G. Massanari, Acting Commissioner of Social
Security Administration (No. 99-56472) fue interpuesto ante el Tribunal Colegiado del Noveno Circuito el 5
de marzo de 2001 contra la resolución del Juzgado de Distrito del Centro de California.
28
Regla 36-3 del Noveno Circuito: “Las resoluciones y órdenes no publicadas por este Tribunal no
constituyen precedentes obligatorios…(y generalmente) no deben ser citadas ante o por los tribunales de este
Circuito”
29
“El principio de stare decisis es una materia de política (judicial) más que un mandato inexorable”. Textile
Mills Securities Corp. v. Commissioner 314 US 334-5 (1941)
30
Anastasoff 223 F 3rd. 899

12
constituían el Derecho. 31 Las opiniones publicadas muestran la opinión aprobada
por el tribunal, que es colegiado, y no sólo la opinión de un juez en lo individual.
Por ello no siempre las resoluciones se publican, ya que la función judicial está
sometida a diversas limitaciones establecidas bien por legislación o por tradición.
De acuerdo a William Holdsworth, los precedentes implican muchos medios
mediante los cuales los jueces escapan de la necesidad de obediencia literal a la
regla general de decidir conforme a la resolución emitida. 32

La decisión en el caso Hart trató de desvanecer la creencia de que la doctrina del


stare decisis fuera históricamente un principio histórico remoto de las decisiones
judiciales; en su texto se lee que los precedentes fueron selectivamente escogidos
por los jueces sin aplicarse ninguna fuerza vinculante a todos ellos, pues hasta
1844, la máxima instancia judicial en Inglaterra había sido la Cámara de los Lores
que no eran expertos en Derecho, por lo que las resoluciones resultantes no
reflejaban técnicamente el conocimiento jurídico requerido para servir de
precedentes. Lo mismo sucedía con los demás tribunales, cuyas instancias
superiores eran ocupadas por legos en Derecho hasta 1842.

Más aún, el caso Hart sostiene que las resoluciones no publicadas como
precedentes “no están escritas de manera inteligible para aquéllos no
familiarizados con el caso y la sentencia no se enuncia de manera apropiada para
vincular futuros casos”. Este lenguaje críptico no deja de ser un eufemismo hacia
una decisión de política judicial para no vincularse por ciertas resoluciones
dictadas en el pasado.

La deficiencia en la publicación y el reporte de las sentencias en la época del


nacimiento de la revisión judicial se reflejó con la sustitución de la doctrina que
comenzó a sistematizarse en el siglo XVII, con Edward Coke y sus Reports (1600)
así como sus Institutes of the Laws of England (1628). Fueron estos libros que
comentaban las resoluciones judiciales y no las resoluciones mismas las que se
conocían y fundaban nuevos casos.

No obstante, este debate refleja la problemática situación de los precedentes sin


difusión, donde judicatura y doctrina convergen en disensión. Ya Plowden en la
Gran Bretaña describía en su edición de los Reportes de 1578:

He omitido intencionalmente mucho de lo expresado tanto en el foro como


en la judicatura, porque pensé que había tan pocos argumentos dignos, que

31
Commentaries on the Laws of England. Volumen 1. p. 70-71. Lo mismo se escribió por James Kent en sus
Commentaries on the Constitution of the United States (p. 475), según el cual, un precedente es prueba de lo
que es el Derecho, pero no es Derecho por sí mismo. Michael B. W. Sinclair. “Anastasoff v. Hart: The
constitutionality and wisdom of denying precedential authority to current Court decisions”. 64 The University
of Pittsburgh Law Review 695 . Verano 2003. De la misma manera, el Ministro Félix Frankfurter de los
Estados Unidos repitió esta fórmula en Helvering v. Hullock 309 US 119 (1940) manifestando que el stare
decisis era un principio de política (judicial) y no una fórmula mecánica de adhesión a las últimas decisiones
de los tribunales.
32
A History of English Law. Vol. 12. Londres. 1938. p. 151.

13
podían omitirse; entonces y ahora manifestamos que éste es el mejor
método de reportar los casos. Pero no deja de ser una tarea compleja. 33

No obstante, hay que señalar que la labor de Plowden era de un cronista particular
que se podía dar esas libertades pues el reporte de las sentencias comenzaba y
no había obligaciones legales derivadas de tal actividad.

Joseph Story, el célebre Ministro de los Estados Unidos que publicó el primer gran
Tratado sobre Derecho Constitucional de ese país, se refirió a que ningún tribunal
tenía libertad para no tomar en consideración todas las reglas y precedentes
emitidos, y en cambio, decidir por sí mismo, sin ningún fundamento en un
antecedente ya establecido. 34 Esta apreciación se basaba en que los tribunales
deberían dar certeza en sus funciones y la única manera de darla es decidir
futuros casos con base en los precedentes ya resueltos; de esta manera, se
obligaba a los propios tribunales a resolver de conformidad con anteriores fallos y
se limitaba su discrecionalidad interpretativa, según se pensaba.

A partir de la década de los años 1950, el cúmulo de casos sometidos a los


tribunales fue exorbitante creando un rezago que es cíclico y persistente en todos
los tribunales. El engrose de las sentencias distraía mucho tiempo y atención de
los jueces con el objeto de ser publicadas, por lo que la Conferencia Judicial de los
Estados Unidos, celebrada en 1964, adoptó la recomendación de publicar sólo
aquellas sentencias que tuvieran un “valor general como precedente”; por lo que
los Tribunales de Circuito de ese país comenzaron a aprobar reglas generales
fijando disposiciones que les permitieran negar la publicación de algunas
sentencias que no se conformaran con la recomendación aludida. 35

La primera vez que se discutió el valor de precedente respecto de las sentencias


no reportadas o publicadas fue en el caso Jones v. Superintendent, Virginia State
Farm 465 F 2d. 1099 (4º. Cir. 1972) donde se reconoció un derecho por parte de
los litigantes para citar opiniones sin publicar:

Concedemos por supuesto, que cualquier decisión es por definición un


precedente que no podemos negarle a los litigantes, y al foro, el derecho a
urgirnos a conformarnos de acuerdo con lo que hemos decidido
previamente.

Esta decisión fue sometida a revisión en dos ocasiones ante la Suprema Corte,
pero debido al procedimiento de certiorari, el Tribunal se ha rehusado a decidir el
fondo del asunto. 36 En el mismo sentido que la sentencia en el caso Jones, el

33
Dunne. Op. Cit.
34
Commentaries on the Constitution of the United States. 1833. p. 377
35
Con este propósito se han aprobado reglas de “no registro” de sentencias en los Circuitos judiciales
siguientes de la Unión Americana: Cuarto, Quinto, Sexto, Octavo, Noveno, Décimo y Decimoprimero.
36
El primer caso fue Do Right Auto Sales v. United States Court of Appeals for the Seventh Circuit 429 US
917 (1976) que fue desechado y en cuya demanda se hacía valer el argumento de que el prohibir citar
opiniones no publicadas ofendía la libertad de expresión. El segundo caso fue Browden v. Director 434 US

14
Magistrado Presidente del Tribunal Colegiado del Décimo Circuito en los Estados
Unidos, Holloway escribió con otros dos Magistrados un voto particular en el caso
In Re Rules of United States Court of Appeals Tenth Circuit 955 F 2d. 37 (10º. Cir
1992) lo siguiente:

No importa qué tan insignificante una decisión previa pueda parecernos,


cualquier litigante que identifique una opinión anterior y demuestre que está
legitimado para hacerla prevalecer (en su caso) debe tener la posibilidad de
hacerlo, como un aspecto de elemental justicia y fundamental equidad. El
negarle a un litigante este derecho puede tener visos de una violación
constitucional basada en la arbitrariedad, irracionalidad y tratamiento
inequitativo del Derecho.

Un nuevo argumento a favor de la fuerza vinculante de las resoluciones no


publicadas puede surgir de la aplicación del precedente sobre el valor del debido
proceso legal, interpretado por el caso Honda Motor Co. v. Oberg 512 US 430
(1994) que determinó que la remoción de garantías procesales que se encuentran
hondamente enraizadas en la tradición del Common Law puede ser considerada
inconstitucional.

Como conclusión a esta interesante discusión podemos mencionar que a partir de


Anastasoff, ha habido cada vez más casos resueltos tomando en consideración
los precedentes no publicados, abandonando las reglas de los Tribunales en sus
circuitos de no darles el valor de precedentes. 37 Lo anterior, seguramente más por
la persuasividad de los argumentos vertidos en las opiniones, más que por la
inconstitucionalidad de las reglas mismas. La doctrina simpatiza con la
obligatoriedad de publicar los precedentes ya que ofrece a la función judicial
garantías de estabilidad, predictibilidad, consistencia y fidelidad a la autoridad
judicial, lo cual preserva al Estado de Derecho en general.38

257 (1978) el cual también fue desechado. En este segundo caso, la demanda hacía valer el argumento que al
negarse a poder citar una resolución no publicada limitaba el derecho de apelación que se podría tener de otra
manera, para lograr una contradicción de las tesis sostenidas en la opinión no publicada y otra que si hubiese
sido publicada.
37
Jason B. Binimow. “precedential effect of unpublished opinions”. American Law Reports 5to. No obstante,
los circuitos están divididos en la actualidad, pues algunos sostienen opiniones en contra como el Tribunal
Superior de Pennsylvania en el caso Albert K. SCHAAF & Patricia Z. SCHAAF v. Stephen E. KAUFMAN,
Gastrointestinal Associates, Inc. & William S. HAAZ 850 A.2d. 655 Resuelto el 22 de abril de 2004.
38
Dragich. Op. Cit. p. 800. Vid. Michael B. W. Sinclair. “Anastasoff versus Hart: The Constitutionality and
Wisdom of denying precedential authority to circuit Court Decisions”. 64 University of Pittsburgh Law
Review 695. Summer 2003. Como es de esperarse no toda la doctrina está de acuerdo con este supuesto:
Thomas R. Lee y Lance S. Lehnhof. “The Anastasoff case and the judicial power to ´unpublish´ opinions”. 77
Notre Dame Law Review 135. November 2001. Christian F. Southwick. “Unprecedent: The Eight Circuit
repaves vias with a new Constittutional doctrine”. 21 The University of Texas at Austin. The Review of
Litigation. 191. Winter 2002.

15
Capítulo Cuarto

¿Quién reporta las decisiones judiciales en los Estados Unidos?

Siguiendo con el debate sobre derechos de autor en el reportaje de las sentencias,


que inició el caso Wheaton v. Peters (1834) antes aludido. Una nueva polémica
surge con referencia a los derechos de autor de la compañía editora West
Publishing Co. la cual desde 1880 empezó a publicar el Federal Reporter que
contenía originalmente todas las sentencias.39

Ya para 1813 la cantidad de sentencias pronunciadas en los tribunales ingleses


era materialmente imposible conocer y citar todas, por lo que la fuerza del
precedente sufrió una restricción, siendo necesario citar sólo las más importantes
y que mayor difusión obtenían. En los términos del Lord Mansfield:

(Era) materialmente imposible para cualquier juez, decidir de inmediato


sobre cada pretensión que se le sometía de manera nisi prius, con
independencia de su conocimiento y habilidades. 40

La Suprema Corte de los Estados Unidos no comenzó a publicar Reportes


oficiales sino hasta 1922, por lo que la compilación y sistematización de los
precdentes han estado encomendadas a empresas editoriales privadas, quienes
se han encargado de publicar con prontitud y eficiencia todas las decisiones
relevantes. De igual manera funcionan varias direcciones electrónicas donde se
ofrece la información judicial de manera oportuna.

La empresa West Publishing edita la más común de las ediciones sobre los
precedentes judiciales, que se conoce con el nombre de National Reporter, el cual
se cubren las actividades de cerca de 600 tribunales en ese país y publica y
difunde cerca de 130,000 resoluciones anualmente. La forma en que se
sistematiza esta información impresionante es muy simple, cubriendo los
siguientes elementos:

39
Esta misma casa editorial publicó desde 1887 el Northeastern Reporter
40
Fentum v. Pocock 5 Taunt English Reports 662

16
1. Nombre de las partes y tipo de juicio
2. Tribunal que emite la resolución
3. Número de expediente
4. Fecha de discusión y decisión del fallo
5. Número de Registro
6. Sumario de los hechos del caso y de la resolución aprobada
7. Resumen de los principales considerandos
8. Transcripción de la resolución

Con estos elementos se reportan todas las resoluciones de los tribunales y utilizan
un sistema breve y simple para ubicar todas y cada una de dichas resoluciones.

Segun mencionamos anteriormente, todos los precedentes emitidos desde 1790


son criterios vigentes en la jurisprudencia de los Estados Unidos, por lo que el
sistema del National Reporter tuvo que reproducir las compilaciones de los
primeros compiladores ya aludidos. Repasemos cuántos volúmenes compilaron
estos personajes y cómo se uniformaron con la numeración de la empresa West
Publishing:

Compilador Volúmenes Años de las Equivalencia en el


compilados resoluciones US Reports
Dallas 4 1790-1800 1-4
Cranch 9 1801-1815 5-13
Wheaton 12 1816-1827 14-25
Peters 16 1828-1842 26-41
Howard 23 1843-1860 42-65
Black 2 1862 66-67
Wallace 23 1863-1874 68-90

De esta manera, a partir de 1882 se reinicia la compilación de resoluciones bajo el


número 91 de US Reports, a cargo de la empresa citada.

En la actualidad, existen dos empresas que compiten por cubrir el mercado de la


compilación y consulta de las resoluciones por Internet, la misma empresa West
Publishing 41 ha creado el sistema de WestLaw y la compañía Lexis Law
Publishing 42 la cual cuenta con el sistema LexisNexis; ambos sistemas dominan el
mercado de lectores y abogados postulantes en los Estados Unidos.

Adicionalmente, se cuentan con múltiples bases de datos para consultar las


resoluciones judiciales relevantes de todos los tribunales de ese país. Con relación
a las decisiones de la Suprema Corte, por ejemplo, se cuentan de manera gratuita
el acceso a los siguientes sistemas:

41
Que como ya mencionamos cuenta con la publicación de US Reports.- Supreme Court Reporter, para la
compilación de resoluciones de la Suprema Corte de Justicia.
42
Que cuenta para loos mismos fines con la edición de US Supreme Court Reports. Lawyer´s Edition.

17
Dirección electrónica Interés
http://www.fedworld.gov Informa sobre
resoluciones rendidas de
1937 a 1975
http://www.fedworld.gov/supcourt/index.htm Proporciona toda la
información y el texto
íntegro de resoluciones
de 1937 a 1975,
cubriendo los volúmenes
300 a 422 de US Reports
http://www.findlaw.com/casecode/supreme.html Ofrece los casos
decididos de 1937 a la
fecha
http://www.access.gpo.gov/sudocs/aces/aaces002.html Contiene el texto
completo de los casos de
1937 a 1975
http://www.unilegal.com/ussc.html Casos reportados desde
1893
http://www.ljextra.com/public/daily/XDspc.html Texto e información
sobre casos recientes,
desde 1994
http://www.usscplus.com Índices de más de cinco
mil casos de 1793 a la
fecha

18
Capítulo Quinto

Surgimiento de la publicación de sentencias en México

La facultad de la Suprema Corte de Justicia para anular actos del Presidente de la


República, emulando la jurisprudencia británica que anuló decretos del Rey,
teóricamente comenzó desde la Constitución Federal de 1824, según su artículo
137, fracción V. Esta disposición que facultó a la Suprema Corte para conocer de
las infracciones a la Constitución y las leyes, seguramente tuvo poca relevancia
frente a la facultad, también constitucional, que se confirió al Congreso para llevar
a cabo la interpretación constitucional y legal a través de sus artículos 64 y 165,
confiándole así la protección constitucional mediante el juicio político. 43

No obstante, al parecer no fue sino hasta 1850 cuando se reconoce un período de


aplicación sobre esta facultad, cuando se anulan algunos decretos y actos del
Presidente de la República. 44 Sin embargo, la falta de autoridad de las sentencias
en esta época afectaba la certeza en la administración de justicia, pues sus
efectos eran de exclusivo conocimiento y aplicación hacia las partes involucradas.
Las resoluciones se daban de manera caóticamente casuística y no sentaban
precedente alguno. Como ejemplo podemos mencionar la carencia de una ley
reglamentaria en el período de 1847 a 1861 del juicio de amparo, el cual aunque
ya establecido a nivel constitucional, la omisión legislativa de una ley que
reglamentara su procedimiento y competencia ante los niveles de la justicia
federal, no permitió que se resolvieran muchos casos, aunque en otros, los jueces
si lograron resolver el asunto de fondo, a pesar de la ausencia de ley. Como
ejemplo de lo primero tenemos los casos de 1847 (amparo Vicente García Torres),
1848 (amparo Lorenzo Pérez Castro), 1850 (amparo José Guadalupe Perdigón
Garay) y 1857 (amparo Francisco Zarco); mientras que en el extremo contrario
43
Manuel González Oropeza. “El Juicio Político”. Derecho Procesal Constitucional. Eduardo Ferrer
McGregor (Editor). Porrúa.
44
Lucio Cabrera y Lourdes Celis Salgado. “Estudio Preliminar”. El Derecho. Periódico de Jurisprudencia y
Legislación. 1ª. Reimpresión. Suprema Corte de Justicia. 2004. p. XX. Resultan interesantes algunos casos de
juicios de amparo que ya se resolvieron en la mitad del siglo XIX, como el amparo concedido al español
Lucas Arregui contra la orden del Presidente de expulsión del territorio nacional (1º. de junio de 1850).

19
tenemos la resolución de los amparos de 1849 (amparo Manuel Verástegui), de
1850 (amparo Lucas Arregui) y de 1852 (amparos de Anastasio y Daniel Ferdura).
45

Esta heterogeneidad de la aplicación del amparo en nuestro país provocó que las
sentencias debieran de publicarse para tratar de dar cierta uniformidad a la justicia
federal a través de la publicidad de las resoluciones y certeza al justiciable en sus
conflictos jurídicos. La preocupación por publicar las sentencias de los tribunales
federales comenzó en el Reglamento de la Suprema Corte de Justicia de 1862, en
cuyo artículo 12, previó la existencia de una publicación oficial para tal efecto. 46
Por ello Benito Juárez crea el Semanario Judicial de la Federación el 8 de
diciembre de 1870, como una publicación oficial donde se recogieran las “ Todas
las sentencias definitivas de los tribunales federales desde 1867” así como “las
actas del Pleno de la Suprema Corte y los informes pronunciados cuando se
acuerde la publicación”. 47

Juárez en 1870 mostró gran preocupación por el fortalecimiento de las


instituciones; también en ese año apela al Congreso para que apruebe su
iniciativa de reforma constitucional para la instauración del Senado, sobre todo
para que esa Cámara sea la que resuelva los conflictos de poderes verificados en
esa época en varios Estados. De igual forma, en su informe del 16 de septiembre
de 1870, Juárez anuncia que próximamente elaboraría un proyecto de ley sobre
administración de justicia, a lo cual contestaría con beneplácito el entonces
diputado Ignacio L. Vallarta. 48

Esta potestad primigenia de los tribunales federales de publicar sus resoluciones


se da sin otra razón, al menos explícita, más que el de dar publicidad a dichas
resoluciones, que de manera discrecional hiciera la Suprema Corte de Justicia, y
se da quizá como una respuesta a la presión del periodismo jurídico, muy activo
desde 1850 por lo menos, para compilar las sentencias y los comentarios a las
mismas. Originalmente se le dotó un presupuesto de cuatrocientos pesos
mensuales y comenzó a publicarse bajo la dirección del Ministro de la Suprema
Corte de Justicia, Simeón Guzmán. Sólo las revoluciones y las crisis
presupuestarias han obligado a su interrupción, como las suspensiones en 1875 a
1880 y de agosto de 1914 a mayo de 1917. 49 No obstante, aún el siglo XX se

45
Manuel González Oropeza. Los orígenes del control jurisdiccional de la Constitución…Op. Cit. p. y Lucio
Cabrera y Lourdes Celis. “Estudio Preliminar”. Op. Cit. p. XXII-XXV
46
Luis Felipe Santamaría González. El Semanario Judicial de la Federación y la jurisprudencia de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los Tribunales Colegiados de Circuito. Tesis profesional.
UNAM. 1989. p. 70. Dicho Reglamento fue transcrito en el Semanario Judicial de la Federación. 2ª. Época.
Tomo X. P 275-6
47
Manuel Dublán y José María Lozano. Legislación Mexicana o Colección completa de las disposiciones
legislativas expedidas desde la Independencia de la República. Edición Oficial. Tomo XI. México. Imprenta
del Comercio de Dublán y Chávez, a cargo de M. Lara (hijo). 1879. p. 195-196
48
Benito Juárez. Documentos, discursos y correspondencia. Volumen 14. Editorial Libros de México. 1975.
p. 567-569.
49
Lucio Cabrera. “La Jurisprudencia”. La Suprema Corte de Justicia y el Pensamiento Jurídico. Poder
Judicial de la Federación. 1985. p. 227

20
notan las deficiencias en su publicación periódica pues, como se anotará más
adelante, el proceso de publicación llegó a ser muy tardado y poco sistemático.

El decreto del 8 de diciembre de 1870 por el cual se establece un periódico con el


nombre de Semanario Judicial de la Federación, prescribió lo siguiente:

Ministerio de Justicia e Instrucción Pública.- El ciudadano Presidente


de la República se ha servido dirigirme el decreto que sigue:

Benito Juárez, presidente constritucional de los Estados Unidos


Mexicanos, a sus habitantes sabed:

Que el Congreso de la Unión ha tenido a bien decretar lo siguiente:

Artículo 1. Se establece un peródico con el nombre de “Semanario


judicial de la Federación”, en que se publicarán:

Todas las sentencias definitivas pronunciadas por los tribunales


federales, desde el restablecimiento del orden legal en 1867, y las que
se pronunciaren en lo sucesivo.

Los pedimentos del procurador general de la Nación, del ministro


fiscal de la Suprema Corte de Justicia y de los promotores fiscales de
los tribunales de circuito y juzgados de distrito, y

Las actas de acuerdo pleno de la Suprema Corte, y los informes


pronunciados ante ella, cuando acuerde la publicación.

Artículo 2. Para todos los gastos que ocasione el periódico a que el


artículo anterior se refiere, la Tesorería general ministrará al principio
de cada quincena del segundo semestre del corriente año fiscal, a la
persona que nombre con tal objeto la Suprema Corte de Justicia,
doscientos pesos, tomándolos de la parte q ue resulte sin empleo en la
suma destinada por el presupuesto de egresos al poder judicial. La
Suprema Corte de Justicia acordará la distribución de este suministro.

Los tribunales y funcionarios de que habla el artículo anterior,


remitirán copia de todos los documentos que en él se mencionan, a la
persona encargada por la Suprema Corte para dirigir la publicación del
“Semanrio Judicial”.

Salón de sesiones del congreso de la Unión. México, Diciembre 8 de


1870.- José María Lozano, diputado presidente.- Guillermo Valle,
diputado secretario.- Protasio P. Tagle, diputado secretario.

Por tano, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido


cumplimiento. Palacio del gobierno federal en México, a 8 de

21
diciembre de 1870.- Benito Juárez.- Al C. Lic. José María Iglesias,
ministro de Justicia e Instrucción Pública.

Y lo comunico a Ud. Para su inteligencia y fines consiguientes.

Independencia y Libertad, México, Diciembre 8 de 1870.- Iglesias. 50

Como se ha mencionado, el Reglamento de la Suprema Corte de Justicia de 1862


recogió antes que el decreto de Juárez, la obligación de publicar las sentencias de
la Corte, a través de su artículo 12. 51 Sin embargo, el principio de publicidad a
través de la publicación puede desprenderse desde las Bases para el Reglamento
de la Suprema Corte de Justicia, expedidas el 14 de febrero de 1826 por el
Congreso de la Unión, en cuyo artículo 45 se estableció:

Se exigirán cada seis meses por la Suprema Corte de Justicia a todos los
tribunales y jueces de la Federación, listas de los negocios civiles y de las
causas criminales que pendan de ella, para examinar su estado y cuidado
de su conclusión, y en el mismo tiempo se publicará un extracto, así de
ellas, como de las que la Suprema Corte mande formar de los negocios y
causas que ante ella se instruyan, con razón de las concluidas en el último
semestre. 52

Emilio Pardo, un distinguido jurista del siglo XIX escribió en los albores del
Semanario Judicial de la Federación el siguiente comentario que muestra la
relevancia que tenía para México la publicación de la naciente jurisprudencia:

Esa jurisprudencia tiene en la República un interés mayor del que despierta


el estudio de los problemas constitucionales considerados en abstracto;
porque a las arduas cuestiones de la teoría se agregan las dificultades
consiguientes a la práctica de la más complicada de las formas de
gobierno: la República Federal (...)

Así es como, siendo indudable que la práctica de los tribunales forma lo que
se llama jurisprudencia, que consiste en la consignación de ciertos
precedentes en la fórmula de una regla común para los casos análogos,
puede preguntase si sucede otro tanto, con las sentencioas de los juzgados

50
Manuel Dublán y José María Lozano. Legislación Mexicana o Colección Completa de las disposiciones
legislativas expedidas desde la Independencia de la República. Edición Oficial. Tomo XI. México. Imprenta
del Comercio, de Dublán y Chávez, a cargo de M. Lara (hijo). 1879. p. 195-196
51
Dicho artículo prescribió: “Acordadas y firmadas las sentencias, se publicarán inmediatamente, leyéndolas
el Ministro semanero en presencia del Secretario, que deberá autorizarlas, y de todos cuantos quieran oírlas
para cuyo acto se dará la voz correspondiente, por el portero de la Sala, y se cerrará con la fórmula de
“pronunciada” que dirá el Presidente.”. Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sus leyes y sus hombres.
1985. p. 177. La figura de un Ministro Semanero se creó desde el Reglamento que debe observar la Suprema
Corte de Justicia, del 13 de mayo de 1826, estableciéndolo en su capítulo IV. Op. Ult. Cit. P. 60
52
Idem. P. 56

22
de distrito y de la Corte Suprema a que se hace más frecuente aplicación
del Derecho Constitucional; o en otros términos, si las sentencias de los
jueces de distrito y ejecutorias de la Corte en los casos de amparo, fundan
una jurisprudencia especial. 53

De julio de 1875 a diciembre de 1880 fue suspendida su publicación hasta que


mediante acuerdo del Presidente Manuel González, volvió a dotarse de
presupuesto suficiente para su reinicio, quedando otro Ministro de la Suprema
Corte, al frente del Semanario, Juan de Mata Vázquez y nombrándose al
prestigiado abogado José Diego Fernández, como redactor del periódico. Con la
renuncia de ambos siguieron en el cargo los Ministros Manuel Contreras y Miguel
Villalobos, siendo su redactor Mariano Sánchez Santos. 54

Según Lucio Cabrera la ley de 1882 había impuesto a los jueces la carga de
conocer las cinco ejecutorias y de aplicar la jurisprudencia en consecuencia; sin
embargo, el Código de 1897 advirtió como excesiva esta obligación, 55 sobre todo
ante la expansión de la jurisprudencia, por lo que hacia 1908, la ley impuso la
obligación a las partes interesadas de invocar la jurisprudencia atendible a sus
casos, para que los jueces las examinaran y aplicaron en caso de ser
procedentes.

El nuevo régimen constitucional surgido de la Carta de 1917, extendió la


obligatoriedad de la jurisprudencia a los jueces de los Estados y no sólo a los
federales, a través del la Ley de Amparo del 18 de octubre de 1919. 56 En este
ultimo año se aprobó por la Suprema Corte el Reglamento para el Departamento
de Jurisprudencia, Semanario Judicial y Compilación de Leyes de la Suprema
Corte de Justicia, el 11 de abril de 1919, en cuyo artículo 9º. Previó la formación
de un índice general de la jurisprudencia, en orden alfabético, de acuerdo con la
materia jurídica a que se refieran las ejecutorias y el plan de formación del índice
podía ser modificado por el Ministro Inspector del Semanario. En esta nueva

53
Publicado originalmente en El Foro del 14 de enero de 1874 que tuvo una sección de “Jurisprudencia
Constitucional”, reproducido posteriormente en La Suprema Corte de Justicia en la República Restaurada
1867-1876. Suprema Corted de Justicia. p. 239.
54
Manuel Cruzado. Memoria para la Bibliografía Jurídica Mexicana. Antigua Imprenta de E. Murguía.
México. 1894. p. 91
55
De acuerdo con Lucio Cabrera, el Código de 1897 constituye la liberación de los jueces de aplicar de oficio
la jurisprudencia y la exhoneración de cualquier responsabilidad por omisión en la aplicación de la
jurisprudencia entonces vigente; lo cual es interpretado como un reconocimiento a la falta de publicación
oportuna y correcta de la misma jurisprudencia en el Semanario Judicial de la Federación. Lo anterior resulta
en el primer testimonio acerca de los límites que existen cuando se depende de la publicación de la
jurisprudencia, para conocerla, lo cual ya no sería un problema en la actualidad ante los medios electrónicos
de difusión.
56
En cuyo artículo 149 se determinó en su último párrafo: “La jurisprudencia de la Corte en los juicios de
amparo, y en los que se susciten sobre aplicación de leyes federales o tratados celebrados con las potencias
extranjeras, es obligatoria para los magistrados de Circuito, jueces de Distrito y Tribunales de los Estados y
Distrito Federal y Territorios”. Posteriormente, en la Ley de Amparo del 10 de enero de 1936, la
obligatoriedad se extiende a las Juntas de Conciliación y Arbitraje, pues desde el 15 de diciembre de 1935 se
había creado la Sala Laboral de la Suprema Corte. Con la reforma constitucional de 1951 al artículo 107, se
crea la denuncia de contradicción de tesis de jurisprudencia.

23
época, las mismas carencias presupuestarias que se habían notado en años
anteriores surgieron, por lo que la publicación costosa del Semanario fue
retrasándose.

Las empresas editoras privadas se asociaron desde muy temprano en la difusión


de nuestro Derecho y, particularmente, de la labor de la Judicatura Federal, sobre
todo a partir de la instauración del juicio de amparo. Esta tendencia de impresores
privados en la labor de difusión de la jurisprudencia puede desprenderse de la ley
del 10 de junio de 1813, cuando se regula por vez primera la propiedad literaria en
tierras hispanas y que modifica el antiguo decreto del 7 de septiembre de 1558
que establecía privilegios hacia “impresores reales” que ejercían monopolio sobre
la impresión y difusión de actos de gobierno, según lo menciona Manuel Cruzado.
57

Periódicos como El Derecho, publicado desde 1868 hasta 1897, El Foro de 1873 a
1891, El Litigante de 1881, el Anuario de Legislación y Jurisprudencia de 1884, el
Boletín Judicial de 1884, publicado por disposición expresa del Código de
Procedimientos Civiles de ese año, la Revista de Legislación y Jurisprudencia de
1889, la Guía Práctica de Derecho de 1889, el Foro Guanajuatense, Anales del
Ministerio Público, El Foro Jalisciense, El Foro Michoacano, El Foro Colimense,
Boletín del Ministerio Público y la Gaceta Judicial, son una muestra del gran
interés por publicar la jurisprudencia federal y local en nuestro país durante la
segunda mitad del siglo XIX.

Las continuas suspensiones de estas publicaciones, dados los problemas


financieros y de otra índole, que debieron haber sufrido, propiciaron que se
reconocieran “Épocas” en sus ediciones, que dividían cada periodo en el que se
publicaba la edición, desde el más antiguo que pudiera ser el de Variedades de
Jurisprudencia que, según mencionamos, comenzó en 1850 hasta los que
concluyeron el siglo XIX con espectacular regularidad.

A estas publicaciones se une un sinnúmero de reportes y análisis de las tesis de


jurisprudencia que van publicándose, por lo que puede apreciarse una verdadera
doctrina sobre la jurisprudencia de los tribunales federales. De tal manera,
podemos colegir que la difusión de la jurisprudencia a través del Semanario
Judicial, generó publicaciones privadas especializadas e interés de la academia
por comentarlas e incluso fijó la atención de especialistas para denunciar
contradicciones y comentarios que contribuyen al desarrollo de la cultura jurídica.
Como ejemplos de dichos comentarios a las tesis de jurisprudencia encontramos
las obras y artículos especializados de Joaquin González Obregón: Legislación
sobre jurisprudencia en México en materia de minas (1876), Prisciliano Díaz
González: Las jurisprudencias nacionales sobre la inteligencia de los artículos 14 y

57
Manuel Cruzado. Memoria para la Bibliografía Jurídica Mexicana. p. 11. Sin embargo, el propio autor
considera que fue la ley del 5 de diciembre de 1846 la que verdaderamente impulsa la publicación de obras de
difusión jurídica en nuestro país.

24
16 (1889), 58 Fernando Vega: Necesidad de uniformar la interpretación de la ley
fundamental (1897), 59 José Ricardo Zevada: La jurisprudencia de la Corte
respecto de la Junta de Conciliación y Arbitraje (1926), 60 Ricardo Couto: Ensayo
de respetuosa crítica a algunos puntos de la jurisprudencia de la Suprema Corte
(1928), 61 Antonio Carrillo Flores: La jurisprudencia de la Corte en materia de
súplica (1931), 62 Alfonso Francisco Ramírez: La expropiación según la

jurisprudencia de la Suprema Corte (1932), 63 y Mario de la Cueva: La


jurisprudencia de la Suprema Corte y las enfermedades profesionales (1934), 64

El ejemplo de las sentencias de los Tribunales Federales fue seguido por


disposición legal del Código Civil para el Distrito Federal de 1884, cuando ordenó
en su artículo 84, la creación del Boletín judicial del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal que tuvo su primera época hasta 1913, cuando la situación
revolucionario interrumpió su publicación, como lo hizo con el Semanario Judicial
de la Federación. Sin embargo, la necesidad obligó a que se volviera a publicar a
partir de 1918. Posteriormente, con la expedición de un nuevo Código Civil en
1932, se originó la publicación de los Anales de Jurisprudencia en 1932, desde
cuya fecha se ha consolidado en el Distrito Federal. 65

Por ello podemos concluir que la publicidad de las sentencias en nuestro país
surgió antes del reconocimiento legal de la jurisprudencia mexicana. Es decir, la
obligatoriedad de los precedentes se legitimó después que se estableció una
publicación oficial para su difusión. ¿Hasta qué punto influyó la existencia de una
publicación que divulgara las sentencias del Poder Judicial de la Federación en la
adopción de la jurisprudencia? Creo que en mucho influyó el primer paso que se
dio por Benito Juárez. El segundo lo dio Ignacio L. Vallarta con el conflicto sobre la
inconstitucionalidad de la leva para el reemplazo de las bajas en el Ejército
Mexicano, según veremos en el siguiente capítulo. 66

58
Revista de Legislación y Jurisprudencia. Tomo II. p. 95
59
Revista de Legislación y Jurisprudencia. Tomo XIII. p. 247.
60
Revista de Ciencias Sociales. Tomo IV. Número 3. Diciembre de 1926. Zevada comenta la contradicción
de resoluciones de la Suprema Corte de Justicia sobre la naturaleza de tribunales asignada a las Juntas de
Conciliación y Arbitraje. Por un lado, concediéndole el carácter de tribunal, mediante la ejecutoria de la
Compañía de Tranvías, Luz y Fuerza de Puebla, S.A. del 25 de agosto de 1925 y, por el otro, negándole tal
carácter, a través de la ejecutoria de la Sociedad Gómez Ochoa y Compañía de Jalisco, de noviembre de
1926.
61
Los Tribunales. Vol. I. Números 9, 10, 11 y 12
62
La Justicia. Febrero de 1931. Número 3
63
La Justicia. Julio 1932. Num. 25.
64
Revista General de Derecho y Jurisprudencia. Año V. Num. 4. Octubre-Diciembre de 1934. Porrúa Hnos.
p. 588. De la Cueva comenta la ejecutoria del 22 de marzo de 1934 recaída al amparo promovido por la
Compañía Limitada del Ferrocarril Mexicano contra actos de la Junta Especial número uno de la Federal de
Conciliación y Arbitraje, para demostrar la diferencia de régimen, bajo nuestra Constitución de 1917, de la
regulación civil del trabajo, con la autonomía del nuevo Derecho del Trabajo en México. Op. Cit. p. 589
65
Margarita de la Villa y José Luis Zambrano. Bibliografía Sumaria del Derecho Mexicano. Instituto de
Derecho Comparado. México. 1957. p. 7-8
66
Aunque Lucio Cabrera sostiene con razón que debe considerarse a Ignacio Mariscal como el promotor del
reconocimiento legal de una jurisprudencia, pues en las sesiones de la Cámara de Diputados del 19 y 20 de
septiembre de 1861, sostuvo con vehemencia que las sentencias que declaraban inconstitucionales a las leyes,

25
No obstante, la amplitud de la jurisprudencia en su reconocimiento constitucional
no pasó sin algunos problemas de legitimación. Recordando que la interpretación
de la Constitución y las leyes es una facultad originaria del Poder Legislativo, hubo
algunas opiniones contrarias al reconocimiento de la jurisprudencia. El exdiputado
constituyente y Ministro de la Suprema Corte, Enrique Colunga dictó sentencia el
30 de octubre de 1937 en que la estimó inconstitucional la jurisprudencia por
invadir facultades del Poder Legislativo y violar el artículo 14 constitucional.

por sentencias de la Suprema Corte de Justicia, “vendrían a caer en desuso y a obligar al legislador a
derogarla sin conflictos de poderes”. Lucio Cabrera. “La Jurisprudencia”. Op. Cit. p. 230-232. En verdad, en
el primer proyecto aprobado de la Ley de Amparo de 1861, se aprobó el artículo 12 en la sesión del 21 de
septiembre de dicho año en el que se estableció que: “Las sentencias que se pronuncien en todas las instancias
se publicarán en todos los periódicos”. Con la Ley de Amparo de 1869, dicha obligación ya se había reducido
a las sentencias definitivas. Mariscal escribió en su clásico ensayo titulado Algunas Reflexiones sobre el juicio
de amparo, publicado en octubre de 1878 que la uniformidad de las sentencias de los jueces de amparo era
imperativa, pues de lo contrario, su facultad interpretativa los convertiría en una hidra nefasta. Revista de la
Escuela Nacional de Jurisprudencia. UNAM. Números 21-22. 1944.

26
Capítulo Sexto

Reconocimiento legal de la jurisprudencia mexicana

A diferencia de la tradición anglosajona, México ha tenido sometida, desde sus


orígenes, tanto a la jurisprudencia, como a la función jurisdiccional y a sus
productos, a los dictados de la Legislación. Haciendo a un lado el anterior
posicionamiento, la garantía jurisdiccional de la Constitución tanto en los países
anglosajones, como en los de tradición del Derecho Civil o Codificado, se refiere a
las características de una justicia constitucional que descansa en la interpretación
de la Constitución.

Durante el siglo XIX, los Congresos Mexicanos, tanto federales como locales, así
como los provenientes de un sistema federal como de uno centralista, asumieron y
asumen la facultad de interpretar las leyes. Esta facultad implicó también la
facultad de interpretar la Constitución como diría el constituyente Berruecos en la
sesión del 2 de septiembre del Congreso de 1824, reconocida en el artículo 165
del texto definitivo de la Constitución de ese año, 67 quien juzgó innecesario
repetir la facultad del Congreso General de interpretar la Constitución “porque ya
se ha establecido que al Congreso General toca interpretar las leyes y decretos y
en aquella se comprende, sin duda, la Constitución”.68

Todas las Constituciones Estatales, y no sólo la federal de 1824, repitieron el


principio de que el legislador es el único intérprete de la ley y de la Constitución.69

67
Artículo 165.- Sólo el Congreso General podrá resolver las dudas que ocurran sobre la inteligencia de los
artículos de la Constitución y la Acta Constitutiva. Constitución de 1824.
68
José Barragán. Constitución Federal de 1824. Crónicas. Tomo II. Congreso de la Unión. 1974. p. 708.
Finalmente se debió a Manuel Crescencio Rejón la inclusión de esta facultad expresa para interpretar la
Constitución.
69
Como ejemplos podemos citar los siguientes: 1. La Constitución de Chiapas del 19 de noviembre de 1825,
estableció en su artículo 84 el siguiente principio, que fue común en el siglo XIX: “Los jueces y tribunales no
pueden más que juzgar y hacer ejecutar lo juzgado; por consiguiente, no pueden suspender la ejecución de las
leyes, interpretar, ni formar reglamentos para la administración de justicia”. 2. La Constitución de Oaxaca del
10 de enero de 1825 también repitió en los mismos términos que la de Chiapas, en su artículo 175, el
principio de interpretación auténtica por el legislador. 3. La Constitución del Estado de Occidente, que
comprendió a Sonora y Sinaloa, determinó el mismo principio con las siguientes palabras: (Artículo 215): “A
los tribunales y jueces toca únicamente hacer la aplicación de las leyes y jamás podrán dispensarlas,
interpretarlas, ni suspender su ejecución. 4. Lo mismo sucedió con la primer Constitución de Tabasco, del 26
de febrero de 1825, en cuyo artículo 136 se estableció: “Los tribunales son ejecutores de la leyes y nunca
podrán interpretarlas, ni suspender su ejecución”. 5. La Constitución de Tamaulipas del 7 de mayo de 1825
expresó lo mismo en su artículo 165, pero el Congreso Constituyente de este Estado fue más categórico, pues
aprobó el decreto 12 del 18 de agosto de 1824 que a la letra determinó:
“El Congreso Constituyente del Estado libre de las Tamaulipas, deseando evitar gravísimos daños, que se
acusan por la arbitrariedad en la inteligencia e interpretación de las leyes, decreta por ley general, lo siguiente:

27
Pero, esta facultad interpretativa del legislador prevalente no ha excluido la
competencia de los demás poderes para hacer lo propio en el ámbito de sus
atribuciones. Por parte del Poder Judicial Federal, la facultad más importante en
esta materia reside en la jurisprudencia, que según el artículo 94 es la capacidad
de interpretación de la Constitución, leyes y reglamentos, tanto federales como
locales, así como de los tratados internacionales.

Si bien en un principio se describe con amplitud a la jurisprudencia como una


interpretación no exclusiva de la Constitución Federal, sino de todas las normas
del sistema jurídico nacional, la doctrina de la garantía jurisdiccional de la
Constitución admite conceptuar a las distintas normas de un sistema jurídico e,
incluso a su ejecución de actos administrativos y jurisdiccionales, como etapas
jerarquizadas dentro del proceso de creación del Derecho; por lo que la creación y
la aplicación del Derecho no son etapas diferenciadas y separadas, sino etapas
intermedias de un proceso.70

Hans Kelsen denomina “regularidad” a la relación de correspondencia entre una


etapa inferior hacia una superior del orden jurídico en dicho proceso; de esa
manera, las normas individualizadas, como las sentencias o actos administrativos,
deben estar de conformidad con las normas generales y, entre ellas, deben estarlo
conforme a la Constitución como norma fundamental.71

Emilio Pardo en un artículo publicado en 1874 en el periódico El Foro, consideró


que si bien se había creado en 1870 el Semanario Judicial de la Federación, no
había un reconocimiento legal de lo que denominó la verdadera jurisprudencia; es
decir, precedentes obligatorios, pues la Ley de Amparo del 20 de enero de 1869

1. Nadie aunque sea Magistrado, Juez o Letrado, puede interpretar las leyes; sino que éstas se
entenderán por su tenor literal, dando a las voces comunes el significado que tienen generalmente en
el Estado y en la Nación: y a las técnicas (o propias de algún arte, oficio o facultad), aquél en que las
entienden los respectivos profesores.
2. El tribunal que dude del sentido de una ley, lo consultará al Cuerpo Legislativo, y si fuere juez
inferior lo hará por medio del Tribunal de Justicia.
3. El que interprete alguna ley será castigado si fuere autoridad, como atentador arbitrario contra los
derechos de los ciudadanos; y si es letrado, quedará privado de ejercer en el Estado: si es particular,
se le aplicará por el juez ante quien se verse el negocio o causa una multa, según las facultades del
individuo, y teniendo consideración a sus luces. Esta multa, nunca bajará de veinte y cinco pesos, ni
excederá de doscientos: y el juez que la imponga dará cuenta al Tribunal de tercera instancia, para
que la apruebe, modere, agrave o revoque.
Comuníquese al Gobernador del Estado, quien lo hará imprimir, publicar y circular. Dado en Padilla a 18
de agosto de 1824. 1º. de la instalación del Congreso de este Estado.- Juan Echeandía, Presidente.- José
Feliciano Ortiz, Diputado Secretario.- José Eustaquio Fernández, Diputado Secretario.”

Otras Constituciones, como las de Querétaro del 12 de agosto de 1825 (Artículo 150) y la de San Luis Potosí
del 16 de octubre de 1826 (Artículo 184), si bien prohibieron a los jueces y tribunales suspender el efecto de
las leyes, obligándolos a aplicarlas, no se refirieron expresamente a la interpretación de las mismas.
70
Hans Kelsen. “La garantie jurisdictionelle de la Constitution (La Justice constitutionelle)” Revue du Droit
Public et de la Science Politique en France et à l´étranger. 1928. p. 199
71
Idem. p. 200

28
negaban la existencia de dicha institución, a través de los artículos 2º. y 26. 72 Por
ello, en la época de la fundación del Semanario, no existía propiamente
jurisprudencia y Pardo consideraba que su valor en esta época era más doctrinal
que de precedentes obligatorios.

No obstante, la ley de Amparo de 1869 determinó en su artículo 27, que las


sentencias pronunciadas en los “recursos” de amparo tendrían que publicarse en
los periódicos. 73 Esta disposición fue ratificada en la Ley de Amparo de 1882,
aunque como veremos, con un sentido de obligatoriedad para los jueces
federales. 74

¿Cómo surge el reconocimiento legal de la jurisprudencia en México? Esta


institución no deja de ser ajena a nuestra tradición jurídica, pues siendo un país de
derecho codificado donde la interpretación de la Constitución y las leyes es una
competencia fundamentalmente legislativa, resulta poco ortodoxo, reconocer que
los tribunales federales puedan fijar precedentes, aunque limitados, pero que
lleguen incluso a considerar la inconstitucionalidad de una ley; si bien la
jurisprudencia no puede elevar al Poder Judicial Federal a la categoría de
“legislador negativo”, como en otros países, si resulta la expresión más acabada
de la interpretación constitucional en México y, por ende, de la garantía
jurisdiccional en esta materia.

Las instituciones jurídicas se han formado en varias ocasiones, como resultado de


crisis o conflictos entre poderes o ámbitos de gobierno en la historia política. La
jurisprudencia es un ejemplo de ello.

El conflicto se dio entre las fuerzas armadas permanentes y el Poder Judicial


Federal a fines del siglo XIX, respecto al sistema de la leva. Previamente, el
conflicto se había dado entre la prensa y el Ejército, pues éste había aplicado la
Ley del 28 de mayo de 1869 para cubrir los reemplazos de las bajas del Ejército;
la manera arbitraria con que se llevó a cabo ese sistema descubrió los excesos de
la leva. De esta manera, periodistas como Alberto Bianchi divulgó desde la
Gacetilla de El Monitor Republicano tales abusos y desde el 16 de marzo de 1876,
comenzó a escribir en su contra. La opinión pública en torno al rechazo del
sistema de leva para cubrir las vacantes de las filas del Ejército produjo incluso un
proyecto de ley que pretendió eliminar esta forma de reclutamiento forzoso y en la
72
Dichos artículos mencionaban: Artículo 2º.: La sentencia (de amparo) será siempre tal, que sólo se ocupe
de individuos particulares, limitándose a protegerlos y ampararlos en el caso especial sobre que verse el
procedimiento, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley o acto que lo motivare”. Por su parte,
el artículo 26 reiteraba este carácter: “La categoría con que se pronuncien en recursos de esa naturaleza sólo
favorecen a los que hayan litigado. En consecuencia, nunca podrán alegarse por otros como ejecutorias, pára
dejar de cumplir las leyes o providencias que las motivaren.”
73
José Barragán. Proceso de discusión de la ley de amparo de 1869. UNAM. 1987 Este precepto se aprobó
en la sesión del 16 de enero de 1869
74
José Barragán. Proceso de discusión de la Ley de Amparo de 1882. UNAM. 1993. p. 597. El artículo 47 de
esta Ley fijó la obligatoriedad de la jurisprudencia en los siguientes términos: “Los tribunales, para fijar el
Derecho, tendrán como regla suprema de conducta la Constitución Federal, las ejecutorias que la interpreten,
las Leyes emanadas de ella y los Tratados de la República con las naciones extranjeras”.

29
sesión del 5 de abril de 1876 de la Cámara de Diputados se discutió sin éxito. En
reacción, durante el mes de abril se mandan detener a varios periodistas que
encabezaban la crítica a la leva, entre ellos, el propio Bianchi. En la sesión de la
Cámara de Diputados del 28 de abril de 1876 se pone del conocimiento de la
Cámara estos sucesos que ahondan más la inconformidad en torno al sistema.
Ante estas detenciones, la única posibilidad de contener el abuso de la autoridad
militar lo fue la Suprema Corte de Justicia.

El 27 de agosto de 1880, la entonces Secretaría de Guerra se quejó ante la


Suprema Corte de Justicia, por medio de la comandancia de la División de
Oriente, contra los jueces de distrito de Puebla, Tlaxcala y Veracruz por los
numerosos amparos concedidos a militares, que desertando de sus obligaciones,
huían la conscripción obligatoria de la leva.

En el fondo, los amparos fueron concedidos porque el Ejército Mexicano obligaba


a algunos ciudadanos a su reclutamiento forzoso, con base en la obligación
constitucional de todo mexicano de defender a la Patria. No obstante, este sistema
de leva, que pretendía sustituir las bajas que se daban en las filas del Ejército
afectaba las libertades fundamentales del mexicano. La inconstitucionalidad de la
leva era evidente, ya que imponía un trabajo forzoso a los ciudadanos, aunque el
Ejército se basaba en la prerrogativa del ciudadano para tomar las armas y
defender al país, como fundamento constitucional para imponer el reclutamiento
por leva.

La Suprema Corte contestó la queja de la siguiente manera:

Hágase presente también al Ejecutivo por conducto de la misma Secretaría


que es conveniente iniciar ante el Poder Legislativo, la ley que conforme a
nuestras instituciones sirva para cubrir las bajas del Ejército, porque el
actual sistema de leva, condenado como inconstitucional, no sólo está
ocupando la atención de los tribunales federales con los numerosos
amparos que por ese motivo se piden, sino que desmoralizan en su base la
disciplina militar, puesto que está resuelto en varias ejecutorias de esta
Corte que no se deben considerar como soldados a los individuos tomados
de leva. Dígasele que aun para el crédito y prestigio de nuestras
instituciones es necesaria esa iniciativa porque siendo el objeto nulificar las
leyes o actos constitucionales, por su no aplicación en los casos especiales
en que se use de ese recurso, después de las reiteradas ejecutorias de los
tribunales federales sobre la inconstitucionalidad del sistema de leva,
persistir en él es hacer ilusorio aquel recurso en su objeto principal con
infracción de nuestra Ley fundamental. 75

Sin embargo, más de un año pasó sin que el Ejecutivo enviara el proyecto de ley
deseado y acabara con el odioso sistema de leva que afectaba más a las clases

75
Acta de la Suprema Corte de Justicia correspondiente a la sesión del 27 de agosto de 1880. Ignacio L.
Vallarta. Archivo Inédito. Tomo IV. Volumen 2. Suprema Corte de Justicia. 1998. p. 360-361

30
sociales necesitadas, separándolas de sus familias, y provocando deserciones
que se pretendían castigar con las penas máximas. Mientras tanto, la Suprema
Corte reiteró su criterio en múltiples ejecutorias que comienzan a difundirse a
principios de 1881 y que se publican íntegramente, de manera especial, en las
páginas del Semanario Judicial de la Federación.

Tal fue el caso del amparo de Sebastián Espinosa, pedido ante el juez 2º. de
Distrito del Distrito Federal contra su consignación al Ejército y retención en él. En
este caso, cuya ejecutoria se reprodujo en múltiples más, el quejoso consideró
violada en su perjuicio la garantía del artículo 5º. de la Constitución, ya que había
sido consignado al Ejército y retenido en él sin su voluntad. En la ejecutoria
recaída al amparo Espinosa, la Corte resuelve dos cuestiones constitucionales de
importancia para el tema:

a) ¿Existe causa legal para consignar a un individuo al Ejército y retenerlo en


él, cuando no presta sus servicios en virtud de las disposiciones legales
sobre enganches y sorteos?
b) ¿La falta de esta causa legal constituye una violación del artículo 16 de la
Constitución?

Cabe mencionar que la autoridad militar argumentaba que los conscriptos no


podían solicitar amparo sin su previa autorización, a lo cual el fiscal o ministerio
público, consideró inconstitucional dicho condicionamiento y su argumentación
desechada. En el amparo Espinosa que se reporta el 13 de enero de 1881, se
alude a que el quejoso ya había amparado mediante un juicio previo pero que el
coronel de su batallón no había obedecido la sentencia, obligándolo a servire
nuevamente como soldado del Ejército. La Suprema Corte reiteró su criterio de
que el enganche de nuevos soldados sólo podía hacerse en los términos de la ley
y por ello se consideró violado el artículo 16 constitucional, indicando al final “Que
apareciendo de las actuaciones que el coronel Canseco trató de resistir los
mandatos de la justicia federal, proceda el juez como haya lugar en Derecho
contra dicho coronel”.76

De igual manera, el Semanario Judicial de la Federación en su segunda época


agregó listas nominales, dentro de la sección de índices, de los individuos que
fueron amparados por la Suprema Corte de Justicia en los meses de 1881, contra
su consigtnación al servicio de las armas, según los argumentos expresados en la
ejecutoria Espinosa. El número es abrumador y la lista correspondiente al mes de
marzo de 1881, 77 según la reportó el secretario Enrique Landa, es muestra de
ello:

76
Semanario Judicial de la Federación. Colección de las sentencias pronunciadas por los Tribunales
Federales de la República.. 2ª. Época. Tomo I. México. Imprenta Francisco Díaz de León. 1881. p. 51
77
Idem. P. 548-9

31
Juzgado 1º. de Distrito

Tranquilino Mata
Marcial Chavarría
Juan Martínez
Antonio Ruiz
Pablo Miranda
Esteban Varela
Antonio García
Eafael Camargo
Benigno Fernández
Agustín Sánchez
Manuel Cortés

Juzgado 2º. de Distrito

Tomás Herrera
Vicente López
Tomás Velazquez
Tomás Miranda
Alberto Merlo
Juan Flores
Cosme Oropeza
Manuel Hernández
Juan Arciniega
Paulino González
Anastasio Ramírez
Simón Fragoso
Prudencio Martínez
Atilano Martínez
Prisciliano Hernández
Agapito Romero
Juan Torres
Juan García
Manuel Vazquez
Luis Gutiérrez
Pedro Cervantes
Filomeno Rosas
Félix Morales
Paulino Flores
Pedro Piña
José Agustín
Mónico López
Zeferino Ruiz
Trinidad López
Gregorio Vargas

32
José Peralta
Agustín Gutiérrez
Aristeo Licea
Clemente Morales

Colima

Gonzalo Flores
José Ma. Flores

Coahuila

Abraham Molina
Pablo Gregorio
Emilio Hernández

Guanajuato

Candelario Hernández
Luis Flores
Albino Ramos

Hidalgo

Severiano Ledesma
José Ma. Falcón

Jalisco

Jesús del Muro

Michoacán

Juan Hurtado

Nuevo León

Jesús Rodrigo
Angel Ramos
Merced Escobar

33
Sinaloa

Cosme Ersolano
Juan Bautista

Tabasco

Faustino Contreras

Veracruz

Bernardo Nava

De la misma manera, durante el mes de abril de 1881, otra lista similar muestra la
diversidad de la población afectada por la conscripción forzada, la Suprema Corte
mostraba así la reiteración de casos sobre este problema:78

Colima

Santos Torres

Coahuila

José María Varela

1º. de Distrito del Distrito Federal

Pomposo Barajas

2º. de Distrito del Distrito Federal

Margarito Cisneros

Estado de México

78
Idem. P. 759

34
Rafael Baños
Cristóbal Sandate

Nuevo León

Néstor Estrada

Tamaulipas Norte

Juan Arellano

Tamaulipas Sur

Apolinar Ramírez

Yucatán

José Ma. Cabello y socios


Fidencio Guerrero
Macario Peraza
Jesús Álvarez y socios
Facundo Vicencio y socios

La Secretaría de Guerra, por su parte, lejos de cumplimentar las ejecutorias,


comenzó a enviar circulares donde se ordenaba hacer caso omiso a las órdenes
judiciales derivadas de los numerosos juicios de amparo que se interponían,
salvaguardando la libertad y, a veces, la vida de los ciudadanos tomados por la
fuerza.

Ignacio L. Vallarta, como Presidente de la Suprema Corte, propuso entonces la


formación de una comisión que de manera personal y directa tratara este
problema con las autoridades castrenses. 79 La Comisión del Poder Judicial rindió

79
Acta de la Suprema Corte de Justicia correspondiente a la sesión del 15 de octubre de 1881: “El Presidente
propuso y la Corte acordó nombrar una comisión que conferencie con el Ejecutivo de la Unión, a fin de que se

35
un informe el 18 de octubre de 1881, manifestando la conformidad de la Secretaría
de Justicia, a la cual estaba sometida la Suprema Corte, en la relación con
cualquier dependencia del poder Ejecutivo.80

Sin embargo, después de la conferencia entre poderes, la situación continuó


siendo la misma, pues los juzgados de distrito, como el de Tapachula, informaron
de nuevas circulares expedidas por la Secretaría de Guerra, donde ordenaban a
los jueces de distrito directamente que las resoluciones en los juicios de amparo
sustanciados contra militares deberían ser dirigidas a la Secretaría de Guerra,
para que ésta resolviera lo conducente.

Ante este atrevimiento de la autoridad militar, el Ministro Juan Mata Vázquez


manifestó en la sesión del 4 de noviembre de 1881:

Que es humillante para ella (La Corte) estar mandando comunicaciones al


Ejecutivo, sin que obtenga respuestas satisfactorias y que a su juicio cree
más conveniente que se dirija una nota al Ejecutivo tratando la cuestión a
que da origen las circulares expedidas.

Por si no fuera suficiente, el 7 de noviembre de 1881, se dio cuenta al pleno de la


Suprema Corte de las tribulaciones del juez de distrito de Zacatecas, por el
desacato de las autoridades militares ante las resoluciones emitidas en diversos
juicios de amparo, además de las amenazas contra la integridad física que el juez
había recibido a raíz de la sustanciación de dichos juicios.

Como justificación ante estas actitudes, el Secretario de Justicia manifestó que los
jefes militares sólo estaban obligados a obedecer la ley de reclutamiento y a
acatar a sus superiores para proveer orden y tranquilidad. Sin embargo, el
Secretario de Justicia aludió a que el Ejército se encontraba haciendo un estudio
para evitar las consecuencias de la leva.

No obstante, fue Vallarta quien dio solución a este problema, en todos los
sentidos. Con respecto a la humillación que había experimentado el Poder Judicial
Federal por el desacato de sus resoluciones en los juicios de amparo, proyectó el
anteproyecto de Ley Orgánica de os artículos 101 y 102 de la Constitución Federal
(de 1857), que sería aprobada en sus términos por el Congreso de la Unión el 14

deroguen las circulares expedidas en que se manda que no se cumplan las ejecutorias de la Corte en los
amparos, si no es recibiendo acuerdo de la Secretaría de Guerra, y se expedite la ejecución de las sentencias
de amparo. En consecuencia, el Presidente nombró a los Ministros Vázquez, Palacios y Ortiz”. Vallarta. Op.
Cit. p. 365
80
Aparentemente, desde el 5 de octubre de 1881, el Secretario de Justicia había ya elaborado una iniciativa de
ley conteniendo el concepto de jurisprudencia por reiteración. Posteriormente, el Secretario Ignacio Mariscal
también compartió la necesidad de establecer legalmente la fuerza del precedente, aunque Mariscal no
consideró que tuvieran necesariamente que ser cinco ejecutorias en el mismo sentido, por lo que bastaba una
sola sentencia de la Suprema Corte; quizá a la postre, sería adecuado retomar la propuesta de Mariscal, y
evitar que los asuntos se congestione en el Poder Judicial para lograr los cinco precedentes necesarios para
formar una tesis. Horacio Esquivel Duarte. “Ignacio L. Vallarta y la creación de jurisprudencia mediante la
reiteración de cinco ejecutorias”. Congresistas. México. 15 de marzo de 2001. p. 9

36
de diciembre de 1882, en la cual, tomando como base el conflicto con el Ejército,
introduce el novedoso concepto de jurisprudencia, como precedente que los
tribunales deberían tomar en cuenta para sus futuras resoluciones.

De esta manera, como mencionamos con anterioridad, el artículo 47 de dicha ley


estableció:

Los tribunales, para fijar el derecho público, tendrán como regla suprema de
conducta, la Constitución Federal, las ejecutorias que la interpreten, las
leyes emanadas de ella y los Tratados de la república con las naciones
extranjeras. 81

La ley contempló expresamente la condición de los amparos promovidos por


militares contra el Ejército y, en el artículo 48, estableció la siguiente regla:

Pronunciada la ejecutoria por la Suprema Corte, se devolverán los autos al


juez de distrito, un testimonio de ella para que cuide de su ejecución y
cuando de la ejecutoria se refiera a individuos pertenecientes al Ejército
Nacional, por violación de la garantía de la libertad personal, la misma Corte
al devolver los autos al juez, mandará copia de su sentencia, por conducto
de la Secretaría de Justicia, a la Secretaría de Guerra, a fin de que ésta por
la vía más violenta, removiera todos los inconvenientes que la disciplina
militar pudiera oponer a su inmediato cumplimiento.

Finalmente, en el artículo 70 de la Ley de 1882 quedó plasmada la nueva


institución de la jurisprudencia, en los siguientes términos:

La concesión o denegación del amparo contra texto expreso de la


Constitución o contra su interpretación, fijada por la Suprema Corte, por lo
menos en cinco ejecutorias uniformes, se castigará con la pérdida de
empleo y con prisión de seis meses a tres años, si el juez ha obrado
dolosamente; y si sólo ha procedido por falta de instrucción o descuido,
quedará suspenso de sus funciones por un año.

A partir de esta ley, el concepto se consolida con otras leyes, mediante del
procedimiento regular para un país con Derecho codificado. El Código de
Procedimientos Federales del 6 de octubre de 1897 a través de su artículo 828
reitera los preceptos citados de la jurisprudencia y, además, incluye una muy
conveniente disposición en su artículo 845:

Los Ministros de la Suprema Corte no son enjuiciables por Tribunal alguno,


por sus opiniones y votos respecto de la interpretación que hagan de los
artículos constitucionales, si no es en el caso de que esos votos hayan sido
determinados por cohecho, soborno u otro motivo criminal castigado en el
Código Penal.

81
La Suprema Corte de Justicia. Sus leyes y sus hombres. Suprema Corte de Justicia. 1985

37
La anterior disposición constituye una garantía de la función judicial que no se
encuentra en nuestro sistema actual. Dicha garantía o inmunidad es de la misma
naturaleza que la parlamentaria para los miembros de los Congresos, los cuales
no pueden ser reconvenidos por las opiniones emitidas en el ejercicio de sus
funciones; de la misma manera, los jueces no debieran ser reconvenidos por las
opiniones vertidas en sus resoluciones cuando se encuentren interpretando una
ley o la Constitución. Desafortunadamente no existe en la actualidad una
disposición similar que garantice la independencia del Poder Judicial en su labor
sustantiva.

Posteriormente, la jurisprudencia vuelve a ser reiterada en el artículo 786 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial, aprobada el 16 de diciembre de 1908:

Las ejecutorias de la Suprema Corte de Justicia votadas por mayoría de 9 o


más de sus miembros, constituyen jurisprudencia, siempre que lo resuelto
se encuentre en cinco ejecutorias no interrumpidas por otra en contrario.

El siguiente precepto de esta ley disponía igualmente:

La jurisprudencia de la Corte en los juicios de amparo es obligatoria para


los jueces de distrito.La misma Suprema Corte respetará sus propias
ejecutorias. Podrá sin embargo, contrariar la jurisprudencia establecida,
pero expresando siempre en este caso, las razones para resolverlo así.
Estas razones deberán referirse a las que se tuvieren presentes para
establecer la jurisprudencia que se contraríe.

Por otra parte, Vallarta no descuidó el problema que había dado origen a la
jurisprudencia y solicitó a su primo, el prestigiado militar Bernardo Reyes,
propusiera un sistema que sustituyera a la leva para cubrir las bajas del Ejército.

Dicho sistema fue propuesto por Reyes hasta 1885 a través de su Ensayo sobre
un nuevo sistema de reclutamiento para el Ejército y organización de la Guardia
nacional82, y lo fundó en el servicio militar obligatorio por tres años, que implicaba
una reforma constitucional:

Propongo en mi ensayo, que con los soldados que vayan cumpliendo su


período en el Ejército permanente, se forme la guardia nacional, de acuerdo
a la reforma de la fracción XIX del artículo 72 constitucional. 83
(...)

82
Imprenta de Dávalos. San Luis Potosí. 1885.
83
Reyes dice adelante en su Ensayo, que si bien la Constitución establece que los jefes de la Guardia
Nacional sean designados por los ciudadanos que la forman, “yo propongo que sean verdaderos oficiales los
que manden esas tropas, oficiales en su mayor parte salidos del Ejército permanente y de los batallones
escuelas”. p. 85

38
El servicio militar personal obligatorio para varones de 18 a 21 años y una
vez que estuvieren en actividad por tres años y por menos tiempo aquellos
que cumplieran ciertas condiciones pasaran a la guardia nacional. 84

La propuesta de Reyes fue detalladamente recogida en las leyes vigentes, con la


excepción de la duración del servicio militar, pero la ley correspondiente del 11 de
septiembre de 1940, ha hecho de los ciudadanos que cumplen con su servicio
militar, al cumplir con cierta edad, una reserva denominada guardia nacional.
Reyes así lo propuso, previa una reforma constitucional que nunca se ha hecho,
por lo que el actual sistema es inconstitucional, ya que trastoca la guardia nacional
que es una fuerza no permanente de ciudadanos, que deben ser instruidos por el
Ejército, pero con mandos de las autoridades del Estado en que residan.

Debido a la solución de este conflicto entre una prerrogativa del ciudadano, la de


tomar las armas para defender a la Patria, y la recta administración de justicia, se
consagró legalmente la jurisprudencia en México. De tal suerte, para la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación del 14 de noviembre de 1895 se
determinó en el artículo 827 la siguiente disposición:

Las sentencias de los jueces de distrito, las ejecutorias de la Suprema


Corte de Justicia y los votos de la minoría se publicarán en el Semanario
Judicial de la Federación.85

Esta disposición hizo que la jurisprudencia fuera interrumpida momentáneamente.


No fue sino hasta el Codigo de Procedimientos Civiles del 26 de diciembre de
1908 cuando se reestablece la jurisprudencia expresamente en los articulos 786 y
787. Nuevamente, la reiteración de cinco ejecutorias configuraria la jurisprudencia.
En la exposición de motivos del Codigo se determina que dicha reiteración hace
mayores las posibilidades de acierto de la tesis, sobre todo si es tomada de
manera colegiada y por mayoria absoluta de sus miembros. Este Codigo redujo la
obligatoriedad de la jurisprudencia hacia los propios jueces federales.

La responsabilidad de los jueces disminuyó en el Codigo de 1908 respecto de la


ley de 1882, pues según apreciación de Lucio Cabrera:

Ya se advertia desde entonces que la publicación de las sentencias de la


Corte era defectuosa y que el numero de asuntos que resolvia aumentaba
constantemente. 86

Todo lo anterior ha establecido la jurisprudencia dentro de las instituciones de


interpretación constitucional y legal por parte del Poder Judicial. Varios Estados de
la República Mexicana han seguido ese ejemplo y han previsto en sus leyes la

84
Op. Cit. p. 28, 29 y 33. Concluye Reyes: “Se prescribe por todo ello que la Guardia Nacional sea la reserva
del Ejército permanente”. p. 132
85
Lucio Cabrera. “La Jurisprudencia”. Op. Cit. p. 248
86
Cabrera. Op. Cit. p. 248

39
fuerza del precedente para sus resoluciones judiciales, interpretativas de las leyes
estatales. 87 Tambien, a partir del año 2000, con base en la Constitución de
Veracruz expedida en dicho año como modelo, algunos Estados han establecido
la justicia constitucional, que ha permitido a los tribunales locales desarrollar la
interpretación de las Constituciones de sus respectivos Estados.

Creo que es oportuno señalar en este capítulo que si bien la jurisprudencia y la


creación del Semanario Judicial de la Federación se integraron a partir de las
sentencias o ejecutorias del Poder Judicial Federal, publicando íntegramente el
texto de las mismas; el concepto de jurisprudencia, que requiere de la reiteración
de cinco ejecutorias, se ha derivado en la formulación de tesis que abstraen los
principios sobre los que se han decidido los casos particulares, requiriendo, en
consecuencia, la publicación de dichas tesis con preferencia sobre la publicación
de las sentencias, lo cual es una variación sobre la intención original de los
creadores del Semanario Judicial de la Federación.

Las tesis de jurisprudencia así publicadas no cuentan con los mismos datos de
difusión de las sentencias que las inspiran, tales como los hechos y argumentos
específicos que se dieron en las resoluciones, sino que reportan sólo los
argumentos de manera lo más abstracta posible, siendo en consecuencia un
método de “codificación” de las sentencias, más que de reporte de las mismas.

Lo anterior se ha dado no sólo como un desarrollo natural del concepto de


jurisprudencia, sino también por la necesidad de publicarlas y difundirlas, para lo
cual se requiere cada vez más un esfuerzo constante y minucioso para lograrlo ya
que la edición en libros además de costosa es lenta, en contraste con los avances
que la tecnología brinda como los medios electrónicos que son inmediatos.

A partir de las Épocas recientes del Semanario, estos medios se han utilizado con
discos compactos que han sistematizado las resoluciones para hacerlas más
accesibles al foro y a los propios miembros de la judicatura; pero tales medios
exigen que se actualicen periódicamente mediante la distribución de los discos.

En la actualidad, los miembros de la judicatura federal tienen acceso al sistema


Intranet Local. Red Jurídica, que consiste en un sistema de base de datos con
búsqueda inteligente sobre palabras claves a todo lo decidido por el Poder Judicial
Federal e, incluso, a datos del Diario Oficial de la Federación. Sin embargo, este
útil sistema requiere de un mejoramiento en el orden cronológico de los
expedientes que se tramitan, así como una clasificación por materia en el índice
de las resoluciones que se reportan.

87
Es de resaltarse la disposición contenida en el artículo 106 de la Constitución del Estado de Oaxaca que a la
letra prescribe: “Corresponde al Tribunal Superior de Justicia: (...) III. Iniciar anualmente las reformas a las
leyes que difieran de su propia jurisprudencia y de las consultas u observaciones que formulen los jueces de
Primera Instancia”. Lo cual es una peculiar consecuencia de la jurisprudencia local, que precisamente podría
adoptarse en el ámbito federal cuando exista una jurisprudencia declarando inconstitucional alguna
disposición legal.

40
Los esfuerzos del Poder Judicial de la Federación para difundir su actuación y
resolucion es encomiable y abarca programas de televisión así como infinidad de
formatos en discos, DVD e Internet, todos ellos desarrollados de manera dispersa,
que seguramente serán unificados en el futuro próximo.

Las resoluciones de la Suprema Corte requieren de ligas a otros casos similares,


tal como en los Estados Unidos se ha desarrollado desde 1873, gracias al trabajo
del compilador privado Frank Shepard, que en su obra Shepard´s Citations se
encuentran las ligas a todos los casos similares reportados completos en los
Reportes Judiciales.

Consideramos que el futuro de las épocas del Semanario Judicial de la


Federación estará en el sistema Intranet de Red Jurídica, donde el reporte de las
sentencias completas así como las tesis a las cuales estén ligadas, se encuentren
reportadas en una base de datos bien indexada para que no sólo los jueces sino
todo el foro tenga acceso libremente en las computadoras. Este sistema deberá
sustituir paulatinamente a los libros que son cada vez más de difícil custodia en las
bibliotecas.

41
Capítulo Séptimo

Formas de citar la jurisprudencia en México

El Semanario Judicial de la Federación fue precedido por reportes de sentencias


publicadas en periódicos especializados y publicaciones aún antes del nacimiento
formal de la jurisprudencia en México hacia 1882. Publicaciones como Variedades
de Jurisprudencia. Colección de diversas piezas útiles para ilustración del Derecho
88 ayudaron a difundir las principales resoluciones de los tribunales federales y las

complementaban con comentarios expertos, tal como los hacía Coke en Inglaterra
en el siglo XVII.

La existencia de más de 620 volúmenes conteniendo las Ejecutorias y tesis más


relevantes de la actividad jurisdiccional del Poder Judicial de la Federación, así
como la diversidad de formas en que se han reportado, de Épocas y medios de
difusión, constituyen un heterogéneo corpus donde se ha plasmado la
interpretación jurídica de la Constitución y las leyes de México y en cuya forma de
reportarse ha variado de época en época, por lo que ya comienza a haber
propuestas para reformar el sistema de reportar las tesis y sentencias. 89

Por otra parte, el cúmulo de decisiones y tesis emitidas por los tribunales federales
y la Suprema Corte de Justicia del país, demanda una mayor expansión en su
Reporte, para lo cual la forma tradicional de publicación en tomos y volúmenes no
será idónea en mi opinión, en el futuro inmediato, como se ha comprobado en los
demás países que forman parte de la tradición jurídica de México. 90

Épocas Número de tomos o volúmenes


Primera (1870-1875) 7
Segunda (1881-1889) 17
Tercera (1890-1897) 12
Cuarta (1898-1914) 52
88
México. Imprenta de J. M. Lara. 1850.
89
Al respecto se puede consultar el artículo de Jorge Ulises Carmona Tinoco. “La jurisprudencia obligatoria
de los tribunales del Poder Judicial de la Federación”. Boletín Mexicano de Derecho Comparado. Número 83.
UNAM. 2005.
90
Comentando el Código de Procedimientos Civiles del 26 de diciembre de 1908 que reestableció la
jurisprudencia a nivel federal, Lucio Cabrera menciona que: “Ya se advierte desde entonces que la
publicación de las sentencias de la Suprema Corte era defectuosa y que el número de asuntos que resolvía
aumentaba constantemente”. Cabrera. “La Jurisprudencia”. Op. Cit. p. 248. Originalmente, Cabrera comenta,
la jurisprudencia creada en la Ley de 1882 había impuesto a los jueces la carga de conocer las cinco
ejecutorias y de aplicar de oficio la jurisprudencia. El Código de 1897 advirtió que tal carga era excesiva, por
lo que el Código de 1908 reestableció el principio, pero impuso a las partes en los juicios de amparo, la
obligación de invocar la jurisprudencia, eximiendo a los jueces de aplicarla de oficio, por lo que tanto en caso
como en el otro, la correcta y oportuna publicación de la jurisprudencia era necesaria.

42
Quinta (1917-1957) 132
Sexta (1957-1968) 138
Séptima (1969-1988) 228
Octava (1988-1995) 15
Novena (1995-¿?) 20+

Ezequiel Guerrero, verdadera autoridad sobre esta materia, ha catalogado


diligentemente los tomos de las diversas épocas 91 y con su autorización me
permito transcribir dicho catálogo a continuación:

Primera Época

Tomo Período que abarca Año de publicación


Primero Enero-Mayo 1871 1871
Segundo Junio1871-Mayo 1872 1872
Tercero Mayo 1872-Marzo 1873 1873
Cuarto Marzo-Noviembre 1873 1874
Quinto Noviembre 1873-Abril 1874
1874
Sexto Abril-Noviembre 1874 1875
Séptimo Diciembre1874-Junio 1876
1875

Segunda Época

Tomo Período que abarca Año de Publicación


I Enero-Abril 1881 1881
II Mayo-Julio 1881 1882
III Agosto-Noviembre 1881 1882
IV Diciembre 1881-Junio 1882
1882
V Julio 1882-Enero 1883 1883
VI Febrero 1883-Febrero 1885
1884
VII Marzo-Diciembre 1884 1886
VIII Enero-Junio 1885 1886
IX Julio-Diciembre 1885 1886
X Enero-Junio 1886 1887
XI Julio-Diciembre 1886 1887
XII Enero-Junio 1887 1887

91
Ezequiel Guerrero Lara. “El Semanario Judicial de la Federación: notas sobre su ritmo de publicación y
oportunidad”. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Número 50. Febrero de 1992. p. 103-122

43
XIII Julio-Diciembre 1887 1888
XIV Enero-Junio 1888 1889
XV Julio-Diciembre 1888 1889
XVI Enero-Junio 1889 1890
XVII Julio-Diciembre 1889 1890

Tercera Época

Tomo Período que abarca Año de publicación


I Enero-Junio 1890 1891
II Julio-Diciembre 1890 1891
III Enero-Junio 1891 1892
IV Julio-Diciembre 1891 1892
V Enero-Junio 1892 1893
VI Julio-Diciembre 1892 1893
VII Enero-Junio 1893 1894
VIII Julio-Diciembre 1893 1895
IX Enero-Diciembre 1894 1895
X Enero-Diciembre 1895 1896
XI Enero-Diciembre 1896 1897
XII Enero-Diciembre 1897 1899

Cuarta Época

Tomo Período que abarca Año de Publicación


I Enero-Junio 1898 1898
II Julio-Diciembre 1898 1899
III Enero-Junio 1899 1899
IV Julio-Diciembre 1899 1900
V Enero-Junio 1900 1900
VI Julio-Diciembre 1900 1901
VII Enero-Junio 1901 1901
VIII Julio-Octubre 1901 1902
IX Noviembre-Diciembre 1902
1901
X Enero-Marzo 1902 1903
XI Abril-Junio 1902 1903
XII Julio-Septiembre 1902 1903
XIII Octubre-Diciembre 1902 1903
XIV Enero-Marzo 1903 1904
XV Abril-Junio 1903 1904
XVI Julio-Septiembre 1903 1904
XVII Octubre-Diciembre 1903 1905

44
XVIII Enero-Marzo 1904 1905
XIX Abril-Junio 1904 1905
XX Julio-Septiembre 1904 1905
XXI Octubre-Diciembre 1904 1906
XXII Enero-Marzo 1905 1906
XXIII Abril-Junio 1905 1906
XXIV Julio-Septiembre 1905 1906
XXV Octubre-Diciembre 1905 1906
XXVI Enero-Marzo 1906 1907
XXVII Abril-Junio 1906 1907
XXVIII Julio-Septiembre 1906 1907
XXIX Octubre-Diciembre 1906 1907
XXX Enero-Marzo 1907 1907
XXXI Marzo-Abril 1907 1908
XXXII Mayo-Junio 1907 1908
XXXIII Julio-Agosto 1907 1908
XXXIV Septiembre-Octubre 1907 1909
XXXV Noviembre-Diciembre 1910
1907
XXXVI Enero-Febrero 1908 1910
XXXVII Marzo-Abril 1908 1910
XXXVIII Mayo-Junio 1908 1910
XXXIX Julio-Agosto 1908 1911
XL Septiembre-Octubre 1908 1911
XLI Noviembre-Diciembre 1911
1908
XLII Enero-Febrero 1909 1912
XLIII Mayo-Junio 1909 1912
XLIV Julio-Agosto 1909 1912
XLV Septiembre-Octubre 1909 1913
XLVI Noviembre-Diciembre 1913
1909
XLVII Enero-Febrero 1910 1913
XLVIII Marzo-Abril 1910 1913
XLIX Mayo-Junio 1910 1913
L Julio-Agosto 1910 1914
LI Septiembre-Octubre 1910 1914
LII Noviembre-Diciembre 1914
1910

Quinta Época

Tomo Período que abarca Año de Publicación


I Junio-Diciembre 1917 1918

45
II Enero-Junio 1918 1919
III Julio-Diciembre 1918 1919
IV Enero-Junio 1919 1920
V Julio-Diciembre 1919 1920
VI Enero-Junio 1920 1920
VII Julio-Diciembre 1920 1921
VIII Enero-Junio 1921 1921
IX Julio-Diciembre 1921 1922
X Enero-Junio 1922 1922
XI Julio-Diciembre 1922 1923
XII Enero-Mayo 1923 1923
XIII Agosto-Diciembre 1923 1924
XIV Enero-Junio 1924 1925
XV Julio-Diciembre 1924 1925
XVI Enero-Junio 1925 1925
XVII Julio-Diciembre 1925 1926
XVIII Enero-Junio 1926 1927
XIX Julio-Diciembre 1926 1927
XX Enero-Junio 1927 1928
XXI Julio-Diciembre 1927 1927-1928
XXII Enero-Abril 1928 1929
XXIII Mayo-Agosto 1928 1929
XXIV Septiembre-Diciembre 1929
1928
XXV Enero-Abril 1929 1929
XXVI Mayo-Agosto 1929 1930
XXVII Septiembre-Diciembre 1930
1929
XXVIII Enero-Abril 1930 1931
XXIX Mayo-Agosto 1930 1931
XXX Septiembre-Diciembre 1932
1930
XXXI Enero-Abril 1931 1932
XXXII Mayo-Agosto 1931 1933
XXXIII Septiembre-Diciembre 1933
1931
XXXIV Enero-Abril 1932 1934
XXXV Mayo-Agosto 1932 1934
XXXVI Septiembre-Diciembre 1935
1932
XXXVII Enero-Abril 1933 1935
XXXVIII Mayo-Agosto 1933 1936
XXXIX Septiembre-Diciembre 1936
1933
XL Enero-Abril 1934 1936

46
XLI Mayo-Agosto 1934 1936
XLII Septiembre-Diciembre 1936
1934
XLIII Enero-Marzo 1935 1935
XLIV Abril-Junio 1935 1936
XLV Julio-Septiembre 1935 1937
XLVI Octubre-Diciembre 1935 1937
XLVII Enero-Marzo 1936 1937
XLVIII Abril-Junio 1936 1937
XLIX Julio-Septiembre 1936 1938
L Octubre-Diciembre 1936 1938
LI Enero-Marzo 1937 1938
LII Abril-Junio 1937 1938
LIII Julio-Septiembre 1937 1938
LIV Octubre-Diciembre 1937 1938
LV Enero-Marzo 1938 1938
LVI Abril-Junio 1938 1939
LVII Julio-Junio 1938 1939
LVIII Octubre-Diciembre 1938 1939
LIX Enero-Marzo 1939 1939
LX Abril-Junio 1939 1939
LXI Julio-Septiembre 1939 1939
LXII Octubre-Diciembre 1939 1940
LXIII Enero-Marzo 1940 1940
LXIV Abril-Junio 1940 1940
LXV Julio-Septiembre 1940 1940
LXVI Octubre-Diciembre 1940 1941
LXVII Enero-Marzo 1941 1941
LXVIII Abril-Junio 1941 1941
LXIX Julio-Septiembre 1941 1941
LXX Octubre-Diciembre 1941 1942
LXXI Enero-Marzo 1942 1942
LXXII Abril-Junio 1942 1942
LXXIII Julio-Septiembre 1942 1943
LXXIV Octubre-Diciembre 1942 1943
LXXV Enero-Marzo 1943 1943
LXXVI Abril-Junio 1943 1944
LXXVII Julio-Septiembre 1943 1944
LXXVIII Octubre-Diciembre 1943 1945
LXXIX Enero-Marzo 1944 1945
LXXX Abril-Junio 1944 1945
LXXXI Julio-Septiembre 1944 1945
LXXXII Octubre-Diciembre 1944 1946
LXXXIII Enero-Marzo 1945 1946
LXXXIV Abril-Junio 1945 1946

47
LXXXV Julio-Septiembre 1945 1946
LXXXVI Octubre-Diciembre 1945 1947
LXXXVII Enero-Marzo 1946 1947
LXXXVIII Abril-Junio 1946 1947
LXXXIX Julio-Septiembre 1946 1947
XC Octubre-Diciembre 1946 1947
XCI Enero-Marzo 1947 1947
XCII Abril-Junio 1947 1948
XCIII Julio-Septiembre 1947 1948
XCIV Octubre-Diciembre 1947 1948
XCV Enero-Marzo 1948 1948
XCVI Abril-Junio 1948 1948
XCVII Julio-Septiembre 1948 1949
XCVIII Octubre-Diciembre 1948 1949
XCIX Enero-Marzo 1949 1949
C Abril-Junio 1949 1949
CI Julio-Septiembre 1949 1950
CII Octubre-Diciembre 1949 1950
CIII Enero-Marzo 1950 1950
CIV Abril-Junio 1950 1950
CV Julio-Septiembre 1950 1951
CVI Octubre-Diciembre 1950 1951
CVII Enero-Marzo 1951 1951
CVIII Abril-Junio 1951 1951
CIX Julio-Septiembre 1951 1952
CX Octubre-Diciembre 1951 1952
CXI Enero-Marzo 1952 1952
CXII Abril-Junio 1952 1952
CXIII Julio-Septiembre 1952 1953
CXIV Octubre-Diciembre 1952 1953
CXV Enero-Marzo 1953 1953
CXVI Abril-Junio 1953 1953
CXVII Julio-Septiembre 1953 1953
CXVIII Octubre-Diciembre 1953 1954
CXIX Enero-Marzo 1954 1954
CXX Abril-Junio 1954 1955
CXXI Julio-Septiembre 1954 1955
CXXII Octubre-Diciembre 1954 1956
CXXIII Enero-Marzo 1955 1956
CXXIV Abril-Junio 1955 1957
CXXV Julio-Septiembre 1955 1957
CXXVI Octubre-Diciembre 1955 1964
CXXVII Enero-Marzo 1956 1964
CXXVIII Abril-Junio 1956 1964
CXXIX Julio-Septiembre 1956 1965

48
CXXX Octubre-Diciembre 1956 1965
CXXXI Enero-Marzo 1957 1965
CXXXII Abril-Junio 1957 1965

Sexta Época

Volúmenes Período que abarcan Año de Publicación


I-VI Julio-Diciembre 1957 1957-1958
VII-XII Enero-Junio 1958 1958-1959
XIII-XVIII Julio-Diciembre 1958 1959
XIX-XXIV Enero-Junio 1959 1959-1960-1961
XXV-XXX Julio-Diciembre 1959 1960-1961
XXXI-XXXVI Enero-Junio 1960 1961
XXXVII-XLII Julio-Diciembre 1960 1961-1962
XLIII-XLVIII Enero-Junio 1961 1962-1963
XLIX-LIV Julio-Diciembre 1961 1962-1963-1964
LV-LX Enero-Junio 1962 1962, 1964
LXI-LXVI Julio-Diciembre 1962 1964-1965
LXVII-LXXII Enero-Junio 1963 1964-1965
LXXIII-LXXVIII Julio-Diciembre 1963 1965
LXXIX-LXXXIV Enero-Junio 1964 1965
LXXXV-XC Julio-Diciembre 1964 1965
XCI-XCVI Enero-Junio 1965 1965-1968-1969
XCVII-CII Julio-Diciembre 1965 1966-1967-1969
CIII-CVIII Enero-Junio 1966 1967-1971
CIX-CXIV Julio-Diciembre 1966 1967-1968-1972
CXV-CXX Enero-Junio 1967 1968-1972
CXXI-CXXVI Julio-Diciembre 1967 1968-1969-1973-1974
CXXVII-CXXXII Enero-Junio 1968 1969-1974
CXXXIII-CXXXVIII Julio-Diciembre 1968 1969-1970-1974

Séptima Época

Volúmenes Período que abarcan Año de Publicación


1-6 Enero-Junio 1969 1971-1978
7-12 Julio-Diciembre 1969 1972-1978
13-18 Enero-Junio 1970 1972-1979
19-24 Julio-Diciembre 1970 1972-1973-1979
25-30 Enero-Junio 1971 1973-1981
31-36 Julio-Diciembre 1971 1973-1974
37-42 Enero-Junio 1972 1974
43-48 Julio-Diciembre 1972 1974-1975
49-54 Enero-Junio 1973 1975

49
55-60 Julio-Diciembre 1973 1975
61-66 Enero-Junio 1974 1975
67-72 Julio-Diciembre 1974 1975
73-78 Enero-Junio 1975 1976-1977
79-84 Julio-Diciembre 1975 1977
85-90 Enero-Junio 1976 1977
91-96 Julio-Diciembre 1976 1977
97-102 Enero-Junio 1977 1978
103-108 Julio-Diciembre 1977 1978
109-114 Enero-Junio 1978 1979
115-120 Julio-Diciembre 1978 1979
121-126 Enero-Junio 1979 1980
127-132 Julio-Diciembre 1979 1980
133-138 Enero-Junio 1980 1981
139-144 Julio Diciembre 1980 1981
145-150 Enero-Junio 1981 1982
151-156 Julio-Diciembre 1981 1982
157-162 Enero-Junio 1982 1983
163-168 Julio-Diciembre 1982 1983
169-174 Enero-Junio 1983 1984
175-180 Julio-Diciembre 1983 1984
181-186 Enero-Junio 1984 1986
187-192 Julio-Diciembre 1984 1986
193-198 Enero-Junio 1985 1987
199-204 Julio-Diciembre 1985 1987
205-216 Enero-Diciembre 1986 1988
217-228 Enero-Diciembre 1987 1988

Octava Época

Tomo Período que comprende Año de Publicación


I Enero-Junio 1988 1990
II Julio-Diciembre 1988 1990
III Enero-Junio 1989 1990
IV Julio-Diciembre 1989 1990
V Enero-Junio 1990 1990
VI Julio-Diciembre 199092 1991
VII Enero-Junio 199193 1991
VIII Julio-Diciembre 1991 1991
IX Enero-Junio 1992 1992
X Julio-Diciembre 1992 1992

92
A partir de este Tomo, la publicación del Semanario Judicial se regulariza y sale en el año en que se
reportan las decisiones.
93
A partis de este Tomo, se editan volúmenes separados con una periodicidad de uno y dos meses.

50
XI Enero-Junio 1993 1993
XII Julio-Diciembre 1993 1993
XIII Enero-Junio 1994 1994
XIV Julio-Diciembre 1994 1994
XV Enero-Febrero 1995 1995

Novena Época

Tomo Período que comprende Año de Publicación


I Marzo-Junio 1995 1995
II Julio-Diciembre 1995 1995
III Enero-Junio 1996 1996
IV Julio-Diciembre 1996 1996
V Enero-Junio 1997 1997
VI Julio-Diciembre 1997 1997
VII Enero-Junio 1998 1998
VIII Julio-Diciembre 1998 1998
IX Enero-junio 1999 1999
X Julio-Diciembre 1999 1999
XI Enero-Junio 2000 2000
XII Julio-Diciembre 2000 2000
XIII Enero-Junio 2001 2001
XIV Julio-Diciembre 2001 2001
XV Enero-Junio 2002 2002
XVI Julio-Diciembre 2002 2002
XVII Enero-Junio 2003 2003
XVIII Julio-Diciembre 2003 2003
XIX Enero-Junio 2004 2004
XX Julio-Diciembre 2004 2004
XXI Enero-Junio 2005 2005
XXII Julio-( )2005 2005

Como se observa, ninguna Época ha tenido una duración específica ni un número


de volúmenes pre-determinados, ni tampoco una forma única de reportar las tesis
de jurisprudencia, que ha variado de tomos a volúmenes, con periodicidad de tres
o seis meses a un año. Su rezago en la publicación ha sido en ocasiones notable,
de uno, dos o más años de diferencia, incluyendo años salteados de publicación.
Con estas saltos en la publicación no es posible guardar un record fiel de las
resoluciones judiciales, lo cual va en detrimento de la propia función judicial. En
ocasiones, el cambio de época genera rezagos en su publicación, como fue el
caso del cambio de la Quinta a la Sexta Épocas.

Pero además, como la jurisprudencia se reporta con tesis, elaboradas


adicionalmente a las sentencias, dichas tesis se incluyen en Apéndices, Informes,

51
Gacetas y una variedad de publicaciones adicionales al Semanario, lo cual
obligaba a enumerarlas y compilarlas con periodicidad, por lo que incluso las
mismas tesis firmes de jurisprudencia cuentan con distintos números según el
Apéndice al Semanario Judicial de la Federación en que se reportan.

Por otra parte, la jurisprudencia en México entra al siglo XXI con una experiencia y
desarrollo de más de 134 años, que merece ser consultada con facilidad; sin
embargo, por la misma extensión de volúmenes que siguen incrementándose para
reportar las tesis jurisprudenciales, resulta conveniente considerar medios
alternativos y simplificados de reportes de dichas resoluciones, para lo cual se
presenta opciones ya implementadas en otros países. Las formas en que se
reportan las tesis de jurisprudencia se modelaron de acuerdo a la resolución de los
juicios de amparo que era el principal procedimiento sustanciado en el Poder
Judicial Federal; sin embargo, a partir de 1995, la reforma constitucional en
materia judicial inició una nueva actividad para la Suprema Corte de Justicia y
operó una reasignación de mayores responsabilidades para los Tribunales
Colegiados, por lo que la forma en que se reportan las sentencias de las
controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad podría contar
con características distintas a las tradicionales tesis de jurisprudencia recaídas
sobre los juicios de amparo.

Facilitar el acceso y consulta a las tesis del Poder Judicial Federal es de


fundamental importancia ya que en ellas se encuentra la historia y, a la vez, el
futuro de la Administración de Justicia del país. Por ello, Lucio Cabrera propuso
hace tiempo, desde 1983, que el empleo de medios electrónicos seria una
solución indispensable en nuestra época, para la mejor difusión de las sentencias,
tal como aludimos al final del capítulo anterior.94

El mosaico que presenta la recuperación de los precedentes judiciales se muestra


en la siguiente caracterización de las distintas Épocas:

Época Duración Características


Primera 5 años Incluyó en el título de la
Publicación a los
Pedimentos del Ministerio
Público, cuando esta
función estaba en la
estructura orgánica de la
misma Suprema Corte
(Colección de sentencias
pronunciadas por los
Tribunales Federales y

94
Lucio Cabrera. “Hacia una mejor justicia. Algunos aspectos”. La Reforma Jurídica de 1983. p. 124

52
Pedimentos del Ministerio
Público)
Segunda 9 años Se eliminan los
Pedimentos del Ministerio
Público. Durante esta
época y hasta la cuarta,
se incluyen las
sentencias de los
juzgados de distrito, las
cuales eran reportadas
en su totalidad, pues eran
revisadas de oficio por la
Suprema Corte. Esta
época, diseñada por
Ignacio L. Vallarta,
reporta los considerandos
de las sentencias en
forma de preguntas, lo
cual ayudaba a identificar
los principales puntos de
interpretación.Se reportan
los con abundancia de
índices, los cuales siguen
el siguiente orden: 1.
Cronológico; 2. Nombre
de quejosos; 3. Materias
y 4. Artículos
constitucionales
Interpretados;
adicionalmente se
incluían las resoluciones
de los Tribunales de
Circuito y la lista de
juicios sobreseídos.
Tercera 7 años Contiene las mismas
características de la
Segunda Época.
Cuarta 16 años Al reportar las sentencias,
incluye un pequeño
sumario del fallo, como
encabezado.
Consideramos que este
sumario sirve de
antecedente a la
formulación de “Tesis” de
jurisprudencia que

53
encontramos en épocas
posteriores.

Quinta 40 años Los encabezados con


sumarios de las
sentencias se aumentan.
En ellos se incluyen los
siguientes datos: 1. Tipo
de juicio; 2. Jurisdicción
(Tipo de tribunal); 3.
Nombre del Quejoso; 4.
Título de la autoridad
responsable; 5. Garantías
constitucionales
reclamadas, con
especificación de los
artículos; 6. Expresión
resumida del sentido de
la resolución que se
reporta (Si se ampara o
no); 7. Sumario de la
resolución (A diferencia
de la Segunda época en
que se presenta como
preguntas, la Quinta
Época las redacta como
como afirmaciones) y 8.
Fecha de la ejecutoria.
En esta época se
comenzaron a publicar
los “Apéndices” al
Semanario Judicial de la
Federación, conteniendo
la mayoría de las
ejecutorias dictadas por
la Suprema Corte y los
Tribunales Colegiados.
De la misma manera, se
aumentaron
“Suplementos”,
ordenadas las ejecutorias
de manera alfabética
según la materia descrita
en el encabezado, en
forma de diccionario.
Apéndices a los Tomos Se reportan las tesis

54
XXXVI, L, LIV, LXXVI y relevantes de los
XCVII de la Quinta Época precedentes reportados
en los respectivos tomos.
Apéndice 1917-1954 Origen inmediato de las
“Tesis” de Jurisprudencia.
Se publicaron de manera
separada para publicar
las principales tesis, con
el objeto de ser “más
conciso, sin perjuicio de
la precisión jurídica”,
según expresó el Ministro
Inspector José María
Truchuelo. Los Apéndices
se dividieron en cinco
secciones, de acuerdo a
la materia: 1. Tesis de
Jurisprudencia relativas a
cualquier materia; 2.
Tesis en materia penal; 3.
Tesis en materia
administrativa; 4. Tesis
en materia civil y 5. Tesis
en materia de Trabajo. Se
hacen referencias
cruzadas con tesis
relevantes.
Boletín de Información 20 años Fundado por Francisco
Judicial 1943, 1945-1965 Parada Gay, Secretario
General de Acuerdos de
la Suprema Corte, poco
antes de su fallecimiento
en 1948. Se interrumpió
su puiblicación mensual
de junio de 1953 a julio
de 1954. La edición de su
segunda etapa estuvo a
cargo de la Asociación
Nacional de Funcionarios
Judiciales. Se publicaron
las tesis más importantes
en orde alfabético.
Contuvo una sección de
doctrina en la que se
publicaron 80 ensayos de
importancia.

55
Suplemento 1956 Poco antes de concluir la
Quinta Época, se publicó
este suplemento con las
tesis que no habían sido
seleccionadas para
incluirse en el Apéndice,
por no haber reunido los
requisitos que marcaba la
Ley de Amparo. Se
reportaron en orden
alfabético según su
materia, y se cita al calce
el número de toca, el
nombre del quejoso, la
fecha de la ejecutoria y la
votación respectiva.
Contiene las tesis que no
habían sido
seleccionadas para el
Apéndice 1917-1954 “por
no reunir los requisitos
que la Ley de Amparo
señalaba”.
Sexta (+) 11 años Se comienzan a dar
“Bases” que regulan el
Reporte de la
Jurisprudencia,
señalándose los datos
que toda tesis deberá
contener de manera
uniforme. Se separa en
publicaciones distintas las
tesis sustentadas por el
Pleno de la Suprema
Corte y las Salas de la
misma. El orden de las
tesis es alfabético, de
acuerdo a los criterios del
Suplemento. Las Bases
señalaban que se pueden
publicar algunas
ejecutorias en su
integridad, cuando tengan
un interés especial.
Apéndice 1917-1965 Constituye una
actualización del anterior

56
Apéndice (1917-1955).
Se integró en seis partes,
conteniendo la
jurisprudencia
alfabéticamente en el
siguiente orden: 1. Pleno
(jurisprudencia sobre
amparo contra leyes y
competencias de
tribunales); 2. Primera
Sala (materia penal); 3.
Segunda Sala (materia
administrativa); 4.
Tercera Sala (materia
civil); 5. Cuarta Sala
(materia del trabajo) y 6.
Común (Temas genéricos
sobre el juicio de amparo
y comunes a las Salas y
al Pleno).
Séptima (+) 19 años Continúa con las
características de la
anterior época.
Primer Apéndice de la 1917-1975 Para conmemorar el
Séptima Época Sesquicentenario de la
Suprema Corte se integró
esta actualización de las
tesis sustentadas hasta
mayo de 1975. Bajo este
Apéndice, se había
establecido la Sala
Auxiliar y se había
determinado la
obligatoriedad de la
jurisprudencia de los
Tribunales Colegiados,
por lo que se integró en
ocho partes, adicionando
la séptima de la nueva
Sala, más una octava
relativa a las tesis sobre
temas genéricos de
amparo: 1. Pleno; 2.
Primera Sala; 3. Segunda
Sala; 4. Tercera Sala. 5.
Cuarta Sala; 6.

57
Tribunales Colegiados de
Circuito; 7. Sala Auxiliar;
8. Común.
Segundo Apéndice de la 1917-1985 Debido a que hasta esta
Séptima Época fecha se habían
publicado los Apéndices
cada diez años, se
actualizaron las tesis
emitidas a través de esta
publicación. Contiene
nueve partes, donde da
cuenta de las tesis que
tenían que reagruparse
debido al cambio del
sistema de competencias
operado en la Suprema
Corte.
Tercer Apéndice de la 1917-1988 Debido a los cambios
Séptima Época estructurales del Poder
Judicial de la Federación
que entraron en vigor el
14 de enero de 1988, se
actualizan las tesis hasta
esa fecha en esta
publicación, concluyendo
así la Séptima Época. Se
crean dos grandes
partes. La primera
comprende las tesis del
Pleno de la Suprema
Corte relativa a la
constitucionalidad de
tesis y se le divide en dos
secciones, una para las
tesis firmes de
jurisprudencia y la otra
conteniendo precedentes
surgidos entre 1969 y
1987. La segunda gran
parte comprende todas
las materias que figuraron
en las partes segunda a
la novena del Apéndice
1917-1985.
Octava 8 años Se crean las “Gacetas”
como publicaciones que

58
contendrán las tesis de
jurisprudencia.
Apéndice de la Octava 1917-1995 Se publica como
Época consecuencia de las
reformas constitucionales
del 31 de diciembre de
1994, concluyendo la
Época y marcando la
necesidad de una nueva
época. Contiene 7 tomos,
seis por materia y un
séptimo con un índice
general. De la misma
manera, se divide en dos
grandes partes: Una
compuesta por las tesis
de jurisprudencia
vigentes, con dos
secciones, una para la
Suprema Corte y para los
Tribunales Colegiados y
la segunda sección para
las tesis históricas u
obsoletas que revisten
importancia o porque
propiciaron criterios
interpretativos de los
tribunales federales. Se
publicaron siete tomos: I.
Materia Constitucional. II
Materia Penal. III. Materia
Administrativa, IV.
Materia Civil, V. Materia
del Trabajo. VI. Materia
Común y VII Índice
General.
Novena (+) 10 años
Apéndice de la Novena 1917-2000 Contiene las tesis más
Época relevantes del siglo XX.
Contiene las tesis desde
junio de 1917 hasta
marzo de 2000.

De lo anterior, se desprende que el reporte de la jurisprudencia ha transitado de


una sencilla forma de citar a una complicada y compartamentalizada manera de
reportarla, lo cual contrasta con las actuales tendencias de los tribunales en otros

59
países de volver a un formato sencillo que es compatible con los avances
tecnológicos.

Adicionalmente, durante el último período de la Quinta Época, a partir de 1945 se


publicó mensualmente un Boletín de Información Judicial a cargo de la Secretaría
General de Acuerdos de la Suprema Corte de Justicia, a través de una sección
denominada de Debates, a cargo de Vicente Torres Gutiérrez, donde se
publicaban las tesis importantes de cada una de las cinco Salas de la Corte,
asignándoles a las tesis un número consecutivo.

Primera Época

Esta época que corresponde a las Presidencias de Sebastián Lerdo de Tejada y


José María Iglesias comenzó a publicar las ejecutorias iniciales de 1871, siendo la
primera reportada, la correspondiente al Amparo de Agustín Villa,95 interpuesto
ante el juez de Distrito de Hidalgo, incluyendo en ocasiones, los informes de la
autoridad responsible. La última ejecutoria reportada corresponde a la sentencia
del 14 de julio de 1875.

Segunda Época

Esta época que corresponde al cuidado de Ignacio L. Vallarta, inaugura sus


primeras páginas con la lista de los Ministros, Magistrados de Circuito y Jueces de
Distrito, conteniendo incluso la fecha de su protesta del cargo, que se observa en
la mayoría haberla rendido el 30 de mayo de 1877, bajo el régimen de Porfirio
Díaz.

El Semanario Judicial se organiza a través de secciones, siendo la primera


correspondiente a los juicios de amparo resueltos. Otras secciones incluyen los
casos sobreseídos, las resoluciones de los Tribunales de Circuito y finalmente se
incluyen los índices correspondiente a cada tomo.

En la sección de juicios de amparo, la información se organiza por:

a) Año de la decisión, con una periodicidad por mes del año correspondiente,
b) Nombre del quejoso, siendo el primero el amparo de Juan Hernández y
socios,
c)Descripción del caso, describiendo ante la autoridad judicial que se interpuso
el amparo. En el primer caso se hizo la siguiente descripción: “Amparo pedido

95
Semanario Judicial de la Federación. Colección de las sentencias pronunicadas por los Tribunales
Federales y pedimentos del Ministerio Público. Tomo 1o. México. Imprenta dirigida por Jorge Batiza. 1871.

60
ante el juez de Distrito del Estado de Hidalgo, por Juan Hernández y socios, en
nombre de los vecinos del pueblo de San Ignacio Nopala, y de otros, contra el
juez de primera instancia”96,
c) Transcripción de sus considerandos, De manera sucinta y en forma de
preguntas se explican los argumentos jurídicos del caso,
d) Pedimento del Promotor Fiscal, sugiriendo la procedencia o no del amparo
interpuesto,
e) Sentencia del juez de distrito, donde se reproduce exclusivamente los
argumentos jurídicos,
f) Ejecutoria de la Suprema Corte de Justicia.

Los índices fueron acuciosos y ordenados racionalmente. Se dividen en diversas


categorías, no siendo muchas, sino las suficientes para sistematizar la información
de los precedentes: a) Cronológico, según la ejecutoria fallada; b) Alfabético por el
nombre de los quejosos; c) Alfabético de las tesis jurídicas que resuelven las
ejecutorias de los juicios de amparo 97; d) De las resoluciones pronunciadas por la
Suprema Corte en los juicios de amparo, por orden de los artículos
constitucionales a que se refieren y, finalmente, e) De las resoluciones de los
Tribunales de Circuito.

Tercera Época

Bajo la Presidencia de Félix Romero, que había tomado protesta del cargo el 9 de
octubre de 1888, se inicia esta época, sin una explicación clara sobre su origen.
La organización de la época es similar a la anterior, comenzando a reportar
sentencias correspondientes al mes de enero de 1890, siendo el juicio de amparo
promovido por Trinidad Cortés y Romero el primero en ser reportado en esta
nueva época. 98 Se agrega a la identificación de la sentencia el sentido del fallo del
juez de distrito así como el de la Suprema Corte.

96
Semanario Judicial de la Federación. Colección de las sentencias pronunciadas por los Tribunales
Federales de la República. Segunda Época. Tomo I. México. Imprenta Francisco Díaz de León. 1881.
97
Este índice puede ser considerado como el antecedente de los epígrafes de las tesis de jurisprudencia
actuales, pues para la elaboración de este índice se identificaba la institución más significativa de la sentencia,
como ejemplo tenemos en la “A”: Acusación, Administración de Justicia, Alcabala, etc.
98
En la descricpión del caso se lee: “El Presbítero Trinidad Cortés y Romero se presentó al juez de distrito de
Querétaro pidiendo amparo contra el juez de San Juan del Río, que le mandó entregara un rancho, con lo cual
estima el quejoso violados en su persona los artículos 8o. y 16 de la Constitución”. Esta época conserva el
mismo título que el de la Segunda Época, y su impresión corresponde a la Imprenta de Guillermo Veraza en
1891.

61
Entre las otras secciones que se incluyen adicionales al juicio de amparo, está el
de competencias de tribunales, que comienza a cobrar gran importancia en la
época. Los índices conservan el racional orden que impuso la segunda época.

Cuarta Época

Durante las Presidencias de Manuel de Zamacona y de Francisco Vaca como


Presidentes de la Suprema Corte inicia la Cuarta Época. Se suprime la lista de
Ministros, Magistrados y jueces de distrito. La descripción del caso se convierte
más en un sumario del mismo que en la simple enunciación que se observa en las
épocas anteriores. La primer sentencia reportada en esta época fue la del Amparo
de Juana Núñez, resuelta en enero de 1898, del cual se lee la siguiente
descripción:

Amparo promovido ante el Juzgado de Distrito de Tepic por Juana Núñez


contra el Prefecto Político de aquel Territorio, quien , según refiere la misma
quejosa le ordenó desocupara la casa que habitaba y le impuso además de
un mes de arresto, en virud de haber sido acusada como perniciosa al
vecindario. La recurrente estimó vulneradas en su persona con esos actos,
las garantías que otorga el artículo 16 de la Constitución General de la
República, porque a su juicio dicha autoridad se abrogó facultades propias
de la judicial.
El juez de distrito denegó el amparo acerca de la orden de desocupación de
la finca y mandó sobreseer en cuanto a la pena de arresto impuesto a la
querellante, por se éste un hecho consumado. La Suprema Corte confirmó
en todas sus partes el fallo respectivo.

Ya en esta época, se reporta el Pedimento con el nombre del Ministerio Público,


en lugar del antiguo de Fiscal. Se hace una ligera modificación de los índices,
ordenándose de la siguiente manera: a) Cronológico de las Ejecutorias, ordenadas
por mes y año; b) Alfabético de promoventes; c) Por orden de artículos
constitucionales; d) Alfabético de las “Tesis Jurídicas”; e) De diversas piezas
judiciales, tales comop votos particulares, estudios especiales, etc.99

Quinta Época

La transición de la Constitución de 1857 a la Constitución de 1917 provocó ciertos


problemas de ajustes en la jurisprudencia. Siendo la Constitución de 1917 una
reforma de la anterior Constitución y no una nueva Constitución, causa sorpresa
reconocer que la jurisprudencia de las primeras cuatro épocas del Semanario
Judicial de la Federación no sea reconocida como vigente sino tan sólo histórica.
Desde un punto de vista estricto, no hay razón para relegar esa jurisprudencia

99
Semanario Judicial de la Federación, fundado por ley del 8 de diciembre de 1870. 4a. época. México.
Imprenta y Encuadernación. 1898.

62
cuando interpreta instituciones que no han cambiado sustancialmente en la
Constitución de 1917, desde las garantías individuales hasta el sistema
presidencial y la regla genérica de distribución de competencias, fueron pocos los
cambios operados no sólo en 1917 sino aún la actualidad con los cientos de
reformas parciales que han operado sobre la Carta de 1917.

En la sesión inaugural del Congreso Constituyente Federal en la ciudad de


Querétaro, celebrada el 1º. de diciembre de 1916, Venustiano Carranza leyó un
menmsaje en el que sintetizó los puntos en los que reformaría la Constitución de
1857, de cuya revisión puede desprenderse fácilmente que los cambios no
afectaron los principios constitucionales del texto fundamental reformado:

1º. Juicio de Amparo.- Tendría que ser reestructurado para garantizar mayor
independencia del Poder Judicial Federal y reducir su procedencia contra actos
“insignificantes” de las autoridades de los Estados;
2º. Soberanía de los Estados.- Habría que respetar la soberanía de los Estados y
utilizar menos las medidas de intervención federal;
3º. Sentencias de los Tribunales estatales.- Establecer en definitiva la procedencia
del juicio de amparo en negocios judiciales para corregir excesos de la justicia
local;
4º. Garantías penales.- Reforma al artículo 20 constitucional para evitar los abusos
de la incomunicación;
5º. Libre concurrencia comercial.- Propone limitar los monopolios de todo tipo;
6º. Elección directa del Presidente de la República
7º. Municipio Libre.- Autónomo de toda autoridad intermedia.
8º. Responsabilidad política del Presidente.- Los diputados no deberían juzgar
políticamente al Presidente, pues se han cometido abusos de parte de los
Congresos.
9º. Consolidación del sistema presidencial.- El Presidente no debe estar sometido
al Congreso, los gobiernos de la Revolución Mexicana requieren un Presidente
fortalecido; 100
10. Desaparición de la Vicepresidencia.- Por haber sido un instrumento de los
“científicos” del Porfirismo.101

Todos estos temas ya habían sido discutidos y propuestos durante la vigencia de


la Constitución de 1857 y no representaban un cambio estructural de ese texto
fundamental, por ello, al publicar la recién discutida Constitución de 1917, el
encabezado del decreto promulgatorio se lee de la siguiente manera:

100
Por ello, Carranza usó toda su influencia para que se desechara en el Congreso Constituyente, la propuesta
del diputado Froylán Manjarrez para implantar unj sistema parlamentario. Manuel González Oropeza y
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. “Proyectos de parlamentarismo en México”. El constitucionalismo en las
postrimerías del siglo XX. La Constitución Mexicana 70 años después. UNAM. 1987. Tomo VI. p. 407-416
101
Manuel González Oropeza. Homenaje al Congreso Constituyente de Querétaro. UNAM. 1998. p. 15

63
VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista,
Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos,
hace saber:

Que el Congreso Constituyente reunido en esta ciudad el 1º. de


diciembre de 1916, en virtud del decreto de convocatoria de 19 de
septiembre del mismo año, expedido por la Primera Jefatura, de
conformidad con lo prevenido en el artículo 4º. de las modificaciones
que el 14 del citado mes se hicieron al decreto del 12 de diciembre de
1914, dado en la H. Veracruz, adicionando el Plan de Guadalupe, de 26
de marzo de 1913, ha tenido a bien expedir la siguiente:

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos


que reforma la de 5 de febrero de 1857
Incluso las nuevas reformas que establecieron los derechos sociales y que
caracterizaron con tanta importancia nuestra Carta Fundamental de 1917, no
cambiaron sustancialmente la Constitución de 1857, en cuya discusión ya se
había mostrado la preocupación por el problema social a través de los proyectos
de Isidoro Olvera en cuanto a la propiedad y de Ignacio Ramírez en cuanto a la
satisfacción de las clases “menesterosas”.

Encontramos en el primer volúmen del Semanario correspondiente a la Quinta


Época la aseveración que las garantías individuales seguían siendo la base de las
instituciones sociales, frase que enmarcaba el artículo primero de la Constitución
de 1857, pero que ya había sido abandonada en la Constitución de 1917; sin
embargo, como muestra de la continuidad en las dos Constituciones, se asevera
que las garantías individuales seguirían siendo la base de todas las demás
instituciones. 102

Por supuesto, las anteriores opiniones no tienen el propósito de demeritar la


originalidad del Constituyente de Querétaro, sino tan sólo demostrar que
oficialmente, nuestra Constitución no es más que una serie de reformas al texto de
la Constitución de 1857 y que, en consecuencia, no debe desecharse
radicalmente la interpretación jurisprudencial de las primeras épocas del
Semanario Judicial de la Federación, ya que su importancia no es sólo histórica,
sino real en la intención original del Constituyente de 1856-1857.

La Suprema Corte por su parte, tuvo que enfrentar los problemas creados por el
decreto del 11 de julio de 1916, que había suspendido la jurisdicción de los jueces
de distrito para conocer y sustanciar juicios de amparo instaurados a partir de la
vigencia de la Constitución, que inició el 1º. de mayo de 1917. El caso reportado,

102
“La sustanciación de los juicios de amparo con arreglo a la Constitución de 1917 y a la Legislación
anterior”. Semanario Judicial de la Federación. Quinta Época. Tomo I. p. 15

64
más controvertido al inicio de la época, fue el de Rafael Navarrete, preso en
Veracruz por el delito de rebelión.

No obstante, el primero en reportarse bajo la quinta época fue el de José Santos el


11 de junio de 1917. Esta época presidida originalmente por Enrique M. De los
Ríos, cambia ligeramente el formato del registro de los precedentes, de la
siguiente manera, utilizando el ejemplo del amparo Santos:

1. Tipo de juicio de amparo. Queja en amparo penal


2. Juzgado de Distrito. Juzgado de Distrito del Estado de Veracruz
3. Nombre del quejoso. José Santos
4. Autoridad responsable. Comandante militar en Veracruz
5. Garantías reclamadas. Artículos 14, 16 y 19 de la Constitución
6. Sentido de la resolución. La Suprema Corte revoca la resolución del juez de
distrito, que mandó suspender la tramitación del amparo
7. Sumario de la ejecutoria. Constitución Federal de 1917. Es de observancia
obligatoria en toda la Nación, a contar desde el día 1º. de mayo de 1917 103
8. Transcripción de la ejecutoria. Incluyendo los resultandos de la sentencia,
donde se resumen sucintamente los procedimientos instaurados desde el
juzgado de distrito hasta la Suprema Corte
9. Índices. Al final de cada tomo se incluyen los índices dividiso en varias
secciones:
a) Sección 1ª.: Actas, acuerdos, decretos, discursos, informes, listas
de personal, oficios, sueltos, y votos, reportados de manera
cronológica;104
b) Sección 2ª.: Relación de amparos administrativos, fallados en
orden alfabético;
c) Sección 3ª.: Relación de amparos civiles;
d) Sección 4ª.: Relación de amparos mixtos;
e) Sección 5ª.: Relación de amparos penales;
f) Sección 6ª.: Competencias en materia civil;
g) Sección 7ª.: Competencias en materia penal;
h) Sección 8ª.: Relación de amparos desechados;
i) Sección 9ª.: Relación complementaria de amparos desechados;
j) Sección 10: Relación de amparos remitidos a juzgados de distrito;
k) Sección 11: Jurisdicción en juicios de amparo;
l) Sección 12: Tesis de Derecho Transitorio; 105
m) Sección 13: Quejas en amparos administrativos;
n) Sección 14: Quejas en amparos civiles;
o) Sección 15: Recursos en juicios de amparo;

103
Como se observa, estos sumarios ya ensayan los epígrafes de las tesis que actualmente se utilizan.
104
Se incluye un “Vocabulario de las materias” donde se relacionan las “tesis jurídicas” de manera alfabética,
con los sumarios de cada caso reportado. Sin embargo, es de notarse que en esta época se abandona el nombre
de tesis jurídicas
105
Se refiere a las tesis sustentadas con motivo del cambio de régimen constitucional.

65
p) Sección 16: Responsabilidad oficial en materia penal atribuida al
juez de distrito;
q) Sección 17: Revisión de autos de improcedencia;
r) Sección 18: Sobreseimientos
s) Sección 19: Revisión de autos de suspensión;
t) Sección 20: Relación de los nombres de personas interesadas en
los fallos;
u) Sección 21: Artículos constitucionales interpretados;
v) Sección 22: Artículos del Código Federal de Procedimientos
Civiles; y
w) Sección 23: Artículos del Código Federal de Procedimientos
Penales

10. Fé de erratas

Como se observa, la Quinta época abandona la simplicidad y sencillez en el


reportaje de los precedentes y tesis, para introducir una verdadera selva de
apartados y sub-apartados que fragmentan la información y la hacen de difícil
acceso y recuperación. En esta época, la Suprema Corte asume un carácter más
casacionista, a pesar de que era la Constitución la que hacía la diferencia entre el
nuevo régimen revolucionario y el antiguo sistema de administración de justicia.

Los Magistrados que iniciaron la Quinta Época del Semanario tomaron posesión
de su cargo el 1º. de junio de 1917 y designaron como Secretario General al
célebre historiador de nuestro Máximo Tribunal, Francisco Parada Gay. 106 El
primer Ministro Inspector del Semanario lo fue Victoriano Pimentel quien ejerció
esta función a partir del 15 de abril de 1918. Al rendir su primer informe, el Ministro
Pimentel describió:

Hemos puesto especial atención y decidido empeño en que éstos (índices),


a diferencia de los que pueden verse en las épocas anteriores del
“Semanario” sean sumamente detallados y prolijos en todas sus secciones,
a efecto de que se facilite grandemente la busca de las tesis jurídicas
sentadas por jurisprudencia del primer tribunal del país.107

106
Breve Reseña Histórica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Antigua Imprenta de Murguía.
1929. 82 p.
107
Semanario Judicial de la Federación. Quinta Época. Tomo I. Antigua Imprenta de Murguía. 1918
Eefcetivamente los índices se dividieron en 23 secciones, lo cual hacdía por sí mismo, muy difícil la consulta
de las tesis.

66
Sexta Época

El exdiputado constituyente Hilario Medina inauguró como Presidente de la


Suprema Corte, la sexta época en julio de 1957. El Semanario Judicial de la
Federación reporta las ejecutorias de manera alfabética, de acuerdo con las tesis
que resumen por párrafos, con los epígrafes que actualmente se utilizan y
publicando íntegra o parcialmente el texto de las ejecutorias cuando así se decide
por los Ministros.

Los índices se organizan por cada mes y por orden alfabético de los quejosos de
cada caso. Se gregan en apéndices los discursos y estudios o documentos
especiales que se hubiesen generado. En esta época, la información se ofrece a
través de “Partes”, siendo la primera lo relacionado con el Tribunal Pleno de la
Suprema Corte y así hasta la Quinta Parte que incluye la información relativa a la
Cuarta Sala. En cada parte se fragmenta la información con sus tesis,
alfabéticamente ordenadas, y con sus índices. Se expide, por regla general, un
volumen por mes.

A partir de la Sexta Época, el Semanario comenzó a publicar sus Bases que


regirían la respectiva época. Estas bases constituyen la primera reglamentación
del decreto de 1870 que creó al Semanario Judicial, por lo que fueron aprobadas
por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia. En estas bases, se reguló
que los secretarios de acuerdos del Pleno y las Salas entregarían al Semanario
Judicial las copias de las ejecutorias inmediatamente después de pronunciadas,
con excepción de las que a juicio de los propios Pleno y Salas carecieran de
interés jurídico. Lo anterior demuestra que en México, la discusión sobre la
publicación de lñas sentencias está totalmente rersuelto, a diferencia de los
Estados Unidos, como vimos en el asunto Anastasoff.

Las bases que rigieron la Sexta Época ordenaban que se publicaran cuadernos
separados por cada mes de actividades, con las tesis extractadas por el
Departamento del Semanario Judicial y que se publicaran, a continuación de las
tesis, las ejecutorias, bnien completas o extractadas, previo acuerdo del Pleno o la
Sala en cuestión. Los índices de las tesis aparecerían cada semestre descritos en
tres secciones.

Séptima Época

67
En esta época que sigue el formato de la anterior, se aprueban nuevas “Bases”
que rigieron al Semanario Judicial de la Federación y que transcribimos a
continuación:

I. El Semanario Judicial de la Federación conservará su nombre, por ser el


que se le dio en el Decreto de 8 de diciembre de 1870 que lo creó. 108
II. El Semanario Judicial de la Federación ha comprendido hasta ahora
seis épocas. La Séptima Época se iniciará a partir de la publicación de
las ejecutorias del mes de enero de 1969, de la Suprema Corte de
Justicia y de los Tribunales Colegiados de Circuito.
III. Los Secretarios de Estudio y Cuenta del Pleno, de las Salas y de los
Tribunales Colegiados de Circuito, entregarán a los Secretarios de
Acuerdos respectivos, para que éstos las envíen al Semanario Judicial
de la Federación, las tesis y las copias correspondientes a las
ejecutorias que se dicten, inmediatamente después de dictadas,
debidamente autorizadas con su firma, siempre que se trate de las
necesarias para constituir Jurisprudencia o para contrariarla, así como
aquellas que la Corte, funcionando en Pleno, las Salas o los citados
Tribunales, acuerden expresamente, o que contengan votos
particulares, de conformidad con lo establecido en el artículo 197 de la
Ley Orgánica de los artículos 103 y 107 constitucionales.
IV. El Semanario Judicial de la Federación se publicará por volúmenes que
comprenderán las tesis y ejecutorias correspondientes a un mes y se
compondrán de seis partes (salvo lo dispuesto en la siguiente Base),
que se editarán en cuadernos por separado. La primera parte contendrá
las tesis y ejecutorias del Pleno, y de la segunda a la Quinta Parte,
sucesivamente y en orden numérico, las de cada una de las Salas. La
Sexta Parte incluirá las tesis y ejecutorias correspondientes a los
Tribunales Colegiados.
V. Sólo durante el tiempo que funcione la Sala Auxiliar, se publicará una
Séptima Parte, en su respectivo cuaderno por separado, comprendiendo
las tesis y ejecutorias de esta Sala.
VI. Las tesis que publique el Semanario Judicial de la Federación, se
colocarán en los cuadernos respectivos por orden alfabético, de acuerdo
con las clasificaciones o títulos de las propias tesis.
VII. Al calce de cada tesis se consignarán los dtaos que sirvan para la
completa identificación de la ejecutoria que la sustente, incluyéndose los
precedentes relativos.
VIII. Cuando dos o más ejecutorias pronunciadas el mismo mes sustenten
tesis iguales, se publicará sólo una de ellas y se anotarán los datos de la
otra u otras al pie de aquélla, salvo lo dispuesto en la base siguiente.
IX. Las ejecutorias se publicarán a continuación de las tesis respectivas, ya
sea íntegramente o en forma parcial, cuando el Pleno, las Salas o los
Tribunales Colegiados, así lo acuerden expresamente y, en todo caso,

108
Esta disposición sugiere que ya en esta época se cuestionaba el nombre de “Semanario”, cuya periodicidad
no correspondía al nombre, pero que por respeto a la tradición, al menos nominal, fincada por Benito Juárez.

68
cuando se hayan formulado votos particulares, o cuando se traten
cuestiones jurídicas de gran importancia o cuya complejidad haga difícil
su comprensión al través del extracto.
X. Cada semestre aparecerán en sendos cuadernos para el Pleno, las
Salas y los Tribunales Colegiados de Circuito, los índices de la
publicación que comprenderán las secciones siguientes:
a) Índice alfabético de las tesis, con voces de referencia que faciliten su
localización.
b) Índice onomástico de los promoventes de los asuntos cuyos fallos
sean materia de la publicación, en el que se hará constar, además,
los números de los expedientes y, las fechas de las ejecutorias, y
c) Índice de los votos particulares.
Los índices semestrales abarcarán las ejecutorias de enero a junio y de
julio a diciembre de cada año.

En sesiones del Tribunal Pleno celebradas el 18 de febrero de 1969 y 28


de enero de 1971 se aprobaron las presentes bases.

México DF a 28 de enero de 1971

Secretario General de Acuerdos

Lic. Raúl Cuevas Mantecón

Como se observa, la Séptima Época fragmentó aún más la información de los


criterios jurisprudenciales a través de “cuadernos” y retrasó el acopio de su
información mediante los índices semestrales, sustituyendo a los mensuales de
las anteriores épocas.

Octava Época

En Enero de 1988 comienza la Octava Época del Semanario siguiendo algunos


lineamientos de la anterior época, pero dividiendo la Primera parte en dos,
aumentando así la subdividivisión de la denominación y clasificación del registro
de tesis y precedentes, La especificación de las tesis de jurisprudencia se incluyen
en los índices que se hacen por secciones, asignándoles una clave para
identificarla si es del Pleno, de las Salas o de los Tribunales Colegiados.

En los volúmenes de la Octava época se incluyen apéndices finales donde se


publican tesis de algunas ejecutorias que no se publicaron oportunamente en sus

69
respectivos volúmenes, lo cual ya muestra una dificultad para mantener el paso de
las tesis producidas por la Suprema Corte y los Tribunales Colegiados con
relación a los tiempos de impresión del Semanario Judicial de la Federación.

La Primera parte cuenta con dos divisiones, la primera abarca cuatro secciones
que cubren las tesis del Pleno y las primeras tres Salas de la Corte, mientras que
la segunda comienza con la quinta sección correspondiente a la Cuarta Sala de la
Corte y finaliza con una sección séptima donde incluye varios documentos en
donde se localizan acuerdos e índices de variado contenido.

El inicio de esta época fue objeto no de bases sino de un acuerdo, el 3/88, relativo
a su registro que se transcribe a continuación:

Acuerdo del Tribunal en Pleno del día cuatro de febrero de mil novecientos
ochenta y ocho.

Considerando

PRIMERO.- Que el día quince de enero de mil novecientos ochenta y ocho


entró en vigor la reforma a los artículos 94 y 107, fracción III, inciso A),
fracción V, primer párrafo e inciso B), y las fracciones VI, VIII y XI de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

SEGUNDO.- Que dicha reforma modifica la competencia de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación y de los Tribunales Colegiados.

TERCERO.- Que el mismo quince de enero de mil novecientos ochenta y


ocho, entró en vigor el Decreto que Reforma los artículos 195 y 197 de la
Ley de Amparo y adiciona al mismo ordenamiento con los artículos 197-A y
197-B.
CUARTO.- Que de acuerdo con los preceptos legales citados en el
considerando anterior la Jurisprudencia que establezca la Suprema Corte
de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas; la que establezca cada uno
de los Tribunales Colegiados de Circuito; las resoluciones que sobre casos
de tesis contradictorias, entre las Salas de la Suprema Corte de Justicia o
entre los Tribunales Colegiados de Circuito, emitan el Pleno de la Suprema
Corte o la Sala correspondiente; y las ejecutorias de amparo y los votos
particulares, se publicarán en el Semanario Judicial de la Federación.

Por tanto, con apoyo en los artículos 195, 197, 197-A y 197-B de la Ley de
Amparo y 12, fracción XXXVIII de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, este Tribunal en Pleno expide el siguiente

ACUERDO

PRIMERO.- El Semanario Judicial de la Federación conservará su nombre.

70
SEGUNDO.- Se da por terminada la Séptima Época del Semanario Judicial
de la Federación.

TERCERO.- La Octava Época se iniciará con la publicación de las


ejecutorias dictadas a partir del día quince del mes de enero de mil
novecientos ochenta y ocho por la Suprema Corte de Justicia y los
Tribunales Colegiados de Circuito.

CUARTO.- Para dar cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 197-B de la


Ley de Amparo, los secretarios de Estudio y Cuenta del Pleno, de las Salas
y de los Tribunales Colegiados de Circuito entregarán a los secretarios de
Acuerdos respectivos, o a los comisionados al efecto, para su envío a la
brevedad posible al Semanario Judicial de la Federación, las tesis ya
elaboradas, con la aprobación del ministro o el magistrado ponentes, y las
copias coprrespondientes de las ejecutorias respectivas, debidamente
autorizadas con su firma, cuando:

a) Contengan criterios de ninterpretación de normas jurídicas, que por su


bovedad o importancia deban darse a conocer;
b) Integren, modifiquen o interrumpan jurisprudencia;
c) Contengan votos particulares;
d) Haya sido acordado expresamente por la Suprema Corte funcionando
en Pleno o en Salas, o los Tribunales Colegiados.

QUINTO.- El Semanario Judicial de la Federaqción se publicará por


volúmenes que comprenderán las tesis y ejecutorias correspondientes a un
semestre y se compondrenderán las tesis y ejecutorias correspondientes a
un semestre y se compondrán de dos partes que se editarán en cuadernos
por separado. La primera parte contendrá las tesis y ejecutorias de la
Suprema Corte y la segunda las tesis y ejecutorias correspondientes a los
Tribunales Colegiados de Circuito.

SEXTO.- Las tesis que publique el Semanario Judicial de la Federación se


coplocarán por orden alfabético en los cuadernos de cada una de las dos
partes, de acuerdo con los títulos o rubros que por su tema les sean
asignadas, y agrupadas en las secciones que se consideren necesarias
según el capítulo único del título cuarto de la Ley de Amparo.

SÉPTIMO.- Al calce de cada tesis se consignan los datos que sirvan para la
completa identificación de la ejecutoria que la sustente, incluyéndose los
precedentes relativos, el nombre del ministro ponente y los de los
disidentes y ausentes, en su caso, así como el del secretario de Estudio y
Cuenta respectivo.

OCTAVO.- Cuando dos o más ejecutorias pronunciadas el mismo mes


sustenten tesis iguales, provenientes del mismo órgano, se publicará sólo
una de ellas y se anotarán los datos de la otra u otras al pie de aquélla.

71
NOVENO.- Las ejecutorias se publicarán a continuación de las tesis
respectivas, ya sea íntegramente o en forma parcial, cuando la Suprema
Corte o los Tribunales Colegiados así lo acuerden expresamente, y cuando
se hayan formulado votos particulares; o cuando, a juicio del director
generaql del Semanario Judicial de la Federación, se traten cuestiones
jurídicas de gran importancia o cuya complejidad haga difícil su
comprensión a través de la tesis. 109

DÉCIMO.- En cada volúmen se incluirán los índices de la publicación, que


comprenderán las secciones necesarias para facilitar la localización de las
tesis y las ejecutorias respectivas.

UNDÉCIMO.- Para dar cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 195 de la


Ley de Amparo, en los casos previstos por los artículos 192 y 193, el Pleno,
la Sala o el Tribunal Colegiado respectivo deberá:

a) Aprobar el texto y rubro de la tesis jurisprudencial y numerarla de


manera progresiva;
b) Remitir la tesis jurisprudencial, dentro del término de quince días hábiles
siguientes a la fecha de su integración, al Semanario Judicial de la
Federación, para su publicación inmediata en la gaceta de éste;
c) Remitir la tesis de jurisprudencial, dentro del mismo término a que se
refiere la fracción inmediata anterior, al Pleno y Sala s de la Suprema
Corte de Justicia y a los Tribunales Colegiados de Circuito, que no
hubiesen intervenido en su integración; y
d) Conservar un archivo, para consulta pública, que contenga todas las
tesis jurisprudenciales integradas en cada uno de los citados órganos
jurisdiccionales y las que hubiese recibido de los demás.

DUODÉCIMO.- El Semanario Judicial de la Federación publicará


mensualmente, en una gaceta especial, las tesis jurisprudenciales que
reciba del Pleno y Salas de la Suprema Corte de Justicia y de los
Tribunales Colegiados de Circuito, publicación que será editada y
distribuida e forma eficiente para facilitar el conocimiento de su
contenido.110

TRANSITORIO

109
Nótesse en este punto del Acuerdo, con relación a la discusión actual del Derecho Judicial de los Estados
Unidos anotadea en capítulos anteriores de este trabajo, que los tribunales federales mexicanos no asumen la
discrecionalidad para publicar o no una ejecutoria, sino tan sólo para reproducirla íntegra o parcialmente,
incluso a discreción del director del Semanario Judicial de la Federación.
110
Una nueva publicación fue la Gaceta, que desde un principio se unió al Semanario, alterando desde
entonces su nombre de Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta.

72
ÚNICO.- Publíquese este acuerdo en el órgano correspondiente del
Semanario Judicial, y hágase del conocimiento de todos los Tribunales de
Circuito y de la Suprema Corte de Justicia para su debido cumplimiento.

Cuatro de Febrero de mil novecientos ochenta y ocho.

Como se aprecia, este acuerdo constituye un verdadero reglamento del


Semanario Judicial de la Federación. El mismo día se aprobó el acuerdo II/88 que
inserta un instructivo para la elaboración de las tesis de jurisprudencia, por primera
vez elaborado. El texto del mismo se incluye a continuación:

Acuerdo Relativo a la aprobación del Instructivo para la Elaboración de


Tesis

Acuerdo del Tribunal en Pleno del día Cuatro de Febrero de Mil


Novecientos Ochenta y Ocho

PRIMERO.- Que de acuerdo con el artículo 195 de la Ley de Amparo, en


relación con los artículos 192 y 193 del mismo ordenamiento, en vigor, se
determina la obligación de publicar la jurisprudencia que establezca la
Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, y la de los
Tribunales Colegiados de Circuito.

SEGUNDO.- Que para dar cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 195


antes mencionado, las tesis jurisprudenciales que se establezcan deberán
remitirse al Semanario Judicial de la Federación.

TERCERO.- Que a fin de procurar uniformidad en la publicación de las tesis


jurispurudenciales, las resoluciones que diluciden las contradicciones de
tesis, las ejecutorias de Amparo y los votos particulares, es necesario fijar
las bases correspondientes.

Por lo tanto, y a fin de dar cumplimiento a los preceptos legales citados en


el considerando primero, se expide el siguiente:

ACUERDO

ÚNICO.- Se aprueba el instructivo para la publicación de las tesis


jurisprudenciales, las resoluciones que diluciden las contradicciones de
tesis, las ejecutorias de amparo y los votos particulares.

INSTRUCTIVO PARA LA PUBLICACIÓN DE LAS TESIS


JURISPRUDENCIALES, LAS RESOLUCIONES QUE DILUCIDEN LAS
CONTRADICCIONES DE TESIS, LAS EJECUTORIAS DE AMPARO Y
LOS VOTOS PARTICULARES

73
1.- Una tesis consiste en la expresión por escrito, en forma abstracta, del
criterio de interpretación de una norma jurídica con el que se resolvió un
caso concreto. Luego, la tesis no es un extracto, una síntesis o un resumen
de la resolución.

2.- La tesis no contendrá en su texto datos concretos (nombres de


personas, cantidades, objetos, etc.) de acrácter eventual, particular o
contingente, sino exclusivamente los de naturaleza general y abstracta. Si
se considera necesario ejemplificar con aspectos particulares del caso
concreto, deberá expresarse, en primer término, la f´romula genérica, y en
segundo lugar, la ejemplificación.

3.- La tesis deberá estar contenida en su integridad en la resolución


correspondiente, y no contener aspectos que, aun cuando se hayan tenido
en cuenta al formular la resolución, no formen parte de ella.

4.- La tesis se redactará con claridad y de modo que pueda ser entendida
cabalmente sin recurrir a la resolución correspondiente, pero no deberá
formularse mediante la simple transcripción de una parte de ésta.

5.- Cada tesis deberá contener un solo criterio de interpretación. Cuando en


una misma resolución se contengan varias interpretaciones, deberá
elaborarse una tesis para cada criterio.

6.- Las tesis de jurisprudencia se redactarán en un solo texto que


comprenda las cinco tesis que la constituyen.

7.- Para facilitar su rápida localización, los títulos o rubros de las tesis se
clasificarán temáticamente. Con frecuencia el enunciado gramaticalmente
natural se sustituye por la inversión de palabras, colocando en primer
término las de rango principal. Por ejemplo, es más propio el rubro
“Divorcio, Abandono del domicilio conyugal como causal de”, que la
expresión “Abandono del domicilio conyugal como causal de divorcio”.
Además, el rubro se integrará no únicamente con la voz principal, sino
también con la diferencia específica del contenido de la tesis. Así, en el
ejemplo anterior no sería suficiente que el título fuera “Divorcio” o “Divorcio,
causales de”.

8. Al pie de cada tesis deben expresarse los datos de identificación del


juicio correspondiente y, de existir, los de sus precedentes; y si se quiere
llamar la atención respecto de una tesis diversa se hará también la
indicación respectiva, de acuerdo con el siguiente ejemplo:

“PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA DE TRABAJO DEL


PRIMER CIRCUITO”.

74
Amparo Directo 1479/80.- Adolfo León Naranjo.-4 de noviembre de 1980.-
Unanimidad de votos.-Ponente: Enrique Mota Aguirre.-Secretario: Eufemio
Zamudio Alemán.

Precedentes:

Séptima Época:

Volúmen 88, Sexta Parte, Pág. 31.

Volúmenes 97-102, Sexta Parte, Pág. 74

Véase:

Tesis de jurisprudencia número 128, Apéndice 1917-1975, Sexta Parte,


Pág. 168

En el supuesto de que se quiera hacer figurar un precedente no publicado,


se agregarán los datos de identificación en forma íntegra. 111

Como se desprende del anterior Instructivo, desde 1988, la Suprema Corte ha


definido a las tesis como criterios abstractos de interpretación de las normas
jurídicas aplicadas a los casos resueltos, que prescinden de los datos concretos
que inspiraron la resolución. Según el Instructivo, las tesis publicadas no guardan
relación con la resolución misma ni con el caso que la produjo, sino constituyen
una abstracción, con pretensiones de interpretación de las normas aplicadas 112,
pero descartan la obligación de resumir las resoluciones de las que se derivan las
tesis de jurisprudencia.

La publicación de las tesis, concebidas en estos términos, varían sustancialmente


los fines del Semanario Judicial de la Federación que, por nombre y objetivos, se
fijaron desde 1870. Esto es, el Instructivo de 1988, descarta la publicación de las
resoluciones de los Tribunales Federales como tales, por resaltar la publicación de
tesis, cuya abstracción y generalidad aspira más a ser una función legislativa,
basada en criterios de interpretación cercanos a las normas que interpretan, en
lugar de criterios interpretativos de las normas cuyo objetivo es resolver un litigio o
controversia, característica de la función jurisdiccional.

En tal virtud, las bases para reportar la jurisprudencia que se adoptaron mediante
este Instructivo cambiaron sustancialmente los objetivos tradicionales del

111
Nótese el reconocimiento en este Instructivo de la existencia de precedentes no publicados, que además
tienen la fuerza de precedente, lo cual ha sido de gran controversia en el Derecho Judicial de los Estados
Unidos, tal como lo mencionamos en un capítulo previo.
112
Al respecto habrá que recordar que la Constitución confiere al Legislador la facultad de interpretar,
modificar o derogar las leyes, sólo mediante el proceso legislativo, según el artículo 72, inciso f).

75
Semanario Judicial de la Federación, que habían sido el reportar los casos y
resoluciones, ofreciendo criterios de interpretación de las normas, pero ligados a
los hechos y circunstancias de cada caso; por ello se reproducían los
considerandos de las sentencias, no sólo de la Suprema Corte sino de los propios
juzgados de distrito.

Complemento de las anteriores regulaciones, se dio en esta época el Acuerdo del


Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre aprobación y
publicación de tesis aprobado el 8 de junio de 1989:

CONSIDERANDO

ÚNICO.- Se considera pertinente establecer reglas mínimas sobre la forma


en que deben aprobarse y publicarse las tesis que resulten de los criterios
contenidos en las resoluciones del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, de las Salas que lo integran y de los Tribunales
Colegiados de Circuito, y, al efecto, se expide el siguiente:

ACUERDO

PRIMERO.- Cuando la resolución de un asunto requiera la de cuestiones


previas (competencia, procedencia del recurso, sobreseimiento, etc.) si la
votación es mayoritaria, debe entenderse que la decisión del Tribunal obliga
a todos los ministros, aún a los que votaron en contra, quienes, en su caso,
deberán votar sobre las cuestiones posteriores. Lo anterior, sin perjuicio de
que los ministros formulen voto particular o expresen las aclaraciones o
salvedades que estimen pertinentes.

Tanto en el engrose de la resolución como al pie de la tesis


correspondiente, se harán constar los resultados de todas y cada una de
las votaciones efectuadas así como las aclaraciones y salvedades
expresadas.

SEGUNDO.- Cuando en un proyecto de resolución se propongan criterios


sobre temas que no afecten de manera directa los resolutivos por no
trascender a ellos, los ministros podrán hacer, sobre el particular,
salvedades al amitir su voto, las cuales se harán constar al pie del engrose
correspondiente.

TERCERO.- Al pie de las tesis se pondrán las votaciones, aclaraciones y


salvedades, tal como aparezcan al pie del angrose, en la inteligencia de
que los secretarios de Estudio y Cuenta respecvtivos y el de Acuerdos,
serán responsables de que el propio engrose se haga correctamente.

CUARTO.- La aprobación de una tesis supone la aceptación de que ésta


coincide con el criterio sustentado en la correspondiente resolución, sin que
implique, para los ministros disidentes, conformidad con dicho criterio.

76
QUINTO.- El presente acuerdo será aplicable, en lo conducente y
respetando sus sistemas de organización interna, a las Salas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y a los Tribunales Colegiados de
Circuito.

SEXTO.- Este acuerdo deberá comunicarse a todos los Tribunales


Colegiados de Circuito y publicarse en todos los números de la Gaceta del
Semanario Judicial de la Federación y del propio semanario.

TRANSITORIO ÚNICO.- El presente acuerdo entrará en vigor, para la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, al día siguiente de su aprobación
y, para los Tribunales Colegiados de Circuito, al día siguiente de aquél al en
que sea de su conocimiento.

Novena Época

La actual época comienza a reportar los precedentes a partir de marzo de 1995,


fijando un método para citar la jurisprudencia y diferenciarla de las tesis aisladas.
Para ello, describe en la advertencia del primer tomo que las tesis firmes de
jurisprudencia se describirán por números arábigos consecutivos, precedidos por
la letra “J” de Jurisprudencia, y los últimos dígitos del año en que se aprobaron,
mientras que las tesis aisladas utilizarán números romanos, complementados
también por los últimos dígitos del año en que fuesen aprobadas.

Si se trata de tesis de la Primera o Segunda Sala de la Suprema Corte, el número


de la Sala correspondiente iniciará la cita del registro de la tesis. En caso de que
fuera del Tribunal Pleno, se iniciará con “P”.

Tratándose de los Tribunales Colegiados las mismas reglas se seguirán,


iniciándose con el número del circuito en números romanos, así como el número
arábigo que identifique al tribunal dentro del circuito.

No obstante las bases sentadas en el Instructivo de la Octava Época, las tesis son
frecuentemente seguidas por la reproducción de los considerandos de los casos
que resolvieron el carácter de jurisprudencia, o resolvieron una contradicción de
tesis.

Los índices más comunes en esta época se dividen en las siguientes secciones:

1. De tesis de Jurisprudencia de Pleno y Salas. Identificadas con clave,


número de tesis y página del Semanario donde se encuentra publicada.
2. Tabla temática de tesis de jurisprudencia. Clasificadas igualemente con una
clave, número de tesis y página

77
3. Onomástico de Tesis de Jurisprudencia. Clasificadas con el número de
expediente, fecha de resolución y página del Semanario donde se
encuentra publicada.
4. Ejecutorias de Pleno y Salas que integran jurisprudencia.
5. De tesis aisladas de Pleno y Salas.
6. Tabla temática de tesis aisladas de Pleno y Salas
7. Onomástico de tesis aisladas de Pleno y Salas
8. De tesis de jurisprudencia de Tribunales Colegiados de Circuito
9. Tabla temática de tesis de jurisprudencia de Tribunales Colegiados de
Circuito
10. Onomástico de tesis de jurisprudencia de Tribunales Colegiados de Circuito
11. De ejecutorias de Tribunales Colegiados de Circuito que integran
jurisprudencia. Incluyen el nombre del Magistrado Ponente
12. De acuerdos del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia
13. General.

Capítulo Octavo

Opinión sobre la Jurisprudencia como función


interpretativa

78
Dos paradigmas en la encrucijada de México

México es un país de derecho codificado que cuenta con tradiciones jurídicas


encontradas, pues sus principios constitucionales lo dirigen hacia la doctrina más
tradicional de la supremacía de la ley y el legislador, a pesar de que no existe una
carrera parlamentaria; sin embargo, por otra parte, sus instituciones del control
constitucional lo han tomado hacia rumbos donde la interpretación judicial es
creación del Derecho, como en los países anglosajones, donde los jueces no
requieren de facultades expresamente otorgadas mediante ley.

Ni uno ni otro paradigma es realidad plena en nuestro país y ante el comienzo del
siglo XXI, estamos en una encrucijada, que se concentra en el problema del
denominado efecto Otero de relatividad de las sentencias, ante juicios de amparo
contra leyes. Si aceptamos que los jueces puedan declarar con efectos generales
la anulación de las leyes consideradas como inconstitucionales estaremos
negando la tradición del principio de autoridad formal de la ley, consagrada en el
artículo 72, inciso f), de la Constitución, que proviene desde la Constitución de
Cádiz de 1812 y que se repite en la mayoría de las Constituciones estatales, de
donde la interpretación, modificación o reforma de las leyes sólo pueden lograrse
siguiendo el mismo proceso que para su formación; es decir, siguiendo el proceso
legislativo.

De la misma manera, si negamos al juez constitucional mexicano la facultad para


decidir en el curso de un procedimiento de protección de garantías individuales, la
facultad para declarar las leyes inconstitucionales, conformándonos con los
efectos individualizados a las partes en contienda, también se transgrede el
principio constitucional de igualdad ante la ley, pues la anulación de la ley sólo
beneficia a las partes.

Aún más, el choque de estos paradigmas es más grave, pues el legislador


mexicano no ejerce ninguna función relacionada con el control constitucional de la
manera en que se plantea a través de una controversia y los jueces, por su parte,
tampoco lo hacen en la inmensa mayoría, sino que discretamente se ha
concentrado en los Tribunales Colegiados y, en ultima instancia, en la Suprema
Corte de Justicia la garantía de vigilar el cumplimiento de la Constitución.

De ello resulta que los vicios de inconstitucionalidad de las leyes sean objeto de
resoluciones de los más altos tribunales del país, de acceso restringido para
aquellas personas que tienen los medios suficientes para hacer valer sus
derechos a tan alta escala; aunque habiendo consumado estos supuestos, los
efectos de las resoluciones favorables sólo benefician a esa élite de ciudadanos,
pues el legislador no participa en nada para solucionar los vicios de la ley. De tal
suerte, que es intrascendente el control constitucional de las leyes y cualquier
deseo por hacer prevalecer el principio de división de poderes es impotente ante la
soberanía legislativa.

79
De cualquier manera, la jurisprudencia del Poder Judicial Federal, válida a partir
de 1917, tiene ante sí una inmensa tarea por interpretar la Constitución. Su único
efecto es obligar a los tribunales, por lo que sólo aquellos que promueven un juicio
de amparo se ven beneficiados por una tesis jurisprudencial. Las autoridades
administrativas que son contra quienes se promueven esos amparos no se les
perturba en sus decisiones para el resto de la población y continúan aplicando una
ley inconstitucional, a pesar de haber sido declarada como tal por la tesis más
reiterada que se pueda encontrar del más alto tribunal.

Aunque la etapa histórica de la jurisprudencia tiene gran valor argumentativo, no


obliga más que a los tribunales, pero a ninguna otra autoridad más que por la
fuerza de su persuasión. Sin embargo, habrá que reconocer que el entendimiento
de las tesis históricas, anteriores a 1917, es mayor, tanto en los datos y hechos
que rodean a las ejecutorias, como a los argumentos que contienen; lo cual
contrasta con las ulteriores épocas. Asímismo, nuestra Constitución es, como ya lo
mencionamos, una serie de refrormas a la Constitución de 1857, por lo que habrá
que conceder mayor relevancia a las ejecutorias de esas épocas del Semanario.

Un ejemplo de lo anterior resulta la manera en que se citan las tesis aisladas o


firmes de jurisprudencia: tomos, volúmenes, partes, apéndices, gacetas y cuanta
subdivisión es imaginable, que difiere de época en época la forma en que se
reconoce la jurisprudencia; recibiendo las mismas tesis, distintos números
conforme la época en que se citan y acumulan.

Estos problemas que agobian a la Justicia Federal no se repiten en los Estados,


porque ni siquiera se publican todas las sentencias de los tribunales locales o no
se reconoce su carácter de precedentes, aunque sea sólo obligatorios para los
jueces locales.

Con este panorama, ¿Podemos enfrentar verdaderamente el dilema de un efectivo


control constitucional?. ¿Quién debe interpretar la Constitución y las leyes?. Los
jueces federales cuya eficacia es limitada a las partes en conflicto, y lo mismo se
puede decir respecto de los jueces locales y jueces administrativos; pues aunque
se conciba la declaración general de inconstitucionalidad, después de las
modalidades y requisitos que seguramente estaría sometida, la autoridad judicial
actuaría sólo a petición de parte y después de un procedimiento formal, cargado
de requisitos.

En México si se cumplió el aserto de El Federalista número 78:

El Poder Judicial, por el contrario, no tiene influencia sobre la espada o la


bolsa, no cuenta con ninguna dirección sobre la fuerza o riqueza de la
sociedad, y no puede tomar resolución activa de ninguna naturaleza. Puede

80
verdaderamente afirmarse que no tiene ni fuerza ni voluntad, sino sólo
juicio.113

No obstante, en los Estados Unidos se aceptó desde un principio, por la tradición


anglosajona, que los jueces pudiesen invalidar las leyes inconstitucionales, pues
“los tribunales deben ser considerados como los baluartes establecidos por una
Constitución limitativa contra los excesos legislativos”114, pero implícito en esta
facultad, está el principio de que “todo acto de una autoridad delegada, contrario al
tenor de la comisión que la encarga, es nulo. De tal manera, ningún acto
legislativo contrario a la Constitución, puede ser válido”. 115 Ya que los legisladores
como representantes del pueblo soberano, no puede exceder los mandatos de sus
representados, la intención del pueblo establecida en la Constitución, debe
prevalecer sobre la de sus agentes.116

James Madison, el forjador de la Constitución de los Estados Unidos y coautor de


El Federalista, abonando en un argumento similar llegó a una conclusión distinta,
cuando la política partidista en que se vió envuelto contra John Adams, por la
expedición de cuatro leyes sobre extranjería y sedición en 1798, lo obligó a
emprender un precedente legislativo junto con Thomas Jefferson, de la mayor
importancia para nuestro trabajo, pues representan los orígenes del segundo
paradigma.

En esa época, los Estados Unidos estuvieron al borde de declarar la guerra con
Francia, por lo que el Presidente Adams había suspendido el comercio entre
ambos países, mediante decreto del 13 de junio de 1798 y el 25 de junio del
mismo año, había expedido una ley que autorizaba la defensa y agresión por parte
de cualquier bote de los Estados Unidos contra los barcos franceses; pero el
principal problema lo constituyeron las cuatro leyes que fueron destinadas a
hostilizar y reprimir a los extranjeros residentes en los Estados Unidos. Esta
actitud es un problema crónico que sufre ese país, pues los mismos parámetros se
pueden distinguir en la reacción contra los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Dichas leyes fueron las siguientes:

1. Ley de Naturalización, expedida el 18 de junio de 1798, por la cual se


incrementó desproporcionadamente el tiempo de estancia previo para optar
por la ciudadanía norteamericana: 14 años en lugar de los cinco que antes
se acostumbraba requerir.
2. Ley de Extranjería, del 25 de junio de dicho año, autorizando al Presidente
a expulsar del país a extranjeros “peligrosos para la paz y la seguridad de
los Estados Unidos”, aún en tiempo de paz.
113
Esta contribución fue escrita por Alexander Hamilton. James Madison el coautor de esta obra sostendría
una tesis contraria en cuanto a la revisión judicial. The Federalist Papers. Introducción de Clinton Rossiter.
The New American Library of World Literature. 1961. p. 465
114
Hamilton. Op. Cit. p. 469
115
Idem. p. 467.
116
Ibidem.

81
3. Ley de extranjeros hostiles, del 6 de julio, autorizando el arresto y la
deportación de cualquier extranjero nacional de cualquier país hostil a los
Estados Unidos, y
4. Ley de Sedición, aprobada el 14 de julio, consideraba como traición la
publicación de cualquier escrito “falso, escandaloso y malicioso”. En virtud
de esta ley particularmente, 25 extranjeros fueron reprimidos y varios
periódicos fueron cerrados. Ni siquiera el nieto de Benjamín Franklin
escapó a su temible aplicación, Benjamín Franklin Bache, editor del
periódico de Filadelfia, Aurora, fue obligado a cerrar y fue multado.

Por supuesto, la aplicación de estas leyes fue selectiva y aplicada rigurosamente


contra los simpatizantes extranjeros del partido republicano lidereado por
Jefferson y Madison, los cuales, algunos eran extranjeros de origen francés, inglés
e irlandés. Son dignos de mencionarse a Matthew Lyon, irlandés, quien se atrevió
a criticar la suntuosidad de la vida pública del Presidente Adams, Thomas Cooper,
británico, quien criticó seriamente a Adams por haber permitido la extradición de
un ciudadano de los Estados Unidos para ser colgado en Jamaica por autoridades
inglesas y James Thompson Callender, escocés, quien escribió un libro crítico
sobre la administración de Adams.

El Vicepresidente Jefferson protestó en ese mismo año contra estas leyes


federales ante la Legislatura de Kentucky y promovió una declaración en el sentido
de que dichas leyes federales constituían una infracción a la Constitución, ya que
correspondía a los Estados determinar los delitos en esas materias, así como
importaban la violación de la libertad de expresión e imprenta, consagrada en la
Primer Enmienda a la Constitución, por lo que deberían considerarse nulas y sin
vigencia (void and of no force).

Aunque formalmente correspondió a la Legislatura del Estado de Kentucky, a


través del proyecto de John Breckendrige, el aprobar una “Resolución” con estas
conclusiones, las ideas no dejan de ser atribuibles a Jefferson, según versiones
desde 1821. En ella se refiere que la Unión federal es un pacto entre Estados, por
lo que debía entenderse que los poderes ejercidos por la Federación, lo eran por
delegación de los Estados, que mantienen su derecho a autogobernarse, siendo la
Constitución la medida de todos los poderes.

La visión de la Legislatura fue que la regulación de los extranjeros era


competencia de los Estados, pero además, que las leyes federales al facultar al
Presidente para detener, multar y deportar extranjeros a discreción, ello importaba
una violación a los derechos humanos y a la Constitución, ya que se violentaba el
debido proceso legal y el Estado de Derecho, al otorgarle al Presidente tan amplia
discrecionalidad en las personas y posesiones de los extranjeros, sin la formalidad
de un juicio.

Pero la consecuencia más importante de esta Resolución expedida el 16 de


noviembre de 1798 por Kentucky, fueron sus efectos, cuando una ley federal
sobrepasa los límites de la Constitución:

82
La anulación de la ley es el correctivo apropiado, pues cada Estado tiene un
derecho natural contra casos fuera de la Constitución, para anular por su
propia autoridad, todos los excesos de poder arrogados por otras
autoridades fuera de sus límites (...)
(La Legislatura) declara sin lugar a dudas su fidelidad a la Unión, y a su
Pacto, que es concordante con su intención real y notoria, y será la última
en buscar su disolución. (...)
Que el gobierno general sea el juez exclusivo de los poderes a él
delegados, constituye poco menos que despotismo; dado que la
discrecionalidad de los que administran al gobierno, y no a la Constitución,
será la medida de sus poderes. Que los diversos Estados que formaron
este Instrumento, al ser soberanos e independientes, poseen el derecho
incuestionable para juzgar sobre sus infracciones, y que la anulabilidad por
parte de esas soberanías de toda ley no autorizada hecha contra la
Constitución, es el remedio adecuado.117

Lo mismo hizo James Madison ante la Legislatura de Virginia, la cual hizo formal
declaración el 24 de diciembre de 1798. El texto dice lo siguiente:

Que esta Asamblea declara de la manera más solemne una estrecha


fidelidad hacia la Unión de Estados (...)
Que considera a los poderes del gobierno federal como resultado del Pacto
en el cual, los Estados son parte. 118

En virtud de que las leyes federales limitaban seriamente la libertad de expresión,


de los nacionales y extranjeros, quienes gozan de los mismos derechos, según
aseveraba Madison; estas leyes resultaban inconstitucionales. En una frase que
habría que recordársele a la Suprema Corte de los Estados Unidos en la
actualidad, Madison aseveró posteriormente:

Todavía se dice que los extranjeros, al no ser parte de la Constitución, los


derechos y privilegios que ésta garantiza, no pueden ser exigidos por ellos.
Contra este argumento se puede decir también, que aunque los extranjeros
no sean partes en la Constitución, no se concluye que la Constitución haya
otorgado al Congreso un poder absoluto sobre ellos. Las partes de la
Constitución pudieron haber otorgado, o retenido, o modificado la autoridad
sobre los extranjeros, sin tomar en cuenta su condición particular.119

117
Vid. The Kentucky Resolutions of 1798. http://www.constitution.org/cons/kent1798.htm
118
Vid. The Avalon Project at Yale Law School. Virginia Resolution: 1798.
http://www.yale.edu/lawweb/avalon/virres.htm
119
James Madison. “Report on the Alien and Sedition Acts” (1800). Madison Writings. The Library of
America. 1999. p. 624

83
De haber prosperado dichas declaraciones, los Estados Unidos hubieran
incursionado igualmente en el control político de la constitucionalidad de las leyes,
tal como se hizo en México.120 Particularmente, llama la atención el Reporte que
prepararía Madison a la Asamblea de Virginia, donde alerta sobre los
inconvenientes de la revisión judicial:

Pero se objeta (a mi propuesta) que la autoridad judicial debe ser


considerada como el único y definitivo expositor de la Constitución (...)
Sobre esta objeción debe ser observado primero que puede haber
instancias de usurpación de poder, a las cuales la Constitución nunca
atraería al control del poder judicial; segundo que si la resolución del judicial
pueda ser elevada por encima de la autoridad de las partes soberanas de la
Constitución, las decisiones de los otros poderes, no conformes con la
Constitución y llevadas ante el judicial, debieran ser igualmente autónomas
y definitivas ante esos poderes (...) La conclusión supone que los poderes
peligrosos no delegados, pueden ser no sólo usurpados o ejecutados por
otros poderes, sino que el poder judicial puede también ejercer o sancionar
poderes peligrosos más allá del texto de la Constitución; y por lo tanto, el
derecho final de las partes de la Constitución (los Estados), para juzgar si el
Pacto ha sido violado gravemente, debe extenderse a las violaciones
cometidas por una autoridad delegada, así como a otra; tanto por el judicial,
como por el Ejecutivo, o la Legislatura.

Sin embargo, verdadero como es que el poder judicial sea en todas las
cuestiones sometidas a él, mediante las formas establecidas en la
Constitución, para decidir en ultima instancia, esta instancia debe
necesariamente ser considerada la última en relación a las autoridades de
los otros poderes de gobierno; y no en relación a los derechos de las partes
del Pacto constitucional, de los cuales, el judicial al igual que los otros
poderes cuentan con poderes delegados. De otra manera, la delegación del
poder judicial, anularía a la autoridad que le delega (...)121

Con estos contundentes argumentos, incapaces de violentar la lógica del propio


número 78 de El Federalista, se propuso la teoría de la anulación en los Estados
Unidos que se encaminó hacia el separatismo y la secesión.

En consecuencia, Madison expone en su Reporte con dos argumentos: 1º. Que la


usurpación de poderes constitucionales por el gobierno federal no siempre puede
ser revisada por el Poder Judicial, pues como el Ministro y comentarista

120
Al respecto, Lucio Cabrera y Hector Fix Zamudio escribieron: “El punto de partida en este estudio es el
principio de que no bastan las meras declaraciones de derechos del hombre, declaraciones teóricas que pueden
quedar en el papel. Se necesitan medios prácticos y efectivos para proteger estos derechos. En los Estados
Unidos se ha considerado siempre, que son los procedimientos judiciales los medios adecuados para la
defensa de esos derechos de la persona humana; y en América Latina hemos seguido fundamentalmente ese
sistema de protección judicial, aunque histórica y ocasionalmente han existido otros procedimientos de
protección constitucional”. “Prólogo”. En J. A. C. Grant. Op. Cit. p. 8
121
Madison. Op. Cit .p. 613-614

84
constitucional Joseph Story explicaría en su obra (1833), cada poder es un
intérprete de la Constitución al ejercer sus funciones; de esta manera, el Poder
Legislativo interpreta la Constitución al expedir leyes y decretos reglamentarios.
Esta vision la sostuvo Andres Serra Rojas como senador de la Republica el 28 de
diciembre de 1964 con motivo de una resolución sobre ratificación de
nombramientos del Ejercito y la Armada; y 2º. Que siendo el poder judicial parte
del gobierno federal, no está exento de sobrepasar sus propias facultades, por lo
que el intérprete final en esta materia deben ser los Estados, aquellos que son
partes fundantes del Pacto Federal; pues si bien el Poder Judicial es el supremo
intérprete de la Constitución, lo es, según Madison, respecto de los demás
poderes de la Union, pero no respecto de los Estados partes del Pacto Federal, ya
que para esos efectos, el Poder Judicial Federal es una parte del gobierno con
poderes delegados. En este punto, Story mostraría su desacuerdo y propondría
que fuera el propio pueblo quien decidiera la infraccion constitucional mediante su
voto en las elecciones y el cambio de representantes en el Congreso, o mediante
el juicio político al Presidente o a los jueces federales infractores.

Sin embargo, aunque la teoría resultaba impecable, al determinar que siendo el


poder judicial, un órgano de gobierno también federal, que no podía ser juez y
parte en el juzgamiento de una ley federal, cuando rompiese con los principios de
competencia en el pacto entre la Federación y los Estados; según dicho pacto o
Constitución, al ser parte de la delegación de los Estados hacia la Unión, sólo las
partes fundantes, los Estados, estaban capacitados para juzgar cuándo la
Federación se hubiese excedido con la expedición de una ley, más allá y por
encima de cualquier resolución del poder judicial federal, pues dicho poder
también es creación de los Estados en la Constitución.

Históricamente en México, aunque las provincias no tuvieron la autonomía que


tuvieron en los Estados Unidos, puede afirmarse que con la Constitución de Cádiz,
las diputaciones provinciales ejercieron libertad para su autogobierno, y fueron
dichas diputaciones precisamente las que formaron o forzaron, para ser más
preciso, la creación del sistema federal y la aprobación de una Constitución
Federal. Por tales motivos, puede concluirse que también en México, como en los
Estados Unidos, el pacto federal del Anáhuac, fue formalizado por una delegación
de facultades de las diputaciones provinciales.

Los límites en la tradición del paradigma político

El significado original del control constitucional mexicano tuvo sus origenes en el


control político, organizado a traves de procedimientos constitucionales, ejercido
por el propio Congreso de la Union o por derivaciones de él, como lo fue el
Consejo de Gobierno. Como ejemplo, encontramos el articulo 165 de la
Constitución de 1824, el cual confio en el Congreso de la Union la facultad de

85
resolver cualquier duda sobre el significado de la Constitución, asi como de juzgar
a cualquier funcionario que infringiera la Constitución, mediante el juicio político,
después de haber sido investigado por el Consejo de Gobierno, que estaba
integrado por un senador de cada Estado, según lo prescribia el articulo 116,
fraccion I de la misma Constitución. De la misma manera, la Constitución de 1824
otorgaba exclusiva competencia a las Legislaturas de los Estados para hacer
observaciones y plantear reformas a la Constitución, en el articulo 166.

El papel que jugaba el Congreso de la Union en el control constitucional se ha


perdido en las subsecuentes versiones de la Constitución Mexicana, aunque
todavía aparece facultado para interpretar genéricamente la ley en el inciso f) del
articulo 72 de la Constitución, asi como interpretar la Constitución mediante el
procedimiento del juicio político previsto en el Titulo Cuarto, y por supuesto,
reglamentar la Constitución a traves de la expedición de las leyes secundarias
pertinentes, establecidas expresamente en el articulo 73 y en otras partes de
nuestra Ley Fundamental.

De la misma manera, las Legislaturas de las entidades federativas han perdido su


vigor y presencia en la formación de la voluntad federal, pues en la original
Constitución de 1824, estas se encargaban con exclusividad, no solo las reformas
al texto de la Constitucion Federal, sino de elegir a los dos candidatos a la
Presidencia de la Republica (Articulo 79), elegir a los senadores de la Republica
(Articulo 33), elegir a los Ministros de la Suprema Corte y al Procurador General
de la Republica (Articulo 127) y presentar iniciativas de leyes y decretos de la
Federación al Congreso de la Union (Articulo 52 fraccion II).

Ademas de las progresivas reformas constitucionales que desde 1921 se han


emprendido sin tregua en nuestro pais, para ampliar y facilitar las expansivas
facultades del Poder Ejecutivo Federal, las asambleas legislativas, tanto la federal
como las estatales, se han visto disminuidas en sus capacidades políticas para
representar a la población, con la prohibición de reelección inmediata, lo cual ha
repercutido en la dificultad para construir carreras parlamentarias, y de la
integración profesional, independiente y responsable de los Congresos Mexicanos.

Con los anteriores inconvenientes a cuestas de las asambleas legislativas,


pareciera que la vida democratica del pais, que desde 1963 se ha ido perfilando
con formas de representación política más reales, para perfeccionar la
composición de los poderes legislativos, y donde la pluralidad ha dado muestras
más palpables de esta democracia, al contar en México con una mayoria de
gobiernos divididos, donde el titular del Poder Ejecutivo es de un partido político,
mientras que la mayoria de su respectivo Congreso corresponde a la oposición de
dicho partido. Pareciera incongruente que a pesar de los avances democráticos,
ocurridos en los Poderes Legislativos, sea en donde menos facultades se ejercen,
comenzando por el control constitucional.

En contraste, el control jurisdiccional se ha consolidado en un largo proceso de


más de 150 años. Fue, en consecuencia, el segundo de los medios de control

86
empleados para vigilar y aplicar la Constitución contra las leyes y actos que fueran
contrarios. La funcion jurisdiccional en un pais de Derecho Codificado posee
ciertas restricciones que lo limitan frente a los paises que fueron sus modelos en el
establecimiento de la denominada revisión judicial y que se concretó en nuestro
juicio de amparo. Los supuestos de la legitimación procesal reducen grandemente
a esta funcion judicial en el acceso de los intereses difusos o colectivos, cuyo
daño no sea personal ni directo; y los efectos de las sentencias son siempre inter-
partes , por lo que no son efectivas tratándose de leyes inconstitucionales, ya que
se refieren solo a las partes en cuestion.

Crear un control jurisdiccional de la Constitución, al estilo de los paises del


Common Law no ha sido posible en las reformas pasadas del poder judicial, ni en
las que se plantean a partir del proyecto del año 2000, de una nueva Ley de
Amparo, donde se contempla una declaratoria general de inconstitucionalidad y de
interpretación conforme; la cual por cierto no beneficia a las partes involucradas en
los tres precedentes necesarios para provocarla. Lo anterior demuestra que las
soluciones jurisprudenciales deben ser combinadas con soluciones legislativas, tal
como lo sugirió en su disertación doctoral el Magistrado Ricardo Ojeda Bohórquez.

Aún con la avanzada reforma constitucional de 1994, la controversia constitucional


requiere de una votación calificada para tener efectos generales, lo cual
demuestra la complejidad de nuestro sistema para reconocer la capacidad de la
funcion judicial para acordar resoluciones con efectos erga omnes. En contraste,
la Constitución Mexicana todavía preve la capacidad del Congreso para interpretar
leyes.

Si bien Mariano Otero fue el promotor del amparo en el ámbito federal y sus
postulados están vigentes, de acuerdo al célebre articulo 25 del Acta de Reformas
(1847), en la historia de las instituciones jurídicas ha pasado desapercibida la
aportación de Otero en materia de inconstitucionalidad de leyes, pues si bien
recoge la relatividad de las sentencias de amparo contra actos del Poder
Legislativo, parece dudoso que el sentido original del amparo hubiese sido contra
todo tipo de leyes o decretos de los poderes legislativos, sino que, en nuestra
opinión, solo se refirió a aquellos que contuvieran un contenido administrativo e
individualizado.

Efectivamente, Otero plasmó en los articulos 22 y 23 del Acta de Reformas los


medios legislativos para anular leyes inconstitucionales, en sus dos vertientes:
leyes federales y leyes estatales. Para las leyes locales estableció en el articulo 22
claramente: “Toda ley de los Estados que ataque la Constitución o las leyes
generales, será declarada nula por el Congreso, pero esta declaración solo podrá
ser iniciada en la Camara de Senadores”. Mientras que en el articulo 23
estableció: “Si dentro de un mes de publicada una ley del Congreso General fuera
reclamada como anticonstitucional, o por el Presidente, de acuerdo con su
Ministerio, o por 10 diputados, o 6 senadores, o 3 Legislaturas, la Suprema Corte
ante la que se hará el reclamo, someterá la ley al examen de las Legislaturas, las
que dentro de tres meses, y precisamente en un mismo dia, darán su voto”.

87
Si estos dos articulos establecieron claramente dos tipos de reclamos ante las
asambleas legislativas, para juzgar de la inconstitucionalidad de las leyes, ¿Qué
sentido tiene el articulo 25 del Acta, facultando a los tribunales federales para
proteger a cualquier habitante de la Republica en el ejercicio de sus derechos,
contra todo ataque del Poder Legislativo?. Nuestra respuesta es que Otero no se
equivocó como la doctrina moderna repite, instaurando el juicio de amparo como
el medio idóneo contra las leyes inconstitucionales, o anticonstitucionales como
Otero lo refería, sino que el amparo procedía, en el Acta de Reformas, sólo contra
leyes, decretos o resoluciones de los Poderes Legislativos que tuvieran un
contenido individualizado, como eran los decretos sobre pensiones, contratos de
obra pública, concesiones, patentes de invención, derechos de autor, revalidación
de estudios y títulos, asi como otros de contenido administrativo, pero formalmente
legislativos.

Estos decretos y leyes individualizados fueron comunes durante el siglo XIX,


donde las facultades del Congreso eran amplias y su supervisión sobre los actos
del Poder Ejecutivo normales. Al respecto habria que recordar que el Consejo de
Gobierno bajo la Constitución de 1824 se componia de senadores, pero sus
funciones eran fundamentalmente administrativas, aprobando los actos de mayor
importancia del Ejecutivo. La Constitución de 1857 amplió estas facultades
administrativas de los Congresos y generó la critica de autores como Daniel Cosío
Villegas, quien explicó el rezago legislativo del Congreso de la Unión y la
morosidad para expedir los códigos necesarios para el país, por preferir ejercer
con prioridad múltiples funciones administrativas.

Estos dos artículos del Acta de Reformas que estuvieron vigentes durante el
azaroso período de diez años, de 1847 a 1857, con un intervalo durante la última
dictadura de Antonio López de Santa Anna de 1853 a 1855, seguramente se
aplicaron en nuestro pais de manera errática, pero lo importante es que reflejan el
verdadero pensamiento de Otero respecto al control constitucional y a las leyes
contrarias a la Constitución. No era el amparo, como control jurisdiccional, el
encargado de enfrentar las leyes inconstitucionales, sino era el reclamo ante las
Legislaturas, el encargado de resolver la condición de las leyes, con la derogación
o abrogación de la norma inconstitucional, pero de evidentes efectos generales,
siguiendo un procedimiento legislativo y no jurisdiccional.

El principio de que las leyes no pueden ser derogadas o reformadas mas que por
otras leyes, es uno de los principios fundamentales del Derecho Codificado de
nuestro pais. Proviene desde la Constitución de Cadiz, en cuyo articulo 153 se
establecio: “Las leyes se derogan con las mismas formalidades y por los mismos
tramites que se establezcan”; y que se repite en todas las subsecuentes
Constituciones, ya mexicanas, hasta la vigente, según veremos a continuación. De
esta manera, la regla de la revisión judicial de que una resolución de esta
naturaleza puede derogar una ley es incongruente, aunque dicha derogación esté
legitimada por la inconstitucionalidad de la ley. También es incongruente con el
legado de Otero, el cual previó en los articulo 22 y 23 del Acta de Reformas

88
diversos reclamos legislativos, no jurisdiccionales, para derogar la ley
inconstitucional, y no sólo para suspenderla en el caso concreto de un juicio de
amparo.

En el sistema de Derecho Civil o Codificado, la ley es interpretada primariamente


por el mismo legislador, tal como la antigua Constitución de Cadiz lo estableció y
la Constitución actual lo repite; a saber: Los Congresos son los intérpretes de la
ley. La jurisprudencia, como interpretación de la Constitución, está sometida a las
modalidades que la ley le determine y, en la actualidad, la interpretación
constitucional o legal que lleva a cabo el Poder Judicial Federal está constreñida a
una observancia de los propios tribunales, sin extenderse en sus efectos a las
demás autoridades. Al respecto, la lectura del articulo 14 constitucional es
significativa cuando establece en su último párrafo que en los juicios del orden
civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la letra o a la interpretación
jurídica de la ley y, a falta de ésta, se fundará en los principios generales del
Derecho.

Claramente, la interpretación jurídica es limitada y, desde el principio de la


jurisprudencia, la Suprema Corte ha definido que no puede obrar como cuerpo
legislativo, sino tan sólo como intérprete, sin despegarse de los principios
generales que la propia legislación mantiene (Semanario Judicial de la
Federación. 5ª. Epoca. Tomo LVI. p. 1351). Con esta tradición a cuestas, ¿Cómo
es posible que unas decisiones del Poder Judicial Federal puedan anular y dejar
sin vigencia las leyes que considere inconstitucionales?. Para ello, habria que
emprender una gran reforma constitucional y no solo reformar la Ley de Amparo.

De esta manera resulta pertinente analizar, sin detrimento de los avances que en
la administración de justicia se tomen, la posibilidad de implementar un control
legislativo de la constitucionalidad, rescatando el pensamiento genuino de Mariano
Otero.

Habíamos manifestado que el poder legislativo cuenta igualmente con la


capacidad de interpretar, tanto la Constitución como las leyes, con mayor
investidura y tradición que el propio poder judicial, ya que nuestro sistema se basa
en principios donde el legislador es el autentico interprete. Ya Otero, fiel a esta
tradición legal, propia del Derecho Codificado, contempló como funcion de las
asambleas legislativas del pais, la importante de analizar y decidir sobre la
constitucionalidad de las leyes, para declararlas en consecuencia, con efectos
generales.

Aún en un pais de tradición anglosajona, con énfasis en la creación judicial del


Derecho, Madison se pregunta si la facultad de apreciar las violaciones al Pacto
Federal por las Legislaturas de los Estados, no pondría en peligro la facultad del
Poder Judicial de ser el único expositor de la interpretación constitucional.

De cualquier manera, para los efectos de este trabajo, ambos puntos de vista
contradictorios nos muestran que los fundadores del control constitucional tanto en

89
Estados Unidos, a traves de Madison y Story, como en México, con Otero, no
descartaron el control político de la constitucionalidad ejercido por el proceso
electoral a través del órgano representativo por antonomasia que lo es la
asamblea legislativa, tanto federal como estatal.

Las anteriores consideraciones no son una mera especulación historica, sino que
nos muestran una intencionalidad que hemos tergiversado con el paso del tiempo,
asumiendo que México es idéntico a los Estados Unidos y que a pesar de no
contar con una tradición inmemorial de interpretacion judicial amplia y radical, nos
hemos circunscrito al juicio de amparo como único medio para el control
constitucional, aunque ahora complementado con la controversia constitucional y
la acción de inconstitucionalidad; olvidando así que nuestra tradición de derecho
codificado nos obliga a considerar otros medios, igual de eficaces, como lo es la
teoria de la anulación de las leyes por las asambleas legislativas. La interpretación
jurídica reconocida por el articulo 14 constitucional fue una innovación en la
Constitución de 1917, pero sigue atada a la letra de la ley y a los principios
generales del Derecho previstos en la misma ley; de tal manera, que el legislador
sigue siendo constitucionalmente el intérprete de la norma, tal como esta previsto
en las Constituciones Mexicanas desde sus orígenes. La misma jurisprudencia
reconocida en la Constitución está sujeta a las modalidades que la ley le consigne.

Por ello, resulta oportuno considerar que además del desarrollo que pueda tomar
el juicio de amparo, México requiere de un cambio estructural para poder
reconocer las amplias facultades de anulación que el stare decisis o la fuerza del
precedente, cobra en los paises del Common Law, por lo que resulta mas natural y
oportuno para nuestro pais volver a sus raices de Derecho Civil, y desarrollar una
nueva teoria de la anulación de leyes, de la manera en que Otero la plasmó en el
Acta de Reformas, fortaleciendo asi a los Poderes Legislativos, simiente de
nuestra democracia. El fortalecimiento de las Asambleas Legislativas es por igual
el fortalecimiento de los procesos electorales, característica que no poseen los
Poderes Judiciales.

La pluralidad ha hecho madurar a los Congresos y su integración se encuentra


cada vez más capacitada para decidir las graves cuestiones que implican los
problemas de constitucionalidad. Si no tenemos confianza en las Asambleas
Legislativas de nuestro pais, ¿Cómo es que les confiamos el proceso de reforma
constitucional?, ¿Cómo les encargamos el procedimiento de responsabilidad
política por infracciones a la Constitución?, ¿Cómo por fin les confiamos la
ratificación de los Ministros y Magistrados de la Nación?.

Las criticas que sufrieron las ideas de Madison en los Estados Unidos por conducir
a la secesión de los Estados, fueron disipadas con su actuación como Presidente
de ese país, asi como por la negociación de Henry Clay en el Congreso Federal
frente a la anulación de las tarifas decretada por la Legislatura de Carolina del Sur
en 1833.

90
Otero superó la versión de Madison, pues en lugar de reconocer que un Estado,
por sí mismo, pudiera anular una ley federal expedida en nombre de la Nación,
contempló que tendría que ser la mayoria de Estados la que decidiera, con la
mayoria de su población a través de sus representantes en las respectivas
Legislaturas, la suerte de una ley federal que infringiera gravemente las facultades
delegadas. Además de que nuestro pais no reconoce la Secesión, sino que ha
considerado a la Union como una decisión fundamental, los Estados fundantes del
Pacto Federal deben decidir la inconstitucionalidad de una ley federal, por la
mayoria de sus Legislaturas, así como el Congreso como representante de la
Nación, deberia decidir la constitucionalidad de una ley local, con resoluciones de
efectos generales en ambos casos, anulando la ley en cuestion.

De esta manera, seguiría el juicio de amparo sin desnaturalizarlo con sus efectos
particulares para el quejoso, declarando inconstitucional la ley contraria a la Ley
Fundamental, pero sin efectos generales. De la misma manera, la controversia
constitucional continuaria para resolver los conflictos entre uno de los integrantes
del Pacto Federal, asi como la accion de inconstitucionalidad para una fraccion de
las Asambleas Legislativas que deseen controvertir la constitucionalidad de una
norma recien aprobada.

Pero una nuevo recurso de nulidad debe contemplarse en la esfera de nuestros


medios de control constitucional, que sea capaz de anular las leyes contrarias a la
Constitución Federal, decidido por el Congreso de la Union si es una ley local, o
por la mayoria de las Legislaturas de los Estados si es una ley federal.

Para el caso de la ley federal, podria seguirse en parte el procedimiento del Acta
de Reformas, donde tres Legislaturas estatales, o un número que se conviniera,
sometieran a la Suprema Corte de Justicia el recurso, para que ésta con su
dictamen lo consultara a las demás Legislaturas de los Estados, incluída la
Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y en un plazo constitucional se
resolviera por ellas, sometiendo su resolución a la declaración pertinente de la
Suprema Corte. Si la mayoria de dichas Legislaturas considera a la ley federal en
cuestion inconstitucional, la Suprema Corte declararia con efectos generales la
nulidad de la ley federal.

Si la ley atacada fuera una ley local, el recurso se sometería ante el Congreso de
la Union, por el Tribunal Superior de Justicia correspondiente, con su dictamen
respectivo, cuando para esos efectos hubieran acudido por los menos el o los
Ayuntamientos que representaran el 10 por ciento de la población del Estado en
cuestión. El recurso se turnaria a la Comision de Puntos Constitucionales la cual
dictaminaría en un plazo previsto en la ley, para ser resuelto por el pleno como
una ley de anulación.

Se podria prever igualmente, que la Suprema Corte de Justicia al momento de


aprobar una tesis firme de jurisprudencia, respecto de la inconstitucionalidad una
ley federal, tendría obligatoriamente que someterla a la mayoria de las
Legislaturas para seguir el procedimiento de anulación de oficio. Si fuera la

91
jurisprudencia relativa a una ley local, se remitiria igualmente al Congreso de la
Union para agotar de oficio el procedimiento de anulación.

Con este nuevo control constitucional, se dejarían a salvo todos los demás
procedimientos constitucionales, incluyendo los que las Constituciones Estatales
desarrollaran para el control interno de sus Constituciones, pero además se
lograria un fortalecimiento evidente de los Poderes Legislativos, con total respeto
de los poderes judiciales, los cuales tendrían en algunos aspectos una
intervención en la anulación de las leyes, y se rescataría la valiosa tradición del
Derecho Codificado donde las leyes se anulan por representantes del pueblo, en
bien del federalismo que todos deseamos.

La interpretación constitucional

El poder judicial ha estado tradicionalmente disminuido en nuestro país se


aprecian todavía vigentes las palabras de Montesquieu: “En el gobierno
republicano, está en la naturaleza de la Constitución, que los jueces sigan la letra
de la ley” 122 a pesar de los esfuerzos por mejorar la administración de justicia,
sobre todo a nivel federal, al juez no se le reconoce en general la facultad de
integrar las deficiencias de las leyes, el concepto de jurisprudencia se ha tornado
en este sentido una interpretación de la letra de la ley, y aunque su pretensión es
aclarar los oscuros conceptos legales, no todas las tesis que logran tal cometido.

Los jueces que aplican las leyes son la boca de la ley, parodiando a Montesquieu,
quien con esa frase expresó la desconfianza que la Ilustración Francesa había
inspirado hacia la judicatura real del absolutismo; ejemplo de embrollo
administrativo.123

Aunque la doctrina ha acotado la disposición constitucional del inciso f) del artículo


72, repetida en el artículo 64 del Reglamento para el Gobierno Interior del
Congreso General, la disposición es terminante en el sentido de que la
interpretación de las leyes debe efectuarse con las mismas formalidades
observadas para su creación; esta disposición aplicada textualmente, elimina
cualquier otra interpretación como la judicial o incluso la administrativa, y llega a
proscribir la actividad interpretativa de los tribunales, para instaurar un monopolio
más, el de la interpretación legislativa.124

122
Montesquieu. De L´Esprit des Lois. GF-Flammarion. Paris. 1979. Libro VI. Capítulo III. P. 203.
123
Pierre Goubert y Daniel Roche. Les francais et L´ancien Régime. I: La societé et L´Etat. Armand Cobin.
2ª. Ed. 1991. p. 271-290.
124
Esta disposición se repite en quince Estados: Campeche (art. 51), Chihuahua (art. 77), Coahuila (art. 65),
Guerrero (art. 56), México (art. 56), Michoacán (art. 40), Morelos (art. 50), Nuevo Leon (art. 63), Querétaro
(art. 56), Quintana Roo (art. 69), San Luis Potosí (art. 45), Sinaloa (art. 46 fr. VIII), Sonora (art. 63),
Tamaulipas (art. 74) y Zacatecas (art. 45 fr. IV)

92
El presupuesto de la interpretación legislativa es que la ley debe claramente
mencionar los supuestos de su aplicación, cualquier desviación o concepto no
establecido normativamente, podría incurrirse en una interpretación que por
disposición constitucional sólo corresponde al legislador hacer mediante el
mismísimo proceso legislativo.

La interpretación legislativa es una institución centenaria en nuestra historia


constitucional, pues desde la Constitución de 1824 se estableció en su artículo 64,
en los mismos términos que la disposición vigente: “En la interpretación,
modificación o revocación (sic) de las leyes y decretos, se guardarán los mismos
requisitos que se prescriben para su formación”. La constitución original de 1857
no previó esta disposición, aunque se le agregó con la reforma del 13 de
noviembre de 1874.

Fue común durante el siglo XIX, prescribir en el más alto nivel normativo de las
Entidades Federativas, la prohibición por parte del Poder Judicial para interpretar o
suspender la aplicación de las leyes, por lo que cualquier duda de ley que
surgiera, debería hacerse del formal conocimiento al Congreso del Estado, por
conducto del gobernador, sin que el Tribunal Superior de la Entidad pudiera
plantearla directamente al Poder Legislativo. Tal fue el sentido del artículo 189 de
la Constitución de Xalisco de 1824, 147 de la Constitución de Zacatecas de 1825,
210 fracción tercera de la Constitución de Tamaulipas de 1825, así como el
artículo 171 de la Constitución de Tabasco de 1826, 118 de la Constitución de
Michoacán de 1825 y 123 de la Constitución de San Luis Potosí de 1826, entre
otras.

En la segunda mitad del siglo XIX, el procedimiento sobre las “dudas de ley”
continuó en vigor gracias a las Constituciones estatales de Chiapas de 1858
(artículo 73, fracción VIII), Guanajuato de 1861 (artículo 82, fracción III), y Morelos
de 1878 (artículo 108, fracción IX) entre otras.

Por lo tanto, los jueces no podían ejercer otras funciones más que las de juzgar y
hacer que se ejecutara lo juzgado, por lo que sus sentencias en todas las causas,
civiles o criminales, deberían contener la expresión de los hechos, según resultare
del proceso, así como el texto de la ley en que se fundare y a la cual se tendría
que arreglar literalmente, tal como lo afirmaban los artículos 142 y 150 de la
Constitución de Yucatán de 1825. Tamaulipas llegó a sancionar con la remoción
de la autoridad si ésta se atrevía a interpretar la ley, así como a multar a los
particulares que indujesen la interpretación de las leyes por autoridades distintas
de la legislativa.125

125
La ley constitucional del 18 de agosto de 1824 de Tamaulipas determinó: 1. “Nadie aunque sea
magistrado, juez o letrado, puede interpretar las leyes; sino éstas se entenderán por su tenor literal, dando a
las voces comunes el significado que tienen generalmente en el Estado, y en la Nación; y a las técnicas (o
propias de algún arte, oficio o facultad) aquél en que las entienden los respectivos profesores. 2. El Tribunal
que dude del sentido de una ley lo consultará al Cuerpo Legislativo, y si fuese juez inferior lo hará por medio
del Tribunal de Justicia. 3. El que interprete alguna ley será castigado si fuere autoridad como atentador
arbitrario contra los derechos de los ciudadanos; y si es letrado quedará privado de ejercer en el Estado, si es

93
El monopolio del legislador para interpretar su obra proviene de la legislación
europea de fines del siglo XVIII. El decreto francés de agosto de 1790 estableció
con el nombre de referé, el procedimiento mexicano de “duda de ley”, mediante el
cual los jueces consultarían el sentido de cualquier ley, ya que se prohibia
expresamente la interpretación judicial. En el mismo año, mediante decretos del
27 de noviembre y 1º de diciembre, se creó por la Asamblea Constituyente
Francesa el Tribunal de Casación dependiente del propio Poder Legislativo,
facultado para revisar y anular, en su caso, cualquier resolución judicial fundada
en interpretación de la ley y en el alejamiento de la aplicación literal de la
misma126.

En esta tendencia se registraron igualmente las leyes italiana de 1774 y peruanas


del 20 de marzo de 1791 y del 6 de julio de 1793, instaurando al legislador como
único interprete de la ley.

La interpretación judicial fue adquiriendo carta de naturaleza a partir de la


reglamentación del juicio de amparo. Los debates de la ley correspondiente de
1869 y la ley de 1882, plasmando legislativamente a la jurisprudencia, fueron
fundamentales en esta vertiente.

La rigidez en la interpretación auténtica de las leyes fue tan intolerable e


irrealizable que la consolidación del juicio de amparo fue permitiendo a la
autoridad judicial la utilización de una interpretación “jurídica”, aplicable al caso
concreto sin declaraciones generales, llegando a ser reconocida normativamente
hasta la modificación del artículo 14 del proyecto de Constitución que presentó
Venustiano Carranza en 1916 y que fuera aprobado en febrero de 1917.

El propio legislador de 1869 se declaraba incompetente para interpretar la


Constitución de 1857 y definir el alcance de su artículo 101 así como resolver, en
consecuencia, si el amparo procedía contra actos de todas las autoridades,
incluyendo a las judiciales. Para el distinguido jurista y diputado Emilio Velasco, la
Constitución no podía ser interpretada (auténticamente) sino por el Poder
Constituyente, por lo que los congresos ordinarios no podían acotar el sentido de
los preceptos constitucionales, ni siquiera cuando estuvieren reglamentados.
Según sus propias palabras: “Entretanto el poder constituyente no apruebe una
adición a la Constitución, explicando el citado artículo, toca al Poder Judicial
interpretar su sentido”. 127 Y ese mismo año, el Poder Judicial Federal daría la

particular se le aplicará por el Juez ante quien se verse el negocio o causa una multa, según las facultades del
individuo y teniendo consideración a sus luces. Esta multa nunca bajará de veinte y cinco pesos, ni excederá
de docientos; y el Juez que la imponga dará cuenta luego al Tribunal de tercera instancia, para que la apruebe,
modere, agrave o revoque”. Colección de Leyes y Decretos del Congreso Constituyente del Estado Libre de
las Tamaulipas, 1825. Imprenta del Estado. Ciudad Victoria. 1825 p. 7.
126
Sebastián Soler. Interpretación de la ley. Ediciones Ariel. Barcelona. 1962. p. 18-20. Jorge Ulises
Carmona Tinoco. La interpretación Judicial Constitucional. UNAM. 1996. p. 28-29.
127
José Barragán Barragán. Proceso de discusión de la ley de amparo de 1869. UNAM. 2ª, Cd. 1997. México.
P. 247 Sección del 4 de enero de 1869.

94
interpretación del artículo 101 constitucional (de la Constitución de 1857), aun en
contra del texto expreso de la ley de amparo, en el amparo promovido por Miguel
Vega.

A pesar de la rígida disposición que excluye de la interpretación jurídica a todo


órgano no legislativo, el Poder Judicial Federal se ha empeñado más en justificar
la capacidad interpretativa del Poder Ejecutivo que de su mismo poder. Las
circulares de las Secretarías de Estado pueden ser interpretativas de la ley,
aunque el Secretario no sea más que colaborador de un poder constitucional, y
aunque dichos funcionarios no tengan la facultad para expedir reglamentos: “Y es
claro que aunque la Secretaría de Hacienda está facultada para interpretar la ley y
atender a su expedita aplicación, mediante la expedición de circulares...”, según
menciona una ejecutoria (SJF 7a. ep. Vol. 35. sexta parte, p. 25. A.R. 547/71
Compañía de Luz y Fuerza de Pachuca y coags.).

La doctrina y algunos criterios judiciales han interpretado la clara disposición del


artículo 72, inciso f), de la Constitución, al concentrarse en la aplicación del
artículo 9o. del Código Civil para el Distrito Federal, que se refiere a la derogación
y a la abrogación de una norma (SJF. 6a. ep. t. LXXXI. p. 10-11 y 7a. ep. Vols.
XCVII-CII. 1a. parte. p. 118), lo cual no es siempre aplicable a una interpretación,
que implica una modificación o actualización. El Código Civil establece en el
numeral referido que la ley sólo queda abrogada o derogada por otra posterior que
así lo declare expresamente, o que contenga disposiciones total o parcialmente
incompatibles con la ley anterior.

La interpretación es sustancialmente distinta a una abrogación o derogación, ya


que tan sólo explica una norma que sigue siendo vigente, y que no se desea
suprimir ni total ni parcialmente.

Lorenzo de Zavala explicó en la sesión del 11 de agosto de 1823 del Congreso


Constituyente: “Formar las leyes, interpretarlas, aclararlas y dispensarlas son
atribuciones de este Poder (Legislativo) y sería muy peligroso dejar cualquiera de
ellas al Gobierno” 128. El debate se formó cuando se disertó sobre la dispensa de
requisitos que la petición de un particular sometió al Soberano Congreso
Constituyente, dichos requisitos estaban contenidos en una ley y el no aplicarla
implicaba interpretarla, o exceptuar su aplicación para un caso concreto; de
haberlo hecho, el Congreso no derogaba la disposición, puesto que su excepción
no se convertía en regla general, sino que aunque vigente, no se aplicaría para un
caso concreto autorizado por el mismo hacedor de las leyes, en quien descansa la
soberanía, es decir, está por encima de las leyes, puesto que él es el encargado
de hacerlas, modificarlas y eliminarlas.

Y la práctica de los congresos de administrar fue una práctica común durante el


siglo XIX. Aun los Constituyentes no dejaron de otorgar concesiones, adjudicar

128
Historia Parlamentaria Mexicana. Crónicas. Vol. I. Mayo-Octubre 1823. Instituto de Investigaciones
Legislativas. Cámara de Diputados. 1983. p. 335.

95
contratos, exceptuar del pago de impuestos, conceder pensiones, y muchos otros
actos de aplicación de las leyes que convertían al órgano legislativo en el ejecutor
e intérprete de las normas. Esta práctica influyó en el demérito de los Congresos
que por desahogar los actos pedestres de aplicación, no concluían la codificación
y la gran obra legislativa que el país requería para emanciparse jurídicamente de
España.

La vigencia de la interpretación legislativa como única disposición constitucional


relativa, demuestra el lento desarrollo de nuestras instituciones jurídicas,
precisamente por ausencia de interpretación judicial que le imprima dinamismo a
nuestro Derecho.129

A diferencia de los grandes encuentros y polémicas entre la autoridad ejecutiva y


la judicatura que se han dado en otros países, como el choque entre Edward Coke
y el Rey Carlos I en Inglaterra, que minó la prerrogativa real, y la de John Marshall
y Thomas Jefferson, que instauró la revisión judicial en los Estados Unidos; en
México el Poder Judicial heredó la subordinación de las Audiencias hispanas, a
pesar de la independencia que inició José María Iglesias como Presidente de la
Suprema Corte, ya que fue demolida por el porfiriato y su brillante Ministro, Ignacio
L. Vallarta, que sólo reforzó la autoridad en torno al Poder Ejecutivo, en detrimento
de la discrecionalidad judicial, que es la condición previa de una interpretación
judicial fortalecida.

Garantía de la exacta aplicación de la ley

Lo que presumiblemente es una garantía para el hombre resulta una restricción


para la actividad judicial de interpretación jurídica. El propio Poder Judicial
Federal, única fuente de la cual podemos desprender jurisprudencia y
precedentes, se ha encargado de autolimitarse en su función creadora del
Derecho, cediendo facultades al Poder Ejecutivo. Como ejemplos, podemos citar
el siguiente catálogo de decisiones autorestrictivas:

1. Proceso Penal

129
No fue sino hasta recientemente, que se vislumbra la preocupación en la judicatura mexicana por el
“inmovilismo” del Derecho, ante la carencia de interpretación (judicial): “El exacto cumplimiento de la
Constitución sólo puede lograrse si su interprete liberándose de las ataduras de quienes se encargan
simplemente de aplicar los textos legales (expresión positivizada del Derecho), entiende que su función no se
agote en la mera subfunción automática del supuesto derecho al texto normativo, ni tampoco queda encerrada
en un positivismo formalizado superado muchas décadas atras, sino que comprende básicamente una labor de
creación del Derecho en la búsqueda de la efectiva realización de los valores supremos de justicia…” A.R.
553/89. Perfiles Termoplásticos S.A. 7 de junio de 1989. Tercer Tribunal Colegiado en materia administrativa
del Primer Circuito. 8ª. época.

96
1.1 El concurso de delitos por doble homicidio resulta inaplicable por el juez
cuando no lo solicitó el Agente del Ministerio Público, pues “es evidente que
conforme a una correcta técnica procesal, dicha actuación judicial debe
sustentarse a los lineamientos del pliego de conclusiones del Ministerio Público,
quien es el titular indiscutible de la acción penal”. (Gaceta del SJF. 8a. ep. Tesis
Núm. 75. Marzo 1994. Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia. p. 11)

1.2. El reconocimiento de la inocencia de un inculpado puede probarse por


documentos públicos emitidos antes o después de la sentencia, pues “la
interpretación jurídica que corresponde a la hipótesis normativa que nos ocupa,
debe hacerse en el sentido que los multimencionados documentos públicos, bien
pueden ser de fecha anterior o posterior a la de la sentencia que se pretende dejar
sin efecto, pues ninguno de los dos supuestos está excluido por el texto legal de
que se trata, y de que, el único factor en el tiempo que realmente constituye uno
de los elementos normativos en el precepto en mención, lo es la exigencia de que
los aludidos documentos públicos aparezcan; es decir, se conozcan después de a
sentencia que se pretende dejar sin efecto”. (SJF. 8a. ep. Tomo XIII. Marzo 1994.
Tribunales Colegiados de Circuito. p. 385).

1.3. El apoderamiento de un bien perdido o abandonado no constituye el delito de


robo, pues no hay quebrantamiento o perturbación de la posesión legítima del
dueño; por lo que aplicar lo contrario “es interpretar analógicamente la ley penal,
que es de exacta aplicación”. (SJF. 7a. ep. Vol. 175-180. Segunda parte. p. 128).

1.4. La función judicial está constreñida por la propia garantía de la exacta


aplicación de la ley: “Si el magistrado responsable, apartándose de las
alegaciones formuladas por el representante social, oficiosamente agrava la
situación del sentenciado, condenándolo al pago de la reparación del daño (...)
entraña la infracción a la garantía de la exacta aplicación de la ley (...) al
contravenir lo dispuesto por (...) el Código Procesal Penal vigente en el Estado de
Michoacán, que impone al Tribunal de Apelación el deber de ceñirse a los
agravios formulados por el Agente del Ministerio Público”. (SJF. 7a. ep. Vol. 217-
228. Sexta parte. Tribunales Colegiados de Circuito. p. 23. Vol. XVII. p. 224).

1.5. La garantía de exacta aplicación de la ley penal o de tipicidad está


consagrada en el artículo 14 constitucional y no cabe duda alguna de que el
concepto de “ley exactamente aplicable” a que se refiere el precepto constitucional
citado, no es otra cosa que el tipo, pero entendido no como algo puramente
objetivo, sino como el conjunto de la descripción legal de la conducta. (SJF. 6a.
ep. Vol. VI. Primera Sala. p. 17).

1.6 La discrecionalidad del juez para individualizar la pena, dentro de los mínimos
y máximos establecidos en la ley, debe sin embargo razonarse debidamente de
acuerdo a las prevenciones generales que la misma ley prevé. (SJF. 5a. ep. Tomo
CXXVII. Primera Sala. p. 377. Tomo CXIX.p. 1299).

97
1.7. La falta de determinación de un hecho preciso que constituya delito por
violación de garantías es atentario de la garantía de la exacta aplicación de la ley
penal. (SJF. 5a. ep. Tomo C. Primera Sala. p. 1216).

1.8. El Ministerio Público es el guardián de la garantía de la exacta aplicación de la


ley. (SJF. 5a. ep. Tomo XCV. Primera Sala. p. 1781. Tomo CIV. p. 1529).

2. Orden Público.

2.1. Los intereses moratorios pactados en el pagaré, aunque presumiblemente


usurarios, al existir disposiciones expresas en la ley mercantil que prevé que los
intereses moratorios serán en el monto de lo pactado, por proceder la exacta
aplicación de la ley mercantil “es evidente que no procede la aplicación supletoria
de la ley civil común a la mercantil”. (SJF. 8a. ep. Tomo XII. Julio de 1993.
Tribunales Colegiados de Circuito. p. 234).

2.2. El interés fiscal de la Federación no se afecta por la expedición de un decreto


del Poder Ejecutivo Federal, que es un acto administrativo, por lo que no procede
la interposición del recurso de revisión fiscal que sólo procede aceptarlo contra
leyes o reglamentos. (SJF. 8a. ep. Tomo XI. Junio 1993. Tribunales Colegiados de
Circuito. p. 251).

2.3. La substitución del día multa que es la percepción neta diaria o el salario
mínimo diario vigente en el momento y lugar de la comisión del ilícito, por
sanciones pecuniarias equivalentes a otro cómputo de jornadas de trabajo, es una
violación a la garantía de la exacta aplicación de la ley, contenida en el artículo 14
constitucional. (SJF. 8a. ep. Tomo VII. Enero 1991. Tribunales Colegiados de
Circuito. p. 79).

2.4. El cálculo para fijar la reparación del daño en caso de la muerte de una
víctima debe hacerse conforme al salario mínimo vigente en el lugar y fecha en
que tuvo verificativo el evento luctuoso, y no el que regía al momento de
pronunciarse la sentencia, pues de lo contrario se violaría la garantía de la exacta
aplicación de la ley. (SJF. 8a. ep. Tomo II. Segunda parte-2. Tribunales
Colegiados de Circuito. p. 478. SJF. 6a. ep. Vol. LXIII. Tercera Sala. p. 67).

2.5. La revisión por parte de la autoridad laboral o “toma de nota” de un acuerdo


de una sociedad cooperativa para expulsar a sus miembros, debe ser informativa
y si no media petición de parte, no puede dejar de sancionar dicho acuerdo pues
de lo contrario se violaría la garantía de la exacta aplicación de la ley. (SJF. 7a.
ep. Vols. 181-186. Sexta parte. Tribunales Colegiados de Circuito. p. 58).

2.6. La garantía de la exacta aplicación de la ley no cubre a las regulaciones


internas que un organismo público dicte para normar sus políticas de cancelación

98
de créditos hipotecarios, a menos que la ley posterior prive al organismo de dicha
facultad o precisara las políticas de manera contraria. (SJF. 6a. ep. Vol. LXX.
Segunda Sala. p. 19).

2.7. La interpretación de las leyes por los tribunales no es obra de legislación y


que dicha interpretación debe limitarse a procurar la más exacta aplicación de la
ley, cualesquiera que sean los efectos que pueda que pueda producir. (SJF. 5a.
ep. Tomo XLIII. Pleno. p. 395).

2.8. Las molestias a particulares, cuando son resultado de la exacta aplicación de


la ley, no dan lugar a la procedencia del juicio de amparo. (SJF. 5a. ep. Tomo XII.
Pleno. p. 353. Tomo XIV. p. 1765. Tomo XI. p. 298. Tomo VI. p. 604. Tomo III. p.
784. Tomo II. p. 865).

2.9. Los jueces federales no pueden suplir la deficiencia de los quejosos al no


objetar la constitucionalidad de la ley que se aplica de manera exacta. (SJF. 5a.
ep. Tomo CXXV. Segunda Sala. p. 1465. Tomo XLVII. p. 4566. Tomo XXX. p.
1324).

2.10. La garantía de la exacta aplicación de la ley no cubre los posibles errores


que en la apreciación de los hechos incurrieren las autoridades, pues las
autoridades judiciales no están en aptitud de resolver acerca de los criterios
subjetivos sustentados por las autoridades responsables. (SJF. 5a. ep. Segunda
Sala. Tomo XCIX. p. 1266. Tomo XC. p. 68. p. 722. p. 728. p. 1311. Tomo
LXXXVIII. p. 2945. Tomo LXXXV. p. 539. Tomo LXXXII. p. 2583. Tomo LXXIX. p.
2135. Tomo LXXVII. p. 7201. Tomo LXXIV. p. 3044. Tomo LXXIII. p. 46. Tomo
LXXIII. p. 1386. Tomo LXXII. p. 1077.).

3. Las excepciones.

3.1. La prisión preventiva de un trabajador no genera necesariamente la


suspensión temporal de su contrato de trabajo, pues gozando de la libertad bajo
fianza, puede un trabajador seguir desempeñando su trabajo, ya que por el
carácter tutelar de la ley laboral, debe aplicarse analógicamente la ley, siguiendo
para la suspensión del contrato, las reglas de la rescisión, que se aplica sólo
cuando las faltas cometidas por el trabajador han sido en directo perjuicio del
patrón o del centro de trabajo. (SJF. 8a. ep. Tomo IX. Enero y Abril 1992.
Tribunales Colegiados de Circuito. p. 263 y 656. SJF 6a. ep. Vol. XXI. Cuarta Sala.
p. 225).

3.2. La violación directa a un precepto constitucional cuyo contenido se refiere a


las garantías individuales, no está restringido al agotamiento de recursos
administrativos establecidos en leyes secundarias, por lo que no opera la garantía
de la exacta aplicación de la ley sobre la violación constitucional. (Apéndice al SJF

99
1917-1975. Parte. VI. Tesis 28. Tribunales Colegiados de Circuito. p. 54. SJF. 7a.
ep. Vol. 42. Sexta Parte. Tribunales Colegiados de Circuito. p. 147).

3.3. La facultad judicial de imposición de penas no puede estar restringida por las
conclusiones acusatorias del Ministerio Público, por lo que el juez define la
conducta antijurídica de un inculpado y la sitúa dentro de las normas legales
represivas sin infringir la exacta aplicación de la ley. (SJF. 5a. ep. Tomo CXXIII.
Primera Sala. p. 1883).

3.4. Las cuestiones referentes a la proporcionalidad y equidad de los impuestos


pueden ser remediadas por el Poder Judicial, pues aceptar su solución
exclusivamente a través del sufragio popular o mediante acciones del Poder
Legislativo, es abandonar la exacta aplicación del precepto constitucional que
establece dicha proporcionalidad y equidad en los impuestos. (SJF. 5a. ep. Tomo
LXXXIII. Primera Sala. p. 4148. Segunda Sala. Tomo LXXXI. p. 5098. Tomo LXI.
p. 2922).

3.5. La apreciación de las pruebas testimoniales corresponde al juez y no es una


cuestión de aplicación exacta de la ley. (SJF. 5a. ep. Tomo XXV. Primera Sala. p.
2173).

Los rigores de la aplicación exacta de la ley han limitado seriamente la capacidad


de interpretación jurídica. Incluso aún tratándose de los textos legales, los
laberintos de la aplicación mecánica de la ley están excluyendo en nuestro país, a
la interpretación y aplicación de la exposición de motivos de las propias leyes. En
un reciente amparo relativo al impuesto al activo de las empresas, decidido por el
pleno de la Suprema Corte se ha manifestado en los siguientes términos: “El
concepto de violación II.3 no conduce a demostrar que la ley reclamada es
contraria a la Constitución, pues en ésta no se contiene algún precepto que
instituya como derecho o garantía de los gobernados, la necesaria
correspondencia entre las leyes emanadas del Congreso de la Unión y las
exposiciones de motivos que acompañan a las iniciativas que les preceden “(A.R.
5880/90 EPN REYCO, S.A. de C.V. decidido el 14 de enero de 1992).

Dicha tesis conlleva un efecto perverso de la tesis mecanicista, pues la exposición


de motivos, desde la formulación temprana del movimiento codificador, había sido
reconocido como una fuente de interpretación de la voluntad del legislador. En otra
ejecutoria decidida sobre la misma materia, se repite la argumentación de que: “El
examen del capítulo de la Constitución relativo al procedimiento legislativo (Título
Tercero, Capítulo II, sección II, artículo 71 y 72), muestra que el Constituyente no
consideró a las exposiciones de motivos como elementos determinantes de la
validez de las leyes, ni tampoco calificó la función que habrían de desempeñar en
alguna de las fases de producción del Derecho, únicamente se refirió a las
iniciativas de leyes, a las cuales usualmente aquéllas acompañan, para determinar
los órganos de quienes podían provenir y las formalidades a observar para su

100
discusión, aprobación, modificación o rechazo”. (A.R. 1390/90 Mueblería El
Dorado, S.A. de C.V. 31 de marzo de 1992).

Si bien las tesis antes mencionadas se refieren a que las razones expuestas en la
exposición de motivos de las iniciativas de ley presentadas no vinculan a la
aprobación definitiva del texto por parte del Congreso de la Unión; hay que
convenir que las únicas exposiciones de motivos que se presentan son las de las
iniciativas de ley que, en nuestro país, son elaboradas fundamentalmente por el
Poder Ejecutivo Federal, y no son reelaboradas por el Congreso cuando introduce
alguna modificación a la iniciativa presentada, por lo que el legislador mexicano ya
ha abandonado el explicar las razones que lo motivaron para aprobar la ley tal
como se publica.

Además de los dos precedentes aludidos, se fallaron de la misma manera los


siguientes amparos que constituyen la tesis de jurisprudencia 15/92: A.R. 1553/90
Muebles y Motos Rincón, S.A. de C.V. 19 de marzo de 1992; A.R. 1571/90
Maquinaria Agrícola Industrial y Refacciones S.A. de C.V. 19 de marzo de 1992 y
A.R. 1611/90 Almacenes Zaragoza S.A. 19 de marzo de 1992.

En otras tesis, el Poder Judicial Federal no ha tomado en cuenta la exposición de


motivos: “La exposición de motivos de una ley no forma parte integrante de la
misma, sino como disposición aclaratoria de su articulado” (SJF. 5a. ep. Tomo IV.
Cuarta Sala. p. 1061).

Jurisprudencia sobre Jurisprudencia

Como hemos visto, el concepto de jurisprudencia parte de la ley relativa al juicio


de amparo de 1882, por inspiración de Ignacio L. Vallarta quien se enfrentó a las
luchas de poder con el gabinete porfirista del cual provenía. Particularmente
fueron agrios los debates con la Secretaría de Guerra que insistía en aplicar la
pena de muerte después de consejos de guerra donde se enjuiciaban a soldados
o conscriptos que habían sido forzados a pertenecer al Ejército a través del
sistema de leva. Durante la presidencia de la Suprema Corte de Vallarta, todo
asunto sobre esta materia recibía reiteradamente el amparo y protección de la
justicia federal; sin embargo, los intereses de la clase militar, auspiciados por el
propio Díaz, prevalecían y no acataban con la debida diligencia las sentencias
protectoras a los infelices ciudadanos que se veían forzados a desertar y huir de
las filas del ejército.

Esto demuestra que los precedentes de nuestro Poder Judicial no han tenido la
fuerza y el peso político que tienen en los sistemas anglosajones. La solución que
vislumbró Vallarta fue la jurisprudencia o sea, la reiteración de cinco precedentes,
aprobados con determinadas características, que obligarían a su acatamiento por
las autoridades judiciales.

101
La técnica de la jurisprudencia ha operado como una codificación de los casos
resueltos por la Suprema Corte de Justicia y, posteriormente, los Tribunales
Colegiados de Circuito. Cuando no se publican por entero todas las ejecutorias se
pierde de un valioso aporte de hechos y circunstancias que rodearon cada caso,
por lo que generalmente contamos tan sólo con una frase, párrafo o página que
determina con lenguaje prescriptivo, más que explicativo, el contenido de la
decisión resuelta; de lo anterior se deduce que entre más abstracta se redacte la
tesis de jurisprudencia, mejor se satisfará el objetivo de la jurisprudencia moderna,
que se presenta un esfuerzo codificador de los cinco precedentes.

La tendencia es tan fuerte que incluso se ha tenido que descartar la naturaleza


retroactiva de la jurisprudencia, reflejando con ello que tiene un tratamiento similar
al de la ley.130

Actualmente, no existe caso de importancia que no inunde los escritorios de los


tribunales federales, pues lo que importa es la deseada obtención de cinco
precedentes en el mismo sentido para formar la jurisprudencia. Hasta qué grado la
jurisprudencia es motivo del rezago que sufre el Poder Judicial Federal mexicano
no está claro, pero no descartaría que esta práctica favorece la acumulación
artificial de asuntos auspiciada por los propios litigantes.

Aunque constitucionalmente la única interpretación válida es la legislativa, la ley


ha reconocido, con todas las limitaciones antes apuntadas, que los niveles más
altos de la judicatura federal pueden interpretar el orden jurídico y,
paradójicamente, la propia jurisprudencia ha consolidado esa función sutil pero
consistentemente. A pesar de que la jurisprudencia final sólo obliga a los
Tribunales Federales y Locales, ésta no vincula a ninguna autoridad
administrativa.

“La labor de interpretación de una norma no puede realizarse atendiendo


únicamente a la letra del precepto (método gramatical) o significado
estrictamente técnico de la expresión (como el proporcionado por los
peritos) al desahogar el cuestionario de la actora, pues no es inusual que el
legislador emplee términos o palabras con el mismo sentido, alcance o
significado con los cuales éstas se emplean en otras disposiciones legales
atinentes a la misma materia (...) Por lo tanto, cuando se plantea un
conflicto sobre la significación que debe asignarse a un termino o palabra

130
JURISPRUDENCIA. SU VARIACIÓN NO IMPLICA APLICACIÓN RETROACTIVA DE LA LEY.
Cuando esta Suprema Corte de Justicia declara el contenido de una norma, es obvio que no cre una nueva
disposición, sino que decide cuál es la interpretación correcta de una norma ya existente; y si esa norma
tendría vigor en la época en que se ejecutó la conducta, no hay base para sostener la aplicación retroactiva de
la ley, que es lo que prohibe el artículo 14 de la Constitución Política de la República. Sexta Epoca, 2ª. parte.
Vol. LX p. 58. A.D. 5075/61 Amador Román Berúmen, Ap. SJF 1917-1985 Tesis relacionada a la Tesis No.
143. p. 293. Convertida en tesis firme con el numeral P./J. 145/2000 Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Tomo XII, Diciembre 2000. p. 16: JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA
GARANTÍA DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.

102
empleada de alguna disposición legal, de la que no exista una
interpretación auténtica, es decir elaborada por el mismo legislador, es
deber del Tribunal servirse de todos los métodos.” (Informe de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación 1987. Tercera Parte. Tribunales Colegiados.
p. 119 A.R. 1487/87 Productos Monarca S.A. 25 de noviembre de 1987.
Tribunal Colegiado de Circuito).

Una sentencia de la Suprema Corte definió a la jurisprudencia como “la


interpretación correcta y válida de la ley que necesariamente se tiene que hacer al
aplicar ésta” (SJF. 6a. ep. Segunda Parte. Vol. XLIV. p. 86 A.D. 7971/60 José G.
Romo 20 de febrero de 1961). Por ello, si bien la “interpretación auténtica” es la
única permitida por nuestra Constitución, la judicatura tiene como objetivo
desentrañar esa interpretación: “Dos elementos debe tener presentes el juzgador
al interpretar la ley: el texto o sentido gramatical de las palabras y la intención o
propósitos que llevaron al legislador a dictarla” (SJF. 5a. ep. Tomo XVIII. p. 116
A.D. Josefa Ramos suc. 16 de enero de 1926); aunque la letra prevalece sobre la
voluntad del propio legislador (SJF. 5a. ep. Tomo XVIII. p. 893 A.R. María Teresa
Huller y coag. 27 de abril de 1926 y SJF. 5a. ep. Primera Sala. Tomo CXIX p. 3063
A.D. 5930/51. 16 de octubre de 1953) y sobre todo, hay que interpretar
integralmente el texto legal (SJF. 5a. ep. Primera Sala. Tomo XXV. p. 1126. SJF.
5a. ep. Tomo LXXIX. Cuarta Sala. p. 5083 A.R. 8179/43 Coalición de Trabajadores
Huelguistas de la Fábrica Ampolletas, S.A. 8 de marzo de 1944. SJF. 5a. ep.
Segunda Sala. Tomo CXIII. p 494 A.R. 6772/51. G. Kessel y Cía. S.A. 13 de
agosto de 1952. SJF. 7a. ep. Vol. 34 Tribunales Colegiados de Circuito. p. 44 A.D.
343/70 Central de Aduanas Consolidadores de Carga, S.A. 13 de octubre de
1971).

La autoridad judicial mexicana ha confiado demasiado en la competencia del


legislador a quien dogmáticamente lo considera como una entelequia libre de
errores y vicios, incapaz de expresar en sus disposiciones legales “palabras
inútiles o redundantes” (SJF. 5a. ep. Tomo CXXV. p. 838). Esta presunción olvida
que el proceso legislativo es un proceso político cuya capacidad o congruencia no
es un atributo necesario, sino que las palabras se pactan con sentidos distintos y
con voluntades disímbolas.

La jurisprudencia así surgida obliga a las autoridades jurisdiccionales son sólo


federales sino también del fuero común (SJF. 6a. ep. Tercera Sala. Vol. XXV. p.
182. 7a. ep. Parte Cuarta. Vol. 42. p. 77). y como muestra máxima de su
autoridad, ha declarado que no es posible enjuiciar la constitucionalidad de la
jurisprudencia, pues constituye la interpretación suprema de la propia Constitución
y de las demás leyes, tanto federales como locales. (SJF. 8a. ep. Tomo VII Abril
1991. Tribunales Colegiados de Circuito. p. 193. Gaceta del SJF. 8a. ep. Núm. 71-
Noviembre 1993. p. 40) Aunque con humildad también se reconoce que “la
jurisprudencia de la Suprema Corte, si bien es cierto que tiene el carácter
obligatorio para los tribunales, no deja de ser la interpretación que de la ley hace el
órgano jurisdiccional y que no puede tener el alcance de derogar la ley, ni
equipararse a ésta”. (SJF. 6a. ep. Primera Sala. Vol. LVIII. Segunda Parte. p. 38).

103
por lo que la variación de la Jurisprudencia no implica la aplicación retroactiva de
la ley (SJF. 6a. E.P. Primera Sala. Vol. LX. Segunda Parte. p. 58. Tesis 164
Apéndice SJF. 1917-1975, p. 336. Vol. I. Cuarta Parte) ni la validez de la ley
depende de su reconocimiento por la jurisprudencia (SJF. 6a. ep. Tercera Parte.
Vol. CXXXII. p. 60).

A pesar de esta autolimitación del Poder Judicial, existen algunos criterios que
inspiran un avance en la tarea interpretativa que le depara a nuestra judicatura.
Como la Primera Sala de la Suprema Corte de México aludió de manera poco
ortodoxa: “Si se admite que los países de legislación escrita se debaten
irremediablemente entre la tragedia jurídica de la inmovilidad (que por su
naturaleza es la característica de la ley prescriptiva), y la perenne movilidad de la
sociedad que dentro de esa ley se desenvuelve, entonces tendrá que admitirse
también que no es posible aceptar, como medio o sistema interpretativo de una
ley, aquel que descanza sobre la vieja tesis construida sobre el criterio inmóvil,
meramente letrista y gramatical, por que ello equivaldría a entorpecer la evolución
social siempre en constante progreso, sino el que deriva de la nueva tesis móvil y
progresiva que permite interpretar los preceptos legislativos, hasta donde su texto
lo admite, alrededor de las modernas ideas avenidas al campo de la ciencia
jurídica y de las recientes formas y necesidades apreciadas en la vida social”.
(SJF. 5a. ep. Tomo CIV. Primera Sala. p. 984).

El textualismo es la escuela de interpretación que el Ministro Antonin Scalia de los


Estados Unidos promueve, ante la imposibilidad de descubrir la intención del
legislador. El textualismo no implica la “exacta aplicación de la letra de la ley”, sino
la continuación del texto de la ley en armonía donde el contexto social al cual la
ley pretende responder.131

Por lo que respecta a México, la interpretación judicial está atrapada en la


aplicación letista de la ley y si los principios generales del Derecho a que se refiere
el artículo 14 Constitucional, pueden escapar de la referencia expresa de un
precepto legal.132 Por ello, la interpretación constitucional y de las leyes es un
verdadero problema en México. Por un lado el interprete auténtico, el legislador,
ha declinado su facultad constitucional y la interpretación legislativa ha caído en
desuso desde hace más de un siglo, cancelándose por lo tanto los procedimientos
de “duda de ley” que constituían canales de comunicación entre jueces y
legisladores. Por otro lado , los jueces poseen una nominal facultad interpretativa
anclada en el principio de respeto literal de la ley, cuya máxima expresión ha sido
la jurisprudencia, obligatoria tan solo para los jueces, y que ha reiterado en la
mayoría de los casos el texto de los preceptos legales, sin mayor esfuerzo por
dinamizar su significado.

131
A matter of interpretation. Federal courts and The Law. Princeton University Pres. 1997. p. 23.
132
Los principios generales del Derecho son “Los principios consignados en algunas de nuestras leyes”, pues
de otra manera sería un concepto “vago e impreciso” Quinta Epoca. T XLIII p. 858 y T. LV p. 2641.

104
Capítulo Noveno

La interpretación auténtica de la Constitución y de la ley

Cuenta Aristóteles en su última obra descubierta, la Constitución de Atenas, que


después del régimen de Dracón, la ciudad Estado padeció esclavitud por deudas y
desigualdad generalizada, por lo que la población se rebeló contra los notables y
sobrevino el gobierno del célebre Solón quien decretó la libertad de todos los
esclavos a través de la liberación de cargas.

Anticipándose a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,133


expidió leyes como garantía de esas libertades, a las que pretendió imponerles
una vigencia de cien años. Por primera vez, se aspiró al ideal de que las leyes
sabias regularan la convivencia de la comunidad ateniense y pretendió que una de
esas libertades, la de ser juzgado mediante un jurado popular, dirimiera cualquier
conflicto y resolviera las dudas sobre las leyes.

Idealmente, este esquema funcionaría basado en la democracia y de esta manera,


el disfrute de la igualdad y las demás libertades estarían garantizadas. Sin
embargo, el pueblo no confió en esos tribunales configurados por jurados, sino
que prefirió acudir al legislador originario, el propio Solón, para resolver las dudas
y lagunas que sus leyes pudieran tener, y de esta manera el legislador originario
se convirtió el intérprete de la ley. 134

Los orígenes españoles de la interpretación

La Constitución de Cádiz, en el mundo hispano, consagró esta tendencia en el


artículo 131, haciendo del legislador el intérprete por antonomasia, no sólo de las
leyes regulares, sino de la propia Constitución. No fue una creación espontánea
del constituyente gaditano, sino que este principio puede rastrearse hasta las Siete
Partidas de Alfonso X, El Sabio, el Sólón Medioeval, para quien no debían
interpretarse las leyes en contra de la mente de sus autores, según se desprendía
de la Partida Séptima, Título 33, Ley 3ª. (“E non de otra guiza se interprete el
sentido de las proposiciones contra la mente de su autor”).

Esta facultad de interpretación por parte del legislador se consagró en la primer


fracción del mencionado artículo. El proyecto sometido en la sesión de las Cortes
el 3 de octubre de 1811, se refería a esta facultad en los siguientes términos:
“proponer y decretar las leyes, e interpretarlas y derogarlas en caso necesario”.

133
Fue Sieyès quien el 20 y el 21 de julio de 1789, quien consideró a la ley como la fuerza capaz de reconocer
los límites y las extensiones de la libertad. Fauré. La Déclaration des Droits de l´Homme et le Citoyen. p. 98
134
Aristóteles. The Constitution of Athens. Harvard University Press. p. 33

105
Fuera de una pequeña observación del diputado Villanueva, esta facultad quedó
aprobada sin mayor debate. 135

Pocos días después, el mismo diputado Villanueva explicó en las Cortes que
interpretar una ley era aclarar o manifestar la intención del legislador, al cual se
consideraba como inmutable; es decir, con una sola voluntad y objetivo en las
leyes que aprobara. 136

Las propias Cortes de Cádiz ejercieron con plenitud esta facultad interpretativa y
sus resoluciones fueron muy explícitas. Como ejemplo citamos algunas de ellas:

1. “La Comisión, repitiendo que nadie más que las Cortes puede interpretar
esta orden del Rey” 137
2. “A la (Comisión) de Constitución pasó un oficio del Secretario Interino de la
Gobernación de la Península, en el cual da cuenta de que a la Regencia
del Reino llegan con frecuencia recursos de dudas acerca de los límites de
la jurisdicción contenciosa, y de las facultades políticas, políticas y
gubernativas; de que en la mayor parte de ellos se trata de interpretar las
leyes o de suplir su silencio, con cuyo motivo acompaña una
representación de la Diputación Provincial de Extremadura, junto con una
nota que esta incluye de los recursos y casos de la indicada naturaleza”138
3. El 11 de mayo de 1813, el diputado Terreros defendió la facultad de las
Cortes para interpretar la Constitución misma y no sólo las leyes. 139
4. Los magistrados de la Audiencia de Sevilla Pedro Garrido, Isidoro Sáenz
de Velasco y José Villanueva, así como el juez de primera instancia,
Manuel de Siles, presentaron atenta súplica a las Cortes para que su
aclaren dudas sobre las reclamaciones de magistrados y jueces, a lo cual
las Cortes resolvieron: “Que en los casos en que alguna Sala del Supremo
Tribunal de Justicia imponga la pena de que habla el artículo VII, capítulo I
del decreto de 24 de marzo del presente año de 1813, así el mismo auto
por el que declare la nulidad y reposición del proceso, podrá también
conocer de las reclamaciones que se conceden a los magistrados y jueces
por el artículo VIII del propio capítulo de aquel decreto; y que tengan y se
les conceda segunda instancia en este nuevo juicio”. 140
5. Las Cortes dictaron una orden con el nombre de “Aclaración” sobre la
inteligencia que debería darse a la voz de sirvientes domésticos y de sus
consecuencias en ciertas leyes. 141

135
Diarios de las Cortes de Cádiz. Sesión del 3 de octubre de 1811. p. 1983
136
Diario de las Cortes de Cádiz. Sesión del 7 de octubre de 1811. p. 2008
137
Diario de las Cortes de Cádiz. Sesión del 25 de enero de 1813. p. 5560. Refiérese a la Real Orden de 1807
separando a Alonso de Montalvo de su esposa y ordenando la entrega de cierta cantidad para su
mantenimiento.
138
Diario de las Cortes de Cádiz. Sesión del 26 de enero de 1813. p. 4594
139
Diario de las Cortes de Cádiz. p. 5620
140
Decreto del 1º. de septiembre de 1813. Manuel Dublán y José María Lozano. Legislación Mexicana. Tomo
1. p. 425
141
Decreto del 24 de junio de 1821. Dublán y Lozano. Op. Cit. Tomo 1, p. 545

106
6. Resolviendo una consulta del Gobierno, las Cortes resolvieron que: “Los
individuos del cuerpo político del Ejército y Armada que hasta ahora han
debido obtener Real licencia para contraer matrimonio, lo podrán verificar
en adelante, sin necesidad de este requisito, cualquiera que sea el número
de sus años de servicio”. 142

Pero estos casos de interpretación asumidos por las Cortes no fueron pretexto
para evitar la interpretación de las leyes por parte de otras autoridades quienes en
el ejercicio de sus funciones, debían igualmente aplicarlas e interpretarlas, como
se desprende de la siguiente declaración que obra igualmente en el Diario de las
Cortes:

Verdaderamente faltaba razón y motivo al jefe político para tan obstinada


resistencia, ni podía fundadamente decir que la prohibición del artículo 131
de la Constitución le ataba de manos. Este artículo reserva a las Cortes la
interpretación, pero ¿Acaso al jefe político se usurpaba esta autoridad
instalando la Diputación con los seis diputados propietarios?. De ningún
modo, la práctica universal de todas las corporaciones, aún las
Constitucionales, y lo acordado por la misma Constitución, aún en el punto
de las Diputaciones Provinciales, tenía ya declarado que debía haberse
instalado la de Guatemala 143

Como vivo ejemplo de que las Cortes interpretaban no sólo las leyes sino la
Constitución, en la sesión extraordinaria de Cortes del 6 de junio de 1821, el
diputado Puigblanch discutió que una interpretación aprobada sobre la ley de
señoríos, no debería mandarse a la sanción real, ya que la facultad de interpretar
debería ser exclusiva de las Cortes, ya que:

Las Cortes tienen la primitiva facultad de interpretar un decreto suyo, no


sólo en sus palabras, sino en su espíritu. 144

Por ello presentó la siguiente propuesta, sobre un punto que no ha sido discutido
lo suficiente:

Siendo contrario a la Constitución y a una de las principales prerrogativas


de las Cortes, el que éstas sometan a la sanción Real una declaración de
ley, y siendo aún más, el que sometan a ella la declaración de un decreto
dado por sólo las Cortes en las anteriores Legislaturas, pido no vayan a
sanción los primeros tres artículos de la minuta sobre señoríos, leída en la
sesión de esta mañana, por contenerse en ellos completamente la
declaración del decreto de 6 de agosto de 1811, pedida por el Supremo

142
Diario de las Cortes de Cádiz. Sesiones del 9 y 11 de enero de 1822.
143
Sesión del 3 de mayo de 1813. p. 326
144
Diario de las Cortes de Cádiz. p. 2086

107
Tribunal de Justicia que es el que motivó con su consulta dicha declaración.
145

La propuesta generó una interesante discusión que no se admitió a votación, por


lo que nos privó de un precedente valioso para conocer si el Ejecutivo, que en este
caso era el Rey, al ser parte del proceso legislativo, podría también o no concurrir
con su sanción, o promulgación en el caso mexicano, a un decreto de
interpretación de una ley.

Con esta tradición, México adoptó los mismos principios que perviven hasta
nuestros días, aunque la práctica fue nutrida y la facultad se ejerció puntualmente
por los congresos mexicanos, a diferencia de la actualidad, donde por una inercia
inexplicable, las Asambleas Legislativas han dejado de ejercer esta facultad que
fuera objeto de defensa y pulcritud antaño.

La interpretación en el México Independiente

El artículo 64 de la Constitución de 1824 estableció que en la interpretación,


modificación o revocación de las leyes y decretos, se guardarían los mismos
requisitos que se prescriben para su formación. Este artículo se discutió como
artículo 13 del Proyecto de articulado sobre el Poder Legislativo que presentó la
Comisión de Constitución el 6 de marzo de 1824.

Dicho precepto en particular se debatió en la sesión del 1º. de mayo de 1824 146.
El artículo se presentó originalmente con una redacción complicada,147 pero la
intervención del diputado Guerra, ayudó a desagregar las partes y a darle mayor
claridad al precepto; a pesar de que el diputado Osores, el defensor de Querétaro
como entidad federativa, pidió que el precepto se eliminara pues consideró que
era “un principio inconcuso que las leyes se interpretan, modifican o derogan del
mismo modo que se establecen”; no obstante ello, Manuel Crescencio Rejón opinó
con la mayoría de que los denominados principios suelen ser olvidados, por lo que
era mejor el establecerlo claramente. Con qué razón defendió Rejón este principio,
pues en la actualidad, a pesar de constar expresamente en la Constitución, el
legislador ha perdido su capacidad de intérprete de la ley.

El 28 de mayo de 1824 se volvió a presentar en primera lectura, pero la discusión


sobre una incursión militar en Jalisco, desvió la discusión y no pudo acordarse su

145
Idem. p. 2087
146
José Barragán. Crónicas de la Constitución Federal de 1824. Senado de la República. México 1974. Tomo
I. p. 258
147
“Las leyes se interpretan, modifican o derogan del mismo modo que se establecen; y todas las resoluciones
del Congreso que no siendo sobre esta materia exigen sin embargo, la concurrencia de ambas Cámaras, se
presentará al Poder Ejecutivo para que tengan efecto con su aprobación, o para que siendo desaprobadas por
él, se observe lo que en igual caso se prescribe respecto de los proyectos de ley. Se exceptúan los casos de
suspensión y prorrogación de sesiones, y el de traslación del Congreso, en los cuales se necesita la aprobación
del poder Ejecutivo”. Ibidem.

108
aprobación. El tema regresó en la sesión del 9 de junio de 1824, cuando el
diputado Martínez del Distrito Federal, observó que en las interpretaciones de ley
por las Cámaras, podría darse una discrepancia entre los modos de interpretar por
cada Cámara. Tanto Rejón como Miguel Ramos Arizpe indicaron que tal
disparidad era normal y que como en cualquier debate legislativo, debería llegarse
a una conclusión o interpretación en el caso. 148

En esta ocasión, Osores volvió sobre el tema del veto por parte del Ejecutivo y
manifestó, como lo había hecho Puigblanch en su momento, que la interpretación
era una cuestión exclusiva del Congreso y que las observaciones del Ejecutivo
sólo eran posibles, formularlas en el proceso legislativo primigenio, y no con
motivo de la interpretación posterior de la ley. Sin embargo, el diputado J. B.
Guerra estuvo a favor del veto del Ejecutivo “porque podría ser que el nuevo
sentido que éstas dan a las leyes, halle el Poder Ejecutivo algún inconveniente”.
149

Ramos Arizpe menciona que el que hace la ley debía interpretarla y, en los casos
identificados sobre la interpretación de leyes, de manera ejemplificativa, pudimos
constatar tanto la promulgación del Ejecutivo en los decretos de interpretación por
parte del Congreso, como decretos expedidos en uso de facultades
extraordinarias directamente por el Ejecutivo, así como decretos simples
expedidos directamente por el Congreso; por lo que la experiencia en este sentido
es variada y valdría la pena uniformarla, para determinar en qué casos si procede
la participación del Ejecutivo y en cuáles es exclusiva la facultad de los
Congresos. Ramos Arizpe está en lo correcto, como es costumbre, para privilegiar
la interpretación del Congreso, pues así se ha ejercido; sin embargo, la opinión de
Guerra es igualmente atendible, ya que la interpretación no se constriñe
necesariamente a aclarar el significado de los supuestos normativos, sino que
incluso puede variarlos, modificando o reformando el sentido de una ley, por lo
que puede constituir un nuevo proceso legislativo, en el que dejar fuera al Poder
Ejecutivo, sería privarlo de una facultad que la Constitución también le reconoce
como exclusiva, por lo que respecta a la promulgación o al veto de los decretos
aprobados.

El primer caso de interpretación que el Congreso ordinario Mexicano fue un


ejemplo de una facultad exclusiva del poder Legislativo, sin mediar promulgación
del Ejecutivo y enviándose para su inmediata publicación. Este precedente se dio
mediante la “aclaración” de la ley del 27 de septiembre de 1823, efectuada
mediante decreto de ambas Cámaras el 21 de noviembre de 1825. De la misma
manera se procedió en el decreto del 17 de mayo de 1828, que aclaró la ley del 10
de mayo de 1827, sobre los españoles cesantes en sus destinos u oficios públicos
en México. 150

148
Barragán. Op. Cit. p. 405
149
Idem. p. 406
150
Dublán y Lozano. Op. Cit. p. Tomo 2. p. 73. A este le siguió el decreto del 15 de mayo de 1829, aclarando
el de 29 de noviembre de 1828. Idem. p. 109

109
Durante el siglo XIX, el término de aclaración fue ampliamente utilizado para
interpretar las leyes y no sólo fue exclusivo de los decretos del Congreso, sino
incluso de Poder Ejecutivo y hasta de circulares de las Secretarías de Estado.

La primer aclaración formulada directamente por el Poder Ejecutivo, se efectúa


mediante decreto del 18 de junio de 1829, como una providencia de la Secretaría
de Guerra, relativa a la expulsión de españoles del territorio nacional, aclarando la
ley del 20 de marzo de 1829. 151 El fundamento constitucional es dudoso de esta
facultad para el Presidente, ya que sólo compete al Congreso y, en su caso,
concurriendo con el Ejecutivo, el interpretar las leyes.

No obstante, el Congreso llega a interpretar o aclarar una ley estatal, como se


observa en el decreto general del 12 de agosto de 1830, respecto del decreto de
Jalisco del 11 de febrero de 1830, en cuyo artículo 2º. Aclara la calificación que
debe hacer la junta preparatoria sobre las elecciones del Ayuntamiento de
Guadalajara. 152

Al mutar de forma de gobierno, nuevos actores se incluyeron en la importante


función de interpretación de leyes, como el Supremo Poder Conservador quien
excitado por el propio Congreso Mexicano, interpretó la Constitución Centralista de
1836, declarando así la “voluntad de la Nación”. 153

Durante el período centralista, la interpretación de leyes fue paulatinamente


neutralizada por las facultades del Poder Ejecutivo, quien en uso de facultades
extraordinarias, avanzó en esta usurpación. Como muestra tenemos el siguiente
cuadro de interpretaciones dadas por el Presidente de la República, en su carácter
de provisional, sustituto o interino:

Fecha del Decreto Aclaración o Fecha decreto Fuente: Dublán y


interpretativo Interpretación interpretado Lozano
sustentada
14 de febrero de Aclaración y 15 de enero de Tomo 4, p. 116
1842 adiciones sobre 1842
decreto de casas
de empeño
5 de febrero de Aclaración sobre 15 de noviembre Tomo 4, p. 110
1842 denuncias de de 1841
contrabando
22 de agosto de Circular aclarando 5 de agosto de Tomo 4, p. 254-255

151
Dublán y Lozano. Op. Cit. Tomo 2. p. 140. A éste siguieron muchos, como el decreto del 7 de septiembre
de 1829, expedido en uso de facultades extraordinarias, interpretando la ley del 27 de septiembre de 1823
sobre consejos de guerra. Idem. p. 159. Lo mismo respecto del decreto del 11 de septiembre de 1829 sobre
abusos de libertad de imprenta. Idem. p. 160 y del decreto del 18 de noviembre de 1833, donde el Ejecutivo
“aclara” el sentido del decreto del 29 de julio de 1833. Idem. p. 603
152
Dublán y Lozano. Op. Cit. Tomo 2. p. 270
153
Dublán y Lozano. Op. Cit. Tomo 3. p. 740

110
1842 duda del jefe de la 1842
Plana Mayor del
Ejército
31 de agosto de Decreto aclarando 11 de marzo de Tomo 4, p. 259
1842 que un decreto no 1842
derogó el decreto
del 7 de octubre de
1823, sobre
habilitación de
extranjeros en la
adquisición de
bienes
11 de julio de 1843 Aclaración de la 19 de junio de Tomo 4, p. 81
remisión de 1813
artículos en el
decreto
interpretado
20 de noviembre Aclaración sobre 3 de septiembre de Tomo 4, p. 632
de 1843 mutuo usurario 154 1839 y 30 de
diciembre de 1833
9 de febrero de Aclaración sobre la 1º. de marzo de Tomo 4, p. 363
1843 propiedad de 1842
baldíos situados a
los lados del
ferrocarril del Istmo
de Tehuantepec
17 de abril de 1855 Aclaración sobre 12 de abril de 1855 Tomo 7, p. 417
derechos por la
circulación interior

Aún reestablecido el orden constitucional, después de la expulsión de Antonio


López de Santa Anna, las situaciones de emergencia en las que el país vivía
continuaron urgiendo al Poder Ejecutivo, incluso a través de sus Secretarios de
Estado, el ejercicio de facultades interpretativas; como sucedió con la aclaración a
la ley de clasificación de rentas del 28 de octubre de 1857 155, o con el decreto del
8 de febrero de 1861, aclarando el sentido del artículo 11 constitucional y
reafirmando que: “Nadie puede coartar el derecho de tránsito ni de los demás que
otorgan las Leyes Fundamentales”. 156

154
Este decreto es muy ilustrativo de la facultad interpretativa arrogada por el Presidente:
“Valentín Canalizo... Sabed: Que considerando conveniente y necesario hacer una aclaración de la mente de
la ley de 3 de septiembre de 1839 que derogó la de 30 de diciembre de 1833 sobre mutuo usurario, para evitar
las dudas y cuestiones suscitadas sobre su verdadera inteligencia, y para restablecer la moral pública,
corrigiendo los abusos y males que se cometen con notoria ofensa de todos los principios de justicia y
equidad, y con detrimento de la fortuna y bienestar de los ciudadanos, he tenido a bien decretar, en uso de
facultades que me conceden las Bases de Tacubaya:”
155
Circular del Secretario de Hacienda, Manuel Payno. Dublán y Lozano. Op. Cit. Tomo 8. p. 639
156
Circular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Francisco Zarco. Idem. p.

111
No obstante, la situación vuelve a su normalidad en el año de 1861 donde el
Congreso retoma sus facultades interpretativas, comenzando con el decreto del 25
de septiembre de 1861, mediante el cual el Congreso declara que la ley del 7 de
junio de dicho año no ha derogado el artículo 31 de la ley del 2 de febrero de
1861. 157

La anulación de leyes como consecuencia de la interpretación constitucional

Como parte de la facultad inmemorial de la interpretación legislativa de la ley, aún


con base en supuestos distintos al de la formación de la ley, el legislador ejerció y
ejerce la capacidad de interpretar la Constitución y, de ésta, la facultad de ejercer
el control de la constitucionalidad.

En otro trabajo, hemos manifestado que el juicio político y la responsabilidad


política fueron el primer instrumento de control constitucional en nuestro sistema,
por lo que prefiero remitirme a ese trabajo sobre este punto. 158

Por otra parte, al igual que la interpretación de la ley, la interpretación


constitucional se plasmó en nuestros orígenes constitucionales, bajo el numeral
165 de la Constitución de 1824, se estableció que: “Sólo el Congreso General
podrá resolver las dudas que ocurran sobre inteligencia de los artículos de esta
Constitución y de la Acta Constitutiva”.

Pero al ejercer esta facultad, el Congreso General utilizó igualmente el poder de


anulación de las leyes expedidas por las Legislaturas de los Estados,
complementario de la facultad de interpretar, derogar y modificar las propias leyes
generales. A continuación ofrecemos un cuadro ilustrativo del ejercicio de esta
facultad para anular leyes estatales, por ser contrarias a los artículos de la
Constitución.

Decreto federal Decreto o Ley estatal Disposición Fuente:


declarativo de la anulada por constitucional Dublán y
inconstitucionalidad inconstitucional violentada Lozano
7 de enero de 1829 Decreto 12 de Contrario a los Tomo 2, p.
Oaxaca ordenando la artículos 18 y 19 del 89
expulsión de Ignacio Acta Constitutiva y
Ordoño 157 de la
Constitución.
División de Poderes
12 de febrero de 1829 Decreto 138 de Contrario al artículo Tomo 2, p.
Veracruz 158 93

157
Dublán y Lozano. Op. Cit. Tomo 9. p. 308
158
Manuel González Oropeza. “El juicio político”. Derecho Procesal Constitucional. Editorial Porrúa. Tomo
I.

112
9 de marzo de 1829 Decreto 97 del Contrario al artículo Tomo 2, p.
Estado de Occidente 157. División de 97
(Sonora y Sinaloa), Poderes
declarando a
Francisco Iriarte
inhábil para ocupar
cargo de elección
28 de abril de 1829 Decreto del 3 de
Contrario al artículo Tomo 2, p.
enero de 1827 de
21 del Acta 105
Zacatecas Constitutiva y 158
por
impedir a José
de la Constitución.
Miguel Díez de León
Integración del
Poder Legislativo
1º. de marzo de 1830 Decreto 83 del Contrario al artículo Tomo 2, p.
Congreso 158 sobre 228
Constituyente del integración de la
Estado de México Legislatura
sobre elecciones a la
Legislatura
6 de marzo de 1830 Decreto del 24 de Contrario al artículo Tomo 2, p.
diciembre de 1828 de 161, fracción II 231
Puebla por falta de
publicación y
cumplimiento
13 de marzo de 1830 Decreto del 18 de Contrario al artículo Tomo 2. p.
agosto de 1829 159 de la 232
declarando Constitución
gobernador a José
Salgado
7 de abril de 1832 Decreto del 19 de Contrarios a los Tomo 2, p.
marzo de 1832 159 artículo 16 y 34 del 419-420
Acta Constitutiva y
la ley federal del 4
de agosto de 1824
25 de mayo de 1832 Decreto 7 del 22 de Contrario al artículo Tomo 2, p.
marzo de 1827 del 30 del Acta 436-437
Estado de México Constitutiva y 161,
disponiendo de los fracción III y artículo
bienes de las 9º. De la ley federal
Misiones de Filipinas. del 4 de agosto de
1824
22 de septiembre de Decreto del 12 de No especificado. El
1848 abril de 1848 de Congreso lo envía

159
El Decreto de Tamaulipas soslaya un espíritu secesionista: “El Estado de Tamaulipas protesta del modo
más solemne que no dará al Gobierno General auxilios de ninguna clase” y declara que “Los productos de las
aduanas marítimas se quedarán en el Estado”.

113
Chiapas decretando directamente a
el exilio a “todos los Mariano Otero para
que de cualquier su publicación y
modo intenten” cumplimiento
perturbar la paz
pública
Decretos 20, 27 y 29 No especificado Diferente
de septiembre de 160

1828
11 de junio de 1845 Decreto del 21 de “Reprueba” del Tomo 5, p.
febrero de 1844 de la decreto por ser 22
Asamblea contrario a las
Departamental de Bases Orgánicas
Oaxaca sobre (sin especificar)
ocupación de
propiedades para
beneficio público
28 de marzo de 1845 Decreto 2 de la Contrario a las Tomo 5, p.
Asamblea Bases Orgánicas 11
Departamental del 9
de febrero de 1844
18 de julio de 1853 Leyes del 10 de No especificado
febrero y 15 de
marzo de 1849 de
Veracruz sobre
tratamientos a las
corporaciones y
autoridades locales
23 de enero de 1862 Decreto 5 de Contrario a la Tomo 9, p.
diciembre de 1861 de División de 366
Sinaloa que Poderes161
estableció el pago de
derechos a efectos
extranjeros
nacionalizados
11 de marzo de 1862162 Decreto 24 de No especificado Tomo 9, p.
febrero de 1862 de 392
Michoacán sobre
circulación de
numerario
28 de mayo de 1862 Decreto del 12 de No especificado. Tomo 9, p.

160
Colección de los Decretos, Circulares y Órdenes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo del Estado de
Jalisco. Tomo IV. p. 147 Reimpresión de la Edición de 1875. Tipografía de M. Pérez Lata.
161
El decreto menciona que el Estado “ha legislado sobre asuntos que son de la exclusiva incumbencia de las
autoridades federales”
162
Expedido por el Presidente Benito Juárez en uso de facultades extraordinarias.

114
mayo de 1862 de Invasión de 471-472
Nuevo León y competencias con el
Coahuila que redujo Gobierno Federal
a la mitad la gracia
concedida a la zona
libre
27 de junio de 1862163 Decreto del 18 de No especificado Tomo 9, p.
junio de 1862 al 482
suprimir empleos
federales
7 de julio de 1862 Decreto del 12 de No especificado Tomo 9, p.
mayo de 1862 487
expedido por el jefe
político de Querétaro
15 de julio de 1862 Decreto del 27 de No especificado Tomo 9, p.
junio de 1862 489
expedido por el
comandante militar
de Jalisco y Colima
1º. de agosto de 1862 Decreto de 27 de No especificado Tomo 9, p.
junio de 1862 de 504
Jalisco estableciendo
un préstamo forzoso

Como se observa, esta rica tradición interpretativa del Congreso de la Unión fue
muy intensa, ya que el anterior cuadro representa tan sólo una demostración de
algunos ejemplos del control constitucional, via interpretación y derogación,
completa o parcial, de algunas leyes particulares de los Estados.

Según ya vimos en un capítulo anterior, el papel que ha jugado el Congreso de la


Unión en el control constitucional se ha visto menguado, aunque todavía aparece
facultado para interpretar genéricamente la ley en el inciso f) del articulo 72 de la
Constitución, así como la facultad de interpretar la Constitución mediante el
procedimiento del juicio político previsto en el Titulo Cuarto, y por supuesto, a
través de la reglamentación de la misma Constitución mediante la expedición de
las leyes secundarias pertinentes, establecidas expresamente en el articulo 73 y
en otras partes de nuestra Ley Fundamental.

De la misma manera, las Legislaturas de las entidades federativas han perdido su


vigor y presencia en la formación de la voluntad federal, pues en la original
Constitución de 1824, éstas se encargaban con exclusividad, no solo las reformas
al texto de la Constitución Federal, sino de elegir a los dos candidatos a la
Presidencia de la Republica (Articulo 79), elegir a los senadores de la Republica
(Articulo 33), elegir a los Ministros de la Suprema Corte y al Procurador General
163
Expedido en uso de facultades extraordinarias por el Poder Ejecutivo.

115
de la Republica (Articulo 127) y presentar iniciativas de leyes y decretos de la
Federación al Congreso de la Unión (Articulo 52, fracción II).

Además de las progresivas reformas constitucionales que desde 1921 se han


emprendido sin tregua en nuestro país, para ampliar y facilitar las expansivas
facultades del Poder Ejecutivo Federal, las asambleas legislativas, tanto la federal
como las estatales, se han visto disminuidas en sus capacidades políticas para
representar a la población, con la prohibición de reelección inmediata, lo cual ha
repercutido en la dificultad para construir carreras parlamentarias, y de la
integración profesional, independiente y responsable de los Congresos Mexicanos.

Con los anteriores vicios a cuestas de las asambleas legislativas, pareciera que la
vida democrática del país, que desde 1963 se ha ido perfilando con formas de
representación política más reales, para perfeccionar la composición de los
poderes legislativos, y donde la pluralidad ha dado muestras más palpables de
esta democracia, al contar en México con una mayoría de gobiernos divididos,
donde el titular del Poder Ejecutivo es de un partido político, mientras que la
mayoría de su respectivo Congreso corresponde a la oposición de dicho partido.
Pareciera incongruente que a pesar de los avances democráticos, ocurridos en los
Poderes Legislativos, sea en donde menos facultades se ejercen, comenzando
por el control constitucional.

El control jurisdiccional se ha consolidado en un largo proceso de más de 150


años. Fue, en consecuencia, el segundo de los medios de control empleados para
vigilar y aplicar la Constitución contra las leyes y actos que fueran contrarios. La
función jurisdiccional en un país de Derecho Codificado posee ciertas restricciones
que lo limitan frente a los países que fueron sus modelos en el establecimiento de
la denominada revisión judicial y que se concretó en nuestro juicio de amparo. Los
supuestos de la legitimación procesal reducen grandemente a esta función judicial
en el acceso de los intereses difusos o colectivos, cuyo daño no sea personal ni
directo; y los efectos de las sentencias son siempre inter partes , por lo que no son
efectivas tratándose de leyes inconstitucionales, ya que se refieren solo a las
partes en cuestión.

Crear un control jurisdiccional de la Constitución, al estilo de los países del


common law no ha sido posible en las reformas pasadas del poder judicial, ni en
las que se plantean a partir del proyecto del año 2000 de una nueva Ley de
Amparo, donde se contempla una declaratoria general de inconstitucionalidad y de
interpretación conforme; la cual por cierto no beneficia a las partes involucradas en
los tres precedentes necesarios para provocarla. Lo anterior demuestra que las
soluciones jurisprudenciales deben ser combinadas con soluciones legislativas, y
lo anterior da óbice para reconsiderar el papel de la interpretación de la
Constitución y las leyes.

Aun con la avanzada reforma constitucional de 1994, la controversia constitucional


requiere de una votación calificada para tener efectos generales, lo cual
demuestra la complejidad de nuestro sistema para reconocer la capacidad de la

116
función judicial para acordar resoluciones con efectos erga omnes. 164 En
contraste, la Constitución Mexicana todavía prevé la capacidad del Congreso para
interpretar leyes mediante el mismo procedimiento de su creación.

Si bien Mariano Otero fue el promotor del amparo en el ámbito federal y sus
postulados están vigentes, de acuerdo al célebre artículo 25 del Acta de Reformas
(1847), la historia de las instituciones jurídicas ha pasado desapercibida la
aportación de Otero en materia de inconstitucionalidad de leyes, pues si bien
recoge la relatividad de las sentencias de amparo contra actos del Poder
Legislativo, parece dudoso que el sentido original del amparo hubiese sido contra
todo tipo de leyes o decretos de los poderes legislativos, sino que, en nuestra
opinión, sólo se refirió a aquellos que contuvieran un contenido administrativo e
individualizado.

Estos dos artículos del Acta de Reformas que estuvieron vigentes durante el
azaroso periodo de diez años, de 1847 a 1857, con un intervalo durante la ultima
dictadura de Santa Anna de 1853 a 1855, seguramente se aplicaron en nuestro
país de manera errática, pero lo importante es que reflejan el verdadero
pensamiento de Otero respecto al control constitucional y a las leyes contrarias a
la Constitución. No era el amparo, como control jurisdiccional, el encargado de
enfrentar las leyes inconstitucionales, sino era el reclamo ante las Legislaturas, el
encargado de resolver la condición de las leyes, con la derogación o abrogación
de la norma inconstitucional, siguiendo un procedimiento legislativo y no
jurisdiccional.

De la misma manera, el sistema no dependía de la existencia del federalismo,


pues como hemos apreciado con los ejemplos enlistados en la anterior sección,
incluso en la etapa más centralista, las leyes de las Asambleas Departamentales
era objeto de anulación y escrutinio por parte del Congreso General.

El principio de que las leyes no pueden ser derogadas o reformadas mas que por
otras leyes, es uno de los principios fundamentales del Derecho Codificado de
nuestro país. Proviene desde la Constitución de Cádiz, en cuyo artículo 153 se
estableció: “Las leyes se derogan con las mismas formalidades y por los mismos
tramites que se establezcan”; y que se repite en todas las subsecuentes
Constituciones, ya mexicanas, hasta la vigente. De esta manera, la regla de la
revisión judicial de que una resolución de esta naturaleza puede derogar una ley
es incongruente, aunque dicha derogación esté legitimada por la
inconstitucionalidad de la ley. También es incongruente con el legado de Otero, el
cual previó en los articulo 22 y 23 del Acta de Reformas diversos reclamos
legislativos, no jurisdiccionales, para derogar la ley inconstitucional, no para
suspenderla en el caso concreto de un juicio de amparo.

164
En otra trabajo, el autor ha explicado con detenimiento las restricciones de la interpretación judicial,
siempre sometida a las modalidades de la ley misma.

117
En el sistema de Derecho Civil o Codificado, la ley es interpretada primariamente
por el mismo legislador, tal como la antigua Constitución de Cádiz lo estableció y
la Constitución actual lo repite; a saber: Los Congresos son los intérpretes de la
ley. La jurisprudencia, como interpretación de la Constitución, está sometida a las
modalidades que la ley le determine y, en la actualidad, la interpretación
constitucional o legal que lleva a cabo el Poder Judicial Federal, mediante la
jurisprudencia, está constreñida a una observancia de los propios tribunales, sin
extenderse en sus efectos a las demás autoridades. Al respecto, la lectura del
articulo 14 constitucional es significativa cuando establece en su ultimo párrafo
que en los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letra o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de esta, se fundara en los
principios generales del Derecho.

Claramente, la interpretación jurídica es limitada y, desde el principio de la


jurisprudencia, la Suprema Corte ha definido que no puede obrar como cuerpo
legislador, sino tan sólo como intérprete, sin despegarse de los principios
generales que la propia legislación mantiene (Semanario Judicial de la
Federación. 5ª. Época. Tomo LVI. p. 1351). Con esta tradición a cuestas, ¿Cómo
es posible que unas decisiones del Poder Judicial Federal puedan anular y dejar
sin vigencia las leyes que considere inconstitucionales?. Para ello, habría que
emprender una gran reforma constitucional y no solo reformar la Ley de Amparo.

Por lo anterior, resulta pertinente analizar, sin detrimento de los avances que en la
administración de justicia se tomen, la posibilidad de implementar un control
legislativo de la constitucionalidad, rescatando el pensamiento genuino de Mariano
Otero.

Habíamos manifestado que el poder legislativo cuenta igualmente con la


capacidad de interpretar, tanto la Constitución como las leyes, con mayor
investidura y tradición que el propio poder judicial, ya que nuestro sistema se basa
en principios donde el legislador es el auténtico intérprete. En 1964, el entonces
senador Andrés Serra Rojas explicó con motivo de un dictamen sobre ratificación
de nombramientos militares, que el Congreso de la Unión interpreta la
Constitución a través de las leyes reglamentarias que expide, así como que
interpreta las leyes, a través de las reformas o derogaciones que hace de las
mismas leyes. Ya Otero, fiel a esta tradición legal, propia del Derecho Codificado,
contempló como función de las asambleas legislativas del país, la importante de
analizar y decidir sobre la constitucionalidad de las leyes, para declararlas nulas
en consecuencia, con efectos generales.

La propuesta de Otero proviene probablemente de la experiencia de los Estados


Unidos, que conoció a través de Alexis de Tocqueville. James Madison,
denominado el Padre de la Constitución de ese pais, había elaborado en 1799, un
Reporte dirigido a la Asamblea General del Estado de Virginia, la cual a su vez,
había aprobado una Resolución concerniente a la constitucionalidad de las Leyes
de Extranjería y Sedición aprobadas en 1798.

118
En dicha Resolución, la Asamblea Legislativa de Virginia había aprobado en su
punto tercero la consideración de que los poderes del Gobierno Federal son
limitados, pues según el Pacto Federal, sus facultades son delegadas por los
Estados, los cuales son partes fundantes de dicho Pacto. Madison que fue
constituyente en Filadelfia en 1787, así como el cronista de la Convención
Constituyente, aseveró en su Reporte, que los poderes no otorgados a la
Federación fueron retenidos por los Estados, tal como fuera explicitado en la
Enmienda X que dice: Los poderes no delegados a los Estados Unidos por esta
Constitución, ni prohibidos por ella a los Estados, están reservados a los
respectivos Estados, o al pueblo.

De esta manera, Madison concluye en su Reporte de 1799 que la Federación solo


puede ejercer constitucionalmente los poderes otorgados por los Estados, por lo
que corresponde a ellos apreciar cuándo una ley federal ha sido expedida en
contravención a la delegación hecha, sobre todo cuando esa contravención ha
sido deliberada, palpable y peligrosa, como en el caso de las leyes de Extranjería
y Sedición donde se infringen derechos de los extranjeros.

Pero en un país con tradición anglosajona, con énfasis en la creación judicial del
Derecho, Madison se pregunta si la facultad de apreciar las violaciones al Pacto
Federal por los Estados, no pondría en peligro la facultad del Poder Judicial de ser
el único expositor de la interpretación constitucional.

Madison responde con dos argumentos: 1º. Que la usurpación de poderes


constitucionales por el gobierno federal no siempre puede ser revisada por el
Poder Judicial, pues como el Ministro y comentarista constitucional, Joseph Story,
explicaría en su obra (1833), cada poder es un intérprete de la Constitución al
ejercer sus funciones; de esta manera, el Poder Legislativo interpreta la
Constitución al expedir leyes y decretos reglamentarios y 2º. Que siendo el poder
judicial parte del gobierno federal, no está exento de sobrepasar sus propias
facultades, por lo que el intérprete final en esta materia deben ser los Estados,
aquellos que son partes fundantes del Pacto Federal; ya que si bien el Poder
Judicial es el supremo intérprete de la Constitución, lo es, según Madison,
respecto de los demás poderes de la Unión, pero no respecto de los Estados
partes del Pacto Federal, ya que para esos efectos, el Poder Judicial Federal es
una parte del gobierno con poderes delegados.

En este punto, Joseph Story mostraría su desacuerdo y propondría que fuera el


propio pueblo quien decidiera la infracción constitucional mediante su voto en las
elecciones y el cambio de representantes en el Congreso, o mediante el juicio
político al Presidente o a los jueces federales infractores. Pero su solución no deja
de ser muy estructural y alejada del control constitucional que debe ser directo.

De cualquier manera, para los efectos de esta ponencia, ambos puntos de vista
contradictorios nos muestran que los fundadores del control constitucional tanto en
Estados Unidos, a través de Madison y Story, como en México, con Otero, no
descartaron el control político de la constitucionalidad ejercido por el proceso

119
legislativo a través del órgano representativo por antonomasia, como lo son las
asambleas legislativas.

Las anteriores consideraciones no son una mera especulación histórica, sino que
nos muestran una intencionalidad que hemos tergiversado con el paso del tiempo,
asumiendo que México es idéntico a los Estados Unidos y que a pesar de no
contar con una tradición inmemorial de interpretación judicial amplia y radical, nos
hemos circunscrito al juicio de amparo como único medio para el control
constitucional, olvidando que nuestra tradición de derecho codificado nos obliga a
considerar otros medios, igual de eficaces, como lo sería la teoría de la anulación
de las leyes por las asambleas legislativas.

La interpretación jurídica reconocida por el articulo 14 constitucional fue una


innovación en la Constitución de 1917, pero sigue atada a la letra de la ley y a los
principios generales del Derecho previstos en la misma ley, por lo que el legislador
sigue siendo constitucionalmente el interprete de la norma, tal como está previsto
en las Constituciones Mexicanas desde sus orígenes. La misma jurisprudencia
reconocida en la Constitución está sujeta a las modalidades que la ley le consigne.

Por ello, resulta oportuno considerar que además del desarrollo que pueda tomar
el juicio de amparo, México requiere de un cambio estructural para poder
reconocer las amplias facultades de anulación que el stare decisis o la fuerza del
precedente, cobra en los países del Common Law, por lo que resulta más natural
y oportuno para nuestro país volver a sus raíces de Derecho Civil, y desarrollar
una nueva teoría de la anulación de leyes, de la manera en que Otero la plasmó
en el Acta de Reformas, fortaleciendo así a los Poderes Legislativos, simiente de
nuestra democracia. El fortalecimiento de las Asambleas Legislativas es por igual
el fortalecimiento de los procesos electorales, característica que no poseen los
Poderes Judiciales.

La pluralidad ha hecho madurar a los Congresos y su integración se encuentra


cada vez más capacitada para decidir las graves cuestiones que implican los
problemas de constitucionalidad. Si no tenemos confianza en las Asambleas
Legislativas de nuestro país, ¿Cómo es que les confiamos el proceso de reforma
constitucional?, ¿Cómo les encargamos el procedimiento de responsabilidad
política por infracciones a la Constitución?, ¿Cómo por fin les confiamos la
ratificación de los Ministros y Magistrados de la Nación?, entre muchas otras
funciones torales para el sistema político y jurídico del país.

Las críticas que sufrieron las ideas de Madison en los Estados Unidos por
conducir a la secesión de los Estados, fueron disipadas con su actuación cuando
fue Presidente de los Estados Unidos, así como por la negociación de Henry Clay
en el Congreso Federal frente a la anulación de las tarifas decretada por la
Legislatura de Carolina del Sur en 1833.

Otero, por su parte, jamás insinuó la menor idea de secesión, pero además superó
la versión de Madison, pues en lugar de reconocer que un Estado, por si mismo,

120
pudiera anular una ley federal expedida en nombre de la Nación, contempló que
tendría que ser la mayoría de Estados la que decidiera, con la mayoría de su
población a través de sus representantes en las respectivas Legislaturas, la suerte
de una ley federal que infringiera gravemente las facultades delegadas. Además
de que nuestro país no reconoce la Secesión, sino que ha considerado a la Unión
Federal como una decisión fundamental, los Estados fundantes del Pacto Federal
debieran decidir la inconstitucionalidad de una ley federal, por la mayoría de sus
Legislaturas, así como el Congreso como representante de la Nación, debería
decidir la constitucionalidad de una ley local, con resoluciones de efectos
generales en ambos casos, anulando la ley en cuestión.

De esta manera, continuaría el juicio de amparo, sin desnaturalizarlo, con sus


efectos particulares para el quejoso, declarando inconstitucional la ley contraria a
la Ley Fundamental, pero sin efectos generales. De la misma manera, la
controversia constitucional continuaría, con plena vigencia, para resolver los
conflictos entre uno de los integrantes del Pacto Federal, así como la acción de
inconstitucionalidad para una fracción de las Asambleas Legislativas que deseen
controvertir la constitucionalidad de una norma recién aprobada.

Pero un nuevo recurso de nulidad debe contemplarse en la esfera de nuestros


medios de control constitucional, que sea capaz de anular las leyes contrarias a la
Constitución Federal, decidido por el Congreso de la Unión si es una ley local, o
por la mayoría de las Legislaturas de los Estados si es una ley federal.

Para el caso de la ley federal, podría seguirse en parte el procedimiento del Acta
de Reformas, donde tres Legislaturas estatales sometieran a la Suprema Corte de
Justicia el recurso, para que ésta con su dictamen lo consultara a las demás
Legislaturas de los Estados, incluida la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y
en un plazo constitucional se resolviera por ellas, sometiendo su resolución a la
declaración pertinente de la Suprema Corte. Si la mayoría de dichas Legislaturas
consideran a la ley federal en cuestión inconstitucional, la Suprema Corte
declararía su nulidad con efectos generales.

Si la ley atacada fuera una ley local, el recurso se sometería ante el Congreso de
la Unión, por el Tribunal Superior de Justicia correspondiente, con su dictamen
respectivo, cuando para esos efectos hubieran acudido por los menos el o los
Ayuntamientos que representaran el 10 por ciento de la población del Estado
respectivo. El recurso se turnaría a la Comision de Puntos Constitucionales la cual
dictaminaría en un plazo previsto en la ley, para ser resuelto por el pleno como
una ley de anulación.

Se podría prever igualmente, que los Tribunales Colegiados, a través de la


Suprema Corte de Justicia al momento de aprobar una tesis firme de
jurisprudencia, o al momento de resolver una contradicción de tesis respecto de la
inconstitucionalidad una ley federal, tendría obligatoriamente que someterla a la
mayoría de las Legislaturas para seguir el procedimiento de anulación de oficio. Si
fuera la jurisprudencia o la contradicción relativa a una ley local, se remitiría

121
igualmente al Congreso de la Unión para agotar de oficio el procedimiento de
anulación.

Con este nuevo control constitucional, se dejarían a salvo todos los demás
procedimientos constitucionales, incluyendo los que las Constituciones Estatales
desarrollaran para el control interno de sus Constituciones, pero además se
lograría un fortalecimiento evidente de los Poderes Legislativos, con total respeto
de los poderes judiciales, los cuales tendrían en algunos aspectos una
intervención en la anulación de las leyes, y se rescataría la valiosa tradición del
Derecho Codificado donde las leyes se anulan por representantes del pueblo, en
bien del federalismo que todos deseamos.

La interpretación constitucional y legal no debe ser un monopolio

Aunque la doctrina ha acotado la disposición constitucional del inciso f) del artículo


72, repetida en el artículo 64 del Reglamento para el Gobierno Interior del
Congreso General, la disposición es terminante en el sentido de que la
interpretación de las leyes debe efectuarse con las mismas formalidades que para
su creación; esta disposición aplicada textualmente, eliminaría cualquier otra
interpretación como la judicial o incluso la administrativa, y llegaría a proscribir la
actividad interpretativa de los tribunales, para instaurar un monopolio más, el de la
interpretación legislativa.165 No es la intención del Constituyente ni del sano control
constitucional el instaurar monopolios en la interpretación, ya que dicha función,
constituye la aplicación de la Constitución y ésta, por naturaleza, incumbe a todas
las autoridades.

El presupuesto de la interpretación legislativa es que la ley debe claramente


mencionar los supuestos de su aplicación, cualquier desviación o concepto no
establecido normativamente, podría incurrirse en una interpretación que por
disposición constitucional sólo corresponde al legislador hacer mediante el
mismísimo proceso legislativo.

Como hemos demostrado, la interpretación legislativa es una institución centenaria


en nuestra historia constitucional, pues desde la Constitución de 1824 se
estableció y aunque la constitución original de 1857 no previó esta disposición, se
le agregó con la reforma del 13 de noviembre de 1874.

También fue común durante el siglo XIX, prescribir en el más alto nivel normativo
de las entidades federativas, la prohibición por parte del Poder Judicial para
interpretar o suspender la aplicación de las leyes, por lo que cualquier duda de ley

165
Esta disposición se repite en quince Estados por lo menos: Campeche (art. 51), Chihuahua (art. 77),
Coahuila (art. 65), Guerrero (art. 56), México (art. 56), Michoacán (art. 40), Morelos (art. 50), Nuevo Leon
(art. 63), Querétaro (art. 56), Quintana Roo (art. 69), San Luis Potosí (art. 45), Sinaloa (art. 46 fr. VIII),
Sonora (art. 63), Tamaulipas (art. 74) y Zacatecas (art. 45 fr. IV)

122
que surgiera, debería hacerse del formal conocimiento al Congreso del Estado,
por conducto del gobernador, sin que el Tribunal Superior de la Entidad pudiera
plantearla directamente al Poder Legislativo.

El decreto francés de agosto de 1790 estableció con el nombre de referé, el


procedimiento que en México tomó el nombre de “duda de ley”, mediante el cual
los jueces consultarían el sentido de cualquier ley, ya que se prohibía
expresamente la interpretación judicial. En el mismo año, mediante decretos del
27 de noviembre y 1º de diciembre, se creó por la Asamblea Constituyente
Francesa el Tribunal de Casación dependiente del propio Poder Legislativo,
facultado para revisar y anular, en su caso, cualquier resolución judicial fundada
en interpretación de la ley y en el alejamiento de la aplicación literal de la
misma166.

En esta tendencia se registraron igualmente las leyes italiana de 1774 y peruanas


del 20 de marzo de 1791 y del 6 de julio de 1793, instaurando al legislador como
único interprete de la ley.

La rigidez en la interpretación auténtica de las leyes fue tan intolerable e


irrealizable que la consolidación del juicio de amparo fue permitiendo a la
autoridad judicial la utilización de una interpretación “jurídica”, aplicable al caso
concreto sin declaraciones generales, llegando a ser reconocida normativamente
hasta la modificación del artículo 14 del proyecto de Constitución que presentó
Venustiano Carranza en 1916 y que fuera aprobado en febrero de 1917.

Sin embargo, el propio legislador mexicano de 1869 llegó a declararse


incompetente para interpretar la Constitución de 1857 y definir el alcance de su
artículo 101 así como resolver, en consecuencia, si el amparo procedía contra
actos de todas las autoridades, incluyendo a las judiciales. Para el distinguido
jurista y diputado Emilio Velasco, la Constitución no podía ser interpretada
(auténticamente) sino por el Poder Constituyente, por lo que los congresos
ordinarios no podían acotar el sentido de los preceptos constitucionales, ni
siquiera cuando estuvieren reglamentados. Según sus propias palabras:
“Entretanto el poder constituyente no apruebe una adición a la Constitución,
explicando el citado artículo, toca al Poder Judicial interpretar su sentido”. 167 Y en
ese mismo año, el Poder Judicial Federal daría la interpretación del artículo 101
constitucional (de la Constitución de 1857), aun en contra del texto expreso de la
ley de amparo, en el amparo promovido por Miguel Vega.

A pesar de la rígida disposición que excluye de la interpretación jurídica a todo


órgano no legislativo, el Poder Judicial Federal se ha empeñado más en justificar
la capacidad interpretativa del Poder Ejecutivo que de su mismo poder. Las

166
Sebastián Soler. Interpretación de la ley. Ediciones Ariel. Barcelona. 1962. p. 18-20. Jorge Ulises
Carmona Tinoco. La interpretación Judicial Constitucional. UNAM. 1996. p. 28-29.
167
José Barragán. Proceso de discusión de la ley de amparo de 1869. UNAM. 2ª. Ed. 1997. México. p. 247
Sesión del 4 de enero de 1869.

123
circulares de las Secretarías de Estado pueden ser interpretativas de la ley,
aunque el Secretario no sea más que colaborador de un poder constitucional, y
aunque dichos funcionarios no tengan la facultad para expedir reglamentos: “Es
claro que aunque la Secretaría de Hacienda está facultada para interpretar la ley y
atender a su expedita aplicación, mediante la expedición de circulares...”, según
menciona una ejecutoria (SJF 7a. ep. Vol. 35. sexta parte, p. 25. A.R. 547/71
Compañía de Luz y Fuerza de Pachuca y coags.).

La doctrina y algunos criterios judiciales han interpretado la clara disposición del


artículo 72, inciso f), de la Constitución, al concentrarse en la aplicación del
artículo 9o. del Código Civil para el Distrito Federal, que se refiere a la derogación
y a la abrogación de una norma (SJF. 6a. ep. t. LXXXI. p. 10-11 y 7a. ep. Vols.
XCVII-CII. 1a. parte. p. 118), lo cual no es siempre aplicable a una interpretación,
que implica una modificación o actualización. El Código Civil establece en el
numeral referido que la ley sólo queda abrogada o derogada por otra posterior que
así lo declare expresamente, o que contenga disposiciones total o parcialmente
incompatibles con la ley anterior.

A los antecedentes ya mencionados en las anteriores secciones, cabría aumentar


los siguientes: Lorenzo de Zavala explicó en la sesión del 11 de agosto de 1823
del Congreso Constituyente: “Formar las leyes, interpretarlas, aclararlas y
dispensarlas son atribuciones de este Poder (Legislativo) y sería muy peligroso
dejar cualquiera de ellas al Gobierno” 168. Ese debate se formó cuando se trató
sobre la dispensa de requisitos que la petición de un particular sometió al
Soberano Congreso Constituyente, dichos requisitos estaban contenidos en una
ley y el no aplicarla implicaba interpretarla, o exceptuar su aplicación para un caso
concreto; de haberlo hecho, el Congreso no derogaba la disposición, puesto que
su excepción no se convertía en regla general, sino que aunque vigente, no se
aplicaría para un caso concreto autorizado por el mismo hacedor de las leyes, en
quien descansa la soberanía, es decir, está por encima de las leyes, puesto que él
es el encargado de hacerlas, modificarlas y eliminarlas.

Aun los Constituyentes no dejaron de otorgar concesiones, adjudicar contratos,


exceptuar del pago de impuestos, conceder pensiones, y muchos otros actos de
aplicación de las leyes que convertían al órgano legislativo en el ejecutor e
intérprete de las normas. Esta práctica influyó en el demérito de los Congresos
que por desahogar los actos pedestres de aplicación, no concluían la codificación
y la gran obra legislativa que el país requería para emanciparse jurídicamente de
España.

La vigencia de la interpretación legislativa como única disposición constitucional


relativa, demuestra el lento desarrollo de nuestras instituciones jurídicas,

168
Historia Parlamentaria Mexicana. Crónicas. Vol. I. Mayo-Octubre 1823. Instituto de Investigaciones
Legislativas. Cámara de Diputados. 1983. p. 335.

124
precisamente por ausencia de interpretación judicial que le imprima dinamismo a
nuestro Derecho.169

A diferencia de los grandes encuentros y polémicas entre la autoridad ejecutiva y


la judicatura que se han dado en otros países, como el choque entre Edward Coke
y el Rey Carlos I en Inglaterra, que minó la prerrogativa real, y la de John Marshall
y Thomas Jefferson, que instauró la revisión judicial en los Estados Unidos; en
México el Poder Judicial heredó la subordinación de las Audiencias hispanas, a
pesar de la independencia que inició José María Iglesias como Presidente de la
Suprema Corte, ya que fue demolida por el porfiriato y su brillante Ministro, Ignacio
L. Vallarta, que sólo reforzó la autoridad en torno al Poder Ejecutivo, en detrimento
de la discrecionalidad judicial, que es la condición previa de una interpretación
judicial fortalecida.

Aunque constitucionalmente la única interpretación válida es la legislativa, la ley


ha reconocido, con todas las limitaciones antes apuntadas, que los niveles más
altos de la judicatura federal pueden interpretar el orden jurídico y,
paradójicamente, la propia jurisprudencia ha consolidado esa función sutil pero
consistentemente. A pesar de que la jurisprudencia final sólo obliga a los
Tribunales Federales y Locales, ésta no vincula a ninguna autoridad
administrativa:

La labor de interpretación de una norma no puede realizarse atendiendo


únicamente a la letra del precepto (método gramatical) o significado
estrictamente técnico de la expresión (como el proporcionado por los
peritos) al desahogar el cuestionario de la actora, pues no es inusual que el
legislador emplee términos o palabras con el mismo sentido, alcance o
significado con los cuales éstas se emplean en otras disposiciones legales
atinentes a la misma materia (...) Por lo tanto, cuando se plantea un
conflicto sobre la significación que debe asignarse a un termino o palabra
empleada de alguna disposición legal, de la que no exista una
interpretación auténtica, es decir elaborada por el mismo legislador, es
deber del Tribunal servirse de todos los métodos. (Informe de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación 1987. Tercera Parte. Tribunales Colegiados.
p. 119 A.R. 1487/87 Productos Monarca S.A. 25 de noviembre de 1987.
Tribunal Colegiado de Circuito).

169
No fue sino hasta recientemente, que se vislumbra la preocupación en la judicatura mexicana por el
“inmovilismo” del Derecho, ante la carencia de interpretación (judicial): “El exacto cumplimiento de la
Constitución sólo puede lograrse si su interprete liberándose de las ataduras de quienes se encargan
simplemente de aplicar los textos legales (expresión positivizada del Derecho), entiende que su función no se
agote en la mera subfunción automática del supuesto derecho al texto normativo, ni tampoco queda encerrada
en un positivismo formalizado superado muchas décadas atras, sino que comprende básicamente una labor de
creación del Derecho en la búsqueda de la efectiva realización de los valores supremos de justicia…” A.R.
553/89. Perfiles Termoplásticos S.A. 7 de junio de 1989. Tercer Tribunal Colegiado en materia administrativa
del Primer Circuito. 8ª. época.

125
Una sentencia de la Suprema Corte definió a la jurisprudencia como “la
interpretación correcta y válida de la ley que necesariamente se tiene que hacer al
aplicar ésta” (SJF. 6a. ep. Segunda Parte. Vol. XLIV. p. 86 A.D. 7971/60 José G.
Romo 20 de febrero de 1961). Por ello, si bien la “interpretación auténtica” es la
única permitida por nuestra Constitución, la judicatura tiene como objetivo
desentrañar esa interpretación: “Dos elementos debe tener presentes el juzgador
al interpretar la ley: el texto o sentido gramatical de las palabras y la intención o
propósitos que llevaron al legislador a dictarla” (SJF. 5a. ep. Tomo XVIII. p. 116
A.D. Josefa Ramos suc. 16 de enero de 1926); aunque la letra prevalece sobre la
voluntad del propio legislador (SJF. 5a. ep. Tomo XVIII. p. 893 A.R. María Teresa
Huller y coag. 27 de abril de 1926 y SJF. 5a. ep. Primera Sala. Tomo CXIX p. 3063
A.D. 5930/51. 16 de octubre de 1953) y sobre todo, hay que interpretar
integralmente el texto legal (SJF. 5a. ep. Primera Sala. Tomo XXV. p. 1126. SJF.
5a. ep. Tomo LXXIX. Cuarta Sala. p. 5083 A.R. 8179/43 Coalición de Trabajadores
Huelguistas de la Fábrica Ampolletas, S.A. 8 de marzo de 1944. SJF. 5a. ep.
Segunda Sala. Tomo CXIII. p 494 A.R. 6772/51. G. Kessel y Cía. S.A. 13 de
agosto de 1952. SJF. 7a. ep. Vol. 34 Tribunales Colegiados de Circuito. p. 44 A.D.
343/70 Central de Aduanas Consolidadores de Carga, S.A. 13 de octubre de
1971).

La autoridad judicial mexicana ha confiado demasiado en la competencia del


legislador a quien dogmáticamente lo considera como una entelequia libre de
errores y vicios, incapaz de expresar en sus disposiciones legales “palabras
inútiles o redundantes” (SJF. 5a. ep. Tomo CXXV. p. 838). Esta presunción olvida
que el proceso legislativo es un proceso político cuya capacidad o congruencia no
es un atributo necesario, sino que las palabras se pactan con sentidos distintos y
con voluntades disímbolas.

La jurisprudencia así surgida obliga a las autoridades jurisdiccionales no sólo


federales sino también del fuero común (SJF. 6a. ep. Tercera Sala. Vol. XXV. p.
182. 7a. ep. Parte Cuarta. Vol. 42. p. 77). y como muestra máxima de su
autoridad, ha declarado que no es posible enjuiciar la constitucionalidad de la
jurisprudencia, pues constituye la interpretación suprema de la propia Constitución
y de las demás leyes, tanto federales como locales. (SJF. 8a. ep. Tomo VII Abril
1991. Tribunales Colegiados de Circuito. p. 193. Gaceta del SJF. 8a. ep. Núm. 71-
Noviembre 1993. p. 40) Aunque con humildad también se reconoce que “la
jurisprudencia de la Suprema Corte, si bien es cierto que tiene el carácter
obligatorio para los tribunales, no deja de ser la interpretación que de la ley hace el
órgano jurisdiccional y que no puede tener el alcance de derogar la ley, ni
equipararse a ésta”. (SJF. 6a. ep. Primera Sala. Vol. LVIII. Segunda Parte. p. 38).
por lo que la variación de la Jurisprudencia no implica la aplicación retroactiva de
la ley (SJF. 6a. E.P. Primera Sala. Vol. LX. Segunda Parte. p. 58. Tesis 164
Apéndice SJF. 1917-1975, p. 336. Vol. I. Cuarta Parte) ni la validez de la ley
depende de su reconocimiento por la jurisprudencia (SJF. 6a. ep. Tercera Parte.
Vol. CXXXII. p. 60).

126
A pesar de esta autolimitación del Poder Judicial, existen algunos criterios que
inspiran un avance en la tarea interpretativa que le depara a nuestra judicatura.
Como la Primera Sala de la Suprema Corte de México aludió de manera poco
ortodoxa:

Si se admite que los países de legislación escrita se debaten


irremediablemente entre la tragedia jurídica de la inmovilidad (que por su
naturaleza es la característica de la ley prescriptiva), y la perenne movilidad
de la sociedad que dentro de esa ley se desenvuelve, entonces tendrá que
admitirse también que no es posible aceptar, como medio o sistema
interpretativo de una ley, aquel que descansa sobre la vieja tesis construida
sobre el criterio inmóvil, meramente letrista y gramatical, por que ello
equivaldría a entorpecer la evolución social siempre en constante progreso,
sino el que deriva de la nueva tesis móvil y progresiva que permite
interpretar los preceptos legislativos, hasta donde su texto lo admite,
alrededor de las modernas ideas avenidas al campo de la ciencia jurídica y
de las recientes formas y necesidades apreciadas en la vida social. (SJF.
5a. ep. Tomo CIV. Primera Sala. p. 984).

El textualismo es la escuela de interpretación que el Ministro Antonin Scalia de los


Estados Unidos promueve, ante la imposibilidad de descubrir la intención del
legislador. El textualismo no implica la “exacta aplicación de la letra de la ley”, sino
la continuación del texto de la ley en armonía donde el contexto social al cual la
ley pretende responder.170 Sin embargo, en la interpretación de la Constitución se
tropieza con el problema de que México ha desarrollado instituciones y nuevas
necesidades distintas de aquéllas que en la Revolución se requerían, ¿Cómo se
va a interpretar la Constitución? ¿De acuerdo a los deseos de diputados
revolucionarios según su opinión o de acuerdo a las nuevas condiciones de la
Democracia del siglo XXI?

Por lo que respecta a México, la interpretación judicial está atrapada en la


aplicación letrista de la ley; si los principios generales del Derecho a que se refiere
el artículo 14 Constitucional, pueden escapar de la referencia expresa de un
precepto legal,171 o de una intención del legislador que es difícil en ocasiones
descubrir, podría entonces abrirse una nueva etapa de la jurisprudencia con
interpretaciones más acordes a la realidad y las nuevas condiciones del país.

Por ello, la interpretación constitucional y de las leyes es un verdadero problema


en México. Por un lado el interprete auténtico, el legislador, ha declinado su
facultad constitucional y la interpretación legislativa ha caído en desuso desde
hace más de un siglo, cancelándose por lo tanto los procedimientos de “duda de
ley” que constituían canales de comunicación entre jueces y legisladores. Por otro

170
A matter of interpretation. Federal courts and The Law. Princeton University Pres. 1997. p. 23.
171
Los principios generales del Derecho son “Los principios consignados en algunas de nuestras leyes”, pues
de otra manera sería un concepto “vago e impreciso” Quinta Epoca. T XLIII p. 858 y T. LV p. 2641.

127
lado, los jueces poseen una nominal facultad interpretativa anclada en el principio
de respeto literal de la ley, cuya máxima expresión ha sido la jurisprudencia,
obligatoria tan solo para los jueces, y que ha reiterado en la mayoría de los casos
el texto de los preceptos legales, sin mayor esfuerzo por dinamizar su significado.

Limitaciones y Tendencias de los Poderes Judiciales Estatales en sus orígenes

Desde 1824, la soberanía de los Estados se había definido como la naturaleza


definitiva en los actos o resoluciones de sus órganos de gobierno, lo que
implicaba el rechazo de cualquier revisión, por parte de niveles de gobierno
distintos, de los actos decididos por los poderes de las entidades federativas.

El Poder Judicial, aunque indefinido y débil en las Constituciones particulares de


los Estados, también se sometía a la regla de que sus resoluciones no podían ser
revocadas por tribunales federales. Varias constituciones estatales prescribieron
desde su primer texto fundamental que los “negocios judiciales” se terminarían
dentro de su jurisdicción, hasta su última instancia, tal como lo determinaba el
artículo 216 de la Constitución del Estado de Occidente (Sonora y Sinaloa) del 2
de noviembre de 1825; seguían esta disposición el artículo 166 de la Constitución
de Tamaulipas de 1825, el artículo 190 de la correspondiente a Xalisco de 1824 y
el numeral 148 de la zacatecana de 1825.

Por lo tanto, los jueces no podían ejercer otras funciones más que las de juzgar y
hacer que se ejecutara lo juzgado, por lo que sus sentencias en todas las causas,
civiles o criminales, deberían contener la expresión de los hechos, según resultare
del proceso, así como el texto de la ley en que se fundare y a la cual se tendría
que arreglar literalmente, tal como lo afirmaban los artículos 142 y 150 de la
Constitución de Yucatán de 1825. Tamaulipas llegó a sancionar con la remoción
de la autoridad si ésta se atrevía a interpretar la ley, así como a multar a los
particulares que indujesen la interpretación de las leyes por autoridades distintas
de la legislativa.172

172
La ley constitucional del 18 de agosto de 1824 de Tamaulipas determinó: 1. “Nadie aunque sea
magistrado, juez o letrado, puede interpretar las leyes; sino éstas se entenderán por su tenor literal, dando a
las voces comunes el significado que tienen generalmente en el Estado, y en la Nación; y a las técnicas (o
propias de algún arte, oficio o facultad) aquél en que las entienden los respectivos profesores. 2. El Tribunal
que dude del sentido de una ley lo consultará al Cuerpo Legislativo, y si fuese juez inferior lo hará por medio
del Tribunal de Justicia. 3. El que interprete alguna ley será castigado si fuere autoridad como atentador
arbitrario contra los derechos de los ciudadanos; y si es letrado quedará privado de ejercer en el Estado, si es
particular se le aplicará por el Juez ante quien se verse el negocio o causa una multa, según las facultades del
individuo y teniendo consideración a sus luces. Esta multa nunca bajará de veinte y cinco pesos, ni excederá
de docientos; y el Juez que la imponga dará cuenta luego al Tribunal de tercera instancia, para que la apruebe,
modere, agrave o revoque”. Colección de Leyes y Decretos del Congreso Constituyente del Estado Libre de
las Tamaulipas, 1825. Imprenta del Estado. Ciudad Victoria. 1825 p. 7.

128
Sobresale en el contexto de estas tendencias, la figura del Ministro Superior de
Justicia del Estado de Veracruz, único ejemplo en nuestro país del Poder Judicial
depositado en una sola persona, al estilo del Poder Ejecutivo, según disposición
expresa en el artículo 65 de la Constitución Veracruzana de 1825. Este Poder
Judicial depositado en una sola persona también fue adoptado en Chihuahua a
fines del mismo año de 1825.

Por otra parte, a partir de la Constitución de Yucatán de 1841, las Constituciones


Estatales comenzaron a preocuparse por la protección judicial de los derechos del
hombre consagrados en las respectivas entidades federativas.

Desde la Constitución de Tabasco de 1857, en su artículo 50, fracción I, se


estableció esta protección en los siguientes términos: “Son atribuciones del
Tribunal reunido: Amparar en el goce de sus derechos a los que le pidan su
protección, cuando sean perjudicados en ellos por las autoridades políticas contra
el texto literal de la Constitución y las leyes, limitándose en este caso a reparar el
agravio en la parte que aquellas hubieren sido violadas”. Campeche en su
Constitución de 1861 estableció también un juicio de amparo contra las
providencias del Poder Ejecutivo cuando infringieran la Constitución y las leyes de
la entidad (Artículo 66, fracción I); lo mismo se prescribió en la primer Constitución
de Hidalgo de 1870 (Artículo 82, fracción I).

No obstante este marco constitucional favorable para el desarrollo de un juicio de


amparo local; a partir de las leyes reglamentarias federales de 1861 y 1869, este
tipo de juicio comenzó a desarrollarse con exclusividad por los Tribunales
Federales, desapareciendo paulatina pero definitivamente los medios judiciales
estatales, no sólo en detrimento de la protección de los derechos humanos, sino
para la conservación de la supremacía constitucional estatal.

A partir de la reglamentación del Juicio de Amparo de 1869 se había abierto el


debate sobre la procedencia del Juicio de Amparo contra las sentencias de los
Tribunales Superiores de Justicia. Desde los debates de la ley, la decisión de
prohibir la casación federal, vía Juicio de Amparo, contra las decisiones judiciales
definitivas de los Estados, fue objeto de opiniones divididas, sin una clara mayoría.
Aunque el artículo 8o. de la ley referida consagró en definitiva la prohibición, más
con el ánimo de lograr la seguridad jurídica y evitar juicios interminables, según
manifestó el diputado Ezequiel Montes en la sesión del 5 de diciembre de 1868.

Sin embargo, aún antes de la expedición de la ley de amparo, se aplaudía por un


sector de la opinión experta de jueces y de diputados, la revisión de sentencias de
los Tribunales Superiores de las entidades federativas, e incluso, del Distrito
Federal, como en el caso de Domingo Benítez, cuando la resolución importaba
una violación a las garantías individuales173; ya que según el artículo 101 de la

173
Otros casos se ventilaron polémicamente en 1869 contra el texto de la recién promulgada Ley de Amparo.
El Amparo promovido por el general Canto, acusado del homicidio del general Patoni, contra la sentencia del
Tribunal Superior de Justicia de Durango (Cfr. El Derecho. Tomo II. Sábado 8 de mayo de 1869. No. 19. p.

129
Constitución de 1857, hacía proceder el juicio de amparo contra cualquier acto de
autoridad que violase derechos del hombre, por lo que los diputados Alcalde y
Herrera, sobre todo éste último, afirmó desde entonces que el juicio de amparo es
un “recurso ordinario” y no subsidiario, queriendo manifestar con ello de que la
violación de garantías individuales debían ser conocidas a través de un juicio
propio, “natural y ordinario”,174 por ende, distinto del juicio originario en el Estado.

Muestra de la división sobre la procedencia del amparo en negocios judiciales es


el hecho de que el propio proyecto de ley, discutido a partir del 19 de noviembre
de 1868, proponía de manera afirmativa la revisión por la Suprema Corte en pleno
de las “causas fenecidas en los Estados”;175 mientras que la ley se aprobó al final,
en sentido negativo, con un artículo tajante en contra: “No es admisible el recurso
de amparo en negocios judiciales”.

Discusión del amparo en negocios judiciales en 1869.

La rigidez en la interpretación auténtica de las leyes fue tan intolerable e


irrealizable que la consolidación del juicio de amparo fue permitiendo a la
autoridad judicial la utilización de una interpretación “jurídica”, aplicable al caso
concreto sin declaraciones generales, llegando a ser reconocida normativamente
hasta la modificación del artículo 14 del proyecto de Constitución que presentó
Venustiano Carranza en 1916 y que fuera aprobado en febrero de 1917.

El propio legislador de 1869 se declaraba incompetente para interpretar la


Constitución de 1857 y definir el alcance de su artículo 101 así como resolver, en
consecuencia, si el amparo procedía contra actos de todas las autoridades,
incluyendo a las judiciales. Para el distinguido jurista y diputado Emilio Velasco, la
Constitución no podía ser interpretada (auténticamente) sino por el Poder
Constituyente, por lo que los congresos ordinarios no podían acotar el sentido de
los preceptos constitucionales, ni siquiera cuando estuvieren reglamentados.
Según sus propias palabras: “Entretanto el poder constituyente no apruebe una
adición a la Constitución, explicando el citado artículo, toca al Poder Judicial
interpretar su sentido”. Y ese mismo año, el Poder Judicial Federal daría la
interpretación del artículo 101 constitucional (de la Constitución de 1857), aun en
contra del texto expreso de la ley de amparo, en el amparo promovido por Miguel
Vega.

340). Por otra parte, el amparo del Coronel Carlos Gagern contra la sentencia de privación de empleo emitido
por el Jurado de Sentencia o Consejo de Guerra de la Comandancia Militar de México fue desechado en
acatamiento a la ley de amparo de hacer procedente el amparo contra negocios judiciales, que en este caso
fueron federales. (Cfr. El Derecho. Tomo II. sábado 3 de abril de 1869. No. 14. p. 246-247 y sábado 12 de
junio de 1865. No. 24. p. 426).
174
José Barragán Barragán. Proceso de discusión de la ley de amparo de 1869. Universidad Nacional
Autónoma de México. 2a. edición 1987. México. p. 97.
175
Barragán. Op. cit. p. 258. Sesión del 9 de enero de 1869.

130
En la discusión quedaba claro que el juicio de amparo y la revisión judicial era el
mejor remedio para controlar la constitucionalidad de las mismas leyes, fueren de
la Federación o de los propios Estados, por lo que si la acción de la justicia federal
sobre las leyes locales no podía considerarse abiertamente contraria a la
soberanía de los Estados, menos lo era sobre sus sentencias.

Filomeno Mata, antiguo constituyente y miembro de la V Legislatura del Congreso


de la Unión explicó las bondades de la función judicial:

La Ley de un Estado, cuando atacaba la Constitución o leyes generales, se


declaraba nula por el Congreso; y la ley de éste, reclamada como
anticonstitucional, se sometía al juicio de la mayoría de las legislaturas. En
cualquier caso, era una declaración de guerra de potencia a potencia, y
esta guerra venía en todas sus resultas, con sus más funestas
consecuencias. Los gobernantes tenían obligación de promulgar y ejecutar
las leyes del Congreso Federal, como si fuesen empleados de esta
administración y el poder ejecutivo de la federación expedía órdenes a los
gobernadores como de superior a inferior. Unas veces las leyes o actos de
los estados se sobreponían a la autoridad federal, y otras el Poder de la
Unión hacía sucumbir al del Estado: en uno y en otro extremo quedaba
siempre desarmada y envilecida una de las autoridades, sancionada la
discordia y hasta decretada inevitablemente la guerra civil...

Las dudas y controversias entre la Federación y los Estados y entre ésta y


aquellos se resuelven y califican naturalmente por los medios legales que
usan los individuos cuando litigan sus derechos. No invocan su exclusiva
autoridad ni cada uno delibera como parte y como árbitro, ni se retan y se
tiran guantes, ni apelan a las armas: van ante un tribunal, y ahí, en un juicio
con todas sus formas, se decide la contienda con la diferencia de que en el
litigio de un individuo con otro, la sentencia es directa, universal, positiva,
comprende todo el círculo de los derechos discutidos, mientras que en la
contienda contra un soberano, la sentencia es indirecta, particular, negativa,
no hace declaraciones generales, ampara, declara libres a los particulares
quejosos de la obligación de cumplir la ley o el acto de que se quejan176

Por ello desde el primer dictamen de la ley de amparo mencionada, rendido por
las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales y de Justicia el 19 de
noviembre de 1868, hizo procedente el juicio de amparo contra las ejecutorias de
la justicia de los Estados, en caso de que éstas violaran alguna garantía individual
contenida en la Constitución federal, atendiendo al proyecto original de la ley
preparado por el Secretario de Justicia, Ignacio Mariscal, defendido el 9 de enero
de 1869 por el propio Secretario.

En principio, la discusión se orientó sobre qué tribunal federal conocería este


amparo casación, si los juzgados de distrito como lo sugerían los diputados

176
Barragán. Op. cit. p.247-248. Sesión del 4 de enero de 1869.

131
Pankhurst y Beas, o la misma Suprema Corte de Justicia177, según los sugería
otro sector de diputados con base en el proyecto de ley reglamentaria sobre el
amparo de 1852.

Las ideas abundaron no sólo en torno a dicho tema, sino que las percepciones se
multiplicaron, elaborándose incluso un nuevo proyecto de ley con un contenido
específico sobre las sentencias que se pronunciasen en última instancia por los
Tribunales de los Estados el Distrito Federal y los Territorios Federales, elaborado
por los Diputados Mata y Baz el 12 de enero de 1869.

Los ataques a la procedencia del amparo en esta materia son sintetizados por el
Diputado Ríos y Valles: a) Mengua de la soberanía de los Estados destruyendo la
Administración de Justicia, b) Convierte en interminables los juicios y c) Centraliza
la Administración de Justicia. Ante esta oposición se adopta la resolución de negar
la procedencia del juicio contra las resoluciones de los Tribunales Superiores de
Justicia, convencidas además de que la Constitución Federal confiaba a los
Jueces Locales la aplicación del control de constitucionalidad federal sobre las
Leyes Locales, de conformidad con el entonces artículo 126, actual 133.178

Por lo tanto, el 31 de diciembre de 1868 se retira por las comisiones unidas el


dictamen respectivo para presentarlo en el sentido de que no procedería el
amparo en negocios judiciales, ya que como explicó Ezequiel Montes, dicha
materia no fue prevista por el constituyente federal, por lo que el legislador
secundario no podría extender al poder judicial una competencia no incluida en la
Constitución.

Aunque así fueron los resultados de esta pródiga discusión, los debates nos
ofrecen una concepción interesante del significado de interpretación jurídica. El
diputado Lama, contrariando los argumentos de Montes, aludió:

Los que combatimos el artículo, no nos fundamos en la interpretación, en su


letra muy general y en su espíritu muy amplio, por que ella es para nosotros
la ley (...)

Querer interpretarla por la discusión del Congreso Constituyente y por el


silencio de aquella asamblea, repito que no es lógico, porque el argumento
de silencio nada vale y lo que no es dudoso, no necesita interpretación.179

177
Sesión del 27 de noviembre de 1868.
178
Según el Diputado Ríos y Valles los problemas de constitucionalidad surgidos en los Negocios Judiciales
Locales deberían también ser resueltos por los mismos Tribunales. Sesión del 28 de diciembre de 1868. La
segunda parte del precepto citado refiere, después de declarar a la Constitución Federal como ley suprema de
toda la Unión, que “los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de
las disposiciones en contrario que pueda haber en las constituciones o leyes de los Estados”.
179
Para el diputado Lama el hecho de que el amparo en negocios judiciales no se hubiese discutido en la
Constitución de 1857, no invalidaba al legislador para que legislara al respecto, interpretando
gramaticalmente la disposición constitucional relativa. Barragán. Op. cit. p. 227-228 Sesión del 2 de enero de
1869.

132
A esta posición, el diputado Velasco volvió a insistir en su posición de que
correspondería al poder judicial interpretar la Constitución federal.

Finalmente esta polémica legislativa fue concluida el 18 de enero de 1869 con 85


votos en contra del amparo en negocios judiciales y 31 a favor.

Motivos de la Judicatura Federal para revertir la prohibición legal del amparo en


negocios judiciales.

En toda la discusión de la ley de amparo de 1869 permearon dos ideas fijas: a) los
precedentes judiciales de los Estados Unidos debieran ser el ejemplo a seguir
para resolver sobre la procedencia del amparo en negocios judiciales y b) la
autoridad judicial podría interpretar el significado del precepto constitucional
respectivo (artículo 101 de la Constitución de 1857).
Para 1869, estas cuestiones habían sido resueltas por la Suprema Corte de los
Estados Unidos a través de una decisión fundamental: Martín vs. Hunter’s Lessee
14 U.S. 304 (1816).

El primer caso estadounidense donde se resuelve por la autoridad judicial de la


federación como una autoridad de casación, involucra plenamente a John
Marshall.

David Hunter de Virginia obtuvo en 1789 sobre el gran latifundio de Lord Fairfax
una dotación de 788 acres, que correspondían a la porción de terreno conocida
como “de desperdicio y sin titular”.

Dicha dotación fue otorgada por las autoridades estatales con base en las leyes
confiscatorias que Virginia había expedido en la época de la Revolución de
Independencia de los Estados Unidos contra los súbditos ingleses desde 1779
pero que no se habían aplicado por respeto al Tratado de Paz con Inglaterra,
suscitó en 1785 por los Estados Unidos, donde se había pactado que no se
molestaría a las personas y propiedades de ingleses en territorio norteamericano.

Denny Martin Fairfax, legatario de Lord Fairfax, atacó la validez de la dotación


efectuada a Hunter, pero este acudió en 1791 a los Tribunales del Estado de
Virginia, en el condado de Winchester, para hacer valer sus títulos sobre ese
terreno. El Tribunal de Winchester resolvió en 1794 contra la pretensión de Hunter
quien tuvo que apelar al máximo Tribunal del Estado, la Corte de Apelaciones,
ubicado en la capital, Richmond. En Virginia no se reconocía el derecho de los
extranjeros a heredar.

La Corte de Apelaciones presidida por Spencer Roane conoció del caso en 1796.
En ese mismo año, John Jay firmó un nuevo Tratado con Inglaterra ratificando el
compromiso de Estados Unidos para con ese país de no tomar represalias contra
las propiedades de los súbditos ingleses.

133
Para James y John Marshall, así como a su cuñado, el latifundio de Fairfax era
una posesión que preciaron y compraron en 1806 y la porción de Hunter era de
pequeñas dimensiones que se encontraba en litigio cuando comenzaron las
negociaciones de su adquisición. La compraventa en 1806 había sido concluida
por Philip Martin, heredero de Denny M. Fairfax.

Contra la sentencia de la Corte de Apelaciones de Virginia decidida en 1810 a


favor de Hunter, Philip Martin recurrió a la justicia federal, con fundamento en el
artículo 25 de la Ley de Organización Judicial de 1789, que establecía el recurso
de apelación conocido como “writ of error” para reexaminar las resoluciones de los
Tribunales Estatales en caso de conflicto por la aplicación de un Tratado
Internacional o del derecho federal, tal como lo era el Tratado de Paz.

El magistrado Roane consideró que esta apelación, basada en la ley federal


referida, era contraria a la Constitución Federal y su apreciación era compartida
por James Monroe y Thomas Jefferson180.

En la Suprema Corte, John Marshall se excusó de resolver el caso y se le asigna a


Joseph Story, el gran comentarista de la Constitución de los Estados Unidos, para
resolverlo. Sus argumentos fueron:

a) La Constitución de los Estados Unidos no fue elaborada a nombre de los


Estados sino del pueblo de los Estados Unidos181.

b) La justicia federal no sólo es de jurisdicción originaria, sino también de


apelación, puesto que no hay ningún precepto constitucional que la prohíba.

c) Los tribunales estatales poseen jurisdicción concurrente para juzgar de acuerdo


al derecho federal, por ello, la Suprema Corte debe reservarse el derecho de
revisar sus decisiones.

d) El artículo 25 de la ley de organización judicial es armónico en la Constitución,


pues ésta no impide la jurisdicción de apelación.

e) La resolución gira en torno a la interpretación de una ley federal.

En definitiva, Joseph Story y la mayoría de la Suprema Corte revocó la sentencia


de la Corte de Apelaciones. Esta opinión ya tenía como antecedente el voto del
magistrado Cabell de la propia corte de Apelaciones de Virginia quien había
reconocido la facultad de la Suprema Corte para “reexaminar, mediante el recurso

180
Albert J. Beveridge. The life of John Marshall. Houghton Mifflin Co. Boston. 1947. 2a. ed. 4o. Vol. p.
160.
181
En este sentido se entiende que la Constitución y el derecho federal es la ley suprema de toda la Unión.
Hart y Wechsler. The Federal Courts and the federal system. 2a. ed. The Foundation Press, Inc. 1973.
Mineola. p. 11.

134
de ‘error’, la decisión del Tribunal Estatal, para confirmar o revocar esta
decisión”182.

El Amparo Miguel Vega

Las Elecciones para gobernador y vicegobernador de septiembre de 1867 en


Sinaloa habían sido muy competidas y conflictivas, pues cuatro candidatos se
habían presentado, dos abogados y dos generales. La Legislatura del Estado
declaró el 21 de diciembre de 1867 a Domingo Rubí como nuevo gobernador del
Estado levantándose en armas Irineo Paz entre otros contra esa decisión.

No fue sino hasta la intervención federal de Ramón Corona que hacia 1869 se
apuntaló el gobierno de Rubí en Sinaloa. El bandolerismo en los caminos
públicos183 y las rebeliones de Adolfo Palacio y Plácido Vega fueron los problemas
más graves de ese año.184

Rubí se quejó de la mala administración de justicia imperante en el Estado:

El vicioso modo de enjuiciamiento que nos legó el sistema colonial aún


hace sentir sus perniciosos efectos entre nosotros: ese hacinamiento de
procedimientos dispendiosos y dilatados, con su parte de resabios
inquisitoriales como sucede en las sumarias de causas criminales, está
demostrando nuestro atraso en este tan importante ramo de la
administración pública; para remediarlo y salir de ese polvo con que la
antigüedad ha dejado cubiertos nuestros códigos, es preciso colocarse a la
altura de los progresos del siglo: el establecimiento de jurados, la publicidad
en los juicios por medio de audiencias y la brevedad en el término para su
conclusión, he aquí lo que demanda el estado actual de nuestra sociedad:
permanecer simples espectadores, es querer detener la corriente impetuosa
del progreso que todo lo arrastra en su veloz carrera (...).

En cuanto al personal de la administración, el Ejecutivo nada tiene que


observar, pues cree que todos los funcionarios en este ramo cumplen con
sus respectivos deberes...185.

El Poder Judicial del Estado se componía del Supremo Tribunal de Justicia y de


juzgados de primera instancia en Mazatlán (civil y criminal), Culiacán, Cosalá,
Concordia, Fuente, San Ignacio, Rosario y Mocorito.

182
Beveridge. Op. Cit. p. 158-159. Un segundo caso confirmó este precedente, Cohen v. Commonwealth of
Virginia 19 US 264 (1821). Charles Warren. The Supreme Court in United States History. Vol. I 1789-1835,
Little, Brown and Co. Boston. 1922. p. 442.453.
183
Informe del Gobernador Domingo Rubí. Culiacán. 1869. Biblioteca Nacional FR. 354.72008 Mex. n. 48.
184
Antonio Nakayama A. Sinaloa. Un bosquejo de su historia. Universidad Autónoma de Sinaloa. p. 310.
185
Informe de gobierno de Domingo Rubí rendido en Mazatlán el 15 de octubre de 1869. Fondo Lafragua. R.
949 LAF p. 8.

135
El Supremo Tribunal estaba integrado por tres Ministros y un Fiscal que eran
electos popularmente cada cuatro años, con la posibilidad de reelegirse.186

Miguel Vega era juez de primera instancia en Mazatlán a quien se le había


suspendido del ejercicio profesional de abogado como sanción impuesta por el
Supremo Tribunal del Estado, por haber fallado en sus sentencias contra texto de
ley expresa, lo cual hubiera merecido la suspensión del empleo y su
correspondiente sueldo, pero no de su profesión, lo cual está protegido por la
Constitución Federal.

Después de una precisión sobre la naturaleza de la resolución del Tribunal estatal,


el acto poseía una naturaleza más administrativa que judicial en opinión del
ministro Manuel Auza.187

Durante el mes de julio de 1869 se desahogó el juicio de amparo promovido por


Miguel Vega, basado en que la providencia sancionadora del Tribunal Superior de
Sinaloa violaba la garantía de ejercer su profesión. El juzgado de distrito había
denegado el amparo “dejando a salvo sus derechos”.

De esta manera comienza la consolidación del juicio de amparo, como medio


especializado para la protección de los derechos humanos garantizados en la
Constitución Federal. Correspondió a León Guzmán como Procurador General de
la República formular pedimento revocando la sentencia del juzgado de Distrito y
amparando en consecuencia a Vega.

El Tribunal Superior de Justicia de Sinaloa se negó a rendir informe a la Suprema


Corte basado en el artículo 8o. de la ley de Amparo y aun, después de
pronunciada la sentencia el 20 de julio de 1869, el Tribunal de Sinaloa se negó a
cumplimentarla porque la sentencia pronunciada por el juez local había cobrado
autoridad de cosa juzgada, no pudiendo revocarla sin incurrir en responsabilidad.
“El Tribunal en la dura alternativa de acatar la ley o una resolución de la Corte,
opta sin vacilar por la primera”, aseveró el Supremo Tribunal de Sinaloa
manifestando que el artículo 8o. de la Ley de Amparo era terminante en prohibir el
amparo en negocios judiciales:

Es un principio incontrovertible que la interpretación de la ley corresponde al


que la da. Si pues, el Congreso de la Unión que estableció los juicios de
amparo, y prometió una ley para reglamentarlos viene después en esa ley
prometida, diciendo que no corresponde en los asuntos judiciales ¿Qué
razones motivadas pudiera tener este Tribunal para contravenir a esa ley,

186
Eustaquio Buelna. Compendio histórico, geográfico y estadístico del Estado de Sinaloa. Imprenta y
litografía de Irineo Paz. México. 1877. p.62.
187
Lucio Cabrera Acevedo. La Suprema Corte de Justicia. La República y el Imperio. Suprema Corte de
Justicia. p. 204-205.

136
como indudablemente lo haría, si cooperase a hacer efectivo el amparo en
negocios judiciales?188

El texto de la ley, la soberanía del Estado y la carencia de argumentos públicos de


la Suprema Corte189 inducían a favorecer los argumentos del Tribunal Superior de
Sinaloa. La Constitución ha instaurado a la ley de amparo como ley suprema de la
Unión, por lo que los jueces de los Estados deben acatarla, según el propio
artículo 126, ahora 133, de la Constitución Federal.

Ante esta situación el juez de distrito acudió al gobernador del Estado y la


Suprema Corte de Justicia al Secretario de Justicia para que, incluso en el caso de
la fuerza pública, se permitiera a Miguel Vega el ejercicio de su profesión.190
Este precedente actualizó la preocupación que se había hecho patente en el
Congreso al discutirse la ley de Amparo, de que finalmente correspondería al juez
federal interpretar la Constitución sobre si el amparo procedía contra actos de
todas las autoridades, incluyendo la judicial. A pesar de la parquedad de la
resolución de la Suprema Corte, con argumentos más de legalidad que de
constitucionalidad, el amparo Vega sobrevivió a la rebeldía del Supremo Tribunal
de Sinaloa, por lo que en la Ley de Amparo de 1882 se eliminó la prohibición del
amparo en negocios judiciales como algo caduco e inútil.191

Estas resoluciones judiciales provocaron tanto en Estados Unidos como en México


reacciones contra los ministros de la Suprema Corte. El Richmond Enquirer de
Virginia, uno de los periódicos más influyentes del sur de ese país, comenzó una
campaña contra la “usurpación” del Poder Judicial Federal, mientras que el propio
Congreso Federal al discutir el presupuesto se negó en incrementar el decantado
salario de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia.

En México, el amparo Vega votado por los Ministros Vicente Riva Palacio, Ignacio
Ramírez, Joaquín Cardoso, Manuel Aura, Pedro Ordaz, José Ma. del Castillo
Velasco, Simón Guzmán y el Procurador León Guzmán, y habiendo sido
reprobado por los Ministros Pedro Ogazón como Presidente de la Suprema Corte,
Luis Velázquez, José García Ramírez y M. Zavala, sentó las bases del amparo
casación, con el principio de que la interpretación de la Constitución y las leyes
correspondía al Poder Judicial, atenuando la rígida regla de la interpretación
legislativa.

188
Archivo General de la Nación. Fondo de la Suprema Corte de Justicia. Caja 81. Expediente 45.
189
La decisión de la Suprema Corte que se publicó no declara inconstitucional el artículo 8o. de la ley de
amparo y sus argumentaciones no son difundidas describiendo tan sólo de manera esquemática, razones de
índole legal pero no constitucional.
190
Todavía en 1874 el fiscal Ignacio Manuel Altamirano desahogaba puntos sobre el aso Vega y el
cumplimiento de la sentencia de amparo.
191
Desde el proyecto de reformas a la ley de amparo del 3 de octubre de 1877, el Secretario de Justicia,
Protasio Tagle, acepta como “admitido el principio de que el amparo (es) procedente en negocios judiciales...”
por lo que introduce en el artículo 31 de la iniciativa la casación. La Suprema Corte de Justicia a principios
del Porfirismo (1877-1882). Suprema Corte de Justicia. 1990. p. 456-457.

137
Sin embargo, los propios Magistrados mexicanos sufrieron la represalia del juicio
político que el Congreso de la Unión trató de fincar en su contra por resolver un
amparo contra el texto expreso del artículo 8o. de la Ley de Amparo. En sesión
secreta del 3 de mayo de 1869, cuando todavía no había dictado resolución
definitiva la Suprema Corte, que fue el 20 de julio, los diputados Gaxiola, Macín,
Sánchez Azcona y Julio Zárate presentaron acusación formal contra Riva Palacio,
Castillo Velasco, Ordaz, Cardoso y Ramírez y los Guzmán por haber admitido la
demanda de amparo:

Si se quiere que la Constitución y las leyes sean una verdad, no debe


consentirse que nadie pueda infringirlas; y mientras más elevada sea la
categoría de los funcionarios, es más imperioso el deber de no permitirse
que se sobreponga a ellas.192

Emilio Rabasa ante la constitucionalización del amparo en negocios judiciales de


1917 y ante la educación generacional de abogados que tomaban como un
recurso normal el amparo en negocios judiciales, lo calificó de un mal necesario
que habría que atenuar sus consecuencias funestas sobre la justicia federal, por
ello propuso en 1921 que el amparo en negocios judiciales fuera transformado en
un recurso de casación, diferenciado de la Suprema Corte.

Si el amparo procede por inexacta aplicación de la ley civil o penal y si México


posee una virtual legislación unificada de ambas materias, auspiciadas por los
códigos respectivos, la casación a través de un Tribunal Central no ofendería el
sistema federal y sería la solución para el rezago y el desprestigio de la Suprema
Corte y del juicio de amparo que se han forzado para revisar las sentencias
locales y uniformar la jurisprudencia sobre una materia que aspira a ser única y
nacional193

192
Pantaleón Tovar. Historia Parlamentaria del Cuarto Congreso Constitucional. México. Imprenta
Cumplido. Tomo 4o. 1874. p. 290-291.
193
Emilio Rabasa. “Reformas a la Constitución Política de la República con el fin de organizar la Corte
Suprema de Justicia, como un Tribunal que pueda garantizar la rapidez de sus resoluciones y cumplir las
funciones técnicas que la Constitución le encomienda”. Memoria del Primer Congreso Jurídico Nacional.
Imprenta M. León Sánchez, Sucs. México, D. F. 1922. p. 19-28.

138
Capítulo Décimo

Hacia una nueva forma para reportar la Jurisprudencia

El presente trabajo ha tratado de enfatizar la supremacía de la ley y el legislador


sobre la función jurisdiccional, a pesar de que el juicio de amparo y los medios de
protección judicial de la Constitución y las leyes han sido desarrollados en las
últimas décadas. Esta contradictoria estructura nos ha obligado a observar unas
instituciones del Common Law sin conocer a fondo sus orígenes y evoluciones,
por lo que he tratado de dar a conocer las cuestiones relacionadas con el
Constituyente de los Estados Unidos, complementadas con los debates
contemporáneos sobre aspectos relacionados con los precedentes judiciales. A
continuación explicamos la tendencia de citar las resoluciones judiciales como
“reportes neutros” (neutral citations).

En la actualidad, los artículo 178 y 179 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación otorgan la facultad a la Suprema Corte de publicar las resoluciones,
acuerdos y demás textos derivados de la función judicial. De esta manewra, el
acuerdo 5/2003 emitido por la Suprema Corte ha determinado que todos los
tribunales tienen la responsabilidad de reportar sus resoluciones y tesis
resultantes a la Coordinación de Compilación y Sistematización de Tesis,
dependiente de la Suprema Corte de Justicia. Sin embargo, ya en la actualidad,
dichas tesis no sólo se publican en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, sino que también esa dependencia hace disponibles en Internet y en
formatos de CD-ROM las tesis. Ello contribuye a la gratuidad y rapidez en la
consulta de las resoluciones judiciales y sus tesis.

No obstante, la búsqueda de una tesis requiere del conocimiento de al menos


siete elementos para poder identificarla194, por lo que los datos electrónicos que
simplifican los elementos, podrían hacer más fácil y exacta la identificación de las
resoluciones, pudiendo incorporar los textos completos de las sentencias y no sólo
de las tesis resultantes. Un nuevo acuerdo de la Suprema Corte podría
implementar sencillamente las bases de una forma electrónica para citar
jurisprudencia, la cual ya es una tendencia en diversos países yal como se apunta
a continuación.

Aunque la Ley de Amparo ha provocado miles de propuestas de reformas en el


contenido del juicio, pocas se han concentrado en el formato para reportar la
jurisprudencia, por lo que una reforma judicial podría comenzar por lo más simple
que consiste precidamente en una nueva época para citar la jurisprudencia, que

194
1. Época. 2. Tomo o Volúmen. 3. Parte o Sección. 4. Fecha de Publicación. 5. Página. 6.Tribunal. 7
Identificación de la tesis.

139
está acorde con el nuevo milenio que comenzamos y con los avances en la
consolidación de la Suprema Corte de Justicia como Tribunal Constitucional.

Nuevas formas de citar las resoluciones judiciales

Diversos países que descansan su sistema jurídico en el conocimiento y difusión


de las resoluciones judiciales, han adoptado ya determinadas formas que
denominan “citas neutras” de su equivalente jurisprudencia, que facilita su
localización y relación de tesis o sentencias conexas.195
En el estudio a consideración de la Suprema Corte, se incluirán los formatos y
razones para adoptar este sistema, tal como se ha discutido en Canadá, Estados
Unidos, la Gran Bretaña y Australia.

Adicionalmente, dada la polémica suscitada en diciembre de 2004 respecto a la


facultad reglamentaria de la Suprema Corte, se incluirá un análisis de las
facultades constitucionales y legales de nuestro Máximo Tribunal, para determinar
criterios de admisión y, sobre todo, de reporte de las sentencias emitidas, dando
cuenta además, de los problemas y debates que han tenido lugar en otros países
respecto a esta materia.

Distintos esfuerzos se han logrado en muchos países para modernizar la manera


en que se cita la jurisprudencia o resoluciones judiciales. Cada país ha puesto en
marcha un sistema denominado neutro que no dependa de las dilaciones y costos
normales de las ediciones o publicaciones, que en muchos casos, están a cargo
de empresas privadas como hemos visto. Aunque no es el caso de México,
convendría tomar nota de estos avances que de hecho ya están desarrollados por
la Suprema Corte de Justicia.

Canadá

Opera en Canadá un Consejo Canadiense de Referencia 196 que es un grupo ad


hoc que tiene por objeto mantener los esfuerzos de normalización del Comité
Consultivo sobre la utilización de nuevas tecnologías para los jueces del Consejo
Canadiense de la Magistratura. Este Comité aprobó en junio de 1999 una Norma
de referencia neutra para la jurisprudencia,197 que constituye una forma de citar la
jurisprudencia, de manera independiente a su publicación impresa y compilación.

Esta norma distingue tres partes en el reportaje o referencia de las decisiones, que
se ilustran a continuación con un ejemplo:

195
Roy M. Mersky & Donald J. Dunn. Fundamentals of Legal Research. Foundation Press. 2002. Nueva
York. p. 590
196
Para una consulta sobre sus trabajos visitar www.lexum.umontreal.ca/ccc-ccr/index_fr.html
197
Que puede ser consultada en www.lexum.umontreal.ca/ccc-ccr/neutr.jur_fr.html

140
π
Arsenault-Cameron c. Ile-du-Prince-Edouard 2000 CSC 1 21, 39-41, 49

Los elementos de esta forma neutra para citar la jurisprudencia canadiense son
tres principales:

1. Título del caso: Arsenault-Cameron c. Ile-du-Prince-Edouard


2. Identificación del caso: Año de la decisión: 2000, Código de designación del
Tribunal: CSC (Cour Supreme du Canada) y Número secuencial de la
decisión: 1 (Número de expediente o de identificación)
π
3. Párrafos de la decisión que se citan: el símbolo significa párrafo y puede
ser adoptado por otro, como la palabra párr. Esta parte sustituye los
π
número de página y puede designar un párrafo único ( 21), párrafos
π π
consecutivos ( 39-41) o párrafos no consecutivos ( 21, 49)

Desde sus inicios, esta forma neutra de citar precedentes fue apoyada por los
miembros de las Barras de Abogadas y los propios tribunales canadienses, por su
simplicidad y exactitud, ya que permite revisar íntegramente la resolución, sin
resúmenes o simplificaciones. 198

Australia

En Australia funciona igualmente el sistema neutro para citar jurisprudencia y el


Consejo de Estandarización de la Información Legal (Legal Information Standards
Council) no sólo ha adaptado la forma neutra para los tribunales federales sino
que propone que el sistema funcione para todos los tribunales de sus ocho
Estados. 199 En este sentido, la Suprema Corte de Australia ha sido motor de
influencia en el país, pues ella ha sido la primera que ha adoptado la forma neutra
de registro de decisiones. La forma australiana es similar a la canadiense, aunque
existen algunas diferencias. Utilicemos el ejemplo que a continuación se
menciona:

198
Law Times. Julio19 a Julio 25, 1999. Journal du Barreau. Vol. 31. Num. 16. 1o. De octubre de 1999 y
National, Enero-Febrero 2000. Vol. 9. Num. 1
199
Recommended Standard for Medium Neutral Cittation. www.lawfoundation.net.au/lisc/

141
Person v. Company [1998] HCA 25 at [27]

Nuevamente se encuentran los tres elementos sustanciales:

1. Título del caso: Person v. Company


2. Identificación del caso: Año en corchetes: [1998], Código de Designación
del Tribunal: HCA (High Court of Australia) y número de identificación o
expediente del caso: 25
3. Párrafo de la decisión que se cita: “at [27]”, con las mismas variables que se
contemplan en Canadá de párrafos únicos, consecutivos y no consecutivos.
De esta manera se tiene plenamente identificado el registro.

De la misma manera, Australia contempla una forma intermedia de citar los


precedentes, donde haya información de la publicación y, además, del texto en
Internet. Esta forma híbrida es conveniente como una fórmula de transición entre
un sistema muy arraigado de identificar la jurisprudencia en libros y en medio
electrónico, la cual podría seguir México en una primera etapa.

El ejemplo se muestra de la siguiente manera:

Person v. Company (1998) 152 ALR 34 at 52 [27]

En esta fomra híbrida, se combina la tradicional forma de citar, con el año de la


decisión al inicio en paréntesis, el tomo de la publicación, la identificación del
Tribunal y la página inicial donde se reporta el caso, con la especificación de la
página donde se encuentra la cita exacta de la decisión; pero además se agrega
en corchetes el párrafo para ser identificado por medio electrónico.

El sistema ya funciona en Australia y le versión electrónica permite que se use una


base de datos que permita identificar en el texto completo de la decisión las
palabras que el lector desea encontrar para la mejor argumentación jurídica de sus
casos o resoluciones. Como ejemplo podemos aludir al caso de las resoluciones
del Estado de New South Wales donde su página electrónica alude a esta base de
datos.200

Gran Bretaña

El Servicio de Tribunales del Reino de la Gran Bretaña ha implementado desde el


11 de enero de 2001, una directiva sobre la forma de citar la jurisprudencia de este
país, en el mismo sentido de los dos anteriores casos. Este sistema está en
práctica desde el 14 de enero de 2002 en la Corte Suprema en Londres.

200
Lawlink NSW Guidelines on Judgement in Electronic Form.

142
Dada la peculiar organización judicial del Reino de la Gran Bretaña, es necesario
dos identificadores para el Tribunal, de tal cuerte, que la forma de citar las
decisiones se hará de la siguiente manera:

Smith v. Jones [2002] EWHC 124 (Ch) at [59]

Los tres clásicos elementos se describen de la siguiente manera:

1. Título del caso: Smith v. Jones


2. Identificación del caso: Año en corchetes: [2002], Primer identificador del
Tribunal: EWHC (England and Wales High Court), Número de identificador,
registro o expediente del caso: 124 y Segundo identificador del Tribunal:
(Ch) (Chancery Division)
3. Párrafo que se cita del caso: “at [59]” en el párrafo 59

Estados Unidos

En virtud de que los Estados Unidos han sido detenidos en la adopción general de
la forma neutra de registro de sentencias, por los intereses editoriales de
compañías que han monopolizado su publicación y difusión, sólo algunas
jurisdicciones estatales han adoptado este sistema que comienza a ser popular en
este país.

El Estado de Wisconsin es uno de ellos y en la cita se identifican los mismos


elementos ya explicados:

π
Jones v. Smith, 1996 Wis 47 15

1. Título del caso: Jones v. Smith


2. Identificación del caso: Año: 1996, Identificador del Tribunal: Wis.
(Wisconsin Supreme Court), Número del registro del caso: 47
π
3. Párrafo que se cita del caso: Se identifica con el símbolo pi ( ) 15

Como se aprecia, la forma neutra de registro de decisiones judiciales puede ser


utilizada no sólo para resoluciones federales sino también para todo tipo de
resoluciones judiciales estatales e incluso de manera internacional, puede ser
utilizada para uniformar el registro de sentencias de un grupo de países y
consultar no sólo las decisiones del país en cuestión, sino fácilmente consultar las

143
decisiones de otros países con la comodidad del Internet y sin gastos ni espacios
para guardar la colección de libros que involucran tener esas mismas fuentes en
libros publicados. Por supuesto, la forma neutra es tan sencilla que requiere de
adecuaciones según la jurisdicción que la esté utilizando. 201

Con estas reglas que se podrían utilizar en México, se podría confiar más en el
reporte por Internet y quizá actualizar el Semanario a través de discos compactos.
La Red Jurídica ya está funcionando en la actualidad y habría solo que hacerla
accesible a los usuarios de computadora. La costosa edición impresa del
Semanario podría reducirse en su tiraje sustancialmente y este sistema podría
incoporar la cita completa de las sentencias en sus considerandos y resolutivos,
sin necesidad de repetir todos los resultandos que son los causantes del
abultamiento de dichas ediciones. Todo ello beneficiaría la cita de la jurisprudencia
y ayudaría a conservar la tradición de difundir el texto de las sentencias en todo
momento y no sólo concentrarnos en las tesis.

La jurisprudencia sigue siendo tan compleja, como abundante, por ello los nuevos
sistemas electrónicos deben modificar la forma en que se reporta, tal como la
imprenta lo hizo en los orígenes de la administración de justicia.

201
Bruce Kennedy. “Cultural Considerations´ behind neutral citations for the International legal Community”.
Journal of Information, Law and Technology.
www2.warwick.ac.uk/fac/soc/law/elj/jilt/2000_3/kennedy/kennedy.rtf

144
Índice

Capítulo Primero
El Legado del Derecho Judicial Anglosajón

Capítulo Segundo
Origen del Reporte de las decisiones judiciales en los países de Derecho Judicial

Capítulo Tercero
Obligatoriedad de los precedentes no publicados en el sistema de Derecho
Judicial

Capítulo Cuarto
¿Quién reporta las decisiones judiciales en los Estados Unidos?

Capítulo Quinto
Surgimiento de la publicación de sentencias en México

Capítulo Sexto
Reconocimiento legal de la Jurisprudencia Mexicana

Capítulo Séptimo
Formas de citar la Jurisprudencia en México

Capítulo Octavo
Opinión sobre la jurisprudencia como función interpretativa

145
Capítulo Noveno
La interpretación auténtica de la Constitución y de la Ley

Capítulo Décimo
Hacia una nueva forma para reportar la Jurisprudencia

146
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149

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