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Ee an er MUP a Coys sence CSR Ee eee ee ast ellg oes yor ECONOMIA POLITICA ses oon a eT re is Y TRIBUTACION ron a Italia, Holanda y finalmente se ins- er hem eee ee [oyster Git) finanzas, actividad en la que David DAVID RICARDO jet eto ret ee aca ee eee ee 6 a la politica, y sobre todo al estudio de Ja economia, llegando a ser una de las figuras mas importantes de toda la historia de esta ciencia YAP See not Re se eT Pr oe oe a oko eT ay elevado y riguroso nivel de abstraccién —aun teniendo en cuenta que carecia de una educacién universitaria formal—, hizo que la influencia de los Principios de Ricardo fuera perdurable, siendo admirado por economistas tan destacados como John Stuart Mill y Karl Mar en el siglo x1x, y después Alfred Marshall, Piero iene tee sete tos Zz “g 3 md = a be 3 S e 3 = 5 2 o£ 3 = a Zz 4 hi * Qo a a e ty 2 ra Pero eres oN cans ISBN 84-368-1774-5 Wil Bcs8t8 17700 Rea DO TEN ARCO en etsa aM PUES | een es POTN PRINCIPIOS DE ECONOMIA POLITICA Y TRIBUTACION DAVID RICARDO PRINCIPIOS DE ECONoMiA POLITICA Y TRIBUTACION Estudio preliminar: JOHN REEDER Traduccién: PALOMA D& 1 NUEZ y CARLOS RODRIGUEZ BRAUN EDICIONES PIRAMIDE “Tl de cv ceisit INDICE Dio de eben imei: Aaa! Miguel stuio glia, por Jon Reeder Pingo: de Economia Poesy Tbncia slog del autor aa pier edi, ‘Aavertesa del autoren a eer din. Resa dos os dere. El cco de SSE sora cin cgi oa mest ‘Sirus ea propo pr ay, qb sobre Gh pda otra, depended caida elatva de abso neces past [ems de pn so muta, aed sas cone ‘nude, yo de la compentacisn mayor © menor que se pasa por dicho Feit concep Se 9 rr Fro i. I Liceateremanrscnn para as frenres cas de waa, No puste AOS om obs ira aisen Snca 9 torsade vain en eval ustedes Benes fesfomoctn,aeprencin 0 eee ar 1 aero bisnes ree fectdo no slo poe el eu aplcaaio fae agi po de sop ocominice undatamente sobelo tno por elemleato en ls wenn herramientss y= (inv tuavesdeculige obo oi, sin ace cabana ofr oem means Si inp he a mn prin el Te pn ie ao niado nade pe ios a de gal El principio de que el vale ao vii on el ala ola ja de lor sales oof tact con la duran dierete del capital ycao I desigul sper con serene a qiea lo erie, Sobre uns media vale del vale - Diftente efcos dead de a sence el lor el dine el me diven el qu sarge expres el presi, o dela alteacda en el var de sree ‘ana gt el dinero adque pial. Sobre ena lo, € Pcs Pride (Grp Ansa, S.A, 2008 ‘an gnc az de Toa 13.2807 Mat ¢ ‘Teton 91 3988999 CapitloT¥. Sobre el precio natal el precio de mercado, swede Dep pa M27 CapitloV. Sobre ls sis. ISDN: 84368-17745 Capirlo VI. Sobre os benef. Prien Spin peso en el S.A Poo nul Las soe Gran Canaria, 12 amano e Mai (Md) Sobee a ens des mina ixoice Capitulo VIL Sobre el comeco exer Y Cepitlo VII. Sobre las impuests. 2 Cepitlo TX. Impacto soe los productos del suelo 1 CapitloX. Imperton sobre a eta M3 (Capelo XI. Dios 15 (Capcao XIL Impuest abr tier 1 Capito XID. npeestos sobre oo 157 Capito XIV. Lnpuecos sobre las cam, 16s Captalo XV, lmpaestos sobre os beni. Capo XV Kenpueston sae sais, Capo XVIL Impose sobre oto arco ditnts de lo productos dl sudo Capitdo XVI Inpuesio part aistenca de los pores Capitlo XIX. Sobre lo cambios pein en fs canals comers Capitlo XX. Vlory guna ss crates dito, Capitulo XX. Lo efits de a acumalacin cob los henecio y eines Capitulo XXL, Pinas aa exporacién yprobiicone ala importa. Capitulo XXL Sobre as prmas aa produc Capito 00. La eo de Adam Sith sobre a ea dea Seta Captlo XXV, Sobre l comer con ls colois. Capo XXVL Sobre eta rw y ne. (Capculo XXVHL. Sobre la moneda los bancos. i Capito XXVIL, Sobre eval relat dl or eel yl tabs en Tos pesos y obs 2 Capitulo XXIX. Impoestos pagads por el productor 307 Cepitlo XXX, Dela inflveci de oferta ya demanda sabes precios. we Capitulo XXXT, Sobre la maquina, Capitulo XXXTL Las opiniones de Malthus soe la renta de tier. Ince nes y ater ESTUDIO PRELIMINAR JOHN REEDER lespués de un largo y doloroso parto, fue publicado en tone hd a ya de David Ricardo, una de ls obras clave en el desazrollo de la escuela clisica briténica de economia ye primer trtado completo de economfa politica desde la Riguea de las Na es de Adam Smith, que habia aparecido més de cuarenta aio antes, en si cjemplar de la edicion de 1814 del autor escovés esti anotado en més de Go cacuenta sito cle esutina de sus Pinca sobre primers seccin tedrca y a quinta seccién sobre los impuestos de la Rigueza,legan~ db inching a seguir el onde de los captlos de Smiths Las deas contenidas en los Princpios, sin embargo, no son nada deriva tivas, All el lector encontraré un confunto de teorias novedosase importan- tes, ciertamente algunas reforrmalaciones y clarficaciones de teocis smithia- nas, pe versién de [BsTUDIO PRELIMINAR fonamientor (Principles of Economics, 82 ed., Londres, 1920, p. 688). nips de Economia Politica de Ricardo, entonces, marcan un antes ¥ un después en la historia del iencia conic; es un texto precursor, en bu 1a parte incomprengido por sus contemporineos de los métodos de los coo nomistas de nuestro tiempo. Pero gquién era este autor novel y c6mo lege & escribir su tratado? UN SEFARD{ EN LA BOLSA DE LONDRES agence hile entes de la didspora sefardi que huys de la peniasula ibérica —dk ahi so apellide—, los Ricardo pasaian por el puerto franco italiano de Lit ‘Rao ates de recat en Amserda,y de alia Londres. tmentara su defectuosa educacin formal (ctengo todas las desve bien de una educacin descuidaday eptiemt Works, VIL, 190, carta 229), 817, ‘Mis tarde, siendo ya un joven y préspero profe- Sonal de veintitantos afios, estudiard matematicas, quimica, mineralogia y gcologia—llegé a ser miemibro dela Sociedad Geolgca de Londres pero Ricardo sentria a carencia de educacin formal durante toda su vida en par~ ticular en lo referido a la composicinliteraria, de Ix cual se quejaria amarga- Inente en fepetidas ocasiones durante el proceso de redaccin de los Princi- is de Economia Politica, como veremos. Pr Non 21 ais rompio con su fala y con la emptesa familiar —fuein- cluso desheredado— al easarse fuera del judatsmo con wna Prisc- lla Ann Wilkinson, Se establecié de forma independiente en cas 10 Jou Reser al apoyo de algunos de los miembros més destacados de la com vencidos de los talentos del joven Ricardo, i tos afios de la larga guerra revolucionaria y napoledni- ca (1793-1812, 1815), Ricardo, en representacién precisamente de algunos de estos interesesfinancieros,y luego operando en la Bolse por cuenta pro pit —como lo que se llamaba entonces bre todo en contratos F seared sao elacnads conta rancaon dele ga cues 16 una més que respetable fortuna. Dejé al morir unas 700,000 ibras ester- linas, que habrian proporcionado una renta anual de alrededor de 28.000 b- bras, Asimismo, cuando dejé los negocios adquirié varias propiedades rurales, entre las que destacan Gatcombe Park y Hardenhuish, Seria justamente en su residencia de Gatcombe Park donde Ricardo, en su retiro del mundo de Jas finanzas, se dedicaria al estudio de la economia y donde redactaria sus Principias. La primera noticia que tenemos dela aficién de Ricardo por e estudio de 1a economia politica data de 1799, cuando en la ciudad balnearia de Bath, donde su mujer convalecia de una enfermedad, tomé prestado de una biblio- teca circulante un ejemplar de la Rigueza de las Naciones de Adam Sraith, y segiin sus propias palabras quedé prendido de la obra y de su materia, ‘Hay que recordar que en tiempos anteriores a la institucionalizacin de la censefanza de la ciencia econémica, cuando no habia departamentos ni facul- tades de Economia en las universidades ni cursos universitarios dedicados ex- clusivamente a esta dscipina, es decir, cuando no se podia estudiar esta cien- cia en ninguna parte, la Rigueza de las Naciones de Smith en si misma constituia tn curso completo de economia. Marco de referencia obligado en- tonces para varias generaciones de economistas de la escuela clisica, la Ri- queza también sera el punto de partida para los estudios de Ricardo. Unos ‘inoenta afios después de su publicacin, al intentar redactar su propio tra- tado de economia, los Princpios, ain dudaba Ricardo, como luego veremos, de su capacidad para mejorar o enmendar la obra del escocés Diez afios més tarde, en e contexto de los problemas monetarios que afli- sian a la economia briténica durante la guerra contra Francia, Ricardo hard Ss primeras aportaciones a la ciencia econémica. Una de las consecuencias de la guerra fu la escasez de plata, materia prima de los sistemas monetarios, aque padectan todas ls economias europeas debido a que las rutas masitienas normales de importacién se habian transformado en escenarios de combate naval. Esta excasez forzé al Banco de Inglaterra a recurir ala emision de pa- pel moneda, billetes del banco, para paar I falta de Liquidea en la economia. a ESTUDIO PRELININAR La suspensién de pagos en metilico en 1797, efectivamente, represent una emul a5 promo iia de mantener un rvel de ebetura del den pot cien en reservas de plata para cualquier emisi6n de papel. Es deci, implica ba el abandono de Ia obligacién de garantizar al usuario la plena convert lidad de los nuevos blletes en plata y abria ls puerta para que el Banco, acu- dado por un Gobiemo necesitado de financiar el alto gasto pablico de la fuerra,sobreemiticse papel moneda, con ls inevitables conseeuencias de di torsiones constantes dela divisa en el mercado de cambios y un proceso in~ flcionistaen la economia britnica. Esta situacin daria lugar a una larga dis- cusién acerca de cuales eran las causas de la inflacién y cual debia ser la politica monetatia adecuada para que el Banco controlase dicha inflacién. Un recrudecimiento inflacionario y un nuevo deterioro en la cotizacién de los bi- lletes del Banco de Inglaterra en los mercados internacionales, causados pre ssumiblemente por una nueva sobreemisin de estos blletes en 1809, iba a ser Ja ocasién para una avalancha de folletos y panfletos, cada cual ofreciendo diagnésticos y remedios, en lo que se conocera como Debate sobre el Bullion. Entre 1909 y 1812 se publicaronliteralmente cientos de estos escritos, la ma~ yoria con una muy reducida capacidad analitica. La aportacién de Ricardo ‘onssti6 en dos series de articulos de prensa —tres publicados en agosto sep tiembre y noviembre de 1809 y tres mis en septiembre de 1810— y dos lar gos folletos, The High Pic of Bullion en 1810 (y tres ediciones mis) y la Reph fo Mr Bong de 1811, En estos esritos Ricardo identi as cass de inflacin en la sobreemisién de papel moneda y propone tna vuelta a! crite- to anterior de plenaconvertbidad emi solamente la centidad de papel ‘moneda cubiesta en un cien por cien por las reseras metic del Banco para restaura la confianza del pibics, junto a un compromiso por parte del Banco de retirar dela circulaciGn todos los billetes y volver a monedss de ple- ‘no contenido metilico una vez terminado el periodo de emergencia bélico. [Lo que sorprendié a sus contemporineos no fue tanto su postura «bullionis- ta», por otra parte compartida por varios otros autores, sino el rigor teérico y el grado de abstraccidn con que Ricardo expuso sus argumentos. En The High Price of Bullion, por ejemplo, empieza redefiniendo la teoria monetaria en teste caso la teorfa cuanttativa— antes de pasar a sus propuestas de politica rmonetara, procedimicnto eminentemente smithiano que luego sigui6 Ricar~ do en sus Princpizs. ‘Cuando acuda a la imprenta en una segunda ocasién, Ricardo empleasé ‘una metodologia semejante. Dentro del contexto de un nuevo debate coyun- tural, Ja controversa sobre las leyes cerealeras de 1815, Ricardo, en su Ensa- 2 Jovoy RezpER _y sabre ls benficios, planted la discusi6n en términos de la relacién entre la Tey de rendimientos decrecientes y Ia tasa de beneficios. [La larga guerra habia tocado a su fin —ain fltaba la huida de Napoleén. de su prisidn en Ia isla de Elba y susltima campafa military derrota en Wa- terloo— y en Inglaterra se debatia sobre lz conveniencia de mantener una po- Iitica arancelaria para proteger el mercado local de cereales y los intereses de los terratenienteso, por el contratio, rebajar o abolir estos aranceles con el fin de abaratar el precio del pan, materia prima alimentaria bisica,yas{contener los salarios. De esta forma, argumentaba Ricardo, en un sistema productivo todavia intensivo en mano de obra, se podrfan reducr los costes de prodluc- én y aumentar los mérgenes de beneficio, sobre todo en las manufacturas y a comerco, ¢ impulsar el crecimiento econémico. En febrero de 1815, con ocasiGn de un debate parlamentario sobre la politica cerealer, se publicaroa cinco ensayos sobre el asunto, obras de algunos de los mejores ecosomistas britinicos de la época: Malthus, Torsens, West y Ricardo. En todos ellos se hace hincapi¢ en la accién de la ley de rendimientos decrecentes en la agri- cultura, proceso a través del cual en un mercado nacional cerrado aumenitos nla demanda de alimentos por parte de una poblacin crecente empujaban 8 los agrcultores a extender la superficie cultivada hacia tierra de cada vez peor calidad, con el resultado de una caida tanto de los rendimientos fisicos de esta tcrras como del capital invertido en su cultivo. Segtin Ricardo el re~ sultado de este proceso es que la tsa de beneficio en todas ls actividades econémicas inevitablemente caeriy el crecimiento econémico se ralentizaré € incluso podria detenerse legando al temido estado estacionario: «Los be- neficios dl capital caen porque es imposible conseguir una tierra igualmen- te fértl,y en todo el desarrollo dela sociedad los beneficios son regulados por Ia dificaftad de obtener alimentos» (Works, IV, nota 13). En su Ensayo sobre ls benaficios —euyo titulo completo da quizé una idea ‘mis cabal desu contenido: Un ensayo sobre la influencia de un precio bajo del ce- real sobre los beneficios del capital, demostrando la incomveriencia de las restrict es sobre la importacin— Ricardo defenderd entonces la hipétesis de que ini- camente hay dos formas de contrarestar esa tendencia hacia una caida generalizada en la tasa de beneficios: 0 aumentar la produccién agricole me- diante mayores rendimientos por hectirea introduciendo mejoras en la tec~ nologia de la produccién, hacto improbables a corto plazo,o liberalizar as m= portaciones de cereales. ‘Malthus, coresponsal asiduo y amigo personal, habfa defendido una po- litca proteccionistalimitada en dos folletos anteriores, admitiendo Jos peli- 1B ESTUDIO PRELIMINAR _gr0s para el proceso de crecimiento econémico de un encarecimiento del ben tlimenticio bésico, pero alegando razones politicas en defensa de su propues- ta protectionist: [a imprudencia de que una nacion dependiera de la impor- tacién de este bien desde otras naciones, posibles enemigos fururos, Ricardo admite este peligro, pero detecta en los escritos de Malthus una inaceptable defense de los terratenientes —vel interés dl terrateniente siempre se opone al de todas las demas clases de la comunidad (Werks, IV, 21)—en detrimento de la tsa de crecimiento de a economia en su conjunto. Segin Ricardo, en- tonces, [a imposicién de cualquier arancel sobre la importaciOn de cereals, al enearever la materia prima alimentiia fundamental, leva el salario de sub~ Sistencia y los costes de produccién en una economia todavia intensiva en mano de obra, no solamente en la agricultur, sino también en la industria y Lcomercio, lo que a largo plazo repercutiré negativamente en el ritmo de cre~ ‘cimiento, Por el contrario, una politica ibrecambista tendsé efectos saluda- ‘bles inmediatos, sobre todo para los industriales y comerciantes, motores del roceso de crecimiento: «Pot lo tanto, si el precio del trabajo cae, como debe fuceder cuando el cereal se abarata, los benefcios reales de toda actividad de~ ‘en aumentar, y nadie resultaré tan sustancialmente favorecido como los sec~ tores industrial y comercial de la sociedad. Exgo, dice Ricardo, hay que de- rogac los aranceles sobre los cereales. BL DIFICIL ARTE DE LA COMPOSICION> ‘Ya en 1814, Ricardo, que habia amasado una fortuna més que suficiente como stockbroker stockjobber (agente de cambio y bolsa) —hemos visto que dejo a su muerte casi tres cuartos de milln de bras en efectivo—, habia ini- ciado su retiada del mundo de la Bolsa adguiriendo una finca rustica, G ‘combe Park y en los afos siguientes se haria con dos fincas mis. Su sltimo ‘olpe como inversor én los préstamos del Estado (Joan-contractor) fue apos- far fuerte en an asunto bastante arvesgado, el Uamado «préstamo de Wa- terlooe. Ricardo suscibi6 un nuevo préstamo para el Gobiemo bitinico con ‘una prima del 3 por ciento el 14 de junio de 1815, en una situacién delica- da para Gran Bretafa: Napoleén se habia escapado de Elba y habia reorgi- nizado su cjscito. Pero cuatro dias més tarde tiene ugar la derrora definiti- va de las fuerzas napole6nicas en la batalla de Waterloo, que pone fin ala prolongada guerra revolucionaria y napolednica que habia empezado veint- {és afios antes. La prima de los tituls salté del 3 al 13%; Ricardo, cauto 4 {JOHN REEDER como siempre, vendié su participacién a una prima de alrededor del 5%, Con este iltimo acierto, Ricardo se retirara casi por completo del mundo fi- saci, ddicndos al etuio de economia a redactn de una me- va versién de su Ensayo sobre los beneficios, que con el tiempo adquiriria el Ula de Pinas de Ecmamia Plies y Trbutactn 2 pais parla- ‘mentaria, En el verano de 1815, en wna carta dirgida al economista francés Jean- Baptiste Say, comenta Ricardo que su amigo James Mill el tesrico de la ciencia politica, confidente de Bentham y padre de John Stuart Mill— esta- ba intentando persuadirlo para que escribiese una versién nueva y ampliada del Ensayo: James Mill quiere que lo reescriba y extienda, pero temo que empresa supera mis capacidades» (Works, VI, fechada 18 agosto 1815). Ri- cardo se dedicard a esta . Al contrario, Ricar- do cree que cualquier intento de retrasar u oponerse a la introduccién de novaciones tecnol6gicas tendela a medio plazo efectos negativos sobre el proceso de crecimiento econémico, y que sobre todo conduciria a la pérdida de competitividad merced al rechazo de Ia posiilidad de reducir costes de produccién. En segundo lugus, Ricardo piensa que poner obstéculos a la in- troduccién de maquinaria en los sistemas productivos empujaria al capital a buscar oportunidades de inversién més rentables en mercados exteriors, hui- da que tendria mucho mayor impacto sobre el mercado de trabgjo a largo pla- 20 que cualquier aumento en el paro tecnolégico a corto: «Nunca seri pru- dente desanimar el empleo de f maquinari en un estado, pues ©) m0" se permite al capital el méximo de renta neta que debe proporcionar el uso de Ja maquinaria all, serd levado al extranjero, y esto tiene que perjudicar més ala demanda de trabajo que el uso de la maquinaria, por mucho que éste se generale; [..] exportando el capital al extranjero, la demanda de trabajo se aniquilari completamentes. RICARDO DESPUES DE LOS PRINGIPI0s: SUS ULTIMOS ANOS YA RECEPCION CONTEMPORANEA DE SU LIBRO «Bs impostbl estar en la compaia de Ricardo y no admirac temperamento plicido le ineridad de su sctnud, ou pacencia y satencén, yl claidad de sa mente, pero él est, come dian los fanceses, brisé de principe, Ea cualquier tema que ha estudiado dscutiré con una opiniéa ya formada y con juicios que son como verdades matemdticas (J. Malle, Diaries, 12 eneso 182). Los ilkimos afios de la vida de Ricardo, antes de su repentina muerte en septiembre de 1823, a la edad de 51 affos, como consecuencia de complica- ciones derivadas de una infeccién en el oido, fueron dedicados a la adminis- 1B Jons Reber tracién y supervisin de sus propiedades, ala comreccién de la segunda y la ter- cera ediciones de sus Principiosy al estudio de la economia, a la vida politica prictica de un diputado en el Parlumento britanico y a asistir a ls reuniones del Club de Economia Politica, que él habia contribuido a funder. El Club de Economia Politica de Londres fue fundado en 1821 por el es- tadistico Thomas Tooke, pero probablemente instigado por Ricardo, quien antes solfa eunir a los més reputados economistas del momento en su finca de Gatcombe Park 0 en su casa de Londres. El Club, compuesto por estos ‘mismos economistas, ademas de hombres de negocios, financieros, abogados, altos funcionarios y hombres como Malthus, Torrens, ‘Tooke, McCulloch, Ri- cardo mismo o Jean-Baptiste Say cuando estaba en Londres, se reunia el pri- ‘met lunes de cada mes entre diciembre y junio para discutir temas de interés ‘propuestos por sus miembros. En los primeros aos, por ejemplo, estos temas inclufan: «¢Puede haber una plétora general de mercancias?» (propuesto por Malthus); 0 «:Tiende la maquinaria a reducir la demanda de trabajo® (pro- puesto por Ricardo); o «Un impuesto general sobre todas las mercancias de un pats, si la cantidad de dinero permanece constante, gaumentard sus precios?» (propuesto por Torrens). El Club tendré una vida larga y vigorosa alin existe— y serviré de foro de debate para los asuntos y problemas eco- némicos mas importante, sobre todo a lo largo del siglo XIX. Como era norma en la época, Ricardo, para entrar en el Parlamento, com- pr la representatividad del distrito electoral de Portarlington en Irlands a su dueio efectivo, Lord Portarlington, en 1820, « cambio de un préstamo de 25.000 libras, al 6% anual, y 4.000 libras en efectivo. Ocupé su escatio como radical independiente hasta su muerte, defendi6 una serie de medidas de re~ forma moderadas, como una mayor extensién del sufragio, el voto secreto 0 fa toferancia refigiosa, y actué como experto en temas econdmicos. En este ‘ltimo papel exhibio su habitual tendencia hacia argumentos tebricos y abs~ tractos, desafortunadamente sin tener en cuenta el nivel de comprensién. de su audiencia. Un politico eminente que asistié a las mismas sesiones que Ri- cardo, el big Lord Brougham, comenté después de una intervencién de Ricardo que «cu honorable amigo, el miembro por Portarlington, se habia ex- presado como si acabara de caer desde otro planeta». Seri Brougham quien ofrecer una de las primeras criticas agudas de la metodologia ricardiana, una critica que se hace eco de las palabras de J. R. Mallet, miembro del Club de Economia Politica y amigo de Ricardo, que reproducimos al inicio de este apactado, una critica que sera repetida en distintas formas muchas veces des- pués: «Sus opiniones eran, en verdad, sumamente teéricas, en ocasiones de- ao ESTUDIO PRELENAR masiado refinadas para su audiencia, ocasionalmente extravagantes debido a su propensién a seguir un principio correcto hasta sus éiltimas consecuencias, sin tener debidamente en cuenta en la prictica la condicién de las cosas a las que lo aplicaba, como si un mecinico seconstruyera un motor sin considerar Ia resistencia del aire donde va a operar, ni la fuerza ni el peso ai la friceién de las partes que Ie componen» (Henry Lord Brougham, Historical Sketches, 1839, 189)*. ‘Lo que era probablemente cierto en el caso de los discursos parlamenta- rios de Ricardo es extensible a su obra escrita: los malentendidos y desen- ccuentros constantes sobre métodos y enfoques analiticos que ocurren en la larga cortespondencia entre Ricardo y Malthus son producto de esta tenden- cia de Ricardo a enfocar su andlisis hacia estados de equilibrio a largo plazo sin tener en cuents ls frcciones y efectos retardatarios de estados de dese- uilibrio a corto, ms cercanos a los problemas de la economia real, segin Malthus, ‘Sin caer en la insultante incomprensién del periodista més agresivo de la época, William Cobbett, un populist antieapitahstayantsemita than bas" tado apenas unos meses para probar que “un Ricardo” es un mont6n de jerga bursétil sin sentido impresa en papel y agrupada en un libro» (Weekly Political Register, 20 mayo 1820), incluso su discipulo mas cercano, J. R. McCu- loch, eseribiria mas tarde, en 1845, sobre la forma en que Ricardo presenta sus argumentos: «La brevedad con que el Sr. Ricardo ha expuesto algunos de sus principios més importantes, la intima dependencia de estos principios ¢ te sf, Ia escasez de sus ejemplos y la impronta matemitica de sus rezona: iientos hacen que a veces los lectores no habituados a tales investigaciones lo sigan con no poca dificultad» (The Litenzture of Political Economy, 1845). La reputacién contemporinea de Ricardo como escritor dificil, cuando no * Vemox en xe agai de Brougham na vein embod oq eg Schunpe- ter denn como vl vic eran, a deducon de recomentacoes splat de pain ‘contin «parts de odo tens adore une pos suputtrtemendamente ee {og sLo gue ence [a Ricardo eel claro aj read de importa pica Ge {Pars coneui,despetrsia el dtema gener sab mayor partes dl mig qe pod ‘las alnacenaba y cong, para quel apr emer de cont Rte igi y “de, Lange rset un aos mptoes spice han gta cs td wedante Serpe a aes pr utes in ali ne di saperan ct como tautloga [-] Poems lar lo sedan 2a Stree de per ‘elds deat crkter sa slein deprotemas pics Hira lends etme Bar ‘elma Adel 1971s pp 582-38 20 JOmN REEDER impenetrable, se debe claramente, entonces, a esta forma abstracta de pre- sentar sus argumentos descrita por McCulloch, algo cereano a lo que un €co- rnomista modemo llamasia un modelo analitco, sin ningin tipo de concesio~ res al lector no inmerso en Ios debates tedricos de la época, y redactados en uuna prosa criptica y nada limpia, EL LEGADO DE LOS PRINCIPIOS La influencia directa contemporanea de los Principies de Ricardo sobre el desarrollo de la ciencia econdmica de su tiempo es mas dificil de estima. unas de sus teorias, a teoria de la renta la teorfa de las ventajas comparat vias en el comercio internacional, su versiOn de la ley de rendimientos decre- cientes, por ejemplo, fueron incorporadas —modificadas, retocadas y expresadas de forma mis transparente— al acervo de teorias de la eseueia cl sica britanica, tan pulcramente sintetizado en la tltima gran obra de esta es- ucla, los Principios de Economta Politica de J. §. Mill (1848), cuyo tiralo es precisarnente un homenaje a la obra de Ricardo. Otras teorias dejaron un le- ‘ado mis problemético, como la teorfa ricardiana del valor trabajo, por ejem- plo, una versién simplista de la cual parece haber inspirado a una coleccién, hreterogénea de economistas de las décadas de 1820 y 1830 —Ravenstone, Gray, Hodgskin— conocida colectivamente como los socialistas ricardianos, que parece haber deducido de esta teoria ricardiana una propuesta de politi ca econémica: el derecho del trabajador al producto entero de su trabajo. Esta misma teoria del valor trabajo reaparece modificada sustancialmente en Das ‘Kapital (tomo I, 1867) de Karl Marx, donde sirve de base para una nueva teo- tia de la explotacién, la teoria de la plusvala. Serd, sin embargo, no una teoria especifica sino el enfoque analitico abs- ‘tracto ricardiano el que, a largo plazo, constituiria probablemente el legado mas duradero del autor. Esta capacidad de, partiendo de unos pocos sup\ tos, construir un modelo con coherencialogica interna y gran poder explicati- vo ha sido denominada «un motor analitico>. Sera significativamente un te6- rico del equilibrio parcial, Marshall, a finales de siglo XIX, como hemos visto antes, quien quizd entendié primero a Ricardo en este sentido. El debate acerca del significado de la aportacin de Ricardo cobré mayor fuerza cuando, a mediados del siglo pasado, Piero Sraffainicia la publicacién de su edicién monumental de las obras completas de Ricardo, labor de una erudicién y un cuidado dificilmente superables, que no s6lo presenta textos yy ESTUDIO PRELIMINAR fiables de sus obras sino que rescata su correspondencia, sobre todo con Ja~ mes Mill y Malthus, indispensable para entender Ia evolucién de su pensa- miento (10 vokimenes, Cambridge, 1950-1955, més un volumen con el in- dice general, 1973). Sraffalimit6 sus comentarios sobre lx obra de Ricardo a las introducciones redactadas para cada tomo de su edicidn. Seré la publica eign de una obra breve y criptca, en la mejor tradicién ricardiana, Produccién de mercancias por medio de mercanctas (Cambridge, 1960), en parte fruto de sus estudio icardanos, lo que dart lugar al esallo de ana nueraexcula de teorfa econdmica, la neotricardiana, critica de algunos de los postulados bé~ sicos de la sintesis neoclisica, ‘No es nuestra intencidn entrar aqui en una discusién acerca de la validez, de las teorias de esta escuela, pero sf cuestionar si tienen algo nuevo que de- cimnos acerce de la obra de Ricardo. Obviamente, cada cual puede hacez del pensamiento del pasado lo que le venga en gana, y, en el caso de Ricardo, se podrisn formalizar y matematizar sus teoris, rellenando vacios y eiminando 4 posteriori ambigtiedades. Son ejercicios mas o menos significativos, mas 0 ‘menos entretenidos si se quiere, pero de dudosa utilidad si lo que uno desea es entender a Ricardo, cuyos textos estin llenos precisamente de las impreci- siones y ambigiedades propias de un intento ambicioso de redefinir la cien- cia econémica de su tiempo. Otros intérpretes modernos de la obra de Ricardo —Hollander, por ejem- plo— han resucitado una versiGn marshalliana de un Ricardo tebrico del ‘equilibrio avant-la-lettre, precursor de Walras. La obra ricardiana en los siglos 2X y XX1, entonces, constituye una zona del campo de batalla entre algunas tendencias actuales de pensamiento eco- rnémico, y de politica econémica. Tenemos varios Ricardos secuestrados por economists modemoso ecules de economists en ara de estableces ante cedentes histérios 0 te6ricos para sus propias teorias. Quiz4 un enfoque més fEuctfer seria no tanto econstrui hiposéticamente lo que Riardo habia di cho si hubiera sabido mis mateméticas,o si hubiera tenido la capacidad para construir modelos més acabados, sino Ieer lo que dijo y entender en qué con- texto lo dijo. Quizd incluso fremos estado obsesionados con Ricardo como teérico de la economia pur, casi en el sentido estricto walrasiano, y no hemos situado adecuadamente sus escritos dentro de su contexto hist6rico espectfico, la evo- lucion de la economia briténica de su tiempo y los debates coyunturales que surgieron de estos acontecimientos concretos. No solamente los ensayos mo- netarios y sobre las leyes cerealeras se beneficiaran de un enfoque semejan- 2 JOHN REEDER te, sino también los supuestamente mas abstractos Principios. Bs hacia esta il- ‘ima linea hacia donde apuntan los recientes estudios sobre Ricardo, En el campo de la hacienda piblica encontramos la tltirma de las teorias, ingpiradas en el pensamiento de Ricardo, en este caso sus ideas acerca del im- pacto del gasto publico y la deuda piblica sobre el desarrollo de Ia economia britinica durante ¢ inniediatamente después de las guerras napoleénicas: la Iaraada hipétesis de Ia equivalencia ricardiana. Propuesta en un célebre ar- ticulo de 1974 por el macroeconomista de Harvard Robert J. Barro, sugiere que aunque cada deficit financiado por bonos del Estado tendrd que ser re- pagido a través de un aumento futuro en los impuestos, los agentes econd- ricos actuales, previendo este aumento, estarin dispuestos a ajustar en con sectiencia sus niveles de consumo y de ahosro presentes para pagar los costes faturos de ese déficit. Es decir, estos agentes econdmicos no interpretarin una politica de expansién fiseal financiada por deuda como la ocesién para au- ‘mentar su demanda de bienes y servicios, sino que ahorrarin el inesperado aumento en sus ingresos para afrontar futuros pagos fiscales. Asi, no habria efectos ni sobre el nivel de consumo presente ni sobre los tipos de interés. ‘Aqui no pretendemos recomendar o descalficar una & otra interpretacién de la obra de Ricardo, sino dnictmente extender una invitacién a la Lectura cde un libro crucial, que revolucionaré el mundo de la ciencia econdmica, los Principics de Economia Politica y Tributaciin de David Ricardo, un libro atre- vido, polémico, dificil, pero que recompensaré con creces el esfuerzo del lee- tor atento. Que ustedes lo disfruten, GUIA DEL LecTOR El libro que presentamos es una traduccién completamente nueva. Exis- te desde hace mucho on el mercado una version de los Principias del Fondo cde Cultura Econémica, que también publicd el resto de las obras de Ricardo, cuyas notorias deficiencias han sido denunciadas por los especilistas C. Rodriguez Braun: «Debilidades en la edicién del Fondo dé Cultura Eeonémica de los Princpios de Ricardo, Investigaciones Econémica, nin. 18, smayo-agosto 1982, La mejor introduccién a las ideas de Ricardo disponible en castellano, auingue en una traduccién tampoco muy convincente, sigue siendo: ‘Mark Blaug: La teoria econémica de Ricardo, Madcid, Ayuso, 1975 23 ines rscrnrrenerecsnecettenene tL RR EEE [BsTunio PRELIIINAR Del mismo autor pueden verse: «Ricardo, Davide, Enciclopedia internacional de las Ciencias Sociales, Aguile . . Teoria econémica en retrospecién, México, Fondo de Cultura Econdmica, 1985, capitulo 4. En el libro de J.J. Spengler y W. R. Allen (eds.), EY pensamiento econémi~ (0 de Aristiteles a Marshall, Madtid, Tecnos, 1971, hay tres buenos articulos: J. Cassels: «Nueva interpretacién de la teoria del valor de Ricardo. ‘Nicholas Kaldor: «Teories alternativas de la distribucién». George Stigler: «Teoria ricardiana del valor y la dstribuciSn». Los interesados en una presentacién matemnitica del modelo ricardiano pueden consultar: Luigi Pasinetti: Crecimiento econdmico y distribucion de la renta, Madtid, Alianza, 1983. Existe también un amplio estudio sobre la obra del economista en: Samuel Hollander: La economia de David Ricardo, México, Fondo de Cul- tura Econémica, 1988, Sobre Ricardo y los impuestos pueden vers is trabajos de Cael Shoup y Pedro Tedde de Lorea en: ° Hacienda Pilea Bsparola, nim. 17,1972. El mejor estudio sobre la economia clésica en su conjunto, y sobre Ricar- do dentro del contexto de la evolucién de las ideas de dicha escuela, es: D.P. OBrien: Los economistascldsicos, Madrid, Alianza, 1989, En lengua inglesa el panorama bibliogrifico es, obviamente, més amplio. Recomendamos estos estudios recientes: Robert J. Barro: «Are Government Bonds Net Wealth?», Journal of Poli~ Heal Economy, 1974, 2 Jou ReepeR ‘Murray Milgate y Shannon C. Stimson: Ricardian Politics, Princeton, Princeton University Press, 1991 ‘Terry Peach: Interpreting Ricande, Cambridge, Cambridge University Press, 1993. YY estas dos colecciones de articulos: John Cunningham Wood (ed): David Ricard: critialasesments 4 voli smenes, Londres y Sydney, Croom Helm, 1985. “Mark Blaug (ed: David Rivard, Aldershot, Eawaed Elgar, 1991. 25 PRINCIPIOS DE ECONOMIA POLITICA Y TRIBUTACION on THE PRINCIPLES POLITICAL ECONOMY, TAXATION. By DAVID RICARDO, Esa. LONDON: JOHN MURRAY, ALBEMARLESTREET. 1817, 91 ES ELEFINE TET PROLOGO DEL AUTOR ALA PRIMERA EDICION EL producto dela tierra, todo Jo que se saa de su superficie por I aplica- cesario para cultivarla - Pero en etapas distintas i proporciones del producto to- tal de la tierra, que se adjudicarin a cada una de esas c renta, beneficios y salarios, seran muy diferente En 1815, el Sc, Malthus, en su Inquiry into the Nature and Progres of Rent, yun miembro del University College, Oxford, en su Essay om the Application of Capital t Land, presentaron al mundo, casi al mismo tiempo, la verdadera doctrina de la renta sin cuyo conocimiento es imposible comprender el efec~ to del aumento de la riqueza sobre los salarios y los beneficios o sealer sa- tisfactoriamente la influencia de Is eributacién sobre las diferentes clases de la sociedad, en particular cuando las mercaderias gravadas son productos sa- cados inmediatamente de la superficie de la terra. esta deficiencia se sequiere una capacidad muy superior ala que aw a -Pravetrios DE ECONOMIA POLITICA Y TRBUTACION see el autor de las piginas siguientes; sin embargo, después de haber refle~ vedo miteho sobre ests cuestin, después de a ayuda prestada por las obras de los grandes autores mencionados antes y después de tx experiencia pro- porcionada a la generacién presente por la abundancia de hechos en estos {fos iltimos, confla en que no se le tendra por presuntuoso al exponer sus opiniones sobre las leyes de los bre los efe ‘a misma advertencia puede aplicarse alos excelentes trabajos del Sr. Say, quien no sélo fue el primero, o entre los primeros, de los autores continents les que apreciazon y aplicazon justamente los principios de Smith, y que hizo mas que todos los escritores del Continente juntos para recomendar los prin- pics de ese ilustrado y beneficioso sistema @ las naciones de Europa, sino que consiguié también dar a le ciencia un orden més logico y més instructi- vo, habiéndola enriquecido, ademas, con varias disertaciones originales, exac~ tas y profundas!, Pero el respeto que siente el autor por los escritos de este hombre eminente no le ha impedido comentar con la libertad que requiere, su juicio, el interés de la ciencia aquellos pasajes de a Economie plitigue que cree estin en desacuerdo con sus propias opiniones. » Expecnlent leaps XV, pare I Des Débouchés, contieneprincpis imporantes que creo exis este distinguida autor por primera ver. 2 ADVERTENCIA DEL AUTOR EN LA TERCERA EDICION ‘He insertado también un ca~ ppitulo nuevo sobre la «Maquinaria» y sobre los efectos de su perfecciona~ Imiento en los intereses de las diferentes clases sociales. En el capitulo sobre Jos «Caracteres distintivos del valor y de la riqueza» he exertinado las doctri~ nas del Sr. Say sobre esta importante cuestién, tal y como aparecen, modifi- cades, en a cuartay tltima edicién de su obra. En el tltimo capieulo he in- tentado poner sobre una base més firme que antes la doctrina de la capacidad dde-un pais para pagar impuestos adicionales en dinero, aunque el valor total dla masa de mereancas, stimado en diner, descienda bien a consecuen= cia de que se requiera una cantidad menor de trabajo para producir cereal en cl pais, por mejoras en la labranza, 0 a causa de obtenerse cereal extranjero un precio menos, por medio de la exportacién de articulos manufacturados. Esta cuestin es de gran importancia, pues se refiere ala politica de dejar en libertad la importacién de cereal extranjero, particularmente en un pais car- gado con una tributacién, en dinero, fja y onerosa a consecuencia de una gran deuda nacional. He tratado de demostrar, ademis, que la capacidad para pa~ gar impuestos no depende del valor total en dinero de la masa de mercancias, ni del valor en dinero de los ingresos netos de los captalistas y teratenien- tes, sino del valor en dinero de los ingresos de cada individuo comparado con cl valor en dinero de las mercancias que consume habitualmente. 26 de marzo de 1821. 33 CapiTuLo I SOBRE EL VALOR SECCION I: Adam Smith observa que sla palabra Valor tiene dos significados distin- tos. A veces expresa la utilidad de algiin objeto en particulas, y a veces el po- der de compra de otros bienes es confiere la propiedad de dicho objeto. Se puede llamar a lo primero ” y a lo segundo ‘Las cons que denen un gran ‘uso con frecuencia poseen poco o nin= gin valor de cambio». El aire y el agua son sumamente ities, de hecho son indispensables para la vida, y sin embago en cigcunstancias normales no 3 puede obtener nada a cambio de ellos. El oro, por el contrario, aunque su uti~ lidad es pequeiia comparado con ef ate o el agua, se intercambiar’ por una ‘gran cantidad de otros bienes. 35 ixcimos De Econowta POLITICA ¥ TRIBUTACION solo pueden ser elaborados con was Pero estos bienes constituyen tna minuscula fraccidn de Ia masa de mer- cancias que diariamente se intercambian en el rercado. nos referimos sélo a lps bienes cuya sed ctw iced pte dei de a acidad hua y en cuya produccién la competencia opera sin restricciones. En los estadios primitivos de ls sociedad, Dice Adam Smith: «El precio real de todas las cosas, lo que cada cosa cuesta realmente a la persona que desea adquirila, es el esfuerzo y la fatiga que su adguisicién supone. Lo que cada cosa verdaderamente vale para el hombre que la ha adquirido y que pretende desprenderse de ella o cambiarla por otra cosa es el esfuerzo y la fatiga que se puede ahorrar y que puede im- poner sobre otras personas. «El trabajo fue el primer precio, la moneda de ‘compra primitiva que se pegé por todas las costs.» «En aquel estado rudo y primitivo de la sociedad que precede tanto a la acumulacién del capital como ala apropiacién dela tierra, la proporcién entre las cantidades de trabajo ne~ cesarias para adquirir los diversos objetos es la unica circunstancia que pro- porciona una regla para intercambiarlos. Si en una nacidn de cazadores, por cjemplo, cuesta habitualmente el doble de trabajo cazar un castor que un cit vo, un castor deberia naturalmente intercambiarse por, o vale, dos ciervos. natural que lo que es el producto habitual de dos dias o dos horas de trabajo pues de un dia o una hora de * Libro ep. 5 fy 6 36 DAvaD RICARDO ‘Adam Smith, que definié con tanta exactitud la fuente original del valor de cambio, y que por coherencia se vio obligado a sostener que ‘Gomo si se tratara de dos expresiones equivalents, y como si, debido a que d trabajo del hombze du- plica su eficiencia, y puede por tanto producir ol doble de cantidad de una . i aunbio de els el doble des soe fo fuera cierto, emi! trabajador guardase siempre pro- wcién con lo que prodace de aba vere err mor EET Seo - ‘demas coms iam Smith, después de demostrar con suma peri- ia Ie insu 1edio variable, como el oro y la plata, para determi~ ‘ag el valor cambiante de otras cosas, ha escogido él mismo, al inclinarse por el cereal o el trabajo, un medio no menos variable. 6 3, ¥ ss efectos, aunque poderosos, estén limitados @ perio dos de duracion relativamente breve. También estin sometidos a fluetuaciones debidas 2 mejoras en Ia eficiencia y la maquinaria con que las minas son ex- plotadas, puesto que como consecuencia de tales mejoras se puede obtener a7 es ee ae PRINCIPIoS DE Econowta POLITICA Y TRBUTACION tuna cantidad mayor con ef mismo trabajo. Estén asimismo abiertos a fluc- tuaciones a rafe de la produccidn decreciente de las minas alo largo del tiem una vez que han rendido un abastecimiento al mundo. Ahora bien, ede 5 pores Nos sto cl valor del abajo igualmente vail sex afectado, como todas las otras cosas, - dla, que varfa uniformemente con cualquier cambio en las condiciones de la ee en fos que a gastan los saarios ‘En un mismo pals puede que se requiera en wn momento dado el doble de cantidad de trabajo para producir una cantidad dada de alimentos y bie- nes de primera necesidad de lo que seria necesario en otro momento més dis- tante; ya pesar de ello a remuneracién del trabajador posiblemente no se vea apenas disminuida. Si Jos salarios del crabajador en ef primer periodo consis~ tieran en una cierta cantidad de alimentos y provisiones, es probable que no hnubiese sido capaz de subsistir con una cantidad menor. En este caso los ali- ‘mentos y provisiones han aumentado en un 100% si son estimados conforme ala cantidad de trabajo necesaria para su produccién, tercambiarse ‘Lo mismo cabe observar con respecto a dos o més paises. En Amética y Polonia, en las tierras més recientemente puestas en cultivo, s Suponiendo que todos ialmente baratos en los tes pai fos demas bienes de idad son i ses, Si los zapatos e indumentaria del trabajados, gracias a mejoras en la m: quinaria, pudiesen producirse con la cuarta parte del abajo que hoy se ne- Tria put ello, Probleme can un 78; Devo eetd tan lejos de ser verdad el que por ello el trabajador podria consumir permanentemente cua- 38 er NO Damp RICARDO 5 trabajador, proba- famos al cabo de pocos afios en posesién si acaso de a sus disfrutes, aunque el valor de cambio de dichas ‘mercancias, comparado con el de cualquier otra en cuya manufactura no se Inubiese registrado dicha mejora registraria un reduecién muy considerable, y aunque faeran el prodvco de una casidad de trabajo apreiablemente dix No puede ser correcto, entonces, decir con Adam Smith que como «el tra~ bajo puede a veces comprar una cantidad de bienes mayor, y otras veces me- nor, lo que cambia es su valor, no e! del trabajo que los comprar; por tanto accel rao excluivament,entonces an arar muna en 4 pripa wo, es el patron auténtico y definitivo mediante el cual se puede estimar y com- pura el valor de todas : smtontahitaine a (int rvafor lato Petente o pasido, y no Tas cant bide - TOBTS (Ger en cul de ellos ba tendo ealmeMTe MET TECIIT ST comparamos el valor actual de uno de ellos con los zapatos, los calcetines, os sombreros, el hiero, el anicas,y todas las demés mercancias, vernos que se inteream” bia por eactamente le misma candad de ellis qu ates. i comparamos el ‘oto con las mismas mercancias vemos que ha vatiado con respecto a to- das llas.Poderos entonces infer con toda probablidad que la rartacon se haa registado en esta mercancia y no en aquellas con las que la hemos eom~ parado, Sil examinar més detenidamente todas las cicunstancias vincladas on esas diversas mercaneias comprobamos que se necesita exactamente la misma cantidad de trabajo y capital para la produccidn de zapatos, c ns mbes hen, ee 39 PRINCIRIOs ne ECONOMIA POLITICA ¥ TRIBUTACION oy si el trabajo cayera muy acusadamente en su valor, con respecto a todas las demés cosas, y si observo que st caida fue conse~ ccuencia de una oferta abundante, estimulada por la gran facilidad con que el ce- real y otros bienes de primera necesidad son producidos, creo que estaria acer- tado si afirmo que el cereal y las provisiones han caido en su valor como consecuencia de que es necesaria uta menor cantidad de trabajo para produ- Girlos, y que esta faclidad en procurar el mantenimicnto del erabajador fa sido seguida por um desvenso en el valor del trabajo. No, dicen Adam Smith yl Sr. Malthus, en el caso del oro usted estaba en lo cierto al Hamar a su va- Faci6n una caida en su valor, puesto que el cereal y el trabajo no habian va~ riado entonces; y como el oro proporciona una cantidad de ellos, y de todas fas otras cosas, menor que antes, era correcto decir que todas las cosas habjan permanecido constantes y que sdlo el oro habia variado; pero cuando el cereal Yel trabajo caen, que son las cosas gue hemos seleccionado como nuestros pa- irones de medida del valor, a pesar de todas las variaciones a las que admiti- ‘mos que estin sometidos, seria muy incorrecto decir lo mismo} el lenguaje apropiado sera afirmar que el cereal y el trabajo han permanecido estables y uc el valor de todas las demas cosas ha aumentado, Si contrato a un trabajador por una semana, y en vez de diez che- fines le pago ocho, sin que haya variado el valor del dinero, el trabajador pro- bablemente pueda comprar més alimentos y medios de vida con sus ocho chelines que antes con diez, pero esto no s¢ debe a un aumento en el valor real de sus salarios, tal como afirmé Adem Smith y més recientemente el ‘Sr. Malthus, sino a un descenso en el valor de los articulos en que gasta sus salarios, lo que es algo claramente diferente; y sin embargo, al lamar a esto una caida en el Yalor real de los salarios, se me dice que adopto un lenguaje 4” Daw Ricanno ipongamos que se paga a un trabajador un. le cereal por una se- mana de trabajo cuando el precio del cereal es de 80's. el quarter, y un bushel yycarto cuando el precio baja a 40 s. Supongamos también que él destina me~ io bushel por semana para su consumo y el de su familia, e intercambia el resto por otros articulos tales como combustible, jabén, velas,té, azicar, sal, etc silos tres cuartos de dusel que le quedan en tun caso no pueden pro- curarle la misma cantidad de dichas mercancias que le proporcionaba medio ‘usbel en el otro caso, como de hecho sucederi el valos del trabajo zhabré au mentado 0 disminuido? Aumentado, debecd afirmar Adam Smith, porque su ppatrda es el cereal, y el trabajador obtiene més cereal por una semana de la- bor. Disminuido, deberé sostener el mismo Adam Smith, puesto que «el va~ lor de una cosa depende del poder para comprar otras cosas que la posesi6n de ese objeto confiere», ‘SEOCION TK; Diferente remuneracion para las diferentes calidades de trabajo. No puede ser causa de variacién en el valor relativa de los bienes. se debe suponer que ignoro las di- frente caidades de abajo nt fr dfcltad de conparar dl trabajo de una hora o un dfa en un empleo con un trabajo de idéntica duracién en ottolLa cestimacién de las diferentes calidades laborales es algo que se establece rd to en el mercado con una precisin suficiente 2 todos los efectos prictcn depende mucho de la destreza comparativa del trabajador y de la intensidi de la labor realizada, [fii Sel trabajo dun dis dun artesanojoyero vale mis que el aba je un dia de un obrero corriente, esto es algo que desde hace mucho tiempo ha sido ajustado y situado en su debida posicién en la escala del valor. a fe Prancinios DE ECONOMIA POLITICA ¥ TRIBUTACION Por tanto, al comparar el valor de una misma mercancfa en periodos de tiempo distintos apenas es necesario considerar la destreza e intensidad com trabajo necesario para esa mercancia particular, porque es algo « infige iualteae cn ambos f periodos. Una clase de aber ooo cate Co compareda-cortemiemnrcine em otro momento; si se hg afiadido o eliminado una décima, una quinta o una cuarta parte, se produciré en el va~ Jor relativo del bien un efecto proporcional « la causa. Si uns pieza de paso vale hoy dos piezas de lino, y dentro de diez ats el valor normal de una pieza de patio es de cuatro piezas de lino, ‘que deseo orientar ia atencién def lec~ tor porta 2 _ Ghessior de efurmmién vigentes para las diversas clases de trabajo humano. ‘La proporcidn entre las diferentes tasas de salarios y beneficios en los dis- tintos empleos del trabajo y el capital no parece verse muy afectada, como ja se ha indicado, por Ix riqueza 0 la pobreza, ni ef estado progresivo, esta- ‘Gonatio o regresivo de la sociedad. Aunque estas revoluciones en el bienes- tar general influyen sobre las tasas tanto de salarios como de beneticios, lo hhacen en hima instancia de la misma forma en los diferentes empleos. 1 tempo invetdo en dos ips diferentes de ax ERED RELIES start por slo para determivas em peoposcign. Habra eros aos deefuetzo sportado ya destezadesplegad, ma abus ene intreambio de prodceones tipo de abajo disintos, peo el ute no #eee- fi sein una medion exc Sno mediante el rgaeo yf nepocacion del mercado, Sexes ocr to em sett deiguadad sproximada no exci ero mbcente pre Hever wcha‘e Bs in tases comenten» Rigucs det Nao, Libro Tap. 5 a Damp Ricken La proporcién entre ellas, por lo tanto, permanece inalterada y no puede ser mmodificada por tales revoluciones, al menos no durante wa ciempo profon~ gador’ SECCION ITI: El valor de los bienes resulta afectado no sélo por el trabajo _aplicads inmediatamente sobre ellos, ‘nop el empleado en ls utensilio, erramichtas yedifcios con que aguel trabajo es asstido. ‘Supongamos que el arma necesaria para matar al castor fue fabricada con ‘mucho menos trabajo que la necesaria para cazar al venado, debido a la ma- yor dificultad para aproximarse al primeso y 2 a consiguiente necesidad de {qae sea més certera; un castor valdrd naturalmente més que dos venados, y precisamente por esta razén, porque se requeriria en conjunto mas trabajo para cazarlo. © supongamos que se precisa la misma cantidad de trabajo para fabricar ambas armas, pero que su duracién es muy desigual; sdlo wna peque= Jia porcidn det valor de fa mis duradera se tranaferirfa al bien, y una porcion mucho mayor del valor de la menos duradera se incorporaria a la mercancia que ha contribuido a produce. Puede que todos los elementos necesarios para cazar al castor y al venado pestenezcan a une clase de personas, mientras que el trabajo empleado en sit ‘aptura es suministrado por otra clase; aun asi, sus precios relatives guarda- 1a proporcién con el trabajo de hecho invertido tanto en la formacién del capital como en la captura de los animales. Bajo circunstancias diversas de abundancia o escasez de capital en comparacién con el trabajo, bajo circuns- tancias diversas de abundancia o escasez de alimentos y bienes indispensa- bles para el mentenimiento de las personas, quienes apozten un valor igual de capital para uno u otro uso podrin recibir la mitad, un cuarto 0 un octavo > Rigueca dels cine, Lie I, ep. 10 a PRINCIIOS DF ECONOMIA POLITICA YTRBUTACION de Ia produccién obtenida, siendo el resto pagado en concepto de salarios a quienes aportaron el trabzjo; pero esta dvisi6n no podria afectar al vo Iativo de los bienes, inque Supon Paciones de la sociedad se multiplican, y que algunos suministran las canoas y los aparejos de pesca, otros las semillas y las maquinas rudimentarias antiguamente utilizadas en fa labranza, aun ast s analiza lz sociedad en ef que se han efectuado los mayores adelantos, yen el que florecen las artes y el comercio, seguimos ob- servando que los bienes cambian de valor conforme a este principio; por ejemplo, al estimar el valor de cambio de las medias veremas que su valor, con selacién 2 otras costs, depende de fa cantidad total de . sia para fubricarlas y levarlas al mercado. 5 ‘abajo empfeado en la construccién del buque en el que es tansportao, pare incuida en el ete dels meteanclas treo el taba jo del hilandeso y el tejedor, cuarto, una porcién de la labor del ingeniero, cel herrero y el carpintero que construyeron los edificios y las méquinas que precise la manuficeura de fas medias, quinto, el trabajo del comerciante mi- norista y el de ros que huelga particulariz coavenceros de que fae a verdader base del alr de cambio supongamos que se produce un perfeccionamiento en los medios que abre- Mian el trabajo en cualuiea de ls procesos que debe atavesar el algodn an- tes de que las medias manufacturadas leguen al mercado y se intercambien por otras cosas, y veamos los efectos resultantes. Si se precisan merios hom: bres para cultivar el algodén, o menos marineros para tripular © menos car pinteros y artesanos de ribera para construir el barco en el que llega hasta no- “ Daa Ricanno sotros; si se emplea menos mano de obra para levantar los eificios y fabricar Ja maquinaria, sila eficacia de ambos aumenta, inevitablemente el valor de las medias disminuird, y en consecuencia se dara menos de otras cosas @ cam- bio de ella. Su valor disminuiré porque sera necesaria una cantidad menor de trabajo para su produccién, con lo cual se intercambiarin por una canti= dad menor de aquellas cosas en las que no se ha registrado ningain recorte en el trabajo de ese tipo. medias bajard, sex porque se emplean menos individuos como blanqueadores, bilanderos y tejedores, personas directamente involucradas en su manufac ‘ura; 0 como marineros, transportisas, ingenieros y herreros, personas que intervienen més indirectamente en la misma. En un caso todo el ahorro de trabajo recae sobre jas medias, porque esa porcién de trabajo se limitaba ex- clusivamente «las medias; en el otro caso recae sobre las medias tan s6lo una pparte, el resto ¢8 aplicado a todas las demds mercancias a cuya produccién asisten los edificios, maquinaria y medios de transporte. Supongamos que en los estadios primitivos de la sociedad los arcos y las fechas del carr ere de igual valor edéntcs duraion que la canoa y apa- 1¢j0s del pescado, siendo ambos el producto de la misma cantidad de traba~ jo. En tales circunstancias el valor del venado, resultado de un dia de craba fo det cazador, seria exactamente igual al valor de! pescado, producto de un dia de trabajo del pescador. El valor relativo de la pesca y la caza vendria segulado completamente por la cantidad de trabajo realizado en cada una, cualquiera que fuese la cantidad producida y el nivel general alto o bajo de fos saltrios 0 Tos beneficios. Por ejemplo, si las canoas y aparejos del pescador va ten 100 Ly su duracin se calcula en diez aiios,y él contrata a diez hombres cuya labor anual cuesta 100 1. y que en un dia pescan veinte salmones; si las atmas que empaiia el cazador también valen 100 1. y ducan diez aos, i tam bien ef contrata a diez personas cuyos servicios cuestan 100 1. por ato y que en un dia le cazan diez venados; entonces el precio natural del venado seri de ddos salmones, sea grande o pequefia la propoccién del producto total que re cien los homnbres que lo han producido. Le proporcién que pueda ser paga~ a en salarios es de una crucial importancia en la cuestign de los beneficios, ‘Pues se comprende inmediatamente que los beneficios serin altos 0 bajos exactamente én proporcién 2 que los salarios sean bajos o altos; pero no afec~ 6 EE a CEES PRINCIPIOS DE ECONoMA POLITICA y TRIBUTACION ta.en lo mas minimo al valor relativo de la pesca y la caza, puesto gue los se latios serdn altos 0 hajos al mismo tiempo en amibas actividades. Si el cxza~ dor reclamase por estar pagando una proporcién abultada o el valor de una pproporcién abultada en concepto de salarios, con objeto de inducir al pesca- dor para que le entregue més pesca a cambio de su caza, este dltimo argu- ‘mentari que él esté afectado igualmente por la misma cavsa; entonces, bajo todas ls variaciones de salarios y beneficios, bajo todos los efectos de la acu- smulacisn del capital, en la medida en que sigan obteniendo con un dia de ta bajo sespectivamente la misma cantidad de pesca y la misma cantidad de caza, Ja tasa natural de intercambio sera de un venado por dos salmones. Si.con la misma cantidad de trabajo se obtuniese menos pesca o mids cazay, a a r FO, si ‘Son mintna caTTTTad Ge Waa Fe OBNNTER MIENOS CWA o Mas pesca, a ceza subirfa con respecto a la pesca. Si existiera algtin otro bien cuyo valor fuera invariable, podriamos av ‘guar, comparando el valor de la pesca y a caza con el de est mercancta, cuin~ to de fa variacidn cabe atribuir a una causa que afect6 al valor de Ia pesca y ceuinto a una causa que influyé sobre el valor de la caza. Supongamos que esa mercancia es el dinero, Si un salmén cuesta 1 Ly un venado 2 [, entonces un venado vale dos salmones. Pero puede que un vena- do legue a valer tres salmones, al requerirse més trabajo para cuzar el vena~ do o menos para pescar el salm6n, 0 ambas causas quizé operen a la vez. Si contisemos con esa medida invariable podriamos ficilmente precisar en qué grado intervene cualquiera de las causas. Si el salmén sigue vendiéndose a Tl. micnteas que el venado sube a3 1, concluiremos que se ha necesitado mass trabajo para cazar el venade. Si el venado mantiene el precio de 2 ly el sal~ _m6n se vende por 13 s. 4d., podemos estar seguros de que se necesita menos, trabajo para pescar el salmén; si el venado sube a 2 1. 10 s. y el salmén cae hasta 16 s.8 d., ello nos convencerd de que ambas causas han intervenido para dar lugar ala alteracin en el valor relativo de estos bienes. Ningin camhio en los salarios puede producir modificacién alguna en el valor relativo de tales mercancias, pues, suponiendo que suban, no se reque- rird una cantidad mayor de trabajo en ninguna de las actividades, aunque su precio subiria, y la misma razén que inductia al cxzador y al pescador a ele- var el valor de su eaza y su pesca haré que el propietario de la mina aumente lvalor de sz oro, Sj esa razén acti con la misma intensidad en las tres ac- tividades, y la situacién relativa de los que a elas se dedican es la misma an- tes y después de la subida de los salaios, el valor relativo de la caza la pesca 4% DAM RIcARNO ‘mismo modo, i con el mismo capital Y¥ trabajo se obtuviera menos pesca, entonces la pesca subiria de valor com- ppatativo. Por tanto, el valor de cambio de la pesca sube o baja solo debido a que se precisa més 0 menos trabajo para obtener una cantidad determinada, ¥ jams puede subir o bajar fuera de proporcién con Ja incremented o dis ‘minuide cantidad de trabajo necesaria. Si dispusiéramos, pues, de una medida invariable con la que poder medi la variaci6n en otras mercancfas, veiamos que el limite mximo hasta el que podrian subir de modo permanente, si furan producidas bajo las circunstan- cias supuestas, ¢s proporcional a la cantidad adicional de erabajo requerida ata su produccién; y que no podrian subir de ninguna manera si no se pre- ‘isase mis trabajo para su praduccién. Una elevacién de los salarios no au~ ‘mentaria su valor monetario, ni su valor con relaci6n a ninguna otra mercan- cia caya produccién no demandase una cantidad adicional de trabajo y que cemplease la misma proporcién de capital fijo y circulante y un capital fjo de Je misma duracign, Si se necesitase mis 0 menos trabajo en la produccién de la otra mercancta, ya hemos afirmado que ello inmediatamente ocasiona- a una alteracién en su valor relativo, pero dicho cambio no se debe a la ‘ida salarial, sino ala alteraci6n registrada en la cantidad de trabajo necesaria. [7 Sbecion IV: Et principio de que a cantidad de trabajo empleada en la produccion de los bienes regula su valor relativo es modificado considerablemente por elso de la maguinaria y otras formas — area MAT $$ — Hemos supuesto, en la seccién anterior, que los utensilios y armas nece- sarios para la caza del ciervo y la pesca del salmén duraban el mismo tiempo ys Ademas, que eran producidos con la misma cantidad de trabajo, y hemos a ii et Princims DE ECONOMIA POLITICA y TRIBUTACION visto que, en este caso, las variaciones del valor selativo del ciervo y def sal- én dependen tinicamente de las cantidades diferentes de trabajo necesarias para obtenerlos; pero en cualquier estadio de la sociedad las herramientas, utensilios, edificiog y rmaqaimanhr SINpIERtOr ET CHeMNTS Taos pueden te- roducilos. Ademds, el capital necesario para el coeteniinento GE Uh oe "YW hvertido en su establecimiento, en herramientas, maquinas y cdificios, pueden estar combinados en proporciones diversas. La diferencia, en ef grado de duracién, de capital fijo y i Los alimentos y vestidos que consume el trabajador, los edificios en que trabyjay los tities de que se vale son casas perecederas por natucaleza. Hay, sin embargo, una diferencia grande en cuanto a le duracisn de estos diversos capitaies; una méquina de vapor durari més que un buque; un buque més que cl traje del trabajador, y el traje, mas que el alimento que consume. Seggin que el capital se consuma rpidamente y deba ser repuesto con fie cuencia, 0 sea de desgaste lento, se le denomina circulante o fijo*. Se dice que tn fibricante de cervezaemplea una gta parte JE Sapte T, porque su cai- fcios y maguinarias son costosos y duraderos; por el contrario, de un zapate~ 1, cuyo capital se emplea principalmente en pagar silarios, que son gastados Ona ea es Sa ae 7 vestidos, bienes consumibles mas Fapicamente que los edifi- cios y las maquinas, se dive que emplea la mayor parte de su capital en capi- tal circulante, Ha de observarse también que el capital circulante puede circular, o vol- ver 2 su poseedor, en plazos muy desiguales. El cereal comprado por un la~ brador para sembrarlo es un capital fio, comparado con e! cereal adquirido por un panadero para transformarlo en pan. Uno lo deja en la tierra y no pue- de obtener remuneracién alguna durante un afo; el otro puede molerlo para hacer harina, venderlo lueg como pan a sus clientes y tener de nuevo su ca~ pital disponible al cabo de una semana, para renovar la misma produccién o comenzar otra cualquiera. ‘Dos actividades, por tanto, pueden emplear Ia misma cantidad de capital, “Ta division no es een yn nea demarestors nn pede er rzada con preside, @ Davip RicasDo pero éste puede estar repartido muy diferentemente entre la porcién fija y ta EIT produccién puede haber empleado muy poco capital cirulante, ¢s decir, el que se requiere para el sostenimiento de la industria; el capital esta- sh e0 ella invertido con preferencia en maquinatia, stiles, edificios, etc. capi- tal de un caricter relativamente fijo y duradero. En otra industria puede ha~ berse invertido la misma cantidad de capital, pero estar empleado, sobre todo, enel sostenimiento de a producci6n y muy poco invertido en utensils, ma- quinaria y edificios le ‘Uno puede tener méquinas de vapor por valor de 10.000 1 el otro, buques del mismo valor, Si los hoaubres no empleasen maquinaria en la produccién sino solamen- te teabajo,y transcurriese para todos el mismo tiempo hasta que los articulos estuviesen en disposicién FE CAMBTS de tos seria precisamente proporcional ala cantidad de trabajo empleada. Si empleasen capital fijo del mismo valor y de la misma duracién, tam- bién el valor de fos productos se obtendria del mismo modo y variarian con la mayor 0 menor cantidad de trabajo empleado para su produccin, ero aunque mercancias producidas en circunstancias semejantes no va- sien unas con respecto a las demés por ninguna otra causa que él aumento disminuci6n de la cantidad de trabajo necesaria para producirlas, si se las compare con aquellas que no sean producidas con la misma cantidad pro- porcional de capital fo, variarin por la otra causa que he mencionado antes, es decir, sungue no fuese empleado un trabajo mayor ‘omenor ena wpa de ellas. La cebada y Ia avena manten- drian la mismaa relaci6n ante una vasiacién cualquiera ep Jos salarios. Ocusri- ‘a Jo mismo x los articulos de algodén y a los tejidos si fuesen tambien pro ducidos, precisamente, en circunstancias similares; pero con un alza 6 baja de salarios la cebada valdria més o menos, comparada con los articulos de algo dén, y la avena, comparada con el pafo. Supongamos que dos hombres empleen 100 trabajadores cada tino, du- Zante un 280, para [a construccién de dos méquinas, y que otto hombre em= pee el mismo niimero de trabajadores para cultivar cereal; al final del aito, cada una de las miquinas tendré el mismo valor que el cereal, porque cada ‘una de esas cosas fue producida con la misma cantidad de trabajo. Suponga- 9 PRINCIPIOS De ECONOMIA POLITICA Y TRIBUTACION nos zhora que el duetio de una de las méquinas la emplea al aio siguiente, con ayuda de 100 hombres, para fabricar pafo,y el duenc de la otra la dedi- a, con la ayuda tambien de otros 100 hombres, a hacer articulos de algodén, mientras que el agricultor continia empleando 100 hombres, como anterior ‘mente, en el cultivo del cereal, Durante el segundo afio, todos ellos habrnin ‘empleado la misme esntidad de trabajo; pero las mercancias,juntamente con Ja maquinaria,en el caso de tejedor, y lo mismo en el del fabricante de articu- los de algodén, son el resultado de! trabajo de 200 hombres empleados en un ‘ho, 0, mejor, el trabajo de 100 hombres empleados durante dos afios, mien- tas que el cereal seria producido con el trabajo de 100 hombres en un aio; por consiguiente, si el valor del cerea! fuese de 500 L,, la méquina y el pao del tejedor juntos deben valer 1.000 1.,yla maquina y articulos de algodén del otto fabricante deben valer también el doble del cereal. [Pero valdsian mas del doble, pues el beneficio del capital del tejedor y del fabricante durante el primer afio ha sido afadido a sus capitales, mientras que el del agricultor ha ido gastado y disfrutado. A cause, pues, de los diferentes grados de duraciSn de sus capitals respectivos,o, lo que es lo mismo, a causa del tiempo transcu~ rrido hasta que los articulos estén en disposicion de ser vendidos, éstos no ppuedien ser valorados exactamente en proporcién a la cantidad de trabajo em: pleada en ellos; lot articulos considerados antes no estarin en la relacién de os a uno, sino de algo mas de dos, para compensar e! mayor plazo que ha de trantcurric hasta que esté el de mis valor en disposicién de ser lanzado al ‘mercado. Supongamos que se pagara por el trabajo de cada obrero 50 Lal afio, 0 ‘que fuese empleado un capital de 5,000 1, siends los beneficios un 10% del mismo; el valor de cada una de las maguinas, as{ como el valor del cereal, al final del primer 2fo, secix de 5.500 |, El segundo afi, los fabricantes y los cultivadores emplearian nuevamente 5.000 I. cada uno para remunerat el tra- bajo y; por consiguiente, volverian a vender sus productos por 5.500 L; pero Jos que utilizan las maquina, para estar en las mismas condiciones que el cul- tivador, no solamente deben obtener 5.500 I. por Jos capitals iguales, de 5,000 L,, empleados en salario, sina que deben oftenes, ademas, una sma de $50 1. por los beneficis de las 5.500 1. que tienen invertidas en la maqui- nati, Y, por ende, sus productos deben ser vendidos en 6,050 1. Hay, pues, ca- pitalistas que emplean la misma cantidad exactamente de trabajo anual para la obtencién de sus productos, y, sin embargo, éstos difieren de valor a causa de las diferentes cantidades de capital fo, @ trabajo acumulado, que, respec- tvamente, emplea cada uno. El tejido y los articulos de algodén tienen el mis- 50 Dan RicaRDo ‘mo valor, porque son el producto de cantidades iguales de trabajo y de eapi- tal fijo; pero el cereal no tiene el mismo valor que estos articulos, porque es producido, en cuanto al capital fi, en condiciones distintas Peto gcémo seri afectado sa valor refativo por un alza en el valor del tra~ bajo? Bs evidente que los valores relativos del pafo y artfculos de algodén no experimentarin cambio alguno, pues lo que afécte a uno tiene que afectar jgualmente al otzo, en las circunstancias supuestas, ni experimentarin tam- poco ningyin cambio los valores relativos del cereal y la cebada, porque son producidos en las misma condiciones con respecto af capital fijo y circulan~ te; pero el valor relativo del cereal, referido al paio y articulos de alzodéin, tie- ne que ser alterado por una subida de salaries. ‘No puede haber subida de los salarios sin una disminucién de los benefi- is, Sel cereal ha de ser repartido entre el cosechero ye orale, cianto ‘mayor sea la parte del segundo, mencs quedaré para et primero. Def mismo modo, se pano.o los generos de algodn se divdiesen entre el tabsjador y su patrono, cuanto més obtenga el primero, menos obtendri el segundo. Su~ pongamos que, debido a un alza de salazios, bajan los beneficios del 10 al 9%; entonces, en vez de afiadir $50 L. al coste corriente de sus productos (0 sea, a 5.500 L) por los beneficios de su capital fijo, los fabricantes afadirén solamen te el 986 de aquella suma, 0 495 1; por consiguiente, el precio seria 5.995 1 en ver de 6,050, Como el cereal continuarfa vendigndose a 5.500 |. los pro- cductos mansufacturados, que requieren més capital fo, bajarfan con relacién al cereal o a cualquier otro articulo en cuya produccién entrara una propor cién menor de esa especie de capital. La magnitud de la alteraci6n en cl va- lor relativo de los productos, « consecuencia de un alza o baja de salatios, de- penderia de la relacién entre el capital fijo y el capital total emplesdo. Todas las mercancias que se producen con méquinas 0 edificios muy costosos, o que necesitan que transcurra mucho tiempo antes de estar dispuestas para ser ven~ dda, bajcian en valor elativo, mientras gue subirian fdas aque que son jucidas principalmente por al trabajo directo o estin répidamente en dis- BeGiuon dvr lapeada a ered El lector te dard cuenta, sin embargo, de que esta causa de variacién de los bienes es de muy poce importancia, en cuanto a sus efectos. Con tna su~ bida de salarios que ocasionase una baja del 19 en los beneficios, 1os bienes producidos, en las circunstancias que he supuesto, varanfan en valor relative solamente en un 1%; con tal descenso de Ips beneficios, los productos baja rian de 6.050 | «5.995. Los mayores efectos que podrian producit sobre los precios relativos de esas mercanefas, como consecuencia de un alza de sala- st a RR PRINCIPIOS De ECONOMIA POLITICA y TRBUTACION ros, no excederian del 6 o 7%, pues los beneficios no admitirfan, en modo al- guno, probablemente, un descenso general y permanente de magnitud mayor. 'No sucede esto con la otra causa que hace variar también el valor de Jos bieness ‘ Trabajo necesaria rar procucsionSi-past-peedteineheoreabee-reenrmerer stthombrer 0 ver Gerroorer io del ceed bajarta un 20%, 0 sea de 5.9001. a 4.400, Si para producir pafio fuesen suficientes 80 hombres en vez de 100, el pafo bajaria de 6.050 1. a 4.950. Una alteracién cualquiera en el tipo permanente de be- neficios depende de causas que sdlo actian en el transcurso de los aos, mien- tras que ocurren diariamente alteraciones en la cantidad de trabajo necesaria para producir las cosas. Cualquier perfeccionamiento en la maquinaria, en las, herramientas, en los edificins o en la obtencién de la materia prima hace més ficil la produccién del articulo a que ese perfeccionamiento se aplica,y, por consiguiente, su valor se aitera, Al estimar, pues, las causas de las variaciones que experimenta el valor de los bienes, aunque fuese wn error omitir por com- pleto la consideracién del efecto producido por un alza o baja de salarios, se- ria igual de incomecto darle excesiva importancia, ¥, Por tanto, en esta obra, cn fo sucesivo, aunque me referiré ocasionalmente a esta causa de variacién, consideraré que todas las grandes variaciones que tienen lugar en el valor re~ lativo de los bienes son producidas por la mayor o menor cantidad de traba- jo que es requerida, en uno y otro tiempo, para producitlos. Es casi innecesario decir que las mercancias en cuya produccién se emplea la misna cantidad de trabajo diferiran en su valor de cambio sino estén dis- ‘puestas para ser vendidas en plazos iguales de tiempo. Supongamos que yo emplee en la produccién de una mercancfa 20 hom- bres durante un afo, haciendo un desembolso de 1.000 1, y que al final de ese afio emplee para terminar y perfeccionar el producto otta vez.20 hombres por otro afto con un nuevo gasto de 1.000 I. y llevo el articulo al mercado al cabo de dos afios; si los beneficios han de ser el 10%, mi articulo debe ser ven- dido por 2.310 1, pues tuve empleado un capital de 1.000 1. durante el pri- mer afio y uno de 2.100 durante el segundo. Ozzo hombre emplea la misma cantidad de trabajo, precsmente, pero la emplea toda el primer afo; tiene 4G hombres con un gasto de 2.000 Ly al final del primer afi vende su pro- ducto con un 10% de beneficios, 0 sea, en 2.200 1. Tenemos aqui dos mer- cancias que, habiéndose empleado en ellas la misma cantidad de trabajo exac tamente, una se vende por 2.310 Ly otra por 2.200. Este caso parece distinto del anterior; pero es, en realidad, igual. En am- bos el precio mayor de un producto se debe a que ha de transcurtir ms tiem- 2 Dav Ricanoe antes de que esté dispuesto para Je venta, En el primer caso, la maquina- doble cantidad de trabajo en ellos; en el segundo, un articulo vale més que ‘otro, aunque no se emplea mas trabajo para producitlo, La diferencia de va- Jor proviene en ambos casos de que los beneficios, al acumularse, oman la forma de capital, y esa diferencia es slo una compensacién por el tiempo que sor heneficios etuieonceteridos cones it ue Resulta, por consiguiente, que las proporciones diferentes en que se divi dedl capitals yciclante, cmpleado por la diversas industa, snrodacen ‘una modificacién considerable en Ia ley que es de aplicacién universal cuan doen la produccién se emplea casi exclusivamente trabajo, a saber: que nun ca varia el valor de las mercancias, 2 menos que una mayor 0 menor cantidad de trabajo sea empleada en su produccién, habiéndose demostrado en esta seccién que, sin variacién alguna en la cantidad de trabajo, la mera alza de los salarios oeasionara un descenso en el valor de cambio de aquellos bienes en cuya produccién se emplee capital fijo, y cuanto mayor sea el valor de éste, ‘mayor sera el descenso. SECCION V: El principio de que el valor no varia con elalza ola baja Janie . Hemos visto hace poco que cuan= do los salar suben, fa que prepondera el capital fijo en una mani factura, el valor de las mercancias producidas en ella es relativamente més bajo que el de ls producidas en manufacturas donde predomina el capital circu i el capital fi gran cantidad de trabajo para conservarlo PRINCIPIOS DE ECONOMIA PoL{TICa ¥ TRIBUTACION Pfam io vee une mina de 20000 de vals cul ‘con muy poco trabajo efectuase la produccin de ciertos articulos; si el des- gaste de esa méquina fuera insigaificante y el tipo general de beneficios fue- Se un 109%, no sea necesniocargar mucho mis GEE ODO La cote del pro- ducto a causa del empleo de la méquina; pero si el desgaste de la miquina fuese grande, sila cantidad de trabajo necesario para conservarla en estado de cficiencia fuera de 50 hombres anualmente, mis productos requerinfan un cos- te adicional igual al que seria obtenido por cualquier otro fabricante que em- please 50 hoTies en la produccién de otros bienes y que no usase en abso- Juto maquinaria, producir las primeras, se transferiria continuamente una can= fidad grande de trabajo al producto, mientras que al producir las otras se transferirfa muy poco. Toda alza de salarios, por tanto, o, lo que es lo mismo, todo descenso de los beneficios haria bajar el valor relativo de aquellos bienes aque fuesen producidos con capital durable y elevaria proporcionalmente el de los producidos con capital desgastable mas répidamente. Una baja de los sa- larios tendria precisamente un efecto contrario. He dicho ya que el capital fjo tiene diferentes grados de duracién; su- ppongamos ahora que en cierta industria especial pueda emplearse una mé- quina para hacer el trabajo de 100 hombres en un 2fo y que tuviese sélo un ato de duracién, Supongamos, ademés, que la maquina cuesta 5.000 L. y que Jos salarios pagados anualmente 2 los 100 hombres ascienden a 5.000 1. es claro que seria indiferente para el fabricante comprar la maquina 0 emplear los hombres. Pero supongamos que la mano de obra sube y, por consiguien- te, los salarios de 100 hombres durante un afo importan 5.500 Li es eviden- te que el productor no dudaria ya, pues su interés consistirfa en comprar la maquina y obtener su trabajo por 5.000 I. Pero no se elevara el precio de la maquina, no valdré ella también 5.500 L, a consecuencia del alza de los salarios? Se elevarfa si no hubiese capital alguno empleado en su construccién ¥¥n0 se pagasen los beneficios a su fabricante. Si, por ejemplo, la méquina fue~ se el producto del trabajo de 200 hombres durante un aflo, con un salario de 501 cada uno, su coste seria 5.000 libras,y si los salarios se elevasen a 55 1, Su coste seria 5.500 1; pero las cosas no pueden ser ast: 0 son empleados ‘menos de 100 hombres, o ella no podsfa ser vendida por 5.000 L, porque, ade- ‘mis de esta suma, tienen que pagarse los beneficios del capital que se invirtis ‘en emplear Jos obreros. Supongamos, pues, que fuesen empleados 85 hom- 4 i i Davip RicARDO. bres, con un desembolo de 50 1. por ead uno, sx, 4.250 Lal afc, ¥ que las 750 1. que producira la venta de la méquina, por encima de Jos salarios cielantaos 2 We abefadoren, ‘constituyesen Jos beneficios del fabricante constructor. $i los salaros se elevasen en un 10%, estaria él obligado a inver- tirun capital adicional de 425 Ly, por consiguiente, habria empleado 4.675 1 en vez de 4.250, de cuyo capital solamente obtendria un beneficio de 325 1 si continuara vendiendo su méquina en 5.000 1. pero tal es precisamente el caso de todos los fabricantes y capitalistas: €lalza de los salarios los afecta a todos, Por tanto, si el constructer de la mquina elevase su precio como con secucacia del alza de salaios, una cantidad exceptional de capitales se em~ plearfa en la construccién de tales méquinas, hasta que su precio rindiese tan Sélo el tipo corriente de beneficios’, Vemos, pues, que las méquinas no eleva- rian su precio como consecuencia de un alza de salarios. “a El fabricante que en un alza general de salarios tenga el recurso de una ‘maquina que no aumente el coste de produccién de su mercancia gozaria de vventajas especiales si pudiese continuar vendiéndola al mismo precio; pero, ‘como hemos visto ya, se halla’ obligado a bajar ese precio, pues en otro caso fia copia su industria asta que ss ens a nie ge: neral. Ast, pucs, es el publico quien se beneficia con la maquinaria: estos mu Seren son Siempre el producto de mucho menos trabajo que aquel que reemplazan, aunque tengan el mismo valor en dinero, Por su influencia, un aumento en cl precio de las subsistencias que eleve los saarios afectard a muy [pocas personas, en el ejemplo anterior alcanzari a $5 hombres en vez de 2 4100, y el ahorro, que es la consecuencia,se muestra él mismo en el precio me~ nor de la mereancia manufacturada. Ni las méquinas ni los articulos fabrica~ dos con elas aumentan de valor rea pero toda as cosas hechas con las mic juinas se abaratan, y en proporeién a la duracién de éstas. Se observark que en fas eapasprimitvas de Ia sociedad, cuando se wsaba poca maquinaria 0 capital dursdero, las cosas producidas con capitales igua- Jes eendrian casi el mismo valor y bajartan o subirfan unas respecto de otras a "Fc nea tpt pir gw ani se a hints restr te oe dia pcteae emi aise tin rsh tne eae irri trienest" Ulin) oceans “ons spelen ew ce eine oe ‘Se puede rare Sls Sip eo on Sine (aeywrabbaione amet 5s

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